Siempre seré tu primer amor



30 de noviembre de 2010











Mi vida por ti, Selena…


“¡¡Quiero hablar con el señor Quintanilla!! ¡¡Es muy urgente!! ¡¡Por favor, avísele!! ¡¡Hay una vida en peligro!!” La recepcionista de q-productions me miraba entre asustada y perpleja. Yo estaba decidido y desesperado. Ya no podía seguir con ese dolor. Ya no podía seguir soportando que este mundo viviera sin Selena. No podía tolerar que Selena no tuviera derecho a ser feliz, a ser exitosa, a obtener todo lo que se había propuesto. No podía soportar que se nos fuera justo ahora, ahora que el camino lo tenía allanado, cuando sólo tenía que seguir el plan trazado y ver cómo en poco tiempo todo el mundo la adoraría. No podía tolerar que Selena se nos fuera ahora, en la flor de la vida, con su juventud a pleno, con tanto por hacer, con tanto por vivir. Ya no podía soportar las eternas y tontas discusiones acerca de que si su éxito se debía a su partida de este mundo o no. Quería que el mundo no tuviera más dudas de ello. Ya no quería ver esa imagen, esa imagen tan triste de Selena, tan impropia con su vida, con sus ganas, con su hiperactividad, con su paso triunfante en la vida. Me era insoportable todo, todo era intolerable para mí. Podía entender muchas cosas. Toda mi vida busqué una explicación “razonable” a tantas locuras que se hacen en este mundo. Pero nunca pude entender ni asimilar lo que le había sucedido a Selena. Porque más allá de todas las razones, más allá de lo que Selena había generado en tan sólo 23 años, no podía entender que Selena no haya podido vivir, que ella fuera la única víctima de su increíble historia. Ya no. Ya no podía soportarlo. Hice lo que tenía que hacer. Invoqué e imploré a cuanto Dios hubiera en el Universo para que escuchara mis plegarias y aquí estoy, dispuesto a todo, dispuesto a torcer esta historia. No me importa ninguna consecuencia. No me interesa ningún efecto colateral. Ni siquiera me interesa lo que me pueda suceder a mí. Lo único que me importa es Selena. Lo único que me interesa es que Selena se salve. Lo único que me interesa es que este día no llueva y que salga el sol…

La recepcionista me pidió en un confuso español que esperara un rato allí y sin despegar sus ojos de mí se metió en el estudio de la empresa de Abraham Quintanilla. Mientras tanto, tenía la atenta mirada de un vigilante que estaba apostado allí y que, luego de una indicación en inglés que le diera la recepcionista, se sentó en una silla frente a mí no sin antes sonreírme, saludarme poniéndose el dedo a la altura de su ceja derecha e invitándome a que tomara uno de sus chicles, a lo que me negué con cortesía. Mientras esperaba con los nervios que me partían la cabeza y me hacían doler el estómago, llegué a apreciar la infinidad de fotos que había de Selena, los afiches de Coca-Cola, los premios obtenidos y hasta el anuncio de su futuro disco en inglés. Lo miraba con ternura y con Amor, pero cuando recapacitaba el solo hecho de pensar que pronto ese lugar se convertiría en un museo en su recuerdo me hacía desesperar más y más. Miré el reloj con los nervios de punta y pensé en si no hubiese sido mejor ir a ver a Selena sin más. ¿Pero cómo decirle lo que le iba a pasar delante de esa nefasta persona? Y aunque la pudiera ver a ella sola … ¿cómo decirle que corría riesgo su vida? Y si acaso ella pudiera llegar a atender mis ruegos … ¿cómo decirle que esa despreciable mujer la iba a matar? ¿Cómo sostener la mirada a ella después de decirle semejante cosa? ¿Cómo no esperar que ella podía tomarlo de mala manera y lograr un resultado aun peor de lo que ya era antes de proponerlo? … El sólo pensar ver a Selena molesta y muy enojada conmigo por esto, y sin entender razones, me había hecho decidir ir a ver al padre y a A.B. Tal vez ellos podían llegar a entenderlo mejor, pero no tenía tanta seguridad. A esta altura de las circunstancias yo sabía que todos, y no sólo Selena, tenían una relación de unos cuantos años con esa persona. El hecho de que ahora las relaciones se habían puesto tensas, sobre todo entre el padre de Selena y ella no quitaban esa realidad. Y encima yo estaba seguro de que nadie de la Familia Quintanilla pensaba que esa despreciable mujer podría ir muy lejos con sus planes siniestros. Yo estaba convencido de que ellos estaban seguros de que tenían todo controlado. Todo era difícil de abordar para mí, pero algo tenía que hacer. No podía tolerar ya saber que esa mujer le quitaría los sueños a Selena. Y estando aquí, aún no me atrevía a decírselo sin que ello implicara verla alterada y mal, y que me gritara por lo que ella pensaría una mentira de un desconocido, con acento extraño y proveniente de un país tan lejano … De pronto, veo que el guardián se levanta y dice “¿Quiere que avise a la policía?”. Cuando trato de ver por qué y a quién le decía eso, diviso al padre de Selena avanzando sin mirar al guardián y con la rapidez de buscar la salida. Pero de pronto veo que desde atrás la recepcionista me señala, él me busca con la mirada hasta que me encuentra y me hace una señal de que lo acompañe a su despacho. Yo lo sigo sin saber cómo decirle lo que tenía pensado afirmarle y cómo tomaría mi alarma…

En cuanto entramos al despacho, yo me adelanté para evitar que sus preguntas sobre quién soy yo fueran lo prioritario. No anduve con rodeos. No había tiempo que perder. “Señor Quintanilla. Ya sé que no me conoce ni tiene por qué creerme. Pero le pido por el Amor de su hija que vaya ya al Motel Days Inn. Si su hija no llegó ya con la presidenta de su club de fans a ese lugar, lo hará pronto. Se lo pido por favor: ¡¡Vayamos ya!! ¡¡Esa mujer hará algo del cual si no lo impedimos pronto lo lamentaremos de por vida!! ... Mire. Yo me comprometo. Si quiere, una vez que estemos allí y hayamos acabado con todo, me entrego a la Policía y me someteré a cuanto interrogatorio quieran hacerme. Sé que A.B. está aquí con usted. Si quiere, dígale que venga con nosotros, y de paso vigila mis movimientos y certifica lo que le estoy diciendo. Yo sé que ustedes esperan que a la tarde venga Selena a grabar algo más de su disco en inglés y a prepararse para el concierto de mañana en Los Ángeles. Sé que pronto terminarán sus actividades de edición de ese nuevo disco, se irán a almorzar y esperarán a que venga Selena. ¡¡Pero eso no sucederá si ahora no hace algo para impedir una tragedia!! … Mire. Llame a Selena. Trate de localizarla. Llámela por el bipper. Intente ver si la puede encontrar en su casa. ¡¡Verá que no está!! ¡¡Hágalo, por favor!! ¡¡Hágalo por Selena!! Su vida corre peligro. ¡¡Esa mujer la va a matar!!”. Y rompí en llantos. El padre de Selena no sabía qué hacer. Hasta allí parecía que sólo me escuchaba sin ánimo de hacerme mucho caso y más proclive a avisar a la policía antes que hacer lo que yo le estaba rogando. Pero mis últimas palabras y mi ataque de llanto lo alarmaron. En un punto debió haber tomado consciencia de que esa mujer no iba a tolerar así porque sí lo que él había decidido. Que realmente podía llegar a hacer algo tremendo. Sin hablarme fue hacia el teléfono y empezó a hacer unas llamadas, mientras me hacía señas de que esperara un ratito. Debe haber llamado al bipper, a la casa de Selena, incluso a la casa de la Suzette. Y noté que su cara se transformó en honda preocupación. Colgó el teléfono, se incorporó y llamó a la persona de seguridad. Luego se dirigió a mí y me dijo. “Voy a hablar con A.B. Puede que tengas razón. No localizo a Selena. Yo no sé quién eres ni por qué sabes tantas cosas que ignoramos. Pero poco importa ahora. Luego las aclararemos …Vendrás con nosotros. El guardián nos acompañará por precaución y para cerciorar de que no tienes otras intenciones. Pero limítate a seguir nuestras órdenes. ¿Entendido? Tú dinos qué se supone está haciendo Selena y dónde está en cuanto nos vayamos de aquí”. Y una vez que dijo esto esperó un asentimiento de mi parte. Yo le dije que sí con la cabeza y él se marchó con rapidez al estudio. Pronto llegó James, la persona de seguridad, y me dijo que permaneciera junto con él hasta nuevo aviso. En pocos segundos él recibió un llamado y me indicó que lo siguiera con prisa. Corrimos hasta dar con el auto de Abraham Quintanilla. Me hizo subir y en cuanto nos acomodamos salimos rápidamente de q-productions. A.B., que estaba delante y al lado de su padre, volteó su cabeza y me saludó con una sonrisa nerviosa y pronto me dijo: “Antes que nada dinos al menos cómo te llamas y de dónde vienes. ¿De qué se trata todo esto? Qué pasa con mi hermana? ¿Qué le va a suceder? ¿Qué se supone que le hará Y…?

“¡¡No la nombres, por favor, A.B.!! Ese nombre hace tiempo que me da náuseas. Trata de no nombrarla. Si supieras lo que va a hacer entenderías mi razón. Yo me llamo Sergio y soy de Argentina. ¡¡No puedo decirte más pues no hay tiempo que perder!!”, le imploré. “¿Pero por qué haría eso? ¿Qué mal le hicimos? Podríamos haberla denunciado. Podríamos haberla despedido sin más prometiéndole no hablar de lo sucedido. Es una pobre mujer que llegó más lejos de lo que pensaba. ¿Qué mejor que retirarse con el futuro asegurado y nuestro agradecimiento por los servicios prestados?”, dijo A.B., buscando una explicación a algo que no le encontraba sentido. “Pero creo que nunca pensamos que ella no iba a tolerar estar fuera de Selena sin controlarla, sin que haga lo que ella quisiera. Ella estaba acostumbrada a eso”, dijo don Abraham, muy confundido, no sabiendo si ir al Days Inn o tratar de localizarla en el camino, acaso entendiendo que algo no habían tenido en cuenta a la hora de enfrentarse con ella. “Es que ustedes se equivocaron al exponer a Selena en ese conflicto. Miren. Yo no sé cuál es el verdadero problema que tienen con esa mujer. Pero sea cual fuere el inconveniente y la gravedad del asunto, nunca debieron darle a entender que Selena sabía todo y aprobaba su decisión. Esa mujer estuvo insistiéndole en todo momento para que la apoyara. Sabía que con usted no podía ya, pero sí con Selena haciéndola sentir culpable. Pero ya sabe que no puede lograr nada. ¿Ustedes sabían que dos veces compró un arma para balear a Selena? La primera fue hace 20 días pero la devolvió pues ustedes le aseguraron que seguiría trabajando para los negocios de Selena en México DF y Monterrey. Pero algo pasó para que volviera a adquirir el arma hace 3 días y tiene todo un plan para que parezca que todo es un accidente. ¡¡Pero por favor apúrese, don Abraham!! Vaya directamente al Days Inn. Seguro que Selena viene del hospital con esa mujer, y en cuanto ella entre allí no dudará en hacerlo. ¡¡Por favor, acelere. Espero que lleguemos a tiempo!!”. Abraham Quintanilla aceleraba pero un increíble caos de tránsito lo hacía demorar. En su desesperación me decía: “¿Pero cómo tú sabes tanto de nuestras cosas? ¿Pero cómo que Selena viene de un hospital? ¿Está herida ya? ¿Por qué está con ella? No entiendo. ¿Estás en tus cabales? ¿Cómo creerte?”. Cuando ya estaba por detenerse, A.B. le grita: “¡¡No, padre!! ¡¡Sigue el camino!! Hazle caso. ¡¡No estoy dispuesto a arriesgarme con tus desconfianzas de siempre!! ¡¡No perdemos nada si es una falsa alarma!! Además, el hecho de que yo me mantuviera bien al margen de estas cuestiones no quiere decir que confiara en ella. Esa mujer es capaz de muchas cosas. Siempre se ocupó de saber todo de nosotros, pero nosotros no sabemos casi nada de ella. ¡¡Él parece saber más de ella que nosotros mismos!!, dijo señalándome a mí. “¡¡Si, señor Quintanilla!! ¡¡Siga!! ¡¡Aún estamos a tiempo!! Y créale a A.B. No se sienta tan seguro de la verdad. Ella tiene todo planificado. Hizo salir a Selena a un hospital con la excusa de que intentaron atacarla. Su idea es que haya testigos que la vean el día del crimen con Selena en un día normal y sin conflictos. Ella ya está pensando en una hipotética defensa en un juicio. ¡¡Acelere ya!! Esto es como un caso de la serie “Columbo”. Usted sabe a qué me refiero. Por eso no dude más. ¡¡No hay más tiempo que perder!!”, le volví a rogar. “Es cierto. Es como ‘Columbo’ “, se iluminó don Abraham, como dándose cuenta de todo, y aceleró no importándole si violaba todas las leyes del tránsito. En pocos segundos estábamos en el Days Inn luego de que el padre de Selena había dado varias vueltas en círculo no sabiendo de los nervios si ir al hospital, si ir a su casa o si ir al Days Inn. Cuando llegamos, para desesperación de todos, vemos que Selena iba camino a entrar junto con esa mujer a la habitación 158. Cuando Abraham Quintanilla estaba por gritarle a Selena, yo lo atajo y le digo que no grite. Que eso sólo empeoraría las cosas. “Ella agarraría el arma y tiraría sin más, estando más jugada que nunca”. Para colmo de males, un auto de la policía de tránsito se estaciona a unos metros con el mayor de los disimulos al saber que estábamos detenidos y empieza a pedirnos documentación a todos. Era por lo hecho por don Abraham antes. Él y su hijo comenzaron a hacer toda clase de señas en forma desesperada tratando de advertirles de lo que pasaba. El agente los miraba con desdén y sin ánimo de darles ningún crédito a sus gestos e invocaciones. Sentí que estaba todo perdido. Pero cuando observé que el otro agente me había visto y buscaba que yo le diera mi identificación, sabía que tenía una sola carta, una carta que tal vez no era beneficiosa para mí, pero sí para Selena, y entre pensar en mí o en ella no dudé a qué debía darle prioridad. Y decidí echar mi última carta…

