Todo de mí, todo de nosotros, Selena…


Me pregunto, Selena, qué me duele de ti, por qué lloro, por qué me emociono, por qué no lo puedo aceptar, por qué no lo puedo entender. Sé me dirá que soy un loco, se me dirá qué sentido tiene todo esto, hasta tú misma me podrás decir que no llore más por ti, que estás bien donde te encuentras y que ya nos encontraremos pronto. ¿Pero sabes qué, Selena? Yo tengo que hallar una respuesta, yo tengo que buscar una razón, un motivo. Yo tengo que explicarme, explicarte, decirle al mundo por qué siento lo que siento por ti, por qué lloro, por qué me pasa contigo lo que no me pasa con nadie. Yo tengo que decir que no puedo aceptar que no estés aquí, viviendo tu vida, viviendo tus sueños. Tal vez antes cuando vi por primera vez la película que se te hiciera en tu recuerdo yo sólo buscaba una explicación a ese absurdo hecho perpetrado en ese nefasto día, pero nada me afectaba por lo que pasaba en la historia más que la emoción lógica de ver el triste final de una historia linda, fantástica, de novela. Tiempo después, con más información sobre ti podía reconocerte en cada concierto, podía emocionarme con cada tema, podía compartir lo que significó tu vida como artista y como persona. Pero ya después es ver esas escenas y sólo llorar, pero el llanto no se debe a una cuestión egoísta. No lloro porque acaso no puedas ofrecerme más canciones, más conciertos, más cosas mágicas que me hagan emocionar. Cuando te veo a ti en la película yo no lloro por mí, lloro por ti, Selena. Lloro cuando te veo de niña y puedo saber lo que sentías, tu Alma pequeña que sólo quería jugar, ser feliz y hacer feliz a los demás, soñando con ser diseñadora. Lloro cuando describes lo que sientes en el escenario y lo que la gente espera de ti. Lloro cuando lloras, lloro cuando ríes. Te siento parte de mí, cada sentimiento que expresas es un sentimiento mío. Yo no puedo despegarme de lo que eras no sólo como cantante sino como un simple ser humano, como mujer, como una Almita llena de ideas y de inquietudes, como una mujer que se proponía conquistar al mundo sólo con mostrarse tal cual era, sin doble cara, sin engaños, sin escándalos, sin trampas, sin juego sucio. Nadie como tú, Selena, había hecho tantos sacrificios para lograr ser alguien importante en la música, en el diseño, en la vida. Tal vez lo que siempre me pregunte, Selena, es cómo alguien como tú no está aquí, cómo alguien que tuvo que renunciar a muchas cosas, y que muchas de esas renuncias no fueron por voluntad propia sino por aceptación de decisiones de los demás, no tuvo la oportunidad de vivir todo aquello postergado como premio al éxito obtenido con tanto esfuerzo y con tanto talento. Tal vez nunca me explique que se te haya quitado todo en el momento en el que eras libre de verdad para hacer lo que más querías, a sabiendas de que nada de lo que tú hicieras iba a perjudicar a nadie ni a herir a nadie. Tal vez me pregunte toda la vida para qué se te expuso a semejante prueba, a semejante vida para que te la arrebaten en el mejor momento, en ese momento en el que podías decidir, en el momento en el que los demás se acercaban a ti en vez de que tú te tuvieras que acercar a los demás. ¿A qué mente sádica se le ocurrió armar tu vida de esta manera, Selena? ¿Cuál era el fin, cuál era el propósito? ¿Quién fue a visitarte luego de lo que te sucedió para decirte el nuevo premio obtenido luego de tu último sacrificio? ¿Quién osó dar la cara para que aceptaras de buen grado ese paraíso, ese premio difícil de rechazar, como compensación a dejar este mundo tan joven, cuando estabas a punto de llegar a la cima mundial, cuando tenías tanto para dar, cuando tenías tanto para vivir? Yo estoy seguro, Selena, de que si hubiese estado en tus manos, nunca hubieses aceptado este destino, que ningún paraíso, ningún bronce, ningún homenaje con todos los honores suplirá el placer de vivir, de cantar, de diseñar, de sentirse amada, de recibir el cariño de la gente, de recibir el sol de la