El dinero no importa en ti y en mí...

31 de agosto de 2011






Todo sueño tiene un dulce despertar, Selena...


¡¡Qué horror!! ¡¡Por Dios!! ¡¡Qué horrible pesadilla tuve!! Quisiera poder sacarme de encima todo este sufrimiento, todo este dolor … Lo único que me alivia es que sea sólo un sueño y nada más … ¡¡Pero fue tan real, tan vívido!! ¡¡Es horrible, fue horrible!! ¿Cómo puedo sentirme después de vivenciar por unas horas que unas manos siniestras toman un arma y apuntan a alguien a quien yo quiero mucho y que es parte esencial de mi vida? Todavía me estremece el ruido del disparo, el grito desgarrador, la huida desesperada por un pasillo largo e interminable. ¡¡Aún no puedo creer lo que he vivido, lo que he sufrido!! Pero lejos de sentirme más tranquila luego de corroborar que sólo se ha tratado de una burda pesadilla, estoy más nerviosa y más tensa que nunca. Es como si aún estuviera viviendo el horror, como si siguiera el sueño y que aún no he despertado. Mi corazón aún late sin parar a un ritmo que parece que se me va a escapar del pecho. Mi respiración se mantiene agitada y entrecortada. Hay algo de esa pesadilla que no me deja tranquila. No sé por qué es. Tal vez sea porque no pude recordar exactamente qué pasó. No pude ver quién le disparó a quién aun cuando sé que la víctima es alguien muy cercano a mí. Tampoco pude ver qué fue de esa joven mujer cuando salió desesperada de esa habitación para ir por un pasillo. Aún no puedo entender dónde estaba, por qué sólo se tomaba el pecho mientras corría pero no gritaba, por qué sólo buscaba llegar a un lugar, a una puerta, no sé, a algún lugar en el que, una vez llegado, encontraría la salvación y saldría de ese infierno. Quiero olvidarme de esa pesadilla pero no puedo, quiero pensar en otra cosa y no puedo. Algo me lo impide, alguien me lo impide. Para colmo de males noto que me he quedado dormida, por lo que llegaré inexorablemente tarde al trabajo. Pero recién lo noté luego de estar largo tiempo pensando en lo que he soñado. Ahora me doy cuenta de que es jueves 30 de marzo por lo que no es un domingo como había imaginado. En todo ese tiempo que no sé cuánto fue sólo pude quedarme sentada en la cama tratando de descifrar qué es lo que vi allí para sentir tan real lo sucedido, tan real que aun estando despierta no puedo sentir que lo que viví es sólo una pesadilla. ¡¡Que en realidad lo que viví es real, bien real!! Tan real como mis propios gritos …¡¡Sí, eso es!! ¡¡Ahora recuerdo lo que me despertó!!! En realidad no sé si lo que me despertó fue el ruido del disparo o los gritos de esa mujer desesperada huyendo hacia algún lado … Lo único que ahora recuerdo es que de pronto me vi gritando “Nooooooo” con un volumen que no recuerdo haber emitido nunca durante casi 1 minuto. Estoy casi segura de que fue eso lo que me levantó, mis propios gritos desgarradores. Miro el calendario y busco saber el año en el que estamos. Sí, es 1995. Llegué a dudarlo por un instante. Llegué a pensar que ya llevaba más de un año así y no me había dado cuenta, que aún estaba en estado de shock, que me tenían en casa en observación luego de un largo tiempo internada. Me reincorporé y busqué a los tumbos el camino que me condujera a la cocina en el que seguramente estaría mi madre desesperada haciéndome el desayuno luego de corroborar que aún no me había levantado. Me pregunté por qué no me intentó levantar antes a sabiendas de la hora que era … Ahora que lo recuerdo mis gritos tienen que haber sido de madrugada. Puedo ver que aún era de noche, que por alguna razón la persiana de mi ventana estaba abierta por lo que pude ver la negrura del patio, la luminosidad tenue de las estrellas y un silencio que invitaba a sentir miedo si uno estaba muy consciente de lo que estaba viviendo. Pero no era éste mi caso. Puedo ver que apenas terminé de gritar miré a un costado y noté que la luz de la habitación de mi madre se prendía. Supongo que ella se debe haber alarmado por mis gritos aunque tal vez no estuviera segura de que fuera yo … Es curioso. Muchas veces mi madre ha venido a mí cuando yo no la necesitaba y tantas otras en las que la necesitaba ella no aparecía. Siempre sospeché que mi madre cuando me veía mal en serio no se acercaba, no quería ver la dimensión de lo que me estaba sucediendo. Sólo lo hacía si sabía que no me pasaba nada. Allí sí me preguntaba una y otra vez sobre lo que hice, sobre lo que me pasó y sobre lo que estoy pensando. Pero en estos casos, en estas situaciones, optaba por no ver las cosas o por retirarse inmediatamente del lugar. Cuando notó que cesaron los gritos, apagó la luz y siguió durmiendo. En cambio yo no pude pegar un ojo el resto de la noche. Cuando por fin llegué a la cocina, confirmé mi teoría al ver que ella no estaba y sólo había una nota: “Querida Olguita. Me tuve que ir al médico. Aquí te dejo el desayuno preparado. ¡¡Que tengas un buen día!! ¡¡Cuídate mucho!! Nos veremos luego. Mil abrazos y mil besotes. Mami”. Hice una mueca de resignación, tomé mi desayuno y me dirigí a la mesa para tomarlo de un saque y salir rápido a trabajar. Iba a llamar por teléfono para avisarles, pero opté por hacerlo luego de desayunar. Algo me decía que era lo mejor que podía hacer. Prendí la televisión para saber bien la hora y cuál era el pronóstico del tiempo. Cuando lo hice se me calló el plato entero de cereal al piso, pegué un saltó y volví a gritar. Vi que Selena estaba en la pantalla. Era Selena. ¡¡Era Selena la que estaba en mi pesadilla!! Era a Selena a la que habían disparado… en mi sueño…

Aún no salía del estupor que me provocaba saber que era ella la mujer de esa pesadilla … y la víctima. De inmediato llamé a mi trabajo y les dije que no podría ir, que me sentía mal, que me levanté con convulsiones, que me trajeran un médico a mi casa. Yo estaba desesperada. Todavía trataba de entender por qué estaban pasando una entrevista de Selena en el noticiario, un reportaje que no era nuevo, una entrevista en la que Selena lucía una remera a rayas y el pelo recogido. También lucía rara, dispersa, con una sonrisa extraña y un aire de suma preocupación. El reportaje se estaba difundiendo como consecuencia de una noticia “de color”, en el que se decía que la exitosa cantante Selena estaba preparando un disco en inglés y que el sábado estaría presentándose en Los Ángeles … Los Ángeles, Los Ángeles. ¡¡Sí!! Selena dice algo así en el sueño. Lo dice en la habitación. Se lo está diciendo a la persona que le va a disparar después. Se lo dice a los gritos. Se lo dice entre decepcionada y desesperada. Le dice que ya no tiene más nada que decirle. Que ya mismo se va al estudio de q-productions a grabar unas tomas para su nuevo disco y que luego se tiene que ir a Los Ángeles. Es allí cuando esa persona … sí, es una mujer, le dice algo así como que no abra esa puerta y luego dispara sin darle oportunidad de nada a Selena … Pego un grito otra vez y me pongo a llorar. Selena es la persona a quien más quiero, es para mí un familiar más. No podría soportar que le fuera a pasar algo, ni siquiera en sueños … Y éste era tan real, tan claro, tan presente en mí que comenzaba a pensar que tal vez no se trataba de un sueño, que tal vez seguía soñando o esto era un aviso vaya a saber de quién … Todavía me siento frustrada porque nunca pude ver un concierto de Selena. Lo más cercano que estuve de ella fue en la Feria de Monterrey el año pasado. Fui decidida a verla, pero el estadio estaba colmado y ya no había más localidades. Sólo me pude contentar con escucharla desde afuera. Me juramenté que la vería sí o sí el año siguiente, y éste era el año, pero aún faltaba para las giras por Monterrey y por toda la República Mexicana … Insólitamente noto que siguen dando más notas de Selena. Parecería que fuera un recordatorio de ella, un aniversario, una típica nota de alguien que se nos ha ido y se la recuerda por conciertos, reportajes, cosas graciosas, imágenes melancólicas y muy, muy tristes … De pronto veo que pasan una nota en la que muestran el otro costado de Selena, que era el de su obsesión por la moda, por ser diseñadora. Y casi me desmayo cuando veo las escenas de la inauguración de la boutique “Selena Etc.” en San Antonio. Había una mujer al lado de Selena a la espera de la inauguración de la nueva sucursal del negocio de Selena con aire muy nervioso e impaciente. Podía ver sus indicaciones a Selena sobre la hora que era y las actividades que debía hacer. ¡¡Era esa mujer. Era esa mujer la que le disparaba a Selena en mi sueño!! ¡¡Ahora lo puedo ver!! Me di cuenta de todo al ver su aire de impaciencia y la necesidad para nada simulable de que Selena hiciera lo que ella quería. Veo que justo en el noticiero dicen su nombre y que es la presidenta de su club de fans. ¡¡Sí, lo tenía planificado. Lo tenía todo pensado!! Ella miraba constantemente el reloj. Le había dicho a Selena que viniera a verla sola, que no viniera ni con Chris ni con nadie de los Quintanilla, que quería hablar con ella a solas, que sólo en ella confiaba y que no podía decirle nada si estaba alguno de ellos cerca. Le prometió que le diría la verdad, nada más que la verdad. Que había un secreto que Selena no sabía, y que sólo se lo podía decir si venía sola. Selena dudaba en hacerle caso. Ya no confiaba en ella, pero la mujer la llenó de culpas. Le dijo que se sentía mal, que si no venía pronto se suicidaría. Selena se sintió culpable y fue advirtiéndole que era la última vez que iría a su encuentro. Puedo ver cómo se alegró esa pérfida mujer cuando vio que Selena llegaba sola al motel en el que se alojaba, pero no iba a ejecutar su acto en ese momento. No. Contra toda lógica, ella quería que la llevara al hospital, quería que fueran vistas juntas, quería que hubiera testigos, quería que fuera hasta filmada por las cámaras de seguridad. Mejor si era así. Ella lo había pensado todo. Cuando viniera el juicio por asesinato diría en su defensa que hasta su último día Selena lucía con ella juntas y siempre dispuesta a ayudarla. ¿Acaso haría semejante cosa si eran amigas y todos lo podían comprobar? Era imposible. Una vez en el hospital ella se negaría a ser atendida, a pesar del desconcierto de todos y del fastidio de Selena. Pero es que ella sabe algo que los demás no saben. Ella es enfermera y ha hecho un plan perfecto para que nadie la obligue a ser revisada, para corroborar si fue lastimada o no sin que Selena pudiera advertirlo salvo que tuviera la misma profesión que ella. Se las ingenió para que la atendieran en Corpus Christi siendo ella oriunda de San Antonio y denunciando que la habían atacado en Monterrey. Así el caso, sólo podían obligarla a ser revisada si había una acusación formal y ella no lo había hecho. Y las policías de San Antonio y Monterrey sólo podían intervenir si esa mujer estaba en sus jurisdicciones. Un plan perfecto. Con eso la pérfida mujer se aseguraba de que se la viera junto a Selena sin ser revisada. Ella lo había pensado todo y Selena recién comenzaría a sospechar en ese momento sin imaginarse nunca el alcance de semejante y tenebroso plan…