Aproveché la confusión y corrí rápida y desesperadamente camino a la habitación del motel. Sabía que me quedaba poco, muy poco tiempo. En ese trayecto pasaron miles de imágenes por mi cabeza, pero desistí de pensar en mí, en lo que pasaría, en mi futuro. Sólo pensé en Selena, pensé que yo acaso podría impedir las lágrimas de tanta gente, podría impedir una tragedia, una injusticia, el triunfo del mezquino por sobre el espontáneo, del talentoso frente al mediocre. Pensé sobre todo en la vida de Selena, que era una vida que debía vivirse. Nadie más que Selena merecía vivir, nadie más que Selena merecía que se le cumpliera todo lo que se propuso realizar en vida. Si había algo que martirizaba mi mente y mi corazón era saber que esa mujer nunca tuvo nada y que había luchado tanto con honestidad y sacrificio para lograr todo. Y no podía tolerar que ahora que empezaba a ser libre para desplegar todas sus ideas y todo su talento alguien como esa persona se lo quitara y se vanagloriara con el tiempo de haberlo hecho usando las peores armas, que es su lengua filosa y voraz, propia de un ofidio ... No. No lo iba a permitir. Al principio tuve suerte, pues los policías me dieron orden de detención y cuando iban a disparar aunque sea para amedrentarme, A.B. se puso adelante y se ofreció él como ofrenda antes de que me dispararan. En un segundo al darme vuelta vi cómo los policías se ocupaban de detener al padre de Selena y a A.B., mientras pedían refuerzos para ver cómo me detendrían a mí y cómo me darían aviso. Ese tiempito de demora fue fundamental, suficiente para hacer lo único que podía realizar sin que nadie de esa habitación se diera cuenta de lo que estaba pasando afuera. Llegué a un pasillo que me llevaba directo a la habitación. Rogué no escuchar ni un disparo ni que la puerta se abriera. Tenía apenas segundos para actuar. En cuanto me acerqué escuché unos gritos, escuché una amenaza y no dudé. Empujé violentamente la puerta al grito de “¡¡Cuidado, Selena!!. ¡¡No dejes que te dispare!!”. Y me abalancé sobre ella empujándola y tirándola al piso al mismo tiempo que esa pérfida mujer apretaba el gatillo y me hería en un costado de mi pecho. Selena comenzó a gritar horrorizada cuando esa mujer, no contenta con lo hecho y con la furia de no haber podido lograr su cometido, volvió a apuntar el arma a Selena dispuesta a acabar de una vez con su vida. Desde el piso tomé una silla que estaba tirada y se la arrojé al cuerpo haciéndole volar la pistola a un costado. Ahí pude sentir un terrible dolor en el pecho y puede ver la sangre que me salía a borbotones de mi camisa. Vi que Selena quería correr a asistirme al grito de: “¡¡No te muevas!! ¡¡Estás malherido!! ¡¡Espera que busque ayuda!!”. “¡¡No te muevas, Selena!!”, le grité con el último gran esfuerzo que me quedaba. Esa mujer está buscando el arma. Trata de sacársela. ¡¡No parará hasta matarte!!”. Cuando vi que ella la estaba por recuperar y estando yo a unos metros del arma, logré interceptarla con un pie, por lo que calló de bruces al piso. Pero su furia no tenía límites. Se levantó, fue al arma y cuando estaba por disparar de nuevo, entraron los policías que estaban afuera y le dijeron: “¡¡Alto!! ¡¡Manos arriba!! ¡¡Queda usted arrestada!!”. La mujer, ya jugada, amagó dejar el arma y de pronto volvió a apuntar a Selena, pero uno de los policías le disparó y calló al piso maldiciendo su suerte. Cuando vio que todo había acabado, dejé que mi cabeza apoyara el suelo. Quería descansar. Ya no tenía más fuerzas. Pero estaba feliz de que Selena estuviera a salvo. Selena corrió hacia mí, me abrazó al mismo tiempo que llegaban don Abraham y A.B., y les dijo: “Pronto, pronto, por favor, llamen a una ambulancia. Está muy mal herido. ¡¡Él me salvó la vida!! ¡¡Hay que ayudarlo a salvar la suya!!”.

Quería dormir, pero Selena no me dejaba. Le decía con mi mejor voluntad que fuera con sus padres, con su esposo, con sus hermanos. Que era ella lo más importante y que debía salvar su vida. Selena me acariciaba el rostro y me decía que pronto estaría bien y que no me preocupara por ella. Ya el peligro pasó y ahora lo único que le preocupaba era yo. Trataba de que no hablara mucho, pero me decía que estaba intrigada sobré quién era y de dónde había venido, pero que ya habría tiempo para contarlo. Yo sabía que no había mucho tiempo. No quería esperar más tiempo, pues sabía que no tendría más fuerzas pronto. Aproveché que me sentía un poco mejor. Extrañamente sentía una pequeña mejoría. No quise dejar pasar ese momento y le hice un gesto a Selena mientras levantaba un poquito la cabeza. Ella trató de impedirlo, pero yo me puse el dedo índice en mi boca en señal de que me dejara hablar. Quería tener las suficientes fuerzas para emplearlas en mis últimas palabras: “Selena. Tú sabes que si yo no hubiese llegado a tiempo, tú ahora estarías en este lugar. ¿Sabes lo que eso hubiese significado, no? Yo sólo te pido una cosa, sólo una cosa. No te voy a pedir que te olvides de lo que sucedió. Al contrario. Quero que lo recuerdes. Quiero que te acuerdes bien de lo que pasó aquí y lo que pudo haber sucedido. Quiero que te des cuenta de que estás destinada a ser la artista latina más importante del mundo y una de las mejores que ha dado esta humanidad. Piensa que tienes todo el talento del mundo para cantar, para diseñar, para enamorar y cautivar a todo el mundo. Tú no sólo eres la Reina del Tex Mex. Tú eres la Reina del Mundo. Todo depende de ti. Pero para eso deberás tomar tus precauciones. Piensa siempre en ti. Piensa en tus prioridades. No le des importancia a los caprichos de los demás. El pasado, el presente y el futuro son tuyos. No te pido que no atiendas a los demás. No te pido ni que seas egoísta ni que dejes de ser espontánea. Sólo te pido que defiendas lo tuyo, que defiendas tus ideales, tu vida, tus sueños, tus anhelos. No te dejes llevar por las culpas que te quieran endilgar otros. Desconfía de la gente que sólo quiere que atiendas sus necesidades sin prestar atención a las tuyas. ¿Ya viste lo que ha hecho esa mujer contigo y lo que intentaba hacer, no? Pues bien. Yo sé que lo que has vivido es traumático, pero mira el lado bueno de este día. No sólo has salvado tu vida. Has aprendido a que tienes que valorar otras cosas para que nunca más te pase esto. Allá afuera hay un público que te ama. Permíteles que te sigan amando por lo que les das y por lo que eres. Que nunca te tengan que amar llorando tu ausencia y lamentando por tu suerte. Que nunca te tengan que tratar como un mito, como una leyenda. Que te quieran y que te puedan ver, agradecer, estrechar su mano, darte un beso. Permíteles ser felices viéndote a ti feliz. Ellos sólo quieren verte triunfar, pero para eso debes pensar en ti. Recuerda eso de ‘Mil abrazos y mil besotes a cada uno de ustedes’…”. “¡¡Sí, ya lo sé!!”, me interrumpió Selena. ‘¡¡Cuídense muchísimo y nos veremos muy pronto!!’. Sí, recuerdo esas palabras. ¿Cómo olvidarlas? … Es curioso. No es que las haya dicho sólo esa vez, pero en aquella oportunidad del Houston Astrodome me salió del alma decirlo. Sentí que al advertírselos a ellos también me lo advertía a mí misma. Sí, en realidad tienes razón. Tendré que tener un poco más de cuidado. Ya sé que soy mucho más que una simple artista texana con éxito. Ya sé que me esperan muchas cosas importantes y que tendré que saber afrontarlas…” … “¿Entonces me prometes que te cuidarás muchísimo?”, le dije casi exhausto pero con la fuerza necesaria que me daba mi propia desesperación por no tener la seguridad de que Selena era consciente de todo y de que cumpliría con lo que le imploraba…“¡¡Sí, claro que sí!!”, me dijo con lágrimas en los ojos. “¿Cómo no cumplirte lo prometido? Aún no sé quién eres. Sé tu nombre y de dónde eres por lo que me dijo A.B. Y sé que me quieres muchísimo pero no sé bien por qué aún. No sé por qué has hecho esto por mí, pero lo puedo intuir, lo puedo sentir ... Espero que me lo digas pronto. Pero ahora descansa. Estamos por llegar al hospital, ¡¡y espero que ésta sea la última vez!! ¡¡Y no me iré hasta verte bien!!”, me dijo lanzando una de sus clásicas carcajadas, por lo que intuía lo nerviosa que estaba ante mi estado y por todo lo sucedido … “¿Y los periodistas? ¿Y la policía? Todos deben estar buscándote. Esperarán tus palabras…”, le dije. “¡¡Que esperen!!”, me interrumpió. “Tú ahora eres lo más importante para mí. Y prométeme que te sanarás pronto. ¿Lo harás?”, me preguntaba Selena sin disimular sus lágrimas y su tristeza. Tal vez era necesario esto, que pasara por este dolor inesperado para que tomara dimensión sobre su propia vida … Yo asentí con mi cabeza y pronto comencé a cerrar mis ojos. En el medio de mi adormecimiento, vi que Selena se acercó a mí, me dio un fuerte beso en la mejilla y me dijo. “Duérmete, Sergio. Descansa. Ya tendremos más tiempo para hablar, pero quiero que sepas que estaré agradecida de por vida. Siempre estarás en mi corazón”. Empecé a derramar mis últimas lágrimas, pero eran lágrimas de satisfacción, de satisfacción por el deber cumplido…

