“Si tu regreso hoy sería una imposibilidad..."

30 de junio de 2011






Donde quiera que estés, recuerda, Selena...


Fue el año más lindo que terminó en la más absoluta tristeza, pero si tuviera una oportunidad de repetir la historia lo volvería a hacer, sin duda. No dudaría como no lo dudé cuando me propusieron ir al grupo Selena y Los Dinos. Tal vez mis compañeros de mi anterior banda nunca lo entendieron, pero si hubiesen estado en mi lugar hubiesen hecho exactamente lo mismo. Todos quedamos magnetizados cuando la conocimos haciendo el video “Donde quieras que estés”. Pero no hay que confundirse. No es que Selena sólo se trataba de una bellísima mujer a la que todo el mundo le rendía pleitesía como suele ocurrir cuando uno se topa con una belleza típica de una modelo o de una Miss Universo. No. No se trataba de eso. Muchas veces se endiosan a esas bellezas perfectas, a esas mujeres que son la encarnación de Dios mismo, pero cuando las conocemos esas mujeres perfectas no nos dice nada, no nos genera la misma emoción. Se me dirá que qué importa, que con esos atributos alcanza, que para qué más pedir si ya está todo dicho, si ya se tiene todo. El que piensa así seguramente nunca se ha enamorado ni nunca ha amado de verdad. Las mujeres que realmente emocionan son de esas otras, de las que nos impacta con su presencia, nos seduce con su mirada, las que tienen mucho para dar, mucho que transmitir. Y siempre preferiré a esas mujeres que a las Diosas del Olimpo que no saben transmitir la emoción que sólo las mujeres de verdad lo pueden hacer. Y eso era Selena. Selena no era perfecta y paradójicamente esa imperfección la hacía la mujer ideal, la más buscada, la más deseada, la que más seguidores tenía. Nunca podré olvidar su aparición ante nosotros, su sonrisa permanente, su buena predisposición a todo. Cuando la vi por primera vez, la vi muy bella pero no me generó nada más que ello. Si Selena era sólo su apariencia, no hubiese reparado tanto en ella. Me hubiese dedicado a lo mío y nada más. Pero Selena era mucho más que ello. Esa sonrisa, ese carisma, esa personalidad, ese don de gente, esa humildad, esa generosidad, esas ganas de colaborar, de ayudar, de trabajar en grupo, esos deseos de triunfar, de vivir y de ser feliz impactaban a cuanto se le cruzaba en el camino. Pocas veces vi a alguien que con cada acto diario, con cada actitud, con cada palabra se notaran todos estos atributos. Era imposible no prestarle atención, no quedarse encandilado, no quererla, no enamorarse, no sentir que se estaba ante la mujer más hermosa del mundo, la mujer perfecta, la mujer ideal. Y no lo era. Al menos no parecía serlo. Tampoco ella quería aparecer como tal, o al menos no parecía que ella quisiera que la valoraran de ese modo. Un mal pensado, o alguien que no la conociera de verdad, hubiese pensado que Selena disimulaba su verdadera personalidad, que mostraba hacia afuera una imagen que en verdad no tenía en su vida privada o en su comunicación con la gente fuera de las cámaras. Pero el que la conocía de verdad sabía que Selena era así, simplemente así. Eso la hacía particular, única, irrepetible. Muchas veces pensé por qué era así, qué la hacía ser así, del mismo modo que uno se preguntaba cómo esa misma mujer que descollaba en el escenario era la misma que estaba con nosotros conversando, riéndose, comiendo un taco, una pizza, diseñando, viviendo con intensidad cada minuto de su vida. Y la respuesta que hallé con el tiempo es que esa mujer necesitaba Amor, mucho Amor. Ella daba todo su Amor para recibir lo mismo de los demás. Uno a través del paso del tiempo lo podía corroborar sin necesidad de saber de su vida privada, de su historia, de todo lo que tuvo que pasar. No había necesidad. Selena era tan llana, tan espontánea, tan franca, que no había que descubrir debajo de la alfombra nada extraño, nada particular para saber lo que quería, lo que deseaba, lo que anhelaba, lo que quería para sí y para los demás. Selena lo transmitía en todo momento, en toda circunstancia. No. Nunca vi a nadie así. A veces pienso que si acaso esa gran virtud no terminó siendo un gran error. Muchas veces no podía creer lo que decía en las entrevistas, porque aquello que Selena decía era lo mismo que nos podía decir a nosotros. No había ninguna diferencia. Así era Selena de franca y de sincera. Todavía hoy me acuerdo cuando tuvo que desmentir que se había hecho alguna cirugía en el cuerpo y no puedo parar de reírme. Pues Selena no se contentó con decir que no se había hecho nada, que todo era un invento, que todas eran versiones de dudosa intención. No. Selena invitaba a su entrevistadora que tocara ella misma sus pompis para corroborarlo. Todavía puedo ver la cara de desconcierto de la periodista, su cara sonrojada y su mirada de no saber cómo salir de la situación. ¡¡Y Selena se lo decía en serio!! No era chiste. Pero esa extremada sinceridad de Selena tal vez le haya jugado en contra. Cada vez más, y creo que lo que le pasó a Selena fue determinante en esa decisión, los actuales artistas se refugian en lo suyo, se rodean de guardaespaldas, pautan de antemano las entrevistas y juegan con su imagen aunque eso no tenga nada que ver con su personalidad. Muchos de esos artistas me preguntarán hoy día “¿Y a quién le importa saber cómo eres realmente? A ellos sólo les gusta que les des lo que te piden”. Y en parte es cierto, lamentablemente cierto. Recuerdo haber visto más de una vez la llegada de The Beatles a Estados Unidos en 1964 y el mundo -sobre todo las chicas- era un grito incesante, sin parar. Más de una vez me pregunté por qué gritaban, qué querían. Cuando veo esos conciertos en los que ellos no se podían escuchar lo que tocaban y cantaban por el frenético e incesante gritar de todos me pregunto qué buscaba la gente, qué los hacía alegrar, si acaso deliraban por lo que veían o por lo que querían ver. En aquellos tiempos John Lennon decía sentirse frustrado por no ser querido por lo que realmente hacía y era, que podía dejar de cantar y la gente seguía gritando por él y amándolo como si lo siguiera haciendo. Muchas veces se preguntó si lo querían por lo que era o por lo que querían ver de él. Y cuando con el tiempo se mostró cómo era realmente hubo alguien que se sintió desilusionado y lo asesinó … El mismo destino de Selena. Aunque lo de Selena fue peor, mucho peor. Lamentablemente muchos artistas tomaron nota de este destino trágico y vieron, con mucho pragmatismo, que no era negocio mostrarse tal cual es en la vida, que a la gente hay que darle lo que quiere, hay que mostrarse como ellos quieren, decir lo que ellos quieren escuchar y no quejarse. Y el mundo sigue andando … mal y sin Selena…

