Esos tatuajes que son las marcas de mi dolor, de tu ausencia, Selena…


Muchos me preguntan por qué llevo tantos tatuajes de mi hermana en mi cuerpo … ¡¡Sí, ya sé!! Cuando digo esto me corrigen o me preguntan acerca de a quién me refiero cuando digo “mi hermana” … Sí, ya sé que tengo a otra hermana adorable que se llama Suzette. Sí, ya lo sé. No necesito ni que me lo digan ni que me lo aclaren … Ya lo sé ... Lo que pasa es que antes que cualquier cosa, antes de que Selena se convirtiera para todos en la gran cantante, la gran artista, la artista del pueblo, la Reina del Tex Mex, la Reina de la Cumbia, la mejor, la inigualable, el mito, la leyenda … antes que todo Selena era mi hermana … Simplemente eso. Y mi mundo, mis creencias, mis ilusiones, mi visión buena y optimista de las cosas se fueron ese día que no me puedo explicar qué pasó. Me da pena no haberme dado cuenta, no haberlo presentido. Créanme que me da pena y sobre todo me da mucha, mucha bronca. Yo estaba inmerso en mi música, en componer, en hacer lo mejor para mi hermana. Ése era mi rumbo, ése era mi destino, ésa era mi función en la vida. Y conste que yo también fui artífice de mi destino. Mi padre sólo quería que trabajara y formara parte de la banda Selena y Los Dinos. Yo podría haberme limitado a tocar el bajo y nada más. Pero una vez que me sentí involucrado en el rumbo y en el destino de la banda, quería que tuviera mejor música y fuera más original. No quería que fuéramos un grupo que tocara sólo música antigua con letras anticuadas y sin vuelo. Tampoco quería sólo tocar música con letras muy básicas que me hicieran sentir vergüenza porque era destinada para gente de mucha menos edad que yo. Yo venía de una formación muy diferente a la de mi padre. Yo escuchaba preferentemente otro tipo música en inglés, como mis dos hermanas. Me sentí descolocado al verme tocando a los 16 años temas en español con una cantante como mi hermana Selena que tenía sólo 8 años. Pero sabía, como toda mi familia, que no tenía sentido resistirse, que tenía que aportar al grupo mejores ideas en vez de quedarme con la protesta sin hacer nada. En ese sentido, mi padre era muy considerado. Podía manejar con mano de hierro los destinos de la Familia, pero hay que ser justo en que él permitía sugerencias y hasta cambios de orientación del grupo, siempre y cuando ello implicara mayor compromiso de todos para con su gran proyecto. Mi padre, cuando me veía protestando, con razón, de que no teníamos tan buen material y preguntaba por qué no teníamos a alguien como Juan Gabriel que nos compusiera un par de temas para nosotros, me solía decir: “Tú debes pensar que ese señor hace letras y se las pasa a gente que sabe que es muy popular y que sabrá hacerlas difundir con su canto. Él vive de ello. ¿Así que quieres que él te pase algunas canciones? ¡¡Entonces, escribe, compone, esmérate!! ¿Tú te quejas de que no tienes buen material? ¡¡Entonces, mejóralo!! Haz mejores canciones, ¡¡busca encantar a la gente!! Ya verás que cuando sean muy populares, el mismísimo Juan Gabriel se acercará a ustedes para ofrecerles sus mejores canciones. ¡¡Hazme caso, A.B.!! ¡¡Ya verás que es como te digo!!”. Por eso, como decía antes, mi padre nos daba libertad de acción para manejar el grupo como nosotros quisiéramos … mientras nosotros contribuyéramos a cumplir su sueño. Y mi hermana Selena era como yo. Ambos no nos contentábamos para nada con hacer sólo los que nos pedían hacer. Nos era inevitable ir siempre por más, mejorar las cosas, perfeccionarlas, darles nuestro sello, nuestro color. Selena le aportó no sólo su voz, sino su talento, su gracia, su enorme carisma. Mi hermana podría haberse contentado con pararse frente al público y sólo cantar bien. Sabía que nuestro padre se conformaría con que sólo cantara bien ante el público, que les demostrara lo tremendo que era su canto en cuanto todos lo escucharan. Pero Selena era muy tímida e introvertida, pero por sobre todo, tenía terror a que nadie la quisiera, que todos le darían la espalda en cuanto la vieran cantar… Por eso Selena buscó agradar a cada uno que estuviera frente a ella no sólo con su voz sino con su baile, con su sonrisa, con su encanto. Mi hermana no hubiese soportado contentarse con cantar bien mirando para abajo muerta de miedo. Tal vez en los primeros tiempos en los ensayos en casa se podía permitir hacer las cosas de ese modo, pues sólo estaba rodeada de nosotros, su Familia, que formábamos parte del grupo y le dábamos apoyo en todo. Pero fuera de ese ámbito, frente a un escenario del que no se sabía cómo podía reaccionar el público, ella no podía quedarse esperando la reacción de ellos, quedarse parada esperando la aprobación o el rechazo con todas los miedos y las ansias que ello generaba … No, mi hermana era peor que todos en ese sentido. Ella no toleraba las derrotas, las decepciones, la desazón. Cualquier desaire del público podría generarle la peor de las sensaciones y asestarle el peor de los