¿Recuerdas esas tardes cuando cantábamos juntos, Selena?


Cuando Selena nació supe que de nada sirve hacer tantos planes, tantas planificaciones, tantos preparativos, tantas metas con tanta anticipación. Con Selena aprendí a que por más que se planifique todo, cualquier hecho fuera de lo pautado y de lo pensado echaría por tierra el camino que uno se había trazado. Tal vez si lo hubiese pensado antes, otro hubiese sido el cantar, pero así son las cosas, así es la vida, y en un punto por allí es mejor que todo sea impredecible, espontáneo, natural, que todo salga sin tanta planificación ni orden predeterminados. Mi esposa y yo habíamos pensado que tendríamos un varón. Estábamos tranquilos y a la vez seguros de ello. Ya habíamos tenido una pareja: un niño, A.B., y una niña, Suzette. Reconozco que era la primera vez en la que me había involucrado totalmente en el embarazo de mi esposa y ya tenía pensado hacer lo que no hice con mis otros hijos, que era estar más involucrado en la crianza y en el cuidado. No es que no lo quisiera hacer con mis otros dos hijos, pero en aquellas épocas yo aún estaba involucrado en el negocio de la música. Siempre quise vivir de ella pues aún soñaba con que podía progresar haciendo lo que más me gustaba, que era cantar. También reconozco que era más joven, tenía más ilusiones y era más machista. Pensaba que la crianza de los hijos sólo era tarea de las mujeres, mientras los varones íbamos a buscar el sustento. Pero siempre me sentí culpable de que estuviera tan lejos de mi esposa cuando más me necesitaba, que era cuando estaba por tener a los niños o cuando tenía que estar con ellos en los primeros tiempos de sus vidas. Igualmente, debo confesar que yo fui criado a la antigua y siempre pensé que nosotros, los varones, teníamos la responsabilidad de mantener la familia, la casa, y establecer las pautas para dar tranquilidad a nuestras mujeres y a nuestros hijos. Pero con el tiempo supe que me perdí momentos importantes en la vida de mis hijos más grandes, por lo que en este tercer hijo haría la excepción que me exoneraría de toda culpa. Ya habíamos pensado ponerle Marc Anthony a nuestro hijo. Me parecía un buen nombre pues le daba distinción y fuerza. Ya me lo imaginaba fuerte, con un gran carácter y dispuesto a llevar adelante una gran empresa, dispuesto a lograr lo que se propusiera. Es curioso cómo con un nombre somos capaces de imaginarnos toda la vida de una persona aun antes de que nazca. Pero es indudable que cuando un hijo viene en camino proyectamos nuestras propias expectativas en ellos, y tal vez esperamos que ellos hagan lo que nosotros no pudimos o no quisimos hacer. Yo estaba en una etapa de mi vida en la que me sentía frustrado porque tuve que abandonar momentáneamente la música para tener un trabajo más convencional y seguro que me permitiera tener más tranquilidad a la hora de mantener a mi familia. A esa altura pensé que difícilmente podría retomar mi verdadera vocación, máxime con la llegada de mi tercer hijo. Pensé que era un buen momento para comenzar una nueva etapa, en la que pudiera disfrutar más de mis hijos y de mi casa, y dejara como un pasatiempo el dedicarme a la música. Sabía que no iba a poder seguir con Los Dinos, por lo que decidí refugiarme en mis horas a solas en la sala de mi casa para tocar viejas canciones esperando un milagro en el que pudiera volver con mis compañeros de aventuras y seguir ese hermoso camino de la música con Los Dinos. Soñar no costaba nada y quién sabe si algún día Dios decidía que era mi hora para hacer aquello que tanto me gustaba. Mientras tanto, no quería presionarme más a la espera de mi tercer hijo y sólo quería dedicarme a vivir lo más digna y placentera la vida. Pensé que vendrían tiempos tranquilos y predecibles en mi vida. Pero se ve que Dios no pensaba lo mismo y pronto me daría cuenta de lo que me depararía el destino…

Cuando el médico me dijo que tendría una niña me sentí desconcertado. En primer lugar, porque con Marcella teníamos todo planificado para un varón: la ropa, la cuna, los juguetes y los regalos eran para la llegada de Marc Anthony. No para … una niña a la que nadie le pensó poner un nombre. Ni siquiera lo manejamos como una posibilidad. De pronto me vi en la encrucijada de tener que decidir en un momento un nombre para una niña. Lo que nos llevó meses en decidir el nombre de un varón, pensando en el nombre adecuado, en las expectativas que tendríamos de él, en lo que pensábamos que iba a ser, ahora en un día lo debíamos hacer con una niña … ¡¡que ya había nacido!! Parecía destinado que esta niña nos iba a sorprender siempre con cada cosa que hiciera desde el primer momento. Supongo que aunque hubiésemos pensado en el nombre de una niña en función de lo que imaginábamos que iba a ser y en lo que nosotros esperábamos de ella, tampoco hubiésemos dado en el clavo. Esta niña estaba destinada a ser distinta, a ser diferente, a sorprendernos. Sabía que tendría que tener un nombre especial, un nombre distinguible, no sólo sencillo, pero en verdad no se me ocurría nada. Me estaba por sentir culpable cuando mi esposa me dijo que una vecina de la sala de cuartos del hospital tenía un nombre para nosotros. Esa mujer, al revés de nosotros, esperaba tener una niña y le nació un varón ... Ahora que lo pienso, ¡¡cómo cambiaron los tiempos!!: ahora se puede saber el sexo de los niños mucho antes de nacer por lo que se puede pensar con mucha anticipación los nombres de nuestros hijos; antes, no sólo no lo sabíamos sino que muchos teníamos que planificar el nombre de ambos sexos por las dudas ... La cuestión es que esa mujer pensaba ponerle Selena a su hija. Era