Sólo es Amor. Tan simple como eso, Selena…


“¿Pero cómo tienes esa foto? ¡¡Pareces un tipo raro!! ¿Pero qué es lo que te sucede? ¡¡Piensa en otra cosa!! ¿Acaso no tienes otra cosa que poner? Mira a tu alrededor y fíjate en lo que piensan tus compañeros de trabajo. ¿Qué sentido tiene que pongas tú a una foto de una artista mujer en tu computadora? ¿Acaso quieres ser como ella? ¿Tienes otras preferencias sexuales? ¡¡Me extraña!! Eso no es lo que se estila, no es lo lógico. No está bien. ¿Y acaso ella vive? ¿Y qué sentido tiene si ya no está? ¡¡Ya para eso adora a otras mujeres, elige a la que más te gusta y ya!! Y a esa mujer que … ¿Cómo se llama? ¡¡Ah, Selena!! … ¡¡Ya déjala en paz!! ¿Qué sentido tiene? ¡¡Ni que fueras devoto de ella!! No me parece bien…”. Las palabras de Gustavo cayeron como un plomo en la cabeza de Ernesto, que no sabía qué hacer ni qué decirle. Él no vivía ni en México, ni en Estados Unidos, ni siquiera en Centroamérica. Estaba en un país bien lejano, en Argentina, en el que apenas si se la conoció a Selena. Ernesto, como tantos otros, la había conocido luego de seguir la carrera de Gilda, quien muriera absurdamente en un accidente de tránsito en 1996. Cuando supo del cruel destino de Selena, comenzó a conocer su vida y su música. Cuando tuvo oportunidad de conocerla quedó fascinado por sus actuaciones en vivo y se hizo fan de ella. Vio su película, y con el tiempo compró sus discos y dvds. Para él todo se había hecho muy difícil, pues en su país no se vendía casi ningún disco de Selena. Como mucho, podía conseguir alguna recopilación como “Ones” y nada más. Con el tiempo la generalización del uso de Internet le permitió ver más cosas de Selena pero también la posibilidad de comprar por esa vía todo lo de ella. Él podría haberlas conseguido en forma “pirata”, pero nunca quiso tener cosas de Selena de ese modo. Aunque en una oportunidad, cuando no podía conseguir la película “Selena”, se dejó tentar por un aviso que le ofrecía en un dvd no sólo el filme sino “unos conciertos”. Cuando lo tuvo en sus manos se encontró con que uno de esos “conciertos” ¡¡era el del Houston Astrodome 1995!! (eso demuestra qué poco se conoce a Selena en Argentina, lamentablemente). El otro “concierto” era el de “Selena Vive”, que se hiciera en su recuerdo a los 10 años de que Selena se nos fuera. Al poco tiempo a Ernesto le llegó un mail del proveedor de dicho material en el que le notificaban que ese video había sido quitado de circulación por ser “de dudoso origen” y denunciado por ello por los dueños de los derechos de comercialización, por lo que “si por esas casualidades” él lo había sido tentado por ese material no debía comprarlo. Allí mismo Ernesto se deshizo de él. Como todo buen fanático de Selena, él quería tener el material original producido por Selena. Si fuera por él buscaría tener hasta lo último que hubiese grabado, incluso lo cantado por Selena a los 6 años. En su fuero más íntimo él admitía que en condiciones normales no hubiese comprado material de Selena de muy chica, pues en un punto coincidía con A.B. en su pensamiento sobre ese material, salvo alguna que otra canción y de muchas de sus actuaciones en vivo de muy niña de Selena. Pero él sabía que si la historia hubiese sido otra, más “normal”, no hubiese reparado en ese material, salvo si fuese un “ultracoleccionista”. “Convengamos que si yo fuese admirador de Luis Miguel yo no me volvería loco por tener sus primeros discos, ni sus primeros hits de niño ni de adolescente. Ni él mismo lo cantaría hoy en un concierto en vivo, por razones más que obvias. Pero claro, el fan de Luis Miguel tiene muchísimo material del cual disfrutar. En cambio yo no lo tengo. Selena ya de grande e incluso contando sus primeros éxitos desde su adolescencia no llegó a grabar tanto. Ella se nos fue muy pronto … Entonces tenemos que aferrarnos a todo lo que