Un minuto, Selena…


Un minuto … ¿Qué es un minuto en nuestras vidas? ¿Qué tanto puede significar? ¿Qué puede incidir en que hagamos algo o lo dejemos de hacer? ¿Qué tanto puede influir si tomamos una decisión y la cambiamos? ¿Qué seríamos hoy si no hubiésemos decidido hacer lo que queríamos realmente efectuar? ¿Cuánto puede valer hacer algo como también no hacerlo? … Digamos que desde muy pequeños nos damos cuenta de qué se trata eso que llamamos vida, y aunque no nos parezca, en ese momento tenemos mucho más en claro sobre lo que somos y sobre qué se sucede con lo que nos rodea, ese contexto tan claro que se desdibuja más tarde, cuando nos hacemos adultos, cuando en la adolescencia nos reprimimos de muchas cosas, cuando la adultez nos “convence” de que a veces la vida es como jugar al ajedrez, hay que pensar cada jugada, estudiar bien al rival y saber que hay que guardarse las jugadas más importantes para ejecutarlas en el momento justo, en el momento preciso, en ese instante en el que ya nuestro contrincante no puede hacer más nada, cuando ya no le queda margen para reaccionar frente a ese movimiento de piezas que nos ponen en jaque, jaque que nos aprisiona y que nos da cuenta de que estamos en un peligro, un alerta del cual tal vez no podamos escapar, alerta que puede indicarnos que sucumbiremos pronto, que el período de agonía se extingue y sólo nos queda abandonarnos a nuestra suerte o morir en el intento…

Un minuto que nos pone en una situación de gloria o de muerte, un minuto que decide nuestro destino, que nos marca por siempre el rumbo a seguir, sin siquiera saber por qué estamos allí y si realmente era ése el destino que queríamos para nosotros, pero que de pronto nos pone en ese desafío de actuar a la altura de las circunstancias, y tener el valor y el coraje para saber enfrentar todos los desafíos que implican transitar un camino nuevo, que puede ser bueno, que puede ser malo, tener infinidad de obstáculos, ser lindo, pero en el que indefectiblemente se tiene que pasar por muchos padecimientos para saberlos transitar. Y no todos tenemos ni la capacidad ni el temple para saber qué hacer, cómo saber tomar ese camino, hacerlo propio y hacerse amigo de él. No todos estamos preparados para ello, y muchos por cobardía, por miedo, por conformismo o por no querer lastimarse en el intento de lograr ser alguien en la vida, prefieren no hacer nada, conformarse con transitar la vida sin ser protagonista, sin vivirla a pleno, sin permitirse cambiarla para ser mejor y hacerla mejor. No siempre somos capaces en un minuto pegar un golpe de timón para enderezar el rumbo, para forjar un destino, para superar una situación, para mejorarla. Y aunque seamos capaces de vivir en esa situación, no siempre estamos capacitados para en un minuto tener la mejor decisión, la mejor respuesta. La experiencia siempre nos dice que aun en le inmediatez hay que pensar dos veces antes de decidir algo trascendente, algo que puede cambiar nuestras vidas. A veces cuando no todo depende de uno, hay que saber ante qué personas estamos, en qué contexto se efectúan las situaciones y en qué situación estamos nosotros para encararlas … Tal vez Selena vivió tomando decisiones en un minuto. Tal vez la energía, las necesidades y las ganas de Selena la ponían a querer hacer todo y hacerlo ya. Muchas veces le fue bien. Lamentablemente, en otras le fue mal. Y lo que es más triste, ella no pudo acumular experiencia como para saber que en sus próximos pasos tenía que tener presente aquellos momentos en los que se decidió mal y se corrieron grandes riesgos. Lamentablemente, la vida de Selena fue siempre de decisiones extremas en los momentos en los que si salía bien era tocar el cielo, pero si no era así podía entrarse en un camino sin salida, en una situación sin retorno. Cuando hay mucha pasión en juego, está siempre la llama de las ganas, del tirarse sin red, de jugarse con todo por lo que uno siente. Pero la pasión también nos pone en un peligro permanente, en una decisión de optar cada instante por blanco o negro cuando la vida tiene múltiples colores y muchos matices. A veces hay que saber controlar tanta pasión para no salir tan malherido, para no quedarse en el camino teniendo tanto para dar…

