¿Qué hago yo aquí en New York?


Difícil de creer. Difícil de explicar lo que estoy viviendo. Una que ha soñado tanto, que ha deseado tanto vivir este momento, no puede dar crédito de que sea realidad lo que está frente a mí. ¿Yo nominada a un Grammy? ¿Yo aquí en New York con la posibilidad acaso remota de ganar el premio? No. Es un sueño. Definitivamente es un sueño. Para un latino se hace difícil lograr este galardón. Apenas un rubro entre tantos premios que hay. Ya es difícil que le presten a uno atención para que se lo tenga en cuenta, para que lo consideren bueno, para que lo nominen y para que te den el premio. ¿Cómo llegué aquí? ¿Seré tan buena para toda esta gente? ¿O sólo me están haciendo ilusionar? Yo sólo hacía esto para salir adelante, para lograr vivir de la música, para llevar un plato de comida a la mesa. Yo sólo hacía esto porque no me quedaba otra, porque una vez me pusieron un micrófono y me dijeron que debía cantar aunque más no fuera como un pasatiempo, por un tiempo que me parecía una eternidad pues yo sólo quería jugar para ese entonces. Yo sólo quería tener amigos y soñar con que en un futuro sería una buena diseñadora, con que el mundo me conociera por la ropa que hacía, por los diseños que inventaba. Por las noches solía escaparme a la playa y miraba largamente la luna y su luz que se proyectaba al mar. Me gustaba mucho hacerlo pues allí me daba cuenta de lo chico que es el mundo, de lo pequeño que somos, de lo superfluas que pueden ser muchas de las cosas por las que nos hacemos tanta mala sangre, por las que corremos todos los días, por las que discutimos y nos disgustamos. Cuando estaba sola allí frente al mar y ante la inmensidad del cielo podía darme para mí ese pequeño momento de paz conmigo misma, un momento de silencio ante tantas palabras, risas y ruidos de motores. Podía permitirme sentirme yo misma, gustarme como soy, sentir mi cuerpo, mover a uno y otro lado mi pelo, y sentirme bien, feliz y plena. Me encantaba sentir ese silencio y no vivirlo como algo tedioso, agobiante, difícil de abordar. Un silencio que debía ser interrumpido por risas, bromas y ocurrencias para no pensar en cosas más personales de las cuales no podía compartir con nadie. En mi fondo más íntimo me gustaba cómo era y tenía muy en claro lo que quería hacer. En un momento sentí que cantaba bien y que a la gente le gustaba. Pero aun así ante el público y ante mi familia yo era muy insegura. Siempre sentía temor porque no me quisieran, porque me dejaran de amar. Para mí eso era terrible. Yo no me podía permitir que semejante cosa me pasara, pues eso podía ser la ruina para mí y para mi familia. Aprendí a saber que no tenía margen de error, que debía hacer todo, que debía dejar todo, dar todo de mí para encantarlos, para que se fijaran en mí, para que me tuvieran en cuenta. Aprendí a dejar de lado determinadas cuestiones que eran normales para cualquier niño, que era tener mis amistades permanentes, hacer el colegio en el mismo lugar y con mis compañeros de grado de siempre, jugar en la misma plaza y en la misma ciudad. Aprendí a que todo eso lo tendría con mi familia y arriba de un bus que me llevaría de pueblo en pueblo para entretener a la gente, y para ganarse la vida con honestidad y esfuerzo. Aprendí a que mi colegio sería mi bus y mis maestros mis padres, mis hermanos, mi banda. Aprendí a que mis compañeros del grupo serían mis amigos y empecé a intuir que tal vez mi futuro esposo saldría de allí. Aprendí a que mi vida la tendría que compartir con todo y con todos. Aprendí a dar rienda suelta a mi optimismo y mi alegría, y a callar mis sentimientos y mi llanto. Aprendí a que todo lo que soñaba podría lograrlo si redoblaba mis esfuerzos, si acaso daba mucho más de lo que esperaba mi padre y de todo aquel que confiaba plenamente en mí. Si acaso cumplía con lo que se esperaba de mí y fuera famosa podría hacer muchas de las cosas que no podía hacer y que moría por poderlas hacer realidad. Acaso eso justificaría tanto esfuerzo, tanto sacrificio, tanta entrega. Al final del camino sería libre, libre para hacer lo que quisiera, libre para cantar como quería mi padre, pero libre yo también para diseñar como deseaba con toda pasión…