Abrí los ojos y me sobresalté. Estaba en mi casa. Eran las 8 de la mañana. Tardé en darme cuenta de que el despertador estaba sonando insistentemente. Tardé mucho tiempo en darme cuenta de que había soñado. En realidad, había puesto mi deseo en un sueño, un sueño en el que mi propia vida estaba en juego. No quise ni prender ni la televisión ni la computadora. No quise enterarme de nada. No quería saber si aquello que soñé era un sueño o todavía no había dado cuenta de todo lo que me pasó en todo este tiempo. Enfilé para mi trabajo con la secreta esperanza de que todo estuviera distinto, de que la ciudad luciera diferente. Pensé en el cuento de Ray Bradbury en el que un hombre en un túnel del tiempo pisaba involuntariamente una mariposa, y a la salida de él todo lucía distinto, pero siniestro y horroroso. Yo deseaba vivir lo mismo pero con un distinto final. Salí a la calle imaginando una ciudad, un país, un continente, un mundo distinto y mejor, un mundo con paz y belleza, un mundo con Selena. Si eso llegaba a verlo, entonces no soñé nada. Lo viví todo. Y entonces sabré que lo que hice es cierto, no fue un sueño y nada fue en vano. Que salvé la vida de Selena. Por un instante salí con la ilusión de que estaba en el paraíso y que pronto vería a Dios. Pensé en una y mil variantes que me indicaran que no lo había soñado, que en realidad lo había vivido. Esperaba notar que nadie me reconocería en la calle, que mi trabajo no existía y que tal vez ya no tenía ni identidad, ni pasado, ni presente ni futuro. No importaba si nunca la iba a poder ver a Selena. No importaba si nunca la podría disfrutar. Lo más importante era tener aunque sea la ilusión de que había un mundo disfrutando a Selena, un mundo que veía a Selena viva y feliz…

Y sigo con la ilusión de que ese momento algún día llegará … Tal vez sea hoy mismo. ¡¡Que Dios oiga mis plegarias!!

Yo sólo quiero lo mejor para ti, Selena. Daría mi vida por ello…

Te quiere y te extraña…

Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)








Esperando que llegues a la Gloria con nuestro recuerdo, Selena…


Escuchando y viendo a Gloria Calzada en uno de los especiales que hiciera Univisión en homenaje a Selena, podía ver y hasta sentir aquello que tanto nos duele por el destino de Selena, por todo lo que ha sucedido, por lo bueno que ha pasado y por lo terrible que ha acontecido. Pues bastaron unos pocos segundos para que uno pudiera entender en esas palabras por qué nos duele aún lo que le ha sucedido a Selena, por qué nos cuesta tanto aceptar su destino, por qué nos es inaceptable su ausencia. Gloria Calzada hablaba acerca de que el camino de Selena era de ensueño, todo estaba tan claro, todo era tan divino, era un cuento de Cenicienta con un final feliz, el resultado lógico y esperado de una artista que había trabajado duro y mucho para cumplir sus sueños, para vivir y para llegar a ser alguien en la vida, para tener ese aplauso y ese reconocimiento de la gente. Y cuando Selena iba a logrando una a una las metas que se había propuesto, cuando después de tantos sacrificios había tomado el camino de una autopista que la llevaba a rápida velocidad por el camino del éxito, cuando el reconocimiento del público y de los medios hacía que difícilmente a Selena alguna vez la fueran a rechazar, cuando le iban a perdonar ante cualquier eventual traspié, cuando todos estaban dispuestos a aplaudir antes de cualquier actuación, que con la aparición de Selena bastaba para sacar una sonrisa al más distraído, alguien de la nada se sintió lo suficientemente dueño de Selena para decidir sobre la vida y sobre los sueños de ella. Y decidió acabar con Selena y con sus anhelos, y con ellos la ilusión de tanta gente que desde allí aprendió a que poco se puede esperar de la vida si el mundo se encarga de hacerle esto a Selena. El ver que semejante atrocidad se le hace a Selena, ¿qué pueden esperar los demás?, ¿qué se puede esperar de los demás? Tal vez sea esto lo que nunca se pueda entender, porque en definitiva Selena había hecho tanto por llegar a este lugar de ensueño y de privilegio, tanto por llegar al éxito, al reconocimiento, al Amor de su gente, que recibir esta respuesta de una de las tantas desquiciadas que hay por el mundo no hace más que sumirnos en una de las mayores penas, en una de las mayores desilusiones. A veces la realidad, la tremenda realidad, la densa realidad, puede acabar con la fe, con la mayor de las ilusiones…

Porque ya no se trata sólo de ver lo que nos hemos perdido. A veces nuestra propia visión egoísta de las cosas hace que nos lamentemos por lo que nos hemos perdido, por no poder disfrutar a Selena en el escenario, por no tener un disco nuevo de ella, por no haber podido apreciarla en su momento. Lo más importante y acaso lo más triste es ver que le han quitado la vida a Selena. Ni más ni menos. Le han quitado vida a un ser lleno de luz y con todas las ganas de vivir. Le han quitado todo a Selena. No le dieron una nueva oportunidad para rehacer su vida, para poder armarla de nuevo, para resignificarla. Ni siquiera le dieron oportunidad para que se diera cuenta de todo. Ni siquiera pudo defenderse. Ni siquiera estaba alguien que la protegiera, que la aconsejara. Estaba sola. Increíblemente sola una mujer que era amada por tanta gente, gente que hubiese dejado todo por salvarla a Selena, gente que hubiera dado la vida por darle una nueva chance. Selena no perdió sólo una oportunidad de quedarse por siempre en la Galería de los Grandes del Mundo en base a todo lo que tenía para mostrarle a la humanidad toda. Si acaso eso hubiese ocurrido, no sería tan terrible, pues siempre el ser humano tiene una nueva oportunidad. Mientras uno vive, sabe que el inicio de cada mañana puede ser un gran día que nos depara el mejor de los augurios. Selena vivía las cosas así. Vivía y hacía vivir. Se alegraba y hacía alegrar. Trataba de darse ánimo viendo las cosas del lado positivo, sabiendo que todo era posible mientras estuviera en manos de uno mismo su propio destino, la alegría de cada día. Y no se quedó con ese pensamiento para consigo misma. Se encargaba de transmitírselo a los demás. Con sus palabras y con su ejemplo. Que un ser de luz, con tanto Amor y con tanto para dar no esté aquí entre nosotros es una de las mayores absurdos de este mundo, un mundo que nos podrá decir que vivió cosas peores y que allí anda llevando las cosas lo mejor que se pueda. Pero lo que tal vez el mundo no pueda explicarnos es cómo a una mujer como Selena se le ha dado todo y luego se lo ha quitado … En un solo instante … Es como darle un juguete a un niño y luego quitárselo para más tarde golpearlo. En Selena podemos ver una historia increíble, extraordinaria, fuera de lo común, por lo positivo y por lo negativo. En Selena nada es convencional, previsible, lógico. Tal vez todo lo que le ha sucedido sea el fiel reflejo de lo que ella transmitía en todo momento, en todo lugar. Selena generaba vida, alegría, sentido a las cosas. Que ella ahora no esté es como si nos hubiesen quitado algo de nosotros. Es como si nos hubiesen amputado algo de nuestro cuerpo, algo de nuestra alma. Algo se nos murió también en nosotros con la partida de Selena. Sin Selena este mundo nunca será lo mismo. Sin Selena este mundo jamás será enteramente feliz…

En esas palabras de Gloria Calzada se puede uno explicar y entender el sentimiento de tanta gente, esa angustia de haber vivido a Selena y perderla de una manera tan inexplicable y tan absurda. Selena estaba tan ilusionada como cualquier mujer que aspira a lo mejor pero que lo quiere sólo si es amada y querida. A veces es realmente inexplicable entender cómo muchos creían que Selena no era ni tan conocida ni tan querida, porque no aparecía como cualquier artista que quiere triunfar y que piensa más en ello que en su talento, que en sus posibilidades de dejar algo en este mundo con lo hecho, con lo creado. Muchos no podían entender que una artista como ella fuera tan sencilla, tan humilde, tan honesta. No podían entender que ella no tuviera ni envidia, ni celos ni aires de diva. No podían entender que en cualquier premiación fuera ella a acercarse a otros artistas para mostrarles su admiración y su cariño. No podían entender que fuera ella al público a saludarlo, incluso antes de que ellos, en cuanto la advirtieran, fueran en su búsqueda. No podían entender que nunca tuviera ni un escándalo ni ninguna pelea con otro artista. No podían entender que no tuviera ninguna palabra molesta para nadie, que siempre estuviera bien predispuesta aun cuando por allí estuviera bastante cansada o no tuviera el mejor ánimo para hablar. No podían entender que Selena era simplemente distinta. Selena aprendió a que en la vida siempre había que ser agradecida a Dios, a la gente, a todos, por todo lo que recibía, por poco que fuera. Y con su actitud fue un modelo a seguir para todos. Predicó con el ejemplo. No se quedó con bellas palabras grandilocuentes pero sin un correlato con su actitud. Selena mostró al mundo que se podía llegar a ser alguien en el mundo con grandeza, con Amor, con sacrificio, con honestidad, con ir en la vida con la frente en alto. Selena les mostraba a todos que aun siendo ella la estrella, era ella quien se acercaba a los demás antes que éstos a ella. Selena era una artista diferente, diferente a todo, diferente en su forma de ver y entender las cosas. El ir triunfando en la vida no le hacía pensar en mostrarse al mundo señalando y paseando su opulencia, y tomando distancia de su público. Selena sólo quería que la amaran y para que ello fuera posible dio todo su Amor. Ella entendía así la vida y de ese modo actuó. Y así obtuvo los resultados. Y cuando, como bien lo decía Gloria Calzada, todo parecía tan claro, cuando el camino parecía allanado, cuando todo lo anhelado por años se cumplía, cuando los malos tiempos parecían no volver jamás, cuando la vida le sonreía a Selena, cuando el mundo entero estaba dispuesta a aceptar a Selena, alguien se encargó de quitarle todo, todo, sin poder siquiera tener la posibilidad de lamentarse, sin tener la oportunidad de rever tantas cosas. La vida ni siquiera le dio la posibilidad de que Selena pensara más en ella que en los demás. La vida no le permitió a Selena ser hasta más mezquina y calculadora. Selena se fue siendo ella, auténticamente ella, en un mundo lleno de mezquindades, de falsedades y de hipocresía, que le hizo ver que en la vida no se puede ser bueno, no se puede ser distinto, no se puede ser como uno es. Selena recibió la realidad en un solo momento, en un solo instante fatal de aquel lluvioso y nefasto día…

