Tu Amor siempre será mi modelo a seguir, Selena…


Cuando uno experimenta en la vida cosas desagradables, cuando uno es víctima de gente malvada, manipuladora, que es capaz de hacer daño a cualquiera, sean amigos, conocidos o extraños, siempre me acuerdo de ti, Selena, acaso porque tú has sido víctima de gente a la que tú le confiaste tantas cosas y has recibido la peor de las maldades en un momento en el que seguramente tú nunca hubieses imaginado que recibirías semejante castigo…

La vida parece empecinada en recomendarnos en no ser honestos, ni frontales ni dadivosos. Tal vez la vida no premie a aquel que se muestra tal cual es. Tal vez la vida nos recomienda que nos manejemos en la vida como si jugáramos al póker. Parece más importante siempre estudiar al rival, ver sus habilidades, sus debilidades, sus puntos débiles, y a su vez mostrar lo menos posible de uno, con el único objetivo de lograr ganar, de vencer al otro, de dejarlo desnudo, de manipularlo y sin posibilidades de nada, de no poder reaccionar ante la sorpresa, ante la derrota, de que sólo actúe de acuerdo a nuestras necesidades…

La vida nos enseña que puede aparecer alguien a quien conocemos en mayor o menos medida, venir de la nada y endilgarnos cosas que no hicimos ni dijimos, acusarnos de cosas que no realizamos, manchar en público nuestra imagen y reputación, e invitarnos a una pelea y a un terreno que nosotros ni buscamos ni quisimos, y luego colocarse en víctima de lo que presuntamente hicimos y de lo que podemos hacer como reacción. Y muy pocas veces podemos darnos cuenta de que lo peor que podemos hacer es entrar en ese juego macabro que esa persona conoce muy bien y lo maneja a la perfección. Cierto día en el trabajo veía a una persona que con total impunidad increpaba a otra acusándola en público de algo que no había hecho, y aunque esa persona pueda demostrar que no ha hecho nada, el daño hecho está, y tal vez nunca pueda dar vuelta esa situación tan desagradable. Podía advertir cómo esa persona se contenía para no entrar en una contestación violenta producto de la indignación que le generaba, pero entendí que lo que hacía era lo más conveniente, pues si le respondía hasta con una agresión verbal, el victimario se convertía en víctima, y la victima en victimario. También podía entender que aunque se le retorciera el estómago por lo vivido, lo más conveniente era callar, ser fuerte pero a la vez ser diplomático en la contestación y resolver las cosas desde otro lado. La otra vía podía ser su crucifixión. A veces, para preservarse es mejor actuar así, más cuando uno está en un ámbito en el que todo no depende de uno…

Y cuando uno ve o experimenta estas cosas, me acuerdo de ti, Selena. Porque tú fuiste la única víctima de todo esto. Tú pudiste ver y sentir el peor de los ataques de una forma que ni tú ni tu familia podían prever que surgiría. Tal vez en un minuto, en un segundo, pudiste ver cómo lo que estaba oculto salía a la luz y que no tendrías ni tiempo para salvarte o al menos para recomponer las cosas. Acaso en un segundo pudiste apreciar cómo es realmente un psicópata, que no hace tan visible ni evidente su accionar, como muchos creen, que es mucho más inteligente de lo que uno supone. Las personas como aquella que te quitó todo pueden estar años sin dar ni medio indicio de sus planes, de sus objetivos, de lo que realmente quieren hacer con uno y con los demás. Estoy seguro, Selena, de que ni tú ni tu familia imaginaron que esa persona innombrable era realmente así, pues ustedes no se manejaban con esos códigos, de esa manera. Pero los psicópatas son así. Pueden aparentar ser normales, pueden adoptar en los medios en los que se desenvuelven una actitud de bajo perfil, estar alertas de todo lo que sucede a su alrededor, quedar callados por años y sólo hablar por lo bajo ante determinadas personas que son de su absoluta confianza. Mientras tanto, van haciéndose amigos de la gente que ellos desean manipular, van ganándose la confianza de todo y van asegurándose de que todos actúen tal cual ellos desean. Y si algo se sale del plan, si alguno quiere apartarse de lo que ellos han construido, primero se asegurarán de “convencerte”, de que vuelvas a su ámbito, a su cuidado, a su “confianza”, y si no lo logran, entonces, antes de perderlo definitivamente, antes de que esa persona se desenvuelva sin ella, allí mostrarán la verdadera cara y no dudarán en destruir lo que ellos mismos habían construido, porque en definitiva eso que ellos mismos fueron armando por años ya no lo pueden manejar, ya no lo pueden seguir manipulando. Y no dudarán en mostrarse en ese momento fatal como el peor de los enemigos. El paso de ser el mejor amigo al peor de los enemigos surge para la víctima en un minuto, cuando ésta ya no puede hacer nada ... En un minuto se da cuenta de lo que la víctima ha venido planificando por años…

