Todo sueño tiene un dulce despertar, Selena...


¡¡Qué horror!! ¡¡Por Dios!! ¡¡Qué horrible pesadilla tuve!! Quisiera poder sacarme de encima todo este sufrimiento, todo este dolor … Lo único que me alivia es que sea sólo un sueño y nada más … ¡¡Pero fue tan real, tan vívido!! ¡¡Es horrible, fue horrible!! ¿Cómo puedo sentirme después de vivenciar por unas horas que unas manos siniestras toman un arma y apuntan a alguien a quien yo quiero mucho y que es parte esencial de mi vida? Todavía me estremece el ruido del disparo, el grito desgarrador, la huida desesperada por un pasillo largo e interminable. ¡¡Aún no puedo creer lo que he vivido, lo que he sufrido!! Pero lejos de sentirme más tranquila luego de corroborar que sólo se ha tratado de una burda pesadilla, estoy más nerviosa y más tensa que nunca. Es como si aún estuviera viviendo el horror, como si siguiera el sueño y que aún no he despertado. Mi corazón aún late sin parar a un ritmo que parece que se me va a escapar del pecho. Mi respiración se mantiene agitada y entrecortada. Hay algo de esa pesadilla que no me deja tranquila. No sé por qué es. Tal vez sea porque no pude recordar exactamente qué pasó. No pude ver quién le disparó a quién aun cuando sé que la víctima es alguien muy cercano a mí. Tampoco pude ver qué fue de esa joven mujer cuando salió desesperada de esa habitación para ir por un pasillo. Aún no puedo entender dónde estaba, por qué sólo se tomaba el pecho mientras corría pero no gritaba, por qué sólo buscaba llegar a un lugar, a una puerta, no sé, a algún lugar en el que, una vez llegado, encontraría la salvación y saldría de ese infierno. Quiero olvidarme de esa pesadilla pero no puedo, quiero pensar en otra cosa y no puedo. Algo me lo impide, alguien me lo impide. Para colmo de males noto que me he quedado dormida, por lo que llegaré inexorablemente tarde al trabajo. Pero recién lo noté luego de estar largo tiempo pensando en lo que he soñado. Ahora me doy cuenta de que es jueves 30 de marzo por lo que no es un domingo como había imaginado. En todo ese tiempo que no sé cuánto fue sólo pude quedarme sentada en la cama tratando de descifrar qué es lo que vi allí para sentir tan real lo sucedido, tan real que aun estando despierta no puedo sentir que lo que viví es sólo una pesadilla. ¡¡Que en realidad lo que viví es real, bien real!! Tan real como mis propios gritos …¡¡Sí, eso es!! ¡¡Ahora recuerdo lo que me despertó!!! En realidad no sé si lo que me despertó fue el ruido del disparo o los gritos de esa mujer desesperada huyendo hacia algún lado … Lo único que ahora recuerdo es que de pronto me vi gritando “Nooooooo” con un volumen que no recuerdo haber emitido nunca durante casi 1 minuto. Estoy casi segura de que fue eso lo que me levantó, mis propios gritos desgarradores. Miro el calendario y busco saber el año en el que estamos. Sí, es 1995. Llegué a dudarlo por un instante. Llegué a pensar que ya llevaba más de un año así y no me había dado cuenta, que aún estaba en estado de shock, que me tenían en casa en observación luego de un largo tiempo internada. Me reincorporé y busqué a los tumbos el camino que me condujera a la cocina en el que seguramente estaría mi madre desesperada haciéndome el desayuno luego de corroborar que aún no me había levantado. Me pregunté por qué no me intentó levantar antes a sabiendas de la hora que era … Ahora que lo recuerdo mis gritos tienen que haber sido de madrugada. Puedo ver que aún era de noche, que por alguna razón la persiana de mi ventana estaba abierta por lo que pude ver la negrura del patio, la luminosidad tenue de las estrellas y un silencio que invitaba a sentir miedo si uno estaba muy consciente de lo que estaba viviendo. Pero no era éste mi caso. Puedo ver que apenas terminé de gritar miré a un costado y noté que la luz de la habitación de mi madre se prendía. Supongo que ella se debe haber alarmado por mis gritos aunque tal vez no estuviera segura de que fuera yo … Es curioso. Muchas veces mi madre ha venido a mí cuando yo no la necesitaba y tantas otras en las que la necesitaba ella no aparecía. Siempre sospeché que mi madre cuando me veía mal en serio no se acercaba, no quería ver la dimensión de lo que me estaba sucediendo. Sólo lo hacía si sabía que no me pasaba nada. Allí sí me preguntaba una y otra vez sobre lo que hice, sobre lo que me pasó y sobre lo que estoy pensando. Pero en estos casos, en estas situaciones, optaba por no ver las cosas o por retirarse inmediatamente del lugar. Cuando notó que cesaron los gritos, apagó la luz y siguió durmiendo. En cambio yo no pude pegar un ojo el resto de la noche. Cuando por fin llegué a la cocina, confirmé mi teoría al ver que ella no estaba y sólo había una nota: “Querida Olguita. Me tuve que ir al médico. Aquí te dejo el desayuno preparado. ¡¡Que tengas un buen día!! ¡¡Cuídate mucho!! Nos veremos luego. Mil abrazos y mil besotes. Mami”. Hice una mueca de resignación, tomé mi desayuno y me dirigí a la mesa para tomarlo de un saque y salir rápido a trabajar. Iba a llamar por teléfono para avisarles, pero opté por hacerlo luego de desayunar. Algo me decía que era lo mejor que podía hacer. Prendí la televisión para saber bien la hora y cuál era el pronóstico del tiempo. Cuando lo hice se me calló el plato entero de cereal al piso, pegué un saltó y volví a gritar. Vi que Selena estaba en la pantalla. Era Selena. ¡¡Era Selena la que estaba en mi pesadilla!! Era a Selena a la que habían disparado… en mi sueño…

