Recordándote para volverte a encontrar, Selena...


Recuerdo muy bien el momento en el que al fin condenaban a esa asesina ... hace ya 20 años ... Estaba como tantos otros, ansioso por escuchar el veredicto en el medio de un gentío en las puertas de los Tribunales de Houston, Texas, que sólo esperaba oír una palabra: “Culpable”, con una aclaración: “Prisión perpetua” ... Recuerdo muy bien todo aquello ... Cuando escuché por los altoparlantes la noticia, cerré los puños de mis manos y mis ojos, levemente me senté en el cordón de la vereda, llevé mis manos ahora abiertas a mi cara y lloré durante un largo tiempo ... Había acabado todo ... Era muy difícil explicar mis sensaciones ... Llorando en el medio de tanta gente celebrando algo que era muy difícil de explicar ... por lo menos para mí ... Todo fue tan rápido, tan fugaz y tan incomprensible ... Hasta aquel nefasto 31 de marzo de 1995 Selena era ajena a mi vida ... Yo estaba en otra cosa, se suponía que iba por caminos bien diferentes a los de ella, en lo musical y en la vida ... Selena era para mí una cantante de moda que sonaba a toda hora por las radios y nada más ... Hasta ese día ... De pronto todo cambió ... Y desde ese instante hasta el momento en el que estaba allí llorando desconsolado viví con Selena lo que no había vivido en años ... De pronto comencé a comprar sus discos, de pronto comencé a escuchar una y otra vez sus canciones en mi casa, de pronto me encontré escuchando la radio o viendo la televisión sólo para ver qué había pasado con Selena, quién era realmente Selena, qué hubiese sido de Selena si no hubiese surgido tamaña desgracia ... Me pasó lo que le pasó a varios ... Entendí que Selena era más importante en nuestras vidas de lo que me imaginaba, que era alguien central en nuestros quehaceres cotidianos sin saberlo conscientemente ... Tal vez desde ese día en el que se nos fue tomé conciencia de lo que era para todos nosotros y lo que representaba ... Y tal vez sentí culpa, mucha culpa ... Culpa de no haberme dado cuenta antes, culpa de no haberla apreciado más, culpa porque tal vez si lo hubiese sabido antes lo habría podido evitar ... a mi manera ... Supe desde aquel nefasto día que Selena era alguien de los nuestros, alguien que nos había dado identidad e integridad ... Selena cantaba nuestra música, nos hizo sentir orgullosos de nuestra raza y les hizo ver a los Estados Unidos lo que éramos y representábamos los latinos ... Selena era esa hermanita que había llegado y que desde la meta tan soñada nos gritaba, nos arengaba, nos alentaba para que nos animáramos, para que siguiéramos el camino trazado por ella y para que lográramos concretar nuestros sueños tal como lo había logrado ella ... Que era simple, muy simple ... Sólo había que seguir haciendo lo que estábamos realizando ... Hacer todo con entusiasmo, con alegría, con ganas ... Ser honestos, auténticos, trabajadores, humildes ... Ser ambiciosos pero no estafadores ... Ser auténticos pero no tontos ... Ser conscientes de nuestra situación y que sólo luchando se podía obtener todo ... Lograr el viejo sueño americano ... Selena lo había logrado sola con su trabajo, sin dejar de ser ella, sin dejar de trabajar, sin caer en bajezas para lograr su objetivo ... Era tan sencillo ... Era tan hermoso ... Era un sueño ... Era un sueño tan idílico que alguien se encargó de transformarlo en pesadilla ... de hacernos ver que las cosas no eran ni tan simples, ni tan soñadas ni tan lineales ... Alguien nos hizo ver que el mundo era demasiado chico para Selena ... Y ya se sabe ... Los mediocres, los mentirosos, los hipócritas, los estafadores y los psicópatas no quieren que se los ponga en evidencia ... Tampoco que se les demuestre que hay otros caminos para el triunfo y que se prescinda de ellos ... En el país de los ciegos el tuerto es rey ... Y en ese mundo nadie quiere que se les enseñe a ver...

