Aquí sólo importa nuestro amor

31 de enero de 2012





Esa imagen que tanto me inquieta, Selena…


Ernestina era miembro del equipo de marketing de una importante agencia de publicidad que trabajaba para Shampoo Agree. En los últimos meses de 1994 y primeros de 1995 vivió tremendamente ocupada por el “tema Selena”. Los dueños del producto habían decidido que Selena fuera la figura de su producto desde hacía un buen tiempo, ya había hecho publicidades e infinidad de campañas con su figura, pero esta vez habían decidido ir más lejos. Advirtiendo que Selena se hacía cada vez más popular decidieron que Selena tuviera en su nueva campaña una figura más moderna, que abarcara a todo el mercado no sólo latino sino anglosajón y hasta europeo. A alguien se le había ocurrido que Selena debía tener otra figura, distinta, más exultante, como una estrella mundial que luce para el gusto de todos los consumidores del producto … y más también. Ernestina escuchaba cómo aquellos gerentes de marketing, aquellos gurús y estudiosos de las nuevas “tendencias” del mercado sugerían que Selena abandonara su exultante figura morocha de pelo largo lacio y flequillo. “Es muy vulgar. Ya muchas tienen esa figura. Aparte ya hay otras artistas que la imitan. Selena tiene que lucir diferente. A mí me parece que debería marcar nuevas tendencias … Estuve fijándome que Selena alguna vez lució rubia. ¿Por qué no la mostramos así de nuevo? No digo igual. Tal vez un rubio más tenue, más moderno, más de una mujer joven que luce más adulta y no como una ‘teenager’. ¿Qué les parece la idea?”, les dijo el Gerente General de Marketing al equipo que estaba a su cargo. Obviamente que a todos les pareció una espectacular idea y la aceptaron sin objeción alguna. Ernestina iba a hacer un comentario, pero se quedó con el dedo alzado y la boca abierta congelada por un largo rato. Ella iba a objetar sobre si había necesidad de ese cambio, siendo que era más que probable que Selena nunca tendría esa figura y que la gente apreciaría más que apareciera como siempre, por lo que sólo habría que hacer una linda sesión de fotos con Selena mejor producida y nada más. Pero se quedó con la palabra atragantada. Se sintió intimidada por gente que mostraba tanta “sabiduría” y tanto conocimiento de lo que era el “negocio” y, por ende, que sabía cómo era mejor “vender” la imagen de Selena. Era curioso. Ernestina veía que esa gente supuestamente se mostraba tan solícita a escuchar “sugerencias” pero a la hora de esperar propuestas “superadoras” no se la veía con ganas de oír otras opiniones, sino más bien que aceptaran sin chistar las brillantes ideas que se le había ocurrido. Ernestina tenía una ligera ventaja respecto de sus compañeros de trabajo. Ella conocía bien a Selena. Sabía cómo era, sabía quién era, a diferencia de los otros a quienes se les ocurrían tan brillantes ideas. Ernestina no dudaba de que luciría linda de la manera en la que sugerían, pero a ella no le parecería tan natural, tan “ella”. La gente la quería como era en todo sentido. Para Ernestina, Selena era tan encantadora, tan talentosa, tan servicial, tan carismática, que no dudaba en saber que la gente la quería tal cual era y tal como ella se mostraba. Para Ernestina era inútil ese trabajo de “transformación”, de “modernización”. Tal vez serviría para otra gente a quien no conocía a Selena, pero para los demás para nada tendría sentido esto, pues sólo había que consolidar el mercado que Selena había conquistado y para ello no había que hacer ninguna transformación. Y era cierto que Selena alguna vez lució rubia con pelo largo y enrulado. También lució con el pelo negro y corto. También lo lució enrulado, castaño y corto. Había pasado por todas las figuras en poco tiempo, pero ella desde hacía unos dos años consolidó su figura al mismo tiempo que descollaba en Monterrey y desatara la locura en el público latino de Estados Unidos como en todo México y Centroamérica. Ese pelo largo, negro con flequillo o levemente tirado hacia un costado era marca registrada en Selena. Ernestina era texana. Ella sabía muy bien lo que significaba Selena para todos los de “la raza”. Sus superiores no lo eran y pensaban que podían tomar a Selena como una figura más, que debía ser “modernizada” para ser aceptada por todo el mundo. “Estos tipos no saben nada de lo que significa Selena. Si ellos supieran que Selena es lo que es por ella misma no se les ocurriría transformar nada. Se limitarían a seguir el camino que ella marcó y listo. Si supieran quién es Selena y que ella es la artífice de su triunfo le preguntarían a Selena lo que hay que hacer con ella. Pero conociendo a Selena seguro que se limitaría a hacer lo que le piden aunque ella tenga mejores ideas, aunque ella sepa cuál es su mejor figura y la que todos aceptan”. Ernestina se reía de sólo pensarlo. Escuchaba a esa gente hablar de la figura de Selena y se decía qué sabrían ellos. Ernestina sabía hasta el detalle de que abandonó la figura de pelo largo y rubio pues un día se le quemó el pelo, y tuvo que recortárselo todo y usarlo tan cortito y con su color natural para recuperarlo. Sabía que justo eso le ocurrió poco después de firmar para Emi Latin y en el apuro para sacar una foto para el primer disco de Selena para la disquera tuvieron que improvisarle un peinado con un pañuelo. Y aun así lucía tan linda … y nadie se había dado cuenta. Ernestina hasta sabía que nunca Selena pudo recuperar el volumen de pelo que tenía y muchas veces reparaba ese problema con pelucas o postizos. Pero aun así, Ernestina se asombraba de la voluntad de Selena para superar todo, pues se las ingenió con esfuerzo para recuperar buena parte del pelo dañado, y lucirlo bello y original como siempre ... Por eso tenía ganas de decirles a todos ellos que hablaban con ligereza de Selena si sabían que ella tenía su propia boutique y salón de belleza, si sabían el recorrido de Selena para llegar a ser lo que era en ese momento. ¿Pero cómo lo iba a decir? Ella era una “aprendiz”, ella debía copiar el ejemplo de sus “maestros”; ellos “sabían explotar” la figura que les pidió su jefe que difundieran para su próxima campaña publicitaria. Llegó a escuchar con estupor comentarios del estilo de: “Hoy ya no alcanza con vender la figura tal cual es. La importancia de los medios de comunicación es fundamental. A veces es bueno inventar rivalidades, peleas, reconciliaciones, amistades, romances. Eso al público le gusta. Siempre saber el ‘detrás de la escena’ de los artistas vende más. Y si el artista tiene poco que decir, ¿qué mejor que hablar por él, que inventar historias? Por allí Selena necesitaría algo así, ¿no creen?”. Ernestina escuchó a uno de sus pares decirlo como al pasar, fuera de programa, como para ver si algún superior lo escuchaba y lo promocionaba encomendándole la tarea. A ella le provocó indignación pues pensó que cuando tuvieron oportunidad de hablar no lo hicieron, y encima se permitían “construir” una nueva imagen de Selena que distaba muchísimo de la real. Y no contentos con ello, alguien decía allí que había que generar polémicas en torno de su figura. “¡¡Cómo se ve que no la conocen!!”, se decía Ernestina, por lo que no pudo tolerar semejante insensatez y encaró al joven entusiasta: “¿Pero qué te piensas que es Selena? ¿Tú piensas que toleraría en el nombre de la fama prestarse a la falsedad y a la mentira? Si tuvieras una mínima idea de lo que significa Selena para tanta gente no te atreverías a proponer semejante cosa … Selena no inventó un personaje, no construyó su fama a base de engaños y de especulaciones. ¿Acaso sabes que hace poco protagonizó una novela y que rechazó ofertas de otras que la intentaban mostrar de un modo diferente del que es ella? ¿Tú sabes que el padre es su manager y que si escucha tus “sugerencias” te echaría a patadas? Si tienes tan claro qué hacer con Selena, ¡¡anda, ve y diles lo que quieres hacer con ella!! Diles que se ponga a hablar mal de alguien, diles que le diga a la prensa que tal colega es su amiga y que tal otra su enemiga. Diles que invente declaraciones, que se ponga ‘de novia’ con el cantante de moda del momento para pegarse a su éxito y sacar rédito de ello asegurándose de que todos hablen de ella, pero no por su música ni por sus actuaciones, sino por sus ‘convenientes relaciones’. Pero eso sí: antes de hacerlo asegúrate de saber cuál es su condición civil, pues ella es casada. ¡¡Así que si vas a inventarle novios también invéntale separaciones!!”. El joven se sintió intimidado por Ernestina, pero estaba en un grupo de varones, por lo que sintió que si se dejaba apurar por aquella mujer, su tonta idea de lo que es la masculinidad se vería seriamente desdibujada. Por ello, con mirada de desdén, y con intento de insultarla y menospreciarla, le dijo: “Mujeres, mujeres … Cada tanto tienen una figura y ya la tienen que defender…”. Él y sus amigos alcahuetes comenzaron a reírse de ella. “De mí dime cualquier cosa, pero de Selena no”, le dijo Ernestina y sin darle oportunidad de nada le dio una terrible bofetada. El joven tonto quiso reaccionar, pero enseguida se interpuso el Gerente General. “¡¡Tú, vete de aquí inmediatamente!!”, le dijo al joven indignado, que se enfureció aun más con la sonrisa socarrona de Ernestina. Tuvieron que sacarlo cinco de sus amigos a la rastra. “¡¡Y tú, ven conmigo!!”, le dijo a Ernestina. Salieron de la sala de conferencias y Javier, el Gerente General, no paraba de retarla delante de todos por ese comportamiento. Lo hacía con énfasis, pero paternalmente, como mostrándose consternado por semejante escena que vio. Caminaron hasta que se alejaron lo suficiente de todos los asistentes. Ya en la calle, Javier llegó a un bar y le dijo cortésmente que la acompañara con un café bien cargado que necesitaba tomar para pasar el mal momento. Como Ernestina dudó de las intenciones de Javier, éste le dijo: “Yo admiro a las mujeres con carácter. Hiciste muy bien recién. Esas personas no trabajarán más conmigo. Porque, aunque no lo creas, yo conozco a Selena. Y desde ya que puedes pegarme una buena bofetada si me lo merezco. Yo sólo lo aceptaré. ¿Me das el placer de acompañarme sólo por un momentito?”, le dijo Javier, mientras abría la puerta de entrada al bar e invitaba cortésmente con un gesto a que Ernestina entrara. Ella sonrió y entró. Una vez sentados en una mesa, Javier le dijo: “Podría decirte que advertí tu acento texano y entendí el porqué de tu reacción. Podría decirte que viendo semejante arenga y reacción en defensa de Selena sé que sabes mucho de ella y de lo que significa. Yo sólo quiero que mañana vengas al estudio en el que se le harán las primeras sesiones de fotos de Selena en las que además se le efectuará la primera de una serie de entrevistas promocionales. Por ahora sólo quiero que observes todo y me digas lo que piensas, lo que sientes, lo que te llama la atención, lo que te gusta y lo que no. Quiero saber tu opinión…”. “¿Y para qué la quieres? Si ya sabes lo que pienso de todo esto...”, le dijo secamente Ernestina. “No. Yo sólo sé lo que le dijiste a ese patán. Al menos dime lo que no dijiste en el auditorio. No me creas tonto. Vi tu mano a medio alzar y tu boca entreabierta. No sé por qué no dijiste nada sobre mi propuesta…”, le dijo Javier. “Pues me pareció inútil cuando vi que todos aplaudían tu idea y que nadie quería hacer ninguna observación. Me pareció una farsa, un buen montaje para que todos legitimaran tu gran idea…”, le dijo provocadoramente Ernestina. “Pues te equivocas. Al menos cerciórate de ello dándome tu opinión. Recuerda esto: siempre di lo que piensas; siempre discute lo que no te parece correcto. Lo peor que te puede pasar es que te digan que no o que desoigan tus palabras. Pero peor es no decir nada y quedarte con la duda. ¿Qué lograste no diciendo nada? Sólo desahogándote con ese pobre infeliz. No creas que todos somos tan tontos. La gente, si quiere ser grande de verdad, se rodea de otra que piensa y dice lo que siente. Los mediocres se rodean de aduladores y de gente que sólo dicen lo que ellos quieren escuchar. Yo sólo quiero hacer bien mi trabajo. Por eso necesito de gente inteligente y mejor que yo que me diga si hago bien las cosas. Yo luego decido”, le explicó claramente Javier. “Bueno, lo que pasa es que yo pienso que deberías…”, alcanzó a decirle Ernestina. “No, ya es tarde. Tarde en horario. Tarde para decirlo. Tuviste tu oportunidad antes y públicamente. Ahora no sería honesto de mi parte escucharte, porque los demás deberían saberlo al mismo tiempo que yo. No me digas nada ahora…”, le dijo tajantemente Javier. “¿Y entonces para qué quieres que vaya mañana?”, le dijo al borde del enojo Ernestina. “Para decirme lo que piensas. Para ver qué te parece lo que estamos haciendo. Para que me digas cómo ves a Selena…”, insistió Javier. “¿Y por qué yo?”, insistió Ernestina. “Ya te dije. Yo no quiero aduladores. Yo quiero gente inteligente que critique mi trabajo”, le dijo Javier y se incorporó dando por terminada la conversación. Luego llamó un taxi y le dijo que llevara a la joven a su casa pagándole por adelantado. Cuando Ernestina ya se iba alcanzó a ver a Javier que la saludaba con la mano y le decía con una sonrisa: “¡¡Nos vemos mañana!!”. Ernestina vivió todo el viaje con una sonrisa en la boca. Se sentía Cenicienta pero no sabía por qué. Ya vería mañana cuando viera a su amada Selena…
