Tal vez no debiste, Selena…


Tal vez no debiste, Selena. En la vida, cuando somos conscientes de la muerte y de los peligros que nos pueden derivar a ella, pensamos en que debemos extremar los recaudos, arriesgar menos y hacer “lo seguro” para no tener sorpresas, para no dar un paso en falso, para no tomar una decisión de la cual nos arrepentiremos para siempre. Cuando uno ve el resultado de tu decisión aquel lluvioso y nefasto día uno no puede dejar de pensar en para qué fuiste, qué se suponía que ibas a buscar, que podías encontrar en aquella horrorosa mujer, qué podías lograr de ella, cómo se suponía que ibas a hacer para que entrara en razones, para que te entendiera, para que te escuchara. Tal vez no debiste ir, Selena. Tal vez caíste en la peor trampa, una trampa en la que muchos podemos caer pero de la que debemos tomar todas y cada una de las precauciones para que salgamos lo menos lastimados posible. Tal vez nunca advertiste que esa mujer era mucho, mucho peor de lo que te imaginabas. Ella era una psicópata, una manipuladora. Sabía de tu fortaleza y de tus debilidades, como lo sabía de tu familia. Sabía cuándo dar pena y cuándo ser una fiera incontrolable. Tenía bien manejados los tiempos para cada ocasión. Tú y tu familia tal vez pensaron que era sólo cuestión de hablarle, de ordenarle, de darle una y otra razón para que ella “entendiera” que era lo mejor para todos y para que las cosas tomaran ese rumbo del cual todos saldrían beneficiados. Tal vez nunca sospecharon que ella jamás escuchaba ninguna razón que no atendiera a sus razones, jamás le importó ni ustedes ni lo que hacían ni lo que pretendían de sus vidas. Ella quería sólo a alguien, alguien del cual se sintiera importante, destacable, alguien del cual ella pudiera mandar, dirigir su vida y poder manipular a su antojo. Es una pena, Selena, que ni tú ni tu familia advirtieran que esa mujer sólo los escuchaba para obtener información, saber cuáles eran sus gustos, cómo pensaban, cómo ordenaban sus vidas, quiénes eran realmente y cómo eran en su más profunda intimidad, esperando, a su vez, que ustedes confiaran en ella. Eso da un poder muy importante, y más si los demás no saben mucho de ella. ¿Acaso no notaste que ella nunca les confesó nada ni les dijo nada de ella, nunca les habría el corazón ni el Alma para saber cuáles eran sus sentimientos, qué era lo que realmente quería de ti y de toda la Familia Quintanilla? ¿No notaste que mientras ustedes hablaban, ella callaba y escuchaba bien atenta? ¿Acaso advertiste alguna vez que ella les dijera algo de lo que hacía con su vida y se mostrara en su más profunda intimidad? Es que hay gente así, Selena. Gente que puede estar años, toda su vida esperando pacientemente, tener “la paciencia de la araña”, esperar el momento, el momento del gran zarpazo, del gran “golpe final”. Son gente que esperan dominar todo lo que tienen a su alrededor, manipular hasta el cansancio hasta lograr que todos sucumban a sus pies y mientras tanto mostrarse como personas comunes, que no parecen exaltarse, que no parece que se enojaran con nada, que serían incapaces de desafiar a nadie ni a amenazarla. Pero estoy seguro, Selena, que en algún momento, en algún instante, en algún hecho puntual esa mujer debe haberte mostrado su verdadera cara, expresarte lo que realmente esperaba y pensaba, lo que esperaba de ti, su intención de dominarte y de hacer que tú fueras una marioneta que manejara a su antojo … Así son los psicópatas. Para ellos los demás son sólo objetos para ser usados y desechados … ¿No habrá ocurrido alguna vez que tú llegaste apenas unos minutos tarde a un encuentro con ella, y notaste que estaba fuera de sí diciéndote “¿Pero dónde estabas? ¿Qué hiciste? ¿Por qué me has hecho esperar? ¿Por quién me has tomado? ¡Que no se repita!”, y al cabo de un tiempo y después de darle más de una explicación ella tomar consciencia de que se había ido fuera de foco y, conforme con esa situación, empezar a cambiar el rostro, pedirte disculpas, decirte que te admira mucho, abrazarte para tapar su verdadero rostro, su verdadera intención? ¿Lo has notado? Ahora que lo piensas, ¿consideras la posibilidad de que ello haya sucedido? Tal vez debiste advertirlo, Selena … Hay mucha gente en la vida que es así. Que al principio parece inofensiva, que es amable y es cordial. Que te ofrece su corazón para que le cuentes todo. Que logra tu confianza y más. Y cuando te quieres acordar te maneja tu vida y si no haces lo que dices, te genera la peor de las pesadillas, te puede encarar de la manera que nunca te imaginarías de ella ni aun pensando mal de esa persona y desconfiando de todo. Hay mucha gente así, Selena. Y cuando uno se encuentra con esa gente hay que sacársela de encima a tiempo. Eso nunca quitará que ellos no sigan insistiendo y no sigan intentando, aun de la peor forma. Pero ya en esa situación ya no les quedaría otra cosa que mostrar su verdadera cara, su peor rostro, sus reales malas intenciones ante todo el mundo. Si lo hubieses advertido, Selena, no hubieses podido evitar que ella te atacara de todas las maneras y de las más bajas. Pero tú estarías a resguardo y a salvo de ella. Y ella estaría como está ahora. Hablando, hablando, blasfemando, mintiendo escandalosamente. Pero tú estarías con nosotros contenta y feliz por el Amor de tu gente, que sólo creía en ti y no en psicópatas que sólo quieren súbditos, y no amar y ser amados. Si tú lo hubieses advertido, Selena, todo hubiese sido distinto pues tú estarías entre nosotros…