Te sería muy triste, Selena, darte cuenta de que aquella persona que te quitó todo nunca paró de vanagloriarse de lo conseguido no sin antes mostrarse cómo la víctima de acoso, de celos y de un plan orquestado por tu propio padre. Y más triste te pondrías de las cosas que llegó a decir de ti en todos estos años, en todo este tiempo. Te sentirías recibiendo una y otra agresión, como si esa persona reviviera una y otra vez lo hecho aquel nefasto 31 de marzo. Te darías cuenta de que el odio ni siquiera terminó aquel lluvioso y triste día. Y lo que es peor: ni siquiera te ha dañado para agredirte específicamente a ti, sino que lo hizo sólo para desmoronar a tu padre y a toda tu familia. Yo no creo que si vieras esto hoy podrías perdonarla. Es muy difícil que tú, Selena, pudieras hacerlo, no sólo por imaginarme que semejante acción sea muy difícil de perdonar, sino porque es muy difícil no quedarse indignado y dolorido al ver que nunca esa persona manifestó ni remordimiento, ni arrepentimiento ni dolor. No podrías tolerar el ver todo lo que ha construido, hecho y hablado en todos estos años. No podrías tolerar, Selena, el ver el odio, el rencor, la soberbia, la maldad de esa persona. Te sentirías viviendo y padeciendo una y otra vez aquel nefasto día. Te sentirías viviendo ese impacto terrible mil veces y mil veces más. Te sentirías horrorizada de ver la realidad de los hechos. Te sentirías muy triste de saber de que tú fuiste la única víctima de tantos odios, de tantas mezquindades, de tantas vanidades, de tanta violencia. Te sentirías muy triste enterarte de que los que dijeron que tanto te querían nunca tuvieron ese sentimiento, de que sólo disfrazaron su necesidad de poseer, de manipular, de dominar todo bajo la pátina del “Amor” ... No ... Nunca podrías tolerar ver esto. Esto nunca lo perdonarías, Selena, a pesar de ser cómo eras, aunque tu corazón estuviera, como siempre, lleno de Amor…

Pero tal vez la peor enseñanza de lo que nos queda de este juego macabro es que se nos invite a ser lo que no somos y a castigar a aquellos que son honestos, humildes, trabajadores, a los que brindan Amor, a los que les gusta trabajar en equipo, a los que le dan una mano de ayuda al que está necesitado, al que le abre las puertas de su casa al que está sin nada. Con el tiempo se nos han enseñado o se nos han intentado decir que tal vez tú cometiste un error, Selena. A veces hasta gente que te quiere, por querer defender tu posición, terminan descalificando tu propio accionar. Y hablan de que tú fuiste a ese motel porque eras “confianzuda”, porque nunca advertiste peligro en esa persona, porque sólo veías lo bueno de las personas y jamás lo malo. Hablan de que tú tal vez no te dabas cuenta de que ya eras muy famosa, de que no tenías idea de lo que habías generado, de que tu actitud era demasiado humilde. Y más allá de que tú sí te dabas cuenta de las cosas, de que no eras tan ingenua, de que sabías distinguir lo bueno de lo malo, de que podías poner reparos a alguien que no parecía muy confiable, muchos parecen olvidar que no fue un desconocido quien te quitó todo. El enemigo no estaba entre el público que te iba a ver en el concierto, no estaba entre la gente que te iba a saludar y a agradecer, a pedirte un autógrafo o una foto, a darte un beso o un abrazo. No estaba allí el peligro, el odio, la sinrazón ... No ... Estaba en tu círculo más íntimo, en ese círculo de gente al que tú y tu familia habían confiado. El peligro estaba en esa mujer que primero se acercó a tu padre para armar un club de fans en tu honor, estaba en esa mujer que se ganó la confianza de tu hermana que la hizo Dama de Honor en su casamiento, estaba allí al lado tuyo cuando ibas a inaugurar Selena Etc., estaba aparte en las sombras viendo tus conciertos, estaba en el estudio de grabación viendo cómo ibas preparando un disco nuevo. Cuando veo cómo los hombres de seguridad recorrían con sus vigilantes ojos a cada uno de los asistentes a tus conciertos, me genera una tristeza enorme, porque ellos tampoco se dieron cuenta de que el presunto agresor no estaba allí, entre el público que te amaba y coreaba tu nombre. Estaba más cerca, mucho más cerca. Acaso sus ojos la hayan visto más de una vez y nunca se detuvieron en ella ... Como tú y tu familia, nunca podían imaginarse de que ella te iba a dar el golpe más duro y difícil de imaginar ... Ellos también fueron sorteados por esa psicópata. Ellos también fueron manipulados y engañados…