hizo, a cualquier canción, a cualquier imagen por insignificante que fuera. Cualquier fan de Selena y yo tenemos que tener todo de ella. Tal vez tenerlas no nos hace sentir tan solos ni tan huérfanos. Tenerlas nos hace sentir acompañados. Tenerlas nos hace pensar y sentir que Selena tal vez no está tan sola como aquel nefasto 31 de marzo. Tenerlas es aferrarnos a lo último que nos queda de ella. Es como revivir una y otra vez el tema ‘Fotos y recuerdos’, que Selena cantara tan tierna como premonitoriamente…”, reflexionaba Ernesto con un aire de suspiro eterno, como buscando desesperadamente compartir con todos los fans de Selena ese Amor, ese cariño a Selena, pero también esa soledad, ese vacío que le generaba su ausencia. Ernesto, como tantos otros, no podía admitir semejante pérdida, no podía aceptar así porque sí ese fin, ese destino. Podía tratar de prometérselo, jurarse y perjurarse que trataría de recordarla con alegría, de contentarse con pensar que mal que mal había llegado al éxito, que Selena había visto el triunfo, los estadios llenos, los premios, había vivido el Amor, había recibido el cariño y el respeto del público, de los periodistas y de todo el mundo del espectáculo, podía hablar de ella como el mito, como la leyenda, convencerse de que había logrado lo que se había propuesto, que había cumplido con sus sueños, podía convencerse y no ver la realidad. Pero esa realidad le volvía una y otra vez cada vez que la veía, cada vez que leía algo sobre ella, cada vez que la recordaba, cada vez que la escuchaba. Porque podía reírse, podía gozar, podía expresar toda su admiración y todo su Amor por esa mujer. Pero al rato caía en la cuenta de que esa admiración sólo podía expresarlo en una pantalla, escuchando con gestos de admiración un cd, teniéndola en su mente todos los días … Pero no se lo podía decir, no se lo podía transmitir… Y más allá de las palabras de consuelo que podría recibir de cualquiera, para Ernesto nada era más claro que ver las expresiones y escuchar las palabras de A.B. Para él, el hermano de Selena era la expresión del desconsuelo, del dolor eterno, de no poder asimilar nunca la partida de su “hermana”, tal como lo expresaba él, enfatizando que antes que ser “Selena” ella era su hermana, la mujer que le había dado sentido a su vida, la musa inspiradora de sus temas, su fuente de inspiración. Cada vez que veía la enorme cantidad da tatuajes hechos en todo su cuerpo, podía certificar que A.B. necesitaba dañarse, herir su cuerpo ante el dolor de la ausencia de Selena para asimilarlo, para sentir de alguna manera todos los días el dolor que le generaba la pérdida de su hermana, él no poder haber hecho nada, el sentirse huérfano, el quedarse inmovilizado e impotente con una vida cortada y una carrera musical mutilada pensada por y para Selena, una carrera musical pensada para el éxito y en la que todo lo hecho lo llevaba inexorablemente a ello. Veía a A.B. tratando de decir que de pronto se quedó sin trabajo, que él estaba contento en estar encerrado en una habitación creando música mientras su hermana cantaba y atendía a la prensa pero de pronto tuvo que enfrentarse a una cámara para dar explicaciones que no tenía ni quería dar, para expresar su dolor de la forma más decorosa posible mientras su Alma se desgarraba … Ernesto se preguntó miles de veces sobre cómo A.B. pudo reponerse de ello y siempre se lo contestaba con lo que tardó A.B. en asumir que debía seguir con su vida y que debía producir música para él. Le llevó 4 años y aunque llegó a tener éxito y consideración, A.B. siempre actuó con el dolor de no ver a su hermana, con la esperanza de volver a ver a Selena y con salir de la pesadilla en la que se sumergió aquel nefasto 31 de marzo y de la que no pudo resurgir en su totalidad jamás…

