Todos los días, un día, Selena…



¿Pero qué estoy haciendo? ¿Por qué estoy yendo y corriendo desaforadamente para volver a verla? ¿Por qué me fui sin saludar a Chris? ¿Por qué me fui sin avisarle a nadie? ¿Por qué estoy actuando como si estuviera huyendo, como si nadie debe enterarse de esto si a la larga lo sabrán? ¿Por qué al menos no llamo a mi padre para decirle que llegaré más tarde a grabar? ¿Por qué no quiero escuchar a nadie? ¿Será porque temo que me convenzan, que me hagan entrar en razón? ¿Será que Chris fue razonable cuando ayer me dijo que no valía volver a verla por esos papeles, que ya habría solución para ello? Ahora que lo que pienso bien, no debí irme sin saludarlo para que no se despierte, no debí hacerlo porque lo amo. Él también me quiere, él también se preocupa por mí. A veces su silencio me perturba, pero sé que él no habla si ve que está todo bien. Él me deja hacer todo porque confía plenamente en mí. Sólo interviene cuando algo ve que no funciona, que no anda bien. Como ayer, cuando ella me llamó desesperadamente pidiéndome que vuelva, que no la dejara allí con sus dolores. Yo iba a ir, la iba a volver a ver, a pesar de que hacía sólo un ratito que la había dejado en el motel. Pero Chris me detuvo y la detuvo. Intervino y explicó que no era posible que fuera tan tarde, que en todo caso fuera a verla después, como hoy por la mañana. Él tal vez vio algo malo en ese llamado, algo malo desde el mismo momento en el que fue conmigo para verla a ella. Pero no me lo quiso decir. Confió en que yo lo iba a entender y que lo iba a resolver sabiamente. Entonces, ¿qué hago aquí en el auto yendo nuevamente a ese motel? ¿Cómo no se lo dije para ver si le parecía bien? ¿Acaso no confío en él? ¿Acaso él va a aconsejarme algo que no me va a beneficiar? ¡Claro que no! … Es que algo me pasa .... Algo me perturba. Ya camino al motel sentí como si alguien me repitiera una y otra vez: “¡¡No vayas, Selena, no vayas!!”. Ese alguien me daba una y mil razones por las que no debía ir, pero aun así me dejaba partir, pues al fin y al cabo era yo quien debía decidir mi propio destino, yo debía estar a la altura de las circunstancias. Me dijo que yo era Selena, con todo lo que ello implicaba y lo que significaba para tanta gente. Me causó gracia por un momento su acento raro y que siempre me decía Selena con “e”. Pero lo dejé porque ya me acostumbré a que muchos me nombren de ese modo. Antes me molestaba. Ahora sé que me lo dicen con cariño, porque lo sienten así, de ese modo. Pero ese alguien a quien no reparé por mi apuro de salir de mi casa me hizo recapacitar sobre mi popularidad, sobre lo que represento para tanta gente. Tal vez no me esté dando cuenta de que me conoce más gente de lo que yo supongo. Tal vez no me dé cuenta de que para bastante gente significo mucho, de que soy más que una simple cantante y artista ... Tal vez no me estoy dando cuenta de que me aman muchos y de que me aman de verdad. Y eso siempre significó mucho para mí. Ahora que estaba logrando una de las cosas que tanto deseaba, yo estoy dándole la espalda y huyendo. ¿Huyendo de qué? ¿Buscando a quién? ¿Acaso ella no se sabe arreglar sola? ¿Acaso ella me quiere como ellos? ¿Acaso si eso que dice que le pasa fuera cierto, no debió decírmelo apenas me vio ayer? ¿Qué estoy haciendo? Casi cruzo un semáforo en rojo. Mi mente está en otro lado, en un lugar equivocado, muy equivocado…