Miro con angustia las imágenes en el noticiario y empiezo a pensar. Selena decía en mi sueño que ella debía ir ese día a grabar y después a Los Ángeles para dar un concierto al otro día. En el noticiero me entero de que ese concierto va a ser el sábado. Entonces, el asesinato sería … ¡¡mañana!! ¿Es un sueño lo que viví o he vivenciado lo que va a pasar? ¿Por qué grité tanto anoche? ¿Qué más vi que no recuerdo? ¿Por qué justo este día no hay nadie en mi casa para impedir que llegue tarde al trabajo? ¿Por qué mi madre me dejó gritando sola en mi cuarto? ¿Es que me escuchó o en realidad nada llegó a oír de mí? Me estaba volviendo loca, totalmente loca. Quería olvidarme de todo, quería pensar que era una pesadilla, sólo una pesadilla hasta que recordé algo, algo que vi de pasada en unas pocas líneas en una revista, en un reportaje que le hicieran a Selena, en una serie de preguntas “ping-pong” en el que le hacían preguntas concretas para que ella contestara cortito. En una de esas preguntas le preguntaron qué era lo que más temía y ella dijo a un sueño horrible del cual nunca quiso acordarse. ¿Y si era el mismo sueño? ¿Y si la pesadilla que había tenido era la misma que tuvo Selena? ¿Es un sueño o un aviso del destino? ¿Es una pesadilla o una advertencia, advertencia que Selena nunca quiso ni ver ni escuchar ni recordar? Entré en pánico, entré en desesperación. Esto no era un sueño. Esto era un aviso desesperado, como si alguien del futuro nos quisiera advertir lo que va a pasar, como si nos gritara de otro mundo para que impidamos lo que ya se había hecho, para cambiar el curso de las cosas, como si eso fuera tan posible como enviar mensajes del futuro. Yo no le creía pero ahora … ¡¡No!! ¡¡No podría tolerar si algo le pasa a Selena!! … ¡¡Lo puedo ver. Lo puedo ver!! Veo cómo esa pérfida mujer le pide que no la deje, disimulando una desesperación que ya no tiene, pero que la actúa para que Selena se la crea y actúe en consecuencia. Veo cómo Selena entra en cólera, se empieza a dar cuenta de los embustes y de los engaños de esa mujer y comete un error que le costará la vida, un error que no se puede cometer contra un psicópata … Selena se saca el anillo que le había regalado ella y va a proceder a arrojarlo sobre la cama para marcharse con violencia después. Y de allí de nuevo esas horribles palabras que parecerían salir de ultratumba: “¡¡No abras esa puerta, Selena!!”. Luego el disparo. Luego la consternación. Puedo ver con angustia como si estuviera frente a ella grabándola como aquel camarógrafo que la filmara desde el auto a la salida del concierto del Houston Astrodome el 26 de febrero de 1995, su cara de horror, de desconcierto, de angustia, de sentir que se está al final sin poderlo entender, sin poderlo explicar, tomándose el pecho como tantas veces lo hiciera en un concierto, sólo que esta vez sí sentía ese sufrimiento, sí sentía ese dolor, tomándose el pecho como queriendo retener lo que salía de su cuerpo y de su Alma, como si esa mano quisiera tapar algo tan imposible como el cielo. Y detrás, detrás de ella a unos cuantos metros esa horrorosa mujer, saliendo de su guarida como un perro enfurecido viendo que el plan le falló increíblemente por obra y gracia de Selena, dispuesta a dar su segundo disparo aunque más no sea para que Selena no hable, para que no se tenga que enfrentar con ella en otras circunstancias. Y luego ver cómo esa mujer de un modo tan increíblemente frío baja el arma y vuelve a su guarida con la seguridad de que lo de Selena es cosa juzgada y sólo tiene que ver entre las paredes y puertas pintadas de rojo cómo debía reformular el plan para seguir siendo creíble. Allí pensó en ir al garaje del motel simulando ser una persona desesperada que estaba por suicidarse, pero con la radio puesta para asegurarse de que las noticias serían alentadoras para ella y desesperantes para todos los demás. Esa pérfida mujer tenía todo planeado mientras Selena daba su último esfuerzo abriendo la puerta del lobby del motel Days Inn para que alguien se apiadara de ella. Podía ver con total impotencia cómo Selena se nos iba en la total soledad sin que nadie pudiera hacer nada, absolutamente nada…

Estuve enloquecida durante toda la tarde. ¡¡No sabía qué hacer!! Tenía sólo un día, sólo un día y había que ver si sólo era un día porque no sabía bien a qué hora era. Pero si me ceñía a mi sueño era a la mañana … Sí, era temprano. Aún puedo ver a esa mala mujer esperándola en traje de piyama y preparando su arma. Sí, podía verla antes levantarse, pedir el desayuno, y mirar una y otra vez el arma, una y otra vez la ventana, para ver si venía su presa en busca de la carnada. Podía ver cómo discaba con furia el teléfono llamando a Selena y reclamándole que viniera ya, que no aguantaba más, que estaba desesperada, que la habían atacado, que estaba sola y que no sabía qué hacer. Cada vez que recuerdo esas imágenes siento terribles escalofríos en mi espalda. Imagino lo que sentiría Selena, cómo ella sí estaba sufriendo en contraposición del simulacro de sufrimiento que hacía esa bestial persona. Imaginaba a Selena debatiéndose entre ir pero a escondidas de su esposo y de su familia para no alarmarlos, para que no se sintieran partícipes de esa virtual extorsión de esa psicópata. Imaginaba el sufrimiento de Selena por sentirse bombardeada por una mujer que no la dejaba en paz con sus llamados, con sus “bippers” y con las culpas que le generaba al insinuarle que la estaba abandonando a su suerte. Imaginaba a una Selena tironeada entre dos partes que se tiraban con fuego pero que la exponían a ella en ese tironeo. Me imaginaba a Selena preguntándose por qué su familia la había expuesto en esa reunión en la que su padre le pedía explicaciones a esa mujer por conductas que los perjudicaban. Me imaginaba a Selena sufriendo las consecuencias de esa reunión en las que esa mujer se aferraba a su anterior confianza y a la culpa para que ella no la dejara a la deriva. Me imagino que Selena sufriría más que nadie por tener que estar en un conflicto que no había iniciado y en el que ella no quería exponerse a una solución aun más conflictiva. Ella no estaba acostumbrada a semejante problema. Selena estaba sí ya entrenada en esos retos imposibles en los que con tenacidad, trabajo, esfuerzo, talento y honestidad podría salir adelante … Pero de esta manera … Selena podía ponerse firme, podía ser determinante, podía ser inflexible, pero ella lo solucionaba con una sonrisa y no esperando que la sangre llegara al río. A Selena le gustaba ser precavida y actuar sobre las causas, no con las consecuencias. Esta situación, este conflicto ella no lo hubiese manejado de ese modo. Ahora pagaba las consecuencias de algo que ella ni generó ni buscó que fuera así. Pero Selena no dejaba de ser ella misma aun con estas circunstancias. Otras personas se hubiesen quedado en sus casas. Otras hubiesen dejado que los demás se pelearan y hasta se mataran sin intervenir. Pero Selena no era así. Aun cuando a ella esto no le gustaba, aunque ella querría estar ocupada en lo suyo y no estar pendiente de algo que le era ajeno. Selena iría, buscaría una solución, desearía llegar a un acuerdo, trataría de solucionar por su cuenta las cosas. Entonces, ella iría, iría con la ilusión de que cuando más rápido fuera más fácil se solucionaría todo, que no había que quedarse con el rencor, que había que apostar a la fe y a la honestidad en la actitud. Pero por sobre todo, Selena ponderaba el no esconderse, en dar la cara, afrontar los problemas. Así se formó y así se manejaba con todo en la vida. Y fue a ese motel con la convicción de que estaría frente a una persona que pelearía, hablaría y discutiría con las mismas armas, con las mismas convicciones. Nunca Selena imaginó que la mujer que la esperaba estaba con un arma preparada y con un crimen perfecto para ejecutar…

Cuando llegó mi madre ella me vio llorando en el sofá. Buscaba ayuda. Quería hacer algo pero no podía. Estaba lejos de Corpus Christi para llegar antes de mañana temprano. No habría ni bus ni avión ni nada que me acercara antes que la tarde del 31. Y para esa hora todo se habría consumado. Apenas llegaría para ser espectadora privilegiada del horror y de la tristeza. Quería recurrir a alguien, ¿pero a quién y a cuento de qué? Pensé en llamar a Selena, pero desistí rápidamente. ¿Por qué escucharía y daría crédito a semejante acusación dirigida alguien a quien supuestamente aún confiaba? Aparte, ¿cómo se lo diría? De sólo pensar que le tendría que decir que corre serios riesgos de ser asesinada al otro día por la presidenta de su club de fans y gerente de su boutique “Selena Etc.” me provocaba pavor. Podía sentir mi propio estremecimiento al sentir el ruido de colgar de Selena acaso enfurecida por tan terrible chiste o por una acusación y amenaza sin sentido. No. Yo no haría nunca una cosa así con nada más ni nada menos que Selena … ¿Pero qué hacer si su vida corría serio riesgo? ¿Acaso era más importante no quedar mal con ella que avisarle que podrían matarla? ¿Pero cómo explicarle, cómo convencer a alguien que está hablando en serio basándose en una pesadilla premonitoria? Tal vez Selena podría tomarlo en serio por su propia pesadilla. ¿Pero ella me lo admitiría? No sé. Tal vez deba apostar a llamar a otra gente. La última vez que vino Selena a Monterrey me encontré con A.B. en una calle y le pedí un autógrafo. Me había quedado hablando un tiempito. Él estaba por volver a Estados Unidos pero había decidido recorrer un poquito la ciudad antes de irse. Pero se había perdido buscando el hotel en el que estaba parando y yo se lo indiqué apenas me lo preguntó. Ante mi respuesta providencial, él en agradecimiento eterno me prometió que vendría a mi casa con Selena cuando volvieran a la ciudad, o en su defecto, me aseguró que si alguna vez llegara a ir a Corpus Christi que no dudara en ir a q-productions y preguntara por él, que sin dudar me llevaría a Selena para que la conociera … Pero había pasado ya unos cuantos meses. ¿Por qué habría de acordarse de mí? Ve a tanta gente que por más que se acordara no dejaría de ser una desconocida más para él; acaso tendría una idea de que yo hice algo por él … Y lo mismo de siempre … ¿Cómo reaccionaría en cuanto le dijera que era Olga, esa mujer que lo sacó de apuros en Monterrey y que lo llamaba porque por una pesadilla estaba segura de que al otro día balearían a su hermana de manos de una persona de su confianza? … No, tampoco. Por un instante pensé en llamar a los periódicos, a la televisión, a lo que sea. Armaría el suficiente jaleo como para que trataran de averiguar y así alertar a Selena de lo que estaba pasando … Tal vez así sí lo haría … “Pero, Olguita, hija mía, ¿qué haces aquí? ¿Es que no has ido a trabajar? Qué te ha pasado? Te preparé el desayuno … ¿Te sientes bien?”, me inquirió de pronto mi madre que había vuelto del médico, provocándome un sacudón que me hizo salir de golpe de mis pensamientos y elucubraciones acerca de cómo salir de semejante situación. “No, madre, no he ido hoy … ¡¡Es que tuve una horrible pesadilla y temo que sea una premonición, madre!! ¡¡Creo que algo muy feo le harán a Selena mañana!!”. Mi madre en cuanto le dije el motivo de mi ausencia al trabajo y lo angustiada que estaba por Selena estalló en cólera: “¡¡Pero, mi’hija!! ¿Cómo puedes creer en estas cosas? ¿Es que te has vuelto loca? ¿Pero qué les ha puesto en sus mentes esa muchacha? Olguita, entiendo que hace muy poquito que has dejado el colegio y que aún eres muy pequeña. También entiendo que tengas a tus ídolos y que uno de ellos sea Selena … ¿Pero cómo puedes faltar al trabajo por un mal sueño, por una pesadilla? ¿Quieres perder el empleo? ¿Acaso qué dirás mañana si no vas? ¿Crees que te tolerarán semejante excusa? ¡¡Vamos ya Olguita!! ¡¡Deja ya a Selena en paz!! ¡¡Ella se puede defender sola!! ¡¡No necesita de ti!! ¡¡Así que por favor deja de pensar en tonterías y prepárate para ir a trabajar mañana!!”.

