El futuro está en tus manos, Selena…


Miraba impaciente detrás de las cámaras. La veía a Selena interpretando “Si una vez” en el programa “Padrísimo” y me daban ganas de llorar. Es lo que siempre sucede con Selena ... Por un lado, uno disfruta de ese bello momento que nos da ella con sus canciones, con sus interpretaciones, con sus miradas, con sus sentimientos, pero por otro, esa emoción nos lleva irremediablemente a la angustia y al llanto, pues sentimos que poco podemos disfrutar cuando sabemos que no la tenemos al alcance para agradecerle, para disfrutarla, para compartir con ella su éxito, para encarar cada día con alegría a sabiendas de que Selena está en algún lugar riéndose, alegre, vivaz, chispeante, siendo la misma de siempre, siendo la mayor cantante latina de la historia ... Y es allí cuando nos sumimos en el llanto, en el grito desgarrador invocando en vano su nombre, como esperando que nada de eso sea cierto, que algún día nos despertemos y que ella esté allí, haciendo justicia a su vida, a la música, a la historia. Más de una vez he visto a cantantes consagradas participando de conciertos multitudinarios, siendo invitadas a programas exitosos, siendo partícipes de festivales o eventos como primeras figuras y siempre me pregunté cómo Selena no está allí, cómo puede ser que ella no esté dando todo de sí para que el mundo lo reconociera, y le diera el sitial que le corresponde y merece, cómo una artista que había hecho gala de haber sido famosa sólo con su música, con tan buen trato hacia todos, nunca participando de ningún escándalo, nunca hablando mal de nadie, siempre confiando en la buena fe en los demás, siempre teniendo una sonrisa para con su público, para con su familia, para con los medios, tuviera que aparecer mundialmente como un mero caso policial, con su nombre invocado en enredos de habladurías y especulaciones de las que una mente y un corazón como Selena nunca hubiese permitido ni querido ... Tanta gente buena que hace bien las cosas y que llega a lo más alto con honestidad y con talento, y que no sólo no le permiten llegar a ese aplauso y reconocimiento mundial, a no vivir y disfrutar como se debe la vida después de tantos sacrificios y privaciones, sino que la dejan en simples páginas policiales, y tanta gente hablando sin sentido y sin conocimiento de ella. Y luego todos hablan de Selena, todos tienen algo que decir … Y muchos verdaderamente no tienen mucho que decir ... Es como dice el tango: “Yo sé que ahora vendrán caras extrañas con su limosna de alivio a mi tormento. ¡Todo es mentira, mentira ese lamento! Hoy está solo mi corazón…”. Y así aparece gente que relativiza lo logrado, lo atribuyen la fama y el éxito a la muerte, a la desgracia, al escándalo, a la lástima que produce … ¡¡Mi Dios!! ¡¡Justo se da todo lo que no quería Selena, lo que nunca había hecho para lograr ser alguien en la vida y en el mundo!! Y encima con un disco en inglés a medio hacer ... ¡¡Y tan, tan cerca del éxito mundial a base de puro talento y sacrificio!!

