15 años…


15 años duró su corta carrera … 15 largos años han pasado de su ausencia. Una ausencia que no es ausencia, pues todos los días está presente, presente con sus canciones, presente con sus conciertos, presente con sus entrevistas y declaraciones, presente con sus fotos, presente con su Amor, ese Amor que desplegó Selena por doquier y que llenó los corazones de toda esa gente que supo apreciar su talento y que siempre quiso lo mejor para su artista más representativa…

15 años de ver imágenes, de emocionarse con cada aparición suya, con cada gesto, con cada interpretación. 15 años de reír y de llorar, de bailar y de escucharla emocionados, de contemplarla, de apreciar su carisma, de escuchar su voz, de impactarse con su personalidad, con su don de gente. 15 años que se pueden ver en videos, que se pueden apreciar en sus discos, que se pueden contemplar en fotos, pero que nunca alcanzará. Porque son 15 años de ausencia, 15 años de no poder verla, de no poder emocionarse con Selena, de no poder cantar con ella, de no gritar su voz mientras nos deleita, de no poder acercarnos a ella y agradecerle por habernos dado tanto y nosotros haberle dado tan poco. 15 años de buscarla y de no poder encontrarla, de no saber dónde están sus nuevas canciones, cuál es su figura hoy, con qué nos sorprenderá esta vez, con qué nuevo gesto nos hará suyos, suyos sin ninguna condición…

15 años de silencio, de un silencio impropio de Selena, justo de ella que llenaba con sus risas cada lugar, cuyas carcajadas tapaban cualquier vacío, cualquier silencio, cualquier tensión que circundara el lugar. 15 años de no escuchar nada de Selena, de no decirnos que está aquí pues tiene muchas ganas de hablarnos, de hacerse conocer, de contarnos sus vivencias, de lo que quiere, de lo que desea, de lo que ambiciona hacer. 15 años de un silencio inaceptable, insoportable, inadmisible, inconcebible. 15 años de aquel día en el que se fue sin despedirse, sin decir palabra, sin ser ella misma, sin darnos una imagen digna de Reina indiscutible, sin decirnos que nos veremos muy pronto, sin dejarnos aunque más no sea una mueca de sonrisa, un mensaje de esperanza, un palabra que nos haga estremecer de felicidad…

15 años sin verla en un concierto, sin pasear su esbelta figura por el escenario, sin saludarnos, sin dar una reverencia, sin poner su mano en el pecho, sin expresarnos su alegría, su tristeza, sus emociones, sin poder expresar su propia vida en un lugar que conocía bien, que dominaba como nadie, que manejaba a la perfección. 15 años sin ver a su público al que conocía desde muy pequeña, al que conocía sus gustos y preferencias, sin poderlo alegrar, sin poder darle una canción, una esperanza, sin poder darle sentido a sus vidas, paz en sus corazones, alegría a sus almas…

15 años que pasaron como un rayo, como pasaron esos 15 años de su carrera, en los que ha sabido lo que eran el sacrificio, el vivir cada día como si fuera el último, que aprendió desde muy pequeña lo que es vivir con privaciones, en hacerse adulta de golpe, de seguir tenazmente sus objetivos a pesar de tanta adversidad, de poner la mejor cara al dolor, a los días malos, al llanto, a los cambios de hogar, a la falta de comida a la mesa, al encontrarse con un mundo difícil que no sabía qué esperar de Selena, que desconfiaba si ella le podía ofrecer algo novedoso, nuevo, diferente. 15 años de vida en lo que todo fue cuesta arriba, todo fue empezar de “menos de 0”, perdiendo, teniendo que levantar situaciones de derrota segura, de horizontes sin esperanza, de camino sin final. 15 años en los que Selena demostró que podía lograrlo, en los que subió la apuesta, en los que siempre fue por más, por más de lo que esperaba su padre, más de lo que deseaba su familia, más de lo que imaginaba José Behar cuando la contrató para la primera gran disquera. 15 años en los que Selena dio todo pero que para ella no era nada. En Selena sólo habían 15 y otros 15, y otros 15, y más 15 años para ofrecer todo, para dar todo, para dar lo mejor de ella, para dejar una huella en la música, una huella en el arte, una huella en el corazón de la gente, esa gente a la que se encontró y encaró desde muy chica, a la que se ganó con sacrificio, a la que se ganó con honestidad y mucho Amor…