Por un instante quede estupefacta mirando a mi madre. Por un lado sentía mi Alma partida en mil pedazos y por otro tenía una furia apenas contenida. Creo que mi estado de ánimo para con mi madre en ese momento me hubiese hecho ser amante de un grupo de rock metálico o directamente me hubiese hecho punk ... Pensé en Pantera … Pero lejos estaba de convertirme en ese tipo de personas. Además, no me gustaba su música. Estaba herida porque hubiese querido que mi madre me contuviera en vez de retarme. Quería comprensión, un hombro del cual pudiera descargar mi dolor. Y todo lo que obtenía como respuesta era que me dijera que dejara a Selena descansar en paz, con todo lo que esa frase implica … ¡¡Ahí está!! Otra señal unívoca del destino … Que descanse Selena en paz … ¡¡Por Dios no, no puedo ni siquiera imaginarme ello!! De sólo pensarlo me hace hundir en el más absoluto dolor. Y encima mi propia madre está allí, esperando que lo olvide todo. Ya verá … “¿Pero qué crees madre? ¿Cómo me puedes decir eso? No se trata de un mal sueño. No se trata de pura imaginación. ¡¡Esto va a pasar, madre!! Estoy segura, estoy más que segura. No lo entiendes, madre. Me da mucho dolor decirlo, pero estoy segura de que a Selena la balearán mañana. ¿Qué más quieres que te diga? ¿Crees que me alegra? Y aunque estuviera muy equivocada, hubiese querido que me abrazaras y me dieras un cariño, un consuelo … ¿Acaso piensas que me haré grande y madura de golpe ignorando los problemas que tengo? Yo quiero mucho a Selena. Ella es parte de mi vida. Me siento muy identificada con Selena. Y si le llega a pasar algo yo no respondo de mí. ¡¡Y tú tendrás la culpa por ello!!”. Y salí corriendo a mi habitación llorando sin consuelo. Mi madre intentó detenerme pero sabía que era en vano. En cuanto llegué a mi cama abracé a mi almohada y rompí en un llanto que me duró horas…. Me sentía perdida, triste, impotente. Quería creer que tal vez exageraba, que tal vez no fuera cierto, que todo era producto de mi imaginación, pero esas imágenes, ese disparo, ese dolor … Podía sentirlo, podía vivenciarlo … Yo no quería llorar para siempre. Yo no quería no haberlo intentado todo estando tan segura de lo que iba a pasar. Algo se me tenía que ocurrir, algo tenía que hacer, ¿pero qué? Me decidí llamar a los diarios. Pensé en que podía hacerme pasar por una secuestradora que decía tener a Selena y que pedía rescate por ello. Pensé hablarle de mis premoniciones. Pensé en ir a Corpus Christi y localizar a Selena. Pensé en todas las variantes desde las más razonables hasta las más disparatadas para llamar la atención. Ninguna parecía viable. Si se me ocurriera decirle a mis amigas no me creerían, y si me creyeran estarían tan angustiadas e impotentes como yo … ¿Qué hacer? ¿Qué hacer? Me quedé llorando por un largo rato, por momentos de un modo histérico, colérico, desgarrador. Tiempo después escucho que mi madre me dice: “Por favor, Olguita, despierta, ya es tarde … Yo creo que…”. “¡¡Déjame en paz, madre!!”, le grité. “¡¡Déjame sola!! ¡¡Déjame pensar que hacer!!”. “Es que de eso se trata, Olguita”, me dijo. “Te has quedado dormida. Ya es hora de ir a trabajar. ¿Quieres que llame a tu jefe para comunicarle que sigues sintiéndote mal?”, dijo mi madre casi con un hilo de voz … Esas palabras me sobresaltaron. Por un instante no quería pensar en que fuera ya … ¡¡31 de marzo!! Abrí los ojos de golpe y vi que ya la luz del día invadía mi habitación. Miré la hora y eran ya las 7.30 horas. Me levanté como un resorte y di varias vueltas alrededor de mí gimiendo y llorando. No sabía qué hacer. Definitivamente no sabía qué hacer. Cuando ya no me quedaba más tiempo para seguir en casa sin que ello implicara llegar tarde a mi trabajo, procedí a ir a mi lugar de labor con la convicción de que tenía que decidir algo pero ya, aunque fuera disparatado, no sé qué, pero algo … Pero conforme avanzaba con mi andar perdido y seguía pasando el tiempo, me iba desmoronando. Nada de lo que se me ocurría podía tener éxito. Ya no tenía tiempo para lograr que otros actuaran por mí, ya no tenía tiempo para que yo pudiera hacer algo por mi cuenta. No dependía nada de mí y eso me atormentaba más. Estaba por entrar a mi trabajo y justo veo en una pared una foto de Selena y Los Dinos arrancada por alguien que se ve que quería tomarla para llevársela de recuerdo. No lo logró, se nota. El poster quedó destrozado y sólo se podía ver intacta la figura de A.B. … A.B… ¿Y si tal vez él…? … Acaso se acordará de mí ... Miré mi reloj y eran ya las 9 horas. En cuanto entré al trabajo no sé qué pensé, sólo actué, actué sin medir las consecuencias, actué sin saber qué sería de mí, pero sí qué debía ser de Selena…

Entré a la carrera en busca de mi jefe y le pedí que me dejara usar su teléfono para llamar a Corpus Christi. Le dije que era muy urgente, que era un asunto de vida o muerte, que yo me hacía cargo de todo. Mi cara de desesperación debe haber convencido a mi jefe que ni siquiera me preguntó por lo que me sucedió ayer. A mí ya no me importaba si me despedían, si me dejaban encadenada allí hasta que me actualizara con el trabajo o si pensaban perdonarme de por vida. Yo sólo pensaba en Selena, pensaba en cómo salvarla, si estaba bien aún. Por la diferencia horaria no podía establecer si ya había ocurrido todo o si aún había un margen de posibilidad. Tampoco por mi sueño podía establecer la hora precisa de cuándo sucedió la insensatez. Sólo sabía que era por la mañana y no muy temprano. Tomé una guía y busqué la casa de A.B. En cuanto encontré el número sólo desee que estuviera del otro lado del teléfono y me reconociera. Era una ínfima, minúscula posibilidad, pero a esta altura cualquier chance, por mínima que fuera, tenía el valor inconmensurable de la esperanza. Pero Dios no me dio esa posibilidad: me atendió una mujer. Me tranquilizó el hecho de que no se oyeran voces de lamentos ni de llantos. Le pregunté si no estaba A.B., que la llamaba Gloria, una amiga de Monterrey, la que la ayudó a encontrar el hotel el día que se había perdido … La mujer, que creo era su esposa, me dijo amablemente que A.B. estaba en q-productions junto con su padre para grabar algunas cosas, entre ellas las voces de Selena que iría después para completar algunos temas. Le pedí el teléfono y por suerte me lo ofreció con todo gusto. En cuanto colgué llamé desesperada a q-productions. Ahora sí rogaba más que nunca que me atendiera él. Pensaba que si me atendía el padre no me entendería y desestimaría cualquier peligro. Pero A.B. … Él si me entendería … De nuevo escucho la voz de una mujer. Era una de las secretarías. Le pedí por favor por A.B. Ella me dijo que estaba ocupado grabando, que por favor llamara más tarde. “Por favor, señorita, dígale que llamo de Monterrey, que me llamo Olga, que soy aquella que la ayudó ese día…”. “Espera”, me dijo la secretaría. “Mira, tienes suerte, aquí está A.B. Ya te lo paso”. Oigo unas voces en inglés hasta que escucho a A.B. atender. “Sí, hola, ¿quién es?”. “Hola, A.B.. Por favor, escúchame con atención. Te llamo desde Monterrey. Me llamo Olga. ¿Te acuerdas de mí? ¿Te acuerdas que hace poquito te perdiste y no encontrabas el hotel…”, le supliqué. Hubo un silencio que duró una eternidad hasta que él dijo: “¡¡Sí, sí!! ¡¡Me acuerdo!! ¿Cómo olvidarlo? ¡¡Me salvaste ese día!! ¡¡Creí que estaba en otra ciudad!! Te debo una. ¿Pero dónde estás? ¿Estás aquí en Corpus Christi? Si te has perdido, te puedo pasar a buscar y guiarte”, y se echó a reír. Yo le corté lamentablemente su clima de alegría casi con desesperación: “Escúchame, A.B, por favor. Me acabas de decir que me debes una. Pues bien, hazme un favor. Antes que nada, ¿qué hora es allí?”. “Son las 10 y media de la mañana. ¿Pero qué pasa? ¿Qué puedo hacer por ti?”, me dijo A.B. totalmente intrigado. “¿Dónde está Selena?”, le dije, aunque ya intuía la respuesta. “Debe estar en su casa. Tiene que venir para aquí a grabar unas partes de canciones pero tal vez venga a la tarde. O está allí o tal vez está en su boutique con Y…”. Lo interrumpí antes que la nombre y siga: “Por favor, A.B. Me dijiste que me debías una. Voy a cobrarla, pero te ruego que no me preguntes por qué te pido esto. Ya te darás cuenta. Sal de inmediato de allí y ve al motel Days Inn, más precisamente en la habitación 158. Selena está allí con la presidente de su club de fans. Te lo pido por favor, ve ya y sácala de allí, pero hazlo con cuidado, que nadie salga lastimado”. “Pero no entiendo Olga. ¿Qué pasa? ¿Qué se supone que debo hacer? ¿Cómo sabes que Selena está allí? Además, yo no puedo ir allí así porque sí … Dime por qué debo ir allí. Por otra parte, no comprendo por qué Selena está allí, si está todo mal entre mi familia y ella … ¡¡Hey!!¿Acaso sugieres que Y…?”. “¡¡Por favor, A.B.!! Tiene un arma. ¡¡Ahora lo veo todo!! La compró hace poco. La devolvió, no sé por qué. Pero hace unos días la volvió a adquirir. ¿Qué te sugiere eso? ¡¡Pero por favor, A.B.!! No me preguntes ahora. ¡¡Ve, corre, que no estás tan lejos!! ¡¡Ve antes de que sea demasiado tarde!!”, le grité casi con desesperación. “¡¡Está bien!! ¡¡Ya estoy yendo!! Le aviso a mi padre y ya vamos”, me tranquilizó. Él estaba muy perturbado pero increíblemente me hizo caso en todo, tal vez porque vio la sinceridad en mis palabras y porque se dio cuenta de que lo que le decía no era descabellado sino más que probable. Le pasé mi número de teléfono particular y el del trabajo y le dije: “Sólo te pido que avises a mi casa cualquier novedad. ¡¡Por favor mantenme al tanto!!”. “¡¡Perfecto, Olga!! ¡¡Me voy corriendo!!! ¡¡Adiós!!”, y colgó fuertemente por lo que corroboré con ello que A.B. iría por Selena…