Muchas veces me pregunté, cuando pasó lo que pasó, si tal vez hubiese sido mejor no haber hecho nada, haberme quedado en el grupo, refugiarme en lo seguro, no cambiar. Obviamente que, con el “resultado puesto”, uno siempre se cuestiona sobre lo decidido. Y más aún cuando después de aquel nefasto día yo no volví a actuar prácticamente. Ni siquiera aparecí en la película hecha en su recuerdo, y que protagonizara y la catapultara al éxito mundial a Jennifer López .... Las ironías de la vida … Selena se nos va y la película en su recuerdo provoca el triunfo de otra artista. Y encima esa otra artista no sólo cosecha lo que Selena sembró durante tantos años sino que hace el recorrido que ella hubiese hecho sin duda producto de su éxito en un mundo preparado para abrirle las puertas en cuanto saliera el disco en inglés con un seguro y estruendoso éxito. No es que minimice el talento de Jennifer López. Al contrario. Si ella no fuera una gran artista, seguramente hubiese quedado atrapada en el personaje que la hiciera famosa. Y no fue el caso. JLo demostró que podía seguir su carrera al éxito sin renegar de Selena pero despegándose del furor que provocó la película mostrándole al público que ella tenía mucho más para dar que sólo representar a Selena. Y lo logró. Pero siempre pienso que buena parte de ese éxito se debió a tener muy en cuenta la vida, los proyectos y las ideas de Selena. Y me da pena que Selena no haya tenido esa oportunidad que sí tuvo Jennifer López. Siempre le pregunto a Dios por qué sólo una y no las dos, por qué la que generó todo esto fue la que tuvo que marcharse tan pronto sin ver el éxito mundial que sin duda hubiera logrado. No lo entiendo. Veo a tantas artistas latinas descollando y teniendo un éxito mundial, como es hoy el caso de Shakira, y pienso que todas ellas accedieron a ese mundo y a esos países tan distintos por lo que había generado Selena, por el camino que supo construir sólo Selena. Veo a esas artistas y todas tienen algo de Selena. Gracias a Selena ellas son consideradas y aceptadas. Cuando Selena actuaba todo era más difícil, sin duda. Ella no tenía la consideración de los “gringos” en Estados Unidos y mucho menos en gente de otras lenguas y culturas en todo el mundo, pues simplemente por aquellos años ’90 los latinos no eran tan apreciados mundialmente. Selena empezó a abrir el camino del éxito, del reconocimiento y de la consideración mundial a su música. Yo fui un testigo privilegiado de todo ello. Yo vi cómo no sólo el público latino la quería sino que su éxito y su figura comenzaban a ser apreciados por aquella gente que no se percataba ni prestaba atención en los artistas que hacían la música de Selena. Y así como pude comprobar con mis propios ojos lo que Selena era no sólo en Texas sino en México, pude ver cómo llamaba la atención de todo el mundo. Y estando con ella no me sorprendía para nada lo que Selena generaba. Selena era una sensación, una novedad, una artista diferente, fuera de lo común. Pero el destino hizo que la gente, sobre todo los medios, minimizaran su éxito. Antes de conocerla a fondo yo pensé que Selena era una artista más o menos conocida en la región de Texas y en algunos lugares en los que los latinos eran numerosos. Tuve que formar parte del grupo para corroborar que Selena era mucho, mucho más de lo que se decía y se creía de ella. Cuando fui a Texas por primera vez quedé impactado. Selena era para mi sorpresa toda una celebridad. Yo ignoraba que ella recibía premios desde que tenía 16 años en los Tejano Music Awards, me costaba creer en aquellos tiempos que en esa región una mujer tuviera tanto éxito en tierras en las que se destacaban y eran admirados en gran número sólo los varones. Y cada vez que me hacía la pregunta acerca de cómo llegó esta mujer a generar tanto éxito, la respuesta era siempre, siempre la misma: Selena era diferente, distinta, inigualable, tremendamente talentosa y carismática. ¿Cómo no rendirse a sus pies al contemplarla? Y aún así, Selena tenía sus miedos, sus dudas, sus interrogantes. Recuerdo que cuando fuimos a Festival Acapulco, Selena tenía un cierto temor a ser aceptada, pues si bien ella ya era una cantante muy exitosa y aceptada en todo México, Selena tenía la creencia de que el verdadero éxito en ese país sólo lo tenía en Monterrey, que más al sur de esa ciudad no tenía la misma consideración. Ni siquiera se convencía del hecho de haber participado en ese mismo Festival el año anterior, y en múltiples conciertos y programas de televisión. Como ella el año anterior había actuado a la tarde, ahora que actuaba de noche por el furor que había generado, pensaba que iba a ser más difícil la aceptación … Lo bueno que tenía Selena era que cuando subía al escenario se olvidaba de sus temores y se dedicaba a dar lo mejor de sí y a conquistar a cada uno de los asistentes a sus conciertos … Yo pude comprobar cómo gente que iba al festival para ver a otros artistas de su predilección quedaban no sólo subyugados por la presencia de Selena, por su voz, por su despliegue en el escenario, por su talento, sino que se subían al escenario para demostrarle su cariño, su agradecimiento, su admiración. Vi a varones, mujeres, niños, gente mayor, adolescentes, a todos cantando, saltando, siendo felices, agradecidos de estar allí compartiendo esa comunión de Amor y de afecto hacia una artista que les daba todo y los hacía partícipes de un espectáculo particular y único. Recuerdo haber recibido el cariño de la gente gracias a ella. Aún hoy me emociona recordar cómo un niño muy pequeño se subió al escenario, tocó la espalda de Selena para que ella lo advirtiera y así recibir un beso de su artista preferida. Y así todo el mundo. Por todo esto que viví estando tan cerca y sin que nadie me lo contara es que nunca comprendí que mucha gente pensara que Selena logró el gran éxito y la popularidad con su partida de este mundo. ¡¡Qué equivocados estaban!! ¡¡Qué poco conocían a Selena y lo que ella significaba para mucha gente!! La muerte no inventa nada. La muerte y fundamentalmente la forma de morir puede llamar la atención, pero no crea ni genera por sí sola nada. Desde luego que la muerte potencia las cosas, las agiganta, las multiplica, pero no pone al éxito a nadie “desde cero”. Si Selena generó luego de aquel nefasto día semejante locura de venta de discos y de todo lo que estaba relacionado con ella fue porque Selena era alguien importante para la gente y sobre todo era alguien muy, muy querida. Y eso a mí nadie me lo contó. Yo lo viví … en poquito más de un año…

Creo que a mí me pasó lo mismo que a tanta gente cuando Selena nos dejó. No lo pude aceptar. No lo pude asimilar. No pude reaccionar. Mi vida no fue la misma desde que ella se fue. Es curioso. Yo recuerdo que cuando ingresé al grupo yo ya era muy popular en mi ex grupo y esa popularidad se agigantó cuando entré al mundo de Selena. Cada vez que Selena me presentaba todo el mundo, sobre todo las chicas, gritaban y me ovacionaban. Yo sentía cierta vergüenza, porque no quería que esa admiración fuera mayor que la de mi colega Don Shelton, ni que opacara ni por un instante a Selena, que era capaz de hacer los coros en una canción que cantaba yo en uno de sus conciertos. Muchas veces yo me refugiaba en la tarea de coreografía y de voces sin hacer nada que sobresaliera, pues yo tenía el mismo sentimiento que cualquier admirador de Selena. Para mí la estrella y la figura eran sólo ella, y no quería que nadie ensombreciera ello. Yo había ingresado al grupo con la misma idea que tenían Abraham Quintanilla y la Emi con Pete Astudillo: destacarme en el grupo para luego hacer mi carrera solista. Yo había aceptado de buen gusto esa propuesta no sólo porque para mí era una gran oportunidad sino porque me daba la posibilidad de estar al lado de una artista increíble como Selena. Más de una vez pensé lo afortunado que era Chris Pérez de tener como esposa a alguien tan lleno de Amor como Selena. Confieso que a medida que pasaba el tiempo yo estaba cada vez más gustoso y orgulloso de participar y de pertenecer al grupo Selena y Los Dinos, y en mi fuero más íntimo yo no quería ya pensar en una carrera solista. Yo quería estar toda mi vida perteneciendo a un grupo que comandara Selena. Yo no quería despegarme de una artista sin igual como ella. Me había hecho la idea de ser un testigo presencial y muy envidiado de la carrera sin freno de Selena. Quería ser partícipe de ese grupo que colaboraba con Selena en ese éxito sin igual. Para marzo de 1995 yo venía pensando en plantearle primero a Selena, luego a su padre y por último a los demás que quería quedarme para siempre con ellos y que si tenía que irme era porque ellos ya no me necesitaban. Que si era por eso no habría ningún problema de mi parte. Si bien por lógica esta decisión debía decírsela primero a Don Abraham, quería que Selena fue la primera en saberlo para saber qué opinaba, pues era para mí mi más respetada opinión … Nunca se lo llegué a plantear. Selena se me fue sin yo poderle decir lo que deseaba, sin ver la alegría y el orgullo que ella podía sentir al escuchar que alguien le decía que renunciaba a cualquier carrera solista para colaborar en su éxito mundial. Todavía recuerdo haber escuchado la noticia, quedar shockeado, hacer llamados desesperados buscando que me dijeran que no era cierto, que todo era una burda y cruel mentira. Recuerdo haberme maldecido por no decirle todo esto antes, que tal vez si se lo decía esto no pasaba. Me sentí responsable, culpable. Sentí que tal vez podría haber cambiado el destino. Me sentí un tonto más al no darme cuenta de que esa mala mujer que le quitó los sueños a Selena nos había engañado a todos por años y por igual. Aún me pregunto cómo no nos dimos cuenta, cómo no advertimos algo malo en esa persona que parecía tan servicial, tan buena, tan normal … No lo superé nunca. Me refugié en mi llanto y en mi angustia. No me pude acercar más a ellos y ellos tampoco me buscaron. El tiempo y los recuerdos hacen como si yo no hubiese estado nunca, como si yo no hubiese sido partícipe no sólo del grupo sino del mejor momento de Selena. Ni siquiera figuro en todos los homenajes hechos en su recuerdo. Pero eso no importa. Siempre asumí y sentí que la única figura en el grupo era Selena. Que Selena era la única protagonista de la historia. Nadie más. Por eso no pude seguir con mi carrera musical. Sin Selena nada tenía más sentido. Sin Selena yo no podía cantar ni actuar más…