mañana, de reír y de hacer feliz a los demás, de ser alguien más que está feliz en este mundo. Yo sé que hubieses querido vivir, arriesgar, acertar, errar, ganar, perder, recuperar el terreno perdido, lograr el éxito en todo el mundo y vivirlo, que ver desde afuera cómo se te homenajea, cómo hablan de ti, cómo te describen como un mito, como una leyenda. Estoy seguro de que preferirías que te escucharan reír y que te vean con cara de felicidad en vez de que sólo se te escuche por un disco, que se te vea en un video y que se te dé cariño a través de la visión de una estatua, de una foto, de una visita al museo o al gravesite, de algo que pertenezca a ti … Estoy seguro de que es así porque siento lo que sientes, y siento tu sentir como persona, como esa artista que además de cantar, siente, y que ese sentir se expresaba en todos los aspectos de la vida, tanto en el escenario como fuera de él…

Tal vez ya no se trata sólo de que me pueda emocionar por un concierto, por una canción. Yo me emociono por ti, yo me alegro por ti, yo sufro por ti. Tal vez el paso del tiempo se encargue de que esas canciones vayan quedando lejanas, vayan siendo reemplazadas por otras … Tal vez, porque también es cierto que esas canciones sólo tienen vida si sólo son interpretadas por ti, Selena. Pero lo que no podrá nunca el paso del tiempo es borrar todos los sentimientos que dejaste, todos los sentimientos que generaste. De los grandes amores nunca se olvidan. De los grandes artistas tampoco. Se podrá ir olvidando tal vez de las voces que van sonando extrañas y ajenas para las nuevas generaciones. Pero lo que no se puede olvidar es de aquella persona que dejó su vida y sus sentimientos en cada representación, en cada interpretación, en cada actuación. De esas personas no se pueden olvidar. Las personas que dejan una huellita en el corazón de la gente viven para siempre. Y eso es lo que dejaste tú, Selena. Pero tu magia es tan grande que ese mismo sentimiento lo generaste hasta en la gente que no te vio nunca, la que te conoció después de aquel nefasto día, la que te descubrió con la tragedia. Pues tú, Selena, tenías sentimientos, un gran corazón, antes que tener una gran voz. Gran parte del secreto de tu éxito radicaba allí, Selena. Tú les cantaste a todos con el corazón, y ése es un idioma que entienden todos. Por eso derribaste tantas barreras, desmitificaste realidades que parecían imposibles de modificar. Lo que para los demás era imposible de lograr, para ti era natural y sencillo. Lo que para otras cantantes era lograrlo sólo con una buena difusión y publicidad intensiva, para ti era sólo tu presencia. Selena, tú eras única. Eres única e irrepetible. Y no es que para ensalzar tu figura haya que negar el talento de los demás. Muchas veces por querer mantener a alguien que queremos en un primer plano muchos piensan que hay que negar el talento de los demás, o pensar que todos los demás son mediocres o menores que el artista a quien queremos. Pero contigo es diferente, Selena. No se trata sólo de destacar tu talento y de negar el del otro. No se trata de compararte con otro artista y decir que eras la mejor. No se trata de hacer comparaciones. Sólo se trata de decir que eras diferente, simplemente diferente. Tú eras una artista natural, no eras el invento de nadie. Tú eras en el escenario como eras en la vida. Tú habías surgido bien de abajo sin más ayuda ni más carta de presentación que el mostrarte con tu figura y tu voz en un escenario. Tú eras nuestra. Todos nos identificamos contigo. Tú impactaste al texano, al mexicano, al latino, a todo el mundo hispano, al amante de la cumbia, de la ranchera, del rock, del pop, de toda la música. Por algo todos te destacaron, todos tuvieron sólo elogios para ti. Todos llegaron a advertir lo que eras como cantante y como artista. Lo más notable en ti es que no importa qué música uno escucha o qué música a uno le gusta. Lo más importante era verte a ti y ya no importar lo que se está escuchando. Lo más notable