Si hay algo que es impactante para cualquiera es verte a ti, Selena, grabando y preparando el tema “Ya no”. Es mirar con espanto e incredulidad cómo estaba ella allí, entre los pocos privilegiados que podían asistir a ese tipo de grabaciones. Cuesta entender verla sentada cómodamente mientras tú, tus hermanos y tu esposo escuchaban la grabación definitiva del tema. Cuesta entender ver a Cris Pérez, una persona que si había algo que lo caracterizaba era estar casi siempre silencioso, tanto dentro como fuera del escenario, verlo hablar de un modo tan verborrágico con aquella mujer. Cuesta creer que todos los Quintanilla vieran en esa persona como algo confiable. Pero es como aquella historia que he contado que me sucedió vivir en el trabajo. Los psicópatas son capaces de ganarse la confianza de todos con su “amabilidad”, con su perfil bajo, con su actitud tan “servicial” y caritativa. Todos se sintieron cómodos con esa persona. Seguramente por años esa mujer logró saber de todos ustedes sin confiarle nunca sus propias vivencias, su verdadera personalidad, sus verdaderas intenciones. Por años esa mujer incitó a que todos le contaran sus cosas más personales sin que nunca ella dijera nada de sí misma. Esa mujer en un momento supo todo mientras tú, Selena, y toda tu familia no sabían nada de ella. No sólo te engañó a ti, Selena. También engañó a toda tu familia. Nunca ni tú ni ellos imaginaron eso ... Que esa mujer era como aquel jugador de póker. Nunca mostró sus cartas mientras todos ustedes le confiaron sus más secretas jugadas…

Siempre recordamos aquel nefasto día y nos preguntaremos por qué. Más de una vez nos hemos dicho cómo no te has dado cuenta, por qué no sospechaste nada, cómo en ningún momento, salvo en aquel instante fatal, advertiste que estabas ante semejante monstruo. Pero tal vez nunca podamos entenderlo no sin antes de reparar cómo eras tú, cuáles eran tus valores, cómo te manejabas con todos, cómo encarabas las cosas, cómo te manifestabas en todos los aspectos de la vida. Tal vez nunca se repare en que tú ibas de frente en la vida, con tu impronta bien en alto, que no tenías nada que esconder, que a ti te gustaba arreglar tus propios asuntos. Tal vez haya que entender que tú eras lo suficientemente honesta y franca en la vida como para enfrentar cualquier problema que te surgiera mostrando tu verdadera cara, sin ningún tipo de máscara, sin ningún tipo de disfraz, diciendo las cosas tal cual lo sentías y vivías. Porque ante todo, Selena, tú eras la misma en el escenario, en tu hogar, con tu familia, con tu esposo, con tus amigos. Ése ya era parte del “secreto” de tu éxito. La gente te quería porque percibían, sentían y vivenciaban que tú, Selena, aparte de ser talentosa, eras sincera, creíble, amorosa, cálida, llena de nobles sentimientos. Tú no engañabas a nadie, no necesitabas de ningún artilugio, ni de ningún engaño para conquistarlos. No necesitabas de ningún efecto especial ni de nada del otro mundo para impactarlos. Tu sola presencia generaba luz propia y un halo de esplendor alrededor de tu figura. Más de una vez tu hermano decía cómo cuando entrabas a un lugar acaparabas toda la atención y las miradas de todos se posaban en ti. Tú eras franca y natural en todos los ámbitos y en todos los aspectos de la vida. Y en aquel nefasto día no hubo excepción. No tenías nada que esconder, no querías que nadie interfiriera en tu camino a la felicidad y a la fama. Tú eras así, pero en la vida hay muchas personas que son como aquella asesina. Tú fuiste a cara limpia y aquella persona te esperó con la máscara de siempre, que sólo se la quitó para echar por tierra tantos años de lucha y de tantos logros hechos a base de honestidad y de mucho trabajo honrado…

