Sólo quiero una foto contigo, Selena...


“Acuérdate, acuérdate, Viviana, por favor. ¡¡No te llegues a olvidar!! Pídele a Selena que te quieres sacar una foto con ella. ¡¡Es muy importante que lo hagas!! Más de lo que tú crees. ¡¡Salvarás una vida muy, muy importante!! Cambiarás el curso de la historia. ¡¡Acuérdate, acuérdate, Viviana!! ¡¡No me llegues a fallar!! Ya verás que me lo vas a agradecer. ¡¡Ya verás que al final del camino entenderás todo!! Hazme caso. ¡¡No te dejes vencer por la timidez!! No te escondas en la vergüenza y en el miedo al ridículo. ¡¡No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy, Viviana!! No te olvides nunca, nunca de eso. ¡¡Te lo pido por favor!! No me preguntes quién soy. Eso no importa ahora. Quizá eso no importe nunca. Sólo escúchame, escúchame bien … No te vayas de ese concierto sin pedirle a Selena que quieres sacarte una foto con ella … ¡¡No se vale pedirle sólo un autógrafo!! ¡¡Eso no surtirá efecto!! Eso no cambiará las cosas … Quédate el tiempo que sea necesario. ¡¡Quédate horas, días, lo que necesites!! Pero no te vayas del concierto sin tener tu foto con Selena. Que no se vaya Selena sin al menos tú haberlo intentado. Si no lo haces será muy tarde, muy tarde para cambiar todo … ¡¡Y tú te arrepentirás, Viviana!! ¡¡Hazlo, hazlo, por favor!!”. Viviana se levantó sobresaltada. Ese sueño, esas palabras, todo ese pedido la habían hecho despertar con una terrible angustia. Aun cuando no podía recordar toda la pesadilla, retumbaban en sus oídos esas palabras: “¡¡Y tú te arrepentirás, Viviana!!”. ¿De qué debía arrepentirse? ¿Qué podía pasar? ¿Qué vida podría salvarse por el solo hecho de pedirle una foto a Selena esa noche en la que la iba a verla por primera vez en concierto en San Antonio? No era la primera vez que había soñado esto. En realidad esta pesadilla la tenía recurrentemente desde hacía unos seis meses, que coincidieron cuando Viviana había decidido ver a Selena en vivo en cuanto tuviera oportunidad de verla allí en San Antonio o en cualquier localidad cercana al pueblo en el que vivía … Viviana era una texana de ascendencia mexicana de unos 16 años. La conoció a Selena unos cuatro años atrás viéndola cantar “Dulce amor”, en los Tejano Music Awards. Allí comenzó a admirarla. Además de que le gustaba cómo cantaba, Viviana se sentía identificada con ella, quería ser como Selena en todo sentido. Como cualquier chica texana, veía en ella el ideal de joven que quería trascender en lo suyo, haciendo lo que más le gustaba, llamando la atención y sumando muchos admiradores. Como en su tiempo y como en todos los tiempos, ser mujer y en Texas era muy difícil. Muchas veces se trascendía a la sombra del éxito de un varón o por caminos que eran los menos deseados y muy degradantes en muchos casos. Pero Selena marcaba que había un camino, una posibilidad, un rumbo, una esperanza. Al principio ella era una niña y Selena una promesa adolescente. Ahora era ella la adolescente y Selena una jovencita con todo el éxito en su tierra arrasando con todos los premios texanos y siendo la más popular de las cantantes de los nuevos tiempos. Viviana se sabía todas sus canciones, tenía todos sus discos, incluso los de Selena de muy niña, que ya para 1991 eran muy difíciles de conseguir. Para cuando Viviana se prestaba para ver a Selena en el concierto de San Antonio el 11 de abril de 1991 ella ya era un ícono en su tierra y ya se presentía su éxito en México, sobre todo por la enorme repercusión que trajo el tema “Baila esta cumbia”. Ir a ver a Selena en esos tiempos generaba toda una expectativa, toda una sensación. Ya todos sentían que hacía rato que ella había dejado de ser una promesa. Selena ya era una artista consagrada en su tierra y se presumía un enorme futuro. Todos la veían como una estrella joven, pero que por su enorme popularidad y personalidad en el escenario no la podían dejar de ver como una artista ya presente y ya instalada en la vida de todos los texanos. Por eso Viviana se jactaba ante los demás de que ella fue fanática de Selena “de la primera hora”, que no esperó de su éxito para fijarse en ella. Viviana decía y se decía, no sin una gran exageración, que ahora es fácil nombrar y seguir a Selena, pero antes cuando pocos hablaban de ella, salvo los que la veían en cada pueblo en el que iba a cantarles Selena luego de viajar horas y horas en bus, y los que la conocían de cantar en festivales y en tantos lados, o por saber de ella por los innumerables premios obtenidos en los certámenes tejanos, ella estaba allí cantando y admirando a Selena. Viviana se decía: “Ahora es fácil ser fan de Selena. Ahora la admiran todos porque está de moda y porque muchos la empezaron a ver por la televisión. Yo me hice fan con sólo escucharla allá en los TMA de 1987 cuando por suerte un tío me llevó a ver a todos los artistas en esos hermosos premios tejanos y su linda ceremonia. Yo la empecé a ver a Selena porque era una gran artista y no porque era la chica que estaba de moda”…

Pero fuera de los sueños, de las expectativas y de la identificación que sentía Viviana por Selena, ella era muy tímida. Había creado su mundo con sus discos, con sus escritos que guardaba celosamente en un diario sin que nunca sus padres supieran de él. Ella igualmente sabía que sus padres no le pedirían ver su diario si se enteraban de su existencia. Viviana era hija única y sentía la presión de las expectativas que tenían sus padres por ella. Ella sabía que nunca sus padres se distraerían cuidando a un eventual hermanito suyo. Por un lado se sentía feliz por no compartir los privilegios de ser hija con nadie, pero por otro deseaba con fervor, casi con ruego, que sus padres tuvieran otro hijo para así fijarse en él y no tanto en ella. A medida que iba creciendo empezaba a sentirse culpable de salir, de hacer su vida, de querer hacer otras cosas distintas de las que deseaban sus padres, de no desear más compartir cosas con ellos salvo cosas muy puntuales que le gustaba aún compartir, como ir a almorzar afuera, o una linda caminata por una plaza un domingo a la tarde. Esas vivencias las tuvo siempre como lindos recuerdos desde muy pequeña y las quería