Tengo un recuerdo de ti que me hace tan feliz…

30 de septiembre de 2011





Esos tatuajes que son las marcas de mi dolor, de tu ausencia, Selena…


Muchos me preguntan por qué llevo tantos tatuajes de mi hermana en mi cuerpo … ¡¡Sí, ya sé!! Cuando digo esto me corrigen o me preguntan acerca de a quién me refiero cuando digo “mi hermana” … Sí, ya sé que tengo a otra hermana adorable que se llama Suzette. Sí, ya lo sé. No necesito ni que me lo digan ni que me lo aclaren … Ya lo sé ... Lo que pasa es que antes que cualquier cosa, antes de que Selena se convirtiera para todos en la gran cantante, la gran artista, la artista del pueblo, la Reina del Tex Mex, la Reina de la Cumbia, la mejor, la inigualable, el mito, la leyenda … antes que todo Selena era mi hermana … Simplemente eso. Y mi mundo, mis creencias, mis ilusiones, mi visión buena y optimista de las cosas se fueron ese día que no me puedo explicar qué pasó. Me da pena no haberme dado cuenta, no haberlo presentido. Créanme que me da pena y sobre todo me da mucha, mucha bronca. Yo estaba inmerso en mi música, en componer, en hacer lo mejor para mi hermana. Ése era mi rumbo, ése era mi destino, ésa era mi función en la vida. Y conste que yo también fui artífice de mi destino. Mi padre sólo quería que trabajara y formara parte de la banda Selena y Los Dinos. Yo podría haberme limitado a tocar el bajo y nada más. Pero una vez que me sentí involucrado en el rumbo y en el destino de la banda, quería que tuviera mejor música y fuera más original. No quería que fuéramos un grupo que tocara sólo música antigua con letras anticuadas y sin vuelo. Tampoco quería sólo tocar música con letras muy básicas que me hicieran sentir vergüenza porque era destinada para gente de mucha menos edad que yo. Yo venía de una formación muy diferente a la de mi padre. Yo escuchaba preferentemente otro tipo música en inglés, como mis dos hermanas. Me sentí descolocado al verme tocando a los 16 años temas en español con una cantante como mi hermana Selena que tenía sólo 8 años. Pero sabía, como toda mi familia, que no tenía sentido resistirse, que tenía que aportar al grupo mejores ideas en vez de quedarme con la protesta sin hacer nada. En ese sentido, mi padre era muy considerado. Podía manejar con mano de hierro los destinos de la Familia, pero hay que ser justo en que él permitía sugerencias y hasta cambios de orientación del grupo, siempre y cuando ello implicara mayor compromiso de todos para con su gran proyecto. Mi padre, cuando me veía protestando, con razón, de que no teníamos tan buen material y preguntaba por qué no teníamos a alguien como Juan Gabriel que nos compusiera un par de temas para nosotros, me solía decir: “Tú debes pensar que ese señor hace letras y se las pasa a gente que sabe que es muy popular y que sabrá hacerlas difundir con su canto. Él vive de ello. ¿Así que quieres que él te pase algunas canciones? ¡¡Entonces, escribe, compone, esmérate!! ¿Tú te quejas de que no tienes buen material? ¡¡Entonces, mejóralo!! Haz mejores canciones, ¡¡busca encantar a la gente!! Ya verás que cuando sean muy populares, el mismísimo Juan Gabriel se acercará a ustedes para ofrecerles sus mejores canciones. ¡¡Hazme caso, A.B.!! ¡¡Ya verás que es como te digo!!”. Por eso, como decía antes, mi padre nos daba libertad de acción para manejar el grupo como nosotros quisiéramos … mientras nosotros contribuyéramos a cumplir su sueño. Y mi hermana Selena era como yo. Ambos no nos contentábamos para nada con hacer sólo los que nos pedían hacer. Nos era inevitable ir siempre por más, mejorar las cosas, perfeccionarlas, darles nuestro sello, nuestro color. Selena le aportó no sólo su voz, sino su talento, su gracia, su enorme carisma. Mi hermana podría haberse contentado con pararse frente al público y sólo cantar bien. Sabía que nuestro padre se conformaría con que sólo cantara bien ante el público, que les demostrara lo tremendo que era su canto en cuanto todos lo escucharan. Pero Selena era muy tímida e introvertida, pero por sobre todo, tenía terror a que nadie la quisiera, que todos le darían la espalda en cuanto la vieran cantar… Por eso Selena buscó agradar a cada uno que estuviera frente a ella no sólo con su voz sino con su baile, con su sonrisa, con su encanto. Mi hermana no hubiese soportado contentarse con cantar bien mirando para abajo muerta de miedo. Tal vez en los primeros tiempos en los ensayos en casa se podía permitir hacer las cosas de ese modo, pues sólo estaba rodeada de nosotros, su Familia, que formábamos parte del grupo y le dábamos apoyo en todo. Pero fuera de ese ámbito, frente a un escenario del que no se sabía cómo podía reaccionar el público, ella no podía quedarse esperando la reacción de ellos, quedarse parada esperando la aprobación o el rechazo con todas los miedos y las ansias que ello generaba … No, mi hermana era peor que todos en ese sentido. Ella no toleraba las derrotas, las decepciones, la desazón. Cualquier desaire del público podría generarle la peor de las sensaciones y asestarle el peor de los golpes. Por eso Selena antes de recibir la “cachetada” de la realidad salía a enfrentarla con todo el convencimiento de cambiarla, de lograr que el público sonriera desde el primer momento, y sólo se fijara en ella con admiración y respeto. Realmente envidiaba su espíritu y su temperamento. Nunca se lo llegué a decir … Me contenté con decírselo al cielo, con la vana ilusión de que por allí escuche mis palabras y de que calme mi dolor, el puñal de su ausencia, con una señal, con algo que me indique que está allí … Recuerdo que yo estaba allí con el bajo sin muchas perspectivas de que las cosas fueran a mejorar mucho, y allí estaba Selena con su voz y su tremendo carisma siendo tan niña. Yo la miraba y no lo podía creer. Era tan chiquita y nos contagiaba con su alegría. Me costaba creer que aquella niña que estaba callada y muerta de miedo antes de salir al escenario fuera aquella que cantaba, bailaba, arengaba. Creo que si fuera por Suzette y por mí, la cosa no hubiera durado. ¡¡Y no es porque no tuviéramos talento, que conste!! Cada uno hacía para ese entonces muy bien lo suyo. Pero los dos podíamos refugiarnos tras nuestros instrumentos, podíamos estar mal y sin ánimo, y tocar igual. A nosotros no nos iban a exigir o esperar más de la cuenta. No era el caso de Selena. Yo podía estar pensando que lo que estábamos tocando no era bueno, pero pasar inadvertido tocando lo mejor posible mi bajo … ¡¡Ni hablar de Suzette!! En cambio, mi hermana no tenía ese privilegio. Tenía sólo 8 años y llevaba el peso de una situación en la que ella era la cantante de una banda que llevaba su nombre y el resto sólo la acompañaba: Selena y Los Dinos. Y como todos nosotros, mi hermana asumió su rol, la responsabilidad más difícil, la carga más pesada de llevar, máxime a su edad. Por eso la envidiaba. Por eso la admiraba. Ella no se quejaba nunca. Mi hermana encaraba cada compromiso con la misma responsabilidad y con la misma alegría. Selena sólo había tomado un par de consejitos de su padre, entre ellos el de ser amable con el público y saludarlos personalmente cada tanto. “Recuerda, mi’hija. El público se merece todo. Sin ellos no somos nada. Así que salúdalos, levanta una mano, mira a cada uno, apunta con tu dedo y salúdalos. A ellos les gustará. Se sentirán que los atendemos, que le prestamos atención, que no sólo son un número más en un concierto. Piensa, Selena, que eso también forma parte de nuestro capital”, solía decirle mi padre. Selena parecía no darle mucha importancia a ese consejo, o bien podía pensarse que se reía de él. Pero en el escenario, no sólo hacía lo que decía mi padre sino mucho más. Se aprendía bien las letras, ensayaba con mi madre los pasitos de cumbia, se paraba en los ensayos y se practicaba los movimientos que iba a dar luego en el concierto. Ya desde niña se mostraba como toda una profesional. Yo creo que no hubiese podido hacer lo mismo. Me favorecía el hecho de no ser ni el cantante ni la figura principal. Eso me permitió refugiarme en el estudio y perfeccionar las composiciones, las letras y la música. En eso me parecía mucho a mi hermana. No me contentaba con hacer más de lo mismo, con tocar con suficiencia canciones que no me convencían o no me gustaban, o bien me eran indiferentes. Yo quería que mi hermana se nutriera de un mejor material, más acorde con nuestros gustos, más afín a nuestras vidas. Y así como mi hermana perfeccionaba sus actuaciones en el escenario, yo hacía lo mismo en el “backstage”. Eso permitió complementarnos y apoyarnos mutuamente en un proyecto que nos cayó sin saber cómo surgió en realidad, pero que tuvo que ver con una típica pelea de celos entre hermanos…