Justo estoy escuchando a Selena hablando con la conductora de “Padrísimo” que la está entrevistando. Raquelín González la está felicitando por sus nuevos logros y le pregunta por lo que hará este año. Selena le habla del disco en inglés, de las giras que hará, de todo lo logrado hasta allí. Y pone hincapié en algo que me lleva al borde del llanto … Dice que sabe que es un año muy importante para ella y para el grupo, y que es consciente de lo que les depara el futuro. Yo miro a la persona que me acompaña y que me trajo aquí, y casi que le imploro que me deje decirle algo, que no debemos permitir que lo que va a suceder en unos 47 días se efectivice. Esa persona se pone un dedo a la boca invocando silencio mirándome bien fijo a los ojos y con la vista bien amenazante para que me quede claro que ni se me ocurra decir nada que tuerza el destino. Con su mirada inquietante sólo me hace recordar una y otra vez que yo estoy para observar y no para alterar las cosas. Me dio el gusto de poder verla ya que nunca la pude ver en vivo, pero no me dio la posibilidad de que la ponga sobre aviso. Era consciente de que lo hecho, hecho está, pero si acaso Selena pudiera darse cuenta, pudiera sospechar, pudiera tener ese simple sentido de la duda, de tener que alterar cosas para que el camino fuera seguro, para que ese año tan soñado, de tantas responsabilidades y sueños a cumplir no se convirtiera en un año de frustraciones, de anhelos truncos y de llantos eternos ... Pensaba y no podía dejar de pensar que esa mujer que estaba a escasos metros de mí había sacrificado su vida para vivir lo que estaba viviendo ese año, que si tenía un gran protagonismo y éxito fue por su exclusivo talento y mérito, que nadie le había regalado nada, que todo fue hecho bien desde abajo y sin ninguna influencia. Hasta los anunciantes les llegaron después, cuando Selena era una realidad y no una mera promesa. Todo, hasta lograr entrar a la Emi fue producto de su enorme voz, personalidad y carisma, ya que José Behar, presidente de la Emi Latin, la había descubierto de casualidad, cuando yendo a diferentes festivales buscando a figuras y artistas a quienes pudiera incorporar a su compañía escuchó un bullicio y con él a una artista sin igual que lo había impactado. Así era Selena, así lo había logrado todo: sorprendiendo a todos, convenciendo a un público que terminaba dándole mucho más de lo que esperaban las personas que más confiaban en ella. Y ahora que Selena estaba cosechando lo que había sembrado, ahora que ella estaba tomando vuelo propio, yo no podía ver y marcharme sin poder hacer algo, sin advertirle que por allí alguien dispararía sin permitirle ese vuelo, ese vuelo que para Selena era su realización personal, su vida … y la libertad…

Todo esto que pensaba me hacía angustiar más y más. Di unos pasos más adelante como dando la idea de que quería ver mejor a Selena, esperando una pausa o algo que me permitiera acercar directa o indirectamente a ella. En un momento me acerqué a la conductora de “Padrísimo” que estaba allí escuchándola y mirándola con admiración, y le hice un ademán de aprobación. Como Raquelín González me lo confirmó con una sonrisa, yo me animé a decirle: “Realmente es encantadora. ¡¡No dudo de que tendrá un gran futuro!!”. Ella se quedó intrigada con mi acento y me preguntó de dónde era. Le dije que era de Argentina, que estaba de paso por aquí, pero que me detuvo esa voz y esa presencia de Selena en el set de televisión. Le dije que no la conocía pues en mi país casi no se la conoce o al menos los medios no han dado aún cuenta de ella, pero que no dudaba de que en breve estaría en todos los canales de televisión y en todas las tapas de todas las revistas. “¿Y qué haces tú aquí? ¿Estás por algún motivo? ¿A qué te dedicas?”. Yo dudé por un instante, miré a la persona que me acompañaba, que me hacía nuevos gestos amenazantes exigiéndome que volviera a mi lugar, y me volví hacia Raquelín González. Para evitar que ella pensara que era un intruso allí, le dije lo primero que me vino a la mente, pero que podría convencerla de por qué estaba allí: “Yo … adivino el futuro. Leo las manos. Soy conocido en mi país y gracias a algunas predicciones que he hecho fui invitado a varios países de Latinoamérica. Ésta es mi primera visita a México y a los Estados Unidos. Vengo a participar de un programa que me ha invitado y esta persona que me acompaña es mi representante”. Y señalé a la persona que me acompañaba que estaba a punto de tomarme el brazo para sacarme de allí. “Mucho gusto, señor …”, dijo Raquelín González. “Hilario Navarro”, completé yo. “El señor Navarro hizo mucho para que yo estuviera aquí. ¿No es cierto?”. Y ahora era yo el que lo miraba fijo, pero con ruego. Él empezó a decir que nos teníamos que ir hasta que ella dijo: “Espera. Me has dejado intrigada. Me gustaría saber algo de mi futuro. ¿No me podrías decir algo, aunque sea en este ratito antes de que se vaya Selena y de que te tengas que ir?”. Yo inmediatamente dije. “¡¡Por supuesto!! Te puedo decir lo más inmediato y luego me retiro”. “¡Qué bueno!”, me dijo. “Espera sólo un segundito que Selena acaba de terminar una canción. Presento la última y ya estoy contigo”. Yo asentí y enseguida vino Hilario y me dijo: “Está bien. Tú ganas. Pero ni se te ocurra decir nada extraño. Sabes muy bien que no puedes alterar las cosas. ¡¡Ten cuidado con lo que dices!!”. Yo lo tranquilicé con un “No hay problema”, mientras pensaba cómo haría para llegar a Selena…