¿Quién podía decirlo? ¿Quién podía asegurar que las cosas cambiarían tan cruelmente en aquel hermoso año 1994? El destino es cruel, la gente es cruel, el mundo es cruel. Cuando estás arriba y el éxito te sonríe, tú eres adorado, eres un ídolo, eres un ejemplo a seguir. Cuando viene la desgracia, vienen los silencios, vienen las dudas, vienen los reproches, vienen las sospechas, vienen las habladurías, vienen los comentarios en voz baja. Ya nadie te idolatra, ya nadie toca a tu puerta. Y las cosas son más crueles cuando hay una muerte de por medio, una muerte que es producto de un asesinato, una muerte que es producto de una locura, una muerte que denota que algo no andaba bien o que algo no se detectó a tiempo. Siempre el dolor que es irreparable y que no haya ni consuelo ni explicación transforma el llanto en grito, el grito en impotencia, la impotencia en enojo, el enojo en buscar responsables, culpables, gente a la cual se la pueda señalar. Yo nunca pensé que viviría semejante cosa. Es como ir tranquilo caminando por la playa disfrutando de un día hermoso y soleado, en el que todo es lindo, en el que cada aspiración de aire fresco es el sinónimo del disfrute total, de la hermosa sensación de estar vivo, la alegría del sentir que se está tocando el cielo con las manos, hasta que de pronto un tropiezo, una caída a un pozo ciego que te va enterrando poco a poco, en una caída vertical que no tiene piso, que no tiene fin. Y en ese instante de desconcierto y de no entender lo que está sucediendo uno sentir que falta el aire, que no hay luz, que no hay paz, que la muerte es una posibilidad que está cerca, muy cerca. De pronto me sentí que no tenía nada y que ni siquiera eso era lo peor. Trataba de entender cómo le había pasado semejante cosa a Selena cuando la cruel realidad me hizo ver que estaba en el medio de las habladurías, de los comentarios con mala intención, en la peor de las condenas. Pronto di cuenta de que no podía dejar de llorar por la partida de Selena y ya tenía que asumir la densa realidad de no tener trabajo, de no tener grupo, de no poder volver atrás ni salir por un atajo para adelante. Y lo que es peor: cuando uno queda en el medio de estas desgracias muchos te toman como un “pájaro de mal agüero”, como un hombre que trae mala suerte, que eres parte de esa desgracia. Y ya nadie quiere acercarte a ti, como si tuvieras lepra, como si fueras a contagiarlos a todos, como si tu sola presencia podría provocar otra desgracia semejante. Es una sensación horripilante, humillante. Sentí que me moría dos veces, como si hubiese recibido un segundo disparo de esa asesina que le quitó los sueños a Selena. Es cierto aquello que se dice muchas veces: en un minuto todo puede cambiar y nadie está preparado para ello. Yo entré en el mejor momento de Selena, parecía haber sido bendecido por Dios mismo, parecía que sólo podría tener alegría al lado de Selena. Ni el peor mal pensado hubiese imaginado lo que sobrevendría después. Podría pensarse que si tuviera en mis manos el borrar de mi memoria y de mi vida todo lo que compartí con Selena lo haría para no tener que revivir aquel calvario que fue mi vida después de aquel inaudito y triste 31 de marzo. Pero no. Lo viviría de nuevo, lo viviría por aquellos buenos momentos que supe compartir con Selena. Viviría cada minuto nuevamente sin dudar y trataría de ver cómo evitar aquella locura. Aunque si tuviera la posibilidad de revivir aquello sabría que viviría cada minuto tratando de advertirle a Selena sobre su destino, sobre su fatal destino, y no sabría qué hacer, pues tendría terror de que ella se enojara conmigo si yo querría advertirle sobre lo que haría aquella mujer. Si hay algo del cual no podría soportar era que Selena se enfadara conmigo, que no me hablara más, que se ofendiera por mis sospechas por esa psicópata, que el padre de ella me terminara echando del grupo por promover la discordia, la mala onda y la división en el grupo. Sé igualmente que en la más absoluta emergencia haría lo que sea por salvarla aunque ello me costara no verla nunca más. Pero esa posibilidad me daba terror. Yo quería estar para siempre con ella…

Viví un año increíble del cual jamás olvidaré y que no lo cambiaría por nada en el mundo. Todo lo que viví aquel año parecía ser partícipe de un cuento de hadas, de un momento en el que Selena iba logrando uno a uno sus sueños, iba cosechando los frutos de semejante éxito. Empecé vivenciando cómo Selena había ganado un Grammy. ¡¡Un Grammy!! En esas épocas era muy difícil que un latino recibiera un Grammy: sólo había un rubro para premiar al mejor álbum méxico-americano. ¡¡Y Selena lo había logrado la primera vez que fue nominada!! Recuerdo que dudaba en llamarla para felicitarla. No hacía tanto que la conocía y pensé que era mejor hacerlo cuando fuera nuestro siguiente encuentro en concierto. Hasta que recibí un llamado. Cuando atiendo era Selena que con su tono habitual me decía: “¿Pero acaso no me vas a felicitar por el Grammy, Freddie? ¿Que no te has enterado de nada? ¡¡Te doy dos minutos para que corras para felicitarme!!”. Y colgó. Yo me horroricé. Pensé que se había ofendido en serio. Corrí como un loco en dirección a su casa. Ya era tarde. Cuando llegué golpee desesperado. En cuanto Selena abrió le dije casi implorando: “¡¡Disculpa, Selena!! Es que no sabía si llamarte o no. No quería molestarte. Sabes que soy nuevo en el grupo y todavía no sé cómo manejarme con ciertas cosas. Te ruego que me disculpes. ¡¡No volverá a suceder!!”. Selena se me quedó mirando fijo, miró hacia atrás al ver que Chris preguntaba quién era el que había llamado y cuando no aguantó más echó a reírse a carcajadas. “¡¡Ya veo que eres nuevo y noto que no me conoces!! ¡¡Era broma!! Sabía que no te atrevías a llamarme. Por eso lo hice. ¡¡Ahora sabes que si gano otro premio me tienes que llamar!! Y yo a ti. Porque en realidad cada premio que recibamos es el premio de todos. Y tú eres parte del grupo ahora”. Y acto seguido me abrazó, me dio un beso y me invitó a entrar a su casa. Recuerdo que Chris en cuanto me vio se sonrió y me dijo: “El que te pide disculpas soy yo, Freddie. Selena es así de incorregible, pero es buena persona”. Yo le hice un gesto como que no se hiciera problema, que yo entendía todo y que en definitiva ella tenía razón … Lo que no le dije es que por alguna razón en ese detalle pude cerciorarme de que Selena era una mujer que necesitaba afecto, Amor, muestras de cariño, que cada día le demostraran que la querían mucho, y que si no era así que se lo dijeran también aunque fuera doloroso. Pero Selena bien sabía que eso casi nunca sucedía. Todos los días Selena recibía el Amor de su esposo, el Amor de su familia, el Amor de su gente, el Amor de la banda, el Amor de todo el mundo. Pero era más que obvio que Selena necesitaba que se lo dijeran todos los días aunque supieran que todos la querían mucho. Intuí que Selena debió haber sufrido mucho de pequeña y de adolescente, y que tal vez ese sufrimiento nunca pudo exteriorizarlo, nunca pudo manifestarlo. Y más aún: creo que nunca se hubiese permitido mostrar ese sentimiento. Si había algo que la perturbaba, si había algo que la desacomodaba, prefería reírse a carcajadas y con ello cambiar de tema, cambiar de clima, cambiar todo. Selena no podía permitirse sentirse débil. Por alguna razón ella sabía que si mostraba ese sentimiento podía costarle caro, muy caro … Y nunca lo hizo. O tal vez sí. Tal vez aquel nefasto 31 de marzo mostró lo que no tenía o no quería mostrar … ¡¡Y vaya si lo pagó!! … Pobre mujer, pobre Selena … No puedo dejar de llorar. No puedo dejar de sentir ese dolor en el pecho, ese dolor en el corazón, ese dolor en el Alma. Si por esas cosas hubiese estado ese triste día en el Days Inn y no podría evitar que esa psicópata disparara ni apartar a Selena del lugar, hubiese expuesto mi humanidad para que Selena salvara su vida, no dejara de soñar, no dejara de seguir su camino de vida de Cenicienta. Ya quedé muerto en vida sin ella. Hubiese preferido quedar muerto de verdad si eso le hubiese dado la vida que Selena mereció y quiso vivir…