sin duda un nombre original, poco común, muy particular. Me puse a estudiar el significado de su nombre y noté que venía del griego y significaba “Diosa griega de la luna”. Me gustó, pues tenía para mí la misma fuerza que el nombre Marc Anthony. Estaba convencido de que ese nombre tendría influencia en la vida de esa niña, por lo que le dije a Marcella que lo aprobaba si dudar. Ella también lo aceptó aunque mi esposa se sentía culpable por no haber pensado un nombre para la niña antes, que no la habíamos previsto, siendo que era una posibilidad concreta. Yo la tranquilicé diciéndole que Dios siempre nos pone a prueba para medir nuestra verdadera templanza, qué tan fuerte somos para superar diferentes pruebas en la vida. Ella se contentó con mi explicación tan convencida. Y si bien yo se lo dije muy seguro, con el tiempo me di cuenta de que Dios nos puso más de una prueba para medirnos y muchas fueron muy difíciles de superar, otras imposibles…

Desde el mismo momento en el que la vi por primera vez supe que Selena tendría un destino, una vida muy diferente de la de los demás. Y no es que minimizara a mis otros hijos. Para nada. Es cierto que yo tenía la experiencia con Selena que no tuve con ellos. Yo la vi nacer. Yo la vi crecer de cerca. Yo le cambiaba los pañales. Yo acompañé su crecimiento. Pero uno también se da cuenta con una mirada, con un gesto, con algo que a veces es difícil de explicarlo con palabras, pero que nosotros sabemos muy bien de qué se trata. Cuando la vi por primera vez a Selena ella me sonrió y allí me di cuenta de que esa niña tenía un carácter especial, que le gustaba agradar, que quería sacarle una sonrisa a cada uno que se le acercaba. Sé que cualquier padre con sus hijos ve las cosas de otra manera e interpreta cada gesto como algo muy especial. Pero yo estaba convencido de que esa niña tenía algo que la distinguía. Mis otros hijos eran obviamente tan hermosos como ella y tenían sus virtudes, pero ella estaba destinada a ser el centro de todo. A.B. tenía sus inquietudes pero él era más retraído, y le gustaba encerrarse a pensar y en hacer las cosas solo. En un punto él era como yo. Y Suzette era como su madre. Era retraída y obediente. Ella aceptaba lo que le deparaba el destino y se contentaba con tener una vida más convencional. Pero Selena … ella no iba a hacer lo que nosotros pensábamos que podía hacer. Yo ya me di cuenta cuando tenía dos años: uno le podía marcar el camino que debía seguir, ella podía decirnos “OK, ya lo hago”, pero inmediatamente se ponía a hacer otra cosa y si yo me acercaba para regañarle ella me sonreía y yo me derretía, me reía, y terminábamos a los abrazos y a los besos. Selena me había comprado definitivamente con su simpatía, con su carisma, con su bellísima sonrisa. Me había agarrado en un momento en la vida en la que yo ya empezaba a pegar la vuelta en la vida, cuando ya A.B. comenzaba su adolescencia y Suzette iba también creciendo. Tal vez Selena percibió que me sentía un poco solo y melancólico por mi sueño frustrado y reservado en aquel cuarto en el que me dedicaba a hacer mi música. Más de una vez Selena se metía en ese cuarto pidiéndome permiso para acompañarme y escucharme sentada sin molestar. Yo al principio temía que su Alma inquieta le hiciera inevitable interrumpirme para preguntarme tal o cual cosa. Selena era una niña, de todos modos. Pero no. En esos momentos Selena permanecía en su sillita callada y me observaba sin decir nada y viendo cada uno de mis movimientos. Allí me di cuenta de esas dos facetas que tenía Selena. Ella estaba todos los días al lado mío y requiriéndome para jugar, para charlar, para reír, para lo que sea. Había asumido cabalmente el rol de la baby de la casa y yo era su ídolo sin duda. Selena era un torbellino y cuando requería de cualquiera no se le podía decir que no. Pero no era de esas niñas que hacía un berrinche si no se hacía lo que ella deseaba. Selena no era de esas niñas caprichosas y de mal carácter que era capaz de las peores escenas para que se hiciera lo que ella esperaba de uno. Tampoco era de esas niñas que pedía cosas insólitas y sin sentido. Selena pedía cosas con una sonrisa y con esa mirada tan linda y tan compradora que era imposible decirle que no. Además ella pedía cosas simples. Por allí venía a las corridas y decía “¡¡Daddy, daddy!! ¡¡Sonríeme por favor!!” y se quedaba a mi lado mirándome y abriendo bien la boca en la que se veían perfectamente sus dientes. Yo me reía con ganas y ella se iba feliz. Y después volvía y pedía lo mismo. Desde que ella entró en nuestra casa y en nuestras vidas, llenó nuestro hogar con sus risotadas, con sus ganas de vivir y de alegrar a los demás. Selena necesitaba a cada momento que le demostrábamos que la queríamos. Yo me daba cuenta de que para ella eso era muy importante y más de una vez les indiqué a mi esposa y a mis otros hijos que lo tuvieran en cuenta pues Selena sufría si no se lo demostrábamos. Por eso tal vez entendía esa otra faceta de su vida, la de esa niña callada que me observaba en silencio y con atención lo que yo hacía por horas. Más de una vez cuando me detenía entre tema y tema yo le decía que si se aburría o se cansaba se podía marchar, pero ella, lejos de ello, se negaba enérgicamente y me pedía que siguiera cantando y tocando la guitarra. Me sorprendía lo fascinada que estaba y lo distinta que era allí respecto de otros ámbitos en los que estaba siempre hablando, gesticulando, riéndose a carcajadas. Allí me daba cuenta de la sensibilidad que tenía Selena, y que muchas veces la “otra Selena” que tanto se percibía tapaba a esa silenciosa niña tan atenta y que estaba tan encantada acompañándome en esos momentos tan íntimos en los que sólo si uno lo siente de verdad es capaz de disfrutarlo. Ésos eran los momentos en los que me sentía más cercano a Selena, a la verdadera Selena que mostraba todos sus sentimientos, todo su corazón, toda su Alma para compartir algo tan importante para ella, para sentirse en familia y en compañía, algo que ella necesitaba como el agua…