Las palabras de Gustavo lo habían puesto mal a Ernesto. Él no las esperaba y eso lo había herido mucho. Le hubiese querido contestar muchas cosas pero optó por no hacerlo. Prefirió por salir de la situación con una escena elegante en la que él manifestaba que siempre hacía cosas insólitas, “locas”, por lo que no debería sorprenderle a Gustavo que él hiciera esto o manifestara aquello que resultaba ilógico, y menos que exhibiera cosas de Selena. Eso lo conformó a Gustavo, pues aunque Ernesto no le seguía el juego de sentirse culpable y avergonzado para después proceder a sacar esas “imágenes” y así conformar a todos, él se había quedado con las ganas de decirle muchas cosas. Durante toda su vida Ernesto se había acostumbrado a no decir todo lo que realmente sentía, defender lo que realmente le gustaba. Se había acostumbrado desde muy niño a no decir todo lo que necesitaba expresar y todo lo que pensaba. Su familia había sido muy cruel con él y con algunos de sus primos. Se mofaban de lo que le gustaba, se reían hasta de su aspecto físico, minimizaban sus sentimientos. Por eso optó por callarse la boca y no decir más de lo debido, defenderse de los ataques, y jugar al misterio con sus manifestaciones y pensamientos como forma de que no se rieran de él, de que sus gustos y sus pensamientos no fueran motivo de chanza y de descalificación. Él sentía que cuanto menos supieran de él, mejor, pues así podría sobrevivir a un mundo muy cruel y muy despiadado con quienes dicen sinceramente qué piensan y qué esperan de sus vidas, cuáles son sus modelos, que querrían ser sin esperar ninguna aprobación de nadie. Muchas veces Ernesto sentía terror sobre si alguien sabía que le gustaba tal o cual cosa que no fuera del gusto convencional o “políticamente correcto”, pues temía que vinieran las objeciones, los pedidos de explicaciones, las chanzas o las descalificaciones, y si bien por allí en algunas oportunidades podía caer en la exageración o en la persecución propia, sabía que su actitud tenía un sentido, que todo tenía su explicación. Y Ernesto no dejaba de ser ese niño que temía no ser aceptado por ser de una manera determinada y que prefirió no mostrarse enteramente para no ser rechazado. Durante buena parte de su vida apostó a no ganar y tampoco por ello se dejó ganar. Optó por “empatar” y conformarse con ello. Pero eso le sirvió por un tiempo, lo suficiente como para engañarse a sí mismo y llevar la vida lo mejor posible. Pero eso nunca lo completó y siempre se sintió insatisfecho con su forma de ser, insatisfecho con la vida y con el mundo … Hasta que conoció a Selena ... Cuando supo que hubo alguien así en esta tierra pensó que nada podía ser peor si uno sentía en toda su dimensión lo que le había ocurrido a ella, que él no había tenido que padecer los sacrificios que sí tuvo que soportar Selena, que él con el doble de edad no había hecho la octava parte de lo realizado por Selena... En definitiva, Ernesto pensaba que Selena había hecho tanto en tan poco tiempo mientras que él no había hecho nada en mucho. Que Selena había sacrificado buena parte de su vida para que pudiera ser alguien en la vida mientras que él sentía que no había hecho nada por hacer algo de todo lo que le hubiese gustado hacer y ser ... Selena le había cambiado la vida ... Para él al principio Selena era sólo una artista que en su mejor momento le había pasado algo trágicamente increíble, luego pasó a ser una cantante tremendamente talentosa y al final era, además de ser una increíble artista, una gran persona. No podía dejar de identificarse con ella. Selena había ido de frente en la vida, buscó el camino honesto para llegar a lo más alto, siempre había dicho lo que pensaba y lo que sentía, por defender lo que ella consideraba correcto y por lo que estaba convencida de que era el Amor de su vida se casó en secreto aun a riesgo de enfrentarse con alguien tan duro como su padre, se había enfrentado aun con el mandato familiar para