Fue un 31 de marzo, Selena…



Estaba frente a la casa de Selena. Era madrugada. No había salido la luz del sol. Aún estaba lejos de que ello sucediera. Sabía que hoy era el día. Sabía que pronto se nublaría, el cielo se pondría plomizo y se vendría una lluvia que anunciaría la peor de las pesadillas. Sabía que en breve Selena saldría de su casa presurosa para ver a esa perversa, sin imaginarse jamás lo que le depararía el destino. Sabía que ella se iría entre aturdida y algo molesta con esa persona, sin entender muy bien por qué debía acompañarla al hospital. Sabía que algo debía terminar pero no se animaba a hacerlo, o tal vez pensaba que había una nueva oportunidad. Sabía que Selena no iba a estar con el mejor talante ni con humor para escuchar a nadie. Quizá estaría muy enojada por estar en un lugar y en una situación en las que definitivamente no quería estar. Una cosa era estar intercediendo para que las cosas mejoraran. En un punto ella iría al Days Inn pensando en que tal vez ello podría ocurrir. Selena no quería desconfiar del todo. No quería despedirse para siempre. Aún sentía algo de aprecio por esa mujer que, según lo que consideraba hasta ese momento, había hecho mucho por ella. “Es cierto, es posesiva”, pensaba Selena. Es cierto que esa perversa estaba encima tratando de que las cosas se hicieran a su manera, eso sí, de la manera más diplomática posible. Es cierto también que ella se había metido en los asuntos de Selena en las sombras, nunca públicamente, a punto tal que en algunas cosas de la Familia Quintanilla, como el negocio de la moda, hasta Selena pensaba que muchas veces estaban juntos más por ser esa mujer un nexo entre todos que por la voluntad de ellos de estar cerca. Es cierto, pensaba Selena, que las cosas se dificultaron y mucho cuando esa persona se enfrentó con su padre. Que más de una vez pensaron en despedirla en las últimas semanas pero optaron por no hacerlo. Selena coincidía con su padre en que quizá era mejor tenerla con ellos, pero disciplinada, que fuera sin saber lo que diría y haría por allí. Pero desde el día anterior Selena comenzó a sentirse que estaba definitivamente moviéndose al compás de esa mujer que no la llevaba a ninguna parte que ella quisiera. Eso le irritaba. Eso le causaba mucha molestia a Selena, que sentía que no estaba haciendo nada de lo que ella tenía planificado para ese mes. Eso traté de advertirle ayer a Chris, hace apenas unas horas, en un recorrido enloquecido de días, horas y semanas tortuosas en las que he buscado de la manera más elegante pedirle a Selena que no vaya, que no vaya a ese lugar, porque si va se dará cuenta de todo y será muy tarde, y aunque lograra salir airosa de todo eso, cambiaría definitivamente su conducta y ella ya no sería la misma. No hay peor cosa para alguien como Selena que creía en la gente sentirse desilusionada y aturdida por un acto de una persona que nunca entendería, que le quitaría la confianza y la alegría de la que Selena hacía gala. No. Había que buscar de todos los modos posibles que ella nunca llegue a ese lugar. O al menos que nunca llegue a ese motel con algún atisbo de confianza, con la ilusión de que las cosas podrían cambiar y solucionarse…

Estaba allí muerto de frío. El día no es que estuviera tan fresco en realidad. Yo estaba helado de los nervios. No había comido nada en un día y no quería. En ese estado no podía siquiera tomar agua. Lo que me ponía más histérico era que en ese estado difícilmente podría lograr algo. Era consciente de que debía encararla con algo concreto sin más, cara a cara, y convencerla o al menos persuadirla de que no lo intente … ¿Pero con qué argumento? ¿Cómo decirle elegantemente que no vaya porque esa mujer la va a matar? ¿Cómo decirle que esa perversa tiene un plan perfecto para no sólo sacarla de este mundo sino para declararse inocente ante un jurado con argumentos que al menos serán atendidos y analizados detenidamente? ¿Cómo yo tener el valor de decirle semejante cosa a Selena sin correr serios riesgos? Además, era consciente de que Selena saldría allí sola, nerviosa y con ánimo intranquilo ante la situación que vivía. Tenía hasta temor de que su esposo Chris mirara por caso a la ventana levantado de la cama por un llamado telefónico de un vecino preocupado por algún desconocido que merodeaba su casa, y él mirara por allí y me reconociera por lo de ayer. Allí no tendría escapatoria. Él pensaría que soy yo el que quiero lastimar a Selena y todo habría concluido ... ¡¡Ey!! ¿Y si hago eso? ¿Y si hago el suficiente escándalo como para atraer la atención de Selena y Chris, y me llevan preso y ellos me siguen para oficiar de testigos y acusadores? ¿Acaso eso no ayudaría? … Hummm ... No. Podría dilatar un poco las cosas, pero a la larga Selena iría allá con la asesina esperándola … No. No lograría nada. Además, sé que sería una solución cobarde. Sólo llamaría la atención, pero no solucionaría el problema. El destino parece empecinado en ponerme cara a cara con Selena para darle una noticia que me expondría a algo que no quiero ver de Selena: un reto producto de un enojo que no quiero ni ver ni padecer. No querría ver a Selena irritada conmigo … ¿Pero qué estoy diciendo? ¿Qué es más importante? ¿Quedar bien con Selena pero no impedir nada, o exponerme a lo peor pero habiendo logrado sacar a Selena de aquel infierno? … Recuerdo cuando estaba en casa y decía que era preferible no saber de Selena cuando llegara a mi país, y preguntarme quién es y qué se supone que ha hecho, que saber de ella, pero también de su destino. Prefería ver un futuro nuevo en el que yo desconociera a Selena, pero con ella entre nosotros y feliz, que conociéndola, comprando sus discos, sus videos, sus conciertos, y llorando por no haber podido hacer nada frente a una artista sin igual que no pudo vivir todo lo que mereció y merece vivir. Me di cuenta de que sólo tenía una carta habiendo usado miles sin lograr absolutamente nada. Y esa carta tenía que ser la ganadora, la salvadora, la redentora…