Fueron los momentos más horrorosos de mi vida. Apenas salí de la oficina de mi jefe me desmayé. Estuvieron un rato para reanimarme. Cuando estaban por mandarme a un hospital para observación les grité: “¡¡No!! ¡¡No!! ¡¡Llévenme a casa, por favor, que allí estaré bien!!”. Sólo estaba esperando que A.B. me llamara, pero a su vez eso me provocaba terror pues de sólo pensar en una posibilidad o la otra me generaba la peor de las pesadillas. Estuve a punto de llamar a q-productions, pero no quería. Prefería la ansiedad de la espera a que me enterara de que llegaron tarde, que no pudo ser, que hicieron lo posible, que están shockeados, y que me preguntaran que cómo sabía y por qué no pude avisar antes. Para colmo de males estaba la posibilidad de que me pudiera enterar de lo peor por la televisión. Al principio, iba a decirle a mi madre que apagara el aparato de TV, pero después opté por lo inverso: le dije que me trajera la televisión al cuarto. Me puse a mirar un programa de entretenimientos. En realidad no lo miraba. Sólo permanecía concentrada deseando que ningún informativo urgente cortara la transmisión habitual de los canales, pues eso significaría el fin. Mientras permanecía mirando sin mirar la televisión, puse a prueba cuán cierta eran las investigaciones científicas que decían que el cerebro humano era más poderoso que lo que suponíamos y que sólo nosotros lo desarrollábamos en una pequeña parte. Sólo permanecía concentrada en que A.B. lo lograría, en que Selena daría su concierto en Los Ángeles al otro día, que Selena saldría de todo sin ningún escándalo y sin ninguna situación embarazosa. Me permitía pensar en la última posibilidad si Selena saliera indemne de la tragedia. Ya se vería luego cómo salir de ello… No importaba… No importaba cómo … No importaba nada… Mi mente sólo estaba focalizada en que ninguna noticia especial debía salir de ese televisor, que nada haría levantar la programación del canal que estaba mirando. ¡¡Nada, absolutamente nada!! Ni siquiera pensaba en mucho más allá de ese momento. Ya habría tiempo para pensar en el futuro, para pensar en lo que sería de Selena. Ya habría tiempo … Ya habría tiempo … Quería no enterarme, pero no aguantaba más. Quería que A.B. llamara, que ese teléfono sonara de una bendita vez … Habría pasado una hora, me había dormitado un poco producto del cansancio, del estrés, de los nervios que me estaban carcomiendo. De pronto soñé con que Selena salía presurosa de aquella nefasta habitación. Detrás de ella A.B. que le cubría las espaldas mientras discutía a los gritos con esa mujer. Ella salía con el arma dispuesta a disparar de una buena vez hasta que un policía la obliga a bajarla. Detrás de él estaba el padre de Selena que, tal como había convenido con A.B., mandó a llamar a la policía denunciando que Selena estaba en peligro y que A.B. iba en su búsqueda. Que todos habían sido avisados por Chris, preocupado como estaba por lo sucedido en ese motel el día anterior. Esa mujer quedaría presa para siempre, Selena estaba a salvo, y la Familia estaría exenta de cualquier escándalo y malas interpretaciones. Era el final soñado. Todo seguiría igual, sólo que con más cuidado producto del susto mayúsculo, y de la solidaridad y del cariño de la gente … De pronto suena el teléfono. Sentía como si me hubiesen arrancado el sueño de mi cabeza y me transportara a la negrura de la realidad. Miré el reloj. Eran las 2 de la tarde. Sabía que estaba todo definido, para bien o para mal. Puse mi mano sobre el tubo de teléfono, esperé que sonara una vez más como esperando que por allí el que llamó se diera cuenta de que se había equivocado de número y desistiera de seguir llamando, o dejar que sonara una vez más para tomar valor y afrontar la terrible noticia. Sentí que se me paralizaba el corazón, contuve la respiración, tomé el tubo pero no contesté. Se hizo un silencio eterno hasta que alguien dice: “¡¡Oye!! ¿Acaso no me vas a contestar? A mí me dijo A.B. que estabas preocupada por mí. Pero veo que no es así. Entonces cuelgo…”. No lo podía creer … “Pe …Pero … ¿Eres Selena? … ¿Estás allí? Dime que eres tú, dime que no es un chiste de mal gusto. ¡¡Por favor!!” y rompí en un llanto que parecía interminable. “¡¡Hey, hey, Olguita!! ¡¡Quédate tranquila!! Sí, soy Selena. A.B. me contó todo. Creeme que me salvaste la vida. Sé que en otra circunstancia ninguno de nosotros hubiese dado crédito a lo que le dijiste a A.B. Pero no por nada lo convenciste a él y con lo que sucedió hoy también me convenciste a mí. Ahora pienso que esa pesadilla que yo tenía debí haberla exteriorizado y no habérmela quedado para mí. ¡¡Menos mal que estabas tú, Olguita!! Pero no hablemos más así. ¿Qué te parece si la seguimos en un ratito en persona?”, me dijo Selena. “¿En un ratito personalmente? ¿Y cómo vamos a seguirla si estamos tan lejos”, le dije incrédula sin poder aún creer lo que estaba escuchando, que era en definitiva lo que tanto deseaba …”Y … Yo pensaba teletransportarme, ¡¡previo desintegrarme y en unos segundos estar allí!!”, me dijo Selena y echó a reírse a carcajadas como era su costumbre. Recién allí pude gozar plenamente de lo que estaba pasando, recién allí asumí que era cierto y que no estaba soñando que Selena estaba viva, que no sé cómo estaba viva y yo era la persona más feliz del mundo. “Escúchame bien. En un ratito va a pasar por allí una amiga mía, Cristina, que tiene que venir para mi casa. ¿Qué te parece si vas con ella y me vienes a ver, como tanto lo querías?”. “Claro, claro, por supuesto. Sólo que le tengo que decir a mi madre…”, musité. “Si quieres le digo yo”, me dijo Selena. “No, no va a hacer falta”, le dije con determinación. Nada ni nadie me detendrá a ver a Selena después de todo lo que padecí … “¿Y cuándo viene Cristina?”, le pregunté. “En 15 minutos. ¡¡Prepárate rápido que en unas horas estarás aquí!!”, me dijo con ansias Selena. “Dime sólo una cosita más Selena … ¿Cómo está el tiempo allí?”, le pregunté, acaso sabiendo la respuesta … “¡¡Está lindísimo!! Con mucho sol. ¿Pero por qué le preguntas? ¿Para saber qué llevar?”, me preguntó pícaramente Selena. “¡¡Claro!! ¿Para qué sería si no, Selena?. ¡¡Te quiero mucho y cuídate!! Ya voy para allá”. Y volví a llorar, esta vez de alegría. “¡¡Yo también te quiero, Olguita!! Y apúrate que si tardas me voy a Los Ángeles y ¡¡ te dejaré en compañía de mi padre!!”, me dijo Selena a las carcajadas … Pero más allá de las humoradas a las que Selena nos tenía acostumbrados, yo sabía que ella también estaba llorando…

Luego de viajar unas horas animadamente con Cristina llegamos a Corpus Christi. Estábamos llegando a la casa de Selena y vimos que ella nos estaba esperando en la puerta. En cuanto reconoció el auto empezó a ser señas ampulosas con las manos. Ese instante en el que Cristina tardó en estacionar fue eterno por las ansias de vernos de una buena vez. En cuanto pude, bajé y casi me mato porque me enredé el pie con el cinturón de seguridad. Así me abracé a Selena sin poder desengancharme del todo, por lo que ella sintió como si la hubiese chocado. Es que ni Selena esperó que nuestro encuentro sucediera de ese modo tan loco, como lo había sido todo ese día. Estuvimos un largo rato abrazadas, llorando y riendo al mismo tiempo. No había necesidad de hablar. Sólo sentir que estábamos vivas. En cuanto pude, le dije una y otra vez: “Selena. Haz lo que tengas que hacer, pero hazlo. No te dejes llevar por los demás. Sólo sigue el camino que tú te has trazado. Serás la mejor cantante del mundo y mejor diseñadora. Sólo tienes que actuar como tal. ¡¡Puedes decirle al mundo entero que eres la mejor sin dejar de ser humilde!! Sólo te pido eso: ¡¡que coseches todo lo que has sembrado con Amor por años enteros!!”. Selena me volvió a abrazar sin decirme nada más que “Gracias”. Sabía que estaba conmocionada. Que tal vez le costaría salir de esta situación traumática, pero que eso mismo la haría doblemente fuerte y doblemente precavida. Y que la inmediatez de lo peor le haría tomar conciencia de que ella y sus decisiones eran lo más importante. No le quise decir nada de lo que le pasó si ella no me lo decía, aunque yo ya sabía todo. Sólo le dije si iba a suspender el concierto de Los Ángeles. “¡¡De ninguna manera, Olga!! Ellos ya compraron las entradas. Me esperan mañana. Sólo una catástrofe o una desgracia podrían suspender el concierto. Además, debo demostrar que puedo no sólo salir de esta conmoción, ¡¡sino que éste es el inicio de una larga y exitosa carrera!!”, me dijo con entusiasmo Selena. “¡¡Y así será, Selena!!”, le dije yo sin dejar de abrazarla. “Pero tú vienes conmigo. Necesito que estés conmigo mañana”, me rogó Selena. “¡¡Pues claro que iré!! No hay nada más lindo que volver a verte en el escenario. ¡¡Ya quiero estar allí!!”, le dije pegando un grito. “¿Pero sabes por qué quiero que realmente vengas?”, me preguntó Selena con tono de misterio. “¿Por qué?”, le dije con gran intriga. “¡¡Porque en realidad lo soñé!!”, me gritó Selena mientras me daba una palmadita a mi espalda y me invitaba a su casa para preparar todo lo necesario para salir. En el camino me encontré con A.B. En cuanto lo vi, eché a llorar y lo abracé con fuerza. “Gracias, gracias por haberme escuchado. Si no hubiese sido por ti”, le dije sin poder decir más. “¡¡No!! Todo fue gracias a ti, Olga. En lo sucesivo habrá que saber escuchar bien a la gente y no sólo hacerlo en las emergencias. Pero dime: ¿me vas a contar cómo es que lo supiste todo?”, me dijo intrigado A.B. “¿Te parece que sea necesario decirlo …”, le dije esperando que se diera cuenta de lo que le quería decir. “Tienes razón. Lo dejaremos para cuando seamos viejitos y se lo contemos a nuestros nietos”, me dijo A.B. y nos fuimos sonrientes y abrazados a la casa de Selena. Respiré bien hondo y podía sentir y gozar del aire bien puro, del cantar de los pájaros, del aroma a pasto recién cortado. Era el final de un hermoso día. Era el día del renacer de Selena. Era el inicio de la carrera de la mejor cantante latina de la historia. ¡¡Y todos contribuimos a que así fuera!!

