Aquí estaré esperándote y escuchándote, como todos los días, Selena…


Me levanté ese día en la mañana y fui a buscar el diario con una sonrisa, con la alegría de saber con qué me encontraría. Vi en la tapa una foto de Selena sonriente que decía: “Selena empieza su serie de 5 shows sold out en River Plate” y me emocioné. Enseguida fui a la Sección Espectáculos y pude ver algo que me llenó de orgullo: “Más que mito, más que leyenda. Una realidad: Selena, la mejor cantante latina de la historia”. Y en su interior 12 páginas dedicadas a su estada en Argentina, las ciudades en las que daría un show además de los 5 en Buenos Aires, un extenso reportaje, miles de fotos, su familia, su esposo, sus hijos y un repaso de su extensa carrera artística, que no sólo incluía su performance como cantante sino como actriz, como diseñadora, como productora, como hacedora de nuevos artistas y valores. “Yo soy lo que soy y logré todo gracias al público. Sé que a esta altura puede sonar una frase trillada, pero sin ellos yo no soy nada. Pero esta frase la dije siempre, cuando era muy pequeña y no era tan popular. El público me puso allí y yo sólo estoy allí para dar lo mejor para retribuírselo”, decía Selena en ese reportaje. Ya era la quinta vez que venía a la Argentina y aún recordaba la primera vez que vino en 1997. “Yo tenía mucho temor cuando vine para Sudamérica. Pensábamos venir en 1994, en pleno éxito en Estados Unidos y en México. Acabábamos de sacar el disco ‘Amor prohibido’ y causó furor en mis tierras. Eso repercutió mucho en Sudamérica pues muchos países del sur recibían ecos de nuestro éxito en El Salvador, Puerto Rico y Nicaragua. Obviamente que aquellas épocas no son como las de ahora, en las que todos estamos conectados por Internet, y todos nos enteramos de lo que hacen los demás al instante. Antes se tardaba mucho más. De hecho mi éxito en Estados Unidos y México fue más por mis viajes en bus de pueblo en pueblo que por mi difusión en los medios. Lógicamente que cuando estuve bajo la protección de una disquera como Emi me dio más posibilidades, pero José Behar, una adorable persona, presidente de la disquera y gran descubridor y difusor de mi música, se sorprendió que mis fans eran muchos más que los que me habían descubierto por el conocimiento de mi música por radio y televisión. Él y tantos otros vieron que nuestro público era multitudinario y muchos de ellos no tenían nada para verme o escucharme salvo que me vieran en vivo”. Allí me detengo riéndome pues en el reportaje Selena se interrumpe a sí misma y dice: “Como verás, ya me fui de tema y no te estoy contestando la pregunta. ¡¡Es que me encanta hablar!!” y allí dan cuenta de que Selena se ríe a carcajadas de sí misma. De inmediato fui a la versión “on-line” del diario para ver si había videos de ese reportaje y noté que había uno con varias fotos y una gran cobertura digital. Por suerte en ese video en el que más que nada se reproducen imágenes de backstage y de Selena saludando a sus fans, vi esa parte del reportaje y no pude dejar de contagiarme de la risa de Selena, de sus carcajadas, de las risotadas del periodista que la había entrevistado y de todos los asistentes en el hotel en el cual el periodista del diario fue a entrevistarla. Me fue inevitable relacionar ese momento como los de tantos otros mucho tiempo atrás, cuando Selena era una famosa cantante tejana con aspiraciones a ser la gran artista internacional que era ahora, y en los que tenía esas mismas salidas ocurrentes que provocaban el desconcierto, la risa y la admiración de los periodistas que la entrevistaban. Recuerdo una muy puntual para televisión hecha en Corpus Christi, Texas, en la que Selena no podía dejar de hacer morisquetas a la cámara mientras el periodista la presentaba. Selena le pidió disculpas al entrevistador, pero éste se tentó tanto que tuvieron que repetir varias veces la toma. Pero nada de eso que Selena ocasionaba generaba enojos, fastidios o quejas de nadie. Al contrario: la gente gozaba mucho de esos momentos y se los festejaba. Si había algo que había logrado Selena, y que era muy festejado por todos los medios de comunicación, era descontracturar la relación periodista-artista. Hasta Selena todos estaban preocupados de las veleidades de los artistas cuando llegaban al éxito, las condiciones excéntricas que ponían para aceptar un reportaje y el modo que tenían de tratar a los demás. Los periodistas se habían acostumbrado peligrosamente al maltrato del artista que se consideraba superior y a tener que pensar que, a la hora de difundir a una artista, era más importante hablar de escándalos y de peleas ficticias que hablar de música, de proyectos, de lo que estaba ofreciendo concretamente el artista, en definitiva. Hasta Selena parecía que lo único interesante y divertido era meterse en la vida privada de los demás. Con Selena todo había cambiado. Con ella se hablaba de música, de proyectos, de sus sueños, de todo lo logrado, de todo lo por hacer con gracia, con Amor, con cariño y con gran respeto por la profesión ejercida y por la persona que la entrevistaba. Para cualquier periodista daba gusto entrevistar a Selena, porque ella misma facilitaba las cosas, las hacía más amenas, divertidas. Ella era capaz de ayudar al entrevistador ayudándolo en lo que sea, como apartarse de sus quehaceres en un festival para contestarle aunque sea una pregunta a un periodista si notaba que éste estaba horas esperándola y con cara de desesperación buscando la nota para sus superiores. Ella con su sola presencia generaba un aire en el lugar, un clima, un hechizo en el que