Mi éxito puede esperar … Hoy sólo importa el tuyo, Selena…


“¿Que voy a hacer una película en breve? ¿Estás segura? ¡¡Mira que me estás haciendo ilusionar!! ¡¡Cuéntame, cuéntame más!!”, le dije frenéticamente a Cecilia, una reconocidísima adivina de la ciudad de New York. Sentí que ella me estaba dando unas fuerzas que me eran muy necesarias para afrontar este momento de mi vida. Ya era cantante y actriz, pero aún me faltaba mucho para llegar a mi punto máximo. Yo soñaba con estar en lo más alto. ¡¡Yo soñaba con llegar a Hollywood!! Pero todo era muy difícil en aquel momento. Para una mujer como yo de origen latino, tenía que hacer el doble y hasta el triple más que los otros para llegar a ser reconocida. Además, yo tuve unos padres que me respetaron mi decisión de seguir mi carrera artística, pero consideraron que la mejor forma de llegar a mis grandes objetivos era que me las arreglara sola para ganarme mi lugar en el mundo, que si quería mi independencia me la tenía que ganar afrontando todos los problemas que me traería este bendito mundo del mismo modo que disfrutando todo lo hermoso que nos da el vivir. Quizá muchos podrían decir que mis padres debieron apoyarme estando más encima de mí, controlándome en todo, cuidándome de lo malo que me podría pasar y señalándome qué es lo mejor para mí. Pero créanme que no. Mis padres cuidaron muy bien de mí y siempre estuvieron cuando los necesité de verdad. Pero a la hora de aprender a ser adulta mis padres me dieron las alas y me dejaron volar. Seguramente deben haber llorado mucho la primera vez que me dejaron ir sola de casa, cuando los acostumbré a no visitarlos por semanas y por meses, deben haberse angustiado mucho cuando no recibían noticias mías, o no recibían las mejores, pero sabían que a la larga yo les iba a agradecer que hicieran eso por mí. No hay nada más hermoso que la libertad, la libertad de poder expresarse como uno quiere, de ser como uno quiere ser. Y es hermoso aunque uno tenga muchos problemas, se enfrente a muchos peligros, a ciertas personas, a determinadas situaciones. Uno ante tales inconvenientes desea que estén los padres siempre al lado de uno protegiéndonos, salvándonos de muchos problemas. Pero es mejor que las cosas sean así, pues de otro modo uno nunca se vale por uno mismo, uno nunca aprende por sí mismo lo bueno y lo malo, y cómo uno debe enfrentarse las cosas a las que si uno no las detecta por nuestra propia cuenta, nunca las advertiremos. Cierta vez tuve oportunidad de ir a Europa para participar de un evento de promoción de una película. Yo me sentía sola, no era conocida y no sabía cómo afrontar la situación. Quería volver a mi casa allí mismo. En mi desesperación llamé a mi madre y le expliqué lo que me pasaba, en la seguridad de que me compraría el pasaje de vuelta allí mismo o que vendría a las pocas horas para extender sus brazos y rescatarme de mi desesperación … “¿Qué me dices, Jennifer? ¿Que no sabes qué hacer? Has estado toda tu vida esperando este momento, el de ganarte un nombre en el mundo artístico, para ser famosa. ¡¡Aprovecha esta oportunidad que tanto buscaste en vez de llorar!!”. Esas palabras fueron como un cachetazo de realidad para mí. No esperaba esa respuesta pero fue lo que mejor que me podría haber dicho mi madre. Dejé de llorar y salí a enfrentar a este mundo, con lo bueno y con lo malo. Allí comencé a sentirme adulta y todo gracias a ella…

“Mira, no sé si deba decirte de qué se va a tratar la película. Sólo puedo decirte que vas a tener el papel protagónico”, me dijo Cecilia. Sentí que me faltaba la respiración. No podía con la emoción inconmensurable que corría por todo mi cuerpo. ¡¡Iba a tener mi gran oportunidad y sólo tenía poco más de 20 años!! Gracias a mi empeño y a los consejos de mis padres había llegado a tener un cierto reconocimiento en los Estados Unidos, pero no dejaba de ser una cantante y actriz reconocida sólo en el Bronks. Aún me faltaba mucho, muchísimo, para ser alguien reconocido de costa a costa en los Estados Unidos. Y contrariamente a todo lo que vino después, para una latina como yo en esos años ’90 si quería sobresalir en mi país y en el mundo entero debía cantar en inglés, actuar en inglés, destacarme en ese idioma y en esa cultura que predominaba en todos lados, a pesar de que los latinos éramos cada vez más y nos hacíamos sentir. Además, yo siempre fui muy ambiciosa y no iba a parar hasta llegar a Hollywood y a ser reconocida en todo el mundo. Pero la vida y la experiencia me habían hecho aprender a que debía ser muy observadora, intuitiva, cautelosa y atrevida al mismo tiempo. Con el tiempo aprendí a que por allí uno está toda la vida sin tener la oportunidad que tanto se busca y por la que tanto se lucha, por lo que si esa oportunidad se daba alguna vez había que aprovecharla al máximo. Pero también aprendí a que hay que estar preparada para ese momento. A veces uno no está tan lista para esas circunstancias. Tal vez aparece en un tiempo en el que no se espera, o cuando aparece se actúa de un modo equivocado. Yo supe que primero una debe estar preparada, saber qué se puede esperar, que hay detrás de una buena propuesta, detectar si algo es muy bueno como si algo es muy peligroso. Aprendí por mi formación a estar atenta y despierta por si en algún lugar se presenta algo, dejarme llevar por mi intuición por si lo que aparece en algún lugar, por más lejano que fuera, sea algo del cual constituya una buena oportunidad que no se debía desaprovechar. Y tal vez por ser así me acerqué a Cecilia. Yo no soy de creer tanto en esas cosas, aunque en el mundo del espectáculo se cree mucho en adivinos, en presagios, en futurología, en señales que nos da alguien o en determinados acontecimientos. Pero cuando me la presentaron vi algo de ella que me hacía pensar que me podría dar una mano para llegar a mi gran objetivo. Se podría decir que ante mi incertidumbre acerca de si al final habiendo ya pasado un poco los 20 años iba a tener realmente una oportunidad fui a verla. Pero en realidad yo fui porque estaba segura de que ella me ayudaría a cambiar mi vida, me ayudaría a ser famosa de verdad .... “¡¡Vamos, dime más!! ¿Qué papel me darán? ¿Será importante? ¿Crees que me ayudará a conquistar Hollywood? ¡¡Por favor!! ¡¡Necesito saberlo!! ¡¡Sabes que debo estar preparada para mi gran oportunidad!!”. Cecilia se me quedó mirando, entre dubitativa y temerosa. Yo le caía bien y no quería decepcionarme, pero había algo que la hacía impedir decirme todo: “Mira, Jennifer. Sabes que te aprecio mucho y que si fuera por mí te diría todo lo que sé de este tema. Yo te ayudaría en todo lo que esté a mi alcance para que seas la artista más famosa del mundo … Pero aquí no puedo ayudarte. No estaría bien que te dijera algo concreto. Es más: si te lo dijera tal vez lo eche todo a perder. Espera. Espera tranquila. Sólo permanece atenta. Yo lo único que puedo decirte de lo que veo en estas cartas es que habrá un casting de artistas jóvenes para representar a una famosa artista tejana. Creeme que no puedo decirte más. Te soy sincera. Para saber más de este tema debería consultar con más profundidad estas cartas, pero no lo quiero hacer. Averiguarlo sería contraproducente…”, me terminó de decir Cecilia con un aire de ruego y compasión. Yo asentí y me apresté a retirarme. Cecilia volvió a recalcarme que la perdonara por no decirme más, que si me había dicho algo era por el cariño que me tenía y para darme la seguridad de que lograría llegar a lo más alto. Yo sonreí para que no sintiera culpa y ella volvió a decirme: “Hazme caso, Jennifer. Sólo espera y estate atenta. Sólo debes hacer eso. ¡¡Luego haz lo que debas hacer y serás muy famosa!!”.