Ernestina llegó al otro día al estudio en el que estaría Selena sacándose fotos y dando sus primeras entrevistas. Al principio la hicieron esperar pues la encargada de admisión no tenía la autorización de Javier. Pero la mujer la tranquilizó: “De todos modos, no te has perdido nada. Selena aún no ha llegado y los encargados de traerla están con ella. Eso sí, hay un mundanal de gente esperándola en el estudio”. Ernestina, con el permiso de la encargada, espió por la puerta de entrada al estudio y quedó fascinada por lo que había allí: centenares de técnicos, fotógrafos, ayudantes, camarógrafos, periodistas e infinidad de invitados y colados estaban preparados para recibir a la estrella del día. Ernestina estaba tratando de contar la cantidad de gente que había allí hasta que fue sorprendida por un ejército de agentes comandados por el mismísimo Javier. Ernestina se apartó rápidamente de la puerta y vio que Javier se dirigía directamente a ella sin perder el paso, al mismo tiempo que con el dedo índice de su mano derecha señalaba a Ernestina mirándola a la encargada y con el pulgar en alto le indicaba que estaba todo bien. “Entra luego de que entremos todos nosotros. Te ruego que observes bien lo que encuentras en el día y luego me cuentas. ¿Entendido?”, le dijo Javier mientras miraba a Ernestina e ingresaba al lugar. Ella asintió con la mirada y vio cómo un centenar de personas ingresaba con él. No terminaba de asombrarse de semejante despliegue de personal cuando casi sin darse cuenta observó cómo entre todos ellos entraba Selena a las corridas seguida de su padre y de José Behar, presidente de Emi Latin. Casi no la reconoció al verla con el cabello rubio y levemente enrulado. También la vio con una bonita chaqueta amarilla y pantalón oscuro. Ernestina no pudo evitar su alegría de ver a su amada Selena allí y le gritó: “¡¡Selena!! ¡¡Selena!! ¡¡Qué alegría de verte aquí!! ¡¡Bienvenida!!”. Ernestina se lo dijo con la sola intención de que Selena escuchara un mensaje de cariño entre la locura de esa gente llevándola de un lado a otro. Pero para asombro de Ernestina, Selena se dio vuelta y alcanzó a devolverle el saludo diciéndole: “¡¡Gracias!! ¡¡Gracias!! ¡¡El gusto es mío!!”. Y cuando ya Selena ingresaba por la puerta principal vio que ella la miraba y se sonreía mientras levantaba el dedo pulgar de su mano derecha. Ernestina se emocionó mas no se sorprendió. Selena era de esas artistas que se preocupaba por sus admiradores y de agradecer cada muestra de cariño. Le apenaba verla llevada de esa manera pero le alegraba que ya todos la consideraban como una artista muy importante ... Pero no había caso: a Ernestina no le convencía ese peinado y, por extensión, esa imagen de Selena. Le parecía alejada, extraña, que no condecía con la imagen que todos tenían de ella. Pero en ese contexto de locura, parecía lógica esa “nueva” imagen de Selena, más cerca de la gran estrella internacional que representaba esa joven texana con grandes sueños, increíbles promesas y enormes chances de triunfar. Cuando finalmente Ernestina pudo entrar vio a toda esa ingeniería de gente funcionando por y para Selena, pero para sorpresa de todos los organizadores, todos los presentes que estaban trabajando para lo que estaba pautado no pudieron evitar abalanzarse sobre Selena y darle sus saludos, sus agradecimientos, pedirle autógrafos, rogarle una foto con ella. Ernestina pudo apreciar cómo gente llamaba a sus casas para decirles a sus parientes que habían visto a Selena, que tenían una foto de ella, que la habían saludado, que le habían dejado salutaciones de ellos. Todo lo pensado por Javier se demoró poco más de una hora, pues por supuesto Selena se detuvo para atender a todos sus admiradores y no siguió hasta que hubo satisfecho la necesidad de cada uno de ellos. Javier no dejaba de mirar asombrado todo lo que estaba pasando, mas no atinó a nada, máxime pues Selena misma le había pedido que esperara un ratito, pues “a esta gente yo le debo todo”. Ernestina pasó por delante de Javier y con aire socarrón le dijo: “¿Ahora te das cuenta de lo que significa Selena, no?”. Él la miró, se sonrió y le dijo sin dejar de perder su compostura: “¡¡Vamos, Ernestina!! No dejes de mirar y de hacer lo que te pedí. No te distraigas con tonterías. ¡¡Vamos!!”. Ella lo miró, se sonrió y durante varios minutos vio la escena repetida de Selena sonriendo, de Selena contestando, de Selena preguntando, de Selena sentada recibiendo a esa fila incesante de gente dando toda clase de muestras de cariño. Ernestina quería acercarse para sumarse a aquella gente pero optó por quedarse. Quiso primero cumplir con el pedido de Javier. Prefería cerciorarse si acaso podía ver a Selena más tarde, cuando tuviera más tiempo y estuviera con la ocasión más propicia para decirle lo que le quería decir en ese momento. En realidad, podría haberlo hecho en ese momento, pero Ernestina tenía terror de decirle algo impropio, de no decirle correctamente todo lo que le quería decir, que era mucho y profundo. No podía simplemente pasar para decirle que la quería o para pedirle un autógrafo. Ernestina sentía un terrible impulso por decirle todo lo que sentía, llegarle al corazón, hablarle como si fuera su mejor amiga, su hermana, su madre, su hija. Selena generaba un halo alrededor suyo que le hacía sentir a Ernestina que no podía sólo mostrarle admiración. Ernestina quería aconsejarle, decirle, expresar sus más profundos sentimientos, decirle lo que significaba para ella y para toda la comunidad. Por eso Ernestina se quedó allí, quería en ese momento ser una simple espectadora que ratificara eso que ella sentía para poder decírselo después ... Luego de que aquella linda expresión y demostración de un pueblo hacia Selena había acabado, ella ingresó a otro salón custodiado por expertos, y comenzó la maratónica sesión de fotos y entrevistas. Ernestina no podía creer la buena predisposición de Selena a todo lo que se le pedía. Cada tanto hablaba con su padre, quien le daba algunos consejos, y con una mujer extraña, a quien Ernestina no conocía, pero que después supo que era la presidenta de su club de fans. De ella le llamó la atención de que a cada rato le decía lo bonita que estaba con esa nueva imagen, con ese nuevo atuendo y en esa hermosa presentación. Por momentos le parecía una mujer frenética, pero esa sensación se le pasaba cuando Selena retomaba la sesión de fotos o la entrevista, pues allí esa mujer se transformaba en una mujer “normal y servicial”, como si el encendido de las cámaras, y la vuelta de los periodistas y de los fotógrafos la volviera a la “realidad”, la volviera más “normal”. Ernestina se quedó pensando un largo rato en ese detalle hasta que vio a Selena hablar en la entrevista. Ella se detuvo no tanto en la buena predisposición que tenía Selena para contestar cada pregunta, que no le llamaba la atención pues eso era muy normal en ella, sino en todas las cosas que Selena decía y en todas las obras que ella hacía. Ernestina notó a una Selena sencilla que simplemente gozaba de un hermoso presente pero que distaba mucho de ser el ideal pues había mucho que cumplir aún. Veía a una Selena entusiasta con su presente musical, hablar de lo que significaba para ella y para el grupo tener el soñado éxito con su disco en inglés, de sus futuras giras por toda Sudamérica, de lo que representaba para ella que por primera vez la música texana era considerada seriamente en México y en Centroamérica, de su misión y responsabilidad de ser la cara visible para el programa de vuelta de los niños al colegio, de ser también la imagen del programa para evitar que siga la violencia contra las mujeres, de no parar hasta que se cumplan todos los objetivos por lo que tanto se luchó desde que ella tenía 8 años, de su sueño de ser diseñadora, de lo que esperaba de su nueva empresa “Selena Etc.”, de lo inquieta que era, de que sabía que era muy joven y de que tenía mucho tiempo para hacer todo lo que había soñado para sí y para los demás, de que dejaría para adelante sus sueños de agrandar su familia, y de los grandes sueños de vivir gozando de lo que había logrado, de que esto que vivía ahora recién era el comienzo, de que en la actualidad lo único que esperaba era estar tranquila y preparada para el gran desafío que tenía por delante y por el que tanto esperó tener su oportunidad … Ernestina la escuchaba y por alguna razón que no se podía explicar se tenía que apartar y ponerse a llorar sin parar. No sabía por qué, pero el escuchar a Selena relatar tan entusiastamente sobre su vida, sobre sus sueños, sobre lo vivido, sobre los sacrificios que tuvo que hacer para llegar a ser lo que es y sobre todo lo que tenía planeado realizar le hacían sentir una profunda angustia, como si pensara que nunca tendría tiempo para todo, que detrás de esa mujer de amplia sonrisa había una persona que había sufrido mucho y que seguía teniendo mucho miedo, miedo al que superaba riendo continuamente y haciendo cosas, muchas cosas, cosas que la hicieran ocupar su mente, cosas que la hicieran sentir feliz, por lo que así ella siempre podría superar cuanto obstáculo se le presentara en vida…
Cuando todo terminó Selena se encontró con más gente que se le acercaba con diferentes pedidos, con innumerables peticiones. Se le habían acercado periodistas que le hacían preguntas por su disco en inglés, por sus proyectos de “Selena Etc.”, para que los saludara o les diera más y más autógrafos. Selena decía que tenía pensado trabajar con su hermano en el nuevo proyecto y entre los dos hacer nuevos temas, decía que soñaba con que en el futuro querría que todas las mujeres lucieran sus diseños y que el mundo fuera feliz con sus canciones. A veces había gente que confundía esa buena predisposición de Selena con ingenuidad, cosa que Selena no tenía en absoluto. En un momento alguien le pidió que saludara a una cámara repitiendo el nombre de una organización que no se sabía qué era ni qué hacía. Selena estuvo a punto de saludar, pero rápidamente dio cuenta del asunto y le preguntó al señor que le pedía el saludo en qué consistía la organización que pretendía que ella saludara. En cuanto vio que el hombre dubitaba, Selena pasó a asentir pero dedicándose a seguir firmando autógrafos. Como Ernestina temió que el hombre insistiera y pusiera a Selena en una incómoda situación, se adelantó, se dirigió a Selena y le dijo: “¿Me podrías firmar un autógrafo además de dejarme hacerte una preguntita?”. Selena se sorprendió por la aparición repentina de Ernestina y sonrió en señal de agradecimiento. Luego la observó bien y le dijo: “Tú eres la que me saludó en la entrada, ¿verdad? ¡¡Claro que sí!! ¡¡Te agradezco tus palabras!! ¿Cómo te llamas?”, le dijo Selena mientras tomaba el papel y extendía su mano a modo de saludo. Ernestina se quedó con la boca abierta. No podía creer que Selena se acordara de ella luego de ver a tantos admiradores en pocas horas: “Me llamo Ernestina. No puedo creer que te acuerdes de mí … ¿Cómo puedes…”... “Deberías saber que hace mucho que estoy en el negocio de la música a pesar de ser tan joven. Ya estoy acostumbrada … ¡¡Y espero seguirlo estando porque adoro que me quieran tanto!!”, dijo Selena, y echó una de sus estruendosas y graciosas risotadas. Y aclaró: “No me tomes en serio. Es broma. Es pura broma. La verdad que me llamó la atención tu bienvenida en medio de gente tan preocupada por mi seguridad. ¿Tú crees que debo estar tan protegida? Yo creo que no. Tan importante aún no soy…” ... “No creas, Selena, no creas. Tú eres mucho más importante de lo que crees. Y sí, yo creo que debes cuidarte. No del público. Ellos te quieren mucho … Nosotros te queremos mucho. Pero uno nunca sabe. Siempre pasan cosas. Y tú estás en el momento del despegue mundial. No sea que…”, le dijo Ernestina sin saber por qué le decía esas cosas, como si supiera y tuviera la seguridad de que a Selena le podría pasar algo. Incluso se le pasó por la cabeza la imagen de John Lennon, pero eso la aterró y no se lo quiso decir a Selena … “No sea que me pase algo … ¿Eso me quieres decir? Tienes razón. Lo tendré en cuenta”, le dijo Selena. Ernestina respiró aliviada, sobre todo pues pensó que Selena iba a esperar su respuesta a la pregunta “¿Eso me quieres decir?”. Enseguida Selena le preguntó: “Pero tú me dijiste que me querías decir algo. ¡¡Vamos!! ¡¡Dímelo mientras firmo tu autógrafo!!”. Selena le sonrió y esperó que Ernestina le dijera lo que le estaba pasando, acaso como sabiendo lo que le iba a decir …
Ernestina tomó impulso y largó la pregunta antes de que titubeara y se arrepintiera: “¿Sabes, Selena? Yo trabajo en la agencia de publicidad que se encarga de la nueva campaña de Shampoo Agree. Mi jefe es Javier. Creo que ya lo conoces. Estuvimos en varias reuniones delineando las políticas a encarar sobre tu imagen, sobre cómo deberías encarar al público, de qué modo presentarte, qué deberías decirle no sólo al público latino de Estados Unidos y de México, sino de toda Latinoamérica. En general a todos les pareció bien tu nueva imagen, así como estás, rubia y más moderna, más accesible y convencional para todo público … ¿Pero sabes? ¡¡Y no te ofendas!! A mí no me pareció una buena idea. De hecho estoy aquí por eso, pues mi jefe quiere que vea esta campaña y le pase mi informe. Me pelee con algunos compañeros de trabajo. ¡¡Casi me linchan!! Es que yo creo que hubiese sido mejor que te mostrases como siempre, como en los últimos tres años, con tu pelo oscuro, largo, preferentemente con flequillo … Sé que la imagen no es todo, pero sabes, Selena, que la gente te adora por lo que eres y eso lo asocian con tu imagen. Sé que puedes aparecer de cualquier modo y a la gente le parecerá bien, pero … la gente te ha visto en los últimos años de una misma manera, te ha visto triunfar con esa misma imagen, te ha visto madurar de ese modo. Después de tu incidente con tu pelo en el que te lo dejaste muy cortito te lo dejaste crecer y con él te hiciste masiva y popular … No estoy diciendo, claro está, que el pelo te hizo triunfar, sino que mucha gente comenzó a conocerte en esa época y los que ya te conocían comenzaron a quererte definitivamente cuando pasaste a la adultez y todos fueron éxitos para ti. La gente que se acercó a ti te ha visto de ese modo y tú te acercaste con ese aspecto … Como sea, lo que quiero decirte que esta imagen con la que te muestras ahora ante el público no lo ha visto nadie en un escenario, en un evento, en un reportaje convencional. Entiendo la política de la firma, pero yo hubiese explotado la imagen que tienes todos los días entre nosotros. ¡¡Sólo había que ponerte más linda con tu pelo con tu imagen habitual y listo!! No vi la necesidad de tantas reuniones de marketing ni había necesidad de hacer un estudio de mercado. Sólo había que mostrarte tal cual nos recibirías en tu estudio de grabación, en tu casa, en tu boutique ... Espero que no te ofendas. No quiero decirte que no me gusta cómo estás ahora. Sólo quería decirte que…” … “que no te parezco linda ni te gusta cómo estoy. ¡¡Sí!! ¡¡Lo entendí muy bien!! ¡¡Gracias!!”, la interrumpió Selena, quien la miró fijo y echó enseguida una gran carcajada. “¡¡No te preocupes, Ernestina!! Es un chiste … Un mal chiste … Mira … Entiendo perfectamente lo que me dices y tal vez tengas mucha razón. Seguramente si yo hubiese estado a cargo de la publicidad es más que probable que hubiese hecho lo mismo … Pero desde niña aprendí a que cada uno cumple una función y lo que decida cada uno es respetado. Mi padre es el manager del grupo, mi hermano es el productor de mi música … Cada uno sabe lo que tiene que hacer y los demás acatamos lo decidido. Sabemos que todos buscamos lo mejor. Aquí firmamos un contrato con Agree y nosotros acatamos sus decisiones. Si sale bien todos saldremos beneficiados ... Te entiendo, Ernestina ... No tienes por qué angustiarte. Haces muy bien en decirme lo que piensas con honestidad. Nosotros hacemos lo mismo en familia. Nosotros también discutimos las decisiones, cada uno aporta lo suyo para el bien del grupo, pero una vez que dijimos todo lo que había que decir dejamos en el encargado de cada asunto decidir lo más adecuado. Si nos conoces bien sabes que nos manejamos con la verdad, con honestidad y con humildad. A veces por allí algunos creen que somos ingenuos. Habrás visto cómo encaré el tema de la persona que quería que saludara a alguien que yo desconocía, ¿verdad? Por eso tranquila, Ernestina. Valoro tu franqueza, pero hoy estamos en manos de lo decidido por Javier. Ya verás. Todo va a salir bien. Y no te preocupes. Esto es temporario. ¡¡Volveré a ser la morocha flequilluda de siempre!! Igual sabes que me gusta cambiar de peinado cada tanto” ... Selena le sonrió tiernamente a Ernestina, apoyó su mano sobre la suya y le hizo un gesto como esperando contar con su aprobación. Ernestina asintió con un gesto mirando para abajo y Selena le dijo: “¡¡Vamos!! ¡¡No dramatices!! Y aquí tienes tu autógrafo, ¡¡que lo hice mientras me hablabas, me hablabas y me hablabas!!”