Aún no salía del estupor que me provocaba saber que era ella la mujer de esa pesadilla … y la víctima. De inmediato llamé a mi trabajo y les dije que no podría ir, que me sentía mal, que me levanté con convulsiones, que me trajeran un médico a mi casa. Yo estaba desesperada. Todavía trataba de entender por qué estaban pasando una entrevista de Selena en el noticiario, un reportaje que no era nuevo, una entrevista en la que Selena lucía una remera a rayas y el pelo recogido. También lucía rara, dispersa, con una sonrisa extraña y un aire de suma preocupación. El reportaje se estaba difundiendo como consecuencia de una noticia “de color”, en el que se decía que la exitosa cantante Selena estaba preparando un disco en inglés y que el sábado estaría presentándose en Los Ángeles … Los Ángeles, Los Ángeles. ¡¡Sí!! Selena dice algo así en el sueño. Lo dice en la habitación. Se lo está diciendo a la persona que le va a disparar después. Se lo dice a los gritos. Se lo dice entre decepcionada y desesperada. Le dice que ya no tiene más nada que decirle. Que ya mismo se va al estudio de q-productions a grabar unas tomas para su nuevo disco y que luego se tiene que ir a Los Ángeles. Es allí cuando esa persona … sí, es una mujer, le dice algo así como que no abra esa puerta y luego dispara sin darle oportunidad de nada a Selena … Pego un grito otra vez y me pongo a llorar. Selena es la persona a quien más quiero, es para mí un familiar más. No podría soportar que le fuera a pasar algo, ni siquiera en sueños … Y éste era tan real, tan claro, tan presente en mí que comenzaba a pensar que tal vez no se trataba de un sueño, que tal vez seguía soñando o esto era un aviso vaya a saber de quién … Todavía me siento frustrada porque nunca pude ver un concierto de Selena. Lo más cercano que estuve de ella fue en la Feria de Monterrey el año pasado. Fui decidida a verla, pero el estadio estaba colmado y ya no había más localidades. Sólo me pude contentar con escucharla desde afuera. Me juramenté que la vería sí o sí el año siguiente, y éste era el año, pero aún faltaba para las giras por Monterrey y por toda la República Mexicana … Insólitamente noto que siguen dando más notas de Selena. Parecería que fuera un recordatorio de ella, un aniversario, una típica nota de alguien que se nos ha ido y se la recuerda por conciertos, reportajes, cosas graciosas, imágenes melancólicas y muy, muy tristes … De pronto veo que pasan una nota en la que muestran el otro costado de Selena, que era el de su obsesión por la moda, por ser diseñadora. Y casi me desmayo cuando veo las escenas de la inauguración de la boutique “Selena Etc.” en San Antonio. Había una mujer al lado de Selena a la espera de la inauguración de la nueva sucursal del negocio de Selena con aire muy nervioso e impaciente. Podía ver sus indicaciones a Selena sobre la hora que era y las actividades que debía hacer. ¡¡Era esa mujer. Era esa mujer la que le disparaba a Selena en mi sueño!! ¡¡Ahora lo puedo ver!! Me di cuenta de todo al ver su aire de impaciencia y la necesidad para nada simulable de que Selena hiciera lo que ella quería. Veo que justo en el noticiero dicen su nombre y que es la presidenta de su club de fans. ¡¡Sí, lo tenía planificado. Lo tenía todo pensado!! Ella miraba constantemente el reloj. Le había dicho a Selena que viniera a verla sola, que no viniera ni con Chris ni con nadie de los Quintanilla, que quería hablar con ella a solas, que sólo en ella confiaba y que no podía decirle nada si estaba alguno de ellos cerca. Le prometió que le diría la verdad, nada más que la verdad. Que había un secreto que Selena no sabía, y que sólo se lo podía decir si venía sola. Selena dudaba en hacerle caso. Ya no confiaba en ella, pero la mujer la llenó de culpas. Le dijo que se sentía mal, que si no venía pronto se suicidaría. Selena se sintió culpable y fue advirtiéndole que era la última vez que iría a su encuentro. Puedo ver cómo se alegró esa pérfida mujer cuando vio que Selena llegaba sola al motel en el que se alojaba, pero no iba a ejecutar su acto en ese momento. No. Contra toda lógica, ella quería que la llevara al hospital, quería que fueran vistas juntas, quería que hubiera testigos, quería que fuera hasta filmada por las cámaras de seguridad. Mejor si era así. Ella lo había pensado todo. Cuando viniera el juicio por asesinato diría en su defensa que hasta su último día Selena lucía con ella juntas y siempre dispuesta a ayudarla. ¿Acaso haría semejante cosa si eran amigas y todos lo podían comprobar? Era imposible. Una vez en el hospital ella se negaría a ser atendida, a pesar del desconcierto de todos y del fastidio de Selena. Pero es que ella sabe algo que los demás no saben. Ella es enfermera y ha hecho un plan perfecto para que nadie la obligue a ser revisada, para corroborar si fue lastimada o no sin que Selena pudiera advertirlo salvo que tuviera la misma profesión que ella. Se las ingenió para que la atendieran en Corpus Christi siendo ella oriunda de San Antonio y denunciando que la habían atacado en Monterrey. Así el caso, sólo podían obligarla a ser revisada si había una acusación formal y ella no lo había hecho. Y las policías de San Antonio y Monterrey sólo podían intervenir si esa mujer estaba en sus jurisdicciones. Un plan perfecto. Con eso la pérfida mujer se aseguraba de que se la viera junto a Selena sin ser revisada. Ella lo había pensado todo y Selena recién comenzaría a sospechar en ese momento sin imaginarse nunca el alcance de semejante y tenebroso plan…