poder desarrollar su gran pasión que era el ser diseñadora. Cuando más sabía de ella, más se acongojaba pues él sabía que nadie más que Selena merecía vivir la vida como ella la pensaba y sentía, que se había ganado todo por derecho propio. Por eso pensaba que ni Dios ni todo el mundo podían ser tan duros, tan injustos ni tan crueles con ella. Eso le generaba mucha angustia y mucha desazón. “¿Por qué a Selena, Dios mío? ¿Por qué?”, se preguntaba Ernesto una y otra vez. Pues lo ocurrido a Selena no hacía más que certificar lo que él siempre había pensado: a veces en la vida no hay que ser tan confiado, no hay que decir todo lo que se piensa, todo lo que se siente, pues nunca se sabe lo que puede pasar y con quién uno puede toparse en la vida. Ernesto pasó por todas las etapas que vivió Selena. Pensó en un principio que tal vez ella confió demasiado en esa mujer sin pensar que ella sólo era una egoísta que sólo la quería para sí. Luego pensó que tal vez la Familia tuvo responsabilidad pues no supo cuidarla a tiempo, que no le dio tanta libertad para decidir, por lo que Selena pasó a estar así atada a los objetivos familiares nada más. Pero luego llegó a la conclusión de que tanto Selena como toda la Familia Quintanilla habían caído en la trampa de una psicópata, de una enferma mental que supo disfrazar muy bien su patología jugándola de mujer servicial, y siempre dispuesta a ayudar a Selena en su vida artística, profesional y personal. Les hizo creer a todos que ella estaba en función de los demás cuando en realidad hizo que los demás se pusieran a su servicio, y cuando el padre de Selena dio cuenta de ello y la denunció públicamente ante su familia, supo que no le quedaba otra salida. Ernesto llegó a la triste conclusión de que la asesina, al sentirse descubierta en su juego, jamás aceptaría su derrota. “Un psicópata ve todo blanco o negro, ganar a perder, vencer o rendición. Y frente a ello sólo reconoce una de las opciones. Y si no se da la deseada, no dudará en eliminar la opción que no asumirá nunca”, concluyó Ernesto. Por eso, según él, preparó el crimen y lo planificó metódicamente. El hacerla venir sola, el hacerla ir a un hospital con la excusa de que la habían atacado, el que la vieran testigos juntas sin estar peleadas el día del crimen, el negarse a ser revisada a sabiendas de que si decía que la habían atacado en Monterrey y siendo oriunda de San Antonio nadie en Corpus Christi la podría obligar a ser atendida, dato que sólo una enfermera como ella podría saberlo, el hacerla ir a Selena con la excusa de que la acompañara para hacerse ver en el hospital para luego rehusarse, el volver con todo lo planificado al motel para empuñar el arma y disparar cuando Selena le confirmaría algo que esa psicótica no podría aceptar: la derrota, el abandono, el desprecio por el mal que ella misma había hecho. Antes que ello, ganar, ganar de cualquier manera, ganar aunque pierda la “mina de oro”, la razón de su existencia, la única persona y la única familia que la hacía sentir importante. Ganar impidiendo que el otro gane, quitándole la vida a uno y herir de muerte a la otra parte, a la Familia Quintanilla, que llevaría la carga de la muerte de la peor manera durante toda su vida. Ganar aunque con el tiempo la psicópata muestre su verdadera cara, la cara de la locura y de la muerte, la cara de la ambición y de la posesión, la cara de la traición, la cara del mal mismo. Ernesto no podía dejar de sentir que aquello que le había pasado a Selena le había pasado a él mismo. “Ese disparo es como si me lo hubiesen dado a mí mismo”, solía decir, y no podía dejar de sentirlo. Su propia vida certificaba la suya y terminaba con la misma conclusión, que muchas veces lo expresaba irónicamente pero que en el caso de Selena no podía dejar de decirlo con dolor: “En la vida no se puede ser honesto, no se puede decir la verdad, no