(Yo sé que es la historia de todos, yo sé que es el sueño de todos. Tal vez Olga, tal vez otro, tal vez alguien logre que Selena viva lo que tenga que vivir, que Selena vuelva a cantar, que Selena vuelva a ser feliz y a hacer feliz a tanta gente que desde que ella se fue vive en un mundo de desamor y de falta de cariño, de su cariño)

Yo sólo quiero que estés aquí, Selena … Yo sólo quiero que este mundo, que cada ciudad en la que has dado todo tu Amor recupere la sonrisa, hoy perdida por el odio y el rencor que se ha apoderado de todo. Sólo tu presencia Selena haría que cada persona se mire a sí misma y vuelva a aprender a querer.

Te quiere con toda el Alma…

Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)





¿Recuerdas esas tardes cuando cantábamos juntos, Selena?


Cuando Selena nació supe que de nada sirve hacer tantos planes, tantas planificaciones, tantos preparativos, tantas metas con tanta anticipación. Con Selena aprendí a que por más que se planifique todo, cualquier hecho fuera de lo pautado y de lo pensado echaría por tierra el camino que uno se había trazado. Tal vez si lo hubiese pensado antes, otro hubiese sido el cantar, pero así son las cosas, así es la vida, y en un punto por allí es mejor que todo sea impredecible, espontáneo, natural, que todo salga sin tanta planificación ni orden predeterminados. Mi esposa y yo habíamos pensado que tendríamos un varón. Estábamos tranquilos y a la vez seguros de ello. Ya habíamos tenido una pareja: un niño, A.B., y una niña, Suzette. Reconozco que era la primera vez en la que me había involucrado totalmente en el embarazo de mi esposa y ya tenía pensado hacer lo que no hice con mis otros hijos, que era estar más involucrado en la crianza y en el cuidado. No es que no lo quisiera hacer con mis otros dos hijos, pero en aquellas épocas yo aún estaba involucrado en el negocio de la música. Siempre quise vivir de ella pues aún soñaba con que podía progresar haciendo lo que más me gustaba, que era cantar. También reconozco que era más joven, tenía más ilusiones y era más machista. Pensaba que la crianza de los hijos sólo era tarea de las mujeres, mientras los varones íbamos a buscar el sustento. Pero siempre me sentí culpable de que estuviera tan lejos de mi esposa cuando más me necesitaba, que era cuando estaba por tener a los niños o cuando tenía que estar con ellos en los primeros tiempos de sus vidas. Igualmente, debo confesar que yo fui criado a la antigua y siempre pensé que nosotros, los varones, teníamos la responsabilidad de mantener la familia, la casa, y establecer las pautas para dar tranquilidad a nuestras mujeres y a nuestros hijos. Pero con el tiempo supe que me perdí momentos importantes en la vida de mis hijos más grandes, por lo que en este tercer hijo haría la excepción que me exoneraría de toda culpa. Ya habíamos pensado ponerle Marc Anthony a nuestro hijo. Me parecía un buen nombre pues le daba distinción y fuerza. Ya me lo imaginaba fuerte, con un gran carácter y dispuesto a llevar adelante una gran empresa, dispuesto a lograr lo que se propusiera. Es curioso cómo con un nombre somos capaces de imaginarnos toda la vida de una persona aun antes de que nazca. Pero es indudable que cuando un hijo viene en camino proyectamos nuestras propias expectativas en ellos, y tal vez esperamos que ellos hagan lo que nosotros no pudimos o no quisimos hacer. Yo estaba en una etapa de mi vida en la que me sentía frustrado porque tuve que abandonar momentáneamente la música para tener un trabajo más convencional y seguro que me permitiera tener más tranquilidad a la hora de mantener a mi familia. A esa altura pensé que difícilmente podría retomar mi verdadera vocación, máxime con la llegada de mi tercer hijo. Pensé que era un buen momento para comenzar una nueva etapa, en la que pudiera disfrutar más de mis hijos y de mi casa, y dejara como un pasatiempo el dedicarme a la música. Sabía que no iba a poder seguir con Los Dinos, por lo que decidí refugiarme en mis horas a solas en la sala de mi casa para tocar viejas canciones esperando un milagro en el que pudiera volver con mis compañeros de aventuras y seguir ese hermoso camino de la música con Los Dinos. Soñar no costaba nada y quién sabe si algún día Dios decidía que era mi hora para hacer aquello que tanto me gustaba. Mientras tanto, no quería presionarme más a la espera de mi tercer hijo y sólo quería dedicarme a vivir lo más digna y placentera la vida. Pensé que vendrían tiempos tranquilos y predecibles en mi vida. Pero se ve que Dios no pensaba lo mismo y pronto me daría cuenta de lo que me depararía el destino…

Cuando el médico me dijo que tendría una niña me sentí desconcertado. En primer lugar, porque con Marcella teníamos todo planificado para un varón: la ropa, la cuna, los juguetes y los regalos eran para la llegada de Marc Anthony. No para … una niña a la que nadie le pensó poner un nombre. Ni siquiera lo manejamos como una posibilidad. De pronto me vi en la encrucijada de tener que decidir en un momento un nombre para una niña. Lo que nos llevó meses en decidir el nombre de un varón, pensando en el nombre adecuado, en las expectativas que tendríamos de él, en lo que pensábamos que iba a ser, ahora en un día lo debíamos hacer con una niña … ¡¡que ya había nacido!! Parecía destinado que esta niña nos iba a sorprender siempre con cada cosa que hiciera desde el primer momento. Supongo que aunque hubiésemos pensado en el nombre de una niña en función de lo que imaginábamos que iba a ser y en lo que nosotros esperábamos de ella, tampoco hubiésemos dado en el clavo. Esta niña estaba destinada a ser distinta, a ser diferente, a sorprendernos. Sabía que tendría que tener un nombre especial, un nombre distinguible, no sólo sencillo, pero en verdad no se me ocurría nada. Me estaba por sentir culpable cuando mi esposa me dijo que una vecina de la sala de cuartos del hospital tenía un nombre para nosotros. Esa mujer, al revés de nosotros, esperaba tener una niña y le nació un varón ... Ahora que lo pienso, ¡¡cómo cambiaron los tiempos!!: ahora se puede saber el sexo de los niños mucho antes de nacer por lo que se puede pensar con mucha anticipación los nombres de nuestros hijos; antes, no sólo no lo sabíamos sino que muchos teníamos que planificar el nombre de ambos sexos por las dudas ... La cuestión es que esa mujer pensaba ponerle Selena a su hija. Era sin duda un nombre original, poco común, muy particular. Me puse a estudiar el significado de su nombre y noté que venía del griego y significaba “Diosa griega de la luna”. Me gustó, pues tenía para mí la misma fuerza que el nombre Marc Anthony. Estaba convencido de que ese nombre tendría influencia en la vida de esa niña, por lo que le dije a Marcella que lo aprobaba si dudar. Ella también lo aceptó aunque mi esposa se sentía culpable por no haber pensado un nombre para la niña antes, que no la habíamos previsto, siendo que era una posibilidad concreta. Yo la tranquilicé diciéndole que Dios siempre nos pone a prueba para medir nuestra verdadera templanza, qué tan fuerte somos para superar diferentes pruebas en la vida. Ella se contentó con mi explicación tan convencida. Y si bien yo se lo dije muy seguro, con el tiempo me di cuenta de que Dios nos puso más de una prueba para medirnos y muchas fueron muy difíciles de superar, otras imposibles…

Desde el mismo momento en el que la vi por primera vez supe que Selena tendría un destino, una vida muy diferente de la de los demás. Y no es que minimizara a mis otros hijos. Para nada. Es cierto que yo tenía la experiencia con Selena que no tuve con ellos. Yo la vi nacer. Yo la vi crecer de cerca. Yo le cambiaba los pañales. Yo acompañé su crecimiento. Pero uno también se da cuenta con una mirada, con un gesto, con algo que a veces es difícil de explicarlo con palabras, pero que nosotros sabemos muy bien de qué se trata. Cuando la vi por primera vez a Selena ella me sonrió y allí me di cuenta de que esa niña tenía un carácter especial, que le gustaba agradar, que quería sacarle una sonrisa a cada uno que se le acercaba. Sé que cualquier padre con sus hijos ve las cosas de otra manera e interpreta cada gesto como algo muy especial. Pero yo estaba convencido de que esa niña tenía algo que la distinguía. Mis otros hijos eran obviamente tan hermosos como ella y tenían sus virtudes, pero ella estaba destinada a ser el centro de todo. A.B. tenía sus inquietudes pero él era más retraído, y le gustaba encerrarse a pensar y en hacer las cosas solo. En un punto él era como yo. Y Suzette era como su madre. Era retraída y obediente. Ella aceptaba lo que le deparaba el destino y se contentaba con tener una vida más convencional. Pero Selena … ella no iba a hacer lo que nosotros pensábamos que podía hacer. Yo ya me di cuenta cuando tenía dos años: uno le podía marcar el camino que debía seguir, ella podía decirnos “OK, ya lo hago”, pero inmediatamente se ponía a hacer otra cosa y si yo me acercaba para regañarle ella me sonreía y yo me derretía, me reía, y terminábamos a los abrazos y a los besos. Selena me había comprado definitivamente con su simpatía, con su carisma, con su bellísima sonrisa. Me había agarrado en un momento en la vida en la que yo ya empezaba a pegar la vuelta en la vida, cuando ya A.B. comenzaba su adolescencia y Suzette iba también creciendo. Tal vez Selena percibió que me sentía un poco solo y melancólico por mi sueño frustrado y reservado en aquel cuarto en el que me dedicaba a hacer mi música. Más de una vez Selena se metía en ese cuarto pidiéndome permiso para acompañarme y escucharme sentada sin molestar. Yo al principio temía que su Alma inquieta le hiciera inevitable interrumpirme para preguntarme tal o cual cosa. Selena era una niña, de todos modos. Pero no. En esos momentos Selena permanecía en su sillita callada y me observaba sin decir nada y viendo cada uno de mis movimientos. Allí me di cuenta de esas dos facetas que tenía Selena. Ella estaba todos los días al lado mío y requiriéndome para jugar, para charlar, para reír, para lo que sea. Había asumido cabalmente el rol de la baby de la casa y yo era su ídolo sin duda. Selena era un torbellino y cuando requería de cualquiera no se le podía decir que no. Pero no era de esas niñas que hacía un berrinche si no se hacía lo que ella deseaba. Selena no era de esas niñas caprichosas y de mal carácter que era capaz de las peores escenas para que se hiciera lo que ella esperaba de uno. Tampoco era de esas niñas que pedía cosas insólitas y sin sentido. Selena pedía cosas con una sonrisa y con esa mirada tan linda y tan compradora que era imposible decirle que no. Además ella pedía cosas simples. Por allí venía a las corridas y decía “¡¡Daddy, daddy!! ¡¡Sonríeme por favor!!” y se quedaba a mi lado mirándome y abriendo bien la boca en la que se veían perfectamente sus dientes. Yo me reía con ganas y ella se iba feliz. Y después volvía y pedía lo mismo. Desde que ella entró en nuestra casa y en nuestras vidas, llenó nuestro hogar con sus risotadas, con sus ganas de vivir y de alegrar a los demás. Selena necesitaba a cada momento que le demostrábamos que la queríamos. Yo me daba cuenta de que para ella eso era muy importante y más de una vez les indiqué a mi esposa y a mis otros hijos que lo tuvieran en cuenta pues Selena sufría si no se lo demostrábamos. Por eso tal vez entendía esa otra faceta de su vida, la de esa niña callada que me observaba en silencio y con atención lo que yo hacía por horas. Más de una vez cuando me detenía entre tema y tema yo le decía que si se aburría o se cansaba se podía marchar, pero ella, lejos de ello, se negaba enérgicamente y me pedía que siguiera cantando y tocando la guitarra. Me sorprendía lo fascinada que estaba y lo distinta que era allí respecto de otros ámbitos en los que estaba siempre hablando, gesticulando, riéndose a carcajadas. Allí me daba cuenta de la sensibilidad que tenía Selena, y que muchas veces la “otra Selena” que tanto se percibía tapaba a esa silenciosa niña tan atenta y que estaba tan encantada acompañándome en esos momentos tan íntimos en los que sólo si uno lo siente de verdad es capaz de disfrutarlo. Ésos eran los momentos en los que me sentía más cercano a Selena, a la verdadera Selena que mostraba todos sus sentimientos, todo su corazón, toda su Alma para compartir algo tan importante para ella, para sentirse en familia y en compañía, algo que ella necesitaba como el agua…