Me fui del departamento de Cecilia con una gran curiosidad e incertidumbre. “¿Yo interpretando una famosa cantante tejana? ¿Si ni tengo el acento de alguien de Texas? ¿Por qué me elegirían a mí en vez de alguien más experimentada y famosa que yo, además de texana?”, pensaba una y otra vez. Podría ser cauta, estar atenta, ser muy observadora y, sobre todo, ser muy ambiciosa. Podía estar tranquila esperando mi gran oportunidad asegurada por lo que me había dicho Cecilia, pero al fin y al cabo yo era mujer, y la curiosidad me había invadido. Yo ya quería estar preparada para el momento. Siempre pensé que Cecilia me había dicho que la gran oportunidad consistía en el casting, por lo que para esa oportunidad debía estar lo mejor preparada posible para tener mi papel protagónico asegurado. Estaba segura de que si Cecilia me había pasado ese dato era para que me asegurara mi papel. Todos sabemos que aunque creamos ciegamente en las cartas, algo puede fallar, y por eso Cecilia me dijo el dato de la artista tejana. Quería asegurarse de que yo sabría representarla a la hora del casting … Pero después pensé mejor … En el momento en el que me lo dijo, yo no dudé de que esa artista ya había muerto, y de que era muy famosa y muy querida aun en ese momento … ¿Pero para qué querrían artistas jóvenes para un protagónico? ¿Acaso sólo hablarían de ella en sus épocas de juventud y quizá de esplendor? No sabía qué responder a esas preguntas. Me contenté con pensar que por allí cubrirían toda su vida y yo debería protagonizarla toda y caracterizarme siendo ya más vieja, o quizá las otras épocas las harían otros … ¿Pero quién sería esa famosa cantante tejana? ¿Acaso Cecilia lo sabía? ¿Por qué no podía saber todo? Fueron pasando los días y la curiosidad me mataba. Rogué porque me llamaran cuanto antes del casting para salir de mi ansiedad. Incluso llamé a Cecilia para que me dijera al menos si faltaba mucho. “Tranquilízate, Jennifer. Será este año. No puedo decirte cuándo pues no lo sé … Pero espera y permanece atenta. La oportunidad inexorablemente llegará…”. Yo colgué el teléfono y me quedé largo tiempo pensando. Ya era febrero de 1995 y en un lapso máximo de 10 meses vendría mi oportunidad. El casting podría ser en un día o en varios meses. Podría ser al otro día o en diciembre … Algo me decía que debía ir a Texas. ¿Pero a dónde? Texas es muy grande … Me dejé llevar por mi intuición. Viajaría el 20 de febrero a Houston y lo haría sola. Algo me decía que así debían ser las cosas. Algo me decía que mucho averiguaría allí…

