Yo me voy, Selena…



Y no aguanté más. No lo soporté. Pensé que podría. Pensé que el paso del tiempo podría calmar el dolor de la pérdida. Pensé acaso que mis nuevas relaciones, mis nuevas amistades, mis nuevos amores, mis nuevas alegrías, el quehacer cotidiano, el sentir la vida cada día me harían olvidarla. Pero no podía … No podía olvidar a Selena. Muchas veces me pregunté: ¿cómo podían los demás? ¿Cómo podían vivir después de haberla visto? ¿Cómo podían seguir sus vidas habiendo estado tan cerca, tan cerca de ella? Yo que la había visto, que había asistido a ese hermoso concierto de uno de los tantos que Selena dio en la Feria de Monterrey en 1994, no podía olvidarla. Jamás pude. Siempre sentí que me habían sacado algo, algo tan vital en mí como el corazón ... No ... Ella era tan joven ... ¡¡Tenía tanto para hacer!! Era verla y verme a mí misma. Sentí como si me hubiesen disparado a mí. Sentí que a mí me habían quitado la vida. Pero peor aún. Esa perversa había hecho que encima tuviera que vivir con ese dolor, con verla a Selena sin vida, sin nada más que ofrecer. Esa perversa no sólo hizo que me quitara la alegría para siempre. Esa malvada hizo que viera una imagen que nunca había querido ver de Selena. Me hizo ver su derrota, mi derrota. Instaló la palabra “muerte” en mi vida. Me quitó todo. Y no contenta con eso, se la pasó en todos estos años riéndose de nosotros, riéndose de los que esperaban de ella una respuesta sensata, razonable, con sentido. Esa perversa me hizo ser desconfiada, vengativa, amarga, esquiva, introvertida. Yo no era así. ¡¡Para nada!! Y todo eso bueno que fui fue gracias a Selena. Ella me hizo vivir mi niñez y mi primera adolescencia con alegría y con esperanza. Selena me transmitía las ganas de vivir, de progresar. Selena me hizo sentir que todo se podía lograr, que todo era posible si uno se lo proponía. Y no es que se me quedó grabada esa sensación porque Selena lo decía cada tanto y después quedaron inmortalizadas esas palabras en cada recuerdo que se le ha hecho cada año, en cada recuerdo en estos insoportables 16 años sin ella. No. Me quedaron grabadas por su actitud, por su ejemplo, por su sonrisa, por su trato, por su amabilidad. Yo no sólo era admiradora de Selena. Yo la quería. La quería mucho. Era mi hermana. Esa hermana que nunca tuve y que hubiese querido tener. La hermana a la que yo podía confiar mis sueños, mis miedos, mi esperanza. Yo no me sentía una fan, no por lo menos en el sentido que se conoce y se piensa que es una fanática. Yo no me volvía loca en el sentido literal del término por cada aparición de ella. Yo no gritaba ante cada canción sin siquiera escucharla. Yo sentía que no había que tener tal o cual actitud para ser una buena admiradora de Selena, y por ende, no me sentía con autoridad como para recriminarle algo a alguien que era fan de Selena, o para decir qué se debía hacer y qué no. Yo sólo sentía un Amor, un cariño muy especial por ella, como no lo había sentido con alguien, como no lo voy a sentir por nadie. Porque Selena es de aquellas pocas personas que uno quiere en la vida y que no siempre uno tiene la posibilidad de conocerla. No es el típico sentimiento hacia algún familiar o hacia alguien que uno conoce por otros a través de las relaciones que uno establece en la vida y con las mayores afinidades que uno logra conseguir que no necesariamente son las ideales o a las que uno aspira. Con Selena había logrado lo que muchas personas no lo logran nunca en sus vidas, que es querer a alguien con el tiempo, después de conocerla de algo muy distinto de los ámbitos de los que uno frecuenta, de los que uno se mueve. No hay nada más hermoso en la vida que vivenciar cómo alguien “desde cero” empieza a querer a otro hasta sentir que es lo más importante de su vida. Eso había sentido por Selena. Sabría que podría ser feliz, podría conocer al hombre de mi vida, casarme, tener hijos, ser exitosa en lo que emprendiera en la vida, viajar, conocer gente, tener amigos entrañables, muchos buenos conocidos estando Selena allí como ejemplo, como guía, viéndola triunfar, viéndola crecer, viendo que alguien como ella desde un lugar tan humilde, tan de abajo, tan desde el más absoluto anonimato, lograba ser querida y admirada por todos. Sabía que con ella sería feliz para siempre. Desde aquel nefasto 31 de marzo, desde aquel día en el que la pérfida logró lo que quería, sé que ya no seré feliz enteramente nunca, y que siempre me perseguirá esa pesadilla, esa misma pesadilla que alguna vez Selena llegó a admitir que la perseguía cada tanto en las noches y que nunca quería saber de qué se trataba. Tal vez hubiese sido mejor que Selena averiguara de qué se trataba esa pesadilla. Tal vez se hubiese salvado … Tal vez … Pero como todo lo que tiene que ver con Selena en estos tiempos, en estos últimos tristes 16 años, siempre nos quedaremos con la sensación de lo que hubiese sido todo si Selena estuviera aquí, de lo que hubiese pasado si Selena no se hubiese encontrado con esa malvada… Nunca lo sabremos, y eso me atormenta y me hace llorar todos los días, todos los días desde aquel 31 de marzo que querría borrar del calendario mundial para siempre…

