Cada noche, Selena…


Cada noche voy al Houston Astrodome y en una forma un tanto insólita ingreso, cuando no hay nadie, cuando se supone que no hay forma de poder entrar. Pero ya sé cómo hacerlo. No importa cómo ni creo que nadie pueda cuestionarme que lo haga. No busco lastimar a nadie. No vengo a hacer nada malo. No quiero alterar nada de lo que haya allí. Una causa noble me lleva allí. La noche, mi presencia y mi soledad están presentes allí buscando que algo suceda, que algo pase, que la magia se haga presente allí…

Entro sigilosamente a un estadio enorme, que está silencioso y vacío. Es curioso. Estás cosas me dan terror hasta de escribirlas. Estar tan solo a oscuras da un misterio que de pensarlo uno queda paralizado del temor. Pero nada de ello me sucede cuando estoy allí. Miro las estrellas, miro esas pequeñas luces de una ciudad que duerme y trato de revivir aquella noche memorable, aquella noche en la que Selena nos diera un magnífico concierto. Muchos dicen que fue el último, muchos dicen que el último fue el de Chicago. Otros hablan del de Calle 6. Otros aseguran que fue en San Antonio, en la Escuela de los Spurs … Poco importa eso. Tal vez lo más importante de aquel concierto del 26 de febrero de 1995 es que marcaba sin duda un antes y un después en la carrera de Selena. Una nueva era comenzaba a nacer. Hasta allí, Selena era la gran artista tejana en ascenso. Desde ese concierto Selena sería la gran estrella que iba a conquistar el mundo, en un año que sería definitivo, fundamental para que Selena se encaminara a ser la gran estrella internacional. Y como tantas otras veces Selena no defraudará. Estará a la altura de las circunstancias y nos ofrecerá un concierto sencillamente inolvidable. Y una vez más habrá que decir que aquel concierto no fue importante por lo que lamentablemente sucedió después. Fue importante por lo que significó en su momento. 65.000 personas marcaban esa realidad. Pero ese número frío no da siquiera la dimensión de lo que significa para muchos Selena. Selena era mucho más que eso, definitivamente. La gente la amaba, la quería, quedaba obnubilada por tanto Amor desplegado. Selena les entregaba todo y la gente lo recibía con total cariño y se lo devolvía con agradecimiento. Pocas veces una artista logra acaparar la atención del público no sólo con un par de hits, sino con su presencia, voz, carisma, personalidad, talento. Pocas artistas logran ser realmente queridas y que sientan la necesidad de expresarle su Amor, su necesidad de protegerla, de cuidarla … Ironías de la vida, aquello que con el tiempo quedó demostrado que Selena necesitaba aquel nefasto día, lo tenía en su público, nada más. Esa soledad que tenía Selena, ese Amor que necesitó ser expresado como nunca aquel nefasto día estaba en ese público que nunca, nunca la iba a abandonar, que siempre la iba a proteger de la maldad, del egoísmo, de la mentira, de la codicia, del dolor…

Estoy solo en ese estadio que en otras épocas lucía tan hermoso pero que ahora se me presenta como un monstruo silencioso, frío, distante, sin la expresividad que tenía en aquellas épocas en las que estaba Selena. Y es que por más lindo que sea el escenario, por más hermoso que sea el ámbito, por más que la música pueda gustarnos, si no está aquello que le da vida, que le da sentido, que le da alegría, ese Houston Astrodome no deja de ser un estadio más, un lugar más que podrá ser llenado una y otra vez por miles y miles de artistas, podrá ser adornado con sus mejores luces, podrá ser ambientado con las mejores interpretaciones, pero nunca será lo mismo si falta esa magia, ese Amor, esa espontaneidad, esa mujer que supo hacer del canto y de la actuación un arte. Una mujer que supo ponerse a la par de su público y hacerlo partícipe de la fiesta. Una mujer que se sabía la Reina pero que para tener el derecho de serlo tenía que brindarse a su público como él lo hacía con ella. Una mujer que hizo que su reinado tenía que ser revalidado todos los días, en cada actuación, en cada tema. Una mujer que para pedir a su público que la ayuden, que canten con ella, que estén animados y contentos tenía primero que hacer todo lo posible y más que ello para tener la autoridad para exigir. Y desde que esa mujer no está esa magia tampoco está ... Ese estadio no tiene el mismo brillo y esplendor, eso que no se logra ni con más público, ni con más promoción, ni con más fuego de artificio. El ángel no lo tienen todos ni se compra en ninguna tienda. Se nace con él, y se ejercita y muestra. Eso era Selena. Eso que nadie tiene. Eso que nadie tendrá jamás. Eso que tanto se extraña. Esa magia que desde 1995 se ausenta en el Houston Astrodome...