Nunca uno puede prever el alcance de una determinación y mucho menos en una situación en la que yo pensaba que nada cambiaría mi vida. Había comenzado a resignarme a trabajar en esa compañía petrolera. No es que la pasara mal: sabía hacer muy eficientemente mi tarea y lo hacía con gusto. Pero no era mi vocación. Yo seguía pensando en la música aunque ya no pensaba en Los Dinos. Cada uno de los integrantes había empezado a hacer sus vidas fuera de la música, como lo había hecho yo. Nos había pasado como a la mayoría: nuestros anhelos de hacer realidad el viejo “sueño americano” dejaban paso a la realidad de contentarse con llevar el plato de comida a la mesa con lo que pudiera y esperando un milagro que nos sacara de una vida resignada y sin muchos proyectos más que los de trabajar duro poniendo lo mejor de sí a algo que tal vez ni nos gustaba. A mí me había resultado muy duro dejar la música y circunscribir mi vocación a cantar solo en un cuarto. Yo había soñado con otra cosa, pero no sólo me había acostumbrado, sino que había encontrado otro motivo para canalizar mi necesidad de seguir conectado con la música cuando tuve la oportunidad de enseñarle a tocar el bajo a mi hijo A.B. Él se había interesado en tocar ese instrumento y yo no sólo se lo compré sino que rápidamente comencé a enseñarle a tocar. No es que yo me había hecho una gran perspectiva con este hecho. No dejaba de ser un hecho familiar en el que me permitía acercarme a A.B. con la música y darle una atención que no había tenido con él siendo muy pequeño. Ni se me pasó por la cabeza que este hecho me llevaría más lejos de lo que uno podía esperar. Creía, eso sí, que era una linda ocasión para que todos estuviéramos más cerca como familia y que de alguna manera nos uniera más a través de la música. Nunca pensé que iría más lejos que eso, y si lo hubiese pensado jamás lo hubiese imaginado que sería por intermedio de Selena y por celos … Un día estaba tocando en soledad mis canciones en esas tardes de fin de semana en las que me permitía seguir conectado y soñando con mi música, y me llamó la atención que Selena no apareciera. Si no fuera porque apenas un rato antes la había visto en su cuarto leyendo en compañía de su hermana, me hubiese preocupado, pero como sabía que estaba allí supuse que quería quedarse allí leyendo, estudiando o simplemente hablando con su hermana. De pronto veo que se abre la puerta muy de a poquito y observo que la cabecita de Selena se asoma tímidamente. Selena se me quedó mirando y esperando mi aprobación. Yo le sonreí en señal de que podía entrar sin problemas. Me dio mucha alegría verla: era una señal de que no se había olvidado ni cansado de esas tardes en la que estábamos juntos compartiendo en silencio mi música. De pronto, Selena me dijo: “Daddy, ¿por qué no tocas el tema ‘feelings’?”. Me sorprendió la propuesta, pues si hubiese pensado en alguna petición de un tema, hubiese pensado en otros temas que yo seguro no sabría tocar, pero accedí rápidamente a su propuesta. Pero apenas comencé a tocar el tema y estaba presto a interpretarla, Selena se me anticipó y comenzó a cantarlo ella. Allí entendí por qué llevaba un cuaderno encima, que era el mismo que tenía minutos antes en su cuarto acompañando a su hermana. Pero pronto olvidé de ello cuando la oí cantar. Me costó seguirla con la guitarra pues quedé fascinado con su voz. ¡¡Era increíblemente bella!! Cualquiera hubiese imaginado que en todo ese tiempo había estado estudiando canto o algo parecido. Y no era así. Selena no quiso mirarme en un principio para no perder la concentración en lo que estaba cantando y otro poco pues no quería dejarse llevar por mis miradas de sorpresa, que seguramente ella no sabría de qué tipo serían. Recién en el medio de la canción y cuando se sintió segura de que lo estaba haciendo correctamente, se permitió observarme con una sonrisa. Grande se pusieron sus ojitos cuando vio mi cara de sorpresa y admiración. Eso le dio más fuerza y seguridad a su canto. Cuando terminó, yo permanecía mudo observándola. Ella me dijo: “Quería darte una sorpresa. Quería demostrarte que yo también puedo hacer algo mientras A.B. toca el bajo y tú le enseñas. ¿Me dejarás seguir cantando, daddy, please?”. Allí entendí por qué había hecho todo esto. Pensó que yo no le daba la misma importancia porque dedicaba parte de mi tiempo a enseñarle a tocar el bajo a A.B. Pero ahora yo no pensaba en eso. De pronto sentí que era el momento de volver a la música, pero de un modo diferente, de una manera que yo no la había previsto. Le dije a Selena: “¡¡Pues claro que seguirás cantando!! ¿Y sabes qué? La próxima vez que le enseñe a tocar el bajo a A.B. tú cantarás lo que toquemos. ¿Qué te parece?”. Ella me dijo que le parecía genial la idea y me dio un abrazo y un beso enormes. “¿Pero en serio que te gustó, Daddy, o sólo me lo dices de cumplido?”, me inquirió Selena buscando que le dé la seguridad que ella esperaba más que nunca en ese momento. “Selena, hija mía. Cantas maravillosamente bien y ya verás en breve cómo es cierto y sincero lo que te estoy diciendo. Si quieres puedes seguir cantando y así podremos que las tardes no sean yo sólo en la guitarra y cantando. Lo que podemos hacer es que yo sólo toque y tú cantes. ¿No te parece una buena idea?”. A Selena le pareció una excelente idea, más que nada porque sentía que volvía a ocupar el lugar central que sentía que había perdido. No podía imaginarse lo que había despertado en mí. Por lo pronto, en los días sucesivos puse a Selena a cantar cuando le enseñaba el bajo a A.B. y a su vez le pedía que me acompañara en esas tardes a ponerle la voz a mis canciones. Pensé que podía aguantar un tiempo más, pero al corroborar la capacidad de Selena para cantar y asegurarme del talento en bruto que estaba frente a mí decidí no esperar más. Compré los elementos básicos para que una banda pudiera tocar en casa y decidí involucrar a toda la familia en el proyecto, en mi proyecto, en mi sueño. Recién cuando llevé todo a mi casa, y ya con los hechos consumados, les expliqué a todos mis proyectos. Si bien para todos era difícil aceptar y entender lo que estaba sucediendo, sabía que Selena y A.B. podrían sobrellevar mejor la situación. Mal que mal ellos seguirían haciendo lo que habían elegido. Lo más difícil era que mi esposa y Suzette aceptaran sus nuevos roles, pero contaba con el carácter de cada una de ellas de aceptar su rol en el convencimiento de que ellas estaban más para acompañar los proyectos de los demás que en ser protagonistas, pero entendía que era muy difícil. Suzette no dejaba de ser una adolescente que lo que menos quería era tocar música y mucho menos la batería. Y mi esposa quería que fuéramos una familia feliz conforme con lo poco que habíamos logrado con tanto esfuerzo. Yo los entendía a todos y en un punto era lógico pensar que era mejor contentarse con lo que se tenía. Pero al ver a Selena cantar de ese modo y con esa gracia a esa edad no podía dejar de pensar que el deseado “sueño americano” era una realidad, al menos en mi caso. Valía la pena arriesgar. Estábamos bien, las perspectivas económicas eran buenas y yo tenía un diamante en bruto. Yo siempre fui por más. Yo siempre quise más. Eso fue lo que le transmití a todos y la que más lo entendió fue Selena. Fuimos a por todas y arriesgando todo. El tiempo me dio la razón, aunque también me enseñó que las cosas pueden ser más difíciles de lo que se cree y que un hecho, por más insignificante que sea, puede volcar la suerte para un lado o para el otro. Y yo viví ambas experiencias, y la más negativa al final...

