Ven conmigo

31 de diciembre de 2009







Recordándote, Selena, en Padrísimo…


“Muchachos, ¿qué viene?”, dice Selena mirando a su grupo, Los Dinos. Al instante, Freddie Correa le dice: “¡¡Oye, Selena!! ¿Otra vez preguntando lo mismo?”, a lo que Selena le dice “¡¡Claro!!” y le contestan al unísono “¡¡Fotos y recuerdos!!”. Era 8 de marzo de 1995 y Selena nos regalaba una vez más su voz, su talento, su dulzura, su tremendo carisma en el programa “Padrísimo”. En el inicio del programa, Selena había dicho que en esa semana ellos habían tomado la conducción de dicho segmento televisivo. Hacía instantes Selena decía que Los Dinos y ella eran dueños de los estudios de “Padrísimo” y que la estaban pasando muy bien. Selena lucía bellísima con su enorme conjunto oscuro con brillos, su porte espectacular, y su pelo largo y con flequillo que lucía con hermosura, gracia y sensualidad. Sin duda, era de sus mejores figuras. Selena estaba contenta y feliz. Sus actuaciones en el programa “Padrísimo” son de las más preciadas para todos los que aman a Selena justamente por eso. Porque se la veía bien, alegre, adulta, segura, con una figura que iba creciendo día a día, con un futuro enorme, con una realidad palpable. En sus tantas apariciones por ese programa, Selena dejó una huella muy clara de su evolución como artista y como persona. En aquel 8 de marzo de 1995 Selena ya no era la invitada al programa. Ya era parte de él. Es más: era la “dueña” de “Padrísimo”. No era para menos: hacía apenas unos días, el 26 de febrero de 1995, había pasado el gran concierto del Houston Astrodome. Selena había deslumbrado ante 65.000 personas y les había mostrado cuál sería el camino de allí en más. Selena se estaba convirtiendo en la gran artista internacional, en la gran estrella. Ya no era sólo la Reina de la Cumbia. Ya no era sólo la Reina del Tex Mex. Selena era una cantante que deslumbraba más allá del Río Bravo, más allá de México, más allá de El Salvador, más allá de Venezuela. Selena era una marca registrada de la que daba cuenta todo el mundo, de la que hablaba todo el planeta. Pero esa situación de ningún modo le hacía perder su humildad, su capacidad de persona que sabía muy bien de dónde provenía, cuáles eran sus orígenes, qué quería de su vida. Ni el estruendoso concierto del Houston Astrodome hizo que se creyera que ya había logrado todo. Tampoco semejante actuación hizo que se le subieran los humos a la cabeza y se creyera una diva. En absoluto … Selena, ante todo, era una agradecida. Sabía que en ese programa le habían dado su oportunidad de formarse, de mostrarse, de promocionarse. Y aunque en el mes anterior había ido a cantar al mismo estudio, no eludió la posibilidad de este otro convite. A Selena la vida le sonreía, todo era felicidad, todo era ganancia. Se lo podía ver en su rostro, en sus gestos, en sus palabras, en su actitud. Nadie podía imaginar lo que sucedería 23 días después. Ahora, cada vez que se ven esas imágenes no se puede evitar verlo, pensarlo, padecerlo, llorarlo…

Uno ve esa emisión y no puede evitar pensar en que los días negros sobrevendrían, que ya se entraría en un cono de sombra del que no se saldría jamás. Al otro día Selena empezará a experimentar situaciones de las que no hubiese querido participar y de las que seguramente debió haber evitado, o al menos solucionado cuanto antes tratando de permanecer al margen de tanta angustia, de tanta insensatez, de tanto engaño, de tanta desazón, de tanto egoísmo, de tanto hablar sólo de dinero, de tanta mezquindad, de tanto hablar mal del otro, de un mundo tan impropio y tan alejado de Selena. Pronto Selena empezaría a angustiarse de pensar en que ella tenía que solucionar por sí misma los problemas que se le avecinaban. Pronto la veremos en innumerables situaciones de idas y venidas, de palabras, de llamadas, de amenazas, de extorsiones, de entredichos cruzados de los que Selena nunca lograría escapar. En su rostro se empezará a ver su congoja, su preocupación, su perplejidad. Lo veremos en su actuación en el Concierto de Chicago, con una entrada al concierto con media sonrisa y cara de preocupación. Lo veremos en muchas entrevistas en las que la veremos extraviada, ida, con su mente en otro lado, en otro lugar, en un mundo que no le pertenecía. Un mundo en el que Selena no era la Reina. Aún hoy sorprende cuando es entrevistada en prácticamente una de sus últimas apariciones públicas, que fue cuando visitó la Escuela de los Spurs en San Antonio. Pocas veces veríamos a Selena no pudiendo concentrarse en las preguntas, no pudiendo hablar con claridad ni siquiera de sus atuendos de la tienda Selena Etc., no pudiendo recordar algunos datos, mirando a uno y otro lado como buscando algo, pero dejando en claro, eso sí, que estaba muy cansada por tener que ir de Miami a San Antonio, pasando por Chicago sin parar ni descansar … Definitivamente, Selena había dejado de ser enteramente feliz por toda la miseria que la estaba rodeando y de la que fatalmente no se pudo correr…