Tal vez por eso nadie lo entienda. Por eso tal vez nadie lo acepte. Selena había recibido en pocos años las mieles del éxito, pero en poco tiempo le cayeron e ella todas las calamidades. En ella se puede ver el absurdo, la injusticia, la perplejidad, la maldad, la psicopatía, la inocencia, la desorientación. Tal vez lo que nunca podemos dejar de ver, de sentir y de quedarnos sin explicación con lo sucedido con Selena es que en un instante, en un momento todo cambiara, todo se convirtiera en tragedia. Podremos decir que a infinidad de seres humanos les pasa esto. Podremos decir que mucha gente vive toda su vida no logrando nada a pesar de dar todo. Podremos decir que infinidad de inocentes mueren jóvenes. Podremos decir que mucha gente se nos va en forma cruel y absurda. Pero si nos conmueve tanto la vida y la pasión de Selena, y si seguimos llorando por su partida es porque vemos que alguien como cualquiera de nosotros con su trabajo, con su ilusión, con su empeño y con su dedicación puede llegar a tener lo que más sueña, lo que más anhela. A veces en la vida podemos querer tener muchas cosas y no tenerlas, y ni aun con todo nuestro sacrificio no estar ni siquiera cerca de lograrlas. Pero tal vez una de las peores sensaciones sea cuando estamos tan cerca de lograrlo, cuando empezamos a ver el fruto de todo lo que hemos hecho, cuando tenemos el reconocimiento de propios y extraños, de gente que siempre nos apoyó y de la que en su momento nos ha desdeñado, que empezamos a asomarnos a la vida con la certeza de tenerlo todo en nuestras manos y disfrutarlo, que todo depende de nosotros mientras sigamos por el mismo camino y con la misma dedicación, y que por esas cosas alguien nos lo saca todo y ni siquiera nos deja vivir con nada a cuesta y sólo sostenidos por la ilusión de volver a empezar. Cuando vemos las imágenes de los dos últimos años de Selena sentimos que Selena vivía las cosas así, como la artista que llega al éxito y disfruta del momento a sabiendas de que se asoma al gran éxito mundial y un mundo que la espera con los brazos abiertos. Cuando queremos a Selena vemos que es eso lo que a ella le ha pasado, que recibió el peor castigo sin saber nunca por qué, que recibió el mazazo de la realidad en un mundo de ensueños. Todos somos de alguna manera Selena y ella es cada uno de nosotros. Porque Selena nunca dejó de pertenecer al público que la amaba. Jamás se apartó de él ni aun siendo exitosa. Ella se preparaba ante un concierto, ante una entrevista, ante cualquier aparición televisiva de la mejor manera, con la mejor predisposición, por respeto al público. Nunca se sintió más que nadie, ni mejor que nadie. Ella sentía el mejor de los sentimientos, el del agradecimiento al público, a la gente que la trataba, a la gente que le hacía notas, a la que le ofrecía una nueva presentación. Selena supo ser agradecida en la vida, supo valorar cada cosa que obtenía, pues sabía lo que costaba lograrla. Selena empezó muy de abajo. Todo lo que logró fue por mérito propio. Nadie le regaló nada. No tenía de qué quejarse pues nadie mejor que ella podía decir lo que era vivir con las más absolutas privaciones. Y nada más lindo que lograr todo con honestidad y con tanto talento. Nada más gratificante que poder lograr todo con lo que a uno le gusta y obteniendo el reconocimiento hasta de gente que nunca se hubiese imaginado recibir las mejores palabras y aliento. Y nada más triste que perderlo todo por la mezquindad, por la falsedad, por la hipocresía, por el egoísmo, por la falsedad, por el odio, por el rencor. Y nada más triste que Selena haya perdido todo acaso por algo que le era totalmente ajeno a ella, a problemas que no le pertenecían, estando expuesta a situaciones de las que nunca tuvo que enfrentar y que no le agradaba tener que asumir. Nada más triste que ver que ella fue la única víctima de algo que ni siquiera había comenzado ni alimentado. Tal vez hasta de algún modo inconsciente nos demos cuenta de que eso es lo que más nos duele de Selena. Que ella haya pagado con su vida tanta locura y tanto egoísmo de los demás que estaban tan cerca de ella…

Uno puede escribir millones de páginas sobre Selena pero en esos pocos minutos que vi hablar a Gloria Calzada sobre Selena pude verlo todo, pude apreciarlo todo, pude sentir que estaba todo explicado. A veces una imagen vale más que mil palabras. A veces un simple relato sirve más que mil tratados para entender lo que significaba Selena, y que nos explica por qué la queremos tanto y por qué la seguimos tributando y homenajeando. Cuando ella habla de cómo ensayaba Selena en aquel concierto del Houston Astrodome del 26 de febrero de 1995, cuando explica lo ilusionaba que estaba, lo preocupada que estaba por aparecer linda, por estar al tanto de cada detalle, de que todo estuviera bien, nos pone en un eterno abismo de tristeza y de lágrimas, y una vez más nos preguntaremos por qué a ella, por qué justo a ella .... Y también nos quedaremos perplejos y hasta nos indignaremos con el inicio de la película hecha en homenaje a ella en el que la ponen a Selena llegando tarde al concierto y eligiendo el vestido de apuro tomando uno cualquiera de una de las tantas cajas tiradas con ropa que había por allí. Nada más alejado de la realidad, de una realidad que mostraba a Selena tan profesional y tan respetuosa del público ... Una Selena que, como bien lo relata Gloria Calzada, había elegido aquel famoso vestido morado que había mandado a hacer según su propia idea y creación. Una Selena que hasta último momento dudó en usar ese vestido u otro que había confeccionado. Una Selena que había pensado cada instante del concierto con el mayor profesionalismo y con la misma alegría de siempre. No tenía problemas de estar horas antes del concierto ensayando en el mismo lugar con alegría y dedicación. No tenía problemas de sacarse fotos con admiradores y de recibirlos antes del concierto. No sólo no tenía problemas, sino que le gustaba hacerlo. Ella le gustaba dar Amor y necesitaba recibirlo, y siendo muy joven sabía lo que era ser una artista de verdad, una profesional con todas las letras y lo que apreciaba el público que tenía su mismo origen. Hace muy poco estuvo aquí dando un concierto Paul McCartney y era conmovedor no sólo verlo dar a los 68 años un concierto de 3 horas, sino de estar presente horas antes en el estadio ensayando y dando un miniconcierto al público que había comprado las entradas más caras, permitirles ensayar con ellos, y camino al estadio, sin que nadie lo supiera, bajar el vidrio del auto que lo transportaba para saludar a la gente que iba a asistir a verlo. Él también fue muy pobre antes de la fama. Él también tuvo que luchar mucho para llegar. Él no tiene necesidad de mostrar nada más, pero sigue teniendo esas ganas de siempre y ese mismo amor de siempre. Selena hubiese hecho lo mismo. Pero a Selena no le dejaron vivir todo lo que sí vivió Paul. De allí nuestro llanto…

Tal vez no sean necesarias ni tantas palabras ni tantas explicaciones. Gloria Calzada en pocos minutos lo dijo todo. Pero tal vez, como ella misma lo dijo, están buenos los homenajes que se le han hecho. Homenajes muchos de ellos en base a recordarla con Amor. Y tal vez hagan falta muchas palabras, muchos homenajes y muchos recordatorios. Y aun así no estar satisfechos y estar seguramente convencidos de que ni con todo ello alcanzaremos a manifestarle todo nuestro agradecimiento. Selena quería ser recordada con Amor. Y para ello hay que demostrárselo todos los días para que su espíritu, sus ganas, su talento, su voz y su alegría de vivir jamás se pierdan. Si tal vez fuésemos capaces de seguir su ejemplo hasta para recordarla al menos podríamos transformar en triunfo semejante derrota, mantener viva a Selena aunque se haya partido, aunque sólo podamos tenerla en nuestros corazones. Tal vez si fuésemos capaces de tener toda la energía que tenía ella con cada emprendimiento, con cada idea, con cada meta en la vida, estaríamos logrando que Selena siempre esté presente, que sus sueños se cumplan a pesar de todo. Si acaso somos conscientes y asumimos todo el dolor que nos genera la densa realidad de la ausencia de Selena, y somos capaces de mantener viva su ilusión, su porvenir venturoso, su carrera meteórica e inexorable al éxito, si acaso somos capaces de mantener la llama viva de una Selena que encaraba cada concierto con la mejor predisposición, dando su mejor voz, desplegando todo su talento, todo su carisma, con la preocupación de deslumbrar con su encanto y con su belleza, entonces nos será más tolerable su ausencia y nos sentiremos satisfechos de seguir su Legado, de poderle arrancar una sonrisa a Selena donde quiera que esté. No hay peor muerte que el olvido, no hay peor muerte que la resignación. Tal vez al escuchar esas palabras de Gloria Calzada sintamos la necesidad de que Selena no sucumba por un acto detestable de una persona impresentable y despreciable. Tal vez sintamos la necesidad de sentir, de vivir la vida como la vivía Selena, de estar en su ser, de sentir su cuerpo estremecido por el Amor de su público, de sentir el miedito antes de cada concierto por temor a defraudar, por no estar a la altura de lo que se esperaba de ella, y luego colmar todas sus expectativas a base de puro talento, dedicación y Amor. Tal vez sintamos la necesidad de sentirnos como vivía Selena cada momento de su vida, cada instante de su infinito y hermoso ser. Tal vez sintamos la necesidad de dar lo mejor de nosotros para que la gente nos ame por lo que realmente somos. Tal vez si logramos ser como Selena podremos lograr que ella cumpla su sueño, logre todo lo que se propuso sin haberse nunca alejado de todos los que la supieron amar. Tal vez si logramos eso la pérfida que le quitó los sueños se sentirá derrotada y se sentirá tal cual es: una mediocre que sólo obtuvo notoriedad no por algo noble sino por lo más bajo de la naturaleza humana. Tal vez si logramos eso haremos justicia con Selena y habremos puesto las cosas en su lugar. Sólo si somos capaces de ser un poquito como Selena lograremos que aquel camino tan claro de Selena vuelva a tener sentido. Sólo así Selena habrá cumplido su sueño y podrá estar en paz … consigo misma y con el Amor de su gente…

A veces no hay que buscar tantas explicaciones ni interpretaciones a lo que generó Selena. A veces no hay que buscar tantas razones, tantas causalidades, ni “intelectualizar el fenómeno”. Selena era una mujer que desde muy pequeña recorría su canto y su Amor de pueblo en pueblo. Cuando los grandes medios, el gran mercado y el gran público la descubrió, Selena era ya muy querida y muy amada por mucha gente. Esa gente era pobre, de escasos recursos, que no tenía nada material … Como Selena. Y supo apreciar y tener como algo propio a aquella mujer que les dio lo más valioso, lo que no se consigue con dinero, lo que nunca se olvida: Amor. Selena les dio ese Amor y ese cariño que tanto les cuesta entender a tantos y que tan bien explicara Gloria Calzada…

Yo siempre estaré para ser e intentar ser un poquito como tú, Selena. Intentar tener el Amor que sólo tú supiste prodigar en este mundo…

Sólo tengo Amor para ti…

Simplemente te quiere…
Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)









Esa palabra tan presente que no queremos nombrar, Selena…


Muchas veces he escuchado que la muerte nos redime, que la muerte nos exonera de todo, que la muerte nos pone en un lugar del cual nada ni nadie nos puede afectar. Cuando a un artista le llega ese momento, atrás quedan sus cosas malas, sus cosas controvertibles. Siempre con la muerte de cada ser humano nos aferramos a lo bueno que hizo, a lo bueno que nos dejó. En definitiva, la muerte de alguien cercano nos hace conscientes de nuestra propia muerte y de alguna manera todos tenemos que seguir viviendo con nuestra mochila a cuestas. Y no es tan fácil seguir. Muchas veces es imposible. Y como ésa es la realidad, necesitamos más de un motivo para seguir, más de una excusa, más de un engaño. Y cuando hablamos no sólo de alguien, sino de un artista a quien queremos, y encima si ese artista es joven, buscaremos más de un buen argumento para seguir viviendo sin él rescatando lo bueno que ha hecho, para quedarnos con nuestra mejor impresión de esa persona y hacer más llevadera nuestra existencia. En un artista siempre tendremos un buen Legado dejado que nos permita recordarlo con toda su obra hecha, con toda una carrera hecha con sus buenas y con sus malas, que serán revistas, reinterpretadas, revisadas y reformuladas para con nuestro recuerdo y homenaje poder difundir lo mejor de ese artista, dejar la mejor imagen de él que refleje lo que representó aquella persona para tanta gente. Y es posible que durante muchos años con ese recuerdo, con ese homenaje, con ese reconocimiento se haya logrado, tal vez, no sólo agradecerle a ese artista sino reflejar con nuestro recuerdo toda su obra que se compone por lo hecho públicamente, más lo dicho y hecho que vaya acompañado con esa obra. ¿Pero qué hacer cuando esa muerte alcanza a una artista joven que no pudo llegar a desplegar todo su potencial? ¿Qué hacer cuando en ese recuerdo no podemos cerrar nuestras heridas por una muerte tan absurda y difícil de entender? Mal que mal, una muerte de alguien ya mayor y con sus mejores años de su vida completados nos hace pensar que ese artista al menos hizo todo lo que soñó para su ser, pudo realizar todo lo que potencialmente la vida le ofrecía y en el peor de los casos le habrá quedado hacer lo poco que ella le podía ofrecer, que siempre será un pequeño regalo que nos puede dar el destino…

¿Pero qué hacer con la muerte de alguien tan joven y con tanto para dar? ¿Cómo recordar con alegría sin llorar por lo que pudo ser y no fue? ¿Cómo enfrentar su destino si nunca lo podremos entender ni explicar? Las vidas que se acortan tan pronto tumban de un plumazo todos nuestros consuelos, todas nuestras creencias, todos nuestros engaños, toda la lógica que armamos para hacer más explicable nuestra existencia. Cuando somos conscientes de lo que es la vida y de cuál es el ciclo natural de las cosas, vivimos preparados para lo que ya sabemos que nos ocurrirá, pero la certeza de la muerte y de lo que le espera a nuestro cuerpo y a lo que sucederá a nuestros alrededor una vez que nos vayamos de este mundo nos hace vivir con mucho miedo a lo que nos ocurrirá inexorablemente. Es el mayor de los miedos y la mayor de las incertidumbres del que tenga cualquier ser humano. Pero ante esa realidad todos nos aferramos a la fe, a la fe de que nuestra vida no se acabará allí, de que todo tendrá una continuación. Que siempre hay otro ciclo u otras etapas a las que accederemos una vez que dejemos este mundo. Muchos pensarán en un Dios o en varios dioses, otros pensarán en reencarnaciones o en otras vivencias en otros cuerpos, en otros mundos. Y allí iremos por el mundo y por la vida esperando que la vida no sea tan finita y nuestra existencia tan corta. Esperaremos a que las cosas no sean tan claras como las indica la cruel realidad. Que haya otra claridad que explique todo esto que llamamos vida. Nos aferraremos a la fe, y a que alguien superior nos dé sentido y fundamento a nuestras existencias en el medio de tantas alegrías y de tantas tristezas…

Vivimos la vida tratando de no pensar en lo peor y en que por algo estamos aquí. No podríamos tolerar si mañana alguien nos confirmara la certeza de la realidad, esa realidad que nuestro tiempo en el mundo es el que marca el nacimiento y la muerte de cada uno. Frente a eso nos refugiamos en lo bueno de la vida y en que algo mejor nos sucederá al final del camino. Y vivimos rogando que las cosas sean así. Tal vez vivamos hasta autoengañándonos para no alienarnos en la certeza de que la vida sea sólo eso que marca nuestro ciclo vital aquí. Podemos aferrarnos a lo positivo y a creer que nada malo nos puede pasar en el futuro … Pero una vez más el mazazo de la realidad nos asesta otro de sus golpes maestros. ¿Qué hacer cuando alguien se muere tan joven en un accidente? ¿Qué hacer cuando alguien tan joven se marcha por una enfermedad? ¿Qué hacer cuando alguien tan joven es asesinado y sólo hasta allí tuvo tiempo para hacer sus primeros pasos en la vida? ¿Qué hacer cuando a alguien que sólo dio Amor se le quita la vida con la mayor de las violencias? ¿Qué hacer cuando se nos va tan pronto alguien que sólo dio alegría y optimismo a la gente? ¿Qué hacer cuando se nos va alguien que nos ayudó con su obra y con su actitud a creer en algo y que nos ayudó a sobrellevar mejor nuestras vidas sacando lo mejor de nosotros, nuestra mayor sonrisa, nuestra mayor predisposición? Muchas veces en la vida estamos solos y nos aferramos a los pocos afectos que nos quedan, a esa gente que nos puede dar algún sentido a nuestras vidas. Esa vida nos prepara para esperar que se nos termine yendo aquella gente tan cercana en nuestros afectos y que poco tiempo le queda para transitar la vida. Aun así, tratamos de no pensar en la posibilidad de ese instante, de ese momento del cual de sólo pensarlo nos pondría en un dolor del cual, aunque nos consolemos, nunca nos podremos recuperar del todo. Pero siempre nos contentará con que tal vez esa persona fue feliz con lo que tuvo y logró, con todo lo que pudo alcanzar en la vida. Podremos vivir a duras penas con las muertes de cónyuges, amigos, parientes y gente importante en el desarrollo de nuestras vidas pensando en que pudo estar satisfecho con su vida, aunque en lo más profundo de nuestros corazones nunca eso nos haga recuperar por lo que hemos perdido. Podremos seguir recordando y exaltando su figura con lo que nos dejó y con la huella que nos dejó en nuestros corazones … ¿Pero qué hacer cuando las muertes alcanzan a hijos, parientes jóvenes, personas que apenas asomaban a la vida y que se quedaron con todos sus sueños a cuestas y sin realizar? ¿Y qué hacer si esas vidas fueron arrebatadas, fueron quitadas por gente que con toda premeditación y alevosía planificaron quitarles sus anhelos, sus sueños, sus pensamientos, sus ideas de lo que pensaban a hacer con sus vidas en función de lo poco que habían logrado siendo tan jóvenes? ¿Qué hacer? ¿Qué nos puede consolar de aquel dolor? ¿Cómo seguir con la vida con semejante pérdida? ¿De qué nos aferraremos para seguir viviendo? ¿Cómo contentarnos con lo que nos pudo dejar aquella persona que nos dejó tanto y a la vez tan poco por su corta edad? ¿Cómo seguir, si se quiere seguir, ante tanta insensatez?

Para mí muerte y Selena no son palabras que se lleven de la mano. Jamás pude nombrar la palabra muerte cuando hablo de Selena. Hacerlo provoca en mí un gran dolor y una aceptación de una realidad de la cual no puedo ni quiero siquiera pensar. Y no es evadirse, porque lamentablemente lo que pasó ha sucedido y de ello no se puede volver. Pero la muerte tiene un significado y una connotación que no quiero que tengan relación con Selena. A veces uno cree y quiere creer que las muertes redimen y nos pone en un lugar justo en la vida. Y si esa muerte es de alguien joven que fue víctima de un daño enorme que nunca buscó y provocó, automáticamente su vida y su obra se tornan intocables. Muchas veces en nuestro afán de consolarnos y de encontrar un motivo que nos saque de tanto llanto y de tanto dolor, pensamos que al menos esta situación le da un valor a su vida y a su obra del cual nadie cuestionará y todos ensalzarán. Pero no todo es así, lamentablemente. La muerte nos puede sacar lo mejor de nosotros, pero también lo peor. Con lo sucedido con Selena, rápidamente se ensalzó su figura y su obra, pues ella estaba en su mejor momento, y porque era muy querida en muchas partes de México y Estados Unidos. No hubo necesidad de que alguien hablara bien de ella. Mucha gente ya sabía lo que era y significaba Selena. Y si se produjo semejante cantidad de ventas de discos y de cualquier cosa relacionada con Selena luego de aquel nefasto 31 de marzo fue porque el dolor de la pérdida expresada por tanta gente hizo que todos necesitaran aferrarse a cualquier cosa relacionada con Selena. Esas cosas tenían el valor de pertenecer a ella, de ser de ella, de haber tenido relación con Selena. Eso que tenía que ver con Selena acaso podía consolar su pérdida, tenerla a pesar de todo, calmar de alguna manera el dolor. Pero siempre en el ideario de la gente estuvo la esperanza de que nada de esto fuera cierto, de que Selena algún día podía regresar. Sólo así se ha hecho con el tiempo más tolerable su partida, soportable esa ausencia de una artista de tan sólo 23 años que les había dado alegría y esperanza en un mundo en el que ya había poco para creer. Selena le dio la esperanza al menos creído, al más necesitado, a los que pocos motivos tenían para sonreír. Ellos fueron alegres por Selena, fueron felices por ella. Y con la ausencia de Selena volvieron a ser esos seres tristes de antes, pero con un mayor dolor, por saber que hubo alguien en sus vidas que les hizo creer, creer en un mundo feliz, creer que la felicidad es posible y está en nosotros, y que ese mismo mundo, con su peor muestra, se la había arrebatado quitándole el mayor fundamento a sus vidas… Y el paso del tiempo no hizo que se borraran sus heridas. Al contrario, incrementó el dolor, pues esa dura realidad les certifica que ya no volverá, que será vana la espera. Con el paso del tiempo ver y escuchar a Selena genera cada vez más llanto e incredulidad…

Pero la muerte nos deja también la peor cara. La cara de la derrota, la cara de la injusticia, la cara del dolor. Podremos aferrarnos en el recuerdo. Podremos evocar a Selena acaso pensando y consolarnos hablando del mito y de la leyenda. Acaso podremos contentarnos imaginando y creyendo que en algún punto Selena logró cumplir con todos sus sueños. Podremos alegrarnos con que aún se la recuerde y con que haya tantos artistas que le ofrezcan tributos. Acaso quisiéramos tal vez ser sus intérpretes en este mundo e imaginarnos que ella será siempre recordada por su música y por su obra. Acaso quisiéramos pensar que Selena desearía ser recordada de ese modo. ¿Pero es así? Allí la muerte nos pone de bruces con esa dura y densa realidad. Todavía tenemos que padecer viendo esa imagen que muchos insensatos grabaron y difundieron. Es esa imagen de una Selena que nunca quisiéramos ver, pero que nos la ponen sin pedirnos permiso y sin siquiera avisarnos. Es esa imagen de una Selena enojada, seria. Nuestra necesidad de consuelo puede hacernos creer que es una imagen de una Selena serena y tranquila. “Ella parece dormida”, dicen algunos. “Se la ve muy tranquila y en paz”, dicen otros. Pero no parece ser así ... No, no lo es ... No es la imagen de la Selena de siempre ni mucho menos. No es justamente la imagen que Selena dejó en tantos años. No es la imagen que Selena quería dejar …Nadie que experimentó semejante violencia … y por la espalda puede irse de este mundo en paz y tranquilo. Nadie que se fue sabiendo que se marchaba y con ella sus sueños, su juventud, su vida y sus proyectos se puede ir con la “satisfacción del deber cumplido”. En tan poco tiempo a Selena le hicieron ver la maldad y la injusticia de este mundo, un mundo que hasta le dio ese poquito de tiempo a Selena para que advirtiera lo que le estaba sucediendo y lo que le iba a ocurrir inexorablemente ... Tal vez lo único que en lo personal desearía es tener la certeza de que Selena no llegó a pensar cómo sería el mundo sin ella, qué dirían de ella después, qué imágenes difundirían y por qué, y cómo la expondrían. No querría tener la certeza de que Selena se fue pensando en lo que podrían imaginarse algunas personas, de las barbaridades que se podrían decir de lo sucedido sin que ella pudiera aclararlo por su cuenta jamás … Sólo eso ruego todos los días … que Selena no llegara a pensar en eso, que se fuera con sólo no poder entender semejante traición de esa persona que nunca debería tener perdón ni contemplación de ningún ser humano. Ya con esa sensación que seguramente tuvo es suficiente, suficiente para entender ese rostro, ese rostro que en definitiva es más acorde con esa Selena que se podía enojar cuando las cosas no salían, esa Selena que admitió ser así muchas veces en su vida cotidiana. Tal vez eso sea lo positivo ante tanta locura e insensatez. Que a Selena muchas veces hay que recordarla por lo que realmente fue, pero también por lo que no fue, por lo que hizo, pero también por lo que no pudo lograr. Porque en el recuerdo de Selena tal vez no sea conveniente sólo evocarla desde el frío bronce, desde una inexpresiva estatua, desde una distante foto. Eso explica algo pero no todo. Selena fue querida no sólo por su figura sino por lo que representaba. Selena era mucho más que una linda canción, que una hermosa figura. Selena era una linda persona, de una gran bondad y muy querible. Selena tenía una hermosa voz, era tremendamente carismática, era talentosa, tenía una enorme personalidad. Era una artista con todas las letras y tenía algo que pocos logran tener en su vida … El cariño de la gente, cariño que no se lo da a cualquiera, a cualquiera que hace una linda canción o al que nos quiere hacer creer a través de algún medio de comunicación que es talentoso y cariñoso con su gente mirándola a la distancia en una limousine sin tener con ellos ningún contacto. Tal vez por todo esto la gente llora por Selena. Tal vez por esto no alcanza con recordar a Selena como mito, como leyenda. Tal vez haya que recordarla con ese último día, con ese nefasto día por más que nos sea doloroso y del cual querríamos borrarlo para siempre de nuestras vidas. Porque ese día lamentablemente también forma parte de la vida de Selena. Tal vez porque si queremos de verdad a Selena tengamos que tener muy presente eso que le sucedió, que es tan terrible como si nos hubiese sucedido eso a nosotros … y que dadas las circunstancias, hubiésemos preferido que nos ocurriera a nosotros antes de que le sucediera a Selena…

