Monterrey volverá a sonreír contigo, Selena…


Recorría las calles de Monterrey y no lo podía creer … Me pregunté cómo habíamos llegado a esto, qué hicimos mal, si nos merecíamos estar en esta situación, qué fue lo que desencadenó esta ola de locura, de destrucción, de desamor. Estábamos a mediados del siglo XXI en el que se suponía que deberíamos estar en un mundo de avanzada, con seres humanos con mentes cada vez más desarrolladas y concientizadas en hacer una convivencia mejor, un planeta mejor y cuidado cuyos habitantes hubieran desarrollado nuevas tecnologías que les dieran mayores y mejores herramientas para que se viviera mejor, que estuvieran bien alimentados, desarrollados espiritualmente y, sobre todo, en paz … Todo eso parecía una quimera, un sinsentido, una sinrazón. Es como si en todo este tiempo cada habitante del planeta se hubiese contagiado de un virus de violencia y luego de un tiempo todos el mundo estuviera contaminado … Un planeta contaminado en el que cada uno estaría dispuesto a destruir y a autodestruirse … Cuando veo la realidad de mi ciudad recuerdo aquella película llamada “En la boca del miedo (al borde de la locura)”, de un tal John Carpenter, en el que los habitantes del planeta se hacían fanáticos de un escritor llamado Suther Kane, pero que cada vez que leían uno de sus libros se hacían cada vez más violentos, intolerables e irascibles. Se hacían tan violentos que no sólo se lastimaban y hasta mataban … también se autodestruían y autoflagelaban. Nadie sabía por qué lo hacían pero no podían evitar hacerlo. Tampoco sabían para qué lo hacían, por qué el fanatismo los llevaba a eso, arrastrados por una fuerza irresistible. En un punto sabían que iban camino a la extinción pero nadie se planteaba la posibilidad de poder y querer cambiar lo que estaba pasando … Recordaba que la trama de la película eran aun más compleja y enrevesada, pero poco importaba en este caso. Yo recordaba esa película pues veía lo que pasaba a mi alrededor ... Gente gritando, gente llorando, gente matando, fuego provocados por llantas quemadas en el medio de las calles …. Un clima de violencia inusitada hacía que todo estuviera ausente, que nada tuviera sentido, que el ser humano estuviera perdido y en su lugar una horda de gente encapuchada yendo de un lado para otro patrullando, asegurándose de que todo estuviera “en orden”, entendiendo por orden que tal cual grupo controlara su espacio, su cuota de poder en la ciudad … Todo era triste … Recorría las calles sola en el medio de unas de las avenidas más importantes de la ciudad mientras una leve llovizna golpeaba sobre mi cara con la misma molestia que me podía causar que me cayeran gotas de agua de una canilla en forma constante y sonante cada segundo. Era como estar en un viejo paseo familiar de los domingos pero con la sutil y siniestra diferencia de que aquí no había sol, no había alegría, no había niños jugando, no había madres, no había familia … Había lluvia, había tristeza, había odio, había necesidad de poder, entendiendo poder lograr controlar su calle a punta de pistola. Seguía caminando y me preguntaba dónde estaba la música, dónde estaban los colores, dónde estaba la esperanza. Miraba a mi alrededor y sólo veía gente sin rumbo, sin esperanza, sin sueños, sin expectativa, resignados a su suerte, resignados a la muerte … Miraba y meneaba la cabeza. No podía creer que hubiésemos llegado a esto y nada nos rebelara, nada nos hiciera reaccionar frente a tanta barbarie y autodestrucción. Parecía ser la única que lo estaba pensando. Parecía ser la única persona que se resistía a morir en la resignación. Parecía ser la única persona que estaba pensando…

De pronto me detengo en una de las tantas inscripciones que había en las paredes de las calles. No por la inscripción en sí, que era una de las tantas que había en estos tiempos llenos de odio y de resentimiento, sino por una suerte de poster ajado y ya viejo que estaba debajo de esa inscripción y que por esos milagros de la vida permanecía allí pegado a la pared y resistiendo al tiempo, a las peleas, al desamor, a la discordia. No podía distinguir muy bien de qué se trataba, pero había algo en él que me atraía y me intrigaba. Estaba a unos metros de él y aun así tuve que esperar mucho tiempo para decidirme. Así son los tiempos actuales. Dar un paso puede decidir tu propio destino, y el sólo animarme a ir hacia una pared podía provocar que un grupo de violentos me dijera qué hacía allí y me interrogara al respecto. Cuando me fui acercando empecé a sentirme contrariada y a la vez emocionada, pues la que estaba allí era alguien a quien esta ciudad supe querer bien y admirarla. Recuerdo lo lindo que hablaban de ella mi abuela, mis padres, mis tías, toda mi familia. La querían todos. Tanto era así que muchas niñas eran bautizadas como “Selena” gracias a sus padres que adoptaban su nombre en una forma de agradecerle, tributarla y recordarla. Recuerdo haberme quedado yo misma fascinada al escucharla y ver algunos de sus conciertos ... Me acerqué más a la pared y pude comprobar que era un muy viejo poster que anunciaba uno de sus conciertos en la Feria de Monterrey allá por 1994. Era increíble … ¡¡Había pasado tanto tiempo!! .... Era aun más increíble que estuviera allí resistiendo el paso del tiempo y la locura en