Este premio es tuyo... (Ese pañuelo blanco, Selena … nuevamente)



“And the Oscar goes to … ¡¡Selena!!”. Selena se tomó la cara con las manos y no pudo contener el llanto. ¿Quién lo iba a decir? ¡¡Selena ganadora de un Oscar por una actuación!! Hacía rato que no reaccionaba así. Y no tenía nada que ver el hecho de estar acostumbrada a tantos éxitos, a tantos premios, a tantos reconocimientos en todo el mundo. Selena siempre reaccionaba sin exteriorizar tanto sus sentimientos. Iba siempre preparada para todo, para escuchar cualquier resultado. Iba con la convicción de que podía ser tan probable ganar como perder. Por eso, cuando lo lograba se podía afirmar con su actitud que se había preparado para esa posibilidad. Sólo una vez no pudo contener la emoción. Fue cuando logró ganar el premio a la mejor cantante regional en Premios Lo Nuestro 1993. Aquella noche fue mágica. Había tenido una actuación excepcional. Había cantado “Como la Flor” de maravillas. Se sentía hermosa y sentía que había llegado el momento del despegue definitivo, pero aún estaba la incertidumbre. Cuando le dieron ese premio, como otros tantos esa noche, sintió el reconocimiento internacional, el éxito fuera de los Premios TMA. Aquel premio la ponía en la consideración de todo el mundo. Hasta allí Selena era de la gente, la artista del pueblo, la niña que iba en busca de un sueño, el famoso “sueño americano”. A partir de ese momento Selena era la artista consagrada, la artista requerida por los medios, la cantante con despegue internacional. En aquella noche, Selena no podía salir de su asombro. También se tomó la cara con las manos, había puesto, al incorporarse a recibir el premio, su mano en el pecho y se abrió paso entre la gente. Llegó a abrazar en ese trayecto a A.B. y a Pete Astudillo. Luego, en su emoción casi se lleva por delante a Paulina Rubio, quien oficiaba de presentadora. Selena en aquella oportunidad dijo, por su emoción, unas pocas palabras de agradecimiento a la gente y a todos los que creyeron en Selena y Los Dinos. Desde allí en adelante Selena recibió cada premio con un nudo en el estómago de los nervios previos a la entrega y con la naturalidad de entender que se podía ganar, se podía perder, que cualquier decisión era la correcta. Así lo tomó cuando recibió el primer Grammy en 1994. Y así lo haría en lo sucesivo, como cuando no obtuvo el Grammy en 1995 -tal vez si hubiese recibido el premio aquella desgracia que casi se la lleva de este mundo nunca hubiese sucedido: ella hubiese estado lo suficientemente ocupada como para escuchar y seguir a esa pérfida mujer-. Ni siquiera fue distinto cuando recibió el primer premio TMA luego de la tragedia del 31 de marzo de 1995 en el que su vida estuvo realmente en peligro luego de ser atentada por esa pérfida. Selena se había tomado el suficiente tiempo como para que ningún premio fuera por pena ante lo que le había sucedido. Ella quería que se lo dieran por mérito propio y no por reconocimiento ante la desgracia, como consuelo ante lo lamentable, ante lo absurdo, ante lo peor de la condición humana expresada en esa mujer que sólo había destilado odio, rencor y frustración. Por eso estuvo un largo tiempo luego de recuperarse de semejante acto de barbarie yendo a diferentes programas de televisión y de radio, y yendo a innumerables festivales y entrega de premios para que la gente le diera diferentes reconocimientos y destacados sólo en esas ocasiones, en ese tiempo. Una vez pasado ese momento tan terrible, tan traumático y tan impactante, Selena se avocó a su disco en inglés y a triunfar. Paradójicamente nunca quiso hablar de lo que le pasó. En un punto las cosas se las había facilitado esa pérfida mujer cuando tomó la decisión correcta al saber que no tendría escapatoria y estaría expuesta al escarnio público. Y, mejor aún, la gente no le quiso preguntar, no quiso indagar más de la cuenta. La gente, aun ante semejante hecho, acompañó a Selena y aprobó todo lo hecho por su artista tan admirada. El hecho de que estuviera viva no daba ganas de indagar más. Eso era lo más importante. En correlación con esa actitud, todos los medios sólo quisieron homenajearla y alentar a Selena en cada programa en el cual era invitada. Habría que ver qué hubiese sucedido si se daba lo peor … Pero por suerte y gracias a Dios eso no ocurrió … Selena recordaba que había quedado muy impresionada por tantas muestras de cariño, tantos mensajes de Amor, la actitud de la gente de quererla cuidar y demostrarle su afecto más que admirarla por sus discos. Era mucha más gente de lo que esperaba, mucha más gente de lo que esperaba toda su familia. Y si bien Selena allá por 1995 era consciente de su tremenda popularidad en México y en tantos Estados de los Estados Unidos, nunca pensó que recibiría tantas muestras de Amor, de admiración y de reconocimiento en todo el mundo … Para cuando salió el disco en inglés todo el mundo latino y anglosajón esperaba ese momento para llevárselo ese mismo día. Se rompieron todos los récords de venta y el disco estuvo unas horas sin estar disponible para el público. Por suerte la discográfica y la Familia Quintanilla en pleno hicieron todos los esfuerzos para que ese tiempo no fuera una eternidad. Y Selena empezó un recorrido de ensueños que no se acabaría jamás…

