Una revelación de Amor, Selena…



“¿Pero ir a ver a quién?”, le dijo Iván a su novia. “¡¡A Selena!!”, le dijo Esperanza. “Vamos, acompáñame. No te arrepentirás. Te juro que te encantará. Es divina, es encantadora, tiene una gran voz. Vamos, ¿qué te cuesta? Aunque sea ven para estar a mi lado. ¡¡Dale, di que sí!!”, lo miró tiernamente. Iván no pudo resistirse al ruego de su novia. Pero aun desde el asentimiento tácito, no pudo dejar de decirle: “¿Pero es la misma que canta Bidi bidi bom bom?”. “Sí, es ella misma”, le dijo entusiasmada Esperanza. Entonces, ¿sabes quién es?”. “Sí, claro que sí”, le dijo Ivan mirando para abajo. No hacía mucho que el muchacho salía con ella. Quería aún complacerla y darle todos los mimos sin darle ningún motivo de quejas y llantos. “Ya habrá tiempo para que pasen esas cosas”, pensaba Iván cada vez que había que aceptar algo que no le gustaba mucho. Pero esto de ir a ver a Selena no le atraía mucho que digamos. Lo suyo era otra música, siempre había seguido a músicos de rock, punk rock y heavy metal. ¡¡Llegó a asistir a conciertos de Pantera!! Él había tenido una infancia y adolescencia difícil. Era un chico callado y no exteriorizaba mucho sus cosas. El ambiente familiar más bien opresivo no le permitía sentirse cómodo a la hora de decir lo que pensaba y sentía. La música que él escuchaba le permitía gritar, exteriorizar, saltar, sacar a viva voz sus emociones, le permitía decir lo que no podía decir en sus ámbitos ni a animarse a decir en los lugares en los que frecuentaba. Con Esperanza se había animado a ser más él sin gritar y sin inventar un personaje. Ella era dulce y no sólo sabía escuchar. También se las ingeniaba para que su novio diga lo que le costaba expresar. Tal vez eso era a Esperanza lo que más le atraía de Iván: su timidez, ser callado, ser dulce y tierno detrás de esas tachas, pelo largo y aspecto supuestamente raro que tenía. Esperanza sabía que no era así en realidad y sólo quería que se empezara a mostrar tal cual es, que era lo más interesante que tenía. Por eso le dijo de ir a ver a Selena. Era una de sus tantas presentaciones en Monterrey. Corría el año 1994. Selena estaba en el mejor momento, en su momento. Esperanza había comprado las entradas con mucha anticipación intuyendo que se agotarían pronto. No se equivocó. A pocos días de la serie de conciertos la gente se desesperaba por conseguir las pocas localidades que quedaban. Esperanza recién allí le dijo a Iván sobre ir a verla. Ya había pensado en venderla o dársela a alguna prima en caso de que él se negara. Pero ella se tenía fe. Tenía la intuición y la seguridad de que lo iba a convencer y de que a la larga él también se divertiría. Si por esas cosas él no iba y nadie podía ir a verla, no importaba: ella no faltaría. Ella era una fan más desde que Selena pisó por primera vez Monterrey y fuera al programa “Siempre en domingo”, de Raúl Velasco. Aún recuerda esa magnífica interpretación de “Como la Flor”, ante un auditorio que aullaba directamente con su presencia cantando semejante éxito. Desde aquella vez comenzó a comprar todo de Selena y era feliz con su compañía. Sólo esperaba que ahora su novio le hiciera compañía con su felicidad…