Miro las estrellas y no puedo evitar recordar esas imágenes de Selena cantando, deleitándonos, cautivándonos, moviéndose de un lado al otro del escenario, y un público que sólo gozaba con semejante presencia, con una artista que se sabía única e irrepetible… Miro a un costado y puedo ver ese cartel enorme que dice Selena que brilla frente a mí, y sólo añoro que ese cartel no se apague nunca, que ese cartel vuelva a iluminarse como preludio de una nueva actuación. Miro a otro lado y veo las puertas de entrada al Houston Astrodome y sólo espero que se abran, sólo espero eso. Sólo deseo y pido que se entreabran, nada más. Quiero tener esa secreta esperanza de que algún día salga ese carruaje, de que ella vuelva a aparecer. No pido que aparezca de la nada cuando nadie la vea. Quiero creer que estoy aquí anticipadamente siendo el primero en asistir a una nueva presentación de Selena en este lugar. Sé que puedo estar pensando en una quimera. No va a faltar que alguien me diga que la realidad es una ley que no se altera, es un mandato divino que sólo está para acatarse. A mí eso no me importa. Yo me refugio aquí para no creer en lo que me dicen, para no aceptar la cruel realidad, para no resignarme jamás, para creer en los milagros, para paradójicamente no creer que sea cierto lo que pasó … Algo tan divino como Selena de ninguna manera pudo haberse ido. No es aceptable eso para mí … El silencio es tan denso, que hasta puedo sentir el sonido de los grillos mezclados con unos pasos que me inquietan. Pero eso sólo me genera la esperanza de que algo puede suceder, de que algo va a pasar, de que aquello que tanto ansío se concrete…

Me incorporo y me atrevo a saltar hacia el campo de rodeo. Camino en la oscuridad y creo escuchar un ruido. Siento como si un carruaje caminara a mi alrededor y me acompañara. Escucho a alguien respirar y recuerdo a Selena deteniendo en esa noche mágica su canto de “Si una vez” dejando que sólo se escuche su respiración. Camino hacia el centro del campo dejándome llevar por ese recuerdo y buscando algún atisbo de aquel momento, esperando que haya un rastro, una huella, un eco de aquel instante. Muchas veces me pregunté si acaso Selena seguiría viniendo por acá reviviendo aquello, queriendo recibir aquel cariño, sentir aquella sensación. En ese ruido de carruaje que lo escucho diariamente creo sentirla cerca, y la busco y la busco, pero no la encuentro. Esa allí donde no puedo evitar estallar en llanto e impotencia. Grito, la llamo, espero una respuesta ... algo, una señal, que me indique una dirección, que me señale que Selena está allí, que jamás se fue del Houston Astrodome y que sólo espera el momento para ofrecernos algo más … Pasa un tiempo en el que sólo me quedo sentado mirando el piso sin decir nada, sin atinar a hacer nada. Cansado de estar así, trato de reanimarme, levanto fuerzas y me dirijo a un escenario que se ha montado allí para alguien que se presentará ese día. Me parece que es de una artista de la Disney, muy promocionada, pero no recuerdo su nombre. Llego a la plataforma y subo a ella. Camino unos pasos y vuelvo a mirar las estrellas y no puedo dejar de pensar en esa noche, en ese día tan bello. Puedo sentir el perfume de Selena en ese escenario. Puedo sentir su energía allí. Voy lentamente hacia un lado del escenario y me siento como si fuera Selena caminando en ese escenario interpretando “No me queda más”. Puedo sentir su emoción, puedo sentir su sentimiento a flor de piel en cada palabra, en cada estrofa, en cada verso. Puedo ver su cara, su sufrimiento, su lamento, su desazón. Y me emociona porque cada palabra suya, cada expresión, cada sentimiento expresado en su rostro me llega en lo más profundo del Alma. Porque yo le creo a Selena cuando sufre. Yo le creo a Selena cuando está contenta. Yo le creo cuando me manifiesta su enojo. Yo le creo cuando me transmite alegría. Aún hoy me estremece cuando me mira a la cara y me dice “canalla” en el video “La llamada” … Alguna vez Selena, en el Show de Cristina, explicaba esto: que cuando tenía que cantar una canción triste o alegre ponía énfasis en esos sentimientos. No hacía falta explicarlos. Porque decirlo es como descubrir un truco de magia. Y eso era parte de lo bello de Selena. A veces la exposición pública ante los grandes medios hacía que Selena tuviera que explicar algo que sólo los que la amábamos y le creíamos no necesitábamos escuchar … Lo sentíamos…