la que habíamos entrado sin saber por qué. Ver a Selena en ese poster, con su eterna sonrisa, con su encanto, con su figura, con su optimismo, con su juventud, con sus ganas de vivir, con un futuro que sólo presagiaba alegría y optimismo contrastaba con lo que había a mi alrededor, en el que se veía todo color ocre, con olor a destrucción, con gente gritando de dolor y de odio, sin futuro y sin más ganas de vivir. Llegué a él y cuando lo pude apreciar sólo me puse a llorar por un largo rato. Como en tantas otras oportunidades, el sólo recordar a Selena, saber lo que era y lo que representaba, y recordar fundamentalmente su insólito final, no hacían más que uno tuviera que llorar … por ella … por nosotros ... Recuerdo que mi abuela solía decirme que nadie podía entender esa tragedia. Todo era dolor, asombro, enojo y llanto en ese entonces ...Como ahora … Mi abuela solía decirme que Selena era alguien como ellos, ni más ni menos. Que Selena los representaba fundamentalmente porque ella era una mujer humilde, de condición muy precaria y que si había llegado a ser alguien en la vida era por su trabajo, por su esfuerzo, por su tenacidad, por su fe, por su talento, por su gracia, por su bondad. Mi abuela decía que todos estaban contentos por su suerte, pues nadie se merecía mejor destino que ella. Muchas veces los artistas, por sus propias características, carácter, personalidad y por lo que ellos mismos cantan u ofrecen, provocan amores y odios, adhesiones o rechazos. Mi abuela se quedaba fascinada al contarme que Selena nada de eso provocaba, pues todo el mundo la admiraba, todo el mundo la quería, todo el mundo veía en ella una encantadora mujer. Al contrario de cualquier otra artista, ella no generaba que nadie la rechazara, que alguien deseara que le fuera mal, que alguien gozara de algún fracaso suyo. Mi abuela solía contarme que cuando ella empezó a dar cuenta de ella le gustó de inmediato, pero creyó que era mexicana como todos ellos. Cuando supo que era de Corpus Christi, Texas, temió por ella. Allí se dio cuenta de algún acento raro que advirtió en su canto y al oírla en alguna entrevista radial. Ella pensó que el mexicano podría darle la espalda a alguien de ascendencia mexicana que se había ido al otro lado del Río Blanco y que había adoptado las costumbres de los “gringos” al punto de ni saber la lengua de sus ancestros. Pensó que por allí a Selena le pasaría lo que a tantos otros, que fracasaría, que la recibirían con indiferencia, que hasta la abuchearían en cuanto la vieran con su precario español. Mi abuela solía decirme brillándole los ojos que tal era su angustia, su preocupación y su ansiedad que la fue a ver en aquella primera presentación multitudinaria y mítica en esta ciudad, mítica porque se habían dicho muchas cosas de aquel concierto, algunas buenas y otras malas. Las buenas siempre decían que Selena había metido ella sola más de 100.000 personas, lo que provocó todo un revuelo en la ciudad. Las malas era que fue un concierto multitudinario, mal organizado, que hizo que la gente se impacientara por el retardo de la salida de los artistas, al punto que cuando Selena salió a cantar la gente arrojaba al escenario toda clase de objetos, sobre todo latas de cerveza, y que ella se había asustado mucho, pues no sabía cómo manejarse en un terreno casi desconocido para ella, casi como la lengua en la que se hablaba aquí … “No, mi niña -decía mi abuela-. No ocurrió tal cosa. Estoy de acuerdo en que todo estaba mal organizado, fundamentalmente porque nadie preveía tanta cantidad de gente en el concierto al aire libre, y menos aún que Selena fuera una de las más requeridas. Entonces sucedió lo que no debía pasar si estaba bien organizado. Cada grupo tenía estipulado un tiempo para tocar. Estaba tocando uno de esos grupos, pero a la gente no le gustaba mucho, por lo que, sabiendo que la próxima a salir era Selena, comenzó a pedir por ella. El público estuvo mal, pues era mejor esperar a Selena escuchando respetuosamente al grupo anterior. Pero la ansiedad pudo más. La gente sólo gritaba ‘¡¡Selena, Selena!! ¡¡Te queremos a ti!! ¡¡Sube ya!!’ Yo no sabía qué hacer. Yo también quería que entrara Selena, pero no quería que se despreciara al público anterior. Lo cierto es que como nadie sabía cómo controlar la situación, la gente comenzó a desesperarse y a exigir a Selena que saliera al escenario. Hubo parte de la organización que le pareció lo mejor y Selena salió antes de tiempo, lo que provocó la algarabía de la gente pero la ira del conductor del concierto, Jesús Soltero, que increpó a Selena y a su grupo por no haber respetado los tiempos de los artistas. Era cierto lo que él decía como que también era cierto que no correspondía semejante destrato a Selena. ¡¡Ella no tenía nada que ver!! Ella jamás hubiese hecho algo que provocara el malestar de alguien. Ella sólo salió porque alguien le dijo que lo hiciera para calmar a esa gente y para salvar a los chicos del grupo anterior. ¡¡Pobre Selena!! Con el tiempo nos dimos cuenta de que siempre estaba allí donde se le pedía, desde muy chica, y nunca tuvo oportunidad de decir que no. No sabía decir que no, sobre todo si sabía que si se negaba a algo por allí alguien quedaría lastimado, mal y frustrado. Y Selena siempre sentía culpa, culpa de fallar, culpa de