Pero aún ese 8 de marzo podemos ver y disfrutar a Selena viviendo sus sueños, estando alegre por ser la Reina de ese día, por sentir que todo lo que tocaba se transformaba en oro, porque todos sus proyectos se hacían realidad. Nos hacía reír cuando en sus tantos despistes por no calcular su baile con el lugar en el que se encontraba casi se cae cantando “Amor prohibido”, nos hacía emocionar y compenetrarnos al interpretar “No me queda más”. Uno podía encantarse viendo sus ojos al cielo, su concentración en la mirada, sus manos acompañando la melodía, su divina figura mirando a la cámara. Selena podía hacer gala de aquello de que estaba interpretando otro de sus temas románticos, podía hacernos vivir una vez más cada canción como si fuera una distinta, una nueva melodía. Nunca Selena cantaría una canción así porque sí. Ni aunque tuviera que cantar encima de una canción grabada, cosa que ella detestaba, nunca lo haría de pura rutina. Aun en esas condiciones, Selena se las ingeniaría para agregarle una tonalidad, para ponerle toda su voz, para adornarla con gestos, con palabras, con todos sus sentimientos. Es increíble. Selena podía cantar con el mismo profesionalismo en el Houston Astrodome como en “Padrísimo”. Y lograr lo que pocos: que uno se emocionara del mismo modo con “No me queda más” tanto en dicho programa como en aquel mítico estadio. Sólo una artista con tanto sentimiento, con tanta pasión, con tanta candidez podía lograrlo...

Aun hoy uno puede ver en “Padrísimo” cómo Selena tenía los pies sobre la tierra, cómo tenía en claro lo que quería y cómo lo deseaba hacer, en qué camino estaba, cómo debía lograr sus propósitos. Selena sabía lo que se jugaba en 1995. En febrero de ese año Selena diría que 1995 era muy importante para ella y su grupo. Selena era absolutamente consciente de las consecuencias de un paso que ella deseaba hacer desde hacía un buen tiempo. Sabía que el disco en inglés no era sólo la concreción de su sueño personal, de un sueño familiar. Era el inicio de un camino muy diferente en su vida. Se abrirían de par en par las puertas de los Estados Unidos, ya que no sólo el público latino le prestaría atención. Los “gringos” que hasta allí asistían como espectadores de ese fenómeno que surgía, que era Selena, ahora apreciarían todo su potencial. Selena era consciente de que todo el mundo la conocía en mayor o menor medida. Selena podía estar en Corpus Christi, podía ir a Los Ángeles, podía estar en Nueva York, podía ir a Atlanta y siempre habría un torbellino de gente que iría en su búsqueda. No era menor el dato de que Selena era junto con Luis Miguel los dos únicos latinos en Estados Unidos que estaban en la lista de los 200 artistas más famosos. Esa fama ya generaba inquietud en el público no latino, que esperaba ver algo de ella en su idioma, más allá de que Selena ya venía cantando en inglés desde hacía tiempo y que seguramente ella los sorprendería que aquella latina tan famosa era norteamericana y que hablaba a la perfección el inglés desde siempre, no así, irónicamente, el español. Pero Selena ya advertía cómo desde que ganó el Grammy por su disco “Live” le empezaron a llegar ofertas en cine, televisión, en publicidad, en campañas de imagen. Muchos empresarios vieron que esa artista con tanta fama y con tantos premios no era un fenómeno fugaz. Que era una artista consolidada con un futuro enorme. Y que al advertir la jugada de Selena de cantar en inglés el mercado no tendría límites para ella. Ya no serían sólo Estados Unidos y México los destinatarios de su talento. Su éxito en ambos idiomas automáticamente le abrirían las puertas de toda Latinoamérica, que en buena parte ya escuchaba su música y advertía su fenómeno. Contra lo que muchos piensan, Selena era consciente de ello. Lo había dicho mientras grababa lo que sería su último video: “No me queda más”. Sabía a qué público iba dirigido ese video y quiénes habían dado cuenta de su fama. Por eso nadie podía sorprenderse que lo dijera en “Padrísimo” el 12 de febrero de 1995 cuando ni siquiera Selena tuvo que pasar por la experiencia del Houston Astrodome para darse cuenta de ello…