Sigo en el escenario yendo a un lado y otro moviéndome como Selena lo haría en ese Disco Medley que la haría famosa, que acaso hoy si estuviera entre nosotros lo recordaríamos como el inicio de su extraordinaria carrera musical entre los angloparlantes. Recuerdo cómo quedé impactado con semejante actuación, semejante movimiento, gracia y estilo, qué dominio del escenario y del público tenía. Y lo que más: qué claro lo tenía todo, qué condiciones tenía como cantante y como artista. A veces cuando veo que tantos artistas necesitan de asesores de imagen y musicales que le indican qué cantar, cómo vestirse, cómo presentarse, y ganar millones y fama con eso, recuerdo a Selena … Y me digo y reflexiono: ¡y pensar que si ella estuviera aquí no necesitaría nada de ello! Ella llegó hasta lo que fue simplemente siendo ella, auténtica, graciosa, chispeante, amorosa, pasional, increíble … Para vestirse no necesitaba a nadie: era diseñadora y con sus creaciones imponía un estilo que todos imitaban. Tenía “truquitos” que los había aprendido de chica: hacer saluditos personales, poner determinadas caras en determinadas circunstancias, decir tal o cual cosa en determinado momento del concierto, animar al público. Era sólo eso. Todos lo demás formaba parte de su “secreto”, de su misterio, de su magia, de su estilo … simplemente ser ella misma. Nunca interpretaba una canción de la misma manera, nunca eran iguales, todas eran particulares porque dependía de cómo Selena las interpretaba en aquellas ocasiones … Y allí vuelvo a recordar sus palabras en el Show de Cristina: para “calmar” a las señoras que se “escandalizaban” con sus atuendos, ella tenía que aclarar que una cosa era ella en el escenario y otra fuera de él … Sé que ella no pensaba así y eso se notaba cuando actuaba. Por eso cuando veo a esos artistas que necesitan reinventarse para seguir vigentes, pienso en Selena. Ella no necesitaba eso. Selena sólo se mostraba como era, algo que a ningún creativo ni asesor de marketing se le hubiese ocurrido … Y cuando pienso en ello entiendo por qué se la extraña tanto, se la busca tanto, se la espera tanto…

Camino para bajar de ese escenario y recuerdo a Selena descendiendo de allí luego de cantar “Como la Flor”. Recuerdo ese inicio memorable, la emoción cuando el público deliraba en el momento en el que ella, una vez más, retiró su micrófono y lo apartó a su costado, y esperó cómplicemente que el público acompañara la canción … Aún hoy puedo ver el recorrido de sus ojos, el mirar a cada asistente del concierto con total emoción hasta alzar su mano y dar su mejor sonrisa cuando se vio sorprendida por la cámara. Durante todo el tema Selena se movía y cantaba la canción con la sensibilidad de una mujer que se sabe querida y gozando como nadie de ese momento. Cuando ya sobre el final Selena anunció que, una vez más, habían quebrado el récord de asistencia de público y pidió un fuerte aplauso, dijo aquellas palabras que aún hoy resuenan una y otra vez en mis oídos: “Mil abrazos y mil besotes a cada uno de ustedes. Cuídense muchísimo y nos veremos muy pronto. Hasta luego. Chau. Buenas noches. Gracias”. Y aún retengo esa imagen de Selena saludando una y otra vez al público, mirando a los cuatro costados del enorme estadio. Y también retengo a Selena totalmente emocionada mordiéndose el labio en señal de no poder creer lo que estaba viendo. No poder creer el sentir y recibir tanto Amor. Puedo sentir en mi piel cómo se eriza su piel. Mientras camino puedo sentir la emoción, el júbilo, la satisfacción del deber cumplido, de sentir el cariño de su público, de haber logrado algo después de tanto tiempo y el desafío de encarar esa nueva etapa con la misma exigencia, esfuerzo y dedicación de siempre. Siento cómo Selena se iba de aquel escenario entendiendo que semejante despedida no sería una más. Sería el inicio de una largo recorrido a la fama en el que se enfrentaría con nuevos desafíos, tan o más exigentes que hasta ese momento. Siento cómo Selena no podía pensar en los obstáculos que tendría de allí en más, aunque supiera de ellos. Siento cómo Selena quería irse con esa sensación, ese sentimiento que no lo iba a olvidar jamás, que lo llevaría por siempre en su corazón…