ofender, culpa de que por hacer algo no la quisieran, culpa por no cumplir con las expectativas de los demás. ¡¡Pobre, Selena!! … ¡¡Hizo tanto por tanta gente!! …. Tanto por tanto Amor ... ¡¡Pobre, Selena!! Ella era humilde, honesta, respetuosa, una mujer llena de Amor. ¡¡Pobre, Selena!! Hizo tanto por todos y por tener su oportunidad de llegar a hacer lo que ella quería en cuanto fuera famosa, popular y querida. Y cuando todo lo estaba cumpliendo, cuando todo se le daba con nobles armas, con cariño y respeto, alguien lleno de odio, de rencor y de frustración le quitó todo, todo lo que a ella y a su familia le costaron años y años ... Ya ves, mi niña ... Parece que es más fácil odiar que amar. Parece más fácil herir que dar cariño. Cuando recibimos la noticia, no lo podía creer … No lo quería creer. Cuando era inevitable dar cuenta de esa triste y densa realidad, sólo pude llorar, llorar por días, por meses, por años. Sé que el tiempo pasa y cura las heridas. Sé que el tiempo nos hace seguir con nuestras vidas a pesar de todo. Yo volví a sonreír, volví a Amar, volví a vivir. Lo tuve que hacer pues tuve que consolar a mi hija, que hacía unos años se había hecho fan de Selena gracias a mí, que la conocía desde que era muy pequeña y cantaba por los pueblos yendo a ellos en un bus. Pero desde aquel nefasto 31 de marzo nada fue lo mismo. Es como salir de nuevo a la vida sin un brazo, sin una pierna, sin el corazón. Vivir sin Selena era vivir ya sin mucha esperanza, sin mucha alegría, sin un futuro posible. Creeme, mi hija … Selena era todo para nosotros. En mis tiempos todavía se pensaba en un mundo posible, en un futuro mejor. Se pensaba que con trabajo, esfuerzo, honestidad, humildad y Amor todo se podía, se hiciera aquí o del otro lado del Río Bravo … Y Selena encarnaba todo ello que nosotros soñábamos y pensábamos. Por eso la acompañábamos, por eso la alentábamos, por eso la queríamos tanto. Selena no era para nosotros sólo una encantadora cantante que entonaba lindas y divertidas canciones ... No .... Selena no era sólo eso. Selena era nuestra esperanza, nuestro futuro, era el camino de lo posible. Cuando ella se fue, pero por sobre todo del modo en el que se fue, todos nos sentimos morir un poquito. A esa mujer que le quitó todo no la pude nombrar jamás. Su nombre para mí era una mala palabra. Al principio, busqué querer saber qué diría, que explicaciones podía dar. Pensé que dentro de su inexplicable actitud, había algo que lo haría entendible todo. Pensé que algo de humano había en esa persona. Me equivoqué. Me equivoqué como tantos otros. ¡¡Esa mujer es un monstruo!! Decir que está loca de remate es quedarse corto. Muy corto. De última, hubiese preferido que estuviera alterada mentalmente, pues al menos hubiese pensado que no estaba en sus cabales para hacer esa atrocidad. Pero no, mi niña, ella sabía lo que hacía ... Todo fue premeditado. Todo fue pensado de antemano. Lo hizo sabiendo lo que hacía. ¡¡Y la mató, mi niña, la mató, la mató con la frialdad de una psicópata!! ¡¡La mató con un odio y con una saña que aún me cuesta creer!! ¿Entiendes ahora todo? ¿Comprendes por qué aun con el paso del tiempo aún la lloramos? ¿Puedes entender que aunque nos lo digan y nosotros queramos no podemos recordarla sólo con alegría? Creeme que esa horrenda mujer no sólo le disparó a Selena. También nos disparó a todos nosotros. Nadie de nosotros fue el mismo. Nos quitaron parte de nuestro corazón, parte de nuestra Alma. No sólo nos quitaron un futuro posible con Amor. Nos quitaron lo más lindo y puro que teníamos del modo más violento, absurdo e intolerable. Desde aquel día comencé a ver que las miradas de la gente ya no eran las mismas, empezando con observar la de mi propia hija, tu madre”, dijo mi abuela y se excusó para llorar un largo rato a solas…

Recordaba esas palabras, esos gestos, ese llanto de mi abuela, y yo también me puse a llorar, fundamentalmente viendo lo que era Monterrey y todo el mundo 60 años después. ¿Dónde está aquel mundo, dónde está mi Monterrey querido lleno de Amor y lleno de vida? Creo que todo se empezó a perder cuando escuchaba a mi madre hablar de Selena. Ella era un adolescente cuando pasó todo. Desde niña la quiso en buena parte por todo lo que le había contado su madre, mi abuela, pero también por lo que ella vivenció con Selena. Mi abuela había vivido toda la etapa previa de Selena, de esa Selena pequeña que iba de pueblo en pueblo a dar sus conciertos. Así se había ganado la fama Selena: por lo que comentaban de ella la gente que la había ido a ver en algún pequeño pueblo de Estados Unidos o en alguna que otra ocasión en la que había ido a México de la mano de Johnny Canales y su show. Mi abuela la había visto por televisión cuando Selena fuera parte de un concierto hecho en Matamorros y se había encantado con su forma tan particular de cantar “La Bamba”. Para las épocas de mi abuela, y sólo si se vivía por el norte de México, a Selena se la conocía por lo que comentaba de ella la gente que la había visto en algún pueblo y, como mucho, en los programas de televisión, como los de Johnny Canales, que por suerte había tenido la buena idea de hacer un programa de televisión en el que mostraba en vivo a artistas a quienes la gente conocía como mucho por radio. Para mi abuela, y para todo Monterrey, a