Vi todo, vi todo lo lindo, vi todo lo que esa mujer era capaz de hacer con su presencia, con sus ganas, con su empuje, con sus ganas de vivir la vida hasta lo máximo. Pude ser partícipe no sólo de lo que generaba en el escenario sino con sus propios emprendimientos. Selena fue lo suficientemente generosa como para promoverme como presentador de sus aperturas de las sucursales de Selena Etc. en Corpus Christi y San Antonio. Sabía que lo haría con gusto y que lo haría bien. Creo que Selena sabía que yo realmente deseaba que le fuera bien en todo, y que no me iba a hacer ningún problema si al otro día Selena me dijera que abandonaría la música para dedicarse al diseño. Sabía que aunque ella tomara esa decisión que implicaba que yo me quedara sin grupo y sin trabajo, yo sería una persona feliz, pues nada me daría más alegría que ver a Selena feliz con su vida y exitosa con lo que más quería hacer. Selena sabía que la quería lo suficiente como para apoyarla en cualquier cosa que se le ocurriera aunque a mí no me conviniera. Yo sabía que a Selena le gustaba cantar y que deseaba como el agua llegar a lo más alto como cantante internacional. Pero su gran pasión era ser diseñadora y sabía que no podía dejar una profesión para dedicarse a la otra. Eso traería más de un conflicto que Selena no quería tener, pues amaba tanto a su familia como a la gente, como a su vocación. También era cierto que Selena pensaba que para dedicarse al diseño y ser exitosa con ello, debía lograr el triunfo como cantante. Ella no podía hacer una cosa si eso provocaba la tristeza de alguien. Por eso hacía todo, era un torbellino difícil de contener, pero sabía en quién debía confiar para determinadas cosas, y Selena confío en mí para contarle a la gente lo que ella hacía, lo que ella diseñaba, lo que ella soñaba, lo que ella quería. Con el tiempo fui siendo la cara visible en cada presentación que hacía Selena de algún evento, de alguna promoción televisiva. Yo no era un gran presentador. Lo que pasa es que nadie se animaba a hacerlo y yo, si no fuera por Selena, tampoco lo hubiese hecho. Recuerdo que la última vez que hice de presentador televisivo fue en la inauguración del local de San Antonio del Hard Rock Café. Yo estaba nervioso como siempre. Muchas veces el estar al lado de Selena me generaba nervios pues siempre quería estar bien con ella, quería hacerlo todo bien para que ella se sintiera cómoda, a gusto. Pero muchas veces los nervios me jugaban una mala pasada. En aquella oportunidad, como me costaba que me salieran las palabras adecuadas para hablar del acontecimiento y para entrevistar a Selena empecé a gesticular en forma más que exagerada. No lo podía controlar. Y si tú le mostrabas esa debilidad a Selena eras hombre muerto. Al poco tiempo ya tenía a Selena imitando burlonamente cada movimiento que hacía, cada gesto ampuloso que efectuaba. Aun así, a la hora de contestarme, lo hacía con gracia, con humildad, con ganas de facilitarme las cosas, comprendiendo que de última estaba haciendo mi trabajo para promover a ella y al grupo. Pero las chanzas, las bromas no las pude evitar. Yo podía molestarme, yo podía enojarme al punto de marcharme, de no hacerlo más. Pero con Selena nada de eso ocurría. Todo con ella era diferente. Daba gusto verla contenta, verla feliz. Y todo lo que contribuyera a que cumpliera cada paso al éxito yo lo haría sin duda. Viví un año de ensueño, un año que yo creía que sería el primero de una larga serie de años en los que yo sería la persona más dichosa del mundo, la persona que sería enteramente feliz viendo feliz a Selena…

Fue un año en el que viví todo y no viví nada. Fue poco tiempo pero en un año en el que la vida de Selena fue literalmente un huracán. Viví cosas increíbles, lindas y de las otras. Tal vez de los malos momentos e inquietantes, y que debí haberlo tomado como una señal, recuerdo cuando en El Paso alguien irrumpió de pronto en el escenario y se acercó a Selena. Los agentes de seguridad se abalanzaron tan rápido sobre él que ni llegó a tocar a Selena. Yo creo que se trataba de un fan que sólo quería abrazarla, pero nunca pudimos certificarlo. Lo tremendo del momento fue que todos seguimos como si nada pero al rato Selena, aún shockeada, no pudo evitar decir públicamente que se había asustado. Fue un momento duro que rápidamente se superó, pero debí tomarlo como una señal de que algo no andaba bien, de que por allí íbamos camino al precipicio sin darnos cuenta … de que Selena iba camino a un infierno representado por una persona que todos conocíamos o creíamos conocer. Pero nada indicaba que estábamos por vivir un momento de horror con una pérdida irreparable, insuperable. Recuerdo haber pensado más de una vez dónde estaba el problema, cuándo había empezado el horror, si nada indicaba que íbamos en ese largo, triste y sinuoso camino. Cuando empecé a pensar más detenidamente sobre lo que venía pasando ahí creí notar determinadas conductas extrañas de Selena, creí verla dispersa cuando fuimos al concierto en la Escuela de Los Spurs en San Antonio, creí verla callada, preocupada y sin su sonrisa habitual en el concierto de Chicago, me llamaba la atención que en todo ese mes de marzo luciera con el pelo atado en sus conciertos y fuera de ellos. Eran señales y a su vez no lo eran. Más de una vez pensé que en condiciones normales muchas de mis conjeturas no existirían, ni siquiera repararía en determinados gestos. Pero es que no le encuentro explicación a tanta locura, a tanta barbarie. Más de una vez pensaba que Selena, cuando estaba en una situación así, siempre ponía una sonrisa, daba un mensaje de aliento, buscaba que uno viera el lado positivo de las cosas para que uno se encaminara hacia el mejor camino … Selena siempre ayudaba, siempre estaba cuando se la necesitaba, pues bromas aparte, ella sabía acompañarte cuando uno lo necesitaba, ella sabía escuchar. Y cuando el día o la noche nos descubría tranquilos y alejados de todo ritmo vertiginoso, Selena solía hablar de sus cosas, solía ponerse seria como nunca y desnudaba su Alma diciendo lo que le pasaba, lo que soñaba, lo que anhelaba su corazón. Recuerdo haber charlado largas horas con ella. Parecía estar hablando con otra persona pero era en realidad ella con su Alma al descubierto. Pocas veces vi a alguien tan joven que tuviera tantas metas claras, tantas ganas de hacer, tantas ganas de vivir. Uno allí entendía por qué Selena contagiaba con su risa, con sus palabras, con su aliento, con su cariño, con su Amor. Y así era con todo el mundo. Por eso era impensado que podía imaginarse semejante final, semejante atentado al Amor, a la ternura, a la sencillez, a la verdad, a la sinceridad, a la bondad. ¿Cómo una mujer de 23, casi 24 años, tan bondadosa y tan emprendedora como Selena podía ser víctima de tamaña violencia, de tamaña traición, de semejante engaño. Y no puedo quitarme de la cabeza que Selena fue la única víctima de su historia. Que ella fue única protagonista pero también única damnificada … Nada es casualidad en la vida…

Después de estar mucho tiempo llorando y tratando de superar lo insuperable, decidí dedicarme a otra cosa. Podría haber salido a los medios, podría haberme hecho destacar por algún escándalo, por alguna declaración polémica, o simplemente volver a empezar de nuevo otra vez, “desde cero” … Pero desistí de seguir mi carrera artística. Sin Selena nada tenía sentido. Con ella aprendí a soñar, con ella aprendí a que nada era imposible, con ella supe que se podía ser mejor artista y persona. Yo había pensado en entrar a su grupo como algo temporal para seguir como artista solista, pero en cuanto la conocí yo pensé en quedarme con ella para siempre. Y cuando estaba por decírselo me la sacaron de las manos, me privaron de ser feliz para siempre … Recuerdo que cuando se entregaron los Grammy en 1995, a diferencia de lo ocurrido el año anterior, estaba preparado para ser el primero en felicitarla, sorprenderla por estar tan al tanto de su nuevo galardón … Sentí una gran frustración cuando supe que no lo había ganado. Estaba por retirarme de mi casa con una gran desazón cuando escucho el sonar estruendoso de mi teléfono. Atiendo y era Selena: “¿Pero qué pasa Freddie? ¿Otra vez te has olvidado? ¿No me vas a felicitar porque estuve nominada en el Grammy otra vez?”. Y echó a reír a carcajadas. Yo la seguí con su alegría pero al poco tiempo se produjo un gran silencio. Allí supe que en realidad estaba triste. “Sí, muy lindo todo, Selena, pero el año que viene lo ganas porque, si no, ¡¡no te llamo más!!”, le dije para cortar ese clima melancólico. Y Selena echó a reír con ganas y me dijo. “Te prometo que lo ganaré.¡¡Es imperioso que lo gane otra vez!! Gracias por estar siempre allí, Freddie” y colgó … No hubo más premio. Allí pude darme cuenta de que si Selena ganaba ese Grammy en 1995 ella hubiese salvado su vida. No tengo duda. Ese premio la hubiese puesto ante los medios en forma permanente. Ese premio iba a ser más importante que el del año anterior. Selena iba a ser requerida inmediata y constantemente por periodistas, productores, artistas de todo tipo, admiradores … Selena hubiese estado muy ocupada en febrero y marzo de 1995. Selena no hubiese sido perturbada por esa mala mujer. No tengo dudas de que ese premio le habría salvado la vida y hoy la humanidad sería otra … No. No tengo dudas…

Muchos me preguntaron qué fue de mi vida en estos años, por qué no volví a cantar, por qué no seguí con el baile, porque no volví a mi ex banda. “No, muchachos. Créanme que lo intenté, créanme que hice lo posible para volver a actuar, pero no pude. Jamás podría volver a actuar sin tener la sonrisa de Selena. Había renunciado a ser solista. Y esa renuncia era indeclinable. Mi proyecto era con Selena. Y como Selena se fue, se acabó todo. Gracias por darme ánimo. Si quieren ayudarme, recen, recen por Selena, recen para que algún día nos despertemos y descubramos que vivimos una pesadilla, un mal sueño. Y que Selena está allí, siendo feliz y haciendo a todos felices. Si eso alguna vez ocurre prometo que volveré…”

Y ya no importa si nunca ello ocurra. Importa, eso sí, no perder nunca las esperanzas y estar preparados, listos para ese gran momento, pues por eso no volví a actuar más. Pues estoy esperando que Selena vuelva, que Selena vuelva a darle un sentido a mi canto, a mis proyectos, a mis sueños. Estoy esperando que Selena vuelva a darle sentido a mi vida, una vida que desapareció de las grandes carteleras desde que Selena se me fue de mi vida como agua entre las manos, desde que Selena dejó de reír y nosotros de ser felices…

(Yo también espero ese momento, Freddie. Yo también espero cada día certificando que nada fue cierto, que todo es un mal chiste, una pesadilla, la misma pesadilla que vivió Selena. Yo también la espero para volver a ser feliz…)

Yo sólo soy, Selena, un mero instrumento de tu recuerdo. Yo sólo soy una persona que quiere volver a verte viva y feliz…

Simplemente te quiere con toda el Alma…

Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)





Aquel día en el que te conocí, Selena...