golpes. Por eso Selena antes de recibir la “cachetada” de la realidad salía a enfrentarla con todo el convencimiento de cambiarla, de lograr que el público sonriera desde el primer momento, y sólo se fijara en ella con admiración y respeto. Realmente envidiaba su espíritu y su temperamento. Nunca se lo llegué a decir … Me contenté con decírselo al cielo, con la vana ilusión de que por allí escuche mis palabras y de que calme mi dolor, el puñal de su ausencia, con una señal, con algo que me indique que está allí … Recuerdo que yo estaba allí con el bajo sin muchas perspectivas de que las cosas fueran a mejorar mucho, y allí estaba Selena con su voz y su tremendo carisma siendo tan niña. Yo la miraba y no lo podía creer. Era tan chiquita y nos contagiaba con su alegría. Me costaba creer que aquella niña que estaba callada y muerta de miedo antes de salir al escenario fuera aquella que cantaba, bailaba, arengaba. Creo que si fuera por Suzette y por mí, la cosa no hubiera durado. ¡¡Y no es porque no tuviéramos talento, que conste!! Cada uno hacía para ese entonces muy bien lo suyo. Pero los dos podíamos refugiarnos tras nuestros instrumentos, podíamos estar mal y sin ánimo, y tocar igual. A nosotros no nos iban a exigir o esperar más de la cuenta. No era el caso de Selena. Yo podía estar pensando que lo que estábamos tocando no era bueno, pero pasar inadvertido tocando lo mejor posible mi bajo … ¡¡Ni hablar de Suzette!! En cambio, mi hermana no tenía ese privilegio. Tenía sólo 8 años y llevaba el peso de una situación en la que ella era la cantante de una banda que llevaba su nombre y el resto sólo la acompañaba: Selena y Los Dinos. Y como todos nosotros, mi hermana asumió su rol, la responsabilidad más difícil, la carga más pesada de llevar, máxime a su edad. Por eso la envidiaba. Por eso la admiraba. Ella no se quejaba nunca. Mi hermana encaraba cada compromiso con la misma responsabilidad y con la misma alegría. Selena sólo había tomado un par de consejitos de su padre, entre ellos el de ser amable con el público y saludarlos personalmente cada tanto. “Recuerda, mi’hija. El público se merece todo. Sin ellos no somos nada. Así que salúdalos, levanta una mano, mira a cada uno, apunta con tu dedo y salúdalos. A ellos les gustará. Se sentirán que los atendemos, que le prestamos atención, que no sólo son un número más en un concierto. Piensa, Selena, que eso también forma parte de nuestro capital”, solía decirle mi padre. Selena parecía no darle mucha importancia a ese consejo, o bien podía pensarse que se reía de él. Pero en el escenario, no sólo hacía lo que decía mi padre sino mucho más. Se aprendía bien las letras, ensayaba con mi madre los pasitos de cumbia, se paraba en los ensayos y se practicaba los movimientos que iba a dar luego en el concierto. Ya desde niña se mostraba como toda una profesional. Yo creo que no hubiese podido hacer lo mismo. Me favorecía el hecho de no ser ni el cantante ni la figura principal. Eso me permitió refugiarme en el estudio y perfeccionar las composiciones, las letras y la música. En eso me parecía mucho a mi hermana. No me contentaba con hacer más de lo mismo, con tocar con suficiencia canciones que no me convencían o no me gustaban, o bien me eran indiferentes. Yo quería que mi hermana se nutriera de un mejor material, más acorde con nuestros gustos, más afín a nuestras vidas. Y así como mi hermana perfeccionaba sus actuaciones en el escenario, yo hacía lo mismo en el “backstage”. Eso permitió complementarnos y apoyarnos mutuamente en un proyecto que nos cayó sin saber cómo surgió en realidad, pero que tuvo que ver con una típica pelea de celos entre hermanos…

Hasta que a Selena se le ocurrió aprender a cantar las canciones que había en un libro viejo de mi padre para presentárselas yo no tenía muy en claro qué hacer. Tenía, eso sí, la música en mis genes y por allí soñaba con tener una banda como había tenido mi padre. Pero ni él me había incentivado a dedicarme a la música como yo no había manifestado ningún interés concreto en ella. Supongo que a mi padre le habría frustrado muchísimo el hecho de no trascender con su banda “Los Dinos”. Él nos solía contar que tenía una banda pero que la tuvo que dejar para tener un empleo más seguro y porque él sentía que había tenido sus limitaciones para trascender como él quería. Mi padre representaba el famoso “sueña americano”. Se sentía norteamericano pero de raíces latinas y era él un hombre más que venía a triunfar en el “país de las oportunidades”. Él siempre había soñado con que su banda se hiciera famosa cantando aquellas canciones en inglés de los años ’50. Era su gran meta, su destino, pero su tiempo estaba marcado por la intolerancia y la segregación. Así vio con crudeza cómo no le permitían tocar en clubes importantes por su color de piel o porque era de ascendencia mexicana, y a la hora de ir a clubes mexicanos él no sabía ninguna canción en español. Se sintió que había quedado a mitad de camino. Esa