Nunca uno puede prever el alcance de una determinación y mucho menos en una situación en la que yo pensaba que nada cambiaría mi vida. Había comenzado a resignarme a trabajar en esa compañía petrolera. No es que la pasara mal: sabía hacer muy eficientemente mi tarea y lo hacía con gusto. Pero no era mi vocación. Yo seguía pensando en la música aunque ya no pensaba en Los Dinos. Cada uno de los integrantes había empezado a hacer sus vidas fuera de la música, como lo había hecho yo. Nos había pasado como a la mayoría: nuestros anhelos de hacer realidad el viejo “sueño americano” dejaban paso a la realidad de contentarse con llevar el plato de comida a la mesa con lo que pudiera y esperando un milagro que nos sacara de una vida resignada y sin muchos proyectos más que los de trabajar duro poniendo lo mejor de sí a algo que tal vez ni nos gustaba. A mí me había resultado muy duro dejar la música y circunscribir mi vocación a cantar solo en un cuarto. Yo había soñado con otra cosa, pero no sólo me había acostumbrado, sino que había encontrado otro motivo para canalizar mi necesidad de seguir conectado con la música cuando tuve la oportunidad de enseñarle a tocar el bajo a mi hijo A.B. Él se había interesado en tocar ese instrumento y yo no sólo se lo compré sino que rápidamente comencé a enseñarle a tocar. No es que yo me había hecho una gran perspectiva con este hecho. No dejaba de ser un hecho familiar en el que me permitía acercarme a A.B. con la música y darle una atención que no había tenido con él siendo muy pequeño. Ni se me pasó por la cabeza que este hecho me llevaría más lejos de lo que uno podía esperar. Creía, eso sí, que era una linda ocasión para que todos estuviéramos más cerca como familia y que de alguna manera nos uniera más a través de la música. Nunca pensé que iría más lejos que eso, y si lo hubiese pensado jamás lo hubiese imaginado que sería por intermedio de Selena y por celos … Un día estaba tocando en soledad mis canciones en esas tardes de fin de semana en las que me permitía seguir conectado y soñando con mi música, y me llamó la atención que Selena no apareciera. Si no fuera porque apenas un rato antes la había visto en su cuarto leyendo en compañía de su hermana, me hubiese preocupado, pero como sabía que estaba allí supuse que quería quedarse allí leyendo, estudiando o simplemente hablando con su hermana. De pronto veo que se abre la puerta muy de a poquito y observo que la cabecita de Selena se asoma tímidamente. Selena se me quedó mirando y esperando mi aprobación. Yo le sonreí en señal de que podía entrar sin problemas. Me dio mucha alegría verla: era una señal de que no se había olvidado ni cansado de esas tardes en la que estábamos juntos compartiendo en silencio mi música. De pronto, Selena me dijo: “Daddy, ¿por qué no tocas el tema ‘feelings’?”. Me sorprendió la propuesta, pues si hubiese pensado en alguna petición de un tema, hubiese pensado en otros temas que yo seguro no sabría tocar, pero accedí rápidamente a su propuesta. Pero apenas comencé a tocar el tema y estaba presto a interpretarla, Selena se me anticipó y comenzó a cantarlo ella. Allí entendí por qué llevaba un cuaderno encima, que era el mismo que tenía minutos antes en su cuarto acompañando a su hermana. Pero pronto olvidé de ello cuando la oí cantar. Me costó seguirla con la guitarra pues quedé fascinado con su voz. ¡¡Era increíblemente bella!! Cualquiera hubiese imaginado que en todo ese tiempo había estado estudiando canto o algo parecido. Y no era así. Selena no quiso mirarme en un principio para no perder la concentración en lo que estaba cantando y otro poco pues no quería dejarse llevar por mis miradas de sorpresa, que seguramente ella no sabría de qué tipo serían. Recién en el medio de la canción y cuando se sintió segura de que lo estaba haciendo correctamente, se permitió observarme con una sonrisa. Grande se pusieron sus ojitos cuando vio mi cara de sorpresa y admiración. Eso le dio más fuerza y seguridad a su canto. Cuando terminó, yo permanecía mudo observándola. Ella me dijo: “Quería darte una sorpresa. Quería demostrarte que yo también puedo hacer algo mientras A.B. toca el bajo y tú le enseñas. ¿Me dejarás seguir cantando, daddy, please?”. Allí entendí por qué había hecho todo esto. Pensó que yo no le daba la misma importancia porque dedicaba parte de mi tiempo a enseñarle a tocar el bajo a A.B. Pero ahora yo no pensaba en eso. De pronto sentí que era el momento de volver a la música, pero de un modo diferente, de una manera que yo no la había previsto. Le dije a Selena: “¡¡Pues claro que seguirás cantando!! ¿Y sabes qué? La próxima vez que le enseñe a tocar el bajo a A.B. tú cantarás lo que toquemos. ¿Qué te parece?”. Ella me dijo que le parecía genial la idea y me dio un abrazo y un beso enormes. “¿Pero en serio que te gustó, Daddy, o sólo me lo dices de cumplido?”, me inquirió Selena buscando que le dé la seguridad que ella esperaba más que nunca en ese momento. “Selena, hija mía. Cantas maravillosamente bien y ya verás en breve cómo es cierto y sincero lo que te estoy diciendo. Si quieres puedes seguir cantando y así podremos que las tardes no sean yo sólo en la guitarra y cantando. Lo que podemos hacer es que yo sólo toque y tú cantes. ¿No te parece una buena idea?”