La recuerdo y aún me cuesta creerlo. La miro y sigo sin entender. La partida de Selena nos cambió a todos. A muchos se les notará menos, a otros más. Entre estos últimos estoy yo. Yo ya no pude ser el mismo desde que ese absurdo que le sucedió se hizo realidad en nosotros. Me costó poder asumir una vida sin ella, un día sin ella, una fiesta, un acontecimiento, un festival, un concierto sin ella. Es que yo era periodista y hacía poquito que había empezado a ejercer la profesión. Aún recuerdo cuando me dijeron del diario en el que trabajaba que debía ir a cubrir la edición N° 15 de los Tejano Music Awards y traerles una entrevista con ella. Obviamente que yo ya sabía quién era Selena, lo que representaba para tanta gente, el ascenso a pasos más que agigantados en su carrera musical. Pero yo seguía otra música por un lado y no me dedicaba en general a espectáculos en los medios en los que trabajaba. Es que justo la persona de la Sección Espectáculos que debía cubrir esa fiesta a celebrar en San Antonio se había enfermado y todos los que podían reemplazarlo estaban asignados a otros menesteres. Así que me llamaron a mí y me plantearon el asunto. “Pero yo no conozco tanto a Selena ni me dedico a hacer estas coberturas. ¿Les parece que puedo ser el indicado?”. Todos me dijeron que sí, pero sus explicaciones no me conformaron para nada. Siempre creí que se querían sacar el “problema” de encima, pues si bien todos querían a Selena nadie quería viajar a San Antonio para una entrega de premios. “Total -decían todos- Selena vendrá pronto a Monterrey. Allí la veremos tal como nos gusta, ¡¡en concierto!!”. Selena era amada aquí en Monterrey desde hacía unos años, pero en 1994 Selena se había convertido en un huracán difícil de poder parar. Fui a ver a Roberto, el periodista que debía haber ido a esa entrega de premios. El pobre estaba muy maltrecho por el cuadro virósico que lo postró en la cama. Pero estaba peor de lo que pensaba al advertir que parte de su gran lamento era que no podía ir a ver a Selena. “Ya verás, Santiago -me dijo con una sonrisa que sólo se le dibujaba si hablaba de ella, si se hablaba de ella-. Te encandilarás con su presencia, te rendirás a tus pies. No será necesario que tú vayas hacia ella. Selena irá por ti antes de que le llegues a hablar. Ella te meterá en su mundo y si entras no querrás salir más de él. Si te gusta cómo actúa te terminará ganando cuando estés frente a ella. Selena es una gran artista pero mejor persona. Ya verás que es como te digo. Lo notarás en cuanto la veas. Selena es distinta, distinta a todas. No importa si seguías su música. No importa si no te gustaba, o si te molestaba que se le pasara muy seguido por la radio o por la televisión. En cuanto la veas actuar, en cuanto la tengas frente a ti en una entrevista tu forma de ver las cosas, tu concepción de la vida, tu mirada frente a todo cambiará. Creeme, Santiago. Yo no seguía a Selena. Un día hace dos años la fui a ver al primer Gran Rodeo en el Houston Astrodome y quedé impresionado, y cuando la entrevisté no la dejé más. No sabes lo que lamento no poder ir a ver a Selena en ‘La quinceañera’. Pero bueno. Las cosas no surgen por sí solas. El destino quiere que la conozcas tú también. Aprovéchala. Ella no te defraudará. Da mucho más de lo que esperas, de lo que imaginas. Si por mí fuera iría en silla de ruedas, pero los médicos fueron muy estrictos conmigo. Así que aprovecharé este parate para verla nuevamente en el Houston Astrodome en un mes”. Me costaba creer que pudiera hablar de Selena así un tipo que tenía gustos tan diferentes de los que normalmente gustaban de su música, pero era más que obvio que estaba encandilado por Selena. Me pregunté si era bueno para mí que él me hablara tanto y tan bien de Selena. Sentí que me condicionaba un poco. Podía pensar que exageraba y por lo tanto plantear las cosas de modo distinto del que él lo había tomado. Podía seguir a pie juntillas sus palabras y sólo dedicarme a alabarla y a hacer un reportaje más que complaciente. Me había propuesto hacerme el malo y empecé a buscar en reportajes y en diferentes notas qué había de polémico en Selena, qué declaración de más había hecho, si había hablado despectivamente de otro artista y si alardeaba de sus triunfos … Para mi asombro no encontré nada, absolutamente nada de ese estilo. Descubrí que Selena no buscaba polémicas, no hacía del escándalo su forma de hacerse conocer y ni siquiera incentivándola a que dijera algo picante, ella nunca se prestaba al juego y siempre se apartaba de ello; no buscaba que nada irritante saliera de su boca. Como hallazgo en aquel momento, tiempos en los que Internet estaba lejos de nuestro alcance, pude ver parte de un reportaje que le hiciera Don Francisco en su programa “Sábado gigante”. En él cuando Don Francisco le pregunta por su participación en la película “Don Juan de Marco”, él le agrega a modo de broma “Qué gordo está Marlon Brando, ¿no?”. Selena se sonroja y trata de no decir nada, pero como Don Francisco insistió, Selena dijo que ella no podía decir nada al respecto. Tal vez otra artista, para quedar bien con el presentador o con el público, le hubiese seguido el juego, pero Selena no quiso, pues sabía y hacía saber cuál era el límite, cuál era la barrera que ella no quería pasar. En otra oportunidad, Jesús Soltero le comentó la diferencia que había entre el público de Estados Unidos y de México, y convenía en que mientras el primero era menos fogoso y más callado, el mexicano cantaba y gritaba más, por lo que era más participativo en los conciertos. Selena en principio le dio la razón, pues en definitiva era más que obvio que Selena disfrutaba más de los conciertos mexicanos, en los que tenía al público muy cerca de ella y con ganas de seguir su canto y su baile, que los norteamericanos, en los que muchas veces se veía de lejos los conciertos y se participaba en menor forma. Pero enseguida Selena le aclaró que los dos públicos eran efectivamente diferentes pero cada uno era valioso a su manera, pues en definitiva los estadios mexicanos y norteamericanos estaban dispuestos en forma diferente y eso condicionaba el comportamiento de cada uno de ellos. Creí al ver ese video que tal vez Selena sólo hacía una declaración de circunstancias para no quedar mal con nadie, pero en verdad lo decía con propiedad: los lugares en los que cantaba Selena en Estados Unidos eran campos de rodeo y allí el público sólo era admitido en las tribunas, y éstas en general estaban lejos del escenario. En cambio en México, Selena cantaba en estadios de fútbol y allí se admitía a la gente en el campo, por lo que la gente estaba casi encima de ella. Pero más allá de todo Selena jamás iba a hablar mal de nadie, pues así había sido educada y así era en verdad. Si Selena iba a ser exitosa lo lograría por su canto y por sus actuaciones, no por las polémicas y por declaraciones fuera de lugar…