¡Ya no lo soporto más! Me voy. Me voy a una isla desierta. Me voy a soportar el dolor sola, bien sola. Selena se nos fue con esa pesadilla que nunca se animó a contar. Y es como si esa pesadilla la hubiese transmitido cuando se nos estaba por ir, cuando ella sentía que ese horrible sueño se hacía realidad, cuando sabía que nada se podía hacer más que sufrir, llorar por el destino cuando era palpable, sufrir la agonía, esperar el milagro, rogar que eso que vivía era en definitiva parte de la pesadilla, pesadilla de la que despertaría y, al comprobarlo, volvería a sonreír, y jurarse y perjurarse que se cuidaría más y no confiaría más, que no se dejaría llevar por el deseo y por el egoísmo de los demás. Que pensaría más en ella y que pondría sus deseos e inquietudes por encima de todos y de todo. Que pondría a ella y a la familia que había formado como su prioridad, y que no se dejaría llevar por los tiempos y prioridades que establecen los demás. Que haría pesar el Amor y el cariño incondicional de la gente para presionar y exigir que saliera de una vez por todas el disco en inglés y para que se abrieran las sucursales de “Selena Etc.” en México DF y en Monterrey. Que haría lo indecible para hacerse ver y conocer en América latina y en todo el mundo para dejar su marca y su sello en cada lugar que pisara. Y que una vez que fuera logrando todo, decidir agrandar su familia, tener sus hijos y disfrutar a pleno su vida lograda con merecimiento y a base de tantos sacrificios y privaciones. Que no importaba el orden en el que hiciera cada cosa, que no interesaba el orden de las prioridades. El tiempo lo diría ... Lo importante era lograrlo todo y lograrlo cuanto antes. Se había esperado tanto tiempo, habían pasado tantos años de incertidumbre y de no saber qué iba a ser de ellos ahora que eran famosos, queridos y que todo el mundo esperaba algo de ellos, que Selena ahora no iba a esperar, no iba a esperar qué sería de su destino, que sería de su vida. Yo estaba segura de que ella se durmió esperando a hacer todo esto una vez que saliera de esa pesadilla, ahora que sabía de qué se trataba esa horrible sueño, qué cara visible tenía y cómo había que desistir de ella. Siempre sentí que esa pesadilla ella la transmitió, la transmitió a todas las personas que la amaban y que estuvieran con ganas de escucharla. Yo estaba segura porque muy poco antes de que esa pesadilla se consumara yo tuve otra pesadilla terrible. Soñé que algo le pasaba a Selena, que le iba a pasar algo horrible y que había que hacer algo cuanto antes. Recuerdo haber despertado y cuando pensé que sólo podía ser un tonto sueño, una simple tonta alarma sin sentido, recordé aquella película de terror llamada “El príncipe de las tinieblas”, de un tal John Carpenter. Esa película me había impactado cuando la vi. El argumento de ese filme trataba de gente del futuro que mandaba mensajes a través de los sueños de las personas para que hicieran algo, para que salvaran al mundo del caos, para que la maldad no se apoderara de la humanidad. Y cada vez que transmitían ese mensaje, la gente vivía esa pesadilla y despertaba sin saber nunca si lo que se había vivido era un mal sueño o si era realidad aquello, pero siempre les quedaban grabados algunos datos nuevos cada vez que volvían a vivir aquel horror. Al final uno de ellos logra saber lo que era y la película terminaba sin saber si lo lograría evitar o no. En cuanto tomé conciencia de ello, corrí y traté de llamar a Corpus Christi, avisarle a la Familia Quintanilla, a algún periódico, a Lidia Salazar, a Blanca Martínez, a alguien que la conociera y la pudiera contactar. Pero mis padres me detuvieron y no me dejaron hacer nada. Poco tiempo después me enteré de la tragedia y no pude soportar llorar por meses enteros. De nada sirvió que me trataran de convencer. De nada sirvió que trataran de consolarme diciéndome que aunque pudiera llamar a alguien ya sería tarde, pues me tomarían por loca y nadie me creería. Desde el mismo momento en el que fui consciente de mi pesadilla, de que Selena tenía la suya y del desenlace de su vida, no pude evitar sentirme culpable, mal por no haber podido hacer nada, mal por no haber podido evitarlo, desear con toda el Alma volver a tener esas pesadillas pues al menos podrían ser otras señales del futuro en las que me indicarían que habría una posibilidad, de que aún habría esperanzas. Si en la película se hablaba de que a través de “taquiones” se podía viajar en el tiempo, o al menos se podía mandar mensajes con gente del pasado o del futuro, ¿por qué no podía pasarme eso a mí con Selena? Me aferré a esa posibilidad, a esa quimera. Era mi talismán, mi esperanza, mi última oportunidad para no sucumbir en el dolor, para no sentir que nada tenía sentido, que ya no valía la pena vivir. ¿Qué sentido podía tener la vida sin Selena? ¿Qué sentido tenía la vida si no está ella para vivirla? ¿De qué me vale vivir sabiendo que hay un mundo tan malvado y tan injusto que la priva a Selena de todo? ¿Qué manera tiene Dios de premiar a alguien que hizo todo a base de talento, trabajo, honestidad, humildad, con buenos pensamientos, con buenas intenciones? ¿Cómo puedo vivir sabiendo que el mensaje de este mundo es que no hay que ser derecho en la vida, que no conviene decir la verdad, que no hay que mostrarse tal cual uno es verdaderamente, que no hay que decir lo que uno verdaderamente piensa y siente, pues a veces se ganan más enemigos de lo que uno se imagina y te dañan de una manera que uno nunca imaginaría? ¿De qué me sirve vivir si el mensaje es que la vida hay que vivirla como una partida de póker, estar mintiendo, no mostrar lo que realmente uno tiene, apostar a base de mentiras y engaños, jugar con la inocencia e ingenuidad de la gente, ganar de la forma más vil, más engañosa, más estrafalaria y más oscura? ¿De qué me sirve vivir si yo quiero ser como Selena y todos los días me certifican de que ése no es el camino, de que el camino es otro, mucho más engañoso, mucho más turbio, con mucha basura que esconder debajo de la alfombra? ¿De qué me sirve de que desde pequeña me digan que sea como Selena para que con el tiempo y por lo bajo, como la letra chica de un contrato, me digan que no, que la realidad del mundo es otra y tiene otra cara, que no es la de Selena? ¿De qué me sirve que lea libros, siga ejemplos de vida, aplauda la obra de tal o cual persona para que después me digan “Eso sí: si quieres triunfar, no puedes ser como ellos, debes ser como estos otros” y me muestren a gente a quien públicamente jamás dirían que son precisamente un ejemplo para la humanidad? Ya no puedo seguir con esa mentira. Ya no puedo seguir aquí en este mundo conformándose con la resignación, con el paso del tiempo y que cada tanto recuerden que hubo una tal Selena que si hoy viviera, sería como JLo, Shakira o quién sabe qué … ¿Y qué me importa saber lo que sería ahora, conformarme con el premio consuelo y vivir el presente admirando a otra artista en lugar de Selena? … Yo quiero a Selena aquí. ¡¡Yo quiero a Selena en este mundo, Dios, si quieres que vuelva a creer en algo o en alguien alguna vez!!