. A Selena le pareció una excelente idea, más que nada porque sentía que volvía a ocupar el lugar central que sentía que había perdido. No podía imaginarse lo que había despertado en mí. Por lo pronto, en los días sucesivos puse a Selena a cantar cuando le enseñaba el bajo a A.B. y a su vez le pedía que me acompañara en esas tardes a ponerle la voz a mis canciones. Pensé que podía aguantar un tiempo más, pero al corroborar la capacidad de Selena para cantar y asegurarme del talento en bruto que estaba frente a mí decidí no esperar más. Compré los elementos básicos para que una banda pudiera tocar en casa y decidí involucrar a toda la familia en el proyecto, en mi proyecto, en mi sueño. Recién cuando llevé todo a mi casa, y ya con los hechos consumados, les expliqué a todos mis proyectos. Si bien para todos era difícil aceptar y entender lo que estaba sucediendo, sabía que Selena y A.B. podrían sobrellevar mejor la situación. Mal que mal ellos seguirían haciendo lo que habían elegido. Lo más difícil era que mi esposa y Suzette aceptaran sus nuevos roles, pero contaba con el carácter de cada una de ellas de aceptar su rol en el convencimiento de que ellas estaban más para acompañar los proyectos de los demás que en ser protagonistas, pero entendía que era muy difícil. Suzette no dejaba de ser una adolescente que lo que menos quería era tocar música y mucho menos la batería. Y mi esposa quería que fuéramos una familia feliz conforme con lo poco que habíamos logrado con tanto esfuerzo. Yo los entendía a todos y en un punto era lógico pensar que era mejor contentarse con lo que se tenía. Pero al ver a Selena cantar de ese modo y con esa gracia a esa edad no podía dejar de pensar que el deseado “sueño americano” era una realidad, al menos en mi caso. Valía la pena arriesgar. Estábamos bien, las perspectivas económicas eran buenas y yo tenía un diamante en bruto. Yo siempre fui por más. Yo siempre quise más. Eso fue lo que le transmití a todos y la que más lo entendió fue Selena. Fuimos a por todas y arriesgando todo. El tiempo me dio la razón, aunque también me enseñó que las cosas pueden ser más difíciles de lo que se cree y que un hecho, por más insignificante que sea, puede volcar la suerte para un lado o para el otro. Y yo viví ambas experiencias, y la más negativa al final...

Yo siempre asumí el rol más difícil, el rol del mando, que muchas veces no surge por votación sino por imposición, y en el que en infinidad de oportunidades se toman decisiones que no son del agrado de todos. Traté de flexibilizar mis exigencias siempre y cuando todos aceptaran el nuevo destino de la familia. Yo sabía que hasta que no viéramos los primeros resultados positivos las cosas serían muy difíciles, pues cualquier decisión tendría serias resistencias y ante el primer obstáculo, vendrían los grandes cuestionamientos. Yo sabía que con Selena no alcanzaba con que cantara bien las canciones en inglés. Aun siendo estadounidenses, no dejábamos de ser latinos y por aquella época era muy difícil que el latino o la música latina fuera aceptada por todos. Y también era muy difícil que un latino de origen mexicano fuera aceptado aunque cantara la “música de los gringos” de forma perfecta. Eso fue lo que viví yo. Y me parecía que las cosas no habían cambiado mucho desde que yo había dejado de cantar profesionalmente. Y como yo la pasé mal con los gringos cantando en inglés y muy culpable con los míos por no saber cantar canciones en español, me pareció que lo más adecuado era que Selena cantara en los dos idiomas. Yo quería que Selena se destacara como una gran estrella de aquella época, como lo eran Gloria Gaynor o Donna Summer, como una gran cantante de habla inglesa, pero para llegar a ese objetivo tenía que intentar por dos caminos: se podía intentar que Selena llegara al objetivo con alguna canción en inglés, pero por ahí había que buscar por el camino alternativo que era destacarse entre el público latino de Estados Unidos cantando en español y tal vez si llegaba al estrellato de ese modo tendríamos el camino allanado para llegar al gran propósito. En definitiva, no sólo nosotros éramos de origen mexicano, sino que vivíamos en Texas y aquí se canta en los dos idiomas. Yo lo único que me había propuesto era que Selena tuviera la habilidad para cantar en los dos idiomas, y dominar cualquier ritmo y melodía. Sé que era difícil, sabía perfectamente la resistencia que tendría pero a todos les hice ver que para lograr las cosas había que ser mejor en todo, demostrar que nada era imposible, y que si todos poníamos mucho trabajo, esfuerzo y dedicación en cada cosa que emprendiéramos nadie nos podría parar. Cuando Selena ponía los reparos lógicos de una niña para hacer semejante esfuerzo yo le decía: “Recuerda cómo llegamos a esto. Cuando tú me quisiste deslumbrar con tu canto, ¿acaso no te esforzaste en aprenderte todas las canciones, acaso no ensayaste, acaso no quisiste demostrarme que todo lo podías? Pues bien, ya me lo demostraste. Ahora piensa en todo lo que deseas hacer en tu vida. ¿Acaso no quieres ser la estrella más querida, más admirada? ¿Acaso no quieres que te quieran todos haciendo lo que te gusta? ¿Acaso no quieres ver que todo lo puedes si te lo propones? Pues bien: demuéstrales a todos que eres la mejor y que nada ni nadie te detendrá. Que cuando te desafíen sabrás aceptar el reto y ganar. Que cuando muchos no sepan qué hacer tú sabrás hacerlo. Ya verás. Pronto serás el ejemplo a seguir y el mundo estará a tus pies. Yo te lo aseguro. Todo depende de ti. Yo sé que tú puedes, pues yo confío plenamente en ti”. Selena me abrazó y se puso a llorar. Me