Todos recuerdan a Selena con mucho cariño y admiración. La recuerdan no por su suerte, sino por lo que les dejó como mensaje en vida, porque nunca perdió su lugar en el mundo, porque aun sabiéndose exitosa nunca renegó de sus antepasados ni olvidó sus orígenes, nunca olvidó por qué la querían, ni lo que tuvo que hacer para lograr estar en el lugar de privilegio en el que se encontraba. La conductora de “Padrísimo” aún recuerda cómo la ayudaba a Selena en sus vestidos, cómo ellas trabajaban hasta último momento en cada detalle, en cada cosa que Selena necesitaba para actuar. Ella decía que ya estaba sonando la canción y ellas estaban cociendo a las apuradas el último botón del vestido de Selena. Y recuerda con remembranza de su alegría, de su buena predisposición, de siempre contribuir para que todos estén bien. Aún podemos ver la paciencia de Selena para grabar cada uno de los spots publicitarios para el programa. Podía verse a Selena con su habitual dificultad para hablar el español, y repetir una y otra vez lo pautado para el programa. Recuerdo ver a Selena con su remera de Selena Etc. y su pelo recogido hacia atrás mostrando su salón y reírse a carcajadas con cada equivocación. Selena se tomaba en serio cada cosa que emprendía y no le gustaba equivocarse, pero cuando ocurría recurría a la risa como forma de superar el mal momento, la situación angustiosa. Y siempre estaba para ayudar, para dar una mano, para alentar. A.B. recordaba que muchos de ellos se reían de que la conductora de “Padrísimo” no sabía nada de inglés. Sin embargo, Selena jamás dejó de alentarla, de augurarle lo mejor en su futuro, en su trabajo, en la vida. Esos pequeños grandes gestos de Selena hacían poner bien a todos. Todas estas actitudes hacían a Selena diferente de tantos otros artistas con menos estrellas que ella, pero con más pretensiones y alardes … Nunca a Selena se le recordó un enojo, una mala actitud, alguna queja, algún mal gesto. Selena podía estar largo tiempo esperando para grabar y se entretenía tocando el bongó, haciendo chistes, haciendo que Don Shelton intentara saludar en español. Selena alegraba el ambiente, a los demás, la vida misma. Por eso se la extraña tanto...

Aquel 8 de marzo asistíamos a un momento en el que Selena aún tenía motivos para estar alegre, motivos para sonreír, motivos para soñar. Selena ya tenía instaladas sus boutiques en Corpus Christi y San Antonio. Pero proyectaba hacerlo en Monterrey y en México DF. Ya tenía pensado lanzar hasta los perfumes con el nombre de sus temas musicales. La incertidumbre de no saber aún la repercusión de tal apuesta no la había hecho flaquear. Al contrario, consciente de su fama, no quiso esperar un instante para desembarcar en México para convertirse en diseñadora y dueña de sus sueños, forjadora de su propio destino. Como nadie, sabía de la importancia de aprovechar cuanto antes la fama que le dio el público para ser libre haciendo lo que más le gustaba. Selena era consciente de que su éxito musical junto con su camino de diseñadora iban de la mano, y el triunfo de un objetivo facilitaba el éxito del otro. Selena no podía concebir no hacer todo al mismo tiempo. Había aprendido por necesidad y por imposición familiar que uno debía cumplir sus propios sueños, que no había imposibles para lograrlo. Selena aún tenía en mente cuando su padre los llevaba a los barrios más caros de Corpus Christi y les decía que si querían llegar a tener esas mansiones tenían que trabajar duro en el camino emprendido por la familia. Selena lo entendió perfectamente, pero no sólo lo aplicó al sueño familiar, al sueño de su padre. Selena lo aplicó a su propio proyecto, a su propio sueño. Puede que su padre se haya inquietado con esa decisión, por miedo de que Selena se preocupara más por lo suyo que por su familia. Era un temor infundado. Selena nunca iba a abandonar el proyecto familiar. Ella había sabido ensamblar su propio sueño con el anhelo de su padre. Lo había aprendido desde muy chica, lo había practicado desde siempre, y había marcado su destino cuando tomó la gran decisión de cantar las viejas canciones de su padre para llamar su atención. Selena había marcado hasta el destino de su familia. Tenía ocho años…