seguir compartiendo. Pero fuera de ello, quería empezar a volar para no quedarse con la enorme culpa de sólo pensar que cuando ella se fuera sus padres se quedarían solos … y más viejos. No se podía permitir eso, pero todo eso le pesaba mucho. Por eso era muy vergonzosa, fundamentalmente porque era muy estricta para con ella misma. Sus padres siempre fueron muy cariñosos con ella pero también tremendamente exigentes … Otra vez el tema de ser hija única … Temía al ridículo, no se animaba a hacer nada en público. Todo le deba vergüenza ... Salvo cuando se trataba de Selena. Cuando era Selena el tema de conversación, Viviana se soltaba y expresaba todos sus sentimientos, toda su pasión. A diferencia de todo, Viviana podía demostrar ante sus amigas que se sabía todas sus canciones, que las podía cantar todas a la perfección, que podía llegarse a pelear hasta llegar a las manos o no hablar nunca más con alguien que osara hablar mal de Selena. “El que se mete con Selena, se mete también conmigo”, solía decir con orgullo Viviana. Pero paradógicamente Viviana nunca pensó en acercarse a Selena. Ella tenía una visión muy particular sobre el trato con las personas a quienes admiraba mucho. A pesar de sus 16 añitos, ella decía que no se los debía molestar con autógrafos, con fotos o con ir a abalanzarse al ídolo o a la persona admirada con cualquier excusa. Viviana sostenía que, como ella, Selena y cualquier artista hacían su trabajo y que había que respetar su vida privada, que nada justificaba ir a molestarlos con cualquier cosa. Y aun sabiendo que Selena era tremendamente encantadora, servicial y cariñosa con sus fans, a ella le parecía que no había que acercarse para decirle algo o para pedirle cualquier cosa. Viviana estaba convencida de que cada uno tiene su lugar y su función en la vida, y si en un concierto Selena estaba en el escenario y ella en la tribuna, esos lugares y esas funciones no debían mezclarse ni allí ni en ningún lugar ni en ningún momento en la vida. Más de una vez tuvo oportunidad de acercarse a Selena cuando iba de un pueblo a otro para dar un concierto y ella jamás quiso acercarse. Hubo una oportunidad en la que Selena había parado en su pueblo para almorzar camino a dar un concierto en Austin. Todo el vecindario salió corriendo aunque más no sea para verla, para felicitarla, para gritarle algo desde lejos, para al menos alzarle la mano a la espera de que Selena la viera para retribuirle el saludo, sabiéndose perfectamente que Selena haría eso y mucho más … Pero Viviana no lo hizo. Eso sí: fue hacia donde estaba y lo vio todo desde lejos. Por dentro se moría por ir a verla, abrazarla, felicitarla, decirle lo que sentía por ella, permitirse expresar sus sentimientos ante esa artista a quien tanto admiraba … Pero no había caso … Viviana escudaba su timidez tratando de convencerse de que no había que molestarla con cosas que tal vez la aceptaba por cortesía y porque no le quedaba otra … Era muy cierto y hasta muy loable que Viviana supiera que hay cosas en las que no hay por qué meterse, que la vida privada es sagrada, que no hay justificación para saber todo de todos, que es feo cuando la gente se siente con derecho a entrometerse con todos, y sentirse con autoridad para opinar y meter sus narices en lo que no le corresponde. También era muy cierto y hasta admirable que Viviana pensara a los 16 años que ella no era quién para juzgar a la gente por lo que hace con sus vidas, que no hay que acusar impunemente a nadie, que cada uno tiene derecho a hacer de su vida lo que quiera y que todos somos inocentes hasta que se demuestre lo contrario, algo que muchos olvidan cuando se meten en la vida de los demás, cuando juzgan sin autoridad y sin conocimiento real de las cosas y cuando piensan que cualquier celebridad es pasible de ser invadida en su vida por el sólo hecho de ser públicamente reconocida por todos. Es muy cierto ello … Pero también era cierto que muchas veces esos argumentos verídicos eran utilizados por Viviana como excusa para no ser más sociable, más dada, más reconocida, más visiblemente expuesta para querer y dejarse querer. Viviana tenía temor al ridículo, temor a perder, temor al dedo juzgador y, peor aún, el dedo acompañado de la risa de burla, de burla a su persona, de burla a cómo era, de burla a ella como mujer. Todo eso sumía a Viviana al encierro y a la no exposición. Muchas veces ella relacionaba su postura en la vida como si fuera una contienda deportiva en la que no para no exponerse al deseo de ganar con el riesgo de que pudiera perder, prefería no arriesgar y empatar. Viviana prefería el consuelo de no haber arriesgado nada pero no salir lastimada y lograr un magro empate antes de que se jugara decididamente por ganar y lograrlo. Ella moría por hacer lo segundo pero prefería la “tranquilidad” de lo primero … Ella prefería mirar y admirar a Selena desde lejos antes que acercarse a ella, que Selena la miraba y escuchara de su boca hermosas palabras de admiración coronadas con un abrazo que simbolizara todo su afecto y admiración a Selena … Viviana estaba “tranquila” pero no satisfecha … “Ya habría tiempo de hacer todo eso”, trataba de convencerse Viviana, no sin pensar -algo lógico a sus 16 años- que lo que no se hace hoy no se hace mañana … lo que se deja de hacer hoy no se podrá hacer nunca pues tal vez nunca habrá un mañana, por lo menos para una persona … Y lo peor es darse cuenta de ello cuando es irremediablemente tarde…