Cuando llegó el día, Ivan recibió la llamada de su novia para avisarle que en una hora la fuera a buscar. Faltaba bastante para el concierto, pero ella quería ser la primera en entrar. Iván por un momento pensó en excusarse, decir que estaba enfermo, que no podía salir de la cama, cualquier cosa. ¿Qué iba a hacer allí? Desde que la invitó su novia, su cabeza no paraba de pensar y de girar. Apenas había escuchado a Selena. Creía que era una de esas artistas de las que habla todo el mundo por un hit y que ese mismo mundo la deposita al olvido en cuanto ya no le sirve más. Definitivamente para Iván no tenía sentido estar allí. Él estaba para otra cosa. Él estaba para las grandes bandas, para hacer “pogo”, para exteriorizar algo violentamente su pasión por la música. Él creía que sólo de este modo podía disfrutar de un concierto, de un espectáculo, de la música, de las voces. Él sentía que el espectáculo también era él, o mejor dicho, que el espectáculo era lo que hacían ellos allá abajo. A veces como poco se ofrece en el escenario, poco es lo que hay para valorar. Y él encima se había encerrado en ese mundo hermético y poco propenso a escuchar otras cosas o voces distintas de las que a él le gustaba. ¿Qué iba a hacer en un concierto en el que irían niños, jóvenes y adultos por igual, que gritarían enloquecidos en cuanto vieran a su Reina? Iván tenía a Selena en el oído cantando “Amor prohibido”, “Como la Flor” o “La carcacha”. Y sentía que era una artista más con cierta fama por sus canciones divertidas y pegadizas. No la había visto más que alguna vez en sus tantas incursiones por México y algunos países de América Central. Pero nunca le había llamado mucho la atención. Para él era no era muy distintas de otras. “Ya vas a ver cuando la veas, Iván. Quedarás con la boca abierta. Es mucho más de lo que tú crees…”, le dijo Esperanza. Iván le hizo un gesto extraño, como no estando muy seguro de lo que hacía. Pero al fin le dijo desafiando a su novia: “Ya veremos, ya veremos si es tan como tú dices”, haciendo esfuerzos denodados para animarse ya y dejarse ir por los deseos de Esperanza. En el viaje hizo toda clase de comentarios de lo que le pasaba en el trabajo, de lo que pasó con un problema serio en su cabeza producto del estrés, de la mala relación que tenía con cierta gente a la que él calificaba de traidora y detestable, de que no toleraba la injusticia, la falsedad y la mentira. Esperanza lo miraba y empezaba a entender por qué el chico escuchaba esa música. Ella se ilusionaba con que si viera a Selena acaso cambiaría de opinión, si al menos la viera actuar acaso entendería por qué ella y por qué tanta gente la quería. Sólo eso Esperanza esperaba. E Iván sólo pensaba:. “¿Qué hago yo aquí en Monterrey? ¿Acaso volvió Jimi Hendrix a tocar y a incendiar una guitarra? ¡¡Sáquenme de aquí!!” Casi llegando al estadio se encontró con un tío que no veía hacía rato. “¡¡Oye!! ¿Qué hacer acá? ¿Acaso vienes a ver a Selena?”, le dijo, viendo que estaba solo, pues momentáneamente Esmeralda se le había adelantado. Y antes de que Iván dijera nada, su tío le dijo: “Haces bien en venir. Ella te encantará. ¡¡Es única!!”…

Iván entró al estadio a las corridas. No porque él quisiera, no porque los persiguiera alguien a él o a su novia. Era que Esperanza lo había tomado de la mano y lo había llevado a las apuradas para estar lo más cerca posible del escenario. Iván no lo podía creer. “Si me viera Jimmy Page corriendo junto con un montón de chicas para ver a Selena se me reiría en la cara y se lo contaría a cuanta persona se le cruzara para que se mofen de mí para siempre…”, se decía Iván mientras corría con los ojos extraviados. “¿Decías algo, Iván?”, le preguntó Esperanza. “No, no. Es que no entendía por qué tanto apuro. Aún falta para el concierto”, se excusó Iván. “Ah, era eso. Creí que hablabas de unas páginas y no entendía a qué te referías … Como fuere, ya sabes que tenemos que estar lo más cerca posible del escenario. ¡¡Estoy tan emocionada!! ¡¡Veré de nuevo a Selena!! No sabes el éxito que está teniendo. Arrasa con la venta de discos, arrasa con los premios, arrasa con las concurrencia del público en sus conciertos … ¡¡Y ella es una persona tan linda!! Si la hubieses visto. Siempre sonriente, siempre cordial, siempre simpática, siempre positiva. ¡¡Ojalá todas las artistas fueran como ella!! Nunca he visto que alguien fuera así. Yo sé que va a llegar muy lejos. ¿Acaso no ves cómo la gente la quiere? ¡¡Mira a todos los que están entrando!! La gente no se cansa de verla todas las veces que sean necesarias. Ella es una de los nuestros. Ojalá triunfe en todo el mundo. ¡¡Yo estoy segura de que lo logrará!!”, decía Esperanza mientras lo abrazaba a Iván. “Y gracias por acompañarme, Iván. ¡¡Sabía que no me fallarías!! Hubiese dudado de ti si me hubieses venido con alguna excusa. Hubiese pensado que no me querías lo suficiente como para estar al lado mío en algo que me hace tan feliz. Pero estás aquí … ¡¡Te quiero mucho!!”. Y Esperanza le dio un enorme beso. Iván quedó aturdido por semejante muestra de cariño y sintió una vergüenza interior que le hacía sentir culpable y temía que se le notara en la cara. Era extraño. Podía haberse excusado y ahora tendría un problema. Pero Iván extrañamente no lo hizo. Se dejó llevar acaso porque tal vez quería ver de qué la iba Selena. Quién sabe. En la duda se quedó mientras abrazaba a Esperanza y compartía su emoción por estar allí, una emoción que era compartida por tanta gente, tanta gente que sólo mostraba felicidad, felicidad por estar allí junto con Selena. Cuando miró más detenidamente a la gente que entraba o que ya se había apostado en el lugar, notó que había de todo. No sólo había chicas adolescentes como él suponía. Había chicos de su edad, había gente mayor, había parejas de gente grande, madres que acompañaban a sus hijas pero que sentían el mismo entusiasmo que ellas, familias enteras que venían de lejos para ver a Selena. Lo que más le llamó la atención a Iván era ver a gente tan feliz, siempre con una sonrisa en la boca, gente expectante que se sentía bien estando allí, participando de una comunión, de una comunión de Amor y de respeto por una artista que los llenaba en todo y los identificaba. ¡¡Ese ambiente era tan distinto del que solía frecuentar!! En los conciertos en los que él iba la gente siempre estaba nerviosa, con la violencia siempre presente como única diversión. Violencia que por allí se potenciaba por la música, o simplemente la música acompañaba esa violencia. Cuando veía a esa gente tan feliz, Iván se preguntaba por qué él no era feliz, por qué no se iba satisfecho del lugar si él no hacía algo extra, algo extra que no venía del escenario, algo extra que venía a cubrir tantas necesidades, algo extra que venía a disimular la falta de Amor y de afecto que tenían él y muchos de los asistentes a los conciertos a los que frecuentaba … En ese recorrido Iván ve que entre los asistentes al concierto de Selena había una mujer que estaba amamantando a su hijo. “¡¡Pero mira, Esperanza!! ¿Cómo dejan entrar a una mujer con un bebé? ¿No es peligroso? ¿No le puede pasar algo?”, dijo intrigado Iván a lo que rápidamente le contestó Esperanza: “¡¡No te preocupes!! Es normal que vengan madres a ver a Selena. ¡¡Ellas tampoco se la perderían por nada en el mundo!! De todos modos, ellas irán a un lugar especial y la verán sentadas. ¡¡Pero qué bueno, Iván, que te preocupes!! Eso habla bien de ti”, le dijo Esperanza, que volvió a abrazar a Iván tomándolo de la cintura mientras cerraba los ojos y sonreía en silencio, sintiendo todo el orgullo que le generaba su aturdido novio…