Selena nos dejó en “Padrísimo” sus mejores momentos, sus mejores canciones, su mejor predisposición, su talento, su personalidad, su hermosura, sus sueños, su visión de la vida. Aún puedo ver sus hermosas interpretaciones de “No debes jugar”, que los productores de “Padrísimo” las compilaron en un hermoso video de sus dos presentaciones en 1993. En su interpretación en exteriores, en las afueras de Corpus Christi, uno puede ver acaso a la mejor Selena, a esa Selena que se movía acompañando la música, a la cámara que la tomaba, a sus músicos. Selena estaba atenta a todo y tenía un sentido de orientación y de atención a lo que hacía que asombraba a más de uno. Selena nunca dejaba de saber qué cámara la tomaba, si esa misma cámara tomaba a otro integrante de la banda, no dejaba de perder la atención de la canción. Tenía un sentido del profesionalismo que pocos poseían y que provocaba la admiración de todos, hasta de la gente que no seguía su música. Selena se acercaba a la cámara, le tiraba un beso, se movía con la plasticidad de un bailarín, con la gracia de una artista que gusta de lo que está haciendo y con el profesionalismo de quien quiere dar lo mejor de sí. Selena podía asombrar una vez más con “Si una vez” hasta el punto de dar una de sus mejores interpretaciones el 12 de febrero de 1995. Sus miradas, su arqueo de sus cejas, su dedo en lo alto, su movimiento a uno y otro lado de su cabeza, sus manos acompañando el baile, su enojo expresado en su mirada, su original atuendo que la hacía hermosísima e irresistible formaba parte de todo lo que constituía el encanto de Selena, de todo el fenómeno que era Selena y del que pocos lo podían evitar…


Ésa es la imagen, los sueños, los anhelos, la vida que nos dejó Selena en “Padrísimo”. Es una imagen que no queremos olvidar … Vemos esas imágenes y no queremos que avance el tiempo, queremos que todo se detenga allí, que Selena mantenga su vida, su alegría, sus sueños para que ella siga contenta y feliz, y nosotros felices por su lindo presente e increíble futuro…


Yo sólo quiero verte feliz, Selena … Yo sólo quiero verte como te mostrabas en “Padrísimo”…


Te quiere con toda el Alma y te ofrece su corazón que es enteramente tuyo…


Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)









Yo sólo tengo palabras de agradecimiento hacia ti, Selena…


Hoy sólo me dirijo a ti, Selena, para agradecerte, agradecerte por permitirme descubrirte y por permitirme entrar en tu mundo y saber que nada es imposible, que todo sueño se puede lograr si uno se lo propone. Te agradezco porque quitaste mis prejuicios, me convenciste con tu talento, me subyugaste con tu voz, me sacaste una sonrisa con tu carisma, me avasallaste con tu personalidad. Siempre tendré que disculparme por haber demorado en apreciarte obnubilado por años en buscar una respuesta a saber por qué te sucedió lo que te había acontecido aquel nefasto día. Tal vez tenga que disculparme de por vida por creer que no tenía que reparar en tu música, que viniendo de gustos tan diferentes nada tenía que escuchar de ti, nada bueno podía rescatar. Pero aquello que fue un defecto, un prejuicio, una tontería de mi parte me permitió apreciar lo mejor de ti, que era tu capacidad para sorprender, para cautivar, para ganarte al público con todo tu potencial. Tú, Selena, siempre sorprendías, porque siempre dabas algo más de lo que se esperaba de ti, siempre diste todo de ti y mucho más, siempre tuviste en mente que cada concierto, que cada nuevo tema, que cada nueva interpretación, era un nuevo desafío para ti, un escollo que debías sortear. Tu fama no te hizo dormir en los laureles. Cada concierto era empezar todo de nuevo de cero y una nueva posibilidad para conquistar a ese público que, a pesar de todo, ya era tuyo, te pertenecía. Por eso siempre estabas nerviosa antes de cada presentación, antes de cada aparición en público. Tú nunca consideraste que ya habías dado todo. Siempre pensaste que tenías mucho más aún para dar. Así conquistaste a tu gente, así convenciste a tu padre, así cautivaste a José Behar, así te ganaste a todo el mundo...