dijo que no me defraudaría, que ella pondría a la Familia en lo más alto y que yo estaría orgulloso de lo que había logrado. Esa imagen me impactó. Yo sabía que le estaba tirando mucha presión pero sabía que ella lo podría sobrellevar. Ella era la más fuerte de todos y con el tiempo me di cuenta de que ella tenía un buen motivo para esforzarse más. Ella quería ser diseñadora y ése era más que un incentivo para dar el todo por el todo. Con el tiempo me puse a meditar por lo decidido, pues así como con el tiempo di cuenta de lo que quería Selena y del esfuerzo que había hecho para lograrlo, también empecé a darme cuenta de que ella se había puesto una presión extra para llegar. Reconozco que cuando me propongo algo no me detengo por nada, pues pienso que siendo que hago todo por el bien de la familia, cualquier esfuerzo es válido entendiendo que es para el bien común. Pero con el tiempo me preocupé al darme cuenta de que Selena sufrió mucho esforzándose desde tan pequeña. Nunca me puse en el lugar de ella. Desde hace un tiempo comencé a angustiarme al saber los miedos de Selena siendo tan chica con un micrófono en la mano y con toda la responsabilidad. Con el tiempo entendí el peso que tenía para ella que todos nos presentáramos bajo el nombre “Selena y Los Dinos”. Eso la colocaba en el centro de atención. Todos podían esconderse detrás de sus instrumentos, incluso en algunos temas podían hasta no tocar ni cantar o hacerlo por un pequeño tiempo. Pero ella no podía hacerlo. Ella era su propio instrumento. Ella debía estar en todos los temas. Ella debía cantar, bailar, agradar, seducir y estar siempre bien dispuesta en todos los temas. ¡¡Y así desde los 8 años!! Y en buena parte de su vida sólo cantaba en español por fonética, pero se aseguraba de aprender dónde poner el énfasis, dónde sufrir, dónde reír, cuándo poner la mano en el pecho, cuándo poner determinada cara. ¡¡Era demasiada presión!! Pero yo eso no lo vi. Tenía un objetivo para cumplir por el bien de toda la familia. Tal vez lo haya advertido, pero no quise reparar para no dudar y, por ende, desandar el camino trazado. Lo mismo pero en otro sentido me pasó con el tema de Selena y su creación de “Selena Etc.”. A mí me preocupaba que Selena se dedicara mucho a la moda porque en un momento pensé que demasiada atención en ello nos desviaría del camino al éxito total en la música. No me molestaba que hiciera eso o cualquier otra cosa en tanto el triunfo en el negocio de la música estuviera asegurado, pero esto me hacía dudar. Muchas veces hablé con Selena sobre este tema, pero ella me aseguró de que su pasión no interferiría para nada en su carrera musical, sino más bien constituiría un gran complemento. Yo le creí, más bien le quise creer pues no quería tener el mismo conflicto que con el asunto de ella con Chris. Y como nunca noté que ella dejaba de tener interés en la música, yo ya no la molesté más por el tema, salvo cuando alguien me llamaba inquieto por este tema. El tiempo le dio la razón a Selena. Basta con ver la carrera de Jennifer López. Si bien ella terminó haciendo la carrera musical tal cual nosotros la habíamos programado para Selena, ella también tomó las ideas de Selena una vez que se hizo famosa, ya que lanzó su línea de ropa y de perfumes, tal cual lo había puesto en práctica Selena. Pero mientras JLo lo hizo ya siendo conocida en todo el mundo, Selena lo hizo cuando su carrera estaba en pleno ascenso y sin llegar aún a tocar el techo. Selena tuvo una visión que yo nunca tuve. Jennifer López en un punto tomó las ideas de los dos y allá esté ella hoy. Y si bien siempre podré jactarme de que mis ideas como manager fueron exitosas e innovadoras, ya que con Selena tuvo pleno éxito y continuaron con JLo, yo no tenía una buena visión comercial. Tal vez no hacía los mejores contratos, tal vez no tenía idea de cómo explotar mejor la imagen de Selena para el provecho de todos, pero lo que no me perdono es no haber siquiera visto que Selena debía tener su propio club de fans para manejar mejor el tema del merchandising y así poder sostener mejor la carrera de Selena. Esa ignorancia de mi parte posibilitó que esa mujer, Saldívar, se nos metiera en nuestras vidas. Y debo reconocer: no sólo la engaño a Selena. También me engañó a mí, y también a toda mi familia. Es triste que tuviera miedo en lo que haría Selena con su boutique, pero no me inquietara en lo que hacía su gerente general. Cuando di cuenta de ello, no reparé en la magnitud del problema y pensé que podía solucionarlo todo con mi propia capacidad. Otro error. Si hubiese advertido y tomado nota de mis limitaciones, Selena no hubiese sufrido lo peor que le pudo pasar. Sé que cometí errores, pero no me arrepiento de lo andado pues yo quise lo mejor para mi familia y todos estaban de acuerdo con lo hecho pues todos se sentían responsables de la dicha familiar. Yo sé que Selena en algún lado aprueba lo que yo hice por ella y por toda la familia. Ella sabe que yo no hice todo por dinero. Si hubiese sido así, esa mujer que le quitó los sueños nunca hubiese entrado en nuestras vidas pues sería yo el que presidiría el club de fans de Selena y obtendría todas las regalías del caso ... No ... No es que como muchos piensan. Yo no lo hacía por dinero. Lo hacía por un sueño, mi sueño, y sólo Selena podría cumplirlo…