En poco tiempo Iván se sintió que estaba literalmente entre la espada y la pared. Había entrado tanta gente al campo que Esmeralda, para no perder su lugar de adelante frente al escenario, fue llevando a Iván a dar casi de narices al piso en el que se movería Selena en breve. Cuando se quiso acordar, Iván tenía un mundanal de gente que no paraba de gritar y de vivar por Selena. A medida que pasaban los minutos la gente se iba impacientando y empezó a gritar por Selena. Le pedían que entrara, le pedían que al menos entrara su padre para que aclarara lo sucedido. Pero lo más insólito fue cuando en el fragor de la locura general alguien a los gritos reconoció que no había pagado su entrada al estadio. Iván pensó que lo iban a matar por ello. Pero para su asombro nadie le dijo ni le gritó nada. Y lo más insólito aún fue que esa persona se fue sola sin que se lo pidieran para dar el dinero faltante. “Esto parece el paraíso. No puede ser cierto lo que veo. Y eso que encima no pude apreciar a Selena. Bueno, veré de qué la va ella. Supongo que será como en los videos que la vi. Nada especial, pero al menos podré decir que conocí a Selena”, se decía Iván hasta que casi muere de un síncope cuando escucha un aullido enorme que casi lo echa en tierra y lo arrastra varios metros para adelante tragando literalmente toda la tierra. Cuando pudo ver notó que se habían apagado las luces. Selena estaba por aparecer. Iván notó que había perdido a Esperanza en el medio de la oscuridad y del griterío. Ella se había ido más hacia el costado derecho para poderla apreciar mejor. Se ve que en su lucha por ir para ese lugar perdió la mano de su novio y se transportaba literalmente al escenario. Iván miró para su costado derecho hasta que por suerte pudo ver a su novia que estaba allí llamándolo con su mano y extendiéndosela para que se viniera con ella. Cuando Iván estaba por ir, escucha un ensordecedor “¿Cómo está Monterrey?”. Era Selena que salía por uno de los costados del escenario extendiendo su mano y saludando a todos los asistentes con su mano. La gente sólo gritaba y gritaba. Iván recibió toda clase de empujones de gente que sólo quería ver a Selena de más cerca o para sacar fotos. Pero pronto a Iván dejó de molestarle los empujones, los gritos y las multitudes enardecidas. Se quedó impactado con la figura de Selena. Ella estaba con su peinado voluptuoso y enrulado del que tenía mucha fama en México, lucía una chaqueta y un pantalón negros tal como si fuera una típica cantante de rock. “No tiene que envidiar a nadie del mundo roquero”, se decía Iván mientras no podía dejar de mirar a esa mujer que se movía a uno y otro lado del escenario con una soltura, con una gracia, con una personalidad, con una voz, con un carisma del que pocas artistas en serio podían tener. Y mientras veía a Selena cantar, mientras los saludaba, mientras les sonreía, mientras los invitaba a participar del coro, Iván se dijo: “¡¡Pero vaya sorpresa!! Selena no es una artista común que se puede ver en cualquier lado. Ella es especial. No es alguien que es sólo apreciada por un éxito. Selena es distinta. No es una artista cualquiera. Tiene algo … que no sé cómo definirlo. Pero no pasa inadvertida en ningún lado. ¡¡Se nota!! No es una artista cualquiera. ¿Cómo no me di cuenta antes?”, se preguntaba Iván mientras se decía “Ahora entiendo por qué la quieren, aprecian y admiran tanto. Sólo basta mirarla. Con verla es suficiente para entender todo…”.