todos quedaban encantados, y con ganas de estar horas y horas con ella. Y si fuera por ella así sería, pero siempre aparecía su padre para hacer el papel más desagradable, que era dar por terminada la entrevista o para decir que faltaban cinco minutos. Es allí donde aparecía Selena encogiéndose de hombros, lamentándose tener que terminar la entrevista pero siendo ella quien se adelantaba para saludar al periodista con la promesa de volverse a ver. Así era Selena. Una muchacha sencilla a pesar de su fama mundial, una mujer que se manejaba como una joven adolescente aun cuando ya fuera adulta y tuviera que comportarse como tal desde que fuera muy niña … “Como te decía antes, tenía mucho miedo de venir aquí pues no sabía con qué me iba a encontrar. Así como tuve que ser paciente para poder grabar mi primer disco en inglés en 1995 luego de 3 años de espera con la disquera y muchos más años si contamos nuestros propios sueños personales, también lo tuve que ser para mi gira por Sudamérica. Lo había anunciado en 1994 y recién pude hacerlo en 1997. Podríamos haberlo hecho antes, pero muchos nos aconsejaron que era mejor esperar al disco en inglés y su repercusión en Estados Unidos para ir con mejor ‘plafond’ para Sudamérica. Siempre me intrigó eso, pues allí se habla enteramente en español. No entendía la relación. Cuando pregunté, me dijeron que en esa decisión tenía que ver fundamentalmente Argentina. ‘Allí los medios le dan más repercusión a los éxitos en inglés que a los de idioma español. Y buena parte del público también. Lo latino no ha pegado tanto como en el resto de Latinoamérica…’. Me quedé pensando y les dije: ‘¡¡Qué curioso!! ¿Pero acaso no hablan el español allí? ¿Son acaso como yo? ¡¡Entonces, si es así me entenderán y seré un éxito seguro!!’. Y me eché a reír y mis productores también. Con el tiempo entendí todo y por suerte todos hemos crecido. Noto que en vuestro país se escucha lo español tanto como lo inglés y eso es muy bueno”, decía Selena. Allí me quedé pensando qué hubiese sido todo si Selena no hubiese tenido éxito, si acaso por alguna razón no hubiese tenido la repercusión mundial que ha logrado, y me convencí de que probablemente hubiesen surgido otros artistas, otros valores, pero nadie sería como ella. El mundo sin Selena sería muy, muy diferente y no mejor, por cierto…

“¡¡Padre, padre!! ¿Ya estás listo para ir a ver a Selena? ¡¡Uy!! Veo que salió una nota de ella hoy. ¡¡La voy a ver en la compu!!”, dijo María Selena, mi hija de 11 años. Obviamente que su segundo nombre es por ella. Si no le puse como primer nombre fue un poco por mi esposa que no quería para nada ese nombre. Graciela, mi esposa, tenía un poco de celos por mi admiración por Selena, aunque siempre respetó mis gustos y que la quisiera tanto. Al principio no lo podía entender. Creía que era una de mis tantas obsesiones que me duraban un tiempo y que pronto pasarían al olvido. Pero después se dio cuenta de que mi admiración por ella era cierto, sincero, que no era producto de una cosa enfermiza, que me había enamorado o que sólo me gustaba su apariencia física. Pronto se dio cuenta de que me agradaba como cantante, como artista, como persona. La había visto por primera vez de casualidad en el canal MTV. Estaba esperando un programa en el que pasaban videos de rock hasta que vi que estaban dando un video de alguien que no sabía quién era y cuyo tema me era absolutamente desconocido. Era Selena, pero yo no lo sabía. El televisor lo tenía en “mute”, por lo que tampoco sabía de qué trataba el tema, pero me enganché por la trama del video. Allí recién puse el tema sin prestarle mucha atención y quedó allí. Luego escuché un tema suyo más afín a mis gustos y comencé a interesarme por ella: se trataba del tema “Ya no”. Y si bien, para ser un tema pop-rock, la letra no se condecía mucho con el prototipo de composiciones que acompañan a este tipo de temas, me sorprendió la voz de Selena, su adaptación más que natural a ese tipo de música y la parte final de ese tema, que vaya uno a saber por qué siempre me generó un aire de nostalgia y de tristeza. Siempre que llego a esa parte surge en mí un temor extrañísimo a que le haya pasado algo a Selena o a que le vaya a suceder vaya a saber qué, pero nada bueno. Antes era más desesperante, pues uno podía tardar bastante hasta dar con el medio indicado que podía darme la información más rápida y veraz de lo que pasaba con alguien. Hoy en día es prender una computadora y estar a un click de todo, por lo que ahora es más fácil enterarse, aunque eso genera más angustia pues al querer averiguar algo en cualquier red social cualquiera puede quedar presa de determinada manipulación o malos entendidos. Por suerte tengo a mi hija que sabe guiarme en estos casos … Hija a la que puse Selena como segundo nombre porque Selena … Selena hay una sola … Selena Quintanilla. No podía evitar, cuando allá por el 2000 supe que iba a ser padre de una niña, ponerle Selena como homenaje, pero como segundo nombre. Eso sí, me las ingenié para ponerle como primer nombre uno no sólo muy común sino muy utilizado como combinación con otros nombres. Decir a alguien “María Laura”, es decirle “Laura”. Decir a alguien “María Eugenia” es decirle “Eugenia”. Decirle “María Selena”, es decirle “Selena”. Así conformaba a todos, incluso a mí, y todos contentos… Lo cierto es que mi hija, conforme supo del origen de su nombre, quiso saber por qué me gustaba tanto Selena. Le expliqué que, más allá de cómo la conocí, quedé impactado cuando también de casualidad me quedé mirando por un canal mexicano de televisión el concierto