Selena se la llamaba tal cual ella pronunciaba su propio nombre, “Selina”, a diferencia de lo que ocurría en el resto de México. Es que en Monterrey a Selena se la conoció por su fama en Texas y todos escuchaban que ella se hacía llamar “Selina” sin siquiera saberse cómo se escribía. Todos escucharon su nombre antes de verla. Y su fama en esas tierras provocó una sensación aquí, y a su vez la sensación que generó aquí aumentó su fama en Texas, en un suerte de rebote permanente, en un fenómeno que en cuanto echó a andar fue una fuerza incontenible que no terminó más, que no tuvo nunca un detenimiento. Selena comenzó a ser una sensación, una artista famosa y de moda, un ejemplo para la juventud, un modelo a seguir para todos los niños y adolescentes que empezaban a conocer a Selena en una edad en la que comenzaban a interesarse por la música. Mi madre fue una de ellas. Al principio escuchaba a Selena por mi abuela, pero no se había interesado mucho. Pero ya siendo casi una adolescente, y cuando escuchó “Baila esta cumbia”, comenzó a interesarse más por ella. Coincidía esa época con sus primeras salidas, con sus primeros bailes, con sus primeros amores. Notó también que todas sus amigas estaban fascinadas por Selena como ella. También estaban las que les atraía los muchachos del grupo, como Chris, y muchos tardaron en enterarse de que él era el flamante esposo de Selena. Pero muchas lo sabían y no les importaba, fundamentalmente porque Selena no era celosa y permitía que muchas fanáticas lo saludaran tanto a él como a cualquiera del grupo. Mi madre siempre decía que Selena y Los Dinos era un grupo muy unido en el que no había egos. Selena podía ser la principal artista y la persona más querida y admirada, pero ella siempre transmitía la idea de que no quería que sólo la quisieran a ella, sino que ese cariño también se lo expresaran a sus músicos. Ella siempre decía que eran muy unidos, que no concebían la idea de triunfar si no estaban todos con ella y en buena forma. Además, la banda hacía algo que era toda una novedad, que era fomentar a cantantes tan importantes para el grupo como Pete Astudillo o Freddie Correa para que luego tuvieran éxito en sus carreras solistas. Mi madre decía que para ella era toda una novedad que el grupo fomentara talentos para que luego los desarrollara en otros ámbitos, siendo que eran parte importante de Los Dinos. Eso demostraba la solidaridad y el deseo de que todos dieran lo mejor para el desarrollo individual de cada uno y para el progreso del grupo. Mi madre me comentaba que eso era lo que más generaba que cada integrante del grupo diera todo de sí por Selena. Si a ella le iba bien, a todos les iba bien. Además, el encanto, la gracia, el espíritu y la personalidad de Selena hacían que nadie buscara discordias ni se avocara a proyectos y réditos individuales. Todos estaban muy a gusto de pertenecer al grupo y aun si se daba el caso de que se fueran de él, no dejaban de formar parte del proyecto y de colaborar para con el objetivo final de Selena, que era convertirse en la mejor y más exitosa cantante internacional. Mi madre me decía: “Creeme, mi hija. Ella no tenía límite. Aquí hizo furor con ‘La carcacha’, más allá de que su otro gran éxito fue con ‘Como la Flor’, pero esa canción fue número uno absoluto en Estados Unidos, y digamos que en general en todo el mundo hispano también, pero en Monterrey ‘La carcacha’ fue ‘el’ tema, la canción que más causó impacto. Yo allí me hice fanática. Quise averiguar todo de ella hasta que supe que tenía desde hacía poquito tiempo un club de fans y me suscribí a él. Allí recibí toda clase de cosas de Selena ... Un día me enteré de que ella vendría aquí a grabar su primer video con el tema ‘La carcacha’. Me sorprendí porque yo hubiese creído que lo haría con ‘Como la Flor’ o con ‘Baila esta cumbia’. Pero no fue así, ¡¡y por suerte!! Con un grupo de amigas empezamos a averiguar dónde estaría ella. Fuimos incluso a la casa que tenía la disquera Emi en la ciudad de Monterrey y pedimos por favor casi de rodillas que nos dijeran dónde estaría Selena. La mujer que nos atendió, también fanática de Selena, nos pidió silencio y llamó a la central de Emi en México, ubicada en el DF, y como quien no quiere la cosa preguntó dónde estaría Selena, con la excusa de que algún directivo de allí necesitaba saberlo por una cuestión de organización. Mario, directivo de Emi México, le dijo con amabilidad que no lo engañara, que seguramente si le preguntaba era porque ella misma quería ir y le dio la dirección a las carcajadas. En cuanto la secretaria colgó, nos pasó el dato y nos dijo. ‘Tomen. Selena graba mañana. Las espero al mediodía en ese lugar y yo las hago entrar. Pero no entren sin mí pues si se enteran ¡¡me despedirán y a ustedes las echarán!!’