Ésa fue la sensación que tuvo Viviana esa mañana cuando se levantó subrepticiamente tras la pesadilla. El mensaje era claro, muy claro. Si no hacía eso que le pedía alguien, se arrepentiría para siempre … ¿A qué se refería? Además, esa misma persona le hablaba de una vida en juego … ¿Quién podía ser? ¿Alguien de su familia? ¿Sus padres, acaso? ¿Ella misma? ¿Por qué una foto con Selena cambiaría el mundo, al menos para alguien? No podía dejar de pensar que, una vez más, ella no era la protagonista de algo que le perteneciera. Viviana tenía que hacer algo que no deseaba por alguien. Eso la deprimía, la ponía mal, la dejaba como alguien no tenido en cuenta. Pero enseguida pensaba en que mejor era no pensar en eso. Es más, debía pensar que lo mejor era ignorar esos sueños y esos mensajes. Los sueños, sueños son. No son ni presagios, ni mensajes del más allá, ni del futuro, ni de nadie en particular. Eran eso. Sueños … Pero sonaba tan real para Viviana, que era la primera vez en la que sentía que no bastaba con refugiarse en sus argumentos “lógicos”. Empezó a angustiarse y no había peor cosa para Viviana que estar en ese estado. Eso le daba inseguridad y ella no podía permitirse ello, ni para sí, ni para los demás. Enseguida llamó a Victoria. Ella era su amiga desde los 5 años y fue quien la convenció para ir al concierto imperdible de San Antonio. Viviana no tenía ninguna excusa. El padre de Victoria las llevaría al concierto y lo presenciaría con ellas. Pedro, el padre de Victoria, era un gran admirador de Selena, lo cual fue una suerte para su hija y para Viviana, cuyos padres eran admiradores de músicas muy distintas de las que gustaba su hija. Viviana hizo su último intento de autoboicotearse pidiéndole permiso a ellos y creyendo -y deseando- que no la iban a dejar ir. Pero para su sorpresa -y alegría- sus padres no sólo la dejaron sino que la alentaron a ir, sobre todo su padre, que conocía muy bien a su hija y sabía que íntimamente Viviana moría por ir a ver a Selena. Ahora ella llamaba a Victoria por la angustia que tenía por su sueño recurrente, que se había convertido en pesadilla con cada sueño en el que se iba incrementando de información, en el que cada vez había un elemento más, palabras nuevas, personajes distintos, pedidos que se transformaban en exigencias, temores que presagiaban tragedias. “¡¡Vamos, Vivi, no inventes más excusas!! No trates de convencerme para no ir. ¡¡Vas a venir conmigo aunque tengas 40 grados de fiebre!! ¡¡Es hora de que veas a Selena de una vez!! No te pido que la saludes ni que le digas que la quieres. ¡¡Sólo quiero que te diviertas conmigo viendo a Selena!!”, la amenazó con algo de verdad Victoria. “¡¡Es que no entiendes, Vicky!! No es que no quiera ir. Es que en el sueño me piden que tengo que sacarme una foto con ella, que si no lo hago me arrepentiré, que hay una vida en juego. Si no fuera porque lo soñé tantas veces, no le prestaría mucha atención, pero anoche, anoche lo sentí muy real, sentí que me lo estaban exigiendo, rogando, implorando. No sé, es como si alguien del futuro que sabe algo trágico que haya pasado me avisara por sueños que debo sacarme una foto con Selena para evitar que algo malo suceda. ¡¡Créeme, Vicky, no sé qué hacer!! Me conoces. En otra circunstancia, no dudaría. No me acercaría y listo. Pero ahora…”, dijo Viviana toda angustiada. “¡¡Pues ahora ve y te sacas una foto con Selena!! ¿Cuál es el problema ahora? Tienes que ver el lado positivo del sueño: te pide algo que debiste haber hecho hace largo rato … ¡¡Pedirle un autógrafo a Selena, sacarte una foto o al menos abrazarla!! ¿Qué más quieres? ¡¡Ya es hora de que lo hagas!! Ya lo sabes: no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”. Viviana escuchó esas palabras de su amiga y se convenció. En un punto ella tenía razón, aunque se inquietó con haber escuchado otra vez aquello de no dejar las cosas para otro día. Ella era muy joven para pensar en que si no hacía las cosas hoy ya no habría tiempo para hacerlas mañana. Ella tenía una larga vida por vivir, como su amiga Victoria, como su amada Selena. ¿Por qué tanto apuro? ¿Por qué tanta alarma? Lo podía entender de sus padres, ¿pero ella? Y mientras ello pensaba, su amiga Victoria le decía: “Bueno, Vivi, ya deja de pensar, prepárate, ponte linda que en un rato te paso a buscar con mi padre para ver a Selena. ¿No estás acaso emocionada? ¡¡Vamos apúrate que ya voy para allá!!”. Viviana asintió y colgó para prepararse para la gran noche. Una vez que dejó de hablar con Viviana, Victoria quedó preocupada. Había algo en el relato de su amiga que la perturbaba. Ella presentía que podría haber algo de cierto en que algo podría suceder en el futuro. Victoria pensaba, al revés de su amiga Viviana, que había que aprovechar al máximo los tiempos felices, pues siempre vienen los otros que nos sacuden de la modorra de la buena vida. Ella era tan feliz con Selena … Eso era lo que temía … Como pensaban los egipcios, y que fuera reflejado en la Biblia, luego de 7 años de “vacas gordas” vienen siempre 7 años de “vacas flacas”. Victoria temía que pronto podrían venir las “vacas flacas”, el dolor, la angustia, la privación. Ese sueño de Viviana potenció ese temor de Victoria. Sabía, con temor a pelearse con su amiga, que debía convencerla, por las buenas o con las malas, a que debía acatar el pedido que le hacían a través de sus sueños…

Cuando Victoria llegó con su padre a la casa de Viviana para llevársela al concierto, ella ya estaba lista desde hacía una hora. Su madre le había dado toda clase de consejos, le dijo más de una vez que tuviera cuidado, que tratara de fijarse bien con quién hablaba y que se limitara a disfrutar del concierto junto con su amiga Victoria. Ese sermón se repitió con Victoria. Viviana escuchaba todo con los ojos en blanco o para arriba mientras se mordía los labios tratando de contener su fastidio por la sobreprotección de su madre. Había comenzado a sentir compasión por su padre que había abandonado la idea de contener a su madre con sus obsesiones y trataba de darle oxígeno a su hija demostrándole con hechos y con palabras de aliento que podía contar con él, que él confiaba en ella, que él sabía que se cuidaría sin necesidad de estarle tan encima. Viviana valoró como nadie ese gesto pues si había algo que necesitaba ella era que confiaran en su proceder, que cuanto más la dejaran volar más ella tendría en cuenta sus consejos en vez de rebelarse tontamente por fastidio ante el acoso permanente y desconfiado. Ella sabía que aún era chica pero también entendía que sus padres estaban preocupados por su vejez, por ser ella su única hija y por saber que muchas cosas en el futuro las debían afrontar solos … Si no fuera por ese pequeño “detalle”, ellos no tendrían problemas con nada, pues en definitiva ellos deseaban que su hija fuera feliz haciendo lo que más