que había dado Selena en el Houston Astrodome el 26 de febrero de 1995. Además de que después me conmovió su primer disco en inglés “I could fall in love”, le conté a mi hija que cuando vi por primera vez a Selena en vivo quedé impactado, subyugado, sorprendido, extasiado. Verla en vivo fue toda una revelación para mí. Actuando era aun mejor que escucharla o verla en un video. Ver a Selena en un concierto era observar y contemplar a la artista en toda su dimensión. Había imaginado muchas cosas de ella pero nunca supuse que Selena en vivo era así, con esa voz con toda su potencia, con un tremendo talento, con un gran carisma, con una personalidad en el escenario sin igual, con una figura increíble, difícil de obviar, y con una autoridad ante la banda y frente al público que yo no lo había visto en nadie. Le conté que desde ese mismo momento me hice admirador exclusivo de ella, que toda la música que escuchaba pasó literalmente a un segundo plano. Por supuesto que me seguía gustando el rock, pero nada me emocionaba como lo que me provocaba Selena con su canto, con su mano en el pecho, con sus interpretaciones, con su forma de expresarse, con su manera de mirar, con su modo de entender cómo debía tratar al público en todo sentido. Le decía que cualquiera que escuchaba y veía a Selena uno le creía, le creía sin duda. La sinceridad de Selena tanto para expresarse con su canto como para manejarse en la vida hacía que uno le creyera todo, la quisiera en todo, la admirara en todo. Era imposible dejarla de mirar aunque sea por un instante. Selena genera sólo gozo, alegría, placer, bienestar. ¿Qué más se podía pedir después de ver a Selena? ¿Qué más había para ver luego de quedarse extasiado, estupefacto, incrédulo, al mirar a Selena cantando e interpretando “Si una vez” en ese concierto increíble en el Houston Astrodome? El sólo ver detenerse de pronto, con su brazo doblado contra su cara y su dedo índice contra su frente, y sólo escucharse su respiración, el observar pasearse en silencio en el medio del griterío de la gente, su mirada cómplice ante 65.000 personas y rematar ese tema con una voz que nadie podía emular, hacía que uno quedara sin habla por un buen tiempo. Le aseguré que nunca vi nada igual y que nada me había generado tanta emoción. Le contaba a mi hija algo que ni a mi esposa se lo había contado con tanto detalle, un poco por pudor, otro poco porque temí por la situación vivida. Había quedado tan impactado por tamaña presentación que unas semanas después, más concretamente el 31 de marzo de 1995, había decidido llamar a Selena para decirle lo tanto que la admiraba. En realidad este tipo de cosas me daban mucha vergüenza por lo que de sólo pensarlo me hacía desistir de cualquier intento, pero tratándose de Selena bien valía la pena hacerlo. Tenía dos teléfonos: uno el de q-productions y otro el de la casa misma de Selena. Yo no tenía ni idea de la hora que era en Corpus Christi. Me había animado a llamarla antes de ir a trabajar desde un teléfono público. Llamé a q-productions y no me atendía a nadie. Tal vez en otra circunstancia hubiese desistido o hubiese intentado más tarde. Pero yo no podía. Ahora que me había animado a hacerlo no me podía echar atrás. Ante mi desesperación por no poder contactarme aunque más no sea con su padre, hice un intento tímido aunque desesperado por llamarla a su casa. Me atendió Chris. Parecía desconcertado o dormido y me preguntó en inglés con quién quería hablar. Estaba por colgar, ya que no sabía bien el inglés y ya me sentía muy incómodo por la situación, pero algo me decía que debía insistir, que debía hacerlo, que si no lo hacía me iba a arrepentir. Entonces le dije en inglés: “Disculpa, Chris, sé que tal vez no lo entiendas. Es que llamo desde Buenos Aires, Argentina, y sólo quería decirle a tu esposa que es un artista magnífica y que también es muy querida desde tan lejos, y que sólo esperaba que alguna vez nos visite…”. Hubo un instante de silencio que pareció eterno. Chris me agradeció pero me dijo que aguardara un minuto. Noté que Chris dejó rápidamente el tubo de teléfono y empezó a llamar a Selena. Luego no escuché más nada hasta que de pronto escuché unos pasos rápidos y una voz que parecía de gran preocupación: “Mira, disculpa mi descortesía, pero creeme que Selena no está y olvidé que debía ir a buscarla al lugar al que fue … Pero para que veas que no hay mala voluntad de nuestra parte, sólo te pido que me vuelvas a llamar a la tarde o a la noche. No te preocupes por el costo. Hazlo por pago revertido. Y así lograrás decirle lo que deseas a Selena”, me dijo Chris mezcla en inglés, mezcla en español. Pobre, no se le entendía muy bien el español, pero valoraba que se esmerara tanto sabiendo que lo llamaba alguien de un lejano país e hispano, pero me inquietó su preocupación. Es como si a partir de mi llamado algo se le había revelado y le preocupaba sobremanera. Pensé que había metido la pata y estuve a punto de no llamar ese mismo día. Me dije más de una vez: “Eso te pasa por meterte en lugares que no te corresponden” y no pensaba llamarla más. “¿Y no me digas que no lo hiciste?”, me dijo mi hija. Le contesté que para mi sorpresa lo hice, lo hice a la noche, luego de dudar mucho, muchísimo. Pero había algo que me hacía llamar a pesar de que cualquiera que me conoce sabría que en estos casos no dudaría en desistir de llamarla de nuevo. Pero entre que me había animado a llamar y preguntarme por qué no hacerlo de nuevo, decirme que se trataba de Selena y sentir algo, algo que no sabía definir de qué se trataba pero que era una fuerza irresistible que me decía “Vamos, llámala, llámala de una vez, llámala que ya verás que te lo agradecerá y mucho”, hicieron que no pudiera irme a dormir sin hacerlo, por lo que me aparté lo más lejos de mi esposa, tomé el teléfono y llamé a la casa de Selena, tal como me lo pidió Chris. Apenas sonó la primera campanilla escucho un rápido descuelgue del teléfono y una voz que me dice: “¡¡Oye!! ¿Cuándo pensabas llamarme? ¡¡Hace como 5 horas que te estoy esperando!! ¿Qué me querías decir?”