Hasta que a Selena se le ocurrió aprender a cantar las canciones que había en un libro viejo de mi padre para presentárselas yo no tenía muy en claro qué hacer. Tenía, eso sí, la música en mis genes y por allí soñaba con tener una banda como había tenido mi padre. Pero ni él me había incentivado a dedicarme a la música como yo no había manifestado ningún interés concreto en ella. Supongo que a mi padre le habría frustrado muchísimo el hecho de no trascender con su banda “Los Dinos”. Él nos solía contar que tenía una banda pero que la tuvo que dejar para tener un empleo más seguro y porque él sentía que había tenido sus limitaciones para trascender como él quería. Mi padre representaba el famoso “sueña americano”. Se sentía norteamericano pero de raíces latinas y era él un hombre más que venía a triunfar en el “país de las oportunidades”. Él siempre había soñado con que su banda se hiciera famosa cantando aquellas canciones en inglés de los años ’50. Era su gran meta, su destino, pero su tiempo estaba marcado por la intolerancia y la segregación. Así vio con crudeza cómo no le permitían tocar en clubes importantes por su color de piel o porque era de ascendencia mexicana, y a la hora de ir a clubes mexicanos él no sabía ninguna canción en español. Se sintió que había quedado a mitad de camino. Esa situación, sumado al hecho de que su familia iba creciendo y demandando su presencia, lo hizo abandonar la música. Siempre sentí que mi padre se sentía tan frustrado que ni quería hablar mucho del tema salvo que se hablara como algo del pasado, de su juventud. Además, no quería incentivarnos a que nos dedicáramos a lo mismo. Pensaba que era mejor que nos avocáramos a los estudios, pero no a la música. Yo lo puedo certificar pues, a diferencia de mi hermana, yo estuve toda mi niñez y parte de mi adolescencia dedicándome a la vida de estudiante y tranquila. Parte de ello lo vivió Suzette, y nada de esto vio Selena. Mi padre se dedicaba a cantar los fines de semana con su guitarra. Muchas veces Selena lo acompañaba … hasta que mi padre me regaló un bajo. Yo le había insinuado que me gustaría tocarlo. No tenía muy en claro por qué y para qué, pero sentí la necesidad de hacerlo. Mi padre prendió una alerta. El solo hecho de notar que alguien de la Familia tenía algún intento de ser músico, aunque sea como amateur, generaba en mi padre revivir aquello aunque sea por un tiempito. Nunca sabré qué hubiese sido de todos si yo hubiese trascendido con mi bajo, si mi padre se hubiese dedicado a mí. Pero no hubo tiempo para hacerlo. Nadie tuvo en cuenta que alguien se había puesto celosísima con mi presencia y por quitarle buena parte de su tiempo de estar con nuestro padre para que éste me enseñara a tocar el bajo. Es que mi hermana estuvo un tiempito callada y sin decir absolutamente nada. Aún hoy me pregunto cómo en tan poco tiempo encontró un libro de canciones viejas de mi padre, se las aprendió y se las cantó. Tampoco sé cómo hizo para estar tanto tiempo callada con su idea sin decírselo a nadie, ni siquiera a Suzette. Con el tiempo me di cuenta de que mi hermana apenas mostraba ante el mundo parte de su personalidad. Hasta ese momento Selena sólo mostraba su parte graciosa, chistosa, irónica. Se permitía reírse de los demás y que los demás se rieran de ella. Pero sólo en las bromas y en sus alocadas ideas daba rienda suelta a una parte importante de su inquietante personalidad. Pero la otra parte la tenía bien escondidita, formaba parte de esa faceta que Selena tal vez mostraba menos por vergüenza y por temor. Eso pronto desapareció cuando en el canto y en sus diseños encontró su lugar para desplegar todo su potencial, todo su carácter, toda su personalidad, todo su talento, todo su espíritu. Y eso lo pude advertir aquel día en el que de pronto sorprendió y encandiló a mi padre cantándole con una voz increíble y natural que sólo ella podía mostrar. Y yo que no sabía qué iba a hacer de mi vida y cómo encararíamos nuestro quehacer cotidiano, de pronto encontré a mi padre totalmente descontrolado trayendo toda clase de instrumentos y diciendo que iba a formar una banda con nosotros. Cuando supe que esto venía de mi hermana no pude evitar encararla con furia y diciéndole qué había hecho. Nunca me lo voy a olvidar. Selena me miró, se sonrió, me guiñó un ojo y me dijo: “Parece que quiere formar una banda. Se llamaría Selena y Los Dinos”, y echó a reír a carcajadas. Yo la miré entre incrédulo y con estupor, pero pronto di cuenta de todo y me reí con ella. En ese pequeño acto sentí que comenzaba a quererla de verdad. Era mi hermana pero no dejaba de ser una niña muy pequeña a la que yo le llevaba 8 años. Yo ya era adolescente y avanzado. Ella estaba en plena niñez. Si uno lo piensa un poco, era una locura. Sentí que estábamos en el medio de un barco que podía quedar a la deriva para siempre o podía ser enderezado hacia el buen camino sólo por una persona … ¡¡que tenía 8 años!! Tal vez en esa mirada de Selena me di cuenta de que a partir de ese momento nos unirían muchas cosas y nada nos haría separar … Sabía que tendríamos mucho que hacer, sobre todo con el material a cantar. Allí también di cuenta de mi lugar en el mundo. Estaría encerrado en un cuarto creando temas y dirigiría la música del grupo en el estudio de grabación y en el escenario. Sabía que Selena tenía la parte de mayor responsabilidad, de mayor exposición y ella era muy pequeña. Sentía compasión y ternura por mi hermana. Sabía el esfuerzo que tendría que hacer para afrontar un compromiso que no pidió, la responsabilidad de ser la cara más visible de un grupo que llevaba su nombre. Era mucho para una niña de 8 años que se encontraba con todo eso sólo por cantarle unas canciones viejas a mi padre, sólo por tener celos de mi bajo, sólo por mostrarle una increíble voz que no la había descubierto nadie, una voz que la hizo conocer ella como si fuera un mensaje del destino…

Muchos me preguntan por qué llevo tantos tatuajes, por qué necesito llevar a Selena en mi cuerpo … No entienden nada. ¡¡Claro que no entienden nada!! En los últimos tiempos he decidido hacerle caso a los consejos de mi padre, y uno de ellos es no contestar las cosas que me afectan tanto. Si de pronto los celos de mi hermana nos cambió la vida y nos expuso ante la gente tocando para una banda, si el sólo hecho de que ella con su voz nos modificara nuestros hábitos, nuestras costumbres, nuestra casa y hasta el lugar en el que vivíamos, la locura de una energúmena nos quitó los ojos, cortó de cuajo tantos años de lucha, tantos sacrificios, tantas ilusiones. Muchas veces me dije entre incrédulo, furioso y a llanto vivo: “¿Para qué hicimos esto? De qué nos sirvió? ¿Para qué buscamos trascender honestamente en la vida si al final de otro modo se logra y más rápido?”. Recuerdo cuando Cristina Saralegui nos entrevistó en Corpus Christi en marzo de 1996, a un año de aquello … Recuerdo que en mi descargo dije que no entendía qué buscaban de nosotros, por qué nos investigaban, por qué querían ver el problema en nuestra Familia cuando todos sabemos quién fue la que le hizo tremendo daño a mi hermana y la Justicia lo corroboró. Recuerdo haber estado indignado. No podía creer que nosotros estuviéramos en la mira, que mucha gente que ni sabía quiénes éramos opinaba con tanta ligereza de nosotros. Me daba muchísima bronca estar en los grandes medios de comunicación teniendo que aclarar lo que no teníamos que demostrar. Nosotros no estuvimos 14 años trabajando duro para terminar hablando de tonterías en vez de cantar, tocar, actuar. No podía creer lo que estaba viviendo. Todos hablaban por hablar, le prestaban una atención inaudita a esa psicópata que hasta desde la cárcel se reía de nosotros diciendo que tenía “secretos” de Selena y que algún día los iba a revelar … Eso era lo que me indignaba. ¡¡Y encima la gente, los periodistas, los medios, todos estaban pendientes de ella!! … No hay caso ... Aprendí a ver cómo una psicópata puede llevar de las narices a mucha gente sin que ellos se den cuenta o no se quieran enterar de cómo se dejan llevar por mentiras y por engaños. No podía creer que después de todo lo que nos pasó estuviéramos nosotros en el banquillo de los acusados teniendo que aclarar que todas las barbaridades que se dijeron de mi hermana no eran ciertas. Lo decía una y otra vez: “¡¡No hay nada aquí!! ¡¡No hay nada que sea digno de averiguar ni de explicar!!”. No podía creer lo que estaba viviendo, lo que estoy viviendo. Yo no podía aceptar, ni entender ni explicar cómo seguía mi vida y no estaba Selena. No podía concebir un mundo sin mi hermana. Empezó a pasar el tiempo y mi cabeza no quería avanzar más allá del 31 de marzo de 1995. El sólo admitir que existían el 1 de abril de 1995 y los días sucesivos hasta hoy me hacía aceptar de que no tenía a mi hermana, de que no tenía trabajo, de que debía seguir adelante sin el motivo fundamentas de mi trascendencia en la vida ... Me habían quitado a mi hermana ... Mi hermana no existía más ... A mi hermana la mataron … ¡¡Sí, a ella, a ella misma, que era un Amor, el Amor mismo!! Y todavía había gente insensata que pedía explicaciones, que elucubraba, que sospechaba, que sacara insensatas conclusiones. ¿Es que es tan difícil de entender? ¿Qué es lo complicado? ¡¡Investiguen a esa mujer e indaguen por qué lo hizo!! ¡¡En vez de buscar la “quinta pata al gato” en mi casa piensen qué pasaba por su cabeza para hacernos esto, por qué le hizo esto a mi hermana!! ... Lo pensé mil veces. Trataba de buscar la explicación, qué es lo que no vi, qué es lo que me perdí, por qué nunca reparé en esa mujer. A veces me maldigo no haber prestado más atención, dedicarme menos al estudio de grabación y a componer, y observar más qué pasaba a mi alrededor. Lo más penoso para mí es que estoy convencido de que podríamos haberlo evitado si hubiésemos prestado más atención, si hubiésemos observado más. A la larga entendí que esa mujer se enfrentó con mi padre, y cuando él la quiso apartar de nosotros, ella se le anticipó y le pegó donde más le duele … Hay que reconocer que los psicópatas saben dañar cuando se lo proponen … Usan toda su inteligencia para ello … Pero siempre me pregunté qué estábamos haciendo nosotros a esa altura cuando estábamos por pegar el gran salto de nuestras carreras, cuando estábamos por conquistar el mundo pues ya México, Estados Unidos y Centroamérica empezaban a ser lugares comunes de nuestro éxito. Muchas veces me pregunté en qué estábamos ocupados, si estábamos a la altura de lo que se nos venía encima. Y la verdad es que siempre me costó hallar una respuesta concreta. Porque desde lo estrictamente musical estábamos más que preparados: no sólo estábamos muy bien sino que cada vez nos perfeccionábamos más. ¡¡Teníamos tantas ideas, tantos proyectos, tantas cosas logradas y tantas por lograr!! Pero cada vez que pienso que esa mujer llegó a nuestras vidas porque aportó con una idea que nosotros nunca tuvimos en cuenta, que era tener un club de fans y saber comercializar nuestros productos, allí me di cuenta que algo se nos pasó, que no tuvimos en cuenta, que no prestamos atención que eso también formaba parte del “negocio de la música”. ¿Cómo esa mujer que era enfermera se dio cuenta de algo que nosotros no le dimos importancia? Cuando pienso en eso me es irremediable pensar que en determinadas cuestiones estábamos dos pasos atrás de la realidad … De una realidad que se nos vino encima de la peor forma llevándose a mi hermana…

Los tatuajes duelen y mucho. A veces creo que me los hago por eso, para que me duelan, para sentir el dolor que tiene mi Alma desde que no está mi hermana. Con la excusa del dolor lloro, grito, imploro, le pido a mi hermana que vuelva, le suplico que me hable, le pido que me perdone, le pido que me tranquilice. Mientras ponen en mi cuerpo el nombre de mi hermana, la imagen de ella, algo alusivo a lo que significa para mí, sólo expreso el vacío de mi existencia sin ella, algo que nunca me he permitido mostrarlo no específicamente en público, sino a mí mismo. En eso soy como mi padre, aunque yo soy menos duro que él, pues soy más vulnerable. Se me vienen las imágenes del lugar en el que estábamos despidiendo a mi hermana. Recuerdo estar con una flor blanca en la mano mirando a todos, mirando a nadie. Veía a mi madre destrozada, a Chris triste y perdido, a mi hermana desencajada, a mi padre tranquilizando a todos mientras se le escapa una lágrima debajo de sus anteojos. Yo los miraba y no sentía nada. Estaba como aquel que se queda paralítico y sigue viviendo sin sentir sus piernas, sin sentir sus brazos. Desde aquel nefasto, lluvioso, triste e inaudito día algo de mí no funcionó más, pero que no es de mi cuerpo sino de mi Alma. Sentí que estaba muerto, que no podía sentir más. No quería mirar para adelante. Adelante estaba aquel cajón. Yo no podía aceptar que mi hermana estuviera allí. Y encima a mi padre se le ocurrió abrirlo porque había gente que empezó a creer que mi hermana no estaba allí, que todo era un invento. Algunos hasta amenazaban con no irse más de ese lugar si no le daban su último adiós a Selena. Yo miraba sin mirar a mi padre y sin poder entender lo que estaba sucediendo, lo que nos estaba pasando. Con el tiempo pensé que mi padre estaba como yo, que estaba como un zombie yendo de un lado para otro sin sentido alguno, sin saber qué estaba haciendo. Más de una vez pensé que en realidad abrió el cajón deseando que esa gente tuviera razón, que todo fuera mentira, un mal sueño, una pesadilla. Sólo así podía entender que una persona como mi padre pudiera prestar tanta atención a un pedido que me parecía inadmisible. Allí surgió mi bronca de tener que dar explicaciones, que no nos dejaran en paz con nuestro dolor. Sólo nosotros sabíamos lo que significaba la pérdida de mi hermana. Yo sé que había mucha gente estaba tan destrozada como nosotros, que la quería a Selena como un familiar más, pero sé que todos ellos volvieron a sus casas y a sus vidas, y con el tiempo cicatrizaron sus heridas. Nosotros nunca lo podríamos hacer por más que lo disimuláramos, por más que le hiciéramos caso, una vez más, a nuestro padre y nos mostráramos con dolor pero con entereza. Pero la verdadera cara, el verdadero sentimiento, era el de mi padre con esa insólita decisión de abrir ese cajón esperando ver el milagro … y recibir la cachetada, el rostro de la realidad. No sé cómo podía mantener la entereza y salir a darnos ánimos a nosotros. Supongo porque él sabía que si él se caía, todos nos caeríamos con él y eso no se lo podía permitir. Ya había perdido una hija. No podía dejar que perdiera a toda una familia…

Tardé 4 años en volver a la música y siento que no he vuelto nunca. Los que creen que saben lo que siento y lo que he sentido estos años no tienen ni idea de lo que viví, de lo que sentí y de todas las cosas que me pasaron por estos años. Como siempre, a la hora de ver y analizar los problemas que he tenido en este último tiempo, siempre lo tomaron por el lado del escándalo y del absurdo. Aprendí a darme cuenta de que conviviremos con las consecuencias de aquel nefasto 31 de marzo para siempre. Que siempre seré observado, que siempre seré cuestionado. Al principio me dolía y me enojaba mucho. Ahora no me enojo, pero me sigue doliendo. Como cuando me hago cada tatuaje, como cuando grabo en mi cuerpo el nombre de mi hermana. Yo puedo entender que no nos crean en todo, que sospechen, que especulen, que sientan que no somos tan buenos como parece. Pero me gustaría que entiendan que yo perdí a mi hermana, a mi hermana menor, a un ángel excepcional al que nadie podía imaginar semejante destino, semejante cachetada de una realidad absurda, de un mundo cruel e injusto … A los que piensan que lucramos con la partida de mi hermana, ¿qué piensan? ¿Qué trabajamos como perros de sol a sol, ganándonos el pan de cada día y buscando el éxito tan deseado con honestidad, talento y sacrificio, sin que nadie nos regalara nada, para después especular con la pérdida de mi hermana? ¿Creen que Selena tiene un precio, que se puede canjear por un billete? Si fuera así, hubiésemos puesto a la venta todo lo que hay de mi hermana hace ya mucho tiempo y no lo hicimos. Hay muchas cosas de Selena que mi padre no las pone a la consideración del público porque para él son recuerdos muy personales que no tienen valor y que no lo quiere compartir con otra gente. Lo mismo me pasa a mí, a Chris, a Suzette y a mi madre. Si mi padre o cualquiera de nosotros hubiese tenido sólo el dinero como único fin nunca esa mujer que nos quitó todo se nos hubiese acercado, porque lo que ella hubiese propuesto se nos hubiese ocurrido a nosotros antes. Yo podía notar en mi padre que su obsesión porque nosotros llegáramos a lo más alto y porque Selena se convirtiera en la más famosa cantante internacional era porque a través de la cristalización de nuestro éxito se cumpliría su viejo sueño de triunfar a través de la música. Eso era lo que lo movió a hacer lo que hizo. No fue por el dinero aunque obviamente peleara duro por él para que fuéramos justamente retribuidos. Pero fuera de todo eso, todo lo que queríamos compartir con la gente en el recuerdo de mi hermana lo hacíamos sin dudar … Cuando pude rescatar un reportaje en el que Selena llegó a cantar una partecita del tema “¡Oh, no!”, diciendo que era un adelanto del tema del disco que grabaría en inglés, armé un tema con mi banda y lo puse a la consideración de la gente. Quería compartir con todos los que aman a Selena esa mezcla de sensaciones, ese pase tan fácil y rápido de la risa al llanto, del canto a la nostalgia, de la inmensa alegría al tremendo dolor. Esa partecita de la canción que canta mi hermana es el ejemplo más claro y la situación más emblemática de lo que pasaba con Selena en aquel momento … Al verla no puedo dejar de sentir que mi hermana se estaba asomando al mundo, estaba asomando su cabecita para decirle a todo el mundo quién era, qué hacía y qué representaba para tanta gente. En esas imágenes queda más que claro esa mezcla, esas dos caras de la fama de Selena, de lo que había logrado y de lo que lograría en poco tiempo. Mi hermana no dejaba de ser una muchacha de familia, joven, humilde, tremendamente talentosa, con un futuro enorme, que ya había dejado de ser una promesa en México y en Estados Unidos para convertirse en realidad, y que estaba por pegar el gran salto, el salto a la fama mundial, el salto que podía significar un salto para tocar el cielo, o bien un salto al vacío con quién sabe qué consecuencias. Yo no tenía dudas … Nadie tenía duda de que lo lograríamos, de que teníamos todo, absolutamente todo a nuestro favor. Todavía recuerdo cuando allá por febrero de 1995 Selena dijera en el programa “Padrísimo” que éste era un año crucial para el grupo ... Nada más cierto. Estábamos en nuestro mejor momento, no teníamos límite, todo eran éxitos y avances, el futuro no podía ser mejor … Pero a juzgar por lo que sucedió, empecé a dudar de cuán preparados estábamos, si íbamos a soportar determinadas cosas que suceden cuando uno ya es muy famoso y se está en boca de todos. Se sabe que en general los artistas pueden ser queridos y odiados al mismo tiempo por partes iguales. Que para los medios es tan “vendible” hablar bien de alguien como atacarlo sin piedad … Pero a nosotros nunca nos pasó eso. A mi hermana no sólo la admiraban sino que la querían. Y los periodistas, los grandes medios, los productores y los otros artistas también la querían y respetaban mucho. Siempre me quedaron grabadas esas palabras que le dijera a Selena Ricardo Rocha en su programa “En vivo”, esas palabras de admiración y de sorpresa en las que le enfatizaba que no era tan fácil que un artista fuera querido en su propio medio, en el mundo de los cantantes y de los artistas. Siempre pensé que se podía ser un gran artista y muy popular. Lo que podía ser casi imposible era que ese mismo artista fuera a su vez tan admirado como persona por todo el mundo. Y eso era mi hermana ... Y allí es donde me cuestiono acerca de si estábamos tan preparados para soportar todo lo que traían la fama y el éxito. Nosotros estábamos acostumbrados a que siempre hablaran bien de nosotros, que nos respetaran y que nos admiraban. ¿Pero qué haríamos cuando muchos empezaran a inventar cosas, manipular declaraciones, cuando atacaran injustamente a mi hermana, cuando le atribuyeran cosas que no hizo? ¿Cómo haríamos? ¿Qué haría Selena cuando no le tuvieran tanto respeto en algunos lugares en los que no la conocían? Ya nos había pasado un poco en 1994 cuando algunos medios decían que Selena se había operado para mejorar su imagen. Era un síntoma. Por supuesto que mi padre había hecho todas las gestiones para que mi hermana tuviera la oportunidad de aclarar sus cosas y no prestarse a los malos entendidos. Pero aquí en Estados Unidos como en México todos le creían a Selena porque la querían mucho y en muchas ocasiones la gente la vio cantar desde muy pequeña por lo que la vio crecer y evolucionar como artista y como persona … ¿Pero qué haríamos cuando viajáramos por el mundo y visitáramos países que no nos conocían casi? Sin ir más lejos, ¿cómo nos recibiría Argentina, país al que pensábamos visitar con Selena en 1995? Yo no tengo idea. La expectativa era grande pero las dudas también. Y ante esta situación mi padre no podría controlar todo, como él imaginaba que podía hacer. Y ese nefasto 31 de marzo nos puso en la cruel realidad. Si nosotros creíamos que teníamos todo controlado y resulta que una mujer a quien nosotros confiábamos y conocíamos desde hacía un buen tiempo nos quitó a mi hermana, ¿qué garantías teníamos que podíamos controlar una situación que no conocíamos? Yo vivía en el mundo de mi música, en mi estudio de grabación y con mi gente. Pensé que con eso alcanzaba y sobraba. Después de que se me fue mi hermana comprendí que no alcanzaba con eso. ¡¡Para nada!! El negocio de la música abarcaba más cosas de las que me imaginaba, más cosas de las que se imaginaba mi padre. Me terminé de convencer cuando vi cómo se hacían famosas otras artistas, y qué tenían en cuenta para mantener su imagen y estar a resguardo de todo … Y viendo el destino de mi hermana, comprendí que el problema no era como lo planteó mi padre en un principio. No es que Selena pecara de confianzuda, de incrédula o de inocente. Selena no era nada de eso. Además, ella era así con su público y éste nunca le hizo nada malo. El daño no vino de ese lado, vino de otro, del lado más íntimo, de nuestro círculo más cerrado. Y tal vez cuando notamos que algo malo traería esa mujer, debimos pensar que antes que nada debíamos haber puesto a resguardo a mi hermana, y no estar tan seguros de nuestras fuerzas y de nuestras decisiones. Que siempre puede haber a nuestro lado psicópatas disfrazados de buenos amigos, de buenos compañeros de trabajo, de incondicionales fans. Esos mismos psicópatas que si no se dan las cosas como las que ellos quieren son capaces de asestar el mejor golpe, de provocar le peor traición, de transformarse en el peor de los enemigos … Nosotros nos dimos cuenta cuando ya era tarde, muy tarde … Por eso con el tiempo me permití dudar de nuestras fuerzas. No por nosotros en sí sino por nuestra visión de las cosas y por el trato con los demás. Nosotros estábamos sin duda preparados en lo musical pero no así para soportar la maldad, la mentira y la falsedad de este mundo cruel…