En estas semanas que llevo en Corpus Christi y en otras ciudades de los Estados Unidos intenté todas las variantes para llegar a Selena y darle a entender de que algo debía hacer, que el mal podía estar muy bien disfrazado y que podía estar muy cerca. Intenté llegar a Selena en el increíble concierto del Houston Astrodome el 26 de febrero de 1995. Recuerdo que la localicé antes de que diera el recital a sabiendas de que se asomaría en el camino de entrada de la gente al estadio. Recuerdo que le gritaba desesperado: “¡¡Selena, Selena!! ¡¡Cuídate muchísimo!! ¡¡Nos veremos luego!!”, como esperando que tal vez podría verla después del concierto para decirle algo con más consistencia. Pero para mi sorpresa Selena se acercó en ese mismo momento con su sonrisa de siempre y su excelente predisposición, y me dijo: “¿Pero qué pasa, qué pasa? ¿Quieres que te salude ahora? ¿Quieres que te dé un autógrafo? ¿Cómo te llamas?”. Yo en mi desesperación desde el otro lado de un vallado y rodeado celosamente por personal de Seguridad le grité: “Me llamo Sergio. Pero eso no importa. Lo importante es que tengas cuidado. ¡¡Quiero que te cuides!!”. Selena se río como quien piensa: “Pobrecito, está loco de remate. Pero me cae bien. Al menos le firmaré un autógrafo...”. Y se acercó hacia mí y me dijo: “¡¡Está bien!! ¡¡Tú ganas!! Venga ese papel que te firmaré algo…”. Yo me quedé encandilado con su presencia tan cerca. Tanto estuve pensando en qué hacer para advertirle algo que no pensé en lo que sentiría tenerla tan cerca. Me había acostumbrado a que ella fuera sólo “Fotos y recuerdos” … Lucía bellísima aun cuando no estaba aún preparada para el concierto. Lo que más me había impactado era el halo que dejaba en el camino. Uno no podía dejar de mirarla, uno no podía dejar de sentir que se estaba en presencia de alguien que por sí sólo acaparaba la atención en cualquier lugar. Uno podía certificar que ella era en el escenario lo que era en la vida. Eran la misma persona. Y que por eso generaba semejante atención en el público. Me acuerdo que tomó mi lápiz y mi papel, y procedió a escribirlo. Yo estaba mudo. Ella sin dejar de escribir me dijo: “¿No me vas a decir nada? Estás todo mudito, helado y quietecito. ¡¡Ey!! ¡¡Mira que no hago daño!!”, y me hacía muecas de todo tipo mofándose de mi timidez, pues no soportaba ese silencio que le generaba hacer bromas y reír rápidamente a carcajadas para llenar con sus risas el silencio de ése como de cualquier lugar … “Yo sólo puedo decirte que eres maravillosa y la mejor cantante y artista que he visto en mi vida…”, me atreví a decirle. Ella detuvo su risa y su escritura, y se quedó mirándome con ternura. Y antes de que me diga algo, le completé: “¡¡Y sé que serás una gran diseñadora!!”. Selena se me tiró encima y al grito de “¡¡Eres un encanto. Te has ganado esto!!” me dio un gran abrazo y un beso. Yo quedé a duras penas en pie. Todo me daba vueltas. Estaba sonrojado, y me sentía muy chiquito y avergonzado. Selena me había dado un beso y yo estaba sin habla. Selena me puso rápidamente al corriente, me dio una pequeña palmada a mi mano con la suya y al grito de “¿Pero qué te pasa? ¿Ni que te hubiese…?”. Allí la interrumpí y le dije: “Cuídate, Selena, cuídate muchísimo. Te lo pido por favor. Estás en tu mejor momento. Haz lo que quieras, pero sólo deseo que estés atenta. Quiero verte pronto … Quiero verte muy pronto triunfando en el mundo”. Selena se me quedó mirando entre alarmada por lo que decía y si realmente debía tomar nota de mi ruego. “¡¡No te pongas mal, lo haré!!”. Ya no te preocupes. No te defraudaré”. Luego de eso Selena procedió a terminar su autógrafo y me lo entregó con una amplia sonrisa. “Para que veas que tengo en cuenta lo que dices. ¡¡Leelo, leelo, vamos!!”. Miré el papel que decía: “Just between you and me. I know. I'm the best, but need to show it to everyone. I promise I'll make it. I'll take care of myself. Thousands and thousands of hugs and kisses. You take care. See you soon. I promise I will. And do not worry! With all my love. Selena. 1995. PS: I will never forget what you said today”. Cuando terminé de leer el autógrafo no pude evitar que se me escaparan varias lágrimas, pero antes de que Selena pudiera decir algo la abracé y le dije: “Gracias por todo lo que haces, Selena. Creeme que lo único que quiero es que te vaya bien en la vida. Sólo prométeme una cosa. Repítete varias veces lo que me has escrito en este autógrafo y empieza hoy mismo a hacerlo en este concierto…”. Selena asintió en silencio, me miró y me dio un beso en la mejilla. En su rostro pude ver como si por un instante entendiera todo, absolutamente todo. Por primera vez en mi vida estaba con alguien y sentía que los dos sabíamos todo, el uno del otro. Justo el padre de Selena la llamó de lejos y ella se tuvo que ir. Selena se retiró sin dejar de mirarme y de sonreírme. Pero esta sonrisa de ahora era distinta. Esa sonrisa me hizo estremecer. Yo sólo pensaba y deseaba que no tuviera que decirle, aclararle ni implorarle más para no pasar a ser un personaje terriblemente molesto y alarmante…