Tal vez no debiste, Selena. Tal vez debiste tomarte tu tiempo para cada cosa. No dejarte llevar por impulsos, no mostrar todas tus cartas al mismo tiempo y a todo el mundo. Tal vez no debiste haber sido tan frontal, tan auténtica, tan directa. Estabas en un momento en el que se habían acabado aquellas etapas de las extremas necesidades y de las idas de pueblo en pueblo en un bus. Tal vez debiste haberte puesto en estrella y esperar a que todo el mundo te asista para hacer el gran desembarco en el mundo anglosajón en Estados Unidos. Tal vez debiste haberte mudado, irte a una ciudad de mayor convocatoria, una ciudad en la que estuvieran todas las luminarias y la “gente exitosa”. Tal vez debiste haber enfocado tu vida sólo pensando en tu carrera musical y en lograr el éxito en aquel disco en inglés que estabas grabando. Tal vez debiste hacer como hacen las estrellas jóvenes que triunfan en el mundo, que es mostrar una imagen “presentable” para todo el mundo, hacer todos “los deberes” que te aconsejan productores y ejecutivos, cantar temas que se saben éxitos asegurados, presentarte en cuanto programa te invitaran para que todos dieran cuenta de ti, mostrarte querible para todo el público con una imagen uniforme y sin matices personales. Tal vez debiste decir sólo lo que la gente quería escuchar y no todo lo que uno siente, quiere y desea. Tal vez sólo debías manifestar aquello que era conveniente para tu carrera. A veces me da gracia verte decir lo que te hacía feliz y manifestarlo con total desparpajo ante un público que no estaba muy acostumbrado a encontrarse con artistas que se mostraran tal cual son. En el mundo artístico de mi país y en muchos otros hay palabras que no se pueden decir, hay colores que no se deben usar, hay pasos que no se deben dar. Es toda gente culta y de gran formación, pero no puede vivir sin hacer determinados rituales que consisten en no hacer determinadas cosas, hacer todo por cábala por miedo a que si no se cumplen con todos los requisitos, con todos esos rituales, todo saldrá mal y vendrá sobre uno el peor de los calvarios, la certificación de la mala suerte … Más de una vez te escuché decir que en tu casa tenías tres perros y una víbora … En el ambiente artístico esa última palabra no se puede decir, y si lo llegan a escuchar se tocan partes de su cuerpo para repeler la “mala onda” de la palabra y los malos augurios que seguro vendrán … Hoy seguro que esa gente dirá que lo que te pasó a ti fue producto de haber pronunciado “esa palabra innombrable” … Como si todo el destino de la humanidad dependiera de no decir una palabra que supuestamente trae mala suerte …Otro momento muy gracioso fue cuando Gloria Calzada te preguntó qué opinabas de los rumores que decían que te habías operado en alguna parte de tu cuerpo. Tú le contestaste con mucha gracia que no entendía de dónde habían sacado que tú te habías operado de las “pompis” (sic) e invitabas a Gloria Calzada a que te tocara esa parte de tu cuerpo para comprobarlo, a lo que la conductora, con cara de horror, prefirió no aceptar. Allí mismo Gloria te preguntó cómo preferías que se te llamara. “Selena” o “Selina”, tal vez esperando que digas que te daba lo mismo, para así quedar todos contentos. Pero no ... Tú al instante le dijiste “Selina”, a lo que Gloria miró con cara de asombro a la cámara diciéndoles “ahí lo tienen, así quieren que la llamen” … Tal vez no debiste, Selena, ni decir esa palabra “prohibida”, ni decir lo que pensabas de lo rumores ni cómo querías que te llamaran. Tal vez debiste “ponerte un casete” y repetir sin modificación lo “conveniente” según las circunstancias, según el lugar. Tal vez el destino sería otro y tú estarías entre nosotros siendo la reina indiscutible…