le gustaba aunque ellos no lo compartieran. “No se preocupe señora, yo cuidaré a su hija. Piense que viene con la mía … Yo velaré por ellas y haré todo para que se diviertan tranquilas”, le dijo Pedro a la madre de Viviana. “Además, yo admiro muchísimo a Selena. Así que yo me divertiré también … Sé que ustedes no la siguen a ella, pero yo sé lo que les digo … Escúchenla, véanla. Se maravillarán con ella. No necesitan seguir su música. Ni siquiera dejar de escuchar lo que siempre han escuchado. Aun así les encantará. Ella es distinta, se lo aseguro. Tiene un futuro enorme. Ya verá que llegará lejos. Mire, Selena nos mantiene unidos a mi hija y a mí. Nosotros escuchamos juntos sus canciones, las cantamos a los gritos en los conciertos, nos divertimos mucho con ella, la pasamos muy bien. Sólo alguien como ella puede generar lo mismo ante gente tan distinta y de diferentes edades. ¡¡Selena nos mantiene unidos!! ¿No es cierto, Vicky?”, dijo todo entusiasmado Pedro a su hija. “¡¡Claro que sí padre!! ¡¡Selena For Ever!!”, gritó Victoria alzando su brazo y pegando un grito de júbilo. Esa exclamación de Victoria estremeció a Viviana. Se le vinieron varias imágenes en su mente y frente a su vista. De pronto detrás de su madre, de Victoria y de su padre pudo ver una imagen, una silueta de un hombre que le hacía toda clase de ademanes y le volvía a implorar. “¡¡Por favor, Vivi!! ¡¡Por favor!! ¡¡Recuerda!! ¡¡Recuérdalo por el Amor de Dios!! ¡¡Ve a ver a Selena y sácate esa foto!! Es indispensable que lo hagas, si no quieres decir con llanto lo que exclamó tu amiga…”. Viviana estaba seria y paralizada mientras todos se reían entusiasmados por la inminencia de la hora del concierto hasta que todos advirtieron lo que le pasaba a Viviana. “Vivi, Vivi, ¿Qué te pasa? ¿Es que no estás contenta? ¡¡Vamos a ver a Selena, por fin!! Sé que eres un poco tímida pero ella no te va a morder … ¡¡Ah, cierto!! Es por lo del sueño, ¿verdad? Ya no pienses en ello. En todo caso lo que tienes que hacer es…”, le decía Victoria hasta que irrumpió la madre de Viviana: “¿Pero qué pasa, mi Vivi? ¿Qué has soñado? ¿Es grave? ¿Qué es lo que debes hacer? Ya vamos, dime qué te angustia. ¡¡Estás pálida!! ¡¡Tienes las manos frías!! ¿Te sientes bien? Será mejor que no vayas. Me temo que…”, dijo su madre toda preocupada hasta que irrumpió el padre de Viviana: “¡¡Vivi se va ya!! ¡¡No tiene nada, mujer!! Va a ver a Selena y no es para menos. Es su ídolo y sé que es una gran artista”. Su madre se le quedó mirando toda desconcertada. Nunca había visto a su esposo tan terminante. “¿Y qué sabes tú de Selena? ¿No sabía que te gustara ni que la hayas visto? ¿Cómo sabes…?”. “Escuché a nuestra hija, mi vida. Imaginé que debía ser buena siendo que ella la admira tanto. Así que el otro día la vi en la televisión dando un concierto y ahora entiendo por qué nuestra hija la quiere tanto. Es muy buena artista. ¡¡Así que ve mi hijita y salúdala de mi parte!!”, dijo su padre con una sonrisa. Viviana corrió a él y le dio un fuerte abrazo. “¡¡Gracias padre, eso era lo que quería escuchar!! ¡¡No sabes cómo valoro lo que has dicho!! Yo siempre creí que a ti te parecía mal que me gustara Selena por tus gustos y porque…”. “Pues has creído mal, Vivi. Yo puedo enseñarte lo que me gusta, puedo decirte lo que para mí es lo bueno y es lo malo, pero a la hora de decidir tú sabes lo que te gusta. Yo te puedo enseñarte el mundo, puedo mostrarte todas las posibilidades, pero la que sabe lo que te gusta, la que debe recorrer su camino, lo que te hace feliz sólo eres tú. Y si yo sé que Selena te hace feliz, yo seré feliz. Y si sé que a ti te gusta Selena sabiendo cómo eres, lo mínimo que tengo que hacer es aceptarlo y alentarlo. Sé que no puede ser malo. Y al ver a Selena me di cuenta de que yo también descubrí a una gran artista. Uno tiene que desear no sólo que lo escuchen sino saber escuchar”, dijo el padre de Viviana y fue esta vez él quien abrazó a su hija. “Y ahora ve que se te hace tarde. Cuídate mucho, disfruta el concierto, cuida a Vicky y sobre todo a su padre”, le dijo mientras provocaba ese último consejo la risa de todos. “Ya escuchaste a tu padre, Vivi. Llévame al concierto y ¡¡contenme si me excedo en mis gritos!!”, le dijo el padre de Victoria a Viviana. Los tres se marcharon velozmente para ver a su ídolo en concierto, mientras que los padres de Viviana se refugiaban en su casa aprendiendo a volver a convivir juntos y solos afrontando esa nueva etapa en sus vidas tan temida…

Ya en el auto camino a San Antonio, el padre de Victoria se permitió preguntarle a Viviana: “Perdóname, Vivi, que me inmiscuya en tus asuntos, pero ¿es tan serio lo que has soñado? Te lo pregunto ahora porque no quería alarmar a tus padres, pero vi tu rostro muy serio cuando estábamos celebrando ir para San Antonio. Si no quieres no me lo cuentes, pero pensé que algo te angustiaba…”. Su hija Victoria se le adelantó diciéndole: “Es que Vivi está soñando seguido con que debe sacarse una foto con Selena para que no pase nada malo. Yo creo que tal vez ella esté deseando sacarse una foto con Selena, pero no se anima. Sería mejor sacarse la foto ya para no dejarse llevar por la timidez. ¡¡Si Selena no va a tener problemas!! Seguro que si la ve, ¡¡será Selena quien le pida sacarse una foto con Vivi!!”, dijo Victoria tratando de alentar a que ella haga algo que ahuyente sus presagios y sus miedos a que los días alegres se vayan para siempre … “¡¡No, Vicky!! ¡¡Ya te lo dije!! No se trata de timidez ni de que yo desee sacarme una foto. Es que hace un tiempo sueño con que alguien me pide encarecidamente que me saque una foto con Selena, que si lo hago evitaré una desgracia y salvaré una vida. Lo que más me preocupa es que ese sueño es cada vez más recurrente y cada vez es más la información que recibo. Pero hace un rato fue peor. Ni siquiera fue en un sueño. Vi detrás de ustedes que alguien me repetía lo mismo de siempre, sólo que me agregó que si no hacía lo que me pedía corría riesgos de repetir lo mismo que dijo Vicky pero con tristeza. Lo que pasa es que no sé qué estabas diciendo tú en ese momento. Yo estaba paralizada y en trance. No sé lo que exclamabas en ese momento. ¿Lo recuerdas?”, preguntó Viviana. “No, sé que grité algo, algo de Selena, de ir a su concierto. Nada trascendente. ¿Qué pudo ser? Aparte, algo que uno diga alegremente pero luego con tristeza … Ummm. No sé. No se me ocurre. Pero bueno, como sea, ¡¡sácate la foto y ya!! Si es como tú piensas, un mensaje de alguien, mejor hacerle caso y ver los resultados. ¿No te parece?”, insistió Victoria. “Mira, Vivi. No sé qué decirte. Yo pensaría que sólo se trata de un sueño y nada más. Y si es recurrente, de una pesadilla. Y si ves que te sigue perturbando, te diría que consultes con un médico. Pero debo confesarte que tu rostro era de alguien que se daba cuenta muy bien de lo que estaba pasando o de lo que va a pasar. Debo confesar que me asusté por un momento. Tal vez tenga razón Vicky. Busca a Selena y sácate una foto con ella. Al menos con eso estarás tranquila con tu conciencia de que has hecho lo que te piden en tu sueño y ya no tengas más esa pesadilla. Al menos en el sueño te exigen algo lindo. ¿Quién no quiere sacarse una foto con Selena? Yo creo que me voy a sacar una..”, dijo el padre de Vicky. “Entonces, ¡¡acompáñala tú!!”, le dijo su hija. “¡¡No!! ¡¡Eso no puede ser!! ¡¡Tengo que ir yo sola!! Yo se lo tengo que pedir y yo me lo tengo que sacar sola con ella”, dijo con total seguridad Viviana. Fue como si ese pedido de su amiga le abriera la mente y el panorama a Viviana, y con ello supiera exactamente lo que tenía que hacer más allá de para qué. Es como decía el padre de Vicky: Viviana deba la impresión de saber lo que hacía y por qué aunque ella no lo supiera, al menos conscientemente. Luego de esas palabras de Viviana, se llamaron por un rato a silencio y después las chicas se dispusieron a descansar para la noche que se venía. Al cabo de un tiempo, y luego de que el padre de Victoria las despertara para indicarles que estaban por llegar a San Antonio, todo fue cánticos, alegría, expectativas, júbilo … No era para menos. Estaban por ver a Selena. Quien sabe cuándo la volverían a ver…

A Viviana le costó medio concierto para reaccionar ante lo que estaba viendo. Quedó impactada desde que vio entrar a Selena con toda su gracia y energía para cantar el tema “Set me free”, una variante en inglés del tema “Enamorada de ti”. Quedó impresionada porque empezaba a advertir la madurez de Selena. Ya no era esa chiquilla que sorprendía a los texanos con cada canción y constituía toda una revelación. Veía a Selena y Viviana no tenía ninguna duda de que esa increíble artista llegaría lejos, muy lejos. No dejaba de ser una cantante texana, pero ya era multipremiada y la más famosa. Se había ganado un lugar a puro talento y sacrificio, y ese despliegue, esas canciones modernas mechadas con las antiguas no le hacían dudar a Viviana acerca de que Selena se convertiría pronto en una artista internacional. Ella ya sabía por muchos amigos que innumerables canciones de Selena habían sido un suceso en Monterrey y en buena parte de México. Ya se hablaba de Selena a uno y otro lado del Río Bravo. Viviana sabía que pronto Selena sería tan exitosa en México como en Estados Unidos, y que con su gracia, simpatía y humildad terminaría rompiendo todas las barreras que para cualquiera serían imposibles de quebrar. Viviana sabía el mérito que había logrado Selena siendo mujer, con todas las dificultades que lamentable y absurdamente ello implicaba. Hasta Selena era casi imposible que Texas adoptara como su principal figura a una mujer, y Selena lo estaba logrando con una facilidad que asombraba pero que no sorprendía para quien la conocía bien. Los texanos la premiaban desde que tenía 16 años. Todos la querían, admiraban y le deseaban lo mejor. Todos sin excepción: público, músicos, artistas, productores, ¡¡todos!! Viviana se decía a sí misma que a alguien como Selena debía irle bien pues nada malo podría ocurrirle. ¿Qué mal podría sucederle si todos la querían? Como mucho podría resultarle indiferente a algunas personas, pero eran los menos. Viviana veía a Selena cantar, sonreír, saludar, bailar, y no podía dejar de sonreír y de sentir una gran satisfacción y dicha por conocer a semejante artista y persona. Pero a pesar de ello había algo que no le gustaba del concierto ... Los atuendos ... Esa ropa de vaqueros en blanco y negro, y todo el grupo uniformado con ella, no la convencía. A su amiga Victoria le encantaba. Y así era la sensación de todos los asistentes: a la mitad le gustaba y a la otra no. Pero era lo de menos esa disidencia, esa diferencia de gusto. La presencia de Selena acaparaba todo, absolutamente todo. Los demás sólo tenían la obligación y el deber de acompañarla lo más dignamente posible, porque en definitiva era a Selena a quien iban a ver todos. Ella quedó impresionada por la gran cantidad de gente asistente en el concierto. Había mucha gente hasta detrás del escenario, con la dificultad que ello resultaba siendo que éste no era giratorio, como por ejemplo el del Astrodome. Aun así a la gente no le importaba. Se conformaban con escucharla, y con verla de lejos y de espalda, aunque todos sabían que a la larga Selena se daría vuelta y los encararía para ofrecerle su mano para ser saludada y alabada. Viviana veía cómo en el concierto había de todo: gente de su edad, niños, gente muy mayor, adultos. Lo que más le impresionó fue ver a tantos padres llevando a sus hijas en los hombros durante todo el concierto y todos disfrutando por igual. Sobre todo le impresionó a un padre que estaba en las primeras filas con su niña alzada y que cada vez que Selena se acercaba a él aproximaba a su hija para que ella la saludara. Era conmovedor ver a una niña pequeñísima batir palmas con cada canción de Selena y extender su manito para que Selena la tocara. Pero esa escena era una radiografía de un concierto de Selena; además de canciones, actuaciones y aplausos, había cariño. Esa cantante que pronto cumpliría 20 años se había ganado el corazón de todos los texanos y de muchos latinos de Estados Unidos que, como Viviana, recorrían muchos kilómetros para ir a ver a Selena. Y México pronto sería una realidad, y la ruta sería interminable. Aun así el concierto que estaba viendo Viviana tenía muchos temas modernos en inglés. Y eso no le sorprendía para nada, pues sabía que Selena y Los Dinos adaptaban su repertorio al lugar en el que tocaban, y que en San Antonio harían cosas más modernas y variadas que en otros lugares. Ellos tenían como premisa que si en un lugar gustaba mucho de las rancheras, tocaban preferentemente ello, y si gustaban de cumbias harían ello, y si no, rock, pop, reggae, country, lo que sea. En ese concierto Viviana gozó de todo, pero lo que más le gustó fue ese inicio con “Set me free”, las clásicas “Baila esta cumbia”, “Siempre estoy pensando en ti” y “Besitos”, se deslumbró por la versión e interpretación de Selena en “Mentiras” y en donde más se emocionó fue cuando cantó “Where did the feeling go?”. En esa canción lloró como nunca y vaya uno a saber por qué justo en el momento en el que Chris se lucía con su solo de guitarra, irrumpieron esas voces que venían por detrás suyo para recordarle a Viviana que debía sacarse una foto con Selena. Eso volvió a angustiarla pero nunca se olvidó de la artista que tenía enfrente y el futuro que tenía al verla. Por eso se lamentó cuando notó que la gente no había celebrado tanto el tema “Sensitivity”. Viviana sabía que tenía mucho que ver el hecho de que el público no la conocía, y que no era ni la típica ranchera, cumbia o tema moderno que todos conocían. No. Era un tema muy sensible que sacaba acaso lo mejor que tenía Selena si sólo se la miraba como cantante, con su voz y el sentimiento que expresaba. Era evidente que ese tema era para cantarlo más tarde, para cuando Selena ya fuera una cantante consagrada o a punto de serlo no sólo en el mundo latino sino con los “gringos”. Pero Viviana entendió que Selena quería darse el gusto, como también su padre y su hermano: ver cómo Selena se desenvolvía en vivo con esos temas. Viviana podía ver cómo al inicio del tema Selena iba vocalizando sobre la marcha para encontrar el tono justo para cantarlo. Eso a Viviana le dio mucha ternura, como el hecho de observar que Selena era muy sensible a la reacción del público, que detrás de esas risas, chistes y su eterna alegría estaba una muchacha con mucha sensibilidad, con ganas de amar y de ser amada. Al término de “Sensitivity” y para asombro de Victoria, Viviana vitoreó y aplaudió a Selena como nunca. Ella la miró y se lo agradeció con un “gracias” lanzado al aire. Por un instante Viviana se paralizó: Selena la había visto y agradecido. Eso le volvió a recordar la foto, pero también retuvo ese momento en el que ella captó lo que sentía Selena. Eso y la respuesta de Selena fueron lo más lindo que vivió del concierto … Hasta ese momento…

Cuando terminó el concierto todo era júbilo, todo era algarabía, pero por sobre todo, la gente estaba feliz. Una vez más la gente estaba contenta por lo que le había ofrecido Selena. Viviana estaba muy nerviosa porque debía ir a buscarla por el bendito asunto de la foto. Estaba por desistir de hacerlo hasta que Victoria le hizo ver que no tenía escapatoria: “¡¡Vamos, Vivi!! Tienes que ir a ver a Selena. ¡¡Al menos inténtalo!! ¿Qué? ¿No me digas que no piensas ir?…”. Viviana la miró entre resignada o contrariada. Podía entender que su amiga le insistiera de hacerlo si es que ella lo deseaba hacerlo por motu proprio y desistía por timidez. Pero acá estaba el asunto de su sueño. ¿Y por qué Victoria estaba tan preocupada y ansiosa porque ella se acercara a Selena y cumpliera lo que se decía en ese sueño? Ni siquiera le pidió un autógrafo en el caso de que se contactara con su ídolo. ¿Es que estaba preocupada? ¿Por qué sería? Viviana estaba por explicarle que mejor sería irse, que ella no se animaría, no querría y se fastidiaría con la gente que estaría más desesperada que ella por pedirle algo a Selena. Si bien buscaba excusas, es cierto que a Viviana no le gustaban las aglomeraciones y la gente invadiendo terrenos que no le pertenecían. A ella le gustaba admirar a Selena desde lejos, dejando que su ídolo sea la protagonista y querida, y no ella, que sólo era una admiradora más … Iba a explicarle eso a Victoria hasta que el padre de su amiga irrumpió diciéndole: “Supongo que ya estarás preparándote para ir a pedirle la foto a Selena … ¡¡Vamos, apúrate, que debemos volver pronto a casa y hay mucha gente que la espera con muchas ansias!!”. La sonrisa del padre de Victoria lo decía todo. Estaba contento como un niño y no era para menos. Quedó más que impactado con la actuación de Selena, al punto que allí mismo decidió ponerle su nombre a la beba que tenía planeado tener en poco tiempo … Viviana se resignó y encaró para el lado de los camarines. No sabía qué iba a hacer ni qué decir. En un punto pensó que era mejor hacerlo para así impedir esa desgracia de la que desconocía por completo, pero el problema era que no quería pasar por nada del mundo por este momento. Cuando vio al mundanal de gente que se agolpaba detrás de una puerta que supuestamente conduciría al camarín de Selena, se quería matar. Ya no era que no lo quería hacer … ¡¡No lo podía hacer por nada del mundo!! Aun así fue avanzando hacia la supuesta puerta en la que todo eran gritos, empujones, locura. En un momento alguien creyó ver a A.B. y pegó el grito. Un grupo de chicas enloquecidas comenzó a correr y dos de ellas se llevaron por delante a Viviana. Ella se inclinó hacia su izquierda pero no pudo evitar los empujones, perdió el equilibrio y las embestidas la dispararon contra una pared lindera a la puerta, con tanta mala suerte que en su desesperación por agarrarse de algo no vio a otra fan que corría por A.B. que la tumbó hacia la puerta con una violencia tal que la abrió cayendo del lado de adentro. El personal de vigilancia estaba por levantarla y depositarla de nuevo al hall, pero la horda de hombres, mujeres y niños que fueron hacia la puerta los hicieron recapacitar. Uno de ellos empujó a Viviana hacia el interior del camarín mientras otro cerraba la puerta. En cuanto ellos controlaron parcialmente a la gente, uno se acercó a Viviana con la intención de sugerirle “cortezmente” que se retirara del camarín por una puerta secreta, pero algo lo detuvo .... “¡¡Ey!! ¿Qué vas a hacer con la niña? Esa muchacha fue la que celebró mi interpretación del tema “Sensitivity”. Supongo que le vas a traer un refresco, ¿no?”. El muchacho asintió en silencio y fue a buscar la gaseosa. Viviana se quedó muda, impactada, shockeada. Esa joven que había ingresado era … ¡¡Selena!! ¡¡Y encima se acordaba de su presencia y de su gesto en el concierto!! Trataba de decir algo pero Selena se encargó de todo. “Ven, pasa por aquí. Siéntate. Escuché todo y me alarmé. ¿Estás bien? ¿Te gustó el concierto? ¡¡Gracias por tu gesto con el tema “Sensitivity”!! ¿Es cierto que te gustó tanto? Vamos, háblame. ¡¡Demuéstrame que estás viva!!”, le dijo Selena, mientras le echaba una palmadita en la espalda y echaba a reír con ganas. Viviana se rió y sólo atinó a abrazarla muy fuerte y a agradecerle, a darles las gracias por hacerla tan feliz. Selena sólo se reía y trataba de calmarla, pero ella también estaba muy emocionada … Viviana le había hecho notar todo lo que ella generaba y ese cariño era lo que siempre había buscado Selena, mucho más que el dinero, mucho más que la fama, mucho más que los conciertos. Cuando el muchacho le trajo la gaseosa a Viviana, ésta advirtió cómo no sólo querían a Selena sino cómo la respetaban. Trató de hablarle no sin dificultad cómo se hizo admiradora de ella y lo que vivió esa noche. Selena se daba cuenta de que Viviana no se animaba a decir algo. Así que fue sin rodeos. “Vamos, Vivi. Sé que me quieres pedir algo. No tienes más que solicitarlo. ¿Acaso quieres un disco, deseas un poster, una prenda, sólo un autógrafo? … ¿Acaso quieres…” “¡¡Una foto!!”, la interrumpió Viviana. “Sólo quiero eso. Es por una promesa. Si por mí fuera no hubiese venido, pero…”. “Ah, ¿pero cómo? ¿Acaso no querías verme?”, preguntó con gracia e inquietud Selena. “¡¡No, no!! Más bien que quiero verte, pero yo prefiero admirarte a distancia. Yo no quiero molestarte. Tú me haces feliz con tus actuaciones. No quiero pedirte más y no deseo invadir tu vida. Pero esto es por una causa especial…”. Selena se sonrío y llamó a su hermano. ¡¡Hey, A.B., ven aquí!! ¡¡Es importante!!”. A.B. apareció de pronto con una amplia sonrisa, saludó a Viviana y accedió con amabilidad al pedido de Selena de tomar una foto con ellas juntas. “¡¡Toma unas cuantas, por las dudas de que falles en los primeros intentos!!”, dijo Selena mientras se reía a carcajadas, y buscaba la complicidad de su hermano y la sonrisa de Viviana. Ella lo hizo y pensó en todas esas fans que la tiraron al piso por buscar a A.B en una falsa alarma. Ahora ella estaba siendo fotografiada por él mientras ellas estarían enloquecidas buscando la nada misma. Viviana se dio cuenta de que a veces las cosas se logran si se piensa un poco en vez de correr como un perro mordiéndose la cola. En eso Selena mira a Viviana, mira a A.B. y le dice: “¡¡Hey, hermano!! Se me acaba de ocurrir algo. ¿No te parece que deberíamos sacarnos nuestras propias fotos para ofrecérselas a nuestros fans? Nosotros no tenemos nada de eso…”. “Es cierto”, dijo A.B. “Lo que pasa es que a nuestro padre eso nunca le ha interesado pues para él no forma parte del negocio de la música, pero ahora que tenemos tantos admiradores es necesario algo así. ¡¡Nos piden muchas fotos para autografiar y no tenemos!!”. “Sí”, dijo Selena. “¿Y sabes qué? Creo que deberíamos fundar un club de fans. Con eso podríamos ofrecerle muchas de nuestras cosas a cada uno de ellos a cambio de una módica suscripción”. “Es una gran idea”, dijo Viviana mientras sentía, sin saber por qué, que esta idea cambiaría muchas cosas en la vida de toda la Familia Quintanilla. En eso entra el padre de Selena y luego de presentarle a Viviana le planteó su idea. A él le pareció que era una buena idea siempre y cuando se hicieran cargo de ello su otra hija Suzette y su esposa. A todos les pareció una buena decisión, pero Selena planteó un agregado a la idea original. “Pero yo quiero que se sume alguien a este equipo, siempre y cuando esa persona acepte…”. “¿Y quién es esa persona?”, dijo su padre. “¡¡Ella!!”, dijo Selena señalando a Viviana. “¿Pero cómo podré ayudarte?”, le dijo Viviana no pudiendo salir de su asombro y emoción. “Por lo pronto, quiero inscribirte como la fan N° 1. Ya me ayudarás en lo que puedas y a la distancia, como me dijiste que te gusta. Ya el tiempo dirá…”. Selena miró a todos y como nadie objetó la idea, se acercó a Viviana estrechando su mano: “¿Entonces traro hecho?”. “¡¡Trato hecho!!”, le dijo Viviana y se olvidó de estrecharle la mano. Sólo la abrazó dando varios giros sobre el mismo lugar en el que estaban. De pronto apareció Suzette avisando que había dos personas que preguntaban por Viviana. Allí Viviana cayó en que se había olvidado de Victoria y de su padre. “Me tengo que ir, Selena”, le comunicó, y sin saber por qué le dijo casi mecánicamente: “¡¡Cuídate muchísimo y nos veremos muy pronto. Hasta luego, Chau!!”. Selena la detuvo un instante más para tomar sus datos para inscribirla. Luego se volvió a abrazar largamente con Selena y con toda la Familia Quintanilla. Viviana lloraba de alegría. Fue sin duda el día más feliz de su vida aun cuando no se diera cuenta nunca de que aquello que había logrado cambiaría la vida de todos…

Ya afuera se encontró con Victoria y su padre. En el camino a casa le contó lo sucedido sintiendo que estaba en el aire, y que nunca caería en la tierra y en la realidad. Sólo una cosa le llamó la atención. Cuando salió del camarín una mujer de unos 35 años totalmente fuera de control pedía a los gritos hablar con el padre de Selena. Hablaba de abrir un club de fans o algo así, y que ella tenía los conocimientos y contactos suficientes como para manejarlo. Y llegó a escuchar que el Señor Quintanilla se disculpó diciéndole que ese tema ya lo tenía cubierto … Cuando la excitación bajo, y luego de prometerles a Victoria y a su padre que los inscribiría en el fans club de Selena, Viviana se durmió por un ratito, el suficiente como para soñar un sueño raro, en el que un señor la abrazaba largamente diciéndole una y otra vez “¡¡Gracias, gracias, gracias!! ¡¡Has salvado su vida!! ¡¡No sabes cómo te lo agradecemos!!”.

…Habían pasado casi 4 años de aquel concierto. Viviana había terminado sus estudios, y se dedicaba a la decoración y al diseño. De vez en cuando hablaba y veía a Selena ya que participaba activamente en el fans club en todo lo que le pedía Selena y muchas veces sugería cosas para la tienda de ropa que había inaugurado Selena el año anterior. Era 31 de marzo de 1995. El día anterior había tenido un sueño muy extraño. Estaba en Corpus Christi en un día muy lluvioso. De pronto veía a Selena partiendo rauda y preocupadamente de su casa. Viviana veía todo sin hablar, sin siquiera atinar a hacer nada. Cuando estaba por gritarle que no fuera hacia donde se dirigía Selena, se interpuso aquel hombre, el mismo hombre de todos los sueños. “No te preocupes, Vivi. Ella sólo está apurada porque tiene que ir a grabar su nuevo disco en inglés y encima llueve a cántaros. Ya verás que todo cambiará”. El hombre hizo un leve chasquido de sus dedos y el cielo se abrió saliendo el sol en toda su plenitud. “Y todo esto gracias a ti…”, terminó diciéndole ese hombre misterioso. De pronto el sonido del teléfono sobresaltó a Viviana. Era Selena. “¿Qué tienes que hacer mañana?”, le preguntó. “Nada, creo”, le contestó sin saber bien si era eso cierto. “Pues bien, ven ya para Corpus Christi y pasa por q-productions que tengo algo para ti. Eso sí. ¡¡Trae ropa como para viajar!!”. Viviana se preparó con la velocidad de un rayo y llegó a Corpus Christi en tiempo récord. Una vez llegado al estudio de grabación, Selena la esperaba para ir a almorzar junto con toda su familia. Una vez sentados todos en el restaurante cercano a q-productions, Selena le dijo: “Quiero que vengas conmigo al concierto que daré mañana en Los Ángeles ¡¡y no acepto excusas!!”. Y antes de que Viviana dijera algo, Selena agregó. “Vendrás como mi nueva presidenta de mi club de fans y gerenta de Selena Etc.”. Viviana se quedó helada. Selena la miró tiernamente y le dijo en voz baja: “Siempre recordé y valoré tus palabras sobre tu admiración desde lejos. Me has demostrado quererme y cuidarme mucho más que muchos que están más cerca y dicen quererme. Yo sólo quiero que veles por mis intereses. No te pido que cambies tu modo de ser. Sólo quiero depositarte mi confianza y darte el lugar que tú mereces entre nosotros, además de que pongas en práctica lo que has estudiado con tanta dedicación…”. Viviana vio las caras de asentimiento de toda la Familia Quintanilla, miró a Selena con lágrimas en los ojos y volvió a recrear aquel abrazo de 4 años atrás. Había algo más en ese abrazo, en esa decisión de Selena y en lo que ella sentía. En un momento abrió los ojos y vio en la calle que la saludaba ese hombre misterioso. Creyó que estaba en un sueño, pero no lo era. Sintió el corazón de Selena, vio sus lágrimas, vio la sonrisa del hombre y de pronto comprendió todo … “¡¡Vamos, Selena, vamos que nos espera el concierto de mañana!!, le dijo Viviana. “Es cierto, ¡¡vamos ya!!”, le dijo Selena y salieron corriendo juntas en la tarde muy soleada del 31 de marzo de 1995. Había mucho que hacer, había que recorrer un largo camino en el que sólo había felicidad, sólo había Amor, sólo había un mundo en paz en compañía de Selena…

(Todos vivimos de sueños, de sueños como lo de Viviana. Y todos esperamos que esos sueños se hagan realidad. No importa si no nos damos cuenta, no importa si nunca nos enteramos de que aquello que tanto deseamos se cumpla alguna vez. Lo importante es que se realice ese sueño y que cada uno que ama a Selena haya podido hacer algo para lograrlo. Como Viviana, hay que dejarse llevar por lo que nos dictan los sueños … ¡¡y quién sabe!! … Tal vez algún día nos encontremos con que aquello que tanto buscamos lo encontremos. Tal vez algún día Selena vuelva a encantarnos con su voz, con su risa y con su enorme talento. Es sólo una cuestión de fe. Es sólo dejarnos llevar por el llamado de nuestros propios deseos hechos sueños…)

Selena: yo vivo luchando y deseando porque mis sueños de verte aquí, de abrazarte y de decirte que te quiero mucho se hagan realidad…

Lo desea de corazón…

Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)





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