Ahora que lo veo, el cielo está plomizo. El aire está raro, medio fresco, con ese frío que sin ser tremendo te hielan los huesos, te incomoda, te molesta, te inquieta. Nunca creí en esas cosas, pero tengo un mal presentimiento, temo que pase algo. Por un instante pensé en la muerte, en la muerte de alguien, en alguna tragedia, en algo terrible que puede pasar y que nadie pensó, que nadie previó. Yo nunca pensé en eso. No soy de pensar en presagios ni en mensajes premonitorios. Pero ese cielo no me gusta. Esto que me pasa no me gusta. Me noto cambiada, perturbada. Me cuesta sostener la alegría, sentirme bien, a gusto, libre. Me siento forzada a hacer cosas que no me agradan, cosas en función de las necesidades de los demás. No estoy haciendo lo que quiero. Lo siento. Hoy no estoy haciendo lo que querría hacer. No estoy pensando en mi disco en inglés cuando ya lo estoy grabando y falta poco para que salga a la venta. Ahora que lo pienso, sólo tengo grabadas 4 canciones. ¿Llegaré a tiempo? ¿No debería ir al estudio y seguir grabando? ¿No debería avisar al menos a mi padre o a mi hermano que ya voy para allá? ¿O temo que si les digo se van a preocupar y van a preguntar por cosas que no sabré responder, que no sabré qué decir sin que se preocupen más? No. Tengo que hacer algo. Tengo que resolverlo, pero también tengo que saber que no puedo hacer todo sola, que debería aprender a pedir ayuda si es necesario, y hacerlo con la persona indicada. Hasta aquí pude sola, siempre me las ingenié para resolverlo a mi manera. Pero siento que esta vez no puedo, me siento incómoda, no me siento bien. Me duele la espalda. ¿Por qué será? No. No. Debo volver. Sé que no debo ir, pero algo me lleva a ir, pero algo me dice que debo regresar. Presiento algo, huelo algo raro. Ese viento, esas nubes, no me gustan. Tampoco me agrada pensar en esto, pero tal vez deba atender esos mensajes, tal vez deba reparar en ese alguien que me dijo con desesperación tantas razones para no ir. Puede que sólo sea yo, que sea la voz de mi conciencia. No sé. Pero hoy debería usar la razón y no la pasión. Hoy debería pensar más y no dejarme llevar por lo que siento. Hoy debería aprender a pedir ayuda y no querer resolver todo yo sola. Hoy debería meditar más en lo que estoy haciendo, en lo que quiero, en lo que deseo para mi futuro. Piensa, Selena. A ver, empecemos por el principio. ¿Qué día es hoy? No sé por qué me hago esta pregunta pero me parece importante hacerla. Hoy es … 31 de marzo … de 1995. Culmina un mes. Empieza abril, 1 de abril. ¡Hey! ¡Mañana debo ir a Los Ángeles! ¡Tengo que dar un concierto allí! ¡Es el primero personal luego de aquel concierto del Houston Astrodome! Ahora que lo pienso … qué lejos quedó aquel concierto. Siento que me pasaron tantas cosas entre aquel 26 de febrero y hoy que parece que hubiera pasado una eternidad … Y sólo han pasado … a ver … ¡33 días! No sé por qué, pero hoy siento que ese número tiene una significación. No sé cuál, creo saberlo pero no estoy segura. Hoy todo me parece significativo. Hoy creo ver señales e innumerables razones para no seguir adelante, para regresar y no pensar más…