era que después de que te vieran a ti y de quedar atrapados en tu mundo, los ojos de todos te seguían a ti, los oídos escuchaban sólo tu música, todos se conmovían sólo con tu interpretación. Contigo aprendieron, aprendimos, que tú eras lo más importante, que bastabas tú para sentir el Alma, el corazón, y el sentirse plenos y dichosos. Luego de conocerte a ti y de sentirte, nada podía ser más valioso ni más importante. Nadie como tú podía tener tanta magia ni tanto Amor como para obtener hasta lo imposible de lograr para cualquier artista, por más talentoso que fuera. Dios tenía que demostrar su existencia y lo demostró mostrando a alguien tan encantador como tú aunque nunca podamos entender por qué te llevó tan pronto y de ese modo. Nunca entenderé por qué lo divino no se puede demostrar y mostrar del modo más hermoso, sin vidas tan cortas y sin tragedias como final…

Por eso, Selena, yo no puedo dejarte, porque aún me duele el Alma, aún me duele el corazón, aún me duele lo que te ha sucedido. Yo no puedo verte y saber que te has ido de la forma más absurda. Yo no puedo dejar de pensar que aquellos sueños que tenías, aquello que tanto anhelabas, te lo hayan quitado. Yo no puedo concebir que ya los lugares en los que has pasado y has deslumbrado se hayan acostumbrado a tu ausencia, a admirar a otros artistas, a otras cantantes. Sé que suena hasta razonable, pero detesto escuchar o leer a gente que dice que lo que antes le dolía lo terminó aceptando sin remedio, pues la realidad es ésa. Yo no quiero aceptar eso, Selena, aunque eso sea cierto. Yo quiero que, a pesar de todo, la gente se siga deslumbrando si te ve, si en algún pueblo ven a alguien parecida a ti o te ven a ti en algún especial de televisión. Yo quiero que todos sigan sintiendo como aquellos muchachos que aparecen en la película y ven a la tal “Salinas”. Yo quiero que haya gente que a pesar de todo sigan queriendo dar todo por ti, Selena. Sé que antes podía ser más fácil pues tú estabas presente, tu sola presencia podía generar esos hechos. Sé que todo hoy se hace más difícil, fundamentalmente, porque tú ya no estás. Pues esa escena acaso refleja como nadie la magnitud de tu éxito y cómo lo habías logrado. Todo el pueblo, toda la gente que por ahí ni tenían televisión sabían quién eras tú, pues tú, Selena, ibas a ellos antes de que ellos fueran por ti. Por eso el significado de esa escena. Podían no saber bien tu nombre, podían no haberte visto nunca en un concierto o en la televisión, pero todos sabían quién eras y qué significabas, lo que representabas para ellos, para sus familiares, para sus novias, para sus hermanos, para sus padres. Porque tú, Selena, eras la auténtica artista del pueblo, la Reina indiscutible, la cantante que los representaba en cuerpo y Alma. Yo sé que todo es más difícil con el paso del tiempo y sin tu presencia, Selena. Y ni qué hablar en las lejanas tierras en las que vivo, en las que no llegaron a conocerte y que apenas llegaron a saber de ti masivamente por tu tragedia. No sabes lo difícil y lo penoso es tener que sostener tu recuerdo en ese contexto, pues llegó a haber fans de ti en su momento y que hubiesen sido más que felices si se hubiese hecho realidad tu anuncio de que vendrías por esta lejana Sudamérica. Para los que te amamos, Selena, nos resulta muy triste y muy penoso tener que explicar, tener que contestar a tantos por qué, tener que hablar de ti con temas de los que nunca querríamos hablar. Pero la vida nos pone a retos difíciles de comprender. Y los que te amamos te tendremos que recordar por lo que fuiste y por lo que pudiste haber sido. Tendremos que aceptar bien nuestra derrota sin verla como una caída sino como un desafío, como una lucha a brazo partido contra el paso del tiempo, contra la tecnología, y por la superficialidad del éxito inmediato y efímero. Y aun sabiendo que es una lucha ya perdida de antemano, lo exitoso radica en que podamos retrasar el mayor tiempo que se pueda esta densa realidad, una triste realidad de un mundo sin ti, Selena, de un mundo que perdió definitivamente el rumbo desde que ya no estás entre nosotros…

