Si tan sólo pudiera oír tu voz, Selena…


En la soledad de la noche, en la oscuridad, en el vacío que me genera tu ausencia, en la congoja, en el desconcierto, en la incertidumbre, en el llanto, en el desconsuelo que me genera que no estés aquí, me suena y me resuena aquella canción que llegaste a cantar, aquella canción que ya es sugerente desde el título mismo, de esas tantas canciones que con el paso del tiempo suenan premonitorias, como un aviso, como una advertencia, como una alarma que no fue detectada a tiempo, que no fue escuchada pues nunca nadie se imaginó que podía suceder algo malo, algo terrible. Un aviso en el medio de tanta felicidad, de tanta alegría, de tantos sueños que se iban cumpliendo, de tantas cosas lindas soñadas que se iban dando como un cuento de hadas, como el discurrir de una historia en la cual todo es bello después de un comienzo difícil y con tantas incertidumbres. Esa canción que cantaste con los Barrio Boyz que se llamaba “Donde quiera que estés”, y esa frase que su cantante decía como si la estuviera diciendo ahora con total actualidad “si pudiera tan sólo oír tu voz, tus palabras, tus pensamientos”, retumba en mí y en todos aquellos que te amamos y te amaremos siempre, Selena. Esos corazones que aún sienten tu voz diciéndoles “Siempre seré tu primer amor”…

Estoy en el medio de la noche solo y con mucho frío … El frío de tu ausencia, el frío de no hallar tu calor, el no poder verte, el no poder escucharte, el no poder apreciarte, el no poder tener esa mínima posibilidad de saber en dónde estás, en qué andas, qué nos puedes decir … Si tan sólo pudiera oír tu voz, si al menos pudieras manifestarme algo, algo que pudiera detener mi llanto, ahogar mis penas, darme esperanzas, no rendirme ante esta realidad que me lleva a aceptar lo que yo no quiero aceptar de ninguna manera. Pues yo no quiero que te manifiestes con alguna señal que me la indique otro, yo no quiero inferir que estás allí porque se supone que nos estás dando un mensaje. No, yo no quiero suponer que estás allí, en algún lado, incluso al lado mismo de mí si yo no puedo verte, contemplarte, abrazarte, decirte todo lo que te quiero, todo lo que te extraño, cuánto me duele tu ausencia, cómo querría que estuvieras aquí. Querría yo ir corriendo y asomarme a la ventana de la cocina de mi casa y verte allí, y que me indiques tú una señal, algo que me certifique que estás allí y que te puedo ver, algo que me permita seguir diciendo y sintiendo que nada es imposible, que todo se puede lograr si uno se lo propone. Pues tú, Selena, eres nuestro primer Amor, nuestro Amor eterno, el Amor al cual uno nunca renuncia, el Amor que no se olvida, el que se extraña, el que se espera siempre…