Ahora me sentía así frente a la casa de Selena. Comenzaba a amanecer, me temblaban las piernas. Se me ocurrían miles de argumentos, palabras y excusas para detenerla. Pero siempre recaía en lo mismo. Iba a tener que decirle la verdad y ahí sí que sea lo que Dios quiera …Y allí sólo la duda sería cómo hacerlo, de qué modo. Y aunque intentara ensayar los modos, sabía que indefectiblemente todo iba a depender del momento y de las circunstancias, y que tal vez más de una cosa debería hacer, decir y vivir ese día. Caminé un poco hacia la esquina y me senté en el cordón de la vereda para no levantar más sospechas de las que pensaba que ya había originado. Para que se me pasara más rápido el tiempo pensé en que estoy hace casi más de un mes tratando por todos los medios de evitar que pase lo que sé que va a pasar. Pero mi idea original era poder evitar llegar a este nefasto 31 de marzo con la angustia de tener que utilizar un último recurso, el que menos quería hacer, el tener que enfrentar y detener a Selena, aunque fuera por las malas, aunque tuviera que soportar más de un disgusto por ello. Pensé que en aquella tarde del Astrodome había logrado algo, máxime cuando al final del concierto Selena se despedía ante el público con un “Mil abrazos y mil besotes a cada uno de ustedes. Cuídense muchísimo y nos veremos muy pronto. ¡¡Hasta luego. Chau. Buenas noches. Gracias!!”. Recuerdo que la esperé junto a miles de fanáticos en la puerta del camarín. Cuando la abrió se le agolpó un montón de gente que literalmente me impidió acercarme a ella. Aun así logré que me viera y Selena logró gritarme. “¡¡Sí, ya sé, tengo que cuidarme!! ¿Te gustó el concierto?”. ¡¡Estuviste sublime, Selena!! ¡¡Conquistarás el mundo!! ¡¡Ese medley del comienzo fue increíble!! ¡¡Nadie te detendrá!!”, le contesté. “¡¡Gracias!! Espero no defraudar nunca al público. Lo único que lamenté es que no pude cantar ‘Fotos y recuerdos’ por un problemita de derechos”, se lamentó Selena. “Bueno, tal vez el hecho de no cantarlo sea una buena señal”, le dije con total convencimiento. Selena se me quedó mirando consternada, y pronto se la llevó el griterío y los empujones de la gente. Aun así me dio un beso en el aire como despedida. Y cuando estaba por irme sin saber si debía hacer algo más y cómo, veo que detrás de Selena estaba esa perversa mujer alejando a los fanáticos para que ella pudiera avanzar. Quise correr para avisarle a Selena allí mismo, pero ya se había alejado en su auto. Recuerdo haber corrido calles enteras para decírselo de una vez. Fue el único momento en el que me sentí decidido a hacerlo sin medir las consecuencias. Tal vez me motivaba el griterío, la gente, el ver a esa despreciable mujer cerca, la mirada de Selena a la tarde entendiendo todo. Tal vez me motivó mi ansiedad, mi locura y ver el final tan cerca con Selena tan sola con esa abominable mujer. Cuando supe que ya no llegaría, en los días sucesivos hice todos los intentos infructuosos para localizarla. Fui a Noches de Carnaval pero no la pude hallar por ningún lado. Fui al programa “Padrísimo”, pero cuando llegué el programa ya había sido grabado. Fui a Chicago y sólo logré dejarle una nota a su madre para que se la acercara. Sólo le decía que se cuidara mucho. De hecho le puse que era el desquiciado que sólo le pedía que recordara mis ruegos. Lo más cerca que estuve fue en San Antonio cuando fue a la Escuela de los Spurs. Estaba lleno de niños y no quería molestar. Noté que Selena estaba dispersa. Por la fecha intuía que estaba angustiada por lo que estaba sucediendo. En un momento le hice una seña de lejos, ella se me quedó mirando hasta que me reconoció. Me dio otro besote en el aire al grito de “¿Qué haces aquí? ¿Viendo si me cuido?”. “Efectivamente, ¿lo estás haciendo?”. Ella me miró por un segundo y fue como si me dijera “¡¡Ayúdame!! Estoy en un laberinto. ¡¡No sé qué hacer!!”. Pero enseguida se la llevaron los de Seguridad para que diera su concierto a los niños y luego marcharse. Yo me desesperé. Sabía que no había progreso y el 31 de marzo llegaba. Ni siquiera podía apostar a que no me pasara lo mismo que a la persona con la mariposa en el cuento de Ray Bradboury. Hice mi último intento en Miami cuando fue al concierto de calle 8. Intenté meterme en la serie de entrevistas que dio para diferentes cadenas. Llegué a estar cuando le decía al cronista de espectáculos de Univisión que soñaba con su casa con su lago dentro, y llena de pájaros y animales diversos. Quise hablarle pero no me dejaron. En mi desesperación llegué a gritarle: “¡¡Selena. Selena!! ¡¡Aquí!!”. Selena se sonrió y hasta se puso contenta de verme. Quería acercarse pero su padre le indicaba que ya se tenían que ir. Selena se encogió de hombros mientras me miraba, por lo que yo le dije casi con desesperación: “Recuerda lo que le dijiste al cronista de Univisión. ¡¡Piensa que lo más importante es esa casa, y todo lo que te haga feliz y te saque una sonrisa de verdad!!”. Selena se detuvo y le rogó a su padre que la dejara un segundo. Selena fue corriendo hacia mí, me dio un beso y me dijo: “No sé cómo puedes estar en todos lados, pero creeme que cada día que pasa me acuerdo de tus palabras y de tus consejos. Gracias por lo que me dijiste hoy. Lo recordaré”. Me tocó la cabeza en señal de saludo tierno y se fue. Sabía que estaba llorando pero lo disimulaba con su sonrisa cada vez más angustiosa. Quise gritarle pero ya se había ido. Sentí que estaba en un camino sin salida y estaba pidiendo auxilio. Nunca me sentí con tanta angustia y con tanta impotencia como aquella noche…

Ayer comencé a experimentar el ir a soluciones extremas. En estos días fue imposible localizar a Selena, pues no estuvo dando conciertos, y era improbable que yo pudiera entrar a Nashville o en q-productions mientras grababa el disco en inglés. Tenía que estar en un lugar público como en un concierto o en un programa de televisión para que se justificara mi presencia y espera de horas en un lugar. Nunca estaba cerca en los pocos lugares que llegó a estar públicamente dando una entrevista. Muchas veces me pasaba que cuando llegaba a un lugar que sabía que estaría Selena, ella ya se había ido. Podía tener la referencia del día pero no de la hora y allí se me complicaba todo. Aparte Estados Unidos es muy grande. Tal vez debí quedarme en un lugar en el que Selena podía estar un par de veces e intentar así. Pero yo no podía apostar a una sola jugada. Ya lo había hecho. Debía apostar a todas las posibilidades que tuviera a mano. Además, yo quería que Selena me pudiera reconocer para hacer más fácil mi tarea de convencimiento de que debía alejarse de las cosas que no le gustaban y que le hacían mucho daño. Eso en parte lo había logrado, pero ya habían pasado muchos días. El 30 a la noche con mucho temor fui al Days Inn. Llegué a dudar acerca de lo que debía hacer. En un momento pensé en encarar y darle su merecido a esa mala persona. En mi desesperación pensé en llamar a la policía y denunciarla. ¿Pero quién me creería? ¿Con qué pruebas? ¿Acaso es ilícito, al menos en Estados Unidos, tener y comprar un arma? ¿Y si por querer denunciar esto me investigaban a mí, y me deportaban y armaban un escándalo en mi país? No. Definitivamente no era la mejor solución. Me quedé en las inmediaciones pensando en lo debía hacer hasta que apareció a toda velocidad una camioneta, ingresó en la rampa del motel y se acercó a la habitación 158. Cuando me acerqué al lugar para ver de qué se trataba, veo que Selena hace una seña terminante a Chris para que se quede allí y le avise si tarda más de la cuenta, e ingresa a la habitación. Sabía los minutos en los que estaría allí. No tenía tiempo que perder. Escribí unas pequeñas palabras elementales en inglés pero que fueran entendidas por cualquiera que lo hablara o leyera. Corrí para el lado en el que estaba el esposo de Selena. Cuando llegué a él, le pedí que me dejara decirle algo en un minutito, y cuando vi que dudaba le acerqué el papel. Él lo aceptó tal vez porque pensó que no tenía mala intención. Allí le explicaba que cuidara a su esposa, que cuidara a Selena, ya que este año sería clave para su despegue artístico mundial. Cuando Chris empezó a leer mi nota, detuvo la lectura, levantó la vista y se me quedó mirando un poco aturdido. Yo hice un esfuerzo sobrehumano para articular algunas palabras en inglés y le supliqué que siga leyendo antes de que aparezca Selena. Él accedió y siguió leyendo: “Chris. A veces en la vida tanto los problemas como las soluciones están a la vista. Sólo hay que estar atentos. Sé que tienen un problema. La solución está en ustedes. Hagan lo que tengan que hacer, no dependan de los demás y quítense aquello que les causa tanto malestar”. Cuando Chris terminó de leer me preguntó qué significaba todo esto, quién era, por qué sabía estas cosas, por qué estaba allí. No me lo decía de mal modo. Me lo decía confundido, no entendiendo cómo alguien de afuera le aconsejaba algo que hasta su propio sentido común y de toda la Familia Quintanilla sabían que era el camino lógico y natural a seguir. Estaba por decirle algo, pero noté los pasos de Selena acercándose a la puerta. Le dije a Chris, mezcla en inglés, mezcla en español: “Me tengo que ir. ¡¡Te lo pido por favor, Chris!! No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. Estate atento antes de que sea muy tarde. Recuerda que no todos piensan como ustedes, ni tienen las mismas buenas y genuinas intenciones. Y siempre habrá alguien no tan lejano que puede ser capaz de lastimar y mucho a Selena, a pesar de que todos la quieren. ¡¡Y por favor. No digas que me viste!!”. Chris asintió con la mirada, y yo salí y me escondí detrás de un auto estacionado justo cuando abrió la puerta Selena. Se la veía mal, nerviosa, confundida. Escuchaba que le decía de unos papeles, pero también de otras cosas relacionadas con dichos de esa mujer nefasta. Chris al principio sólo la escuchaba y no atinaba a hacer nada. Luego tomó la determinación de irse aunque Selena trataba de convencerlo para que la dejara sola con ella una hora para arreglar diversas cuestiones. Por un momento creí notar que Chris había tomado en cuenta mi consejo. Tal vez notó que esto ya no era sólo una situación molesta, como tal vez lo pensaban o querían pensar todos para no tener que tomar más en serio la conducta de esa mujer en la seguridad de su propia postura. Luego vi a Chris llevándosela a Selena del lugar y prometiéndole que la dejaría ver a esa mujer al otro día a la mañana. Chris subió a la camioneta luego de Selena y emprendió la partida no sin mirar a dónde podría estar yo. Y yo sólo quería que pensara en lo que le había dicho y escrito, y que actuara en consecuencia. Quería que él fuera el último recurso para no tener que ser un desconocido, yo, el que tuviera que jugar la última carta…