. Selena no pudo evitar echar otra de sus carcajadas y luego de disculparse otra vez por sus risotadas y por sus chistes, le extendió el papel esperando que Ernestina leyera su contenido. Ella lo leyó: “The most valuable thing in life is to go with the truth, to be honest and responsible. With those principles, success is ensured. Love. Selena. January 1995”. Ernestina se emocionó con semejantes palabras y sólo pudo levantarse para abrazar a Selena y ponerse a llorar sin saber, una vez más, por qué lo hacía. Ernestina no sabía por qué, pero siempre le venía el miedo, casi terror, de que Selena no podría hacer todo eso que tanto soñaba y menos aun con esos medios. Selena le parecía demasiado buena y honesta para este mundo cruel. Ernestina lo podía corroborar con la crueldad con la que se mueve tanta gente, con gente como la que casi ella se agarra a golpes de puño … por defender a Selena … “¡¡Oye, oye, oye!! No te pongas así. ¡¡No es para tanto!! Supuse que eso te alegraría … ¡¡No es para llorar!!”, le dijo Selena mientras se despegaba de ella mientras Ernestina podía intuir nuevamente en esa tierna mirada de Selena que ella sabía todo, que ella entendía perfectamente los más profundos sentimientos de ella y que los compartía plenamente ... Ernestina advirtió que a su alrededor había un mundanal de gente esperando a Selena para compartir aunque sea un minutito con ella, por lo que le dijo con un gesto que ya debía irse, y Selena lo entendió con un gesto mezcla de alegría y de resignación. Ernestina se fue alejando de la escena y no podía dejar de sentir una enorme admiración por esa mujer que era el talento, la bondad, la alegría, la voluntad y el ejemplo mismos. Ernestina sentía que no había visto nada igual y eso mismo la hacía temer. “¿Qué haría yo sin ella? ¿Qué haría tanta gente sin Selena? Ella es el futuro y la esperanza. Si alguna vez ella se nos fuera, ¿qué seríamos sin Selena?”, pensaba una y otra vez Ernestina sin saber por qué le asaltaban esos pensamientos, sin saber qué era lo que realmente temía, por qué estaba tan obsesionada por la imagen que iba a dejarle Selena a toda la humanidad … De pronto apareció Javier con una enorme sonrisa y gran entusiasmo. “¿Y? ¿Qué te pareció todo? ¡¡No me digas que no resultó fabuloso lo que hemos hecho con Selena!! Vi que estabas hablando con ella. ¿Acaso no te convenció? ¿Acaso no has concluido que finalmente lo que hicimos resultó ser una gran idea? Ahora nos quedan dos largos meses de trabajo de posproducción. Tal vez tengamos que ajustar muchas cosas antes de presentarlo a nuestro cliente de Agree. ¡¡Se nos viene un trabajo tremendo, Ernestina!! Espero contar contigo…”, le terminó de decir. Ernestina asintió en silencio y se resignó a hacer su trabajo, sin estar muy convencida, sin poder sacarse esa angustia de encima que no sabía por qué se le había instalado y no se la podía sacar de su mente, ni siquiera con todo lo que le había dicho Selena…
Efectivamente fueron dos meses duros, muy duros. Javier era muy obsesivo y no quería darle el trabajo terminado al presidente de Agree hasta él verlo hecho en forma perfecta. Hizo miles de muestras fotográficas, compaginó las fotos y los mejores momentos de la entrevista a Selena. Incluso hizo que fuera entrevistada en diferentes medios de radio y de televisión para que Selena hablara de sus proyectos asociados a la promoción de la firma. Más de una vez Ernestina habló por teléfono con Selena para ir definiendo y ultimando detalles, y siempre Selena la calmaba con la confianza de que todo iba a salir muy bien, que tuviera confianza, que estaban en buenas manos y que nada los detendría en el camino al éxito. Por un tiempo Ernestina se mantuvo confiada y tranquila hasta que comenzó a costarle cada vez más contactarse con Selena. Ella viajaba cada vez más seguido y era difícil localizarla, y en las pocas veces que la hallaba notaba que Selena estaba entre distante y dispersa. Ernestina le hacía algunos comentarios entusiastas y algún que otro chiste, pero notaba que Selena no lo registraba o estaba decididamente en otra cosa. Ernestina quería creer que estaba todo bien, que todo esto pasaba porque Selena estaba muy cansada de los viajes y de estar grabando a su vez un nuevo álbum en el medio de infinidad de entrevistas. Pero la última vez que se comunicó con ella, un 22 de marzo, no la notó bien y sabía que no estaba de gira. Había pasado el hermoso concierto del Houston Astrodome, los Festivales de Noches de Carnaval y de Calle 8, los conciertos de Chicago y el de la Escuelita de los Spurs en San Antonio ... Sabía Ernestina que no se la vería hasta el mes siguiente en concierto y que sólo estaría grabando el disco en inglés. Ernestina quiso no pensar pero no podía dejar de hacerlo. No tenía por qué pasarle algo raro a Selena, pero no podía dejar de pensar en ello. Encima seguía sin convencerle la campaña de Agree y la bendita imagen de Selena. Aquella noche del 30 de marzo Ernestina se fue a acostar no dejando de pensar qué pasaría si ésa fuera la última imagen que Selena le daría al mundo. Una vez más se decía por qué pensaba en ello siendo que Selena era tan joven, pero no lo podía evitar. Por eso había discutido, por eso se había peleado tanto, por eso le había hablado a Selena. Cuando pudo conciliar el sueño, se le venía a la mente la imagen de la presidente del club de fans de Selena que le adulaba su nueva imagen. Ernestina miraba sin comprender en ese sueño por qué le decía esas cosas que sonaban tan falsas, tan hipócritas, tan falsamente elogiosas, y mucho menos entendía por qué Selena se sonreía y no se daba cuenta … Hasta que Ernestina vio que esa mujer llevaba las manos juntas a sus espaldas sosteniendo algo. Ella se acercó para ver qué era y notó con horror que era un enorme y brillante cuchillo. Ernestina comenzó a gritar para advertirle a Selena hasta que se vio gritando a la nada en la negrura de la noche. Ernestina saltó de la cama sin esperar advertir que sólo era una enorme pesadilla. Tomó su auto y fue sin pensar a la casa de Selena. Era de noche aún. Estaba por amanecer y ella estaba como a dos horas de la casa de ella. Aceleró, sólo aceleró, no sabía por qué, pero se dejó llevar por su angustia y por ese sueño. Sabía qué le iba a decir, no sabía cómo Selena lo tomaría, pero debía hacerlo. Un impulso irrefrenable le hacía pensar que iba la vida, su vida, la vida de Selena con ello. Cuando llegó a la casa de Selena eran cerca de las 8 de la mañana. Ernestina notó que había luz adentro, lo que la hizo aliviar. Al menos alguien había despierto. Igualmente, si veía todo oscuro no dudaría en tocar el timbre todas las veces que fuera necesario. Rápidamente estacionó su auto y corrió hacia la puerta. Una vez allí tocó una vez. Como no contestaron rápidamente, Ernestina volvió a tocar impaciente. Pasó un pequeño tiempo que para Ernestina fue una eternidad hasta que ella empezó a gritar: “¡¡Selena!! ¡¡Selena!! ¡¡Soy yo, Ernestina!! ¡¡Ábreme, ábreme por favor!! ¡¡Es urgente!!”. Casi al instante, una desconcertada y seria Selena le abrió la puerta: “¡¡Ernestina!! ¿Pero qué pasa? ¿Qué es lo tan urgente? ¡¡Estaba por irme!! ¿Qué es lo que…”. “No me preguntes, Selena. No me digas por qué. Quiero ser honesta contigo. Hazme caso. Ayúdame a convencer a Javier. No saquemos esa campaña de Agree. ¡¡Te lo pido por favor!! No me preguntes por qué. Pero hay algo que me perturba de todo esto. No sé por qué, pero no puedo evitar dejar de hacerme la idea de que si ésta fuera tu última imagen, no querría que fuera esta que estamos promocionando. Sé que es una tontería. Sé que tendrás miles y miles de imágenes más, tan o más bellas que ésta, pero no quiero, no quiero que ésta que promocionamos salga ahora. ¡¡Haz una nueva!! Haz una con esta imagen que tienes ahora. Por favor, vengo de manejar dos horas para decírtelo. No podía más. No podía dejarlo pasar más. Prométemelo que lo harás, Selena. ¡¡Dime que sí!! ¡¡Yo me haré cargo de todo!!”, le rogó Ernestina. Selena se quedó callada un largo tiempo, la miraba pero no le decía nada. Ernestina veía en su rostro una gran preocupación. Hasta parecía entender muy bien por qué Ernestina estaba allí. De pronto, Selena le preguntó: “¿Y por qué no me llamaste por teléfono? ¿Podrías estar llamándome en este mismo momento desde tu casa. Yo te hubiese atendido…”. “¡¡No!! ¡¡No!! … No sé. No sé por qué. No tengo respuestas a eso Selena. Sólo sentí un deseo irrefrenable de decírtelo personalmente…”, le dijo Ernestina, al borde de la desesperación. Selena la miró fijo y le dijo: “No te pido que especifiques nada ni que me des nombres. Sólo contéstame una pregunta y sólo respóndeme sí o no … ¿Tú tuviste una pesadilla y yo estaba allí con alguien?”. Ernestina quedó sorprendida con la reveladora pregunta de Selena, miró al piso y asintió con la cabeza: “Así es Selena … Por eso estoy aquí…”. Selena le hizo una pequeña seña a Ernestina en señal de espera. Al rato volvió con una campera y le preguntó: “¿Crees que Javier aceptará el cambio de plan? Te voy a acompañar. Será mejor que yo también dé la cara, ¡¡así nos mata a las dos juntas!!”. Selena al decir esto se echó a reír por primera vez en la mañana, y Ernestina aceptó con alegría y alivio la invitación de Selena. Por suerte Javier estaba de paso por Houston, camino a New York, para hablar con el presidente de Agree. “Sólo permíteme llamar a mi casa en un par de horas. Le dejé una notita a Chris. Luego le diré bien lo que pasó. Además tengo que ver cómo haremos para ir mañana a Los Ángeles. Es que debo dar un concierto allí…”, le pidió Selena. Ernestina asintió y la llevó a Houston previo a llamar a Javier para reunirse en condición de urgencia. Cuando estuvieron con él, éste se agarró la cabeza, insultó y pidió explicaciones más de una vez, pero no pudo hacer nada frente al motivo que le daba Selena: “Ernestina tiene razón. Nos equivocamos todos. No tengo ningún problema en hacer todo de nuevo y de asumir todas las responsabilidades. Y si quieres, llámalo al presidente de Agree. Yo le explicaré todo”. Javier lo llamó y le pasó el teléfono a Selena. La magia de ella pudo con todo. Logró postergar la entrega por un mes y se comprometió con Javier no sólo comenzar de nuevo con los trabajos una vez de vuelta del concierto de Los Ángeles, sino de ir personalmente a esa presentación, con Javier … y con Ernestina. Javier se resignó a hacer de nuevo la tarea, pero dijo: “¡¡Está bien, está bien!! Ya que quedó todo arreglado, aprovecharé para hacer un ligero cambio de planes … Como los hechos demostraron que tú, Ernestina, tenías toda la razón, te nombraré encargada de la nueva publicidad de Agree. Desde hoy serás la nueva jefa de todo el Departamento de Publicidad. Si has podido con Selena, ¡¡sé que podrás con todos!!”. Ernestina le dio un enorme beso a Javier, que por vergüenza sólo le pidió que no dé más saltitos y se fuera ya a trabajar. Ernestina se fue del lugar agradeciéndole una y otra vez a Javier, quien le decía: “Ya lo sabes. Yo no quiero aduladores. Sólo quiero gente mejor que yo a mí lado. En eso contigo no me equivoqué y ¡¡he aquí la recompensa!! ... ¡¡Y ya te quiero mañana trabajando!!”. Ernestina se fue con Selena del lugar para llevarla de nuevo a ella a Corpus Christi. Todo el viaje fueron risas y largos cánticos. Cuando llegaron a la casa de Selena, Ernestina se abrazó largamente con ella. “¿Me prometes que te cuidarás hasta que vuelvas del concierto? Yo te esperaré aquí mismo en Corpus Christi para empezar a trabajar…”. Selena le hizo un gesto de espera en silencio y se adentró en la casa. Al rato salió y le depositó en la mano de Ernestina un papel y un boleto. En el papel había un nuevo autógrafo de Selena. En él decía: “In life you must know how to change on time. In life you must do what you think is best. And I have learned that from you. Thank you, Ernestina! Love. Selena. March 1995” … Cuando terminó de leer el autógrafo, Ernestina abrazó y le dio un largo beso a Selena diciéndole: “A ti te debo las gracias. ¡¡Tú me has hecho feliz en todos estos años!!”. Cuando se recompuso, Selena le pidió que viera el boleto. Para sorpresa de Ernestina, era un boleto de pase libre al concierto de Selena del día siguiente. Ernestina la miró contrariada, a lo que Selena le dijo: “¿Acaso no quieres trabajar ya mismo en el nuevo proyecto? ¡¡Pues acompáñame a Los Ángeles y empezamos ya mismo!! Te dije que te ayudaría … ¡¡Vamos!! Acompáñame a q-productions. Mi padre, mi esposo y mi hermano me esperan allí. ¡¡Démosle las buenas nuevas!!”. Ernestina se fue a las risas y a los abrazos con Selena en aquel sorprendente día soleado de Corpus Christi, cuando todo indicaba que iba a llover. Pronto todos verían la nueva imagen de Selena. Pronto verían a la Selena de siempre sonriéndoles, siempre linda, siempre encantadora … otra vez. Ernestina ya no tenía más esa angustia, esa incertidumbre. Ernestina era una mujer feliz viendo a Selena contenta llevando esa imagen de esperanza y de alegría a toda la gente que quiere y que querrá a Selena en el futuro. Ernestina supo ese día que cuando pronto vuelvan todos a ver a Selena ya no habrá en ella más pena ni olvido…