Yo sólo tengo palabras de agradecimiento hacia ti, Selena, porque supiste emocionarme, porque generaste toda clase de sensaciones con cada una de tus interpretaciones. Te agradezco cada palabra, cada gesto, cada emoción desplegada en cada letra, en cada sentimiento. Tú generaste que riera, que llorara, que entendiera el valor de cada canción. Tú le diste el valor necesario a cada sentimiento expresado, jamás una interpretación de una canción era un trámite rutinario al que debías someterte por demandas y pedidos de la gente, de los sponsors, de las empresas, de las discográficas, de tu propia familia. Tú hiciste de cada interpretación de un mismo tema una nueva canción, una nueva melodía, una nueva emoción. Tú siempre respetaste al público que te venía a ver, muchas veces desde muy lejos, que pagaba su entrada, que esperaba horas para verte un ratito, para pedirte un autógrafo, para expresarte su cariño. Y tú jamás te negaste, jamás dejaste de agradecer. Siempre tuviste un saludito para tu público en el escenario, en cada aparición pública, en cada entrevista, en cada momento. Siempre respetaste la labor de cada uno. Aun sabiéndote la mejor, siempre te consideraste una igual con tu gente, con la gente que te entrevistaba, con todos los que eran trabajadores como tú y que debían luchar del mismo modo para destacarse y hacer un trabajo digno. Aún recuerdo que cuando la presentadora de “Padrísimo” en 1993 te auguraba lo mejor para ti en función del tremendo éxito que tenías, tú tuviste el hermoso gesto de desearle lo mejor en su nueva función de conductora de ese programa. Aún recuerdo las humoradas con cada uno de los periodistas y conductores que te entrevistaban siempre. Aún recuerdo el gesto de tener siempre una buena predisposición incluso ante presentadores que en 1994 recién te descubrían por tu fama y acaso aún no supieran todo lo que significabas para tanta gente. Tu propia formación, tu propia idea de que siempre tenías que conquistar al que se te ponía adelante te dio esa predisposición. Nunca te pusiste en una actitud de diva, pues jamás te gustó estar en esa posición. Tú tenías los pies sobre la tierra, porque sabías de tus orígenes, sabías de dónde había venido, sabías lo que era luchar para llegar…

Selena, yo sólo tengo palabras de agradecimiento, porque me diste todo, aun en ausencia me convenciste de que un mundo mejor es posible, que con trabajo, sacrificio, dignidad, honestidad y humildad todo se puede alcanzar. Tu forma de actuar, tu forma de ver las cosas, tu idea de la vida me han servido como ejemplo. Yo siempre fui escéptico, he creído que poco se puede hacer ante tanta adversidad, ante un mundo con cosas implantadas, predeterminadas, fijas, inamovibles. Nada me generaba que algo podía cambiar mi visión de las cosas, de la vida, del futuro. Siempre pensé que los sueños, sueños son, que todo estaba terminado, que poco se podía hacer. Hasta que apareciste tú y me convenciste con tu voz, con tu amor, con tu pasión, con tu talento, con tus sueños, con tus anhelos. El verte a ti no era ver una artista más con una imagen artificial, prearmada. El verte a ti era ver a una artista original, auténtica, particular, distinta, versátil. Es verte a ti y saber que así como eras en el escenario, así eras en la vida. El verte actuar en aquellos conciertos multitudinarios en Monterrey era ver a aquella niña de 8 años que se preparaba para cantar y decirle a todos: “¿Y? ¿Qué esperamos para cantar? ¿Cuándo comenzamos?” … y generar una carcajada generalizada. Y esa imagen se repetiría una y otra vez en cada concierto, en cada aparición pública. Porque en el escenario eras tú, Selena, no la imagen de lo que querían ver otros. Y esa autenticidad, junto con tu talento, fue lo que más valoró la gente, pues no es común encontrar a alguien así. Por eso no habían visto a nadie así antes, ni han visto a nadie así después…