. Yo me quedé mudo. Era Selena. ¡¡Era Selena la que me estaba hablando!!. Estaba a punto de colgar cuando me dice: “¿Pero qué te pasa? ¿Es que estás vivo aún? ¿No se te habrá ocurrido colgar, verdad?”, insistió Selena a las carcajadas. “Vamos, vamos, no seas tímido. ¿Cómo te llamas?”. Apenas musité “Sergio…”. “Me dijo Chris que eres de Buenos Aires, Argentina. ¿Sabes que iré este año por allí, ¿no? Pensaba ir el año pasado, pero si no es éste será el otro. Es que éste es un año muy importante para mí, ¿sabes? Estoy por sacar un disco en inglés que estoy seguro que te agradará … Pero dime, ¿qué me querías decir? Aunque te parezca un poco extraño, tu llamado ha sido algo providencial, así que te lo agradezco muchísimo. Por favor, dime. ¡¡Vamos, anímate!! Piensa que sólo soy una artista, alguien como tú, una simple persona que si tiene relevancia es por gente que me quiere mucho. Yo sólo estoy para agradecer”, me dijo Selena un tanto seria, un tanto melancólica … “Yo sólo quería decirte que eres magnífica, que no vi a nadie como tú. Que hasta que te vi a ti yo sólo escuchaba rock y veía videos de esa música pero desde que te conocí … Para mí eres la mejor y sólo deseo para ti que se te cumplan todos tus sueños. Sólo por eso te llamé. Podía haberte escrito una carta. Para mí era más fácil. Pero quise que fuera así…”, le dije. “Y bien que has hecho esto, Sergio. Te puedo asegurar que no sabes la dimensión de tamaño gesto. Yo te prometo que iré por tu país. Me gustaría que me vayas a visitar en cuanto llegue a tus tierras. Pero mantente en contacto. Llama o escribe a q-productions o aquí mismo. Pero hazlo. Al menos escríbeme para dejarme tu dirección, así puedo enviarte los souvenirs que les damos a nuestros fans. Muchos se suscriben para recibirlos, pero yo no te pediré eso. Ya lo entenderás con el tiempo, y si no sucede no importa. Hoy lo más importante es que pueda agradecer tu lindo llamado y poder dar el concierto en Los Ángeles mañana. Ya el tiempo dirá lo que me depara el destino. Pero creeme, Sergio, que hoy aprendí lo que valen las palabras de los que realmente me quieren, y que muchos de ellos ni los conozco, como tú. A veces hay que mirar más y escuchar mejor. No todo es lo que parece…”. Escuchaba a Selena entre mudo y contrariado. Se la escuchaba como shockeada por algo que le habría pasado recientemente. Pensé en el llamado anterior y en esos llamados vanos de Chris buscando a Selena … “Pero ahora que lo pienso. ¡¡Tú eres como mi esposo, Chris, amante del rock!! ¿Sabes? Nada es casualidad en la vida. Mi esposo es rockero, muchos de mis fans les encanta el rock y ahora tú. ¿Qué me verán todos ustedes? ¿Acaso soy una rock star?, me dijo Selena cambiando el clima anterior. “No sé si eres eso. Yo sólo sé que eres encantadora. Eres una artista en serio que le provoca lo mejor de cada uno a cualquiera, le guste la música que le gustare. Pero lo que más deseo, Selena, lo que más me gustaría, antes que nada, es que seas muy, muy feliz con tu vida”. Sentí que Selena se iba a poner a llorar, y creo que para evitar que confirmara lo que percibía me dijo: “Gracias, te lo agradezco de corazón. Lástima que tenga que cortar pues ya me tengo que ir a Los Ángeles. Pero prométeme que me escribirás y que me irás a ver cuando vaya para tu país”. “Yo te lo prometo, pero quiero que sepas que lo más importante no es que te llame sino que sepas que hay muchísima gente que te quiere mucho y que espera que llegues a lo más alto. Si tú triunfas, todos nosotros triunfamos”, le dije con profunda emoción. “Eso lo aprendí hoy, Sergio, te lo aseguro”. Noté que Selena hizo una gran pausa, vi que estaba tan emocionada que me preguntaba qué era lo que estaba pasando, pero no se lo pregunté. Si ella no me lo decía, era mejor dejarlo así. Hay que saber respetar la vida privada de los demás. Antes de despedirse, Selena llegó a decirme: “…Pero antes de colgar algo te quiere decir Chris”, y de pronto su esposo tomó el tubo de teléfono y me dijo con dificultad en español: “Gracias. Gracias, Sergio. Hoy sin querer nos abriste los ojos. Toda la Familia te estará eternamente agradecida. Ya lo entenderás con el tiempo”. De pronto, irrumpió Selena, que dijo: “Pues bueno, ¡¡basta de tanta charla que este llamado lo pagamos nosotros!!”. Y echó una de sus clásicas risotadas. “¡¡Chau, Sergio!! Mil abrazos y mil besotes. ¡¡Cuídate muchísimo y nos veremos muy pronto!! ¡¡Hasta luego, chau!!” y allí cortamos la comunicación. Duró muchísimo mi excitación. Estuve horas casi sin moverme. Con el tiempo entendí lo que había pasado y agradecí a Dios que me ayudara a animarme a hablarle a Selena. Pero desde ese entonces casi no me comuniqué con ella. “¿Cómo que no lo hiciste, papi? ¿Después de todo lo que hablaron?”, me preguntó mi hija, toda incrédula “Llegué a hacerlo. Le escribí. Ella me mandó sus sovenirs … Pero enseguida vino la seguidilla de conciertos, la explosión de su éxito con su disco en inglés, sus giras mundiales. Fue tal el éxito y tantos los compromisos que recién 3 años después llegó por primera vez en Argentina. Yo la fui a ver a todos los conciertos, pero desistí