se puede decir lo que se siente, lo que se piensa. Hacerlo es como darle ventaja al otro, darle un punto extra. Y siempre juega en contra de uno. La vida está llena de malvados. Con que uno te agarre y te seduzca con engaños y malas artes, y tú mostrándote tal cual eres, te convertirá en una víctima más, en una víctima que quién sabe qué herida recibirá y de qué gravedad. Parece que la vida no nos da opción: tienes que ser falso, mentiroso, corrupto. Y si no lo quieres ser, tendrás que convivir con ellos y con su sistema ... Pobre, Selena ... Yo la entiendo. Sé lo que debe haber padecido, aunque yo nunca he sufrido lo que padeció ella ... Pobre, Selena ... Ojalá pudiera revertir la historia. Ojalá pudiera viajar en el tiempo para impedir aquello. Ojalá pudiera canjear mi vida por la suya, y ser yo y no ella quien sufra semejante insensatez de la vida”, se lamentaba con crudeza Ernesto y no podía evitar llorar de impotencia por lo ocurrido…

Por eso a Ernesto le molestaron esas palabras de Gustavo. No tanto por lo duras que pudieran ser, sino por lo ignorantes, por la falta de valores y con la ligereza con la que las decía. ¿Y quién era él para decirlas? ¿Acaso sabía lo que significaba Selena para Ernesto? ¿Acaso sabía quién era Selena? Y si no sabía, ¿para qué hablaba? ¿Acaso alguna vez amó sin condición? ¿Acaso alguna vez lloró por alguien? ¿Acaso daría su vida para que la viva otra? ¿Quién es él para juzgarlo? Muchas veces en la vida creemos que tenemos autoridad para decidir en la vida qué es lo bueno y qué es lo malo para cada uno de nosotros, qué debemos querer y qué no, a qué debemos darle importancia y a qué no … Lo que no nos enseñaron es a amar, a mostrar nuestros sentimientos, a mostrarnos tal cual somos. Aprendimos a ser ordenados y a ser obedientes, pero no nos enseñaron a defender nuestros sentimientos y nuestros valores, no nos enseñaron que seamos tal cual somos, que hagamos lo que realmente nos gusta, que desparramemos nuestros sentimientos y que sólo el límite sean los sentimientos del otro. Siempre nos pusieron supuestos valores más importantes que los nuestros, que el supuesto “bienestar general” es más importante que el propio. Y con esa excusa nos reprimieron, nos castraron, nos quitaron nuestros sentimientos más puros. ¿Y qué hay si uno dice que alguien es lo más importante de nuestras vidas y ese alguien no es lo convencional, lo que la gente no está dispuesta ni a aceptar ni a ver? ¿No es acaso lo lógico que todos nosotros seamos felices con lo que realmente nos da dicha, entendiendo que cada uno tiene una manera distinta de llegar a la felicidad? … Ernesto aprendió de muy chico que buena parte de las represiones en forma de burla tiene que ver con que muy poca gente está dispuesta a aceptar con que uno es feliz sólo con lo que tiene, con lo que expresa, con lo que siente. Y cuando uno no quiere aceptarlo, no quiere ver que a su alrededor hay gente que despliega su felicidad haciendo lo que le gusta, diciendo lo que siente, expresando libremente sus sentimientos. Antes que ver eso es mejor descalificarlo y reprimirlo, así no ver lo que no se quiere ver, que es verse a sí mismo. Por eso Ernesto estaba dolido con esas palabras y con esas expresiones de Gustavo. ¿Acaso él sabe lo que siente por Selena? ¿Acaso sabe Gustavo lo que significa para él Selena? ¿O acaso le molesta que exprese esos sentimientos pues él en su fuero más íntimo lo hubiera querido hacer y no se ha animado? Ernesto es feliz expresando su Amor y su cariño por Selena. Es su modesta forma de agradecerle por lo que hizo por él, por lo que lo ha transformado como persona. Gustavo no sabe lo que Ernesto quiere a Selena, lo que la admira, lo que la extraña. Ernesto nunca olvidará cuando la vio por primera vez en la entrada del Houston Astrodome el 26 de febrero de 1995, la interpretación de Selena de “Si una vez” en ese