¡Qué nervios! ¡¡Qué nervios!! Todavía falta para el anuncio de nuestra nominación y ahora que estoy aquí siento por primera vez el deseo de llevarme el premio. Hasta ahora no me había tomado muy en serio la posibilidad de ganarlo. Pensaba en la inmensidad del lugar en el que se entregaban los premios y todo me parecía lejano, muy lejano. Apenas si puedo acostumbrarme a recibir determinados premios como los que recibí el año pasado. Si esto fuera en Texas lo entendería perfectamente. Hace 7 años que me vienen premiando. Por suerte conmigo sí se cumplió aquello que se puede ser profeta en su tierra. Allí la gente me quiere mucho, siente que la represento, sabe que soy de allí y que nunca los dejaré aunque me haga estrella mundial. Ellos piensan que soy buena de verdad, que llegaré a lo más alto porque no tengo igual y porque nunca han visto a alguien como yo. A mí me halaga eso. Aparte, en mi fuero más íntimo yo siento que soy la mejor, aunque jamás lo admitiría públicamente, que he logrado cosas que nadie obtuvo y que tengo todo para lograr lo que me falta. Y allí en Texas me olvido de mi inseguridad y se me van los miedos. La gente me ha dado todo su afecto y desde que logré imponerme en Monterrey y en todo México sólo tiene palabras bonitas para mí. Pero siempre pensé que sólo en Texas podría tener pleno éxito, que lo demás podía ser una quimera, que sería muy difícil para una cantante estadounidense y latina como yo llegar muy lejos. Por eso no entendía nada cuando recibí aquellos reconocimientos en Premios Lo Nuestro 1993.En particular no pude evitar la emoción cuando recibí el galardón a la mejor cantante de la región méxico-americana. Por eso el tomar mi cara con las manos, mi llanto de incredulidad y satisfacción, el abrazo con mi hermano y con Pete Astudillo, el sostener mi emoción camino al escenario con mi mano sostenida en el pecho, el casi chocar con Paulina Rubio cuando recibía de ella el premio, el apenas hablar en agradecimiento por la premiación. Recuerdo puntualmente haber agradecido a todos aquellos que sostenían al grupo Selena y Los Dinos. Pensé en toda la gente que nos había apoyado y en todas aquellas personas que nos habían dado tantas muestras de cariño. Pero también sentí la importancia de ese premio, de la magnitud de lograr semejantes reconocimientos fuera de Texas. De pronto sentí que lo habíamos logrado, que habíamos llegado al comienzo del reconocimiento internacional por todo lo que habíamos obtenido luego de tanto tiempo de esfuerzo y dedicación. Por primera vez sentía que habíamos entrado en el camino del éxito del cual difícilmente podríamos dejarlo. Sentí que todos los sueños se podrían hacer realidad. Y si bien recuerdo muy bien aquellos viajes de mi padre en auto a los barrios más caros de Corpus Christi para mostrarnos que con constancia y esmero todas aquellas mansiones podrían ser nuestras, yo no pensé tanto en que el éxito y el reconocimiento harían posible esa realidad material. Yo sólo pensé en que esos premios permitirían lograr lo que parecía más imposible aún: que mis sueños personales fueran posibles, que todo lo que se me pasara por mi cabeza podría hacerse realidad. De pronto sentí que no sólo era posible que me hiciera una cantante internacional famosa, que pudiera por fin hacer mi soñado disco en inglés. Todas esas metas también eran objetivos de