de verla personalmente. Lo intenté la primera vez, pero era difícil. Eran muchísimos los fans y sentí que lo que tenía que decir ya se lo había dicho. Lo que tenía que hacer, también. No quería arruinar ese mágico hechizo de la llamada a Selena. Entendí que lo más importante con una persona a quien quieres y admiras mucho es estar en el momento justo cuando más te necesita. Fuera de ello es mejor admirar y querer de lejos, entendiendo que cada uno debe cumplir su función en la vida. Sabes, hija, que no me gusta meterme donde no me corresponde. Si lo hice aquella vez fue porque lo sentí e hice algo muy importante para Selena que yo no sabía y que lo entendí con el tiempo, como entendí que siempre hay que atreverse a hacer las cosas que surgen del corazón…”. “¿Y qué es lo que has hecho por Selena, padre?”, preguntó mi hija. “Ya lo sabrás, ya lo entenderás con el tiempo…”, le contesté, acariciando su cabecita … “¿Crees que algún día me lo dirá ella misma?”, me insistió. “Tal vez, tal vez…”, le contesté entre enigmático pero inquieto por lo que podría hacer mi hija para averiguarlo…

“…¡¡Tuve mis momentos difíciles, claro!! Mi infancia y mi adolescencia fueron muy difíciles. Tuve que privarme de muchas cosas. Apostando al negocio de la música un día nos quedamos sin casa, y eso sí que fue complicado para nosotros. Tuvimos que mudarnos a Corpus Christi, por un tiempo vivíamos con unos tíos míos ... Es difícil vivir en casa ajena, con las dificultades de llevar un plato de comida a la mesa y no tener un futuro seguro. Pero nosotros estábamos decididos. Mi padre nos enseñó no sólo a estar siempre unidos por un objetivo sino a consustanciarnos con él y a plantearnos que nada era imposible, que todo se podía lograr. Sé que muchos han cuestionado a mi padre, pues piensan que se manejó tiránicamente con nosotros, que nos obligó a trabajar desde chicos, que nos explotaba … ¡¡Nada de eso!! ¡¡Nosotros somos sus hijos, su familia!! ¿Qué mal nos querría desear? En su momento nos relacionaban con Michael Jackson y su familia … No teníamos nada que ver con su historia. Eran bien distintas … El mayor “pecado” de mi padre, por decirlo de alguna manera, fue el de hacer nuestro su sueño, su viejo sueño de trascender en el ámbito de la música. Pero él siempre lo hizo por nuestro bien. Porque con el mismo criterio la gente bien podría culparme a mí de que a mi padre se le ocurriera armar una banda con todos nosotros, pues fui yo quien hice conocer mi voz a mi padre cantando unas viejas canciones que me aprendí de un libro que él tenía … ¡¡Y lo hice por celos de niña pues mi papá vivía ocupado enseñándole el bajo a mi hermano!! Así que ¿quién tiene la culpa si es que hay culpables? No. Las cosas se dan como se dan. El Señor nos pone aquí con una misión, pero también nos permite que forjemos nuestro propio destino. Él nos juzgará luego. Pero estoy seguro de que Él querría vernos bien activos, poniendo todas nuestras energías en algo positivo, no en lo negativo. Cuando éramos niños, mi padre solía llevarnos de paseo con el auto viejo que teníamos para visitar los barrios más caros de la ciudad en la que vivíamos. Él solía decirnos. ‘¿Quieren tener esas hermosas mansiones? ¡¡Trabajen, sacrifíquense, pónganse a crear!! Si hacen esto, ¡¡tendrán esas casas y mucho más!!’. Y realmente no se equivocó. Si hay algo que me pone muy contenta en la vida es que todo lo que hemos logramos lo hemos realizado con armas honestas. Siempre fuimos con la verdad, la honestidad, la sinceridad. Nadie nos regaló nada. Empezamos muy de abajo y llegamos a lo más alto con nuestros más nobles objetivos. No soportaría mentir, no soportaría dar una imagen que no tengo, dar la impresión de ser una persona bien distinta de la que verdaderamente soy … De hecho, cada vez que me han ofrecido papeles protagónicos para actuar en cine y televisión tuve que desistir de actuar en roles que no tuvieran nada que ver conmigo. Recién en los últimos años he accedido, pero dejando bien en claro que ésa que aparece en pantalla no soy yo verdaderamente, que es sólo un personaje. Sé que sonará tonto y anticuado, pero así somos los Quintanilla … Y más aun lo hemos sido pues con el tiempo hemos vivido momentos en los que bien podría haber ocurrido que no hubiésemos triunfado, que no hubiésemos llegado a la consumación del sueño tan deseado … Con el tiempo aprendí que podemos ser engañados en nuestra buena fe y salir muy heridos de ese desengaño. Yo he vivido momentos en los que … ¡¡quién sabe que hubiese sido de mí!! … ¡¡que hubiese sido de nosotros!! Por suerte nos dimos cuenta a tiempo, nos dimos cuenta de que podemos ser lo que queramos pero sin exponer tanto lo que deseamos y lo que pensamos. Que a veces hay que ver bien en quién confías y qué. Desde luego que no lo digo por la gente. Sin ellos no sería nada y sin duda sin ellos yo no estaría aquí, literalmente hablando. El público me dio todo y hasta me salvó la vida … me salvó la vida de aquellos que están al lado de uno todos los días ofreciéndote su tiempo y su supuesta dedicación … Luego te das cuenta de que no hay cariño y sólo quieren saber todo de ti para poder controlarte … Y si no los obedeces …. Pero por suerte todo eso malo ha pasado y desde aquel entonces sólo tuve el mismo éxito y el mismo Amor de la gente, ¡¡y eso es lo más valioso!!”, dijo Selena, monologando de una forma no tan frecuente en ella, y desde allí la transcripción completa del diario. El periodista vio que era un buen momento para la gran pregunta cuya respuesta generaría el próximo titular del diario. “¿Pero qué te ha pasado Selena? ¿Acaso tu vida ha corrido peligro en algún momento? ¿Alguien te defraudó? ¿Qué es lo que te ha sucedido? ¡¡Cuéntanos!!”