Yo siempre asumí el rol más difícil, el rol del mando, que muchas veces no surge por votación sino por imposición, y en el que en infinidad de oportunidades se toman decisiones que no son del agrado de todos. Traté de flexibilizar mis exigencias siempre y cuando todos aceptaran el nuevo destino de la familia. Yo sabía que hasta que no viéramos los primeros resultados positivos las cosas serían muy difíciles, pues cualquier decisión tendría serias resistencias y ante el primer obstáculo, vendrían los grandes cuestionamientos. Yo sabía que con Selena no alcanzaba con que cantara bien las canciones en inglés. Aun siendo estadounidenses, no dejábamos de ser latinos y por aquella época era muy difícil que el latino o la música latina fuera aceptada por todos. Y también era muy difícil que un latino de origen mexicano fuera aceptado aunque cantara la “música de los gringos” de forma perfecta. Eso fue lo que viví yo. Y me parecía que las cosas no habían cambiado mucho desde que yo había dejado de cantar profesionalmente. Y como yo la pasé mal con los gringos cantando en inglés y muy culpable con los míos por no saber cantar canciones en español, me pareció que lo más adecuado era que Selena cantara en los dos idiomas. Yo quería que Selena se destacara como una gran estrella de aquella época, como lo eran Gloria Gaynor o Donna Summer, como una gran cantante de habla inglesa, pero para llegar a ese objetivo tenía que intentar por dos caminos: se podía intentar que Selena llegara al objetivo con alguna canción en inglés, pero por ahí había que buscar por el camino alternativo que era destacarse entre el público latino de Estados Unidos cantando en español y tal vez si llegaba al estrellato de ese modo tendríamos el camino allanado para llegar al gran propósito. En definitiva, no sólo nosotros éramos de origen mexicano, sino que vivíamos en Texas y aquí se canta en los dos idiomas. Yo lo único que me había propuesto era que Selena tuviera la habilidad para cantar en los dos idiomas, y dominar cualquier ritmo y melodía. Sé que era difícil, sabía perfectamente la resistencia que tendría pero a todos les hice ver que para lograr las cosas había que ser mejor en todo, demostrar que nada era imposible, y que si todos poníamos mucho trabajo, esfuerzo y dedicación en cada cosa que emprendiéramos nadie nos podría parar. Cuando Selena ponía los reparos lógicos de una niña para hacer semejante esfuerzo yo le decía: “Recuerda cómo llegamos a esto. Cuando tú me quisiste deslumbrar con tu canto, ¿acaso no te esforzaste en aprenderte todas las canciones, acaso no ensayaste, acaso no quisiste demostrarme que todo lo podías? Pues bien, ya me lo demostraste. Ahora piensa en todo lo que deseas hacer en tu vida. ¿Acaso no quieres ser la estrella más querida, más admirada? ¿Acaso no quieres que te quieran todos haciendo lo que te gusta? ¿Acaso no quieres ver que todo lo puedes si te lo propones? Pues bien: demuéstrales a todos que eres la mejor y que nada ni nadie te detendrá. Que cuando te desafíen sabrás aceptar el reto y ganar. Que cuando muchos no sepan qué hacer tú sabrás hacerlo. Ya verás. Pronto serás el ejemplo a seguir y el mundo estará a tus pies. Yo te lo aseguro. Todo depende de ti. Yo sé que tú puedes, pues yo confío plenamente en ti”. Selena me abrazó y se puso a llorar. Me dijo que no me defraudaría, que ella pondría a la Familia en lo más alto y que yo estaría orgulloso de lo que había logrado. Esa imagen me impactó. Yo sabía que le estaba tirando mucha presión pero sabía que ella lo podría sobrellevar. Ella era la más fuerte de todos y con el tiempo me di cuenta de que ella tenía un buen motivo para esforzarse más. Ella quería ser diseñadora y ése era más que un incentivo para dar el todo por el todo. Con el tiempo me puse a meditar por lo decidido, pues así como con el tiempo di cuenta de lo que quería Selena y del esfuerzo que había hecho para lograrlo, también empecé a darme cuenta de que ella se había puesto una presión extra para llegar. Reconozco que cuando me propongo algo no me detengo por nada, pues pienso que siendo que hago todo por el bien de la familia, cualquier esfuerzo es válido entendiendo que es para el bien común. Pero con el tiempo me preocupé al darme cuenta de que Selena sufrió mucho esforzándose desde tan pequeña. Nunca me puse en el lugar de ella. Desde hace un tiempo comencé a angustiarme al saber los miedos de Selena siendo tan chica con un micrófono en la mano y con toda la responsabilidad. Con el tiempo entendí el peso que tenía para ella que todos nos presentáramos bajo el nombre “Selena y Los Dinos”. Eso la colocaba en el centro de atención. Todos podían esconderse detrás de sus instrumentos, incluso en algunos temas podían hasta no tocar ni cantar o hacerlo por un pequeño tiempo. Pero ella no podía hacerlo. Ella era su propio instrumento. Ella debía estar en todos los temas. Ella debía cantar, bailar, agradar, seducir y estar siempre bien dispuesta en todos los temas. ¡¡Y así desde los 8 años!! Y en buena parte de su vida sólo cantaba en español por fonética, pero se aseguraba de aprender dónde poner el énfasis, dónde sufrir, dónde reír, cuándo poner la mano en el pecho, cuándo poner determinada cara. ¡¡Era demasiada presión!! Pero yo eso no lo vi. Tenía un objetivo para cumplir por el bien de toda la familia. Tal vez lo haya advertido, pero no quise reparar para no dudar y, por ende, desandar el camino trazado. Lo mismo pero en otro sentido me pasó con el tema de Selena y su creación de “Selena Etc.”. A mí me preocupaba que Selena se dedicara mucho a la moda porque en un momento pensé que demasiada atención en ello nos desviaría del camino al éxito total en la música. No me molestaba que hiciera eso o cualquier otra cosa en tanto el triunfo en el negocio de la música estuviera asegurado, pero esto me hacía dudar. Muchas veces hablé con Selena sobre este tema, pero ella me aseguró de que su pasión no interferiría para nada en su carrera musical, sino más bien constituiría un gran complemento. Yo le creí, más bien le quise creer pues no quería tener el mismo conflicto que con el asunto de ella con Chris. Y como nunca noté que ella dejaba de tener interés en la música, yo ya no la molesté más por el tema, salvo cuando alguien me llamaba inquieto por este tema. El tiempo le dio la razón a Selena. Basta con ver la carrera de Jennifer López. Si bien ella terminó haciendo la carrera musical tal cual nosotros la habíamos programado para Selena, ella también tomó las ideas de Selena una vez que se hizo famosa, ya que lanzó su línea de ropa y de perfumes, tal cual lo había puesto en práctica Selena. Pero mientras JLo lo hizo ya siendo conocida en todo el mundo, Selena lo hizo cuando su carrera estaba en pleno ascenso y sin llegar aún a tocar el techo. Selena tuvo una visión que yo nunca tuve. Jennifer López en un punto tomó las ideas de los dos y allá esté ella hoy. Y si bien siempre podré jactarme de que mis ideas como manager fueron exitosas e innovadoras, ya que con Selena tuvo pleno éxito y continuaron con JLo, yo no tenía una buena visión comercial. Tal vez no hacía los mejores contratos, tal vez no tenía idea de cómo explotar mejor la imagen de Selena para el provecho de todos, pero lo que no me perdono es no haber siquiera visto que Selena debía tener su propio club de fans para manejar mejor el tema del merchandising y así poder sostener mejor la carrera de Selena. Esa ignorancia de mi parte posibilitó que esa mujer, Saldívar, se nos metiera en nuestras vidas. Y debo reconocer: no sólo la engaño a Selena. También me engañó a mí, y también a toda mi familia. Es triste que tuviera miedo en lo que haría Selena con su boutique, pero no me inquietara en lo que hacía su gerente general. Cuando di cuenta de ello, no reparé en la magnitud del problema y pensé que podía solucionarlo todo con mi propia capacidad. Otro error. Si hubiese advertido y tomado nota de mis limitaciones, Selena no hubiese sufrido lo peor que le pudo pasar. Sé que cometí errores, pero no me arrepiento de lo andado pues yo quise lo mejor para mi familia y todos estaban de acuerdo con lo hecho pues todos se sentían responsables de la dicha familiar. Yo sé que Selena en algún lado aprueba lo que yo hice por ella y por toda la familia. Ella sabe que yo no hice todo por dinero. Si hubiese sido así, esa mujer que le quitó los sueños nunca hubiese entrado en nuestras vidas pues sería yo el que presidiría el club de fans de Selena y obtendría todas las regalías del caso ... No ... No es que como muchos piensan. Yo no lo hacía por dinero. Lo hacía por un sueño, mi sueño, y sólo Selena podría cumplirlo…

Yo sólo eché las raíces para que todo comenzara a andar. Ya cuando observé que mi familia estaba tan involucrada en la empresa como yo, sólo me quedé para dar indicaciones, observar y organizar las giras, y representar a mi hija. Selena había evolucionado muchísimo como cantante, y A.B. como bajista y compositor. Por suerte ambos no se conformaban y buscaban perfeccionarse. A.B. siempre criticó el material que les proponía para que cantaran, sobre todo al principio. Nunca me molestó en tanto eso implicara que no se quisiera ir de la banda, sino que la mejorara con canciones que él creía más acordes a su época. Y Selena hizo de su figura la gran atracción de los conciertos. Tal vez lo que más recuerden todos son sus famosos boustiers que le daban un aspecto sensual y que provocó en mí una gran resistencia. Pero las cosas tampoco fueron tan terribles como se pensaba. Más de una vez me alarmé cuando tanto Selena como Suzette, a medida que iban creciendo, se iban maquillando cada vez más y usaban ropas más llamativas. Pero cuando notaba que eso funcionaba en los conciertos yo mismo me decía: “¿Qué más da? ¡¡Que le den para adelante!!” y las dejaba que se presentaran así sin problemas. Me preocupaba más por Selena, pues ella era la que estaba más expuesta, y no sabía hasta qué punto podían provocar en determinado público y en diferentes conciertos sus vestimentas y sus bailes tan cerca de ellos. De hecho cualquier irrupción del público en el escenario para saludar a Selena me daba temor pues al principio uno no podía saber si no se iba con otras intenciones. En Festival Acapulco 1994 tuve ese temor cada vez que subía alguien del escenario para saludar a Selena. Por suerte el público era tremendamente respetuoso y nada pasó, pero me llevé un gran susto ese mismo año en el concierto de El Paso, cuando alguien ingresó al escenario con el supuesto propósito de saludar a mi hija, pero por el envión se la llevó por delante a Selena mientras cantaba. Enseguida el personal de seguridad lo detuvo. Recuerdo que ella siguió cantando como si nada, pero no pudo evitar decir por el micrófono: “¡¡Me asusté!!”. Lo mismo pasó en el concierto del Houston Astrodome, cuando alguien alguien arrojó un vaso de cerveza mientras Selena se retiraba saludando a todo el público llevada por un auto. Pero todo era muy difícil de controlar, pues Selena con su presencia generaba una admiración en la gente que hasta a mí me sorprendió pues superó ampliamente mis expectativas. Hubo muchos momentos que me emocionaron de mi hija. Tal vez en los primeros tiempos de El Show de Johnny Canales en la que se la veía tan pequeña, tan tímida y tan tierna. También cuando cantó “La bamba”, en Tamaulipas, México, en 1987. Me encantó todo el concierto de San Antonio, Texas, en 1991, cuando ella se consolidaba como la mayor cantante texana …Pero creo que cuando fuimos a Monterrey por primera vez vi la magnitud de lo que Selena era como artista y lo que generaba … ¡¡Y pensar que si era por mí yo ni hubiese ido allí!! Tal vez haya sido un error, pero yo tenía focalizada la carrera de Selena moviéndose por Estados Unidos. Yo no pensaba ir para México u otros países de Latinoamérica. Pensaba que eso tenía sentido si Selena llegaba al estrellato luego de consagrarse como la mejor artista en mi país. Pero un día me llamó don Óscar Flores desde Monterrey y me dijo que fuera para allá pues Selena era una sensación con el tema “Baila esta cumbia”. Yo tenía mis dudas pues la banda, incluida Selena, sabía muy poco de español, pero el empresario me insistió diciendo que con la sensación que era Selena la gente no repararía tanto en ello, que con que se manejara con lo básico e hiciera un buen show bastaría. Al final fuimos y allí sentí que Selena ya estaba consolidada en su carrera y que nada la detendría. Era un megashow en el que participaban muchos artistas. Temí que Selena, ante tanta gente, podría sentirse cohibida, pero no. Selena cantó, bailó, sonrió, manejó al público como nadie y tuvo una personalidad en el escenario que la llevó a que fuera la artista más consagrada por el público en aquel día. Su carisma, su dominio en el escenario, su voz, su enorme talento me indicaron que había madurado y que se había convertido en una gran artista. Allí confirmé que había sido una gran idea ir a Monterrey pues era un buen test para ver cómo se desenvolvería en un terreno en el que Selena no dominaba tanto, ni siquiera el idioma. Y a pesar de todas las dificultades, Selena se desenvolvió muy bien hablando con la prensa y con el público en general, aunque también di cuenta de que el público que se había encantado, y que ya la había adoptado, le iba a perdonar todo y le iba soportar cualquier traspié, si lo había. Sabía que Selena había trazado su propio camino, que el mérito era de ella pues Selena había hecho mucho más de lo que yo le hubiese pedido, de lo que yo le hubiese exigido. Yo me hubiese contentado con que cantara bien y luciera del mismo modo. Pero Selena cantaba, bailaba, seducía, sonreía, iba a uno y otro lado del escenario, saludaba al público, saludaba a las cámaras, vestía de un modo hermoso y original. Selena le había dado una identidad propia y única a su propio nombre. Si se hablaba de Selena sólo se hablaba de ella. ¡¡Definitivamente, Selena le dio el significado y la dimensión a un nombre que nosotros no habíamos ni elegido ni previsto!! Selena con su personalidad y en el escenario le dio pleno sentido y justificación a su nombre. Supe desde ese momento que el mundo consagraría a mi hija y que todos al mencionar la palabra “Selena” se referirían sin duda a ella. Selena se había convertido en una gran artista…