Había hecho los llamados correspondientes para tener todas las acreditaciones, alojamiento, vuelos, móviles para trasladarse y todo lo necesario para presenciar los Tejano Music Awards, y de allí ubicar a Selena para al menos tener alguna palabra de ella. Como todo periodista de oficio sabía perfectamente que en cuanto cubriera el acontecimiento no iba a alcanzar con que contara el Festival, la entrega de premios, todo lo que había logrado Selena y lo que se había cantado allí. Yo tenía que volver con las palabras de Selena, debía volver a la Redacción con el grabador y que allí se escuchara inequívocamente la voz de Selena. “Ni se te ocurra volver sin el testimonio de Selena. Para eso te mandamos. Todo lo demás que puedas contar será de relleno. Para contar sólo eso te puedes quedar aquí y averiguar todo por teléfono”, me sentenció mi jefe. Es difícil ser periodista. Te piden que te metas en cualquier lugar, en cualquier circunstancia, en cualquier momento con tal de que logres la nota. Y a veces uno cree que hay lugares en los que no hay que meterse, situaciones en las que no hay que involucrarse, vidas privadas que no deben ser violentadas, pero en infinidad de oportunidades hay que hacer tripas corazón y lograr la bendita nota, pero siempre teniendo en cuenta que hay que ser como Selena y no permitir ciertas cosas. No es que haya que ser, se debe ser … Una vez que logré todo, me avoqué en el tiempo que tenía antes de viajar a San Antonio a seguir averiguando sobre Selena. Quería tener toda la información disponible para saber preguntarle lo apropiado, no ser tan poco profesional como para preguntarle cosas obvias o que demostraran que no sabía bien cómo había llegado al lugar en el que estaba, qué clase de artista era y su verdadera importancia. Leí todas las notas que se le habían hecho, pero busqué tener a mi disposición imágenes de ella, verla cómo actuaba, cómo se comportaba en el escenario y fuera de él, pero también quería saber qué tan popular Selena era. Yo tenía la impresión errónea de que Selena no era tan popular, que había tenido notoriedad en el último año por sus grandes y constantes apariciones en los medios, y por los importantes y cada vez más seguidos galardones que obtenía. Pero hubo algo que me inquietó y que me daba la verdadera magnitud de Selena. Alguien me facilitó la grabación de Selena en el programa “En vivo”, de Ricardo Rocha. La persona que me lo acercó me dijo: “Mira qué bien actuaba Selena y mira qué guapa lucía”. Yo lo vi y más allá de certificar que era cierto lo que me había dicho esa persona, lo que más me llamó la atención era lo que le habían dicho los presentadores del programa en un pequeño reportaje que se le hiciera en el medio del show. Allí pude saber que Selena estaba entre las 200 personalidades más famosas de los Estados Unidos en una lista que incluía latinos, anglosajones y toda clase de artistas. También supe que Selena estaba preparando un disco en inglés, en lo que iba a ser su proyecto más importante del año 1995. También me enteré que preparaba una gira sudamericana que incluía Argentina, Paraguay y Bolivia. Y allí pude saber cuál era el gran secreto del éxito de Selena: Selena no sólo era considerada una gran artista sino una gran persona, tanto para el público como para los mismos artistas. Me llamó la atención que le señalaran que el público no sólo le gustaba Selena y la admiraba, sino que necesitaban que se sintiera bien en los lugares en los que estaba, que estaba en ellos la necesidad de protegerla, de cuidarla, de hacerla sentir acompañada, de no dejarla nunca sola pero no para molestarla sino para darle todo su cariño. Allí me di cuenta de que si bien para mucha gente y para los grandes medios de comunicación Selena era conocida desde hacía un par de años, para mucha gente, sobre todo en Estados Unidos, Selena era conocida desde hacía muchos, muchos años. Lo pude comprobar quedándome impresionado por los premios de Selena en los Tejano Music Awards. Ella recibía premios desde que tenía 16 años y ya antes de esos galardones había sido varias veces nominada. Allí di cuenta de que Selena desde muy pequeña iba en un bus de pueblo en pueblo dando conciertos, dando alegría a gente que no recibía a nadie conocido pues nadie iba a visitarlos. Conforme iba sabiendo más cosas de Selena más entendía la magnitud de su éxito. Allí entendía no sólo el afecto y el cariño de la gente sino que era mucho más popular de lo que creía. Allí entendí que la realidad no sólo es la que mostramos nosotros en los medios sino lo que se ve afuera en la calle, en cada pueblo, en cada ciudad. Viendo esta realidad encontraba la respuesta a la pregunta recurrente acerca de cómo alguien como Selena que durante mucho tiempo no supo hablar el español era tan apreciada como artista. Una respuesta que era confirmada ampliamente cuando uno veía cantar y actuar a Selena en el escenario. Verdaderamente al verla me costaba encontrar a una artista que pusiera tanta pasión, tanto sentimiento a sus interpretaciones. Selena podía no saber hablar bien el español pero emocionaba con su canto en forma tremendamente superior a muchos artistas que hablan ese idioma a la perfección. Con Selena uno podía confirmar que había otro idioma, un idioma universal, ese idioma del Amor que sólo pocos podían interpretarlo, y Selena era uno de ellos…Y no había nada, ningún lugar, ningún momento, ninguna circunstancia en la que alguien se quejara de Selena o de que alguien hablara mal de ella. Ricardo Rocha ponderaba que había poca gente que podía decir con propiedad que era querida por sus propios colegas y que nadie de ellos reportara algo contra ella, y Selena era de esos pocos que entraba en esa galería de privilegiados. Con todo esto que averigüé por mi cuenta de Selena fue para mí suficiente. Estaba ante una enorme artista, muy popular y una gran persona. Pero ahora tenía que certificarlo yo. Y yo, como desconfiado, cabeza dura, y con mis ganas de siempre de llevar siempre la contra a todo me decidí a ir a San Antonio, a certificar si Selena era tan buena como decían, a ver si Selena podía convencerme en su preciada entrega de premios tejana…

Llegué a San Antonio bien sobre la hora del inicio de los Tejano Music Awards. Llegué al hotel sólo para registrarme y dejar mis cosas. De inmediato me fui al lugar en el que se desarrollaría la ceremonia. Una vez allí sólo me dediqué no sólo a mirar la entrega de premios y a la actuación de los artistas sino a ver a la gente, a los invitados, a sus reacciones, a sus comentarios. Siempre consideré importante mi mirada de las cosas, no sólo contentarme con ver más de cerca lo que ya se veía por televisión. Y cada vez que subía un artista para recibir los premios inmediatamente me ponía a mirar lo que pasaba alrededor y con ello darme una mejor apreciación de las cosas. Hasta un cierto punto todo se desarrollaba con cierta normalidad. No dejaba de ser para mí una simple entrega de premios con sus altas y bajas, con sus mejores momentos, con sus instantes intrascendentes, hasta que algo cambio. Lo noté en el aire, en la gente, en los invitados, hasta en el tono de los presentadores. Tardé en darme cuenta qué estaba pasando hasta que vi que alguna gente se acercaba, que mucha gente se paraba y aplaudía, y a lo lejos una multitud que coreaba su nombre. Había aparecido Selena … Quedé impresionado. Sentí como si todo hubiese oscurecido de golpe y sólo quedara una luz azul que de lejos proyectaba y seguía su andar. Selena apuraba su marcha en busca de su lugar sin dejar de sonreír y sin dejar de saludar a todos. Detrás venía su padre que la custodiaba de cualquiera que se le pudiera acercar perturbando su paso y el de toda la banda. Casi me quedo sin aire. Es que tenerla tan cerca, verla y sentir lo que generaba no sólo en la gente sino en mí es difícil de poderlo describir. Si tuviera que limitarme a decir cómo lucía era muy curioso. Yo que la tenía siempre con el pelo suelto, largo, lacio y con flequillo, o con su variante sin flequillo, o con el pelo atado y con rodete, o con su sorprendente peinado voluptuoso y enrulado que se hiciera famoso en sus conciertos en la Feria de Monterrey, esta vez estaba con un raro peinado nuevo. Lo tenía de una manera que parecía como si lo tuviera cortito pero unos buclecitos sueltos denotaban que no era así. Pero ese aire que daba su peinado más el hermosísimo vestido morado que la acompañaba le daba un aire angelical que no olvidaré jamás. Pude apreciar allí la personalidad que tenía esa mujer, lo avasallante que era con su andar, con su porte, con su mirada, con su sonrisa. Era literalmente imposible no mirarla, era imposible no seguirla con su paso por los pasillos. Estando cerca de Selena yo podía certificar que ella tenía un ángel, algo mágico, hechizante que hacía que uno inmediatamente le tomara cariño. Me acordé de Roberto y me dieron ganas de encontrar un teléfono a mano para decirle que tenía razón, que tenía mucha razón en lo que me había dicho. Selena era distinta, era una mujer especial, tocada por la varita mágica que le marcaba un destino de princesa, de Reina, de artista consagrada y querida mundialmente. Desde que ella apareció me olvidé de los premios, de la fiesta, de la ceremonia. Para mí todo eso tenía sentido si estaba Selena. Ni siquiera me importaba que estaba allí para buscar entrevistarla o sacar algún testimonio de ella. “De última le diré a mi jefe que tengo mis impresiones sobre ella, que le puedo contar lo que hizo, lo que generó con su presencia, cómo lucía, cómo era el festival con ella y sin ella. Eso era lo más importante. Y si no le servía que me echara, no me importaba. El solo verla colmó todas mis expectativas. El sólo saber que en el mundo hay una mujer así me era suficiente para ser feliz toda la vida”, pensé mientras la veía sonreír, recibir tímidamente sus premios, angustiarse insólitamente pues uno de sus premios por error fue dado a otra artista y cuando ésta se enteró se puso muy mal y con ella Selena, quien no quiso recibir dicho premio. Era demasiado, demasiado para mí. Sentí que mi vida no iba a ser la misma viendo y presenciando un festival con semejante artista. Había que verlo para creerlo, había que sentirlo para apreciarlo. Pensé que estaba todo dicho, pues sabía que no iba a poder acercarme a ella. Había dentro y fuera del recinto un mundanal de periodistas queriendo sacarle una respuesta y ella estaba bien custodiada. Pero de pronto pude comprobar que Roberto una vez más tenía razón…