¡¡Yo me voy!! ¡Ya no puedo engañarme más! Ya no puedo consolarme con nada más. Intenté todo. Adopté mi nombre al de ella. Yo me llamo María Elisa. Pasé a llamarme MariSelena. A los que no me conocían me hacía llamar de ese modo. Y a los que ya me conocían los obligué a que me llamaran por ese nombre, si no, no los atendería. Me aferré a los discos de Selena, a sus fotos, a cuanto recorte había de ella, a cuanta revista o libro saliera de ella. Desistía de publicaciones que hablaran de esa pérfida mujer o de las que ponían en duda el buen nombre y honor de Selena a base de mentiras y de calumnias de gente que ni la conocía … No hay peor cosa que te calumnien y que esas personas, si se pueden llamar así, salgan por allí con sus caras de nada y de lástima a decir sus verdades cuando ellos bien saben que todo, todo es mentira … Las veces que tuve que padecer eso en el trabajo. Las veces que me pelee en la vida por esas cosas tan indignas en el ser humano … Con el tiempo me di cuenta de que eso es moneda corriente en la humanidad y que eso explica por qué andamos del modo en el que andamos. Si somos así hasta en cada acto de nuestras vidas cotidianas, ¿por qué las cosas serían diferentes en los asuntos más trascendentes que forman parte de la humanidad? Cuando veo que hay terremotos, huracanes, tsunamis, gente que muere de forma absurda, de un modo que bien se podría evitar, ¿qué me sorprende? ¿Acaso el obrar del hombre es ajeno a estos hechos? Muchas veces me pregunté si acaso los mayas y tantas civilizaciones no vieron con mucha anticipación lo que estamos viviendo y sintiendo ahora. ¿Acaso no estamos empezando a olfatear nuestra propia extinción? Nosotros no somos inmortales. Nosotros no tenemos todo controlado. Un meteorito acabó con los dinosaurios. ¿Estaremos nosotros exentos de algo similar? ¿Qué hemos hecho para ser de éste un mundo mejor tratando de preservarse en vez de destruirse? ¿Qué hizo para enseñar con hechos que era posible un mundo mejor? ¿Qué hizo la humanidad para permitir que una mujer llena de Amor y de vida como Selena se nos fuera y dejara a su asesina como una mujer digna de vivir en este planeta? ¿Qué mensaje les dejamos a nuestros hijos y a las generaciones posteriores? No …No hemos aprendido nada…