Seguía allí sentado en la acera mirando el piso y llorando ... Tenía ganas de decirles a todos que se callaran, que se callaran de una buena vez ... No entendía la alegría, no entendía el júbilo, no entendía los cánticos ... O tal vez lo entendía pero no quería dar cuenta de ello ... Yo sólo sentía dolor ... El dolor de la pérdida ... El dolor del ya no poder volver las cosas atrás ... El dolor de la certeza de que Selena nunca volvería a estar con nosotros ... Nunca ... En esa palabra, “culpable”, lo pude comprobar, lo pude sentir. Sólo quería escuchar esa palabra para quedarme tranquilo, para no seguir con mi furia contenida, con el odio, con el rencor, con el resentimiento ... Para yo descansar tranquilo ... Para que Selena, ahora sí, pudiera descansar en paz ... Aunque dudara también de eso, sabiendo lo que fueron esos últimos instantes de Selena, esos últimos momentos de dolor y de horror ... No ... No lo podía entender ... Sólo quería escuchar esa palabra, estar en silencio como en todos esos meses y llorar, llorar lo que no pude hacer en todo ese tiempo en el que sólo permanecía en silencio tratando de ver, de escuchar el relato de lo que había pasado, el relato de lo incomprensible, el relato del dolor extremo ... Fueron meses en los que trataba de entender por qué Selena fue asesinada, por qué Selena fue a ver a esa psicópata, por qué Selena fue disparada por alguien que era presidenta de su club de fans y gerenta de sus boutiques, por qué Selena recibía un tiro en la espalda en un motel, por qué Selena antes de todo ese absurdo fue a acompañar a su verdugo al hospital engañada por esa misma mujer porque, según ésta, había sido atacada ... Por qué ... Por qué ... Por qué ... Durante meses permanecí inmóvil tratando de saber por qué, sin dar cuenta de que nunca tendría una explicación satisfactoria y aunque la tuviera nunca podría entender lo sucedido ... Y de nuevo sentía la maldita culpa ... Sí, lo sabía ... Yo no podía hacer nada ... Y tal vez sólo pude tomar conciencia a partir del hecho desgraciado ... Pero así se dieron las cosas ... Y así pude tomar conciencia de todo ... De lo que perdimos, de lo irremediable, de un futuro que no sería ni idílico ni el soñado ... Darnos cuenta de un destino cruel ... Darnos cuenta de que ya nada sería lo mismo ... Darnos cuenta de que todo sería más de lo mismo ... Darnos cuenta de que viviríamos por siempre en el país de los ciegos...
Recuerdo que en el medio del dolor de saber que ya nunca Selena volvería a estar entre nosotros, sentí unos golpecitos a la altura de mis tobillos ... Al principio eran suaves y espaciados ... Luego más constantes e intensos ... Alcé mi cabeza y vi que una niña me estaba mirando fijamente ... Cuando traté de preguntarle qué es lo que deseaba, sólo me dijo: “Ya no llores más ... Selena seguro que hoy está feliz y lo seguirá estando” ... Y alzó sus brazos. Yo casi arrastrándome sin poder siquiera despegar mi cuerpo de la acera llegué a sus manitos y dejé que me abrazara ... No pude evitar volver a llorar ... La niña no me retó por ello ... Por un instante sentí que me estaba abrazado Selena, que me estaba consolando, que me estaba perdonando ... En todos esos meses lo único que había deseado era poder volver el tiempo atrás para evitar el absurdo, en todo ese tiempo despertaba cada día con el deseo de que todo había sido una pesadilla, una absurda y cruel pesadilla ... En ese tiempo dejé de creer en Dios, en la humanidad, en el futuro posible con trabajo, verdad, justicia, dignidad ... Dejé de creer en todo ... Sólo iba cada tanto a Corpus Christi al gravesite de Selena para dejarle una cartita con un mensaje, para hablarle, para que no se sintiera sola, para que yo no me sintiera tan solo ... Sólo creía en ella ... Sentía que mi corazón estaba junto con el de ella ... Y sólo vivía por y para ella ... Podía entenderse en ese momento como ahora que lo mío era una obsesión, una locura, un sentimiento absurdo ... Tanto en ese como en este tiempo muchos tontos por expresar este genuino sentimiento habían manifestado que no teníamos vida y que lo mejor que podíamos hacer por Selena era dejarla descansar en paz ... Esos tontos de ayer como los de ahora no entendían ... No entendían nada de nada ... Selena se nos había ido y una parte de nosotros se nos había ido junto a ella ... Ya no seríamos los mismos desde ese mismo momento ... Y lo puedo certificar ahora sabiendo que pude seguir con mi vida “normalmente” ... Como también pude certificar que el mundo en estos últimos 20 años fue distinto, tan distinto a ella ... Sabía lo que habíamos perdido en ese momento y por ello lloraba tanto ... Sabía que había llegado el futuro ... Una parte de nosotros murió ... Lo supe cuando escuché la palabra “culpable” ... Selena jamás volvería ... Y yo no creería más en nadie ... Sólo podía hablarle y creerle a Selena ... Sólo podía quedar en manos de esa niña que ofrecía mis brazos para que al fin de unos cuantos meses pudiera descansar en paz ... pudiera llorar en paz...