Pero el destino hizo que Selena nunca tuviera una vida “normal”, convencional, como cualquier persona, como cualquiera de nosotros que sale a la calle a enfrentarse con los problemas cotidianos de todos los días. Sin duda, Selena estaba llamada por el destino a ser alguien no convencional, distinto, destacable. Tal vez el impulso de Selena para encarar todo, las ganas de vivir hasta lo máximo la llevó a tomar decisiones que marcaron con fuego su propia vida y su propio destino. Y contra quienes piensan que recién en la adultez nos damos cuenta de todo, que precisamente la experiencia nos da la respuesta a cualquier pregunta, uno puede darse cuenta de que desde que nacemos tenemos esa sensibilidad, esa percepción, esa pureza de pensamiento, de sentimientos y de realidad, en la que si cada uno tomara una decisión llevada por todo ello y por la intuición, seríamos más felices en la vida …. O al menos podríamos serlo .... Selena con tan sólo 6 años decidió su destino. No fue su padre. No fue su familia. No fue nadie del colegio o de algún ser importante que le indicara el camino. Fue sólo Selena. Ella, estando, como lo estaba, celosa de su hermano A.B. de que había recibido un bajo de regalo y que recibía todas las atenciones de su padre, no dudó de qué debía hacer para ser el centro de la escena para seguir siendo la “Baby” de la casa, para seguir siendo el entrañable Amor de su padre. Selena estaba acostumbrada a estar siempre con él, a regalarle todo su Amor, a sacarle más de una sonrisa, a alegrarle cada día con sus ocurrencias. Con él Selena aprendió el valor que tenía ser auténtica, espontánea, repentina, locuaz, vibrante. Por eso, en un minuto tomó una decisión que le marcaría el destino, la pondría en un lugar central que quién sabe si era lo que más deseaba, pero que iba en el mismo sentido de lo que ella se había acostumbrado a sentir desde que nació. Y como siempre hizo desde que tuvo conciencia, y que le valió tantas satisfacciones, lo sorprendió. No le dijo nada previamente. Lo quería impactar para que los ojos de su padre volvieran a depositarse en ella. Y con Amor, dedicación y hasta con tozudez decidió tomar aquel libro de canciones viejas que su padre guardaba y que había aprendido a cantar en sus épocas del grupo Los Dinos, y se las aprendió … Una por una. Sola y sin que nadie lo advirtiera, cantaba las canciones, aprendía sus letras de memoria hasta que estando segura de saberlas fue hacia su padre y se las cantó. Seguramente ella no sabía si las cantaba bien o no. Ella sólo quería la aprobación de su padre y toda la atención. Jamás imaginó que esa decisión y la reacción de su padre advirtiendo el talento que tenía en sus manos le cambiarían la vida depositándola en un camino sin retorno, un camino en el que el nombre de Selena sería el sello distintivo y el centro para tanta gente, mucha más gente que su padre y su familia, mucha más gente de lo que Selena se hubiese imaginado que podían observarla y quererla tanto…