Todo por ti, Selena. Todo sea por ti, como se dice en la película. ¿Y qué sería dar todo por ti, Selena? Yo creo que dar todo por ti hoy ya no es guardar algo de ti. No es tener una foto tuya, tus discos, tus videos, visitarte, sacarte fotos en la estatua, visitar el gravesite, ver el museo. Ya no es eso dar todo por ti. Eso lo puede hacer cualquiera si está a su alcance. Dar todo por ti es no renunciar a tu recuerdo, no olvidar lo que eras, no olvidar lo que representabas para la gente, recordarle al mundo lo que fuiste, lo que llegaste a hacer en tan sólo 23, casi 24 años, tu historia, tu vida, tus sueños, tus ganas de vivir. Dar todo por ti es vivir y sentir las cosas como tú las sentías, no dar nada por imposible, soñar y hacer posibles los sueños, que hay un mundo posible con tu vida y con tu ejemplo. Tú marcaste el camino, Selena, y ya sabemos que tú no lo pudiste terminar o, mejor dicho, hubo alguien que te lo impidió. Lo más duro y lo más difícil es recordarle al mundo que tú iniciaste ese camino tan difícil de lograr en aquellos ’90 que era que el mundo hispano, el mundo latino, estuviera presente en todo el mundo. El recorrido que te propusiste hacer para llegar a la cima parecía una quimera, una locura, una condena al fracaso. Tú lo hiciste posible y le hiciste más fácil las cosas a otros artistas que quién sabe si se hubiesen arriesgado a apostar por ese camino. Sé que tú, Selena, te pondrías contenta por la suerte del resto de los artistas que han llegado a la fama, a pesar de que seguro se te escaparía una lágrima por no estar allí. Yo no puedo estar contento por el éxito de los demás … Es que no puedo ser tan bueno como tú, Selena. Yo quisiera que tú estuvieras en ese lugar. Yo querría ver a todas las jóvenes no sólo sabiendo quién eres tú sino queriendo ser como tú. Querría verte hoy marcando el camino en lo musical y la tendencia en el diseño. Querría que el ejemplo de tu vida fuera un sueño hecho realidad y no sólo un sueño que la realidad se encarga de hacer añicos. Me gustaría ver a un mundo contigo, Selena, contigo feliz con tu vida, feliz con tu esposo, feliz con tu familia, feliz con tus hijos, feliz, simplemente feliz. Por eso quiero que me entienda el mundo, Selena, por qué te escribo, por qué te recuerdo, por qué me empecino en luchar contra los molinos de viento. Porque a pesar de todo yo no renuncio a que algún día podré verte feliz. Yo quiero creer que todo lo que vivo es en realidad un mal sueño, una pesadilla de la que pronto despertaré y veré la realidad, una realidad que hoy no es tal pero espero que pronto lo sea, realidad que deseo cada vez que escribo, cada vez que te recuerdo, Selena…

Muchas veces me descubro hablando de ti y paso por esos sentimientos de deslumbramiento, de admiración, pero también de impotencia y de desazón. Al principio en mi hogar no era de buen grado que dedicara tiempo de mi vida para recordarte. A mi esposa le daba un poco de celos que te admirara de esa manera. Pensaba, no sin razón, por cierto, al conocerme bastante, que sólo me avocaba a ti por la novedad, porque por allí era una de esas tantas manías que tenía y que me duraba un tiempito. Pronto comenzó a entender que contigo las cosas eran diferentes, bien diferentes, que realmente sentía de verdad lo que expresaba sobre ti. A la larga comprendió que no se trataba de una competencia, de que no eras tú una rival. Y también entendió que lo que a mí me pasaba no era una manía pasajera, como tantas otras ... Pronto entendió que tú significabas mucho para mí, que te admiraba, que te quería como se quiere a un familiar, a un entrañable amigo, a alguien que significa mucho para nosotros, pues estuvo no sólo en las buenas sino en las malas, que nos dio una mano cuando necesitábamos ayuda, que nos hizo compañía cuando estábamos muy solos. Pronto entendió que tú, Selena, estabas más allá de todo, que te sentía mía, que sentía lo que me trasmitías y expresabas en cada tonada, en cada canción. Empezó a entender que yo era como aquellos varones que te iban a ver deslumbrados por tu presencia y por tus canciones, y que sus esposas no se sentían celosas por ti, pues también ellas eran admiradoras de ti, y si no lo eran sabían lo que significabas para todos. Recuerdo que al principio yo le decía a mi esposa: “Pídeme lo que quieras, pero nunca me pidas que no haga algo por Selena, que no le escriba, que no contribuya a su recuerdo. ¡Eso es muy importante para mí y jamás renunciaré a ello!”