No hemos aprendido nunca. Yo también me quise evadir. Yo también creí que podía hacer algo mejor, aunque sea para el recuerdo de Selena. Me costó mucho tiempo animarme y meterme en Foros y en innumerables sitios que nos ha brindado en los últimos años Internet para recordar a Selena. Lamentablemente esto casi no existía cuando se nos fue Selena. Una pena. Otra gran pena. Si tal vez en aquel momento fueran las cosas como lo son ahora, tal vez el recuerdo de Selena sería distinto. Tal vez sería mejor … Otra vez el “tal vez” … Lo cierto es que me refugié allí con la gran esperanza, con la última esperanza de que podría sobrellevar las cosas del mejor modo, que podría compartir mi pena con otros fans de Selena, que podría hallar en esos lugares el mismo dolor que tenía, mi misma esperanza, compartir mis sueños, también mis pesadillas. Pensé que todos los que estaban allí querían a Selena como yo. Otra desilusión. Una gran desilusión. Por un momento me olvidé de que la pérfida que le quitó los sueños a Selena también decía que la quería, que la admiraba, que la amaba y que nunca quiso hacerle daño. Lo sigue diciendo ahora aun cuando desde la cárcel misma sigue disparando dardos, no sólo balas, contra Selena, contra la Familia Quintanilla, diciendo barbaridades sobre las intimidades de Selena. Ya es una barbaridad decir algo sobre la vida privada e íntima de la gente. ¿Pero encima decirlas sin que la otra persona pueda defenderse y desmentir esas palabras? ¿Y encima saber que esa otra persona no las pueda decir pues ella misma le quitó la posibilidad de decirlas porque la mató? Sí, la mató, y en forma planificada, como lo dice un libro de reciente aparición, que refleja muy bien lo que yo siento por lo que le ha sucedido a nuestra Selena. Si esto pasó con alguien tan cercano a Selena, ¿por qué creería que las cosas serían diferentes con los que dicen ser muy fanáticos de Selena? Por supuesto que encontré de todo, como en la vida: gente buena, más o menos, gente medio trastocada, gente de dudosas intenciones, gente muy tierna. Encima, para mi sorpresa, me encontré con gente de tierras muy lejanas que la querían de verdad y ni siquiera la habían visto en persona, ese hermoso placer que tuve yo … Pero también me encontré con gente “de la otra”, con gente que te encanta con lo que saben de Selena, con lo que tienen de Selena, con sus demostraciones de cuánto la quieren y todo lo que hacen por ella. Luego caes en la cuenta de que son como la asesina. Una vez que les das tu confianza, que les brindas tu apoyo y compartes tus sentimientos en la creencia de que ellos sienten lo mismo por ti, empiezan a manipularte, empiezan a decirte qué es lo bueno y qué es lo malo como la verdad revelada. Empiezan a señalarte a la gente que no les gusta para que tú los odies también. Te dicen quiénes son los que les agrada a ellos para que tú los trates bien. Te dicen a ti en forma privada lo que desearían que sucediera en los Foros y en cualquier página de Internet dedicada a nuestra Selena para que lo hagas tú en vez de hacerlo ellos dando la cara. Te meten en inconvenientes con gente a la que nunca tendrías problemas. Y hasta que te das cuenta de lo peor: que ellos se consideran los portavoces de Selena, sus representantes oficiales, los que deciden qué es lo bueno y qué es lo malo, quiénes son dignos admiradores de Selena y quiénes no. Promueven el odio. Promueven el rencor … Cualquier coincidencia con la asesina de Selena, con lo que sucedió con Selena y con el fin de la historia de Selena, no es una mera casualidad. Es la lógica consecuencia de no saber nunca qué pasó ese nefasto 31 de marzo aun sabiendo quién fue la asesina, y cómo sucedieron las cosas ese día gris y lluvioso. Es la lógica consecuencia de no tener la voz de Selena, el Amor de Selena, la bondad de Selena que explique este sinsentido. Nada es casualidad en la vida. La única protagonista de esta historia es la única persona que no puede hablar. Es la única persona que podría aclararlo todo … Nada es casualidad en la vida. Por eso sigo sin entender lo que ha pasado. Por eso los que realmente amamos a Selena seguimos sin entender. Salvo los que se creen más importantes que Selena, que siempre tienen una explicación para todo … Eso lo vi en los Foros y por eso me fui de ellos. Acaso porque vi y entendí de qué fue víctima Selena. De personas como éstas que se aprovechan de nuestro dolor y de nuestra angustia para sacar lo mejor de nosotros para su beneficio. Estar allí no hacía más que revivir el dolor de Selena aquel nefasto día. Sentía náuseas, desilusión e indignación. Me fui sin querer volver. Pero a veces vuelvo, sólo para dejar mi testimonio de Amor a Selena y para ver si cada tanto hay alguien que la quiera de verdad como yo. Y seguro que los hay. Y si no están allí estarán en otros lados. Los que realmente aman a Selena están como yo llorando su ausencia en el más absoluto anonimato…

¡¡Me voy, me voy!! No soporto este mundo sin Selena, este mundo sin su Amor. Ya no me sirve vivir esperanzada. No me sirve vivir en el engaño. Hasta no hace mucho vivía en Monterrey, en donde pude ver y alegrarme como nunca en mi vida viendo a Selena. Cuando crecí y pude decidir mi destino, hice lo indecible para radicarme en Estados Unidos. Pero no en cualquier parte de los Estados Unidos. Busqué la manera de radicarme en el Estado de Texas, en el lugar más cercano que pudiera de Corpus Christi, en un lugar en el que pudiera visitar a Selena. Estudié, me esforcé, me apliqué, me perfeccioné, conseguí un trabajo con posibilidades de radicarme en Estados Unidos. Estudié inglés, entré a cuanto curso de capacitación en química hubiera para aplicarlo en mi trabajo de laboratorio. Lo hice no pensando en mí. Lo hice pensando en Selena. Y no lo hice con alegría. La alegría la hubiese tenido si tenía a Selena acompañándome con sus triunfos, con sus risotadas, con su esperanza, con su Amor … Ahora lo hacía por su memoria, por su recuerdo, por seguir su camino de la manera en la que yo podía, con mis limitaciones y con mi entusiasmo. Lo hice llorando varias veces en las noches cuando sabía que no la tenía y que cada día que pasaba se me acababan las fuerzas, cuando ese bendito paso del tiempo me hacía caer en la cruda realidad de que Selena nunca más volvería. Que en definitiva ella se había … marchado … quién sabe adónde. Recordaba esas palabras de Chris Pérez en la primera entrevista que la Familia Quintanilla le concediera a Cristina Saralegui. Retumbaban en mi mente esas palabras: “He soñado varias veces que algún día Selena abrirá la puerta de mi casa y ella volverá. Pero ya sé que eso jamás sucederá…”. Y cada vez que se me venían a la mente esas palabras lloraba por horas y no tenía más ganas de nada. Volvía a levantarme acaso por seguir pensando que ella sí volverá, que ella no se ha ido. Que Chris está equivocado, que toda la Familia Quintanilla está equivocada, que el mundo está ciego, que no ve lo que es obvio, que nunca Selena se pudo haber ido, que está allí, que sólo es cuestión de buscarla y se la encontrará con la sonrisa de siempre dispuesta a abrazarnos con el Amor de siempre, con la esperanza de siempre. Eso me permitió seguir, no pensar en nada malo ni negativo hasta llegar a establecerme definitivamente en los Estados Unidos. Viajé a Laredo, primero por un tiempo, alternando con Monterrey, luego en forma casi definitiva cuando por mi trabajo por horas y muy aplicado terminé logrando que en Texas confiaran en mí y me dieran el trabajo de supervisora. Trabajo a deshoras de todo el mundo, por las noches y muchísimo. Me sacrifiqué, tuve muchas dolencias que oculté para no perder mi oportunidad. Mientras tanto, me fui un par de veces a Corpus Christi, visité el museo, el mirador, Selena Etc., cuando existía (cuando la cerraron sabía que era el fin, pero no quise pensarlo en ese momento), pero no fui al gravesite y mucho menos al Days Inn. Para lo primero aún no estaba preparada, pues no podía admitir lo que era una realidad irrefutable. En cuanto a lo segundo, jamás iría a ese lugar y si alguna vez pasara, miraría para otro lado. Cuando volví de esas visitas y luego de un tiempo en el laboratorio me sugirieron que tramitara mi ciudadanía norteamericana. Lo celebré como mi gran oportunidad. Como mi última oportunidad … No por mí. Estaría más cerca de Selena. Quizá eso cambiaría las cosas… Quizá…