Es un minuto. Sólo un minuto. Un minuto en el que nos pone en el cenit o nos sucumbe en el infierno. Un minuto en el que nos encontraremos en el mayor de los éxitos o en la crueldad del destino. A los 6 años Selena tomó una decisión que marcó el destino suyo y el de su familia. Ver que su padre cambiaba radicalmente su vida y la de su familia, saliendo del letargo de una familia convencional a otra que se movía de un lado para otro en un bus en busca de lograr el viejo sueño americano, debe haber sido muy fuerte y hasta traumático para Selena. Pero la sensibilidad y la pureza de su niñez le deben haber indicado que ése era su camino y ése era su destino. Tal vez no era la mayor ambición de la niña Selena. Tal vez esa decisión le hizo pensar que su sueño de ser diseñadora debía ser postergado para más tarde, para otro momento. Al menos había logrado volver a ser la baby de la familia y el centro de la atención. Ése era un tiempo en el que había que poner todo el sacrificio y el Amor en nombre de la familia. Selena sabía que una vez que lograra el éxito, que pudiera cumplir el viejo anhelo de su padre en el que Los Dinos lo pusiera en el negocio de la música para vivir en él, podría cumplir el suyo. Por eso, mientras cantaba de pueblo en pueblo, de fiesta en fiesta, de concierto en concierto, Selena armaba sus diseños y pensaba que todas sus ideas plasmadas en tantos dibujos serían realidad, y que todo el mundo se vestiría con sus diseños y con sus ideas. No era ése el momento para perturbar a su padre con esas ideas. Lo tenía claro. Tal vez esa percepción y la intuición innata que tiene cada ser humano al nacer decidieron ese comportamiento, y no dejarse llevar por caprichos, y arrebatos pasionales y quisquillosos ... Esa percepción e intuición que muchas veces se pierden cuando uno es adulto ... Intuición y percepción que perdió Selena en un minuto cuando ya era tarde … Por lo pronto, la pequeña Selena sabía que había que vencer el miedo a estar frente al público, intentar cantar y no tener temor al ridículo, de ganarse a la gente con gracia y con carisma. Aprendió que su risa contagiaba al público y que su dulce voz los hacía encantar. En el escenario Selena aprendió a que debía ser como en su casa y con su familia. Tenía que ganárselos día a día, con su presencia ser el centro de todo y que en cada canción se jugara todo. Si los encantaba los haría suyos y se instalaría en sus corazones. Si no era así, se quedaría sola y en el olvido, y su familia sin rumbo y en la calle. Ésa era la responsabilidad que tenía Selena, tamaña mochila que constituía una fuerte carga que llevaba sobre sus pequeños hombros. Selena siempre tuvo terror a quedarse sola, a que su público le diera la espalda, a no sentirse querida. Los miedos, las alegrías, las sensaciones de Selena se podían ver en cada una de sus interpretaciones. La vida nos enseña que lo que experimentamos desde chicos nos queda para siempre y sella nuestro destino. Con el tiempo quedó claro que no había dos Selenas: una en el escenario y otra fuera de él. Si hay algo que con el tiempo quedó en claro es que la Selena que estaba dando su mejor concierto era la misma que estaba en su casa, con su familia, en cada ámbito. Ésa tal vez haya sido su mayor virtud y por ello haya sido tan querida por la gente…