Enseguida volvió la conductora de “Padrísimo” y extendió su mano esperando que le dijera algo. “No espero que me digas todo, pues a eso le tengo miedo. Sólo dime lo que me depara este año”. De pronto me sentí que estaba en un brete. Yo no sabía tanto de Raquelín González como para augurarle cualquier cosa. No podía quedarme con vaguedades que se las podía decir cualquiera. Pero me acordé de la emisión de “Padrísimo” de marzo y hacia allí me dirigí. La tomé de la mano, puse cara de asombro y le dije: “Por lo pronto, veo que el mes que viene vas a ir a Los Ángeles a cubrir un festival muy importante. Por lo que veo, no podrás estar presente aquí en la emisión del 8 de marzo. Oye: ¿es cierto que están pensando en poner a Selena de conductora de este programa para cubrir tu ausencia temporal?”. Ella se asombró muchísimo: “¿Cómo has adivinado eso? Es algo que sólo lo tenemos como proyecto la producción y yo. Es más. Sólo lo hemos hablado entre nosotros. Ni siquiera se lo dijimos al señor Quintanilla. Ni siquiera sé si se animará Selena. ¿Cómo lo sabes tú?”. Ya lo miré con aire de suficiencia y le dije: “Bueno. Por algo trabajo de ello. Yo aquí lo doy como un hecho que será así. Tú no tendrás problema. Quedarás encantada con ella y hasta le pedirás que lo vuelva a hacer. Y Selena seguro que aceptará, a pesar de las ocupaciones que tiene y las que tendrá. Por lo demás, tú tendrás un gran éxito con tu conducción. Tendrás varias propuestas hasta que…”. Yo no sabía para donde seguir hasta que me salvó alguien inesperado. “¿Qué pasa aquí que me están nombrando? ¿Me tienes que decir algo? ¡Vamos! ¿Qué me estás ocultando? ¡Dímelo ya!” y echó una de sus inconfundibles carcajadas mientras le pegaba el brazo con su mano en tono de buena onda a Raquelín González … Era Selena … ¡¡Era Selena!! .. La tenía tan cerca ... Y yo no sabía qué hacer ni qué decir. Lucía ese trajecito gris, esa pollera corta negra, ese inconfundible cinturón, esas botas, ese pelo negro tirado al costado y largo. Estaba preciosa ... Era una de sus apariciones más bellas. La tenía tan vista y no podía aun así dejar de encandilarme con semejante presencia. La conductora de “Padrísimo” le dijo lo que estábamos hablando del proyecto del cual yo “había adivinado”, a lo cual Selena dijo. “¡¡Pero claro que aceptaré!! Sabes que todos te debemos muchos favores. Ni necesitas hablar con mi padre. Bueno, tal vez lo tengas que hacer para arreglar lo de la agenda. Y ahora que lo pienso, me tendrás que convencer, ¡¡pues de pensar que tengo que conducir el programa me pone nerviosísima!! Sabes que aun hoy mi español es un tantito corto. Pero no te preocupes: desde luego aceptaré”. “¡Pues qué bien!”, le dijo Raquelín González. “Entonces tenía razón él”, señalándome a mí. “Selena. ¿Por qué no le das su mano para ver qué predice de ti. ¿Acaso no tienes curiosidad?”. Selena se quedó como petrificada. Yo adiviné lo que significaba eso, le extendí mi mano y le dije: “Antes que nada, un placer, Selena. Yo vengo de muy lejos. Como tantos otros te descubrí de casualidad. No hay necesidad de leerte las manos para saber que tienes un futuro enorme. Además, no tienes por qué hacerlo. Supongo que tus propias creencias te impiden dar crédito a este tipo de cosas. Te entiendo. Y no te preocupes. Yo tampoco creo tanto en esto”. E insólitamente me eché a reír. Selena volvió a echar una de sus carcajadas, pero de nervios. Luego se quedó mirando inquieta a la conductora de “Padrísimo”. Selena estaba muy intrigada con lo que le afirmé. Acaso la sorprendí por mis dichos sobre sus creencias. Me miró, se sonrió, me dio un beso, agradeció mis dichos, extendió su mano y me dijo: “Yo soy de esa gente que cree en las miradas de las personas. Algo me dice que tú me tienes aprecio, como si me conocieras de hace tiempo, como si fueras de aquí y me hubieses visto en infinidad de oportunidades. ¿Qué puedes decir de mí para este año?”. Me quedé helado, miré a la persona que me acompañaba, me temblaban las manos, en un minuto pensé todo y nada hasta que ella me dijo: “Dime lo que me tienes que decir. Simplemente eso…”.