15 años sin poder entender, sin poder explicar nada, de quedarnos anodadados, sin poder entender tanto dolor, tanta injusticia, tanto desconcierto, tanto absurdo. 15 años con el dolor más profundo, con la herida abierta, con el llanto más abierto sin poder disimular nada, sin querer ocultar nada. 15 años sin palabras. Nos quedamos mudos, tristes, con lágrimas, con velas en nuestras manos, con la lluvia en nuestra cara, con el frío en nuestras manos, con el frío en nuestro corazón. Nos dieron el peor golpe, ese golpe artero en el Alma, ese golpe que dura una eternidad y que nunca desaparece, no tiene remedio, no tiene cura, no tiene explicación ni respuestas posibles. 15 años sin poder reaccionar porque ni siquiera pudimos tener esa alarma interior que nos hiciera alertar de que algo malo iba a suceder, de que Selena podía irse, de que corría peligro, un aviso que la alegría no es para siempre, que todo puede cambiar en un minuto, y de nada servirán las explicaciones, las culpas, las “revelaciones”, las declaraciones, los juicios, los informes, las verdades y las mentiras, los protagonismos de gente que al lado de Selena no tenían protagonismo alguno, que nada tenían que hacer al lado de ella. Porque como dice aquel tango, por más que veamos el lamento de tanta gente, veamos llorar a tantas otras personas, nos den una palmada en la espalda y nos digan que ellos también lo sienten, “todo es mentira, mentira es el lamento. Hoy está solo mi corazón”.

15 años sin su Amor, 15 años sin su dulzura, 15 años sin su espontaneidad, 15 años sin esa personalidad que avasalle todo, que se lleve todo por propio peso, que nos subyugue a todos, que nos encante sin excepción, que nos haga suyos, que se declare Reina por siempre y sin discusión. 15 años sin que ninguna cantante, ninguna artista y, sobre todo, ninguna mujer nos emocione con su voz, con su energía, con su hermosura, con su increíble talento. 15 años sin sentir algo que Selena tenía de sobra: pasión. Pasión para cantar, pasión para expresar, pasión para vivir, pasión para interpretar, pasión para emprender cada cosa, cada trabajo, cada objetivo. 15 años en los que Selena se nos fue con su última gota de pasión, un sentimiento genuino pero traicionero, que mal manejado nos puede jugar una mala pasada, como le pasó a nuestra Selena…

15 años que Monterrey no tiene a su Reina. 15 años que México no se rinde ante una artista que apenas hablaba el español. 15 años que no ve a una artista que haga ridículas las fronteras, que haga un sinsentido a los límites de espacio y de tiempo. Tal vez México haya pensado con justa razón que nadie que no supiera hablar su propio idioma merecía ser escuchado, prestarle su atención, considerarlo en lo más mínimo … Selena les hizo ver que tal vez México había olvidado que tenía otros idiomas, otras culturas, otras vivencias, otros sentimientos que también formaban parte de su identidad, de su historia, de su lenguaje, de su cultura. Tal vez eso explique que una mujer con tan sólo 20 años y con un español limitadísimo los conquistara sin armas, sin violencia, sin ninguna artimaña maliciosa, sin ninguna campaña publicitaria de magnitud. Selena se ganó México y enamoró Monterrey con algo tan elemental y tan sencillo como el lenguaje del Amor, con algo tan simple como hablarle con el sentimiento de un pueblo que vive las mismas cosas, ríe por lo mismo, llora por lo mismo, siente por lo mismo. Selena los representó como nadie. Ni antes ni después vivieron lo mismo. Y lo vivieron con una norteamericana, que hablaba inglés desde chica y a la perfección … Pero que tenía su mismo corazón y que llevaba en sus genes la cultura de siglos, el sentimiento de un pueblo, la voz que salía de las entrañas mismas de su tierra…

15 años sin ver, sin escuchar ni sentir una artista que encante a todos por igual, que haga bailar a grandes y chicos, que encante a toda una familia, que se transforme en modelo de toda una generación de chicas, que enamore a cada varón sin oposición, sin resistencia. Selena no sólo llamaba la atención al amante de la música tejana, al admirador de la cumbia, al seguidor de la música norteña. Miles de declaraciones de admiración propinadas por gente gustadora de músicas disímiles a esa artista única e irrepetible se desparramaron por todo el mundo ... Cantantes de rock declarando haber ensayado sus canciones a viva voz, miles de espacios de diferentes músicas en revistas y en Internet reservando un espacio para dedicarle un tributo a Selena ... Selena podía apaciguar al más violento, podía hacer que todos los ojos de cuanta alma pululaba por allí la siguieran milímetro a milímetro. Selena podía ser esas sirenas de la Odisea que encantaban a esos navegantes para atraerlos a su tierra, pero en vez de provocar la distracción, la desorientación y que se dieran de bruces contra la tierra sin volver nunca a la suya, los atraía para envolverlos con su Amor, hacerlos más humanos, llenar sus almas con su canto, y darle sentido a sus vidas y guiarlos al camino correcto. Selena hacía de lo imposible posible. Con su presencia podía evitar hasta guerras, podía detener odios, rencores, llanto, dolor … 15 años en los que el hombre perdió el camino, en lo que nunca pudo volver a sus orígenes … 15 años en los que el odio y el dolor volvieron a ocupar su lugar…