situación, sumado al hecho de que su familia iba creciendo y demandando su presencia, lo hizo abandonar la música. Siempre sentí que mi padre se sentía tan frustrado que ni quería hablar mucho del tema salvo que se hablara como algo del pasado, de su juventud. Además, no quería incentivarnos a que nos dedicáramos a lo mismo. Pensaba que era mejor que nos avocáramos a los estudios, pero no a la música. Yo lo puedo certificar pues, a diferencia de mi hermana, yo estuve toda mi niñez y parte de mi adolescencia dedicándome a la vida de estudiante y tranquila. Parte de ello lo vivió Suzette, y nada de esto vio Selena. Mi padre se dedicaba a cantar los fines de semana con su guitarra. Muchas veces Selena lo acompañaba … hasta que mi padre me regaló un bajo. Yo le había insinuado que me gustaría tocarlo. No tenía muy en claro por qué y para qué, pero sentí la necesidad de hacerlo. Mi padre prendió una alerta. El solo hecho de notar que alguien de la Familia tenía algún intento de ser músico, aunque sea como amateur, generaba en mi padre revivir aquello aunque sea por un tiempito. Nunca sabré qué hubiese sido de todos si yo hubiese trascendido con mi bajo, si mi padre se hubiese dedicado a mí. Pero no hubo tiempo para hacerlo. Nadie tuvo en cuenta que alguien se había puesto celosísima con mi presencia y por quitarle buena parte de su tiempo de estar con nuestro padre para que éste me enseñara a tocar el bajo. Es que mi hermana estuvo un tiempito callada y sin decir absolutamente nada. Aún hoy me pregunto cómo en tan poco tiempo encontró un libro de canciones viejas de mi padre, se las aprendió y se las cantó. Tampoco sé cómo hizo para estar tanto tiempo callada con su idea sin decírselo a nadie, ni siquiera a Suzette. Con el tiempo me di cuenta de que mi hermana apenas mostraba ante el mundo parte de su personalidad. Hasta ese momento Selena sólo mostraba su parte graciosa, chistosa, irónica. Se permitía reírse de los demás y que los demás se rieran de ella. Pero sólo en las bromas y en sus alocadas ideas daba rienda suelta a una parte importante de su inquietante personalidad. Pero la otra parte la tenía bien escondidita, formaba parte de esa faceta que Selena tal vez mostraba menos por vergüenza y por temor. Eso pronto desapareció cuando en el canto y en sus diseños encontró su lugar para desplegar todo su potencial, todo su carácter, toda su personalidad, todo su talento, todo su espíritu. Y eso lo pude advertir aquel día en el que de pronto sorprendió y encandiló a mi padre cantándole con una voz increíble y natural que sólo ella podía mostrar. Y yo que no sabía qué iba a hacer de mi vida y cómo encararíamos nuestro quehacer cotidiano, de pronto encontré a mi padre totalmente descontrolado trayendo toda clase de instrumentos y diciendo que iba a formar una banda con nosotros. Cuando supe que esto venía de mi hermana no pude evitar encararla con furia y diciéndole qué había hecho. Nunca me lo voy a olvidar. Selena me miró, se sonrió, me guiñó un ojo y me dijo: “Parece que quiere formar una banda. Se llamaría Selena y Los Dinos”, y echó a reír a carcajadas. Yo la miré entre incrédulo y con estupor, pero pronto di cuenta de todo y me reí con ella. En ese pequeño acto sentí que comenzaba a quererla de verdad. Era mi hermana pero no dejaba de ser una niña muy pequeña a la que yo le llevaba 8 años. Yo ya era adolescente y avanzado. Ella estaba en plena niñez. Si uno lo piensa un poco, era una locura. Sentí que estábamos en el medio de un barco que podía quedar a la deriva para siempre o podía ser enderezado hacia el buen camino sólo por una persona … ¡¡que tenía 8 años!! Tal vez en esa mirada de Selena me di cuenta de que a partir de ese momento nos unirían muchas cosas y nada nos haría separar … Sabía que tendríamos mucho que hacer, sobre todo con el material a cantar. Allí también di cuenta de mi lugar en el mundo. Estaría encerrado en un cuarto creando temas y dirigiría la música del grupo en el estudio de grabación y en el escenario. Sabía que Selena tenía la parte de mayor responsabilidad, de mayor exposición y ella era muy pequeña. Sentía compasión y ternura por mi hermana. Sabía el esfuerzo que tendría que hacer para afrontar un compromiso que no pidió, la responsabilidad de ser la cara más visible de un grupo que llevaba su nombre. Era mucho para una niña de 8 años que se encontraba con todo eso sólo por cantarle unas canciones viejas a mi padre, sólo por tener celos de mi bajo, sólo por mostrarle una increíble voz que no la había descubierto nadie, una voz que la hizo conocer ella como si fuera un mensaje del destino…