Miro con angustia las imágenes en el noticiario y empiezo a pensar. Selena decía en mi sueño que ella debía ir ese día a grabar y después a Los Ángeles para dar un concierto al otro día. En el noticiero me entero de que ese concierto va a ser el sábado. Entonces, el asesinato sería … ¡¡mañana!! ¿Es un sueño lo que viví o he vivenciado lo que va a pasar? ¿Por qué grité tanto anoche? ¿Qué más vi que no recuerdo? ¿Por qué justo este día no hay nadie en mi casa para impedir que llegue tarde al trabajo? ¿Por qué mi madre me dejó gritando sola en mi cuarto? ¿Es que me escuchó o en realidad nada llegó a oír de mí? Me estaba volviendo loca, totalmente loca. Quería olvidarme de todo, quería pensar que era una pesadilla, sólo una pesadilla hasta que recordé algo, algo que vi de pasada en unas pocas líneas en una revista, en un reportaje que le hicieran a Selena, en una serie de preguntas “ping-pong” en el que le hacían preguntas concretas para que ella contestara cortito. En una de esas preguntas le preguntaron qué era lo que más temía y ella dijo a un sueño horrible del cual nunca quiso acordarse. ¿Y si era el mismo sueño? ¿Y si la pesadilla que había tenido era la misma que tuvo Selena? ¿Es un sueño o un aviso del destino? ¿Es una pesadilla o una advertencia, advertencia que Selena nunca quiso ni ver ni escuchar ni recordar? Entré en pánico, entré en desesperación. Esto no era un sueño. Esto era un aviso desesperado, como si alguien del futuro nos quisiera advertir lo que va a pasar, como si nos gritara de otro mundo para que impidamos lo que ya se había hecho, para cambiar el curso de las cosas, como si eso fuera tan posible como enviar mensajes del futuro. Yo no le creía pero ahora … ¡¡No!! ¡¡No podría tolerar si algo le pasa a Selena!! … ¡¡Lo puedo ver. Lo puedo ver!! Veo cómo esa pérfida mujer le pide que no la deje, disimulando una desesperación que ya no tiene, pero que la actúa para que Selena se la crea y actúe en consecuencia. Veo cómo Selena entra en cólera, se empieza a dar cuenta de los embustes y de los engaños de esa mujer y comete un error que le costará la vida, un error que no se puede cometer contra un psicópata … Selena se saca el anillo que le había regalado ella y va a proceder a arrojarlo sobre la cama para marcharse con violencia después. Y de allí de nuevo esas horribles palabras que parecerían salir de ultratumba: “¡¡No abras esa puerta, Selena!!”. Luego el disparo. Luego la consternación. Puedo ver con angustia como si estuviera frente a ella grabándola como aquel camarógrafo que la filmara desde el auto a la salida del concierto del Houston Astrodome el 26 de febrero de 1995, su cara de horror, de desconcierto, de angustia, de sentir que se está al final sin poderlo entender, sin poderlo explicar, tomándose el pecho como tantas veces lo hiciera en un concierto, sólo que esta vez sí sentía ese sufrimiento, sí sentía ese dolor, tomándose el pecho como queriendo retener lo que salía de su cuerpo y de su Alma, como si esa mano quisiera tapar algo tan imposible como el cielo. Y detrás, detrás de ella a unos cuantos metros esa horrorosa mujer, saliendo de su guarida como un perro enfurecido viendo que el plan le falló increíblemente por obra y gracia de Selena, dispuesta a dar su segundo disparo aunque más no sea para que Selena no hable, para que no se tenga que enfrentar con ella en otras circunstancias. Y luego ver cómo esa mujer de un modo tan increíblemente frío baja el arma y vuelve a su guarida con la seguridad de que lo de Selena es cosa juzgada y sólo tiene que ver entre las paredes y puertas pintadas de rojo cómo debía reformular el plan para seguir siendo creíble. Allí pensó en ir al garaje del motel simulando ser una persona desesperada que estaba por suicidarse, pero con la radio puesta para asegurarse de que las noticias serían alentadoras para ella y desesperantes para todos los demás. Esa pérfida mujer tenía todo planeado mientras Selena daba su último esfuerzo abriendo la puerta del lobby del motel Days Inn para que alguien se apiadara de ella. Podía ver con total impotencia cómo Selena se nos iba en la total soledad sin que nadie pudiera hacer nada, absolutamente nada…

Estuve enloquecida durante toda la tarde. ¡¡No sabía qué hacer!! Tenía sólo un día, sólo un día y había que ver si sólo era un día porque no sabía bien a qué hora era. Pero si me ceñía a mi sueño era a la mañana … Sí, era temprano. Aún puedo ver a esa mala mujer esperándola en traje de piyama y preparando su arma. Sí, podía verla antes levantarse, pedir el desayuno, y mirar una y otra vez el arma, una y otra vez la ventana, para ver si venía su presa en busca de la carnada. Podía ver cómo discaba con furia el teléfono llamando a Selena y reclamándole que viniera ya, que no aguantaba más, que estaba desesperada, que la habían atacado, que estaba sola y que no sabía qué hacer. Cada vez que recuerdo esas imágenes siento terribles escalofríos en mi espalda. Imagino lo que sentiría Selena, cómo ella sí estaba sufriendo en contraposición del simulacro de sufrimiento que hacía esa bestial persona. Imaginaba a Selena debatiéndose entre ir pero a escondidas de su esposo y de su familia para no alarmarlos, para que no se sintieran partícipes de esa virtual extorsión de esa psicópata. Imaginaba el sufrimiento de Selena por sentirse bombardeada por una mujer que no la dejaba en paz con sus llamados, con sus “bippers” y con las culpas que le generaba al insinuarle que la estaba abandonando a su suerte. Imaginaba a una Selena tironeada entre dos partes que se tiraban con fuego pero que la exponían a ella en ese tironeo. Me imaginaba a Selena preguntándose por qué su familia la había expuesto en esa reunión en la que su padre le pedía explicaciones a esa mujer por conductas que los perjudicaban. Me imaginaba a Selena sufriendo las consecuencias de esa reunión en las que esa mujer se aferraba a su anterior confianza y a la culpa para que ella no la dejara a la deriva. Me imagino que Selena sufriría más que nadie por tener que estar en un conflicto que no había iniciado y en el que ella no quería exponerse a una solución aun más conflictiva. Ella no estaba acostumbrada a semejante problema. Selena estaba sí ya entrenada en esos