(Esa última imagen de Selena es una linda imagen, pero a la vez triste y melancólica. Nunca se la vio así en concierto, nunca nos cautivó de ese modo … Seguramente lo hubiese hecho si hubiera tenido oportunidad … Prefiero quedarme con esa imagen de Selena que llegó a mi corazón, con esa imagen que no da cuenta ni me hace pensar que Selena se nos ha ido teniendo tanto para dar, tanto por hacer, tanto para alegrar por siempre a nuestros corazones…)
Y no importa la imagen … Importa tu Alma, tu corazón, tu voz, tu sonrisa, tu Amor, Selena. Eso que llevo en mi corazón y que te mantiene tan presente…
Te quiere con toda el Alma…
Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)



Sólo faltaba que cumpliera mi promesa, Selena…


Marielita sólo tenía 7 años. Era una niña linda, juguetona y bastante madura para su edad. No podía estar nunca quieta y tampoco soportaba los largos silencios. Cuando iba a las reuniones familiares, ella participaba de todos los juegos con sus primitos y hablaba con todos sus parientes mayores. Pero había una persona con la que se sentía cohibida. Era con su tía Rosita. No es que ella fuera una mala persona o alguien que le causara temor. Sólo que siempre la veía triste y melancólica. A Marielita le daba pena pues veía que tenía la mejor predisposición, trataba de ser amable y cordial, pero lo que más se asomaba de ella era una sonrisa triste y condescendiente. Cuando Marielita le planteó el problema a sus padres, ellos no querían decirle mucho, pero ante la insistencia de su hija, su madre le dijo sin titubear lo que le habían ocultado por años: “Es que ella ha sufrido mucho en esta vida. Durante muchos años vivió aquí en Monterrey. Cuando tenía unos 15 años se enamoró perdidamente de uno de sus compañeros de colegio que tenía unos 17, pero los padres de él no la querían como novia para su hijo, y para evitar toda posibilidad de encuentro un día ellos decidieron mudarse a México DF. Rosita quedó totalmente destruida. Aun así mantuvo su relación con su novio en forma epistolar. Eso duró un año más o menos hasta que de pronto él no escribió más. Rosita pensó que él se había enamorado de otra mujer y que por eso no le escribía ni le aclaraba nada. Pero era extraño pues se lo veía entusiasmado, más que nada porque había planeado ir a verla a ella un fin de semana en Monterrey … Pasó una semana y no aguantó más. Como tenía el teléfono de su casa decidió llamarlo haciéndose pasar por una de sus compañeras de curso. Cuando atendió su madre, respiró aliviada al advertir que el engaño urdido había dado su efecto, pero pronto se dio cuenta de que esa mujer estaba muy triste y desvariada, y por eso ni dio cuenta de quién había llamado. Al escuchar que preguntaban por su hijo, ella sólo decía ‘Mi hijo se ha ido. Mi único hijo se ha ido y es por mi culpa’. Rosita creyó que esa mujer se había enloquecido sin sentido hasta que supo que un sentido tenía todo y no quiso escuchar más … Aun así mantuvo el auricular sobre su oreja. ‘Él quería ver a su gran Amor y no se le permitimos. Ya nos habíamos mudado para que no la viera y aún así se mantenía en contacto con ella. Un día nos dijo que quería ir a Monterrey para verla. Quiso ser sincero con nosotros. Se quería casar con ella y le iba a dar la buena nueva. Quería que lo ayudáramos con el viaje. Nosotros nos opusimos. Le dijimos que nosotros no íbamos a ayudarlo por sus amoríos. Sólo con sus estudios. Nos rogó, nos imploró y nosotros no mostramos ninguna clemencia. Hasta que un día vino un policía y nos dijo que nuestro hijo … Él, en su desesperación, fue a tomar un bus para ir a Monterrey. Era tarde, muy tarde. El conductor estaba muy cansado, como él. Hacía horas que no dormía. De pronto sus ojos se nublaron y comenzó a cabecear. Él creía que iba bien pero en realidad el bus comenzó a andar en zig-zag. Nuestro hijo advirtió el peligro y se paró para intervenir en la emergencia. Al instante el bus cambió de vía y chocó de frente contra un camión … Dicen que mi hijo tenía una mirada de paz … Yo no lo quise ver … Ojalá que esa niña nos perdone alguna vez … Ojalá que Rosita se ponga alguna vez en nuestro lugar’. Rosita escuchó esas palabras, miró el auricular y con furia gritó: ‘¡¡Nunca. Nunca los perdonaré!!’. Y colgó. Luego se encerró en su habitación por una semana en la que sólo lloraba y lloraba. Sus padres imploraron para que saliera de una vez pero nada lograron. Vinieron sus parientes, sus amigos, sus compañeros de colegio para pedirle que peleara por su vida, que no se dejara de caer. Cuando estaban sus padres por traer a alguien de la fuerza pública como último recurso, ya que ellos no se atrevían a hacerle daño a su hija, Rosita salió de pronto una noche, cuando nadie lo esperaba. Cuando sus padres fueron a su encuentro, sólo les dijo: ‘Me voy de casa. Seguiré mis estudios para convertirme en monja. Ya está decidido. Iré ahora mismo a anotarme para ser pupila y entregarme al servicio de nuestro Señor’… Y así fue, al menos por quince años…”. Marielita quedó petrificada. Ahora entendía por qué no le decían nada de la tía Rosita, pero también entendía por qué sus padres estaban tan preocupados. Marielita tomó consciencia de lo que era la muerte y de no saber qué nos depararía el destino. En más de una oportunidad mientras su madre le contaba sobre la triste historia de su tía, ella bajaba la vista y escuchaba el relato con su mirada fija en el piso. Sintió la angustia propia de alguien que toma consciencia de lo que es en realidad la vida por primera vez, y que nos hace angustiar y pensar que nada bueno es para siempre. Cuando su madre hizo esa pausa, Marielita preguntó qué se había hecho de los hábitos de Rosita. “Pensó que los mantendría para siempre pero los dejó. Se dio cuenta de que sólo quiso superar la pérdida de su novio negando el mundo y la realidad, y dedicando su vida a la fe. Pero hubo algo que le hizo volver, algo que le hizo creer en el mundo y en la vida. Una vez estando en un campamento acompañando y cuidando a unos niños escuchó ‘Como la Flor’. El tema le encantó. Se sintió muy identificada con la letra, pero quedó fascinada con la interpretación de esa mujer a quien no conocía. Cuando preguntó a los niños sobre quién era la que cantaba, todos al unísono le dijeron: ‘¡¡Selena!!’. Poco tiempo después comenzó a averiguar sobre ella y comenzó a comprar sus discos. Era 1991, el año del despegue de Selena en Monterrey. Siguió indagando y comenzó a verla en cuanta emisión de la televisión estuviera ella presente. Así la vio en el Show de Johnny Canales y quedó sumamente impresionada. Esa mujer, esa cantante texana que cantaba tan bello, que hablaba el español en forma extraña, y de una eterna y contagiosa risa, la había hecho volver a sonreír. Rosita sintió que la tristeza había terminado, que jamás olvidaría a su gran Amor, pero ya podía descansar en paz ... Pues había una mujer que les hablaba de sus sentimientos, de sus alegrías, de sus tristezas, de sus expectativas, de su esperanza. Cuando Rosita veía a Selena, se veía a sí misma, veía a su novio, veía a su familia, veía a su comunidad cantando con ella. Nadie, absolutamente nadie, le había generado semejante sensación. Para Rosita, Selena no dejaba de ser una chica humilde, sencilla y con las mismas esperanzas que ellos, que tenía sus mismos sueños, que soñaba con ser alguna vez alguien en la ‘tierra prometida’. Rosita, con su absoluta admiración por Selena, depositó todas sus esperanzas y sus emociones en ella. Si a Selena le iba bien, a ella también le iba bien. Si Selena sonreía, ella también sonreía. Si Selena triunfaba, ella también triunfaba. Sus padres estaban muy contentos al advertir que su hija volvía a sonreír y a estar entusiasmada. Se habían acostumbrado a que su hija sólo tenía esa mirada de resignación y de tristeza. En un momento se habían preocupado que lo de su hija fuera un caso más de fanatismo enfermizo parecido a esos fieles que siguen a líderes que los llevan a locuras extremas. Aún estaba fresco en sus mentes lo que había sucedido en Guyana ... Pero pronto se dieron cuenta de que su hija admiraba y quería mucho a Selena. Rosita no era una alocada fanática. Su hija la quería como a una hermana, como a un familiar que un día va a los Estados Unidos a probar suerte, como tantos otros, y lo logra. Lo logra con talento, con sacrificio, con trabajo y con mucho, con mucho Amor. Para Rosita, como para todos, Selena era uno de ellos, uno de ellos que sacrificaba buena parte de su vida para alegrar un poco las vidas desdichadas de tanta gente, y que como recompensa de nuestro Señor, ella recibía la mayor de las recompensas: la fama y el cariño de tanta gente .... Hasta que allá por 1992 Selena vino por primera vez a Monterrey. Rosita fue a verla. Era un festival en el que se presentaban muchos artistas y Selena ya era una de las más populares. En un momento previo a la presentación de Selena, la gente no aguantó más y pidió por ella aun cuando había un artista cantando. Rosita fue uno de ellos que sólo esperaba que Selena saliera de una vez. El clamor fue tan grande que el entorno de Selena le aconsejó que entrara a cantar para evitar males mayores, pero el presentador, Jesús Soltero, la increpó duramente, haciéndole saber que no podía entrar hasta que el artista anterior no se fuera. Rosita, si bien era partidaria de respetar los tiempos de cada artista, se conmovió y se puso mal por Selena, pues se dio cuenta de que ella bajó la vista y asintió en silencio mezcla de bronca e impotencia, pues Selena sólo quería contribuir para que todos se sintieran bien, como siempre, y sólo recibía reproches de alguien a quien sólo le entendía la mitad de lo que le hablaba. Selena esperó impaciente pero la gente estaba peor que ella. Todos se apiñaron contra el escenario, y volaban zapatillas y latas de cerveza. Todo era confusión, a tal punto que algunos no advirtieron que Selena estaba ya cantando y seguían actuando como si ella no hubiera aparecido. Pero al poco tiempo las casi 100.000 personas sólo siguieron a Selena y comenzaron a cantar sus canciones. Fue un show único, inolvidable, irrepetible. A partir de ese día todos los periódicos hablaban del ‘Fenómeno Selena. La artista del pueblo’. Muchos se preguntaban cuándo algún artista de Texas había generado semejante conmoción en México, sobre todo en Monterrey. Muchos comenzaron a preguntarse cuándo había comenzado todo, cuándo se desató la locura por Selena. Faltó mucho tiempo para que algunos se dieran cuenta de que ningún fenómeno es de casualidad, que nadie surge de la nada, que todo tiene un proceso que lo lleva a lograr el objetivo tan preciado. Lo que para muchos fue una novedad para otros era la lógica consecuencia de los hechos. En Texas, Selena era una celebridad desde que tenía 15 años. En Monterrey se la venía escuchando por su cercanía a Texas, pero desde ‘La carcacha’ y ‘Como la Flor’ ella pasó a ser un furor imparable ... Cuando el concierto terminó, Rosita corrió presurosa hacia detrás del escenario para buscar desesperadamente a Selena. Le tenía que decir algo. Tuvo suerte de que la encontró ya en el bus próxima a partir. Ella gritó desesperadamente por Selena, le dijo a su padre que se detuviera por un instante, que sólo le quería decir algo. Se lo dijo en español, se lo dijo en inglés, pero el bus iba despaciosamente saliendo para buscar la salida que la llevara a Selena de vuelta a Corpus Christi. De pronto Rosita vio que Selena se levantaba de su asiento y le hacía una seña a su padre. Había mucha gente alrededor del bus, lo que hacía muy peligroso detenerse allí. Rosita era plenamente consciente de ello. Aun así insistió en hablar con Selena. Y entonces Selena fue a la puerta del bus, la abrió y le pidió a Rosita que subiera a él ‘sólo por un ratitito’, para que le dijera lo que tenía ganas de expresarle. Cuando Rosita la tuvo frente a sí a Selena, recordó muchas cosas y se puso a llorar mientras la abrazaba a su “media hermana’. ‘Selena. Sólo quiero decirte que me has devuelto la esperanza y las ganas de vivir. Sólo quería darte las gracias. Pasé muchos momentos duros, pero tu voz, tu presencia y tu sonrisa me devolvieron la alegría. Vine a decirte que deseo lo mejor para ti, que si a ti te va bien a nosotros también nos irá bien’. Selena se emocionó mucho con las palabras de Rosita, se disculpó por su pobre español, y con la promesa de que pronto lo hablaría a la perfección, le dijo: “Agradezco tus palabras, Rosita, pero tú sabes que sin ustedes yo no soy nada. Así que me pone bien que yo haya podido contribuir a que estés bien luego de tus malos tiempos. Pero prométeme que de aquí en más te valdrás por ti misma, que más allá de lo que yo haga, más allá de que yo esté o no aquí, tú lucharás por tus sueños y harás lo posible por ser feliz con lo que tú haces y quieras lograr. ¿Me lo prometes? ¿Lo harás por mí?’, le dijo Selena. Rosita le dijo que claro, que lo hará con sumo entusiasmo y se dieron con Selena un gran abrazo. Y cuando Rosita estaba a punto de retirarse, Selena le dijo: ’Espera. Espera. Aun no te vayas. No creas que te irás sin nada de aquí’. Selena se fue al interior del bus vaya a saber para qué. Rosita en la espera notó que alguien la chiflara para que atendiera su llamado. Era A.B. que, con una sonrisa y en español también precario, le decía que esperara tranquila, que algo bueno traería su hermana. Al ratito Selena vino con el chaleco blanco que usara para el concierto. ‘Esto es para ti, Rosita. Pero ya sabes. Si veo que no cumples con tu promesa, ¡¡vuelvo para llevármelo!!’, le dijo Selena y echó una de sus clásicas risotadas. Rosita se quedó tiesa de la emoción y le dio otro enorme abrazo y beso a Selena repitiéndole que cumplirá con lo prometido. Cuando bajó del bus y vio a Selena partir supo que ya no tendría más sentido seguir con sus hábitos. Habló con sus superiores y le planteó lo que quería hacer con su vida. Como los padres de su parroquia la estimaban tanto, no sólo aceptaron su renuncia, sino que la derivaron como profesora de español en Austin, Texas. “Allí se incrementó mucho la presencia de hispanos y necesitan que los demás aprendan el idioma. ¿Aceptas el cargo?”, le dijo uno de sus superiores. Ella no dudó y en pocas semanas estaba ensañando a sus alumnos en su nueva vida y con la guía de Selena para hacerlo de la mejor manera posible…”.