Recuerdo que cuando éramos jóvenes y teníamos que seguir haciendo nuestras labores porque lejos estábamos de vivir de la música, un día estaba trabajando en un taller allí en Corpus Christi. Era un día de extremado calor. Y yo estaba meta lijar una tabla de madera. Miré hacia la puerta del taller y podía ver cómo el sol pegaba fuerte en la tarde tejana. Me asomé, sentí que un viento de fuego me abrazaba e intentaba llevarme para el medio del campo. Corrí rápido para el interior del taller, miré para el cielo y rogué a nuestro Señor que me sacara lejos de allí, que me permitiera triunfar para que algún día pudiera disfrutar de la buena vida luego de lograr ganar dinero con trabajo, talento, esfuerzo y honradez. Cuando al final había logrado salir de allí y con el tiempo lograr el merecido éxito que me permitiera darme esos pequeños gustos que no me pude permitir realizar en casi toda mi vida, sentí que me habían quitado algo, algo que me impedía ser feliz enteramente y para siempre. Recuerdo que por aquella época todos vivíamos juntos en tres casas una al lado de la otra. En aquella época todos teníamos planificado mudarnos y vivir en casas más grandes, más cómodas, con más espacio, con más intimidad; casas que íbamos a comprar con dinero honestamente ganado, con esfuerzo de años y años de trabajo. Selena había dicho hasta públicamente que iba a vivir en un amplio campo que compartiría con Chris. Yo sé lo que significaba eso para ella. Mi hermana vivió como nadie las tres etapas de su vida inmersa en el trabajo, en el sacrificio, en la privación. Selena casi no tuvo momentos de intimidad. Ella se había acostumbrado a vivir compartiendo todo con todos, hasta lo que no era compartible. Y entre los tantos sueños que tenía postergados, y que estaba a punto de realizar, era el de vivir feliz en un amplio campo. Yo sabía todo lo que significaba esto para mi hermana. Nosotros éramos muy unidos pero también cada uno necesitaba su aire, su color, su lugar. Y para mi hermana ése era el inicio de muchas cosas que ella quería realizar y que tuviera sólo su sello, sólo sus sueños, sólo su nombre. Apenas se había asomado con esta nueva cara cuando presentó “Selena Etc.”. Pero mi hermana tenía más planes, más ideas, más energía que toda la Familia junta. Fue la que más se privó y la que más necesitaba libertad, la que más necesitaba mostrarse tal cual era, tal cual le gustaba … Y como si el destino no quisiera que Selena llegara a completar ningún ciclo, como si el destino sólo le permitiera triunfar para que se asome y vea todo su potencial, como si el destino sólo quisiera que sus sueños fueran eso, sólo sueños, un día se nos fue sin que mi hermana pudiera realizar todo lo que ella soñaba, todo lo que ella quería … Un día volví a ese taller en el que trabajaba. No era de día. Era bien de noche y estaba algo fresco. Noté que el lugar estaba abandonado hacía no mucho tiempo … Entré por la misma puerta de la que veía el sol rajante de la tarde tejana. Apenas podía ver el interior del taller. Sólo me iluminaba la luz de la luna. Avancé unos pasos hasta que di con el lugar en el que le imploré al Señor que me sacara de allí. Volví a mirar el techo y le hice un nuevo pedido. Le pedí que volviera el tiempo atrás y que no me hiciera caso. Que me dejara trabajando en ese taller o en cualquier otro lado. Que no me haga triunfar, que no me haga trabajar de la música, que no me haga popular, que no me haga un hombre público. Le pedí y le rogué que borre mi pedido y que las cosas sigan su curso normal, que no hiciera caso de nada que le pidiera y que le hiciera daño a mi hermana. ¡¡Nada!! Luego de implorarle a mi Señor, me quedé un rato en silencio como esperando una señal hasta que decidí avanzar hacia la puerta. Cuando salí al parque abandonado, vi el esplendor de las estrellas y me quedé un largo rato mirando cada una de ellas. Las miraba con la ilusión de encontrar en alguna de ellas a mi hermana. En la inmensidad de la noche pude darme cuenta de que jamás podré aceptar ni entender ni explicar la partida de ella ... Eso que tal vez le resulte extraño para los demás pero que sin embargo es tan simple y tan cierto como tal. Estuve largo tiempo en ese patio llorando, recordando, esperando vanamente que sucediera algo distinto que me devolviera la alegría perdida, esa alegría que tenía cuando estaba en el estudio de grabación y me quedaba con Selena explicándole cómo era la música de un tema y cómo debía cantarlo, y quedarme anodadado en cómo tan poco tiempo ella se lo aprendía al punto que terminaba acordándose de las letras y de la música de las canciones mejor que yo. Aún hoy recuerdo de la facilidad con la que aprendió la parte del coro que nosotros cantábamos en el tema “Techno cumbia”. A todos nos había costado mucho tiempo poder grabarla en óptimas condiciones … ¡¡pero al final en vivo lo cantaba Selena, y lo hacía en una toma y mejor que nosotros!! Así era mi hermana: más capaz, más inteligente, más talentosa, más trabajadora, ¡¡y con mucha más energía y ganas que todos nosotros!! Y en un mundo en el que los buenos y talentosos se nos van jóvenes, un día se llevaron a mi hermana. Yo sigo esperando que el Señor cumpla mi último pedido…

Cuando dimos aquel concierto del Houston Astrodome el 26 de febrero de 1995, yo quedé anodadado con mi hermana por dos momentos: uno por su performance del Disco Medley, fundamentalmente cuando se dispuso a bailar improvisadamente “la lavadora”; el otro fue su actuación en el tema “Si una vez”, en la que si bien había partes pautadas y ensayadas, noté cómo Selena en el medio del parate de la canción se permitió ir a uno y otro lado del escenario dejando que la gente gritara y la ovacionara mucho más de la cuenta. Cuando al término del concierto yo la felicité por esos dos momentos, me dijo: “¿Recuerdas lo que te dije cuando me preguntaste furioso por qué me había estudiado esas canciones de nuestro padre? Pues bien, A.B., en eso pensé cuando salí a dar el concierto”, se sonrió y se fue a firmar autógrafos a sus fans. Yo me quedé mudo y contrariado. No recordaba bien ese momento. Noté que mi hermana se iba lentamente como esperando algo. Cuando más tarde logré recordar aquel día y me disponía a abrazarla y a reírme junto con ella, ya era tarde. Luego lo olvidé, en la seguridad de que algún día lo recordaría y le haría ver a mi hermana que no se me había borrado de la memoria ese momento. Cometí el error de pensar que siempre hay un mañana, olvidé lo que decía la letra del tema “No quiero saber”. Mi hermana se me fue sin que yo pudiera agradecerle que se acordara de mí y de ese momento en ese concierto increíble y en esa actuación tan sublime…

Y mientras tanto lleno de tatuajes mi cuerpo, cubro mi piel con el nombre y con el espíritu de mi hermana. Lo llevo con mucho dolor, con mucho sufrimiento, pero también con mucho orgullo. En esos tatuajes están reflejados la ausencia, el dolor y la no aceptación. Yo sólo espero que al menos mi hermana vea que nunca me olvidé de ella, que desde que ella se fue mi vida nunca fue enteramente feliz … Yo sólo espero que el Señor me escuche y me permita volver a abrazar a mi hermana…

(Siempre pienso que no me queda más que decir, que ya he dicho todo de Selena, que mis sentimientos por ella están acabadamente expresados. Pero de pronto aparece un duende que me habla al oído y me dicta las cosas que escribo cada semana … Me gustaría pensar, deseo pensar, que ese duende es la mismísima Selena … porque sé que si es así nada está perdido, y que algún día podré encontrarme con ella y abrazarla bien, bien fuerte…)

Selena: yo sólo puedo decirte que te quiero mucho…

Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)





Sólo quiero una foto contigo, Selena...


“Acuérdate, acuérdate, Viviana, por favor. ¡¡No te llegues a olvidar!! Pídele a Selena que te quieres sacar una foto con ella. ¡¡Es muy importante que lo hagas!! Más de lo que tú crees. ¡¡Salvarás una vida muy, muy importante!! Cambiarás el curso de la historia. ¡¡Acuérdate, acuérdate, Viviana!! ¡¡No me llegues a fallar!! Ya verás que me lo vas a agradecer. ¡¡Ya verás que al final del camino entenderás todo!! Hazme caso. ¡¡No te dejes vencer por la timidez!! No te escondas en la vergüenza y en el miedo al ridículo. ¡¡No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy, Viviana!! No te olvides nunca, nunca de eso. ¡¡Te lo pido por favor!! No me preguntes quién soy. Eso no importa ahora. Quizá eso no importe nunca. Sólo escúchame, escúchame bien … No te vayas de ese concierto sin pedirle a Selena que quieres sacarte una foto con ella … ¡¡No se vale pedirle sólo un autógrafo!! ¡¡Eso no surtirá efecto!! Eso no cambiará las cosas … Quédate el tiempo que sea necesario. ¡¡Quédate horas, días, lo que necesites!! Pero no te vayas del concierto sin tener tu foto con Selena. Que no se vaya Selena sin al menos tú haberlo intentado. Si no lo haces será muy tarde, muy tarde para cambiar todo … ¡¡Y tú te arrepentirás, Viviana!! ¡¡Hazlo, hazlo, por favor!!”. Viviana se levantó sobresaltada. Ese sueño, esas palabras, todo ese pedido la habían hecho despertar con una terrible angustia. Aun cuando no podía recordar toda la pesadilla, retumbaban en sus oídos esas palabras: “¡¡Y tú te arrepentirás, Viviana!!”. ¿De qué debía arrepentirse? ¿Qué podía pasar? ¿Qué vida podría salvarse por el solo hecho de pedirle una foto a Selena esa noche en la que la iba a verla por primera vez en concierto en San Antonio? No era la primera vez que había soñado esto. En realidad esta pesadilla la tenía recurrentemente desde hacía unos seis meses, que coincidieron cuando Viviana había decidido ver a Selena en vivo en cuanto tuviera oportunidad de verla allí en San Antonio o en cualquier localidad cercana al pueblo en el que vivía … Viviana era una texana de ascendencia mexicana de unos 16 años. La conoció a Selena unos cuatro años atrás viéndola cantar “Dulce amor”, en los Tejano Music Awards. Allí comenzó a admirarla. Además de que le gustaba cómo cantaba, Viviana se sentía identificada con ella, quería ser como Selena en todo sentido. Como cualquier chica texana, veía en ella el ideal de joven que quería trascender en lo suyo, haciendo lo que más le gustaba, llamando la atención y sumando muchos admiradores. Como en su tiempo y como en todos los tiempos, ser mujer y en Texas era muy difícil. Muchas veces se trascendía a la sombra del éxito de un varón o por caminos que eran los menos deseados y muy degradantes en muchos casos. Pero Selena marcaba que había un camino, una posibilidad, un rumbo, una esperanza. Al principio ella era una niña y Selena una promesa adolescente. Ahora era ella la adolescente y Selena una jovencita con todo el éxito en su tierra arrasando con todos los premios texanos y siendo la más popular de las cantantes de los nuevos tiempos. Viviana se sabía todas sus canciones, tenía todos sus discos, incluso los de Selena de muy niña, que ya para 1991 eran muy difíciles de conseguir. Para cuando Viviana se prestaba para ver a Selena en el concierto de San Antonio el 11 de abril de 1991 ella ya era un ícono en su tierra y ya se presentía su éxito en México, sobre todo por la enorme repercusión que trajo el tema “Baila esta cumbia”. Ir a ver a Selena en esos tiempos generaba toda una expectativa, toda una sensación. Ya todos sentían que hacía rato que ella había dejado de ser una promesa. Selena ya era una artista consagrada en su tierra y se presumía un enorme futuro. Todos la veían como una estrella joven, pero que por su enorme popularidad y personalidad en el escenario no la podían dejar de ver como una artista ya presente y ya instalada en la vida de todos los texanos. Por eso Viviana se jactaba ante los demás de que ella fue fanática de Selena “de la primera hora”, que no esperó de su éxito para fijarse en ella. Viviana decía y se decía, no sin una gran exageración, que ahora es fácil nombrar y seguir a Selena, pero antes cuando pocos hablaban de ella, salvo los que la veían en cada pueblo en el que iba a cantarles Selena luego de viajar horas y horas en bus, y los que la conocían de cantar en festivales y en tantos lados, o por saber de ella por los innumerables premios obtenidos en los certámenes tejanos, ella estaba allí cantando y admirando a Selena. Viviana se decía: “Ahora es fácil ser fan de Selena. Ahora la admiran todos porque está de moda y porque muchos la empezaron a ver por la televisión. Yo me hice fan con sólo escucharla allá en los TMA de 1987 cuando por suerte un tío me llevó a ver a todos los artistas en esos hermosos premios tejanos y su linda ceremonia. Yo la empecé a ver a Selena porque era una gran artista y no porque era la chica que estaba de moda”…