Ya era casi de día y todo me indicaba que Chris sólo había hecho lo suficiente como para que Selena no fuera lastimada ayer. Imaginaba que si se hubiese tomado bien en serio mis palabras y lo que había sucedido ayer, sabría que las cosas eran más graves de lo que se suponía. A esta altura él estaría viendo si en las inmediaciones podría estar yo para seguir advirtiéndole, o sólo estaría despierto preocupado por lo que estaba sucediendo e impidiendo que Selena volviera a ese motel. Hasta imaginé que se iría a ver a Abraham Quintanilla o a A.B. para contarle lo sucedido … Pero la casa permanecía oscura y todo indicaba que nada había cambiado. Que Chris iba a seguir queriendo creer que estaba todo controlado, como lo afirmaba seguro el padre de Selena. Allí pensé lo notable que son los psicópatas: mientras les hacen creer a los demás que controlan todo, ellos mueven a todo lo que tienen a su alrededor tal cual si fueran unas marionetas. Ellos nunca imaginarían que estaban con semejante monstruo o no estaban dispuestos a aceptarlo. Más bien me inclinaba a pensar que sinceramente no pensaban que esa mujer podría llegar muy lejos y que podría atreverse a lastimarlos de verdad. Y eso me daba la seguridad de que eran muy ingenuos: cualquiera sabría que si se atrevieron a señalarla acusándola de algo y buscando que se fuera de la vida de ellos, ella algo haría, algo iba a hacer por pequeño que fuera … De pronto veo que en la casa se enciende una luz. Veo la hora y me estremezco. Sé que falta muy poco para que Selena salga de allí. Se me hace un nudo en el estómago. Empiezo a caminar a un lado a otro un poco para distraer a los demás en la calle, un poco para darme ánimos y otro poco para ir con un pequeño plan. Deseaba y rogaba que no fuera Selena la que había prendido la luz. Rogaba que alguien de la Familia Quintanilla apareciera en la casa justo ahora. Por un instante pensé si por allí no era mejor golpear la puerta de la casa de los padres o de la de A.B. y decirles todo a los gritos. Pero al mismo instante lo desistía con resignación y desesperación. Todo me indicaba que iba a tener que enfrentarla. Cada minuto que pasaba era una puntada más a mi cerebro, un calambre en el estómago, mil latidos más en mi corazón. Cuando ya no daba más, cuando estaba por entrar a la casa de Selena y que sea lo que Dios quiera, veo que Selena sale presurosa en busca de su auto que estaba apostado en la calle. Me quedé petrificado. Era el momento y no me podía mover. Quería actuar y no podía, y si podía no sabía cuál de ese momento era “el momento”. De pronto aparecieron por mi mente mis corridas en busca de Selena, mis diálogos con ella, sus promesas de que se cuidaría mucho, su sonrisa con preocupación, su mirada pidiendo ayuda, la seguridad de que la conocía de toda la vida, la seguridad que me daba ella de que jamás olvidaría lo que yo le había dicho … Empecé a correr ciegamente, vi que Selena estaba ya sentada en el auto presta a partir a las corridas. Pude ver su rostro serio, su Alma preocupada, su confusión teñida de furia contenida. Cuando escuché el encendido del motor, grité “No, Selena!! ¡¡No!!”. Y me le puse adelante. Ella tuvo que frenar al instante produciendo un ruido que casi rompe mis tímpanos y casi me ahoga por la humareda que salió del caño de escape. Selena saltó del auto con toda la intención de gritarme con furia y consternación. Yo sólo me quede mirándola sin atinar a decirle nada. Estaba muerto de miedo pero no saldría de allí. Estaba con más temor de lo que podía hacer Selena de lo que me podía decir por mi acto. Selena empezó a decir: “¿Pero quién creer que eres para…?”, y de golpe se detuvo y se me quedó mirando. Fue un momento eterno en el que pude ver y sentir cómo Selena trataba de saber quién era esa cara conocida hasta certificarlo y saber por qué estaba allí. Fue un instante, un segundo, un minuto, una década, no sé. Vi que Selena me miraba, amagaba con seguir pero se quedaba mirándome, sin decirme nada. Sólo en mi pensamiento decía sin poderlo expresar en palabras: “!!No vayas Selena, no vayas!! ¡¡Saldívar te matará!!. Lo tiene planeado. ¡¡No vayas. No vayas!! Si quieres sígueme y atropéllame. Pero yo no voy a dejarte ir. ¡¡Mátame a mí, pero no permitiré que te maten!! ¡¡Antes yo muerto que tú!!”. Pero no se lo podía decir. Por alguna razón no se lo podía decir. Tal vez mi mirada le podía dar una pista de lo que pasaba por mi cabeza. Intuía que sería peor si se lo dijera. Ella seguiría camino hasta el final .... Hasta que vi en su rostro aquella mirada en la escuela de los Spurs en San Antonio o en calle 8 de Miami. Entonces, me adelanté hacia ella y la abracé sin decirle nada. Y cuando sentí el contacto con su cuerpo comencé a llorar como un niño, sin parar. Lloraba y la abrazaba más fuerte. Lloraba y pensaba sin decírselo: “!!No vayas, Selena, no vayas!! No quiero que este cuerpo deje de sentir. No quiero que este cuerpo no tenga vitalidad. No quiero que este cuerpo deje de moverse motivado por tantos sueños y tantas postergaciones. ¡!Te lo ruego, Selena!!¡¡Te quiero!! ¡¡Sos parte de mí. Soy feliz si tú estás feliz. Soy feliz si estás contenta con tu vida. Aunque nunca más te vea en la vida, yo seré eternamente una persona dichosa viéndote lograr cada una de tus metas!!”. Lo pensaba y no se lo decía. Selena tampoco me decía nada. Sólo notaba que estaba calma, muy calma. De pronto pasó su mano por mi cabeza como si fuera una madre calmando a su hijo que está como un pollo mojado muerto de miedo. Nunca supe cuánto tiempo estuvimos así. Sólo sé que cuando Selena detuvo sus caricias, se apartó sin dejar de tomar mi cabeza y me dijo: “¿Qué tal si me acompañas a desayunar? Acabo de darme cuenta de que no lo hice y encima me iba a grabar al estudio sin avisarle a Chris. ¿Me ayudarás a despertarlo?”. Yo asentí con mi cabeza y caminamos juntos a su casa llevándome ella con su mano apoyada en mi hombro. En ningún momento hubo una pregunta, una aclaración. No había necesidad. Cuando Selena abrió la puerta, noté que el cielo increíblemente se había despejado y el sol brillaba como nunca…

Me quedé en el salón de la casa de Selena mientras ella despertaba a Chris. Escuchaba que le explicaba cosas en inglés que por supuesto no entendía, pero aunque lo hubiese entendido no le hubiese prestado atención. No me gusta escuchar conversaciones ajenas. Sólo me inquietaba cómo reaccionaría Chris al verme. Sólo rogaba que fuera discreto y se diera cuenta de la situación. Sólo deseaba que Selena se lo dijera. Cuando Chris apareció y me lo presentó Selena él abrió bien los ojos pero no dijo nada. Sólo me saludó cordialmente y empezamos a hablar de los proyectos de la banda para este año y de que yo deseaba que pronto vinieran a mi país. De pronto, Selena dice: “Ahora vengo. ¡¡Voy a comprar unas cositas ricas que les gustarán mucho!!”. Yo miré a Chris con desesperación y la miré a Selena con ruego. Ella se sonrió y me dijo: “Y desde ya te digo, Sergio, que me voy a cuidar muchísimo. ¡¡Sólo tengo que caminar una calle y vuelvo!!”. Selena le dio un beso a Chris, pasó su mano por mi cabeza y me dijo por lo bajo: “Confía en mí. Ya aprendí la lección…”. Cuando Selena se fue, le dije a Chris en una mezcla rara de inglés y español: “Por favor, ya pasó lo peor. Sólo te pido una cosa. Cuídala. Cuídense todos. Aléjense de esa mujer. Sigan con su vida pero sabiendo que son más famosos de lo que piensan, con lo bueno y con lo malo que eso trae. Dense cuenta de que siempre va a haber gente que les querrá hacer daño y mucho, los conozcan o no. La fama también trae eso…”. “¿Pero por qué no me has dicho esto ayer?”, me preguntó intrigado Chris, sorprendiéndome que me haya entendido todo. “Porque nada hubiese cambiado. Ella se tenía que dar cuenta. Aparte sólo ella advertiría la dimensión de las cosas. Tal vez si te lo hubiese dicho a ti, tú le hubieses dicho a su padre. Y eso sólo iba a empeorar las cosas. Y creeme. No llegué a decirle nada a Selena”, le dije a Chris ya no sé en qué idioma, pero con el énfasis suficiente como para que él lo entendiera. “¿Pero qué puede pasar? ¿Acaso tú lo sabes?”, me preguntó Chris justo en el momento en el que apareció Selena. “Ya llegué, chicos. ¿Me extrañaron?” y Selena echó a reír con ganas. Ya extrañaba sus carcajadas. Selena trajo un montón de tortas, sirvió café, y todo fue risas y distensión. Miraba hacia fuera y él sol pegaba fuerte ya. Miré el reloj y ya eran las 11.30. Creí tocar el cielo con las manos. Hasta que de pronto sonó el teléfono. Selena lo miró a Chris y le dijo: “Atiende tú. Dile que me fui a grabar. Ni escuches sus excusas. Ya llegó la hora de alejarse de ella. Y llama a mi padre y confírmale que en un par de horas estaré allí como habíamos quedado”. Chris fue a atender y Selena tomó algo de su mano, abrió la mía, puso algo allí y luego la cerró. “Es para ti. Tiene un gran significado. Pensaba devolvérselo. Pero no vale la pena. Que quede en buenas manos. Cuídalo. En todo caso me lo devuelves cuando vaya a tu país y te dé a cambio lo que tú desees”. Abrí la mano y vi que era el anillo de huevo ferberge que pensaba devolverle a esa perversa ese día. “¿Y qué tal si yo te dejo el anillo y en vez de darme algo más costoso me regalas lo máximo que es que te conviertas en la mejor artista, cantante y diseñadora del mundo?”. Ella se sonrió y me dijo: “Está bien, pero mejor llévate el anillo. Quiero que te lleves algo de mí … Igual me saldré con la mía y te haré el mejor regalo…” “…Que será cuando hagas tres conciertos seguidos en el Estadio River Plate…”, le completé. “Trato hecho”, me dijo Selena y “chocamos los cinco”…

En eso vino Chris y le dijo a Selena que ya arregló todo, pero que esa perversa le insistió en verla sola y que preguntó por qué no hizo caso a los mensajes que le dejó en el “bipper”. “Por suerte apagué ese aparato. No deberían existir esas cosas que invaden la vida privada de uno. Tengo miedo de que el futuro sea con todos sabiendo de todos, y de todos teniendo derecho a saber cosas que no les corresponde…”, reflexionó Selena. Yo le dije: “Habrá que adaptarse a las nuevas épocas y…” “¡¡a tener mucho cuidado!!”, completó Selena a las carcajadas. Vi que ése era el momento de irse. Quería, para mi tranquilidad, irme con esa imagen y seguridad de Selena. “Bueno. Aprovecho para decirles que vine porque ya tengo que volver a mi país. Espero verlos pronto allá”. Selena se sonrió como sabiendo que así debían ser las cosas y contenta por verme que yo estaba feliz y sereno. Ahora sabía que dependía de ella y ya no tenía motivos para estar angustiada. Ahora sólo tenía que seguir con éxito todo lo que había emprendido. Me abracé con Chris y le prometí que ya hablaríamos con más tiempo y más tranquilos de los Guns N’ Roses. Y le pedí por lo bajo que cuide a Selena que era lo más valioso que tenía y que gracias a ella él era alguien en la vida. Luego Selena me dijo: “Ven. Te acompaño a la puerta. ¿Ya sabes cuándo te vas?” “Hoy mismo”, le contesté. “Veo que lo habías planificado todo”, dijo Selena. “En realidad lo rogué todo, Selena”, le contesté mientras salía para la puerta…

Ya en la calle miré a Selena con una sonrisa. El sol le pegaba bien en la cara. En ambos se habían borrado las caras y sensaciones de angustia y de sufrimiento. “Me voy. Sólo espero que puedas controlar a esa mujer. Mantente lejos. Es la mejor manera”. “Lo sé”, me dijo Selena con aire de dolor. “¡¡Sabremos salir adelante como siempre!!”. Por un instante nos quedamos mirándonos hasta que le dije: “Que lindo verte así en un día tan hermoso…”. “Verte cómo…”, me dijo con aire cómplice Selena. “Tú ya lo sabes”, le dije y la abracé con mucha fuerza. “Qué lindo que es despertarse cada día y estar vivo. Recuérdalo, Selena. Recuérdalo. Sé que eres joven para apreciarlo…”. “Hoy lo aprendí, Sergio, hoy lo aprendí, y todo gracias a ti”. “No, Selena, todo es gracias a ti. Sin tu Amor en todo lo que haces yo no estaría aquí y nada sería posible. Contigo este mundo es mucho mejor”. Ahora fue Selena quien me abrazó, me dio un enorme beso en la mejilla y me dijo: “Definitivamente, me he convencido de que nos conocemos de toda la vida”. “¡¡Y así será para siempre!!”, le terminé diciendo mientras me fui alejando. Fue unas dos calles en las que sólo nos saludamos efusivamente en silencio y sin dejar de hacerlo nunca… Me entristecía despedirme pero estaba feliz pues lo más importante era una realidad. Estaba tranquilo y feliz de que todo iba a ser muy diferente de aquí en más. Y lo más importante ya era un hecho: era 31 de marzo de 1995 y Selena estaba entre nosotros…

Estuve largo tiempo viajando. Mi mente voló y perdí la noción del tiempo y de todo lo que pasó. Fue como un largo sueño, que empieza como una pesadilla, pero que tiene un final feliz que coincide cuando uno se levanta y ve que lo que soñó no era cierto. Desperté en mi casa y mi sensación fue al revés. Temí que lo que viví era un sueño y ahora comenzaba la realidad. Estaba por desesperarme hasta que sentí que tenía en mi mano el anillo de Selena. No quise ver ni sentir más. Sabía que tenía el autógrafo pero decidí buscarlo después. Seguí durmiendo con la tranquilidad de que el mundo seguía andando, moviéndose feliz al compás de la música, de la voz, de la vitalidad y de la energía de Selena…

(Éste es el 31 de marzo que sueño, que deseo todos los días y que espero que algún día se haga realidad. Porque Selena es parte de mí y sin ella yo no soy nada. Si Selena no está en este mundo, entonces yo tampoco lo estoy. Si nunca veré a Selena, entonces nada tendrá sentido: ni mi existencia, ni este mundo, ni este universo. Por eso sueño con otro final, porque Selena tiene que estar en algún lugar que pronto yo voy a encontrar…)

Nunca me resignaré a la posibilidad de que tu Amor, Selena, cambie el destino de todo y haga de este mundo algo más agradable para vivir y de esta humanidad algo digno de que exista…

Selena: siempre vivirás en mi corazón y en mi Alma…

Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)



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