Ya nuevamente en el campo, voy caminando alrededor de él y recuerdo aquella despedida. Yo no pienso ni siento que ese momento Selena lo viviera como tal. Selena tenía mucho por hacer. Tenía muchos planes, muchas ambiciones, muchas ganas, muchas ideas, mucha energía. Nunca pensaría en un final. Nunca pensaría en un retiro. Lo puedo sentir. Puedo sentir el palpitar de su corazón, la sensibilidad de sus ojos, el contener su llanto para mostrarse siempre sonriente y agradecida ante su público. Lo sé así. En esa noche tan oscura aún puedo percibir ese andar lento del coche y ese saludo interminable de Selena. Puedo escuchar el griterío y júbilo de la gente. Puedo sentir el Amor que le proliferaban. Puedo ver y escuchar cada palabra, cada gesto, cada alce de brazos tratando de al menos tocarla, de expresarle el Amor que le tenían. Puedo sentir el sentimiento de esa gente que veía en Selena su hermanita, su representante, su igual. Selena era suya definitivamente. Esa sensación jamás la habían experimentado. Jamás la habían sentido. Jamás la sentirán. Y por eso se lo expresaban de esa manera. Esa artista tejana había sabido condensar todos sus sentimientos, todas sus sensaciones, y por eso pusieron a Selena en ese lugar tan alto, ese lugar que Selena tanto agradecía y que por ello decía que jamás había que dejar de atender. Una vez más recuerdo cómo Selena en el Show de Cristina decía que cómo no iba a atender a su público si éste la había puesto en un lugar tan privilegiado. Ese público puso a Selena en un lugar al que nadie había llegado. No tuvo que pasar lo peor para que Selena ocupara ese sitial. Selena lo había logrado, lo había vivido, lo había sentido. Ninguna artista tejana había llegado tan lejos. Ninguna artista tejana lo logrará después. Es que la gente había adoptado a Selena y no quería nada a cambio. El público le entregó todo su Amor a ella, y el público no es de regalar tamaño sentimiento a cualquiera, aun en ausencia de aquella a quien se le ofreció todo, todo a cambio de nada, como lo había hecho Selena…

Llego a la puerta de entrada del Houston Astrodome. Llamativamente está entreabierta. Es como si siempre estuviera así, esperando que todos los días Selena pase por allí. Ingreso, llego hasta allí y puedo ver esa enorme tribuna enfrente, esa tribuna que tuvo la fortuna de verla por última vez. Me animo a treparme a ella y experimento la sensación de esperar que pase el auto por allí. Espero que se acerque Selena para saludar a todo el mundo y que cuando esté por retirarse advierta mi saludo y se vuelva sobre sus pasos para saludarme, para que todos nos llevemos su Amor y que ninguno se quede con las manos vacías … Espero su saludo, lo siento y se lo devuelvo alzando todo lo que puedo mis brazos, haciendo luego una reverencia y tomando en el aire su saludo para llevármelo a mi corazón … Cuando sé que ella se ha retirado, cuando el silencio invade nuevamente el lugar, cuando nuevamente la negrura de la noche cae ante mis ojos, recién allí me incorporo, lentamente me levanto y enfilo para la salida. No puedo evitar mirar una y otra vez hacia atrás, esperando algo más, que algo nuevo suceda, que algo me sorprenda y volver corriendo hacia allí. Sé que es una quimera. La realidad, como el paso del tiempo, es impiadosa. Yo me resisto a ello. No es que espera nada extraordinario. Ni siquiera sé qué esperar en ese lugar hoy. Tal vez espero que alguna vez no sea lo que hoy es, que todo fuera distinto, que la realidad fuera otra. Esperaría que Selena estuviera aquí, como quien espera que el mundo fuera un tantito mejor…

Ya estoy afuera. Creo que salí del mismo modo en el que entré. La verdad, no me di ni cuenta. Ahora que lo pienso … ¿no estaban las puertas abiertas? No lo sé. Miro hacia atrás y el Houston Astrodome luce enorme, oscuro, frío. Vuelvo dos pasos hacia atrás … Nada pasa … Por ahí creí ver una luz que se encendía. Por las dudas corro hacia atrás y vuelvo a asomarme para ver si algo sucede, si algo me perdí. Veo que hay algo que se mueve … Era personal del Astrodome que comenzaba a trabajar para ese concierto de alguien que no sé como se llama brindará ese día … Ahora entendí cómo había salido de allí … Tuve suerte que nadie me advirtiera. Pero ya no me importa eso. Sé que mañana será lo mismo. Y los siguientes días también. Y cuando la tristeza me embarga y la desesperanza se apodera de mí, allí, recién allí, miro de nuevo las estrellas. Y recuerdo de nuevo esa noche. Y vuelvo a deleitarme con recordar a Selena aquel día. Y nuevamente alzo mi brazo como buscándola, como si supiera con certeza que está allí, cuidándome, guiándome, protegiéndome. Sé que ella también está llorando pero con una mueca de sonrisa, con esa mordedura de labios como cuando se despidió aquel día. Ella también extraña, ella también espera volver. Ella sabe que todos la esperamos. Todos sabemos que nos encontraremos algún día…

No sabes Selena lo tanto que te quiero, lo tanto que te extraño … En realidad, sé que lo sabes. Pero cómo me gustaría demostrártelo…

Te quiere con toda el Alma y ofreciéndote mi corazón todos los días, te extraña…

Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)











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