Partí para Houston sin saber con qué me encontraría. No tenía ni idea por dónde empezar ni hacia dónde dirigirme. Pero estaba segura de que algo encontraría, de que encontraría la respuesta a mis preguntas. Fui con mi idea primigenia de que todos me hablarían de una gran leyenda, de una artista que en el mejor de los casos estaría viva pero ya sería muy mayor. Estaba ávida por saber pero ni sabía por dónde arrancar. Cuando llegué a Houston, me alojé en un modesto hotel y empecé a indagar. Pero noté que la ciudad estaba convulsionada porque en pocos días se presentaría por tercera vez consecutiva en el Gran Rodeo del Houston Astrodome la cantante Selena, la gran artista tejana del momento. Todos hablaban de ella. Casi me era imposible hablar con alguien sobre el tema que me había llevado a Houston. Hasta había pensado en irme a otra ciudad de Texas pues indudablemente Houston sólo hablaría de Selena por varios días pero alguien me detuvo: “¿Tú eres de New York pero eres latina? Mira, aquí estamos maravillados con Selena. Ella en Texas es muy conocida desde que era muy pequeña, pero desde hace unos tres años viene siendo muy exitosa en México y en muchas ciudades de los Estados Unidos. Ahora se va a presentar por tercera vez en el Gran Rodeo y volverá a romper el récord de asistencia de público. ¡¡Y lo hizo desde la primera vez que se presentó!!”, me dijo José, el conserje del hotel. “Mira. Selena es una gran artista pero por sobre todo es una encantadora mujer. Para apreciarla en todo sentido tienes que verla actuar, tienes que ver lo que es arriba del escenario. No hay palabras para definirlo … Pero así lo es en todo. Te puedo asegurar de que si ahorita mismo apareciera en este mismo hotel, ella te sonreiría y te saludaría antes de que lo hagas tú. Todavía no he podido olvidar su aparición en los últimos Tejano Music Awards. ¡¡Lucía tan hermosa!! Te voy a ser sincero … No sé si ella estaba tan linda en aquella oportunidad. Por su forma de presentarse prefería la del año anterior. Pero lucía tan tierna con su sonrisa, con su humildad, con su cariño, con su eterno agradecimiento … Te puedo asegurar que si alguien me pregunta qué imagen de Selena prefiero no dudaría en elegir la del último Tejano Music Awards. ¡¡De ese vestido y de su hermosa sonrisa no me voy a olvidar jamás!!”, me terminó de decir José. En otro momento no hubiese dudado en pensar que estaba exagerando, que simplemente se había enamorado de ella. ¡¡Pero así pensaban todos de ella!! Varones, mujeres, niños, gente mayor. ¡¡Todos!! No vi que nadie hablara mal de ella. Lo peor que escuché relacionado con ella era que a muchos que no la admiraban tanto se quejaban de que se escuchaba su música a toda hora en la radio, pero reconocían que eso se debía a su fama y a que era muy querida. Todo eso me hizo quedar en Houston hasta verla en el Gran Rodeo. José, el conserje, me consiguió una entrada: “Mira, Jennifer, te conseguí un ticket. No me preguntes cómo lo conseguí … Sólo quería asegurarme de que vieras a Selena antes de que vuelvas a New York”. Se lo agradecí infinitamente, como le agradecí que me diera revistas y me consiguiera discos de ella. Me di cuenta al sólo verla de que Selena tenía una fuerte personalidad y que marcaba tendencia con su forma de presentarse, de vestirse, de mostrarse. Me enteré de que tenía una tienda de ropa y no me sorprendió. Una mujer así tiene esas iniciativas. Allí vi un modelo a seguir y a imitar. Aunque no la conociera bien, sabía que ella me podría dar una idea acabada acerca de cómo llevar adelante mi carrera como artista integral. Estaba segura de que Selena tenía muy claros sus objetivos y cómo lograrlos. Cuando tuve oportunidad de verla en la televisión en algún reportaje me dio gracia y me sorprendió notar su dificultad para decir algunas palabras en español. Me sentí muy identificada con ella, máxime cuando vi su trayecto para llegar al éxito, aunque fuera muy distinto al mío. Nunca hubiese pensado en apostar en cantar en español como una alternativa para llegar al éxito mundial. Está bien que en Texas las cosas eran diferentes, pero aun así … La actualidad de Selena confirmaba que la apuesta fue bien pensada, más que nada observando que Selena estaba ya grabando un disco en inglés para ya lanzarse mundialmente. “Yo sé que lo logrará, yo no tengo dudas. Mira, yo tengo hermanos, primos, tíos, buena parte de mi familia que vive en Monterrey y les pregunté si allá en México les caía bien que Selena cantara en la lengua de los gringos. Uno de mis hermanos me dijo que cuando Selena fue para allá por primera vez hace tres años casi no hablaba el español, con todo lo que eso implicaba en México, y sin embargo les encantó a todos. ¿Por qué las cosas iban a cambiar ahora? Aquí sólo se espera que le vaya bien. Si a ella le va bien, a nosotros nos va bien. Nosotros no sólo admiramos a Selena. También la queremos. Sólo queremos verla feliz. Selena es nuestra gran esperanza”, terminó de decirme José. Me quedé muda. Nunca vi que quisieran tanto a alguien. Sólo me quedaba por verla para sacarme todas las dudas…

