I will survive


28 de febrero de 2011





Por eso te escribo, Selena…


A veces me pregunto, Selena, por qué te escribo, para que te dedico todas estas líneas, todas estas palabras, todos mis sentimientos, todos mis pensamientos, todo lo que dejaste en mí, en mi Alma, como una huella que no se borra jamás, como algo que deja una marca que uno exhibe con total orgullo. Alguna vez escuché que la importancia de alguien en un lugar es si había dejado algo tras su paso, si pudo dejar una enseñanza, un mensaje de vida, un modelo a seguir a través de sus habilidades y la nobleza en su actitud, algo del cual los demás quieran seguir o continuar. Y tú, Selena, has sido importante y fundamental por eso mismo, por la huella que dejaste, por la marca que dejaste en el corazón de todos aquellos que han sabido quererte. Tú no pasaste por este mundo inadvertida a pesar de tu corta edad. Tú no dejaste sólo unas canciones. Tú, Selena, nos dejaste una historia, un modelo a seguir, un ejemplo, un modo de encarar la vida y de cumplir un sueño. Y nos dejaste tu voz, tu talento, tu sonrisa, tu carisma, tu personalidad, tu Legado. Y de ti se pueden decir muchas cosas. De ti se pueden escribir varios artículos, varios homenajes, innumerables palabras de Amor y agradecimiento. Pero eso no alcanza, definitivamente no alcanza. Siempre habrá una sensación de vacío, un sentimiento de ausencia, una sensación de tristeza que no se irá jamás. Cuando uno ve esas imágenes, cuando uno te ve cantar, cuando te observo actuar, cuando veo que sólo querías, a través de tu arte y de tu exposición, ser querida, amada y apreciada tal cual eras, toda palabra, toda evocación, todo elogio, todo recuerdo, queda reducido a la nada, a la mínima expresión. Es que nada tiene sentido si no estás tú, si no estás para cantar, si no estás para diseñar, si no estás para sonreír, si no estás para demostrarnos que un mundo es posible. Siempre te diré, Selena, que cuando te veo en el video de “I could fall in love”, un video que si se hubiese hecho estando tú presente hubiese sido distinto, muy distinto, siento esa impotencia, esa desazón de no poder hacer nada, de verte feliz para saber que nada será así en poco tiempo, que escucharte cantar en inglés me hace pensar en lo que hubieses sido, en lo que hubieras generado al sacar ese disco tan soñado, en que hoy serías la estrella consagrada, serías el ideal de mujer. Nada de la música actual sería igual con tu presencia. Estoy seguro que contigo hoy las cosas serían muy, muy distintas … La música, las tendencias, los gustos serían bien diferentes …También me imagino lo que hubiese sido aquel video realmente, cómo te hubieses vestido, como te hubieses mostrado, cuál sería tu aspecto, cómo estarías peinada, qué caras pondrías al interpretar, cómo dirías esas pequeñas palabras en español, cuáles serían los paisajes, con quién estarías allí … Pensaría en cómo te mostrarías en el backstage con los preparativos, verte sonreír, verte haciendo bromas, dando alegría a todos los que trabajan contigo, verte como una artista que dejaría de ser una promesa para muchos para ser una realidad, ver la consumación de todo un proyecto, la confirmación de aquellos que ya te aplaudían hacía ya unos cuantos años y que te habían puesto en el sitial de los famosos y, fundamentalmente, de los más queridos. Miro esas imágenes y meneo una y otra vez mi cabeza tratando de entender cómo se puede perder todo cuando se está a un paso, sólo a un paso. Pienso en el valor de cada minuto de nuestras vidas, cómo todo puede cambiar en un instante, cómo de pronto lo que se tiene no se posee más, cómo se esfuman los proyectos por los que se tanto luchó, por los que tanto se soñó, y que han quedado en la nada producto de la locura, del descuido o del pecar de autosuficiencia cuando nada se puede dar por seguro o controlado. Pienso en aquellas palabras en la entrevista que se te hiciera en el programa “Un nuevo día”, en el que decías que todo el negocio de la música lo manejaban entre los integrantes de la familia pues uno nunca sabía quién puede aparecer y aprovecharse de la situación en la que estaban, y pienso, me agarro la cabeza y me lamento al confirmar que eso fue lo que increíble e insólitamente pasó. Pienso, entonces, cómo pudo haber sucedido tamaña locura. Pienso en el futuro que se perdió, pienso en que ya en 1995 no pasabas inadvertida ni siquiera para el público anglosajón de Estados Unidos, que estaba a punto de descubrirte, conocerte bien y deleitarse contigo. Pienso en que por aquellas épocas en las que ser latino en aquel país no era tan fácil de sobrellevar y en las que era difícil el reconocimiento de lo que se hacía y del talento que se portaba, tú estabas entre los 200 más famosos, lista en la que sólo había dos latinos, Tú y Luis Miguel. Ni siquiera estaba Jennifer López, que se hizo famosa cuando protagonizó la película que se hiciera en tu recuerdo. Miro ese video y veo cuando estás girando en esa calesita y estiras tu mano para intentar tomar la sortija. Y más de una vez me vi tentado en estirar mi mano para tomártela, para darte mi cariño y reconocimiento, pero también para alertarte, para advertirte que te cuides mucho, para hacerte ver que ya las cosas no son iguales que antes, que habías comenzado una nueva etapa que se había cristalizado en ese increíble concierto del Houston Astrodome del 26 de febrero de 1995, hace exactamente 16 años atrás, y que eso implicaba no sólo dedicarse al trabajo como siempre, con Amor y responsabilidad, sino asumir el nuevo rol que tenías, el rol de Reina, el rol de estrella, el rol de la cantante y artista internacional a la que muchos ojos seguirían y depositarían sus expectativas, sus esperanzas. Tal vez, tal vez, si hubieses tomado más conciencia de ese momento, si tal vez todos a tu alrededor hubiesen visto y sentido en toda su dimensión hasta dónde habían llegado y hasta qué lugar y horizonte podían llegar, si hubiesen tomado más conciencia de la nueva etapa, de sus consecuencias y de lo que había que hacer para aprovecharlo, para estar a la altura de las circunstancias, esa locura, esa tragedia no hubiese sucedido … Esa persona no hubiese siquiera tenido la posibilidad de estar cerca de ti. Y tú estarías entrando en la puerta grande de los Estados Unidos y del mundo, y no en esa pequeña y siniestra del Motel Days Inn. Habrá que ver por qué eso no pudo suceder, por qué al final sucedió esa increíble tragedia y por qué el destino te jugó tan mala pasada...

Me pregunto por qué te escribo, Selena, qué busco, que pretendo, si al fin y al cabo todo me juega en contra, si siento que lucho contra los molinos del viento, que soy como el Quijote que lucha con armas precarias frente a las fuerzas implacables del paso del tiempo, del olvido, del rencor, de la envidia, de la desidia, de la inmediatez, de la vorágine, del éxito a como sea, de la muerte. Lo más triste, lo más impiadoso, lo más implacable es cuando el mundo nos muestra que las figuras que valen son las que llegan a la cima del mundo, las que llegan intactas, las que tienen el éxito, las que llegaron a la meta sin cometer error alguno, recorriendo el camino de una manera correcta y pulcra, sin fisuras, sin desvíos, sin matices personales, sólo creando la imagen ideal, perfecta, pero poco espontánea, poco creíble. Son carreras en las que todo está estudiado, precavido, pautado. Lo más implacable es cuando nos muestran que nada se puede hacer frente a la imagen del éxito, de la meta lograda, del triunfo. A veces es difícil sostener frente al mundo a alguien que dé una imagen de derrota, de fracaso, de infortunio, de tragedia. A veces es difícil mostrarte frente al mundo, que sólo entiende el éxito como único ideal y que comprende que el ejemplo a seguir no puede ser de alguien que se ha ido producto de la más desgarradora e insólita violencia perpetrada por una psicópata. La muerte parece quitar de la primera plana a los ejemplos para el mundo. La muerte y encima un asesinato ponen a esos ejemplos en primer plano sólo en la sección de escándalos, de policiales, de espectáculos, de chimentos, de lo más oscuro, siniestro y perverso. Y aunque se puedan separar las cosas y se rescate a la gran artista, siempre aparecerá aquello, aquella historia de terror, aquel final triste. Eso, frente a un mundo que sólo busca éxito rápido y previsible, en la que una imagen es más valiosa que millones de palabras, que miles de acciones, que una mirada, que un saludo, que la autenticidad, que la espontaneidad, que todo el Amor y cariño real que puede recibir una artista. Ésa terminará siendo la imagen final, la imagen del fracaso, la imagen de la derrota, la imagen que no queremos tener de ti, Selena, pero que siempre aparecerá y estará presente como parte de tu historia, como parte de tu vida, aunque no creamos en esa imagen que quiere dar este mundo…

A veces me pregunto, Selena, para qué te escribo, qué quiero lograr, qué busco encontrar, qué quiero hallar tras mi evocación. Sé que cada día se hace más duro, más triste, más insoportable. Me pone bien ser un instrumento más de tu recuerdo, un instrumento que posibilite evocarte con Amor. Porque sé -y así quiero que sea- que la única protagonista de tu historia eres sólo tú. No hay nada más penoso cuando hay gente que, so pretexto de evocarte, se ponen ellos en figuras y se ponen por encima de ti, como si fueran ellos los más importantes, como si tú fueras la excusa para que ellos logren la notoriedad, el éxito fácil e inmediato. Serán los primeros en olvidarte en cuanto logren algo en la vida. Serán los primeros en que lograda la notoriedad, les dará lo mismo hablar de ti como de cualquiera, les dará lo mismo escuchar un tema tuyo como de cualquier otro artista, les dará lo mismo escribir de ti o de cualquier otro tema … Eso no me pasa a mí, Selena, por suerte … Yo cuando te escribo no puedo dejar de pensar en que mañana por allí surge el milagro y tú apareces. Y nada me pondría más feliz que no necesitar más escribirte pues ello significaría que tú estás aquí. Y eso es lo único que deseo, lo único que me haría realmente feliz. Porque en mi recuerdo no puedo evitar pensar en volver el tiempo atrás, en buscar la manera de salvarte, de prevenirte, de advertirte. No puedo evitar decirte que irremediablemente lloro cuando te escribo porque sé que tú no estás. Que no puedo dejar de recordarte con mucha tristeza y dolor. Porque si bien tú diste un ejemplo de vida con tu alegría, con tu optimismo y con tu hermosa manera de encarar la vida y el procurar cumplir cada sueño con tesón, con perseverancia, con una sonrisa en tu boca, no puedo dejar de pensar y de recordar que hubo un 31 de marzo, un día lluvioso y nefasto que nubló tu visión de la vida y que te quitó la sonrisa. No puedo dejar de pensar al recordarte que hubo ese día en el que estabas sola y desamparada, desilusionada y triste. Que hubo un día en el que gritaste, discutiste, reaccionaste con amargura y con la sinceridad de siempre. Buscaste una explicación en alguien que no fue nunca sincera contigo, ni verdadera amiga. Buscaste que ella te contestara como tú, con la verdad. Y recibiste como respuesta por todo ello un dolor que sólo tú puedes describir, más allá de todo lo que podamos decir y escribir. Tal vez sea eso lo que busque recordándote. Que afirme que aparte de que tú eres la única protagonista de tu historia, tú fuiste la única víctima de aquella historia que sólo tú supiste edificar y enriquecer…

Por eso, ¿qué es escribirte hoy?, ¿qué significa evocarte, exhibir tus fotos, recordar tus canciones, hacerle recordar a este mundo que va cada vez más rápido lo que significabas, lo que eras? ¿Qué se siente cuando muchos te ven con rareza -nos ven con rareza- porque aún te recuerdan, aún te quieren, aún te toman como la única razón de sus vidas? Y otra vez el paso del tiempo que nos muestra el sinsentido de estar escribiendo, recordando, evocando y hasta admirando a alguien que ya se fue hace casi 16 años y que nunca volverá. Ni siquiera podemos vivir en agonía, no eres como esos artistas que tienen un accidente y están años sin dar alguna señal de vida, sin dar indicios de que algún día volverá a hacer el mismo de siempre. Si fuera al menos ése el caso, como es hoy el caso de Gustavo Cerati en Argentina, aun hasta resignados podríamos esperar ese milagro, esa señal, ese cambio de rumbo que nos haga gritar de alegría y de poder sentir las cosas como antes, que podamos recuperar aquello que nos dio toda la alegría y toda la esperanza. Pero no es tu situación, Selena, y entonces sólo nos queda recordarte que llegaste a ser lo que has sido tan joven y que te has ido en la misma condición. Me vienen a la mente esas imágenes del hermoso concierto del Far West Rodeo en diciembre de 1994. Por un lado uno siente que se está en presencia de uno de los conciertos más hermosos de ti, Selena. Lucías como una cantante ya formada, con un domino absoluto del escenario, con una personalidad impresionante, con un despliegue increíble, con un profesionalismo digno de una cantante ya madura y consagrada. Y lucías bellísima, tierna, sonriente, feliz. Pero uno no puede evitar pensar que ése fue tu último concierto en Monterrey, que ya no volverías a México, que ya no habría otra oportunidad para deslumbrar a toda la República Mexicana. Como en tantas otras oportunidades, dejaste tus mejores versiones, tus mejores conciertos como imagen final, como si fuera un movimiento calculado exactamente para que fueras recordada como la artista en su mejor versión, sin decadencia, sin altibajos, sin respuesta negativa del público. Un movimiento calculado para ser un mito, una leyenda. Y está más que claro que tú, Selena, no habías hecho cálculo alguno y no querías irte tan pronto de este mundo para ser recordada de esa manera…

¿Qué es escribirte hoy, Selena? ¿Qué es recordarte? ¿Cómo te gustaría que te recuerden? ¿Qué querrías que rescaten de lo que has dejado? Antes que nada sé que tú querías ser recordada con Amor … Pero supongo también que tú buscarías que te recuerden como una artista que nunca tuvo aires de diva, que nunca se le subió el éxito a la cabeza, que siempre prevaleció en ti la humildad, la autenticidad, la perseverancia. Creo que a ti te gustaría que te recordaran sabiendo sobre todo tu historia, que empezaste bien de abajo, sin que nadie te regalara nada, que debiste llegar avanzando paso por paso con paciencia, con tesón, sabiendo que a veces había que esperar mucho tiempo para progresar en la carrera, para lograr el éxito, para lograr el primer número 1. Y que mientras tanto había que tener paciencia, había que estar en contacto con el público para saber qué querían de ti, qué pensaban de ti, qué era lo que gustaban de ti, y qué pedían cada vez que aparecías y les cantabas. También había que perfeccionarse en las actuaciones, en la preparación del material y en la música que se hacía. Siempre había algo por el cual aprender, siempre se sacaba provecho del encuentro con alguien más famoso, hacer duetos con otros artistas, aparecer en cada festival y en cada concierto para mostrarse, presentarse, darse a conocer. Pero, sobre todo, lo que más que hay que rescatar de ti, Selena, era la humildad y el ser puramente transparente, que aquella que cantaba en el escenario era la misma que estaba fuera de él. Hoy en día la inmediatez, la necesidad del éxito pronto y de mantenerse en el estrellato a como sea hacen perder la visión de muchos artistas, fundamentalmente de los más jóvenes que se marean con las primeras luces de Hollywood. Cuando se logra la masividad tan pronto producto de las innumerables redes sociales, además de las actuaciones en la televisión y en conciertos, muchos jóvenes quieren más y más sin saber del valor de lo que han logrado y de todo lo que puedan lograr. Muchas veces los más jóvenes piensan que el éxito es sencillo y es aburrido. Que no se logra plena conformidad con lo que se ha logrado. Allí buscaría que se te recuerde, para que te valoren por el esfuerzo que hacías para lograr una meta y proponerse otra una vez cumplida la anterior. Que nunca perdías la humildad, que por sobre todo querías aprender de los demás para lograr perfeccionarte y definir lo que querías ser en el futuro. Tal vez el mundo debería aprender que con cariño, Amor, talento y perseverancia no hay obstáculo que valga, que siempre habrá un motivo más para seguir viviendo la vida hasta lo máximo, que no habrá imposibles, que siempre hay algo más para soñar, que la vida es lo suficientemente corta como para desperdiciarla en trivialidades o en directamente no hacer nada para arriesgar e intentar. Y tú no la desperdiciaste ... y tuviste una vida corta ... No hay nada más lindo que recordarte cuando decías que siempre te ponías nerviosa antes de iniciar un concierto, y aun con los éxitos, los premios y el reconocimiento, esa sensación nunca la perdías. Y no hay nada mejor que un artista mantenga las ganas de brindar su mejor show, las mismas ganas de encantar, las mismas ganas de ganarse al público con todo talento, espontaneidad y personalidad. No hay nada más lindo que se te recuerde como artista y como persona, para que los demás tomen tu ejemplo y no crean que por ganar un premio ya se está en condiciones de echar en cara a todos el éxito obtenido, y de juzgar a la música y a los músicos en general. Hoy día uno ve cómo un artista menor, producto de las críticas que recibió, siente que tiene autoridad como para atacar a los artistas de otros géneros con total liviandad y sin conocimiento de lo que se dice. Uno sabría que contigo Selena nada de eso surgiría. Elogiarás al resto, buscarías cantar con todos para perfeccionarte, para ofrecer lo mejor de ti, para triunfar sólo con tu voz y tu sonrisa, buscarías aprender e imitar a los demás. Y sabías que lo lograrías. Faltaba un poquito, muy poquito…

Yo lo único que pretendo al escribirte es que no te vayas, que no se pongan tus fotos amarillentas, que no se olviden de ti. Sí, lo sé, sé muy bien que por más esfuerzos que se hagan hay cosas que son irremediables. Pero yo no podría estar tranquilo sabiendo lo que nos has dejado, sabiendo tu vida, tus esfuerzos, tus sueños, tu pasión, lo que deseabas para ti y para tu familia, sabiendo tu tragedia, lo que no pudo ser y debió haber sido. Muchas veces no tengo tiempo, muchas veces me quedo con horas sin dormir. Eso puede ponerme mal, pero me pondría peor si me fuera a dormir sin hacer algo por ti. Sé que todos podemos contribuir a tu recuerdo, a retrasar los efectos del implacable paso del tiempo y a cumplir tus sueños. A veces cuando uno quiere realmente a alguien, da todo por esa persona. Y yo en mi recuerdo estoy dispuesto a dejar lo que sea, porque yo sólo tengo palabras de agradecimiento para ti, Selena. Siempre recordaré que tú cambiaste mi vida, tú me diste esos valores que no podía encontrar, tú me enseñaste a ver lo que era importante en la vida, tú me diste un lugar en el mundo, un motivo, una razón. Nunca hubiese imaginado que hoy estaría recordándote, Selena, desde la admiración y el Amor más absolutos. Cuando te veo cantar, recuerdo qué hacía yo en aquella época, y me digo: “Y pensar que tiempo después apareceré yo para dejarle todo mi cariño y todas mis palabras para que se te recuerde como se debe, con Amor”. No es lo más importante poner las mejores palabras, saberlas adornar correctamente para que suenen bien, nunca he pretendido ser el que mejor te recuerde a ti, Selena. Lo que sí pretendo a partir de mi dedicación a tu recuerdo es que todos los que te amamos hagamos el mismo esfuerzo, tengamos las mismas ganas de recordarte, no dejar un día sin hacer algo por ti. Pues la mejor forma de recordarte es hacer lo mismo que hacías tú cada día: levantarse, trazarse una meta, hacer algo por lo que uno más quiere y desea, no pensar que algo es imposible, no resignarse jamás, hacer lo indecible para hacer posible lo que uno tiene en su cabeza, como proyectos, como ideas, como planes, como ideales, siempre dar algo más para sorprender y para la satisfacción personal. La mejor forma de recordarte, Selena, es ser como tú, tener tus mismos sentimientos, tu mismo Amor, tu sensibilidad, tu don de gente. Si logramos eso, habremos llegado al objetivo que se te recuerde y se te admire todos los días por lo que eras como artista y como persona…

Tomar y guardar todas tus fotos, recordar tus canciones y cantarlas a viva voz, procurar que muchos te hagan el homenaje que te mereces, saber todo de ti y difundirlo son acaso las cosas más lindas que hago en tu recuerdo y en tu valoración. No hay nada más hermoso que contarles a todos cómo te conocí, qué representas para mí, cómo llegaste a mi corazón. Me gusta que pueda decirles lo que eras como artista y lo que hacías en el escenario, como derribaste todos los obstáculos, todos los impedimentos, todas las limitaciones. No importa si por allí eso no les genera las ganas de verte y de escucharte, si para ellos tú eres algo lejano y desconocido. Pero sí me importa que cuando ven algún programa dedicado a ti, cuando te recuerdan en algún homenaje o, lamentablemente, te ven en algún especial que hablan de aquel día nefasto, sepan de qué se trata, que te recuerden, que te miren y digan: “Ah, es Selena, la cantante que él tiene en el protector de pantalla de su computadora, es la misma de las fotos que ha puesto en todos lados, la artista de la cual él habla siempre con tanto cariño”. Y me da mucho placer que alguien me diga que vio a Selena porque se acordó de ti por mi recuerdo, pues eso significa que hay otras personas que se interesan en tu vida, en tu arte, en tus sueños, en tu historia. Sabes, Selena, que yo soy de un país cuyos medios de comunicación apenas registraron tu existencia por tu tragedia, que poca gente pudo apreciarte en su momento en toda tu dimensión … ¡¡Y pensar que ibas a venir a la Argentina!! Por eso el lograr que mucha gente por aquí se interese en ti es un logro que me hace sentir orgulloso. Y ese sentimiento lo sostengo cuando hablo de ti, cuando exalto tu figura, cuando cuento tu historia, cuando describo tus logros, cuando trato de compartir el sinsentido de tu partida, cuando hablo de esa innombrable mujer que te quito los sueños, y cómo llegó a ti y a tu familia, cuando hablo sobre cómo eras en el escenario, cómo eras en la vida, cómo respetabas a tu público, cómo lograbas enamorar a todos con tu voz, con tu sonrisa, con tu Alma, con tu personalidad, con tu presencia. Y ésa es una de las maneras más bonitas de recordarte, que es provocar un sentimiento vivo y perdurable en el tiempo, y que no se agote nunca, que no te dejen sola como aquel 31 de marzo, que se te acompañe con alegría y con tristeza, con risas y con llantos, con la satisfacción de lo obtenido, y la total contrariedad por lo que sucedió y la frustración de haberlo perdido todo … Al evocarte, Selena, procuro exteriorizar mi Amor, mi cariño, mi admiración. No hay nada más hermoso que decirle al mundo que descubrí a la mejor artista de su género de la historia y que ella me cambió la vida. El otro día le comentaba a una compañera de trabajo que el verte me hizo mejor persona, más comprensiva, más tranquila. Que antes de conocerte vivía pendiente de cosas más triviales, y el trabajo y los problemas ocupaban todo el tiempo, todos mis sentimientos y pensamientos. Pero que desde que te descubrí nada es más importante que tú, que voy corriendo a mi casa para seguir escribiéndote y recordarte. Y que si no fuera por ti, hoy estaría atrapado ante problemas que nunca podría superar. Le seguía contando que desde que te conocí tú fuiste mi prioridad, encontré un lugar en el mundo, un lugar en el que procuro ser mejor persona recordándote con Amor, que el recordarte y el escribirte, es lo más hermoso, es algo que necesito hacer, que por ahí suena a obligación por los días y horarios, pero haciéndose con cariño y Amor, nada es cansador. Le contaba que en mi casa discutí con mi esposa pues le dije que me pidiera cualquier cosa en la vida, pero nunca que me pidiera que dejara de escribirle a Selena, pues eso era innegociable. Y así lo mantengo, porque no es obligación, es un placer y una necesidad para recordarte, para homenajearte, para no dejarte nunca sola. Si no lo hiciera sentiría que te abandono, que contribuyo al desgaste del paso del tiempo y no me lo perdonaría, Definitivamente no lo podría tolerar. Prefiero ser el Quijote y morir en el intento de recordarte como si estuvieras presente que estar mal porque no me animé a decirte que eres una mujer encantadora desde este mundo, desde este humilde lugar…

De eso se trata cuando te recuerdo, Selena. Se trata de decirte que me sigues emocionando, me sigues encantando, sigues generando en mí mis mejores sentimientos. He dejado a un segundo plano otros artistas, otras músicas, otros géneros. Sabes, Selena, que soy del mismo gusto musical que tu esposo, Chris, pero ni esa música ni ninguna otra me genera lo que me generas tú. Con los demás puedo alegrarme, exteriorizar mis broncas, mis alegrías, mis penas, mis problemas. Contigo es diferente, Selena. Contigo es emocionarme, seguirte con mi mirada sin perderte de vista ni un instante y escucharte. Logras atraparme con tu Amor, con tu ternura, con tu gracia, con tu carisma, y logras que sólo piense en ti, pues tú, sólo tú, Selena, puedes cantar esas canciones, tú sólo tú generabas ese Amor, ese sentimientos, esas ganas de verte a ti, sólo a ti. Tú, sólo tú, Selena, eras inigualable, incomparable y única en el escenario. Es eso lo que quiero expresar cuando te escribo, es eso lo que quiero mostrarle al mundo. Que tú eres no sólo la mejor, sino que eres distinta, inimitable, irrepetible. Escribo para decirle al mundo que hubo alguien como tú y que nunca habrá nada igual. Escribo para que tú lo veas, donde quiera que estés, y te emociones y sientas que todo lo que soñabas lo has logrado con el recuerdo de todos los que te amamos. Escribo para que todo el mundo se despierte y no te deje ir. Pues no alcanza con escuchar tu música o verte en un video. Alcanza si todos los días te decimos que te queremos por siempre y para siempre. Alcanza si logramos demostrarte el mismo cariño que la gente te profesó hasta el día que te tuviste que ir sin poderte despedir. Alcanza si logramos pensar que en ese nefasto día no hubo una partida para siempre sino un “hasta luego”, hasta el momento de volverte a ver, hasta el momento de reencontrarnos contigo, de abrazarte y de verte emocionada al corroborar lo tanto y lo tantos que te quieren. Ése es el objetivo de escribirte. Que nunca te dejemos sola y que sepamos agradecerte por tanto talento, por tanta voz, por tanta música, por tanto Amor…

Por eso te escribo, Selena, porque eres parte de mi cuerpo, parte de mi Alma, parte de mi espíritu, parte de mi vida. Si tú no estuvieras yo no podría vivir, si te dejara ir me moriría. Si tú te fueras de mi vida sentiría que me estuvieran quitando el corazón. Acaso podría seguir viviendo, pero no podría sentir, Amar, ser feliz. Por eso te escribo, Selena, porque eres mi vida, el aire que respiro, el latido de mi corazón. Y hasta el día que me muera, tú vas a ser mi Amor…

Y seguirás viviendo en el corazón de todos los que te seguirán queriendo por siempre y para siempre…

Te ofrece todos los días su corazón, su Alma, su vida…

Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)