Pero no. Ya estoy acá en el camino. Incluso ya estoy cerca. Mejor sigo y listo. Lo soluciono y paso a otra cosa. La voy a acompañar y lo haré por última vez. ¿Y por qué sería la última? Esa palabra tampoco me gusta. Me suena a despedida y eso tampoco quiero. Le tengo afecto a pesar de todo y no le quiero hacerle ningún daño, como a nadie. Pero no quiero discutir, no quiero enredarme en los problemas de los demás. Yo ya no quiero pensar en eso. ¡Yo quiero pensar en mí! Yo quiero hacer mis cosas y que las acepten. ¿A quién hago mal si hago lo que considero mejor para mí? ¿Acaso no serían todos felices si me ven feliz a mí? ¿Acaso no tengo innumerables planes para mí? ¿Acaso no me dije una y otra vez que iba a hacer paso a paso todos los objetivos que me propuse? ¿Acaso no luché tanto desde muy chica para tener la posibilidad que tengo ahora de hacer lo que yo quiero, de tener la libertad de cumplir con todos mis sueños? Ahora recuerdo cuando allá por febrero dije en el programa “Padrísimo” que éste era un año muy importante para todos nosotros. ¡Y claro que lo que es! Este año definiremos hasta dónde podremos llegar, sabremos si estamos a la altura de nuestras expectativas y de nuestros sueños. Está en manos de nosotros lograrlo. Luchamos tanto por llegar a este momento y yo aquí … ¿Y yo aquí qué? ¿No es hora de decidir todo lo que quiero hacer? ¿Qué quiero hacer de mi vida? ¡Tengo tantas ideas, tantos planes! ¿No es hora de ponerlos en marcha, de no dilatarlos más? Sé que buena parte de lo que quiero depende de mi éxito como cantante. ¿Pero no es hora de que se los diga? ¿No es hora de que les diga que para mí no sólo es muy importante ser diseñadora y que me lo dejen realizar, sino que me apoyen en ello, que lo aprueben y que me ayuden? Si yo los he ayudado a cumplir su sueño, ¿no sería bueno que ellos me ayuden a cumplir el mío? Ellos me entenderán, ¡claro que me entenderán! Saben que nunca los abandonaría, que soy parte de ellos y que yo también quiero llegar a lo más alto, a que me reconozcan como la mejor cantante del mundo. Pero también quiero, también necesito que cuando escuchen mi nombre, se hable de diseño y de moda. Que también sepan que se trata de mí cuando vean el nombre de Selena en una prenda, en un reloj, en un perfume. Yo luché mucho por este momento. Y vaya a saber por qué siento que estoy destinada a ser recordada por siempre y para siempre ... Eso no me suena bien. No sé. Pienso que eso suena a que quiero que me recuerden como un mito, como una leyenda. Pero eso me hace pensar a la gente que es recordada no sólo por lo hizo sino por alguna tragedia que la ha pasado, o a aquellos que se los reconoce luego de mucho tiempo. Eso no me gusta. No es lo que quiero. Yo sólo quiero que me reconozcan ahora por lo que doy como artista pero también por lo que soy como persona. Quiero deslumbrar cuando les canto pero también quiero gustarle por lo que les ofrezco con mis diseños … Yo sólo quiero que me acepten. ¡Yo sólo quiero que me quieran y que me quieran ahora!