. Nosotros aceptamos en silencio, ¡¡y con los ojos llenos de júbilo y expectativa!! Al otro día fuimos y no lo podíamos creer. Era un estudio terriblemente caluroso. Casi no se podía respirar. No había aire acondicionado y todo se hacía muy tedioso pues entre el calor y las innumerables tomas del video hacían de ese trabajo algo muy extenuante. Aun así todos ponían su mejor voluntad. Y si bien lo tenían que hacer pues era su primer video y su gran oportunidad, era muy difícil trabajar en esas condiciones y con la mejor predisposición. En el medio de todo ello, nosotras estábamos ansiosas por pedirle un autógrafo de Selena. Yo tenía posters, gorritos, remeras, toda clase de souvenirs para que ella y toda la banda me lo firmaran. La secretaria que nos ayudó a entrar trataba de calmarnos y quería esperar al final del video para hacerlo, hasta que en un momento una persona muy amable se nos acercó para saber quiénes éramos y qué deseábamos. Luego supe que era el mismísimos José Behar, presidente de la Emi Latin. En cuanto nos vio y notó nuestras caras de ansiedad, se sonrió y nos dijo que esperáramos. En un parate se acercó a Selena y le dijo algo mientras señalaba al lugar en el que estábamos nosotras. Selena levantó la vista, se hizo viseras con los ojos y miró para nuestro lugar. En cuanto nos vio, se sonrió y gritó con su precario español: ‘¡¡Hey, ustedes!! ¿Qué hacen paradas allí? Vengan rápido, si no, no les doy los doritos que le robé a mi hermana!!’, dijo mientras reía a carcajadas. Nosotras salimos corriendo hacia ella y, para mi asombro, la secretaria misma salió gritando también. Selena nos recibió a todas, saludó a cada una por su nombre, me llamó la atención que antes que le dijéramos algo, ella se preocupaba por saber algo de nosotras y de tener siempre un lindo comentario sobre lo que llevábamos puesto, por lo que estábamos estudiando o por algo de nuestra ciudad. Yo estaba sorprendida de que Selena tuviera tanta buena predisposición hacia gente que aunque fuera sus admiradores, no conocía, máxime con un ambiente tan caluroso como en ese estudio, y con el cansancio y fastidio que provocaba hacer un video. Era increíble ver que Selena no se despidió de nosotras hasta que no estuviéramos totalmente satisfechas. No podía creer que ella estuviera más preocupada por dejarnos contentas y satisfechas que nosotras mismas. Yo nunca visto a nadie así”, me dijo mi madre toda emocionada ... “Yo viví la época más linda de Selena. Compartíamos con ella los éxitos y el avance de Selena hacia la consagración mundial. Sus conciertos eran cada vez más multitudinarios. Cuando vi allá por 1993 uno de aquellos conciertos presentados por Jesús Soltero, no pude evitar pensar en lo que me decía mi madre respecto de la primera presentación de Selena y me dije ‘¡¡Las vueltas de la vida!!’. Y allí di cuenta de cómo las cosas habían cambiado y evolucionado en sólo 1 año. Luego fue sólo disfrutar lo que sucedía a uno y otro lado del Río Bravo. Ya para cuando la banda sacó el disco ‘Live’ con su nuevo sencillo ‘La llamada’, Selena era una sensación mundial y ya no lucía como una artista regional mexicana o texana. Selena ya lucía como una artista internacional. Me encantaba verla en el video ‘La llamada’. Se la veía distinta, más linda, más moderna. Y su cara diciendo ‘canalla’ ante las cámaras denotaba una naturalidad pocas veces vista y muy creíble en un artista. Eso era lo bueno de Selena. Que uno le creía cuando la escuchaba, cuando actuaba, cuando cantaba. Creo que no había diferencia entre lo que ella era y cómo Selena se presentaba ante los medios. Ella era auténtica, creíble, querible. Era una de los nuestros. Su éxito era nuestro éxito. Cuando ganó el Grammy no me sorprendió, pero no lo podía creer. Ella sólo tenía 22 años y ganaba un premio que en ese momento para un latino era muy difícil de ganar. Incluso creo que en aquel momento no se lo valoró tanto entre los grandes medios, fundamentalmente porque para éstos justamente comenzó a ser considerada importante no sólo por este premio que le daba renombre sino por el éxito de su disco ‘Amor prohibido’, que le dio una popularidad impresionante. ¡¡Estaba tan contenta!! … Contenta por ella ... Se le estaba dando todo y ella seguía siendo tan humilde, tan espontánea, tan risueña … El disco ‘Amor prohibido’ fue lejos lo más grande que hizo Selena. Todos eran éxitos, todas eran lindas canciones, todos los temas eran francamente sorprendentes y modernos. Cuando escuché el tema ‘Ya no’ no entendía nada. Apenas escuché la guitarra rockera de Chris me quedé mirando incrédula mi aparato reproductor de cds. ‘¿Es Selena?’, me dije. ¡¡Y lo era!! El tema me encantó, aun siendo tan raro escuchar a Selena en este tipo de canciones. Me encantaba que la canción estuviera al término del disco, pero me daba una sensación rara el final del tema .... Era lindo pero me generaba angustia … No sé por qué. Como si fuera una premonición, sentía que Selena se me iba, se me iba inexorablemente y yo no podía hacer nada … hasta que viniera el próximo disco … disco que nunca hubo, salvo que se cuente ‘Dreaming of you’, que aunque supiera que era sin duda de ella, yo no lo podía contar como el siguiente disco, porque Selena ya no estaba, porque no era el verdadero disco que iba a hacer … Pero mientras Selena estuvo, fue una sensación todo, fue un hermoso sueño, fue una alegría convivir con ella lo estaba sucediendo. Los conciertos en la Feria en 1994 fueron increíbles, alucinantes, multitudinarios. Pero si me tengo que quedar con alguno de ellos, es con los últimos que dio en esta ciudad, los conciertos del Far West Rodeo, fundamentalmente los de Selena vestida de azul. ¡¡Selena estaba tan linda!! … Era una artista ya madura, ya consolidada. Nadie la podía detener. Yo iba a ir a todas sus presentaciones, pero al final fui