Pero fuera de los sueños, de las expectativas y de la identificación que sentía Viviana por Selena, ella era muy tímida. Había creado su mundo con sus discos, con sus escritos que guardaba celosamente en un diario sin que nunca sus padres supieran de él. Ella igualmente sabía que sus padres no le pedirían ver su diario si se enteraban de su existencia. Viviana era hija única y sentía la presión de las expectativas que tenían sus padres por ella. Ella sabía que nunca sus padres se distraerían cuidando a un eventual hermanito suyo. Por un lado se sentía feliz por no compartir los privilegios de ser hija con nadie, pero por otro deseaba con fervor, casi con ruego, que sus padres tuvieran otro hijo para así fijarse en él y no tanto en ella. A medida que iba creciendo empezaba a sentirse culpable de salir, de hacer su vida, de querer hacer otras cosas distintas de las que deseaban sus padres, de no desear más compartir cosas con ellos salvo cosas muy puntuales que le gustaba aún compartir, como ir a almorzar afuera, o una linda caminata por una plaza un domingo a la tarde. Esas vivencias las tuvo siempre como lindos recuerdos desde muy pequeña y las quería seguir compartiendo. Pero fuera de ello, quería empezar a volar para no quedarse con la enorme culpa de sólo pensar que cuando ella se fuera sus padres se quedarían solos … y más viejos. No se podía permitir eso, pero todo eso le pesaba mucho. Por eso era muy vergonzosa, fundamentalmente porque era muy estricta para con ella misma. Sus padres siempre fueron muy cariñosos con ella pero también tremendamente exigentes … Otra vez el tema de ser hija única … Temía al ridículo, no se animaba a hacer nada en público. Todo le deba vergüenza ... Salvo cuando se trataba de Selena. Cuando era Selena el tema de conversación, Viviana se soltaba y expresaba todos sus sentimientos, toda su pasión. A diferencia de todo, Viviana podía demostrar ante sus amigas que se sabía todas sus canciones, que las podía cantar todas a la perfección, que podía llegarse a pelear hasta llegar a las manos o no hablar nunca más con alguien que osara hablar mal de Selena. “El que se mete con Selena, se mete también conmigo”, solía decir con orgullo Viviana. Pero paradógicamente Viviana nunca pensó en acercarse a Selena. Ella tenía una visión muy particular sobre el trato con las personas a quienes admiraba mucho. A pesar de sus 16 añitos, ella decía que no se los debía molestar con autógrafos, con fotos o con ir a abalanzarse al ídolo o a la persona admirada con cualquier excusa. Viviana sostenía que, como ella, Selena y cualquier artista hacían su trabajo y que había que respetar su vida privada, que nada justificaba ir a molestarlos con cualquier cosa. Y aun sabiendo que Selena era tremendamente encantadora, servicial y cariñosa con sus fans, a ella le parecía que no había que acercarse para decirle algo o para pedirle cualquier cosa. Viviana estaba convencida de que cada uno tiene su lugar y su función en la vida, y si en un concierto Selena estaba en el escenario y ella en la tribuna, esos lugares y esas funciones no debían mezclarse ni allí ni en ningún lugar ni en ningún momento en la vida. Más de una vez tuvo oportunidad de acercarse a Selena cuando iba de un pueblo a otro para dar un concierto y ella jamás quiso acercarse. Hubo una oportunidad en la que Selena había parado en su pueblo para almorzar camino a dar un concierto en Austin. Todo el vecindario salió corriendo aunque más no sea para verla, para felicitarla, para gritarle algo desde lejos, para al menos alzarle la mano a la espera de que Selena la viera para retribuirle el saludo, sabiéndose perfectamente que Selena haría eso y mucho más … Pero Viviana no lo hizo. Eso sí: fue hacia donde estaba y lo vio todo desde lejos. Por dentro se moría por ir a verla, abrazarla, felicitarla, decirle lo que sentía por ella, permitirse expresar sus sentimientos ante esa artista a quien tanto admiraba … Pero no había caso … Viviana escudaba su timidez tratando de convencerse de que no había que molestarla con cosas que tal vez la aceptaba por cortesía y porque no le quedaba otra … Era muy cierto y hasta muy loable que Viviana supiera que hay cosas en las que no hay por qué meterse, que la vida privada es sagrada, que no hay justificación para saber todo de todos, que es feo cuando la gente se siente con derecho a entrometerse con todos, y sentirse con autoridad para opinar y meter sus narices en lo que no le corresponde. También era muy cierto y hasta admirable que Viviana pensara a los 16 años que ella no era quién para juzgar a la gente por lo que hace con sus vidas, que no hay que acusar impunemente a nadie, que cada uno tiene derecho a hacer de su vida lo que quiera y que todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario, algo que muchos olvidan cuando se meten en la vida de los demás, cuando juzgan sin autoridad y sin conocimiento real de las cosas y cuando piensan que cualquier celebridad es pasible de ser invadida en su vida por el sólo hecho de ser públicamente reconocida por todos. Es muy cierto ello … Pero también era cierto que muchas veces esos argumentos verídicos eran utilizados por Viviana como excusa para no ser más sociable, más dada, más reconocida, más visiblemente expuesta para querer y dejarse querer. Viviana tenía temor al ridículo, temor a perder, temor al dedo juzgador y, peor aún, el dedo acompañado de la risa de burla, de burla a su persona, de burla a cómo era, de burla a ella como mujer. Todo eso sumía a Viviana al encierro y a la no exposición. Muchas veces ella relacionaba su postura en la vida como si fuera una contienda deportiva en la que no para no exponerse al deseo de ganar con el riesgo de que pudiera perder, prefería no arriesgar y empatar. Viviana prefería el consuelo de no haber arriesgado nada pero no salir lastimada y lograr un magro empate antes de que se jugara decididamente por ganar y lograrlo. Ella moría por hacer lo segundo pero prefería la “tranquilidad” de lo primero … Ella prefería mirar y admirar a Selena desde lejos antes que acercarse a ella, que Selena la miraba y escuchara de su boca hermosas palabras de admiración coronadas con un abrazo que simbolizara todo su afecto y admiración a Selena … Viviana estaba “tranquila” pero no satisfecha … “Ya habría tiempo de hacer todo eso”, trataba de convencerse Viviana, no sin pensar -algo lógico a sus 16 años- que lo que no se hace hoy no se hace mañana … lo que se deja de hacer hoy no se podrá hacer nunca pues tal vez nunca habrá un mañana, por lo menos para una persona … Y lo peor es darse cuenta de ello cuando es irremediablemente tarde…

Ésa fue la sensación que tuvo Viviana esa mañana cuando se levantó subrepticiamente tras la pesadilla. El mensaje era claro, muy claro. Si no hacía eso que le pedía alguien, se arrepentiría para siempre … ¿A qué se refería? Además, esa misma persona le hablaba de una vida en juego … ¿Quién podía ser? ¿Alguien de su familia? ¿Sus padres, acaso? ¿Ella misma? ¿Por qué una foto con Selena cambiaría el mundo, al menos para alguien? No podía dejar de pensar que, una vez más, ella no era la protagonista de algo que le perteneciera. Viviana tenía que hacer algo que no deseaba por alguien. Eso la deprimía, la ponía mal, la dejaba como alguien no tenido en cuenta. Pero enseguida pensaba en que mejor era no pensar en eso. Es más, debía pensar que lo mejor era ignorar esos sueños y esos mensajes. Los sueños, sueños son. No son ni presagios, ni mensajes del más allá, ni del futuro, ni de nadie en particular. Eran eso. Sueños … Pero sonaba tan real para Viviana, que era la primera vez en la que sentía que no bastaba con refugiarse en sus argumentos “lógicos”. Empezó a angustiarse y no había peor cosa para Viviana que estar en ese estado. Eso le daba inseguridad y ella no podía permitirse ello, ni para sí, ni para los demás. Enseguida llamó a Victoria. Ella era su amiga desde los 5 años y fue quien la convenció para ir al concierto imperdible de San Antonio. Viviana no tenía ninguna excusa. El padre de Victoria las llevaría al concierto y lo presenciaría con ellas. Pedro, el padre de Victoria, era un gran admirador de Selena, lo cual fue una suerte para su hija y para Viviana, cuyos padres eran admiradores de músicas muy distintas de las que gustaba su hija. Viviana hizo su último intento de autoboicotearse pidiéndole permiso a ellos y creyendo -y deseando- que no la iban a dejar ir. Pero para su sorpresa -y alegría- sus padres no sólo la dejaron sino que la alentaron a ir, sobre todo su padre, que conocía muy bien a su hija y sabía que íntimamente Viviana moría por ir a ver a Selena. Ahora ella llamaba a Victoria por la angustia que tenía por su sueño recurrente, que se había convertido en pesadilla con cada sueño en el que se iba incrementando de información, en el que cada vez había un elemento más, palabras nuevas, personajes distintos, pedidos que se transformaban en exigencias, temores que presagiaban tragedias. “¡¡Vamos, Vivi, no inventes más excusas!! No trates de convencerme para no ir. ¡¡Vas a venir conmigo aunque tengas 40 grados de fiebre!! ¡¡Es hora de que veas a Selena de una vez!! No te pido que la saludes ni que le digas que la quieres. ¡¡Sólo quiero que te diviertas conmigo viendo a Selena!!”, la amenazó con algo de verdad Victoria. “¡¡Es que no entiendes, Vicky!! No es que no quiera ir. Es que en el sueño me piden que tengo que sacarme una foto con ella, que si no lo hago me arrepentiré, que hay una vida en juego. Si no fuera porque lo soñé tantas veces, no le prestaría mucha atención, pero anoche, anoche lo sentí muy real, sentí que me lo estaban exigiendo, rogando, implorando. No sé, es como si alguien del futuro que sabe algo trágico que haya pasado me avisara por sueños que debo sacarme una foto con Selena para evitar que algo malo suceda. ¡¡Créeme, Vicky, no sé qué hacer!! Me conoces. En otra circunstancia, no dudaría. No me acercaría y listo. Pero ahora…”, dijo Viviana toda angustiada. “¡¡Pues ahora ve y te sacas una foto con Selena!! ¿Cuál es el problema ahora? Tienes que ver el lado positivo del sueño: te pide algo que debiste haber hecho hace largo rato … ¡¡Pedirle un autógrafo a Selena, sacarte una foto o al menos abrazarla!! ¿Qué más quieres? ¡¡Ya es hora de que lo hagas!! Ya lo sabes: no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”. Viviana escuchó esas palabras de su amiga y se convenció. En un punto ella tenía razón, aunque se inquietó con haber escuchado otra vez aquello de no dejar las cosas para otro día. Ella era muy joven para pensar en que si no hacía las cosas hoy ya no habría tiempo para hacerlas mañana. Ella tenía una larga vida por vivir, como su amiga Victoria, como su amada Selena. ¿Por qué tanto apuro? ¿Por qué tanta alarma? Lo podía entender de sus padres, ¿pero ella? Y mientras ello pensaba, su amiga Victoria le decía: “Bueno, Vivi, ya deja de pensar, prepárate, ponte linda que en un rato te paso a buscar con mi padre para ver a Selena. ¿No estás acaso emocionada? ¡¡Vamos apúrate que ya voy para allá!!”. Viviana asintió y colgó para prepararse para la gran noche. Una vez que dejó de hablar con Viviana, Victoria quedó preocupada. Había algo en el relato de su amiga que la perturbaba. Ella presentía que podría haber algo de cierto en que algo podría suceder en el futuro. Victoria pensaba, al revés de su amiga Viviana, que había que aprovechar al máximo los tiempos felices, pues siempre vienen los otros que nos sacuden de la modorra de la buena vida. Ella era tan feliz con Selena … Eso era lo que temía … Como pensaban los egipcios, y que fuera reflejado en la Biblia, luego de 7 años de “vacas gordas” vienen siempre 7 años de “vacas flacas”. Victoria temía que pronto podrían venir las “vacas flacas”, el dolor, la angustia, la privación. Ese sueño de Viviana potenció ese temor de Victoria. Sabía, con temor a pelearse con su amiga, que debía convencerla, por las buenas o con las malas, a que debía acatar el pedido que le hacían a través de sus sueños…