“And the Oscar goes to… ¡¡Selena!!”. Esas palabras aún retumbaban en su cabeza mientras caminaba a recibir el premio. ¡¡Habían pasado tantas cosas!! Recién allí tomó conciencia de la dimensión de lo que hubiese ocurrido si aquel acto nefasto se hubiese consumado, si la gente no hubiese salido a las calles a rezar por ella, a pedirle a Dios por su salud, por el milagro, a prometerle hacer cualquier cosa con tal de que ella estuviera viva. En ese instante pensó en Guadalupe, y en sus palabras y en su promesa. Selena desde aquel encuentro hasta ahora no había parado: sólo enfocó su vida en pos de lograr todo para algún día darle a lo que fuera aquella niña lo que le había prometido realizar. Para Selena el incentivo de Guadalupe fue muy importante para no pensar en lo que le pasó, para no paralizarse, para no traumatizarse. Con lo prometido a Guadalupe, Selena sentía que tenía un gran fin que cumplir, y que nada podía perturbarla y no cumplirlo. Por eso Selena se comunicaba siempre con ella, y le contaba, antes por carta, luego por Internet, todo lo que hacía, todo lo que iba logrando, todo lo que estaba viviendo, ese momento que Dios le dio para que tuviera su merecida segunda oportunidad. Y aun con el paso del tiempo Selena había respetado la decisión de Guadalupe de no ir a verla hasta darle lo más preciado para ella, lo que más le había costado lograr en su camino al éxito. Aunque su admiradora creciera e hiciera su vida, ella podía esperar. Lo que más le interesaba era que Selena pudiera triunfar y cumplir sus sueños. Ella no era una fan enfermiza. No era posesiva, no la quería sólo para ella con la excusa de mostrarse como una admiradora incondicional. Ella estaba lejos de tener alguna similitud con la asesina. Ella quería verdaderamente a Selena y sólo quería que a ella le fuera bien. Si Selena triunfaba, ella era feliz. Si Selena algún día la visitara era porque logró todo lo que se había propuesto, todos sus sueños. Y eso colmaría todas sus expectativas, todo lo que deseaba en la vida, que Selena estuviera en la cima del mundo en lo artístico y plena en lo personal. Ésa fue la condición que puso Guadalupe a Selena para que la visitara alguna vez. Mientras tanto, Selena le había mandado un vestido exclusivo diseñado por ella, le daba los adelantos de sus nuevos discos, le daba a ella toda la información, todas las fotos, todas las exclusivas. Selena sabía la evolución de Guadalupe, que estaba estudiando, que trabajaba duro, pero no sabía más. Guadalupe siempre le recordaba que velaba por ella y que le deseaba lo mejor. Que siempre pensaba en ella. Que siempre estaba feliz porque Selena no paraba en su camino de Cenicienta. Sólo le pedía a ella lo de siempre: que se cuidara y que a la hora de las grandes decisiones siempre se acordara de ella. Que acordándose de ella se acordaría de toda la gente que la quería tanto, que la amaba, que la estimaba como una pariente más, como un miembro más de sus familias. Y que ese sentimiento estaba por encima de todo lo que ella era como artista. Pues esa gente la valoraba primero como persona, era antes una vecina, la niña a la que veían siempre, el crédito de su pueblo, la esperanza de que un mundo era posible para ellos. Tal vez cuando Selena salvó milagrosamente su vida se dio cuenta de la dimensión de esos rezos y del pedido de Guadalupe. Esa gente nunca sería la misma sin ella, esa gente quedaría destrozada con su ausencia. Nadie más que esa gente deseaba que a ella le fuera muy bien en todo…

Selena caminaba por esa alfombra que la depositaba al escenario en el que sería recibida con el mayor galardón. Más allá de lograr el sueño de su padre de convertirse en la artista internacional más importante y popular del mundo, más allá de cumplir con su sueño de ser diseñadora, y de que sus modelos fueran conocidos y deseados en todo el planeta, Selena siempre había dicho que quería ser actriz. En los tiempos en los que había logrado una gran popularidad en Mexico y en Estados Unidos sólo había tenido participación en la novela “Dos mujeres, un camino” y un papel pequeño de cantante mariachi en “Don Juan de Marco”. Pero luego de aquello siempre pensó que tenía que estudiar mucho y esmerarse más para lograr algo. Cuando sobrevino esa tragedia con suerte, Selena estudió actuación, se juntó con los mejores actores y maestros para que le enseñaran todo, y se puso a practicar con toda dedicación mientras desarrollaba su increíble éxito internacional como cantante. Para cuando el nombre “Selena” era pronunciado en todo el mundo, cuando la figura de ella como cantante y diseñadora era conocida por cada habitante del planeta, a Selena le llovieron ofertas de trabajo en programas de televisión, de cine y hasta de teatro. Selena fue haciendo todos los rubros en su debido momento hasta que llegó su papel principal en la película “Nunca te des por vencido”, en la que ella hacía de una mujer muy pobre que tenía que salir a trabajar muy duro para lograr mantener a toda su familia caída en desgracia. Su actuación fue tan impactante que no hubo crítico que no sólo elogiara la película sino su participación en el papel principal. En un punto era la historia de su vida … “Selena sigue sorprendiéndonos gratamente como siempre”, decía un titular. “Selena vuelve a tocar los corazones de su gente”, decía otro. “Selena, una artista sin igual”, decía una publicación prestigiosa. La película fue un éxito en taquilla y recibió múltiples premios en diferentes festivales en Europa y Estados Unidos, y nominaciones para el Oscar. Y cuando parecía que iba a suceder como siempre en estos casos, que el que tiene muchas nominaciones no recibe tantos premios, sucedió todo lo contrario. La película se llevó casi todos los premios, y Selena el suyo y toda la ovación. Por suerte Selena lo había logrado de esta manera y no como simple reconocimiento en su ausencia, ausencia producto de una tragedia, de una desgracia, de una locura. Más de una vez Selena pensó que bien todos esos aplausos podían haberse dado sin que ella los oyera, sin que ella los pudiera oír ni sentir. Por suerte Selena no se había convertido ni en mito ni en leyenda. Por suerte ella sentía que todo lo que vivía era una realidad, que todo ese reconocimiento fue gracias a su voz, a su esfuerzo, a su talento y carisma, y al cariño de su gente…

Selena sentía que no llegaba nunca. Y es que sus pensamientos, sus sensaciones y sus sentimientos iban mucho más rápido que su paso al escenario. Por un instante pensó en todo lo que se había convertido en estos últimos 16 años. También recordó que estaba por cumplir 40 años, pero eso no le pesaba. Muy por el contrario, esa edad la llenaba de orgullo. Veía que estaba llegando a esa edad habiendo logrado prácticamente todo. Ni el parate lógico producto del intento de asesinato detuvo la carrera meteórica de Selena por el mundo. Luego de la salida del disco en inglés, que salió en 1996 bajo el nombre “I will survive”, Selena logró no sólo consolidarse en Estados Unidos sino que logró un éxito increíble en Latinoamérica. Muchos países de Centroamérica y Sudamérica, como en Venezuela, Colombia y Perú, además de México, que ya la amaba desde hacía tiempo, deliraron con su presencia y sus actuaciones cantando los clásicos éxitos en español, y en países como Argentina llegó al reconocimiento con ese disco en inglés y sus memorables actuaciones en el estadio de River Plate. Y eso trajo un efecto dominó en Chile, Uruguay, Bolivia y Paraguay. Muchos de estos países esperaban ansiosamente a Selena desde 1994 cuando ella anunció que iría por allí, y con todo lo que sucedió en el medio provocó más entusiasmo, y más aplausos con lo que Selena les brindaba. Y no quedó allí. El éxito de “I will survive” la depositó en Europa, y sus conciertos fueron tan exitosos que pronto fue a actuar en Japón, China, Australia, Rusia y en todos los continentes. Pronto su canto, sus actuaciones y su figura eran requeridas en todo evento mundial de caridad, de mundiales de fútbol, de rugby, y en todas las finales de fútbol americano y de béisbol. Cuando los de San Antonio Spurs disputaban las finales de básquet, Selena siempre era invitada, y ella no sólo asistía sino que actuaba. No olvidaba que ella era la madrina del colegio de Los Spurs, y en esa calidad les había ofrecido un show poco antes del atentado. Fue una de sus últimas actuaciones antes de ese día nefasto. A veces eso le daba tristeza, pues recordaba estar triste y preocupada por esa época, pero siempre le aliviaba, y por eso lo agradecía cada día a Dios -y a su gente, sobre todo, a Guadalupe-, que el destino le había dado una nueva oportunidad, que ella no lo había desaprovechado…

Cuando subió por las escalinatas que la depositaron en el escenario pudo escuchar la ovación y a todo el público asistente aplaudiendo de pie. Selena no se pudo contener y rompió en un llanto. Ryan Seacrest, el presentador, la contuvo y le dio un fuerte abrazo, y así la mantuvo mientras los aplausos y ovaciones se acrecentaban más y más. Selena lloró como nunca lo había hecho en todo ese tiempo desde aquel nefasto día. Sólo se permitió llorar en silencio cuando la fue a visitar Guadalupe. Sólo se permitió llorar en la intimidad y sin que nadie, ni siquiera su padre, la viera. El sentir que aquella niña había rezado y pedido tanto por ella le permitió mostrarse ante su admiradora tal cual es. Selena se podía permitir exponerse ante ella mostrando que podía tener sus flaquezas, sus dudas y de sentirse débil e insegura. Pero con la promesa que le hiciera de no parar hasta lograr todo lo que se había propuesto cuidándose mucho y pensando no sólo en Guadalupe sino en las tantas Lupitas que estaban en el mundo velando por ella, sólo depositó sus energías y sus emociones en lograr sus éxitos profesionales y personales. Selena siempre le agradeció a Lupita no sólo cada premio sino cada uno de los tres hijos que había tenido con Chris. Selena no podía dejar de pensar que sin la fuerza de su gente tal vez Selena no hubiese podido lograrlo y, peor aún, sucumbido en aquel nefasto día. De sólo pensar en ello le daba escalofríos y mucho, mucho miedo. Miedo que le duró en todo este tiempo. Miedo que le duraba en ese día. Por eso lloraba Selena. Lloraba por lo que le pudo haber pasado y que gracias al Amor de Dios y de tanta gente no había sucedido, y que ahora tenía ese tan soñado presente…

A Selena le costó recomponerse de esa situación. En un punto había entrado en una situación que no deseaba y que eso encima se expusiera ante el público. Pero comprendió que había tenido motivos más que suficientes como para reaccionar así. Y que los demás lo entenderían. ¡¡Y vaya que lo habían comprendido!! Al abrir sus ojos y ver a tanta gente tan emocionada como ella le hizo ver a Selena que la gente no había olvidado lo que había pasado, que aún estaba latente aquel hecho y la alegría de la salvación de Selena. Es que todos, y no sólo Selena, habían quedado heridos. Y por más que la alegría tapara todo, por más que el paso del tiempo se encargara de ir borrando de a poco las heridas que provocó esa pérfida mujer, esas heridas, ese sentimiento, ese dolor nunca se habían ido. Todos los asistentes y toda la gente le hizo ver y sentir a Selena por lo que habían pasado aquel 31 de marzo de 1995. Toda esa gente recibió el impacto de la noticia. Luego vinieron la negación, el ruego, la devastación, el desconsuelo, la espera resignada de la peor noticia, y luego el llanto, los abrazos, los gritos, esta vez de alegría, cuando se enteraron del milagro, de que Selena se había salvado. Todos después fueron a Corpus Christi, la visitaron, le pidieron autógrafos, se abrazaron con ella. Pero en los 16 años subsiguientes cada uno se alarmaba si escuchaban de los noticieros las palabras “choque”, “robo”, “accidente”, “tiroteo”, “asesinato”. No podían dejar de olvidar aquel día, cuando todo parecía perdido, cuando todo parecía inevitable. Tal vez la gente, la familia, todos empezaron a tomar conciencia de la seguridad de Selena, y de que debía preservarse para evitar desmanes y desbordes de alguien alocado que podía estar más cerca de lo que se pensaba. La gente nunca dejó de tener miedo y de que a Selena le volviera a pasar esto. Y ahora que veían que Selena lograba uno de los premios más importantes del mundo, no podían dejar de emocionarse como lo estaba Selena. Por primera vez Selena y su gente podían entender lo que sentía cada uno sin necesidad de decir nada más. Selena aprovechó un silencio que se dio en el teatro para decir sus palabras. Vio que le hacían señas diciendo que no habría límite para ella. Sentían que era necesario que todos compartieran más tiempo para manifestar sus sentimientos para con Selena. Nunca se había vivido algo así. Sólo Selena podía generarlo…