Yo sólo eché las raíces para que todo comenzara a andar. Ya cuando observé que mi familia estaba tan involucrada en la empresa como yo, sólo me quedé para dar indicaciones, observar y organizar las giras, y representar a mi hija. Selena había evolucionado muchísimo como cantante, y A.B. como bajista y compositor. Por suerte ambos no se conformaban y buscaban perfeccionarse. A.B. siempre criticó el material que les proponía para que cantaran, sobre todo al principio. Nunca me molestó en tanto eso implicara que no se quisiera ir de la banda, sino que la mejorara con canciones que él creía más acordes a su época. Y Selena hizo de su figura la gran atracción de los conciertos. Tal vez lo que más recuerden todos son sus famosos boustiers que le daban un aspecto sensual y que provocó en mí una gran resistencia. Pero las cosas tampoco fueron tan terribles como se pensaba. Más de una vez me alarmé cuando tanto Selena como Suzette, a medida que iban creciendo, se iban maquillando cada vez más y usaban ropas más llamativas. Pero cuando notaba que eso funcionaba en los conciertos yo mismo me decía: “¿Qué más da? ¡¡Que le den para adelante!!” y las dejaba que se presentaran así sin problemas. Me preocupaba más por Selena, pues ella era la que estaba más expuesta, y no sabía hasta qué punto podían provocar en determinado público y en diferentes conciertos sus vestimentas y sus bailes tan cerca de ellos. De hecho cualquier irrupción del público en el escenario para saludar a Selena me daba temor pues al principio uno no podía saber si no se iba con otras intenciones. En Festival Acapulco 1994 tuve ese temor cada vez que subía alguien del escenario para saludar a Selena. Por suerte el público era tremendamente respetuoso y nada pasó, pero me llevé un gran susto ese mismo año en el concierto de El Paso, cuando alguien ingresó al escenario con el supuesto propósito de saludar a mi hija, pero por el envión se la llevó por delante a Selena mientras cantaba. Enseguida el personal de seguridad lo detuvo. Recuerdo que ella siguió cantando como si nada, pero no pudo evitar decir por el micrófono: “¡¡Me asusté!!”. Lo mismo pasó en el concierto del Houston Astrodome, cuando alguien alguien arrojó un vaso de cerveza mientras Selena se retiraba saludando a todo el público llevada por un auto. Pero todo era muy difícil de controlar, pues Selena con su presencia generaba una admiración en la gente que hasta a mí me sorprendió pues superó ampliamente mis expectativas. Hubo muchos momentos que me emocionaron de mi hija. Tal vez en los primeros tiempos de El Show de Johnny Canales en la que se la veía tan pequeña, tan tímida y tan tierna. También cuando cantó “La bamba”, en Tamaulipas, México, en 1987. Me encantó todo el concierto de San Antonio, Texas, en 1991, cuando ella se consolidaba como la mayor cantante texana …Pero creo que cuando fuimos a Monterrey por primera vez vi la magnitud de lo que Selena era como artista y lo que generaba … ¡¡Y pensar que si era por mí yo ni hubiese ido allí!! Tal vez haya sido un error, pero yo tenía focalizada la carrera de Selena moviéndose por Estados Unidos. Yo no pensaba ir para México u otros países de Latinoamérica. Pensaba que eso tenía sentido si Selena llegaba al estrellato luego de consagrarse como la mejor artista en mi país. Pero un día me llamó don Óscar Flores desde Monterrey y me dijo que fuera para allá pues Selena era una sensación con el tema “Baila esta cumbia”. Yo tenía mis dudas pues la banda, incluida Selena, sabía muy poco de español, pero el empresario me insistió diciendo que con la sensación que era Selena la gente no repararía tanto en ello, que con que se manejara con lo básico e hiciera un buen show bastaría. Al final fuimos y allí sentí que Selena ya estaba consolidada en su carrera y que nada la detendría. Era un megashow en el que participaban muchos artistas. Temí que Selena, ante tanta gente, podría sentirse cohibida, pero no. Selena cantó, bailó, sonrió, manejó al público como nadie y tuvo una personalidad en el escenario que la llevó a que fuera la artista más consagrada por el público en aquel día. Su carisma, su dominio en el escenario, su voz, su enorme talento me indicaron que había madurado y que se había convertido en una gran artista. Allí confirmé que había sido una gran idea ir a Monterrey pues era un buen test para ver cómo se desenvolvería en un terreno en el que Selena no dominaba tanto, ni siquiera el idioma. Y a pesar de todas las dificultades, Selena se desenvolvió muy bien hablando con la prensa y con el público en general, aunque también di cuenta de que el público que se había encantado, y que ya la había adoptado, le iba a perdonar todo y le iba soportar cualquier traspié, si lo había. Sabía que Selena había trazado su propio camino, que el mérito era de ella pues Selena había hecho mucho más de lo que yo le hubiese pedido, de lo que yo le hubiese exigido. Yo me hubiese contentado con que cantara bien y luciera del mismo modo. Pero Selena cantaba, bailaba, seducía, sonreía, iba a uno y otro lado del escenario, saludaba al público, saludaba a las cámaras, vestía de un modo hermoso y original. Selena le había dado una identidad propia y única a su propio nombre. Si se hablaba de Selena sólo se hablaba de ella. ¡¡Definitivamente, Selena le dio el significado y la dimensión a un nombre que nosotros no habíamos ni elegido ni previsto!! Selena con su personalidad y en el escenario le dio pleno sentido y justificación a su nombre. Supe desde ese momento que el mundo consagraría a mi hija y que todos al mencionar la palabra “Selena” se referirían sin duda a ella. Selena se había convertido en una gran artista…