Selena, yo sólo tengo palabras de agradecimiento, porque fuiste un ejemplo, nos diste un modo de vida, un modelo a seguir. Tal vez vivamos en un mundo en el que sólo importa el resultado, el ser exitoso con muy poco, el tomar el escándalo como un modo de hacerse notar y de lograr notoriedad, el ventilar la vida privada como un medio para llamar la atención. Nada de eso pasó contigo, Selena. Tú llegaste al corazón de la gente con tu arte, con tu voz, con tus canciones, con tu bondad, con tu carisma, por la forma de brindarte. Y sólo lo hiciste con armas nobles, con lo que había que hacer para lograrlo: ser profesional en las grabaciones, en las actuaciones, en cada cosa que se hiciera ante el público. Y siempre diste un claro mensaje: siempre mostraste que tenías mucho para dar y que cada día había que aprovecharlo al máximo para lograr ese objetivo. Aún hoy recuerdo cómo Verónica Castro, en un reportaje que te hizo en el programa “Furia musical”, se sorprendía y no podía entender que le contestaras que cada tiempo libre que tenías era para poder cumplir con todos tus objetivos, con todos los sueños postergados por años, con todo lo que deseabas hacer y que lo tenías rondando en tu cabeza todos los días, que merodeaba en tu corazón y en tu alma cada noche, cada día. Y tal vez como si presintieras tu futuro, siempre partiste de la idea de que no había tiempo que perder, que cada día había que vivirlo hasta el último aliento, que no había que desperdiciarlo en tonterías para caer en la frustración de no haber al menos intentado haber hecho algo por la felicidad, por la satisfacción de cumplir con lo más deseado, por el orgullo de la tarea cumplida. Tú, Selena, fuiste el más bonito ejemplo como artista y ser humano, y sería bueno que todos no sólo lo recordáramos, sino que lo difundiéramos para que ése sea el ejemplo para todos. Que con trabajo, honestidad, respeto y ambiciones honestas también es posible triunfar, también es posible no sólo ser famoso, sino ganarse el cariño de la gente, que es lo más difícil.

Selena, yo sólo quiero agradecerte por el Amor que nos diste, por tu sonrisa, por tu bondad, por tu buena predisposición para todo y para todos. Te agradezco que nos hayas dado todo a cambio de que sólo te reconozcan, de que te quieran, de que nunca se olviden de ti. Alguna vez dijiste, en esas tantas preguntas insólitamente premonitorias, que lo único que pretendías en la vida era que te recordaran con Amor. ¡¡Y vaya si lo lograste!! Y lo más lindo es que no tuvo que pasar lo peor para que la gente te lo retribuyera. Tú, Selena, lo llegaste a ver. Llegaste a apreciar cómo la gente te manifestaba tanto cariño, tanto Amor, tanto reconocimiento. Si hay algo que uno aprecia en cada concierto, en cada presentación tuya en el escenario, era esa ligazón, era esa comunión entre el público y tú, que iba muchísimo más allá del número de espectadores. El valor de aquel mítico concierto en el Houston Astrodome el 26 de febrero de 1995 no era que hubiera 65.000 personas para verte sólo a ti. El valor de ese concierto era el sentimiento desplegado por tu público, esa comunión de sentimientos entre la gente y tú, que se podía sentir, palpar, vivir en cada instante de ese concierto, y que tuvo su máxima expresión al final de él, al término de interpretar “Como la Flor”, que arrancara más de una emoción que se dibujaba en tu rostro, que se te notaba en tus gestos, en tu tierna mirada, y que lo sintieras como nunca mientras te estabas despidiendo. Pero todo eso se apreciaba en cualquier circunstancia, pues tú, Selena, te brindabas siempre así, ante 65.000 o ante 200 personas. El número no condicionaba tus actuaciones, y la gente no desplegaba su cariño según si el concierto era multitudinario o no. Ni siquiera era condicionante si el concierto era tuyo exclusivamente, o si era compartido por otros, o si pertenecía a un Festival al que asistían varios artistas. La mejor síntesis de ello fue cuando interpretaste “Como la Flor” en Festival Acapulco. El público asistente no era enteramente tuyo, aunque te conociera y quisiera, y sin embargo les brindaste no sólo una actuación memorable, sino que esa interpretación de “Como la Flor” acaso haya sido la mejor que hayas brindado. Les diste su mejor interpretación, los hiciste partícipes, jugaste con ellos, les ofreciste lo mejor de ti, y la gente lo entendió y lo captó en el acto. Muchos de ellos, niños, varones, mujeres, gente mayor, todos, se subieron uno a uno para saludarte, para agradecerte, para bailar contigo, para retribuirte lo que les habías dado. Y cada uno respetó tus tiempos, entendió tu pedido de poner un límite para seguir cantando por respeto al público asistente. Pocas veces he visto tanto cariño y tanto respeto a un artista. Y no era para menos. Estaban devolviéndote con creces lo que tú mismo les habías ofrecido, no sólo esa noche sino toda tu vida…