15 años han pasado sin que los “gringos” pudieran apreciar el potencial de su artista más talentosa. 15 años trabajó Selena para llegar a ese momento, para llegar a lo más alto, soñando con ofrecerles un concierto en su idioma, con las canciones que siempre le había gustado y que pacientemente esperó para tener su momento, su oportunidad. 15 años componiendo, cantando en cada concierto desde muy pequeña algunas canciones en inglés para que se apreciara hasta dónde podía llegar, en el que quería llegar a ser aquella cantante amada por todo el mundo, apreciada en su tierra, adorada a uno y otro lado del Río Bravo, esperada en todo el mundo, reconocida por todas las culturas. Selena le ofreció a Estados Unidos una versión maravillosa de “Where did the feeling go?”, le prometió un disco en inglés en aquel recordado concierto de San Antonio en 1991, festejó como nadie cuando obtuvo en 1993 el contrato que le daba esa soñada oportunidad de lograr lo que tanto había anhelado, que era cantar en los dos idiomas, ser una estrella en ambas y ser la mejor artista del mundo. Cuando aquellos gringos estaban preparados para recibir a su hija dilecta que arrasaba en la tierra de sus ancestros, cuando le abría las puertas a los grandes escenarios, a los grandes conciertos, a las grandes películas, a las grandes invitaciones, a programas reconocidos, a las grandes pantallas que eran una vidriera a todo el mundo, cuando Hollywood la llamaba para invitarla a la gran fiesta, sólo recibieron cuatro maravillosas canciones, el llanto de toda una comunidad, el lamento de una nación, fotos y portadas de innumerables publicaciones … y una congoja imposible de superar. 15 años en los que Estados Unidos sólo tiene una estrella de Selena en San Antonio y espera que haya muchas más, muchas más acordes a su figura y a todo lo que Selena les dio…

15 años sin ver ningún diseño, sin ver ninguna creación de Selena, sin que podamos apreciar todos los sueños de una mujer que en ese mismo tiempo sólo soñó con volcar todas sus ideas y su imaginación en algo que había soñado desde muy pequeña, que era diseñar, imaginando y pensando que con el correr del tiempo todas las muchachas se vestirían como ella, todas querrían lucir lo que Selena había imaginado para cada mujer. 15 años pensando en que el sacrificio no tenía un solo fin, un solo objetivo. 15 años en los que Selena vivía pensando en que si lograba ser la artista más brillante, talentosa y popular, podría tener vuelo propio para desplegar toda su imaginación, toda su creación, todas sus ambiciones, toda su energía, toda su vocación. Más de una vez Selena dijo que ella tenía varias cosas en su cabeza y que no podía parar hasta verlas concretadas. Una cosa llevaba a la otra. Selena quería cumplir con el mandato familiar, que lo sentía propio pues ella misma contribuyó a pergeñarlo. Y una vez logrado ello, quería que su nombre también se conociera por sus diseños, por toda lo que rondaba por su cabecita inquieta. Para Selena eso era la libertad, el triunfo, la conquista de todos y de todo poniendo todo de sí con Amor, cariño y pasión, esa bendita pasión … 15 años han pasado. 15 años de lucha. 15 años en los que uno no quiere ver que aquel sueño máximo de Selena, Selena Etc., no tiene espacio físico, no tiene lugar. 15 años en los que uno espera que nadie cierre ese anhelo de Selena, que nadie nos diga que hay imposibles, que estando Selena de por medio nos digan que todos los sueños no se pueden realizar…

15 años en los que uno no ve andar ese bus, ese Big Bertha que acompañó a Selena desde muy chica, que la llevó a cuanto pueblo les abría la puerta para que desplegara su canto y su talento. Un bus que vio a Selena crecer, vivir su infancia y su adolescencia sin intimidad, sin tener amigos fijos, sin poder confiar sus cosas más íntimas con alguien que no fuera de su propia familia. Un Big Bertha que vio a Selena terminar sus estudios por correspondencia, que la vio ensayando, cantando, soñando. Un Big Bertha que llevó a Selena por un camino que ella misma no soñó pero que vio cómo esa niña con Amor había contribuido a ello estudiándose aquellas canciones que cantaba su padre desde niño sólo para agradarlo, sólo para ser la baby de la familia, la más querida, la más mimada. 15 años de ausencia de una artista que hizo todo para ser querida, y que hoy la esperan millones de personas que la adoran y que darían todo por ella…