a una. Pensé: ‘Total … Ya habrá otros conciertos el año entrante, y quién sabe si no vendrá con nuevo material para ese entonces” … Me quedé esperándola con las manos vacías ... Me quedé esperándola para siempre. Aprendí a que no debía dejar para el otro día lo que podía hacer hoy, que debía disfrutar todo, que lo que tengo hoy tal vez no lo tenga mañana, que hoy estoy y tal vez mañana no estaré. Hasta que a Selena le ocurrió lo que le ocurrió yo no pensaba en el futuro … Para mí el futuro era el presente. Yo era feliz y mi felicidad la compartía con Selena. Un día me enteré que alguien le quitó lo más valioso a Selena y con ello nos quitó lo más hermoso a todos nosotros. Ese día volvía del colegio y vino mi madre a abrazarme llorando para darme la mala nueva. Yo no podía reaccionar ... No quería reaccionar. Recuerdo a mi madre llorando y yo en silencio mirando la nada. Estuve un día en el que no hablaba y casi no comía. Mi madre comenzó a preocuparse. En un momento, tal vez dando cuenta de lo que podía aliviarme de tanto dolor, me dijo: ‘¿Quieres que vayamos a Corpus Christ a despedirnos de ella?’. Yo asentí con un movimiento de cabeza. Todo el trayecto hacia la ciudad fue en el más absoluto silencio. Ya mi madre ni insistió en preguntarme si estaba bien, en pedirme que le hablara. Tal vez esperó pacientemente que me expresara una vez que estuviera allí. Y su sabiduría de madre no falló. Llegamos a Corpus Christi, hicimos la fila, escuchaba sin inmutarme el llanto de la gente y los gritos, miraba a todos los admiradores como yo con los rostros desencajados …Cuando llegué al lugar en el que estaba ella, no aguanté más .... Recién allí tuve que admitir lo que no quería admitir … Que ella se nos había ido … Rompí en llantos, grite: ‘¡¡Selena, Selena!! ¡¡No te vayas!! ¡¡No nos abandones!!’. Me tiré al piso. No me quería ir. Me quería morir. Quería irme con ella. No lo podía creer. No podía entender que alguien le hiciera algo semejante. Odié a esa persona que le había hecho tanto daño. La odié para siempre. La odio ahora. No puedo dejar de odiarla, sobre todo cuando la escuché después, defendiéndose de lo indefendible, diciendo que no quería hacer lo que efectivamente hizo ... Luego, en mi desesperación, y aferrándome a una última esperanza inútil, fui una de las tantas que exigió al padre de Selena que nos la dejara ver. Quise creer que todo era una mentira, que nada era cierto, que todo era un truco publicitario, que quién sabe que había detrás de esa mentira ... Quizá la habían secuestrado, quizá se había ido de viaje de incógnito … Finalmente nos anoticiaron de que el padre de Selena había abierto el cajón. Yo fui a verlo, esta vez con miedo. ¿Y si al final era cierto? Cuando me acerqué … Me arrepentí toda mi vida haber dado ese mal paso … Jamás me olvidaré de esa imagen. Muchos decían que lucía tranquila, que descansaba en paz … No era así ... ¡¡No era para nada así!! Ella estaba seria, muy seria. Estaba segura de que estaba enojada. Se nos fue enojada e indignada. Se nos fue no comprendiendo tanta mentira, tanto engaño, semejante traición. Me imaginaba la escena y no podía dejar de llorar. Luego me recompuse y me llamé a silencio nuevamente. No pude dejar de sentir odio y rencor. No me alcanzaba que a esa pérfida mujer la condenaran de por vida. Si por mí fuera que se pudriera para siempre en la cárcel o, mejor, que la dejaran libre pero que pasara al lado nuestro, a ver si se animaba a decir las cosas que dijo después ... Lo que más me indignó era lo que dijo de Selena luego y durante tanto tiempo. Lo que más me resultó incomprensible era que la dejaran seguir hablando … Cada palabra, cada calumnia suya era un disparo más. Un disparo a ella, un disparo a nosotros. Nunca pude ser la misma, porque la partida de Selena nos quitó todo a nosotros. Si a ella que era la Reina, la estrella, el ejemplo, uno de los nuestros, nuestra propia esperanza, le pasaba semejante afrenta, ¿qué nos quedaba para nosotros? El sueño se había terminado. Yo no podía esperar nada de este mundo cruel. Podía ser feliz, podía sonreír otra vez, podía tener mi propia familia, pero jamás podía llegar a ser enteramente feliz sabiendo que Selena no tuvo la oportunidad que tuve yo. Ella se merecía todo … y el mundo le dio semejante cachetada .... Si hubiese tenido la oportunidad, hubiese sacrificado mi vida para que ella viviera la suya. Yo sé que con ella presente las cosas hubiesen sido distintas. Yo sé que es una locura. Yo sé que es una quimera .... Pero también sé que el mundo sería mucho mejor si Selena estuviera entre nosotros…”, terminó de decir mi madre y rompió en llantos de impotencia…