Debería volver. Debería volver a Chris y contarle. Debería decirle que lo quiero mucho y que deseo tener un hijo. Él no entenderá nada, ¡pobre! Me dirá y qué hay con mi carrera, qué hay con todo lo que planee, qué hay con mi familia, qué hay con todo … Y le diré que ante todo lo tengo a él. En definitiva, siempre pude con todo, siempre logré lo que quise, pero para ello necesito estar rodeada de la gente que más quiero, que más me apoya, la que estará conmigo en las buenas y en las malas, la que me querrá siempre, la que me entenderá si les digo mis razones y mis sentimientos … Es curioso … Estoy aquí ya hace un tiempo sola en el auto pensando y siento que lo tengo todo claro. Que aun hasta en las cosas más dificultosas sé a quién dirigirme, a quién recurrir. Últimamente he pensado que las soluciones estaban afuera. En mi necesidad de buscar gente que me comprendiera, que me escuchara, terminé creyendo en gente que no sé si daría todo por mí, si realmente acudirían a mi ayuda si les pidiera auxilio. Es cierto que nunca fue bueno que todo mi mundo fuera sólo mi familia y mi banda. La vida y mi familia me pusieron en una situación que no es normal, que es atípica. Todos los supimos muy bien y lo entendimos. Todos supimos que lo hicimos por un sueño, por un objetivo muy noble. Y también supimos que la unión hace la fuerza. Por eso siempre confiamos en nuestras fuerzas y nunca flaqueamos ni en los momentos más duros … Pero a veces pienso que no estamos preparados para lo que no conocemos, para circunstancias que no vivimos, para personas que no son como nosotros. Mal o bien, nosotros somos transparentes y francos. Decimos lo que sentimos. Todos saben cómo vamos a actuar. ¿Pero todos son así? ¿Todos se muestran tal cual son? ¿No seremos sorprendidos alguna vez por alguien que nos muestre tal cual es cuando ya sea tarde, cuando ya nada se pueda hacer? Otra vez los presentimientos … Pero siento que estuve confiando en gente que se quiere aprovechar. Es cierto que necesito de otra gente, necesito salir de mi círculo, de mi burbuja. Yo también necesito de amigos en quien confiar, necesito de gente a quien pueda confiar mis cosas fuera de mi familia. Pero también dije que mi esposo era mi primer amigo, que antes de ser mi novio, de ser mi esposo, fue mi amigo, aquella persona a la cual podía contarle todo, podía confiarle todo, y él a su vez darme su mejor consejo, querer lo mejor para mí. ¿Esas personas querrán lo mejor para mí o sólo quieren aprovecharse de mi generosidad y de mi popularidad? Ahí es donde no debo olvidarme de que soy Selena, Selena la artista, Selena a quien todos quieren. A ellos les debo todo y no quiero defraudarlos. Tampoco quiero verlos sufrir por mí … No sé por qué pienso en ello, pero hoy siento la cercanía de algo malo, de algo malo que está por venir, como la lluvia que se avecina. Tan cerca como el motel en el que está ella esperándome a que vaya a verla … sola…

No sé por qué viene a mi mente el día que interpreté “Mentiras” en el concierto de San Antonio hace ya 4 años. Parece que hubiesen pasado 20 años de aquello ... Fue por esta época ... Estaba por cumplir 20 años, como ahora estoy cerca de los 24. Recuerdo con gracia mis expresiones ante cada palabra, aun cuando casi no hablaba el español. Y sin embargo podía transmitir con mis gestos, con mis manos, con mis expresiones todo lo que me generaba el sentimiento de indignación por sentirme estafada, por ser engañada, por sentirme traicionada. Y aun así me sentía tan feliz, tan feliz como siempre estoy en el escenario, tan feliz de sentir el Amor de la gente que me daba regalos, de aquellos padres que tenían en alza a sus hijos durante todo el concierto para verme, para saludarme, para pedirme autógrafos, para agradecerme. ¡Qué lindo fue aquello! … Y ahora que lo pienso … ¿no fue allí cuando me conoció ella? ¿No fue en aquel concierto que decidió hablar con mi padre para hacer un club de fans? … Siento un gran mareo y me dio otra puntada en la espalda. Siento sentimientos encontrados. Por un lado, me siento bien y por otro mal. Creo que la última vez que me sentí bien y feliz fue cuando fui al programa “Padrísimo” hace unas semanas. Me sentí alegre, tenía ganas de cantar, me gustó el rol de presentadora exclusiva de esa emisión del programa. Pero luego todo fue dudas, confusión, niebla en la camino, sentimiento de que se nos venía una gran tormenta … A propósito … Recuerdo que en aquel día lucía mi cabello suelto con mi flequillo que me tapaba ya mis ojos … ¿Y por qué durante casi todo el mes lucí en mis conciertos el pelo recogido? Se suele decir que cuando las mujeres cambiamos el peinado tan abruptamente algo nos pasa … Y a mí me pasa algo … Siento la misma sensación y la misma expresión como en el concierto de Chicago hace unos días … No, mejor me voy, me vuelvo, es tardísimo. Mejor me vuelvo a mi casa. Con suerte todavía encontraré a Chris dormido. Le haré un buen desayuno y lo despertaré con un beso. Luego le contaré todo lo que me pasa, todas mis certezas, todas mis dudas, todos mis sentimientos, todo lo que quiero y lo que no. Le contaré todo lo que me ha pasado por mi mente en estos momentos. Él me entenderá. Él sabrá aconsejarme como un buen amigo. Él sabrá decirme lo que hay que hacer, como ayer. Aún me retumban esos ruegos, esas palabras “¡¡No vayas, Selena, no vayas!!” Es hora de regresar. Es hora de volver al lugar del que nunca debí haberme ido, y menos de esa manera…