. A lo que Selena, fiel a su estilo, le contestó. “¡¡Oh, no!! ¡¡No!! ¡¡No me ha pasado nada!! Disculpa si me he expresado mal. No. Sólo quise decir que para los que nos manejamos con la verdad y con total sinceridad se nos hace difícil superar una decepción. Piensa que nosotros vivimos en familia arriba de un bus por 14 años, además del tiempo que ya vivíamos de convivencia. Cuando las cosas son así, tú sabes todo de los demás, como los otros saben todo de ti … Y allí aprendes a no tener secretos, a desnudar tu Alma, tu corazón, a no mentir, a ser franco, sincero y directo. Y sobre todo a ser honesto. Y así todos tuvimos que tomar decisiones terribles delante de la Familia, pero planteadas todas ellas con sinceridad nunca hubo un problema … El problema es cuando descubres que alguien en quien confías te defrauda, te decepciona. Así se hace difícil todo, mucho más difícil de lo que parece, pero quien nos conoce sabe a qué nos referimos con esto…”. Yo sabía a qué y a quién se refería ... Luego de esa comunicación con Selena me enteré de que habían echado a la que era entonces su presidenta de club de fans y gerenta de su boutique “Selena Etc.”. Nunca se supo qué pasó. Esa mujer a la que no recuerdo el nombre se fue sin dejar rastro. Cada vez que a Selena le preguntaron por ella sólo se limitó a decir que había renunciado por motivos personales. Siempre me pregunté si eso que había sucedido tenía relación con mi llamado, y con su alegría y agradecimiento a lo que le había manifestado. Pero nunca lo supe. Siempre tuve la impresión de que no nos acercamos después de aquel 31 de marzo de 1995 porque ella temía que le preguntara qué había pasado y ella no lo quería comentar, y a su vez yo por lo mismo no le preguntaba, pues tal vez no quería enterarme de algo que me podía doler de Selena, y que sólo escucharía si ella querría contármelo. Recién allí caía en la cuenta de por qué después de aquel encuentro casi no nos hablamos ni nos escribimos más. Era mejor que todo fuera así, y si algún día alguien necesitaba del otro, pronto acudiría a su encuentro, como aquella vez … “Ay, disculpa, si me puse un tantito seria, pero tal vez necesitaba decir esto. ¿Y sabes por qué? Hace un tiempo que busco a alguien de la Argentina a quien debo agradecerle muchas cosas. No lo puedo decir pues no sé si él querría que lo nombrase, pero…”. Yo me estremecí … Se estaría refiriendo a mí. Quería no creerlo, pero todo lo indicaba. Encima mi hija María Selena justo había aparecido para escuchar ese instante que yo no deseaba que oyera por nada del mundo. Iba a decir algo, pero ella me rogó silencio. Yo volteé la cara entre resignación y lamento. Selena miró a la cámara y dijo: “¡¡Hey, tú, aquel que me llamó ese lluvioso día del 31 de marzo de 1995!! Ven a verme. Todos te estamos esperando. Todos te debemos este éxito…”. Yo me quedé helado mientras Selena cambió de tema y se puso a reír a carcajadas con su entrevistador con la rapidez que la caracterizaba para cambiar drásticamente la conversación. Seguramente todo el país que la miraba seguía la humorada de Selena, menos dos personas: mi hija y yo, los únicos que habían prestado real atención al llamado de Selena. A partir de allí yo supe que algo sobrevendría en mi vida, algo emergería del horizonte, esta vez para acercarse a mí, esta vez para enfrentarme con la verdad, con saber algo que yo no querría ni enterarme … El muro que dividía ambas aguas comenzaba a resquebrajarse. Allí supe que debería ver a Selena…

Había llegado el día del concierto, y a pesar de estar feliz por ver de nuevo a Selena, estaba extremadamente nervioso. Trataba de dominar mis sensaciones pero no podía. Mi hija iba por primera vez a uno de sus conciertos y busqué disimular mis nervios dando a entender que estaba así por llevar a ella a un recital. Miraba a mi hija, y a uno y otro lado, como tratando de mostrar preocupación por dónde debía llevarla y qué recaudos tomar para llegar a un sector determinado. Mi hija me miraba y dejaba que yo siguiera en mi juego. Ella estaba llamativamente en silencio y sabía perfectamente que nada ocurriría, pues en un recital de Selena sólo podía haber cariño, diversión y, sobre todo, respeto Efectivamente, ingresamos al campo y todo se desarrollaba normalmente. A pesar de ir con mi hija de 11 años, yo quería ir al campo, pues nada mejor que apreciar a Selena de tan cerca. Ni la mejor platea ni la ubicación más cara me darían la mejor visión de ella, que era de cerca y de frente. Lo que más me gustaba de Selena en estos últimos tiempos es que no trataba de adornar sus conciertos con tanta parafernalia tecnológica y efectista. Por supuesto que se incorporaron con el tiempo pantallas gigantes y las más elaboradas coreografías, pero con buen tino se mantenía la idea de que la tecnología estuviera en función del artista y no que ella estuviera en función de los trucos, efectos especiales e impresionante pirotecnia. Por suerte los Quintanilla mantenían el espíritu de que Selena era lo más importante en el escenario y lo que más impacto generaba, que era una locura y un desperdicio que toda la magia y el natural talento de Selena quedaran diluidos por artificiales fuegos de artificio e innumerables explosiones. De hecho el comienzo del recital, y diría que el concierto mismo, fueron una reminiscencia de esos viejos tiempos, de esos tiempos en los que Selena comenzaba a ser una gran artista, en los que le faltaba ese poquito que la pusiera en el puesto N° 1 en todo el