Ese pañuelo blanco, Selena…


“¡¡No puede ser cierto, no puede ser cierto!!”, le gritaba desesperadamente Guadalupe a Rocío. “Pero si la vimos hace poco más de un mes en el Houston Astrodome. ¡¡No puede ser!!”, volvía a repetir. “Que la balearon, Que está grave. ¡¡No. Dios!! ¡¡Dime que no es cierto!! ¡¡Dime que no va a suceder!!”, volvía a implorar Guadalupe sin poder dejar de llorar. Miraba la televisión, pero no quería seguir mirando. Temía horrores que la anoticiaran de lo peor, que le dijeran esa palabra que apenas la tenía reservada para la gente mayor, para la gente enferma, para la gente que de alguna manera ya había cumplido su ciclo, para la gente que tuvo tiempo para hacer o para no hacer también. Guadalupe abrazó con fuerza a su amiga Rocío en cuanto la vio llegar. La había llamado hacía unos minutos cuando se enteró de boca de su madre. En estado de shock y a los gritos la llamó para que le hiciera compañía, para compartir el dolor de perder acaso a Selena. Cuando la llamó esperó vanamente que le dijera que no era cierto, que eran rumores infundados, una falsa alarma. Pero cuando llamó, Rocío la atendió con el mismo grito, con el mismo dolor. Guadalupe sintió que se le estaba yendo su hermana, esa hermana que nunca tuvo y que empezaba a acostumbrarse a no tenerla jamás. Sus padres eran muy humildes, apenas podían llevar un plato de comida diaria a la casa y mantener a duras penas sus estudios. Guadalupe tenía 14 años y había empezado a trabajar ayudando a su madre en las tareas domésticas que ella hacía en diferentes casas por poco dinero. Como ponía mucho empeño en su trabajo y le daba alegría a cuanta persona se le cruzaba por el camino, comenzó a recibir ofrecimientos de trabajo en muchas casas. Eso le venía muy bien a ella y a sus padres. Hacía dos años que se había hecho fan de Selena. La había escuchado de pasada hacía unos años, pero cuando Selena estalló con “Como la Flor”, Guadalupe comenzó a interesarse más en ella. Cuando la fue a ver en el Memorial Coliseum de Corpus Christi, se hizo admiradora total. Se convenció de que el gran secreto de Selena era verla actuar en vivo. Allí superaba todas las expectativas que generaba en una grabación. Ya cuando se apagaron las luces y se escuchó a Selena cantar prácticamente en las sombras ella sintió un frío que le recorría por todo el cuerpo. Para cuando se prendieron las luces y Selena arrancó con el tema “Como la Flor” luego de su larga y conmovedora introducción, quedó impactada. Ver a semejante figura con una belleza increíble, un carisma sin igual y una presencia que acaparaba todo el escenario del teatro la hizo subsumirse en una atención casi hipnótica. Definitivamente Guadalupe quería ser como Selena. Ella era su ideal de mujer. Selena tenía todo lo que había soñado ella. Y encima Selena triunfaba y era la Reina, el ejemplo para todos, el orgullo de todo Texas. Salió del teatro y la esperó horas para pedirle un autógrafo. Todavía recuerda cómo Rocío trataba de convencerla de pedírselo en otro momento, que seguro ella estaba cansada y no recibiría a nadie. Rocío se fue, esperando que Guadalupe recapacitara y con la promesa de que se fuera al poco tiempo; si no, los padres la matarían como a ella. En un punto Rocío tenía razón. Pero Guadalupe no entendió razones ni llamó a sus padres. A Rocío le dio culpa y decidió acompañarla desde lejos no sin antes avisarle a sus padres que se demorarían un poco y de paso que le avisaran a los padres de Guadalupe. Mientras tanto, ella no se movió de la puerta en ningún momento, y nadie la sacaría de allí sin ver a su ídolo. Selena salió como una hora y media después del lugar, rodeada de su padre y unos custodios. Guadalupe empezó a gritar como loca “¡¡Selena, Selena!! ¡¡Por favor aquí!! Fírmame un autógrafo. Hace 2 horas que te espero. Te quiero mucho. ¡¡Por favor!!”. Guadalupe lo decía como si supiera que sería un intento vano pero un excelente momento como para exteriorizar su admiración para que Selena la escuchara, para que supiera que ella estaba allí esperándola. Para su asombro vio que alguien apartaba al padre de Selena y a sus custodios. Era Selena. ¡¡Era Selena!! Ella quedó petrificada. Jamás imaginó que Selena se acercaría. Selena era la estrella. Ella no. Selena era conocida. Ella no. Selena era amada. Ella decía que no. Ella le gritaba de lejos y era Selena quien se acercaba. Selena le sonrió y le dijo “¿Qué haces aquí a estas horas de la noche? ¿Pero qué linda que estás? ¿Cómo te llamas?” … “Guadalupe. Pero me puedes decir Lupita”. “¡¡Lupita!! ¡¡Tienes un bellísimo nombre!! ¿Tú quieres un autógrafo? Pues bien. ¿Dónde quieres que te lo firme?” … Era increíble. Guadalupe había esperado e implorado por su presencia, y ahora que la tenía allí no tenía ni un mísero papel. “No me creerías, Selena, pero no tengo papel ni lápiz. ¡¡Soy una tonta!!”. Y echó a llorar amargamente. Selena la tomó de la cabeza y la abrazó. “Hey, Lupita, no llores. Aquí me tienes. ¿No tienes dónde firmar? ¡¡Despreocúpate!! Repítetelo y tenlo siempre en cuenta en el futuro. Lo imposible siempre es posible. Tal vez la muerte sea irremediable. Lo demás no. ¿No tienes papel ni lápiz? ¿Qué tal si los inventamos?”. Y echó a reír a carcajadas mientras le pegaba una palmada en la espalda. Guadalupe reía y lloraba a la vez. No sabía ni qué hacer ni qué decir. Selena tomó un pañuelo blanco que llevaba en el cuello que se lo había puesto su madre para protegerse de la garganta, tomó un lápiz que llevaba consigo y procedió a firmárselo allí. Luego la miró a Guadalupe, se sonrió y le dijo: “Aquí tienes, para que no llores más, para que lo recuerdes siempre, para que estés siempre feliz y para que te sirva en la vida. Tómalo y cuídalo … ¡¡que en un mes paso por tu casa para que me lo devuelvas!!”. Y Selena volvió a estallar de la risa mientras le regalaba su pañuelo. Cuando Guadalupe tomó el pañuelo vio lo que había escrito Selena: “For my friend, Lupita. Remember. The impossible is always possible. Love. Selena. 1993”. Guadalupe se emocionó, se sonrió y con lágrimas en los ojos la abrazó fuertemente. “Te quiero, Selena. Eres la hermana que nunca tuve. Eres mi ideal. Sólo quiero que nunca nos abandones. Quiero que sigas siendo como eres aunque seas muy, muy famosa”, Y la abrazó más fuerte aún. En ese momento se acercó uno de los custodios para decirle a Selena que se tenían que ir. Selena lo miró fijo y con un gesto adusto le indicó que se retirara. Enseguida apareció A.B. y lo sacó inmediatamente del lugar mientras le guiñaba un ojo a Selena. Ella le sonrío y le hizo un gesto a su padre para que esperara un minuto más. Selena se apartó de Guadalupe, tomó su cara con ambas manos y le dijo: “Todos los que me quieren son mi mejor reaseguro. Yo nunca los defraudaré. Yo seguiré siendo la misma de siempre. Eso sí: tú guarda ese pañuelo. Ese pañuelo es parte de mí. Si tú lo cuidas del mismo modo que me quieres, yo siempre estaré aquí, yo nunca me iré, yo siempre estaré en tu corazoncito”. Y le señaló el corazón de Guadalupe que latía sin cesar. Ella le dio un largo beso. Selena se apartó de Guadalupe y no dejó de mirarla hasta que se perdió entre la gente que la rodeaba. Y cuando ya no se la veía, Guadalupe alcanzó a escuchar: “¡¡Acuérdate de mí, Lupita!! Acuerdate siempre. ¡¡Si me recuerdas siempre estaré contigo!!”…

“¡¡Dime que no es cierto, dime que no es cierto!!”, decía Guadalupe una y otra vez a Rocío. Rocío no podía hablar. Había llegado a la casa de Guadalupe sólo para compartir su dolor con su amiga. En su casa sólo ella era fanática de Selena. Sus hermanos la cargaban con eso y sus padres eran admiradores pero no tanto. Guadalupe trataba de aferrarse a la idea de que al fin y al cabo nadie había anunciado lo peor. ¿Y si no era cierto? ¿Y si no estaba tan grave? Tal vez, tal vez estaría malherida pero se salvaría. Ella es joven, vital, pura energía, puro vértigo. No le podía pasar nada. ¡No le debía pasar nada! Por un momento se sintió al borde del precipicio de sólo pensar lo que sería ella sin Selena, lo que sería el mundo sin ella, lo que podía ser su vida, sus sueños, sus amores, sus anhelos sin ella. Sintió que se iba a desmayar y casi se cae. Rocío se alarmó y le preguntó si estaba bien. Guadalupe se agarró de una mesa para no derrumbarse. Maldijo no haber pensado que esto podía suceder. Pensó una y otra vez que debió ir a verla de nuevo inmediatamente después de aquel concierto. Que debió haber haberla seguido a todos lados, incluso a Monterrey. En aquel momento la economía familiar se lo impedía. Apenas si llegaba su familia a fin de mes, y encima Guadalupe tenía ocupado todo el día trabajando o estudiando. Al Memorial Coliseum la había invitado Rocío. Al Houston Astrodome fueron porque ella ganó dos entradas en un sorteo hecho en un programa de radio y así saldó su deuda de toda la vida con su amiga. Pero esa frustración de no poder ver siempre a Selena se compensaba con tener todos sus discos, todos sus posters, vestirse como ella, maquillarse como ella, imitarla a ella. En las casas en las que trabajaba era un espectáculo aparte verla cantar mientras limpiaba, planchaba o cocinaba. Guadalupe era querida como una hija en cada familia que la ayudaba a pasar su precario estar económico. En aquellos lugares en los que trabajaba su madre le pedían que viniera ella, así con la excusa de dar su “show” haciendo de Selena le daban dinero para comprar todo lo que hubiera de Selena o para vestimentas parecidas a las que usaba su ídolo. Ella solía contar su experiencia de haber visto a Selena y de que tenía un pañuelo suyo autografiado. Pero la mayoría no le creía porque ella nunca lo había mostrado. Es que Guadalupe nunca lo mostraba pues lo tenía guardado en un cajón “bajo 7 llaves”. Temía perderlo o que quedara maltrecho. Nunca vendería ni regalaría semejante recuerdo. Era lo más valioso que tenía, era el regalo más hermoso que hubiera recibido jamás…

Guadalupe maldecía no haberse anticipado a la tragedia, que tal vez debió haberse esforzado más, debió haber ido aunque más no sea a verla a la salida de un concierto aunque no pudiera entrar. O haberla esperado en alguna de las entradas para pedirle que la dejaran entrar con ella. Pero nunca quiso por no pecar de abusar de la confianza y de la bondad de Selena. Otro de los motivos por los cuales se maldecía fue porque pensaba que se había dejado estar, que esperaba volver a verla cuando vinieran tiempos mejores, porque pensaba que ya habría oportunidad de verla otra vez. Y si no aprovechar un sorteo para ir a verla, como lo fue en el concierto del Houston Astrodome. “Total, Selena hará miles de conciertos. Que me pierda unos cuantos no importa. Cuando gane más dinero, cuando llegue mi oportunidad podré ver a Selena cuantas veces quiera”, decía y se volvía a decir para no sentirse tan frustrada de no ver a lo que más quería y admiraba en su vida. Ahora se lamentaba de no haberla visto una, dos, mil veces más. Se sentía culpable. Se sentía responsable. “¿Por qué no fui a los conciertos y no busqué colarme para verla? ¿Por qué no pedí a las casas en las que trabajo que me regalaran entradas a conciertos de Selena y yo a cambio les hacía trabajos extra, les cuidaba a sus hijos cuando querían salir a una fiesta, les hacía compras, les hacía cualquier cosa? ¿Por qué?”. Esa pregunta retumbaba una y otra vez en la cabeza de Guadalupe que comenzó a gritar de dolor y llorar de impotencia: “¡¡Selena!! ¡¡Selena!! No te vayas. ¡¡No te vayas!! ¡¡Te lo ruego!! ¡¡No nos dejes, Dios mío!! ¡¡Escúchame, Dios mío!! ¡¡No te la lleves!! ¡¡Déjala aquí, ayúdala, cúrala!! ¡¡Haré lo que sea, haré lo que sea si no la dejas marcharse de este mundo!!”. Y otro mareo más fuerte sacudió violentamente a Guadalupe que cayó redondamente al piso. Rocío comenzó a gritar y la madre de Guadalupe entró a los gritos alarmada. “¡¡Lupita, Lupita querida!! ¿Qué te sucede? No te culpes más. Por favor, recapacita. Acepta la realidad. Confía aún en Dios. Lo peor no ha sido anunciado. Tal vez hayan exagerado. Todavía no se escuchó a nadie de Corpus Christi. El padre de Selena aún no habló. Esperemos. Tal vez no sea cierto. Pero Lupita, si eso llegara a suceder, aprende a que estas cosas suceden en la vida. A veces hay que resignarse ante las decisiones de nuestro Señor…”. Guadalupe abrió los ojos en cuanto escuchó esas palabras y se reincorporó. Por alguna razón esas palabras le hicieron recordar a Selena y a lo que ella le dijo: “Lo imposible siempre es posible. Tal vez la muerte sea irremediable. Lo demás no…”. Yeso la llevó al pañuelo. Se levantó inmediatamente y se marchó a su cuarto. “¿Pero qué vas a hacer?”; le dijo Rocío. Guadalupe iba a paso rápido y firme hacia su pieza. No escuchaba ni los ruegos de su madre ni las preguntas de su amiga. Sólo recordó lo que dijo Rocío y sin darse vuelta dijo: “Voy a hacer lo que debí haber hecho desde un principio…”