“Agradezco a la Academia y a todos ustedes por semejante reconocimiento”, dijo Selena y alzo su estatuilla para que la gente celebrara. “Creo que todos sentimos lo mismo al recibir este premio. No sé si lo merezco. No sé si hice el mejor papel. Eso sí. Di lo mejor, procuré ser la más aplicada, la más obediente, la que se esmerara más por lograr hacer las cosas bien. En la actuación hice como en el canto, como en el diseño. Di siempre más, dediqué más tiempo y busqué siempre perfeccionarme. Siempre quise darle un poquito más al público, que es el que mantiene toda esta industria dando lo mejor de sí … Y la que me hace tan feliz. Tal vez ése sea el mejor premio. El que no me di por vencida, que siempre fui por más. Yo sólo tengo palabras de agradecimiento para los que supieron apoyarme en esta película y que confiaron plenamente en mí. Y quiero agradecer a José Behar, que siempre quiso ayudar para que yo estuviera bien, aunque lo suyo sea el negocio de la música. Él fue el que me contrató para Emi, mi primera disquera importante, e hizo todo para cumplir mis sueños. Sin él no hubiese sido posible que llegara a lo que llegué como cantante. Y quiero agradecer a mi familia, a mi esposo, a mis padres, a mis hermanos, que siempre estuvieron allí no sólo para exigirme en los momentos en los que teníamos poco para vivir, sino para tener una fe ciega de que lo íbamos a lograr y darme toda la confianza, todo el cariño, la compañía y contención necesarias para que esos momentos de flaqueza, incertidumbre y llanto fueran más llevaderos. Pero soy conciente de que no sólo yo, sino todos vivimos un momento especial, único tal vez. Yo nunca quise hablar de lo que pasó y no lo voy a hacer hoy. Sólo quiero decir que hoy siento lo que sintieron muchos de ustedes ese día, siento que por ahí les fallé y los hice sufrir por algo que podía tal vez haberse evitado. Yo sólo recuerdo de aquel día que en mi mente había una niña que rezaba por mí en la soledad de su cuarto mientras miraba fijo un pañuelo que yo le había autografiado. Por eso quiero dedicar especialmente este premio a Lupita, que me dio la fuerza necesaria para que no me quedara aterrada luego de aquel día, y me esmerara y cuidara más para lograr todo lo que me había propuesto. Por suerte tuve el valor de volver a empezar y encarar la vida como siempre, con valores, con autenticidad, con trabajo, pero sabiendo que debía cuidarme más … ¡¡Y aquí estoy!! ¡¡Gracias, muchas gracias!!”.

Selena terminó de hablar, alzó de nuevo la estatuilla y volvió a llorar. Ryan Seacrest la volvió a contener y miraba al público cómo seguía de pie a Selena y volvía a aplaudir. Selena no quería dar esa imagen. Ella siempre tuvo salidas ocurrentes en estas y en otras ocasiones. Pero Selena no pudo tomar esta situación del mismo modo. Este premio no era uno más. Éste era el premio, era el reconocimiento a toda su carrera. Selena había llegado a lo más alto, y éste era el momento para poder no sólo festejar sino poder parar y disfrutarlo, parar y poder contarlo. Parar y tomar la dimensión de que se estuvo tan cerca de perderlo todo, de perder una vida artística increíble, de sentirse la mejor cantante latina del mundo y de la historia, de lograr el cariño de todo el mundo, de cumplir cada uno de los sueños. Tal vez Selena sabía que algún día sucedería, pero nunca supo cuál iba a ser el momento en el que iba a poder exteriorizar toda la angustia, todo el dolor contenidos, estar tan cerca de perder tontamente su vida que quedaba patentizada cuando vio a su padre ese nefasto día con su vestido morado que había usado en los TMA 1995. Siempre supo que si pasaba lo peor ella se iría cubierta con uno de sus vestidos preferidos. Por eso se lo dio a Guadalupe con la promesa de darle otro de sus vestidos especialmente diseñados por ella. No lo quería ver más. Verlo significaba imaginarse la escena, quedarse petrificada y no poder seguir más. No lo podía tirar. Tampoco esconder. Por eso en el hospital se lo dio a Guadalupe cuando ésta la visitó. Necesitaba no verlo por un tiempo para poder seguir…

