Cuando veo a mi hija te veo a ti, Selena…


Cuando veo a mi hija la veo a ella. Es su fiel reflejo aunque no sea su hija. Cuando la observo cómo mira la película sé que lleva algo de ella, yo sé que la siente cercana, que es parte de ella. Seguramente le he transmitido en sus genes mi Amor a Selena. Y ella lo sabe, más allá de que no le haya mencionado del tema, sólo que fue mi esposa hasta que sucedió aquello. Era mi “primera esposa” pero mi único Amor. Nunca pude acompañar a mi hija cada vez que vio la película. Es muy doloroso para mí … Recrear todo lo que ha pasado. Todo lo lindo, pero también todo lo doloroso, lo trágico, lo inaudito. A mí también me pasa lo que a varios, que no pueden separar las buenas épocas de aquel final. Mi hija jamás me dijo de ver con ella la película. Me lo ha insinuado con la mirada, como esperando que acaso algún día la quiera acompañar, que exteriorice todo lo que aún siento por ella, todo lo que aún me duele su ausencia. Mi hija también sabe de mi timidez, de lo que me cuesta expresar mis sentimientos. Ya me ha costado explicarle lo que ha pasado, lo feliz que era, cómo todo se derrumbó todo y cómo tuve que rehacer mi vida a los tumbos, cómo llegaron a mi vida su madre y su hermano. También sabe lo doloroso que es para uno decirle que ella es fruto no sólo del Amor de dos personas sino también del infortunio. Mi hija también se da cuenta de que yo la sigo amando a pesar de todo, que es seguro que la historia hubiese sido muy diferente si Selena hoy estuviera. Me da escalofríos el sólo pensar que mi hija desearía hacer lo que sea para reencontrarme con Selena, aunque por ello ella seguro no estaría aquí. Mi hija sabe de mi frustración de no haber podido tener un hijo con ella, que pensábamos en tenerlo, tarde o temprano. Sé que mi hija en todos estos años se ha angustiado por lo que viví en los últimos tiempos y se da cuenta de que tal vez el padre que conoce siempre fue así, con temperamento fuerte y cambiante, pero que cuando estuvo con Selena fue un hombre más sereno, más calmo, en paz y feliz. Y no le falta razón: cuando conocí a Selena yo estaba perdido, decididamente perdido. Tocaba la guitarra en una banda de rock y siempre quise ser como Slash, de los Guns N’ Roses. Era mi banda y mi músico favoritos. Pero pronto entré en el “mundo del rock”, con lo bueno pero también con lo malo y con todas sus consecuencias. Lo peor que te puede pasar en la vida es cuando pierdes el rumbo, no tienes metas, cada día es lo mismo y sientes que nada ni nadie te contiene. Cuando entras en esa vorágine, eres “carne de cañón” y si las fieras huelen tu sangre te devorarán sin duda. Y cuando me dejaba devorar por gente sin esperanza y sin rumbo como yo, tuve la suerte de que me rescatara A.B. proponiéndome que me uniera a su banda. Al principio me desconcertó su propuesta. Yo no hacía su música. Sabía qué era “Selena y Los Dinos”, pues A.B. era mi amigo y muchas veces compartíamos fiestas y hasta días de playa. Pero no más que eso. Cuando le dije que si le parecía que podía serle útil alguien que tocaba específicamente rock, A.B. apeló a mis propios sentimientos y a mi sentido de pertenencia. Yo era tejano y sabía tocar la música de mi tierra. La había aprendido antes que tocar rock, por lo que me podía adaptar sin problemas. Pero cuando yo le dije por qué no buscaba a un guitarrista más convencional, más experimentado en el tipo de bandas como la de Selena y Los Dinos, él me dijo que prefería tener un guitarrista que diera un sonido innovador a la banda, que aprovechaba la salida del guitarrista anterior, que se fue del grupo porque se casó y su mujer no quería que siguiera en el “mundo de la música”, para que entrara al grupo alguien que aportara al grupo un sonido distinto. “Acepta, Chris. Yo luché mucho tiempo para que dejáramos de hacer las canciones de siempre e inventáramos otras más acorde a los nuevos tiempos y que nos acercara a otros ritmos y a otras músicas. Por eso te necesito en el grupo. Tú le darías ese toque que no tienen los otros músicos y no te tengo que enseñar nada, ¡¡pues tú lo sabes todo!!”, me dijo A.B., por lo que fue casi imposible no aceptarlo. Yo sabía que eran genuinas y honestas sus palabras e intenciones, pero tenía la sospecha de que él me quería rescatar de un mundo de infierno. Él me estimaba mucho, y como Selena, él quería componer todo y arreglar las cosas por su cuenta. Por ello, en vez de buscar a alguien más acorde a su banda me rescató a mí y con ello solucionaba dos problemas con una decisión. Acepté sólo porque no le podía decir que no a A.B. y porque recién con su propuesta encontraba algo de perspectiva a mi vida. Era cuestión de adaptarme a mi “nuevo trabajo”. De última si no me adaptaba se lo decía a A.B. y listo. Además, sabía que aún debía esperar la aprobación de su padre, y sabía lo duro y exigente que él era. Pero cuando fui y me vio tocar, sólo me dijo que tenía que sacarme todo ese look roquero que llevaba. Tal vez él esperaba que le dijera que no o tal vez lo que me quiso transmitir era que lo mínimo que tenía que hacer para estar en la banda era eso, y si lo hacía no habría problema. Luego se confirmó que yo no tenía ningún inconveniente en adaptarme y que el padre era menos duro de lo que se mostraba, pues le bastó mi intención para aprobar mi entrada al grupo, ya que buena parte del look anterior se mantenía inalterable…

Veo a mi hija y la veo a Selena. Me es inevitable. Yo quería tener una hija con su nombre pero sólo ponérselo si era hija de ella … Desistí de hacerlo con mi segundo matrimonio. Lógicamente sabía que podía ser molesto para mi segunda esposa, pero ella ya sabía cómo había sido la historia con Selena, por lo que no me haría muchos problemas si ése era mi deseo. Pero yo no quise. Yo lo podía entender que lo hicieran otros padres, pues cada uno hacía su homenaje poniéndole su nombre. Era su forma de tener cerca a Selena, expresarle su Amor y admiración. Pero yo sí la tuve cerca. Yo viví los mejores años de mi vida con ella. Selena me comprendió como nadie quién era y qué quería de mi vida. Fue ella quien me sacó de los peores vicios y me volvió a este mundo para gozarlo y vivir feliz. No necesitó darme sermones, no necesitó pedirme nada. Sólo dio su Amor como lo daba a todo el mundo, sólo que yo no era el público o su familia. Yo era el hombre que ella buscaba. Más de una vez me pregunté cómo iba a buscar a alguien como yo en vez de buscar a un hombre seguro de sí mismo, con buena posición económica y familia distinguida. Pero Selena era distinta. Ella no era convencional. Ella era innovadora, tenía planes, siempre iba por más. No era conformista, no era la típica mujer que buscaba un hombre para casarse y vivir a su sombra. Selena buscaba tener a alguien que fuera su compañero de su aventura. Ella quería acompañar a su hombre con sus sueños y ella acompañar a los de él. Por eso se fijó en mí y por eso decía públicamente que antes de ser novios nosotros éramos buenos amigos y que eso era una condición fundamental para darse cuenta de que yo era el hombre que buscaba. Como en todos los aspectos de la vida, Selena no mentía, era honesta y le gustaba dejar en claro su postura en la vida, y lo que ella quería y soñaba. Por eso me río cuando escucho y veo a algunos decir que Selena buscaba a otros hombres, o a otros decir que Selena era su “Amor” y sólo le piden disculpas por lo dicho al padre de Selena y me ignoran a mí, que era su esposo. Tal vez si la hubiesen conocido bien a Selena, sabrían que nunca los hubiese elegido a ellos, pues ella no aprobaba diversos modos, diferentes formas de trato hacia la mujer tan comunes y que la dejaban siempre a un segundo plano. Selena no quería ser la sombra de nadie ni ensombrecer a nadie. Selena quería tener a un igual a su lado, a un hombre sensible que pudiera sentir lo mismo que sintiera ella. Selena no era de las que necesitaban a un “hombre fuerte” que le marcara el rumbo de las cosas. Ella amaba a su padre pero no quería el mismo modelo de familia para crear el suyo. En realidad, como pasa con todos, ella aprobaba muchas cosas de su padre: ella era muy disciplinada y exigente y así pensaba ser con sus hijos. Pero no quería que uno de los miembros de la familia tuviera que seguir el camino del otro. Ella comprendía que su madre lo hiciera pues así eran las cosas en su época, pero también recordaba a su abuela, cuya historia generó el tema “Amor prohibido”. Y en un punto Selena había hecho lo que hizo su abuela. Cuando su padre se opuso a nuestro noviazgo, ella no dudó un instante en revelarse ante tamaña injusticia y allí decidimos casarnos en secreto para que, una vez los hechos consumados, el padre entendiera que lo nuestro iba en serio. Antes que eso yo le demostré al padre de Selena que antes de sentirme perseguido y atormentado, prefería pegar el portazo e irme de la banda. Yo también tenía mi carácter, que sólo mostraba en su dimensión cuando sabía que no alcanzaba con dejar en claro mi postura con mis actitudes y con mi silencio que lo decía todo. Y si bien hoy me siento mal con que tanto la Familia Quintanilla como yo hayamos sufrido tanto en aquel momento, valió la pena haber hecho lo que hicimos. En la actualidad el cariño y el respeto de todos hacia mí y de mí hacia ellos se mantienen inalterables. Por eso me río de todas las canalladas que se han escrito de mí, dando a entender que Selena no me quería y de que estaba decepcionada conmigo. Antes me enojaba muchísimo. Si hay algo muy injusto es cuando se dicen cosas de ti tan livianamente y sin pudor, y más cuando se dicen tantas mentiras de ti dejándome ante los demás como alguien lamentable, no digno para estar al lado de Selena. Me irritaba aun más cuando advertía que esa gente apañaba cosas que son imposibles de aceptar. Recuerdo cómo una mujer en un libro me destrozó como persona y me denigró hasta en mis cosas más íntimas, pero lo peor era ver que con la excusa de decir que Selena buscaba un hombre fuerte que la contuviera, estaba avalando las peores formas de machismo practicada por cualquier varón. Eso me era imposible de comprender. Pero todo eso me enojaba más pues dejaba una imagen de Selena que distaba mucho de ser la correcta y lo que me generaba más impotencia era que ella no se podía defender. Mal que mal yo me puedo defender. Cada miembro de la Familia Quintanilla también se puede defender. Peo Selena no. Esa mujer ni nadie que ha escrito o hablado de Selena así se atreverían a decir semejante cosa delante de nosotros y menos aun delante de Selena. A veces querría que Selena volviera sólo para que ellos se arrodillaran ante ella ensayando toda clase de disculpas y esbozando sus caras de sorpresa negando todo ante la aparición de ella pidiéndoles una explicación. Pero a veces pienso que mejor que no esté pues si viera las cosas que ha dicho esa mujer que le quitó todo a Selena … Muchas veces me pregunté qué tan malos podemos ser como personas, qué tan falsos podemos ser en la vida y seguir tan campantes … Toda la Familia Quintanilla y yo mismo fuimos siempre al frente en la vida con la verdad. Siempre fuimos sinceros y honestos. Siempre dijimos abiertamente lo que pensábamos y buscábamos. Tal vez eso haya sido un error. Y no es que no desconfiáramos. Todos teníamos nuestras precauciones y a la hora de organizarnos como banda no es que confiábamos en cualquiera. Sabíamos … supuestamente sabíamos en quién confiar en ciertas cosas concretas … Pues se ve que no teníamos todo controlado. Alguien muy hábil, mucho más hábil de lo que pensábamos, nos engañó a todos. A veces me cuesta creer que ella, que justamente ella nos hiciera esto. Se suponía que nos quería, que nos admiraba, que velaba por nosotros. Nunca se me cruzó por la cabeza que nos podía hacer algo semejante, ni en los peores momentos. Por eso no atiné a nada entre el 30 y 31 de marzo. Se suponía que la quería. Se suponía que nos quería. Alguna vez me crucé con un video de un reportaje que le hiciera Rock N’ Roll James a Selena en el que le preguntaba por el proceso en el que se pasó para hacer el tema “Ya no”, una canción más bien pop-rockera, en la que yo tuve mucho que ver en su elaboración. Ese video incluye un backstage en el que se ve a Selena cantando y grabando el tema en el estudio. En ese video se me ve a mí en la consola de grabación. También a A.B. … Y también a esa mujer ... Es muy duro ver eso sabiendo lo que pasaría un año después. Más duro aun cuando se me ve a mí hablando tan verborrágicamente con ella. Y yo que siempre aparezco tan callado en cualquier video que se muestre de mí, justo en el único video que se me ve hablando tanto es con ella. Y esa imagen que es tan dolorosa e incomprensible explican muchas cosas que han pasado, explican cómo eran las cosas con ella. Mientras nosotros le confiábamos todo, ella callaba y escuchaba. Siempre aparecía en el momento justo para ofrecerse a hacer lo que tal vez nosotros no queríamos realizar. Allí estaba ella para escucharnos, para ofrecerse a ayudarnos, para tender una mano, para ser una persona de confianza, para ser un familiar más ... Fue un error, un grave error ... Tal vez el error no haya sido tanto en que creyéramos en ella. El verdadero grave error fue no dar cuenta de la magnitud del problema cuando empezaron los primeros roces con ella y pensar que con un par de medidas ella no tendría margen de maniobra y quedaría sucumbida por la realidad. Nunca pensamos que ella era una psicópata que era capaz de cualquier cosa y que vendería cara su derrota. Nunca pensamos que ella no admitiría ninguna capitulación y que si tenía que eliminarla con tal de no ver el triunfo de Selena sin ella lo haría sin dudar. Nunca se nos pasó por la cabeza que si teníamos un enemigo lo íbamos a tener tan cerca, tan cerca y con un cara tan incomprensiblemente familiar…

Cuando veo a mi hija sonriéndome recuerdo a Selena con su risa en aquellos hermosos tiempos antes de que fuésemos novios … La verdad es que nunca me hubiese declarado ante Selena. Yo siempre fui muy tímido y callado. Además, ¿quién iba a animársele estando su celoso padre cerca, que encima era el jefe, y siendo ella tan famosa con tantos pretendientes? Nadie en la banda se fijaba en ella, no porque no fuera ni linda ni atractiva, sino por aquello de que donde se trabaja no es conveniente tener relaciones con alguien y menos con “la hija del dueño”. Selena de por sí generaba un respeto enorme a pesar de su verborragia, su simpatía y sus interminables chistes. Pero el hecho de que fuera la artista principal y de que su exposición hiciera que todo lo que ella hiciera se supiera, digamos que nos mantenía bien alejados. Aún así recuerdo la primera vez que la observé de otro modo, cuando sentí algo por ella. Acabábamos de terminar el concierto de San Antonio, allá por abril de 1991. Estaba por entrar en mi camarín cuando la observé a Selena sola en el suyo mirando por la ventana. Recuerdo que eso me generó mucha ternura. Imaginé que más allá de sus risas, más allá de sus charlas, más allá de que ella acaparaba todo con su avasallante personalidad, Selena era en realidad esa persona que estaba allí, sola, pensando en quién sabe qué, soñando en quién sabe. Pero yo me lo imaginaba. Era la primera vez que me sentía conectado con ella, que me sentía identificado con su sentir, con su Alma. Me iba a ir, por miedo a que me descubriera observándola, hasta que ella, como si supiera en todo momento en dónde estaba, gritó: ¡¡Hey, Cris!! ¿A dónde vas? ¿No vas a entrar? ¿No quieres saber qué estoy observando, en qué estoy pensando?”. Yo me quedé helado, titubeaba, dudaba entre irme argumentando cualquier excusa o entrar diciendo que estaba allí por motivos no muy creíbles para nadie. “¿Y Chris? ¿No vas a entrar? ¡¡Vamos, entra de una buena vez!! ¡¡No te voy a morder!! ¿Sabes cómo sabía que estabas allí?”. Ante mi negativa desconcertante, me dijo: “¡¡Porque te vi por el reflejo de la ventana, tonto!!” y echó de una de sus incontenibles carcajadas. “¡¡Vamos, Chris, ven conmigo y mira hacia allá!! ¿Qué ves?”. Cuando me aprestaba a ver donde señalaba Selena, me di cuenta de que no había modo de que Selena me hubiese visto por el reflejo de la ventana. Desde allí no se veía la puerta en la que estaba yo observándola … Pero no dije nada y me fijé en el cielo tratando de entender qué era lo que veía Selena … “¿Y? ¿No lo ves?”, me apuró Selena. Yo miraba y miraba tratando de adivinar lo que ella había visto. Se me ocurrían miles de posibilidades pero no me animaba a decirlas por miedo a equivocarme … “¡¡Pero mira que sos difícil, Chris!! ¡¡Eres tan callado que a veces me acercaría bien a ti para ver si respiras!! ¿Estás vivo? ¿No notas nada raro? Mira la luna. ¿No la ves un poco rojiza?”. Observé la luna y sí, se la veía algo colorada, pero no tanto. Le dije que tal vez era un eclipse, aunque no tenía noticias de que se diera uno por ese entonces, pero Selena me interrumpió y me dijo: “No, Chris, no es un eclipse ni nada raro. No. Yo todos los días miro la luna, ¿sabes? Desde muy chica. Siempre desde que tengo 9 años lo hago. A veces cuando necesito estar sola y darme ánimos me voy al jardín de casa o miro por la ventana del lugar en el que esté y miro la luna, y si ella no está, observo las estrellas. A ellas les pido por todos, por mi familia, por la gente que más quiero, sobre todo por mí, pues te confieso -¡¡pero no se lo cuentes nunca a nadie!!- que siempre tuve miedo, miedo al fracaso, miedo a no agradar, miedo a que si no lo logro caeremos en la ruina. ¡¡Tamaña responsabilidad tengo!! No se los quiero decir a mis padres pues no deseo que se sientan culpables. Ellos no son responsables. En todo caso, todos contribuimos para estar aquí. En definitiva, todo empezó pues a mí se me ocurrió aprender unas canciones viejas de mi padre por celos de mi hermano A.B., a quien le habían regalado un bajo y mi padre vivía con él para enseñárselo a tocar. Después la historia es como ya la conoces. Mi padre se maravilló por mi canto y aquí estamos. Pasamos por miles de pruebas y estamos convencidos de que lo lograremos, pero creeme que tengo miedo todos los días, muchas veces lloré sola, muchas veces traté de huir. Por eso me ves aquí. Yo no soy sólo la que ves en familia, en público o en un escenario. También soy esta frágil mujer que tienes frente a ti…”. Yo quería abrazarla pero no me animaba. No quería que me malinterpretara, no quería que se rompiera ese hechizo que me provocaba ese clima que no había tenido nunca y que jamás me imaginé que lo experimentaría por Selena. “Pues mira, Selena. Yo sólo puedo decirte que no temas, que no tienes por qué sentir temor. Sé que llegarás…”. “Estoy preocupada porque la luna está roja, roja de sangre. ¿Crees que tiene alguna significación?”, me interrumpió Selena como no oyendo lo que le decía o como no queriendo oír eso que le decía, que se lo podía decir cualquiera, como esperando que le dijera eso que realmente sentía, pero que para variar no se lo podía decir, ni me animaba a confesárselo. Pero lo que me empezó a preocupar es que ella viera la luna tan roja. Yo no la veía así para nada. No sabía cómo decírselo. Ella estaba muy convencida. “Sé que crees que estoy exagerando o que estoy loca. Pero no sé. Esa luna roja me hace recordar a esa pesadilla que tengo, a ese horrible sueño que me persigue de niña y que no me lo puedo quitar…” … Tardé muchísimo en entender lo que significaba todo eso. Con el tiempo me di cuenta de que somos mucho más perceptivos de lo que creemos. Es cierto que sólo tenemos entrenado un pequeño porcentaje de nuestro cerebro. Si lo ejercitáramos más y nos diéramos cuenta de nuestras sensaciones y de nuestras premoniciones, muchas cosas hubiésemos evitado, de muchas cosas nos daríamos cuenta. Mucho tiempo después supe que esa mujer innombrable vio a Selena por primera vez esa noche y comenzaría su persecución al Señor Quintanilla para que fundara un club de fans de Selena con ella de presidenta … “Y sabes qué, Chris? En mis oraciones que hago mirando la luna te he incluido a ti…”, me sorprendió Selena y se me quedó mirándome fijo. Yo estaba estático, apenas si dije un “Gracias” entrecortado. “¿Te gustó cómo canté ‘Where did the feeling go’? A mí me encantó. Creo que es lo más bello que he cantado en vivo. Pero lo que más me gustó es cómo tocaste tú la guitarra…”, me dijo Selena acercándose más y más. Sentí que ya no tenía sentido quedarme así. Cuando la estaba por abrazar previo a decirle “Sabes que nunca estarás sola. Siempre contarás conmigo...”, apareció A.B. para decirle algo a Selena. Él se quedó petrificado, como nosotros. Pero lejos de armar un escándalo, iba a marcharse cuando Selena le dijo: “¿Quieres creer A.B. que Chris vino a decirme qué quería como regalo de cumpleaños? ¡¡Todavía no sabe que nosotros no festejamos los cumpleaños!! Eso sí, Chris, si quieres, puedes regalarme lo que quieras. Me encantan los regalos y los cumpleaños. ¡¡Pero no se lo digas a mi padre, pues me matará!!”, me dijo Selena no sin antes pegarme una cachetada en tono de gracia a mi espalda y guiñándole un ojo a A.B. Él se empezó a reír. Se había dado cuenta de todo, pero lo estaba simulando bien. Yo lo conocía. Jamás perjudicaría en algo a su hermana. Callaría para siempre y no me preguntaría nada salvo que yo le quisiera hablar del tema. Tampoco quería líos con su padre. Cuando me marché presuroso hacia mi camarín, Selena corrió tras de mí al grito de “¡¡Hey, Chris, se te olvidó algo!!”. Y cuando llegó a mí, me dijo al oído: “No necesitas regalarme nada. Tú eres mi mejor regalo”. Me dio un fuerte beso en la mejilla y se fue corriendo a las risotadas para volver a comentarle a A.B. sobre mi “ignorancia sobre los regalos”. Creo que estuve unos 10 minutos parado en el pasillo tomándome la mejilla. Tuvo que pasar Joe Ojeda para que reaccionara y volviera al camarín…

Cuando veo a mi hija observándome con timidez y en silencio, recuerdo mis miedos y mi poca iniciativa y valor para encarar determinadas cuestiones. No hay nada para mí peor que tener todo a favor. Porque no es que no tenga carácter. No es que no sepa lo que tengo que hacer. Pero siempre actué en la adversidad y en el total convencimiento de que nadie me quería. Yo siempre me menosprecié. Siempre pensé, y aun lo siento no estando conmigo Selena, que yo no valgo nada, que nadie puede querer a una persona como yo. Me sentí culpable de la separación de mis padres, sentí que los había defraudado por sus expectativas conmigo. Me refugié en la música del rock y en su ambiente pues allí podía descargar mi timidez dándole con dureza y fiereza a la guitarra. Descargué mi falta de cariño, mi necesidad de Amor negando el mundo, odiándolo, gritando una y otra vez que no había futuro, que nada bueno podía esperar de él. Era mi forma de liberarme, era poner la culpa en el “otro”, en otra cosa. Yo no quería asumir que el futuro lo tenía en mis manos y que dependía de mí lograrlo. Pero yo necesitaba a alguien que me quisiera como soy, que no buscara que yo fuera otro, que no se enamorara por mi apariencia o por lo que suponía que debía ser. Encima mis experiencias amorosas fueron fatales. Cada una de ellas bajaba mi autoestima. Había caído en los excesos y cuando me había resignado a no salir más de aquel pozo ciego, A.B. me tiró un salvavidas, una ayuda que apenas me volvía los pies sobre la tierra sin que por ello pudiera evitar que yo no quisiera volver a entrar al agua para ser devorado por los tiburones. Pero había aparecido Selena. Había aparecido mi salvación. Tal vez estaba ante mí el Amor de mi vida y eso me daba pánico. Después de aquella noche del concierto ni quise pasar cerca de Selena. Sabía lo que sentía. También sabía lo que sentía ella. Pero no quería afrontarlo. Prefería huir antes que pensar seriamente que tenía una posibilidad, una posibilidad cierta de ser feliz. No sé si pensaba tanto en la dureza y terquedad de su padre, no sé si tenía miedo en lo que me podía decir Selena. Tenía miedo de mí, tenía miedo de soltarme, tenía miedo de mostrarme tal cual era y sentirme una vez más defraudado. Pero con Selena eso era imposible. Ella no podía defraudarme. Tenía miedo de enamorarme en serio y de que era posible un mundo feliz para mí. Eso me inmovilizaba, me paralizaba. Trataba de darme ánimos para encontrarme a solas con Selena, pero no me atrevía. Muchas veces en los conciertos trataba de no mirarla pero cuando lo hacía la veía a ella que me guiñaba el ojo y me sonreía. Aun así me refugiaba en mi silencio y en mi timidez. Prefería no arriesgar, prefería no sufrir, prefería no asumir que quería mucho a Selena, pero empezaba a extrañar esas charlas que sólo con ella podía tener. Cuando creía que ya me hundiría en mis propios miedos e incertidumbres, vino A.B. y me dijo: “Vine de parte de mi hermana. ¡¡Que conste que hago de mensajero, nada más!! No quiero problemas con mi padre. Yo ya sé lo que sienten ustedes. Igual mi hermana me habló como si lo del otro día en San Antonio no lo hubiese visto. Sólo te transmito que mi hermana querría que la consideres pues te quiere mucho y sabe que tú también. Creeme hermano que vine porque quiero mucho a mi hermana y también a ti. Por mí sabes que no habrá ningún problema. ¡¡Sólo que mi padre los matará!!”. Por un lado me sentía muy avergonzado, pero por otro sentí un gran alivio. Era mejor que ella tomara la iniciativa. Me sentía más cómodo que ella llevara las riendas de la situación y yo la acompañara. Además, ella concebía así las relaciones. Siempre fue puro vértigo, pura iniciativa … ¡¡con todo el mundo!! Ella siempre era la que hablaba. Yo era el que escuchaba. Éramos el uno para el otro, nos complementábamos bien y fundamentalmente nos queríamos mucho, nos entendíamos con la mirada. Nosotros juntos éramos diferentes respecto de nuestro trato con los demás. Parecíamos una pareja rara, pero para nosotros no lo era. Nunca buscábamos lo convencional. Queríamos algo distinto, fuera de lo rutinario, pues ambos éramos especiales, aunque yo siempre consideré que ella era la especial. Si me incluyo es porque Selena me hizo sentir así. Fue acaso la única mujer en mi vida que me lo hizo sentir y con ella fui el hombre más feliz del mundo. Recuerdo que le dije a A.B. que no se haga problema, que yo me encargaba, pero media hora después apareció Selena. Cuando estaba por decirle qué hacía aquí me dio el beso más hermoso de mi vida. Luego de aquella hermosa tarde, nunca le dije no, no porque me convirtiera en su súbdito sino porque todo lo que hacíamos, sea por su iniciativa o por la de ella, nos hacía la pareja más feliz del mundo…

Veo cómo me mira mi hija y sabe que la sigo amando. Tal vez por eso ella busque saber más de Selena, tal vez por eso sienta lo que le ha pasado, pero también siente sus alegrías, sus triunfos, sus logros. Sabe todo lo que hice por ella, sabe a lo que nos aventuramos, sabe a lo que nos arriesgamos para llegar a ser la pareja de ensueños, la pareja perfecta, el matrimonio ideal. Está allí todo documentado. Está en la película, está en las biografías, está en miles de declaraciones hechas por todos nosotros. Yo no hubiese querido que lo supiera nadie. Yo hubiese preferido que se mantuviera por mucho tiempo sin saberse. Pero fue imposible. Selena era lo suficientemente famosa como para que una noticia como la de su casamiento pasara inadvertida. ¡¡Era de interés nacional para ese entonces!! Hoy lamento que nosotros y toda la Familia Quintanilla sufriéramos tanto. Pero en aquel momento todo se había hecho muy difícil. El padre trató de mantener el tema noviazgos fuera del mundo de Selena como si eso fuera posible para siempre. Se había empecinado tanto en que su hija llegara al estrellato que pensaba que cualquier desvío en esa dirección se haría un obstáculo insalvable para el éxito. Ya de por sí el trataba de desalentar las ideas de Selena en cuanto a dedicarse al diseño. No lo hacía de malo, no lo hacía para perjudicar a su hija. Sólo que él pensaba que cualquier cosa que no respondiera al plan original constituiría un gran problema que acabaría con todo. El padre de Selena era muy esquemático y pensaba que sus hijos se irían si no les tenía a “rienda corta”. Parecía como si no confiara en ellos cuando sus hijos dieron acabadas muestras de afecto y de lealtad. En realidad, él daba libertad a sus hijos, pero dentro del plan original, del objetivo predeterminado. Cualquier cosa que se desviara de ese fin a él le generaba miedos y temores, por lo que los reprobaba o simplemente los miraba con gran sospecha. Con ese panorama, sabíamos que el tema noviazgo era “el tema” que lo haría enloquecer. Y así fue: varias veces intentó que Selena “entrara en razones”, varias veces me echó de la banda, varias veces cancelaba conciertos o agregaba otros más lejanos para que Selena se distrajera. Él estaba convencido de que cualquier “novio” de su hija la haría abandonar el canto, máxime si la pareja no era alguien del negocio de la música. Le había pasado al anterior guitarrista de la banda, mi “predecesor”, y por eso el el padre de Selena estaba terrible y temerosamente preocupado. Nosotros no dejamos de vernos a pesar de las prohibiciones y allí fue cuando a Selena se le ocurrió casarse en secreto. Aunque no lo pareciera, fue una decisión meditada. Selena sabía que ante el casamiento ante Dios, su padre tomaría el hecho por consumado, pues por sus creencias religiosas esa decisión la consideraba para siempre y no se podía romper por nada del mundo. Aun así las cosas no fueron tan fáciles. Selena, ya estando casados, fue a ver a su padre y discutieron muchísimo. A él le costaba asumir la nueva situación sin que por ello implicase que Selena abandonara la música. Selena le juró y le perjuró que eso no ocurriría y que yo me integraría a ellos no sólo por la banda sino por la familia. Eso lo tranquilizó mucho y pidió hablar conmigo a solas. Ya estando en su casa, él se comportó como un caballero: me pidió perdón por lo dicho y hecho, me rogó que le creyera y sólo me rogó que la ayudara a Selena con la banda, que él confiaba en mí en todo lo demás. Le dije que no se preocupara, que yo amaba a su hija y que quería lo mejor para ella. Él se puso a llorar y me abrazó largamente. “Sé que puedo confiar en ti. Estando con mi hija en familia y en la banda estaré más que tranquilo. Bienvenido a la familia. Sé que quieres mucho a mi hija. Si no fuera así no hubieses tolerado todo esto…”.

Veo a mi hija mirándome con ojos de tristeza y creo que entiende por lo que he pasado en estos años, entiende mi desconcierto, entiende mi dolor. Tal vez ahora entienda más que nunca mis ataques de furia sin control, de mis depresiones y de mis llantos. Fueron para mí casi 3 años de casados (los iba a cumplir el 2 de abril de 1995, 2 días después del hecho doloroso y absurdo), más 8 meses de noviazgo. Fue un tiempo corto, muy corto, pero a la vez muy intensos y francamente inolvidables. En ese tiempo no tenía ni miedos ni nada de qué preocuparme. Era sólo vivir y ser feliz, gozar de la vida, gozar de los afectos, gozar de los amigos, estar al lado del ser más maravilloso del planeta. Pues antes que nada ella era Selena, la mujer, la novia, la esposa. Era hermoso por un lado ser el esposo de una celebridad tan querida por la gente, no sólo admirada. Era vivir en el paraíso el recibir tanto cariño de la gente y no sólo felicitaciones, y todo gracias a la labor y al Amor de una sola persona. Pero también hermoso fue estar al lado de alguien que era una persona como cualquiera de nosotros, que hacía su vida normal y casera, y que lo hacía del mismo modo que cuando estaba en el escenario. Si había algo noble en Selena era que actuaba del mismo modo tanto dentro como fuera en el escenario, sea ante el público, sea ante nosotros, sea ante el periodismo, sea ante quien fuere. Era alguien honesto, humilde, espontáneo. Por eso me de bronca las declaraciones de aquellos que osan decir las cosas que dicen de Selena y que distan totalmente de ser reales, tan impropias de la memoria y de las acciones de ella. Ha pasado mucha agua bajo el puente, poco a poco todas las teorías absurdas se fueron resquebrajando. Podría jactarme y contentarme con ello, pero nada de eso me contenta, nada de eso me completa, nada de eso me consuela. Yo sólo querría que alguien me devuelva esos casi 3 años de Amor con Selena, que me devuelva la felicidad, que le devuelvan la sonrisa a Selena, y que la dejen ser y vivir. Ella sólo quería eso. Vivir, soñar, gozar. Quería amar y ser amada. Quería darle felicidad a todo lo que estaba a su alrededor. ¿Acaso era pecado ser así, acaso molestaba a alguien que Selena fuera así? Muchas de mis broncas, de mis fastidios y de mis frustraciones posteriores tenían como origen esas preguntas, mismas preguntas que me hice aquel día nefasto, aquel día en el que me levanté y no vi más a Selena, aquel día anterior en el que me quedé callado cuando debí haber hablado, advertido, actuado. Varias veces me dije por qué, varias veces desee que el tiempo volviera atrás, varias veces le pedí a nuestro Señor que me la devolviera, varias veces desee que todo fuera una pesadilla, varias veces esperé por la puerta de mi casa su regreso y mientras tanto no había tocado nada de sus cosas, nada de lo que fuera su sello. Me sentí culpable, muy culpable, pero no por las cosas que se decían de mí, sino por no haber tenido la sensibilidad de Selena, el Amor de Selena, los sentimientos de Selena, las premoniciones de Selena. Nunca me pude sacar de la mente cuando recordé que en aquella noche del 30 de marzo, mientras esperaba a Selena que terminara de hablar con esa insensata, había notado a la luna un tanto rojiza. Sólo pensé en que ese color extraño sólo era anuncio de lluvias para el otro día. Me llamó la atención de que Selena no me haya dicho nada de esa luna tan visiblemente cobriza, que no le llamara la atención para nada … Pero, claro, pobre Selena, ella estaba preocupada, muy preocupada … Ella no pudo ver la luna, o tal vez la vio y sólo se resignó … Ella necesitaba ayuda y yo no lo advertí, nadie lo advirtió … Desde ese entonces es que no puedo con la tristeza, con la impotencia, con la destrucción y con la autodestrucción. Una y otra vez recuerdo y revivo estar golpeando mil veces las paredes del hospital cuando recibí la noticia. De nada me sirvió el consuelo, el paso del tiempo, las palabras de aliento, seguir viviendo. Yo tuve lo más lindo de mi vida y se me fue de las manos. No lo supe cuidar, no lo supe advertir. No supe acompañarla cuando más me necesitaba … Mi hija me observa y eso es lo que ve en mí desde que tiene conocimiento. Sus miradas es como una invitación a que sea sincero con ella, sea honesto como lo fue Selena y diga lo que tenga que decir, lo que quiera decir y que tengo contenido desde hace tanto tiempo…

No pude más y me abalancé sobre mi hija: “Sí, hija, la amaba, la sigo amando y la amaré. Estará conmigo siempre y sueño con que algún día la vuelva a ver” y me largué a llorar sin consuelo. Mi hija me tomó de la cabeza y me acariciaba como para que yo me sintiera más libre en esa dolorosa exteriorización de sentimientos. “No te sientas mal padre. Yo sé que sientes eso. Yo sólo deseo que tengas en cuenta esto para que puedas sacar lo mejor de ti en el futuro. Yo sólo te pido que no te culpes más. Yo sólo quiero que mires para adelante y seas la mejor persona, la más fiel consigo misma. Sé que Selena, donde quiera que esté, valorará que hagas eso. Ya no llores por lo que pudiste hacer antes. No llores por lo que pasó con Selena Etc. Sé que la recuperarás y si no es así, sé que con ser lo que fuiste mientras estuvo Selena se te hará posible todo. Recuerda lo que te enseñó Selena y ponlo en práctica. Ya verás que todo va a cambiar y tú volverás a ser el mejor papá del mundo”, me dijo mi hija y me abrazó cerrando bien sus ojos y conteniendo bien el llanto. Yo me incorporé, mantuve mi abrazo durante un largo tiempo y le prometí que le haría caso. Las cosas iban a cambiar. Estaba seguro. Afuera estaba el cielo despejado. La luna lucía brillante. Me asomé a la ventana y me la quedé mirando. Estaba más luminosa que nunca. Las estrellas titilaban más fuertes como si quisieran que uno las fuera a buscar y tomarlas. Pensé en Selena y me prometí muchas cosas, y se las prometí a Selena. También pedí otras. En el medio de ello noté que mi hija miraba también la luna en silencio. Ella también estaba deseando sus cosas, muy parecidas a la mías, muy parecidas a las de Selena. Puse las manos sobre sus hombros y rezamos juntos. Ahora tenía un buen y noble motivo para luchar. Mi hija no será su hija pero de algún lado lleva sus genes. Ella heredó el Amor que tenía Selena. Ella de alguna manera es también su hija...

(Ojalá que la luna luzca para siempre brillante y que sea gracias a Selena. Ojalá que algún día Selena pueda cumplir sus sueños que se había comprometido a hacer frente aquella luna. Ojalá que no veamos nunca más esa luna roja…)

Yo no me puedo olvidar de ti, Selena. Yo sólo quiero que el mundo sepa y te recuerde como lo más bonito que ha creado Dios…

¡¡Dime cuándo vuelves, Selena, por favor, te lo ruego!! … Mientras tanto, yo te estaré esperando todos los días, todas las noches…

Te quiere con toda el Alma, que es tuya…

Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)





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