Más de una vez la gente abordó tu historia imaginándose que si esto te había sucedido era porque alguna situación “secreta” se estaba dando. Siempre este tipo de situaciones insólitas, de las que tú fuiste víctima, Selena, genera toda clase de especulaciones. Es más que lógico que uno imagine muchas historias. Es muy difícil de entender esa extraña ecuación: una mujer tan joven en pleno éxito recibiendo un disparo de bala calibre 38 años en un motel de manos de la presidenta del club de fans y gerente de sus tiendas de ropa. Uno cree que tiene que haber una gran historia “secreta” detrás de todo esto. Siempre aparecerá aquel periodista que, so pretexto de investigar lo sucedido, saque a relucir lo peor de las miserias, ventilando la vida privada de la gente, dando crédito a la peor de las mentiras. Y se harán eco de las insólitas historias de esa mujer, por más que diga cosas que no expliquen nada y ensucien todo. Nadie de estas personas quiere saber la verdad: sólo quiere lo peor de las historias, los relatos que venden más y que generan más dinero logrado de la manera más ruin. Y lo paradójico del destino y de la vida es que la explicación es más simple y menos apetecible para ser vendida. Lo que te pasó a ti, Selena, es que has sido víctima de una psicópata, de una persona que manipuló a toda una familia para dominarla y para hacerla actuar en función de sus necesidades y de sus ambiciones, y que cuando vio que perdía la posibilidad de poder vivir a través de ti, cuando vio que perdía en su partida con tu padre, cuando todos le hicieron ver que le habían descubierto el juego y que la estaban apartando, preparó su maquiavélico plan para que nadie saliera ganancioso en esta disputa, para que tu padre y toda tu familia padeciera las consecuencias de su “derrota”. Cuando vio que no podía seguir manipulando y haciendo que todos los tuyos actuaran en función de sus necesidades, planificó su última gran jugada. Fue tan simple como horroroso. Tan simple como triste y difícil de explicar. Tan duro como doloroso. Es muy duro ver que esa persona tan aparentemente simple, buena y servicial se convirtiera en el mayor de los verdugos. Es inconcebible que ese supuesto amor que tenía sólo fuera posesión, desesperación, manipulación…
Tal vez, Selena, tú fuiste víctima por haber sido tan franca, tan transparente, tan sincera. Muchos de lo que han contado tu historia acaso nos terminen convenciendo de que al final ser auténtico, honesto y franco no sirve. Que ser tal cual es trae desgracias. Que al final los que son posesivos, maquiavélicos y que van en la vida con una máscara en su rostro logran lo que se proponen. Tal vez más que decir eso deberían decir que en la vida se puede ser eso y a su vez estar atentos contra esa gente que nos ofrecen su amistad y su confianza. Que a veces hay que tratar de otro modo a esa gente sin perder los valores más preciados, porque en definitiva lo que más habría que reparar es que si uno en la vida advierte que alguien nos ha defraudado no hay que manejarse con sus propios códigos, sino teniendo muy en cuenta el de los otros. Tal vez el error que toda tu familia, Selena, ha cometido es haberle dicho a esa mujer lo que le podían hacer, haberle hecho notar que desconfiaban de ella y que la querían apartar. Tal vez el error haya sido en seguir viendo a esa persona cuando le habían manifestado su desconfianza y decepción. Si ya uno no confía más y lo hace notar, no se puede seguir tratando a esa persona. Aunque nunca se pueda imaginar que esa persona sea tan malvada como para matar, se debió haber pensado que podían recibir alguna respuesta violenta. El error de tu padre, Selena, es imaginarse que él todo lo podía, que todo lo podía solucionar con su mano firme. Los hechos le demostraron que cualquier persona herida y despechada puede hacer mucho daño, y si es psicópata y malvada, más. No es que se la haya subestimado. Tal vez fue mucho peor: tu padre pensó que con poner las cosas en su lugar, como siempre lo había hecho, bastaba. Y no fue así…

Cuando vi aquella escena en el trabajo, pensé en ti, Selena y me pregunté si en definitiva vale la pena en la vida siendo como uno es, o mejor no para no recibir tanta maldad de tanta gente, si vale la pena seguir viviendo siendo honesto, auténtico, veraz, sabiendo que siempre habrá gente odiosa, malvada y rencorosa que querrá apartarte del camino para seguir luciendo en la mediocridad y en el estiércol … Si vale la pena vivir con la frente en alto aunque nos peguen más de un cachetazo, aunque nos blasfemen, nos ataquen, nos ensucien, nos pisoteen ... Si vale la pena vivir como lo has hecho tú, Selena ... Y con sólo ver lo que has generado en la vida, no dudo en decir que vale la pena. No dudo de que aquello que te hizo tan querida constituye el mejor ejemplo en la vida. No dudo de querer ser como tú, Selena, aunque siempre seamos víctimas, aunque la miseria se nos presente con sus caras de odio, rencor e insatisfacción. Por eso cuando veo y padezco esas cosas, pienso en ti, Selena, y me guío por lo que tú has logrado. Prefiero ser como tú y llegar a ser valorado en la vida que ser un mediocre en ella siendo protagonista por un instante con la maldad, con la peor muestra de la falsedad humana y sus múltiples caretas…

Por eso, cuando veo semejante maldad, pienso en tu bondad y, como todos las semanas, te escribo a ti para declararte toda mi admiración, para que sepas que siempre estarás acompañada dándote todo el Amor que sólo tú pudiste manifestar en toda su expresión … Para que sepas que tú sola eres la protagonista de tu propia historia…

Simplemente, te ofrece todo mi corazón que late por ti…

Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)









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