Todo lo que viví desde ese entonces fue como discurrir un camino que yo estaba seguro que todos íbamos a andar. Y tuve el buen tino de manejar determinados acontecimientos que en muy poco tiempo le sirvió al grupo. Cuando Selena fue a dar el concierto en el Memorial Coliseum yo le propuse a José Behar hacer un disco en vivo con lo producido allí. José Behar rápidamente hizo las gestiones correspondientes y procedió no sólo a grabar el concierto sino a filmarlo. El disco salió y no sólo fue un éxito en ventas con la inclusión de temas nuevos como “La llamada” y “Tú robaste mi corazón”, hecha con Emilio Navaira, sino que recibió muchos premios, entre ellos el Grammy. Todos quedamos impresionados por el galardón. En familia todas estas cosas las tomábamos en su real dimensión y sin volverse locos ni echarse humos encima por lo logrado. Pero al ver lo que estábamos logrando pensé en todos los sacrificios que habíamos hecho, todos los obstáculos que tuvimos, todo lo que tuvimos que trabajar para hacer algo y digno, y que tuviera éxito. Muchas veces estuvimos a punto de quedar en la calle, jugué el límite en pos de que el mundo viera y apreciara a Selena sin saber si lo lograría. Y no temía no lograrlo pues por allí ella no podría responder a semejante responsabilidad. Muy por el contrario, yo estaba seguro de que llegaríamos, pero no sabía con que imponderables chocaría. A medida que avanzamos íbamos a lugares desconocidos para nosotros y cada vez tratábamos con gente más disímil, del mismo modo que las cadenas televisivas empezaban a mandar a sus mejores periodistas para entrevistar a Selena. Yo supongo que la humildad de ella podía con todo, pues el buen trato de Selena cautivaba a quien se le cruzara por el camino. Eso me dio la pauta que faltaba poco, muy poco. Comencé a presionar a José Behar para que adelante lo más que pudiera el disco en inglés, pues para mí ése era el momento. Siempre le dije desde que contrató a Selena desde hacía 5 años que nuestra idea era ésa, por lo que el único límite que impusimos era el lugar en el que estábamos posicionados. Y ésta era el momento. Y encima Selena ganó el Grammy y eso no sólo significó que ella ganara un premio, sino que ganara “el premio”. Ese galardón le abrió muchas puertas a Selena. Pues no es como ahora que hay muchos premios Grammys latinos y lo ganan varios de muy diferentes carácterísticas. Para un latino en aquel momento lo máximo era ganar la única terna en la que podía participar: mejor disco de la región méxico-americana. Recuerdo que Selena estaba muy nerviosa, pero, como siempre, lo disimulaba con su sonrisa enorme y contagiosa. Yo estaba seguro de que lo lograría porque sabía como nadie lo que ella era como artista, porque ése era su mejor momento y por sólo ver la cara de Selena llena de ilusión. Esa cara mostraba una gran ansiedad y esa ansiedad sólo demostraba que Selena también pensaba que lo lograría. Cuando llegó el momento de anunciar el premio, vi el asiento en el que estaba Selena y vi a esa niña sentada escuchando con atención a su padre dispuesta a sorprenderlo con su canto para que le prestara más atención. Veía cómo Selena miraba para abajo, cómo miraba para adelante, cómo deseaba que dijeran Selena y ya. Cuando la nombraron y vi cómo Selena avanzaba para recibir el premio y agradecer, lloré como pocas veces. Era por sobre todas las cosas mérito de ella, pero también producto de mi visión y tenacidad. Y ahí estaban los resultados. Selena lograba mucho más de lo esperado. Lograba popularidad pero también reconocimiento. Este premio le daba más dimensión a su figura y le daba posibilidades de ampliar sus planes. Selena comenzó a participar en novelas, películas, a seguir haciendo comerciales. También le dio pie para abrir dos sucursales de su cadena de boutiques “Selena Etc.” y seguir perfeccionándose en su canto. José Behar me prometió que para 1995 saldría el disco en inglés. Eso me hizo pensar que para el inicio del año ella debía ir más seguido a programas de televisión y de radio para promocionarse e incluir en sus conciertos más temas en inglés, pues había que habituar al público de la nueva etapa de Selena. Estaba seguro de que Selena lo lograría. Ella lucía glamorosa, una estrella sin igual, una mujer muy linda con una personalidad y gracias enormes. Nadie la podía detener. Por eso quería aprovechar el momento. Más que nunca estábamos ante las puertas de entrada al éxito absoluto. Sólo era cuestión de tiempo, de tiempo y más esfuerzo. Aunque sin duda la diferencia la marcaba ella. Selena había heredado y aprendido mi espíritu y el pensar que nada era imposible. Más allá de mis esfuerzos, más allá de los planes, la gente sin duda quería a Selena. No sólo la admiraba. También le daba el mayor de los cariños. Ella fue más lejos de lo que yo me imaginaba. Si hubiese prestado más atención a cómo era ella, no debía sorprenderme nada. Selena hacía de lo imposible posible, de la tristeza, alegría, del abandono una compañía amiga. Selena era sin duda la artista ideal por todos y hacia ello marchaba. “¡¡A conquistar el mundo!!”, grité cuando Selena saludó con el Grammy en la mano sin dejarme de reír que por los nervios se hubiera olvidado de nombrar a su esposo Chris en los agradecimientos…

…Me fui muy difícil comprender lo que pasó aquel día. Estaba en el estudio con A.B. escuchando algunos efectos especiales, probando diferentes sonidos de música, escuchando cómo habían quedado los temas que Selena había grabado para el disco en inglés. No recuerdo si ella vendría a la mañana o a la tarde. Supongo que no había nada planeado y sólo esperábamos que en algún momento Selena llegara para completar con su voz algún tema. Sí, supongo que eso esperábamos que suceda. Lo que más nos preocupaba era que al otro día teníamos que estar en Los Ángeles pues Selena debía dar un concierto allí … De pronto el llamado, el aviso. Yo sólo corrí a avisar a A.B. y salimos corriendo para el hospital. Ni pensé en lo peor. Creía o quería creer que sólo estaba malherida, pero fuera de peligro, pero mi inconsciente se encargaba de recordarme que yo sabía la dimensión de lo sucedido. Por mi mente surgieron imágenes recientes en las que quería recordárselas a Selena y nunca se las había dicho. Quería decirle lo bella y tierna que lucía en los Tejano Music Awards en febrero, quería señalarle que siempre recurría a mí cuando quería saber si lucía bien como se podía ver en los ensayos del concierto en el Houston Astrodome, quería preguntarle si el hecho de que siempre en los conciertos miraba hacia su izquierda buscando apoyo y tranquilidad mientras cantaba se debía tal vez a que desde muy chica cuando empezamos con los ensayos yo era el que tocaba la guitarra … a su izquierda. Quería agradecerle por su compañía desde pequeña y que siempre entendió que era un hombre solitario que buscaba cariño y comprensión -a pesar de mi fama de hombre duro y frío-, y que ella siempre me había dado lo que necesitaba. Y que ese Amor y esa comprensión era natural en ella, tan natural que se lo ofrecía al público y éste siempre se lo había agradecido. Por ello todos la querían tanto, además de admirarla como cantante … Cuando llegué al hospital me llamaron y apartaron. Me hablaron de que se le habían practicado transfusiones. Me enfurecí, les dije que Selena jamás aceptaría eso … Me daba cuenta de que Selena estaba inconsciente y muy grave, pero yo no lo quería ni ver ni escuchar. Por eso reaccioné injustificadamente así. Sabía que en esas condiciones nadie podía cuestionar tal acto …De pronto vi que un médico dijo algo, todos se pusieron a llorar y yo sólo atiné a abrazar a uno por uno y a contenerlos. Me pregunté qué sería de mí mañana, que sería de nosotros. Cuando partí para anunciar públicamente la noticia, lloré desconsoladamente. Era tan joven, era tan buena, era mi hija ... Luego me di cuenta de lo que vendría y supe que tendría que defenderme … de defender a mi familia de las sospechas, de las dudas, de los hostigamientos. Pensé que lo mejor que podía hacer era que se le hiciera un tributo permanente a Selena, que la gente la recordara con Amor, que no pensara en aquello horroroso. Cuando llegó el momento de despedirla, la gente me pedía a grito vivo que abriera el cajón pues ellos querían verla, y empezaban a creer que todo era una mentira con vaya a saber qué fines. Sentí que ésta sería la primera de una larga serie de acusaciones contra mí y mi familia sobre lo que había sucedido. Ordené que lo abrieran, como forma de protesta frente a la absurda acusación, pero en mi fuero más íntimo quería que ellos tuvieran razón, que cuando lo abrieran notaran que no había nada, que todo era una burda mentira. Pero no. No fue así. Luego pagaría las consecuencias de semejante acto … Ni se me ocurrió que habría cámaras impiadosas que registrarían por siempre esa imagen que nadie quiere ver ni aceptar de Selena … Volví hacia donde estaba mi esposa y le acaricié el cabello y le tomé la cara mientras la consolaba. Ella estaba destruida. Al final se cumplió lo que dijo en un reportaje premonitorio pocos meses antes: que ella no podría vivir sin Selena. Yo estaba como ella, pero tenía que ser fuerte, no podía flaquear, no tenía que mostrarme débil ante los demás. Hablé con todos, les dije como siempre qué debíamos hacer y que no se preocupen que yo daría la cara por todo. Desde entonces me ha pasado de todo, me pelee, me amigué, expliqué, me llamé a silencio, tomé decisiones. Yo sé que muchos esperaban otra cosa de mí. Hoy en día me siguen pidiendo por qué no saco tal o cual material, por qué no hago tal o cual cosa, por qué supuestamente “vivo” de Selena. No entienden, ¡¡claro que no entienden!!

Yo no soy perfecto, he cometido muchos errores que pagué muy, muy caro. Pagaré toda mi vida el error que cometí con esa mujer y lo que hice aquel día. Tal vez otra gente hubiese hecho las cosas diferentes y les hubiese salido mejor. Pero yo soy así, no puedo cambiar y no me arrepiento de lo que hice. Sólo me culpo de no haberme dado cuenta, de haber sido tan directo, tan franco. Y más allá de lo que haga y de lo que diga, todas las noches me voy a mi cuarto y miro las cosas de Selena. Pues antes que nada ella era mi hija, hija que nunca admitiré que he perdido. Todas las noches le hablo, todas las noches le recuerdo lo que hacíamos juntos, todos los días la invoco para que entre por esa puerta y me pida sentarse en esa sillita para volver a cantar juntos, para compartir aquellas tardes en las que nos divertíamos tanto. Por eso sí cambiaría todo, daría mi vida, la fama y todo lo que logramos para que ella vuelva a sonreír, vuelva a soltar aquellas risotadas y vuelva a llenar de felicidad esta casa que ha quedado vacía sin su presencia…

(Muchas veces para sobrevivir de tanto dolor necesitamos olvidarnos de lo más triste, ver lo positivo de la vida y pensar en uno sin mirar atrás … Al menos eso creemos …Pero cuando se trata de Selena, poder seguir adelante es recordarla siempre, esperarla todos los días, ser como ella en cada uno de nuestros actos. Sólo eso calma algo del dolor de su ausencia … y también levantarse todos los días con la ilusión de que algún día ella por fin volverá…)

Recordarte Selena es lo más hermoso que me ha pasado en la vida … También muy doloroso. Por ti sería capaz de todo. Por ti trato de ser la mejor persona. Por ti doy hasta lo que no tengo para que tú vuelvas a ser ese ser tan bonito, tan lleno de ganas, tan lleno de Amor…

Simplemente te espera mientras te escribe…

Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)