Marielita sabía del destino de Selena, por lo que miró a sus padres y les dijo: “¿Y después pasó lo que pasó, no? Sus padres se miraron y asintieron tristemente. “Fue demasiado para ella. Con la ausencia de su Amor renunció a tener otro hombre que la acompañara. Con la ida de Selena perdió toda esperanza, toda alegría…”, dijo su madre. “¡¡Pero ya no queremos decirte más!! Te hemos dicho demasiado. Es más. ¡¡Te hemos abrumado!!! Y si te contamos tanto es porque nos preocupa Rosita. Ya no sabemos qué hacer. Buscamos que se distraiga, que se olvide de Selena, su última esperanza … En un punto no queríamos que tomara un camino escapista. Al contrario. Queríamos que aceptara la realidad y se resignara a ella. Hubo un momento en el que con su Amor lo habíamos logrado, pero con Selena siempre recibíamos el mismo gesto por parte de ella. Siempre obtuvimos como respuesta un llanto, un silencio, un mirar a la nada. Siempre le quisimos ver que había puesto todos sus sentimientos en una sola persona. Era hora de que buscara nuevos horizontes, de que había gente buena en quien creer. Marielita abrió bien sus ojos y pensó: “Creo que todos se están equivocando. Todos creen que la solución es buscar a gente nueva ... No. Ya no ... Rosita ya eligió a esa gente y ellos se le fueron. Tal vez sea hora en la que crea en ella”. Marielita no dijo más nada y no insistió en que sus padres le contaran más. Todo lo que faltaba por saber quería conocerlo de boca de su tía Rosita, si es que ella estaba dispuesta a hacerlo ... Cierta vez fue a su casa acompañada de su madre. Nunca iba cuando ella la iba a ver en la semana en una cita personal y no familiar. Pero esta vez quiso hacerlo. Su madre le dijo: “Pero ya sabes. No la molestes con preguntas ni la perturbes con cosas que le hagan recordar aquello ... Sabes que ella no quiere recordar ni contar lo que sucedió”. Es cierto que Rosita no hablaba nunca del tema. Pero también era cierto que nadie le preguntaba por lo que a ella le interesaba tanto … Marielita fue en busca de uno de los discos de Selena que tenía su tía y tomó tal vez el más bonito, el que, más allá de los gustos de cualquiera, simbolizaba su mejor momento, su madurez, su versatilidad, el futuro, el éxito, la consumación de tantos sueños y el proyecto de cumplir tantos otros: “Amor prohibido”. Lo llevó cuidadosamente cual si fuera un tesoro mismo y se dirigió a Rosita. Su madre estaba hablando con la abuela de Marielita, por lo que no había tiempo para perder. La niña se puso delante de su tía Rosita sin decirle nada. Ésta se sonrió levemente y con halo tenue de aire que daba un grado de extrema debilidad, llegó a nombrar el nombre de su sobrina a modo de saludo. Marielita como toda respuesta le mostró el disco, y como no sabiendo la diferencia y con toda intención de reacción le dijo: “Dime tía Rosita. Ésta no es Selena Gómez. ¿Ésta es la Selena de la que todos hablaban?”. A Rosita se le iluminaron sus ojos en cuanto vio a Selena en ese disco pero miró media indignada a Marielita con su comentario. “¡¡Claro que no es Selena Gómez!! ¿Es que no es que te has dado cuenta de la diferencia? Ella es nuestra Selena. ¡¡La única Selena!! ¡¡La que no lleva apellido ... La otra siempre será Selena Gómez aunque sus fans irremediablemente la nombren por su nombre de pila y la quieran comparar. No tengo nada contra ella. Al contrario. Ella tiene ese nombre gracias a nuestra Selena. Su padre se lo puso pues era fanático de ella. ¡¡Y se lo puso en vida de nuestra Selena!! Eso habla muy bien de él. No esperó la gran fama. No esperó que Selena estuviera ausente … Le puso a su hija el nombre de alguien tan querido por él, más allá de que tuviera a su esposa, a una familia ... Es que muchos no entienden ... Selena estaba más allá de los sentimientos de todos. Cualquiera podía tener su Amor, su pareja, su familia, alguien a quien depositar sus más nobles sentimientos y su cariño. Pero todos tenían un rinconcito de su corazón reservado para nuestra Selena. Todos sabíamos que ella era especial, que era una de los nuestros, que nos daba esa alegría que habíamos perdido … Tal vez por eso me molesta las comparaciones con Selena Gómez o que tengamos que decir Selena Quintanilla para evitar confusiones. ¡¡No, señor!! Ella es Selena, simplemente Selena. Las demás tienen su nombre y apellido. Selena tenía autoridad por sí misma para llevar solamente su nombre. Si Selena estuviera hoy, seguro que tendría millones y millones de visitas sus videos, y estaría en boca de todos. Hoy cualquiera puede lograr esa cifra y creerse exitoso. ¡¡No saben lo que es realmente tener éxito!! Hasta algunos que la han apreciado y hasta conocido están convencidos de que Selena nunca llegó a ser una sensación y que sólo llegó a la masividad por lo que le pasó … ¿En qué planeta estaban cuando se nos fue Selena? ¿Acaso realmente la conocían? ¿Acaso fueron a un concierto de ella cuando tenía 16, 18 o 20 años? ¿Sabían lo que Selena generaba cuando iba de pueblo en pueblo en un bus? … No. ¡¡No lo saben!! Si lo supieran no sacarían esas burdas conclusiones. Son los mismos que sólo miden el éxito de un artista por la venta de discos o por las visitas que tienen sus páginas Web. Cuando veo cómo llegan varios artistas al éxito pienso en Selena, y me enorgullezco y me entristezco a la vez. Ella no necesitaba de la gran propaganda, ella no necesitaba inventar un personaje, ella no necesitaba tener un experto de marketing a su lado. Selena se mostraba tal cual era ante su público, y les daba todo su talento y todo su cariño … Tan simple como eso. Yo lo puedo certificar porque lo vi. Yo sé lo que era Selena. Yo la quería mucho, como todos los que la admirábamos tanto”. Marielita se había quedado impresionada de corroborar que no estaba en el camino errado. Nunca había visto a su tía así. Bastó que alguien le mostrara la razón de su vida, el motivo de su existencia, de su esperanza, de su ilusión para que cambiara su rostro de lástima para volver a sentir que aún estaba viva. Pero ahora que le decía lo que significaba a Marielita su ausencia, la miró con suma tristeza. Un impulso increíblemente maternal llevó a Marielita a extender sus brazos para que su tía se abrazara a ella y se pusiera a llorar sin remedio. Marielita, cuan si fuera un adulto, dejó que Rosita llorara todo lo que tenía ganas. Cuando notó que estaba disminuyendo su dolor, se apartó un poquito de ella y le dijo: “¿Por qué no me cuentas cómo era Selena? ¿Por qué no me dices por qué era distinta a todas? ¿Por qué no me dices por qué no puedes olvidarla?”. Rosita sonrió un poquito, se secó sus lágrimas con un pañuelo y le dijo: “Selena era encantadora, sumamente encantadora. Yo la conocí cuando comenzaba a tener éxito fuera de Texas, y la seguí a casi todos sus conciertos. Nunca interpretaba los temas del mismo modo. Ella tenía un sentimiento para cantar que no se lo había visto a nadie. Para la época de ‘Amor Prohibido’ ella era toda una estrella. Ya no era sólo de nosotros, los texanos y mexicanos del norte. Ella comenzaba a ser de todos. No sé por qué, pero cuando veo estas fotos recuerdo cuando Selena fue al Festival Acapulco en 1994. En sí no tiene casi nada que ver una cosa con la otra … Tal vez la relación es que cuando la vi interpretar en esas noches de Acapulco sabía que había logrado lo que Selena tanto temía no obtener, y porque cercioré que todo el público y no sólo sus fans disfrutaban de su performance en el escenario. Selena temía cuando fue en 1993 por primera vez a esa ciudad, pues sabía que no estaba dando conciertos en Texas o en el norte de México. Temía que tal vez el público de allí no apreciara su música como en esos lugares que ella bien conocía ... En esa oportunidad cantó en pleno día y, a pesar del calor insoportable, ella se movió como si nada y el público quedó impactado. Aun así Selena les cantaba de más. Cuando cantó “Baila esta cumbia”, aun habiendo terminado el tema, por temor a que el público no le hubiese gustado, siguió cantando el estribillo a capella … En realidad, si la gente no le mostraba más efusividad .., ¡¡era porque los aplastaba el calor!! Al otro año Selena, en su recital de la noche, el reservado para las grandes estrellas, podía ver lo que generaba su música, su presencia, su carisma, su voz, su increíble talento. Cuando interpretó “Como la Flor” era un desfile incesante de gente de todas las edades que se subían al escenario para saludarla. Recuerdo haber llorado en su momento cuando vi que uno de los niños asistentes se subió al escenario y tironeó de la remera de Selena para que ella le prestara atención y le diera un beso. Era un desfile de niños, gente mayor, jóvenes, todo con la misma intención: dar su testimonio de afecto a Selena. Pude comprobar que no sólo la admiraban como artista sino que la querían como persona. Selena no le negaba el saludo a nadie, pero como buena profesional que era no quería dejar de cantar por esas manifestaciones de la gente en el escenario por respeto a los otros asistentes. Incluso tuvo que utilizar el ardid de pedir un fuerte aplauso a uno de los que la fue a saludar pero se puso a bailar con ella y no terminaba nunca. Era notable … ¡¡Notable todo!! La gente le manifestaba toda clase de sentimientos, y Selena se tomaba el tiempo para saludarlos y retribuirle con besos a cada uno sin excepción. A mí no me gustaba que algunos sólo se subieran para sacarse una foto con ella en pleno desarrollo del concierto o que algunos varones quisieran bailar con ella allí mismo. No creo que a Selena le gustara tanto, al menos no era de las cosas que más le agradaban, pero allí estaba ... Dando su mejor sonrisa y aceptando el convite del otro para terminarlo a su manera. Así Selena dejaba contentos a todos, pues si había algo que no podía tolerar era que sintiera la sensación de que al público no le había gustado tanto o que se sintieran que les faltó algo … A Selena eso le angustiaba mucho … Eso venía de muy lejos, cuando era muy pequeña y sabía que había que dar mucho más de la cuenta para recibir algo, aunque fuera muy pequeño. Tal vez ese poquito que recibieran les aseguraría un plato de comida a la mesa y no perder su casa. Así vivió Selena su carrera artística y no perdió esa sensación ni aun triunfando … Selena siempre quiso dar algo más de lo que se esperaba de ella para así sorprenderlos y lograr que el público nunca se olvidara de ella. ¡¡Y vaya si lo logró!! Ojalá estuviera hoy disfrutando del éxito que sólo ella había logrado, que sólo ella había generado…
Marielita observaba cómo su tía hablaba tan entusiasmada de Selena, cómo mezclaba sensaciones de alegría y de tristeza mientras. Le llamaba la atención que no sólo le contara anécdotas de cómo ella era como artista sino que le dijera lo que le generaba a ella y a todos. “No se trataba de que Selena fuera la mejor. No se trataba de que Selena fuera la mejor cantante, la mejor bailarina, la mejor artista, la persona más carismática. Si todo fuera tan sencillo, contrataríamos un robot programado con lo que nos gusta y listo. A veces tienes un buen artista que hace todo perfecto pero que no te genera nada. Selena no había estudiado canto, tampoco baile. Tal vez recibió algunas indicaciones básicas de sus padres para empezar a moverse en el escenario. Todo lo demás fue improvisación, y ensayar a prueba y error en cada concierto ... Y allí la veías ... Cuando ella subía al escenario todos quedábamos extasiados mirándola, observándola, admirándola. No podías dejar de mirarla ni un instante. Ella era la dueña del escenario, la Reina de la noche, el atractivo para cualquiera que la fuera a ver. Selena tenía un áurea, un encanto que te magnetizaba y te dejaba con la boca abierta. Yo lo comprobé. Y así era dentro del escenario como fuera de él … Tanto en la vida como actuando ... Yo tuve muchas veces oportunidad de estar cerca de ella no sólo en un concierto, sino en un evento, en un recibimiento, en alguna inauguración .... Selena era increíble …. Recuerdo que la vi por primera vez en ese famoso concierto en Monterrey, y de la locura que me provocó la fui a buscar fuera del concierto para decirle sólo ‘Gracias’. La encontré cuando ya se iba y sólo por ella detuvieron el bus para recibirme. Selena no sólo me atendió sino que me regaló su chaqueta que luciera en ese concierto. En aquella oportunidad me dijo que vendría a Monterrey sólo para ver si cuidaba su chaqueta, pues si no era así me la quitaba. Y pegaba esas risotadas … Selena era muy nerviosa. No podía estar quieta nunca. Me di cuenta de que ella hacía todo por uno pues quería ser amada, le daba terror si la dejaban de querer y estaba convencida de que con Amor todo lo lograría … ¿Sabes lo que hacía Selena cada vez que yo iba a su encuentro? Me preguntaba por su chaqueta. Siempre me reconocía, siempre iba a mí cuando me veía, siempre se preocupaba de que ni yo ni nadie estuviéramos incómodos ni molestos. Si le pedíamos un autógrafo nos preguntaba por lo que llevábamos puesto, nos halagaba con algo que decíamos o sobre cómo lucíamos, y hasta quería saber cómo nos iba en nuestros estudios o con nuestros trabajos. Por eso, Marielita …. Yo nunca vi a nadie como Selena. Era única, irrepetible. Cuando se me fue creí enloquecer, creí que me faltaba el aire, el corazón. Me habían quitado la vida, me quitaron la esperanza, me quitaron la alegría de vivir … En mi incredulidad y desesperación fui a Corpus Christi a verla. En realidad no la quería ver …. No la quería ver así, pero quería creer que no era cierto. Ya había pasado por esto una vez y lo había superado … con ella. Ahora se me iba Selena. ¿Qué podía hacer? Fui a ese lugar en el que se veía un gran cajón grandilocuente que no decía nada … O decía todo … Todo lo contrario a lo que ella transmitía … Había un mundo de gente … Todos lloraban, todos gritaban. Era un escenario dantesco en el que empecé a sentir el peso de lo que significaba el mundo sin Selena, nuestras vidas sin ella, ella sin vida … Yo no podía ni llorar y ni gritar. Iba de un lado a otro esperando que alguien me sacara de esta locura. En un momento yo también entré en la histeria total y le grité a una de las fans que pedía desesperadamente que abrieran el cajón, que la mostraran, que no se irían hasta ver que ella estaba allí. Esa mujer deba a entender que tenía más de un motivo para pensar que nada era cierto y que todo era una maniobra … ‘¿Maniobra de qué? ¿Qué crees que están ocultando? Qué crees que ganan con simular semejante hecho? Qué clase de personas crees que son los Quintanilla y, por extensión, qué clase de persona crees que es Selena? Vamos, vámonos de este lugar en cuanto se la lleven de aquí, que sólo nos quedan fotos y recuerdos de Selena. ¡¡Vamos!! ¡¡Llora y vete!!’, le dije con furia y desesperación … Casi me agarro a golpe de puños con esa mujer. Lo que nos detuvo paradógicamente fue la aparición del padre de Selena anunciando que abrirían el cajón para que nadie se quedara con la duda y así la gente podría volver a sus casas. La gente festejó el anuncio. Yo no lo podía creer .... La mente humana tiene esas cosas que la hacen única e incomprensible a la vez. Iba a retirarme hasta que la horda de gente me llevo a acercarme a ese cajón. Yo no iba a mirar. No pensaba hacerlo. Pero como pasa hoy en youtube, que por mirar un video ves una imagen que te provoca mucho dolor y que nunca elegirías ver pero igual te la imponen, de pronto la vi. Vi su rostro serio, enojado, perturbado. Muchos confundían esa mirada con un rostro que expresaba paz y tranquilidad. Yo me estaba por enojar una vez más pero desistí de hacerlo ... Cada uno ve lo que quiere ver. Siente lo que quiere sentir. Expresa lo que quiere expresar … Y yo estaba shockeada por lo que estaba viendo. Recordé cuando años antes se me fuera mi Amor y ni siquiera lo llegué a ver ni a despedirme de él. Ahora veía a Selena y se me juntaron ambos dolores. Viendo a Selena podía imaginarme a mi Amor con el mismo rostro, con la misma incredulidad, con el mismo desconcierto. Ellos se habían ido tan jóvenes y con tanto por hacer ... Ellos habían dado todo por Amor y esto recibían como “premio”. Yo ya había superado lo de mi Amor. Pero al ver a Selena vivía algo que yo no había visto de él. Y ahora yo estaba allí. Siendo menos que ellos, habiendo hecho mucho menos y siendo menos buena persona, estaba allí despidiéndome … Pero al menos mi Amor descansaba en paz. Pensó que hacía lo correcto y se encontró con un accidente del cual quiso evitar …. Selena … Selena recibió el peor castigo, una marca que lamentablemente quedó en ella para siempre … Eso era lo que sentía ese día en el funeral. Sentía el vacío de Selena, sentía el viento frío que me pegaba en la cara. No podía dejar de pensar que aunque le recordáramos con alegría y con la mejor de las intenciones, esa imagen y esa sensación de derrota se apoderarían siempre de nosotros. No podía dejar de pensar que todos, propios y extraños, sentiríamos que ella sucumbió, que no llegó, que le ganó la maldad, la insensatez, la locura, el odio. No podía dejar de pensar que pasaría el tiempo y la gente pronto se ocuparía de otras cosas. No podía dejar de pensar que pronto los que la lloraban hoy seguirían a otras artistas mañana. No podía dejar de pensar que las nuevas generaciones no sabrían quién era Selena salvo que algún fan se lo contara. Y como si me imaginara que años después aparecería Selena Gómez y sus fans la llamarían lógicamente y a secas “Selena”, empecé a llorar por horas. No volví a ver ese rostro pero no me lo olvidaré jamás. ‘El sueño ha terminado’, había dicho alguna vez John Lennon y yo sentía lo mismo. Desde ese momento es que soy un vegetal en vez de una mujer. Desde ese momento siento que mi vida no tiene sentido si no está Selena a mi lado…