Selena se fue en el medio del griterío, de los abrazos y del reconocimiento. Recién había caído en la cuenta de todo lo que había vivido y de toda la carga de la angustia de aquel 31 de marzo de 1995. Selena nunca pudo asimilar lo ingenuos que habían sido, cómo habían sido manipulados por esa mujer. En un punto a Selena le costaba perdonarse haber tomado la decisión de haber ido a ver a esa mujer. Nunca se había perdonado pensar que tenía que darle alguna explicación, tener que cuidarla cuando ella se sabía defender muy bien. No se perdonó desviar su camino habiendo corrido serio riesgo de perderlo todo en el momento justo. No se perdonó en definitiva no pensar en ella y en su felicidad antes que ocuparse de cuestiones que ya no le competían a ella ni eran de su incumbencia. Se dio cuenta de que siempre se había puesto en función de la necesidad de su entorno en vez de imponer su criterio y que los demás se adaptaran a ella. Por eso le hizo caso a esa niña de 14 años, hoy una mujer de 30. Ella le hizo ver que lo más valioso era ella y si ella no se cuidaba no lo podrían hacer los demás. El recuerdo de ese día nefasto y lluvioso era la mejor prueba de ese error. Ese error que se explica en que ella estuviera sola y que la familia no sospechara nada. Ese error de haber dejado todos que esa mujer les manejara la vida y la muerte de las personas más cercanas. Selena nunca quiso hablar de esto a nadie de su familia. Prefirió volcar toda su energía y sus decisiones a llegar a lo máximo siempre pensando en toda la gente que había depositado su confianza, su fe, su esperanza. Cuando habían salido del teatro fueron a una fiesta para festejar el éxito obtenido. Selena asistió pero ya había tomado una decisión. Por eso, cuando había saludado a todo el mundo y había recibido de todos las felicitaciones, Selena se acercó a A.B. y le dijo: “Me voy. Tengo que ir a ver una amiga ya. Voy a ver a Lupita. ¿La recuerdas? Si nuestro padre pregunta, dile que me tuve que ir, que tuve que recibir a otra gente de la Academia que me tenía que entrevistar. Tú entretenlos, que yo te tendré al tanto. ¿Podrás hacer esto por mí?”. A.B. iba a decirle que lo estaba metiendo en un problema, que él tendría que explicar lo inexplicable, que… Luego miró a su hermana y no pudo negarse. Esta situación también le hacía recordar el 31 de marzo y él nunca se perdonó no advertir el peligro y remediarlo. Por eso le dijo. “Está bien, Selena. Lo haré. Pero te estaré llamando constantemente para saber que estás bien. ¿Entendido?”. “¡¡Entendido!!”, le dijo Selena y abrazó fuertemente a su hermano. Ella sabía por lo que A.B. había pasado. Ella sabía que se hubiese muerto en vida si a ella le pasaba lo peor. Aun así, estaba alterado y siempre temía que Selena cayera de nuevo en la trampa. A.B era una gran persona y siempre la ayudaba a Selena y estaba siempre en el lugar justo en el momento preciso para dar una mano. Por eso no se hubiese perdonado si aquel 31 de marzo terminaba mal. Ese día A.B. no estuvo cerca y nunca se percató de lo que podía pasar…