Tal vez no debiste, Selena, haberte dedicado al diseño siendo tan joven y en el mejor momento de tu carrera. ¿Para qué apuraste los tiempos? ¿Por qué no mejor esperar a que llegaras a lo mejor de tu carrera y recién allí aprovechar tu fama mundial para explotarla vendiendo todos tus diseños? ¿Por qué no hiciste lo que hacen casi todos los artistas que es primero dedicarse a sus carreras artísticas, explotarlas al máximo, hacer giras por todo el mundo, sacar todos los discos que se pueda, aprovechar los mejores y más productivos años de tu vida, y recién allí cuando vinieran los hijos, vinieran los obligados “parates”, vinieran nuevos artistas para hacer su aporte, permitirse parar al advertir que todo lo que te propusiste lo habías logrado, para recién allí dedicarte a tu gran vocación de lleno, logrando así reformular y oxigenar tu vida artística proponiéndote nuevas metas, enfrentando nuevos desafíos? ¿Por qué adelantaste los tiempos? ¿Quién te apuraba? Apenas habías pasado los 20 años. ¡¡Tenías todo para vivir!! Alguna vez escuché decir la frase “Todo en su medida y armoniosamente…” ¿Por qué no pudiste hacerlo de ese modo, Selena? ¿Quién te corría? ¿Acaso intuías que no tenías mucho tiempo? Yo sé que el diseño era tu gran vocación. Lo dijiste siempre, con tu espontaneidad y con tu espíritu netamente genuino. Uno podía verte en un reportaje en Monterrey en 1992 .... Lucías muy joven y muy tímida. Eras consciente de que te costaba hablar el español y estabas en México ... Hacías un gran esfuerzo para entender y hacerte entender expresándote lo mejor que se pudiera … Aun así, y con toda la dificultad que tenías, no dejaste de decir que tu gran vocación era el diseño y vivir del negocio de la moda. Y lo dijiste una y otra vez … En todo momento … También cuando ya eras famosa, cuando “Selena Etc.” era una realidad … En “Furia Musical” le abriste el corazón a Verónica Castro y le dijiste que todos los días tenías algo que hacer, que no podías estar un día sin hacer algo por tu carrera y por tu vocación, y que ya vendrían los tiempos de los hijos y de poder agrandar tu familia ... Pero antes que eso decías a Verónica Castro que debías “sacarte de la cabeza” todo lo que habías pensado, imaginado, soñado y anhelado durante toda tu vida para tu carrera artística y para el negocio de la moda .... Tal vez no debiste, Selena .... Te adelantaste a los tiempos, te adelantaste a tus propios tiempos. Tal vez debiste hacer lo que hacían todos, tal vez no debiste intentar hacer todo lo que deseabas para ti en tan poco tiempo. Y mucho menos decirlo. Tal vez debiste haber sido más convencional, tal vez debiste haberte puesto menos objetivos y ser más previsible. Tal vez siendo así hoy estarías entre nosotros, aunque más no sea como una artista más de esta Tierra que se hace famosa con un hit…

Tal vez no debiste, Selena. Tal vez no debiste exponerte tanto ante tu gente. Tal vez tenían razón aquellos que decían que tú pecaste de confianzuda y de ingenua, y que no tenías ni idea de lo famosa que eras. Tal vez debiste ser una artista más fría y distante. Decirle a tu gente que los amabas, pero de lejos, a través de la televisión, de una carta, de una declaración. Tal vez no debiste estar siempre dispuesta a saludarlos, de ofrecerles tu mano, de estar siempre accesible para tomarte una foto con ellos. Tal vez debiste estar encerrada en una mansión viviendo como una diva, rodearte de guardaespaldas para evitar cualquier imprevisto, cualquier desgracia. Si encima uno ve tu cruel destino, ¿cómo no pensar que debiste haberte cuidado de todo y de todos? ¿Acaso no recibiste señales que te indicaban que debías cuidarte más? ¿Acaso eso mismo no le pedías al público al final de tus recitales, como proféticamente lo dijiste al final del concierto del Houston Astrodome? ¿Acaso no recuerdas el empujón que recibiste de un fan en El Paso, Texas, del cual tú seguiste cantando al notar que personal de seguridad lo retiró inmediatamente del escenario sin poder dejar de decirle al público “¡¡Me asusté!!”? ¿Acaso olvidaste que te arrojaron un vaso de cerveza cuando te retirabas del Astrodome y no te dio de casualidad? ¿Acaso no temiste en tu primera gran presentación en Monterrey en la que el público arrojaba toca clase de cosas al escenario porque sus artistas preferidos no podían tocar a su debido tiempo producto de la desorganización que produjo la increíble convocatoria que generó, entre otras cosas, tu presencia? ¿Acaso no viste que el peligro estaba siempre latente, que cualquier cosa podía ocurrir? ¿Acaso no pensaste que siempre podría haber un loco que podría de la nada hacer de ti cualquier cosa, que podía acabar contigo en un instante, como sucedió con John Lennon y con tantos otros? Me dirás, como lo diría cualquiera que sepa bien tu historia y que quiera decir la verdad, que al fin y al cabo la persona que te quitó los sueños no estaba allí entre el público, sino que estaba en tu círculo íntimo, un entorno en el que tú y tu familia confiaban ciegamente … Podremos recordar que José Behar siempre contaba que cuando te conoció en San Antonio y se acercó a ti para ofrecerte un contrato para Emi Latin presentándose como presidente de la compañía, tú le dijiste “Sí, claro” y seguiste firmando autógrafos a tus fans en clara señal de desconfianza. Sí, tal vez ni eras tan confianzuda, ni eras tan ingenua. Tú sabías cuando te querían engañar y no aceptabas rápidamente cualquier cosa que te ofrecían. ¿Recuerdas cuando alguien quería que saludaras en el colegio de Cunningham a una entidad de dudosa reputación? En cuanto ibas a saludar a la cámara, dudaste, preguntaste a quién debías saludar y en cuanto notaste la mala jugada desististe del saludo. Sí, no eras tan ingenua ni tan confianzuda. Y sabías del éxito que tenías y hasta dónde llegaba tu fama. Tampoco el problema estaba en el público. Pero justamente porque sabemos dónde realmente estaba el problema, debiste haber extendido tu desconfianza a ese círculo íntimo. Tal vez debiste confiar sólo en tu familia y no en todo. Hay cosas que siempre hay que guardárselas para uno solo. Si así hubiese sido, otra sería la historia, Selena. Y tú lo sabes…