…Me quedé largo tiempo mirando ese afiche y recordaba cada una de las palabras de mi madre y de mi abuela. Lamentablemente yo no conocí a Selena. Yo pertenecía a esa generación en la que Selena comenzaba a ser algo presente y lejano, más cercano a la leyenda, al mito, a esa imagen que se buscó que quedara perpetuada en el tiempo, a sabiendas de que ya nada se podía hacer por Selena, de que ya Selena no volvería a pesar de tantos ruegos. Para mí la mejor representación de lo que sucedió con Selena tanto con su vida como con su remembranza fue la canción “Fotos y recuerdos”. Cada día que pasaba, su imagen, sus fotos, sus recuerdos, las palabras, las imágenes, todo lo que aún quedaba en la memoria de la gente se iban poniendo de color amarillo, llenos de polvo y cada vez más alejados de la realidad de todos nosotros. Cada vez que recordaba esa canción, la escuchaba o la cantaba, se me estremecía la piel pues su contenido era de la más absoluta premonición, era el relato de lo que haríamos nosotros cuando se fuera ella. Recuerdo una vez siendo chiquita salir corriendo a llorar al baño cuando vi a Selena en una página de Internet cantando esa canción en marzo de 1995 en el programa “Padrísimo”. Se la veía tan linda, tan jovial, tan exitosa, tan feliz, tan segura … “Y todo lo que me queda de tu Amor, ¡¡sólo fotos y recuerdos!!”, cantaba Selena y uno no podía dejar de estremecerse y caer en la más absoluta tristeza. Yo crecí cuando ya se hablaba de otros artistas y sólo se acordaban de Selena en un aniversario o cuando alguien hacía una nueva versión de alguna de sus canciones. Yo crecí viendo a la asesina dando una imagen más que lamentable y odiosa. Siempre entendí en su momento que esa mujer generara en la gente una gran expectativa por lo que “iba a revelar”, porque iba a romper el silencio para decir lo que pasó ese día. Luego todos dieron cuenta de que nada raro y espectacular había detrás de su acto. Que en realidad sólo se trató de un enfrentamiento entre dos personas: el padre de Selena y esa pérfida mujer. Y cuando ella supo que perdería en esa partida decidió que nadie saldría vencedor y que jamás ella “aguantaría bien su derrota”. Y así decidió eliminar a lo más preciado, a lo que ella decía que quería “con toda el Alma” para no quedarse afuera de la fiesta. Y siempre intuí que ella lo había planificado todo, tal como me lo dijo después mi abuela. Con el tiempo el padre de Selena lo había admitido y hasta hizo un especial para dar una explicación a algo que todos los fans de Selena buscaban y no hallaban: saber lo que pasó aquel día. Mi abuela y mi madre nunca lo pudieron ni asimilar ni entender. Como todos, nunca encontraron una explicación a por qué Selena fue a verla y por qué fue a acompañarla al hospital y luego volvió para discutir vaya a saber qué y a devolver el anillo. Siempre mi madre me decía: “Nunca lo soltó, mi hija. ¡¡Nunca lo soltó!! Ni aún corriendo, ni aún malherida, ni aun cayendo, ni aun trasladada al hospital soltó ese anillo. Sólo fue cuando ya no tuvo más fuerzas. Pero dime: ¿Por qué no lo soltó nunca? ¿Qué significado tenía para ella? ¿Se lo pensaba devolver a esa pérfida mujer? Y si era así, ¿para qué corrió hacia el lobby del motel aferrada a ese anillo como si aunque fuera por un instante constituyera lo más importante del mundo retenerlo? ¿Qué importancia tenía el anillo? ¿Por qué no quiso esperar para devolverlo y luego se lo quedó ella hasta que no pudo más? ¿Por qué si, según el padre de Selena, esa horrible mujer les robaba, no la denunció? ¿Por qué no hizo públicas sus acusaciones a esa ladrona? ¿Por qué no la despidió habiendo podido hacerlo? ¿Por qué no se imaginó que esa mujer podría tomar represalias con Selena si su padre le insistía en que se alejara de la vida de su hija? ¿Por qué no sospecharon nada, no intuyeron nada, por qué no llamaron a Selena aquel nefasto día?” … Esas preguntas atormentaban en su momento a mi madre y a mi abuela. Yo crecí con Selena presente en todo momento pero sólo presente en mi casa. Fuera de ella veía a un mundo cada vez más alejado, cada vez más individualista, cada vez más intolerante, cada vez más violento. Empecé a notar que, más allá de lo que me habían contado mi abuela y mi madre sobre Selena, su partida de este mundo dejó una estela de odio, de rencor y de resentimiento que nunca acabaron, que nunca cesaron. Que la gente nunca superó la partida de Selena y que eso fue el caldo de cultivo para lo que se vendría después. Empezaba a notar que, conforme pasaba el tiempo, Selena se nos iba alejando cada vez más y su Amor se nos perdía inexorablemente .... No era justo. ¡¡Vaya que no era justo!! Decidí que había que volver a las fuentes. Que si tal vez todos recordáramos a Selena como ella quería, con Amor, algo cambiaría, aunque sea un poquito … Pero todo comenzaría a ser distinto si se hacía algo. Me propuse volver a poner a Selena en el primer plano. Decidí poner a Selena en su lugar…

Fui a tomar aquel poster medio ajado de la pared. Me pregunté cómo estaba aún allí. Me daba pena tocarlo por miedo a que se rompiera. Estaba un poco resquebrajado por el paso del tiempo pero increíblemente intacto. También me daba tristeza ver tan lindo poster de Selena en el medio de tantas inscripciones llenas de odio y de rencor, y que invitaban a la destrucción. Me parecía increíble que nadie pusiera una palabra encima de esa lámina. Quería pensar que cuando llegaban allí y sabiendo de qué se trataba, no se animaban a arruinar el póster ... No se animaban a lastimar a Selena más de lo que ya le habían hecho. Y si no fuera así, quería pensar que como su propia figura generaba tanta autoridad, no se atreverían a hacer nada. Cuando me agaché, junté mis dedos y procedí a tomar de la punta la lámina muy cuidadosamente, alguien me dijo de atrás: “¡¡Eso no te pertenece!! ¡¡Ni se te ocurra tocarlo!!”