mundo. Las luces se habían apagado, se escuchaba el sonido de guitarra de Chris que me hacía recordar a algo muy conocido pero no podía acordarme de qué se trataba, hasta que se ve a Selena bajar de unas escalinatas blancas que estaban en lo alto del escenario, que sobre el fondo negro daban la impresión de cantar prácticamente en el aire. Ella comenzó a cantar “First I was afraid, I was petrified”, y allí doy cuenta de que se trataba del tema “I will survive”, esa canción que formara parte del mítico “Disco Medley” del concierto del Houston Astrodome el 26 de febrero de 1995, sólo que en este caso no era un Medley sino la canción entera e increíblemente interpretada. Pero para el asombro de todos, cuando Selena comienza a cantar “and now you're back from outer space” comienza a acelerar el paso escaleras abajo siguiendo el ritmo de la canción hasta desaparecer y en el momento de decir “don't turn around, 'cause you're not welcome anymore” aparecer de pronto en el escenario mismo para el asombro y el júbilo de la gente. Yo sinceramente no lo podía creer. Selena lucía un hermoso vestido blanco y largo, y su sonrisa a flor de piel. Su concierto fue demoledor, mágico, increíble. Cantó sus primeros éxitos de sus discos en inglés como “I could fall in love”, los clásicos como “¡¡Oh, no!!” y los temas de su último disco como “Wait”, pero para sorpresa de muchos, incluso la mía, cantó sus viejos temas en español, pero no sólo los clásicos como “La carcacha”, sino los mucho menos conocidos aquí como “Yo me voy”. Para mi hija fue toda una novedad ese repertorio. Para mí no, al punto tal que me canté todas y cada una de sus canciones. Por un momento temí que eso podía no funcionar pero se ve que me olvidé que enfrente de mí estaba la mismísima Selena … Cantó, bailó, hizo cantar, hasta hizo subir a su clásico “ex novio” de la canción “¿Qué creías?”, y todo con una gracia, con una prestancia, con una voz y con un carisma que hacían difícil sustraerse del hechizo que siempre generaba Selena en sus actuaciones en vivo. Y cuando creí que había visto todo, que en los bises sólo podía sorprenderme del hit que nos habíamos olvidado cantar, hizo una increíble combinación de dos temas bien distintos: al principio cantó “I’m geeting used to you” y luego “Si una vez”, mi canción preferida. Todas las versiones en vivo de esta canción me había gustado pero mi favorita siempre fue la de aquel Houston Astrodome. Y como si Selena supiera que estaba allí y cuáles eran mis gustos personales, ella hizo la interpretación del tema de aquel concierto. Cuando paró de golpe, cuando sólo se escuchó su respiración, cuando se paseó por todo el escenario observándonos sólo generó que me pusiera a llorar sin parar. No podía explicar la dimensión de mi emoción, pero tal vez mi hija lo podría hacer ya que al término de la canción y del concierto se la pasó durante un tiempo acariciando mi cabeza mientras yo miraba la nada y seguía llorando cada tanto. Había sido un concierto especial, muy especial para mí. No lo podía explicar pero desde hacía un buen tiempo sentía algo que Selena se encargó que lo exteriorizara esa magnífica noche…

Mi hija hizo que me reincorporara y me dijo que ya nos fuéramos. Ya era tarde. Yo no daba cuenta por dónde iba, sólo miraba para adelante y retenía frente a mí aquellas imágenes que había visto recién. De pronto veo que María Selena se mete por un largo pasillo. Yo alcancé a preguntarle hacia dónde íbamos. Ella me contestó que no me preocupara, que me llevaba para la salida. Yo asentí y seguí sus pasos sin advertir que me llevaba de la mano una nena de 11 años por quien me preocupaba unas horas antes de hacerla entrar en los pasillos que nos llevaba al interior del estadio River Plate. De pronto mi hija empieza a correr llevándome a la rastra por el pasillo al grito de “¡¡Selena, Selena, aquí!! ¡¡Mi padre tiene que decirte algo!!”. No sé cómo mi hija sabía que Selena estaría allí … Deben ser los genes …Selena salía presurosa del estadio acompañada de su padre y del personal de seguridad. Selena alcanzó a darse vuelta e intentó detenerse, pero su padre se lo impidió diciéndole que ya debían irse. En eso mi hija ve que detrás de ellos aparece caminando A.B. Entonces María Selena corrió hacia él, lo abrazó y le dijo: “¡¡Por favor, A.B.!! ¡¡Convéncela de que se detenga tu hermana!! ¡¡Es muy importante!!”. A.B. se compadeció de mi hija y le pidió a los gritos en inglés a su padre que deje que venga Selena para donde estábamos nosotros, que era muy, muy importante. Entonces Selena se dio vuelta, miró sigilosamente hacia nosotros y vino como buscando a dónde ir. Mi hija corrió hacia ella y la abrazó enormemente, pero sin solución de continuidad le dijo: “Ven Selena, ven que quiero que veas a alguien”. Cuando vi que Selena venia hacia mí me paralicé. Ella hizo lo mismo en cuanto me vio. Como si me conociera de toda la vida me dijo: “Tú eres Sergio, ¿verdad?”