retos imposibles en los que con tenacidad, trabajo, esfuerzo, talento y honestidad podría salir adelante … Pero de esta manera … Selena podía ponerse firme, podía ser determinante, podía ser inflexible, pero ella lo solucionaba con una sonrisa y no esperando que la sangre llegara al río. A Selena le gustaba ser precavida y actuar sobre las causas, no con las consecuencias. Esta situación, este conflicto ella no lo hubiese manejado de ese modo. Ahora pagaba las consecuencias de algo que ella ni generó ni buscó que fuera así. Pero Selena no dejaba de ser ella misma aun con estas circunstancias. Otras personas se hubiesen quedado en sus casas. Otras hubiesen dejado que los demás se pelearan y hasta se mataran sin intervenir. Pero Selena no era así. Aun cuando a ella esto no le gustaba, aunque ella querría estar ocupada en lo suyo y no estar pendiente de algo que le era ajeno. Selena iría, buscaría una solución, desearía llegar a un acuerdo, trataría de solucionar por su cuenta las cosas. Entonces, ella iría, iría con la ilusión de que cuando más rápido fuera más fácil se solucionaría todo, que no había que quedarse con el rencor, que había que apostar a la fe y a la honestidad en la actitud. Pero por sobre todo, Selena ponderaba el no esconderse, en dar la cara, afrontar los problemas. Así se formó y así se manejaba con todo en la vida. Y fue a ese motel con la convicción de que estaría frente a una persona que pelearía, hablaría y discutiría con las mismas armas, con las mismas convicciones. Nunca Selena imaginó que la mujer que la esperaba estaba con un arma preparada y con un crimen perfecto para ejecutar…

Cuando llegó mi madre ella me vio llorando en el sofá. Buscaba ayuda. Quería hacer algo pero no podía. Estaba lejos de Corpus Christi para llegar antes de mañana temprano. No habría ni bus ni avión ni nada que me acercara antes que la tarde del 31. Y para esa hora todo se habría consumado. Apenas llegaría para ser espectadora privilegiada del horror y de la tristeza. Quería recurrir a alguien, ¿pero a quién y a cuento de qué? Pensé en llamar a Selena, pero desistí rápidamente. ¿Por qué escucharía y daría crédito a semejante acusación dirigida alguien a quien supuestamente aún confiaba? Aparte, ¿cómo se lo diría? De sólo pensar que le tendría que decir que corre serios riesgos de ser asesinada al otro día por la presidenta de su club de fans y gerente de su boutique “Selena Etc.” me provocaba pavor. Podía sentir mi propio estremecimiento al sentir el ruido de colgar de Selena acaso enfurecida por tan terrible chiste o por una acusación y amenaza sin sentido. No. Yo no haría nunca una cosa así con nada más ni nada menos que Selena … ¿Pero qué hacer si su vida corría serio riesgo? ¿Acaso era más importante no quedar mal con ella que avisarle que podrían matarla? ¿Pero cómo explicarle, cómo convencer a alguien que está hablando en serio basándose en una pesadilla premonitoria? Tal vez Selena podría tomarlo en serio por su propia pesadilla. ¿Pero ella me lo admitiría? No sé. Tal vez deba apostar a llamar a otra gente. La última vez que vino Selena a Monterrey me encontré con A.B. en una calle y le pedí un autógrafo. Me había quedado hablando un tiempito. Él estaba por volver a Estados Unidos pero había decidido recorrer un poquito la ciudad antes de irse. Pero se había perdido buscando el hotel en el que estaba parando y yo se lo indiqué apenas me lo preguntó. Ante mi respuesta providencial, él en agradecimiento eterno me prometió que vendría a mi casa con Selena cuando volvieran a la ciudad, o en su defecto, me aseguró que si alguna vez llegara a ir a Corpus Christi que no dudara en ir a q-productions y preguntara por él, que sin dudar me llevaría a Selena para que la conociera … Pero había pasado ya unos cuantos meses. ¿Por qué habría de acordarse de mí? Ve a tanta gente que por más que se acordara no dejaría de ser una desconocida más para él; acaso tendría una idea de que yo hice algo por él … Y lo mismo de siempre … ¿Cómo reaccionaría en cuanto le dijera que era Olga, esa mujer que lo sacó de apuros en Monterrey y que lo llamaba porque por una pesadilla estaba segura de que al otro día balearían a su hermana de manos de una persona de su confianza? … No, tampoco. Por un instante pensé en llamar a los periódicos, a la televisión, a lo que sea. Armaría el suficiente jaleo como para que trataran de averiguar y así alertar a Selena de lo que estaba pasando … Tal vez así sí lo haría … “Pero, Olguita, hija mía, ¿qué haces aquí? ¿Es que no has ido a trabajar? Qué te ha pasado? Te preparé el desayuno … ¿Te sientes bien?”, me inquirió de pronto mi madre que había vuelto del médico, provocándome un sacudón que me hizo salir de golpe de mis pensamientos y elucubraciones acerca de cómo salir de semejante situación. “No, madre, no he ido hoy … ¡¡Es que tuve una horrible pesadilla y temo que sea una premonición, madre!! ¡¡Creo que algo muy feo le harán a Selena mañana!!”. Mi madre en cuanto le dije el motivo de mi ausencia al trabajo y lo angustiada que estaba por Selena estalló en cólera: “¡¡Pero, mi’hija!! ¿Cómo puedes creer en estas cosas? ¿Es que te has vuelto loca? ¿Pero qué les ha puesto en sus mentes esa muchacha? Olguita, entiendo que hace muy poquito que has dejado el colegio y que aún eres muy pequeña. También entiendo que tengas a tus ídolos y que uno de ellos sea Selena … ¿Pero cómo puedes faltar al trabajo por un mal sueño, por una pesadilla? ¿Quieres perder el empleo? ¿Acaso qué dirás mañana si no vas? ¿Crees que te tolerarán semejante excusa? ¡¡Vamos ya Olguita!! ¡¡Deja ya a Selena en paz!! ¡¡Ella se puede defender sola!! ¡¡No necesita de ti!! ¡¡Así que por favor deja de pensar en tonterías y prepárate para ir a trabajar mañana!!”.