. Miré hacia atrás y un joven, muy joven, rodeado de otros dos, me invitó a salir de allí apuntándome con un cuchillo. Yo lo miré incrédula y procedí a hacerle caso incorporándome lentamente desde el piso. Estaba algo resignada, no sabía qué hacer, pero había algo en mí que me impedía dejar ese póster de Selena allí. No podía dejar a Selena sola, una vez más, en el medio de tanta violencia incomprensible. Encaré al joven muchacho y le dije: “¿Tú sabes quién es ella, no? Quiero creer que lo sabes. Pues si lo ignoras, ¡¡olvídate de tu amable pedido!! ¡¡Yo lo voy a tomar y no me importa lo que me digas ni lo que me hagas!!”. Hubo un instante en el que todos nos quedamos quietos y en silencio. Yo estaba determinada. Era hora de ser firme con la irracionalidad. Había que defender a alguien a quien había dado tanto Amor. Ahora que me había dado cuenta de por qué había tanta locura e irracionalidad en mi ciudad, yo iba a dar a conocer ello y a invitar a que volviéramos a ser lo que éramos, a volver a ser felices como cuando estaba Selena. Me di vuelta y con determinación procedí a seguir con mi tarea de sacar ese póster. El joven gritó “¡¡Alto!!” e iba dispuesto a detener mi acción a toda costa. Hasta que uno de sus jefes de atrás le dice: “¡¡Detente tú!! ¡¡Déjala en paz y contéstale la pregunta!! ¿Acaso no sabes quién es esa encantadora mujer?”, le preguntó mientras me miraba guiñándome el ojo, en una actitud ciertamente insólita para mí, máxime porque era la primera vez que esa persona me miraba. El joven titubeó y cuando estaba por decir lo primero que se le viniera a la mente, el mayor se le adelantó, se dirigió al poster, señaló a Selena y le dijo: “Ella era una gran artista y mejor mujer. Un día alguien con la misma violencia, envidia, locura e irracionalidad de hoy en día le quitó la vida del peor modo. La traicionó y ni le dio tiempo para reaccionar y rehacer su vida. No le dio tiempo ni a enojarse con ella … ¿Y sabes? Nadie pudo recuperarse de ello. Todos nos sumimos en la frustración, en el enojo, en el llanto permanente. Fue tanto el dolor que sólo se nos ocurrió canalizarlo con violencia, con la misma violencia de la asesina. Y nos equivocamos. ¡¡Vaya si nos equivocamos!! Creímos que destilando nuestra frustración estaríamos más aliviados. Creíamos que solucionaríamos la violencia con más violencia … ¡¡Y mira a tu alrededor!! ¡¡Mira lo que hemos creado!! Sé que si Selena estuviera todo sería muy, muy diferente … Ella no querría vernos así ... Selena se enojaría o tal vez estaría angustiada … No sé cómo llegamos a esto. Recién ahora lo puedo ver”, dijo y me señaló a mí en forma de agradecimiento … “Pero es hora de aceptar que ella ya no está, pero a la vez es hora de hacerle ver, donde quiera que esté, que lo suyo no fue en vano, que su paso nos dejó una huella. Es hora de dar ese cariño y ese Amor que ella dio sin ninguna condición y al que nosotros no se lo retribuimos nunca … por dolor y por no aceptar nuestro dolor, su dolor … Te pido que saques con cuidado ese póster y se lo des a esa muchacha. Con ella estará en buenas manos…”.

El muchacho fue sacando el póster mientras su jefe y su ayudante lo miraban en silencio. Por alguna razón me puse a llorar mientras el joven sacaba el póster. Tal vez porque di cuenta con ese acto que otra etapa culminaba y otra empezaba, y con ella Selena cada vez parecía más lejana … Tal vez hayan sido las palabras de su jefe. Sonó tan razonable y tan real lo que decía … Había tomado conciencia de a dónde habíamos llegado … Y todo gracias a mí … En realidad todo gracias a Selena. En cuanto el joven tuvo el póster, su jefe se adelantó para tomarlo y se me acercó a mí para dármelo … “Gracias”, le dije. “No hay nada de qué agradecer. Soy yo el que debe dar las gracias y pedirte disculpas. Disculpas por lo que hice hoy, por lo que hice en estos años. Va a ser difícil volver a ser el de antes. Hay que desandar muchos años … Pero bueno … Ya es lindo que hayamos empezado…”, me dijo y se me quedó mirando. Yo me puse a llorar y él me abrazó bien, bien fuerte. “Ya no llores. ¡¡Hazlo por Selena!! Es hora de que su obra esté de nuevo con nosotros. Es hora de volver a encontrar nuestros corazones, ¡¡que son suyos!!”. Estuvimos así por un largo rato … Él también estaba llorando … Más tarde nos recompusimos y nos prometimos que íbamos a hacer todo lo posible para que Monterrey vuelva a tener el Alma de Selena. Antes de despedirnos, él me dijo: “No me has dicho tu nombre. Necesito saberlo para poderte localizarte cuando te necesite otra vez. ¿Cómo te llamas?”. Yo me sonreí …. “Me llamo Selena, igual que mi madre. Igual que mi abuela. ¡¡Igual que nuestra Reina!!”. Nos quedamos riendo por largo rato. Sabía que las cosas iban a cambiar. Sabía que Selena volvería a estar entre nosotros…

(Siempre digo que si las cosas están como están en este mundo es porque Selena no está entre nosotros. Muchas veces me han dicho que estoy loco. Muchas veces piensan que nada de lo que hago por ella tiene sentido. Yo estoy seguro de que cuando algún día vuelva Selena -y de eso estoy seguro-, todo será distinto. Yo sé que el Amor en este mundo volverá de su mano, de su encanto, de su cariño… Yo sé que ella vendrá … Yo sé que Selena debe estar en algún lugar que pronto vamos a encontrar…)

Todo lo que hago, bien o mal, lo hago por ti, Selena…

Simplemente te quiere…





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