Tomé su mano y respiré hondo, muy hondo. Estaba tomando la mano de Selena. Podía sentir su latido, su vida, sus sentimientos. Estaba muy emocionado y tenía unas terribles ganas de llorar. Tenía ganas de abrazarla y de decirle: “¡¡Terminemos con esta farsa!! ¡¡Sálvate, Selena!! ¡¡No confíes en todo!! No deposites tu futuro en los demás. Tu camino no es el camino de ellos. Ya abriste tu camino. ¡¡Sólo tienes que seguirlo!!”. Quería poder decirle todo hasta el último detalle. Pero no podía. No podía yo torcer el destino. En todo caso, ella debía hacerlo. Yo sólo podría ayudarla. En eso me mentalicé y le dije casi con un hilo de voz: “En breve, en tan sólo dos semanas, tú tienes un gran rodeo al que ya fuiste dos veces. Es en Houston. El famoso Houston Astrodome … ¡Pues te felicito! Veo que en las dos presentaciones habías quebrado el record de asistencia. Ésta no será la excepción. ¡Lo volverás a quebrar!”. Ella sonrió de satisfacción, pero sentí que esperaba algo más para ser impactada. Era obvio que para ella y para el grupo no sería eso una gran novedad. Por eso le dije: “Esta vez dejarás ‘Como la Flor’ al final del concierto, pues tienes pensado comenzar el show con un medley de temas en inglés de los años ’70. Por lo que yo observo, esto tiene que ver con tu futuro disco en inglés. Ese disco hace mucho que lo vienes anunciando, pero este año sale, y por lo que veo, ¡ya has grabado algunos temas!”. Ahí me detuve y ahora podía observar su cara de asombro. Recién allí podía darme cuenta de que aquella confianza por pura intuición se convertía en una realidad tangible. “¡¡Es cierto!! ¡¡Muy cierto!! Estoy sorprendida de que lo sepas. No sé cómo lo has adivinado. ¡¡Ni que hubieras estado con nosotros!!” … “Es más”, la interrumpí. “¿Puede ser que uno de los temas que has grabado se llame ‘I could fall in love’ y que ese tema sea el adelanto del nuevo disco? Si no veo mal, está también “Dreaming of you” y “I’m geeting used to you”... ¿Es así?”. Selena miró a Raquelín González, miraba a su alrededor, no podía salir de su asombro y me dijo: “¿En serio no me conoces? ¿En serio no eres de aquí? ¿No has estado conmigo antes? ¿Acaso eres del futuro mismo? ¡Me intrigas! Es cierto que no creo en estas cosas, pero tengo que admitir que es verdad lo que dices, pero por favor no lo divulgues. Para todos es un secreto y una sorpresa. ¿Me lo prometes?”. “No te preocupes, Selena. Confía en mí y haces bien en no creer en estas cosas, Tal vez haya que confiar más en la intuición. Y ésa es tal vez mi habilidad: ser intuitivo. Un consejo: déjate llevar por la intuición. ¡¡Es buena consejera!!”.

Sentía que había llegado más lejos de lo esperado. Quería seguir, pero tenía límites. ¿Cómo decir lo demás? ¿Lo quiero decir? ¿O quiero que Selena piense en ciertas cosas para que las tenga en cuenta en ocasiones bien puntuales? ¿O quiero dejarle una pista? ¿Querrá Selena que le siga contando? En eso estaba cuando un hilo de sudor helado corrió en mi espalda cuando Selena me dijo: “¡¡Quiero que me cuentes más!! Quiero que me digas qué será de mí este año”. Fue uno de esos momentos en los que quería que me tragara la tierra, pero no lo podía hacer. Por algo estaba allí. Estaba por Selena. Quería, pero no podía. ¿Cómo ser equilibrado y razonable con algo tan desestabilizante y perturbador? ¿Cómo se siente uno cuando quiere decirle todo a alguien por su bien, pero no lo puede hacer pues eso sería peor? Volví a tomar sus manos y Selena me dijo: “No temas. Yo sé que me darás buenas noticias. Y si no fueran tan buenas, ¿qué malo me puedes decir? ¿Que no tenga tanta popularidad, que tal vez tenga que esperar un poco más para mi consagración mundial, que tenga que tener más paciencia con ‘Selena Etc.’? ¡¡No hay problema!! Sabré esperar. Estoy aprendiendo el valor de lo que es vivir y gozar cada día como si fuera el último…”. Creí que me iba a desmayar allí cuando comencé a relatarle lo que vendría luego del Astrodome: “Bueno. Por lo que veo, tendrás un par de Festivales importantes en marzo. Irás a Noches de Carnaval. Irás al Festival de Calle 6. Veo que participas de una campaña en pro de que los niños vuelvan al colegio. Sé que por ello darás un concierto en la Escuela de los Spurs de San Antonio. ¡¡Qué bueno, porque creo que en el futuro habrá muchos argentinos que harán historia en ese club!! También harás un concierto en Chicago. Tendrás una temporada agotadora entre todo esto y tus actividades en Selena Etc., que para ti es muy importante, pues es tu proyecto y sueño personal … Bueno, vendrás aquí como conductora en un especial de ‘Padrísimo’ y…”. Selena me miró inquieta ante mi pausa. Yo no podía seguir ... Sentía que estaba en un laberinto sin salida. Miraba su mano, la miraba a ella, miraba a la conductora de ‘Padrísimo’, miraba a la persona que ya me pedía con la mirada que ni se me ocurriera decir más nada, y dije: “Perdón, Selena, no puedo seguir. Ya es tarde”. Le di un beso y eché a correr para la salida. Hilario Navarro me siguió y les hizo un gesto a Selena y a los demás aclarándoles que estaba todo bien, que no se preocuparan, que ya debían irse para el “otro programa”…

En cuanto salí del estudio me puse a llorar largamente. La persona que me acompañaba trataba de consolarme: “Sabes que no puedes hacer nada. Te dije que no te acercaras. Que iba a ser peor. ¿De qué sirve que hagas esto? El destino es así de cruel. Nadie quiere que pasen cosas malas, pero esas cosas suceden. Sabes que esto no viene de casualidad. Surgen por muchas cosas. Aunque tú pudieras evitar lo peor, eso no quita que lo malo sucederá inexorablemente. ¡Acéptalo! ¡Ésa es la realidad! Verás que me darás la razón…”. “¡¡Qué me importa la realidad!!”, le dije con la voz desgarrada. “¡¡Al diablo con ella!! ¿De qué me sirve aceptar el destino? ¿No te das cuenta? ¿Acaso no la has visto? ¿Acaso no te ha conmovido? ¿Acaso no te da pena de saber que ese encanto de artista y de mujer nos dejará pronto? ¿Qué puede pasar si alteramos las cosas? ¿Qué las cosas sean peores? ¿Y qué peor cosa es que este mundo no tenga a Selena? ¿Qué peor cosa puede ser que esa mujer de 23 años se vaya sin comprender por qué el destino ha sido tan cruel con ella? Y me eché a llorar de nuevo sin parar. Hilario entendió mi genuino dolor y me abrazó, para que mi angustia tuviera algo de contención. “Yo sé muy bien por qué sufres. Si te traje aquí es porque quería que al menos la vieras y hasta conversaras con ella. No creas que soy tan ingenuo. Sabía que lo intentarías y hasta sabía que querrías alertarla. Tal vez yo también quiero ver si Selena puede torcer ese destino. Tal vez me equivoqué en pensar que esto sería lo mejor para todos. Tal vez por eso yo también quiero remediarlo. Pero lo que suceda ya corre sólo por cuenta de Selena. Nadie puede impedir que suceda lo irremediable salvo que sea ella quien lo pueda detener. ¿Me entiendes ahora?”. Yo asentí pero seguía llorando. El tener tan cerca a Selena y apartarme así de ella me había puesto peor. Hice un gesto a Hilario para que nos fuéramos hasta que escucho a alguien que me dice: “¿Pero qué pasa contigo? ¿Por qué te fuiste así? ¿Acaso no querías despedirte de mí? ¿Tan mala impresión te causé?”. Me di vuelta y pensé en que si había algo que Selena no quería era sentirse no querida, que había defraudado y que la gente le diera la espalda. Corrí hacia ella y la abracé fuerte y le dije: “Perdóname, Selena. Lo siento muchísimo. No quería irme así. Tú no te lo mereces. Lo que pasa es que Hilario me dijo que…”. “¿Qué viste en mi mano que no te gustó?”, me interrumpió Selena. “Tú me dijiste que hay que dejarse llevar por la intuición. Yo sé lo que son ciertas miradas. ¿Qué es lo que viste en mi mano?”, mirándome con ternura y yo me desarmé…

No quería levantar mi vista para verla. Definitivamente no le podía decir todo. Tampoco nada. “Es que no vi más nada allí. Eso es todo. ¡No hay más nada en tu mano! No hay rastros. Tal vez hagas una pausa. ¿Quién sabe? Tal vez sea curioso lo que sucede. Pero suele ocurrir que uno no puede ver ciertas cosas. A veces hay que estar muy atento para ver todo lo que va a pasar. No todo se manifiesta tan claramente. Es cuestión de buscar los tiempos y aprovechar los momentos…”. “¿Pero tú me dices que hasta marzo ves todo claramente y luego ya no ves nada? Dime. ¿No sabes cuál será mi próximo concierto personal luego del Astrodome? Yo lo sé. ¿Acaso tú no lo puedes ver o sólo tienes la bola de cristal hasta marzo?”, y volvió a echar una de sus carcajadas como para distender el momento. Yo aproveché ese instante para decirle seriamente pero a la vez en forma calma: “Yo sólo vi que hay problemas. Tal vez no sean importantes. Tal vez puedan solucionarse. Sólo puedo darte un consejo. Cuídate. Cuídate mucho. Repítetelo. Dilo incluso al público en tus conciertos. A veces lo malo no viene de donde uno supone. A veces los disgustos vienen de donde menos se espera. Presta atención a eso. Siempre piensa si los que te dicen querer dan todo por ti como tú les das a ellos. Y no te quedes sola. ¡¡Nunca lo hagas!! Cuando no sientas salida, cuando no sepas qué hacer porque algo te perturba recurre a tu esposo, a tu familia y diles lo que pasa. Siempre será lo mejor. Ellos lo entenderán a pesar de si a veces no aceptan tus decisiones. Acuérdate cuando te casaste en secreto. Acuérdate de la gente que te quiere mucho. Para ellos eres mucho más que una artista consagrada. Para ellos tú eres una gran persona, un familiar más, una mujer muy querida, como una hermana, como una hija, como una madre, como una novia. ¡¡No lo olvides nunca!! … ¡¡Ah, me olvidaba!! Tú el mes entrante grabarás dos temas: “A boy like that” y “Puede ser”. Cuando los grabes piensa bien en esas letras, medita en lo que estás cantando. ¿Quieres saber más de tu destino? Escucha esas letras, sobre todo la de “A boy like that”. Es todo lo que te puedo decir…”.

Justo en ese momento apareció Don Abraham Quintanilla preguntando por Selena. “¡¡Aquí estoy, Daddy!! ¡¡Ya voy contigo!!”. Y antes de que se lo preguntara su padre, ella se adelantó y le dijo: “Es que estoy con un encantador admirador de la Argentina que quería conocerme y pedirme un autógrafo…” y me guiñó un ojo. Al padre de Selena se le abrieron los ojos, me extendió su mano y me dijo: “¡¡Un admirador de tan lejos!! Tengo una noticia buena para ti. No faltará mucho para que Selena los visite por allí. Así que espero que nos vuelvas a ver cuando estemos por aquellas tierras. ¡¡Oye, Selena!! Si no le has firmado el autógrafo, ¿por qué no lo haces aquí? Al muchacho seguro que le encantará…”. Selena tomó la foto y dijo: “¡¡Ey!! Ésta es una de las fotos del disco en inglés. Aún no sabemos cómo se llamará, ¿no?”. Don Abraham le dijo que no, que aún era prematuro, pero afirmó que el título seguramente será uno de los temas que había grabado. “A mí me gustaría que se llamara ‘Dreaming of you’ … ¿Tú que piensas?”, me dijo Selena mientras firmaba la foto. “¿Y qué dices de lo que ha dicho mi padre? ¿Nos veremos allí en Argentina?”. “Depende de ti, Selena”, le dijo mirándola fijamente, acaso afirmándole con mi mirada lo que le había dicho antes. “Bueno, ¡¡ya está!! ¿Te gusta la foto?”. Miré esa foto que tantas veces la había visto y afirmando a cuanto me quisiera escuchar que era una de mis preferidas, y le dije. “Sería lindo que fuera una de las fotos del disco, que bien podría llamarse ‘Dreaming of you…”, y detuve mi habla por el llanto que me provocaban sus palabras en el autógrafo: “Mil abrazos y mil besotes, Sergio. Cuídate muchísimo y nos veremos muy pronto. Hasta luego. Chau. Con mucho cariño. Selena. 12 de febrero de 1995”. No pude dejar de emocionarme, señalé la foto y le dije: “Me gustaría que retengas estas palabras. Me gustaría que las digas al despedirte en el concierto del Houston Astrodome y que no las olvides nunca en cada cosa que emprendas” … “Las recordaré, claro que las recordaré”. Y antes de que me preguntara algo más que no pudiera contestarle, la abracé fuerte mientras aprovechaba para llorar y que no me viera. Y mientras la abrazaba y no la soltaba, Selena me dijo: “No te preocupes, Sergio. Tendré en cuenta tus palabras. Nada es casualidad en la vida, Por algo tú estás aquí: espero que pronto me digas qué más dicen las líneas de mis manos. Espero que la próxima vez lo tengas todo mucho más claro, o tal vez mejor: que la realidad haga que ni necesite que me predigas el futuro…”. Allí la abracé más fuerte y le dije: “¡¡Dios te oiga, Selena. Ojalá te esté escuchando!!”.

Me aparté de ella y sonreímos. Sentí que ella lo sabía todo. Tal vez sólo esperaba que alguien se lo dijera. Hilario me dijo que teníamos que irnos y yo le di un saludito con la mano muy fiel a su estilo. Ella se fue con su padre camino al estudio de q-productions y en todo momento no dejamos de darnos vueltas y de saludarnos. Cuando ya no la pude ver más, le grité. “¡¡Cuídate muchísimo, Selena!!”. “¡¡Claro que sí!! Nos veremos muy pronto. ¡¡Pues no quiero que tengas de mí sólo una foto y un bonito recuerdo!!”. Hilario me contuvo y me dijo: “¡Ya está, ya está! Hiciste todo lo que pudiste, y todo lo que te podía permitir y más. Sólo esperemos que Selena haga lo suyo. ¡Ya descansemos de una vez!”. Y me fui con él, en el convencimiento de que había hecho todo lo posible y rogando que Selena estuviera allá cuando volviera…

Cuando me iba yendo del lugar y recordaba cada instante que viví con Selena no podía dejar de llorar. No podía y no quería. Dejaba que mis lágrimas se derramaban por mis mejillas sin querer quitármelas. Quería que mi dolor y mis sentimientos por Selena estuvieran bien expuestos, que fueran el fiel reflejo de lo que pasaba por mi corazón, por mi cuerpo y por mi alma. Hilario ya no me miraba con rencor, me miraba con pena. Viéndome, quería él mismo deshacer lo que había hecho. Ahora éramos dos errantes que esperábamos un milagro. Y que ese milagro lo hiciera Selena. Miré una y otra vez la foto, y leí mil veces sus palabras. Rogaba a cuanto Dios hubiera por allí, aparte del que estaba conmigo, que viera mis lágrimas, que viera mi dolor, pero fundamentalmente viera a Selena. Y que se apiadara de ella. Desee como nunca que me lleve a mí, pero que nunca se la lleve a ella…

Ojalá que cuando vuelva Dios haya tomado una decisión, una decisión que la haga cuidar a Selena y que algún día, un día, yo le pueda devolver la foto y que me complete el autógrafo diciéndome: “¿Viste, Sergio? Cumplí lo prometido y aquí estoy. No soy para ti ni para nadie sólo fotos y recuerdos…”.

(¡¡Dios mío!! Haz realidad mis sueños. ¡¡Dios mío!! Devuélvenos a Selena. Dale una nueva oportunidad. ¡¡Dale la posibilidad de vivir todo lo que no pudo y mereció!!)

Sólo tengo hoy lágrimas para ti, Selena…


Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)






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