La muerte puede ponernos en un sitial del cual todo se vea desde una distancia que nos haga insensibles e inmunes a todo. Pero en realidad la muerte no nos pone en un lugar del cual nada nos afecte, del cual nada nos llegue. Por el contrario, la muerte nos deja tal como se ve en cualquier cuerpo sin vida: expuestos, indefensos, librados a nuestro destino, expuestos a habladurías y a explicaciones sin sentido, a las miradas de pena pero también a las miradas insidiosas. En el afán de explicar por qué le sucedió esto a Selena, todos se sintieron con autoridad para hablar del tema. Y de pronto gente que ni sabía lo que era o lo que representaba Selena para tanta gente se sintió con autoridad para hablar de ella, de su vida privada, de sus sentimientos. Y aquella mujer que tanto hizo por hacer de su vida privada feliz e íntima, y que construyó su imagen en base a lo que ofreció en ese lugar en el cual se permitió exponerse, que era en el escenario, quedaba en silencio teniendo que soportar que se dijeran tantas cosas de ella, que se especulara tanto, que se hablara con tanta impunidad. Obviamente que estas situaciones hacen que uno necesite explicarse por lo que ha sucedido y cuáles fueron los motivos para llegar a ese triste final. Yo me acerqué a Selena por ello ... Nos guste o no, para explicar lo sucedido a Selena tenemos que preguntarnos sobre su vida no sólo artística sino también personal. Pero hay cosas que son totalmente innecesarias. Es como creer que para explicar un asesinato se tiene que hablar sólo sobre la autopsia y que encima se muestren las imágenes de tal procedimiento a todo el mundo. ¿Es necesario esto? ¿Es necesario darnos cuenta de que hay cosas que no se deben hacer sin necesidad de preguntamos si nos agradaría que nos lo hicieran eso mismo a nosotros? Creo que la muerte también nos expone a esto. Puede esperarnos el bronce y el reconocimiento. Pero también nos espera la miseria del ser humano que buscará aquel papel escrito, aquel acto privado que se hizo, aquel video que está guardado en el cajón. El hecho de que uno no lo haga no quiere decir que no lo hagan otros. Ya ni nos preguntemos por nosotros, sobre qué sentiríamos si viéramos que nos hicieran algo así. Preguntémonos qué sentiría Selena si viera esto. ¿No sentiría compasión por nosotros? ¿No sentiría vergüenza por lo que hace cierta gente? ¿Acaso no sentiría pavor por lo que puede llegar a hacer un ser humano? ¿Acaso no lloraría de impotencia por no poder hacer nada? Del mismo modo, aunque la recordáramos por lo que fue dando nuestro mejor homenaje, ¿acaso no nos debemos preguntar si Selena querría ser recordada por la imagen que nosotros damos de ella? Tal vez deberíamos pensar más en lo que Selena hizo, por lo indefensa que ha quedado, por haber quedado tan sola y por no tener aquello tan preciado en ella: su voz, su vida, el poder expresarse, el poder decirnos lo que le pasa y lo que siente ... Tal vez eso deberíamos recordar a la hora de evocarla. Al menos yo sé que alguna vez dijo que le gustaría que la recordaran con Amor y con ese sentimiento la recuerdo todos los días…

La muerte … y sobre todo la muerte de alguien tan joven hace que se congele su imagen, que el recuerdo de esa persona quede detenido en el momento en el que esa persona se ha ido de este mundo. Selena se fue y su imagen quedará siempre joven, vivaz, alegre, esperanzadora. Tal vez ése sea un “beneficio”, ya que nunca veremos en ella una imagen de decadencia, una imagen negativa, momentos malos, tiempos en los que las cosas salían mal o en los que el público no acompañaba porque ya no sentía lo mismo que antes. Con lo que Selena dejó y en el momento en el que nos dejó se facilitó esa imagen de mito, de leyenda, de colocar a Selena en un pedestal en el que nadie la sacará y nada será visto negativamente, de un lugar en el que se la admirará y hasta se la adorará … Me pregunto si a Selena le hubiese gustado ser recordada de esa manera, si con eso al menos se sentiría satisfecha, ya que no pudo completar su obra … Yo estoy seguro de que Selena hoy querría estar entre nosotros con casi 40 años, pero feliz con vivir su vida, vivir con su familia, vivir con su esposo, con sus hijos, habiendo dado todo por cumplir con el sueño de su padre y también con su propio sueño. Miraría atrás y vería que muchas veces ganó, otras tantas perdió, pero en todos los casos dio todo e intentó, fiel a su estilo, fiel a lo que aprendió, sabiendo que nada es imposible, con la total convicción de que aquello que se sostenía en la teoría había que ponerlo en práctica en todos los aspectos de la vida. Hoy Selena sabría que aun siendo reconocida mundialmente, no se podría quedar durmiendo en los laureles: diariamente intentaría mantener ese lugar tratando de mejorar lo hecho y buscando hacer lo que no pudo lograr. Y estaría pensando en otras metas … No, no dudo de qué querría Selena … Selena querría vivir y ser querida por lo que era, con lo bueno y con lo malo, con sus imperfecciones y con sus aciertos ... Tal cual se mostraba en la vida. Tal cual se mostraba en el escenario ... Selena no quería que la adoraran porque fuera eventualmente perfecta. Selena sólo quería que la quisieran, que la amaran tal como ella era. Selena era en el escenario como era ella en la vida. Así logró todo lo que se propuso. Así pensaba lograr todo lo que había soñado y anhelado. Selena era una mujer llena de vida. Renunciaría a todos los honores, a todas las estatuas, a todos los reconocimientos, a todas las veneraciones, a todos los homenajes a cambio de vivir y hacer todo por su vida, por ser feliz y por hacer feliz a los demás. Es por eso que cualquiera que admire a Selena no podrá ser enteramente feliz, no podrá olvidarse de su destino recordándola con alegría por lo que nos dejó con su música … Porque siempre sentiremos el dolor de la pérdida. Porque siempre sentiremos su dolor de aquel nefasto día. Negar esta realidad es como negar a Selena, negar su esencia, negar su vida. No se puede separar la Selena artista de la Selena persona. Tal vez seríamos más felices si lo pudiéramos lograr. Tal vez seríamos felices si pudiéramos olvidarnos de aquel día lluvioso que presagiaba lo peor… Pero es imposible y no deseable. Si queremos a Selena tenemos que acordarnos de ello, de esa palabra que no queremos nombrar cuando la evocamos, pero que es necesario tener siempre presente si la queremos recordar como se debe, que es recordarla con Amor…

Tal vez por eso sea muy difícil todo, sea tan difícil admirar a Selena sin llorarla, sin despertarse cada día deseando que esté allí aun cuando la cruel realidad nos asegure de lo contrario. Siempre será más fácil patear el tablero, salir de tanto dolor, olvidarnos de ella, admirar a otros artistas, o elaborar al fin el duelo, y aceptar esa cruel y densa realidad, la realidad de la muerte, la realidad de la derrota. Siempre tendremos esa necesidad para no vivir en esa tristeza permanente, pero si uno ama a Selena de verdad sabe que hacer eso es abandonarla, dejarla sola y triste, como aquel triste día del 31 de marzo. Y cuando uno cae en esto que también forma parte de la realidad, uno se aferra a Selena y le da lo mejor de uno. Selena necesitaba mucho Amor y se lo quitaron … Y el que la ama se lo quiere seguir ofreciendo, aunque tal vez no lo advierta, aunque tal vez no lo reciba, aunque tal no lo sienta … Tal vez … Siempre tal vez. Tal vez sea mejor pensar que Selena está allí, esperando seguir siendo amada, seguir sintiéndose acompañada. Tal vez Selena sigue estando viva, pero para que eso sea posible necesitará que nosotros le sigamos dando ese Amor, ese Amor a cambio de ninguna retribución, un Amor a cambio de nada, un Amor que sólo se le da a quien se quiere de verdad. Tal vez sea la única forma de superar todo, no evadiéndose de ella, no escapando de la realidad. Tal vez la única forma de que convivamos con esa realidad y con esa palabra que no queremos pronunciar delante de Selena es poder seguir emocionándonos con ella y poder ofrecerle todos nuestros corazones para que ella viva a través de ellos y con los sentimientos que expresan. Tal vez la única forma de superar tanto dolor es ser como ella, dándole nuestro mejor homenaje que es poner en práctica lo que ella hizo en toda su vida. Tal vez eso hará que Selena esté siempre, a pesar de todo, a pesar del dolor, a pesar de que el mundo nunca será el mismo sin ella, y con la ilusión de que haciendo eso lograremos el milagro de encontrarnos con ella para poder decirle abrazándola bien fuerte: “Yo sabía que volverías, Selena. Yo sabía que estabas allí. Yo nunca me olvidé. Yo nunca te di por perdida. Nunca te podrás ir porque estás en cada acto de nuestras vidas … ¡¡porque estás en nuestros cuerpos y en nuestros corazones!! ¡¡Gracias Selena!! ¡¡Gracias por haberme cambiado la vida!! ¡¡Gracias por hacerme tan feliz!!”.

Y aquí estoy, Selena, esperando que algún día vuelvas y nos hagas creer que nada de lo hicimos fue en vano, que nada de lo que hiciste fue en vano…

Te quiere con toda el Alma…
Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)









Un minuto, Selena…


Un minuto … ¿Qué es un minuto en nuestras vidas? ¿Qué tanto puede significar? ¿Qué puede incidir en que hagamos algo o lo dejemos de hacer? ¿Qué tanto puede influir si tomamos una decisión y la cambiamos? ¿Qué seríamos hoy si no hubiésemos decidido hacer lo que queríamos realmente efectuar? ¿Cuánto puede valer hacer algo como también no hacerlo? … Digamos que desde muy pequeños nos damos cuenta de qué se trata eso que llamamos vida, y aunque no nos parezca, en ese momento tenemos mucho más en claro sobre lo que somos y sobre qué se sucede con lo que nos rodea, ese contexto tan claro que se desdibuja más tarde, cuando nos hacemos adultos, cuando en la adolescencia nos reprimimos de muchas cosas, cuando la adultez nos “convence” de que a veces la vida es como jugar al ajedrez, hay que pensar cada jugada, estudiar bien al rival y saber que hay que guardarse las jugadas más importantes para ejecutarlas en el momento justo, en el momento preciso, en ese instante en el que ya nuestro contrincante no puede hacer más nada, cuando ya no le queda margen para reaccionar frente a ese movimiento de piezas que nos ponen en jaque, jaque que nos aprisiona y que nos da cuenta de que estamos en un peligro, un alerta del cual tal vez no podamos escapar, alerta que puede indicarnos que sucumbiremos pronto, que el período de agonía se extingue y sólo nos queda abandonarnos a nuestra suerte o morir en el intento…