Guadalupe abrió la puerta de su cuarto y fue directo a la cómoda en la que había un solo cajón. Tomó su collar en el que había una llave. Nadie le había preguntado en qué consistía esa llave. Pensaban que era un adorno exótico. Tampoco nadie le preguntó qué había en ese cajón cerrado en la seguridad de que allí habría un diario en el que Guadalupe escribiría sobre sus cosas más íntimas. Lo abrió cuidadosamente y tomo ese pañuelo que estaba guardado en una bolsita de nylon para que no se dañara. Miró nuevamente lo que decía: “For my friend, Lupita. Remember. The impossible is always possible. Love. Selena. 1993”. Se puso a llorar pero se contuvo rápidamente. Luego con gesto adusto se lo mostró a Rocío y le dijo: “Yo sé que Selena se va a salvar. Lo sé porque no se puede ir ... Porque no se debe ir ... Si ella escribió esto no se nos puede ir justo ahora. Por favor, Rocío. Hazme compañía y reza, piensa en algo bueno para Selena, haz fuerza, mucha fuerza para que no se vaya. No pienses en lo peor. ¡¡Ni se te ocurra pensarlo!! Tómame la mano, cierra los ojos y piensa en ella, y dale sólo palabras de aliento. No pienses en otra cosa. ¡¡No debes hacerlo!! Yo tomaré este pañuelo y le haré recordar a Selena cómo escribió esto, que lo recuerde, que más que nunca crea en lo que dijo y escribió. Que ponga en práctica eso en lo que ella tanto creía. No me voy a deshacer de este pañuelo hasta que me avisen que todo ha pasado y que Selena ha vuelto a estar entre nosotros”. Luego se dirigió a su madre y le dijo: “Y por favor madre, no vengas con ninguna noticia por un par de horas. Sólo avísanos si hay una novedad en concreto y cierta”. Y Guadalupe miró a su madre con desesperación y con ruego. Ella entendió lo que eso significaba y se fue sabiendo que era lo mejor y porque era su hija. Se fue pensando que era mejor que su hija al menos se aferrara a la última esperanza aunque todo fuera una quimera…

Guadalupe empezó a rezar y a pensar en Selena. Por momentos era difícil. No podía dejar de pensar que se estaba transmitiendo en todos los canales de televisión y en todas las radios las últimas novedades, todas las especulaciones, todas las conjeturas. Ya había gente que había partido a Corpus Christi para cubrir la noticia y esperar el desenlace. El hecho de que no apareciera Selena ni que nadie de la Familia Quintanilla saliera a desmentir lo que había sucedido hacía presumir que las cartas estaban echadas y que era sólo esperar la confirmación de la triste noticia. Guadalupe apenas podía escuchar la transmisión por TV que veía y escuchaba su madre, y por un lado no quería escuchar, y por otro quería ver si daban una buena noticia o acaso escuchar los pasos de su madre que vendría corriendo para que ella viera a Selena sonriente saliendo por televisión. Pronto se dio cuenta de que eso era lo peor y que cuanto más estuviera atenta al afuera, cuanto menos se concentrara en ella y cuanto menos se convenciera de que el destino de Selena dependía de su ruego, las posibilidades serían nulas. A Guadalupe se le vino a la mente, cual si fuera un mensaje de Selena, aquellas palabras que le dijo cuando se despidió y ya no podía verla: “¡¡Acuérdate de mí, Lupita!! Acuerdate siempre. ¡¡Si me recuerdas siempre estaré contigo!!”… Y al recordarlo Guadalupe se repitió una y otra vez: “Estoy aquí, Selena. Te estoy recordando. ¿Sabes quién soy? Lupita. ¿Te acuerdas de mí, no? Soy la que te esperó como dos horas en el Memorial Coliseum de Corpus Christi. Tú me regalaste tu pañuelo y me lo firmaste. Me dijiste que salvo la muerte nada era imposible. Que todo se puede lograr. Pues aquí estoy, Selena. Estoy con tu pañuelo. Aún te estoy esperando. ¿Acaso no vas a venir a buscarlo como me lo prometiste? Sabes que es tuyo. Estoy esperando que vengas a mi casa. Ya tengo papel y lápiz para que me firmes otro autógrafo”. Guadalupe se repetía en silencio sus palabras con la esperanza de que las escuchara Selena. Ése era su rezo. Ésa era su forma de implorar. Estaba convencida de que haciendo fuerza por ella nada le ocurriría, que si miraba fijo el pañuelo con las palabras de Selena ella se pondría bien. Estaba convencida de que si se trazaba un plan y se prometía cosas o se las prometía a Selena, ella no podría irse nunca. Guadalupe se convenció de que si no se movía, si no la miraba a Rocío, si no despegaba su mano de la de ella sin hablarle nada cambiaría. Cuando se fue a su cuarto, la última noticia era que Selena aún estaba viva. Era cuestión de no moverse y esperar, pero no pasivamente. Esperar y hacer algo, rezar, implorar, desear con fuerzas y convencimiento de que nada malo iba a suceder, de que a Selena no le iba a pasar nada, absolutamente nada…

De pronto, Guadalupe notó que Rocío le quitó la mano y llorando le dijo: “¡¡Ya basta, Guadalupe!! Esto no tiene sentido. Odio decirlo, pero ya nada podremos hacer. ¡¡Selena se va a morir y sólo nos resta lamentarnos y preguntarnos por qué sucedió y quién le hizo semejante aberración!!”. Y fue hacia la puerta de su cuarto y la abrió como para irse sin más. Pero como en aquella noche del Memorial Coliseum, sintió piedad y culpa por su amiga. Entonces se dio vuelta y le dijo: “¿Es que te quieres quedar allí? Sabes que no tiene sentido alguno. Vamos. Ven conmigo. Salgamos a la calle. Sigamos como podamos nuestras vidas. Es mejor movernos antes que nos mate la angustia”. Rocío alargó su brazo esperando que Guadalupe la acompañara. Ella se reincorporó algo aturdida. Lo que decía era razonable. Tal vez no tenía sentido seguir allí. Tal vez podía esperar el milagro sin pensar tanto en ello, sin angustiarse más. Pensó resignadamente que era mejor seguir a su amiga aunque no le convencía mucho la idea. ¿Pero qué más da? La realidad superaba todo. Por un instante sintió que su fuerza era nada frente a las noticias que llegaban de Corpus Christi, frente a ese silencio que parecía decirlo todo, que cubría todo con un manto negro, frío y de muerte del cual nadie podía escapar, nadie podía enfrentar. Guadalupe se reincorporó y siguió en silencio a su amiga, mirando al piso y totalmente confundida. Estaba haciendo algo que no quería pero se sentía sola en la lucha, sola en su fe, sola en su deseo, sola en su ruego. A medida que se acercaba a la cocina de su casa podía escuchar a los reporteros, a los analistas, a la gente que juraba y perjuraba haber visto todo, que sabía todo lo que había sucedido sin saber paradójicamente qué sucedía con Selena. De pronto, Guadalupe se detuvo. No dio un paso más. Sintió que algo no estaba yendo bien, que ella no se podía ir, que no podía dejar a Selena sola. Y Selena era aquel pañuelo y aquel mensaje. Se quedó un instante pensando, como esperando que su amiga se diera cuenta. Al advertirlo, Rocío le dijo: “¿Quieres volver, no?”. Ella le contestó afirmativamente con un solo movimiento de cabeza. Rocío sólo atinó a decirle: “Pues mucha suerte. Espero que todo salga bien”, y siguió sus pasos sin mirar atrás y llorando. Guadalupe sin contestarle se dio vuelta y corrió para su cuarto. Llegó a su habitación, cerró con llave, apagó las luces, tomó con fuerza su pañuelo y le dijo. “¡¡Yo no me muevo de aquí, Selena, yo no me muevo de aquí hasta que estés bien!!”…

Guadalupe se quedó vaya a saber cuánto tiempo mirando su pañuelo fijamente sin quitarle la vista. Pasaron por su mente miles de cosas, todas promesas con las que haría una vez que Selena estuviera bien. Recordó los conciertos más lindos. Se reía cada vez que recordaba alguna ocurrencia de Selena en un reportaje. En un momento se olvidó de todo y repetía para sí el “diecicuatro” que dijo Selena en vez de “catorce” en el reportaje que le hiciera Cristina. Recordaba con Amor cuando vio a Selena en Festival Acapulco y cómo se conmovió cuando cantó “Como la Flor” y cómo se divirtió verla bailar “Techno cumbia”. Pero fundamentalmente recordó cuando vio a Selena en el Houston Astrodome apenas 33 días antes. Esa entrada impresionante en el carruaje, el griterío de la gente y el suyo propio, ese inicio sorprendente e increíble del “Disco Medley”, cuando Selena se sacó la chaqueta un poco torpemente en “Amor prohibido”, cantar a viva voz “Cobarde”, seguir cada estrofa de “Tus desprecios”, gritar con toda su fuerza “¡¡Sí!!”cuando Selena les preguntó: “¿Están disfrutando sí o no?”, quedarse con la boca abierta y gritar jubilosamente cuando Selena se detuvo y podía escucharse hasta su respiración en “Si una vez”, ver ese final de “Como la Flor” y su saludito a la cámara. Eran interminables esas imágenes, todas muy lindas y sobre todo muy recientes. Recordaba su despedida en el auto, el saludo de Selena a cada uno de los asistentes, su último adiós asomándose por sobre su entrada a los camarines para despedirse del último asistente al concierto. Esa imagen atormentaba a Guadalupe. Pensaba una y otra vez por qué no intuyó algo, por qué no vio ninguna señal, algo que le indicara lo que podía suceder. Pensó en aquel que insólitamente arrojó un vaso de cerveza pasándole cerca a Selena y se lamentó de no notar que eso era una señal unívoca de que algo malo pasaría. Pensó en cómo no notó nada raro para correr y avisarle a Selena, quedarse toda la noche para encontrarla a la salida y rogarle que se cuidara como ella le pidió al público cuando cantó su última canción, “Como la Flor”. Pensó en cómo no se coló en el camarín para rogarle a Selena que no se quedara nunca sola por nada en el mundo, para mostrarle el pañuelo, para devolvérselo a cambio de que nunca la abandonase. Guadalupe se echaba culpas de algo que no tenía sentido pero que no lo podía evitar. Ahora se aferraba a su pañuelo y sólo rogaba, rezaba, imploraba a cuanto Dios creyera el mundo para que la escuchara y salvara a Selena. Prometió ir a todas las procesiones, prometió caminar hasta la casa de Selena, prometió trabajar el cuádruple y esmerarse más en sus estudios con tal de que Selena siguiera viva … sí, siguiera viva. “Dios mío, sólo te pido que no se muera, por favor no la dejes morir”, decía Guadalupe ya no importándole decir esas palabras que odiaba pronunciar. El silencio de su casa, las no noticias que le llegaban a su cuarto le hacían presentir lo peor y su ruego se hizo desesperación. Su invocación sólo quería callar la noticia que revoloteaba en su cuarto…

De pronto, con el silencio de la casa, la oscuridad de su cuarto y la tensión que tenía desde hacía horas sumieron a Guadalupe en un sueño, que más que sueño era abatimiento. Se le seguían cruzando imágenes, conciertos, sonrisas, llantos, últimas noticias, gente gritando, gente desesperada, hasta que sintió que alguien se le había aparecido por detrás en su cuarto. No podía acercarse para ver bien pero escuchó a alguien, percibió que alguien estaba allí. “¡¡Hey, Lupita, aquí estoy!! Soy Selena. Vine a buscar mi pañuelo. ¿Recuerdas?”. E inmediatamente comenzó a reírse a carcajadas. Guadalupe comenzó a gritar: “¡¡Selena!! ¿Eres tú? ¿Pero dónde estás? ¡¡No te puedo ver!!”. “Aquí estoy, Lupita, en la ventana. Ábrela, así puedo entrar. ¿Tienes preparado papel y lápiz? Te cambio el pañuelo por un autógrafo, tal como lo convenimos”, y Selena volvió a reír. Guadalupe intentó reincorporarse pero no podía. Algo se lo impedía, una fuerza que la obligaba a estar sentada. Sentía que hacía el esfuerzo de reincorporarse y caminar, mas seguía estando sentada en el mismo lugar … “¡¡Espera, Selena, ya voy, ya voy a recogerte!!”. “…Apúrate, Lupita, que no tengo mucho tiempo. Me siento un poco mareada, te voy a ser sincera, pero estoy bien aún. Fíjate si puedes tomarme de la mano…”, Y Selena alzó su brazo. Guadalupe pudo verla a Selena con un rostro azul, producto de alguna luz que podía ser de la luna o simplemente por el reflejo de la luz de la medianoche ... Por un momento se acordó del último concierto de Selena en Monterrey, aquel inolvidable del Far West Rodeo, en el que Selena mostró toda su plenitud, todo su talento, toda su belleza …Ahora que la podía ver bien en la ventana, pudo apreciar que Selena mantenía la sonrisa pero que le costaba sostenerla. Notaba que le estaba pasando algo, se la veía agotada, como si hubiese corrido un largo trecho que la dejó extenuada. Y con el último aliento le dijo: “Dependo de ti, Lupita. ¡¡Tómame la mano y ayúdame!!”. Guadalupe sacó fuerzas de dónde no tuvo y casi sin mirar se abalanzó sobre la ventana, la rompió con su mano y tomó la de Selena trayéndola hacia su cuarto. Cuando se pudo reincorporar, Guadalupe se acercó sobre Selena y la abrazó fuertemente. “¡¡Selena!! ¡¡Selena!! ¡¡Estás viva, estás viva!!”. Selena le dijo: “Gracias por salvarme la vida, pero déjame curarte la mano. La tienes ensangrentada…”. “No importa, no importa, ¡¡no importa nada!! Lo único que importa es que estás aquí, ¡¡estás aquí!!” … De pronto, Guadalupe ve que se encienden las luces de su cuarto. Entra su madre desesperada y dice: “¿Pero qué pasa, Lupita, pero qué le ha sucedido a la ventana? ¿Pero mira lo que te has hecho en tu mano? ¿Pero qué ha pasado?”. Guadalupe no entendía nada. Vio su mano ensangrentada, pero su pañuelo intacto unos metros más adelante. Y no estaba Selena. Comenzó a gritar: “¡¡Selena, Selena!! ¿Dónde estás? Dime que no te has ido. Por favor, ¡¡dime que estás bien!!”. Su madre la miró con tristeza: “Oh, mi chiquita, te has quedado dormida y mira lo que ha pasado. Ven que te voy a curar”. Guadalupe notó que Selena se había ido. ¿O lo había soñado, como le dijo su madre? De pronto la realidad a la que estaba evadiendo estaba invadiendo su cuarto. Con angustia y resignación sintió que las cartas estaban echadas. Miró a su madre que no la miraba mientras vendaba su mano y apenas musitó: “¿Y Selena cómo está? ¿Hay noticias de ella?”. “Mira, mi hijita, tal vez debas pensar…” ... “¡¡Lupita, Lupita!! ¡¡Ven aquí!! ¡¡Es un milagro!!”, interrumpió desde lejos Rocío. Enseguida entró su amiga a los gritos diciendo: “¡¡Selena está viva!! ¡¡Selena está viva!! Lo anunció su padre. La balearon pero milagrosamente despertó. Y pidió hablar por la televisión. Dice que tiene algo urgente que decir. Que no puede esperar. No sé, suponen que hablará de la que la baleó … ¡¡Pero qué importa!! ¡¡Selena está débil, pero bien!!”. Y abrazó a Guadalupe, que tenía la mirada extraviada y de alegría que no podía exteriorizar. Había aguantado tanto, había deseado tanto este momento que ahora que lo podía exteriorizar no podía … no podía. Corrieron a la cocina y, para cuando llegaron, Guadalupe vio a Selena en una cama de una habitación en el hospital. A pesar de vérsela demacrada y malherida, sonreía insólitamente y saludaba a la cámara. Allí Guadalupe estalló en un llanto. Allí pudo ver la cercanía de la muerte, la misma cercanía que pudo apreciar cuando vio a Selena en la ventana pidiendo ayuda en ese supuesto sueño…