Yo no podía dejar de mirarla. Tenía una gracia, un carisma, una personalidad que generaba una áurea tras su figura. Quisiera o no, ella era el centro de la atención de todos. Yo me sentía doblemente presionado. Por un lado, quería acercarme a título personal. Quería decirle lo que sentía por ella, lo que ella me generaba, cómo había llegado hasta aquí, cómo el destino me llevó a su encuentro. Para mí era necesario, inevitable decirle el cambio que generó en mí, que una vez que uno la admiraba era inevitable quererla y mucho, que quería desde lo más profundo de mi corazón que le fuera bien, que llegara a ser la gran estrella internacional que se había propuesto ser, pero por sobre todo quería decirle que fuera feliz, que mantuviera esa sonrisa, esas ganas de vivir que transmitía en cada acto de su vida, en un cada instante de su existencia. Pero por otro me asistía la presión de mi jefe en el que él quería que le diera la nota, el reportaje, el testimonio. Por un lado, sólo quería acercarse la persona. Y por otro, debía acercarse el profesional, el periodista. Y para colmo de males, mi tremenda timidez agigantaba mi inmovilización. Me sentía petrificado. No sabía qué hacer. Bueno, en realidad, sí sabía qué hacer, pero no me animaba. Temía quedar mal parado con ella, recibir una negativa si le pedía una nota, no caerle bien si me acercaba para decirle una palabra, temía defraudar, molestar, perturbar. Por un instante había perdido la noción de lo que era realmente Selena. Por un momento pensé que era todo lo contrario de lo que ella realmente era y que yo lo sabía perfectamente. Casi estaba por desistir de hacer cualquier intento, mandar todo al cuerno y renunciar a mi trabajo, cuando veo que Selena comienza a mirarme y a sonreír. Pensé que estaba riéndose de algo que sucedía tras de mí, en el escenario o entre el público presente, o que quería saludar a alguien que había llegado por allí. Pero no. De pronto veo que Selena hace un gesto de que esperen en la mesa en la que estaba y acelera el paso hacia donde estaba yo. Yo no sabía cómo reaccionar. Me debatía entre desear que fuera yo al que buscaba o mejor no para evitar tener que enfrentar la situación con el riesgo de que pudiera defraudarla. Hasta que Selena llega hacia mí, me saluda, me da un beso en la mejilla y me dice: “¡¡Hey!! ¿Cómo estás? ¿Estabas buscándome? ¿Te conozco de algún lado? ¿Quieres hablar conmigo? No sé. Por ahí me equivoco, pero me dio curiosidad. ¿Es la primera vez que vienes aquí? Dime, por favor”. Yo temblaba como una hoja. Tenía razón Roberto. Si por mí fuera hubiera estado un siglo en animarme a decirle una palabra, y ella se acercaba como si me conociera de toda la vida. “Bueno, Selena. Antes que nada un gusto de conocerte. Yo soy Santiago. Vengo de Monterrey. Soy periodista especializado en actualidad y política. Lo que sucede es que el periodista de espectáculos se enfermó y entonces me mandaron a mí…”, sólo dije casi susurrando. “¡¡Oh!! ¿Qué? ¿Roberto está enfermo? ¿Pero está bien? Dime luego dónde está, así lo llamo”, me dijo con preocupación. Yo no podía creer lo que estaba viviendo. Sentía como si las estrellas fuéramos nosotros, los periodistas, y no ella. No podía creer que ella se acordara de Roberto sin que yo se lo mencionara. No podía creer la humildad, la espontaneidad y el don de gente de una artista como Selena. Por mucho menos varios artistas ni te dirigen la palabra y le tienes que rogar para que te den una nota. Con Selena parecía que dependía de mí para que se cumpliera lo que quisiera. Era increíble, pero real. ¡¡Era posible que gente como Selena todavía existiera en este planeta!! “No te preocupes, Selena. Ya te acercaré todos los datos sobre Roberto, pero déjame decirte…”, traté de explicarle. “¡¡Ey!! Entonces tú no conoces ni a mi familia ni a mi banda. Ven, acércate a mi mesa. Allí podremos hablar más tranquilos y de paso te los presento”, me dijo con una sonrisa. Yo sonreí de agradecimiento, pero en mi interior sentía por Selena mucho más que eso. Esa mujer era sencillamente increíble. Es como si me hubiese leído la mente con sólo mirarme y sólo facilitaba mis cosas sin decirle nada. Llegamos a la mesa y Selena me presentó a todos. Cuando les comunicó lo que sucedía con Roberto, A.B. se ofreció a llamarlo en ese mismo momento con la promesa de que Selena lo haría luego. Yo le pasé todos los datos y se los entregué. A.B. tomó el papel y partió presuroso junto con Chris en busca de un teléfono para llamarlo. Selena le dijo que le manifestara su deseo de que se mejore pronto y luego me miró y me dijo: “Bueno, aquí estoy Santiago. ¿Qué quieres saber de mí?”. “Pero Selena. ¿Acaso no te molesto ahora? Estamos en plena ceremonia de premiación. ¿Y si te llaman para recibir un premio?”, traté de llamarla a la reflexión. “¿Y quién dice que recibiré otro premio?”, dijo Selena y echó a reír a carcajadas. “No, no, Santiago. ¡¡Es broma!! Discúlpame, pero no lo puedo evitar. En realidad, las ternas que siguen son de rubros en los que no estoy nominada, por lo que no hay problema, por ahora. De última, si me toca, me esperas y seguimos hablando…”. Realmente, no podía creer lo que estaba viviendo. Era tal mi emoción que no podía siquiera tener la mente tan despejada como para preguntarle lo más claramente posible. Sentía que de nada me había servido haber leído y visto tantas cosas de ella, pues ahora por mis nervios y por la tremenda personalidad y bondad de Selena no se me ocurría nada, no podía preguntarle nada. Opté por decirle lo otro que quería transmitirle y que me era más fácil expresárselo pues era lo que sentía en toda su dimensión en ese momento… “Mira Selena. Yo no sé si te das cuenta de lo que generas, de lo que eres y de lo que puedes llegar a ser. Pero yo que vengo de un mundo diferente en el que tú sólo eras para mí alguien muy querido por tanta gente, debo confesar que tienes un ángel y un magnetismo muy especial. Te estuve observando en estos días en conciertos y en reportajes para poder tener la mejor y mayor información posible de ti para saber qué decirte, qué preguntarte. Y más allá de que todo eso me sirvió para saber quién eras y qué representabas en toda su dimensión, nada de ello alcanza para explicar lo que significas hasta que se te ve, se te conoce en persona, puede ver lo que generas con tu presencia, la admiración que provocas en cuanto se te ve. Te puedo asegurar que en estos días comencé a apreciarte y a admirarte. Pero ahora que te veo y, fundamentalmente, te comienzo a conocer, sólo puedo decirte que le agradezco a Dios haberte conocido…”. Selena se sonrojó con mi comentario, pero no pudo evitar romper el clima que le generaba nervios y del que no podía salir con tranquilidad y control de la situación … “Bueno, más que a Dios, ¡¡debes agradecerle a Roberto!! ¡¡Uy!! ¡¡Perdona, perdona!! Es un chiste, sólo estoy bromeando … Bueno, gracias, muchas gracias. Es que no sé cómo reaccionar con estas cosas que me dices. Sólo deseo que todo lo que está a mi alrededor y a mi alcance esté feliz y sólo sonría. Me gustaría poder con lo que hago hacer feliz a toda la gente…”. Para que Selena no se sintiera incómoda con aquellos sentimientos que le costaba expresar y manifestar, le dije si tenía algún problema con que le hiciera el reportaje formal que me pedía mi jefe y le mostré el bendito grabador. Selena se sonrió y me dijo: “Claro que no hay problema. En definitiva, ése es tu trabajo y lo respeto muchísimo. Sé lo que es ir a pedir cosas que necesitas mucho, y tienes que esperar más de la cuenta y la enorme voluntad y generosidad de los demás. Así que tú pregunta lo que quieras que yo te responderé. Eso sí. Sólo te pido un favor. Recuerda siempre eso que tú me has dicho. No te pido que lo escribas para tu diario o que lo hagas público. Sólo te pido que lo guardes para ti, pues para mí eso es lo más valioso. Eso es lo más importante que desearía que se recuerde de mí por parte de las personas que me han conocido en todo este tiempo…