Selena salío corriendo del lugar y tomó su viejo Porsche rojo y partió raudamente a la casa de Guadalupe. Ella ahora vivía en un pueblo cercano a Los Ángeles ... La sorprendería .... Cuando estuvo cerca de su casa la llamó desde su celular. “¡¡Hola, Guadalupe!! ¡¡Habla Selena!! Disculpa que te llame a esta hora, ¡¡pero quería que supieras que gané el Oscar!!”. ¡¡Ay, mi Selena querida!! ¿Pero qué dices? ¡¡No he podido dormir de la emoción!! Quisiera abrazarte fuerte, fuerte. Lo has logrado, ¡¡lo has logrado!! Espero que estés bien…”, contestó emocionada Guadalupe. “¿Me dices que me quieres abrazar? ¿Y qué esperas? Sal a la puerta y entenderás…”, le dijo Selena. Guadalupe se acercó a la puerta, miró por una de las ventanas laterales y vio a Selena que la saludaba y le decía: “¡¡Vine a que me devuelvas algo que hace rato me debes!!”. Y se echó a reír a carcajadas. Hacía rato que Selena no reía así. Guadalupe abrió la puerta con una fuerza inusitada y corrió hacia Selena que a su vez caminó a ella con los brazos extendidos. Ambas se abrazaron y lloraron por largo rato. “¡¡Gracias, Selena!! Gracias por darnos esta alegría. ¡¡Gracias por no haberte olvidado nunca de mis palabras!!”, dijo Guadalupe. “¡¡Cómo has crecido, mi Lupita!! Pensar que eras sólo una niña hace tan poco … Sabes que lo prometido es deuda y sabes que te debo no sólo la vida sino las ganas de volver a empezar. No fue nada fácil, pero sabiendo que estabas allí y que estaba toda la gente que sólo me brindó tanto cariño, no le podía fallar, no le debía fallar … Pero entremos. Yo no tenía que venir hasta tanto lograra lo que tanto soñé y lo que todos esperaban. Pues bien, aquí estoy. Vine a darte algo y también vine a buscar algo”, dijo Selena de manera expectante. “No sé qué me has traído, pero supongo que vendrás a buscar el pañuelo blanco. ¿No es así?”, trató de indagar Guadalupe. “No exactamente”, dijo Selena mientras entraban a la casa de Lupita. Apenas entraron a la casa, Selena preguntó por qué estaba sola. “Es que mi esposo trabaja de noche y viaja mucho. Ahorita está camino a Chicago. Supongo que vendrá en un par de días…”, se lamentó Guadalupe. “¿Y para cuándo los niños?”, inquirió Selena. “Es que quiero que todo se estabilice. Cuando eso ocurra los tendré. No quiero sufrir como mis padres…”. “Te entiendo”, le dijo Selena, “pero prométeme que los tendrás. Yo te puedo ayudar…”. Guadalupe enseguida la interrumpió: “De ninguna manera, Selena. Gracias. Ya saldremos de este momento. Tú me has dado todo. Mira, no te lo iba a decir pues me lo van a confirmar en días … Estoy embarazada y si es niña haré lo que hacen todos. ¡¡Le pondré tu nombre!!”. Selena se emocionó y la abrazó con mucho cariño. “Sabes que yo te debo todo. Y cumplí todo al pie de la letra. Sólo podía venir si lograba lo máximo para luego entregarte a ti algo significativo. Pero primero me tienes que devolver algo que te he dado…”, le dijo tiernamente, Selena. “Pero si no es el pañuelo, ¿qué es lo que quieres que te dé?”, pregunto asombrada Lupita. “El vestido de los TMA 1995. ¿Te acuerdas que te lo di en el hospital porque no lo quería ver allí? Ahora necesito que me lo des. Ya entenderás por qué”. Guadalupe fue a buscar el vestido sin comprender mucho el pedido de Selena. Cuando se lo trajo, Selena comenzó a lagrimear y dijo: “¿Sabes? Durante mucho tiempo antes del atentado tenía una pesadilla terrible y nunca lo quise contar. Ahora lo puedo decir y tú eres la primera en conocer ese horrible sueño. Soñaba con que me pasaba algo terrible … Yo me iba de este mundo y mi padre, buscando algo que me abrigara y que fuera lindo para mí, me había puesto este vestido. Pero todos se enteraban de ello y se acercaban a mí para filmarme y sacarme fotos en ese estado … ¿Ahora entiendes por qué te pedí que te lo llevaras aquel triste día?”, le dijo a Selena a una Guadalupe que no podía dejar de llorar. “Me propuse venir aquí también para volver a usarlo. ¿Me permites ir al baño para cambiarme?”, le dijo Selena. Guadalupe asintió, le indicó a Selena dónde tenía que ir y esperó en silencio. Se preguntó más de una vez por qué eligió este día para estar con ella, por qué dejó a todos en una gran fiesta en Los Ángeles para buscar ese vestido. En ese momento apareció Selena con aquel vestido morado. “¡¡Te queda precioso, Selena!! Te ves como en aquella época…”. “¿Feliz dirás? Sí, era un lindo momento de mi carrera que se empañó por lo que sucedió poco después…”, le dijo Selena con lamento. “¿Y tu vestido que llevaste al Oscar?”, le preguntó Guadalupe. Selena la miró tiernamente a los ojos y le dijo: “Ese vestido sí se queda aquí para siempre…”, le contestó Selena y se lo entregó. “Pero tú no puedes entregarme algo tan lindo. Esto lo debes conservar tú. ¡¡Es un recuerdo de algo inolvidable!!”, le dijo emocionada Lupita. “Lo más importante de esta noche es poder haber cumplido mi promesa contigo. El premio no es mío. Es tuyo”. Y Selena, además de entregarle el vestido diseñado por ella misma, le entregó a Guadalupe el premio Oscar. “Pero, Selena, esto no lo puedo aceptar. Es muy valioso. Es un inolvidable recuerdo para ti. Es tu propio mérito. ¡¡Quédate con él!!” Selena le dijo: “Tal vez sea como tú dices pero sin ti yo no estaría aquí. Yo hice mi parte. Ahora quiero que aceptes mi forma de retribuírtelo y mi dedicatoria”, le dijo Selena y le señaló la base del galardón. Guadalupe giró la estatuilla y allí vio un papelito con un autógrafo. Allí decía: “This Oscar is for you. I only went to receive the award. You made the impossible possible. Thanks for helping me to give everything to fulfill my dream. Loves you. Selena. 2011”. Guadalupe la abrazó con fuerza a Selena y le dijo: “No tengo más palabras para expresar todo lo que siento. Tú eres alguien sin igual. Por eso te queremos. Por eso hicimos lo que hicimos. Nada nos debes. Seguiremos haciendo lo indecible para que seas feliz. Seguiremos haciendo lo imposible para que todo ese dolor se vaya para siempre … Pero por favor, Selena, ¡¡vete ya!! Te van a matar por estar ausente en la fiesta. Y mejor lleva tu vestido. ¡¡Nadie entenderá el cambio!!”, le imploró Guadalupe. “¡¡De ninguna manera!! Me llevaré el vestido morado. Todos en mi familia lo entenderán … No podía dejar pasar un día más. Sólo esperé este momento para que estés feliz conmigo...”, le dijo Selena y estuvieron un largo rato abrazadas y llorando. Podían sentirse sus sentimientos en ese momento. No había ruidos en la casa, no había caras extrañas mirando lo que no deben mirar. Sólo había dos personas viviendo sentimientos que no se podían explicar, sólo se deben vivir. Las fiestas podían esperar. Su familia podía esperar. Los productores podían esperar. Pero los amigos de verdad, no. Selena le dijo: “Ahora que cumplí prometo venir seguido. Te daré todo primero a ti. Te daré algunas de mis boutiques para que las manejes. Te daré siempre a ti primero lo que haga…”, le dijo entusiasmada Selena. “No es necesario que hagas todo eso por mí” -la interrumpió Guadalupe-. Con que estés por allí dando un concierto, dando una entrevista, viéndote sonriente y siendo un ejemplo para todo el planeta, yo seré la persona más feliz del mundo”. Selena le dijo con pena que se tenía que ir pero que volvería pronto “¡¡para que me devuelvas el dichoso pañuelo blanco!!” y se echó reír a carajadas, le dio una palmada a Guadalupe en la espalda y la abrazó con dulzura al final. “Gracias por tus regalos y por venir, Selena. ¿Estás segura de que no quieres volver con ellos?”, le imploró Lupita. “No son regalos, Guadalupe. Son tus premios…”, le contestó Selena dándole un tierno beso en la frente y retirándose del lugar sin dejarla de mirar. Guadalupe la vio irse satisfecha de lo que había logrado Selena en su vida. Nada para ella podía ser más importante que verla así, pero era consciente de que una nueva etapa comenzaría, una etapa en la que cada una tenía que resolver varias cuestiones para seguir adelante, pero con el inmenso placer de que lo más importante, que Selena estuviera viva y feliz, era un hecho. Nada sería imposible, todo se podría lograr. Selena estaba más cerca que nunca en su vida. Los premios los guardaría como siempre como tesoro, pero lo más importante no era eso. Lo más importante era tener a Selena, no sólo fotos y recuerdos…