Cuando llegué al Houston Astrodome quedé doblemente impactada. No sólo noté la enorme cantidad de gente que estaba asistiendo para ver a su artista preferida, sino cómo la querían. Se veía toda clase de gente con una única expectativa: participar de esa comunión de Amor entre Selena y ellos. Verdaderamente yo no sabía con qué me encontraría. El hecho de no saber nada de ella, pero el notar lo que significaba para todo Texas, México y buena parte de la Comunidad Latina de todo el sur de los Estados Unidos, me generaba una cierta inquietud. ¿Cómo era Selena como artista? ¿Era tan buena como parecía o la realzaban más de lo que era por el hecho de lo que significaba para ellos como persona? Su actitud ante la gente, el hecho de que todos la sintieran como uno de ellos que empezaba a tener éxito, ¿los empujaba a apoyarla sin condiciones? ¿Era Selena la cantante exitosa del momento que quién sabe qué sería de ella en un tiempo si tal vez no sabía capitalizar semejante convocatoria? Me costaba creer qué podía tener ella de particular para que la quisieran tanto. Tenía en cuenta lo que me había dicho José, pero tenía que cerciorarlo yo misma para ver cuánto de cierto tenían sus palabras. De pronto las luces se apagaron y la gente comenzó literalmente a delirar. Ella entró, al mejor estilo tejano, en un carruaje rodeada de hombres tejanos yendo a caballo. Era increíble. ¡¡Todo era increíble!! Las niñas casi adolescentes se golpeaban el pecho y extendían su mano para que se las tomara Selena, varones que la aplaudían de pie, gente mayor que coreaba su nombre, mujeres exultantes por ver su modelo a seguir. Comprendí, aun sin tener toda la información sobre Selena, la importancia que tenía para ella, siendo mujer y de Texas, destacarse en el medio de un ambiente machista y que nadie, absolutamente nadie, objetara su éxito y la tomaran como su única e inobjetable Reina. No se podía poner en palabras tanto sentimiento de admiración y de cariño. Sólo había que verlo y sentirlo, lo mismo que observar y quedarse extasiada al ver a Selena actuar. Cuando comenzó su concierto con un Disco Medley de los años ’90 no tuve más dudas. Estaba ante una enorme artista internacional. Yo misma me di cuenta de que ella en breve sería amada por todo el mundo, que llevaría a los latinos a lo más alto en la consideración mundial. Se dirá que las mujeres somos muy competitivas y que nos cuesta destacar lo buena de las otras, máxime si actúan en el mismo rubro que una … Pero al ver a Selena una hasta se replanteaba lo que había hecho y lo que debía hacer en el futuro. Una voz increíble y personal, una gran personalidad, un tremendo carisma y un talento para estar allí en el escenario que pocas tenían. Pues podría hacer como cualquier mujer y decir que hay otras que cantan mejor, otras que bailan mejor, otras que interpretan mejor, pero ninguna de las artistas que podrían ser mejores en algún rubro que ella podría lograr que cualquier persona se quedara mirándola sin parar de principio a final del concierto y quedarse sumamente impresionada. Ella con su increíble estilo marcaba la manera en la que todos debían desenvolverse en el espectáculo. Selena literalmente no paraba, no detenía nunca su andar de principio al final del concierto. Terminaba un tema y comenzaba otro sin solución de continuidad, y se permitía en el medio del canto saludar, sonreírle a la cámara que la tomaba de cuyas imágenes se las podía apreciar en la pantalla grande del escenario, bailar, arengar. Nunca dejaba de cantar y nunca erraba una nota. Definitivamente nunca vi a nadie así. Ver a Selena era confirmar que nunca vería a otra como ella, fundamentalmente porque Selena era auténtica y genuina a la hora de interpretar. Uno se daba cuenta al ver a Selena actuar que esa misma persona que estaba en el escenario era la misma que se la podía observar fuera de él. Era evidente que Selena no inventaba ningún personaje. Era ella misma en el escenario como en la vida. “Una vez escuché que Selena decía que ella no podría interpretar un papel en una telenovela o en una película que no fuera el fiel reflejo de su persona. Selena decía que no podía engañar al público ni siquiera en ficción. No quería que alguien que la viera allí actuando y no la conociera se llevara una imagen equívoca de ella. Así es Selena”, me dijo José con una admiración absoluta por Selena, admiración respetada por su esposa, que también la quería mucho. Y ese sentimiento era absolutamente entendible en cuanto uno observaba el tipo de artista que era. Era mucho, mucho más de lo que me imaginaba, mucho más de lo que pensaba. Estaba a años luz de ella. Al verla sentí que a mí me faltaba mucho. Tenía que aprender mucho de ella. Tenía que rodearme de una banda que estuviera a mi servicio y que realzara mi figura. Tenía que aprender de ella para llegar a ser alguien en el mundo como sin duda lo sería Selena. Hubo momentos en los que no importaba el tema, no importaba la música, no importaba lo que pasaba. Sólo importaba verla a ella y gozar, gozar de su talento, gozar de su alegría, gozar de una artista sumamente personal e increíble. El momento más emocionante del concierto fue cuando interpretó “Si una vez”. Yo me quedé muda, quedé impactada por el griterío de la gente y por el tremendo dominio del escenario de Selena. Yo no vi nunca a nadie detenerse en un tema dejando que el público sólo escuchara su respiración. Yo no vi a nadie que estuviera un tiempo que parecía eterno pasearse en silencio con mirada cómplice en el medio del griterío de la gente. Yo no vi a nadie terminar un tema como lo terminó Selena luego de lo que hizo en “Si una vez”. Cerré los ojos y quise retener por siempre ese momento para que no se me fuera nunca, para que quedara registrado en mi cerebro y lo tomara como ejemplo a la hora de encarar un show. Selena había comenzado para mí a ser el modelo, la guía, la manera en la que debía yo seguir como cantante y como actriz en el futuro. Tenía la intuición de que siguiendo su ejemplo yo también podría llegar lejos. Después de todo, yo también tenía lo mío ... Pero nada de lo que yo tenía se podía comparar a lo que tenía Selena. Después de terminar el concierto y de despedirse del público yendo a su camarín en un auto que la transportaba a la salida, yo quería correr y correr siguiendo ese trayecto del auto para que me saludara una y otra vez como lo hacía con todos. Quería ser partícipe de aquella comunión de Amor entre Selena y su público. Selena saludó uno a uno, y no dejó de hacerlo hasta el final. Incluso noté que ya habiendo descendido del auto y camino al camarín, volvió sobre sus pasos para devolverle el saludo a uno de sus admiradores … Era definitivamente una mujer encantadora. Me quedé con la impresión de haber visto el concierto de mi vida y con la insatisfacción de que aquello hubiera terminado. Encima debía volver a New York al día siguiente. Cuando regresé al hotel me topé con José, que estaba exultante con la actuación de Selena. “¿La has visto? ¿Has visto que no he exagerado? ¿Has visto que tenía razón?”, me dijo. Yo le dije que no tenía palabras, que nunca había visto algo así. “Yo sólo quiero que le vaya bien en la vida. Cuando se despidió dijo ‘Cuídense muchísimo y nos veremos muy pronto. Cuando dijo eso, no sé por qué, pensé en que ella debía cuidarse más que nunca. ¡¡Está tan cerca de lograr todo!! Sería una picardía dejar pasar semejante oportunidad”, me dijo José. De pronto a mí se me fue la sonrisa y caí en una gran angustia. Sé que José me lo decía por otra cosa, pero esas palabras me hicieron pensar si por allí ella era … Bajé la vista, le dije con la mayor cortesía que debía irme ya para preparar mi regresó a New York y me refugié en la habitación. Estuve un tiempo largo llorando sin saber por qué, pero algo me decía que sí lo sabía … Estaba ansiosa de volver cuanto antes para ver a Cecilia…