Selena, yo sólo tengo palabras de agradecimiento por lo que nos dejaste al final. Por darnos esas hermosísimas canciones en inglés, por demostrarnos que tenías todo un potencial para dar. Que no querías repetir fórmulas, que mientras muchos pedían que te contentaras con seguir haciendo las mismas canciones que te habían llevado al éxito, que fueras al éxito seguro, que no arriesgaras, que dejaras la osadía para otro momento, tú no te detuviste en tu marcha hacia tu gran sueño, ese sueño que declamaste cuando terminaste de interpretar aquella bellísima versión de “Where did the feeling go?” en el concierto de San Antonio en 1991, que lo celebraste cuando por fin se firmó el contrato con Emi en 1993 para hacerlo, que lo difundiste cuantas veces pudiste, incluso ante el público mexicano que no se sabía cómo podía tomar ese giro en tu carrera, y que por fin lo concretabas en aquel 1995 luego de tantas postergaciones. Con aquellas maravillosas interpretaciones convenciste hasta el más escéptico de lo que eras cantando en inglés, y aún hoy muchos se quedan maravillados por tu interpretación de “Dreaming of you” o “I could fall in love”. Estabas encaminada a ser una estrella internacional indiscutible y sin límite, tal cual lo eras con cada emprendimiento que tomabas. Y si bien nunca sabremos todo lo que podrías haber logrado, esos últimos temas acaso certifiquen lo que tú eras en todo sentido: una artista única e irrepetible…


Yo sólo tengo palabras de agradecimiento, Selena, porque dejaste, con tan sólo 23, casi 24 años, una huella imborrable, que nadie podrá desaparecer, aunque muchos se empecinen en hacerlo. No esperaste tu ocaso, no esperaste otros momentos mejores, no especulaste, no postergaste bajo ningún punto de vista tu máximo anhelo de convertirte en diseñadora. En ese torbellino que era tu vida, tus sueños, tus ideas, tus pensamientos, tus ambiciones, te hiciste un pequeño lugar en el medio de la mayor expresión de tu fama, en el medio de los conciertos multitudinarios, en el medio del reconocimiento y de las luces del éxito, para lanzar tu boutique Selena Etc. Muchos creyeron, y por ahí alguno lo sigue creyendo, como si no te conocieran, que ese lanzamiento era un capricho tuyo para tener a mano todo lo que tú querías para vestirte, para arreglarte, para verte mejor. ¡¡Nada más errado!! Esto era algo por lo que tú luchaste toda tu vida. ¡¡Ése era tu mayor sueño!! A veces pienso que tú te sacrificaste toda tu vida cumpliendo lo que deseaba tu padre, llegar a lo más alto en tu fama, para que eso te diera la libertad de acción para darte tu lugar, tu nombre en el mundo. A veces pienso que querías llegar al éxito mundial para tener, entre otras cosas, la libertad de poder expresarte, de cumplir tu sueño de pequeña, de toda la vida, que era dedicarte al diseño. Y en plena locura del éxito te lanzaste a tan ambicioso emprendimiento que te representaba, te identificaba, te definía, te pertenecía enteramente. Y como era tuyo, lo llevaste al ritmo en el que iba tu mente. Y así lanzaste Selena Etc. en Corpus Christi y en San Antonio a la velocidad de un rayo. Y lo pensabas lanzar en Monterrey y en México DF en breve. Y si no lo pudiste completar es porque todo no lo podías hacer y acaso confiaste en gente que no te quería y ni estaba dispuesta a ayudarte en que fueras feliz con lo tuyo, con aquello que tanto querías. Ojalá hubieses podido confiarle a tu público ese emprendimiento. Ellos te hubiesen ayudado a cumplir ese sueño, pues sin duda te hubiesen agradecido de por vida que les dieras todo de ti para compartirlo con ellos…