Tal vez no debiste haberte puesto celosa, Selena, cuando tu padre le regaló el bajo a tu hermano y le dedicó gran parte de su atención para que lo aprendiera … Es cierto, eras una niña. Pero tu propia intuición y tus propios sentimientos debieron hacerte saber que tu padre te quería con toda el Alma. Eras su “baby”. Eras la más pequeña. A ti solamente pudo ver cuando naciste … Eso no lo pudo hacer con tus hermanos ... Contigo tuvo tiempo para cambiar los pañales. Él se ponía bien contento cuando llegaba a casa, y tú eras la primera en correr a verlo para saludarlo, abrazarlo y darle un beso. Él te quería mucho … Tal vez no debiste aprenderte esas canciones. Tal vez no debiste hacerle notar tu don de cantar naturalmente, y tener una voz y un talento impresionante. Tal vez no debiste hacerle ver lo carismática que eras y tu necesidad de ser el centro de atención de tu padre y de tu familia. Tal vez no fue una buena idea. Despertaste en tu padre ese viejo sueño de vivir por y para la música, en un momento en el que ya se había resignado a tener un puesto de trabajo y un sueldo seguro a fin de mes. Tal vez con esa decisión se abrió un camino del cual no estaban tan preparados a enfrentar, más allá de que todos tenían una gran fortaleza de espíritu y un convencimiento de sus propias fuerzas que lo hacían enfrentar toda clase de desafíos, toda clase de situaciones que parecían imposibles de afrontar. Se te abrió un camino que tal vez si hubiese estado en tus manos no lo hubieses transitado. Tal vez si tú no hubieses aprendido aquellas canciones hubieses tenido una vida común pero feliz. No hubieses vivido buena parte de tu niñez, toda tu adolescencia y tu juventud arriba de un bus ofreciendo conciertos, viviendo muchas veces con tremendas privaciones y sin saber cuál sería el futuro. Tal vez hubieses hecho tus estudios en forma normal, hubieses sido una excelente alumna y te hubieses recibido con todos los honores en la universidad. Tal vez hubieses sido más feliz aunque no fueses famosa. Tal vez hubieses estado contenta aunque nunca dieras cuenta de tu talento. Tal vez estarías entre nosotros aunque pocos lo hubieran notado…

Tal vez no debiste, Selena ... ¡Pero qué lindo que nos hayas permitido conocerte mejor, y de esa forma tan genuina y personal! ... Tal vez para poder tener la posibilidad de vivir más hubieses tenido que hacer muchas cosas, pero si las hubieses hecho no hubieses sido tú. Tu esencia estuvo en cada acto de tu vida, en cada actuación, en cada diseño. De nada hubiese servido hacer lo que debías hacer. Si lo hubieses hecho, entonces no serías Selena. No se trata de que no debías ser tú para llegar a la cima, como tampoco aceptar hacer las cosas a tu manera a sabiendas de lo que pasaría contigo siguiendo ese camino. Sólo se trataba de que te dieras cuenta, que acaso por un instante se te viniera a la mente lo que sería de ti si tomabas ese camino, si ibas al encuentro de esa mujer. Que por un instante notaras en qué se convertiría tu imagen, qué nuevas fotos saldrían de ti, qué sensación dejarías, si te agradaba llegar a ver el final de un camino de ensueño y un final de pesadilla. Que por un instante esa pesadilla que recurrentemente aparecía en tu cabeza dormida en esas noches se mostrara ante ti, y ante el horror te obligara a redefinir tu futuro, a que no pudieras eludir la imagen que te devolvía el destino. Tal vez no debiste hacerlo, pero lo hiciste. Fuiste genuina hasta lo último, fuiste coherente con tus dichos y con tus hechos. Tal vez no debiste hacerlo, pero lo hiciste pues no eras algo común, algo previsible, alguien del cual se espera más de lo mismo. Tú eras diferente y eso te hacía distintiva. Tú tenías carácter y personalidad. Tú no podías hacer lo que hacían los demás. Tú sabías qué decir. Tú sabías qué hacer. Tú sabías cómo manejarte ante la gente. Tú les supiste dar todo de ti sin esperar nada. Y el público aun así te ofreció todo a cambio de tanto Amor. Tal vez no debiste hacerlo, pero lo hiciste, y eso es motivo de tanto orgullo, de tanto Amor, de tanto agradecimiento, de tantos tributos, de tantos recuerdos. Recuerdo que allá por 1989, Freddie Mercury, siendo consciente de su cruel enfermedad y de su destino inexorable, escribió un tema denominado. “¿Valió la pena?”. Allí hacía un “racconto” de su vida artística, recordaba cada hecho, hasta el más extravagante, y se preguntaba si valió la pena, si tuvo sentido hacer todo eso, arriesgarse, exponerse, entregarse. Y cuando terminó de decirse por última vez si valió la pena haber vivido a su manera, aun sabiendo de que por tomar ese camino tuvo ese final, Freddie Mercury gritó un contundente: “¡¡Sí, valió la pena, claro que valió la pena!!” ... En ti fue lo mismo Selena. Tal vez no hayas hecho lo que debías, tal vez debiste haber tomado otros caminos, haber hecho otros recorridos ... Tal vez ... Pero entonces no hubieses sido tú, no hubiese valido la pena exponerse tanto para dar tan poco. No hubiese así valido la pena ser Selena, con todas las letras. Tú fuiste coherente contigo misma, les dejaste a todos tu Alma y tu corazón. Y eso es lo que quedó de ti en la gente. Dejaste una huella imborrable en tu gente con apenas 23, casi 24 años. Demostrarte que podías, te propusiste que querías obtener el éxito logrando que primero te amaran y luego te dieran todo su cariño. Te fuiste sabiendo que ellos te dieron lo más valioso, que fue su cariño y comprensión. Valió la pena ... ¡¡Claro que valió la pena, Selena!! Estás en el corazón y en el Alma de todos, algo del cual pocos pueden decir, algo que pocos pueden lograr genuinamente…

Tal vez no se trata de lo que hay que hacer. Tal vez no se trata de hacer lo conveniente, lo lógico, lo previsible. Tal vez se trata de ser uno, simplemente uno, sin ataduras, sin miedos, sin condicionamientos. Ser y dejar ser. Ser y esperar respeto por la decisión tomada con libertad, y de acuerdo con su vocación y con sus sentimientos. Y nunca dejarse llevar por los malos sentimientos, por la envidia, por las ataduras, por los impedimentos. Tal vez hiciste lo que debías, Selena, que era hacer lo que sentías. Ésa fue tu decisión, ésa fue tu manera de quedar como imagen y como ejemplo en este mundo. Eso te hizo diferente, Selena. Por eso la gente te quiso y te hizo única, irrepetible, irreemplazable. El haber sido del mismo modo tanto en la vida cotidiana como en el escenario hizo que toda la gente distinguiera la buena artista de la promesa, la cantante genuina de la voz impostada, la artista querida por siempre de la estrella fugaz. Por haber sido tú y no lo que debías ser hoy la gente te ama más que nunca y se resiste a dejarte sola, que era el mayor de tus miedos, y el peor de los pecados que podrían cometer aquellos que realmente te supieron y saben amar…

Ojalá que a la hora de recordarte sepamos hacer las como tú, Selena, siendo personales y auténticos, y nunca siendo “políticamente correctos” haciendo lo que se espera y no dando nada del Amor que necesitas, Selena. ¡¡Ojalá que a la hora de recordarte sepamos no dejar marchitar tu flor jamás!!

Y yo estoy aquí para que esa Flor nacida con tanto Amor viva siempre regada sólo por nuestro Amor…

Te quiere a pesar de no haberte conocido, te admira a pesar de no haberte visto nunca actuar en vivo, te ama a pesar de tu ausencia, y te espera con toda ilusión y con la certeza de algún día tú volverás…


Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)




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