Cuando Victoria llegó con su padre a la casa de Viviana para llevársela al concierto, ella ya estaba lista desde hacía una hora. Su madre le había dado toda clase de consejos, le dijo más de una vez que tuviera cuidado, que tratara de fijarse bien con quién hablaba y que se limitara a disfrutar del concierto junto con su amiga Victoria. Ese sermón se repitió con Victoria. Viviana escuchaba todo con los ojos en blanco o para arriba mientras se mordía los labios tratando de contener su fastidio por la sobreprotección de su madre. Había comenzado a sentir compasión por su padre que había abandonado la idea de contener a su madre con sus obsesiones y trataba de darle oxígeno a su hija demostrándole con hechos y con palabras de aliento que podía contar con él, que él confiaba en ella, que él sabía que se cuidaría sin necesidad de estarle tan encima. Viviana valoró como nadie ese gesto pues si había algo que necesitaba ella era que confiaran en su proceder, que cuanto más la dejaran volar más ella tendría en cuenta sus consejos en vez de rebelarse tontamente por fastidio ante el acoso permanente y desconfiado. Ella sabía que aún era chica pero también entendía que sus padres estaban preocupados por su vejez, por ser ella su única hija y por saber que muchas cosas en el futuro las debían afrontar solos … Si no fuera por ese pequeño “detalle”, ellos no tendrían problemas con nada, pues en definitiva ellos deseaban que su hija fuera feliz haciendo lo que más le gustaba aunque ellos no lo compartieran. “No se preocupe señora, yo cuidaré a su hija. Piense que viene con la mía … Yo velaré por ellas y haré todo para que se diviertan tranquilas”, le dijo Pedro a la madre de Viviana. “Además, yo admiro muchísimo a Selena. Así que yo me divertiré también … Sé que ustedes no la siguen a ella, pero yo sé lo que les digo … Escúchenla, véanla. Se maravillarán con ella. No necesitan seguir su música. Ni siquiera dejar de escuchar lo que siempre han escuchado. Aun así les encantará. Ella es distinta, se lo aseguro. Tiene un futuro enorme. Ya verá que llegará lejos. Mire, Selena nos mantiene unidos a mi hija y a mí. Nosotros escuchamos juntos sus canciones, las cantamos a los gritos en los conciertos, nos divertimos mucho con ella, la pasamos muy bien. Sólo alguien como ella puede generar lo mismo ante gente tan distinta y de diferentes edades. ¡¡Selena nos mantiene unidos!! ¿No es cierto, Vicky?”, dijo todo entusiasmado Pedro a su hija. “¡¡Claro que sí padre!! ¡¡Selena For Ever!!”, gritó Victoria alzando su brazo y pegando un grito de júbilo. Esa exclamación de Victoria estremeció a Viviana. Se le vinieron varias imágenes en su mente y frente a su vista. De pronto detrás de su madre, de Victoria y de su padre pudo ver una imagen, una silueta de un hombre que le hacía toda clase de ademanes y le volvía a implorar. “¡¡Por favor, Vivi!! ¡¡Por favor!! ¡¡Recuerda!! ¡¡Recuérdalo por el Amor de Dios!! ¡¡Ve a ver a Selena y sácate esa foto!! Es indispensable que lo hagas, si no quieres decir con llanto lo que exclamó tu amiga…”. Viviana estaba seria y paralizada mientras todos se reían entusiasmados por la inminencia de la hora del concierto hasta que todos advirtieron lo que le pasaba a Viviana. “Vivi, Vivi, ¿Qué te pasa? ¿Es que no estás contenta? ¡¡Vamos a ver a Selena, por fin!! Sé que eres un poco tímida pero ella no te va a morder … ¡¡Ah, cierto!! Es por lo del sueño, ¿verdad? Ya no pienses en ello. En todo caso lo que tienes que hacer es…”, le decía Victoria hasta que irrumpió la madre de Viviana: “¿Pero qué pasa, mi Vivi? ¿Qué has soñado? ¿Es grave? ¿Qué es lo que debes hacer? Ya vamos, dime qué te angustia. ¡¡Estás pálida!! ¡¡Tienes las manos frías!! ¿Te sientes bien? Será mejor que no vayas. Me temo que…”, dijo su madre toda preocupada hasta que irrumpió el padre de Viviana: “¡¡Vivi se va ya!! ¡¡No tiene nada, mujer!! Va a ver a Selena y no es para menos. Es su ídolo y sé que es una gran artista”. Su madre se le quedó mirando toda desconcertada. Nunca había visto a su esposo tan terminante. “¿Y qué sabes tú de Selena? ¿No sabía que te gustara ni que la hayas visto? ¿Cómo sabes…?”. “Escuché a nuestra hija, mi vida. Imaginé que debía ser buena siendo que ella la admira tanto. Así que el otro día la vi en la televisión dando un concierto y ahora entiendo por qué nuestra hija la quiere tanto. Es muy buena artista. ¡¡Así que ve mi hijita y salúdala de mi parte!!”, dijo su padre con una sonrisa. Viviana corrió a él y le dio un fuerte abrazo. “¡¡Gracias padre, eso era lo que quería escuchar!! ¡¡No sabes cómo valoro lo que has dicho!! Yo siempre creí que a ti te parecía mal que me gustara Selena por tus gustos y porque…”. “Pues has creído mal, Vivi. Yo puedo enseñarte lo que me gusta, puedo decirte lo que para mí es lo bueno y es lo malo, pero a la hora de decidir tú sabes lo que te gusta. Yo te puedo enseñarte el mundo, puedo mostrarte todas las posibilidades, pero la que sabe lo que te gusta, la que debe recorrer su camino, lo que te hace feliz sólo eres tú. Y si yo sé que Selena te hace feliz, yo seré feliz. Y si sé que a ti te gusta Selena sabiendo cómo eres, lo mínimo que tengo que hacer es aceptarlo y alentarlo. Sé que no puede ser malo. Y al ver a Selena me di cuenta de que yo también descubrí a una gran artista. Uno tiene que desear no sólo que lo escuchen sino saber escuchar”, dijo el padre de Viviana y fue esta vez él quien abrazó a su hija. “Y ahora ve que se te hace tarde. Cuídate mucho, disfruta el concierto, cuida a Vicky y sobre todo a su padre”, le dijo mientras provocaba ese último consejo la risa de todos. “Ya escuchaste a tu padre, Vivi. Llévame al concierto y ¡¡contenme si me excedo en mis gritos!!”, le dijo el padre de Victoria a Viviana. Los tres se marcharon velozmente para ver a su ídolo en concierto, mientras que los padres de Viviana se refugiaban en su casa aprendiendo a volver a convivir juntos y solos afrontando esa nueva etapa en sus vidas tan temida…

Ya en el auto camino a San Antonio, el padre de Victoria se permitió preguntarle a Viviana: “Perdóname, Vivi, que me inmiscuya en tus asuntos, pero ¿es tan serio lo que has soñado? Te lo pregunto ahora porque no quería alarmar a tus padres, pero vi tu rostro muy serio cuando estábamos celebrando ir para San Antonio. Si no quieres no me lo cuentes, pero pensé que algo te angustiaba…”. Su hija Victoria se le adelantó diciéndole: “Es que Vivi está soñando seguido con que debe sacarse una foto con Selena para que no pase nada malo. Yo creo que tal vez ella esté deseando sacarse una foto con Selena, pero no se anima. Sería mejor sacarse la foto ya para no dejarse llevar por la timidez. ¡¡Si Selena no va a tener problemas!! Seguro que si la ve, ¡¡será Selena quien le pida sacarse una foto con Vivi!!”, dijo Victoria tratando de alentar a que ella haga algo que ahuyente sus presagios y sus miedos a que los días alegres se vayan para siempre … “¡¡No, Vicky!! ¡¡Ya te lo dije!! No se trata de timidez ni de que yo desee sacarme una foto. Es que hace un tiempo sueño con que alguien me pide encarecidamente que me saque una foto con Selena, que si lo hago evitaré una desgracia y salvaré una vida. Lo que más me preocupa es que ese sueño es cada vez más recurrente y cada vez es más la información que recibo. Pero hace un rato fue peor. Ni siquiera fue en un sueño. Vi detrás de ustedes que alguien me repetía lo mismo de siempre, sólo que me agregó que si no hacía lo que me pedía corría riesgos de repetir lo mismo que dijo Vicky pero con tristeza. Lo que pasa es que no sé qué estabas diciendo tú en ese momento. Yo estaba paralizada y en trance. No sé lo que exclamabas en ese momento. ¿Lo recuerdas?”, preguntó Viviana. “No, sé que grité algo, algo de Selena, de ir a su concierto. Nada trascendente. ¿Qué pudo ser? Aparte, algo que uno diga alegremente pero luego con tristeza … Ummm. No sé. No se me ocurre. Pero bueno, como sea, ¡¡sácate la foto y ya!! Si es como tú piensas, un mensaje de alguien, mejor hacerle caso y ver los resultados. ¿No te parece?”, insistió Victoria. “Mira, Vivi. No sé qué decirte. Yo pensaría que sólo se trata de un sueño y nada más. Y si es recurrente, de una pesadilla. Y si ves que te sigue perturbando, te diría que consultes con un médico. Pero debo confesarte que tu rostro era de alguien que se daba cuenta muy bien de lo que estaba pasando o de lo que va a pasar. Debo confesar que me asusté por un momento. Tal vez tenga razón Vicky. Busca a Selena y sácate una foto con ella. Al menos con eso estarás tranquila con tu conciencia de que has hecho lo que te piden en tu sueño y ya no tengas más esa pesadilla. Al menos en el sueño te exigen algo lindo. ¿Quién no quiere sacarse una foto con Selena? Yo creo que me voy a sacar una..”, dijo el padre de Vicky. “Entonces, ¡¡acompáñala tú!!”, le dijo su hija. “¡¡No!! ¡¡Eso no puede ser!! ¡¡Tengo que ir yo sola!! Yo se lo tengo que pedir y yo me lo tengo que sacar sola con ella”, dijo con total seguridad Viviana. Fue como si ese pedido de su amiga le abriera la mente y el panorama a Viviana, y con ello supiera exactamente lo que tenía que hacer más allá de para qué. Es como decía el padre de Vicky: Viviana deba la impresión de saber lo que hacía y por qué aunque ella no lo supiera, al menos conscientemente. Luego de esas palabras de Viviana, se llamaron por un rato a silencio y después las chicas se dispusieron a descansar para la noche que se venía. Al cabo de un tiempo, y luego de que el padre de Victoria las despertara para indicarles que estaban por llegar a San Antonio, todo fue cánticos, alegría, expectativas, júbilo … No era para menos. Estaban por ver a Selena. Quien sabe cuándo la volverían a ver…