. Entiéndeme, Selena, que mi experiencia no es la misma de las personas que te admiraban en México y en Estados Unidos, tampoco responde a la misma época en la que tú estabas en tu mejor momento. Ya sabes que soy de tierras lejanas y que ya estamos en el año 2011 … Sí, 2011 ... Pero por suerte mi esposa comprendió que recordarte era muy importante para mí, pues me hacía feliz, porque tú, Selena, me habías convertido en mejor persona, porque yo al tributarte había logrado un lugar en el mundo. Entendió que tú eres parte de mí, formas parte de mis sentimientos, de mi vida, de mi Alma, de mi corazón. Sabe que cuando hablo de ti hablo de alguien a quien admiro y que respeto. Sabe que te escribo de corazón y que quiero dar lo mejor para que tú estés mejor. Sabe que tú no estás y eso me afecta. Ella entendió como lo entendieron las esposas de aquellos varones que te iban a ver. Yo sé que si tú estuvieras entre nosotros y vinieras a la Argentina a dar un concierto, ella me compraría la entrada y hasta haría lo indecible para que pudiera verte y te pudiera dar el mayor de los abrazos, y tú me dieras el más lindo autógrafo. Como lo hizo aquella mujer en la previa de tu hermoso e inolvidable concierto en el Houston Astrodome el 26 de febrero de 1995, en la que participó de un concurso en el programa “Onda max” para ganarse una entrada para dicho concierto. Pero lo curioso es que esa entrada no era para ella; en realidad, era para su esposo, porque era muy admirador de ti, Selena. Esa mujer sabía que su esposo era feliz contigo, y como lo quería, deseaba que fuera a verte y tener la oportunidad de conocerte. Y por suerte, y por esas cosas del destino, ella ganó la entrada; en realidad, la ganó su esposo . Cuando llegó el gran día, tú lo recibiste, aceptaste con agrado sus regalos y le firmaste un pañuelo, un pañuelo que lo tiene aún como la mayor reliquia, como el mayor regalo. Gracias a su esposa, él no sólo tuvo la oportunidad de verte sino de tener algo de ti. Supongo que ella haría lo indecible por hacer posible que tú vuelvas para que su esposo sea nuevamente enteramente feliz…

Cuando se tiene a ti en el Alma, Selena, siempre habrá un motivo para evocarte, una razón para expresar lo que uno siente por ti, la necesidad de decir que tú formas parte de nuestras vidas y de nuestros corazones. Cuando uno entra a tu mundo, comienza a admirarte, capta tu esencia, entiende lo que representas, no sólo te admira, sino que se te quiere, y tu ausencia es un sentimiento triste que jamás se olvidará, del mismo modo que no se olvida ni se deja de sentir lo que tú has sabido interpretar a través de tus canciones y de tus palabras. Es imposible no sentir lo que tú sientes y has sentido. Es imposible no sentir tus logros, tus interpretaciones, tus sentimientos. Uno no puede dejar de emocionarse cada paso logrado, cada éxito obtenido, cada hecho que te provocaba la mayor emoción. Yo no puedo dejar de emocionarme cuando tú conquistaste Monterrey. No puedo dejar de reírme y de llorar de emoción cómo te esforzabas para hablar bien el español allá por 1992 cuando lo hablabas tan precariamente, pero que suplías esa carencia con tu carisma, con tus ganas de dar lo mejor, con tu honestidad, con tus ganas de ser querida, con tu respeto al público. Y no sólo eso, pues tal vez otros, sabiendo que igual lograban el éxito, no se hubiesen esmerado por mejorar el manejo del idioma … No fue tu caso. Tú quisiste mejorarlo y lo hablabas con naturalidad a los dos años. Y ésos son los detalles que el público valoraba aparte del talento y de la buena música. A la gente le gusta que se la respete y que la hagan sentir importante en el lugar que le toca. Y eso lo hiciste tú, Selena, como nadie, como muy pocos. Por eso todos no sólo te admiraban sino que te querían mucho, te respetaban y necesitaban cuidarte. Son esas cosas de las cuales uno no se puede olvidar y que han hecho que todos nos identificábamos contigo, Selena, y con tu suerte. Es imposible no emocionarte contigo cuando no sólo arrasaste con los Premios Lo Nuestro en 1993, sino cuando recibiste el premio a la mejor cantante regional méxico-americana. Esas manos en la cara, ese gesto de emoción, ese meneo de la cara sin poder creer lo sucedido, el abrazo con tu hermano, el abrazo con Pete Astudillo, el recibimiento del premio, el abrazo casi accidental y risueño con Paulina Rubio, son parte de nuestra emoción y de nuestros sentimientos. El que te quiere y el que te admira sabe lo que eso significa, sabe lo que representa. Siempre al verte con un logro más nos es inevitable pensar en esa niña que alguna vez tuvo un micrófono en la mano y un sueño, un sueño que haría realidad a pesar de tantas privaciones, a pesar de tantos sueños postergados, a pesar de no tener una vida de niña y adolescente normal. Una vida de una niña que se había propuesto con honestidad, estudio, sacrificio, trabajo, esmero y mucho talento llegar a lo máximo y siempre ir por más dando lo mejor a la gente. Nadie mejor que tú, Selena, sabía lo que quería el público, pues lo que querían ellos, lo que soñaban ellos, lo que deseaban ellos, también lo querías tú…

Tal vez lo que siempre lamentemos, lo que siempre nos haga llorar, es que no hayas podido tener ese mínimo momento en tu vida para relajarte después de tantos años de sacrificio y poder dedicarte a terminar tu proyecto de la casa propia, entregarte a la felicidad de tu matrimonio, hacer de Chris un hombre feliz con lo que tiene y hacerlo sentir importante con tu Amor, cariño y comprensión. Tal vez es lo que más lamentemos en ti, pues es lo que manifestaste siempre en tu vida y siempre lo dejaste en claro en cada reportaje, en cada declaración…Tu propio Amor, cariño y comprensión hacían que tú cambiaras todo lo que estaba a tu alrededor. Si tú imaginabas que podías tener un amplio campo con una gran variedad de animales sin importar si eran compatibles o no, ¿qué te detendría en tu intención de sacar el lado más bueno y el más humano de las personas que estaban a tu alrededor? Chris era un hombre muy tímido al cual le costaba expresarse, y ese inexpresión y sus miedos le hicieron andar errado en la vida y pensando que jamás podría ser querido ni sentirse importante. Pero contigo, Selena, contigo sintió la importancia que tenía, su lado bueno, su lado positivo. Tú hiciste de él un hombre seguro y contenido como tal vez nunca lo había sentido, ni nunca lo sintió luego de ti ni lo sentirá. La mayor elocuencia de tu ausencia es lo perdido que se ha sentido Chris en todo este tiempo, volviendo a las relaciones equivocadas y a las inseguridades. Como todos en la vida, y como todos los que estuvieron al lado de ti, nada fue lo mismo sin ti, Selena. Aunque se quisiera, aunque se intentara, el significado de tu ausencia se nota hasta en el detalle más ínfimo de las actitudes y reacciones de tu familia, en la reacción de tu gente y en la incomprensión de otra gente que no se podía explicar que tú fueras tan famosa y, sobre todo, tan querida. Era tan grande tu presencia, eran tan poderosos tus sueños, eran tan grandes tu Amor y tu cariño, que tu andar en la vida no podía pasar nunca inadvertido. Tu presencia acaparaba todo, te hacías dueña del lugar en el que estabas y todos se convertían en espectadores, como en el escenario. Siempre A.B. recuerda lo que sucedía cuando ambos entraban en un lugar. Él podía sentir cómo todos se quedaban subyugados por tu presencia, cómo todos los ojos se depositaban en ti y seguían tu recorrido. Todos acaso podían sentir lo que significabas con tu sonrisa, con tu saludo, con tu actitud. Difícilmente podían olvidarse de ti, muy poco probablemente podían creer que podían estar allí sin seguir lo que hacías. Porque si los demás no se acercaban, eras tú quien se acercaba para conversar, para preguntar qué era de sus vidas, que soñaban, qué pensaban de lo que les pasaba, qué esperaban del futuro. No importaba lo que hacías, no importaba si eras la principal figura texana, una artista increíble o simplemente alguien que estaba por allí ocasionalmente. Importaba lo que transmitías y lo que eras realmente. Y tu propia actitud, tu humildad, tu bonomía hacían sonreír a todos y les dabas alegría, tal cual lo hacías en un concierto. Hacías lo mismo tanto dentro como fuera en el escenario, en una fiesta, en tu casa, en el bus que te llevaba a un concierto. Tú reflejabas tus ansias, tus sueños, tus proyectos en cada acto de tu vida, en cada cosa que emprendías. Tú les sabías transmitir lo que querías, que era lo mismo que querían ellos. Por eso te querían tanto, Selena … Porque tú eras como ellos, soñabas como ellos, tenías ganas como ellos de ser alguien en la vida de modo honesto y de la forma más respetuosa, buena y digna posible. Pero tú supiste transmitirlo en todos los aspectos de tu vida, y supiste tener la bondad y la capacidad suficientes como para hacer de todos mejores personas, con buenas intenciones y nobles fines para lograr cada cosa que se propusieran. Les enseñaste que siempre se podía más, que no había que conformarse con hacer lo políticamente correcto o lo estrictamente necesario. Podías contentarte con ser una correcta cantante, pero tú te esmeraste por ser una artista completa que además de cantar, supiera bailar, tener presencia en el escenario mostrándose de un modo particular, y no sólo vestirse de un modo original, sino de tener la capacidad y las ganas de diseñar sus propios vestidos. Hiciste de ti una cantante, y una figura y un modelo a seguir. Todos a la hora de homenajearte tratando de representarte saben cómo vestirse, cómo maquillarse, cómo bailar, cómo presentarse. Creaste un estilo único, propio, inconfundible. En todos los aspectos se te puede reconocer. No hay forma de no saber lo que significabas. Se te reconoce no sólo por lo que dejaste materialmente sino en las huellas que dejaste en los corazones de la gente que te supo amar, Selena…

El saber que tenías tantos sueños, tantos proyectos, tantas ideas y que todo haya quedado truncado por una mediocre mujer que no tenía nada que ofrecer más que ser una persona que sólo tenía la ambición de, a través de la manipulación, sacar ventaja de la situación de buena fe de tu parte y de tu familia, da mucha pena, pues si hay algo que te distingue, Selena, era que tú estabas, como artista y ser humano, varios escalones por encima del resto. El no contentarte con lo obtenido, el deseo de ir siempre por más, el pensar en el qué hacer en el día de mañana en vez de contentarse con lo logrado al momento en el que estabas viviendo te da una dimensión de persona que pocas se encuentran en el mundo. Tú sabías que tenías el suficiente talento como para lograr lo que te propusieras. Tal vez al principio tus limitaciones económicas te impedían concretar todo lo que soñabas. Pero cuando el éxito te dio posibilidades, no las desaprovechaste. Nunca quisiste perder el tiempo. Cada día para ti era una posibilidad de concretar los sueños. Jamás quisiste dormirte en las mieles del éxito. Tú tenías muchas cosas en la cabeza, muchos proyectos, muchas ideas, y cada día había que aprovecharlo hasta lo máximo, para posibilitar que esos sueños estuvieran cerca de concretarse. Por eso me es inevitable imaginarte de niña y verte cómo te juramentabas que en cuanto llegaras a la fama harías todo lo que en ese momento no podías hacer. Fue un cúmulo de sueños que en un principio sólo podías cumplir a cuentagotas. Fue un tiempo en el que sólo podías dar todo para cumplir el sueño de tu padre para que, una vez logrado, pudieras llegar a hacer aquello que tanto soñabas mientras estabas sola en la noche mirando las estrellas o viendo pasar tu vida en la ventanilla del Big Bertha camino a algún concierto. Tal vez para muchos les cueste entender cómo a los 22 años ya te proponías hacer realidad tu sueño de diseñadora creando “Selena Etc.”, en vez de buscar primero lo fama mundial. Los que tal vez no te conocen bien no lo puedan entender, pero lo que te conocen, los que sabemos no sólo tu trayectoria sino lo que pasaba por tu cuerpo, por tu Alma y por tu piel, sabemos lo que buscabas cada día, cada noche, qué sentías ante cada sueño cumplido, cada latido de tu corazón. Los que sentimos lo que tú sientes entendemos por qué hacías tantas cosas sin querer perder un minuto, sin perder un instante, acaso como si intuyeras que no tenías tanto tiempo para perderlo en nimiedades. Tal vez en lo más profundo de tu corazón sabías de tu destino, pero eso no te hizo paralizar sino acelerar, acaso porque tenías la pequeña esperanza de que con tu Amor y sensibilidad podías revertir lo que parecía inexorable en tu hermosa y sufrida vida…

Tal vez eso que soñabas e intuías de tu destino, Selena, sea un buen motivo para recordarte, pero recordarte como se debe que es dando todo por ti, como aquellos cholos. Tal vez haya que recordarte sintiendo ese deslumbramiento que generabas cada vez que aparecías, cada vez que te acercabas. Tal vez haya que sentirte siempre dentro, pensar que, a pesar de que sabías lo que te depararía el destino, tú esperarías que tu voluntad, tu amor, y el cariño y el reconocimiento de la gente lograrían impedir ese cruel destino. Muchas veces me imaginé viajando en el tiempo, encontrarme contigo para evitar esa locura, y advertir en tu mirada, en tu expresión, que sabías lo que iba a pasar, pero a su vez esperabas que alguien se diera cuenta para que ese final no sucediera. No puedo evitar pensar que tú, Selena, estabas pidiendo a gritos ayuda, ayuda para salir de algo del cual por sí sola no podías salir … No lo puedo dejar de pensar … Y ese nefasto 31 de marzo es una fiel prueba de ello. Tal vez ya no podamos hacer nada en ese punto, pues hasta ahora no hay forma de viajar en el tiempo … Pero todavía se puede hacer algo … Todavía podemos no dejarte sola, Selena, todavía podemos con nuestro recuerdo acompañarte y hacerte sentir que te seguimos queriendo y protegiendo. Si te hacemos sentir, Selena, que eres todo para nosotros, que seguimos emocionándonos contigo y que somos capaces de dar todo por ti, seguramente algo habremos salvado, que es que no borren nunca las huellitas que nos has dejado. El hacerte sentir que nos sigues emocionando como si te viéramos en cuerpo presente la primera vez es la mejor forma de que te sigas sintiendo acompañada, halagada y siempre presente. Tú, Selena, necesitas que se te siga queriendo. Siempre tuviste temor a quedarte sola. Y la gente nunca te falló. Si ellos hubiesen estado presentes ese triste día, otra hubiese sido la historia … Pero la gente no sabía dónde estabas ese día … Aún se lo preguntan …Pero esa misma gente es la que te hará emocionar cada día con su recuerdo, con su tributo, con su homenaje. Entre todos sabremos darte aquello que tú ofrecías como nadie, que era Amor, y si acaso hoy lo sabemos dar es que ofrecemos esos destellos de cariño que se nos pegaron en nuestras Almas y que los diste tú con cada presentación, con cada acto de Amor que sólo tú podías dar … Si somos capaces de dar todo de nosotros, que es tu Amor mismo, yo sé que siempre estarás presente, yo sé que siempre estarás acompañada, yo sé que siempre serás feliz…

¡¡Y sé que así será, Selena!!

Te ofrece todo de sí todos los días para que tú, Selena, recibas lo que te mereces, que es Amor, y para que nunca, nunca, te sientas sola…

Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)





No hay comentarios: