Recordándote, Selena, y esperándote con tus sentimientos…


El otro día me encontré con alguien de mi propio país que me contaba cómo había llegado a Selena, cómo llegó a su corazón y cómo se hizo una admiradora absoluta e incondicional … Me comentaba que hacía unos 10 años tuvo oportunidad de conocerla, de escucharla y de verla, y que automáticamente se hizo fan de ella. Tal vez una constante de todos los que amamos a Selena es que una vez que nos gusta no nos podemos desprender así porque sí de todos lo que nos mueve, de todo lo que nos genera, de todo aquello que nos despierta Selena con sus interpretaciones. Pues Selena no era sólo una voz, una dulce voz. Selena no era sólo una linda canción de moda, que el paso del tiempo se encarga de llenarla de polvo y de guardarla en el arcón de los recuerdos, de algo que forma parte de algo lejano que si alguna vez rescatamos de esa polvareda tal vez hasta nos extrañe que aquello alguna vez nos haya gustado, lo hayamos vivido como algo lindo, que nos haya quedado como un hermoso recuerdo de aquello. Selena, en definitiva, es algo mucho mayor. Selena nos llega al alma, toca nuestros corazones, mueve nuestros más nobles sentimientos, nos hace sentir el valor de cada palabra, de cada emoción, de cada estrofa cantada con tanta pasión … Selena es alguien que nos representa, constituye la mayor representación de lo que somos en nuestras vidas, en nuestras relaciones con nuestros semejantes, cómo somos en cada instante de nuestras vidas. Selena es cada uno de nosotros y nosotros somos Selena. Por eso la sentimos como propia. Selena es algo más que una cantante, que una artista. Selena constituye nuestros sentimientos más elevados, más nobles, más auténticos, más genuinos. Selena es el Amor mismo. Y sin Amor no podemos vivir como nosotros no podemos vivir sin Selena…

Pero más adelante esta amiga me comentaba que antes para estas fechas, o para cada representación de Selena, se ponía a llorar y no podía soportar su increíble ausencia, que no esté con nosotros, que no sea feliz con su vida, que no seamos nosotros felices con ella. Pero ahora sentía que ya no necesitaba llorar, que de alguna manera lo había asimilado, que ahora la recordaba con alegría, como seguramente Selena querría que la recordaran, como seguramente Selena desearía que la recordara cada uno que la admira … Allí me quedé pensando y recordé aquellos pequeños escritos que me encargaba de imprimir en mi trabajo tratando de saber quién era esa tal Selena a quien yo no conocía, que sólo sabía de ella por su trágico final, por ese final tan difícil de entender y de explicar tanto sea para los que la conocen como para los que no saben nada de ella. Y que se hace más inentendible para cada persona que la ha conocido, que la va conociendo con el correr del tiempo, a través de los años, luego de ver una imagen, unas fotos, al escuchar sus canciones, al apreciar su voz, al descubrir su enorme talento en el escenario, al ver y apreciar lo que era como artista y como persona, el cómo la quería su gente, el cómo era respetada por el público en general, por la prensa, por los colegas. Y volví a sentir lo mismo que en aquel día, en aquella ocasión en la que Selena era eso, un nombre, un nombre lejano y con un final muy, muy triste e inexplicable. Sentí que era muy difícil recordarla solamente con alegría, que era casi imposible cantar sus canciones y apreciar sus recitales sin derramar una sola lágrima, que era casi impropio ver, sentir y admirar a Selena a la distancia, con resignación y contentándonos con lo que nos había dejado, con ese Legado de Amor teñido con tanto dolor, con tanto sufrimiento, con tanto llanto, con tanta injusticia, con tanta indignación…