Iván comenzó a querer a Selena cuando se vio gritando con la gente el tema “Ven conmigo”. Él ni sabía la letra. Pero el sonido del acordeón, los gritos mariachis de A.B. y los movimientos de Selena lo llevaron al mayor grado de éxtasis. No podía dejar de mirar a Selena. Había algo en ella que era hipnótico. Podían pasar ovnis, aviones, buses, una corrida de toros en sus narices que ni se daría cuenta. Definitivamente no podía evitar dejarse de llevar por el encanto de Selena. Ella tenía algo, que no podía precisar pero que lo entendía y sentía perfectamente. Ella lo hacía sentir feliz. Ella lo hacía cantar hasta canciones que no entendía ni conocía. Ella lo hacía bailar, alzar sus brazos, saludar. Selena se paseaba por el escenario pasando sus brazos por las espaldas, luego alzarlas para ponerlas adelante en son de que la gente la acompañara. Luego tenía tiempo para mirar a la cámara de televisión que la enfocaba y darle un saludito. Ya no le molestaban los gritos de la gente cantando “Ven conmigo, quiero amarte. Ven a mi lado quiero besarte. Conmigo tendrás todo lo que quieras. ¡¡Y hasta el día que me muera tú vas a ser mi Amor!!”. Él era partícipe de esos gritos. Una vez que lo escuchó por primera vez, ya lo podía repetir con dificultad en la segunda y decirlo casi perfecto en la tercera. Sólo tenía que seguir a Selena. Sólo tenía que leer sus labios y mirarla con una sonrisa. Sólo tenía que seguir la fiesta, la fiesta que ella organizaba e invitaba. Después de ir a ver tantos conciertos, era la primera vez que no se peleaba con nadie y veía sólo al artista que cantaba en el escenario. Era la primera vez que sentía que la única protagonista, la única figura que estaba en esa noche, estaba allí cantando, sonriendo, arengando, bailando. Era la primera vez que veía en serio un concierto y sabía lo que significaba. Era la primera vez que veía a una artista de verdad…

“¡¡Ey, Iván, qué haces allí, ven para acá!!”, le gritaba Esperanza desde más adelante. Él apenas escuchó lo que dijo, le hizo un gesto de “no entiendo nada”. Luego, le grito: “Más tarde voy, no se puede pasar, ¡¡mejor me quedo aquí!!”. Esperanza asintió y le dijo: “¡¡Ven en cuanto puedas!! ¡¡Quiero que estés conmigo!! ¿No disfrutas del show?”. Iván le hizo un gesto con el pulgar en alto y con el dedo índice le señaló que Selena seguía cantando. Ella se dio media vuelta y siguió el concierto a los gritos. Iván prefería estar mirando solo el concierto. Quería seguir apreciando a Selena sin que su novia notara la tremenda impresión que le había dejado ella y le agarrara un ataque de celos. Justo en este momento no quería que pensara que ella se interponía en el camino. Él quería a Esperanza y ya soñaba con que sería la mujer con quien conviviría para toda la vida. Lo que le generaba Selena era otra cosa que no lo podía explicar. Allí recordó todo lo que le dijo Esperanza de ella y que él lo estaba corroborando. Pero una cosa es que lo diga una mujer y otra un varón, y ni hablar si ese varón es el novio. Aparte, él estaba descubriendo a Selena. y nada de lo que había escuchado de ella, incluso su novia, le alcanzaba para explicar con palabras lo que generaba en él semejante artista. “Mejor me quedo aquí y luego le explico a Esperanza todo”, se dijo Iván. Mientras tanto, pasaban las canciones y él no paraba de cantar, de gritar, de alzar sus manos, de hacer todo lo que le pedía Selena. Creo que si a Iván le decían cuánta gente conformaba el grupo Selena y Los Dinos, y qué nombres tenían, se quedaría sin poder decir nada y sin importarle saberlo. Él estaba convencido de que lo único que importaba era esa mujer que no paraba de cantar, bailar y de reír. “Creo que si Selena se lo propusiera tendría el mundo a sus pies. Ella debe generar oro en todo lo que toca”, se repetía. “¡¡Mejor que oro, Amor!!”, se corrigió. Los ojos de Iván sólo seguían el recorrido de Selena. No se permitía mirar más, como si quisiera demostrar ante una eventual inspección sobre sus actos que él sólo había ido allí para ver a Selena y nada más, que ante cada observación de los inspectores, ellos corroborarían que él hacía todo por Selena, que él era un admirador más y fiel, fiel a ella, fiel a todo lo que representaba ella. Mientras la miraba, notó que tenía determinadas gestos preparados, como el saludito personal a los asistentes al concierto. Pero no hacía esto exageradamente y fuera de contexto. Esas cosas las hacía cuando el momento ameritaba, cuando realmente el público se lo pedía. Si había algo que Iván notó enseguida de Selena fue que era muy auténtica, genuina, que no mentía ni que quería engañar al público. Que esa mujer que estaba en el escenario no distaba mucho de la verdadera Selena que estaba en su casa descansando o preparando algún vestido nuevo. “Imagino que mucho de su historia estará en el escenario, ese escenario del que Selena es dueña y hace lo que quiere, y logra todo lo que se propone”, se decía Iván, entendiendo en una parte de un concierto lo que significaba Selena como artista y como persona…

De pronto, Selena se dirige al público y pide que alguien suba al escenario para que represente de ex novio en el tema “¿Qué creías?”. Por un instante se encienden las luces que enfocaban al público y Selena se hace una visera con las manos para poder ver bien a los varones que pedían subir al escenario y representar ese papel. “¿Qué creías?, ¿Qué creías? Creo haber escuchado esa canción. ¡¡Sí, es la de la mujer que rechaza la vuelta de su novio arrepentido a la casa de ella!! Y qué se supone que ella hace con el que sube al escenario. Y si…”, Iván se quedó pensando en que tal vez él podría estar allí. ¿Por qué no? No sería la mejor forma en la que querría que Selena la tratara, pero la tendría bien cerca. ¡¡Qué emoción!! Pero cuando estaba por desistir de pura vergüenza, ve que alguien se le acerca y le dice: “¿Por qué no vas tú? ¡¡A mí me encantaría!!”. ¡¡Era Esperanza!! “¿Pero que haces tú aquí? Yo...”, trató de explicar Iván. “Te estuve observando y no quise molestarte. Pude corroborar lo que imaginaba. Que Selena te iba a encantar. Y a mí me emociona que te pase eso. No hay nada más lindo que compartamos algo que nos gusta tanto. ¡¡Pero vamos, Anímate!! ¡¡Alza el brazo que al final Selena va a elegir a otro!!”. Y Esperanza levantó intempestivamente el brazo de Iván y empezó a gritar: “¡¡Aquí, Selena!! ¡¡Aquí!! ¡¡Él muere por subir allí!!”. Justo Selena mira para ese lado y pudo observar cómo un chico totalmente vergonzoso tenía alzado su brazo por obra y gracia de su novia. Iván no quiso observar cuando Selena miró para su lado. Por un lado lo deseaba, pero por otro no sabía cómo enfrentar la situación. Por un instante recordó cuando era chico y lo hicieron participar en una fiesta de cumpleaños en una competencia para ver quién inflaba más rápido un globo. Él se puso tan nervioso que al final terminó último y sin siquiera poder inflar el globo. Aún recordaba la cara de la que cumplía años riéndose a carcajadas … “Ey, tú, al que le alzan el brazo. ¡¡Ven aquí!!”, dijo a las carcajadas Selena señalándolo a Iván. Él no quería ni darse vuelta. Era él el elegido, sin duda. Pero no sabía cómo encarar la situación. Esperanza lo zamarreó y le dijo: “¡¡Vamos, Iván, sube, te ha llamado Selena!! ¡¡No te puedes negar!! ¡¡No sabes lo orgullosa que estoy de ti!! ¡¡Lo harás bien!! ¡¡No tengo dudas. Vamos!! ¡¡Hazlo por mí … y por Selena!!”. Iván la miró y vio el escenario. Pudo apreciar a Selena esperándolo con una sonrisa que contagiaba. Iván se sonrió, asintió y pronto se adelantó entre el público mientras un hombre de seguridad se le acercaba para tomarlo y depositarlo en el escenario. La gente gritaba por él y lo alentaba. De pronto volvía a sentirse protagonista de un concierto, pero no por violencia, no por gente empujándose y lastimando sin sentido y sin razón. Ahora era protagonista simplemente porque iba a ser de partenaire de la artista, de la cantante, de la única protagonista del concierto. Iván iba a ser el “ex novio” de Selena…

Cuando Iván subió al escenario y la tenía tan cerca a Selena sintió que le temblaban las piernas. Selena se veía tan imponente, tan especial, tan artista, tan mujer, con tanta personalidad, con tanta seguridad, que él se sentía muy pequeño. No quería hacer el mismo papelón como con lo del globo siendo chico. Estaba muy nervioso y no quería equivocarse con ella, justamente con Selena. Pero había algo en su mirada, en su expresión que lo hizo tranquilizar enseguida. Había algo en ella que lo hacía emocionar. Por alguna razón sintió que tenía que ser fuerte pues tal vez ella necesitaba que fuera así. Por alguna razón sintió algo que lo hacía tender a protegerla, a advertirla. De pronto sintió miedo, pero no por él sino por ella. En ese momento Selena se le acercó, y él la abrazó con firmeza y admiración, mientras le sonreía. Iván se emocionó hasta el borde del llanto en cuanto pudo sentir a Selena. Sintió que ella también era frágil pero nunca podría permitirse demostrarlo ante su gente en un escenario. Por un momento sintió que estaba abrazando a una niña de 8 años aterrada por miedo a no ser amada pero con la firmeza de estar entera y decidida a conquistar a todos con su voz y con su encanto. “¡¡Ey!! ¿Cómo me costó convencerte? ¿Cómo te llamas?”, le dijo Selena con cara cómplice y desafiante. “Me llamo Iván. Es que es la primera vez que vengo y la que me convenció fue mi novia Esperanza”, le dijo Iván mientras la señalaba entre el público. “Demos un fuerte aplauso a ti y a Esperanza”, dijo Selena mirando entre viseras al público hasta que dio con Esperanza que a los gritos le hizo sentir su presencia hasta que Selena le dio un saludito con una mano, y con la misma tomó el saludo de Esperanza y se lo llevó al corazón. “Y dime, Iván, ¿te gustó el show?”. “¡¡Claro que sí, Selena!! Realmente mi novia no se equivocó…”, le dijo Iván, quien hizo una pausa, y desde el corazón y sin pensarlo le dijo: “¡¡Espero que tú no desvíes tu camino y seas la mejor del mundo, pues eres una de los nuestros y eres la mejor!!”. La gente comenzó a gritar y Selena lo miró con ternura. Esas palabras le habían llegado de verdad. Por alguna razón Iván creyó ver que unas lágrimas salían de los ojos de Selena. Por un instante Iván sintió que estaba pasando algo pero que no podía saber qué era. Selena lo abrazó y por debajo le susurró: “Gracias. Espero no defraudarte nunca” y enseguida gritó: “¿Estás preparado para ser mi ex novio?”. Iván un poco aturdido le dijo que sí y de nuevo se puso nervioso. “Bueno, Iván, por lo pronto suéltate. ¡¡No estés tan duro!!”. Y lo zamarreó para que no esté tan contracturado. “Sólo mírame y escúchame. ¡¡Y escúchame bien!! Ya sabrás lo que tienes que hacer”, le dijo Selena mientras le guiñaba el ojo al público. La gente comenzó a gritar mientras Selena le dijo a Iván: “Are you ready?”. “¡¡Sí!!”, le contestó con alegría y emoción Iván, ya listo para que Selena hiciera de él lo que quisiera…

Iván se le quedó mirando, mas no supo qué hacer ni qué decir en cuanto Selena lo miró desafiante, le pegó con el revés de su mano derecha su pecho y le empezó cantar: “¿Qué creías?”. Él optó por quedarse quieto con las manos hacia atrás como arrepentido y aceptando los retos de Selena. Pero por sobre todo él no quería hacer nada que implicara que el público desviara su atención de Selena y lo mirara a él riéndose, haciendo gestos de aceptación o saludando a alguien. ¡¡De ninguna manera haría ello!! Hacerlo implicaría ponerse como protagonista de ese momento y ese momento era de Selena. Iván entendió el juego: él sólo debía hacer de partenaire. La protagonista era Selena, sólo Selena. Pero más que nada se convenció pues estaba totalmente anonadado y sin habla frente a la espectacularidad de la figura y personalidad de Selena. Si ya él se quedaba asombrado con verla desde lejos, tenerla tan cerca lo hacía sentir envuelto en una nube de emoción, lo transformaba cabalmente en el personaje masculino de la canción. Selena le gritaba al oído, se le ponía a sus pies, lo zamarreaba una y otra vez, le exigía una explicación, e Iván, nada … Sólo silencio, mirada seria y compungida a Selena, y dejarse llevar por el deslumbramiento de semejante artista. Tan buena artista que supo ver que ella se iba animando en su actuación según como él reaccionaba. Y como él estaba como una estatua, ella exteriorizaba aún más su pedido de explicaciones. También veía que Selena le hacía pequeños gestos para que se metiera en la representación, que no fuera sólo un chico mudo, sino un novio que intentaba vanamente recomponer la situación. Y cuando Iván levantó su dedo índice para pedir hablar, Selena lo agarró de la solapa de su camisa, mientras lo zamarreaba cantando: “¿Qué creías, tú qué creías? ¿Que como yo había muchas, que mi Amor ni regalado? Pues ya ves, ¡¡equivocado!!”. Luego lo soltó, espero el aplauso y la algarabía de la gente, y se acercó a Iván para saludarlo, no sin antes pedirle al público “¡¡Un aplauso para mi ex novio!!”. En ese instante Iván miró a Selena y sintió un sentimiento de compasión por esa mujer. No sabía por qué lo sentía, pero tenía un presentimiento, una sensación extraña que la hacía querer protegerla, advertirle, avisarle, prevenirle. La mirada en sus ojos se lo pedía. Había algo en la expresión de Selena que lo animaba aún más. Por eso, cuando Selena se le acercó con un gracias, él llorando de la emoción le dijo: “Cuídate, cuídate, Selena. Yo sólo tengo palabras de agradecimientos para ti. Doy gracias a Dios por haberte conocido. ¡¡Te juro que me has cambiado la vida!!”. Y la abrazó bien fuerte. Y antes de que vinieran los custodios por las dudas, él se apartó y le terminó de decir: “Piensa en ese público, Selena. ¡¡Piensa en cada acción que hagas en ese público que te adora!!”. Y se puso a llorar de nuevo mientras era acompañado por el personal de seguridad para ubicarse de nuevo en el campo. Selena quedó impactada con esas palabras y tardó en reaccionar. Sólo atinó a saludarlo con su mano a Iván y a pedirle a los custodios que lo traten bien pues “se portó de maravillas este chico para ser la primera vez. Es como si me hubiese visto de toda la vida. ¡¡Felicitaciones!!”. Y pidió de nuevo “¡¡un fuerte aplauso para Iván!!”. Y hasta antes de seguir con la siguiente canción, Selena se quedó pensando en que tal vez debía hacerle caso a Iván, que debía entender que debía dejarse cuidar por los que realmente la amaban y se preocuparan tanto por ella. Que debía entregarse definitivamente a su público y no sentirse que debía estar en el medio de intereses de otra gente … Era consciente de que ya no era una niña promesa. Lo suyo era una realidad. Ya era muy famosa y tenía un largo camino para recorrer no sin correr riesgos. Quiso decirle algo más a Iván, pero ya era tarde. Él ya se había marchado…

Cuando Iván bajó, Esperanza se le vino encima y lo abrazó fuertemente. “!!Estoy orgullosa de ti, Iván!! ¡¡Estuviste de maravillas!! ¿Viste que no me había equivocado, que Selena te encantaría?”. Iván se le quedó mirando y le confesó: “Pensé que te pondrías celosa de verme allí participando de ese momento y de haber notado que me encantó Selena…”. “¡¡Para nada, Iván!! Como habrás notado, Selena es distinta, es otra clase de artista. No es una rival para ninguna de las mujeres. Para cualquiera de nosotras es parte de nuestra familia. ¡¡Es una parte hermosa de nuestra familia!!”, le dijo Esperanza y lo abrazó con firmeza. “Además, no sabes lo lindo que es tener a alguien que uno ama que quiera también a Selena”. “Creo que es imposible no quererla en cuanto uno la ve, pero…” … Iván se detuvo. Iba a decirle que algo le preocupaba, no sabía qué, pero sentía un presentimiento, como esas pesadillas de las que uno se despierta pero que no sabe lo que ha soñado o padecido. Pero prefirió no decirlo. No quería preocupar a Esmeralda con algo que ni sabía explicar ni de qué se trataba … “¿Pero qué?”, le dijo Esmeralda. “Pero … eh … ¿qué me dirías si algún día se me ocurre tatuarme el brazo con la cara de Selena?”, le dijo Iván para salir del paso pero intuyendo que se metía en un terreno más que peligroso … “Que me parece magnífico y mucho mejor que tatuarte alguna calavera o figuras de las que sigues en tus conciertos ... ¿Qué te parece si nos tatuamos la cara de Selena como si adquiriéramos un anillo de compromiso?”, le dijo Esmeralda. “Que me parece fantástico”, le dijo Iván y la abrazó bien fuerte. “Tenías razón, Esmeralda. Ella es divina. Definitivamente verla te cambia la vida, te cambia la forma de ver las cosas. Ella transmite…”. “Mucho Amor”, le completó Esmeralda, sabiendo que es eso lo que transmite y genera Selena. Se habían perdido parte de una de las canciones de Selena hablando de esto, pero era importante decirlo. Selena seguro lo entendería y aprobaría. El final del concierto lo vieron juntos y abrazados. Iván quedó estupefacto ver interpretar a Selena “Si una vez”, ver sus ojitos cómplices, ver su manera de manejar los tiempos, las pausas y la emoción de la gente. “No, nunca vi a nadie así”, dijo Iván reflexionando en voz alta y con ello logró otro beso de su novia…

Vino el final del concierto, vinieron los “bises” y al final Selena se despidió. Iván sintió una gran angustia. Tal vez era tonto pero lo sentía como real. Temía que ésa fuera la primera y la última vez que vería a Selena. Había pasado por un montón de sensaciones en pocas horas. Selena era capaz de generar eso y mucho más ... Cuando estaban saliendo, Esperanza se encontró con unas amigas exactamente en la puerta de entrada al campo. De pronto, Iván sintió como un llamado, como si alguien le estuviera requiriendo su presencia. De pronto sintió que debía buscar a Selena, que ése era el momento y que debía enfilar para el lado de las tribunas, en las que llegó a asistir gente aunque viera a Selena de muy lejos. No sé por qué debía ir allí y debía ir solo. No era posible que encontrara a Selena allí … “Esperanza, espérame un tantito. Ahora vengo. No te muevas. Quédate hasta que yo vuelva…”. “¿Pero a dónde vas?”, le preguntó intrigada Esperanza. “A traerte algo de Selena”, le dijo Iván, le dio un beso y salió. Al principio iba caminando normal, pero en cuanto supo que Esperanza no lo vería, salió corriendo como una saeta para el sector de las tribunas. “Espero llegar a tiempo”, se decía Iván mientras corría casi desesperadamente. Cuando llegó vio que había una gran cantidad de personas que se habían quedado aún allí y estaban prestas a salir en cualquier momento. No podía ingresar allí pues no se lo permitiría el personal de seguridad. Iván no tenía mucho tiempo. Sólo atinó a avanzar por detrás de las tribunas para ver si había otra entrada hasta que de pronto casi en sus narices se abre una de las puertas laterales del estadio y ve salir a Selena, a su banda y su familia saliendo presurosos de allí … “!!Selena, Selena!!”, comenzó a gritar Iván. Los demás iban a seguir, pero Selena se detuvo automáticamente, se dio vuelta y se sonrió: “¡¡Iván!! ¡¡Qué bueno que apareciste!! ¡¡Ni que me hubieses escuchado!! Estaba pensando en ti…”. E hizo un gesto a los demás para que la esperen allí. “Pues aquí estoy. Creí escuchar un llamado. No sé por qué, pero sentí la necesidad de venir hacia aquí. Dejé a mi novia esperando con la promesa de que traería algo de ti”, le dijo sonriente Iván. “Es que debes tener poderes o una gran percepción, pues efectivamente tenía preparado algo para ti y para tu novia…”. Selena le entregó un bolsa. “Mira, fíjate si te gusta”. Iván abrió la bolsa y vio que en su interior estaba la chaqueta que había usado Selena esa noche. Iván puso cara de “¿En serio es para mí?” y antes de que dijera algo, Selena le dijo: “Hay algo más…”. Iván se fijó y vio que había también en el interior de la bolsa un papel autografiado: “Never forget what you told me tonight. And do not worry, I will be careful. See you soon. I hope not to disappoint neither you nor all those who love me. Love. Selena. 1994”. Iván se puso a llorar y casi sin mirarla por sus lágrimas la abrazó a Selena: “Cuídate, cuídate mucho. Sé que te preguntarás por qué te lo digo tantas veces. Yo tampoco lo sé. Tal vez sean mis poderes…”, le dijo Iván sin querer precisarle más sus presentimientos ni preocupar en vano a Selena. “Te entiendo, Iván. No necesitas decirme más nada. Ya sé lo que me quieres decir. Hay cosas que se dicen con la mirada. Lo aprendí de muy chica. Hoy con tu mirada me sentí como cuando era niña. Eso es lo que te quería decir cuando te fuiste del escenario…”. Selena estaba a punto de llorar pero antes de hacerlo le dio otra bolsa: “Esto es para Esperanza. ¡¡Pero no la abras!! Deja que la abra ella. Que la abra junto a ti cuando estén solos”. “¿Pero puedo saber qué es?”. “Claro, son los boustiers, mi pantalón y mis zapatos que llevé esta noche. ¡¡Ah!! También mis aros, ¡¡pues seguro que al final se me va a caer uno y terminaré tirando el otro!!” y Selena echó a reír con ganas. “¿Y le has dejado un autógrafo?”, preguntó Iván. “Por supuesto y antes de que me lo preguntes, le escribí a Esperanza que me llamen cuando se casen para que yo sea la testigo”, dijo Selena riéndose con ternura. Justo en ese momento apareció parte del público que estuvo en las tribunas y al ver que estaba Selena comenzó a correr. “Debes irte, Iván. Ellos vienen a pedirme algún autógrafo. Yo me quedaré aquí. Estuvieron toda la noche viéndome de lejos. Al menos quiero que tengan la alegría de verme de cerca. Adiós”, le dijo Selena y le dio un último beso. “¿Y cómo harás sola?”. Selena le hizo un gesto de que no se preocupe. En ese momento llamó de un chiflido a A.B. Éste vino enseguida llegando justo para atender a la gente que venía a brindar su Amor a Selena. Iván sonrió feliz y se fue despidiendo de Selena con largos saludos, miles de agradecimientos y pulgares en alto hasta que ya no la vio más…

Cuando volvió, se encontró con que Esperanza no sólo seguía hablando toda entusiasmada de Selena sino que estaba con más amigas con las que se había encontrado allí. En cuanto lo vio le dijo: “Ey, ¿cómo has tardado? ¿Había mucha gente comprando cosas de Selena?”. “Sí, digamos que sí”, le contestó Iván y le propuso: “¿Qué tal si te llevo a casa de tus padres y te enseño lo que conseguí de Selena?”. “¡¡Pues claro!! ¿Pero por qué no me lo muestras aquí? ¡¡Estoy toda intrigada!!”, le dijo a los gritos Esperanza. “No, aquí no. Tenemos que estar solos para verlo. Como mucho, tus padres. Pero nadie más”, le rogó Iván. “¿Por qué?”, le preguntó casi enojada su novia. “Porque me lo pidió Selena … ¡¡Y ahora vamos ya!!”, le dijo Iván tomándola de las manos a una Esmeralda desconcertada sin perder más tiempo. Cuando estaban ya casi en la calle, Iván se volvió a encontrar con su tío. “¿Has visto lo encantadora que es Selena?”, le comentó. Iván se río con ganas. Se río de tantas casualidades de ese día, que más que casualidades son causalidades. Pero luego de ver a Selena quiso ver el lado positivo de las cosas. Quizás esa noche haya sido una revelación para todos. Quizás esa noche haya nacido una nueva vida para todos. Quizás esa noche el destino haya cambiado para todos, sobre todo para Selena, y para bien…

(Yo sólo espero que Iván haya podido con su presencia cambiar su vida y su percepción de la vida y de las cosas. Yo sólo espero que Iván haya podido cambiar el destino de Selena … para que ella esté siempre feliz y llene de Amor a este mundo que sin ella nunca será el mismo…

Te recuerda, Selena, cada semana, cada noche, cada día, con Amor…

Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)



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