Sabes, Selena, que mucha gente aún está dolida, que está susceptible, que no puede creer que no estés aquí. Selena: hay gente que sigue llorando cada vez que se habla de ti, cada vez que se te recuerda, cada vez que rememoran tus conciertos, cada vez que escuchan tus palabras, cada vez que recuerdan lo que soñabas y, sobre todo, cuando reviven lo que ha sucedido contigo. Y no hay consuelo. No. No hay forma de consolarse ante tanta desolación y tanto sinsentido. La gente no puede entender y a veces no quiere entender pues sencillamente no acepta lo que pasó, no acepta la derrota, no acepta que se te hayan escapado tus sueños, pues hacerlo significa que también se le han escapado los suyos, y nadie está en condiciones de aceptar tanto dolor, tanta locura, tanto Amor desparramado y dilapidado, tanto egoísmo, tanto mezquindad, tanto odio. No puede asimilarlo, pues ¿cómo entender que viva la vida como mirando una película de Amor y en el medio de esa historia viva una de terror? ¿Cómo explicar que una vida como la tuya, Selena, iba a ser tan corta y tan burdamente arrebatada? ¿En qué cabeza cabe que en tu vida ibas a ver y a sentir semejante violencia, semejante cachetazo al Amor, a la ilusión, a la esperanza? Toda esa gente que pudo apreciarte no sale de su asombro y de su dolor … Todos los que te amamos y te admiramos no podemos entender por qué sucedió, cómo sucedió, por qué debía ser así, dónde se falló, en qué momento las cosas iban por un camino peligroso, cuál fue la señal no vista, no escuchada. ¿Acaso fue cuando en ese mes de marzo usaste en todos tus conciertos el pelo recogido? ¿Acaso fue cuando se te notaba dispersa en muchos reportajes, como el que se te hiciera en San Antonio cuando fuiste a ofrecer un concierto en la Escuela de los Spurs? ¿Acaso fue cuando manifestabas una risa forzada en el concierto de Chicago? … Todas estas sensaciones forman parte, lamentablemente, de tu recuerdo. Aunque quisiéramos obviarlo, aunque quisiéramos borrar de nuestras mentes lo más doloroso, lo que más nos duele de tu cruel destino, siempre eso estará presente. Nunca podremos olvidarnos, nunca podremos dejarlo de sentir. Porque cuando miramos hoy a las cantantes que son conocidas en todo el mundo, nos es inevitable pensar que tú deberías estar en ese lugar, que tú tendrías a todo el mundo en un puño o arrodillado a tus pies … Una y otra vez rondarán en nuestras cabezas esas palabras: “Si pudiera oír tu voz, tus palabras, tus pensamientos”. Porque todos los que te amamos seguimos esperando que nos digas tú misma aquello que quisiéramos oír, sólo esperamos que tú nos digas lo que querrías decirnos. Quisiéramos oír de tu propia boca qué es lo que nos querías decir ese nefasto día, qué fue lo que pasó, qué es lo que te llevó a tomar esa decisión, qué es lo que más anhelabas hacer en ese momento, qué es lo que querías hacer con tu vida, con tu familia, con tu futuro, con las personas en quien confiabas, qué te perturbaba y qué te alegraba. La gente, cuando te ve y te escucha, también espera eso, también quiere oír tu voz hoy…

Y mientras la gente te espera, mientras yo te espero, mientras todos esperamos que tú vuelvas para que ocupes ese lugar que nunca debiste abandonar, Selena, todos buscamos hacer lo que podemos. A muchos les ha costado armar la realidad sin tu presencia. A muchos les ha costado seguir. Al principio, tal vez, ante tanto dolor, la gente se recostó en una realidad, se sintió identificada con el dolor de toda una familia, de todo un pueblo, y trató de consolarse como podía, reemplazando tu ausencia con tu música oyéndote todo el día, comprando todos tus discos, acallando tanto dolor escuchando una y otra vez tus canciones, evadirse de la realidad oyendo lo que uno quería escuchar, leyendo historias, viendo imágenes tuyas que acaso le permitían consolarse ante tanto vacío, ante tanto dolor. Pero nadie, absolutamente nadie, ha renunciado a verte, ha bajado los brazos, ni ha aceptado tu partida. La gente y todos los que te amamos seguimos esperando que te nos aparezcas. Todos seguimos aferrándonos a tus discos, a tus dvds, a tus conciertos, a tus reportajes, a todo lo que nos dejaste en vida como un salvavidas, como algo que nos aferra a ti y nos da un mensaje de esperanza, una posibilidad, una chance más de que te volveremos a ver, una chance que es para ti, Selena, esa chance que nos devolverá a nosotros y que nos permitirá a todos ser felices con tu presencia, con tu áurea, con tu voz, con tu personalidad. Todos estamos aferrados a tus cosas, a todo lo que te pertenece, como tú te aferraste a ese anillo aquel nefasto día. Pero como tenemos aún la fuerza de la vida, no queremos que nuestras fuerzas cedan y el paso del tiempo haga lo suyo para darnos por vencidos y no nos quede otra alternativa que elaborar el duelo, cerrar tu vida y aceptar este mundo sin ti, este mundo absurdo sin tu presencia…

Nadie está preparado para aceptar una realidad tan pesada, tan triste y tan dolorosa. Por eso ese aferramiento, ese tomar con mucha fuerza cada cosa tuya, cada relato. Cada argumento es algo vital para seguir. Por eso cada cosa que aparece, cada opinión, cada revelación que surge de algo o de alguien que nos hace pensar y repensar todo aquello, que nos haga meditar por qué, por qué y por qué te ha pasado esto a ti, Selena, genera tantos sentimientos encontrados, tantas reacciones, tantas discusiones, tantos enfrentamientos. Es que todas estas reacciones salen del dolor, del dolor de lo que ha dejado de ser, el dolor de ya no ser. Antes, tal vez la gente que no podía asimilar tu partida, Selena, se la terminaban agarrando con otra gente, con otros personajes de tu increíble y triste final de historia. Y descargaron su ira haciendo toda clase de acusaciones a seres queridos, a personajes entrañables. Y no es que ellos estuvieran convencidos de lo que estaban diciendo. Es que a veces el dolor nos lleva al llanto, pero cuando no queremos llorar más, reemplazamos el llanto por el enojo y la indignación. Y otra vez nos evadimos de la realidad. Y cuando ya nada de eso nos consuela, nos aferramos a la creencia de una de las dos realidades que nos invitaron a creer desde que tú no estás. Y así vive mucha gente en la creencia de que al menos así será menor el dolor y más asimilable lo que ha sucedido. La realidad es tan insoportable que necesitamos de un consuelo, de un abrigo, de alguien o de algo en quien creer. No queremos pensar más y sólo queremos que aparezcas y nos saques de esta pesadilla que viviste primero tú y luego todos los que te amamos … Mientras tanto, la situación y lo que quedó sin tu presencia nos han empujado a creer que sólo hay dos posibilidades de interpretar por qué sucedió todo y nos acostumbramos a ello, nos queremos acostumbrar a ello para mitigar tanto dolor .... Y cada vez que alguien, desde el lugar que fuere, nos invita a que pensemos, a que consideremos que hay otras u otras formas de ver las cosas, que hay otras explicaciones que nos hagan pensar, repensar y explicar por qué todo esto, por qué no estás aquí, el temor a lo desconocido, el solo hecho de pensar en que debemos volver a recrear aquello, aquellas imágenes, aquellos hechos de los que nunca volvimos a recuperarnos, se genera una reacción aun peor de las que nos genera cualquier comentario o reacción distinta de las que nosotros pensamos y sentimos ... Parece que no estamos en condiciones para llegar por nuestros propios medios a saber por qué tenemos que vivir un mundo sin ti, Selena … No podemos solos nosotros explicarlo, y menos aun si los que lo pueden hacer no desean eso y pretender que sigamos aferrados a esas dos realidades…

El dolor sin ti, Selena es muy grande. Por más que querramos, por más que lo intentemos, por más que deseemos superarlo, es insoportable la vida sin ti, el mundo sin tu voz, la vida sin tu esperanza, nuestra existencia sin tu luz, sin tu alegría, sin tu ilusión, sin tus sueños, sin tus anhelos. Es imposible quedarnos en este mundo sin oírte, sin verte, sin agradecerte, sin abrazarte. Si alguna vez aunque sea por un instante, aunque sea por un ratito, aunque sea fugazmente, fuimos felices, fue por ti, Selena. Si alguna vez nos reímos, si alguna vez pensamos que era todo posible, si alguna vez pudimos pensar que la vida valía ser vivida como se debe, fue por ti, Selena. Tú nos marcaste el camino, tú hiciste posible todo. Sólo tú supiste, y por tu cuenta, lo que sentíamos. Tú aprendiste en la vida que no había que conformarse. Que si uno quiere ser alguien en la vida, tiene que ir mucho más lejos. Que no alcanza con que nos marquen el camino, con que no alcanza con ser fieles obedientes de aquellos que nos dicen qué es lo correcto y qué es lo que no. Que todo depende de uno, y que siempre en todo, hasta en el más insignificante acontecimiento de nuestras vidas, uno tiene que dejar su sello, su impronta, lo que uno desea, lo que uno quiere, lo que es, lo que nos identifica y lo que nos enorgullece. Parte o buena parte de tu magia, Selena, era que en todos los aspectos de tu vida dejaste bien en claro ante nosotros lo que eras, lo que sentías, lo que te emocionaba, lo que te gustaba, lo que no te agradaba, lo que deseabas para ti y para los demás. Y aunque el rol que te tocó en la vida no te dejó margen, tú no te contentaste sólo con hacer sólo lo que esperaban de ti. No te comportaste como una simple empleada que cumple con su horario y con su trabajo, y se marcha sin más. Tú podrías haberlo hecho y hasta por ahí hubieses logrado el éxito igual, y quién sabe tal vez si tu destino no hubiese sido algo distinto de éste tan triste. Pero también es cierto que de haber sido así, desde ya que no hubiese sido lo mismo, porque entonces no hubieses sido la Selena que todos conocimos, que todos pudimos ver. No hubiese sido la Selena con esa magia, con ese empuje, con esa energía. Sé que muchas veces, por una cuestión de imagen por tus famosos bustiers, tuviste que decir que una cosa eras en el escenario y otra en tu vida personal. Pero todos sabemos que en los hechos, en la realidad, esa Selena que estaba en el escenario, esa Selena que estaba en su casa, esa Selena que estaba en su boutique, esa Selena que estaba en un reportaje, esa Selena que estaba saludando a cada uno de sus admiradores, era la misma. Era esa misma Selena que daba todo de sí para decirles a todos lo que era, que daba su voz, su talento, su carisma, su personalidad, su energía, su potencia y hasta su vida misma para dejar su sello en este mundo, para ser querida y para ser feliz. Tan simple como eso. Y eso en cada concierto se reflejaba en el Amor que te brindaba tu gente, aun entre el público que asistía a festivales como el de Acapulco, en el que tú no eras la única artista que se presentaba allí, y en el que asistía gente que era admiradora de otros artistas…