Un minuto que nos pone en una situación de gloria o de muerte, un minuto que decide nuestro destino, que nos marca por siempre el rumbo a seguir, sin siquiera saber por qué estamos allí y si realmente era ése el destino que queríamos para nosotros, pero que de pronto nos pone en ese desafío de actuar a la altura de las circunstancias, y tener el valor y el coraje para saber enfrentar todos los desafíos que implican transitar un camino nuevo, que puede ser bueno, que puede ser malo, tener infinidad de obstáculos, ser lindo, pero en el que indefectiblemente se tiene que pasar por muchos padecimientos para saberlos transitar. Y no todos tenemos ni la capacidad ni el temple para saber qué hacer, cómo saber tomar ese camino, hacerlo propio y hacerse amigo de él. No todos estamos preparados para ello, y muchos por cobardía, por miedo, por conformismo o por no querer lastimarse en el intento de lograr ser alguien en la vida, prefieren no hacer nada, conformarse con transitar la vida sin ser protagonista, sin vivirla a pleno, sin permitirse cambiarla para ser mejor y hacerla mejor. No siempre somos capaces en un minuto pegar un golpe de timón para enderezar el rumbo, para forjar un destino, para superar una situación, para mejorarla. Y aunque seamos capaces de vivir en esa situación, no siempre estamos capacitados para en un minuto tener la mejor decisión, la mejor respuesta. La experiencia siempre nos dice que aun en le inmediatez hay que pensar dos veces antes de decidir algo trascendente, algo que puede cambiar nuestras vidas. A veces cuando no todo depende de uno, hay que saber ante qué personas estamos, en qué contexto se efectúan las situaciones y en qué situación estamos nosotros para encararlas … Tal vez Selena vivió tomando decisiones en un minuto. Tal vez la energía, las necesidades y las ganas de Selena la ponían a querer hacer todo y hacerlo ya. Muchas veces le fue bien. Lamentablemente, en otras le fue mal. Y lo que es más triste, ella no pudo acumular experiencia como para saber que en sus próximos pasos tenía que tener presente aquellos momentos en los que se decidió mal y se corrieron grandes riesgos. Lamentablemente, la vida de Selena fue siempre de decisiones extremas en los momentos en los que si salía bien era tocar el cielo, pero si no era así podía entrarse en un camino sin salida, en una situación sin retorno. Cuando hay mucha pasión en juego, está siempre la llama de las ganas, del tirarse sin red, de jugarse con todo por lo que uno siente. Pero la pasión también nos pone en un peligro permanente, en una decisión de optar cada instante por blanco o negro cuando la vida tiene múltiples colores y muchos matices. A veces hay que saber controlar tanta pasión para no salir tan malherido, para no quedarse en el camino teniendo tanto para dar…

Pero el destino hizo que Selena nunca tuviera una vida “normal”, convencional, como cualquier persona, como cualquiera de nosotros que sale a la calle a enfrentarse con los problemas cotidianos de todos los días. Sin duda, Selena estaba llamada por el destino a ser alguien no convencional, distinto, destacable. Tal vez el impulso de Selena para encarar todo, las ganas de vivir hasta lo máximo la llevó a tomar decisiones que marcaron con fuego su propia vida y su propio destino. Y contra quienes piensan que recién en la adultez nos damos cuenta de todo, que precisamente la experiencia nos da la respuesta a cualquier pregunta, uno puede darse cuenta de que desde que nacemos tenemos esa sensibilidad, esa percepción, esa pureza de pensamiento, de sentimientos y de realidad, en la que si cada uno tomara una decisión llevada por todo ello y por la intuición, seríamos más felices en la vida …. O al menos podríamos serlo .... Selena con tan sólo 6 años decidió su destino. No fue su padre. No fue su familia. No fue nadie del colegio o de algún ser importante que le indicara el camino. Fue sólo Selena. Ella, estando, como lo estaba, celosa de su hermano A.B. de que había recibido un bajo de regalo y que recibía todas las atenciones de su padre, no dudó de qué debía hacer para ser el centro de la escena para seguir siendo la “Baby” de la casa, para seguir siendo el entrañable Amor de su padre. Selena estaba acostumbrada a estar siempre con él, a regalarle todo su Amor, a sacarle más de una sonrisa, a alegrarle cada día con sus ocurrencias. Con él Selena aprendió el valor que tenía ser auténtica, espontánea, repentina, locuaz, vibrante. Por eso, en un minuto tomó una decisión que le marcaría el destino, la pondría en un lugar central que quién sabe si era lo que más deseaba, pero que iba en el mismo sentido de lo que ella se había acostumbrado a sentir desde que nació. Y como siempre hizo desde que tuvo conciencia, y que le valió tantas satisfacciones, lo sorprendió. No le dijo nada previamente. Lo quería impactar para que los ojos de su padre volvieran a depositarse en ella. Y con Amor, dedicación y hasta con tozudez decidió tomar aquel libro de canciones viejas que su padre guardaba y que había aprendido a cantar en sus épocas del grupo Los Dinos, y se las aprendió … Una por una. Sola y sin que nadie lo advirtiera, cantaba las canciones, aprendía sus letras de memoria hasta que estando segura de saberlas fue hacia su padre y se las cantó. Seguramente ella no sabía si las cantaba bien o no. Ella sólo quería la aprobación de su padre y toda la atención. Jamás imaginó que esa decisión y la reacción de su padre advirtiendo el talento que tenía en sus manos le cambiarían la vida depositándola en un camino sin retorno, un camino en el que el nombre de Selena sería el sello distintivo y el centro para tanta gente, mucha más gente que su padre y su familia, mucha más gente de lo que Selena se hubiese imaginado que podían observarla y quererla tanto…

Es un minuto. Sólo un minuto. Un minuto en el que nos pone en el cenit o nos sucumbe en el infierno. Un minuto en el que nos encontraremos en el mayor de los éxitos o en la crueldad del destino. A los 6 años Selena tomó una decisión que marcó el destino suyo y el de su familia. Ver que su padre cambiaba radicalmente su vida y la de su familia, saliendo del letargo de una familia convencional a otra que se movía de un lado para otro en un bus en busca de lograr el viejo sueño americano, debe haber sido muy fuerte y hasta traumático para Selena. Pero la sensibilidad y la pureza de su niñez le deben haber indicado que ése era su camino y ése era su destino. Tal vez no era la mayor ambición de la niña Selena. Tal vez esa decisión le hizo pensar que su sueño de ser diseñadora debía ser postergado para más tarde, para otro momento. Al menos había logrado volver a ser la baby de la familia y el centro de la atención. Ése era un tiempo en el que había que poner todo el sacrificio y el Amor en nombre de la familia. Selena sabía que una vez que lograra el éxito, que pudiera cumplir el viejo anhelo de su padre en el que Los Dinos lo pusiera en el negocio de la música para vivir en él, podría cumplir el suyo. Por eso, mientras cantaba de pueblo en pueblo, de fiesta en fiesta, de concierto en concierto, Selena armaba sus diseños y pensaba que todas sus ideas plasmadas en tantos dibujos serían realidad, y que todo el mundo se vestiría con sus diseños y con sus ideas. No era ése el momento para perturbar a su padre con esas ideas. Lo tenía claro. Tal vez esa percepción y la intuición innata que tiene cada ser humano al nacer decidieron ese comportamiento, y no dejarse llevar por caprichos, y arrebatos pasionales y quisquillosos ... Esa percepción e intuición que muchas veces se pierden cuando uno es adulto ... Intuición y percepción que perdió Selena en un minuto cuando ya era tarde … Por lo pronto, la pequeña Selena sabía que había que vencer el miedo a estar frente al público, intentar cantar y no tener temor al ridículo, de ganarse a la gente con gracia y con carisma. Aprendió que su risa contagiaba al público y que su dulce voz los hacía encantar. En el escenario Selena aprendió a que debía ser como en su casa y con su familia. Tenía que ganárselos día a día, con su presencia ser el centro de todo y que en cada canción se jugara todo. Si los encantaba los haría suyos y se instalaría en sus corazones. Si no era así, se quedaría sola y en el olvido, y su familia sin rumbo y en la calle. Ésa era la responsabilidad que tenía Selena, tamaña mochila que constituía una fuerte carga que llevaba sobre sus pequeños hombros. Selena siempre tuvo terror a quedarse sola, a que su público le diera la espalda, a no sentirse querida. Los miedos, las alegrías, las sensaciones de Selena se podían ver en cada una de sus interpretaciones. La vida nos enseña que lo que experimentamos desde chicos nos queda para siempre y sella nuestro destino. Con el tiempo quedó claro que no había dos Selenas: una en el escenario y otra fuera de él. Si hay algo que con el tiempo quedó en claro es que la Selena que estaba dando su mejor concierto era la misma que estaba en su casa, con su familia, en cada ámbito. Ésa tal vez haya sido su mayor virtud y por ello haya sido tan querida por la gente…

Un minuto en la vida de Selena era lo suficientemente importante como para saber que no había que perderlo, que no había que dejarlo pasar, que no había que desperdiciarlo en nimiedades ni en cosas sin sentido. Selena no era conformista. Ella no quería dormirse en los laureles. No era precisamente de aquellas personas que podían quedarse largo tiempo no haciendo nada o no realizando algo productivo para sí. Tal vez ni siquiera haya tenido la oportunidad de vivirlo. Hasta nos puede resultar novedoso ver a Selena en una foto en la que se la vea en un lugar fijo haciendo tareas hogareñas. Selena era muy pequeña cuando tuvo que empezar a cantar hasta altas horas de la noche en el restaurante de su padre. Selena estuvo más tiempo arriba de un bus que en un piso de una habitación de cualquier casa convencional. Selena aprendió a vivir arriba de un móvil que hacía de habitación, de cocina, de colegio, de lugar de sueños. Esa realidad, que por momentos fue bien dura, le hizo ver a Selena que no podía quedarse quieta, que tenía que hacer el mayor de los esfuerzos pero también tener el mayor de los ingenios para no vivir para siempre allí y para tener una vida mejor. Nunca dejó de pensar, mientras crecía como mujer y como artista, que ella quería llegar a la cima, cumplir su sueño, tener su propia casa, su propio lugar, su propia familia. Más de una vez en alguna noche, cuando todos dormían, las voces se callaban, las risas cesaban, cuando sólo se escuchaba los ruidos del motor del bus, y se veían de lejos las luces de la ciudad y la figura del padre manejando el móvil y guiando el destino de su familia, Selena se daba permiso para estar largo tiempo mirando las ventanas, para permitirse ser ella misma en silencio, y prometerse una y otra vez que iba a lograr sus sueños y todo lo que se había propuesto hacer. Una y otra vez surgía ese impulso que tuvo a los 6 años y que marcó su destino. En toda su vida, en su corta e intensa vida, Selena aprendió a ver y a sentir el valor de una decisión a tiempo, en un minuto y a puro impulso. Y durante mucho tiempo Selena sólo aprendió a ver que eso siempre le había dado un muy buen resultado. Tal vez por eso lo decía públicamente, como algo natural, como algo lógico, lógica que no era muy entendida por algunos conductores que la entrevistaban. Tal vez muchos no podían entender que a los 23 años Selena pensara y dijera públicamente que no podía estar un minuto sin hacer nada, y sin hacer algo para con su carrera y para con su sueño. Muchos que se acostumbran a vivir la vida siendo sólo espectadoras y sin vivirla, y que creen que la vida esta marcada por un guión que le dictan otras personas, les parecería raro que alguien les dijera que primero debía llegar a cumplir sus sueños como cantante y artista, y luego pensar en la vida convencional y en agrandar la familia como lo hacen todos y como lo deseaba también Selena. Tal vez les era inentendible precisamente porque no sabían bien la historia de Selena, todo lo que tuvo que hacer, todas las privaciones y padecimientos que debió soportar para llegar a ser alguien en la vida. Muchos sólo ven el final de la película mas no el comienzo. Cuando las cosas se ven con ese prisma y con esa realidad, muy pocos entienden la dimensión de una artista y todo lo que ha logrado sin que ellos lo advirtieran. La vida no es sólo lo que se muestra en la televisión o en Internet. La realidad no es sólo lo que nosotros vemos. Tal vez por esas erróneas interpretaciones muchos no llegaron a advertir lo que Selena era para tanta gente y terminaron creyendo que su fama se debió a la tragedia, a cuando nos dejó, por las circunstancias que rodearon a ese nefato día…