. Yo me quedé mudo mirando para abajo sin decirle nada …diciéndole todo. De pronto levanté la vista, sonreí y corriendo hacia ella le dije: “¡¡Sí, soy yo!!” y la abracé fuertemente. Estuve largo rato así sin decirle nada y llorando sin parar. Noté que la respiración de Selena estaba entrecortada, por lo que presumía que estaba llorando por dentro pero aguantaba enormemente para no manifestarlo. “Perdona, Selena, que no me haya comunicado. Es que ya sabes, es mejor…”. Selena me interrumpió poniéndose el dedo índice en la boca pidiéndome silencio. “Esta vez no hacen falta las palabras … Yo sé que te debo la vida y por años soñé con este momento en el que podría agradecértelo”, me dijo susurrando Selena. “¿Le dirás a mi padre qué te sucedió aquel día en el que te llamó?”, nos interrumpió mi hija apareciendo de la nada misma. “Te aviso que mi hija se llama Selena, pero Selena lo tiene como segundo nombre…”, aproveché para comentarle a Selena y presentarle a mi hija. Selena se quedó mirándome sin entender, pero se contentó con mi gesto de que más tarde se lo explicaría. Selena se agachó, tomó a mi hija de la cara con las manos y le dio un fuerte beso. “¿Has visto lo que has hecho por tu padre hoy para que me fuera a ver? Lo mismo hizo tu padre aquel día. Me llamó para advertirme que lo más importante era no olvidarme de lo que más nos quieren en vez de dejarnos llevar por quienes sólo nos necesitan. Iba a cometer un error fatal y tu padre con su llamado demostrando su admiración me hizo recordar lo bueno y separar lo malo, me hizo ver lo importante en vez de lo accesorio, me hizo sentir la importancia del Amor en lugar de quedar atrapada en la posesión. Recuérdalo, niña. Eso hizo tu padre por mí como tú lo hiciste por él. Ya lo aprendiste antes de que yo te lo diga. ¿Lo recordarás siempre?”. “Sí, claro que sí”, le dijo mi hija y le dio un gran abrazo y beso. “¿Y cómo es que te llamas realmente?”, le preguntó Selena. “María Selena. Así me puso mi padre pues quiso homenajearte pero no quiso ponerlo como primer nombre pues para él Selena sólo eres tú”. Selena me miró como diciéndome “¿Cómo le haces esto? ¿Cómo me haces esto?”, pero enseguida se sonrió y me dijo: “Pero prométeme que si quiere que la llamen Selena solamente, tú la dejarás. Te lo pido por favor … Además, ya sabes que serán diferentes los nombres, pues tu hija para ti es Selena y yo soy ‘Selina’ ”, me dijo Selena y se me quedó mirando tentada hasta que ambos nos reímos con ganas y nos abrazamos otra vez. “Ahora sí, Sergio, ahora sí me puedes escribir. No toleraré que no me llames. ¿Lo harás?”. Se lo prometí y ella se me acercó para decirme: “Ya sé que no quieres que se lo cuente a los demás. Despreocúpate. No se los diré. Por allí se lo digo a A.B. cuando estemos en Corpus Christi…”. Justo apareció A.B. con la excusa de pedirle a Selena que se apurara, pero en cuanto se acercó, me dijo por lo bajo, pero de una forma que también la escuchara Selena: “Sé quién eres. No sabes cómo te agradezco lo que has hecho. Lo digo así pues supongo que Selena no quiere que lo sepan mis padres. Estoy de acuerdo”. “Yo aprovecho para decirles que yo no hice nada, pero doy las gracias a Dios que lo que pensaba hacer lo haya hecho”, musité. “No creas, Sergio, no creas. A veces el inconsciente es más poderoso de lo que crees. Tú has hecho más de lo que dice tu mente … Bueno, así lo leí en una revista”, dijo Selena y volvimos a reír. Y antes de irse Selena garabateó en un pequeño papel un pequeño texto que se lo entregó a mi hija y le dijo: “Te dejo un autógrafo a ti pero cada tanto enséñaselo a tu padre para que lo recuerde siempre y no se lo olvide nunca”. Mi hija lo tomó y lo leyó en voz alta: “Remember, always remember me, like I remember you. I will always be grateful. My success is yours. With love. Selena”. Una vez que lo leyó Selena la abrazó y le dio un largo beso. Luego vino hacia mí, se sacó el clásico anillo que llevaba en su dedo pulgar en los conciertos y me lo dio diciéndome. “Para que no se me pierda es mejor que lo tengas tú. Casi entrego un anillo como éstos el día que me llamaste. Por suerte no lo hice. Ahora te pertenece” y nos volvimos abrazar en silencio. Luego se apartó, me dio varios besitos y unos saluditos con movimientos rápidos de su mano derecha, y cuando ya se iba me dijo a lo lejos: “Y es como lo pensaste. Decidí cantar ‘Si una vez’ pensando en ti. Sabría que te gustaría ..donde quieras que estuvieras…”. Y se marchó quedándome yo atónito. Una vez más mi hija me tuvo que conducir, esta vez a la salida…

Cuando me iba del estadio de River Plate, me convencí de que a veces no es cuestión de quedarse callado, de no meterse, de pensar que las cosas que uno considera que son mejores lo son en verdad. A veces hay que saber lo que piensa y siente el otro. A veces hay que saber escuchar, del mismo modo que hay que saber decir lo que a uno le pasa. Hoy aprendí lo que Selena aprendió el 31 de marzo de 1995. Que no sólo con el silencio se demuestra que uno siempre está dispuesto a dar lo que el otro necesita, sino que a veces hay que saber acercarse a los que uno quiere para decirles si necesitan algo ... Cuando llegue a mi casa me pondré a escribirle a Selena. Y lo haré todas las semanas. A mí me hará bien. A ella también. Y sabré que el día que uno necesite del otro se lo hará saber … Es mi mejor forma de contribuir a que Selena sea siempre feliz, que es mucho más importante que el éxito mismo…

(Uno cree que el tiempo cura las heridas … No es así. Yo jamás me olvidaré de ese nefasto día. Con mi recuerdo a Selena procuraré que algún día ese 31 de marzo de 1995 tenga otra significación o que directamente no exista. Porque más importante que el éxito obtenido, que los trofeos logrados, está la felicidad. Y antes que nada, antes que ser una artista famosa, Selena simplemente quería ser feliz ... Yo quiero que alguna vez ese día esté lleno de sol y pare esa horrenda lluvia. Algún día lograré que así sea…)

Todo lo que soy, todo lo bueno que tengo para brindar es gracias a ti, Selena…

Te recuerda por siempre…





1 comentario:

ooooooooooo dijo...

Hola sergio ,llevo tiempo leyendote ,quiero comunicarme contigo
escribeme por favor a mi correo ya que no cuento con el tuyo, un abrazo.


samuraijusticiero@yahoo.es