Estoy de vuelta camino a casa. Desde allí llamaré a mi padre. Seguro que estará ofuscado, más que nada preocupado por mi tardanza. Pero debo llegar a casa primero. Debo hacerlo ya, bien rápido. Creo estar a tiempo. Creo que estoy a tiempo de reparar el daño que pude haber generado este día que pintaba para ser nefasto. Por suerte el cielo mágicamente parece despejarse, el sol amaga salir. Todo parece estar en su lugar. Un niño me reconoce y extiende su mano invocando mi nombre. Por un instante me detengo y le digo que ahora no puedo atenderlo, pero que mañana pase por mi casa con su familia pues pienso invitarlos a mi concierto de Los Ángeles. El niño salta de alegría, me da un enorme beso. Yo le acaricio tiernamente su pelo y le digo que vaya corriendo a avisarle a sus padres para ver si pueden y le dan permiso. Y viendo su cara de felicidad, le digo que si pasa hoy por el estudio de grabación lo invito a una pizza con peperoni y lo dejo que me mire cómo grabo mi nuevo disco en inglés. El niño se va sin perder tiempo y me da todo su Amor con su sonrisa y con su beso de despedida ... No sé ... Siento que he vuelto a nacer. Siento como si hubiese tomado la mejor decisión de mi vida, lo que mejor podría haber hecho para el bien y la felicidad de todo el mundo. Estaba haciendo, en definitiva, lo que yo quería…

Entro a casa y justo suena el teléfono. Veo que Chris se despierta sin entender nada. Me acerco a él y al mismo tiempo que tomo el teléfono y le doy un enorme beso. Era efectivamente mi padre. Le dije que no se preocupara. Que ya voy para allá. Que me tardé un poquito, que me olvidé qué día era hoy y qué tenía que hacer. Que ahora lo tenía todo claro. Que ya se lo iba a explicar … Cuando corté, lo miré a Chris. Por un instante se alarmó al verme vestida. Antes de que me preguntara qué había hecho, yo le dije que salí, que salí para comprar algunas cositas, algunas cositas que me faltaban para prepararle el mejor desayuno que hubiera probado jamás en su vida. Él se sonrió y yo le di un beso. Es entonces cuando supe que todo estaba bien, que todo iba a estar bien. Cuando fui a la cocina, escuché que mi bipper sonaba insistentemente. Lo miré y sin duda lo apagué. Chris me miró pero no dijo nada. Sólo se sonrió con satisfacción. Afuera salía el sol. Comenzaba de nuevo el día para mí, empezaba un nuevo día de mi vida…

(Como siempre, Selena, sólo deseo que alguna vez estas palabras se hagan realidad. No importa si es imposible. No importa si jamás se cumplen. Lo importante es creer que algún día la historia será distinta, que un nuevo día se hará realidad contigo Selena entre nosotros, contigo feliz, contigo siendo tú misma, contigo haciendo mejor este mundo que llora y espera por ti…)

Siempre estoy aquí por ti, Selena, sólo por ti. Ojalá nos puedas escuchar y ver, y que sonrías porque te sientes siempre amada y siempre acompañada, como siempre lo quisiste, como siempre lo pediste…

Lo desea con todo el corazón que sólo a ti pertenece…

Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)















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