Un minuto en la vida de Selena era lo suficientemente importante como para saber que no había que perderlo, que no había que dejarlo pasar, que no había que desperdiciarlo en nimiedades ni en cosas sin sentido. Selena no era conformista. Ella no quería dormirse en los laureles. No era precisamente de aquellas personas que podían quedarse largo tiempo no haciendo nada o no realizando algo productivo para sí. Tal vez ni siquiera haya tenido la oportunidad de vivirlo. Hasta nos puede resultar novedoso ver a Selena en una foto en la que se la vea en un lugar fijo haciendo tareas hogareñas. Selena era muy pequeña cuando tuvo que empezar a cantar hasta altas horas de la noche en el restaurante de su padre. Selena estuvo más tiempo arriba de un bus que en un piso de una habitación de cualquier casa convencional. Selena aprendió a vivir arriba de un móvil que hacía de habitación, de cocina, de colegio, de lugar de sueños. Esa realidad, que por momentos fue bien dura, le hizo ver a Selena que no podía quedarse quieta, que tenía que hacer el mayor de los esfuerzos pero también tener el mayor de los ingenios para no vivir para siempre allí y para tener una vida mejor. Nunca dejó de pensar, mientras crecía como mujer y como artista, que ella quería llegar a la cima, cumplir su sueño, tener su propia casa, su propio lugar, su propia familia. Más de una vez en alguna noche, cuando todos dormían, las voces se callaban, las risas cesaban, cuando sólo se escuchaba los ruidos del motor del bus, y se veían de lejos las luces de la ciudad y la figura del padre manejando el móvil y guiando el destino de su familia, Selena se daba permiso para estar largo tiempo mirando las ventanas, para permitirse ser ella misma en silencio, y prometerse una y otra vez que iba a lograr sus sueños y todo lo que se había propuesto hacer. Una y otra vez surgía ese impulso que tuvo a los 6 años y que marcó su destino. En toda su vida, en su corta e intensa vida, Selena aprendió a ver y a sentir el valor de una decisión a tiempo, en un minuto y a puro impulso. Y durante mucho tiempo Selena sólo aprendió a ver que eso siempre le había dado un muy buen resultado. Tal vez por eso lo decía públicamente, como algo natural, como algo lógico, lógica que no era muy entendida por algunos conductores que la entrevistaban. Tal vez muchos no podían entender que a los 23 años Selena pensara y dijera públicamente que no podía estar un minuto sin hacer nada, y sin hacer algo para con su carrera y para con su sueño. Muchos que se acostumbran a vivir la vida siendo sólo espectadoras y sin vivirla, y que creen que la vida esta marcada por un guión que le dictan otras personas, les parecería raro que alguien les dijera que primero debía llegar a cumplir sus sueños como cantante y artista, y luego pensar en la vida convencional y en agrandar la familia como lo hacen todos y como lo deseaba también Selena. Tal vez les era inentendible precisamente porque no sabían bien la historia de Selena, todo lo que tuvo que hacer, todas las privaciones y padecimientos que debió soportar para llegar a ser alguien en la vida. Muchos sólo ven el final de la película mas no el comienzo. Cuando las cosas se ven con ese prisma y con esa realidad, muy pocos entienden la dimensión de una artista y todo lo que ha logrado sin que ellos lo advirtieran. La vida no es sólo lo que se muestra en la televisión o en Internet. La realidad no es sólo lo que nosotros vemos. Tal vez por esas erróneas interpretaciones muchos no llegaron a advertir lo que Selena era para tanta gente y terminaron creyendo que su fama se debió a la tragedia, a cuando nos dejó, por las circunstancias que rodearon a ese nefato día…

Selena vivió en un ambiente que le enseñó que éste es un mundo que no pertenece a tibios o a indecisos, que éste no es un mundo para los que no saben encarar cada instante de la vida con decisiones siendo lo más auténtico y personal posible. Para los que lo saben vivir, saben el valor de un minuto. Un minuto para ellos es lo suficientemente trascendental como para no dejarlo pasar. Un minuto sirve para avanzar un poco más o para volver las cosas en su lugar si se apartaron del camino. Un minuto es valioso, pero no siempre el minuto en el que se tomó una decisión es el que nos llevará a buen puerto. A veces puede ser fatal. Las decisiones por impulso tienen eso, que no se piensa mucho. Y en la vida a veces hay que pensar, pensar hasta para tomar una decisión que puede cambiar la vida. Fuerza, energía, intuición, impulso. Así era Selena. Selena sabía que las oportunidades a veces son pocas y hay que aprovecharlas al máximo. Cuando Selena decidió casarse lo hizo por impulso, pero pensando en que si no lo hacía sería el fin… No es que ésa fuera la situación ideal de Selena para casarse. No era ése el mejor momento elegido. Pero Selena sabía que se jugaba todo en ese instante. Si se dejaba llevar por la tozudez y arbitrariedad de su padre, si se dejaba llevar por el conformismo de su novio, si se dejaba llevar por el temor de su familia, Selena sabría que era el fin: el fin de su carrera, el fin de sus sueños, el fin de su familia. No podía dejar a Chris. Era su Amor, lo que quiso toda su vida, lo que postergó siempre … ¿Cómo dejarlo pasar? ¿Cómo seguir con ganas si lo que daba sentido a todo debía dejarlo? Selena sabía que se jugaba la vida, porque significaba enfrentarse a su padre con todas las consecuencias que ello implicaba. Pensarlo mucho, buscar un acuerdo, conformar a todo el mundo no la llevaría a ningún lado. Selena, tan fiel a su espíritu y a lo que siempre aprendió, en un minuto decidió hacer lo único que sentía que podía hacer. Un minuto más que dejara pasar podía significar la muerte para ella. Y ella quería vivir y ser feliz, y ser Selena y que fuera reconocida como tal. Por eso arrastró a Chris y decidió casarse en secreto. Era la única salida que encontró para seguir cantando, para seguir en armonía con su familia, para tener a su gran Amor que la contenga y para cumplir su sueño de diseñadora. No había tiempo que perder. No se lo podía permitir. Una persona tibia y sin pasión se hubiese quedado sin acción e infeliz. Selena no era así. Selena era especial, dentro y fuera del escenario. Y aunque su vida estuviera en juego, no iba a dejar pasar su oportunidad para vivir la vida como se merece, para tener un futuro sin privaciones y sin arrepentirse por no haberlo intentado, por haberse quedado en el conformismo y lamentarse por no haber hecho todo para ser Selena. El día que se casó Selena se ganó para siempre su lugar … En una decisión de un minuto…