Por un instante quede estupefacta mirando a mi madre. Por un lado sentía mi Alma partida en mil pedazos y por otro tenía una furia apenas contenida. Creo que mi estado de ánimo para con mi madre en ese momento me hubiese hecho ser amante de un grupo de rock metálico o directamente me hubiese hecho punk ... Pensé en Pantera … Pero lejos estaba de convertirme en ese tipo de personas. Además, no me gustaba su música. Estaba herida porque hubiese querido que mi madre me contuviera en vez de retarme. Quería comprensión, un hombro del cual pudiera descargar mi dolor. Y todo lo que obtenía como respuesta era que me dijera que dejara a Selena descansar en paz, con todo lo que esa frase implica … ¡¡Ahí está!! Otra señal unívoca del destino … Que descanse Selena en paz … ¡¡Por Dios no, no puedo ni siquiera imaginarme ello!! De sólo pensarlo me hace hundir en el más absoluto dolor. Y encima mi propia madre está allí, esperando que lo olvide todo. Ya verá … “¿Pero qué crees madre? ¿Cómo me puedes decir eso? No se trata de un mal sueño. No se trata de pura imaginación. ¡¡Esto va a pasar, madre!! Estoy segura, estoy más que segura. No lo entiendes, madre. Me da mucho dolor decirlo, pero estoy segura de que a Selena la balearán mañana. ¿Qué más quieres que te diga? ¿Crees que me alegra? Y aunque estuviera muy equivocada, hubiese querido que me abrazaras y me dieras un cariño, un consuelo … ¿Acaso piensas que me haré grande y madura de golpe ignorando los problemas que tengo? Yo quiero mucho a Selena. Ella es parte de mi vida. Me siento muy identificada con Selena. Y si le llega a pasar algo yo no respondo de mí. ¡¡Y tú tendrás la culpa por ello!!”. Y salí corriendo a mi habitación llorando sin consuelo. Mi madre intentó detenerme pero sabía que era en vano. En cuanto llegué a mi cama abracé a mi almohada y rompí en un llanto que me duró horas…. Me sentía perdida, triste, impotente. Quería creer que tal vez exageraba, que tal vez no fuera cierto, que todo era producto de mi imaginación, pero esas imágenes, ese disparo, ese dolor … Podía sentirlo, podía vivenciarlo … Yo no quería llorar para siempre. Yo no quería no haberlo intentado todo estando tan segura de lo que iba a pasar. Algo se me tenía que ocurrir, algo tenía que hacer, ¿pero qué? Me decidí llamar a los diarios. Pensé en que podía hacerme pasar por una secuestradora que decía tener a Selena y que pedía rescate por ello. Pensé hablarle de mis premoniciones. Pensé en ir a Corpus Christi y localizar a Selena. Pensé en todas las variantes desde las más razonables hasta las más disparatadas para llamar la atención. Ninguna parecía viable. Si se me ocurriera decirle a mis amigas no me creerían, y si me creyeran estarían tan angustiadas e impotentes como yo … ¿Qué hacer? ¿Qué hacer? Me quedé llorando por un largo rato, por momentos de un modo histérico, colérico, desgarrador. Tiempo después escucho que mi madre me dice: “Por favor, Olguita, despierta, ya es tarde … Yo creo que…”. “¡¡Déjame en paz, madre!!”, le grité. “¡¡Déjame sola!! ¡¡Déjame pensar que hacer!!”. “Es que de eso se trata, Olguita”, me dijo. “Te has quedado dormida. Ya es hora de ir a trabajar. ¿Quieres que llame a tu jefe para comunicarle que sigues sintiéndote mal?”, dijo mi madre casi con un hilo de voz … Esas palabras me sobresaltaron. Por un instante no quería pensar en que fuera ya … ¡¡31 de marzo!! Abrí los ojos de golpe y vi que ya la luz del día invadía mi habitación. Miré la hora y eran ya las 7.30 horas. Me levanté como un resorte y di varias vueltas alrededor de mí gimiendo y llorando. No sabía qué hacer. Definitivamente no sabía qué hacer. Cuando ya no me quedaba más tiempo para seguir en casa sin que ello implicara llegar tarde a mi trabajo, procedí a ir a mi lugar de labor con la convicción de que tenía que decidir algo pero ya, aunque fuera disparatado, no sé qué, pero algo … Pero conforme avanzaba con mi andar perdido y seguía pasando el tiempo, me iba desmoronando. Nada de lo que se me ocurría podía tener éxito. Ya no tenía tiempo para lograr que otros actuaran por mí, ya no tenía tiempo para que yo pudiera hacer algo por mi cuenta. No dependía nada de mí y eso me atormentaba más. Estaba por entrar a mi trabajo y justo veo en una pared una foto de Selena y Los Dinos arrancada por alguien que se ve que quería tomarla para llevársela de recuerdo. No lo logró, se nota. El poster quedó destrozado y sólo se podía ver intacta la figura de A.B. … A.B… ¿Y si tal vez él…? … Acaso se acordará de mí ... Miré mi reloj y eran ya las 9 horas. En cuanto entré al trabajo no sé qué pensé, sólo actué, actué sin medir las consecuencias, actué sin saber qué sería de mí, pero sí qué debía ser de Selena…

Entré a la carrera en busca de mi jefe y le pedí que me dejara usar su teléfono para llamar a Corpus Christi. Le dije que era muy urgente, que era un asunto de vida o muerte, que yo me hacía cargo de todo. Mi cara de desesperación debe haber convencido a mi jefe que ni siquiera me preguntó por lo que me sucedió ayer. A mí ya no me importaba si me despedían, si me dejaban encadenada allí hasta que me actualizara con el trabajo o si pensaban perdonarme de por vida. Yo sólo pensaba en Selena, pensaba en cómo salvarla, si estaba bien aún. Por la diferencia horaria no podía establecer si ya había ocurrido todo o si aún había un margen de posibilidad. Tampoco por mi sueño podía establecer la hora precisa de cuándo sucedió la insensatez. Sólo sabía que era por la mañana y no muy temprano. Tomé una guía y busqué la casa de A.B. En cuanto encontré el número sólo desee que estuviera del otro lado del teléfono y me reconociera. Era una ínfima, minúscula posibilidad, pero a esta altura cualquier chance, por mínima que fuera, tenía el valor inconmensurable de la esperanza. Pero Dios no me dio esa posibilidad: me atendió una mujer. Me tranquilizó el hecho de que no se oyeran voces de lamentos ni de llantos. Le pregunté si no estaba A.B., que la llamaba Gloria, una amiga de Monterrey, la que la ayudó a encontrar el hotel el día que se había perdido … La mujer, que creo era su esposa, me dijo amablemente que A.B. estaba en q-productions junto con su padre para grabar algunas cosas, entre ellas las voces de Selena que iría después para completar algunos temas. Le pedí el teléfono y por suerte me lo ofreció con todo gusto. En cuanto colgué llamé desesperada a q-productions. Ahora sí rogaba más que nunca que me atendiera él. Pensaba que si me atendía el padre no me entendería y desestimaría cualquier peligro. Pero A.B. … Él si me entendería … De nuevo escucho la voz de una mujer. Era una de las secretarías. Le pedí por favor por A.B. Ella me dijo que estaba ocupado grabando, que por favor llamara más tarde. “Por favor, señorita, dígale que llamo de Monterrey, que me llamo Olga, que soy aquella que la ayudó ese día…”. “Espera”, me dijo la secretaría. “Mira, tienes suerte, aquí está A.B. Ya te lo paso”. Oigo unas voces en inglés hasta que escucho a A.B. atender. “Sí, hola, ¿quién es?”. “Hola, A.B.. Por favor, escúchame con atención. Te llamo desde Monterrey. Me llamo Olga. ¿Te acuerdas de mí? ¿Te acuerdas que hace poquito te perdiste y no encontrabas el hotel…”, le supliqué. Hubo un silencio que duró una eternidad hasta que él dijo: “¡¡Sí, sí!! ¡¡Me acuerdo!! ¿Cómo olvidarlo? ¡¡Me salvaste ese día!! ¡¡Creí que estaba en otra ciudad!! Te debo una. ¿Pero dónde estás? ¿Estás aquí en Corpus Christi? Si te has perdido, te puedo pasar a buscar y guiarte”, y se echó a reír. Yo le corté lamentablemente su clima de alegría casi con desesperación: “Escúchame, A.B, por favor. Me acabas de decir que me debes una. Pues bien, hazme un favor. Antes que nada, ¿qué hora es allí?”. “Son las 10 y media de la mañana. ¿Pero qué pasa? ¿Qué puedo hacer por ti?”, me dijo A.B. totalmente intrigado. “¿Dónde está Selena?”, le dije, aunque ya intuía la respuesta. “Debe estar en su casa. Tiene que venir para aquí a grabar unas partes de canciones pero tal vez venga a la tarde. O está allí o tal vez está en su boutique con Y…”. Lo interrumpí antes que la nombre y siga: “Por favor, A.B. Me dijiste que me debías una. Voy a cobrarla, pero te ruego que no me preguntes por qué te pido esto. Ya te darás cuenta. Sal de inmediato de allí y ve al motel Days Inn, más precisamente en la habitación 158. Selena está allí con la presidente de su club de fans. Te lo pido por favor, ve ya y sácala de allí, pero hazlo con cuidado, que nadie salga lastimado”. “Pero no entiendo Olga. ¿Qué pasa? ¿Qué se supone que debo hacer? ¿Cómo sabes que Selena está allí? Además, yo no puedo ir allí así porque sí … Dime por qué debo ir allí. Por otra parte, no comprendo por qué Selena está allí, si está todo mal entre mi familia y ella … ¡¡Hey!!¿Acaso sugieres que Y…?”. “¡¡Por favor, A.B.!! Tiene un arma. ¡¡Ahora lo veo todo!! La compró hace poco. La devolvió, no sé por qué. Pero hace unos días la volvió a adquirir. ¿Qué te sugiere eso? ¡¡Pero por favor, A.B.!! No me preguntes ahora. ¡¡Ve, corre, que no estás tan lejos!! ¡¡Ve antes de que sea demasiado tarde!!”, le grité casi con desesperación. “¡¡Está bien!! ¡¡Ya estoy yendo!! Le aviso a mi padre y ya vamos”, me tranquilizó. Él estaba muy perturbado pero increíblemente me hizo caso en todo, tal vez porque vio la sinceridad en mis palabras y porque se dio cuenta de que lo que le decía no era descabellado sino más que probable. Le pasé mi número de teléfono particular y el del trabajo y le dije: “Sólo te pido que avises a mi casa cualquier novedad. ¡¡Por favor mantenme al tanto!!”. “¡¡Perfecto, Olga!! ¡¡Me voy corriendo!!! ¡¡Adiós!!”, y colgó fuertemente por lo que corroboré con ello que A.B. iría por Selena…

Fueron los momentos más horrorosos de mi vida. Apenas salí de la oficina de mi jefe me desmayé. Estuvieron un rato para reanimarme. Cuando estaban por mandarme a un hospital para observación les grité: “¡¡No!! ¡¡No!! ¡¡Llévenme a casa, por favor, que allí estaré bien!!”. Sólo estaba esperando que A.B. me llamara, pero a su vez eso me provocaba terror pues de sólo pensar en una posibilidad o la otra me generaba la peor de las pesadillas. Estuve a punto de llamar a q-productions, pero no quería. Prefería la ansiedad de la espera a que me enterara de que llegaron tarde, que no pudo ser, que hicieron lo posible, que están shockeados, y que me preguntaran que cómo sabía y por qué no pude avisar antes. Para colmo de males estaba la posibilidad de que me pudiera enterar de lo peor por la televisión. Al principio, iba a decirle a mi madre que apagara el aparato de TV, pero después opté por lo inverso: le dije que me trajera la televisión al cuarto. Me puse a mirar un programa de entretenimientos. En realidad no lo miraba. Sólo permanecía concentrada deseando que ningún informativo urgente cortara la transmisión habitual de los canales, pues eso significaría el fin. Mientras permanecía mirando sin mirar la televisión, puse a prueba cuán cierta eran las investigaciones científicas que decían que el cerebro humano era más poderoso que lo que suponíamos y que sólo nosotros lo desarrollábamos en una pequeña parte. Sólo permanecía concentrada en que A.B. lo lograría, en que Selena daría su concierto en Los Ángeles al otro día, que Selena saldría de todo sin ningún escándalo y sin ninguna situación embarazosa. Me permitía pensar en la última posibilidad si Selena saliera indemne de la tragedia. Ya se vería luego cómo salir de ello… No importaba… No importaba cómo … No importaba nada… Mi mente sólo estaba focalizada en que ninguna noticia especial debía salir de ese televisor, que nada haría levantar la programación del canal que estaba mirando. ¡¡Nada, absolutamente nada!! Ni siquiera pensaba en mucho más allá de ese momento. Ya habría tiempo para pensar en el futuro, para pensar en lo que sería de Selena. Ya habría tiempo … Ya habría tiempo … Quería no enterarme, pero no aguantaba más. Quería que A.B. llamara, que ese teléfono sonara de una bendita vez … Habría pasado una hora, me había dormitado un poco producto del cansancio, del estrés, de los nervios que me estaban carcomiendo. De pronto soñé con que Selena salía presurosa de aquella nefasta habitación. Detrás de ella A.B. que le cubría las espaldas mientras discutía a los gritos con esa mujer. Ella salía con el arma dispuesta a disparar de una buena vez hasta que un policía la obliga a bajarla. Detrás de él estaba el padre de Selena que, tal como había convenido con A.B., mandó a llamar a la policía denunciando que Selena estaba en peligro y que A.B. iba en su búsqueda. Que todos habían sido avisados por Chris, preocupado como estaba por lo sucedido en ese motel el día anterior. Esa mujer quedaría presa para siempre, Selena estaba a salvo, y la Familia estaría exenta de cualquier escándalo y malas interpretaciones. Era el final soñado. Todo seguiría igual, sólo que con más cuidado producto del susto mayúsculo, y de la solidaridad y del cariño de la gente … De pronto suena el teléfono. Sentía como si me hubiesen arrancado el sueño de mi cabeza y me transportara a la negrura de la realidad. Miré el reloj. Eran las 2 de la tarde. Sabía que estaba todo definido, para bien o para mal. Puse mi mano sobre el tubo de teléfono, esperé que sonara una vez más como esperando que por allí el que llamó se diera cuenta de que se había equivocado de número y desistiera de seguir llamando, o dejar que sonara una vez más para tomar valor y afrontar la terrible noticia. Sentí que se me paralizaba el corazón, contuve la respiración, tomé el tubo pero no contesté. Se hizo un silencio eterno hasta que alguien dice: “¡¡Oye!! ¿Acaso no me vas a contestar? A mí me dijo A.B. que estabas preocupada por mí. Pero veo que no es así. Entonces cuelgo…”. No lo podía creer … “Pe …Pero … ¿Eres Selena? … ¿Estás allí? Dime que eres tú, dime que no es un chiste de mal gusto. ¡¡Por favor!!” y rompí en un llanto que parecía interminable. “¡¡Hey, hey, Olguita!! ¡¡Quédate tranquila!! Sí, soy Selena. A.B. me contó todo. Creeme que me salvaste la vida. Sé que en otra circunstancia ninguno de nosotros hubiese dado crédito a lo que le dijiste a A.B. Pero no por nada lo convenciste a él y con lo que sucedió hoy también me convenciste a mí. Ahora pienso que esa pesadilla que yo tenía debí haberla exteriorizado y no habérmela quedado para mí. ¡¡Menos mal que estabas tú, Olguita!! Pero no hablemos más así. ¿Qué te parece si la seguimos en un ratito en persona?”, me dijo Selena. “¿En un ratito personalmente? ¿Y cómo vamos a seguirla si estamos tan lejos”, le dije incrédula sin poder aún creer lo que estaba escuchando, que era en definitiva lo que tanto deseaba …”Y … Yo pensaba teletransportarme, ¡¡previo desintegrarme y en unos segundos estar allí!!”, me dijo Selena y echó a reírse a carcajadas como era su costumbre. Recién allí pude gozar plenamente de lo que estaba pasando, recién allí asumí que era cierto y que no estaba soñando que Selena estaba viva, que no sé cómo estaba viva y yo era la persona más feliz del mundo. “Escúchame bien. En un ratito va a pasar por allí una amiga mía, Cristina, que tiene que venir para mi casa. ¿Qué te parece si vas con ella y me vienes a ver, como tanto lo querías?”. “Claro, claro, por supuesto. Sólo que le tengo que decir a mi madre…”, musité. “Si quieres le digo yo”, me dijo Selena. “No, no va a hacer falta”, le dije con determinación. Nada ni nadie me detendrá a ver a Selena después de todo lo que padecí … “¿Y cuándo viene Cristina?”, le pregunté. “En 15 minutos. ¡¡Prepárate rápido que en unas horas estarás aquí!!”, me dijo con ansias Selena. “Dime sólo una cosita más Selena … ¿Cómo está el tiempo allí?”, le pregunté, acaso sabiendo la respuesta … “¡¡Está lindísimo!! Con mucho sol. ¿Pero por qué le preguntas? ¿Para saber qué llevar?”, me preguntó pícaramente Selena. “¡¡Claro!! ¿Para qué sería si no, Selena?. ¡¡Te quiero mucho y cuídate!! Ya voy para allá”. Y volví a llorar, esta vez de alegría. “¡¡Yo también te quiero, Olguita!! Y apúrate que si tardas me voy a Los Ángeles y ¡¡ te dejaré en compañía de mi padre!!”, me dijo Selena a las carcajadas … Pero más allá de las humoradas a las que Selena nos tenía acostumbrados, yo sabía que ella también estaba llorando…

Luego de viajar unas horas animadamente con Cristina llegamos a Corpus Christi. Estábamos llegando a la casa de Selena y vimos que ella nos estaba esperando en la puerta. En cuanto reconoció el auto empezó a ser señas ampulosas con las manos. Ese instante en el que Cristina tardó en estacionar fue eterno por las ansias de vernos de una buena vez. En cuanto pude, bajé y casi me mato porque me enredé el pie con el cinturón de seguridad. Así me abracé a Selena sin poder desengancharme del todo, por lo que ella sintió como si la hubiese chocado. Es que ni Selena esperó que nuestro encuentro sucediera de ese modo tan loco, como lo había sido todo ese día. Estuvimos un largo rato abrazadas, llorando y riendo al mismo tiempo. No había necesidad de hablar. Sólo sentir que estábamos vivas. En cuanto pude, le dije una y otra vez: “Selena. Haz lo que tengas que hacer, pero hazlo. No te dejes llevar por los demás. Sólo sigue el camino que tú te has trazado. Serás la mejor cantante del mundo y mejor diseñadora. Sólo tienes que actuar como tal. ¡¡Puedes decirle al mundo entero que eres la mejor sin dejar de ser humilde!! Sólo te pido eso: ¡¡que coseches todo lo que has sembrado con Amor por años enteros!!”. Selena me volvió a abrazar sin decirme nada más que “Gracias”. Sabía que estaba conmocionada. Que tal vez le costaría salir de esta situación traumática, pero que eso mismo la haría doblemente fuerte y doblemente precavida. Y que la inmediatez de lo peor le haría tomar conciencia de que ella y sus decisiones eran lo más importante. No le quise decir nada de lo que le pasó si ella no me lo decía, aunque yo ya sabía todo. Sólo le dije si iba a suspender el concierto de Los Ángeles. “¡¡De ninguna manera, Olga!! Ellos ya compraron las entradas. Me esperan mañana. Sólo una catástrofe o una desgracia podrían suspender el concierto. Además, debo demostrar que puedo no sólo salir de esta conmoción, ¡¡sino que éste es el inicio de una larga y exitosa carrera!!”, me dijo con entusiasmo Selena. “¡¡Y así será, Selena!!”, le dije yo sin dejar de abrazarla. “Pero tú vienes conmigo. Necesito que estés conmigo mañana”, me rogó Selena. “¡¡Pues claro que iré!! No hay nada más lindo que volver a verte en el escenario. ¡¡Ya quiero estar allí!!”, le dije pegando un grito. “¿Pero sabes por qué quiero que realmente vengas?”, me preguntó Selena con tono de misterio. “¿Por qué?”, le dije con gran intriga. “¡¡Porque en realidad lo soñé!!”, me gritó Selena mientras me daba una palmadita a mi espalda y me invitaba a su casa para preparar todo lo necesario para salir. En el camino me encontré con A.B. En cuanto lo vi, eché a llorar y lo abracé con fuerza. “Gracias, gracias por haberme escuchado. Si no hubiese sido por ti”, le dije sin poder decir más. “¡¡No!! Todo fue gracias a ti, Olga. En lo sucesivo habrá que saber escuchar bien a la gente y no sólo hacerlo en las emergencias. Pero dime: ¿me vas a contar cómo es que lo supiste todo?”, me dijo intrigado A.B. “¿Te parece que sea necesario decirlo …”, le dije esperando que se diera cuenta de lo que le quería decir. “Tienes razón. Lo dejaremos para cuando seamos viejitos y se lo contemos a nuestros nietos”, me dijo A.B. y nos fuimos sonrientes y abrazados a la casa de Selena. Respiré bien hondo y podía sentir y gozar del aire bien puro, del cantar de los pájaros, del aroma a pasto recién cortado. Era el final de un hermoso día. Era el día del renacer de Selena. Era el inicio de la carrera de la mejor cantante latina de la historia. ¡¡Y todos contribuimos a que así fuera!!

(Yo sé que es la historia de todos, yo sé que es el sueño de todos. Tal vez Olga, tal vez otro, tal vez alguien logre que Selena viva lo que tenga que vivir, que Selena vuelva a cantar, que Selena vuelva a ser feliz y a hacer feliz a tanta gente que desde que ella se fue vive en un mundo de desamor y de falta de cariño, de su cariño)

Yo sólo quiero que estés aquí, Selena … Yo sólo quiero que este mundo, que cada ciudad en la que has dado todo tu Amor recupere la sonrisa, hoy perdida por el odio y el rencor que se ha apoderado de todo. Sólo tu presencia Selena haría que cada persona se mire a sí misma y vuelva a aprender a querer.

Te quiere con toda el Alma…

Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)





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