En todo este tiempo de estar en Houston quedé atrapada en el mundo de Selena por lo que olvidé por completo por qué estaba allí. Ahora que volví a caer en el tema, y teniendo en cuenta las palabras de José, estaba segura de que no debía preguntarles quién era para ellos la mejor cantante tejana de todos los tiempos. Era Selena. ¡¡Sin duda era ella!! Pero entonces, ¿yo voy a hacer una película sobre su vida? ¿Y qué será de ella? Temí lo peor. Ya no me importaba la película ni mi forma de llegar a Hollywood. No quería que se fuera Selena de este mundo. ¡¡No lo iba a permitir!! Intenté varias veces llamar a Cecilia pero no la localicé. Exhausta, caí en un profundo sueño, sueño que pronto se transformó en una pesadilla. Vi imágenes terribles, escuché un disparo, la sonrisa diabólica de una psicópata, a Selena corriendo desesperada y llorando. Lo demás no lo quise recordar. Me levanté en un grito y lloré sin parar por largo tiempo. Luego hice el mayor de los esfuerzos para preparar las valijas para irme a New York en la seguridad de que pronto volvería. Cuando me despedí de José, lo abracé bien fuerte y le dije: “No olvides nunca esas palabras de Selena. No sólo cuídense ustedes. Cuiden ustedes también a Selena. ¡¡Ustedes son el mayor reaseguro de su éxito!!”. José se quedó impresionado con mis palabras y me abrazó también todo emocionado. “Lo haremos, Jennifer. Lo haremos. Y espero que pronto vuelvas aquí”. Yo me despedí prometiéndole que mucho antes de lo esperado estaría en Texas otra vez. Mis horas de regreso a New York fueron interminables, sencillamente interminables. En cuanto llegué a mi casa, salí de nuevo en busca de Cecilia. Ella me recibió alarmada y preocupada por mi expresión: “Dime la verdad, Cecilia. ¿Se trata de Selena, no? ¿A ella debo interpretar? Estuve en Texas y la vi. Después de verla lo único que deseo es que no le pase nada a ella. Viendo lo increíble que es como artista yo no podría hacer una película sobre ella. ¡¡Dime qué le va a pasar!! Ayer tuve una pesadilla horrible. A ella le pasaba lo peor y no por un accidente … ¡¡Por favor, dime que es ella la mejor cantante tejana a la que le quieren hacer una película!! Y si no lo sabes toma las cartas y averígualo. Si realmente me quieres, lo harás. Y no te preocupes por mí. ¡¡Yo me las ingeniaré para llegar igual a Hollywood!!”. Cecilia me miró aterrada, un poco por mi determinación, otro poco porque sabía de qué estaba hablando. Tomó las cartas y mientras las miraba me observaba. Esperaba a que yo desistiera de mi pedido. “Por favor, Jennifer. No me hagas averiguar. Te he dicho la verdad. No te oculté nada. Pero vi cosas de las cuales no quise ahondar pues no tiene sentido. No trates de retar al destino. Deja que las cosas se den como el Señor dispuso…”, me imploró Cecilia. “Déjame a mi decidir mi propio destino. Déjame que salve a Selena de algo que no le debe pasar. Déjame que las cosas sigan el curso que deben tener, no el camino de lo inexorable. Yo siempre pensé que podemos cambiar el destino de las cosas. Permíteme hacerlo esta vez por Selena. Ella está en peligro. Yo no. Si no hago nada, Selena no tendrá ninguna otra oportunidad mientras yo sí. Mientras esté a mi alcance, yo haré que tenga su oportunidad del mismo modo que yo. Selena es la mejor de todas y yo no me aprovecharé de su desgracia para llegar a lo más alto. Yo también tengo el talento para llegar a la cima sin necesidad de todo esto. ¡¡Ahora que lo sé menos lo quiero!! Por eso te pido: dime si es lo que pienso. ¿Es ella, no? ¿Y no será un accidente, no?”, le dije a Cecilia con una mirada mitad desafiante, mitad de ruego. “Vamos, toma las cartas y dímelo…”, le dije con suavidad. Cecilia tomó las cartas de nuevo, las miró una y otra vez hasta que no pudo más y echó a llorar: “¡¡No lo puedo decir, Jennifer!! Te lo ruego. No me hagas desafiar el destino. ¡¡Ya nada se puede hacer!!”. “Ya has desafiado el destino sin querer, Cecilia … Sólo dime cuándo será. Sólo dime eso…”, le dije en voz baja pero con firmeza. Cecilia se levantó y en el medio del llanto y camino a su habitación me dijo: “Será en marzo, a fines de marzo. No sé más …¡¡No me hagas decir más!!”, gritó y se fue a su habitación. Yo me quedé quieta por un largo tiempo hasta que decidí partir de allí. Me fui caminando hasta mi casa y no dejaba de pensar. No sé cuánto tiempo pasó. No volví a mi casa hasta saber lo que debía hacer, hasta saber cómo salvaría a Selena de semejante horror…