Por eso, en la soledad de la noche, en el silencio en el que uno está solo con su ser y con su Alma, yo sólo espero que te me presentes Selena. Pero que te me presentes tú, que yo te pueda ver, que yo te pueda apreciar. Y sé que este deseo mío es el deseo de todos. Pues todos queremos verte, todos queremos que nos digas algo. Es parte de nuestra condición de admiradores de ti que jamás aceptaremos que te has ido, que te has marchado, que te fuiste de este mundo sin motivo y sin razón. Negar esto es negar que aun tu ausencia nos duele y de que es imposible de aceptar. Como nos duele esa última imagen que nos dejaste que nunca debió ser exhibida y que nunca debió ser divulgada, pues eso nunca quisiste mostrar, pues jamás estuvo en tu mente y en tu corazón entristecernos y hacernos llorar. Tú diste tu vida para que estuviéramos contentos y felices. Tú diste todo para ser amada. Ojalá los que estuvieron más cerca de ti recuerden eso, para que tú misma estés feliz de que todos estamos contentos y felices contigo. Tal vez sea hora Selena de que te me aparezcas, de que te manifiestes ante nosotros tal como todos queremos que suceda. Pues no me alcanza con los recuerdos, no me alcanza con imaginar o querer creer que has logrado lo máximo en tu vida. No me alcanza pues sé que a ti no te alcanza. Sé que deseabas más que eso, como nosotros deseamos decirte que eres todo para nosotros. Yo quiero escuchar tu voz, Selena, yo quiero verte, yo quiero escuchar tus palabras, yo quiero que me digas lo que sientes y lo que piensas, yo quiero que me des la oportunidad para decirte en persona que tú eres mi primer Amor, mi único Amor, mi eterno Amor…

Por eso, Selena, yo te sigo esperando como te sigo queriendo. Podrán cerrar tus sueños, podrá la gente refugiarse en su dolor no queriendo escuchar, podrá el tiempo dejarte y reemplazarte por otras artistas que invocan tu nombre, podrán decir a 15 años que en definitiva el mérito de tu éxito fue de otros, podrán decir muchas cosas, pero yo seguiré esperándote, esperando tan sólo escuchar tu voz, ver tu sonrisa, contemplar tu áurea de artista indiscutible, observar tu mirada tierna digna de tu hermosa personalidad. Y cuando ello suceda, yo poder abrazarte en silencio durante mucho, mucho tiempo y decirte al final de ese interminable abrazo, de mi infinita muestra de Amor y de agradecimiento por ti, que tú eres mi primer Amor, mi verdadero Amor, la única persona que ha conquistado mi corazón para siempre…

Te recuerda todos los días, te espera todos los días, te extraña todos los días…

Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)















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