Marielita miró a su tía y vio su rostro de tristeza, pero algo en ella había cambiado. Entendía que ella no quisiera seguir adelante sin Selena, pues sabía que sin ella nada era lo mismo … Pero Marielita tenía algo del relato de su tía que tal vez serviría para ayudarla. “Tía Rosita, me has dicho que Selena te dio su chaqueta de aquel concierto de Monterrey. ¿Ella te dijo algo al respecto cuando te lo dio?”, le preguntó sabiendo la respuesta, mas no lo que le contestaría su tía … “Si, que vendría cada vez que viniera a Monterrey para ver si no lo había perdido…”, le dijo Rosita. “¿Y nada más?”, volvió a insistir Marielita. “Y no, bueno, se reía mucho de su ocurrencia. También me dijo algo de lo que debía hacer … ¡¡Ah, sí!! Me hizo prometer algo … Sí … Me dijo que le prometiera que de allí en más me valiera por mí misma, que más allá de lo que yo hiciera, y de que Selena esté o no aquí, yo debía luchar por mis sueños y hacer lo posible por ser feliz con lo que yo buscara y quisiera lograr…”. Rosita se quedó pensando, tomó conciencia de esas palabras de Selena y de la promesa que le había hecho ella, y se puso a llorar sin consuelo. Marielita la abrazó y sólo le dijo: “No te angusties, tía … Selena entendería tu tristeza, pero ahora que lo recuerdas, por qué no haces algo por ti y por Selena. Tal vez sería lindo que me contaras más historias de Selena o lo hagas con otros. Yo siempre te vi triste y sin ganas de hacer nada. Pero desde que te pregunté por Selena te vi hablar como nunca y tu cara ha relucido de una manera que me gustaría que la mantuvieras. Ahora prométemelo a mí, tía. Dime que de ahora en más harás algo por ti. Hazlo por Selena. Y mejor si lo realizas haciendo un lindo tributo a ella…”. A Rosita se le dibujó una sonrisa de esperanza en su rostro. Hasta hacía unos minutos se lamentaba por no haber tenido en cuenta su promesa a Selena. Ahora sabía que podía remediarlo … Lo podía hacer por ella y por Selena. Se le ocurrió escribir cada historia que le contaba a Marielita. Su sobrina incluso le dio una idea mejor. Le dijo que primero escribiera la historia y luego se lo contara a ella con más detalles visuales. Todo esto hizo que tía y sobrina se vieran al menos una vez por semana para hablar de Selena. Los padres le agradecían a Marielita pues después de la ida de Selena veían a su hija de nuevo activa y con ganas de hacer y de vivir. Marielita, como si fuera un adulto experimentado, siempre le decía a Rosita que contara lo que sintiera, que no importaba si la historia fuera alegre o triste, que lo más importante era expresar sus sentimientos a Selena y con ello dejarlo consignado por escrito, como fiel testimonio de su agradecimiento y de su cariño por ella. Un día Marielita contó lo que estaba haciendo su tía en casa de una de sus amigas y dio justo que el padre de esa niña tenía contactos con una editorial que podría interesarle las historias de Rosita. “Yo también amaba a Selena. Así que todo lo que sea por recordarla vale la pena intentarlo”, le dijo. Rosita fue a la editorial y presentó sus escritos. A la editorial le interesó y lo publicó. Al poco tiempo el libro fue un éxito de ventas y crítica. Y como si fuera una sucesión de hechos fortuitos, una cadena de televisión hizo un especial de Selena con show en vivo y una entrega de premios a los que habían hecho algo por el tributo a Selena. Unas dos semanas antes a Rosita le comunicaron que fuera elegante al Festival que se haría en México DF, no sólo para asistir a él sino para recibir un premio revelación por su libro sobre Selena. Cuando Rosita terminó de escuchar lo anunciado se fue a la casa de Marielita y la abrazó un largo rato antes de decirle por qué lo hacía. “Todo gracias a ti, Marielita. Tú me hiciste ver que la mejor forma de no angustiarme más por Selena es hacer algo por ella…”, le dijo. “No, tía. Yo no tuve ningún mérito. El mérito es de Selena. Ella fue la que te dejó su marca en tu corazón. Ella te inspiró desde lejos -y desde cerca- a escribir tan lindas historias …Además, tú estás cumpliendo la promesa que ella te pido que realizaras. Ella sabía que tú lo harías. No en vano te lo dijo…”. Rosita tuvo en cuenta esas palabras de su sobrina a la hora de recibir el premio: “Yo no quiero que esos aplausos sean para mí. Yo no soy la figura de esta noche ... Ni ninguna otra que la haya hecho un lindo homenaje a Selena ... La única figura de este festival es Selena. Por eso quiero que esos aplausos sean para Selena. Ella es la única protagonista de su historia. Y yo, como tantos otros, somos apenas meros instrumentos de su recuerdo…”. Por esas palabras recibió una ovación. Rosita lloró por un largo rato pero cuando llegó Marielita a su encuentro le dijo: “Quiero que me acompañes ahora a un lugar. Ya que estoy aquí en México DF debo cerrar definitivamente otro capítulo triste de mi vida…
Para total sorpresa de marielita, Rosita se dirigió a la casa de los padres de su Amor. En cuanto la madre abrió la puerta ella le dijo: “Vine a perdonarlos y también a pedir perdón…”. La madre no pudo contener la emoción y lloraron abrazadas durante varios minutos. “Te vi en la televisión y quise ir a verte, pero tenía miedo…”, intentó decirle. “Ya está, ya pasó. Con Selena comprendí que con Amor todo es posible. Si lo hubiese sabido antes …. Antes creía que con su partida nada de lo bueno que hizo podría perdurar. Me equivoqué … Está en uno que perdure. La mejor forma de recordar a Selena es procurando ser como ella y brindándose por los demás como ella lo hacía … Como lo hacía también su hijo … Ambos se me fueron sin que yo pudiera hacer nada … Ahora sólo me queda parecerme a ellos para que su memoria y su obra nunca se pierdan”. Cuando la madre le dijo de ir al cementerio para ver a su hijo, Rosita se excusó: “No, prefiero no ir. A duras penas pude superar su muerte. Prefiero quedarme con su imagen de los buenos tiempos. Eso me da fuerzas para seguir. Lo otro … Ya lo experimenté cuando la vi sin querer a Selena. No lo recomiendo. Estas cosas no deberían suceder, al menos con gente que dio tan lindas cosas, nos dejó su mejor imagen y procuró hacer feliz a todos los que los rodeaban. Lamentablemente los buenos mueren y se nos van muy jóvenes … Dios debería revisar estas cosas…”. Rosita se sonrío con lágrimas en los ojos y le dio un último abrazo a esa mujer. Prometió volver y le dejó saludos al padre de su Amor. Ya en la calle nos fuimos caminando por un largo rato en silencio. Marielita sabía que debía dejarla que decidiera por sí misma su destino. Rosita se detuvo, la miró, y para su asombro y su contento se sonrió y le dijo: “¡¡Vamos a casa!! ¿Acaso no quieres ver mi último escrito sobre Selena? Mira que es inédito, ¡¡sólo dedicado para ti!!”. Marielita y su tía se rieron por un buen rato hasta que Rosita enfiló para su casa y puso su mano a un costado para que Marielita la tomara y se fueran juntas ... La niña la tomó y Rosita enseguida empezó a correr al grito de: “¡¡Gallina es el que termina último!!”. Fue la corrida más graciosa que Marielita haya vivido. A ella le daba gusto ver a su tía Rosita tan bien. Y si bien Marielita tuvo algo que ver con todo ello, ella sólo sintió que fue un medio, un medio para que su tía reencontrara su camino. Todo lo demás fue mérito de Selena. Sólo su Amor y ese cariño a la distancia podían lograr que su tía volviera a ser feliz…
(A pesar de tanta tristeza, a pesar del dolor que nos provoca la ausencia de Selena, todavía podemos hacer algo por ella y para que nosotros podamos ser felices aunque sea un poquito. Hacer algo por ella con Amor, con su Amor. Aún el mundo puede ser mejor si seguimos el ejemplo y el cariño que Selena nos dejó.)
Gracias a ti, Selena, todo ha cambiado para mí. Gracias a ti, Selena, todavía puedo sonreír…
Te quiere mucho…
Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)



Tú eres mi lugar en el mundo, Selena…


Tomás era un hombre oscuro, sin esperanza y sin ilusión. La vida lo había golpeado duro y supo sobrevivir a ella gracias a su constancia, a su tozudez … y a rendirse a una vida rígida y disciplinada. Tomás ya era una hombre grande. Cuando se quiso acordar se dio cuenta de que estaba solo en la vida y de que no había sido honesto ni con él mismo. Pasados los 50 años admitió para sí mismo que hubiese querido tener una familia, una esposa y varios hijos. Pero lo vivió negando como si él haberlo admitido siendo más joven lo hubiese dejado desnudo ante los demás y en inferioridad de condiciones. Prefirió no decirle a nadie lo que él sentía y deseaba. Tuvo muchos amores, todos frustrados y terminados de la peor manera. Cada vez que una mujer lo lastimaba con una relación, él se hacía más huraño, más cínico, más amargo. Si tal vez hubiese sido joven en estas épocas, en las que los chicos tienes más posibilidades de comunicarse y ser más desprejuiciados en mostrar sus sentimientos, se hubiese soltado más y hubiese tenido menos temor en mostrarse tal cual era. Pero por alguna razón que nunca supo y que tenía cierto aire de aviso y de premonición, 1995 lo despertó a Tomás en la realidad de que ya era un hombre mayor, sin esperanza, con un futuro de vida rutinaria y aburrida, en la mayor de las soledades y sin nada de Amor. Más de una vez lloró al sentir que sólo le quedaba esperar la muerte como “última novedad”, acontecimiento por demás previsible, pero una vez pasado ese momento encaraba la vida como todos los días, mostrando una paz que no tenía y una aceptación de la realidad, su realidad, que le provocaba un sentimiento mezcla de frustración y de ironía. Pero ese 31 de marzo Tomás se levantó con una sensación rara. Cuando tomó conciencia de que el despertador le hizo entrar en la realidad que le tocaba vivir, se incorporó y se dispuso a desayunar. Era extraño pues Tomás no solía desayunar en su casa sino que lo hacía en un bar próximo a su lugar de trabajo. Pero ese día no sólo hizo eso sino que, movido por un impulso extraño, decidió vestirse con remera, buzo y jeans, en vez del eterno saco y corbata. No iba a tener problemas en el trabajo con esto, pues allí no le obligaban a vestirse formalmente. A él le gustaba ser formal o estaba acostumbrado a serlo, hasta que llegó ese día en el que, por una extraña razón, decidió “cambiar”. Hasta un impulso llamativo lo llevó a encender la radio en vez de la televisión como solía hacer. Él era plenamente consciente de ello, pero un impulso irrefrenable lo llevaba a moverse de esa manera. Recordó que en la serie “Columbo”, el famoso teniente solía decir que cuando se enteraba de un crimen, lo primero que quería investigar era a aquellas personas que hacían siempre lo mismo todos los días a la hora en el que se efectuó el crimen, salvo ese día. Ésa era de aquellas cosas a las que Columbo quería encontrar una explicación, esas cosas que eran más importantes que los innumerables datos e informes que se le presentaban. Tomás sería para Columbo, si se cometía un crimen en su vecindario de Corpus Christi, Texas, uno de sus principales sospechosos o al menos una de las primeras personas a ser interrogadas, pues todo lo que estaba haciendo aquel 31 de marzo de 1995 no tenía ninguna lógica ni ninguna coherencia con lo que Tomás venía haciendo por años. Tomás se sentía extraño. Tomás se sentía como si alguien se hubiese apoderado de su persona que lo llevaba a ser cosas normales pero diferentes a las que hacía hacer. Y lo que era más llamativo: Tomás no se sentía incómodo con ello. Más bien lo hacía con una naturalidad que lo hacía sentir mejor. Al menos hacía algo distinto ese día…
Y Tomás no se detuvo allí. Tenía el tiempo justo para llegar a tomar el bus que lo llevaría a llegar puntualmente a su trabajo, como todos los días. Pero decidió irse a caminar, aun cuando eso lo llevaría a llegar inexorablemente tarde. Tomás era un obsesivo con la puntualidad, el orden y respetar a rajatabla las reglas impuestas. Pero ese día tuvo ganas de ir a caminar al lugar de su trabajo. El día estaba horrible. Unas densas nubes cubrían todo el cielo y prometían que harían llover fuertemente cuando quisieran. Podría ser en una hora, podría ser a la noche, pero la lluvia llegaría inexorablemente ese día en forma copiosa. Pero a Tomás no sólo no le importó, sino que ni siquiera llevó un paraguas consigo. “Muchas veces el cielo me engañó, como tantas personas. De última, gozo con la lluvia que muchas veces no viene mal”, se dijo Tomás y decidió emprender su caminata al trabajo. Era definitivamente un Tomás distinto, al menos ese día. Él quería encontrar una explicación a ese “impulso” y sólo creía que algo había pasado en un sueño o en la realidad que lo había llevado a ese “cambio”. No tenía más referencia que esta sensación de que algo había sucedido, pero no podía saber qué era. Sólo se permitió hacer una cosa para poder hacer tranquilo ese impulso irrefrenable por ir a caminar a su lugar de trabajo. Llamó a su jefe y le dijo que había tenido un percance doméstico pero que en una hora estaría por allí. Su jefe tomó nota, le dijo que se quedara tranquilo y que viniera recién cuando todo estuviera bien. Tomás era tan cumplidor que ni siquiera una pequeña mentira como la que estaba haciendo haría que su jefe o alguien en el trabajo dudara de su palabra. Tomás a esta altura no sabía si eso era tan bueno como parecía o si era una muestra más de su previsibilidad que tanto lo afectaba en ese momento. Por eso salió de su casa sin mirar una y otra vez si había cerrado la puerta con llave, y partió con la seguridad de que ese “atrevimiento” que estaba haciendo era el comienzo de una nueva etapa de su vida para él ... Habiendo recorrido unas pocas cuadras en modo tranquilo y pausado, mirando el cielo y gozando de su alrededor, Tomás se estremeció por un ruido. Primero escuchó un portazo, luego sintió el sonido de alguien que corría presuroso. Al instante vio a una mujer de pelo largo y negro que llegaba corriendo a un porsche rojo que estaba estacionado afuera en la calle, se subió a él y salió a la mayor de las velocidades generando un chirrido producto del roce de las gomas del auto con el asfalto que casi hizo saltar los tímpanos a Tomás. “El ruido de un auto partiendo a toda velocidad nunca es una buena señal”, pensó Tomás. En un principio él no hubiese dudado de que lo que había visto se trataba de un robo. Incluso esperó a que enseguida saliera alguien corriendo detrás denunciando el hecho. Pero cuando recapacitó en lo sucedido sintió que a esa mujer ya la conocía, que la había visto recientemente, que era famosa. Su mente viajó por miles de imágenes hasta que de pronto se dio cuenta de quién era y de qué había pasado en las últimas 24 horas. La mujer que había partido a toda velocidad era Selena. ¡¡Y a Selena la había visto en el Days Inn el día anterior!! Tomás no era admirador para nada de Selena. Su propia amargura y su propia visión pesimista de la vida hicieron que Tomás no la disfrutara nunca. Incluso pensaba que ella era una artista como cualquiera, que era famosa por canciones “pasatistas”, por lo que no dudaba de que pronto sería olvidada. Ahora que la veía saliendo presurosa de ese lugar, que seguramente sería su casa, empezaba a armar el rompecabezas en su propia mente. Antes que nada fue al lugar en el que partió el auto y vio las marcas que había dejado en el asfalto. Sin duda de que eso no era un buen