Había averiguado por José que Selena se presentaría el 4 de marzo en Miami en el Festival “Noches de Carnaval”. Me dejé llevar por mi intuición y fui para allá a presentarme ante ella. Tuve mucha suerte de que algunos organizadores del Festival me reconocieran y me dejaran entrar al “backstage”. Estuve un largo tiempo esperando a Selena. No sabía qué iba a decirle ni cómo presentarme. En cuanto la vi me quedé impresionada por su figura y por su presencia. Se le venían encima miles de admiradores para pedirle un autógrafo, miles de periodistas para rogarle por una nota, miles de personas para felicitarla. A todos ellos Selena les contestaba con una sonrisa, con unas palabras, con unos saluditos, con miles de autógrafos. Me llamó la atención acerca de cómo trataba a cada uno de ellos, con qué dedicación, con qué paciencia, con tanto cariño. Cuando vi que había atendido a todos, tragué saliva y fui a su encuentro. Ella me recibió con una sonrisa. “Hola, Selena. Mira, tal vez no me conozcas, pero yo soy Jennifer López, una cantante y actriz de Nueva York. Sólo vine desde allí para expresarte mi profunda admiración por ti luego de verte en el Houston Astrodome…”, le dije extendiéndole mi mano tímidamente. Selena se acercó a mí, me abrazó y me dio un tremendo beso: “¿Tú eres Jennifer López? ¡¡Pues claro que te conozco!! Te he visto muchas veces. Te admiro mucho. Yo sé que llegarás lejos. Hay que ver qué pasará conmigo, pero ya veremos”, dijo Selena y echó a reír a carcajadas mientras miraba a su padre. “¿Pero cómo no me viniste a ver en el Houston Astrodome? ¿Has venido de tan lejos y no me viniste a ver en el camarín? ¡¡Pero qué tímida!! La próxima vez que lo hagas no lo dudes. Entra a mi camarín que yo te recibiré”, me dijo Selena toda sonriente y exultante. Estando con ella tan cerca uno entendía cómo la querían tanto. Era imposible no quererla. Era tan amable, tan atenta. Te hacía sentir más importante que ella misma. Yo no podía creer que ella me conociera. No sé si lo hacía por cortesía o porque realmente me hubiera visto. Lo cierto es que no importaba mucho. Uno la veía y la escuchaba a Selena, y le creía todo; no es que uno le quería creer, simplemente uno le creía …Allí, la encaré con un tema que mi intuición me hacía pensar que sería bueno tratar … “Selena. He visto que tú tienes una tienda de modas y que diseñas tus modelos …. ¿Sabes? A mí me gustaría en un futuro aprender a diseñar mis modelos y tener mi tienda de ropa. Me gustaría poder alguna vez visitar ‘Selena Etc.’ para que me enseñes cómo hacer mi propio negocio…”. A Selena se le abrieron los ojos bien grandes: “¿En serio quieres aprender a diseñar tu ropa? ¡¡Pues claro que puedes venir!! Mira. Aquí te dejo una tarjetita con mi dirección y teléfono. Ven cuando quieras. Y ni necesitas llamarme con anticipación. ¡¡Sólo ven y listo!! En todo caso llámame por si estoy fuera de Corpus Christi en algún concierto. Este mes será muy movidito para mí”, me dijo Selena y me hizo un gesto con la mano afirmando lo ajetreado de su agenda ... Yo quería decirle muchas cosas, ¿pero cómo decírselas si ni siquiera las sabía? Sólo atiné a decirle: “Mira Selena. Yo iré para allá en cuanto pueda. Sólo te pido una cosa. ¡¡Cuídate mucho!! Estás en la cresta de la ola. ¡¡No desperdicies esta oportunidad!! Ya sabes que luchamos tanto por este momento. Y este momento es tuyo. Yo estoy segura de que tu éxito les abrirá el camino a todas nosotras. ¡¡Pero yo quiero con toda el Alma que te vaya bien a ti!!”. Selena me abrazó fuertemente y muy emocionada: “Gracias, Jennifer, por lo que me has dicho. Creeme que tendré en cuenta tus palabras a la hora de decidir sobre mi futuro. Pero llámame. ¡¡Mira que si no lo haces lo haré yo para regañarte!!”, me dijo Selena y volvió a reír. Me di cuenta de que sus risotadas eran su forma de manifestar algo que la emocionaba mucho y de la que no sabía cómo mantener su compostura ante semejante sentimiento. Me despedí de ella y rogué que algo pasara y que cambiara el curso natural de las cosas. Rogaba que Cecilia tuviera razón, que tuviera tiempo hasta fin de mes para poder salvar a Selena de vaya a saber qué agresora, de qué mente malvada, de qué monstruo capaz de sacarle a Selena la posibilidad de vivir su vida brindando cariño, y de sus admiradores de disfrutarla acompañando su éxito…

Estaba en New York desarrollando mis actividades y averiguando dónde estaría Selena en los siguientes días. Había pensado en ir al Festival de Calle 8 para jugar mis últimas cartas desesperadas. Si tenía que decirle de mis miedos lo haría. Si tenía que expresarle que desde el 26 de febrero de 1995 tenía esa horrible pesadilla recurrente, se lo diría. Pero aún apostaba a que lo hablado en Miami en el Festival “Noches de Carnaval” rendiría sus frutos … El 9 de marzo sonó el teléfono de mi casa ya bien tarde en la noche. Me sobresalté por la hora. Pensé en mis padres. Pensé en Selena y sentí un dolor inmenso en el estómago. Quería creer que Cecilia no se había equivocado. Que aún había tiempo … Para mi sorpresa, alegría y alivio, era Selena … Se la notaba agitada, con aire de preocupación … “Hola, Jennifer. Disculpa si es tarde en tu ciudad, pero no quise esperar para decírtelo. Me gustaría que vinieras cuanto antes a Corpus Christi, así te enseño mis diseños. ¿Te animas?”. Mi emoción fue tremenda y enseguida le contesté que sí, que ya iba a adquirir el ticket. “No te preocupes por él. Ve al aeropuerto y anúnciate en Recepción. Allí recogerás tu boleto. Es lo mínimo que puedo hacer por provocarte tanta molestia … Eso sí, no debería hacerlo. ¡¡Más bien debería regañarte pues no me has llamado!! ¡¡Que sea la última vez!!!”, y volvió a reírse como siempre. Yo le agradecí, agarré lo mínimo indispensable para viajar y partí rápidamente para Corpus Christi. Arribé al otro día. En cuanto llegué a su boutique, Selena me esperaba en la puerta con los brazos abiertos…