Pero vino ese otro mazazo de la realidad. Al poco tiempo cerraron “Selena Etc.”. Argumentaron problemas económicos. Luego se dijo que era por los problemas de divorcio del segundo matrimonio de Chris Pérez. Allí caí en la cuenta de algo que pasó en mis narices y que no quise ver. Que había pasado el tiempo, que Chris se había casado y que tuvo dos niños con una mujer que no era Selena y que le había hecho sentir que no lo era definitivamente … Nunca entendí cómo la Familia Quintanilla se resignó a venderla. Nunca entendí el argumento de que “éste no es nuestro negocio; lo nuestro es el negocio de la música”. Y si eso era así, ¿por qué mantuvieron “Selena Etc.” abierto 14 años sin interrupción? ¿Por qué no lo cerraron ese mismo y nefasto 31 de marzo de 1995? … Pero bueno, ellos saben por qué lo hicieron. Ellos sintieron el dolor de la pérdida como nadie ... ¿Pero qué les costaba un esfuerzo más? ¿Por qué no pidieron ayuda si sabían que iba a haber mucha gente como yo que iba a dar lo que no tuviera para mantener el sueño más preciado de Selena en pie? Con ese sueño borrado para siempre, con el nombre de “Selena Etc.” cambiado por el nombre de una compañía de seguros, me decidí a ir al “gravesite”. Cuando tomé valor y encaré a ese lugar que ya no está abierto sino enrejado y separado de todo, lloré como si fuese ese mismo día el 31 de marzo de 1995. Allí supe lo que no quería admitir. Selena estaba allí y no en otro lugar. Selena no está en otro lugar esperándome con los brazos abiertos dispuesta a abrazarme. Selena está allí producto del odio, de la insensatez, de la maldad, del descuido, de la imprevisión, de la inconciencia. Selena está allí como una víctima más que se cobra este mundo mientras sigue andando. Nunca lloré tanto en mi vida como aquel día. Allí mismo y en ese día me di cuenta de que mi corazón está donde está ubicada Selena desde el 3 de abril de 1995 … Allí corroboré que nunca más podría amar en mi vida… Nunca podría sentirme plenamente feliz pues mis sentimientos se fueron con Selena…

Durante un tiempo vegeté literalmente. Iba de la casa al trabajo y del trabajo a casa. Me sumergía en Internet viendo a Selena, veía televisión para distraerme, compartía algunas actividades con los demás, salía con gente, pero no sentía nada. Estaba bien en el trabajo, había conseguido hasta un ascenso, tenía amigos, novio, todo. Pero no podía ni ser plenamente feliz y el paso del tiempo me impedía ya compartir mi dolor, pues no faltaban los retos de mis seres más queridos diciendo: “Ya acaba con Selena, ¡¡déjala en paz!!”. Y decían más cosas hirientes que me hacían huir, huir para siempre, pues no quería oír. Otros me decían que está bien que la recuerde, pero que la recuerde con alegría, que mire a otros artistas, que vea el Legado de Selena y el camino que les dejó a los demás. Que ello demostraba que estaba más viva que nunca … ¡¡Qué ingenuos!! O son ingenuos o creen que soy tan tonta como para creer en eso. No saben la dimensión de mi dolor. No saben lo que yo siento. Yo no quiero ser como los demás. No quiero premios consuelo. No quiero conformarme. No quiero resignarme. No quiero aceptar la realidad de un mundo ganado por la maldad de la gente. Yo no voy a aceptar la vida riéndome de todo como una loca y dejando a Selena sola … otra vez sola como aquel 31 de marzo. Selena ya quedó sola una vez. No habrá segunda vez. Por eso me voy. Me voy para estar más cerca. Me voy para estar más cerca de Selena. En un mundo que no me entiende. El mismo mundo que dejó que le hicieran semejante daño a nuestra Selena…