augurio. Miró para lo que sería su casa. Al rato la pudo reconocer pues la vio en algún periódico y algo lo hizo preocupar más. Su casa estaba cerrada y no parecía que hubiera nadie en ella o que estuviera al menos alguien despierto … Más se preocupó cuando recordó lo del día anterior. Por esas cosas de la vida y del destino, fue Tomás al Days Inn a visitar a una tía que se había alojado allí por sólo un día de paso a su destino que era Monterrey. No pensaba ir, como siempre, pero la insistencia de su tía pudo más, y mucho más su miedo a que su negativa la llevara a su parienta a que lo visitara a su propia casa. Al poco tiempo de estar conversando formalmente con ella, escuchó un portazo y al rato dos mujeres discutiendo. Él pensaba seguir hablando, pero su tía, que era una “chusma empedernida”, lo hizo callar para escuchar la discusión de dos mujeres para ambos desconocidas. Él no quería escuchar, incluso se incorporó y se fue a una de las ventanas para mirar cualquier cosa que lo distrajera de ese momento tan incómodo. Pero cuando Tomás se asomó vio que había un joven esperando pacientemente en una camioneta. Al ver dónde estaba ubicado, vio que el muchacho estaba esperando a la gente que estaba discutiendo en esa habitación contigua a la que estaba él. Lo veía preocupado y tenso, pero impertérrito en su camioneta. Creía conocerlo pero no sabía de dónde hasta que vio salir a la mujer que estaba en la habitación de la discordia. Vio que era Selena y que el que estaba esperando era Chris, su esposo. Esa imagen a Tomás lo perturbó. Aunque él lo negara, él sabía de Selena, de su talento, de su fama y de lo que representaba para tanta gente. Él sabía que Selena era una mujer encantadora, además de una gran artista. No podía concebir verla y escucharla enojada con una mirada entre triste y perturbada. No es que Tomás pensara que los artistas estaban siempre igual, pero Selena … Podía negarla como artista, pero él sabía como todo buen texano qué tipo de mujer era. Fue tanta su desorientación que cuando todo pasó le preguntó a su tía, como quien no quiere la cosa, qué estaban discutiendo esas dos mujeres. Su tía no supo bien qué contestarle pues sin duda lo que más le importaba a ella era si el asunto pasaba a mayores. Aun así le dijo: “No sé muy bien lo que sucedía. Sólo sé que una de ellas le reclamaba por algo y le preguntaba por qué los estaba extorsionando. Y la otra le decía que ella no había hecho nada, que la estaba acusando pues su padre ‘le había metido ideas raras en la cabeza’ y le suplicaba que viniera sola la próxima vez, así hablaban tranquilas”. Tomás se quedó pensando pero luego entre la conversación con su tía, la llegada tarde a su casa, el comer y dormir lo hicieron olvidar el tema … al menos aparentemente. Luego se levantó y pasó todo lo extraño que estaba viviendo ... Volvió a ver las marcas del auto, el silencio y la oscuridad de la casa de Selena y no supo qué hacer ni para dónde rumbear. Algo no estaba bien y el desenlace podía ser por lo menos preocupante. Un primer impulso lo llevó a q-productions, la empresa del padre de Selena. Tal vez Selena había salido presurosa allí, pues estaba llegando tarde a ese lugar por algún motivo. No fue muy esperanzador pensar en esa posibilidad. Sólo fue en realidad a descartar posibilidades. Quería cerciorarse o convencerse de que esta historia tenía otra lógica, y no lo que la realidad de dos hechos y una misma protagonista le mostraban. Cuando llegó al lugar sólo preguntó por Selena a una de las secretarias que estaba allí. Para no levantar ninguna sospecha, sólo dijo que quería pedirle un autógrafo para un sobrino … “No, señor. Aquí no está Selena ni nadie de la Familia Quintanilla. Selena seguramente vendrá por la tarde a grabar y luego se irá a Los Ángeles para dar un concierto. ¿Quiere que le deje algún recado o un teléfono a donde ubicarla?”, le dijo la secretaria. Tomás le dijo que no, que vendría más tarde para encontrarse con ella. Cuando salió de allí, Tomás salió presuroso. Empezó a sentir que Selena estaba en peligro, que esa discusión, que esa ida presurosa de Selena, las casas en silencio y nadie en q-productions eran signos inequívocos de que nadie estaba actuando normalmente ese día. Otra vez vino Columbo a la mente de Tomás, y pensó y pensó dónde estaría Selena, a dónde iría … Y recordó las palabras de su tía, que escuchó de la mujer que discutía con Selena … Ese pedido de que Selena volviera, pero que volviera sola para hablar “más tranquilas” ... Tomás abrió bien los ojos, sintió un nudo fuerte en su estómago y salió corriendo al Days Inn. No sabía qué iba a ser pero estaba casi seguro de lo que podía suceder. Temía que estaba corriendo una carrera pero estando muy lejos del que iba primero y sin siquiera tenerlo a la vista. Hubo un momento en el que iba a llamar a la policía o volver para avisarles a Chris y a la Familia de Selena. ¿Pero qué les diría? ¿Por qué alguien creería las hipótesis sin pruebas de un desconocido? Prefirió primero ir al Days Inn. Era más rápido y más expeditivo. Luego vería qué hacer. Ya vería cuando se cerrara otro capítulo de esta historia sin título…
Cuando llegó al motel, notó que la habitación en la que se encontraba Selena el día anterior estaba cerrada y a oscuras. Ni siquiera podía ir a la habitación contigua pues su tía ya se había ido y ya estaba ocupada por otras personas … Optó por ir al lobby y preguntó por Selena, y si ella no estaba si había alguien relacionado con ella o algún familiar. El empleado que lo atendió le dijo que no tenía registrada a ninguna Selena y no tenía conocimiento de que alguien cercano a ella estuviera allí. Pero por suerte para Tomás una de las mucamas que pasaba por allí dijo: “Sí, señor. Selena estuvo aquí. Fue a ver a la presidente de su club de fans, pero ya se fueron…”. “¿A dónde?, le preguntó desesperado. “Al hospital estatal. Parece que la mujer tenía una dolencia y Selena la fue a acompañar…”, le dijo la empleada. “¿Hace mucho que se fueron?”, volvió a preguntar Tomás. “Hará una media hora, más o menos…”. Tomás agradeció la respuesta y en cuanto salió no le dieron las piernas para correr hacia el hospital. Podía esperar a que volvieran, pero quién sabe qué podía ocurrir desde el motel al hospital y a la vuelta, si es que había una vuelta. Optó por tomar un taxi para apurar los tiempos y llegó al hospital. Entró a la guardia y sin vueltas preguntó por Selena. Al principio los médicos y asistentes no le respondían o no querían decirle nada hasta que una de las enfermeras le hizo una seña y lo llamó aparte. “¿Tú buscas a Selena? Pues estuvo aquí, con alguien, una mujer que se llama…”, empezó a decirle. “No importa esa mujer. No me la nombres. Dime dónde está Selena…”, le imploró. “Ya se fueron. Mira. Acá nadie quiere decirte nada porque no quieren brindar información a desconocidos, máxime por el caso planteado. Es que esa mujer dijo que la intentaron violar, pero cuando quisimos revisarla no quiso. Yo tampoco te diría nada si no fuera porque la vi muy preocupada a Selena. En realidad la vi fastidiosa, muy perturbada. En cuanto ella se negó a ser revisada, Selena hizo un gesto que no podré olvidar. Eso me inquietó. Traté de hablar aparte con Selena, pero me dijo que no quería hacerlo, pues temía que ella se diera cuenta de que estábamos hablando a sus espaldas, sospecharía y ya no sabría qué podría hacer. Luego quise llamar a la policía para que interviniera en el caso pero las autoridades del hospital me lo impidieron. Me dijeron que si esa mujer era de San Antonio y decía que la quisieron violar en Monterrey, ellos nada podían hacer en Corpus Christi sin su consentimiento, salvo intervención de la policía de Monterrey o de San Antonio, previa denuncia. Por eso las dejamos ir, pero yo quedé preocupada. ¿Crees que podrá pasar algo malo?”, le dijo la enfermera con gran preocupación. La cara de Tomás lo decía todo. Sólo le dijo que rezara por Selena y salió corriendo para el motel. No había preguntado a la enfermera sobre hacía cuánto se habían ido Selena y esa mujer por lo que la incertidumbre y la desesperación se habían apoderado de Tomás. Con último que tenía de dinero tomó de nuevo un taxi y volvió al motel. Como una mueca del destino, notó que había tomado el mismo taxi que antes y que el conductor lo miraba raro. “Parece que estamos apurados, ¿no?”, le dijo con mirada pícara. Tomás lo miró seriamente y le dijo casi tartamudeando: “Más bien desesperado. Le pido por el Amor de Dios. ¡¡Apúrese!! ¡¡Hay una vida en juego!!”. El conductor aceleró el auto sin chistar y su cara se transformó en sumo temor. Parece que la cara de Tomás mostraba algo más que su propia voz, algo más que ni él mismo quería mirar. En cuanto llegó al motel, vio que Selena y esa mujer estaban yendo camino a la habitación 158. Tomás tomó la billetera y se la tiró al taxista al grito de “Gracias. Quédese con el vuelto y con todo lo que haya adentro”, sin saber ni querer saber qué más habría allí. Empezó a correr. Tomás pensaba en llegar antes y decir cualquier cosa como pretexto, pero si hacía eso no llegaba ... Ellas ya estarían dentro de la habitación y todo sería más complicado aún ... Tomás corrió unos pasos más y cuando vio que la mujer abría la puerta gritó con toda la voz: “¡¡Selena!! ¡¡Selena!! No entres, ¡¡no entres, por favor!!”. Selena se detuvo buscando quién gritaba por ella. La mujer volvió sobre sí y con gritos buscaba que Selena no diera cuenta de esos gritos. Como Selena seguía buscando de manera llamativa quién la llamaba, la mujer en forma grotescamente burda pretendía llevarla al interior de la habitación tironeándole de los brazos. “¡¡No entres, Selena, no entres!! Estoy aquí. Por favor, ¡¡escúchame a mí primero!! Aquí, ¡¡estoy aquí!!”, le gritó Tomás al borde del colapso nervioso. Selena siguió mirando obsesivamente con un campo visual cada vez menor pues el tironeo de esa mujer la había puesto casi dentro de la habitación … Hasta que lo vio … Entonces, hizo fuerzas con sus brazos, se sacó de encima a esa asesina en potencia y fue al encuentro de Tomás …”¡¡Hey!! ¿Pero qué sucede? ¿Acaso viene un huracán y me estás previniendo para que me cuide? ¿Acaso crees que puede pasarme algo si entro allí?” y me señaló esa horrible habitación. Selena miró a Tomás como esperando que le diera certeza a sus preguntas, como si él fuera el portavoz de la verdad, de las respuestas a sus dudas … O a sus certezas, a esa altura de las circunstancias ... Por un instante, Tomás sintió que Selena sabía todo, todo lo que le podía llegar a pasar, como si sólo esperara un milagro, un salvador, la providencia, algo que la sacara de algo del que por sí sola no podía salir … Allí Tomás entendió de su insistencia por buscar a ese alguien que la llamaba desesperado … “Sé que te parecerá absurdo, Selena, pero vine a … disculparme contigo. Yo nunca quise admitir que eras una buena artista. Yo viví amargado muchos años de mi vida. Ya soy grande y nada esperaba de nadie ni de nada. Tú me devolviste la alegría y la esperanza. Por ti vale la pena seguir luchando. Por ti vale la pena hacer hasta lo imposible para la gente sea feliz. No vine a pedirte un autógrafo. No vine a pedirte ni un disco ni ningún souvenir. Sólo vine a decirte esto, porque justo te vi de casualidad ayer aquí mismo y no tan casualmente hoy … ¡¡aunque te busqué por todos lados!! Sólo vine a decirte esto pues tengo la intuición de que por allí esto que te digo te puede servir en un futuro…”. Selena se le quedó mirando hasta que Tomás notó que una lágrima salía de sus ojos sin que ella intentara sacársela de su cara. Cuando estaba por decirle eso, Selena lo abrazó y empezó a llorar. Tomás también la abrazó y lloró con ella también, más ninguno de los dos intentaba decir ni hacer más nada. De pronto apareció un policía pidiéndoles su atención a ambos. “Disculpe, señor. Hay una denuncia contra usted. Dicen que usted está acosando a esta señorita. Me dijo algo de violencia de género o algo así. Pero como sea, me tendrá que acompañar…”. Tomás miró al policía consternado y observó con desesperación a Selena. Podía aceptar cualquier cosa menos dejarla allí sola… “Perdón, señor policía. Antes que nada soy señora …¿Pero quién hizo la denuncia?”, preguntó Selena muy perturbada. El policía señaló con su lápiz a la que ocupaba la horrenda habitación y que apenas asomaba su cabeza desde la puerta de su habitación. Tomás recién allí entendió por qué la mujer no intervino más luego de que Selena se desligara de ella. Estuvo ocupada en denunciarlo a la policía de acosarla a ella y a Selena. “Pero yo no le he acusado a este señor. Él es uno de mis admiradores y vino a darme todo su afecto. Es su palabra contra la mía. ¿A quién le cree usted?”, le dijo Selena indignada. “Yo no tengo por qué no creerle, Selena, pero si la mujer mantiene su denuncia…”. Selena fue a la habitación de la mujer para pedirle que fuera a ratificar la denuncia en su cara. Tomás corrió e interrumpió su paso. “¡¡No!! ¡¡No entres, Selena!! Es lo que ella quiere. Si vas a entrar, ¡¡que entre el policía primero!!” El policía se excusó de hacer eso pues no tenía por qué hacerlo. En el medio de toda esa discusión, Selena insistió en ir a la habitación y a pedirle a los gritos a esa mujer que saliera a ratificar su denuncia delante de todos. La mujer, para asombro de todos, se anticipó pidiendo disculpas, y empezó a decir que salía para aclarar todo en la comisaría, que hubo un malentendido, que se interpretaron mal sus palabras, pero que ella misma aclararía todo, que ella misma diría la verdad; sólo pedía buscar su cartera y que no la acompañara nadie; que ella saldría en 5 minutos; que irían todos a la comisaría y retiraría los cargos; que quería hacerlo allí para disculparse públicamente de todos .... Cuando Selena le dijo por qué no lo hacía allí mismo delante de todos con el policía como interlocutor válido y todos de testigos, ella se negó. “Yo esto lo comencé a mi modo. Lo quiero terminar de la misma manera. Ya quedará todo aclarado. Ya verán...”. Y se fue al interior de la habitación cerrando la puerta suavemente, disculpándose de todos una y otra vez, sobre todo de Selena, y haciendo un gesto con la mano suplicando una espera, su última voluntad. En cuanto ingresó a su habitación, todos se miraron consternados. El policía se encogió de hombros como diciendo que nada podía hacer, que ella tenía razón: la denuncia seguía firme, sólo ella podía retirarla y ella no lo había hecho aún. Tomás se quedó pensando mientras Selena esperaba impaciente. Tomás pensó que si le quería hacer daño no había desistido de hacerlo. Allí dio cuenta de que esa mujer era una psicópata, que lo tenía todo planeado y como surgieron cosas imprevistas que le descubrieron el juego, sólo quería ganar tiempo, tiempo para sorprender de nuevo, ¡¡tiempo para matar!! Esa mujer estaba jugada. Y jugada por jugada, prefería irse con su objetivo cumplido aunque se pudriera en la cárcel de por vida. Tomás volvió a tomar conciencia de que el peligro acechaba ... Y de que Selena había perdido la paciencia. En realidad la había perdido mucho antes, en el hospital cuando la fue a acompañar en otro de sus engaños … De pronto Selena, al grito de “ya no aguanto más. Sal de una vez”, se dispuso a ingresar a la habitación. Tomás corrió hacia ella al grito de “¡¡No entres!! ¡¡Está armada!! ¡¡Te va a matar!!”. Selena estuvo a punto de abrir la puerta pero esa advertencia de Tomás la hizo dudar. Se le quedó mirando mientras Tomás fue hacia ella. El policía, como creyendo en la denuncia de esa pérfida, fue tras Tomás pensando acaso burdamente de que él finalmente atacaría a Selena. En un segundo la desgracia se desató. Tomás le pegó un empujón a Selena quien cayó a un costado junto a Tomás. La puerta se abrió por el envión de la mano de Selena al retirarse, y la mujer disparó sin piedad al blanco a quien pensaba dar. Pero su disparo dio en el cuerpo del policía que fue en busca de Tomás. Selena comenzó a gritar y Tomas la incorporó rápidamente al grito de “¡¡Vamos, Selena, salgamos ya!! ¡¡Ella ya sabe que no dio en el blanco que esperaba!! ¡¡Ella vendrá por nosotros!! Cuando Tomás se llevaba a Selena por salvarla del horror, vio que la psicópata salió de la habitación con su mejor expresión, su verdadera expresión de la muerte al grito de “¡¡Esta vez no te escaparás, Selena!! ¡¡Ya verás quién soy!! ¡¡No llegarás a nada sin mí!!”. Tomás trató de buscar un recoveco que los refugiara circunstancialmente del momento pero no lo halló. Cuando volvió con Selena sobre sus pasos, vio que esa mujer estaba por disparar de nuevo desde la puerta de esa horrenda habitación. Selena y Tomás sólo miraron en silencio el desenlace. Selena tomó de la mano a Tomás y lo miró tiernamente como diciéndole que el destino estaba marcado, que ella lo sabía y que no había escapatoria. Lo miró por un instante y en ese instante le agradecía por lo hecho, que era una lástima que recién se diera cuenta de todo, si lo hubiese visto antes todo sería distinto ... Pero ocurrió lo que nadie esperaba … Una mano impensada, una mano de alguien que advirtió tarde las maniobras de esa psicópata y que estaba pagando las consecuencias de semejante error ... El policía malherido llegó a pegar un manotazo a uno de los pies de esa pérfida que la hizo trastabillar y desplomarse sobre su cuerpo. La pistola cayó a un costado y cuando la psicópata sacaba unas fuerzas inusitadas para buscar el arma y disparar, Tomás se soltó de Selena y corrió hacia el arma y la pateó bien lejos al descampado para que ya nadie saliera más herido. Luego le pidió a Selena que no se moviera de allí mientras empezó a gritar por ayuda. La policía vino al instante: ya había sido advertida por personal del Days Inn. Enseguida se llevaron a esa pérfida mujer y al policía que aún vivía milagrosamente. La que más deseaba que se salvara era paradógicamente esa psicópata. Ella conocía las leyes de Texas. Si ese policía moría, a ella le esperaba la pena de muerte. Un delgado hilo separaba cadena perpetua de pena de muerte. Finalmente, fue cadena perpetua, y menos mal que fue así no por esa persona sino por el policía que cumplió su deber, y salvó a Selena y a Tomás…