Cualquier cantante espera estar en lo más alto para arriesgarse a hacer otra cosa, emprender otra empresa que pasee su nombre por todo el mundo. Muchas artistas hasta esperan el ocaso de sus carreras para lanzar su línea de ropa o lanzar su perfume personal. Muchas artistas hasta esperan tener sponsors que le solventen su proyecto personal … No fue el caso de Selena. Tal vez hasta cualquiera de nosotros le hubiese aconsejado que antes de lanzarse al negocio de la moda, que era su viejo y auténtico anhelo, esperara a su éxito mundial, a ganarse el mercado anglosajón, triunfar con sus conciertos en toda América latina. Hubiese sido un consejo normal para una artista convencional que sólo da pasos seguros y con asesoramiento de muchos consejeros … No era el caso de Selena. En cuanto logró un éxito arrollador en Monterrey, en cuanto empezó a recibir premios y reconocimientos fuera del área de Texas, cuando recibió el Grammy, un premio muy difícil de lograr en aquellos tiempos para cualquier latino, en cuanto comenzó a ser convocada para hacer cine y telenovelas, cuando los principales entrevistadores y periodistas de México y Estados Unidos comenzaron a buscarla para escucharla hablar y cantar, Selena no dudó y en minuto puso en marcha su viejo sueño de ser diseñadora. No importaba si no tenía experiencia. No importaba si aún no tenía los fondos suficientes como para solventar una eventual pérdida. No importaba si su padre no estaba convencido de tamaña decisión. Lo importante era que ella estaba decidida, y estaba dispuesta a lanzarse a lo grande. Primero decidió abrir su primera tienda de moda, denominada “Selena Etc.”, en Corpus Christi. Al poco tiempo abrió su sucursal en San Antonio. Y ya pasaba por su mente abrir sus locales en Monterrey y México DF. No había tiempo que perder. Así pensaba Selena. Ella no concebía la idea de esperar. Siempre estuvo acostumbrada, y más estando en pleno éxito, a que lo que se le pasaba por la cabeza había que hacerlo o al menos intentarlo. Y ése era el momento, su momento. Enseguida armó un equipo de trabajo para hacer marchar su empresa, su sueño. Tal vez no meditó bien si todos los componentes de su equipo eran los mejores para ocupar los lugares que Selena les asignó, pero ella se manejó como hizo su familia con Los Dinos. Decidió armar un equipo, una familia, con gente de su confianza, para hacer posible su sueño de muy pequeña. Y en un minuto puso en marcha una empresa sin medir las consecuencias, sin siquiera pensar si estaban todos preparados para emprender tamaño emprendimiento. Pero Selena era un fiel y auténtica Quintanilla. Era una fiel hija de su padre. E hizo como él cuando decidió armar la banda Selena y Los Dinos. Pero hasta allí todos seguían el sueño de él. Ahora se trataba de que todos siguieran su sueño, y como si intuyera que no tenía mucho tiempo, llevó a cabo su viejo anhelo sin pensar si no era mejor consolidar su propia base artística para que su carrera de diseñadora fuera en el mismo sentido y el éxito fuera doble. Lo hizo en un minuto, y en un minuto no todo puede verse y apreciarse con claridad…

Fueron varios minutos. Fueron varios minutos en los que Selena siempre supo que decidiendo con impulso y firmeza las cosas salían bien siempre y le habían dado buenos resultados. Selena, como todos los Quintanilla, siempre fueron de frente con sus ideas y sus convicciones. Selena aprendió de su familia que se puede ir en la vida diciendo lo que se es y lo que se piensa. Nunca pensó si acaso otros que estaban bien cerca de ellos no eran como su familia. Selena siempre se acostumbró a que con la verdad, con sinceridad, con seguridad y con saber tomar decisiones de momento con pasión e intuición tenían el camino asegurado para lograr el éxito. Pero la vida no es como ella lo pensaba, y tal vez lo aprendió en ese minuto fatal del 31 de marzo. En la vida hay muchos que son como esos jugadores de ajedrez que estudian bien cada jugada, miran al adversario, aprenden sus movimientos y observan sus debilidades, mientras ellos ocultan las suyas. Y pueden estar mucho tiempo actuando como si nada esperando ese momento en el que le den jaque mate al adversario y no le dé más tiempo para nada. Selena y su familia jamás imaginaron que habían confiado en un ser tan frío y calculador que no se manifestaba cotidianamente con ellos como tal. Nunca pensaron que esa persona era así. Selena y su familia siempre confiaron en sus fuerzas, en sus nobles armas, en sus convicciones, yendo con la frente en alto con la verdad y con total sinceridad para vencer cualquier problema. Nunca se les ocurrió que para sobrevivir en este mundo de jungla a veces no hay que mostrar todo el juego, que a veces hay que tener cuidado y saber lo que hace el otro para no salir perjudicado. El padre de Selena nunca pensó en ello y por eso no se los enseñó a sus hijos. Y mientras ellos creyeron que con la verdad y poniendo la cara sabrían sortear sus problemas con esa mujer, se encontraron con que esa nefasta persona tenía un plan … Y también un plan B, que no dudaría en ejecutarlo llegado el caso. Selena siempre tuvo sus grandes decisiones en un minuto. Y como todo en la vida, a veces salían muy bien y otras muy mal. Mientras tanto, otras personas podían estar toda la vida tomando decisiones “con la paciencia de la araña” para que en un minuto, en un minuto pensado y estudiado, decidir ejecutar su plan, el A, el B o el que sea. Ese 31 de marzo Selena tomaría en un minuto una decisión que le sería fatal. Del otro lado la esperaba una persona dispuesta en un minuto a acabar con todo, pero esperando hasta último momento lo que más le convenía hacer. Tal vez Selena y su familia debieron aprender que no todo se decide en una jugada, en un instante. En ese momento de su vida, cuando tenía tanto por hacer y tantos sueños que cumplir, Selena debió haberlo pensado y no dejarse llevar por un impulso … en un minuto, un minuto que la llevó a su cruel destino, un minuto del que las consecuencias de tamaña decisión Selena las aprendió cuando era tarde, cuando el dolor se apoderaba de ella mientras corría hacia el lobby del Days Inn en busca de alguien que la sacara de semejante horror…