Selena me enseñó su boutique y todos sus diseños. Yo me quedé anonadada. Vi mucho Amor en su emprendimiento y noté que buena parte de su vida estaba allí. Me atrevería a pensar que Selena había hallado su lugar en el mundo y que había estado tal vez toda su vida esperando este momento, que había luchado por ser la mejor cantante para que una vez logrado ello, poder encargarse de su gran pasión que era el diseño. “¿Sabes, Selena? Yo siempre pensé en tener mi boutique y mi tienda de ropa, pero siempre lo imaginé para el final de mi carrera, cuando ya haya dado todo mi potencial como cantante y como actriz. Veo que tú has hecho lo inverso a lo que haría yo o a lo que hace la mayoría. Sospecho que esto es muy importante para ti”, le dije como para que confirme mi presunción. “Lo que pasa, Jennifer, es que yo no podría esperar a ser vieja para hacer lo que más me gusta. Toda mi vida quise ser diseñadora. Desde niña que hago diseños. ¿Voy a esperar para ser grande y recién allí diseñar lo que quiero hacer ahora? ¿Sabes? Yo soy de las personas que no puede esperar, que si tiene muchas ganas de hacer algo y tiene tiempo, no lo pierde, ¡¡lo hace!! … Y si tiene que ser hoy, ¡¡hay que hacerlo hoy mismo!! No hay que dejar para mañana lo que se puede hacer hoy. Mañana quién sabe lo que puede pasar. De hecho tuve algunos inconvenientes con la gerencia de la boutique, pero eso no me impidió seguir…”, me confesó Selena. “¿Pero qué es lo que sucede? ¿Es grave? ¿Tienes dificultad para seguir con tu proyecto?”, le pregunté intrigada. “No, no, no es grave, pero en un punto es serio. Por eso te llamé … Me gustaría que me ayudaras en mis diseños. Por estos problemas que te dije tal vez tengo que hacerme cargo de algunas cuestiones organizativas. Por eso necesito de personas de confianza que les guste la moda y que me den ideas. Ya tengo a mi diseñador, que me ayuda mucho. Ya te lo presentaré en breve. ¿No te gustaría ser tú la otra persona que me ayude a engrandecer ‘Selena Etc.’?”. Yo me quedé impactada y emocionada por semejante ofrecimiento. “¡¡Por supuesto que acepto!! Es un honor para mí. ¿Pero cómo quieres…?”, le pregunte, a lo que Selena rápidamente me aclaró: “No quiero Jennifer que te ocupes por y para mí. Haz lo que tengas que hacer. Sé que tienes mucho por realizar por tu carrera. Sólo quiero que me sugieras ideas, que me señales lo que te gusta y lo que no de mis diseños, y que charles con mi diseñador sobre nuevas ideas. ¿Crees que puedes hacerlo?”, inquirió Selena. “¡¡Claro que puedo!! No sólo te ayudaré desde New York. Trataré de viajar seguido para estar al tanto de lo que haces y de ayudarte en lo que pueda. Cuenta conmigo. Trataré de hacer mi mejor trabajo sin dejar de ocuparme de lo mío…”, le prometí. “Sí, muy lindo, muy lindo, ¡¡pero esperaba que a cambio me invitarás a New York para cantar en un concierto tuyo!!”, me dijo Selena a las carcajadas a lo que agregó: “No me hagas caso. ¡¡No me hagas caso!! Sólo estaba bromeando. No puedo con mi genio. Pero en serio. Si necesitas algo de mí, ¡¡sabes que cuentas conmigo!!”. No pude evitar abrazarla un buen rato. Era increíble esta mujer. Ella era la importante y la más famosa, y sin embargo me hacía sentir más exitosa a mí. Ella era tan buena, tan sencilla, tan humilde .... Supuse que Selena necesitaba de afectos fuera de su familia y de su entorno más íntimo. “¿Sabes, Jennifer? Celebro haberte conocido. La vida y las circunstancias no me han dado muchos amigos fuera de mi familia y de mi banda. Y yo necesito de mucha gente que me quiera por lo que soy y no por mi fama. Mi intuición me hace sentir que puedo contar contigo, que tú me darás algo que me falta y que yo necesito”, me dijo Selena apenas dejamos de abrazarnos. “Pues aquí tienes una amiga. Yo sé que estaremos siempre juntas. Eso me lo dice mi intuición”, le dije con entusiasmo. “Y también lo dice tu corazón”, me dijo Selena señalándome el mío y volvió a abrazarme. Pude notar que disimulaba un leve llanto. Me preocupé pero no le quise preguntar. Si ella no me lo decía, prefería callar mi preocupación y buscar una solución sin que lo advirtiera. Faltaba poco y yo no sabía si con esto había evitado lo peor. Intuí que no. No había visto a su potencial agresora…

De pronto apareció una mujer en la boutique y casi me desmayo. Era esa mujer, ¡¡la que le iba a ser daño a Selena!! Selena me la estaba por presentar sin mucho entusiasmo. Al verla se me vino a la mente todo, todo lo que había soñado, todo lo que me llegó a decir Cecilia … Lo supe todo, ¡¡todo en un instante!! Hasta me llegué a ver a mí misma protagonizando la película sobre la vida de Selena y triunfando en Hollywood. Fue una pesadilla con los ojos abiertos.¡¡Fue horrible, horrible!! Y encima tenía que disimular ante esa mujer. Sabía que era una psicópata y si le daba alguna señal de que sospechaba de ella éramos todas personas muertas. Ella me miró con cierto desprecio y enseguida quiso averiguar qué hacía allí. Antes que Selena dijera algo, yo me adelanté y le dije: “Soy Jennifer López, cantante y actriz. Vine a ver a Selena para felicitarla como cantante y diseñadora. ¡¡Ya ha ganado su fama en todo Estados Unidos!!”, le dije mientras le hacía unas señas desesperadas a Selena para que no dijera nada. Luego ellas se alejaron para hablar de unos temas y yo me aparté a un costado de la tienda. Vi que una de las empleadas se me acercó para preguntarme si necesitaba algo. Yo le dije casi susurrando: “Aléjame a un lugar en el que no haya nadie y cuando Selena esté sola dile que la estoy esperando allí…”. La empleada me llevó a un pequeño cuarto y yo me desplomé en un sillón. Cuando se iba a retirar le volví a decir: “No digas nada dónde estoy. Sólo díselo a Selena cuando ella esté sola y pregunte dónde me encuentro…”. La muchacha asintió con un gesto y se marchó en el más absoluto silencio. Cuando quedé sola a oscuras se me daba vueltas el techo del cuarto a una velocidad infernal … El futuro dependía de mí. Estaba en mis manos salvar a Selena aun cuando por ello yo no fuera a ser famosa como el destino me lo prometía … ¿Pero a quién le podía importar ser famosa y querida después de haber conocido a la artista más talentosa y a la mujer más adorable? Ella se merecía todo. A mí me faltaba mucho por hacer y aprender. Como me dijo José, la gente es feliz con Selena. Y yo no podría ser feliz sin ella y con la gente triste de por vida por su ausencia. En ese momento ingresó Selena y se espantó en verme casi desmayada. Estaba moviéndome de un lado para otro tratando de reanimarme hasta que desperté del todo. Cuando tuve la plena conciencia de que tenía a Selena sola enfrente la sujeté bien fuerte y le dije: “Escúchame Selena. ¡¡Escúchame bien!! Investiga a esa mujer. ¡¡Tiene malos planes para ti!! Averigua si compró un arma en San Antonio. Averigua si le pidió al vendedor que la ayudara a aprender a disparar. Denúnciala a la policía si ves que tienen ustedes aunque sea una mera sospecha de que los está estafando. Es una mala mujer, Selena. ¡¡Es una psicópata!! Ya sé que la conocen desde hace un buen tiempo. Ya sé que por muchos años fue persona de vuestra confianza, presidenta de tu club de fans y gerenta de esta boutique. También sé que le plantearon sus sospechas. Pero no confíes en que te va a dar una explicación. ¡¡No te las dará nunca!!! Sólo esperará que sigas confiando en ella aunque ya no lo hagas. Eso es lo que quiere. ¿Acaso no quiso verte ahora para tener una charla a solas contigo? ¿Sabes lo que quiere? Que tú le digas que estás de su lado aunque sepas que miente. A ella no le importa si le demuestras que es una mentirosa. A ella sólo le importa que hagas lo que ella quiere. A ella no le importa lo que eres. ¡¡Sólo quiere que te conviertas en su marioneta!! Y si no lo haces, no dudará en hacerlo. Si tú y tu familia le demuestran que ya no la quieren con ustedes, entonces…”. “Entonces, ¿me matará?”, me interrumpió Selena. “¡¡Sí, sí, lo hará!! ¡¡Por favor no vayas nunca a su encuentro!!” y la abracé rompiendo en un gran llanto. “No me preguntes cómo lo sé todo … Tal vez pienses que me acerqué a ti para ganarme tu confianza y para que te pelees con personas que ya conoces. Sólo te ruego que me creas o al menos averigua lo que te dije. Yo te juro que me voy para siempre de tu vida para que no creas que juego contigo. Yo no hubiese querido llegar a esta instancia pero si no te lo digo ahora…”, le supliqué. “Ella lo hará mañana…”, dijo Selena mirando a la nada. “Mañana, pasado, el 31 de marzo. ¡¡No lo sé!! Aunque sé que no pasará de este mes…”, le volví a decir entre desesperada y perturbada. Selena me tomó de los brazos, me miró fijo y me dijo: “Yo te creo. Pero hagamos un trato. Si tú me aprecias y deseas lo mejor para mí, te pido que dejes todo en mis manos. En cuanto te sientas mejor, vuelve a New York y espera noticias mías. Yo te avisaré en cuanto pueda…”. Selena me lo decía con confianza en mí pero con firmeza. Sabía que esperaba un gesto confirmatorio de mi parte y yo lo hice. En cuanto me sentí mejor le avisé a Selena y me acompañó al aeropuerto. Yo la notaba seria pero segura. Cuando me despedí de ella sólo le dije. “Acuérdate, Selena, de aquellas palabras tuyas en el Houston Astrodome. ¡¡Cuídate muchísimo y nos veremos muy pronto!!”. Selena me miró con ternura y me dijo: “¡¡Te olvidaste de los mil abrazos y mil besotes, Jennifer!!” y nos abrazamos y lloramos por un largo rato. Otro largo rato lloré a solas de sólo pensar que podría ser la última vez que la vería…