Todo lo que viví desde ese entonces fue como discurrir un camino que yo estaba seguro que todos íbamos a andar. Y tuve el buen tino de manejar determinados acontecimientos que en muy poco tiempo le sirvió al grupo. Cuando Selena fue a dar el concierto en el Memorial Coliseum yo le propuse a José Behar hacer un disco en vivo con lo producido allí. José Behar rápidamente hizo las gestiones correspondientes y procedió no sólo a grabar el concierto sino a filmarlo. El disco salió y no sólo fue un éxito en ventas con la inclusión de temas nuevos como “La llamada” y “Tú robaste mi corazón”, hecha con Emilio Navaira, sino que recibió muchos premios, entre ellos el Grammy. Todos quedamos impresionados por el galardón. En familia todas estas cosas las tomábamos en su real dimensión y sin volverse locos ni echarse humos encima por lo logrado. Pero al ver lo que estábamos logrando pensé en todos los sacrificios que habíamos hecho, todos los obstáculos que tuvimos, todo lo que tuvimos que trabajar para hacer algo y digno, y que tuviera éxito. Muchas veces estuvimos a punto de quedar en la calle, jugué el límite en pos de que el mundo viera y apreciara a Selena sin saber si lo lograría. Y no temía no lograrlo pues por allí ella no podría responder a semejante responsabilidad. Muy por el contrario, yo estaba seguro de que llegaríamos, pero no sabía con que imponderables chocaría. A medida que avanzamos íbamos a lugares desconocidos para nosotros y cada vez tratábamos con gente más disímil, del mismo modo que las cadenas televisivas empezaban a mandar a sus mejores periodistas para entrevistar a Selena. Yo supongo que la humildad de ella podía con todo, pues el buen trato de Selena cautivaba a quien se le cruzara por el camino. Eso me dio la pauta que faltaba poco, muy poco. Comencé a presionar a José Behar para que adelante lo más que pudiera el disco en inglés, pues para mí ése era el momento. Siempre le dije desde que contrató a Selena desde hacía 5 años que nuestra idea era ésa, por lo que el único límite que impusimos era el lugar en el que estábamos posicionados. Y ésta era el momento. Y encima Selena ganó el Grammy y eso no sólo significó que ella ganara un premio, sino que ganara “el premio”. Ese galardón le abrió muchas puertas a Selena. Pues no es como ahora que hay muchos premios Grammys latinos y lo ganan varios de muy diferentes carácterísticas. Para un latino en aquel momento lo máximo era ganar la única terna en la que podía participar: mejor disco de la región méxico-americana. Recuerdo que Selena estaba muy nerviosa, pero, como siempre, lo disimulaba con su sonrisa enorme y contagiosa. Yo estaba seguro de que lo lograría porque sabía como nadie lo que ella era como artista, porque ése era su mejor momento y por sólo ver la cara de Selena llena de ilusión. Esa cara mostraba una gran ansiedad y esa ansiedad sólo demostraba que Selena también pensaba que lo lograría. Cuando llegó el momento de anunciar el premio, vi el asiento en el que estaba Selena y vi a esa niña sentada escuchando con atención a su padre dispuesta a sorprenderlo con su canto para que le prestara más atención. Veía cómo Selena miraba para abajo, cómo miraba para adelante, cómo deseaba que dijeran Selena y ya. Cuando la nombraron y vi cómo Selena avanzaba para recibir el premio y agradecer, lloré como pocas veces. Era por sobre todas las cosas mérito de ella, pero también producto de mi visión y tenacidad. Y ahí estaban los resultados. Selena lograba mucho más de lo esperado. Lograba popularidad pero también reconocimiento. Este premio le daba más dimensión a su figura y le daba posibilidades de ampliar sus planes. Selena comenzó a participar en novelas, películas, a seguir haciendo comerciales. También le dio pie para abrir dos sucursales de su cadena de boutiques “Selena Etc.” y seguir perfeccionándose en su canto. José Behar me prometió que para 1995 saldría el disco en inglés. Eso me hizo pensar que para el inicio del año ella debía ir más seguido a programas de televisión y de radio para promocionarse e incluir en sus conciertos más temas en inglés, pues había que habituar al público de la nueva etapa de Selena. Estaba seguro de que Selena lo lograría. Ella lucía glamorosa, una estrella sin igual, una mujer muy linda con una personalidad y gracias enormes. Nadie la podía detener. Por eso quería aprovechar el momento. Más que nunca estábamos ante las puertas de entrada al éxito absoluto. Sólo era cuestión de tiempo, de tiempo y más esfuerzo. Aunque sin duda la diferencia la marcaba ella. Selena había heredado y aprendido mi espíritu y el pensar que nada era imposible. Más allá de mis esfuerzos, más allá de los planes, la gente sin duda quería a Selena. No sólo la admiraba. También le daba el mayor de los cariños. Ella fue más lejos de lo que yo me imaginaba. Si hubiese prestado más atención a cómo era ella, no debía sorprenderme nada. Selena hacía de lo imposible posible, de la tristeza, alegría, del abandono una compañía amiga. Selena era sin duda la artista ideal por todos y hacia ello marchaba. “¡¡A conquistar el mundo!!”, grité cuando Selena saludó con el Grammy en la mano sin dejarme de reír que por los nervios se hubiera olvidado de nombrar a su esposo Chris en los agradecimientos…

…Me fui muy difícil comprender lo que pasó aquel día. Estaba en el estudio con A.B. escuchando algunos efectos especiales, probando diferentes sonidos de música, escuchando cómo habían quedado los temas que Selena había grabado para el disco en inglés. No recuerdo si ella vendría a la mañana o a la tarde. Supongo que no había nada planeado y sólo esperábamos que en algún momento Selena llegara para completar con su voz algún tema. Sí, supongo que eso esperábamos que suceda. Lo que más nos preocupaba era que al otro día teníamos que estar en Los Ángeles pues Selena debía dar un concierto allí … De pronto el llamado, el aviso. Yo sólo corrí a avisar a A.B. y salimos corriendo para el hospital. Ni pensé en lo peor. Creía o quería creer que sólo estaba malherida, pero fuera de peligro, pero mi inconsciente se encargaba de recordarme que yo sabía la dimensión de lo sucedido. Por mi mente surgieron imágenes recientes en las que quería recordárselas a Selena y nunca se las había dicho. Quería decirle lo bella y tierna que lucía en los Tejano Music Awards en febrero, quería señalarle que siempre recurría a mí cuando quería saber si lucía bien como se podía ver en los ensayos del concierto en el Houston Astrodome, quería preguntarle si el hecho de que siempre en los conciertos miraba hacia su izquierda buscando apoyo y tranquilidad mientras cantaba se debía tal vez a que desde muy chica cuando empezamos con los ensayos yo era el que tocaba la guitarra … a su izquierda. Quería agradecerle por su compañía desde pequeña y que siempre entendió que era un hombre solitario que buscaba cariño y comprensión -a pesar de mi fama de hombre duro y frío-, y que ella siempre me había dado lo que necesitaba. Y que ese Amor y esa comprensión era natural en ella, tan natural que se lo ofrecía al público y éste siempre se lo había agradecido. Por ello todos la querían tanto, además de admirarla como cantante … Cuando llegué al hospital me llamaron y apartaron. Me hablaron de que se le habían practicado transfusiones. Me enfurecí, les dije que Selena jamás aceptaría eso … Me daba cuenta de que Selena estaba inconsciente y muy grave, pero yo no lo quería ni ver ni escuchar. Por eso reaccioné injustificadamente así. Sabía que en esas condiciones nadie podía cuestionar tal acto …De pronto vi que un médico dijo algo, todos se pusieron a llorar y yo sólo atiné a abrazar a uno por uno y a contenerlos. Me pregunté qué sería de mí mañana, que sería de nosotros. Cuando partí para anunciar públicamente la noticia, lloré desconsoladamente. Era tan joven, era tan buena, era mi hija ... Luego me di cuenta de lo que vendría y supe que tendría que defenderme … de defender a mi familia de las sospechas, de las dudas, de los hostigamientos. Pensé que lo mejor que podía hacer era que se le hiciera un tributo permanente a Selena, que la gente la recordara con Amor, que no pensara en aquello horroroso. Cuando llegó el momento de despedirla, la gente me pedía a grito vivo que abriera el cajón pues ellos querían verla, y empezaban a creer que todo era una mentira con vaya a saber qué fines. Sentí que ésta sería la primera de una larga serie de acusaciones contra mí y mi familia sobre lo que había sucedido. Ordené que lo abrieran, como forma de protesta frente a la absurda acusación, pero en mi fuero más íntimo quería que ellos tuvieran razón, que cuando lo abrieran notaran que no había nada, que todo era una burda mentira. Pero no. No fue así. Luego pagaría las consecuencias de semejante acto … Ni se me ocurrió que habría cámaras impiadosas que registrarían por siempre esa imagen que nadie quiere ver ni aceptar de Selena … Volví hacia donde estaba mi esposa y le acaricié el cabello y le tomé la cara mientras la consolaba. Ella estaba destruida. Al final se cumplió lo que dijo en un reportaje premonitorio pocos meses antes: que ella no podría vivir sin Selena. Yo estaba como ella, pero tenía que ser fuerte, no podía flaquear, no tenía que mostrarme débil ante los demás. Hablé con todos, les dije como siempre qué debíamos hacer y que no se preocupen que yo daría la cara por todo. Desde entonces me ha pasado de todo, me pelee, me amigué, expliqué, me llamé a silencio, tomé decisiones. Yo sé que muchos esperaban otra cosa de mí. Hoy en día me siguen pidiendo por qué no saco tal o cual material, por qué no hago tal o cual cosa, por qué supuestamente “vivo” de Selena. No entienden, ¡¡claro que no entienden!!

Yo no soy perfecto, he cometido muchos errores que pagué muy, muy caro. Pagaré toda mi vida el error que cometí con esa mujer y lo que hice aquel día. Tal vez otra gente hubiese hecho las cosas diferentes y les hubiese salido mejor. Pero yo soy así, no puedo cambiar y no me arrepiento de lo que hice. Sólo me culpo de no haberme dado cuenta, de haber sido tan directo, tan franco. Y más allá de lo que haga y de lo que diga, todas las noches me voy a mi cuarto y miro las cosas de Selena. Pues antes que nada ella era mi hija, hija que nunca admitiré que he perdido. Todas las noches le hablo, todas las noches le recuerdo lo que hacíamos juntos, todos los días la invoco para que entre por esa puerta y me pida sentarse en esa sillita para volver a cantar juntos, para compartir aquellas tardes en las que nos divertíamos tanto. Por eso sí cambiaría todo, daría mi vida, la fama y todo lo que logramos para que ella vuelva a sonreír, vuelva a soltar aquellas risotadas y vuelva a llenar de felicidad esta casa que ha quedado vacía sin su presencia…

(Muchas veces para sobrevivir de tanto dolor necesitamos olvidarnos de lo más triste, ver lo positivo de la vida y pensar en uno sin mirar atrás … Al menos eso creemos …Pero cuando se trata de Selena, poder seguir adelante es recordarla siempre, esperarla todos los días, ser como ella en cada uno de nuestros actos. Sólo eso calma algo del dolor de su ausencia … y también levantarse todos los días con la ilusión de que algún día ella por fin volverá…)

Recordarte Selena es lo más hermoso que me ha pasado en la vida … También muy doloroso. Por ti sería capaz de todo. Por ti trato de ser la mejor persona. Por ti doy hasta lo que no tengo para que tú vuelvas a ser ese ser tan bonito, tan lleno de ganas, tan lleno de Amor…

Simplemente te espera mientras te escribe…

Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)





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