Cuando Tomás pudo salir del estado de shock miró a un costado y vio a Selena llorando acurrucada con sus brazos y cara contra sus piernas. Rápidamente fue a su encuentro y la abrazó fuertemente. Selena se agarró y se agarró bien fuerte del cuerpo de Tomás como si fuera una garrapata y lloró aún más. “Ya todo pasó, Selena … En realidad nada se ha superado. Ahora es cuando debes ser muy fuerte. No quiero alarmarte. Más bien advertirte. Ahora vendrán todos por ti para saber qué ha sucedido. Yo no te voy a decir lo que debes hacer. Sólo tú lo sabes. Lo único que te puedo aconsejar es que seas como siempre lo has sido. Sé sincera. Di la verdad. Muéstrate tal como lo que sientes. La gente no sólo te admira. También te quiere. Si eres honesta con ellos no tendrán ninguna duda. Y ten en cuenta esto: ella no se quedará callada. Ya está jugada. Perdida por perdida dirá cualquier cosa de ti. Te calumniará. Intentará seducir al periodismo sensacionalista con “verdades ocultas”, con “revelaciones”, con “lo que no saben de Selena”. Antes de que ella hable, anticípate. Di tu verdad. Sé la que dé la primera versión, la verdadera versión. Que a los demás sólo les quede contestar a tu versión. Que a los demás sólo les quede subir la apuesta con mentiras…”. Selena me abrazó y me agradeció llorando sin parar. “No sé cómo agradecerte. Aún no sé cómo te llamas y no sé por qué estás aquí. Aún no sé qué te llevó a este lugar y a hacer lo que has hecho. No sé qué será de mí de aquí en más. Hoy sentí una gran desilusión y de pronto casi veo la muerte. Me siento débil. Creo no estar preparada para los desafíos que me había propuesto. Parece que el mundo es más hostil de lo que pensaba. Yo creía que con Amor, con una sonrisa y tratando bien a todos nada me ocurriría. Pensé que con trabajo, con esfuerzo, con talento y con la verdad nada nos detendría. Y ahora me sucede esto. ¿Cómo voy a hacer? ¿En quién voy a creer ahora?”, me dijo Selena desesperada y se tomó las manos con la cara sin poder dejar de llorar. Yo la tomé fuertemente y le dije: “¿Acaso ella es el mundo? ¿Acaso ella es tu familia? ¿Acaso ella es el público que te quiere? ¡¡No, Selena!! Ella no es el mundo, no es tu público, no es tu familia. ¿Hubieses imaginado que te iban a atacar desde adentro? Si alguna vez pensaste que te podían lastimar, ¿no lo pensaste que lo iban a hacer desde afuera? No, Selena. El público que te quiere está afuera sufriendo por lo que pasaste, esperando que les digas qué pasó, que les sonrías como la mejor respuesta a sus ruegos y rezos. ¡¡Vamos, Selena!! ¡¡No te me quedes ahora!! Si te refugias en ti, ella ha ganado. No se lo permitas. No le des el gusto. Es mejor enfrentar el miedo y seguir adelante. ¿Acaso no siempre tienes miedo cuando sales a dar un concierto? Pues bien. Nada ha cambiado. ¡¡Nada!! Sólo ahora sé fuerte y ya sabes lo que tienes que hacer. ¡¡Sólo te pido que no quedes presa del pánico!!”. Selena me miró y asintió un poco más tranquila bajando los ojos y quedándose pensativa por un largo rato. Luego levantó la vista y pícaramente me dijo: “Me estás diciendo todo esto para no decirme cómo te llamas ni de dónde vienes, ¿no?” y echó una carcajada de esas grandes, bien liberadoras. Tomás se rió con ella y sólo le dijo: “Me llamo Tomás. Lo demás, poco importa. Mi vida cambió desde que supe lo que eras y cuando temí por tu destino…”. Selena y Tomás se quedaron entre riendo y llorando al mismo tiempo hasta que escucharon unos gritos de desesperación. Era la Familia Quintanilla en pleno que fue al encuentro de Selena. Fueron minutos demasiado emocionantes. Tomás los veía y recién allí comenzó a llorar con todas sus fuerzas. Fueron momentos en los que no se había permitido mostrar una emoción, en los que no se pudo relajar hasta que todo pasó. En el medio de la emoción, el jefe de policía del lugar se acercó a Tomás y le dijo cortésmente. “Me va a tener que acompañar … usted y Selena. Pero no se preocupe. Sólo queremos sus declaraciones. Pronto los liberaremos para que descansen luego de semejante tensión…”. “¿Y el policía herido? ¿Está bien?”, le pregunté angustiado. “Saldrá, saldrá … ¡¡Ah!! Aun en el estado en el que estaba me dijo que les dijera que lo sentía, que los perdonara por no creerles, que sólo cumplía con su deber, que al menos pagó con recibir el balazo y no Selena …”, dijo el jefe de policía a Tomás y él lo acompañó. Ya en el departamento de policía se encontró con el padre de Selena. “No tengo palabras para agradecerle. Quisiera poder compensarlo pero no sé cómo. Dígame si necesita algo, dígame si…”. Tomás lo interrumpió diciéndole: “¿Quiere compensarme? Sólo cuídela a Selena. Déjela que se exprese. Déjela que haga lo que ella crea más conveniente. ¡¡Más que nunca ahora!! Yo sé muy bien que no le fallará. Tampoco defraudará a su público … Pero es necesario que ella maneje los tiempos. Selena es la única que sabe bien lo que le pasa y la única que le puede encontrar la solución a semejante trauma. Usted esté cerca, esté bien cerca por si ella necesita algo, por si necesita de usted en momentos de indecisión y de desesperación. Yo sé muy bien que Selena deseaba que usted estuviera a su lado cuando todo en ella hoy era confusión y sensación de no salida”. El señor Quintanilla agradeció sus palabras y prometió cumplir con su promesa dándole un fuerte abrazo. Luego le dijo: “Tendré que avisar a la gente de Los Ángeles que Selena deberá cancelar el concierto de mañana. Ella no está en condiciones. Además, no sé cómo reaccionará la gente. Y no querría que la prensa la hostigue…”. Cuando dijo eso Tomás recordó que él también tenía que llamar a alguien … A su jefe, para decirle que se demoró “un poquito más de la cuenta…”. Aun así le dijo al señor Quintanilla: “Pero antes de decidir lo que sea, ¿por qué no le pregunta a Selena? Escúchela. Fíjese qué es lo que siente y luego se lo comunica”. Él asintió y todos nos quedamos esperando que Selena saliera del departamento de policía. Afuera había un mundo de gente que sólo gritaba por ella. Tomás veía por la televisión que se preparaban caravanas desde todos los pueblos de Texas, de México, de Chicago y de cualquier ciudad de los Estados Unidos y México para dar su apoyo a su ídolo, a su igual, a esa mujer que los había encantado y que ahora necesitaba de su ayuda. Tomás pidió el teléfono a uno de los policías y llamó a su trabajo. Cuando quiso decirle a su jefe “¿No sabe lo que me pasó?”, él le dijo: “No me digas nada. Ya lo sabemos … ¡¡Eres un héroe!! ¡¡Has salido en televisión!! Tómate el tiempo que quieras que acá te esperaremos”. Tomás se quedó petrificado. Escuchaba por el auricular a sus compañeros de trabajo que vitoreaban su nombre y que le gritaban que era un genio … “¡¡Qué ironía!!”, se dijo. “Hasta hoy yo era un oscuro empleado totalmente ignorado. Si se hablaba de mí era por detrás, a los cuchicheos y mal. Bastó que salga en la televisión y soy un héroe. Creo que no podré seguir trabajando allí. Ya no tengo lugar. Ése no puede ser mi destino final” y colgó el teléfono sin decir más. Afuera la multitud no sólo coreaba el nombre de Selena sino que exigía su aparición. La situación se hacía insostenible pues Selena seguía reunida con el jefe de policía. Todos se miraron pero nadie se animaba a nada. Algo había que hacer. De pronto Tomás se adelantó y le dijo a la multitud: “¡¡Hola a todos!! Les agradezco que hayan venido a dar su apoyo a Selena. Ella vendrá pronto a decirles lo que tenga para aclararles. Sólo les pido no sólo que le tengan paciencia sino que le brinden todo su Amor como ella se los ha dado. No tengo que explicarles que una psicópata que decía ser su amiga estuvo muy cerca de matarla. Selena está muy dolida. No sabe si debe seguir. Sólo díganle lo que sientan ustedes. Ella sabrá entonces qué hacer”. Cuando Tomás terminó la multitud lo ovacionó y prometió esperar a que Selena apareciera para dar su sentir. Tomás no entendía cómo estaba allí siendo el centro de todo, y ovacionado y querido como nunca lo había sentido. Sin duda para él era un momento único, una sensación sólo sentida gracias a lo que le generaba Selena. Al rato ella salió, le dio un gran beso y abrazo a Tomás y le dijo: “Ya sé lo que has dicho. Voy a hablarles. Tengo algo que decirles. Y no los voy a hacer esperar. ¡¡Si no lo hago ahora no lo haré nunca!!”. Y Selena salió … Una ovación que duró una eternidad invadió el destacamento de policía y toda la ciudad. Selena no pudo evitar llorar, y eso generó que toda la multitud coreaba su nombre y le diera ánimos. Cuando recobró las fuerzas, alcanzó a decirles: “Hoy viví una pesadilla … Una pesadilla que rondó muchas veces por mi cabeza en forma de sueño y hoy casi se hace realidad. El destino y una gran persona, Tomás, que a partir de hoy será mi jefe de prensa, impidieron que me fuera de este mundo. También Tomás y lo que me ocurrió me hicieron ver que no debía dejarme llevar por el miedo, que nunca sería lastimada por ustedes que me quieren de verdad. Yo sé que nunca recibiría ninguna muestra de agresión. Yo sé que me quieren. Por eso, y por ustedes, y por mí también, no me detendré. Aprovecho para decirle a todo Los Ángeles que me esperen mañana. Yo daré el concierto. ¡¡Ni lo cancelaré ni lo suspenderé!! No me dejaré amilanar por nadie. Yo seguiré adelante. ¡¡Yo sobreviviré!! Sólo les pido que me acompañen. Sólo les pido que me escuchen sólo a mí. Esto lamentablemente recién empieza. Hoy me lastimaron y mucho. Y sólo podré superarlo si todos me acompañan. Espero que sea así. Mil abrazos y mil besotes a cada uno de ustedes. Cuídense muchísimo que yo también lo haré. ¡¡Hasta luego, chau!! ¡¡Gracias, muchas gracias!!”, terminó de decir Selena y se puso a llorar largamente. La gente le gritaba, les daba toda clase de muestras de cariño, les prometieron que harían lo que ella les pidió. Tomás fue a rescatarla y la llevó para que se quedara con su familia. Selena alcanzó a decirle: “Espero que aceptes el cargo que te di. Necesito de la ayuda de todos. Y de la tuya también. ¡¡No me dejes!!”, le suplicó. Selena fue con sus padres y Tomás le dijo a A.B. si les parecía bien que formara parte del equipo. “Hermano, luego de lo que has hecho ya eres parte de nosotros. Además, si mi hermana te adoptó, no hay más nada de qué hablar. ¡¡Sólo haz lo que ella te pide!!”. Tomás vio emocionado cómo los padres de Selena, Chris, Suzette y el mismo A.B. le pedían a Tomás encarecidamente que los acompañara a Los Ángeles. “Y no te preocupes por la policía. No sabían si aún debían autorizarlos a salir de Corpus Christi. Pero ellos no quieren tener problemas con la gente. Aman a Selena y tú eres un héroe. ¡¡Lo único que falta es que los castiguen en vez de premiarlos!! Así que vamos para Los Ángeles. Cuando llamé para confirmarles nuestra presencia, me dijeron que ya lo sabían, que ya habían visto el discurso de Selena hacia sus fans. Todos estaban pendientes y muy contentos. ¡¡Se imaginan que van a tener que programar más conciertos!!”, le dijo el padre de Selena a Tomás y lo abrazó. Todo parecía solucionado, pero una etapa nacía para todos, una etapa que dependía de ellos mismos que saliera bien. Esta experiencia les debía servir a todos. Ya les cambió la vida. Ahora debía serlo para bien de todos…
Ya camino en avión para Los Ángeles, Selena se le acercó a Tomás y le dijo: “¿Ya sabes lo que le dirás a la prensa cuando lleguemos?”. Yo la miré y le dije: “No lo pensé ni quiero. Yo quiero ser honesto y decirles la verdad. También lo que sienta en el momento. Si voy a hacer tu jefe de prensa tengo que ser como tú…”. Selena le dio un gran beso y le dijo: “Sé que lo harás. Espero que puedas darles un buen concierto. Espero no caer…”. Tomás la interrumpió: “Lo importante es que no dejes de hablarles a ellos y a la prensa como siempre lo has hecho. Déjame a mí cuando que haya que contestar agresiones y preguntas molestas. Por lo demás sigue en contacto como siempre. Ése es tu mayor capital. Que el público sienta que no huyes de ellos, que siempre irás a por ellos para expresarles todo su cariño. Eso no tiene que modificarse. Déjame a mí lo más difícil…”. Selena se lo agradeció y le preguntó: “¿Por qué haces esto por mí? Aun trato de buscarle una explicación. Sé que te debo la vida pero no sé por qué hiciste todo esto por mí…”. “Ya lo entenderás, Selena, ya lo entenderás. En la vida uno siempre busca su lugar en el mundo. Muchas veces no se encuentra nunca. Muchas veces vivimos pensando que ya nada hay por hacer sino esperar la resignación y la muerte. Yo ya no esperaba nada de la vida. Nunca fui feliz pero tampoco luché por la felicidad. Hasta que supe de ti y dejé de negar tu existencia. Tuvo que pasar todo esto para que me diera cuenta. Hubiese sido mejor que lo descubriera antes, pero más vale tarde que nunca. Hoy sé que encontré mi lugar en el mundo y ése lugar es bregar para que te vaya bien en la vida y seas feliz. Espero poder cumplir con esa función. ¡¡Por ahora no me fue para nada mal…”, le contestó Tomás riéndose de verdad por primera vez en su vida. Selena se le quedó mirando y le dijo: “Y sí, muy lindo, ¡¡pero la próxima vez date cuenta antes!!”, y los dos echaron a reír a carcajadas. Los dos se dieron cuenta de que ya nada los detendría y de que ambos serían felices cuidando el uno del otro. Eso los salvaría del horror, los ayudaría a superarlo, a dejarlo atrás. Ambos dieron el gran paso y Selena dio el mejor de sus conciertos. Pronto la locura quedó atrás y encerrada entre rejas e incomunicada. Pronto Selena emprendería un camino que la llevaría a la cima mundial. Pronto ese recuerdo sería un motivo para reír y para llorar, y para agradecer a Dios que los pusiera en el momento justo en el lugar indicado. Pronto fue una anécdota para contar a sus hijos, para que nunca se olvidara y para en lo sucesivo todos supieran qué hacer para no perder nunca la felicidad, para que el que trabaja, hace bien las cosas, tiene talento, y es honesto y sincero siempre tenga una justa recompensa. Para que nunca tengamos que lamentar que un ser tan bueno, tan talentoso y tan querido se nos vaya sin saber por qué, se vaya por obra de la maldad de uno y la inoperancia de otros. Para que vivamos en un mundo llena de “Selenas”, de gente con buena voluntad que sólo quiere contribuir a que este mundo sea enteramente feliz…
(Ojalá fuera Tomás … Ojalá estuviera en mis manos el destino de Selena. Ojalá pudiera decidir que el destino de Selena sea el de ser feliz a su manera, es triunfar a su modo, es ser ella misma … esa mujer tan talentosa y tan encantadora ... Ojalá fuera Tomás y le pudiera decir a Selena que ella es libre y que yo sólo estoy para garantizarle que lo que ella decida será ley, lo que ella haga será realidad. Ojalá pudiera exponer mi vida para que Selena viva la suya.)
¡¡Cómo se te extraña Selena!! Este mundo no es el mismo sin ti…
Te quiere con toda el Alma…
Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)