Cuando le hice el reportaje formal, traté de que no fueran las mismas preguntas de siempre para que se viera obligada a contestar siempre lo mismo. Le pregunté por sus sueños, por lo que quería para su vida, qué quería lograr, qué mensaje le quería dejar al mundo. Me sorprendí cuando me dijo que ella sentía que éste era su tiempo y éste era su momento, que había luchado mucho para estar en el lugar en el que estaba pero que tenía que seguir porque quién sabe si tendría una segunda oportunidad. Me confesó que deseaba fervorosamente ampliar su familia, tener su nueva casa, estar en quince años feliz con su esposo y con sus hijos habiendo logrado todas las metas propuestas, pero que ahora tenía que focalizar todo en su carrera y en lograr paso a paso lo planificado. “Hoy no me puedo permitir en pensar en tener niños o en retirarme a mi nueva casa a contemplar el sol. Yo lo querría hacer. ¿Quién no lo quiere? Pero antes tengo que asegurarme mi futuro. Para que yo pueda soñar con aquello tengo que ser la mejor cantante internacional y mejor diseñadora. Cuando el camino a esos objetivos esté allanado, empezaré a pensar en cosechar los frutos de mi esfuerzo. Si toda mi niñez y toda mi adolescencia me privé de tantas cosas para lograr ser alguien, ¿cómo me voy a detener ahora, en este momento en el que lo que tanto soñamos lo tenemos a un paso, a un solo paso que implica hacer un esfuerzo más, sólo un esfuerzo más?”. Y luego me dijo algo que recordaré por siempre más que nada por el dolor que implica todo lo dicho: “Estamos en 1995. El futuro llegó. Éste es el año más importante para mí y para el grupo. Me gustaría, desearía, rogaría que todo el mundo me recuerde a partir de lo que me suceda este año. Me gustaría que éste sea el año en el que el mundo entero sepa quién es, qué significa y lo que representa para todos Selena y Los Dinos” ... La vorágine de la entrega de premios más la requisitoria de todos los medios para que Selena diera su testimonio impidieron continuar una charla que hubiese durado muchas horas. Nos despedimos a las apuradas, me manifestó su pesar por tener que terminar la entrevista pero me prometió que habría una nueva oportunidad para charlar … “¡¡Pero esta vez con Roberto!!”, me dijo una incorregible, simpática y hermosa Selena. “¡¡No, no, es broma, es nuevamente broma, Santiago!! Un placer hablar contigo. Me gustaría algún día tener una charla de este tipo con más tiempo. ¿Y sabes qué? Si algún día lo podemos hacer tal vez podamos pensar en un libro. ¿Qué te parece?”, me preguntó Selena. “Me parece genial”, le dije entusiasmado. “¡¡Pues trato hecho!!”, exclamó Selena extendiendo su mano a modo de pacto inquebrantable. Luego se retiró no sin antes dándome uno de sus clásicos saludos de despedida con su boca grande dibujando un “bye, bye” como despedida. Y a pesar de esa despedida, y como si el destino quisiera dejar en mí un único e imborrable recuerdo de Selena, a la salida del evento, cuando la ceremonia había terminado y había galardonado una vez más a Selena como la mejor artista del año, y estaban todos esperando el saludo y las palabras de Selena, tuve un nuevo encuentro con ella. Yo no esperaba nada más. No quería arruinar tan grato momento con Selena forzando un nuevo saludo en el medio del griterío de los fans, de los pedidos de autógrafos, de las preguntas de miles de periodistas, de las declaraciones de circunstancias. Me quedé en un costadito contemplando la particular figura angelical de Selena con ese peinado, con ese vestido. Sentía que nada borraría ni esa imagen ni ese momento … El destino se encargó de que fuera tristemente así. Pero en un momento Selena fue desviando su camino para saludar a tal o cual persona y para responder a todas las preguntas. Y de pronto me la encontré en el camino. “¡¡Hey!! ¡¡De nuevo tú!! ¡¡Tanto tiempo!!”, gritó con entusiasmo Selena. De pronto recordé algo de circunstancia que quería preguntarle y que Selena querría responder: “Dime Selena. ¿Qué tienes para decirle a la gente de Monterrey?”. “Que los quiero mucho y que los veré muy pronto. Y dales este beso de mi parte”. Y Selena me estampó otro beso en la mejilla. Selena se fue dándome otros saluditos con la promesa de un nuevo encuentro ... Nunca más sucedió … Sólo me quedó de ella el ruido y el estremecimiento de mi piel al recibir ese beso. Aún hoy lo puedo sentir como si cada mañana cuando me despierto Selena me recibiera con ese beso, una y otra vez…

A veces pienso qué loca y absurda es la vida. A veces me pregunto para qué estamos aquí, quién nos puso en este planeta, un mundo que apenas es un punto insignificante en este universo que ni siquiera sabemos qué es y en qué consiste. A veces me pregunto si realmente hay un Dios o si somos apenas una especie más que habita este planeta y que algún día desaparecerá. Muchas veces me pregunto si somos conscientes del valor de cada minuto de nuestras vidas, si tenemos que pasar por experiencias extremas para saber lo que ello significa. O en realidad aunque vivamos esas experiencias de nada servirá pues a veces para mantener la cordura es mejor evadirse de la realidad y vivir como se puede, siendo feliz con lo que se tiene y soportando la soledad de nuestro ser de la forma más decorosa posible. ¿Hasta qué punto cada uno de nosotros soportaría vivir cada día siendo conscientes de que somos un punto insignificante en este universo, que en un minuto nuestras vidas se pueden transformar en tragedias, que vemos cuál es el destino final de nuestros cuerpos cuando ya no tienen vida, qué sería de nosotros si tenemos la certeza de que nada nos esperará cuando ya no seamos más que un recuerdo para algunos en este bendito mundo? Cuando recibí la noticia aquel nefasto 31 de marzo me maldije no haberla visto a Selena antes, no haberla buscado, no haber hablado aunque sea por teléfono con ella, no haberla visto en el Houston Astrodome un mes antes, no haberla visto en los festivales en los que participó en marzo. Claro, yo pensaba que había tiempo para verla, qué habría miles de conciertos, miles de encuentros, miles de entrevistas. Yo di por sentadas muchas cosas. Pensé que yo era el dueño de mi destino y que Selena lo era del suyo. Yo ya había decidido abandonar la Sección Política y Actualidad para dedicarme a Espectáculos … sólo por Selena, sólo por estar cerca de ella. Pero quise hacerlo de a poco, quise que hubiera un período de transición entre una etapa y la otra. Hice como hizo Selena. Hacer algo ahora para poder disfrutarlo después, quién sabe cuándo, quién sabe dónde. No pensé que todo podía cambiar en un minuto, sólo en un minuto. No estamos preparados para estas cosas. Y probablemente nunca lo estemos. Cuando Selena se nos fue … Cuando Selena se me fue no salí de mi casa por mucho tiempo. Lloré sin parar, tiré miles de cosas por la ventana, rogaba a Dios que no fuera cierto, que me borrara del planeta a mí pero no a ella .... Pero la realidad me golpeaba sin piedad cada día, cada instante. Roberto me vino a buscar a mi casa, preocupado porque desde ese día yo no atendía el timbre de mi casa ni los teléfonos. Había pasado un mes. Trató de persuadirme, trató de convencerme, Trató de que viera el lado positivo de las cosas, trató de convencerme de que Selena estaría feliz en el cielo … En el cielo, ¿qué cielo? Selena estaba feliz aquí. Ella no quería ir allí y menos a los 23, casi 24 años. No. Nadie podía saber qué sentiría Selena si es que uno puede evadirse de la realidad e imaginarse que está en algún lado. Yo sí podía decir qué era lo que sentía, qué era lo que esperaba de esta vida y de este mundo. Selena creyó que con trabajo, con talento, con dedicación, con honestidad, con sacrificio, con la verdad y con humildad todo era posible … El mundo y una psicópata se encargaron de decirle a este mundo que eso no era posible, que era más fácil lograr lo que se quiere siendo una mala persona, falsa, mentirosa, hipócrita, manipuladora. Y aunque muchos, incluido yo, no lo pensemos ni lo creamos, la mayoría actúa como si aquello fuera la verdad revelada…

Por eso abandoné el periodismo, abandoné todo, me marché bien lejos. Me fui a vivir a las montañas, bien lejos del mundo, de la civilización, de la barbarie, de la locura, de la mentira, de la insensatez, de una humanidad que era capaz de sacarnos a Selena de nuestras manos, que era capaz de quitarle la felicidad a tanta gente con la misma crueldad que una persona puede tener para quitarle el juguete más preciado de un niño y no devolvérselo nunca más. Y no sólo no devolvérselo, sino inventar que se perdió, que se lo robaron, decir que en realidad fue el mismo niño quien lo perdió ... Jamás superé la partida de Selena. Cuando sentí que había conseguido la felicidad, cuando pensé que había un futuro promisorio, cuando pensé que un mundo hermoso se hacía realidad, todo se esfumó como pompas de jabón. Hoy vivo en una pequeña casa y me mantengo con lo que obtengo de lo que me ofrece la naturaleza, nada más. No tengo contacto con nadie, No quiero saber más nada de esta humanidad y de este mundo. Sólo quiero que me dejen tranquilo, que no me molesten, que sólo se acerquen a mí si me devuelven a Selena. Mientras tanto, por las noches recorro el cielo con mi vista y me fijo en cada estrella. La busco desesperadamente, espero alguna señal de ella. Quiero pensar que está allí observándonos, esperando y deseando que nadie se olvide de ella, pues si algún día eso sucede, ella se nos irá irremediablemente. Yo creo en eso … Quiero creer en eso. Es la única manera de seguir vivo, de seguir creyendo. Nada es lo mismo sin Selena. Yo sólo espero que algún día Dios, el mundo, la humanidad, lo que sea, hagan algo por el sueño de ella, por la felicidad de los que la supieron querer. Yo sólo quiero que alguien se apiade de los sueños de una mujer tan joven, tan talentosa, tan emprendedora, tan honesta. Yo sólo quiero que la vida, mi vida tenga un sentido con su felicidad…

(Sobran las palabras, sobran los comentarios. Cuando leo el testimonio de Santiago me pongo a llorar irremediablemente. Lloro por lo que le pasa a él que es lo mismo que lo que me pasa a mí. Lloro porque Selena no está. Lloro porque lo que ella representa se lo llevo ese viento de furia y de maldad. Y lloro porque jamás, jamás podré ser feliz si no está Selena. Sólo ver feliz a Selena devolverá la sonrisa a mi rostro…)

Yo sólo te escribo, Selena, para que sigas viva en mi corazón. Yo sólo te recuerdo, Selena, para poder seguir sintiéndome vivo esperanzado con que tú vuelvas a mí…

Te quiere con toda el Alma…

Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)