Selena vivió en un ambiente que le enseñó que éste es un mundo que no pertenece a tibios o a indecisos, que éste no es un mundo para los que no saben encarar cada instante de la vida con decisiones siendo lo más auténtico y personal posible. Para los que lo saben vivir, saben el valor de un minuto. Un minuto para ellos es lo suficientemente trascendental como para no dejarlo pasar. Un minuto sirve para avanzar un poco más o para volver las cosas en su lugar si se apartaron del camino. Un minuto es valioso, pero no siempre el minuto en el que se tomó una decisión es el que nos llevará a buen puerto. A veces puede ser fatal. Las decisiones por impulso tienen eso, que no se piensa mucho. Y en la vida a veces hay que pensar, pensar hasta para tomar una decisión que puede cambiar la vida. Fuerza, energía, intuición, impulso. Así era Selena. Selena sabía que las oportunidades a veces son pocas y hay que aprovecharlas al máximo. Cuando Selena decidió casarse lo hizo por impulso, pero pensando en que si no lo hacía sería el fin… No es que ésa fuera la situación ideal de Selena para casarse. No era ése el mejor momento elegido. Pero Selena sabía que se jugaba todo en ese instante. Si se dejaba llevar por la tozudez y arbitrariedad de su padre, si se dejaba llevar por el conformismo de su novio, si se dejaba llevar por el temor de su familia, Selena sabría que era el fin: el fin de su carrera, el fin de sus sueños, el fin de su familia. No podía dejar a Chris. Era su Amor, lo que quiso toda su vida, lo que postergó siempre … ¿Cómo dejarlo pasar? ¿Cómo seguir con ganas si lo que daba sentido a todo debía dejarlo? Selena sabía que se jugaba la vida, porque significaba enfrentarse a su padre con todas las consecuencias que ello implicaba. Pensarlo mucho, buscar un acuerdo, conformar a todo el mundo no la llevaría a ningún lado. Selena, tan fiel a su espíritu y a lo que siempre aprendió, en un minuto decidió hacer lo único que sentía que podía hacer. Un minuto más que dejara pasar podía significar la muerte para ella. Y ella quería vivir y ser feliz, y ser Selena y que fuera reconocida como tal. Por eso arrastró a Chris y decidió casarse en secreto. Era la única salida que encontró para seguir cantando, para seguir en armonía con su familia, para tener a su gran Amor que la contenga y para cumplir su sueño de diseñadora. No había tiempo que perder. No se lo podía permitir. Una persona tibia y sin pasión se hubiese quedado sin acción e infeliz. Selena no era así. Selena era especial, dentro y fuera del escenario. Y aunque su vida estuviera en juego, no iba a dejar pasar su oportunidad para vivir la vida como se merece, para tener un futuro sin privaciones y sin arrepentirse por no haberlo intentado, por haberse quedado en el conformismo y lamentarse por no haber hecho todo para ser Selena. El día que se casó Selena se ganó para siempre su lugar … En una decisión de un minuto…

Cualquier cantante espera estar en lo más alto para arriesgarse a hacer otra cosa, emprender otra empresa que pasee su nombre por todo el mundo. Muchas artistas hasta esperan el ocaso de sus carreras para lanzar su línea de ropa o lanzar su perfume personal. Muchas artistas hasta esperan tener sponsors que le solventen su proyecto personal … No fue el caso de Selena. Tal vez hasta cualquiera de nosotros le hubiese aconsejado que antes de lanzarse al negocio de la moda, que era su viejo y auténtico anhelo, esperara a su éxito mundial, a ganarse el mercado anglosajón, triunfar con sus conciertos en toda América latina. Hubiese sido un consejo normal para una artista convencional que sólo da pasos seguros y con asesoramiento de muchos consejeros … No era el caso de Selena. En cuanto logró un éxito arrollador en Monterrey, en cuanto empezó a recibir premios y reconocimientos fuera del área de Texas, cuando recibió el Grammy, un premio muy difícil de lograr en aquellos tiempos para cualquier latino, en cuanto comenzó a ser convocada para hacer cine y telenovelas, cuando los principales entrevistadores y periodistas de México y Estados Unidos comenzaron a buscarla para escucharla hablar y cantar, Selena no dudó y en minuto puso en marcha su viejo sueño de ser diseñadora. No importaba si no tenía experiencia. No importaba si aún no tenía los fondos suficientes como para solventar una eventual pérdida. No importaba si su padre no estaba convencido de tamaña decisión. Lo importante era que ella estaba decidida, y estaba dispuesta a lanzarse a lo grande. Primero decidió abrir su primera tienda de moda, denominada “Selena Etc.”, en Corpus Christi. Al poco tiempo abrió su sucursal en San Antonio. Y ya pasaba por su mente abrir sus locales en Monterrey y México DF. No había tiempo que perder. Así pensaba Selena. Ella no concebía la idea de esperar. Siempre estuvo acostumbrada, y más estando en pleno éxito, a que lo que se le pasaba por la cabeza había que hacerlo o al menos intentarlo. Y ése era el momento, su momento. Enseguida armó un equipo de trabajo para hacer marchar su empresa, su sueño. Tal vez no meditó bien si todos los componentes de su equipo eran los mejores para ocupar los lugares que Selena les asignó, pero ella se manejó como hizo su familia con Los Dinos. Decidió armar un equipo, una familia, con gente de su confianza, para hacer posible su sueño de muy pequeña. Y en un minuto puso en marcha una empresa sin medir las consecuencias, sin siquiera pensar si estaban todos preparados para emprender tamaño emprendimiento. Pero Selena era un fiel y auténtica Quintanilla. Era una fiel hija de su padre. E hizo como él cuando decidió armar la banda Selena y Los Dinos. Pero hasta allí todos seguían el sueño de él. Ahora se trataba de que todos siguieran su sueño, y como si intuyera que no tenía mucho tiempo, llevó a cabo su viejo anhelo sin pensar si no era mejor consolidar su propia base artística para que su carrera de diseñadora fuera en el mismo sentido y el éxito fuera doble. Lo hizo en un minuto, y en un minuto no todo puede verse y apreciarse con claridad…

Fueron varios minutos. Fueron varios minutos en los que Selena siempre supo que decidiendo con impulso y firmeza las cosas salían bien siempre y le habían dado buenos resultados. Selena, como todos los Quintanilla, siempre fueron de frente con sus ideas y sus convicciones. Selena aprendió de su familia que se puede ir en la vida diciendo lo que se es y lo que se piensa. Nunca pensó si acaso otros que estaban bien cerca de ellos no eran como su familia. Selena siempre se acostumbró a que con la verdad, con sinceridad, con seguridad y con saber tomar decisiones de momento con pasión e intuición tenían el camino asegurado para lograr el éxito. Pero la vida no es como ella lo pensaba, y tal vez lo aprendió en ese minuto fatal del 31 de marzo. En la vida hay muchos que son como esos jugadores de ajedrez que estudian bien cada jugada, miran al adversario, aprenden sus movimientos y observan sus debilidades, mientras ellos ocultan las suyas. Y pueden estar mucho tiempo actuando como si nada esperando ese momento en el que le den jaque mate al adversario y no le dé más tiempo para nada. Selena y su familia jamás imaginaron que habían confiado en un ser tan frío y calculador que no se manifestaba cotidianamente con ellos como tal. Nunca pensaron que esa persona era así. Selena y su familia siempre confiaron en sus fuerzas, en sus nobles armas, en sus convicciones, yendo con la frente en alto con la verdad y con total sinceridad para vencer cualquier problema. Nunca se les ocurrió que para sobrevivir en este mundo de jungla a veces no hay que mostrar todo el juego, que a veces hay que tener cuidado y saber lo que hace el otro para no salir perjudicado. El padre de Selena nunca pensó en ello y por eso no se los enseñó a sus hijos. Y mientras ellos creyeron que con la verdad y poniendo la cara sabrían sortear sus problemas con esa mujer, se encontraron con que esa nefasta persona tenía un plan … Y también un plan B, que no dudaría en ejecutarlo llegado el caso. Selena siempre tuvo sus grandes decisiones en un minuto. Y como todo en la vida, a veces salían muy bien y otras muy mal. Mientras tanto, otras personas podían estar toda la vida tomando decisiones “con la paciencia de la araña” para que en un minuto, en un minuto pensado y estudiado, decidir ejecutar su plan, el A, el B o el que sea. Ese 31 de marzo Selena tomaría en un minuto una decisión que le sería fatal. Del otro lado la esperaba una persona dispuesta en un minuto a acabar con todo, pero esperando hasta último momento lo que más le convenía hacer. Tal vez Selena y su familia debieron aprender que no todo se decide en una jugada, en un instante. En ese momento de su vida, cuando tenía tanto por hacer y tantos sueños que cumplir, Selena debió haberlo pensado y no dejarse llevar por un impulso … en un minuto, un minuto que la llevó a su cruel destino, un minuto del que las consecuencias de tamaña decisión Selena las aprendió cuando era tarde, cuando el dolor se apoderaba de ella mientras corría hacia el lobby del Days Inn en busca de alguien que la sacara de semejante horror…

En un reportaje entrañable Selena se permitió adelantar en un minuto un tema que pensaba grabar en el futuro. Se llamaba “I’ll never fall in love again” (“Oh, no”). Se podía ver en esa voz, en su cara, en su expresión todas las ganas de hacer, todas las ganas de llegar a ser alguien en la vida. Bastó un minuto para ver lo que Selena fue, era y podía ser. Fue sólo un minuto, otro minuto que nos regaló Selena. Pero en ese instante fatal de ese día nefasto en un minuto todos los sueños condensados en esa voz, en esa ilusión se diluyeron como el agua … sí, en un minuto. Si tan sólo hubiese habido un minuto de reflexión, si tal vez hubiese habido un minuto en el que Selena se diera cuenta de quién era y a dónde quería llegar. Si en ese minuto hubiese pensado en ella y no en los demás. Si en ese minuto le hubiese avisado a Chris. Si tal vez en ese minuto alguien de su familia la hubiese llamado o alcanzado. Si en un minuto su familia hubiese pensado en que no había tiempo que perder para seguir con el proyecto a la fama mundial. Si en un minuto alguien de la disquera se hubiese planteado que debía convocar a Selena para seguir difundiendo su futuro disco en inglés. Si en ese minuto se hubiese pensado en el concierto del día siguiente en Los Ángeles. Si en ese minuto se hubiese pensado, se hubiese reflexionado … Si en ese minuto no se hubiesen dejado llevar por la pasión, por querer solucionar lo que no era un problema de Selena. Si todos en un minuto hubiesen estado a la altura de las circunstancias y hubiesen priorizado aquello por lo que tanto soñaron, en vez de dejarse llevar por nimiedades que terminaron siendo fatales. Si en ese minuto todos hubiesen pensado en lo que Selena era y significaba, y en lo importante que era para ella ese año, entonces ella no hubiese estado sola. Nunca Selena hubiese estado allí con esa persona y en ese lugar cuyas consecuencias aún hoy nos preguntamos cómo pudieron haber sido posibles. Un minuto, un minuto que fue también parte de lo que fue Selena, su historia, su idiosincrasia, su forma de ser. Tal vez uno hubiese deseado que en ese instante Selena no hubiese sido ella, hubiese pensado como otra persona, hubiese sido hasta más egoísta y más estrella creída que no estaba para atender caprichos de fans o urgencias de amistades. Hubiese sido mejor. Pues hoy estaría entre nosotros. A veces en la vida no hay que mostrar lo que uno es para llegar al destino deseado siendo como uno realmente es. Más en el mundo de la música, que muchos dicen conocer, pero que cuando tienen que actuar como se debe no actúan a la altura de las circunstancias, y de las exigencias de los grandes y talentosos…

Un minuto. Un minuto me bastaría. Sólo espero que Dios me dé un minuto, un minuto para salvarte, Selena, un minuto para que tengas tu oportunidad. Sólo me bastaría un minuto y menos que eso para reparar tanto daño, para devolverte la vida, para cambiar la historia de la música, para darte la vida que te mereces. Un minuto, un minuto para que sepas que a veces hay que pensar en uno para no salir tan lastimado, para que veas que por pensar tanto en los demás, terminas siendo la única protagonista de tu historia que no está entre nosotros, Un minuto para que sepas que en tu historia la única importante eres tú. Un minuto para que sepas lo valiosa que es tu vida y que sólo tú la puedes defender. Un minuto para que no nos dejes tan solos estando tú tan sola…

Yo sólo quiero que vuelvas, Selena. Yo sólo quiero que vuelvas a ser feliz. Y seguiré creyendo que eso es posible. Que nada es imposible. Que todo se puede lograr. Yo sigo esperando tener ese minuto, ese minuto en el que tú, Selena, vuelvas a tener la oportunidad de vivir, esa oportunidad que una insensata te quitó …en un minuto…

Yo sólo pienso en ti, Selena. Mi vida está sólo dedicada a que nadie se olvide de ti, y para que todos sepan lo que tú eras como artista y como persona…

Te quiere mucho…
Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)