En un reportaje entrañable Selena se permitió adelantar en un minuto un tema que pensaba grabar en el futuro. Se llamaba “I’ll never fall in love again” (“Oh, no”). Se podía ver en esa voz, en su cara, en su expresión todas las ganas de hacer, todas las ganas de llegar a ser alguien en la vida. Bastó un minuto para ver lo que Selena fue, era y podía ser. Fue sólo un minuto, otro minuto que nos regaló Selena. Pero en ese instante fatal de ese día nefasto en un minuto todos los sueños condensados en esa voz, en esa ilusión se diluyeron como el agua … sí, en un minuto. Si tan sólo hubiese habido un minuto de reflexión, si tal vez hubiese habido un minuto en el que Selena se diera cuenta de quién era y a dónde quería llegar. Si en ese minuto hubiese pensado en ella y no en los demás. Si en ese minuto le hubiese avisado a Chris. Si tal vez en ese minuto alguien de su familia la hubiese llamado o alcanzado. Si en un minuto su familia hubiese pensado en que no había tiempo que perder para seguir con el proyecto a la fama mundial. Si en un minuto alguien de la disquera se hubiese planteado que debía convocar a Selena para seguir difundiendo su futuro disco en inglés. Si en ese minuto se hubiese pensado en el concierto del día siguiente en Los Ángeles. Si en ese minuto se hubiese pensado, se hubiese reflexionado … Si en ese minuto no se hubiesen dejado llevar por la pasión, por querer solucionar lo que no era un problema de Selena. Si todos en un minuto hubiesen estado a la altura de las circunstancias y hubiesen priorizado aquello por lo que tanto soñaron, en vez de dejarse llevar por nimiedades que terminaron siendo fatales. Si en ese minuto todos hubiesen pensado en lo que Selena era y significaba, y en lo importante que era para ella ese año, entonces ella no hubiese estado sola. Nunca Selena hubiese estado allí con esa persona y en ese lugar cuyas consecuencias aún hoy nos preguntamos cómo pudieron haber sido posibles. Un minuto, un minuto que fue también parte de lo que fue Selena, su historia, su idiosincrasia, su forma de ser. Tal vez uno hubiese deseado que en ese instante Selena no hubiese sido ella, hubiese pensado como otra persona, hubiese sido hasta más egoísta y más estrella creída que no estaba para atender caprichos de fans o urgencias de amistades. Hubiese sido mejor. Pues hoy estaría entre nosotros. A veces en la vida no hay que mostrar lo que uno es para llegar al destino deseado siendo como uno realmente es. Más en el mundo de la música, que muchos dicen conocer, pero que cuando tienen que actuar como se debe no actúan a la altura de las circunstancias, y de las exigencias de los grandes y talentosos…

Un minuto. Un minuto me bastaría. Sólo espero que Dios me dé un minuto, un minuto para salvarte, Selena, un minuto para que tengas tu oportunidad. Sólo me bastaría un minuto y menos que eso para reparar tanto daño, para devolverte la vida, para cambiar la historia de la música, para darte la vida que te mereces. Un minuto, un minuto para que sepas que a veces hay que pensar en uno para no salir tan lastimado, para que veas que por pensar tanto en los demás, terminas siendo la única protagonista de tu historia que no está entre nosotros, Un minuto para que sepas que en tu historia la única importante eres tú. Un minuto para que sepas lo valiosa que es tu vida y que sólo tú la puedes defender. Un minuto para que no nos dejes tan solos estando tú tan sola…

Yo sólo quiero que vuelvas, Selena. Yo sólo quiero que vuelvas a ser feliz. Y seguiré creyendo que eso es posible. Que nada es imposible. Que todo se puede lograr. Yo sigo esperando tener ese minuto, ese minuto en el que tú, Selena, vuelvas a tener la oportunidad de vivir, esa oportunidad que una insensata te quitó …en un minuto…

Yo sólo pienso en ti, Selena. Mi vida está sólo dedicada a que nadie se olvide de ti, y para que todos sepan lo que tú eras como artista y como persona…

Te quiere mucho…
Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)









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