Cuando sentí que ya había podido descargar todo mi dolor, alcé mi vista a la niña y le sonreí, mientras me reincorporaba para retirarme a mi casa ... La gente no paraba de gritar, de festejar el veredicto del Jurado, de cantar canciones de Selena y de insultar a la asesina ... Ya no me sentía molesto por ello ... Sólo permanecía indiferente ... Ese era un lugar y un escenario ajeno a mí ... La gente tenía derecho a expresar su dolor, su sed de justicia, su enojo, su alegría del momento ... Yo sentía que mi presencia ya no tenía sentido allí ... Tenía un significado mientras necesitaba que aquello que todos anhelábamos se cumpliera ... Que la asesina se quedaba en la cárcel para siempre ... Ser vigías, ser garantes de que se hiciera justicia con la asesina ... Que se hiciera justicia con Selena ... Ahora que todo había terminado y que diera cuenta de que Selena estaba ausente, yo no quería ser protagonista de su historia ... Selena es la única protagonista de su historia ... Selena hizo historia y está presente en los corazones de aquellos de los que supimos quererla bien ... De los que supimos entender los que nos había dejado en tan sólo 23, casi 24 años de existencia ... Yo no podía seguir estando allí ... Yo no podía suplantar su protagonismo ... Ni siquiera podía representarla ... Cuando me estaba por ir, la niña me dijo si yo había ido alguna vez a ver a Selena a su gravesite ... Al contestarle afirmativamente, la niña me dijo: “Tengo una cartita para dejarle ... Pero yo no puedo ir con mis padres ... ¿Me acompañas a llevársela?”. Cuando intenté decirle que no podría llevarla sin su consentimiento, sólo me dijo: “Llévame cuando puedas. Aquí tienes mi dirección. Ellos lo aprobarán... ¿Me prometes que me llevarás en unos días?”. Yo me acerqué a la niña y la abracé fuertemente ... Pude percibir en ella un dolor contenido, una entereza incomprensible para mí en una niña de 7 años ... “Te lo prometo ... En una semana me encontrarás allí para ver a Selena y darle su mensaje”. La niña me miró y dio unos pasos atrás bajando sus ojos ... Cuando me fui alejando y volví mi vista hacia ella, la niña alzó sus manos y las movía a un lado y otro ... De pronto se me vino aquella despedida de Selena en el Houston Astrodome apenas unos meses atrás ... En los buenos tiempos, en una ciudad que vivía con felicidad bajo el Amor de Selena ... Yo me sonreí, le grité “¡¡hasta pronto!!” y volví sobre mis pasos ... Todo había terminado ... Ahora había que vivir ese mundo desolado ... Ese mundo sin Selena...

A la semana fui a la casa de la niña ... Dudé en hacerlo ... Pensé que aquellos sentimientos compartidos aquel día del veredicto se habrían esfumado y que con todo dolor debíamos asumir esta nueva vida sin tener a Selena a nuestro lado ... Eran momentos de elaborar el duelo ... Eran momentos de asumir ese vacío y de saber que muchos, en el afán de querer saber por qué había sucedido el absurdo, terminarían en la trampa de empezar a escuchar lo que diría la asesina, lo que dirían los aprovechadores de circunstancias que ya habían visto el negocio de seguir “el caso Selena” y que tratarían de seguir lucrando con nuestro dolor hablando de la vida privada de Selena y de difundir cualquier difamación con el fin de explicar el por qué, ese bendito por qué del destino de Selena ... Y yo ya no quería escuchar ni ver más ... Ya tenía bastante con lo que había vivido ... Revolver mis heridas con más “noticias” no tenía ningún sentido ... Nada había cambiado para mí ... Nada me haría creer en algo ... Pensé que lo mejor no era ir a la casa de la niña ... No quería ver más ... No quería sentir más ... Quería avanzar en otra dirección ... No quería más dolor ni más enojo ... No iba a ir ... Pero pensé que aún creía en alguien ... En Selena ... Y podía seguir viéndola sin intermediarios, sin sus supuestos intérpretes ... La seguía necesitando ... Para hablarle, para desahogarme, para no sentirme solo ... Para no dejarla sola ... Además, estaba esa promesa ... Y recordé los ojos de la niña ... Eso me hizo ir hacia ella ... Ir hacia Selena ... Cuando llegué a su casa, ella me estaba esperando en la puerta con una amplia sonrisa en su rostro ... “Sabía que vendrías”, me dijo, a lo que agregó: “No te preocupes por mis padres. Ellos no están, pero me dejaron ir contigo. Aquí te dejaron su permiso” ... Yo no sabía si creerle, pero algo me dijo que lo que me pedía debía hacerlo ... Así me lo decían su mirada, su sonrisa, su tranquilidad, su ruego ... Fuimos en micro casi en silencio ... Cuando estábamos por llegar, me preguntó: “¿Quieres leer la carta que le he escrito a Selena? ... No es muy larga ... Léela en voz alta para saber si la he escrito bien ...”. Al mismo tiempo que me lo decía me extendía su carta ... Yo la tomé mientras miraba su rostro lleno de ansiedad y de emoción ... Casi sin dejar de mirarla tomé su carta, fijé mis ojos en ella y comencé a leer: “Querida Selena. Sé que estás contenta a pesar de todo lo que ha sucedido. Porque siempre luchaste para que lo imposible fuera posible. Porque siempre trabajaste duro por cumplir tus sueños y para vernos felices. Sé que en el fondo de tu corazón debe haber algo de tristeza. Incluso debes estar cada tanto enfadada ... Como todos nosotros ... Pero sé que confías en nosotros como siempre confiamos en ti ... No es que estás contenta sólo porque esa mala mujer está donde debe estar ... Estás contenta por ver que salimos a la calle por ti para que haya justicia pero también para recordarte, para seguir tu camino y no dejarte nunca sola ... Y sé que esperarás que sigamos tu camino aunque no estés allí con nosotros ... Que entenderás que lloremos por ti, que cantemos tus canciones y que hagamos homenajes a tu Legado ... Pero siempre esperarás que cosechemos lo que has sembrado y a su vez que sigamos sembrando las semillas que nos has dejado ... Sé que sonreirás donde quieras que estés y que te sentirás orgullosa mucho más por nosotros si hacemos esto que si sólo lloramos o te homenajeamos ... Te prometo que seguiré tu camino y haré que todos lo sigan ... Y aunque me quede sola en ese intento, yo nunca te abandonaré ... Nunca ... Porque aunque sea una sola persona la que siga tu ejemplo, eso te hará enteramente feliz ... Mil abrazos y mil besotes ... Te quiere mucho ... Ya lo sabes ... S.”. Terminé de leer la carta con lágrimas en los ojos. Sólo le dije: “Es muy bello lo que has escrito”. La niña asintió en silencio sin pronunciar palabra y así seguimos hasta llegar al gravesite para ver a Selena...

Cuando llegamos al lugar en el que estaba Selena sentí un gran dolor. Corría un viento despiadado que nos impedía mantener el paso firme, como si él mismo tratara de evitarnos tanto dolor y sentir tanta desolación. No sabía qué le iba a decir a Selena ... Creí haberle dicho todo ... Pensaba decirle que estaría siempre a su lado porque sólo en ella creía y era la única persona en la que podría confiar desde ese momento y en el futuro ... Que no la iba a dejar sola y no quería sentirme tan solo ... El viento evitaba que pudiera pensar con claridad, y la cercanía a Selena después de lo vivido me impedía tener los pensamientos y los sentimientos claros ... De pronto la niña me tomó fuertemente de la mano y allí entendí que estaba frente a Selena ... No podía describir en ese momento tanta tristeza y tanta desolación en el medio de un sol que me golpeaba con fiereza y un viento que me partía el Alma ... Creí que iba estallar de nuevo en llanto y caer en el mayor de los escepticismos hasta que la niña dijo dirigiéndose a Selena y sin despegar su mano de la mía: “Hola, Selena. Vinimos a visitarte pero también venimos por un compromiso. Aquí te dejo una cartita. Sé que la leerás. Y nosotros dos te prometemos que de aquí hasta el día en el que nos encontremos de nuevo contigo cumpliremos lo allí escrito. Que te recordaremos con alegría y que seremos como tú en todos los aspectos. Sé que esa es la mejor forma de recordarte y que por ello nos esperarás con una sonrisa. Te prometo que así será Selena...”. La niña se detuvo mirándome fijo y esperando mi compromiso. Apreté con fuerza sus manitos, sentí al hacerlo que Selena estaba allí conmigo y le dije: “Yo también te lo prometo, Selena. Hasta ahora sólo he llorado por ti. Pero tú me has cambiado la vida y te lo agradeceré siempre recordándote como tú lo querías, con Amor, y dando lo mejor de mí en cada acto de mi vida. Te lo prometo, Selena. Y también se lo prometo a la niña que me trajo a ti...”. Al terminar con mi promesa, me abracé con ella e intercambiamos risas y llantos por un largo tiempo. “Gracias por haberme dado estas fuerzas que ya no tenía ... Gracias por...”, alcancé a decirle a la niña ... Pero ella me detuvo poniendo su dedo índice sobre mi boca ... “Ya lo sabes ... Tienes un compromiso ... Y la mejor forma de agradecerlo es haciendo lo que me prometiste...”. Yo asentí sin decir palabra ... Estuvimos un largo rato cada uno a solas con Selena y al tiempo, cuando ya atardecía, nos volvimos en silencio pero contentos por la tarea que teníamos por delante, por todo lo que teníamos que hacer ... Por todo el Amor que teníamos que dar a este mundo ... para recordar a Selena...

Nunca más volví a ver a esa niña ... Pero es como si hubiese estado todos los días a mi lado ... No hizo falta vernos más ... Entendí de qué se trataba todo ... Incluso de quién se trataba ella ... Nada es casualidad en la vida ... Y por eso estoy aquí a 20 años de que Selena se nos fuera sin que pudiéramos comprender ... Recordando a Selena siendo como era ella, siendo como esa niña, siendo como lo que me había comprometido a hacer...

(A veces las cosas se nos presentan de un modo inesperado, pero siempre suceden por un motivo ... A veces por un motivo noble ... Un día Selena apareció en mi vida ... Nunca imaginé que ella sería la persona que me marcaría para siempre ... Y allí mismo supe que tenía una misión en la vida ... Recordar a Selena para agradecerle que haya hecho de mí una mejor persona ... Recordarla para que se sigan sus valores, su camino y sus sueños ... Recordarla para que nunca esté sola y para que nosotros no estemos tan solos en este mundo abandonado)

Mi corazón, Selena, siempre estará donde tú estás ahora...

Te quiere mucho...

Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)