concierto, sus “mil abrazos y mil besotes” al final de ese concierto cantando “Como la Flor”, sus palabras cuando recibió su primer Tejano Music Awards a los 16 años (“Yo sin Los Dinos no soy nada. Si ellos ganan yo gano. ¡¡Pero si ellos pierden yo no los conozco!!”), su emoción al borde del llanto con la obtención de su primer Premios Lo Nuestro, su incredulidad y satisfacción cuando recibió el Grammy, su hermosa y tierna figura en su última participación en los Tejano Music Awards ... Ernesto vivió como propios todos los logros de Selena y se emocionó con cada una de sus interpretaciones. Él no tenía la misma formación musical, su música fue siempre más afín a los gustos de su esposo Chris, pero el verla interpretar de ese modo, esa manera tan peculiar de Selena de expresar esos sentimientos interpretando y cantando el español, le hizo sentirse latino y emocionarse como nunca lo había hecho con canciones en ese idioma, y más emociones le daba cuando daba cuenta de que lo expresaba alguien que no sabía manejar bien el español como sí lo hacía con el inglés … “Esa mujer tiene que tener mucho Amor para cantar así, para expresarse de ese modo. Sin ese Amor sería imposible que llegara a tanta gente y del mismo modo. Si no tuviera ese Amor, no sería tan admirada ni tan querida. Sin ese Amor, no sería Selena. Por eso Selena es única, diferente, irrepetible, inimitable. Como ella no habrá nadie. Con ella se fue la única mujer en el mundo que daba y despertaba tanto Amor”, decía Ernesto. Y se reía de Gustavo: “¿Cómo puede entenderme si él no siente lo que siento yo, si él no puede ser feliz como lo soy yo? Hay mucha gente que me ve feliz en el trabajo, que me ve cambiado y es por obra y gracia de Selena. Es una cosa que ellos no pueden comprender, que no quieren ver. Prefieren reírse, mofarse, desmoralizarme, que me reprima. No hay peor cosa que el que no quiere ver la realidad de su vida y que pretende no ver al otro que sí alcanzó la felicidad”, seguía diciendo Ernesto con convencimiento y orgullo. Ernesto sentía que era tan importante para él Selena que necesitaba mostrarla públicamente pues lo movía una necesidad de identificación, una necesidad de expresar que hubo en el mundo algo tan hermoso como Selena que merece ser conocido y recordado. Ernesto estaba convencido de que no hay nada peor que el olvido y el paso del tiempo, y él no podía permitirse que esas cosas le hicieran más daño a Selena que el que ya le habían infringido. El olvido es una muerte más, un segundo disparo a quemarropa. Y el paso del tiempo es algo despiadado que barre a todos por igual. Ernesto tenía la secreta esperanza de que tal vez desde su humilde lugar podía contribuir a que nadie se olvidara de Selena y que su recuerdo enmohezca el paso del tiempo. “Tal vez si hago que en mi país le den la dimensión de su figura logre un nuevo impulso a su tributo. Tal vez con ello revierta una clara injusticia, que es que nadie buscó que el Legado de Selena siguiera propagándose por todo el mundo, sobre todo en América latina. Sólo se contentaron de que ‘el mito y la leyenda’ sólo quedaran circunscriptos al público latino de Estados Unidos … Como mucho México ... Nada más injusta esta realidad con el recuerdo a Selena. Hay países enteros de Centro y Sudamérica que aman a Selena y hubiesen querido recibir más material para difundirlo y para hacer bonitos recuerdos de ella. Tal vez sea tarde pero nada es imposible. Tal vez yo pueda lograr que Selena nos dé otra linda sorpresa con el Amor que todo el mundo le sigue dando aun en su larga ausencia y sin nada a cambio”, se ilusionaba Ernesto a pesar de tantas adversidades y de tantos sinsabores que le había dado la vida, pero que nada se comparaba con lo vivido por nuestra Selena…

Tal vez por eso decidió ir a encarar a Gustavo. Esta vez era él quien debía quedarse con la última palabra y lo debía hacer por Selena… “Mira, Gustavo: te vengo a aclarar una cosa. Tal vez tú y unos cuantos me miren raro y me hagan comentarios entre graciosos, despectivos e hirientes hacia mi persona por tener fotos de Selena en mi escritorio o en el protector de pantalla de mi computadora. Tú y los demás pueden opinar lo que quieran. Están en su derecho. ¿Pero sabes? Yo también tengo derechos y esos derechos me gustaría que los consideres y respetes. ¿Sabes Gustavo? Yo a Selena la quiero y por eso está allí. No sé si lo entiendes, si lo entenderás o tal vez no lo entiendas nunca. No importa. Sí importa que sepas que yo le escribo todas las semanas, que la veo y escucho todos los días, que hago algo por ella diariamente y eso me hace muy bien. Antes, tú sabes, me veías siempre todo el día trabajando, quedándome haciendo horas extras, ocupando mi mente en cosas que no debía. Eso ya no es así y es gracias a Selena. Con ella encontré mi lugar en el mundo que es recordarla y tributarla como ella se lo merecía, que era con amor, tal como ella lo soñó ... Creeme que me gustaría no hacerlo si a cambio lograra que ella estuviera aquí. No sabes, Gustavo. No sabes el talento que tenía, la voz que tenía, el carisma que tenía, la personalidad que tenía. Era única, Gustavo. Era diferente. El mundo se perdió de ver una gran artista. Sólo tenía 23, casi 24 años y ya había hecho en ese tiempo lo que hubiera realizado normalmente una mujer adulta. Era inquieta, dinámica, con miles de ideas y mucha, mucha energía. ¿Pero sabes además, Gustavo? Era una buena persona, era honesta, detestaba las mentiras y las manipulaciones. Y cuando vio que alguien tan cercano como la presidenta de su club de fans la estaba engañando fue de frente y se encontró con alguien mezquino que no dudaría en matar si eso la liberaba del escarnio público. Y así lo hizo. ¿Entiendes ahora Gustavo? ¿Acaso no sabes mis ideales, mi forma de ver la vida, mi forma de actuar? No importa si te lo tomas con sorna o te parece menor lo que yo considero importante. Importa, eso sí, que lo consideres tan valioso como tus gustos, tus sentimientos, que entiendas que aparte de admirar muchísimo a esta mujer, me siento muy identificado con lo que ella representaba. Es difícil ser honesto en la vida. Se deben resignar muchas cosas y se viven muchos sinsabores… Pobre, Selena .... Cuando parecía que ella lograría lo imposible, cuando parecía que por el camino correcto lograría todos sus sueños alguien se los arrebató … Por eso la recuerdo, Gustavo. ¿Pero sabes qué? Selena logró aún así algo que pocos logran: el Amor y el cariño de su gente. Y todos los que la admiramos llevamos algo de ella. Yo sólo lo muestro y lo describo. Tú sabes que antes de ella por allí me gustaban otras músicas y otros artistas. Pero esa etapa aun presente en mí pasó a un segundo plano. Siempre estará Selena primero. Quiero imaginarme que está allí en algún lado esperando que alguien haga algo por ella y me gustaría, si eso acaso esa imagen existiera, que Selena esté feliz viendo lo que hacemos por ella. Por eso, Gustavo, yo sólo quiero recordar a Selena, a esta mujer que es todo para mí. Espero que lo comprendas y discúlpame si te he robado mucho tiempo por algo que debí decirte antes…”, terminó diciendo Ernesto al borde del llanto…

Gustavo se reincorporó y en un gesto inusual en él fue abrazar a Ernesto. “No, hermano, el que debe disculparse soy yo. Debí reparar en lo tanto que la quieres a Selena …Tienes razón y sabes que en un punto lo que te dije no es la representación de mi verdadera cara, de mi verdadero sentir. Tú también me viste sufrir y hasta llorar por ciertas cosas que me han sucedido aquí. Es que el ambiente de oficina nos quita toda espontaneidad, sólo somos una banda de insatisfechos que sólo encuentra placer destruyendo al otro o chusmeando hasta el hartazgo con determinada gente que sólo ocupa