A Viviana le costó medio concierto para reaccionar ante lo que estaba viendo. Quedó impactada desde que vio entrar a Selena con toda su gracia y energía para cantar el tema “Set me free”, una variante en inglés del tema “Enamorada de ti”. Quedó impresionada porque empezaba a advertir la madurez de Selena. Ya no era esa chiquilla que sorprendía a los texanos con cada canción y constituía toda una revelación. Veía a Selena y Viviana no tenía ninguna duda de que esa increíble artista llegaría lejos, muy lejos. No dejaba de ser una cantante texana, pero ya era multipremiada y la más famosa. Se había ganado un lugar a puro talento y sacrificio, y ese despliegue, esas canciones modernas mechadas con las antiguas no le hacían dudar a Viviana acerca de que Selena se convertiría pronto en una artista internacional. Ella ya sabía por muchos amigos que innumerables canciones de Selena habían sido un suceso en Monterrey y en buena parte de México. Ya se hablaba de Selena a uno y otro lado del Río Bravo. Viviana sabía que pronto Selena sería tan exitosa en México como en Estados Unidos, y que con su gracia, simpatía y humildad terminaría rompiendo todas las barreras que para cualquiera serían imposibles de quebrar. Viviana sabía el mérito que había logrado Selena siendo mujer, con todas las dificultades que lamentable y absurdamente ello implicaba. Hasta Selena era casi imposible que Texas adoptara como su principal figura a una mujer, y Selena lo estaba logrando con una facilidad que asombraba pero que no sorprendía para quien la conocía bien. Los texanos la premiaban desde que tenía 16 años. Todos la querían, admiraban y le deseaban lo mejor. Todos sin excepción: público, músicos, artistas, productores, ¡¡todos!! Viviana se decía a sí misma que a alguien como Selena debía irle bien pues nada malo podría ocurrirle. ¿Qué mal podría sucederle si todos la querían? Como mucho podría resultarle indiferente a algunas personas, pero eran los menos. Viviana veía a Selena cantar, sonreír, saludar, bailar, y no podía dejar de sonreír y de sentir una gran satisfacción y dicha por conocer a semejante artista y persona. Pero a pesar de ello había algo que no le gustaba del concierto ... Los atuendos ... Esa ropa de vaqueros en blanco y negro, y todo el grupo uniformado con ella, no la convencía. A su amiga Victoria le encantaba. Y así era la sensación de todos los asistentes: a la mitad le gustaba y a la otra no. Pero era lo de menos esa disidencia, esa diferencia de gusto. La presencia de Selena acaparaba todo, absolutamente todo. Los demás sólo tenían la obligación y el deber de acompañarla lo más dignamente posible, porque en definitiva era a Selena a quien iban a ver todos. Ella quedó impresionada por la gran cantidad de gente asistente en el concierto. Había mucha gente hasta detrás del escenario, con la dificultad que ello resultaba siendo que éste no era giratorio, como por ejemplo el del Astrodome. Aun así a la gente no le importaba. Se conformaban con escucharla, y con verla de lejos y de espalda, aunque todos sabían que a la larga Selena se daría vuelta y los encararía para ofrecerle su mano para ser saludada y alabada. Viviana veía cómo en el concierto había de todo: gente de su edad, niños, gente muy mayor, adultos. Lo que más le impresionó fue ver a tantos padres llevando a sus hijas en los hombros durante todo el concierto y todos disfrutando por igual. Sobre todo le impresionó a un padre que estaba en las primeras filas con su niña alzada y que cada vez que Selena se acercaba a él aproximaba a su hija para que ella la saludara. Era conmovedor ver a una niña pequeñísima batir palmas con cada canción de Selena y extender su manito para que Selena la tocara. Pero esa escena era una radiografía de un concierto de Selena; además de canciones, actuaciones y aplausos, había cariño. Esa cantante que pronto cumpliría 20 años se había ganado el corazón de todos los texanos y de muchos latinos de Estados Unidos que, como Viviana, recorrían muchos kilómetros para ir a ver a Selena. Y México pronto sería una realidad, y la ruta sería interminable. Aun así el concierto que estaba viendo Viviana tenía muchos temas modernos en inglés. Y eso no le sorprendía para nada, pues sabía que Selena y Los Dinos adaptaban su repertorio al lugar en el que tocaban, y que en San Antonio harían cosas más modernas y variadas que en otros lugares. Ellos tenían como premisa que si en un lugar gustaba mucho de las rancheras, tocaban preferentemente ello, y si gustaban de cumbias harían ello, y si no, rock, pop, reggae, country, lo que sea. En ese concierto Viviana gozó de todo, pero lo que más le gustó fue ese inicio con “Set me free”, las clásicas “Baila esta cumbia”, “Siempre estoy pensando en ti” y “Besitos”, se deslumbró por la versión e interpretación de Selena en “Mentiras” y en donde más se emocionó fue cuando cantó “Where did the feeling go?”. En esa canción lloró como nunca y vaya uno a saber por qué justo en el momento en el que Chris se lucía con su solo de guitarra, irrumpieron esas voces que venían por detrás suyo para recordarle a Viviana que debía sacarse una foto con Selena. Eso volvió a angustiarla pero nunca se olvidó de la artista que tenía enfrente y el futuro que tenía al verla. Por eso se lamentó cuando notó que la gente no había celebrado tanto el tema “Sensitivity”. Viviana sabía que tenía mucho que ver el hecho de que el público no la conocía, y que no era ni la típica ranchera, cumbia o tema moderno que todos conocían. No. Era un tema muy sensible que sacaba acaso lo mejor que tenía Selena si sólo se la miraba como cantante, con su voz y el sentimiento que expresaba. Era evidente que ese tema era para cantarlo más tarde, para cuando Selena ya fuera una cantante consagrada o a punto de serlo no sólo en el mundo latino sino con los “gringos”. Pero Viviana entendió que Selena quería darse el gusto, como también su padre y su hermano: ver cómo Selena se desenvolvía en vivo con esos temas. Viviana podía ver cómo al inicio del tema Selena iba vocalizando sobre la marcha para encontrar el tono justo para cantarlo. Eso a Viviana le dio mucha ternura, como el hecho de observar que Selena era muy sensible a la reacción del público, que detrás de esas risas, chistes y su eterna alegría estaba una muchacha con mucha sensibilidad, con ganas de amar y de ser amada. Al término de “Sensitivity” y para asombro de Victoria, Viviana vitoreó y aplaudió a Selena como nunca. Ella la miró y se lo agradeció con un “gracias” lanzado al aire. Por un instante Viviana se paralizó: Selena la había visto y agradecido. Eso le volvió a recordar la foto, pero también retuvo ese momento en el que ella captó lo que sentía Selena. Eso y la respuesta de Selena fueron lo más lindo que vivió del concierto … Hasta ese momento…