Selena volvíó a la fiesta. En la puerta estaba A.B. desesperado esperándola. Selena se había olvidado de llamarlo. A.B. no la había querido llamar para no sufrir más. En cuanto pudo estacionar, A.B. corrió y le dijo: “¿Pero por qué te demoraste tanto? Ya no sabía cómo entretenerlos. Estás a tiempo antes de que te maten. ¿Pero dónde está tu vestido? ¿Por qué llevas éste? No es que esté mal, pero…”. “Es que es hora de empezar una nueva etapa, de comenzar nuevos rumbos. Ahora que ya lo logré todo puedo usar este vestido que me recuerda a tan lindos momentos”, le dijo Selena. “¿Y el premio?”, preguntó intrigado A.B. “Está en buenas manos … Pero entremos, A.B. Ellos quieren mirar a las estrellas. Yo les explicaré. Les diré que tuve algo más importante que hacer. Ellos lo comprenderán. Tal vez no sepan lo que signifiquemos para tanta gente, pero nosotros sí, y mientras ello exista, nuestras vidas estarán salvadas. ¡¡Mientras demos y recibamos aquel auténtico Amor, seremos eternamente felices!!”, le dijo Selena con felicidad y plenitud. A.B. abrazó a Selena y entraron juntos a la fiesta. “Pero mira que si preguntan por el vestido y por el Oscar, yo no te conozco”, le dijo. “¿Cómo en los TMA 1987?”, le dijo Selena y echaron a reír. Nadie notó la falta del premio, ni siquiera del vestido. Sólo se dieron cuenta sus padres, que rápido fueron a abrazar a Selena llorando. Ellos tampoco preguntaron. No había necesidad. Sólo sabían que lo más importante estaba en sus manos. Lo más importante, Selena, la única protagonista de la historia, les había dado su mejor regalo con su presencia…

…Felicitaciones, Selena … Y gracias por todo. Sé que si estuvieras aquí, harías exactamente lo dicho en este relato. Pues tú eras así. Antes que una gran artista, eras una gran persona. Antes que recibir, preferías dar. Por eso la gente te quería tanto, por eso la gente que te quiere da todo por ti. Como lo hizo Guadalupe. Como lo haría yo. Como lo haría cualquiera que ha sentido que cambió su vida para mejor luego de haberte conocido…

Y como Guadalupe, yo siempre estaré aquí velando por ti hasta que tú vengas sólo a darme ese abrazo que sólo tú sabías dar, ese abrazo que es lo que más deseo en mi vida…

Simplemente te quiere…

Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)



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