sus vidas de ese modo .Tú sabes, es como dice una canción de Charly García: la oficina es ‘un subterráneo lugar de rutinaria ideología’ … Y tal vez yo me amoldé mucho a ese esquema para poder sobrevivir. Y sé que me equivoqué y que sólo dije eso pues te vi feliz en lo tuyo y yo no podía decir lo mismo … Está bien lo que haces y se te ve mejor. Y si le escribes a Selena, ¿quién sabe? Tal vez algún día ganes dinero escribien…”. “¡¡No, Gustavo, de ninguna manera!! Mis manos no se van a manchar con ello. Yo sólo siento placer dando todo por Selena a cambio de nada. Yo no lo hago ni por plata ni por adquirir protagonismo. Yo sólo quiero que se recuerde a Selena, que se hable de ella. No quiero pensar que el mundo se la llevó así porque sí. Yo le escribo porque creo en los milagros y tal vez Selena aparezca por aquí algún día. Es lo que más deseo, Gustavo. Nunca en mi recuerdo me verás por encima de Selena. Yo estoy en un segundo plano, pues yo sólo quiero ser un instrumento de su recuerdo…”. Ernesto tuvo que interrumpir su relato pues no pudo evitar llorar. Cuando creyó que por allí Gustavo le haría sentir su fastidio y procedería a retarlo por ello, Gustavo, lejos de ello, lo palmeó en la espalda y le dijo: “Mira, Ernesto. Tengo que ir a llevar a mi hija que va a ir a una fiesta de cumpleaños de una amiga. ¿Crees que si llevamos algo de la música de Selena las alegrará aunque no la conozcan y la confundan cuando la nombre con Selena Gómez?”. “¡¡Sí!!”, le dije con entusiasmo y aun con lágrimas en los ojos. “¿Pues qué esperamos? ¡¡Vamos a tu casa a buscar los cds y luego iremos a por mi hija!!”, dijo Gustavo riéndose. Le dio un fuerte abrazo a Ernesto y se fueron juntos. Era un buen comienzo: Gustavo comenzaba a entender a Ernesto y él ya no estaba solo en su recuerdo a Selena. Ernesto respiró hondo y con satisfacción. “Alguien me comprendía y eso la haría poner a feliz a Selena. Y eso era lo que me alegraba … Lo único que me importaba … Cuando di cuenta de que en la fiesta de la amiga de la hija de Gustavo escuchaban, cantaban y bailaban la música de Selena, supe que buena parte de mi tarea estaba cumplida, pero habría con ello más desafíos y responsabilidades. Había dado el primer paso de tantos otros, el primer paso para que Selena sea feliz donde quiera que esté”, reflexionó Ernesto y se fue no sin antes saludar y agradecer la comprensión y el gesto de Gustavo. Cuando iba por la calle comenzó a llover. Ernesto apuró su paso para llegar rápido a su casa. De pronto escuchó que alguien le dijo a lo lejos “¡¡Gracias, Ernesto!!”. Él giró su cabeza pero no vio a nadie. Apenas si creyó ver la silueta de una mujer con pelo largo que doblaba en una esquina. Iba a correr hacia allá, pero de pronto sonrió, se quedó un rato mirando el piso y se dijo: “Sé que Selena está feliz, muy feliz” y siguió en dirección a su casa, esta vez en forma más lenta y sin que le importara cuánto le molestaba la lluvia. Tenía mucho que hacer, mucho que hacer por Selena. Tal vez si todo siguiera así, Selena algún día se le iba a aparecer para agradecerle en persona y él poder así abrazarla, llorarla y decirle todo lo que tiene guardado bien adentro, bien adentro de su corazón…

(Alguna vez el mundo será diferente, alguna vez el mundo tendrá tu Amor, Selena. Ya el mundo tuvo su oportunidad y la desaprovechó dejándote ir. Espero que alguna vez tú le des una oportunidad y que esta vez sea con el Amor y el ejemplo que tú le has brindado. Este mundo sólo necesita Amor, sólo necesita de tu Amor, Selena. Y mientras espero tu cariño, yo doy el mío a tu entero recuerdo para que todos no se olviden nunca de lo que fuiste y representaste, para que nadie te deje nunca más sola…)

Simplemente te recuerda con Amor y eternamente te espera…

Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)





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