Aproveche un fin de semana para ir a Monterrey a la casa de mis padres donde aún tenía muchas de mis cosas personales, sobre todo las de Selena. Agarré unas valijas, puse lo indispensable para aguantar el tiempo que sea en el lugar que fuera y todo lo que tenía de Selena. Ni sabía dónde iba a ir. No sabía qué iba a ser de mí, pero poco importaba. Sentía que la injusticia de este mundo me había superado y que ya no tenía razones para seguir viviendo, al menos con alegría. Sentía que el rencor y la frustración me habían ganado, y transitaba mi vida entre estar enojada con todos y de todo, ser irónica, y reírme del mundo y de la humanidad para no llorar. Pero ese jueguito dejó de tener gracia para mí. ¿Qué razón tenía para seguir en la vida de ese modo si no tenía un horizonte en mi camino, una razón para mi vida, un objetivo que cumplir? Nada me representaba como esa parte del tema “Como la Flor”: “Si vieras como duele perder tu Amor. Con tu adiós te llevas mi corazón. No sé si pueda volver a amar. Porque te di todo el Amor que pude dar…”. Cuando tuve todo listo, dejé una nota para mis padres. Les dije que me iba lejos por un tiempo para probar suerte con otro trabajo. Que pronto los llamaría. Y que para suerte de ellos me había llevado todo lo que tuviera que ver con Selena. Sé que los hería, pero también sentí la necesidad de enrostrarle el hecho de que me castigaran tan duramente con sus palabras por querer tanto a Selena. Tal vez si me hubiesen escuchado más, aunque no me entendieran, yo los hubiese comprendido más en su preocupación. Allí me di cuenta de que la comunicación soluciona muchas cosas … Y una vez más pensé en que tal vez eso hubiese salvado a Selena … Aún no sabía cómo avisarle al resto de mis amistades. Pero por suerte las innumerables formas de comunicación que hay hoy en día me permitirían hacerlo cuando yo lo dispusiera, o ellos mismos cuando lo desearan. No quise mirar más. Quise irme cuanto antes, lo suficiente antes de que lo advirtieran mis padres. Era domingo y habían ido a misa. Sabía a la hora que vendrían y faltaba poco. Estaba por apagar la televisión que por vicio la tenía prendida, pero justo apareció en la pantalla A.B. Estaba hablando de su nuevo proyecto en el que incluiría algunos temas inéditos de Selena. Pero eso no me importó en ese momento. Me detuve en su mirada, me fijé en los innumerables tatuajes que tenía con la imagen de “su hermana”, tal cual él la denominaba siempre. Y pude apreciar cómo en su rostro se notaba que nunca pudo superar la partida de Selena. Que quién sabe qué cosas se le pasaron por su cabeza cuando deseaba como yo que apareciera su hermana y lo hiciera revivir otra vez. Qué quién sabe qué cosas se le pasaron por su mente entre 1995 y 1999 hasta que formó los “Kumbia Kings”. Qué quién sabe qué cosas pasaban por su mente ahora. Y sin embargo, allí estaba, hablando de proyectos, hablando con entusiasmo de Selena, ocultando su dolor haciendo algo por ella, algo que le dé alegría donde quiera que esté. Que de nada servían ni las creencias, ni el dolor ni la alegría ni ningún consuelo. Que sólo servía seguir adelante siguiendo el ejemplo de Selena, siguiendo los principios que él mismo aprendió y ejerció cuando llegó a ser lo que es y a contribuir al éxito de Selena. Cuando lo vi a A.B. me di cuenta de que estaba tomando un camino totalmente equivocado. Que no estaba haciendo lo que Selena hubiese hecho, lo que Selena hubiese querido. Que de nada me serviría vivir en el dolor y en el rencor. Tampoco me servía hacer como si ello no existiera. Que primero debía admitirlo pero que la única forma de superarlo aunque sea en parte era seguir su ejemplo, seguir su forma de vida y de ver las cosas. Que el hecho de que ella no lo pudiera terminar no quería decir que aquello hubiese fracasado. Que para eso estábamos nosotros. Si nosotros la queríamos, terminaríamos su obra o al menos la continuaríamos. Que todos los días podíamos hacer y ser como ella: simpáticos, amables, siempre con una sonrisa en la boca y siempre con la mejor predisposición. Y si a veces eso era difícil, al menos había que intentarlo. Que cualquier logro, por menor que fuera, era un motivo para celebrarlo. Era un éxito de Selena. Que cada objetivo que conquistábamos con su ejemplo tendríamos más de un motivo para sonreír y una excelente razón para que Selena sonriera de verdad…

Deshice rápido las valijas antes de que mis padres regresaran. Dejaría todo en su lugar. Sólo me llevaría lo que necesitaba tener ahora en Laredo. Tenía mucho por hacer. Tenía que llamar a mi novio, a mis amigos, a mis jefes, abrazar a mis padres. Había comenzado el día en el que empezaría a devolverle a Selena todo el Amor que ella me había brindado. Había llegado el momento de dar a todos el Amor que ella brindaría en mi lugar. Me he propuesto ser mejor persona: más tolerante, más comprensiva, menos enojosa, con una mejor sonrisa, y en todo caso enojarme y hacer notar mi indignación si se miente, si se calumnia, si se falsea, si no se es honesto, si no se da sin esperar. Era hora de ser como Selena y no sólo admirarla. Era hora de actuar como Selena y no sólo verla actuar. ¡¡Qué bueno haber visto a A.B.!! Podré tener o no diferencias con él pero nadie puede negar lo que quiere a Selena. Al verlo me quedó de nuevo todo claro. No hay que huir y vivir en el rencor. Hay que ir de frente en la vida con el orgullo de tener a Selena en el corazón. ¡¡Es hora de empezar!!