15 años han pasado de que se ausentara una mujer a la que todos conocemos por su nombre, un nombre sin necesidad de apellido, un nombre que tiene cuerpo, Alma y vida. Un nombre que habla por sí solo. Un nombre que tiene su sello. Un nombre que paradójicamente sus padres no lo tenían pensado para ella. Un nombre que en el ideario de sus padres no estaba registrado … simplemente porque no pensaban en que llegaría una niña. Pensaban en que llegaría un varón al que llamarían Marc Anthony. Y ese ser que vendría les daría la primera sorpresa, los impactaría por primera vez apareciendo de un modo inesperado, altamente sorpresivo. Sería por un instante una niña sin nombre, una niña sola y sin identidad. Sus padres echaron mano de una compañera de cuarto de su madre en el hospital que esperaba una niña y le vino un varón. Esa mujer le iba a poner como nombre Selena. Cuando llegó ese nombre a oídos de sus padres, doña Marcella Samora lo consultó con don Abraham Quintanilla y éste tomó su primera gran decisión para con su hija. Adoptó ese nombre y le puso Selena, simplemente Selena. Un nombre agradable pero no muy común. Un nombre destinado para ser distinguido para quien lo portara. 15 años han pasado para que ese nombre pasara a la inmortalidad, sea pronunciado “Selena”, sea denominado “Selina”, sea recordado como “Salinas”. Un nombre que sólo puede llevarlo una persona, que sólo puede ser recordado por toda una comunidad por su nombre de pila, y que está grabado en las Almas y en los corazones de tanta gente que aún la espera…

15 años en los que Selena dejó una huella imborrable en los corazones de tanta gente, que se alegra cuando le escucha y la ve, pero que llora su partida, que siente que fue ayer aquella tragedia, aquella locura, que no lo puede aceptar, que no lo quiere admitir. Para esa gente no hay consuelo alguno, porque para ellos Selena era su vida, y uno no puede renunciar a la alegría, a la ilusión, a los proyectos. No puede aceptar que Selena se les ha ido para siempre. Que se ilusiona que volverá. Que se levanta cada día pensando que la verá, que volverá a ver su sonrisa, que volverá a contagiarles sus ganas, que les dará esa energía tan necesaria para que vuelvan a ser felices, vuelvan a estar contentos, vuelvan a ser aquellos que vivían por y para Selena, para disfrutarla, para que vuelvan a verla triunfar, vuelvan a verla feliz, para volverla a ver con sus tremendas ganas de hacer cosas, de ser aquello que tanto soñó, que sea la dueña de su destino, y para volver a ver su hermosa cara de satisfacción como aquella que mostró a la salida del Houston Astrodome el 26 de febrero de 1995. 15 años en los que ellos esperan ser aquellos, aquellas personas que son felices en un Mundo con Selena, en un Mundo con Selena dichosa y muy feliz…

15 años en los que estamos huérfanos, 15 años de una mujer que nos cantó “Yo fui aquella que te amaba cuando tú necesitabas Amor”. Una mujer que nos preguntó “¿Qué creías? ¿Que como yo había muchas?”. Y que nos demostró hace 15 años que es la única, que es insuperable, que es inigualable, que es única e irrepetible. Una mujer que desde aquel día la seguimos buscando, la seguimos añorando. 15 años en los que querríamos que aquel 31 de marzo se borre para siempre de nuestras vidas…

Afuera puedo ver a una niña, a una niña que cumple sus adorados 15 años, esos 15 años que la convierten en una mujer. Una mujer feliz, que baila el vals con su padre, que saluda con emoción a sus familiares y que se alegra con sus amigos bailando esas canciones que escuchaba desde muy pequeña, esas canciones que le cantaba su madre y que le daban tanta alegría. Una alegría que nunca pudo compartir con aquella portadora de la dulce voz porque ella se fue cuando había nacido … Y sin embargo, baila, salta, canta, canta con alegría, canta con una lágrima que sale de sus mejillas. Cada año que cumple es un año sin Selena, un año sin su presencia, pero que la vive en su Alma, la siente en su corazón, la hace vivir, ser feliz, encender esa pasión que se aviva con sus 15 años, esa pasión que lleva en su sangre, esa pasión que vive a través de Selena, esa pasión que sólo ella podía transmitir…

15 años sin ti, Selena, 15 años esperándote, 15 años recordándote, 15 años dando todo mi Amor, 15 años llevándote en mi corazón que sólo late por ti…

Gracias, mi Selena, gracias por llenar de vida a mi Alma, gracias por alegrar mi corazón, gracias por sentirme orgulloso de ser latino…

Simplemente te quiere … para toda la vida…

Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)









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