“Agradezco la preocupación de todos ustedes”, alcanzó a decir Selena. “No puedo hablar mucho, no porque no pueda sino porque entre los doctores y mi familia me van a destrozar si hago un esfuerzo demás”. Y echo a reír como podía. “Les agradezco a ellos también su paciencia, porque saben que cuando algo se me pasa por la cabeza no paro hasta lograrlo. Pero ellos lo entendieron. No voy a hablar de lo que pasó. Ya habrá tiempo. Voy a hablar de algo muy lindo, de alguien muy noble”. Selena hablaba pausado y en voz baja. No parecía ella pero era entendible. Era un milagro. Un milagro que estuviera allí y encima hablando. “A todos lo que rezaron por mí sólo tengo palabras de agradecimiento. Saben que yo sin ustedes no soy nada. Pero quise hablar ahora pues quiero agradecer a alguien que sé que estuvo sufriendo mucho y que estuvo haciendo fuerzas por mí. En este tiempo que no sé cuánto fue aparecieron varias veces por mi cabeza las imágenes de una niña que rezaba por mí sujetando un pañuelo que yo le había regalado. Para ti, Lupita, sólo quiero que sepas que te estoy muy agradecida porque sé que me salvaste la vida a tu manera, como todo el público que rogó por mí … Lo único que puedo ofrecerte es que vengas a visitarme. Yo te atenderé personalmente … ¡¡para que me devuelvas mi pañuelo!!, y echó a reír aunque con lógica dificultad. Espero que traigas lápiz y papel para que te dé un nuevo autógrafo…”. Enseguida se le acercaron los médicos y el padre de Selena para que se fuera a descansar, pero se detuvieron ante el gesto adusto de Selena, que lo podía hacer aun malherida. A.B. pidió a todos que dejaran a Selena terminar. “Por último, sólo me despido de todos ustedes por un tiempito. Pronto me pondré bien y prometo no defraudarlos más. Porque todo puede remediarse, salvo la muerte, ¿Recuerdas, Lupita, no?”. Y alzo su mano y se despidió de todos…

Rocío abrazó a Guadalupe y le dijo “Mira, te nombró Selena, ¡¡te agradeció!!”. Te admiro, amiga. Yo me había resignado, yo pensé como todos que nada se podía hacer. En cambio, tú estabas convencida, ¡¡tú nunca te diste por vencida!!” … Guadalupe casi no escuchó a Rocío. Se quedó pensando hasta que de pronto salió corriendo para su cuarto. “¿Pero qué vas a hacer mi hijita?”, le dijo su madre. “Voy a aceptar la invitación de Selena”, le contestó y se fue rápido a buscar su pañuelo. Entró y salió de él en un instante. Atrás la seguía su madre implorando que no se fuera aún, que era peligroso, que era … “No se preocupe, señora, yo la acompañaré como lo he hecho siempre”, le dijo Rocío. Esas palabras la tranquilizaron a la madre de Guadalupe que se despidió de ella con un “cuídense y llámenme, por favor”. Sabía que era mejor dejar que se fuera y correr el riesgo antes de verla enfurecida y frustrada en su casa. A la salida Guadalupe abrazó a su amiga y fueron al primer autobús que las acercara a Corpus Christi. Tuvieron que hacer dos viajes de dos horas cada uno. Cuando llegaron al Hospital se encontraron con un mundanal de gente y de reporteros cubriendo todo el milagro. Guadalupe utilizó el ardid de que Rocío estaba desmayada y así ingresaron al hospital. Luego le dijo: “Aprovecha para llamar a mi madre y tranquilizarla. Yo voy a buscar a Selena”. Rocío asintió y siguieron ambas por diferentes caminos. Como si la conociera de toda la vida, Guadalupe dio con el sector de habitaciones en el que estaba Selena. Allí vio a Abraham Quintanilla y se abalanzó sobre él. “¡¡Hola, señor Quintanilla!! Soy yo, soy Lupita. ¡¡Quiero ver a Selena, por favor!!”. El padre de Selena la abrazó pero quiso explicarle que aún no podía verla, pues estaba descansando. “Pero es que tengo que verla ahora. ¡¡Sé que me necesita en este momento!!”: Cuando el señor Quintanilla estaba por explicarle nuevamente que debía esperar, escuchó a Selena decir: “¡¡Lupita. Lupita!! Entra, entra. ¡¡No le hagas caso a mi padre!! ¡¡Entra ya!!”. Y Guadalupe entró casi tirando la puerta abajo y abrazó a Selena con mucha fuerza. La sintió frágil pero bien. Apenas la tocó empezó a llorar largamente, lloraba por todo lo que había sufrido en esas interminables horas. Notó para su asombro, pero entendiendo por qué, que Selena también lloraba. Fue la misma Guadalupe la que esperó que pasara el momento para hablar, para que Selena recuperara su semblante. En cuanto se separó de ella y la vio sonreír con ternura sacó su pañuelo y se lo entregó. “Pero era en broma que te decía que debías devolvérmelo. Sabes que es tuyo, Quédate con él”, le dijo Selena. “No, quédatelo tú”, le dijo llorando Guadalupe. “Ese pañuelo es tuyo, pero ahora tiene mis ruegos, mis pedidos, mis promesas. Yo prometí que te lo devolvería si te salvabas. Además, quiero que lo tengas tú para que retengas tus propias palabras cada vez que hagas algo y para que recuerdes que siempre velaré por ti. Yo sólo quiero que me prometas que te cuidarás mucho siempre. ¿Lo harás?”. “¡¡Claro que sí!!”, le dijo Selena. “Entonces, cuando te recuperes, quiero que demuestres al mundo que eres la mejor, y cuando salgas en todas las revistas, en todos los periódicos o cuando recibas todos los premios, tomes alguna de esas publicaciones, o algún premio significativo para ti, y me lo traes a casa dedicado. ¿Prometido?”. “¡¡Prometido!!”, le dijo Selena y se abrazaron largamente en silencio. Cada tanto se escuchaba algún llanto, pero no dejaron de abrazarse por largo rato. “Te quiero mucho, Selena, te quiero mucho. No podría vivir sin ti. Hay mucha gente que se moriría si tú te vas”, le dijo desgarradoramente Guadalupe. Selena sólo asentía en silencio y con lágrimas en sus ojos y en su cara. “Pero ya no estemos tan tristes. No hay motivo. Lo peor ya pasó. Eso sí. Antes tú me pediste que siempre me acordara de ti. Ahora te ruego que te acuerdes de mí cada vez que emprendas algo. Acordándote de mí, te acordarás de todos los que te aman”. “Siempre me acordaré de ti e iré a tu casa pronto, muy pronto. Pero mira. Que no lo sepa mi padre. Toma lo que hay debajo de mi cama”. Guadalupe se agachó y notó que había un sobre. “Ábrelo. Es para ti”, le pidió Selena. Cuando Guadalupe lo abrió vio una hermosa foto de Selena con su mirada sugestiva llevándose la mano en el pecho. “Esa foto será la tapa de mi disco en inglés. La tienes en exclusiva. Aún ni sé cómo se llamará. Pero fíjate lo que hay detrás”. Guadalupe dio vuelta la foto y vio que decía: “Thanks for not leaving me alone. Thank you for always believing in me. I owe you my life. I owe you everything. From now on I will do everything thinking that you are there, waiting for me ... I will always remember you in every one of my actions. A thhousand hugs and a thousand kisses. Loves you. Selena. 1995”. Guadalupe la abrazó de nuevo y mientras le daba un largo beso, Selena le decía: “Le pedí la foto a mi padre con cualquier excusa y la escribí cuando estuve sola un ratito…”.

En ese instante entró el padre de Selena con los médicos que estaban atendiendo a Selena. Guadalupe hizo un gesto entendiendo que se debía ir. Antes de irse, la abrazó a Selena fuerte y tiernamente. Al verla tan frágil, por primera vez sintió el Amor de una madre a un hijo sin serlo. Luego se aparto, y esta vez fue ella quien le dijo: “Y recuerda, Selena, acuérdate, acuérdate de mí, porque si te acuerdas de mí te acordarás de todos los que te aman y tienen todas las esperazas sembradas en ti”. “Lo recordaré siempre, Guadalupe. ¿Te gustaría que te haga un vestido diseñado por mí?”, le preguntó Selena. “¡¡Claro que sí!!”, le contestó Guadalupe. “Entonces cuando vaya a tu casa te traeré un vestido, pero mientras llévate éste”: Y Selena le dio el hermoso vestido morado que usó en febrero de ese año en los Premios TMA. “¿Es para mí? ¿Y cómo tienes este vestido aquí?”. “No lo sé. Cuando llegué aquí, vi que mi padre lo llevaba en su brazo. Le dije que lo dejara en mi habitación. Ni quiero pensar para qué lo había traído aquí…”, le contestó Selena intuyendo aquel acto de su padre sin querer pensar más en ello para no angustiarse. Guadalupe lo tomó, le dio otro enorme beso y se fue retirando sin dejarla de mirar hasta que salió del cuarto. “Te estaré esperando, Selena. ¡¡Pero recuerda siempre cuidarte mucho!!”. “Lo haré, Guadalupe, lo haré. Te debo todo. Siempre estaré pensando en ti”. Y ya no la escuchó más pues los médicos se dispusieron a revisarla. A los pocos pasos Guadalupe se encontró con Rocío. “¿Viste a Selena?”, le preguntó. “Claro que sí. Pero volvamos ya a casa, Tengo mucho para contarte y mostrarte”. Y las dos amigas se fueron abrazadas del lugar. Guadalupe salió del hospital en el medio del griterío, los empujones y el nerviosismo de los periodistas. Ella estaba en paz y tranquila. Lo que debía hacer lo hizo. Ahora sólo restaba esperar. Sólo restaba vivir tiempos hermosos y felices, tiempos alegres y divinos con Selena siempre viva en su corazón … siempre viva. Con Selena viva ya no tendría más miedo ni más dolor. Sólo restaba que Selena cumpliera su promesa y ése iba a ser su mejor regalo. Y sabía que Selena lo cumpliría. Sólo restaba ver cómo Selena cumpliría su propio sueño, sólo restaba ver cómo Selena cumpliría el sueño de Guadalupe…

…Todos somos como Guadalupe. Todos esperamos que aquel sueño se haga realidad y el mundo sea mejor, mucho mejor con Selena presente, mucho mejor con nosotros felices viendo cómo Selena cumple su sueño y el deseo de todos nosotros…

Jamás me resignaré, Selena. Todos los días hago el mismo esfuerzo de Guadalupe en el convencimiento de que algún día aparecerás en la ventana de mi cuarto para decirme que te ayude a cumplir tu sueño, a ser feliz con tu vida, a calmar mis penas, a detener mi llanto…

Tú cambiaste mi vida, Selena. Por eso te estoy eternamente agradecido. Por eso te recuerdo todos los días…

Yo siempre me acuerdo de ti, Selena …

Te quiere mucho…

Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)



¡¡Oh, no, Selena!!