Cuando llegaron mis padres los abracé sin decirles nada. Ellos al principio amagaron con preguntarme qué me pasaba, qué les estaba por pedir. Pero la fuerza de mis abrazos, el Amor de mis besos y el no decirles nada los desistió de cualquier pregunta. Sólo nos abrazamos y sonreímos. Luego mi madre me preguntó si me quedaría a comer y yo le dije no sólo que sí, sino que había decidido volver a Laredo recién mañana en vez de hoy. Mi madre salió corriendo para la cocina y mi padre, luego de unos minutos, se acercó con una revista. “Toma, la encontré el otro día en una librería. La traje pues supuse que te interesará leerla”. Cuando la tomo y veo la tapa, observo que era una edición especial de la revista “Furia musical” dedicada enteramente a Selena. Era una edición que la había buscado por todo Texas y estaba agotada. Supuse que en Monterrey se podría lograr pero ni me animé a pedírselo a mis padres. Después de gritar con júbilo y también de sorpresa lo abracé a mi padre y le dije que lo quería mucho. “Yo también te quiero”, me contestó y allí noté que era la primera vez que nos lo habíamos dicho. Miré al cielo y me pareció ver que Selena se reía con ternura…

Cuando me volví para Laredo, pensé primero ir a Corpus Christi, más precisamente al “gravesite”. Compré unas flores blancas, las flores preferidas de Selena, y las llevé para dejárselas. No podía evitar entristecerme, pero ahora me movían las ganas de ir. Tenía que dejarle un detalle que le gustara y un mensaje, no sólo lágrimas. Había aprendido que no sólo debía llorarla, lo mismo que no debía sólo recordarla con una sonrisa. Que ese dolor sólo no le servía a Selena. Acaso el dolor le podía servir para que se diera cuenta de que aún su ausencia nos hiere en lo más profundo de nuestros corazones, pero eso sólo no servía. Tenía que decirle algo, juramentarle algo, prometerle algo, y sobre todo, tenía que lograr que Selena me escuchase, Selena tenía que sentir mi voz para sentirse acompañada. Cuando llegué al gravesite, comenzaron a salir lágrimas a borbotones de mis ojos … Aún no puedo aceptar que Selena esté allí. Pero ni ése ni ningún sentimiento de dolor me hicieron detener. Seguí a paso firme a pesar de que en mi mente se me dibujaban imágenes que no quería retener, realidades que no podía aceptar, tratándose de Selena. Cuando tuve a Selena frente a mí me arrodillé y le dejé las flores blancas. Las apoyé a un costadito de su cara enmarcada en esa loza fría, tan impropia de su imagen verdadera, y no paré hasta que cada flor quedara ordenadita mirando hacia su cara sin ningún desvío, sin que ninguna flor tuviera una dirección distinta de las que tuviesen todas las demás. Una vez que las acomodé y me repuse, miré a Selena y me dije: “Yo nunca aceptaré que estés aquí pero hasta que no te me presentes de otro modo, tendré que aceptar lo inevitable. Lo que nunca aceptaré es que se olviden de ti, de lo que eras como artista y como persona. Por eso, Selena, te prometo que no me guardaré tus cosas, no las tendré sólo para mí. No me contentaré con decirle a otros de tus fans lo gran artista que eras ... No … También se lo diré a todo el mundo, a propios y a extraños, a los que te conocieron y a los que no, a los que te reconocen y a los que no. No permitiré nunca que el mundo no sepa de qué se trata cuando hablan de ti, Selena, simplemente de ti, o cuando vean tus fotos o escuchen tu música. Pero por sobre todo, haré que todo el mundo te conozca a través de mis actos. Seguiré tu ejemplo que expresaste en todos los aspectos de tu vida. Y cuando me reconozcan que estoy mejor de carácter o que tengo mejor ánimo, les diré que fue gracias a ti. Pues la mejor forma de recordarte es hacerle saber al mundo que hiciste cambiar la vida a mucha gente aun habiendo partido tan pronto. Les haré saber a todos que tu Amor, sólo tu Amor, hizo posible que mucha gente se convirtieran en mejores personas. Te lo prometo, Selena, te lo prometo. Como que me llamo MariSelena, bueno en realidad, como que me llamo María Elena…

Y me fui. Una vez que me di vuelta, no quise volver a mirar atrás. La próxima vez que viera a Selena iba a ser de un modo distinto, bien distinto … No perdía las esperanzas. Ahora tenía mucho por hacer, por el Amor de Selena, por el bien de Selena. No hay tiempo que perder. Selena está esperando y no quiero que se sienta sola. Le haré sentir que lo suyo no ha sido en vano…

(Espero que todos los que amamos a Selena pasemos por la experiencia y por las sensaciones de MariSelena. Que todos los días sean un tributo de Amor a nuestra Selena, un revivir de su vida a través de todos nuestros actos hechos en su honor.)

Y yo estoy aquí para que ese sueño de María Elena se haga realidad…

Aquí estoy, Selena, para que nunca más revivas aquel nefasto 31 de marzo … Para que estés siempre acompañada por el Amor de tu gente … ¡¡Para que nunca más te sientas sola!!

Te quiere con toda el Alma y te ofrenda su Amor todos los días…

Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)



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