Cada día fue un calvario para mí. Tal como me lo pidió Selena, yo no la llamaba, y cada tanto leía diarios y veía televisión para ver si había noticias. Muchas veces llamaba a José con cualquier excusa para saber cómo iba Selena. Más de una vez llamé a Cecilia para saber si las cartas sabían algo o si se habían equivocado … Nada pasaba. Llegué al 31 de marzo. Ese día me desperté pues sonó bien temprano el teléfono. El día anterior no había podido dormir sabiendo que al otro día sería el último día … del mes … Atendí desesperada pensando en lo peor, pero cuando puse el auricular en mi oreja, escuché que alguien me decía: “Ve al aeropuerto y pide tu ticket. No preguntes por el destino hasta que se te dé el boleto y luego pide cualquier diario de Texas y mira los titulares”. ¡¡Era Selena!! Cuando fui a decirle de mi alegría por escucharla, sólo me dijo: “Nos encontraremos muy pronto. Tengo muchos planes para ti…” y colgó. Fui entusiasmada y desesperada al aeropuerto. Una vez en Recepción se me dio el ticket y mi destino … ¡¡Los Ángeles!! En cuanto pronuncié el nombre de la ciudad, el empleado me dijo: “Selena la espera allí, pues mañana dará su próximo concierto. ¡¡Ah!! Me avisó que le acercara estos diarios…”. Los tomé y allí me enteré de que esa horrible mujer había sido detenida por sospecha de robo, estafa e intento de asesinato. ¡¡Estaba muy feliz!! ¡¡Selena estaba a salvo!! Pensé en mi destino y en lo que me dijo Cecilia. Agradezco a Dios haberme dejarme llevar por mi intuición. No me dio la fama pero salvé la vida de una hermosa y encantadora mujer, ¡¡que encima es mi amiga!! Cuando llegué a Los Ángeles y vi a Selena con su clásico saludito fui corriendo hacia ella y la abracé bien fuerte. “¡¡No me despegaré de ti hasta que el reloj me indique que es 1 de abril!!”, le grité. “A propósito. ¿Tú sabes completa la canción “I will survive”?”, me preguntó Selena. “Sí, aunque debería releerla de nuevo pues no recuerdo algunas partes. ¿Pero por qué me lo preguntas?”, le digo con cara de asombro. “Porque mañana en el concierto abriré con ese tema y pensé hacerlo contigo. Para mí sería un honor cantar con Jennifer López. ¿Qué piensas? ¿Aceptas?”, me preguntó Selena con aire cómplice y sonriente. “¡¡Claro que sí!!”, le dije y nos fuimos hasta el auto que nos llevaría al hotel juntas y abrazadas cantando “I wiil survive”, como ya empezando el ensayo. Sabía que tal vez no llegaría a la cima pero estaría al lado de la que es la Reina sin duda, contenta por haberla salvado y por permitirle ser feliz y vivir. ¿Y quién sabe? Por allí yo también llego a lo más alto. Eso sí. Al lado de Selena, ¡¡siempre al lado de Selena!!

(Yo sé que si esto hubiese sucedido en realidad JLo lo hubiese hecho de este modo .... La fama se puede comprar. La gloria se puede comprar. El poder se puede comprar. Pero la amistad, el honor, la honestidad, la verdad, la hidalguía … nunca se podrán comprar…)

Mis historias siempre te tendrán como protagonista a ti, Selena, pues tú, sólo tú, eres la única protagonista de tu historia…

Yo nunca te olvidaré, Selena. Yo siempre estaré aquí para recordarte con Amor…

Simplemente te quiere…

Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)




No hay comentarios: