Pero quiero que recuerdes que siempre fuiste todo para mí...

31 de julio de 2011






Nos vemos en dos semanas, Selena…


“¡¡Uy, disculpas, no te reconocí!! Cuando te vi cocinando para todos tus músicos y te pedía que si nos podías cocinar para nosotros y tú lo hiciste, yo supuse que … tú sabes …. No sé qué decirte y cómo disculparme … yo…”. Aún recuerdo con alegría, con nostalgia y con ternura aquellos momentos que vivimos con Selena cuando estábamos grabando el disco en inglés y del lamento de aquella famosa cantante que grababa en el estudio de al lado. Recuerdo que aquella mujer aumentaba su incertidumbre acerca de qué hacer a medida que Selena se reía cada vez más, y le decía una y otra vez que no debía preocuparse, que estaba todo bien, que ella solía cocinar para todos en estas ocasiones y que lo hacía porque le gustaba mucho, nada más. Esa actitud de Selena avergonzaba aun más a esa mujer acostumbrada a otros ambientes, a otros tratos, y a otras vanidades y veleidades de otros artistas. Selena la había sorprendido como nos había sorprendido a todos, acostumbrados a ver más de lo mismo y a notar cada tanto que nos encontrábamos con algún artista diferente, con una artista de verdad. Yo aún recuerdo cuando me propusieron de mi compañía disquera producir un disco en inglés de Selena. Como les ha pasado a tantos otros, yo también tuve mis prejuicios sobre ella y no sabía qué tan buena artista podía ser. Yo sabía que ella era ya una famosa artista texana, que preferiblemente cantaba en español, que así había llegado a la fama y que todo el mundo hispano en Estados Unidos como en México la amaba. Nosotros, los “gringos”, sabíamos de su existencia, pero no dejaba de ser una cantante latina, que no tenía para aquel entonces la envergadura y la importancia que tiene hoy. Para aquel entonces era lógico que alguien como ella quisiera cantar en inglés para tener mayor reconocimiento mundial. Hoy diríamos que el proceso es todo lo contrario: si te destacas cantando música latina en español es probable que tengas mucho más éxito que cantándola en inglés, y creo que si las cosas son así hoy en día se lo debemos a Selena muy a su pesar, porque está claro que ella -y, sobre todo, lo deseaba su padre- quería ser una cantante internacional de habla inglesa con la posibilidad de cantar en español para toda América latina. Pero la tragedia congeló su imagen con sus éxitos en español, con la música y con la tremenda imagen que tenía allá por 1994, 1995 …Entonces Selena quedó como “la Reina del Tex-Mex”, incluso como la “Reina de la Cumbia”. Pero esas imágenes, esos encasillamientos no le han hecho una verdadera justicia a la Selena cantante, a la Selena artista. Selena era muchísimo más que eso. Yo lo puedo certificar pues la tuve cerca actuando, la tuve cerca cantando las canciones en inglés que llegó a cantar, y hasta ensayar las que nunca llegó a grabar o las que grabó a medias. Todos sabíamos que estábamos ante un gran proyecto no sólo porque sabíamos de su potencial, sino que en un punto ya era una realidad. Por esas épocas Selena era la artista latina más famosa de Estados Unidos, mucho más que Jennifer López y que tantas otras. Sólo era equiparable a Luis Miguel aquí en un mundo que, y no me canso de repetirlo, lo latino no tenía tan buena acogida en la prensa y en la gente como ahora. Y Selena tuvo mucho que ver con ello. Basta con ver y recordar lo que pasó por estas tierras cuando empezó el mes de abril de 1995 … La reacción y el estupor fueron unánimes. Todos, propios y extraños, quedamos conmocionados. Ni People se imaginó lo que cambiaría sus revistas por haber sacado dos ediciones especiales en su recuerdo. Ni Jennifer López podía imaginarse cómo cambiaría su vida por haber hecho la película en su recuerdo. Ni la música latina se imaginaba de la enorme importancia que tenía y la gran trascendencia como la que tiene en estos años. Todos, incluso Shakira, le deben algo a Selena. Todos sólo pueden tener palabras de agradecimiento para con ella. Es muy difícil imaginarse el futuro de todos ellos si no hubiese ocurrido lo que ocurrió, como también es difícil saber qué hubiese sido de Selena si no le pasaba semejante afrenta a alguien tan lleno de vida, con tantas ganas de hacer y de demostrar, con tanta humildad y con tanta grandeza de espíritu, aunque supiéramos que teníamos frente a nosotros a la mejor cantante latina que yo haya conocido, a la persona más hermosa y más querible que yo haya visto jamás…

“No te preocupes por ella. No es como lo que te imaginas. Es al revés de lo que pensabas. Ella sabe inglés desde que nació. El español lo aprendió después”, me dijo José Behar cuando me junté con él para delinear el plan para llevar a cabo el disco tan esperado en inglés. Me costó mucho entender acerca de por qué Selena había hecho un recorrido tan raro: cantar el español por fonética, sin saberlo, recién aprenderlo cuando comenzó a hacerse famosa en México y tener tamaño éxito allí aun con sus limitaciones para hablar ese idioma, algo que no se perdona así nomás en México y menos aún a alguien precisamente de ascendencia mexicana. Cuando supe de su historia por José Behar, ahí entendí de por qué aquello. Me la imaginaba una artista que por allí estaba resentida con el mundo y con la vida por todo lo que tuvo que sacrificarse, por todo lo que tuvo que dejar en el camino para destacarse. Hoy día uno ve que por mucho menos que lo que padeció Selena hay muchos artistas que viven insultando a media humanidad, destilando toda su furia “por este mundo cruel” y esperando que todos nos pongamos de rodillas para pedirles que nos atiendan, que nos escuchen. ¡¡Y todo eso por un solo hit!! Nos tenemos que someter a los pedidos más estrafalarios, no nos respetan como productores y tenemos que soportar que nos digan que son transgresores, adelantados a los tiempos y grandes artistas porque hacen sonidos raros con su boca o sacan una línea de perfumes con olores nauseabundos …”No es así para nada -me dijo José Behar-. Mira. Yo la descubrí de casualidad, buscando talentos latinos en diferentes ciudades de Texas. Incluso fui con la referencia de ver a tal o a cual artista que me habían recomendado ver … Pero nadie me habló de Selena … La descubrí porque escuché el griterío de mucha gente y fui con Mario, el presidente de Emi México, para ver de qué se trataba. En cuanto la vi quedé impactado, como lo estaban todos los asistentes a sus conciertos. No lo dudé. La fui a contratar allí mismo. Después de darse la situación de que Selena lógicamente no me creyera de que fuera el presidente de la Emi Latin y de que pensara que era un aprovechador, la convencí a ella y a su padre de mi condición, y al otro día ya la había contratado. Creeme. La tienes que ver. Ni todos los discos de ella que escuches equiparán a lo que Selena es en vivo. Ella es única, diferente a todas las artistas que haya conocido. ¡¡Estoy seguro de que llegará lejos!!”. José me hablaba con un entusiasmo que contagiaba. Lo escuchaba hablar de Selena y no parecía ser un directivo de la Emi, sino un fan más de ella. Estaba encantado, casi enamorado de ella. “Para ellos es muy importante este disco. Han luchado por años para llegar a este momento. Te diría que hicieron todo ese recorrido por años sólo para tener esta oportunidad. Así que imagínate sus expectativas. Yo recuerdo que lo que primero que me mostraron su padre y su hermano, como manager uno y productor musical el otro, fue unos demos de unas canciones en inglés interpretadas por Selena. Y me quedé impresionado. Me di cuenta de que era un diamante en bruto que ni siquiera había que pulir. Ellos no tenían problemas de esperar pero sabía que iban a insistir con el proyecto. De hecho siguieron con sus proyectos en español y juntos vivimos el ascenso de Selena, su llegada a Monterrey y su explosión en todo México. Pero ellos cada vez que se les presentaba la oportunidad decían públicamente sus proyectos en inglés. Yo no sabía si era conveniente decir eso, sobre todo en México, pero ellos estaban convencidos y a Selena no le podía decir que no. Logré con mucho esfuerzo que Emi Central le hiciera un contrato en 1993 para hacer el disco en inglés, pero ellos lo dilataron lo más que pudieron porque ellos no podían comprender que quisieran hacer ese proyecto con la sensación que Selena era en español. Y encima la conmoción que provocó Selena en ese año y al otro año le hicieron ver la realidad y tuvieron que ceder. Yo entendía perfectamente sus temores. Yo como ejecutivo de la Emi debía acatar sus órdenes, pero yo estaba en el medio de ellos y de los Quintanilla. Y yo sabía perfectamente del potencial de Selena, que no se circunscribía a los números de ventas de discos. Cuando Selena ganó el Grammy ellos empezaron a entender que estaban ante algo grande y a medida que Selena agigantaba su popularidad y su prestigio en el mundo musical empezaron a entender que ella estaba preparada para jugar las ligas mayores. Me prometieron que en cuanto acabara Selena con sus exitosos compromisos en México a fin de 1994 empezarían a hacer realidad el disco en inglés, que ya estaba muy demorado. Sólo me pidieron que esperara hasta julio, con la llegada del verano, a que saliera el disco, para así tener tiempo de difundir la figura de Selena en el mundo anglosajón durante el primer semestre de este año y lanzar el disco luego, y con él los conciertos…”. José Behar podía estar horas hablando de Selena y no era para menos. El verlo hablar tan entusiasmado de Selena me hacía ver que ella no sólo era una buena artista sino una persona muy querible. Sólo así podía entender el esfuerzo que él hacía para que pudiera alcanzar su gran sueño. Yo que sé de este negocio sabría que si no fuera por ello cualquiera en el lugar de él se hubiese contentado con que Selena los hiciera ricos con sus ventas de discos en español, los ilusionaría con su disco en inglés pero pondría miles de excusas para que no lo hagan nunca y no hubiese ni siquiera hecho un contrato por ese disco: lo hubiese dejado en manos de los directivos de Emi Central y me encogería de hombros con su negativa, no sin antes palmear la espalda del padre de Selena diciéndole que tenga fe, que no pierda las esperanzas, que Selena siga grabando éxitos en español y llenando estadios, que ya vendría la gran oportunidad … Yo sabía que José Behar se había jugado todo por Selena, incluso con el riesgo de perder su puesto de presidente de la Emi Latin. Alguien ligado a la disquera me dijo: “Muchos directivos de la Emi están hartos de él porque sólo habla de Selena y de buscar la forma de acelerar el tema del disco en inglés. Di que hace muy bien su trabajo, que ha sabido promover a muchos artistas y que cumplió con creces su tarea cuando lo trajeron de la Sony para explotar el costado latino de la compañía, que empiezan a ver como rentable. Y ni qué hablar del logro que fue el haber contratado a Selena a tiempo, justo a tiempo de que no se la birlaran las otras disqueras. Pero creeme. Si llega a salir mal el proyecto en inglés, ellos le van a cortar la cabeza. No dudarán en echarlo a patadas no sin antes darles las gracias por los servicios prestados … Eso sí … Ni así la despedirían a Selena. Saben lo que significa aquí y en México. Por eso no sacan los pies del plato. No es que sean dadivosos. No quieren correr el riesgo de no haber aprovechado al máximo a la mina de oro que tienen en sus manos. ¿O por qué crees que recurrieron a ti para que le produzcas el disco, por qué piensas que están contratando a los mejores músicos y a los mejores compositores? ¿Por qué acaso piensas que están largando virtualmente la carrera solista de Selena? Saben que puede resultar. Se está hablando mucho de ella. Van a apostar a lo grande. Si no sale dirán que Behar se equivocó, no lo echarán finalmente pero lo retarán lo suficiente como para que no insista por un tiempo con el tema, y a Selena le dirán que conquiste a toda América latina y después se habla …Pero ellos hablan con los hechos. ¿Crees que lo hacen de generosos? No podrían tolerar que otra disquera los tiente, se los lleve y les enrostre el éxito en la cara. Selena los obliga a arriesgar. Ellos también piensan que Selena lo puede lograr, que pueda alcanzar lo que ninguna artista latina pudo obtener jamás”…

Antes de verme por fin con Selena quise ver de qué se trataba. Con todo lo que oí de ella era evidente que no podía contentarme con esperar a estar con ella para saber de qué se trataba, de con qué artista me toparía. Por un instante me despojé de los comentarios de José Behar para saber quién era Selena. Es más: no sólo no me quise hacer ninguna expectativa sino que opté por la vía contraria. La miré como tratando de que ella me convenciera de qué tan buena era, de qué tan distinta era, de qué potencial tenía, de si daba para pensar que se estaba ante algo serio o si sólo era una artista más con un par de hits. Traté de verla con los típicos ojos de un prejuicioso, de una persona desconfiada, y ya algo harta de ver tantas promesas y pocas realidades. Y no tenía que hacer mucho esfuerzo para razonar de ese modo: había producido a muchos artistas sin que fueran muy grandes, y que sólo con una buena selección musical y explotando lo poco bueno que podían tener lograr que tuvieran un hit que los lanzara al menos por un tiempo al éxito y si tenían algo de talento por mucho tiempo más. Por suerte produje artistas increíbles a los que tuve el honor y el placer de trabajar por mucho tiempo con ellos, pero había también de los otros y paradógicamente con ellos era con quienes uno tenía más dificultades de trabajar por sus exigencias y por sus extravagancias. Vi de todo en el negocio de la música y para ese entonces tenía que pasar algo fuerte en mí para verme sorprendido. Por suerte José Behar me dejó un buen material de Selena, no sólo en discos o demos sino de imágenes de conciertos, incluso de entrevistas que se le hicieran, sobre todo en Estados Unidos … No me llevó mucho tiempo para quedarme impresionado. Su sola presencia, su canto, su voz, su carisma, su sonrisa, su presencia hacían que uno no pudiera dejar de mirarla. Sabía que estaba ante la presencia de una verdadera artista y que era muy difícil escindir, al hablar de ella, la cantante de la artista y de la persona. Cuando la vi me di cuenta de que buena parte de su secreto era que ella se mostraba tal cual era. Así como Selena era en el escenario, así era en la vida. Si uno se quedaba impactado con sus canciones, al verla se rendía a sus pies, y si encima uno la conocía fuera del escenario se encontraba con el mismo encanto de persona y de mujer. El que termina admirando a Selena la termina queriendo, y si uno la quiere se hace partícipe de sus sueños, de sus proyectos. Al verla en toda su dimensión y no sólo una edición de sus mejores momentos para impresionar a cualquiera, entendí las palabras, los gestos, la admiración y el tiempo que le dedicó José Behar. También comprendí el cariño y el respeto no sólo del público sino del periodismo, de los medios, de todo el mundo. Selena podía gustar o no, pero difícilmente pasaría indiferentemente por la vida. Esa mirada, esa buena predisposición, esa sonrisa eterna .... Hay hechos que hablan por sí solos y que rescatan lo que era Selena y por qué generaba lo que provocaba. Me dio mucha gracia ver cómo trataba a sus “ex novios” en el tema “¿Qué creías?” y en la actitud de ellos. En particular me llamó la atención en una presentación que hizo no hacía mucho tiempo en New York: el “ex novio” estaba duro, con las manos atrás y soportando la “ira” de Selena por su “destrato”. Al final del tema, ella no pudo con su genio y le pegó a modo de chiste una patada en el trasero mientras se reía a carcajadas. El “ex novio” no sólo no dijo ni “mu”, sino que tuvo gestos de agradecimiento .... Y hablando de traseros, me dio mucha gracia en un reportaje en español en Univisión cuando le preguntaron si se había hecho alguna cirugía allí … en las pompis … “No sé cómo pueden decir eso. Yo no me hice nada. Pero puedes comprobarlo tú. Tócalas, tócalas”, le decía Selena a la periodista que miraba con aire de sorpresa a la cámara y diciéndole a Selena que no hacía falta tocar nada, que estaba convencida … Así era Selena. La misma en el escenario como fuera de él. Esa autenticidad no habitual en un artista definitivamente enamoró a un público que no estaba acostumbrado a una artista que interpretara sus temas con tanta pasión, con tanto sentimiento, y más impresionado quedaba uno si esa mujer interpretaba con tanta credibilidad temas de un idioma que no dominaba bien y que lo aprendió de grande. Sólo una mujer con tanto sentimiento para expresar, con tanto Amor, podía generar eso. La gente la admiraba, pero también la quería. No podía separar un sentimiento del otro. Así empecé yo también a admirar a Selena. Así también yo la empecé a querer…

Cuando llegó el momento de encontrarme con ella yo ya había empezado a delinear mis primeros bocetos de canciones para Selena. Esos bocetos fueron hechos más que nada pensando en los proyectos que tenía Emi y de los cuales el padre de Selena estaba totalmente de acuerdo: había que delinear canciones pop, románticas, bien del estilo de cantantes como Whitney Houston o Gloria Gaynor. La idea era potenciar las virtudes de Selena para posicionarla como una gran cantante norteamericana. Era curioso para mí y seguramente era curioso para el público, pues estaba preparando un material que Selena debería en teoría aprender ya que ella “cantaba en español”. Muchos creerían que mágicamente Selena había aprendido en poco tiempo el inglés y que enseguida se lanzó a cantarlo. Cuando muchos se enteraran de que Selena hablaba inglés desde el nacimiento se reirían y se preguntarían muchas cosas, las mismas cosas que me preguntaba yo cuando supe que ella lanzaría este nuevo material. Pero en verdad para poder terminar de armar el material del nuevo álbum de Selena necesitaba verla a ella, necesitaba saber qué tan distinta o que tan igual era la Selena con la que me encontraría con la Selena que veía en un video o en cualquier programa de televisión. Necesitaba verla para saber qué esperaba ella de este nuevo proyecto, cómo se sentiría, si estaba de acuerdo, si sentía que éste era su momento. Muchas de estas dudas se me despejaron en cuanto ella entró al estudio en el que trabajaba. Ingresó con su padre y con su hermano A.B., y francamente quedé impactado. Su sola presencia pero sobre todo su propia actitud hacían llenar el estudio de otro aire, de otro ambiente. Era irresistible no mirarla. Tenía un magnetismo, un poder de seducción y de gracia que hacían acaparar el lugar en el que estaba, ella se hacía el centro y la dueña del lugar pero no por imposición, o por una actitud dominante o prepotente. No. Todo lo contrario. Selena se ganaba a todos por su humildad, por su actitud servicial, por su sonrisa permanente, por la electricidad de sus movimientos, por la ternura de su mirada y por la penetración de sus ojos. Y esa actitud y esa personalidad … Saludó uno por uno a los integrantes del estudio, sean éstos técnicos, ayudantes, ejecutivos, músicos, managers. A todos les preguntaba su nombre y les inquiría por algo de su vida, o les marcaba algo de lo que llevaban puesto o de algún detalle de sus personalidades. En este ambiente uno está más bien acostumbrado a que el artista se sienta como tal y que espera que seamos nosotros quienes vayamos con ellos, los saludemos y nos presentemos. Con Selena era todo lo contrario. Era ella quien se presentaba. Era ella quien saludaba primero. Era ella quien se preocupaba por los demás. Era increíble el cambio de ánimo y en el aire del estudio desde que Selena se presentó ante todos. Allí mismo sentí que tenía terminados los temas “I could fall in love” y “Dreaming of you”. Al menos en mi mente me surgieron nuevas ideas en cuanto vi a Selena y sin necesidad de que me hablara aún. Y hasta imaginé que “I could fall in love” debía ser el primer corte del nuevo disco. En cuanto me presenté a Selena ella me dio un gran beso y abrazo, me dijo “Un placer trabajar contigo”, a lo que enseguida acotó “¿Y qué esperamos para empezar a trabajar?” y echó una enorme carcajada de la cual me iba a acostumbrar por varios días que pensé que serían muchos y divertidos, pero que el destino cruel hizo que fueran sólo unas cuantas semanas que yo no olvidaría jamás…

A poco de comenzar a trabajar con ella noté que, tras su sonrisa, su excelente ánimo y su buena predisposición, Selena tenía una gran angustia. Me animé a preguntárselo en el medio de un parate entre toma y toma de voz en una de las canciones. “Es que no estoy acostumbrada a trabajar fuera de la dirección de mi padre como manager y de A.B. como el compositor de mis canciones. También me siento un tanto extraña cantando sin mi banda. Aparte estoy ante un gran desafío. Por allí temo que este nuevo proyecto no le caiga bien a muchos y me dejen de querer…”. Fue una de las pocas veces que la vi a Selena un tanto seria y hasta un tanto triste. Se sentía rara fuera de su familia y de su ámbito familiar. Pero también creo que estaba angustiada por los rumores que circulaban desde el año anterior en el que decían que ella se iba a separar de la banda por el hecho de que sus discos, por el tema del “crossover”, ahora se editaban como “Selena” y ya no como “Selena y Los Dinos”. Si bien siempre ella dijo que este proyecto no impedía que siguiera con la música texana y en español, y con Los Dinos, ella daba cuenta de que ello alimentaría los rumores … La manera frontal y tan pura para expresarse de Selena me hacía pensar que ni ella ni todos los Quintanilla estaban muy acostumbrados al maltrato de la prensa malintencionada y de la gente canalla. Ellos creían en su trabajo y en la honestidad para lograr los objetivos. No se les pasaba por la cabeza que alguien podía tener malas intenciones con ellos o que podían elucubrar cosas para ganar prensa y más dinero a expensas de su fama ganada a base de trabajo y esfuerzo … Creo que Selena empezó a tomar conciencia de ello a partir de su notoriedad, y en función de lo que sucedió luego, no pude evitar pensar que por allí ella ya veía cosas que no le gustaban, que empezaban a angustiarla internamente y que temía no saber resolverlas. Era obviamente un momento nuevo para Selena y ella no quería defraudar … “Pero tú sabes que siempre contarás conmigo. Yo haré lo que tú me pidas todas las veces que quieras y me quedaré todo el tiempo que me necesites. Yo quiero llegar bien lejos pero para eso tengo mucho que aprender”. Recuerdo haberme conmovido con esas palabras y con esa actitud. Tenía muchas ganas de abrazarla pues sentía que tras su sonrisa Selena era una mujer que necesitaba mucho cariño y comprensión. “No te preocupes, Selena. Entiendo tu preocupación y tus deseos de perfeccionarte. También comprendo que estés un poco inquieta con toda esta nueva forma de grabar en inglés sin tu banda. Pero sabes que es la oportunidad que tanto buscabas, que tu familia deseaba y que por fin se les da. Y creeme. Tienes mucho talento y mucho carisma. Yo sé que llegarás lejos, muy lejos. Con estos temas que estás grabando yo sé que impactarás al público que menos te conoce y deslumbrarás a lo que ya saben quién eres. Y no te preocupes por este cambio. La gente que te admira aceptará sin duda tu nuevo disco y tu nueva imagen. Te he visto en anteriores conciertos y esa gente no sólo te admira. Te ama. Ya querrán verte triunfante con todas tus nuevas canciones. Además, tú fuiste muy honesta con todos. Les anunciaste de este disco desde hace bastante tiempo y nadie lo vio mal. Por eso, Selena, no te preocupes, que aquí estamos para ayudarte y para que seas la mejor cantante que ha dado este hermoso país”, le dije de todo corazón. Selena me abrazó y me dio un largo beso. Sólo tuvo palabras de agradecimiento para mí. “No sabes lo que me sirven tus palabras. Era lo que necesitaba escuchar. ¡¡De aquí en más sólo encontrarás a una Selena que está dispuesta a dar todo para que todos ganemos en esta empresa!!”. Y desde ese momento volvió a su sonrisa habitual, a su andar inquieto y a dar lo mejor de sí. Sabía que todo dependía de ella, como lo había sido siempre, y que esa presión lejos de achicarla agigantaba su figura y su predisposición de ir siempre por más. Era la primera en entrar y la última en irse. Preguntaba cosas, sugería otras. Selena era una mujer con ganas de todo. Sólo bastaba darle ánimos para que ella se sintiera lo que internamente sabía y que difícilmente lo dijera públicamente: que ella era la mejor y que este disco sería la confirmación de ella y el descubrimiento de todo el mundo de su talento. Fueron los días más felices de mi vida por compartir la felicidad, el trabajo, el compromiso y las ganas de Selena. Estábamos haciendo algo hermoso y a lo grande. Imaginaba el futuro como lo sentía Selena, en el que nadie podría detenernos. Claro, al imaginarnos el futuro pero con previsibles obstáculos, todos pensamos en el afuera más que en el adentro. Al pensar en dificultades, pensábamos en eventuales retrasos y no en que todo podía terminar del modo más absurdo, ridículo, atroz, injusto. Aprendí que a veces para impedir que un ataque nos agarre de sorpresa tenemos que mirar más en el adentro que en el afuera. Claro que en aquel momento, ¿quién iba a pensar en un ataque a Selena, quién podía pensar que no iba a ver más a esa mujer en tan poco tiempo? Nada más injusto que este mundo, nada más que frenética esta humanidad que permite que se nos vaya Selena del modo más violento e impropio de la imagen que Selena nos dejó como artista y como persona…

Era hermoso trabajar con Selena, siempre con su sonrisa, siempre colaborando con nosotros … Recuerdo que ella nos pidió que pusiéramos unas palabras en español en “Dreaming of you” y en “I could fall in love”. Y podía no estar en el estudio y aun así colaborar a la distancia. Cuando sumamos a David Byrne, de los Talking Heads, para hacer “Dance with me/Baila conmigo”, ella se ofreció a grabar sus partes en los estudios de q-productions para que David pudiera completar su parte. A él le calló muy bien Selena desde que supo de su existencia. Él siempre se interesó por la música de otras culturas que él no conocía tanto y eso lo llevó a Selena. Él quería que en la canción a dueto mantuviera esa frescura de cantar en ese idioma del cual todo el mundo la conocía, más allá de su verdadero origen y de que se trataba de un disco en inglés. “Pero estaría bueno que en ese disco se la reconociera a Selena cantando en español. De última, no deja de ser un tema que está cantado en ambos idiomas como los otros temas. Sólo que aquí aparecería un poquito más el español. Nadie lo notará y a muchos les gustará”, dijo un David entusiasmado. Él tenía muchos proyectos con Selena, que iban mucho más allá de este disco que preparábamos. Se había lamentado de no poder juntarse con Selena por una cuestión de agenda, pero se emocionó con la actitud de ella grabando su parte y hasta sugiriendo algunos cosas para ese tema. “Esa mujer llegará lejos. No tengo dudas, Es talentosa, tiene actitud, pero fundamentalmente es diferente, bien diferente del resto”, me decía David. Él fue moldeando el tema con esas grabaciones mientras esperaba con entusiasmo poder encontrarse con Selena para cantarlo juntos … El destino quiso caprichosamente que terminara de grabarlo solo, con lágrimas y por Amor a esa mujer que tanto le encantaba…

Cada día que pasaba no dejaba de sorprenderme la energía de esa mujer, de esa cantante, de esa artista. Incluso remarco la palabra energía por sobre la de alegría, porque por ahí Selena podía estar cansada, ansiosa y hasta fastidiosa, pero ella nunca dejaba de estar dispuesta a todo, de hacer lo que debía realizar, de colaborar en todo lo que fuere necesario. Muchas veces sus risotadas eran de alegría pero también eran de nervios. Selena tenía esa tendencia de no poder soportar el silencio del estudio o que alguna charla quedara trunca sin posibilidad de continuar. Si eso se daba, ella irrumpía con alguna carcajada o decía algo gracioso que obligaba a que todos siguieran el relato chistoso y así olvidar ese silencio tan molesto para ella. Recuerdo una jornada larga y extenuante de grabación, en la que yo quedé con mis brazos apoyados en la consola y mis manos puestas más adelante que me servían para apoyar un ratito la cabeza y descansar. Al rato veo que alguien se acerca con un café en la mano y una amplia sonrisa. “¡¡Vamos, remolón, que debemos seguir grabando!!”, me dijo Selena y echó a reír a carcajadas. Yo estaba seguro de que Selena estaba más cansada que todos nosotros juntos, pero ella no concebía no cumplir con lo suyo, no hacer siempre hacer algo más y no irse hasta no dejar satisfechos a todos. Era su marca personal, su sello distintivo. Muchas veces debíamos postergar algunas grabaciones porque ella debía presentarse en conciertos, festivales, entrega de premios y programas de televisión. Ella grababa lo más que podía aquí en Nashville y los otros arreglos lo dejábamos para el final o Selena lo hacía directamente en el estudio de su padre en Corpus Christi. Con ella viví lo emocionada que estaba cuando volvió a recibir todos los premios en los Tejano Music Awards y la frustración de no haber podido repertir el Grammy. En lo personal yo me sentí muy mal al advertir que Selena no había vuelto a ganar el Grammy en 1995, porque intuía que si ella lo hubiese ganado de nuevo, los grandes medios de comunicación volverían a tomar nota de Selena y darían cuenta de lo que Selena ya había obtenido en todo este pequeño período de tiempo. Sentí que si Selena lograba de nuevo el Grammy, sus padres, los medios, los periodistas estarían encima de ella y Selena no podría quedarse tan sola, como aquel nefasto día … Hoy suena una tontería, pero si las cosas se hubiesen dado de ese modo a Selena no le hubiese pasado lo que le pasó. Estoy seguro de ello. Selena estaría ocupada en dar notas, en recibir nuevos productores, nuevas propuestas y nuevas ideas. Su mente no estaría ocupada con simples caprichos ajenos, no estaría siendo abusada en su buena fe, y estaría enfocada en su realización personal y artística. Yo la veía tan entusiasmada, tan ilusionada … Cuando se acercaba el concierto del Houston Astrodome, Selena estaba preparando su show en función de su futuro disco en inglés. Ella me mostraba cantando cómo iba a empezar su show, a la vez que me enseñaba sus movimientos, su baile, su rutina. Se movía y se reía. Siempre esperaba tras ello la aceptación y el cariño en respuesta a lo que ella ofrecía. Todavía puedo ver su sonrisa por la repercusión del concierto, el nuevo récord de asistencia al público, sus sueños … Había comenzado marzo y había que moverse más en el tiempo que teníamos disponible porque Selena tenía muchos compromisos. Y no contenta con todo lo hecho, ella estaba preocupada pues no sabía cuándo podría ir a los países de Sudamérica a los que había prometido ir y cuya gira e itinerario se había complicado con la preparación del disco en inglés y con los conciertos que ello suscitaría. De hecho había que ver cómo Selena cumpliría con los conciertos en México en función de las entrevistas y promociones que Selena realizaría desde ese mes de marzo para adelante para promocionar su nueva faceta de cantante internacional. Ya tenía una agenda apretada y se notaba que Selena lucía algo cansada en algunos momentos de las grabaciones, aunque podría jurar que había empezado a ver algo más, algo más que no lo explicaban ni el cansancio ni el ajetreo del cual Selena ya estaba bien acostumbrada desde pequeña. No podía darme cuenta, pero claro, no suponía que podría ser tan serio ... Si lo hubiese sabido, si lo hubiese entendido cuando la vi acompañando a Selena en una tarde lluviosa en el estudio en uno de los tantos días en los que grabamos con Selena en marzo ... Pero no había modo. Yo no podía imaginar que esa mujer que lucía tan dócil, tan solícita, tan dispuesta a ayudar a Selena en todo, en oficiar de asistente, que cultivaba un perfil tan bajo, que tenía una confianza que era mutua no sólo con Selena sino con toda la Familia Quintanilla, podía hacer semejante cosa poco tiempo después, convertirse de pronto en un monstruo. No había forma de saberlo. Esa insensata nos había engañado como tontos, nos vendió una imagen que no existía. Esa pérfida era todo lo contrario a Selena: no era franca, no era sincera, sus motivos ocultos siempre los guardó bien, era manipuladora. Cuando supimos que era una psicópata ya era tarde, muy tarde … Yo jamás me olvidaré de la última imagen que tengo de Selena: ella había tenido otra jornada agotadora de grabación y pronto debía irse para otros festivales, conciertos propios y benéficos. Habíamos pensado que tal vez podría venir para el viernes 31 de marzo, pero Selena tenía que ir a dar un concierto en Los Ángeles al otro día. Yo estaba un poco molesto, pues se me retrasaba la finalización del disco, pero entendía los compromisos cada vez mayores de Selena. Habíamos quedado en que Selena grabaría algunas pistas en q-productions y a la vuelta del concierto de Los Ángeles tendríamos al menos dos semanas completas para trabajar … Estaba allí en la consola tratando de rearmar todo cuando vi que alguien se apoyó a mis espaldas atascando de atrás la silla en la que estaba sentado. Cuando levanté mi cabeza y di vuelta vi que estaba Selena ofreciéndome su mejor sonrisa y unos nachos que estaba comiendo. “¿No estarás molesto, no?”, me dijo algo preocupada y esperando que yo la sacara de toda duda. “No, para nada. Ya tengo todo planificado. Lo bueno que mientras tú estás en algún concierto, yo podré terminar con los arreglos de los temas grabados, pulir los que empezamos a grabar y ultimar las canciones que faltan”, la tranquilicé … “Y no te preocupes. Yo grabaré todo lo que me pidas en el estudio de papá y ya en abril me tendrás aquí todo el tiempo que sea necesario para terminar el disco. Sabes que también es muy importante para mí … ¿De acuerdo?”, me dijo Selena levantando sus dedos pulgares en señal de aprobación y sonriendo una vez más. Yo levanté mis dedos pulgares también, y al ver esa sonrisa de niña ilusionada, de mujer que recién se asomaba al estrellato luego de tantos sacrificios y frustraciones, alcé mis brazos y la agracé bien fuerte. No me pude resistir. Selena hacía que uno no se resistiera … Pero ese día sentía algo especial por ella. Sentía ternura, ternura por una mujer que necesitaba tanto Amor, tanto afecto, tanta comprensión. Enseguida me aparté y le hice una seña para que se marchara de una vez, que cumpliera con lo suyo, que yo la estaría esperando para seguir grabando el disco en inglés. “¡¡Nos vemos en dos semanas!! ¡¡Bye, bye!!”, dijo y se fue corriendo y riéndose, tal cual su costumbre … Me gustaría pensar que son eternos los días y las semanas, y por eso es que aún no han pasado esas dos semanas … aún recuerdo esas imágenes y no puedo creer que Selena ya no volverá…

Cuando uno de mis asistentes me lo comunicó fríamente aquel nefasto 31 de marzo yo quedé shockeado. Pensé en cuando le ofrecí venir ese día para acá y ella decirme que no podía pues debía ir a Los Ángeles. Me pregunté por qué no estaba allí ya ese día en vez de quedarse en Corpus Christi. Y si no lo hizo pues iba a cantar en q-productions, me pregunté por qué no estaba grabando en el estudio de su padre en vez de estar en ese motel con esa “servicial mujer” que la esperaba con la “sorpresa” más absurda y más tétrica. Me puse a pensar en ese momento y quise sentir lo que siente en su piel una niña cuando es lastimada por primera vez, cuando mira su herida y a su agresor sin comprender, cuando lo mira como diciéndolo “¿Por qué me has hecho esto si yo te di todo mi Amor y mi cariño?”. Hablé con su padre, hablé con Chris, hablé con sus hermanos. Obviamente no pude hablar con su madre. Sólo pude descargar mi angustia con A.B. Lo noté al teléfono tan shockeado y tan desconcertado como lo estaba yo … Yo creo que aún lo estamos y siempre lo estaremos … Me costó poder seguir “a como sea” el disco. Se me dijo que había al menos que “terminar” el sueño de Selena, que debíamos convertir de ese disco grabado a medias en un tributo, en un Legado de Selena. Cuando terminamos de mezclar los temas grabados, no pude dejar de llorar largamente … Era muy fuerte escuchar esa dulce voz de Selena … Esa voz que ya no volveré a escuchar y que sólo me quedaron como recuerdos esas grabaciones, y esa persona tan risueña y tan llena de vida que había detrás de esa voz. Me costó mucho completar el disco. Yo hubiese preferido completarlo con temas en inglés. Sabía que sólo podíamos agregar algunos temas de estudio. Pensé que por allí sería bueno poner aquel Disco Medley del concierto del Houston Astrodome o algún tema interpretado en vivo de algún concierto de San Antonio, Chicago u Odessa … Me dijeron que la calidad de sonido no era buena y que mejor sería completar con temas en español hechos en estudio y masterizados … Era una forma de recordar a Selena con lo que Selena sí ella llegó a grabar … Me volví a ver con José Behar y sólo nos abrazamos en silencio … Cualquier palabra que agregáramos nos bajaría para siempre los brazos y no lo podíamos permitir … Selena no nos dejaría … Cuando completamos “Dance with me/Baila conmigo” con David Byrne, él le puso la mejor onda ante tanto dolor. Él pudo hacer algo que yo casi no pude: tratar de recordarla con alegría por lo que nos había dejado … Me era imposible. Cada vez que lo intentaba, cada vez que lo quería hacer, recordaba su sonrisa y su promesa de que volvería en dos semanas. Cada vez que quería recordarla con alegría me venía esa imagen una y otra vez, y una y otra vez me iba a un rincón a llorar. Todas las veces que me han venido esas imágenes sólo atiné a mirar por la ventana y estar un largo tiempo esperándola, esperando que ella volviera, que al menos diera alguna señal. Lo que más me da pena no es todo lo que pudo haber sido, todo lo que pudo lograr … No … Lo que más me duele es no ver a Selena hablar, no ver a Selena sonreír, no ver a Selena amar y ser amada … Renunciaría a hacer el mejor de sus discos si eso la trajera de nuevo a este mundo, pues en definitiva eso quería Selena, vivir, más que dejar un legado, más que ser un mito, más que ser una leyenda. Selena sólo era una niña que quería sonreír y que todos sonrieran con ella…

Me costó mucho seguir después de aquello. Es difícil seguir cuando uno encontró a la mejor artista y persona, y ésta se ha ido … Hoy sigo produciendo, sigo creando, pero siempre lo hago pensando en ella, pensando en que vendrá luego de esas dos semanas para seguir cantando. En eso sí soy optimista, quiero ser optimista. Sé que algún día ella volverá y yo estaré aquí preparado con mis mejores canciones para que ella las grabe con su mejor sonrisa…

(Quisiera poder hacer algo, quisiera poder cambiar la historia. La vida nos puso en una dura prueba, una prueba de haber visto lo más lindo sólo por un ratito, por un pequeñísimo tiempo. Está en nosotros en que ese instante se haga eterno, que ese chispazo en el que Selena estuvo presente se convierta en algo perenne, en un sentimiento que se lleva para siempre. Está en nosotros … Y es nuestra responsabilidad si la recordamos como ella quería, con Amor, con su Amor. Sólo así quedará Selena por siempre en los corazones de todos los que la han sabido querer.)

Yo también te espero, Selena. Yo también tengo preparada mi mejor canción para que tú la cantes con tu mejor sonrisa…

Eres lo más hermoso que ha dado este mundo, Selena…

Simplemente te quiere…

Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)





Pobre mi padre ... Él simplemente te amaba, Selena…


Pobre mi padre … Siempre me recordaba aquel día que me llevó a ver a Selena en el concierto de San Antonio en abril de 1991. Él quería que me acordara de aquel momento, de aquel día en el que me tuvo alzada durante todo el concierto para que yo la pudiera ver. Yo hacía terribles esfuerzos por recordar aquello, pero claro, sólo tenía 3 años y no había forma de que me acordara de ese momento. Forzaba mil veces mi mente, muchas veces me quería acordar, otras veces tomaba de sus relatos y de las imágenes que yo me hacía de ellos para poder dar mi versión, mi “recuerdo” de aquella noche ... Tuvo que pasar mucho tiempo para que yo pudiera verlo en su totalidad, recién cuando la tecnología nos empezó a permitir ver videos en una computadora. Me da mucha gracia y a la vez mucha ternura verme tan pequeña alzada por mi padre y yo extendiendo una y otra vez los brazos para que Selena me tendiera la suya y darme su saludito, su respuesta a mi cariño brindado. Pero en aquel momento yo no tenía ningún recuerdo, ninguna muestra que me llevara a que me quedara con alguna sensación de aquello. Para colmo de males, en aquellos videos no se puede ver que Selena me llegara a saludar, me llegara a extender su mano. Ni siquiera en el dvd que se sacara hace poquito hay una prueba de ello. Pero mi padre me insistía: “¿Pero que no te acuerdas? ¡¡Pero si Selena llegó a darte su mano y tú se la extendiste y pudiste decirle que la querías!! ¿Que cómo no te acuerdas?” Y no había caso … Yo no me acordaba. Puedo verme ahora extendiendo una vez mis manos, batiendo palmas, siendo sacudida una y otra vez por mi padre que hacía inusitados esfuerzos por mantenerme bien erguida y bien alzada para que yo la pudiera ver bien … Pobre mi padre … Él siempre me decía que yo cantaba todos los días las canciones de Selena, que tenía todos sus discos y los casetes del momento. Y si bien es cierto eso, pues aún conservo muchas de aquellas que son reliquias hoy del recuerdo de Selena, yo creo que más que nada él la amaba mucho, la quería mucho. Tal vez en aquellos tiempos no estaba tan bien visto ser admirador de una mujer y menos en Texas en el que la música tejana estaba dominada por los varones. Aparte Selena tenía 19, casi 20 años. Pero ya era una estrella tejana y su figura estaba en ascenso. En aquel concierto que lamentablemente no recuerdo uno puede ver cómo varones, mujeres, niños y gente mayor la iba a ver por igual. También se puede ver que ella cantaba de todo, sus canciones de pequeña, sus últimos éxitos, sus canciones en español y sus temas en inglés en el que evidentemente se buscaba tener algún éxito que le permitiera llegar al viejo sueño familiar de alcanzar la cima, al gran objetivo de Selena como estrella internacional. Hasta se ve en aquel concierto a A.B. anunciando que Selena iba a cantar para todo el mundo, para todas las culturas, para todos los varones y mujeres de diferentes lenguas. Selena era muy joven, pero toda la Familia Quintanilla ya veía que todo era posible. Se habían ganado un lugar en el negocio de la música sin que nadie les regalara nada y saliendo bien de abajo, con todas las privaciones y con todos los sacrificios de cualquier trabajador. Pero ahora que eran una autoridad en Texas, ahora que tenían una disquera importante que la había contratado, que una importantísima gaseosa la patrocinaba, ahora que mucha gente la respetaba y la amaba, ahora todos se podían permitir soñar con ir más lejos, mucho más lejos. Y eso se notaba en el escenario, en el que Selena se manejaba como pez en el agua, con una autoridad, un encanto y una personalidad que hacía que uno no la dejara de poder mirar. Selena aún no tenía el aspecto que luego la hiciera más famosa, más celebrada y más gustada. Selena tenía el pelo más corto pero se lo estaba dejando crecer, usaba esos famosos vestidos “vaqueros” en blanco y negro que a algunos les encantaba pero a otros no le gustaba para nada. Es evidente que para aquel entonces Selena estaba forjando su personalidad, estaba construyendo su figura, estaba creciendo ... Y aún así se la puede ver con una seguridad, con un andar que nadie dudaba de quién se trataba y hacia dónde se dirigía … Es curioso … Sólo cuando la veo manejarse a uno y otro lado del escenario con semejante porte ahí me vienen ciertas sensaciones, ciertas imágenes que me hacen pensar que eso lo he visto, que eso lo recuerdo, que eso ya lo he vivido. Es posible que tenga presente aun en mi inconsciente ese concierto y lo que viví aquella noche … Pero no lo recuerdo, francamente no lo recuerdo. Me acuerdo de lo que se vino después, lamentablemente mis recuerdos se asocian a otras cosas mucho más dolorosas y difíciles de olvidar … Tal vez por eso mi mente quiere recordar aquel momento. Si no fuera por lo que pasó casi exactamente 4 años después, no me preocuparía por no recordar aquello, pues sabría que tendría otras cosas vistas, y otros hermosos recuerdos y sensaciones. Pero no fue así ... Muchas cosas pasaron después que derribaron esos recuerdos gratos, esos momentos en los que todos éramos felices porque todo era posible. Y era posible porque Selena hacía sencillo lo que parecía imposible … Pobre mi padre … Él amaba a Selena. Y más allá de mi admiración de niña, él me llevaba porque él la quería ver … Pobre mi padre … Cuando ella se fue, él también se fue con ella…

Mis recuerdos sobre Selena fueron más adelante, no ya con mi padre solo acompañándome, cuando Selena comenzó a convertirse en una estrella internacional. Lo que me acuerdo primero fue del tema “La llamada”. Adoraba esa canción. Me acuerdo que jugaba con mi padre cantándole ese tema. Me encantaba decirle “¡¡Canalla!!” con la misma cara que ponía Selena en el video. Si había algo que Selena hacía magníficamente era interpretar esos temas. Siempre ponía el gesto justo, la expresión exacta, el sentimiento pleno a esas canciones … Y era más increíble cuando se sabía que Selena tardó mucho tiempo para hablar el español, que aun cuando lo aprendió le costaba hablarlo con fluidez pero que lo tuvo que aprender por su éxito rotundo en México, sobre todo en Monterrey … Con Selena era la primera vez que veía que en mi casa se miraba lo que pasaba del otro lado del Río Bravo. Hasta allí parecía que los mexicanos que vivíamos en Estados Unidos nos desconectábamos de nuestros orígenes y ya no volvíamos a saber qué pasaba por la República Mexicana. Pero con Selena todo cambió. Su éxito en México potenció su figura en Texas, y a su vez, valorizó la música texana en México y en todo el mundo. Era imposible que no se hablara de Selena a uno y otro lado del río que supuestamente separaba todo y no sólo a dos países. Selena hizo que nosotros habláramos de México y en español, y del otro lado del Río Bravo en inglés sobre Estados Unidos. Y hablábamos con cariño y con respeto, y sin ningún enfrentamiento, ningún rencor. Y eso sólo lo lograba Selena. Selena había unido a muchos pueblos y a muchas familias. Yo recuerdo esperar que mi padre volviera del trabajo para acercarme algo de Selena. Si no era un disco, era una revista, si no era una foto, era algún poster. Tal era nuestra admiración que nos corrimos a Corpus Christi cuando dio aquel concierto en el Memorial Coliseum en 1993. De ese concierto tengo más recuerdos y sensaciones. Ya tenía 5 años y fui con mis padres. Mi madre tenía admiración por Selena pero se sentía un poco molesta por el tremendo cariño de mi padre. Estaba un poco celosa y sentía que tenía que competir con alguien a quien ella no podría alcanzar … Pero cuando fuimos allí y mi madre fue sólo para cuidarme en un concierto más numeroso, ella también quedó impactada. Era la primera vez que la veía en vivo y allí comprendió todo, sobre todo cuando nos vio a mi padre y a mí tan felices. Recuerdo que a la salida del concierto mi madre me dijo si me había gustado el concierto. Ante mi sí rotundo, ella aprovechó un momento de distracción de mi padre para decirme al óido: “No se lo digas nunca a tu padre, pero ahora entiendo por qué la quiere tanto a Selena. Fui una tonta en sentirme tan celosa”. Y a partir de allí se integró mucho más a nuestra comunión de Amor por esa artista tan particular como era Selena. Ella era única en el escenario y buena como persona. ¿Qué más se podía pedir? Como vivíamos en un pueblo muy pequeño de Texas, todo se nos hacía muy dificultoso para verla casi siempre, pero como Selena siempre tocaba en muchos lugares, incluso en estadios no muy grandes, eso nos permitía ir cada tanto a verla. El concierto que más me había impactado fue el de Odessa. Selena lucía hermosa, y ya cantaba y actuaba como una cantante consagrada y con un futuro que nos hacía pensar seriamente que no la íbamos a ver tan seguido por estas tierras en poco tiempo. Ella se marcharía irremediablemente y nos tendríamos que contentar con verla por televisión logrando éxitos en todo el mundo. Pero eso que en un punto nos generaba algo de tristeza a la vez nos daba una tremenda alegría y orgullo, porque si había algo que nosotros queríamos era que ella triunfara, que llegara al éxito mundial, que todo el mundo la amara. Pocas veces habíamos sentido algo así por un artista. Para mí y sobre todo para mi padre esa mujer era el sueño de todos, la alegría de todos, era alguien conocido que nosotros queríamos mucho y a la que le deseamos lo mejor. Ella no generaba ningún sentimiento de rencor, de envidia, de frustración. Todo lo contrario. Ella sólo recibía Amor de nosotros y de toda la gente. Nada más cierto con Selena aquel dicho que dice que uno cosecha lo que siembra. Y Selena sólo era una linda y simple mujer que había regado de cariño y de afecto a su gente. Selena les había dado a todos lo que todo el mundo necesitaba. “Todo lo que necesitas es Amor”, cantó alguna vez John Lennon con The Beatles. Y en mundo en el que todo se confunde, en el que se cree que hay otras cosas importantes, que hay otros valores a los que hay que atender y dar prioridad, Selena les hizo ver con Amor que la gente sólo necesitaba amar y ser amada. Selena les hizo ver con sus actuaciones, con su voz, con su actitud, con su mensaje que con Amor, verdad, sinceridad, honestidad y humildad se podía lograr lo que se quisiera. Y nosotros se lo creímos. Y pusimos ese mismo espíritu para emprender cualquier cosa que se nos ocurriera en la vida. Selena no era sólo una artista a la que admirábamos. Selena era nuestro espejo, nuestra visión de las cosas, nuestros sueños, nuestra esperanza. Nosotros le creíamos a Selena del mismo modo en el que le creíamos cada vez que interpretaba un tema. Y allí estaba Selena ... Lo pude ver claramente allí en Odessa viéndola cantar, bailar y sobre todo interpretar “Bidi bidi bom bom”, lo pude ver cuando cantó “Si una vez”, lo pude apreciar en su porte increíble en el escenario. Pero también lo pude ver en el cariño de la gente, lo pude apreciar cómo el “ex novio” de Selena en el tema “¿Qué creías?” soportó toda la situación sin que intentara hacer nada molesto sólo por el respeto que le generaba Selena, lo pude ver en ese cartel que decía “We love you Selena” y cuando Selena lo tocó en agradecimiento. Es ese instante en el que me di cuenta de todo lo que ella había generado, todo lo que había logrado y todo el sentimiento que había entre ella y su público. Y no fue definitivamente el concierto más multitudinario y resonante. Era un estadio de rodeo chico, de los tantos que Selena ha cantado y seguía cantando pues a Selena no se le caía ningún anillo por ser ya para ese entonces una estrella internacional. Pero en esos pequeños detalles uno daba cuenta de la magnitud del éxito, pero sobre todo de la expectativa que había despertado Selena. Eso yo lo pude vivir y sentir en aquel concierto que sí recuerdo bien a pesar de que sólo tenía 6 años…

Estuvimos a punto de no ir al concierto del Houston Astrodome. Ya era el Tercer Gran Rodeo de Selena. Ya el año anterior habíamos querido ir, pero nos fue imposible imaginarnos viajar a Houston. No es que en 1995 habían cambiado mucho las cosas, pero teníamos esperanzas. Había muchos sorteos de entradas para aquel gran concierto en programas de radio y de televisión. Mi padre no tenía dinero para comprar las entradas y quedarnos aunque sea un día allí, pero suponía que si por allí ganaba los tiques podría conseguir que alguien le prestara una camioneta para ir a Houston. Había hasta pensado en dormir en la camioneta y volver esa misma noche. Ya tenía preparado el disco “Amor prohibido” y un poster de Selena en el Memorial Coliseum de Corpus Christi para que se lo firmara. Mi madre había desistido de viajar allí porque decía que no quería hacer un viaje tan largo. Supongo que en realidad ella quería facilitarle las cosas a mi padre a la hora de ganarse un par de entradas y de pensar en los gastos de traslado. Después supimos la verdad. Ella escribió a un programa de televisión para participar en uno de esos sorteos en los que se regalaban entradas para ver a Selena … ¡¡y las había ganado!! Recuerdo que vino mi padre muy cansado del trabajo y muy frustrado porque se acercaba el día y las esperanzas de ver a Selena se esfumaban como pompas de jabón. Mi madre lo saludó dulcemente y le dijo que tenía una gran sorpresa para él y para mí, y allí fue cuando me llamó. Cuando estuvimos los tres juntos nos dijo: “¿A que no saben quién estuvo por aquí mientras ustedes estaban afuera?” Mi padre y yo nos quedamos mirando sin entender y antes de que nos agarra la ansiedad y el fastidio por no entender a qué se refería mi madre, ella nos impactó con una palabra: “¡¡Selena!!”. Nosotros abrimos bien los ojos y nos quedamos petrificados. Sólo mi padre atinó a decir. “¿Qué, quién dices que qué?”. “¡¡Selena!! -volvió a decir mi madre-. Estuvo aquí para saludarlos, pero como no se podía quedar les dejó esto…” y allí mi madre exhibió no sólo las entradas sino unos pases especiales para verla en exclusiva antes del concierto. Mi padre abrazó a mi madre llorando y diciéndole varias veces: “Gracias, mi Amor, gracias…”. Yo sólo gritaba de alegría. Ahora sí la podía ver en el Gran Rodeo. Mi padre estaba aún más contento pues ahora no tendría que acudir a mis recuerdos de aquel concierto de San Antonio para poder recordar juntos lo que vivimos tan de cerca con Selena. Ahora podríamos reemplazar aquel recuerdo con este más fresco y más que probablemente Selena lo recordaría más que nosotros cuando se lo mencionáramos. Mi padre imploró a su jefe para que lo dejara ir y para su sorpresa no sólo éste lo dejó sino que le prestó la camioneta para trasladarse a Houston y un dinero para la estadía de un día en la ciudad. Y antes de que mi padre atinara a decir algo, su jefe le dijo con una sonrisa “Todo sea por Selena” y le dio un fuerte abrazo. De allí en más sólo quedaron los preparativos para ir a ver a Selena. Recuerdo cómo mi padre llevó su disco y su poster. Yo llevaba miles de fotos y de remeras sin pensar en lo que sentiría cuando la viera. Mi padre estaba ciertamente emocionado y nervioso, y recién cuando nos despedimos de mi madre e íbamos camino a Houston, se atrevió a decir: “Cuando estemos allí le voy a comprar flores, muchas flores blancas, de las que a ella le gustan. ¿Qué te parece?”. Como yo asentí entusiasmada, se atrevió a agregar: “Y le compraré bombones. Sí, le compraré esos dulces que a ella tanto le gusta. Pero eso sí, hija, no se lo digas nunca a tu madre, que por allí no le va a gustar enterarse…”. Yo se lo prometí con una sonrisa. Tenía 7 años y ya guardaba muchos secretos de mis padres, pero eran lindos secretos, pues eran secretos de Amor, secretos que tenían que ver con Selena. Mis padres se querían mucho y pronto entendieron que podían quererse para siempre sin ser Selena un estorbo sino todo lo contrario. Podían quererse y con alegría mientras Selena estuviera allí y fuera el motor de sus vidas…

Cuando fuimos para Houston tuvimos más de una dificultad. En más de una ocasión la camioneta tuvo que ser reparada. Llegamos con el tiempo justo y con mucho menos dinero de lo pensado. Me di cuenta de que mi padre estaba angustiado porque el presupuesto nos obligaba a elegir. Si íbamos a un hotel por una noche no podíamos hacer nuestros regalos a Selena y eso para ambos, sobre todo para mi padre, era muy importante. Notaba que mi padre estaba tenso y no me hablaba. Sólo miraba con su mano firme en el volante hacia adelante, tratando de lidiar con el tránsito de Houston, una ciudad lo suficientemente grande como para que él le costara adaptarse, acostumbrado como yo a vivir en un pueblo en el que casi no pasaba un auto por horas enteras. No dudé en plantearle allí la solución: “Padre. ¿Y si mejor nos quedamos a dormir en la camioneta? ¿Para qué vamos a buscar un hotel a esta hora?”. Mi padre me miró desconcertado, alegre porque le sacaba un peso de encima pero con culpa por pedirme de dormir en un auto a la intemperie toda la noche … “Pero mi hija, tu madre no aceptaría eso. Déjame…”. “No padre, no -lo interrumpí-. Ella no se enterará. Además, ¿no es más importante darle nuestros presentes a Selena? ¡¡Vamos, confía, padre!! Seguro que Dios nos ayudará…”. Mi padre me dio un abrazo que no olvidaré jamás. Lloraba en silencio y yo también. Yo empezaba a tener plena conciencia de mi cariño a Selena. Mi padre sencillamente la amaba. “¿Sabes, padre? Aunque te parezca increíble, surgen en mí recuerdos de esa noche de San Antonio. ¿Tú crees que sea posible?”. “Claro que es posible -me dijo con dulzura mi padre sin dejar de abrazarme-. Aunque eras muy pequeña y no lo recuerdes bien, yo te aseguro de que estabas muy feliz y contenta. Batías palmas y en todo momento pedías la mano de Selena. ¡¡Ahora la podrás tomar y recordar!!”, me terminó de decir con entusiasmo mi padre. Habíamos ido a comer algo y volvimos a la camioneta que estaba bien escondidita estacionada en una pequeña calle muy cerca del Houston Astrodome. Nos dimos un beso con mi padre y yo me puse a dormir siendo cobijada con sus brazos. Notaba que él sólo se había recostado sin dormirse en la intranquilidad de que pudiera pasarnos algo y con los ojos alertas para protegerme … hasta que él se quedó profundamente dormido. Como al rato escuchamos que alguien tocaba el vidrio de nuestra camioneta. Yo al principio me desperté pero no quise mirar. Temía que fuera la policía. Por eso esperé que se levantara mi padre para certificar si era bueno o malo lo que pasaba. Hasta que escucho: “¡¡Hey!! ¿Es que no me escuchan? ¿No me van a recibir? ¡¡Aquí estoy!!”. Abrí los ojos para certificarlo. Ya era de día, muy temprano, pero se veía ya la luz del cielo. Mi padre increíblemente no se había despertado. Cuando asomé mi cabecita, me sobresalté, pegué un grito y comencé a zamarrear a mi padre: “¡¡Despierta padre, despierta!! ¿A qué no sabes quién está aquí? ¡¡Está Selena!! ¡¡Es Selena!! ¡¡Está aquí Selena!!”. Cuando Selena me advirtió echó a reír a carcajadas y yo bajé de la camioneta para abrazarla. Casi chocamos al abrazarnos. “¿Selena? Qué haces tú aquí? Nosotros vinimos desde muy lejos para verte en el Gran Rodeo…”. “¡¡Lo supuse, niña!! Pero antes que nada, dime cómo te llamas y por qué están aquí”. En ese mismo momento noté que bajó mi padre de la camioneta totalmente emocionado pero petrificado. Bajaba por inercia pero no sabía ni qué hacer ni qué decir. “Ven padre, ven aquí. Mira quien está. Está…”. No terminé de decirlo que en cuanto vio la actitud de mi padre, Selena fue hacia él y le dio un fuerte beso. “¡¡Hey!! ¿Cómo estás? ¿Así que has venido a verme? ¿Y qué te parece si entras conmigo y con tu hija, desayunamos juntos y me ven ensayar? ¡¡Para mí será un honor!!”. Mi padre no salía de su asombro, casi lloraba de la emoción y sólo atinó a decir: “Es que no sé si somos dignos de entrar contigo. Estuvimos en la camioneta toda la noche y…”. “Dime … Perdón, antes que nada … ¿Cómo te llamas?”, lo interrumpió Selena. “José”, alcanzó a decir mi padre. “¡¡Y yo Lucero!!”, dije a viva voz. “Pues bien, Lucero y José. Si yo me acerqué a su camioneta a sabiendas de que me venían a ver fue por las fotos y los posters con mi imagen que están en la camioneta y porque vi unos regalos … Y ya lo deben imaginar … ¡¡Quiero mis regalos!!”, dijo Selena cayéndose de la risa. Mi padre salió corriendo a buscar los regalos mientras yo me abrazaba con Selena. “¿Pero es que has venido sola aquí?, le dije intrigada. “No. Vine con A.B. Pero en cuanto los vi le hice una seña para que entrara y yo me quedé con ustedes. Ahora sólo voy a entrar si ustedes me acompañan”, dijo dándome un fuerte beso. “No sabes lo que te quiero, Selena. Y ni te imaginas mi padre. Te fuimos a ver al concierto de San Antonio hace 4 años. Yo casi no me acuerdo. Pero mi padre siempre me lo recuerda pues yo estaba cerca de ti alzada por él y queriendo tocarte para que me saludaras”, le recordé. “¡¡Y claro que me acuerdo de ese momento!! ¡¡Sí!! Tú eras la niñita que me saludaba de muy cerca. En un momento A.B. me lo hizo notar y yo te saludé. ¿No lo recuerdas? Es que estabas muy emocionada pero eras muy, muy chiquita, como ahora, pero menos”, y echó a reír de nuevo. En ese momento llegó mi padre con el ramo de flores blancas y una caja de bombones. “De parte de mi hija y mío”, le dijo casi en silencio. Selena se emocionó mucho pues entendió lo que significaba haber hecho estos regalos y sin más nos invitó a entrar. Cuando entramos Selena nos presentó a sus hermanos, a sus padres, a su esposo, a toda la banda, desayunamos con ellos, vimos sus ensayos, nos mostró en exclusiva el vestido que se iba a poner esa noche, nos adelantó lo que cantaría y nos terminó diciendo: “Y aquí tienen unos pases libres para que me puedan ver al término del concierto. Yo me guardaré las fotos, los discos y los posters para que lo vengan a buscar ya autografiados. ¿Qué les parece? ¿Y saben por qué lo hago así? ¡¡Para que no se escapen del Astrodome sin despedirse de mí!!”, y volvió a reírse con esa sonrisa que no olvidaré jamás. Yo estaba muy contenta. Yo era muy pequeña y me imaginaba que por allí todos los artistas eran tan buenos y tan cálidos como Selena, aunque ya para esa edad sabía que no cualquiera te recoge de la calle y te invita a pasar un día contigo … Mi padre estaba emocionado. Él sí sabía todo lo que representaba Selena y todo lo que sentía por ella. Casi no podía hablar, pero por suerte Selena cubría sus silencios con sus risas, con su charla, con su increíble emergía, con sus ganas de hacer, de hacer y de hacer todo. Cuando fuimos al concierto yo no paré de gritar y de cantar cada tema. Mi padre casi no hablaba y por momentos lloraba, reía, alzaba los brazos o cantaba encantado por esa mujer que lo llenaba de emociones, que lo hacía vivir y sentir cada canción, cada estrofa, cada acto de Selena con su mano en el pecho en una de las tantas formas de vivir y hacer vivir cada tema. Y como si fuera el llamado del destino, cuando Selena se retiraba en un gran auto del estadio, en el medio del júbilo de la gente, mi padre y yo empezamos a correr para seguir el auto y saludar a Selena en su despedida. En un momento entre la gente que se quejaba de nuestro andar que entorpecía la visión de los demás y nuestro cansancio, nos detuvimos sabiendo que ya no podíamos avanzar más. Justo en ese momento Selena arroja su toalla a la tribuna en agradecimiento a la gente. Vi que la toalla se dirigía justo hacia nosotros. “¡¡Papá, papá. La toalla de Selena!! ¡¡Atájala!! Mi padre giró y por acto reflejo alzó su mano y quiso la providencia que justo la toalla se depositara en sus manos como si buscara un remanso en él. “¡¡Papá, papá, la tienes!! ¡¡Es tuya!!” y lo abracé. “No, hija, es tuya … es”, intentó decirme mi padre. “¡¡No, no, es tuya, es tuya!! ¡¡Quiero que la conserves tú!!, le dije sabiendo lo que significaba para él esa toalla que acababa de usar Selena para secarse. El la tomó cuidadosamente, la olió y la tuvo apretada contra su pecho hasta que dimos con Selena en el camarín. En cuanto entramos y sin que nosotros pudiéramos decir nada, Selena le dijo a mi padre: “¿Has visto qué regalo te dejé desde el campo, no? ¡¡Menos mal que tuviste los reflejos rápidos!! ¡¡Vamos, José. Tráemela!! ¡¡Que te la firmo ya!!”. Mi padre se la dio y mientras ella se lo firmaba nos preguntaba qué nos pareció el concierto. Y mientras nosotros no parábamos de elogiarla, Selena le entregó la toalla autografiada a mi padre. Él de inmediato procedió a leerla: “Promise me you'll take care of her. Take her as if she were a part of me. Without you I'm nothing. Take a lot of care of her and we'll see each other very soon. Love. Selena”. Mi padre la leyó, miró a Selena que sonreía con mucha dulzura y no se pudo contener. La abrazó bien, bien fuerte y le dijo: “Y tú prométeme que llegarás a ser la mejor artista del mundo. Sabes que eres la mejor. Como ti no habrá nadie. Sólo prométeme que no detendrás nunca tu marcha al éxito. ¡¡Todos estamos contigo!!”. “Te lo prometo”, le dijo Selena que, para mi sorpresa, cambió su rostro habitual y comenzó a lagrimear un poquito. Pero para que no nos quedáramos con esa impresión de ella gritó enseguida: “¡¡Uy!! ¡¡Me olvidé de darles los otros autógrafos!! ¡¡Ahora vuelvo!!”. Mi intuición de niña me hizo saber que ella tardaría un poco en volver. Supongo que esas palabras de mi padre habían tocado su Alma. Quién sabe lo que pasaría por su corazón en ese momento. Hubiese querido haber tenido la certeza de que algo más profundo había detrás de esa mirada y de aquella expresión de Selena … Selena volvió no sólo con nuestras fotos, discos y posters autografiados, sino con nuevas fotos, más discos y nuevas remeras. “Y esto es para tu esposa. Dile que le agradezco lo que ha hecho por ti. Se nota que es una buena mujer y que te quiere mucho”, dijo Selena y le regaló el anillo que llevaba puesto en el concierto, los aros, incluso el que arrojó en el escenario, y el chaleco que llevara puesto al principio del concierto. Cuando ya partíamos del Houston Astrodome, Selena nos dijo: “¿Ya parten para casa?”. “Sí, ya tenemos que regresar”, le dijo mi padre. “¡¡Ah, qué bien!!”, dijo Selena y miró a A.B. Éste con un gesto asintió y allí Selena nos dijo: “Juan. Me permití que los muchachos revisaran tu camioneta para ver si había algunos problemas. No había muchos pero ya está a punto. ¡¡Puedes irte!!”. Sabía que Selena se había encargado de reparar todos los problemas y llenarlo de combustible. Y antes de que mi padre le dijera que no debía molestarse, que ellos sólo venían a verla a ella aun con todos los riesgos que debían correr, que éramos nosotros los agradecidos por su concierto y por su hospitalidad, Selena le dijo: “No, Juan. La agradecida soy yo. Yo te tengo que agradecer lo que has hecho para verme, por traer a tu hija, por lo que haces por mí. Contigo y con gente como tú siempre estaré en deuda. Sólo busco compensar tantos sacrificios…”. Y como nunca lo vi en mi vida, mi padre abrazó a Selena y lloró mucho, mucho tiempo. Selena lo contuvo todo el tiempo necesario, como si fuera un niño. Era una imagen tierna aunque algo extraña. Una imagen que pronto, muy pronto, la entendería perfectamente y de la manera más desgarradora…

…Aquel triste día del que no querría recordar jamás recuerdo que vino mi madre desesperada a buscarme al colegio. Su presencia confirmaba algo que se decía entre mis compañeros de clase pero al que no le dábamos ningún crédito. El hecho de que el colegio siguiera funcionando como si nada nos hacía confirmar que nada malo estaba sucediendo. Pero yo no me había percatado de que en pleno recreo mis maestras se habían ido para enterarse de lo que pasaba y para decidir qué hacer con nosotros … “Ven, Lucerito, querida -irrumpió mi madre-. Tu padre está muy alterado. No sé qué hacer con él. Lo dejé con tu tía cuidándolo. Es por lo que le sucedió a Selena. ¿Ya lo sabes, no?”. Un frío helado corrió por mis espaldas. Asentí con un tenue movimiento de cabeza pero en realidad no sabía nada. Lo intuía, lo presentía. Sólo habíamos escuchado algo de Selena herida, nada más. Pero la cara aterrada de mi madre sólo confirmaba lo peor. No quise preguntar, no iba a averiguar nada. Traté de no enterarme de nada más. Sólo le preguntaba cosas relacionadas con el estado de mi padre y así enterarme a cuentagotas de lo que le había sucedido a Selena … Me di cuenta de que mi madre no sabía de detalles … Sólo de que la habían malherido y que … difícilmente saldría … Llegamos a mi casa y mi tía se abalanzó sobre mi madre a puro grito: “No lo puedo contener. Quiere estar solo, sólo con la toalla de Selena. Está afuera, sentado en el piso del jardín sin parar de llorar. No tiene consuelo…”. Traté de contenerme y fui camino hacia mi padre lentamente sin decir nada, como amagando ir a otro lado, como buscando un mejor ángulo para ver mejor lo que sucedía. Traté de no alarmar ni a mi madre ni a mi tía para que no me detuvieran en el intento … En cuanto me acerqué a mi padre sentí su llanto agudo. Sólo por un instante me contuve, sentí que un nudo en el estómago me retorcía sin dejarme respirar, y corrí hacia mi padre y lo abracé sin decirle nada. Él se asustó en un principio, iba a reaccionar pero cuando vio que estaba agarrada como una garrapata a él me abrazó, lloró aun más fuerte y sólo decía: “¿Por qué, lucerito? ¿Por qué? ¿Qué mal hizo Selena para que le hicieran esto? ¿Y ahora qué voy a hacer? ¿Qué vamos a hacer? ¡¡Dios, no la dejes ir, por favor, por favor!!”. Ya seguía allí sin poder llorar más. Tenía que ser más fuerte que él a pesar de mis 7 años. Mi padre luego se apartó de mí, me pidió con un hilo de vos que lo dejara solo y yo lo acepté sin irme muy lejos. Temía dejarlo solo a mi padre. Me daba cuenta de que él esperaba que alguien viniera a decirle que Selena se había puesto mejor, que nada de lo dicho era cierto, que Selena no podría marcharse así, de esa manera tan impropia para una persona como ella. Cada tanto mi padre lloraba, cada tanto maldecía a esa mujer de la cual recién en ese momento sabíamos que existía y de la cual no podríamos no sólo olvidarla sino no pronunciar nunca su nombre. De pronto mi padre se arrodilló, alzó sus brazos y gritó: “¡¡Selena, Selena!! ¡¡Tú me lo prometiste!! Me dijiste que nadie te detendría. ¿Cómo lo permitiste?” y arrojó lejos la toalla y estalló en otro llanto tomándose un largo tiempo la cara con sus manos. Yo empecé a llorar sola parada impotente por no poder hacer nada, por no poder calmar a mi padre. Al verlo me daba cuenta del dolor que significaba la pérdida de Selena. Tal vez si no hubiese visto a mi padre, me pondría seria, no hablaría del tema y trataría de pensar que nada de lo que viví sucedió, como si Selena nunca hubiese existido, como si todo lo que viví sólo fue un lindo sueño pero con un final que ni recuerdo ni que pretendo recordar. Pero lo tenía a mi padre que me lo recordaba una y otra vez. Tenía la sensación de que había perdido dos seres queridos y no uno. De lejos podía escuchar las noticias de la radio, incluso la confirmación de lo peor. También supe de la caravana de gente que estaba yendo en procesión a Corpus Christi. Me acerqué a mi padre y le dije que si no querría ir para allá. Fue la única vez en la que mi padre mostró algún entusiasmo y algo de aquel semblante que lo caracterizaba. Trataba de que mantuviera algo del cual temía que perdería irremediablemente. No hay peor cosa cuando alguien pierde sus ilusiones, cuando alguien ya no tiene ganas de sonreír, cuando alguien ya no tiene a esa persona, a ese alguien que le da sentido a su vida. Y a pesar de mis 7 años sabía que no tenía sentido que le dijera que tenía una familia y mucha gente que lo quería, pues él tenía un enorme vacío. Yo lo vi cómo se sentía al lado de Selena, yo vi lo que significaba ella para él. Yo hubiese jurado de que si el daban la opción él se hubiese ofrecido a recibir aquel balazo. Que prefería sacrificar su vida y verla triunfar a Selena que él estar vivo y Selena sin tener la posibilidad de ser feliz. Era un hombre sin Alma, un Alma en pena. Yo lo entendía, lo entendía perfectamente. No podía ser egoísta, no podía pedirle que fuera feliz si no lo estaba. No podía decirle que la vida continúa y que ya nos olvidaríamos de ella … Mi padre jamás se olvidaría de Selena ... Sólo podía consolarlo, sólo podía estar al lado de él. Fuimos para Corpus Christi. Tanto en el camino a Corpus como ya en la ciudad misma ya mi padre no lloraba. Sólo era una mirada perdida, un rostro desencajado. No hubo necesidad de confirmarle la noticia. Él ya lo sabía, lo sentía. Pudo ver a una multitud que no sólo lloraba sino que pedía que la morada en la que estaba Selena fuera abierta para certificar que ella estaba allí. Mi padre encolerizó: “¿Pero qué quieren ver? ¿Acaso no les alcanza con la noticia? ¿Qué quieren certificar? Selena ya no está, ya no está. ¡¡Nosotros somos los muertos!! ¡¡Déjenla en paz. No la quieran exponer!! ¿Acaso quieren quedarse con esa imagen de por vida?”. La gente comenzó a discutir con él a los gritos y yo me lo tuve que llevar con mi madre hacia la fila que esperaba darle el último adiós a Selena. Mi padre volvió a la calma y sólo mantenía el rostro adusto, serio, mirando bien lejos como si no quisiera ver lo que tenía a pocos metros, como si no quisiera ver a Selena allí, pero sintiendo una fuerza irrefrenable que lo arrastraba allí pese a su voluntad. En un punto mi padre también quería pensar que tal vez nada de eso era cierto, que todo era una burla, que todo era una pesadilla. Él a su modo pensaba como las personas con quienes discutió unos minutos antes, sólo que no quería verla, no quería verla así … Cuando llegamos a la morada, mi padre caminó unos pasos no mirando donde estaba Selena. Yo sólo comencé a llorar en silencio sin dejar de mirarla, sin dejar de pensar que esa hermosa mujer y persona tan llena de vida ahora estaba allí sin poderse uno explicar por qué, para qué, qué sentido tenía todo, para que estamos aquí, por qué Dios nos somete a esto, por qué tanto dolor, tanta injusticia. Las cosas no son como nos venden en una película de Hollywood. En la realidad de la vida los buenos mueren, mueren jóvenes, mueren llenos de vida, mueren honestos, llenos de verdad y de trabajo en manos de psicópatas que no saben qué hacer con sus vidas y que lo resuelven destruyendo a todo aquel que se le cruza por el camino … De pronto mi padre corrió hacia donde estaba Selena, se arrodilló ante ella y gritó: “¡¡No te vayas, Selena!! ¡¡No te vayas!! ¡¡Dios!! ¿Por qué a ella, por qué? ¡¡Dime Selena que no es cierto!! ¡¡Dímelo tú!! ¡¡Dime que todo es una mentira!! ¿Qué vamos a hacer sin ti? ¿Cómo crees que podemos vivir sin ti?”, y echó a llorar de nuevo sin consuelo. Mi madre y yo íbamos a por él, pero un agente nos detuvo mientras otro iba a apresar a mi padre. Cuando lo estaba por hacer surgió de la nada A.B.: “¡¡No!! ¡¡Déjalo!! ¡¡Déjalo!! ¡¡Yo me lo llevo!! ¡¡No le hagas nada!!”. El agente se detuvo y A.B. abrazó a mi padre que estaba desconsolado. Corrimos hacia él y aprovechamos para agradecerle a A.B. y darle nuestro pésame. Por suerte él nos había reconocido. A.B. me tomó del brazo y me dijo: “Creeme que yo tampoco lo entiendo y jamás lo entenderé … Ya veré qué hacer. Por lo pronto cuida de tu padre. Él necesita tanta ayuda como todos nosotros…”. Yo lo abracé largamente a A.B. y aproveché para sacar todo mi dolor y toda mi impotencia llorando como nunca. A.B. se quedó todo el tiempo que duró mi llanto y sólo me dijo: “Sólo nos queda esperar a que algún día nos encontremos con mi hermana y con el Señor”. Me dio un beso en la frente, me obsequió un chupetín que guardaba en el bolsillo al dicho de “Esto se lo iba a dar a Selena el viernes” y se fue solo con las manos en los bolsillos. Luego de ese incidente el padre de Selena ordenó que abrieran la morada de Selena. “Tal vez sea lo mejor”, dijo, y a partir de allí todos veríamos lo que en realidad nunca quisimos ver…

Volvimos a mi casa ese triste 3 de abril de 1995. Sentí como nunca que el mundo seguía andando a pesar de todo. Mi padre nunca se repuso de aquello. No volvió a sonreír jamás. Pronto enfermó. Pronto le diagnosticaron algo incurable y al año se me fue. Los médicos me consolaron diciéndome que el mal lo tenía de antes, de mucho antes, sólo que se manifestó en ese momento a la vista de todos, cuando ya no se podía hacer más nada … Yo sabía que no era así, que no podía ser así. Esa enfermedad comenzó el 31 de marzo de 1995 y sólo podía curarse si Selena volviera para sonreírle, para cumplirle lo que le había prometido, para certificarle que estaba viva y feliz. Pero eso no iba a ser posible .... Cuando mi padre se agravó, lo cuidaba todos los días, lo abrigaba con la toalla de Selena, le acercaba sus firmas para que las volviera a leer, le ponía sus discos, le ponía y le cantaba una y otra vez “Si una vez”, su tema preferido. Yo abrigaba una esperanza, una pequeña esperanza … Tal vez si escuchaba sus canciones volvería a la vida … Pero no fue así. Incluso le mentí y comencé a decirle que de pronto me acordaba de aquel concierto de San Antonio, que recordaba todo lo que había sucedido. Hacía poco habían dado parte de aquel concierto que vi muy de pasada e intuí o creí ver que estaba allí alzada por mi padre. De sólo imaginarme verlos tan llenos de vida tanto a mi padre como a Selena -algo que certifiqué después viendo el video- me hizo preguntar a mí también una y otra vez “¿Por qué?”, sólo “¿por qué?”. Pero fueron vanos mis intentos con mi padre: “Yo también supe que dieron ese concierto. ¿Y a que no sabes de lo que me enteré? Que esa mala mujer que le quitó todo la conoció allí mismo … Si lo hubiese sabido … Si hubiese podido hacer algo…”. Fue la última vez que lo vi con algo de ganas de hablar. Luego vino el fin…

Estábamos con mi madre a solas en un día muy lluvioso. Todavía no podía sobreponerme de tamaña pérdida. Mi madre lloraba en silencio. Ella siempre le reprocharía no haber sido tan fuerte como para afrontarlo. No le molestaba que admiraba tanto a Selena. Sí que no las supiera proteger y ver qué hacer con su vacío en el Alma. Yo tampoco sabía qué sería de mí y de nuestras vidas. Mi madre seguiría con su trabajo. Yo con el colegio. Pero algo no teníamos resuelto. De pronto sonó el timbre de mi casa. Para mi sorpresa era A.B., esta vez con un chupetón y una remera de Selena. “¡¡Hola, te lo traje de parte de Selena!!”, y me abrazó bien fuerte y luego lo hizo con mi madre. “¿Qué tal si paseamos un poco y hablamos de nuestras cosas?”, propuso. Las dos asentimos y fuimos a caminar con él. Allí me di cuenta de que nunca podría reponerme de todo esto, pero tenía que seguir, por mi padre y por Selena. Por ella para que nadie se olvide de lo que era como artista y como persona. Por mi padre para que esté contento con que hago algo por ella, que es como hacer algo por él, algo que él nunca pudo hacer sin ella. Miraba el cielo, miraba a mi madre, miraba a A.B., y podía darme cuenta de que jamás superaríamos lo perdido, que siempre lloraríamos por Selena y por mi padre, pero algo podía hacer por ellos, que era recordarlos, no olvidarme nunca de lo que hicieron y darles a conocer al mundo que hubo alguien tan hermoso como Selena que hizo a mi padre muy feliz, a un pueblo muy feliz, a países enteros muy felices. Las cosas materiales que Selena nos dio, salvo las muy personales, las tiene mi padre consigo. Es el lugar más seguro. Él sabe qué hacer con ellas. Sólo a mí queda el deber de que esas cosas que tiene mi padre no queden en el olvido, no se las lleve el viento, no sean tapadas por el polvo del paso del tiempo. Por suerte yo estoy aquí en este mundo para que Selena siga manteniendo su sonrisa con su sueño cumplido y con mi padre feliz de ver a Selena feliz. Al menos yo le encontré un sentido a mi vida maltrecha con tantas pérdidas irreparables. Al menos yo, como tantos otros, podremos completar la obra de Selena, y hacer de éste un mundo posible, un mundo mejor…

(Mis lágrimas que surgen mientras leo este relato certifican el dolor de Lucero, el dolor de un pueblo, el dolor de un mundo que se vio privado de ser enteramente feliz con Selena habiendo realizado su vida artística y personal…)

No sabes cómo se te extraña, Selena…

Te quiere mucho…

Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)