Cuando terminó el concierto todo era júbilo, todo era algarabía, pero por sobre todo, la gente estaba feliz. Una vez más la gente estaba contenta por lo que le había ofrecido Selena. Viviana estaba muy nerviosa porque debía ir a buscarla por el bendito asunto de la foto. Estaba por desistir de hacerlo hasta que Victoria le hizo ver que no tenía escapatoria: “¡¡Vamos, Vivi!! Tienes que ir a ver a Selena. ¡¡Al menos inténtalo!! ¿Qué? ¿No me digas que no piensas ir?…”. Viviana la miró entre resignada o contrariada. Podía entender que su amiga le insistiera de hacerlo si es que ella lo deseaba hacerlo por motu proprio y desistía por timidez. Pero acá estaba el asunto de su sueño. ¿Y por qué Victoria estaba tan preocupada y ansiosa porque ella se acercara a Selena y cumpliera lo que se decía en ese sueño? Ni siquiera le pidió un autógrafo en el caso de que se contactara con su ídolo. ¿Es que estaba preocupada? ¿Por qué sería? Viviana estaba por explicarle que mejor sería irse, que ella no se animaría, no querría y se fastidiaría con la gente que estaría más desesperada que ella por pedirle algo a Selena. Si bien buscaba excusas, es cierto que a Viviana no le gustaban las aglomeraciones y la gente invadiendo terrenos que no le pertenecían. A ella le gustaba admirar a Selena desde lejos, dejando que su ídolo sea la protagonista y querida, y no ella, que sólo era una admiradora más … Iba a explicarle eso a Victoria hasta que el padre de su amiga irrumpió diciéndole: “Supongo que ya estarás preparándote para ir a pedirle la foto a Selena … ¡¡Vamos, apúrate, que debemos volver pronto a casa y hay mucha gente que la espera con muchas ansias!!”. La sonrisa del padre de Victoria lo decía todo. Estaba contento como un niño y no era para menos. Quedó más que impactado con la actuación de Selena, al punto que allí mismo decidió ponerle su nombre a la beba que tenía planeado tener en poco tiempo … Viviana se resignó y encaró para el lado de los camarines. No sabía qué iba a hacer ni qué decir. En un punto pensó que era mejor hacerlo para así impedir esa desgracia de la que desconocía por completo, pero el problema era que no quería pasar por nada del mundo por este momento. Cuando vio al mundanal de gente que se agolpaba detrás de una puerta que supuestamente conduciría al camarín de Selena, se quería matar. Ya no era que no lo quería hacer … ¡¡No lo podía hacer por nada del mundo!! Aun así fue avanzando hacia la supuesta puerta en la que todo eran gritos, empujones, locura. En un momento alguien creyó ver a A.B. y pegó el grito. Un grupo de chicas enloquecidas comenzó a correr y dos de ellas se llevaron por delante a Viviana. Ella se inclinó hacia su izquierda pero no pudo evitar los empujones, perdió el equilibrio y las embestidas la dispararon contra una pared lindera a la puerta, con tanta mala suerte que en su desesperación por agarrarse de algo no vio a otra fan que corría por A.B. que la tumbó hacia la puerta con una violencia tal que la abrió cayendo del lado de adentro. El personal de vigilancia estaba por levantarla y depositarla de nuevo al hall, pero la horda de hombres, mujeres y niños que fueron hacia la puerta los hicieron recapacitar. Uno de ellos empujó a Viviana hacia el interior del camarín mientras otro cerraba la puerta. En cuanto ellos controlaron parcialmente a la gente, uno se acercó a Viviana con la intención de sugerirle “cortezmente” que se retirara del camarín por una puerta secreta, pero algo lo detuvo .... “¡¡Ey!! ¿Qué vas a hacer con la niña? Esa muchacha fue la que celebró mi interpretación del tema “Sensitivity”. Supongo que le vas a traer un refresco, ¿no?”. El muchacho asintió en silencio y fue a buscar la gaseosa. Viviana se quedó muda, impactada, shockeada. Esa joven que había ingresado era … ¡¡Selena!! ¡¡Y encima se acordaba de su presencia y de su gesto en el concierto!! Trataba de decir algo pero Selena se encargó de todo. “Ven, pasa por aquí. Siéntate. Escuché todo y me alarmé. ¿Estás bien? ¿Te gustó el concierto? ¡¡Gracias por tu gesto con el tema “Sensitivity”!! ¿Es cierto que te gustó tanto? Vamos, háblame. ¡¡Demuéstrame que estás viva!!”, le dijo Selena, mientras le echaba una palmadita en la espalda y echaba a reír con ganas. Viviana se rió y sólo atinó a abrazarla muy fuerte y a agradecerle, a darles las gracias por hacerla tan feliz. Selena sólo se reía y trataba de calmarla, pero ella también estaba muy emocionada … Viviana le había hecho notar todo lo que ella generaba y ese cariño era lo que siempre había buscado Selena, mucho más que el dinero, mucho más que la fama, mucho más que los conciertos. Cuando el muchacho le trajo la gaseosa a Viviana, ésta advirtió cómo no sólo querían a Selena sino cómo la respetaban. Trató de hablarle no sin dificultad cómo se hizo admiradora de ella y lo que vivió esa noche. Selena se daba cuenta de que Viviana no se animaba a decir algo. Así que fue sin rodeos. “Vamos, Vivi. Sé que me quieres pedir algo. No tienes más que solicitarlo. ¿Acaso quieres un disco, deseas un poster, una prenda, sólo un autógrafo? … ¿Acaso quieres…” “¡¡Una foto!!”, la interrumpió Viviana. “Sólo quiero eso. Es por una promesa. Si por mí fuera no hubiese venido, pero…”. “Ah, ¿pero cómo? ¿Acaso no querías verme?”, preguntó con gracia e inquietud Selena. “¡¡No, no!! Más bien que quiero verte, pero yo prefiero admirarte a distancia. Yo no quiero molestarte. Tú me haces feliz con tus actuaciones. No quiero pedirte más y no deseo invadir tu vida. Pero esto es por una causa especial…”. Selena se sonrío y llamó a su hermano. ¡¡Hey, A.B., ven aquí!! ¡¡Es importante!!”. A.B. apareció de pronto con una amplia sonrisa, saludó a Viviana y accedió con amabilidad al pedido de Selena de tomar una foto con ellas juntas. “¡¡Toma unas cuantas, por las dudas de que falles en los primeros intentos!!”, dijo Selena mientras se reía a carcajadas, y buscaba la complicidad de su hermano y la sonrisa de Viviana. Ella lo hizo y pensó en todas esas fans que la tiraron al piso por buscar a A.B en una falsa alarma. Ahora ella estaba siendo fotografiada por él mientras ellas estarían enloquecidas buscando la nada misma. Viviana se dio cuenta de que a veces las cosas se logran si se piensa un poco en vez de correr como un perro mordiéndose la cola. En eso Selena mira a Viviana, mira a A.B. y le dice: “¡¡Hey, hermano!! Se me acaba de ocurrir algo. ¿No te parece que deberíamos sacarnos nuestras propias fotos para ofrecérselas a nuestros fans? Nosotros no tenemos nada de eso…”. “Es cierto”, dijo A.B. “Lo que pasa es que a nuestro padre eso nunca le ha interesado pues para él no forma parte del negocio de la música, pero ahora que tenemos tantos admiradores es necesario algo así. ¡¡Nos piden muchas fotos para autografiar y no tenemos!!”. “Sí”, dijo Selena. “¿Y sabes qué? Creo que deberíamos fundar un club de fans. Con eso podríamos ofrecerle muchas de nuestras cosas a cada uno de ellos a cambio de una módica suscripción”. “Es una gran idea”, dijo Viviana mientras sentía, sin saber por qué, que esta idea cambiaría muchas cosas en la vida de toda la Familia Quintanilla. En eso entra el padre de Selena y luego de presentarle a Viviana le planteó su idea. A él le pareció que era una buena idea siempre y cuando se hicieran cargo de ello su otra hija Suzette y su esposa. A todos les pareció una buena decisión, pero Selena planteó un agregado a la idea original. “Pero yo quiero que se sume alguien a este equipo, siempre y cuando esa persona acepte…”. “¿Y quién es esa persona?”, dijo su padre. “¡¡Ella!!”, dijo Selena señalando a Viviana. “¿Pero cómo podré ayudarte?”, le dijo Viviana no pudiendo salir de su asombro y emoción. “Por lo pronto, quiero inscribirte como la fan N° 1. Ya me ayudarás en lo que puedas y a la distancia, como me dijiste que te gusta. Ya el tiempo dirá…”. Selena miró a todos y como nadie objetó la idea, se acercó a Viviana estrechando su mano: “¿Entonces traro hecho?”. “¡¡Trato hecho!!”, le dijo Viviana y se olvidó de estrecharle la mano. Sólo la abrazó dando varios giros sobre el mismo lugar en el que estaban. De pronto apareció Suzette avisando que había dos personas que preguntaban por Viviana. Allí Viviana cayó en que se había olvidado de Victoria y de su padre. “Me tengo que ir, Selena”, le comunicó, y sin saber por qué le dijo casi mecánicamente: “¡¡Cuídate muchísimo y nos veremos muy pronto. Hasta luego, Chau!!”. Selena la detuvo un instante más para tomar sus datos para inscribirla. Luego se volvió a abrazar largamente con Selena y con toda la Familia Quintanilla. Viviana lloraba de alegría. Fue sin duda el día más feliz de su vida aun cuando no se diera cuenta nunca de que aquello que había logrado cambiaría la vida de todos…

Ya afuera se encontró con Victoria y su padre. En el camino a casa le contó lo sucedido sintiendo que estaba en el aire, y que nunca caería en la tierra y en la realidad. Sólo una cosa le llamó la atención. Cuando salió del camarín una mujer de unos 35 años totalmente fuera de control pedía a los gritos hablar con el padre de Selena. Hablaba de abrir un club de fans o algo así, y que ella tenía los conocimientos y contactos suficientes como para manejarlo. Y llegó a escuchar que el Señor Quintanilla se disculpó diciéndole que ese tema ya lo tenía cubierto … Cuando la excitación bajo, y luego de prometerles a Victoria y a su padre que los inscribiría en el fans club de Selena, Viviana se durmió por un ratito, el suficiente como para soñar un sueño raro, en el que un señor la abrazaba largamente diciéndole una y otra vez “¡¡Gracias, gracias, gracias!! ¡¡Has salvado su vida!! ¡¡No sabes cómo te lo agradecemos!!”.

…Habían pasado casi 4 años de aquel concierto. Viviana había terminado sus estudios, y se dedicaba a la decoración y al diseño. De vez en cuando hablaba y veía a Selena ya que participaba activamente en el fans club en todo lo que le pedía Selena y muchas veces sugería cosas para la tienda de ropa que había inaugurado Selena el año anterior. Era 31 de marzo de 1995. El día anterior había tenido un sueño muy extraño. Estaba en Corpus Christi en un día muy lluvioso. De pronto veía a Selena partiendo rauda y preocupadamente de su casa. Viviana veía todo sin hablar, sin siquiera atinar a hacer nada. Cuando estaba por gritarle que no fuera hacia donde se dirigía Selena, se interpuso aquel hombre, el mismo hombre de todos los sueños. “No te preocupes, Vivi. Ella sólo está apurada porque tiene que ir a grabar su nuevo disco en inglés y encima llueve a cántaros. Ya verás que todo cambiará”. El hombre hizo un leve chasquido de sus dedos y el cielo se abrió saliendo el sol en toda su plenitud. “Y todo esto gracias a ti…”, terminó diciéndole ese hombre misterioso. De pronto el sonido del teléfono sobresaltó a Viviana. Era Selena. “¿Qué tienes que hacer mañana?”, le preguntó. “Nada, creo”, le contestó sin saber bien si era eso cierto. “Pues bien, ven ya para Corpus Christi y pasa por q-productions que tengo algo para ti. Eso sí. ¡¡Trae ropa como para viajar!!”. Viviana se preparó con la velocidad de un rayo y llegó a Corpus Christi en tiempo récord. Una vez llegado al estudio de grabación, Selena la esperaba para ir a almorzar junto con toda su familia. Una vez sentados todos en el restaurante cercano a q-productions, Selena le dijo: “Quiero que vengas conmigo al concierto que daré mañana en Los Ángeles ¡¡y no acepto excusas!!”. Y antes de que Viviana dijera algo, Selena agregó. “Vendrás como mi nueva presidenta de mi club de fans y gerenta de Selena Etc.”. Viviana se quedó helada. Selena la miró tiernamente y le dijo en voz baja: “Siempre recordé y valoré tus palabras sobre tu admiración desde lejos. Me has demostrado quererme y cuidarme mucho más que muchos que están más cerca y dicen quererme. Yo sólo quiero que veles por mis intereses. No te pido que cambies tu modo de ser. Sólo quiero depositarte mi confianza y darte el lugar que tú mereces entre nosotros, además de que pongas en práctica lo que has estudiado con tanta dedicación…”. Viviana vio las caras de asentimiento de toda la Familia Quintanilla, miró a Selena con lágrimas en los ojos y volvió a recrear aquel abrazo de 4 años atrás. Había algo más en ese abrazo, en esa decisión de Selena y en lo que ella sentía. En un momento abrió los ojos y vio en la calle que la saludaba ese hombre misterioso. Creyó que estaba en un sueño, pero no lo era. Sintió el corazón de Selena, vio sus lágrimas, vio la sonrisa del hombre y de pronto comprendió todo … “¡¡Vamos, Selena, vamos que nos espera el concierto de mañana!!, le dijo Viviana. “Es cierto, ¡¡vamos ya!!”, le dijo Selena y salieron corriendo juntas en la tarde muy soleada del 31 de marzo de 1995. Había mucho que hacer, había que recorrer un largo camino en el que sólo había felicidad, sólo había Amor, sólo había un mundo en paz en compañía de Selena…

(Todos vivimos de sueños, de sueños como lo de Viviana. Y todos esperamos que esos sueños se hagan realidad. No importa si no nos damos cuenta, no importa si nunca nos enteramos de que aquello que tanto deseamos se cumpla alguna vez. Lo importante es que se realice ese sueño y que cada uno que ama a Selena haya podido hacer algo para lograrlo. Como Viviana, hay que dejarse llevar por lo que nos dictan los sueños … ¡¡y quién sabe!! … Tal vez algún día nos encontremos con que aquello que tanto buscamos lo encontremos. Tal vez algún día Selena vuelva a encantarnos con su voz, con su risa y con su enorme talento. Es sólo una cuestión de fe. Es sólo dejarnos llevar por el llamado de nuestros propios deseos hechos sueños…)

Selena: yo vivo luchando y deseando porque mis sueños de verte aquí, de abrazarte y de decirte que te quiero mucho se hagan realidad…

Lo desea de corazón…

Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)