Creo que en la vida nos enseñan a que las cosas más dolorosas se superan olvidándose, dándoles otro significado, otra dimensión. Cuando la espesa realidad nos pone en ese dolor insoportable, con aceptar algo tan difícil de asimilar, con tratar de explicar que Selena no esté entre nosotros, derrotada por el odio, la sinrazón, el fanatismo ridículo, la posesión envuelta bajo el engaño llamado Amor, amistad, lealtad, tratamos de calmarlo buscando un consuelo, admitiendo y aguantando bien aquella derrota y tratando de seguir adelante como si aquello no ha sucedido, como si a Selena le gustaría que la recordaran de esa manera, como si su ausencia pudiera ser reemplazada por alguien, como si el paso del tiempo pudiera resignificar aquellos sentimientos, como si aquello que Selena nos dejó tuviera una dimensión más terrenal, más de una artista convencional, creadora de un par de hits que al volverlos a recordar nos saca una sonrisa, nos vuelve a hacer bailar, añorar, alegrar, divertir, conformar. ¿Será eso lo que nosotros realmente pensamos, queremos, sentimos? ¿Será ésa la forma en la que Selena quiere que se la recuerde? ¿Realmente sabemos lo que quiere Selena? ¿Estamos seguros de que Selena nos diría que ésta es la mejor forma de recordarla? ¿Será que nosotros ponemos en su boca sentimientos, deseos que nos conforman, que constituyen un bálsamo a tanto dolor, una salida a tanta llanto, una forma aliviadora de poder seguir, un conformismo que nos haga seguir nuestras vidas como si nada, con un mundo sin Selena, con un mundo mejor sin su Amor? … No sé. La verdad que no lo sé. Todos son sentimientos genuinos. Pero pienso en Selena, pienso en todo lo que quería hacer, en todo lo que deseaba proyectar, en toda su energía, en todas sus ganas de vivir … y no … no puedo, no puedo erigirme en su portavoz, no puedo pensar en que es eso lo que Selena pensaría. Ni siquiera puedo asegurar que es eso lo que a Selena la pondría feliz. No puedo hablar en su nombre, no puedo ser su intérprete. Sólo ella puede hablar por sí misma. Sólo ella podía decir lo que deseaba hacer. Sólo ella podría decir hoy cómo querría que la recordaran. Apenas puedo decir que alguna vez dijo que quería que la recordaran con Amor…

¿Y qué es hoy recordarla con Amor? Para mí Selena es como aquellos amores que no se olvidan, como el primer Amor, como aquel lindo recuerdo que uno no se olvida, que tal vez nos hizo felices por un instante, pero que ese instante es más valioso que lo que nos pasó en toda nuestra vida, en toda nuestra existencia. Selena nos dejó impregnado en nuestras Almas y en nuestros corazones todo su Amor, todos sus sueños, todos sus anhelos, toda su pasión, toda su energía. Nos colmó con sus interpretaciones. Nos cautivó con su figura. Tuvo tiempo para atender a cada una de nuestras requisitorias, tuvo tiempo para individualizarnos, tuvo tiempo para saludarnos, tuvo tiempo para mirarnos, tuvo tiempo para preguntarnos cosas, tuvo tiempo para hacernos sentir que éramos nosotros los importantes, que éramos tan significativos como ella misma. Dejó un sentimiento que no sólo quedó para la gente que la ha visto, para la gente de su época, para su generación, para el amante de un tipo de música. Selena dejó un áurea que cautivó a todos, que fue más allá de las barreras del espacio y del tiempo, de las variedades musicales, de las épocas, de las culturas, de los avatares de la vida y del destino. Selena ha generado con sus interpretaciones lo que pocos logran. Que la gente la quiera en cuanto la ve. Que la gente que la ha descubierto por otros artistas, por la película, por los comentarios de otras gentes, de otros músicos, de otras comunidades, en otros tiempos, espacios y lugares, sienta la misma sensación que ha generado en su momento con la gente que la vio crecer, que la vio ascender en su carrera musical, la que la vio triunfar, la que la vio en los grandes conciertos, la que la vio cumplir cada meta propuesta, cada sueño anhelado. Pero que también experimentó el mismo dolor que aquellos que vivieron, sintieron, sufrieron, padecieron ese sorpresivo e increíble final. Una persona que genera tantas cosas a tanta gente con tantas distintas historias trasciende a esas barreras de espacio y del tiempo. Por eso a Selena la gozaron y la lloraron todos por igual. Todos sintieron como propio aquel Amor, aquella alegría. Todos sintieron como propio aquel dolor, aquel llanto…

Cuando alguien genera lo que ha generado Selena, es muy difícil que la podamos olvidar, que la podamos obviar, que nos conformemos con algo que consuele nuestro propio dolor. Ningún dolor será mayor que el que sufriera Selena. Selena se nos fue sin comprender, tal vez hasta con la incertidumbre de cómo la recordarían y hasta tal vez con la duda de si la recordarían. Y en nosotros está ese sentimiento, pues a nosotros también nos lastimaron, también nos dispararon, también nos difamaron, también nos dejaron solos. En nuestros recuerdos, en nuestros sentimientos siempre estarán presentes hasta dónde hubiera llegado Selena, qué estaría haciendo hoy, que nos regalaría, cuál sería su figura, con qué nos sorprendería. Para todos los que la amamos no nos es ajeno que se nos fue en el momento justo, que estaba a un paso de obtenerlo todo, que recién estaba transitando el camino de la fama “a lo grande”, que era requerida por todo el mundo artístico mundial, que todos los cantantes querían hacer duetos con ella, que todos comenzaban a fijarse en aquella artista tejana tan querida en el mundo hispano, en la proyección de su talento, en la carrera meteórica que estaba desarrollando, en que no tenía límites, en que tenía todo para ganar, en que tenía las ambiciones y las energías suficientes como para llevarse el mundo por delante, que tenía el Amor suficiente como para que el mundo estuviera alegremente dispuesto a sus pies…

Pero esta vida, esta vida, esta proyección, este cuento de hadas, este camino a la gloria de alguien que había hecho tanto para lograrlo, que había hecho un largo y sinuoso camino para llegar a cumplir paso a paso cada sueño anhelado desde tan chica, que había sacrificado etapas de su vida, que tuvo que hacer una vida atípica, anormal, impropia de alguien de su edad, fue borrado de un plumazo, fue apagada de golpe, fue puesta en el peor lugar que la podían poner. Tal acto puso a Selena en la peor circunstancia, en una exposición en la que seguro Selena nunca hubiese querido que sucediera, en una exposición visual y mediática de su vida y de sus afectos que Selena jamás hubiese querido mostrar y menos de esa manera. A Selena le dieron el peor golpe, que es el golpe a la ilusión, el golpe al triunfo por sus propios valores, el golpe al trabajo honesto, el golpe a creer en los afectos más cercanos, el golpe a que se puede llegar por mérito propio, el golpe a los valores más dignos. Y uno se pregunta si una persona puede hacer tanto daño, si un valor supremo puede permitir semejante dolor a Selena, si puede condenar a una comunidad al dolor imposible de sanar, al dolor que no se va nunca, al desconsuelo más profundo. Uno se pregunta si es justo, si hay alguna explicación que nos contente y que nos consuele para encarar semejante afrenta, semejante castigo, semejante humillación, semejante injusticia, semejante llanto, semejante dolor. ¿Cómo podemos seguir recordando a Selena sin llorar? ¿Cómo consolarnos con que por allí Selena se contentaría con que cantemos sus canciones? ¿Y si recordarla con Amor es no olvidarnos nunca de los que nos dejó como Legado, de lo que hizo por nosotros y de lo que le pasó? ¿Y si recordarla con Amor es recordarla con su dolor? ¿Y si recordarla con Amor es llorarla siempre del mismo modo que cantar con alegría sus canciones? ¿Y si recordarla con Amor es recordar el 16 de abril y el 31 de marzo por igual, sin distinción? ¿Acaso alguien se olvida del 31 de marzo? ¿Alguien puede recordar la vida de Selena sin detenerse inexorablemente en el 31 de marzo? ¿Acaso Selena quiere que nos olvidemos de ese nefasto y luctuoso día? ¿Acaso recordarla con Amor no es recordar que siempre Selena temía que la gente no la quisiera, que se olvidaran de ella? ¿Acaso Selena no admitía que siempre estaba nerviosa antes de cada concierto a pesar de que lo disimulaba muy bien cuando estaba en él? ¿Acaso Selena no tenía temor de su incursión al mundo anglosajón con su soñado disco en inglés? ¿Acaso recordar a Selena no es recordarla con cada sentimiento que ha proferido, con todo lo que ha vivido? ¿Acaso recordar a Selena no es sentir en nuestra piel lo que sentía en su piel?

Yo no sé cómo pensaría Selena hoy. Yo no sé qué sentiría, que desearía de nosotros. Yo no soy dueño de sus palabras. Tampoco de sus sentimientos. Yo sólo siento su voz, yo sólo siento su cariño, yo sólo siento su Amor, yo sólo siento su dolor. Yo sólo siento lo que ha logrado, pero también siento lo que se ha frustrado. Yo también recibí ese fuego en la espalda, yo también siento el correr y correr con lágrimas en sus ojos. Yo también siento sus 23 años, yo también siento su sensibilidad, yo también siento como propio todo lo que le ha sucedido…

Y como siento todo aquello, como siento a Selena dentro mí sin poder decirme nada pero expresándome sus sentimientos, con todo lo que me dejó en mi Alma y en mi corazón es que no puedo sólo recordarla con alegría, no me puedo contentar con lo que nos dejó, no me puedo resignar a su suerte, no me puedo declarar vencido ante esa persona que la hirió, traicionó y la sigue lastimando con esas palabras tan desagradables. Yo también la recuerdo con dolor, con lágrimas, con todo el sentimiento a flor de piel. Porque no me puedo resignar, porque no me puedo contentar. Porque yo aún la espero, como uno espera que aquel gran Amor, aquel Amor que nunca muere, que siempre está presente, vuelva a aparecer para devolvernos aquella sonrisa, aquella alegría, para acabar con aquel dolor, con aquella sinrazón, para terminar con nuestra espera, para terminar con nuestra soledad, para volver a ser felices con Selena, para ser felices con Selena y con su vida, para ser dichosos con Selena, con todo lo que quería ser y con todo lo que deseaba ser. Sólo así podría ser enteramente feliz. Sólo con Selena aquí podría ser la persona más feliz del mundo. Sólo con Selena haciendo lo que quería ser el mundo sería justo, libre y lleno de Amor…

A veces me sucede que cuando escribo no puedo evitar pensar en el sinsentido de que Selena no esté entre nosotros. Tal vez ése haya sido el motivo de mi primer acercamiento hacia Selena … Luego vino todo lo demás, todo lo que hizo Selena y que me llegara hasta el Alma, hasta la más absoluta admiración y al más terrible dolor … Y todo ello ha generado todas mis palabras, todos mis sentimientos expresados en tantos escritos, en tantos actos en mi vida, en cada hecho mío motivado por ver a Selena cantando, actuando, hablando, haciendo. Miro hacia atrás y veo que he hecho muchas cosas motivadas por su Amor … y pocas al lado de lo que ella he generado en todos nosotros. Y juro, me perjuro, y deseo, imploro y hasta pido de rodillas a Dios que me despierte y me descubra el sol del día sin que nada de lo que hice por Selena exista más, que nada de lo que he hecho esté en ningún lado, que no hubiera ningún rastro de lo que he hecho en el nombre de Selena. Es más: pagaría por ver cumplido el deseo de no ver más recordatorios sobre Selena, de no ver más publicaciones en las que se cuentan los años sin Selena, que todo recuerdo se borrara, que todo homenaje no existiera más, que no hubiera miradores ni gravesites, ni estrellas ni películas. Porque si algún día eso sucediera, que ya no está mi nombre recordando a Selena, que me levante casi sin recordar lo que ha sucedido con aquella artista tejana, si no recibiera noticias tristes y lejanas que me hablen de alguien llamado Selena, entonces sabría que algo ha cambiado, que algo pasó, que ese sol de ese día tiene otra iluminación, otro color, otra dimensión. Si algún día viera que esa nueva realidad emerge con el día, entonces sabré que Selena está entre nosotros, me enteraré de que está en mi país ofreciendo un nuevo recital en el estadio River Plate, apreciaré su figura, me emocionaré con su canto, correré a hacer lo que nunca, que es pedirle un autógrafo, y a decirle “¡¡Gracias, gracias, Selena, gracias por haberte cuidado muchísimo y de cumplir aquello de que nos volveremos a ver muy pronto!!”…

Sólo así seré feliz, sólo así estaré tranquilo, sólo así recordaré a Selena sólo con cariño y con alegría … con su presencia. Mientras ella no esté nunca podré ser enteramente feliz, nunca estaré pleno, siempre me faltará algo. Siempre sentiré lo más preciado: sus sentimientos, su voz, su carisma, su personalidad, su presencia, su respirar, ese respirar que me estremeció al sentirlo mientras la veía y escuchaba subyugado “Si una vez”, en el Houston Astrodome el 26 de febrero de 1995…

Yo sólo te espero, Selena … Jamás me resignaré a verte feliz. Y toda, toda, toda mi vida te la dedicaré porque creo en ti, creo en tu canto, creo en tu Amor, creo en que harás de lo imposible posible, creo en que nos harás felices una vez más…

Te quiere desde lo más profundo del corazón…



Sergio Ernesto Rodríguez

(Buenos Aires, Argentina)
















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