mi familia, deseos de mi padre. De pronto sentí que podía ser diseñadora, que podría dedicarme de lleno a mi proyecto de extender mi boutique y salón de belleza por todo México y Estados Unidos. De pronto sentí que podía tener mi propia casa lejos del mundanal ruido y de las luces de la ciudad y del éxito. De pronto sentí que podía alejarme un poco de mi familia para poder crear mi propia familia. De pronto sentí que podía lograr todo, que todo lo que se me cruzara por mi cabeza se podía hacer realidad. De pronto sentí que tenía más obligaciones, más objetivos que cumplir y más compromisos. De pronto sentí que todo dependía de mí para hacer todo lo que yo quisiera…


¡¡Ya no aguanto más!! Ya quiero que me digan si lo logré o no. Ya quiero que me nombren. ¡¡Ya quiero subirme a ese escenario!! Hasta ahora no quise hacerme ilusiones. Le dije a todo el mundo que sólo vine a ver a los “realmente famosos”, a mirar a los que realmente recibirán los más importantes premios aquí para verlos de cerca, para tomarme fotos con ellos. Les dije que venía a participar de una fiesta que es de ellos y que sólo venía a divertirme. Pero es mentira. Siempre estuve ilusionada. Deseo con toda el Alma recibir ese reconocimiento. Quién saber si alguna vez me den otro premio como éste. Tal vez ésta sea la única vez y nunca más me lo entreguen … ¡¡Huy!! ¡¡Otra vez mis inseguridades!! No sé por qué se me da por pensar en estas cosas. Si yo ya soy una realidad, si estoy convencida de lo que hago, de que tengo toda la fuerza de la voluntad y la sensación de que nadie podrá detenerme, ¿por qué pienso que no tendré muchas chances, de que pronto se olvidarán de mi y de que apenas seré para ellos una artista del momento que estuvo cerca de lograrlo todo pero que no lo pudo conseguir por esas cosas del destino? ¿Por qué pienso y siento así si tengo todo el tiempo, todos los proyectos y todas las ganas de llevarme el mundo por delante, de aprovechar cada instante de mi vida para lograr cada sueño, cada meta que me propuse? Yo soy muy testadura y muy constante. Cuando algo pasa por mi cabeza hasta que no lo logro no paro. ¿Quién podrá detenerme si yo tengo toda la fuerza, todo el vigor, todas las ganas? Si cada día que me levanto agradezco a Dios que me ha dado este día para dar todo de mí, y para dedicárselo con mi esfuerzo y dedicación, ¿quién podrá superarme, quién podrá impedir que triunfe en todo lo que me proponga? Además, todo el mundo me quiere, todo mi entorno me ayuda para que yo esté bien y contenida. Yo no siento que alguien me odie, que alguien sienta envidia por lo que hago. La gente me admira y me quiere cuidar. Los periodistas que me entrevistan me adoran y se divierten conmigo. Mis fans me quieren y me respetan. Yo sólo les doy Amor a todos. Yo confío en ellos. Yo no dudo de la gente a quienes les doy mi confianza. ¿Qué mal podría recibir de alguien? Siempre tuve miedo de que no me quisieran o me dejaran de querer, pero eso nunca sucedió. Será porque les doy no sólo mi canto, no sólo mi voz, no sólo un buen concierto, no sólo un buen entretenimiento. Será también que les doy las gracias, que sé agradecer, que les doy todo mi Amor, mi cariño y mi respeto. Yo podré acaso ser alguien importante para ellos, tal vez represente sus más altos sueños, tal vez les dé la alegría que no tienen en sus sufridas vidas ... Tal vez ... Pero lo que sí sé es que sin ellos yo no sería nada. Yo les debo todo. Yo nunca podría olvidarme de por qué estoy aquí, de quién me puso en este lugar y de qué se espera de mí. Sería una necia y una desagradecida si renegara de ello. Por más que cantara bien, por más que les diera el mejor de los conciertos y les cantara las más lindas canciones, si me olvidara de dónde vengo, si le diera la espalda al público, si creyera que soy más que mi gente, entonces no sería una buena artista, no merecería recibir ningún premio ni el afecto de mi gente. Si fuera una engreída, sólo merecería ser olvidada. Ése sería el peor castigo. Eso sería lo que merecería recibir si hiciera algo semejante…


“¿Qué te pasa, Selena? ¿Acaso no te has dado cuenta? ¡¡Están por anunciar la terna por el premio!! ¿En qué estás pensando? ¡¡Pronto!! ¡¡Cruza los dedos!! ¡¡Y mucha suerte!!”. El codazo que me había dado A.B. todavía me dolía para cuando me di cuenta de que estaban anunciando los nominados al premio el mejor disco méxico-americano. Las cartas estaban echadas. Esbocé una sonrisa a A.B. y crucé los dedos mientras le deseaba suerte con la mueca de mi boca. Luego sólo miraba el escenario pero no lo veía. Sólo miraba un punto fijo de una de las cortinas y dejé pasar miles de imágenes. Me permití que en el escenario pasaran imágenes de mí desempolvando un viejo libro de canciones de mi padre y aprendiendo a cantar su contenido. Pude verme cantando por primera vez ante un público, pude sentir el miedo a ser rechazada, pude verme dormida en el piso del bus que me llevaba a un pueblo que yo desconocía, pude verme a solas llorando y juramentándome que lo lograría, que llegaría a lo máximo sólo para ser libre y feliz con mi canto, con mis diseños, con mi futuro Amor, con mi casa, con mis animales, con mis hijos. Pude verme cantando “Como la Flor” por primera vez en Monterrey, pude verme cantar “Where did the feeling go?” en el concierto de San Antonio en 1991, pude verme en un futuro cantando en el Madison Square Garden y triunfar con mi disco en inglés. Pude verme pasearme exitosa por todo el mundo. Pude verme triunfando en todo el planeta y que toda la gente estuviera feliz con mis éxitos. Pude verme sola de nuevo en la noche en aquella playa de Corpus Christi y llorar, llorar mucho, llorar por haberlo logrado, llorar por todo lo que no pude llorar en todos estos años para mantener mi entereza y sostener la confianza de toda mi familia. Pude ver mis días de incertidumbre y mi fuerza sacados desde el fondo de mi corazón y de mi Alma para superarlo todo, para seguir adelante a pesar de todos los obstáculos, de todos los problemas. Pude verme feliz y satisfecha por llegar a tener éxito y ser querida por tener talento, pero también por ser honesta y por ser sincera. Pude verme retirándome de mi vida artística enseñándole a mis hijos y a mis nietos todo lo que hice, todo lo que logré con Amor y con cariño mientras sigo pensando en nuevos modelos para todas las mujeres del mundo que esperan cada año con qué nuevos diseños las sorprenderé. Pude ver…


“And the Grammy goes to … Live … ¡¡Selena!!”. Sí, ¿escuché bien? ¿Me nombraron? ¿Gané? ¡¡Sí, gané!! … Lo veo en el rostro de mi hermano. Lo percibo en la cara de emoción de mi padre … Lo siento en sus lágrimas de emoción … No lo puedo creer. ¡¡Definitivamente no lo puedo creer!! Estoy shockeada. Apenas si me doy cuenta de que voy camino al escenario, ese mismo escenario en el que pude ver mi vida pasar en tan sólo 1 minuto. No puedo reaccionar. Ni siquiera puedo exteriorizar mi emoción, todo lo que estoy sintiendo. Esto es más, mucho más que en Premios Lo Nuestro. Por eso no puedo siquiera reír, llorar, saludar. Sólo camino y sólo deseo que este instante no se vaya nunca, quisiera que este instante fuera eterno, quisiera poder sentir esta sensación por siempre y para siempre. Subo las escaleras y apenas puedo subir mi hermoso vestido blanco para no tropezarme. No sé qué decir. ¿Qué puedo decir? ¿Habrá un vocabulario que pueda sintetizar, explicar y hacer entender lo que siento ahora? ¿Acaso me den el tiempo suficiente como para explicarles las imágenes que pasaron por delante de mí segundos antes de que me premiaran? ¿Acaso me escucharían si les dijera todo lo que significa este reconocimiento para mí? Toco el cielo con las manos. Este año va a ser distinto para mí. Ya lo es ahora. Este premio, el lanzamiento del disco “Amor prohibido” del cual no dudo de que será todo un éxito, los conciertos que se vienen, las notas que me harán y los proyectos que me ofrecerán por todo lo que me está pasando ahora cambiarán definitivamente mi vida. ¿Pero acaso yo podré decirles todo lo que significa para mí este premio? ¿Acaso ellos entenderán si se los explico? El presentador me da el premio y me saluda. Yo tomo el Grammy y giro hacia el micrófono. Veo a toda esa gente mirándome y de pronto siento vértigo. Me aparto un mechón de pelo que cae sobre mi cara y empiezo a agradecer. Ni pienso en lo que digo. Trato de aferrarme a ese minuto exiguo que me dan para que pueda explicar lo inexplicable y pienso en la gente que me ayudó a llegar a este momento, a que yo viva a los 22 años esta sensación indescriptible. Ni siquiera puedo tener registro de lo que estoy diciendo. Sólo dejo que mis palabras fluyan y salga de mí lo que tenga que salir. Me acuerdo de José Behar. Como tantas otras veces mi primer agradecimiento es para él. ¡¡Le debo tantas cosas!! Él no sólo me contrató. No sólo me dio difusión. No sólo me dejó grabar los discos. Él ante todo confió en mí. Él fue un admirador más. ¡¡Y pensar que cuando se acercó a mí por primera vez en San Antonio pensé que era un aprovechador!! No le creí que era presidente de Emi Latin. Una vez más no creí que alguien que era el líder de una compañía tan importante pudiera fijarse en mí. Por eso no confié. ¿A quién podía resultarle tan buena como para ser contratada por Emi? Pero José sacó todas mis dudas, todas mis inseguridades y me dio toda su confianza. Me dio todo porque creía en mí y, sobre todo, me respetaba. No dudó en publicar todo lo que hacíamos, no dudó en pelearse y rogar a toda la plana de Emi Central para que me dejaran sacar mi disco en inglés. Apenas escuchó mis demos supo que yo sería un éxito mundial. Pero hasta él se sorprendió de mi éxito tan pronto. Él sabía de mi presente, estaba convencido de mi futuro pero no sabía tanto de mi pasado. Yo en muchos lugares ya era muy popular. En cuanto se difundiera mi música, mis discos serían muy vendidos. Por eso su perplejidad y su total satisfacción cuando logré mi primer número 1 con “Como la Flor” y cuando obtuve mi otro número 1 en Monterrey con “La carcacha”. Él pensó que iba a necesitar más tiempo y estaba dispuesto a darme todo lo que necesitara hasta lograrlo. Estoy muy agradecida por él y gracias a él estoy aquí. ¿Y qué decir de mi familia? Estoy segura de que me voy a olvidar de nombrar a alguien. ¿Lo nombré a Chris? ¿Acaso sea tan despistada y me haya olvidado de nombrarlo? Es que pasa el tiempo y no quiero olvidarme de nombrar a nadie, pero estoy aún shockeada. Mi familia es todo para mí. Ellos no dudaron en que sería capaz de lograrlo, en que no los defraudaría y en que sería capaz de lograr todo para el bien de ellos y el mío. Puedo ver la satisfacción de mi hermano. Él piensa como yo. Él siente como yo. Él se sacrificó como yo. Debe haberse sentido incómodo al principio. Él tocaba el bajo en una banda cuya vocalista, que era yo, sólo tenía 8 años. Él ya tenía 16. Al comienzo no toleraba tocar esas canciones que no le gustaban para nada. Pero como yo sabía del mandato familiar y como yo dio mucho más de lo que se esperaba de él. Hizo la música, se refugió en su cuarto pensando en nuevas ideas para el grupo y para hacer de la banda un puñado de músicos talentosos con estilo propio e innovador. Este premio también es de él. Él dio todo por mí sin necesidad de hacerlo y con la intención de que me luciera como la mejor cantante. ¿Qué haría sin él? Espero que siempre nos vaya bien pues si me viera triste por algo o me pasara algo malo, él sería el primero en sentirlo. ¿Y qué decir de mis padres y de mi hermana? Que ellos me ayudaron a recibir este premio y que se sienten contentos de que esté aquí recibiendo el premio. Somos, además de una familia, un gran equipo. Todos para uno y uno para todos. Este éxito es de todos ellos. Mi padre como manager, mi madre como compañera, mi hermana como confidente y asumiendo su rol en la vida y en la banda. Ya ni recuerdo qué dije. Lo único que sé es que cumplí con el minuto que me dejaron. Siempre me enseñaron a respetar las reglas. Si quiero que me respeten primero debo respetar a los demás. Ésa es una regla de oro que grabó mi padre a mí y a cada uno de mis hermanos. Y ésta no sería la ocasión en la que esta regla tuviera su excepción…


Salí acompañada por una de las presentadoras que me enseñó por dónde salir. No pude con mi genio y le empecé a decir cosas graciosas para que se riera, para descomprimir el momento y para que pudiera salir de mi estado de shock. Recuerdo haber salido del escenario riendo a carcajadas con la presentadora. Volvía a la “normalidad”. Afuera me esperaban mi familia y cientos de reporteros que me preguntarían quién soy y qué representa este premio para mí. Yo sólo quería encontrarme con mi familia y fundirme en un abrazo, en un beso. Quería decirles que lo logramos una vez más y que nada nos detendría. Quería encontrarme con la prensa y decirles lo que era para mí este galardón, quería que me conocieran, deseaba que supieran de dónde vengo y a dónde voy. Quería que empezaran a familiarizarse conmigo, que empezaran a quererme por lo que soy dentro y fuera del escenario, querían que supieran de mi historia. Y me reservaba para mí ese momento, ese pequeño momento de la playa, ese momento para estar sola y llorar, reír, mirarme al espejo, tocar mi cuerpo, sentirme bella, querida y feliz. Quería más que nunca hoy tener ese momento cuando ya las luces del salón y de la ciudad se apagaran, y cada uno se encontrara solo consigo mismo y con el mundo. Quería estar sola frente al mundo orgullosa de ser y de sentir lo que soy y lo que represento. Quería sentirme orgullosa de ser Selena, esa cantante que empezó bien de abajo, con nada de ayuda y con todo para ofrecer. Quería sentirme plena, quería sentirme orgullosa de haber logrado un paso más, un paso más para ser feliz, un paso más para ser libre. Yo quiero verme frente al espejo y decirme que todo lo hago por Amor, que lo único que quiero es ser feliz y que todo el mundo me quiera. Y quiero verme frente al espejo y juramentarme que no bajaré los brazos hasta que todo lo que me propuesto lo logre, que logre ser feliz siendo como soy, y ser la misma siempre dentro y fuera del escenario. Porque en definitiva yo sólo quiero que me recuerden con Amor, yo sólo quiero que todo el mundo se sonría de felicidad cuando me vean, cuando me nombren. Yo sólo quiero que todos sepan de qué se trata cuando escuchen el nombre de Selena…


(Y así será, Selena, así será mientras haya gente que te quiera, mientras haya gente que sólo desee que se te recuerde con Amor y que se te cumplan todos tus sueños … para que cada noche te veas al espejo y te sientan orgullosa de ser la única, la inolvidable Selena, la única que puede detener a este mundo y llenarlo de Amor con su sonrisa, con su voz y con su presencia.)


Yo sólo quiero verte feliz, Selena … Yo sólo quiero ser un instrumento para que se te recuerde y se te respete como artista y como persona. Yo sólo quiero darte todo a cambio de nada. Yo sólo quiero volverte a ver con tu Amor y con tu eterna sonrisa…


Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)




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