Muchos me preguntan por qué llevo tantos tatuajes, por qué necesito llevar a Selena en mi cuerpo … No entienden nada. ¡¡Claro que no entienden nada!! En los últimos tiempos he decidido hacerle caso a los consejos de mi padre, y uno de ellos es no contestar las cosas que me afectan tanto. Si de pronto los celos de mi hermana nos cambió la vida y nos expuso ante la gente tocando para una banda, si el sólo hecho de que ella con su voz nos modificara nuestros hábitos, nuestras costumbres, nuestra casa y hasta el lugar en el que vivíamos, la locura de una energúmena nos quitó los ojos, cortó de cuajo tantos años de lucha, tantos sacrificios, tantas ilusiones. Muchas veces me dije entre incrédulo, furioso y a llanto vivo: “¿Para qué hicimos esto? De qué nos sirvió? ¿Para qué buscamos trascender honestamente en la vida si al final de otro modo se logra y más rápido?”. Recuerdo cuando Cristina Saralegui nos entrevistó en Corpus Christi en marzo de 1996, a un año de aquello … Recuerdo que en mi descargo dije que no entendía qué buscaban de nosotros, por qué nos investigaban, por qué querían ver el problema en nuestra Familia cuando todos sabemos quién fue la que le hizo tremendo daño a mi hermana y la Justicia lo corroboró. Recuerdo haber estado indignado. No podía creer que nosotros estuviéramos en la mira, que mucha gente que ni sabía quiénes éramos opinaba con tanta ligereza de nosotros. Me daba muchísima bronca estar en los grandes medios de comunicación teniendo que aclarar lo que no teníamos que demostrar. Nosotros no estuvimos 14 años trabajando duro para terminar hablando de tonterías en vez de cantar, tocar, actuar. No podía creer lo que estaba viviendo. Todos hablaban por hablar, le prestaban una atención inaudita a esa psicópata que hasta desde la cárcel se reía de nosotros diciendo que tenía “secretos” de Selena y que algún día los iba a revelar … Eso era lo que me indignaba. ¡¡Y encima la gente, los periodistas, los medios, todos estaban pendientes de ella!! … No hay caso ... Aprendí a ver cómo una psicópata puede llevar de las narices a mucha gente sin que ellos se den cuenta o no se quieran enterar de cómo se dejan llevar por mentiras y por engaños. No podía creer que después de todo lo que nos pasó estuviéramos nosotros en el banquillo de los acusados teniendo que aclarar que todas las barbaridades que se dijeron de mi hermana no eran ciertas. Lo decía una y otra vez: “¡¡No hay nada aquí!! ¡¡No hay nada que sea digno de averiguar ni de explicar!!”. No podía creer lo que estaba viviendo, lo que estoy viviendo. Yo no podía aceptar, ni entender ni explicar cómo seguía mi vida y no estaba Selena. No podía concebir un mundo sin mi hermana. Empezó a pasar el tiempo y mi cabeza no quería avanzar más allá del 31 de marzo de 1995. El sólo admitir que existían el 1 de abril de 1995 y los días sucesivos hasta hoy me hacía aceptar de que no tenía a mi hermana, de que no tenía trabajo, de que debía seguir adelante sin el motivo fundamentas de mi trascendencia en la vida ... Me habían quitado a mi hermana ... Mi hermana no existía más ... A mi hermana la mataron … ¡¡Sí, a ella, a ella misma, que era un Amor, el Amor mismo!! Y todavía había gente insensata que pedía explicaciones, que elucubraba, que sospechaba, que sacara insensatas conclusiones. ¿Es que es tan difícil de entender? ¿Qué es lo complicado? ¡¡Investiguen a esa mujer e indaguen por qué lo hizo!! ¡¡En vez de buscar la “quinta pata al gato” en mi casa piensen qué pasaba por su cabeza para hacernos esto, por qué le hizo esto a mi hermana!! ... Lo pensé mil veces. Trataba de buscar la explicación, qué es lo que no vi, qué es lo que me perdí, por qué nunca reparé en esa mujer. A veces me maldigo no haber prestado más atención, dedicarme menos al estudio de grabación y a componer, y observar más qué pasaba a mi alrededor. Lo más penoso para mí es que estoy convencido de que podríamos haberlo evitado si hubiésemos prestado más atención, si hubiésemos observado más. A la larga entendí que esa mujer se enfrentó con mi padre, y cuando él la quiso apartar de nosotros, ella se le anticipó y le pegó donde más le duele … Hay que reconocer que los psicópatas saben dañar cuando se lo proponen … Usan toda su inteligencia para ello … Pero siempre me pregunté qué estábamos haciendo nosotros a esa altura cuando estábamos por pegar el gran salto de nuestras carreras, cuando estábamos por conquistar el mundo pues ya México, Estados Unidos y Centroamérica empezaban a ser lugares comunes de nuestro éxito. Muchas veces me pregunté en qué estábamos ocupados, si estábamos a la altura de lo que se nos venía encima. Y la verdad es que siempre me costó hallar una respuesta concreta. Porque desde lo estrictamente musical estábamos más que preparados: no sólo estábamos muy bien sino que cada vez nos perfeccionábamos más. ¡¡Teníamos tantas ideas, tantos proyectos, tantas cosas logradas y tantas por lograr!! Pero cada vez que pienso que esa mujer llegó a nuestras vidas porque aportó con una idea que nosotros nunca tuvimos en cuenta, que era tener un club de fans y saber comercializar nuestros productos, allí me di cuenta que algo se nos pasó, que no tuvimos en cuenta, que no prestamos atención que eso también formaba parte del “negocio de la música”. ¿Cómo esa mujer que era enfermera se dio cuenta de algo que nosotros no le dimos importancia? Cuando pienso en eso me es irremediable pensar que en determinadas cuestiones estábamos dos pasos atrás de la realidad … De una realidad que se nos vino encima de la peor forma llevándose a mi hermana…

Los tatuajes duelen y mucho. A veces creo que me los hago por eso, para que me duelan, para sentir el dolor que tiene mi Alma desde que no está mi hermana. Con la excusa del dolor lloro, grito, imploro, le pido a mi hermana que vuelva, le suplico que me hable, le pido que me perdone, le pido que me tranquilice. Mientras ponen en mi cuerpo el nombre de mi hermana, la imagen de ella, algo alusivo a lo que significa para mí, sólo expreso el vacío de mi existencia sin ella, algo que nunca me he permitido mostrarlo no específicamente en público, sino a mí mismo. En eso soy como mi padre, aunque yo soy menos duro que él, pues soy más vulnerable. Se me vienen las imágenes del lugar en el que estábamos despidiendo a mi hermana. Recuerdo estar con una flor blanca en la mano mirando a todos, mirando a nadie. Veía a mi madre destrozada, a Chris triste y perdido, a mi hermana desencajada, a mi padre tranquilizando a todos mientras se le escapa una lágrima debajo de sus anteojos. Yo los miraba y no sentía nada. Estaba como aquel que se queda paralítico y sigue viviendo sin sentir sus piernas, sin sentir sus brazos. Desde aquel nefasto, lluvioso, triste e inaudito día algo de mí no funcionó más, pero que no es de mi cuerpo sino de mi Alma. Sentí que estaba muerto, que no podía sentir más. No quería mirar para adelante. Adelante estaba aquel cajón. Yo no podía aceptar que mi hermana estuviera allí. Y encima a mi padre se le ocurrió abrirlo porque había gente que empezó a creer que mi hermana no estaba allí, que todo era un invento. Algunos hasta amenazaban con no irse más de ese lugar si no le daban su último adiós a Selena. Yo miraba sin mirar a mi padre y sin poder entender lo que estaba sucediendo, lo que nos estaba pasando. Con el tiempo pensé que mi padre estaba como yo, que estaba como un zombie yendo de un lado para otro sin sentido alguno, sin saber qué estaba haciendo. Más de una vez pensé que en realidad abrió el cajón deseando que esa gente tuviera razón, que todo fuera mentira, un mal sueño, una pesadilla. Sólo así podía entender que una persona como mi padre pudiera prestar tanta atención a un pedido que me parecía inadmisible. Allí surgió mi bronca de tener que dar explicaciones, que no nos dejaran en paz con nuestro dolor. Sólo nosotros sabíamos lo que significaba la pérdida de mi hermana. Yo sé que había mucha gente estaba tan destrozada como nosotros, que la quería a Selena como un familiar más, pero sé que todos ellos volvieron a sus casas y a sus vidas, y con el tiempo cicatrizaron sus heridas. Nosotros nunca lo podríamos hacer por más que lo disimuláramos, por más que le hiciéramos caso, una vez más, a nuestro padre y nos mostráramos con dolor pero con entereza. Pero la verdadera cara, el verdadero sentimiento, era el de mi padre con esa insólita decisión de abrir ese cajón esperando ver el milagro … y recibir la cachetada, el rostro de la realidad. No sé cómo podía mantener la entereza y salir a darnos ánimos a nosotros. Supongo porque él sabía que si él se caía, todos nos caeríamos con él y eso no se lo podía permitir. Ya había perdido una hija. No podía dejar que perdiera a toda una familia…

Tardé 4 años en volver a la música y siento que no he vuelto nunca. Los que creen que saben lo que siento y lo que he sentido estos años no tienen ni idea de lo que viví, de lo que sentí y de todas las cosas que me pasaron por estos años. Como siempre, a la hora de ver y analizar los problemas que he tenido en este último tiempo, siempre lo tomaron por el lado del escándalo y del absurdo. Aprendí a darme cuenta de que conviviremos con las consecuencias de aquel nefasto 31 de marzo para siempre. Que siempre seré observado, que siempre seré cuestionado. Al principio me dolía y me enojaba mucho. Ahora no me enojo, pero me sigue doliendo. Como cuando me hago cada tatuaje, como cuando grabo en mi cuerpo el nombre de mi hermana. Yo puedo entender que no nos crean en todo, que sospechen, que especulen, que sientan que no somos tan buenos como parece. Pero me gustaría que entiendan que yo perdí a mi hermana, a mi hermana menor, a un ángel excepcional al que nadie podía imaginar semejante destino, semejante cachetada de una realidad absurda, de un mundo cruel e injusto … A los que piensan que lucramos con la partida de mi hermana, ¿qué piensan? ¿Qué trabajamos como perros de sol a sol, ganándonos el pan de cada día y buscando el éxito tan deseado con honestidad, talento y sacrificio, sin que nadie nos regalara nada, para después especular con la pérdida de mi hermana? ¿Creen que Selena tiene un precio, que se puede canjear por un billete? Si fuera así, hubiésemos puesto a la venta todo lo que hay de mi hermana hace ya mucho tiempo y no lo hicimos. Hay muchas cosas de Selena que mi padre no las pone a la consideración del público porque para él son recuerdos muy personales que no tienen valor y que no lo quiere compartir con otra gente. Lo mismo me pasa a mí, a Chris, a Suzette y a mi madre. Si mi padre o cualquiera de nosotros hubiese tenido sólo el dinero como único fin nunca esa mujer que nos quitó todo se nos hubiese acercado, porque lo que ella hubiese propuesto se nos hubiese ocurrido a nosotros antes. Yo podía notar en mi padre que su obsesión porque nosotros llegáramos a lo más alto y porque Selena se convirtiera en la más famosa cantante internacional era porque a través de la cristalización de nuestro éxito se cumpliría su viejo sueño de triunfar a través de la música. Eso era lo que lo movió a hacer lo que hizo. No fue por el dinero aunque obviamente peleara duro por él para que fuéramos justamente retribuidos. Pero fuera de todo eso, todo lo que queríamos compartir con la gente en el recuerdo de mi hermana lo hacíamos sin dudar … Cuando pude rescatar un reportaje en el que Selena llegó a cantar una partecita del tema “¡Oh, no!”, diciendo que era un adelanto del tema del disco que grabaría en inglés, armé un tema con mi banda y lo puse a la consideración de la gente. Quería compartir con todos los que aman a Selena esa mezcla de sensaciones, ese pase tan fácil y rápido de la risa al llanto, del canto a la nostalgia, de la inmensa alegría al tremendo dolor. Esa partecita de la canción que canta mi hermana es el ejemplo más claro y la situación más emblemática de lo que pasaba con Selena en aquel momento … Al verla no puedo dejar de sentir que mi hermana se estaba asomando al mundo, estaba asomando su cabecita para decirle a todo el mundo quién era, qué hacía y qué representaba para tanta gente. En esas imágenes queda más que claro esa mezcla, esas dos caras de la fama de Selena, de lo que había logrado y de lo que lograría en poco tiempo. Mi hermana no dejaba de ser una muchacha de familia, joven, humilde, tremendamente talentosa, con un futuro enorme, que ya había dejado de ser una promesa en México y en Estados Unidos para convertirse en realidad, y que estaba por pegar el gran salto, el salto a la fama mundial, el salto que podía significar un salto para tocar el cielo, o bien un salto al vacío con quién sabe qué consecuencias. Yo no tenía dudas … Nadie tenía duda de que lo lograríamos, de que teníamos todo, absolutamente todo a nuestro favor. Todavía recuerdo cuando allá por febrero de 1995 Selena dijera en el programa “Padrísimo” que éste era un año crucial para el grupo ... Nada más cierto. Estábamos en nuestro mejor momento, no teníamos límite, todo eran éxitos y avances, el futuro no podía ser mejor … Pero a juzgar por lo que sucedió, empecé a dudar de cuán preparados estábamos, si íbamos a soportar determinadas cosas que suceden cuando uno ya es muy famoso y se está en boca de todos. Se sabe que en general los artistas pueden ser queridos y odiados al mismo tiempo por partes iguales. Que para los medios es tan “vendible” hablar bien de alguien como atacarlo sin piedad … Pero a nosotros nunca nos pasó eso. A mi hermana no sólo la admiraban sino que la querían. Y los periodistas, los grandes medios, los productores y los otros artistas también la querían y respetaban mucho. Siempre me quedaron grabadas esas palabras que le dijera a Selena Ricardo Rocha en su programa “En vivo”, esas palabras de admiración y de sorpresa en las que le enfatizaba que no era tan fácil que un artista fuera querido en su propio medio, en el mundo de los cantantes y de los artistas. Siempre pensé que se podía ser un gran artista y muy popular. Lo que podía ser casi imposible era que ese mismo artista fuera a su vez tan admirado como persona por todo el mundo. Y eso era mi hermana ... Y allí es donde me cuestiono acerca de si estábamos tan preparados para soportar todo lo que traían la fama y el éxito. Nosotros estábamos acostumbrados a que siempre hablaran bien de nosotros, que nos respetaran y que nos admiraban. ¿Pero qué haríamos cuando muchos empezaran a inventar cosas, manipular declaraciones, cuando atacaran injustamente a mi hermana, cuando le atribuyeran cosas que no hizo? ¿Cómo haríamos? ¿Qué haría Selena cuando no le tuvieran tanto respeto en algunos lugares en los que no la conocían? Ya nos había pasado un poco en 1994 cuando algunos medios decían que Selena se había operado para mejorar su imagen. Era un síntoma. Por supuesto que mi padre había hecho todas las gestiones para que mi hermana tuviera la oportunidad de aclarar sus cosas y no prestarse a los malos entendidos. Pero aquí en Estados Unidos como en México todos le creían a Selena porque la querían mucho y en muchas ocasiones la gente la vio cantar desde muy pequeña por lo que la vio crecer y evolucionar como artista y como persona … ¿Pero qué haríamos cuando viajáramos por el mundo y visitáramos países que no nos conocían casi? Sin ir más lejos, ¿cómo nos recibiría Argentina, país al que pensábamos visitar con Selena en 1995? Yo no tengo idea. La expectativa era grande pero las dudas también. Y ante esta situación mi padre no podría controlar todo, como él imaginaba que podía hacer. Y ese nefasto 31 de marzo nos puso en la cruel realidad. Si nosotros creíamos que teníamos todo controlado y resulta que una mujer a quien nosotros confiábamos y conocíamos desde hacía un buen tiempo nos quitó a mi hermana, ¿qué garantías teníamos que podíamos controlar una situación que no conocíamos? Yo vivía en el mundo de mi música, en mi estudio de grabación y con mi gente. Pensé que con eso alcanzaba y sobraba. Después de que se me fue mi hermana comprendí que no alcanzaba con eso. ¡¡Para nada!! El negocio de la música abarcaba más cosas de las que me imaginaba, más cosas de las que se imaginaba mi padre. Me terminé de convencer cuando vi cómo se hacían famosas otras artistas, y qué tenían en cuenta para mantener su imagen y estar a resguardo de todo … Y viendo el destino de mi hermana, comprendí que el problema no era como lo planteó mi padre en un principio. No es que Selena pecara de confianzuda, de incrédula o de inocente. Selena no era nada de eso. Además, ella era así con su público y éste nunca le hizo nada malo. El daño no vino de ese lado, vino de otro, del lado más íntimo, de nuestro círculo más cerrado. Y tal vez cuando notamos que algo malo traería esa mujer, debimos pensar que antes que nada debíamos haber puesto a resguardo a mi hermana, y no estar tan seguros de nuestras fuerzas y de nuestras decisiones. Que siempre puede haber a nuestro lado psicópatas disfrazados de buenos amigos, de buenos compañeros de trabajo, de incondicionales fans. Esos mismos psicópatas que si no se dan las cosas como las que ellos quieren son capaces de asestar el mejor golpe, de provocar le peor traición, de transformarse en el peor de los enemigos … Nosotros nos dimos cuenta cuando ya era tarde, muy tarde … Por eso con el tiempo me permití dudar de nuestras fuerzas. No por nosotros en sí sino por nuestra visión de las cosas y por el trato con los demás. Nosotros estábamos sin duda preparados en lo musical pero no así para soportar la maldad, la mentira y la falsedad de este mundo cruel…

Recuerdo que cuando éramos jóvenes y teníamos que seguir haciendo nuestras labores porque lejos estábamos de vivir de la música, un día estaba trabajando en un taller allí en Corpus Christi. Era un día de extremado calor. Y yo estaba meta lijar una tabla de madera. Miré hacia la puerta del taller y podía ver cómo el sol pegaba fuerte en la tarde tejana. Me asomé, sentí que un viento de fuego me abrazaba e intentaba llevarme para el medio del campo. Corrí rápido para el interior del taller, miré para el cielo y rogué a nuestro Señor que me sacara lejos de allí, que me permitiera triunfar para que algún día pudiera disfrutar de la buena vida luego de lograr ganar dinero con trabajo, talento, esfuerzo y honradez. Cuando al final había logrado salir de allí y con el tiempo lograr el merecido éxito que me permitiera darme esos pequeños gustos que no me pude permitir realizar en casi toda mi vida, sentí que me habían quitado algo, algo que me impedía ser feliz enteramente y para siempre. Recuerdo que por aquella época todos vivíamos juntos en tres casas una al lado de la otra. En aquella época todos teníamos planificado mudarnos y vivir en casas más grandes, más cómodas, con más espacio, con más intimidad; casas que íbamos a comprar con dinero honestamente ganado, con esfuerzo de años y años de trabajo. Selena había dicho hasta públicamente que iba a vivir en un amplio campo que compartiría con Chris. Yo sé lo que significaba eso para ella. Mi hermana vivió como nadie las tres etapas de su vida inmersa en el trabajo, en el sacrificio, en la privación. Selena casi no tuvo momentos de intimidad. Ella se había acostumbrado a vivir compartiendo todo con todos, hasta lo que no era compartible. Y entre los tantos sueños que tenía postergados, y que estaba a punto de realizar, era el de vivir feliz en un amplio campo. Yo sabía todo lo que significaba esto para mi hermana. Nosotros éramos muy unidos pero también cada uno necesitaba su aire, su color, su lugar. Y para mi hermana ése era el inicio de muchas cosas que ella quería realizar y que tuviera sólo su sello, sólo sus sueños, sólo su nombre. Apenas se había asomado con esta nueva cara cuando presentó “Selena Etc.”. Pero mi hermana tenía más planes, más ideas, más energía que toda la Familia junta. Fue la que más se privó y la que más necesitaba libertad, la que más necesitaba mostrarse tal cual era, tal cual le gustaba … Y como si el destino no quisiera que Selena llegara a completar ningún ciclo, como si el destino sólo le permitiera triunfar para que se asome y vea todo su potencial, como si el destino sólo quisiera que sus sueños fueran eso, sólo sueños, un día se nos fue sin que mi hermana pudiera realizar todo lo que ella soñaba, todo lo que ella quería … Un día volví a ese taller en el que trabajaba. No era de día. Era bien de noche y estaba algo fresco. Noté que el lugar estaba abandonado hacía no mucho tiempo … Entré por la misma puerta de la que veía el sol rajante de la tarde tejana. Apenas podía ver el interior del taller. Sólo me iluminaba la luz de la luna. Avancé unos pasos hasta que di con el lugar en el que le imploré al Señor que me sacara de allí. Volví a mirar el techo y le hice un nuevo pedido. Le pedí que volviera el tiempo atrás y que no me hiciera caso. Que me dejara trabajando en ese taller o en cualquier otro lado. Que no me haga triunfar, que no me haga trabajar de la música, que no me haga popular, que no me haga un hombre público. Le pedí y le rogué que borre mi pedido y que las cosas sigan su curso normal, que no hiciera caso de nada que le pidiera y que le hiciera daño a mi hermana. ¡¡Nada!! Luego de implorarle a mi Señor, me quedé un rato en silencio como esperando una señal hasta que decidí avanzar hacia la puerta. Cuando salí al parque abandonado, vi el esplendor de las estrellas y me quedé un largo rato mirando cada una de ellas. Las miraba con la ilusión de encontrar en alguna de ellas a mi hermana. En la inmensidad de la noche pude darme cuenta de que jamás podré aceptar ni entender ni explicar la partida de ella ... Eso que tal vez le resulte extraño para los demás pero que sin embargo es tan simple y tan cierto como tal. Estuve largo tiempo en ese patio llorando, recordando, esperando vanamente que sucediera algo distinto que me devolviera la alegría perdida, esa alegría que tenía cuando estaba en el estudio de grabación y me quedaba con Selena explicándole cómo era la música de un tema y cómo debía cantarlo, y quedarme anodadado en cómo tan poco tiempo ella se lo aprendía al punto que terminaba acordándose de las letras y de la música de las canciones mejor que yo. Aún hoy recuerdo de la facilidad con la que aprendió la parte del coro que nosotros cantábamos en el tema “Techno cumbia”. A todos nos había costado mucho tiempo poder grabarla en óptimas condiciones … ¡¡pero al final en vivo lo cantaba Selena, y lo hacía en una toma y mejor que nosotros!! Así era mi hermana: más capaz, más inteligente, más talentosa, más trabajadora, ¡¡y con mucha más energía y ganas que todos nosotros!! Y en un mundo en el que los buenos y talentosos se nos van jóvenes, un día se llevaron a mi hermana. Yo sigo esperando que el Señor cumpla mi último pedido…

Cuando dimos aquel concierto del Houston Astrodome el 26 de febrero de 1995, yo quedé anodadado con mi hermana por dos momentos: uno por su performance del Disco Medley, fundamentalmente cuando se dispuso a bailar improvisadamente “la lavadora”; el otro fue su actuación en el tema “Si una vez”, en la que si bien había partes pautadas y ensayadas, noté cómo Selena en el medio del parate de la canción se permitió ir a uno y otro lado del escenario dejando que la gente gritara y la ovacionara mucho más de la cuenta. Cuando al término del concierto yo la felicité por esos dos momentos, me dijo: “¿Recuerdas lo que te dije cuando me preguntaste furioso por qué me había estudiado esas canciones de nuestro padre? Pues bien, A.B., en eso pensé cuando salí a dar el concierto”, se sonrió y se fue a firmar autógrafos a sus fans. Yo me quedé mudo y contrariado. No recordaba bien ese momento. Noté que mi hermana se iba lentamente como esperando algo. Cuando más tarde logré recordar aquel día y me disponía a abrazarla y a reírme junto con ella, ya era tarde. Luego lo olvidé, en la seguridad de que algún día lo recordaría y le haría ver a mi hermana que no se me había borrado de la memoria ese momento. Cometí el error de pensar que siempre hay un mañana, olvidé lo que decía la letra del tema “No quiero saber”. Mi hermana se me fue sin que yo pudiera agradecerle que se acordara de mí y de ese momento en ese concierto increíble y en esa actuación tan sublime…

Y mientras tanto lleno de tatuajes mi cuerpo, cubro mi piel con el nombre y con el espíritu de mi hermana. Lo llevo con mucho dolor, con mucho sufrimiento, pero también con mucho orgullo. En esos tatuajes están reflejados la ausencia, el dolor y la no aceptación. Yo sólo espero que al menos mi hermana vea que nunca me olvidé de ella, que desde que ella se fue mi vida nunca fue enteramente feliz … Yo sólo espero que el Señor me escuche y me permita volver a abrazar a mi hermana…

(Siempre pienso que no me queda más que decir, que ya he dicho todo de Selena, que mis sentimientos por ella están acabadamente expresados. Pero de pronto aparece un duende que me habla al oído y me dicta las cosas que escribo cada semana … Me gustaría pensar, deseo pensar, que ese duende es la mismísima Selena … porque sé que si es así nada está perdido, y que algún día podré encontrarme con ella y abrazarla bien, bien fuerte…)

Selena: yo sólo puedo decirte que te quiero mucho…

Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)





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