¡¡Oh, Selena!! Más que nunca ahora cántame esa partecita de “¡Oh, no!”, esa canción que sólo pudiste cantarla en un reportaje como adelanto de lo que se vendría, de lo que harías para encantarnos otra vez. ¡¡Por favor, no me dejes solo ahora, no me dejes solo una vez más!! … ¡¡No ves que te necesito!! ¡¡No ves que te estoy esperando!! ¡No ves que me siento solo sin ti! Sólo tú puedes calmarme con tu voz, sólo tú puedes sacarme del martirio de vivir entre tanta miseria y rencor. Sólo tú puedes retirarme de esta soledad insoportable, de ese sopor de estar allí yendo sin rumbo, yendo sin motivo, yendo sin razón, Tú le das sentido a las cosas, tú le das sentimiento a las canciones. Tú le das Amor, dulzura, énfasis a cada palabra, a cada expresión. Tú, sólo tú, Selena, sacas una sonrisa de mi boca cuando nada en el mundo me da motivo para sonreír. Tú, sólo tú, Selena, le das motivo a mi existencia, Amor al odio, abrigo al enfermo, ternura al que ya no tiene nada. No se trata de sacralizarte ni de darle un sentido santificador a tu obra. Sólo se trata de expresar lo que generas, lo que dices, lo que impactas, cómo llegas al corazón, cómo es imposible vivir sin ti, cómo no se te puede olvidar. Tal vez no te des cuenta, Selena, pero creeme que sólo escucharte, verte y sentirte alivia las penas de mi Alma, el dolor de la indiferencia, del desamor, de la locura de un mundo que perdió el rumbo, que definitivamente lo ha perdido desde que tú te fuiste, desde que te fuiste sin poder siquiera despedirte, sin siquiera sonreírnos por última vez…

Uno siente que tu destino es nuestro destino, tu vida es nuestra vida, tu dolor es nuestro dolor. Porque tu partida no sólo genera el dolor de aquellos que te amamos. Tu partida es el dolor de arrancarnos el corazón, de sacarnos de cuajo el sentimiento más hermoso y más genuino. Uno contigo no puede dividirse, no puede escindirse. Contigo uno se siente pleno, feliz, contento, en un grado de elevación de espíritu que no se logra con nada ni con nadie en el mundo. Tú lo llenabas todo con tu canto, con tu baile, con tu presencia, con tu risa, con tu saludo, con tu sinceridad, con tu humildad. Contigo no había espacio para especulaciones, para pensamientos negativos, para buscar la felicidad deseando que el otro haga lo que debemos hacer nosotros, no había espacio para la envidia, para depender de los demás para ser felices. Contigo todo era paz, llenabas todo con tu dulzura, con tu encanto, con tu voz, con tu carisma. Eres de las pocas artistas que había logrado que nosotros recorriéramos con nuestros ojos sólo tus movimientos, tu sonrisa, tu baile, tu estilo. Es que en ti podíamos confiar, además de sentir placer. Es la confianza del niño que sabe que puede apoyar su cabeza y recibir la contención de su madre, y que nada malo puede sucederle. Y esa confianza se lograba porque eras sumamente auténtica y genuina. Uno al verte sabía que lo que mostrabas reflejaba lo que eras en realidad. Tú no ocultabas nada, tú te mostrabas tal cual eras, con tus gustos, con tus risas, con tus bromas. Podías sorprender, pero eso era parte de tu estilo. Uno podía no saber qué traerías, pero sabíamos que algo nos tendrías preparado, que nos llenarías la boca de asombro. Del mismo modo eras en el escenario. Le dabas allí ese plus, ese movimiento, ese gesto, ese registro de voz, esa mirada que te hacía única, incomparable, irrepetible. A veces pienso que esa sinceridad, ese mostrarte con la cara lavada y la frente bien en alto tal vez haya provocado lo que te sucedió, pues nunca pasaría por tu cabeza escatimarle algo a alguien, mostrarte mezquina, ocultando algo a alguien a quien confiabas. Tú eso no lo podías hacer aunque a veces era necesario hacerlo con cierta gente. Pero esa “enseñanza” no estaba en tu registro como en nadie de los que te amamos. Y que preferimos ser como tú y tener tu destino de grandeza en vez de ir en la vida con la cabeza gacha sin poder mirar a la gente por no haber sido lo suficientemente sincero y valiente como para afrontar cada momento de la vida. Tal vez eso que te produjo el destino y que es tan doloroso es a la vez el mayor motivo de nuestro orgullo … Porque te fuiste siendo tú misma, porque te fuiste creyendo en los demás, en tus ideales y en tus pensamientos…

¡¡Vamos, Selena, adelántame algo más!! No me dejes con las manos vacías. Dale un sentido a mi vida, a las cosas, a este mundo. Sin ti las cosas pierden sentido, la fuerza, la vitalidad. Contigo uno no se siente nunca solo, el dolor se deja, el mal ambiente que nos rodea y al que estamos acostumbrados se va. Pues todos los sentidos van sólo dirigidos hacia ti. Tú acaparas la atención, tú llenas los espacios con tu imponente presencia, como lo hacías cada vez que aparecías en un evento, en una fiesta, en una presentación, en un concierto. Sígueme cantando, invítame a bailar, dime que vale la pena seguir luchando, que nunca hay que darse por vencido, que siempre hay un motivo para pelear por los sueños, que nada es imposible, que todo se puede lograr. Sígueme mostrándome cómo eres en realidad, muéstrame cómo eres cotidianamente, en tu vida diaria: cómo cocinas, por ejemplo, cómo te gusta encantar a los comensales con una linda comida y su presentación. Muéstrame cómo sales a patinar, cómo te las ingenias para aprender todo tan rápido y que aceptas cada reto que se te plantea. Muéstrame tus animales y cómo juegas con ellos. ¡¡Vamos, Selena!! No pierdas un minuto más, que cada uno vale oro. No te detengas, sigue cantando. Canta como si fuera la última vez, como si no hubiera otra oportunidad para cantar “Oh, no”, como si tuvieras que grabarlo ya mismo, como si hoy hay que terminar con el disco en inglés. No pienses en el después. Piensa en el ahora, piensa en todos los que te estamos escuchando y que sólo tu voz puede calmar a la última de las fieras y alumbra al más necesitado de afecto. ¡¡Vamos, Selena!! Demuéstrame que estás allí, que no te has ido y que quieres ver a la gente feliz siendo tú misma una persona feliz…

¡¡Vamos, Selena!! Cántame al oído, paséate a mi lado como si estuvieras en el Houston Astrodome cantando “No me queda más”. Susúrrame al oído, llora con cada palabra, demándame con tu desgarradora voz que no te he correspondido, mírame a los ojos e inquiéreme desde lo más profundo de tu corazón. Hazme sentir que vivo cada instante, cada momento, cada sentimiento. Hazme creer que todo eso es cierto, que no es fantasía, que me lo estás cantando a mí, que esperas de mí algo más que el escucharte. Pregúntame, oblígame a darte una explicación. Sabes que sólo a ti te debo todo, que nunca me negaría a tus pedidos, que no me daría la cara para marcharme sin decir palabra, que no tendría el valor de decirte “no”, que sólo haría lo que tú me pides sin exigirme nada, porque tu Amor haría que todo lo que haga sea por cariño y convencimiento, y nunca por imposición. ¡¡Vamos, Selena, zamarréame, pide respeto y atención como a tu “ex novio” en “¿Qué creías?”. Sabes que yo me quedaría quieto y sólo miraría para abajo por el respeto supremo que te tengo, porque sólo tú eres la Reina, la Reina indiscutible, la que siempre portará su corona sin que nadie le pregunte por qué. Sabes que siempre estaré esperándote para vivir ese momento, ese momento en el que me siento vivo, porque estoy feliz y orgulloso de que estés a mi lado… ¡¡Vamos, Selena, no me hagas enfrentar la ingratitud de este mundo solo!! Todo este dolor sólo lo puedo sobrellevar si tú estás conmigo, si tú cantas a mis oídos tus hermosas canciones, esas canciones que sólo tú podías cantar…

¡¡Vamos, Selena!! Invítame a bailar. Cántame “Techno cumbia”, muévete de un lado para otro, exhíbeme tu sonrisa, baila al son de la música, sacude tu vestido e invítame a bailar como lo hiciste con Raúl Velasco en “Siempre en domingo”. Impáctame con tus vestimentas. Muéstrame hasta dónde puedes llegar, muéstrame tu estilo, tus diseños, tu personalidad. Aparece con tu pelo largo y con flequillo o más tarde con tu pelo voluptuoso y enrulado. Aparece con tus boustiers o luego con tu chaqueta estilo cantante de rock. Muévete, sonríeme, dime lo que me vas a cantar. Demuéstrame que eres la mejor, que con tu presencia no hay lugar para nadie más. No te muestres vulnerable. No te muestres vencida, sin energía y sin pasión. Demuéstrame que tú puedes lo que nadie puede. Demuéstrame que con trabajo, honestidad, persuasión y objetivos claros todo se logra, todo se puede. Demuéstrame que con tu ejemplo se llega lejos, muéstrame todo lo que hiciste y te sacrificaste para llegar al lugar en el que estás. Muéstrame tus diseños, muéstrame tus ideas, regálame cada cosa que haces con tus manos y por obra de tu cabecita inquieta. Cuéntame tus sueños, dime todo lo que pasa por tus pensamientos, exprésame hasta dónde quieres llegar, cuáles son los lugares a los que quieres ir cuando el éxito mundial llegue con tu disco en inglés. Ríete con ganas, interrúmpeme cada situación embarazosa con tus risotadas interminables, descarga tu energía acumulada de tantos años de espera e incertidumbre. Cuéntame de tu futura casa, dime en qué consiste, háblame del lago que está dentro del predio que has comprado. Dime si has pensado en tener niños, si lo vas a dejar para cuando hayas consolidado tu triunfo en todo el planeta o mejor los tendrás ahora ya que te das cuenta que los sueños personales y profesionales pueden ir de la mano. Dime qué se siente ahora que estás en la cumbre siendo tan joven y tendiendo toda tu vida por delante. Dime si aún sientes miedo, si aún no puedes creer lo que estás viviendo y todo lo que has logrado. Dime con qué sueñas, dime si te imaginas cómo serán las cosas cuando todo el mundo pronuncie tu nombre. Cuéntame todo lo que quieres hacer con tu negocio de la ropa. Dime si sueñas con que toda la gente invoque tu nombre con la frente en alto y con orgullo por las calles, por la vida, por el mundo, y que pongan a sus hijos el nombre “Selena” en tu honor. Dime cómo te imaginas dentro de 10 años cuando hayas logrado todo lo que pueda obtener una artista. Dame tu impresión de cómo quieres estar cuando ya seas alguien muy mayor. Cuéntame cómo quieres que se te recuerde. Afírmame y reafírmame que tú eres la mejor, aunque me lo digas en voz baja para que no lo escuchen todos y crean tontamente que eres una persona llena de vanidad. Recuérdame cada palabra que expresaste cuando ganaste tu primer premio a la mejor cantante en los TMA en 1987. Dime que agradeces a Los Dinos porque sin ellos no eres nada, que obviamente si ellos ganan tú ganas, pero que si pierdes no los conoces… Ríete con ganas de sólo recordar esa humorada hecha a los 16 años…

¡¡Vamos. Selena!! ¡¡Cántanos!! ¡¡No te detengas!! No hagas un vacío que nos haga ver la realidad de tu ausencia … Baila … Sigue bailando. Muévete a uno y otro lado del escenario. Invítanos a participar de tu magia. Canta “Como la Flor”. Cántala como en Festival Acapulco. Impáctanos con tu tremenda voz, con tu mirada, con tu expresión. Haz que sólo nos dejemos llevar por la canción y nada más. Invítanos a estar atentos. Detén tu voz para que nosotros completemos la frase que tú dejaste inconclusa para que tú sigas dando tu show. Muévete, salúdanos, invítanos a alzar las manos, a cantar. Pide ayuda a uno y otro lado. Saluda a cada uno de los que se suben al escenario para agradecerte. Ellos sólo quieren expresarte su cariño, cada uno a su modo. Retribúyelos como siempre lo haces, sin negarle nada a nadie, ofreciéndole más que una hermosa voz. Dándoles Amor, cariño, presencia, personalidad. Muestra que en ese Festival puedes hacer cantar y bailar a los fans de otros cantantes que esperan su turno para ver a su artista. Haz que se olviden para qué han venido luego de verte. Que sientan que todo lo que esperaban encontrar lo hallaron viéndote a ti. Que vean que el sólo contemplarte cambia el rumbo de las cosas, de la vida, de los acontecimientos. Que sientan que por nada del mundo te cambiarían, que sientan que no han encontrado a nadie en el mundo que sea como tú. Que vean que no se trata de hacer comparaciones absurdas, que no se trata de ser sólo la mejor. Mejores y peores hay en todas partes. Pero distintos hay muy, muy pocos. Y tú Selena eres única, diferente, irrepetible, distinta, incomparable. Demuéstrales que puede haber mejores pero que nadie hará lo que haces tú. Muéstranos tus miedos y tus emociones cuando cantaste y recibiste el premio a la mejor cantante en Premios Lo Nuestro 1993. Muéstranos que tu propia responsabilidad y tus deseos de no defraudar hacían que cada concierto fuera diferente y que llevaras siempre un nudo en el estómago antes de empezar. Muéstranos que sigues estando allí, que el error es nuestro de no escuchar esas palabras, tu voz pidiéndonos “Ayúdame”. Muéstranos que estás allí, que no nos has dejado solos, que sigues allí para hacernos felices, y para sentirte acompañada y contenta. Exhíbete feliz entre la gente que aún te ama y que daría todo para que tú le des la alegría que perdieron con tu ausencia, todo para que les hagas un poco de compañía, todo para poder volver a sonreír…

¡¡Vamos, Selena, ríete!! Hazme una broma, de esas pesadas que hacías. Sabes que a mí no me gustan, pero las toleraré sólo porque las haces tú y para verte alegre, feliz, distendida. Sé que más allá de la fama a ti te gusta ser una mujer simple, comportarte como tal y gozarlo. Sé que te gusta poder vivir cada momento con intensidad. Sé que te has acostumbrado a ello y que lo sigue viviendo así. Sé que te gusta pasar largas noches hablando de tus cosas, decir lo tuyo, tus vivencias, tus sentimientos. Sé que detrás de esas bromas hay un momento en el que todo se hace un clima intimista que lleva a la reflexión y a hablar con el Alma descubierta. Sé que es algo que poco se conoce de ti, pero que es parte fundamental de tu sentir. Es que durante mucho tiempo sólo observabas la noche, la luna, las estrellas, el cielo, el mar sin que nadie estuviera a tu lado para escuchar esas cosas que querías decir, gritar, anunciar a viva voz. Sé por todo lo que pasaste sin poder decir nada. Sé lo que significa ser ahora el fruto de tanto esfuerzo y dedicación. Dime tus dudas, dime que quieres tener más espacio para ti, que quieres conocer más gente, que desearías moverte con otros cantantes y artistas, que te gustan los proyectos que te acercan, que desearías probar ser actriz en el futuro. Dime lo que significa para ti ser Selena ahora, que todo el mundo te quiera, que nadie te odie ni te envidie. Dime cómo lo has logrado, cuál es tu secreto, cuál es la razón por la cual te quieren tanto. Dime lo que significan ellos para ti, cómo te gustaría compensar tantas muestras de Amor. Dime qué harías sin ellos, que sucedería si ellos te dejaran de querer. Dime qué es para ti el miedo. Aunque te cueste mucho, cuéntame en qué consiste la pesadilla que cada tanto te atormenta. Sé que es difícil siquiera intentar contar ese tipo de cosas. Creeme, Selena, que te entiendo perfectamente, pero intenta contarme de a poquito, cada día, cada semana. Seguro que algo hallaremos allí. Tal vez, quién sabe, podamos advertir una señal que te indique lo que se viene, a qué hay que tener cuidado, de quién debemos defendernos. Dime, Selena, si hay algo que te apena y que deseas contar. ¡¡No lo dudes!! ¡¡Cuéntamelo!! Es mejor contarlo. Quién sabe siquiera si habrá una vez para contar aquello que tenemos tan bien guardado en nuestra Alma. Dime si le tienes miedo a alguien, si alguien ya no actúa contigo como siempre. Cuéntame si no encuentras el camino o lo has perdido. Tal vez más que hacerle caso a quienes te dan consejos permanentemente, debes pensar en ti misma y en qué quieres. Cuéntame, cuéntame todo, Selena, en esta noche algo destemplada. Tal vez si dices todo lo que quieres hacer, si puedes expresar todos tus miedos, si puedes decir cuál es tu ideal, si puedes expresar todos tus deseos, entonces, por allí, puedes hacer todo sin ningún temor. Tal vez hablando largamente contigo misma encuentres el camino, la meta, tu verdadero objetivo en la vida. Tal vez animándote a hacer todo te despojarás de tus miedos y saldrás a hacer todo lo propuesto. Es hora, Selena, de abrirte, de dejarte llevar por tus palabras y de volar. Volar al compás de la música, volar para ser dueña de tu propio destino, volar sin ningún límite ni imposición. Volar para hallar uno mismo ese destino que parecía perdido entre tantas obligaciones…

¡¡No te detengas, Selena!! ¡¡No pares, no pares justo ahora!! Sé que si quisieras llegarías a ser la mayor cantante internacional, sé que si te lo propones llegarías a tener un Oscar por alguna película en la que actúes, sé que si te lo propones harías un dueto no sólo con Jon Secada, como lo deseas, sino con cualquiera con el que te propongas. Sé que todos se ofrecerían a hacer un dueto contigo antes de proponerlo tú. ¡¡No te detengas ahora, justo ahora que te estás asomando al mundo, a ese mundo que tanto te costó llegar, Selena!! Trabaja, sueña, no descanses, no desvíes tu camino, no te preocupes por cuestiones que no son tuyas. Piensa en ti, piensa en lo que tienes y en el futuro que te espera. Piensa que sólo se vive una vez. Piensa que el tren pasa una sola vez por la estación y si vuelve no te llevará al mismo destino. Piensa que sólo depende de ti. Piensa que sólo te quieren a ti. Por eso, sigue cantando, sigue cantándome aquellas canciones que saldrán en el disco en inglés. Piensa en todo lo que esperaste para tener esta oportunidad, piensa en todas las veces que lo anunciaste. Piensa en lo ansiosos que están todos en la familia por lograr este nuevo objetivo y en la confianza que se tienen. Piensa en todos los proyectos personales que tienes una vez que triunfes en el mundo … ¡¡Vamos, Selena!! Sigue cantando. Empieza por grabar “Oh, no”. No lo dejes allí en el tintero, sólo cantado en una parte de una entrevista. Termínalo. Disfrútalo cantando. Siéntete una mujer afortunada y talentosa. Siéntete lo que eres, la mejor. Siente lo que generas a la gente. Conquista de una vez por todas a los gringos. Y no importa si te sientes nerviosa. ¡¡Mejor!! Eso te impulsará a dar lo mejor y a avocarte a lo que te gusta. Confía en ti. ¡¡Piensa en ti!! Ponte bien. Si te sientes bien tú te lo agradecerán los demás. Te lo agradeceremos los que te amamos. Lo gozaremos todos. Sé feliz, Selena. Sé dichosa, Selena, siendo como eres, conquistando a todos con tu Alma tierna y deseosa de ser amada. ¡¡Sé tú, Selena, y nadie te detendrá!! Te lo pido por favor, te lo pido por ti, a quien más le deseo que le vaya bien. Yo sólo quiero que tengas el éxito que te mereces siendo tú siendo dichosa y estando orgullosa de ser como eres… Sé que lo lograrás. Inventa un mañana y encárgate de hacerlo realidad…

Te entiendo, Selena. Sé que tú querrás solucionarlo todo, que no podrás desentenderte de ciertas cosas. Sé que no quieres conflictos en tu núcleo de familiares, amigos y conocidos. Sé que acudirás ante el reclamo de alguien. Sé que siempre acudirás si te piden que vayas a un lugar. Yo te entiendo, porque a mí también me ha pasado. Pero los golpes de la vida me han llevado a que priorice mi vida a la de los demás, que primero están mi vida y mi familia antes que cualquier cosa. Por eso, aunque te acusen de egoísta y de insensible, dale prioridad a todo lo que te hace bien. Si ves que te sientes incómoda, vete. Si no quieres hablar, no hables. Si no quieres ir, no vayas. No hagas las cosas por obligación o por culpa. Haz las cosas porque quieras hacerlo. Además, nosotros no somos el centro del universo. Verás que si dejas de hacer las cosas que no quieres hacer, no se vendrá el mundo abajo. Los demás, si te quieren verdaderamente, se las ingeniarán por hacer lo suyo sin molestarte. La gente se adapta rápidamente en la mayoría de los casos. Impone tu criterio y pon los límites que tengas que hacer. No vayas detrás de esa pelota, de esa zanahoria atada a una caña como cebo para las fieras. No vayas por el camino sabiendo que esa decisión te incomoda. No vayas si sientes que algo malo sucede, no vayas a lugares en los que no te tratan bien. No sigas si desconfías. ¡¡Prioriza tus deseos!! Actúa ya como una artista consagrada ante la gente que te quiere retener por cualquier motivo. Piensa que son ellos los que deben esperar y no tú. Sé que tu humildad te impide hacer esto, pero piensa que a veces hay que poner límites para que todos se adapten a tus reglas y a tu condición de estrella indiscutible. No te pido ni que seas soberbia ni que hagas locuras. Te pido que muestres tu impactante figura, tu arrolladora personalidad. Te pido que te fijes en lo que generas y actúa en consecuencia…


Piensa que, por sobre todo, habrá gente que te ama, que sólo querrá lo mejor para ti, siendo Selena, siendo una artista que conquistó tantos corazones como nadie…

Tantos corazones como el mío, que sólo a ti te pertenece…

Sólo espero que me escuches, Selena, sólo espero que estés aquí … por tu propio bien, por tus sueños, por tu propia felicidad…

Te quiere mucho…

Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)



Las cosas son mucho más simples de lo que parece, Selena…



A veces las cosas son mucho más simples de lo que parece. A veces la realidad es tan implacable y tan visible que nos parece increíble que se manifieste de ese modo. Cuando una tragedia ocurre, luego del dolor y del llanto vienen las explicaciones, los porqués, los motivos, los análisis. Y la realidad está allí, al alcance de la mano. La mente humana es compleja y múltiples son sus variantes. Pero en la conducta humana las cosas suelen ser evidentes. Y en el ser humano están también las explicaciones rimbombantes, plagadas de razonamientos entendibles y justificables. Y es que en las tragedias el ser humano nunca puede comprender, nunca puede entender, ni explicar lo sucedido. Y cuando al ser humano le ocurre eso no le alcanza con saber que las cosas pueden ser más sencillas y a la vez más complejas de lo que se piensa. Cuando hay una tragedia el buscar el motivo nos lleva a analizar al ser humano que ha sido sacado burdamente de este mundo, nos invita a adentrarnos en su vida, cómo era, quién era, de qué se componía su familia, si se llevaba bien con todos, si tenía algún problema que llevara a entender y explicar semejante acontecimiento del cual fue víctima. Y en esa búsqueda de explicaciones está en el ser humano poner su propio límite, saber que se puede llegar hasta cierto punto en esa búsqueda del conocimiento de la víctima de la tragedia. Que nada del mundo nos habilita para meternos en todos los aspectos de la vida privada de esa persona para explicar lo que le ha sucedido. Que como mucho se podrá buscar el establecimiento del perfil de la persona que permita hacer más viable la investigación, pero que de ninguna manera eso nos habilita para querer saber todo, profanar la morada de la víctima para conocer hasta el último detalle de su vida … No. De ninguna manera el investigar nos permite ejercer ese nefasto periodismo “amarillista” que sólo busca ventilar el escándalo y no saber la verdad como prioridad. Y lo que es peor, ninguna tragedia habilita a que determinado periodismo “serio” hurgue en determinados asuntos o se haga cargo de determinadas cuestiones privadas y delicadas con el pretexto de obtener la bendita primicia o nota periodística, o de saber la “verdad”. De ninguna manera…

Como si el destino hubiese querido ensañarse con Selena, y arrebatarle de cuajo y sin miramientos la vida de Cenicienta que llevaba, ese nefasto 31 de marzo se encargó de colocarla en la peor de las situaciones, de las más trágicas e insólitas, y sin que nadie pueda encontrarle una explicación aún. Nadie hubiese esperado perder la vida a los 23 años en el mejor momento de su carrera. Nadie hubiese imaginado que alguien quería dañar a Selena cuando todo el mundo la quería y la apreciaba. Nadie hubiese imaginado, de sólo pensar en semejante ataque a Selena, que lo hubiese perpetrado la presidenta de su club de fans, una persona que no sólo había ganado su confianza sino la de toda su familia. Nadie hubiese imaginado que esa misma persona se encargaría de hacer saber al periodismo “amarillista” y al “serio” disfrazado de tal la “verdad”, que consistía en decir barbaridades de su vida privada y de insinuar relaciones llenas de mentiras e infidelidades. Que no le alcanzó con quitarle la vida, sino que necesitó dispararle una y otra vez hasta el día de hoy para no ver la realidad que consistía en que ni Selena ni su familia ya no confiaban más en ella para ese entonces. Pero también nadie se hubiese imaginado que Selena tendría al lado a una psicópata que estaba dispuesta a todo y a mucho, mucho más … Nadie hubiese imaginado que luego de esa hermosa presentación de Selena en el Houston Astrodome el 26 de febrero de 1995 íbamos a asistir 33 días después a esas imágenes que lamentablemente se difunden hoy, y que se dan gracias a la confusión de la Familia Quintanilla sobre cómo encarar a tanta gente que no quería irse del lugar del velatorio si no la mostraban … de esa manera. Cuesta creer que para vivir a pleno el dolor haya que ver aquello que más nos duele. Como si no nos alcanzara con saber que aquella mujer que tanta alegría nos daba ya no está más, que ya no podrá impactarnos con su figura, que ya no podrá reír más, que ya no podrá cumplir sus sueños. Cuesta creer que haya que ver para creerlo, como si no alcanzara con ver el dolor de su familia. Cuesta creer que haya gente que quiera ver esa escena, que necesite ver a Selena así. Sé que las culturas son diversas, y que cada una tiene sus valores y sus rituales. Pero si hay algo de lo cual uno querría no ver nunca es a Selena así, inmóvil, seria, sin energía, sin vitalidad. Cuando uno ha visto a Selena en todo su potencial, hay cosas que mejor no ver, mejor no apreciar, mejor pensar que no es cierto cuando lo es. Cuesta creer que por cerciorarse de algo del cual era ridículo imaginarse una especulación, se hayan visto esas imágenes. Y no sólo eso. También que se la filmara, que se le sacaran fotografías. ¿Había necesidad de esto? ¿Por qué no se aplicó aquí la vieja y consabida frase “Déjenla descansar en paz”, que tanto se usó para justificar a la asesina y atacar a la Familia Quintanilla? Lo cierto es que la curiosidad, la duda, el morbo y el dolor se hicieron presentes allí. No dejan de ser conductas humanas, muchas veces justificables. Muchas otras no. Pero que invitan a que ese periodismo “amarillista” siempre esté presente. Simplemente se hace porque vende. Toda esta locura empujó a que el padre de Selena, en estado de shock y en el medio de tanta confusión, haya decidido abrir ese cajón que nunca debió haberse abierto. Pero es casi seguro que el padre de Selena accedió porque en su fuero más íntimo debió haber esperado y deseado con toda el Alma que nada de lo que estaba ocurriendo fuera cierto, verdaderamente…


Y después las especulaciones, las investigaciones, los motivos. Se hicieron miles de publicaciones. Se escribieron miles de libros. Supuestamente todos buscaban la consabida “verdad”. ¿Pero fue así? Muchos hicieron lindos e interesantes planteos y hasta anunciaron que nos develarían la verdad de los hechos. ¿Pero lo hicieron? ¿O sólo fueron oportunistas? ¿Es posible saber la verdad tomando como parámetro lo dicho sólo por una de las partes? ¿Es posible sacar como conclusión que Selena hacía tal cual o cual cosa, o iba a tomar tal determinación, solamente basándose en dichos de una de las personas involucradas en el hecho? Me pregunto si los que hicieron esto sabían de antemano que lo que había realmente sucedido era menos escandaloso que lo que proponían, y como eso no era muy vendible, inventaron otras cuestiones ... ¿Cuántos intentarían explicar esta situación partiendo de la base de que Selena tenía una vida tranquila con el deseo de ser una cantante exitosa, de ser diseñadora, de vivir sin sobresaltos en una casa con su esposo para allí agrandar su propia familia? ¿Cuántos intentarían explicar que Selena sólo fue una víctima de una psicópata, una manipuladora que no dudaría en llevar a cabo sus objetivos a cualquier precio, y que para ello había engañado a toda una familia que le confió todo como a nadie le había dado esa posibilidad? Porque en definitiva las cosas son mucho más simples de lo que parece. A veces es cuestión de observar, escuchar y analizar sobre los hechos concretos. Creo que a todos nos cuesta ver a Selena de un lado más humano, más simple y menos rimbombante. Siempre nos invitaron a ver a Selena como mito o al revés, verla enredada en escándalos absurdos y en decisiones inverosímiles. Parece como si eso fuera más lógico y “normal”. Parece menos doloroso no aceptar que Selena haya sido víctima, la única víctima de muchas circunstancias, y quedarnos en aceptar entre una u otra opción como las únicas valederas. Pero siempre hay una tercera posición, y también más interpretaciones, que nos puede hacer entender las cosas, a aceptarlas como son, aunque sean muy duras, para llegar a explicar algo tan inexplicable como inentendible que es la partida de nuestra Selena…


Y a veces tener esa mirada nos permite entender determinadas cuestiones. A nadie le gusta ver a Selena enredada en los juegos de una psicópata y que haya sido engañada al punto de que se le quitara la vida impunemente. Pero habrá que aceptarlo, tomarlo como lección y como aprendizaje de vida para que eso que le sucedió a Selena no le ocurra a más gente talentosa y con un futuro enorme. Habrá que aceptar que a nuestro alrededor hay mucha, muchísima más gente parecida a la asesina de Selena, que hay gente que pulula por este mundo mostrando un lado angelical, una actitud optimista, mostrando un lado afable, simpático, que atrae a mucha gente, generando aceptación y confianza, y que la verdadera cara la muestra cuando ya las cosas no son como las piensa o como las desea, cuando ya no ejercen el control y no lo quieren dejar por nada del mundo. Hay mucha gente como la asesina de Selena que sólo arma amistades con gente en la búsqueda de que esa gente se convierta en lugarteniente, en marioneta, que le responda a sus intereses y a sus expectativas. Y en la medida en que esa gente haga lo que esas personas psicópatas quieren, todo funcionará. Y la relación puede durar años, toda la vida … siempre que funcione así. Y si no, buscarán desesperadamente que eso se mantenga. Primero, por las buenas, con la persuasión, con el convencimiento, con el razonamiento, con la pasión, llegado el caso. Y si no es así, apelarán a la presión, a la amenaza, a la extorsión. Y si nada se logra con eso, apelarán a la destrucción de esa persona. Pues para personas como la asesina de Selena no es admisible que el otro tome decisiones, que el otro haga su vida sin ella, que el otro vuele sin el miedo a la culpa que le genera el psicópata, que el otro sea ... Tan simple como eso. Para estas personas no es admisible la derrota. Antes que admitirlo buscarán borrar lo que ha sucedido, eliminarán el presente y abortarán el futuro. Jamás admitirían que la otra persona siga su camino y ellas se queden sin su “propiedad”. Antes matarse. Antes matar. Eso es lo que ha hecho esa mujer que le quitó los sueños a Selena. Y lamentablemente estos sucesos y estas conductas son mucho más comunes de lo que parece. Hay mucha gente así, y tal vez pocos lo adviertan, o lo que es peor, muchos lo perciban y se lo toma como algo “normal”. Lamentablemente aquel 31 de marzo Selena sólo pudo darse cuenta del verdadero peligro cuando ya era tarde. Antes que eso esa mujer utilizó todos los recursos. Primero, buscando todas las maneras para que Selena fuera sola al motel, con la excusa de que la habían violado. Es muy común que el psicópata apele al argumento de que le hacen daño para generar pena, para que se busque el desprecio en otra persona, en otro lugar. Siempre el psicópata se pone en víctima para lograr lo que quiere. Y una vez que esa mujer logró convencerla de ir sola apelando a ese juego sucio, comenzó a echar a andar el plan premeditado. Llevarla al hospital, lograr que hubiera testigos que certificaran que estaban juntas y “sin conflictos” en un lugar público, y negarse a ser examinada luego de que insistiera a ir al hospital para volver al motel y perpetrar lo que había planificado. Tal vez Selena ignoraba que esa mujer podía negarse a ser revisada ya que estando en Corpus Christi, siendo oriunda de San Antonio y denunciando violación en Monterrey, no podían los médicos actuar de oficio, salvo que se hiciera una denuncia, que la asesina obviamente no hizo. Seguro que Selena no lo sabía. Pero su asesina sí lo sabía … Ella era enfermera … Tal vez Selena allí recién empezó a sentirse molesta y estafada en su buena fe. Tal vez Selena haya determinado allí cortar definitivamente toda relación con esa persona. Pero aún la ataba la culpa y todo el pasado con sus buenos tiempos que le recalcaba constantemente la asesina en su último intento para que se pusiese de su lado en su lucha contra el padre de Selena. Y decidió acompañarla. Acaso nunca haya imaginado qué sorpresa le depararía esa mujer. Acaso haya decidido acompañarla por respeto a ese lindo pasado y para despedirse de la mejor manera … Un gravísimo error. Con esta gente no se puede ser condescendiente. Con esa gente no hay manera de razonar. Selena quiso confiar y manejarlo a su manera. Pero con esta gente eso es imposible. Esta clase de gente quiere manejar todo y nunca permitiría que alguien decida por ella. El intento de devolución del anillo y las negativas a tolerar más ingratitudes por parte de Selena se encargaron de convencer a esa mujer de que no la podría retener por mucho más tiempo. Y ante esa realidad prefirió impedirle que se fuera y sea libre. Antes que eso decidió que fuera suya y suyo su destino. Y tanto fue su afán de lograrlo y de vencer al padre de Selena eliminándole lo que más apreciaba, que la huida de Selena malherida le hizo pensar en un segundo disparo. Pero la sangre y el dolor le hicieron ver que todo era cosa juzgada y se retiró a su cuarto con una frialdad increíble … “con la satisfacción del deber cumplido”…


Así de simple y triste las cosas. Cuesta asimilar que esto haya ocurrido así. Parecería que es más fácil imaginarse intereses siniestros detrás de todo este asesinato. Oscuras relaciones, enfrentamientos personales, intereses contrapuestos. Nada de eso. Fue tan sólo la lucha de una psicópata en pos de lograr su objetivo, y que al no lograrlo elimina lo que ella consideraba “la razón de su vida”, “el fundamento de su existencia” … Y frente a ello Selena queriendo abrirse paso, queriendo hacer su propio camino. Porque en esa búsqueda de por qué las cosas fueron así y no de otro modo uno tiene que entender que Selena tenía otros intereses, otros objetivos, algunos más ambiciosos, otros mucho más simples. A Selena no le fue nada fácil llegar a lo que había llegado. A veces los éxitos logrados nos impiden ver lo duro que fue lograr lo propuesto desde hacía muchos años. Selena y toda la Familia Quintanilla lo han dicho infinidad de veces en muchos reportajes. Selena tuvo que dejar de lado muchas cosas que quería hacer en su niñez y en su adolescencia. Tuvo que esperar muchos años para empezar a cristalizar esos sueños que parecían tan lejanos en otros tiempos. En esa búsqueda y a los 20 años Selena comenzó a tener el éxito suficiente como para proyectar su futuro como cantante y para poder vivir con más comodidad. Pero a Selena todo eso significaba un excelente momento para poder vivir aquello que tanto buscó, aquello que tenía bien guardado en su corazón. Y aún así Selena estaba experimentando muchas cosas mientras vivía ese momento tan soñado, muchas situaciones que nunca había vivido. Por eso vemos a Selena tan hiperactiva y con tantas ganas de hacer todo al mismo tiempo. Y no siempre pensaba lo mismo. Ella iba cambiando según la marcha de las cosas, el correr de los acontecimientos. En pleno auge y locura de la gente por Selena, ella había echado a rodar el mayor de los sueños que fue crear Selena Etc. y diseñar su propia línea de ropa. En esa época ella quería que su éxito musical le permitiera hacer todo lo que había postergado por años. Como si fuera una premonición, Selena actuaba como si le quedara poco tiempo, como si no tuviera tanto margen como para hacer todo lo que quería. Pero en ese 1994 Selena había echado las bases para empezar a actuar de acuerdo con su visión de las cosas, sus perspectivas, sus objetivos. En aquel año todo era actuar y hacer marchar su negocio de diseño de ropa, abrir otras sucursales de Selena Etc., pensar en abrir su negocio en diversas ciudades de México, sacar su propio perfume con el nombre de sus temas más populares, además de encantar a su gente con su música y sus conciertos. Más que nunca Selena hizo todo lo que se propuso para poder saber cuáles eran sus prioridades en el futuro. Hasta allí Selena había sido todo vértigo. Sólo pensaba en sus conciertos y en su trabajo de moda. Si se le preguntaba en aquel momento a Selena cuándo agrandaría su familia ella decía que aún no, que era tiempo de sacar todo lo que tenía en mente, todo lo que quería hacer, pero no aún tiempo de tener niños. Pero luego vino 1995 y como en todo año que se comienza hay un período de reflexión y en pensar en nuevos proyectos. Selena sabía lo que se venía, con todas las obligaciones que se le presentaban: el disco en inglés, las giras en Estados Unidos con ese disco, y las giras por Latinoamérica con sus éxitos en español. También vendría la apertura de los locales de Selena Etc. en Monterrey y México DF. También sabía que era un año muy importante para la banda, como lo manifestara luego en el programa “Padrísimo”. Pero tal vez por ello Selena debió haber pensado que era mejor parar un poco, que debía más pensar en su propia familia, en Chris y en su sueño de habitar su nueva casa, que lo tenía algo postergado. Tal vez pensó que era momento de establecer sus propias prioridades, sus propias ideas, sus propios objetivos. Tal vez pensó en rodearse de otra gente y de trazarse nuevos proyectos. Y allí debió haber pensado que era mejor tener un hijo en ese momento. Eso le daría más tiempo para hacer sus tareas artísticas cimentando su vida personal. Tal vez Selena estaba deseosa de salir de muchos apuros, de obligaciones, de imposiciones. Y tal vez Selena no quería que influyeran tanto los demás en sus decisiones. Es posible que Selena haya sido perturbada en esa necesidad de paz por esa pelea entre la asesina y el padre de Selena, y buscó desesperadamente destrabar el conflicto, como lo hizo con su padre cuando decidió casarse en secreto con Chris. Su deseo de paz y de tranquilidad no le hizo ver el peligro. Tal vez por eso se apresuró al ir más de una vez a ese motel con el objeto de pasar a un segundo plano la cuestión con esa mujer. Tal vez pensando en lo que quería hacer con su vida no vio lo que otros querían hacer con la suya impidiendo cumplir con lo que más anhelaba en ese momento. Y allí quedó Selena aquel absurdo y lluvioso 31 de marzo. Sola, desamparada, descuidada, a merced de una mujer que todo había planificado para destruir lo que supuestamente “amaba”…


Siempre pensé, entre las tantas cosas posibles que hubiesen cambiado esa absurda suerte, que si Selena hubiese obtenido aquel Grammy en 1995, como lo había logrado en 1994, ese nefasto 31 de marzo no hubiese existido. Tal vez hubiese sido lo mejor que le podía pasar, más allá de lo que deseaba hacer Selena en aquel momento. Si ese Grammy se hubiese logrado, los medios de comunicación hubiesen estado más encima de ella en marzo de 1995, muchos productores se habrían adelantado a ofrecerle nuevos proyectos y el disco en inglés no se hubiese demorado más. Y esa mujer no habría tenido manera de manipular más ni a Selena ni a su familia. Tal vez Selena hubiese postergado algunas cosas pero hoy estaría entre nosotros. Y lo postergado se efectuaría de todos modos. Y eso era lo más importante. Lo único importante. La vida de Selena estaba por encima de todo ... Sus sueños, sus anhelos, sus expectativas, sus deseos de superarse, sus ganas de vivir ... Eso era lo más valioso. Y eso fue lo que se perdió. Tal vez a la hora de recordar a Selena y para explicar lo que sucedió aquel absurdo día haya que tener en cuenta eso, y no perderse tanto en grandes explicaciones que no se condicen con lo que era Selena como artista y como persona. Tal vez sólo se trate de ponerse en su piel para entender todo lo que pasó, todo lo que a ella le sucedió sin que nadie nunca lo pueda explicar en su totalidad…


Tal vez sea la única forma de entender lo que le pasó aquel día, entendiendo primero lo que era Selena y todo lo que le sucedía en aquel momento, sobre todo comprendiendo y sintiendo sus más puros sentimientos…


Por eso estoy aquí, Selena, para que, a través de mi recuerdo, pueda tributarte y resaltar no sólo por lo que fuiste como artista y por lo que podrías haber logrado. Yo estoy aquí para que todo lo que fuiste como persona, lo que sentiste, lo que soñaste, lo que anhelaste, tus ganas de vivir y tus deseos de amar sean tu mejor legado, tu mayor virtud. Si algún día lo logro, sabré que logré recordarte como querías, que era recordarte y tributarte con Amor…


Te quiere, te extraña, te busca todos los días…


Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)