Por eso, Selena, yo sólo quiero agradecerte por todo lo que me diste y por todo lo que me seguirás dando, por cada emoción, por cada interpretación de “Si una vez”, por todas tus interpretaciones de Padrísimo, sobre todo las dos últimas, en las que recuerdo tus palabras diciendo que 1995 es un año muy importante para la banda, y en las que me enamoro y lloro viéndote cantar el 8 de marzo “Fotos y recuerdos” y el 12 de febrero, sin duda, “Si una vez”. Y como sólo tengo palabras de agradecimiento para ti, siempre tendrás mis recuerdos, siempre tendrás mis palabras, siempre me tendrás a mí, Selena, para cumplir uno de tus grandes sueños: que te recuerden con Amor…


Siempre estaré aquí, Selena, por ti, sólo por ti, para que tu nombre siempre esté en lo más alto, para que tu figura nunca se olvide, para darte lo mejor de mí sólo para que seas feliz…


Te quiere, te extraña, te añora, te da todo su cariño por siempre y para siempre, te agradece de por vida….


Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)











No me queda más, Selena…


No me queda más, Selena. Cada día que pasa me levanto y tu ausencia me llena de vacío. Vacía está mi alma. Vacío está mi corazón. Cada día que pasa es una piedra más que cae sobre mis espaldas, sepultando de a poquito mis esperanzas, llenando de congoja mi humanidad, enfrascándome en la más absoluta soledad. Te escribo, te vuelvo a escribir, te veo, te escucho, te llamo, te imploro y cada vez siento que se me van mis fuerzas, se me van mis esperanzas. Es que ya no sé qué más decir, no sé qué más expresar. Quisiera que vinieras, que sólo aparecieras para que yo no tenga más nada que escribir, no tenga más nada que desear, no tenga nada más que implorar. Sólo querría que tu sola presencia por peso propio inundara el lugar, hiciera callar las voces, llenara las caras de asombro, que las vistas de todos siguieran tus pasos, tu recorrido, tu simpatía. Quisiera que tu risa hiciera vanos todos los comentarios, todos los discursos, todas las especulaciones, todas las palabras. Quisiera que tu sola presencia hiciera inútil todo lo que pudiéramos decir y hacer. Quisiera que todo el mundo sólo se fijara en ti, sólo en ti…

No me queda más, Selena. No quiero que pase el tiempo, no quiero que se hable de otra gente, de otros artistas. Quisiera que estuvieras aquí triunfando, siendo feliz, viviendo con la naturalidad con la que tú solamente sabías hacerlo. Porque lo más lindo que tenías tú, Selena, era que aun siendo una estrella consagrada, no perdías la capacidad de ser tú misma, de ser tal cual eras ante tu público, ante la prensa, en el escenario, ante cualquiera, y ser del mismo modo ante los demás como lo eras en tu vida, en tu casa, con tu familia. Lo hayas aprendido de tu familia, lo hayas aprendido de la vida, lo hayas aprendido por necesidad, lo hayas aprendido porque sí, sabías el valor de una sonrisa, de un saludo, de unas palabras de afecto. En un mundo en el que con el tiempo un artista cree que sólo tiene que ser amable en los medios de comunicación cuando está por lanzar un nuevo trabajo, que se escuda de la gente con enormes e innumerables guardaespaldas, que se muestran ante las grandes cadenas televisivas de una forma que no es espontánea ni sincera, tú, Selena, les brindaste a todos tu afecto y tu cariño. Tú eras la que agradecía, tú eras la que elogiaba a tu gente. Tú supiste el valor que tenía para el público una muestra de agradecimiento, el acercarse ante ellos, de darles el lugar que tenían. Tú, Selena, no te quedaste en declamar que sin tu público, tú no eras nada. Tú, Selena, no sólo te quedaste con las declaraciones de que al público había que tratarlo bien porque eran ellos los que te ponían en ese lugar privilegiado y que compraban tus discos. Esas expresiones no sólo estaban para conmover a los periodistas, a los grandes medios, a propios y a extraños. Tú lo sentías y lo ponías en práctica. Tal vez con el tiempo aquello que tú hacías se lo vio como un exceso, como una desprotección, como un defecto. Entonces aparecieron aquellas palabras de que tú pecabas de confianzuda, de que no tenías idea de lo grande que eras, de que eras demasiado humilde. Creo que el que decía eso, o no te conocía o pretendía dar otra imagen de ti. Tú no te fuiste de este mundo por esos “defectos”, porque nada malo vino por tener esa conducta. Lo malo vino por otros motivos que nada tuvieron que ver con esas actitudes. Precisamente, por ser así sólo recibiste amor, cariño, protección; jamás odio ni rencor…

No me queda más, Selena. Porque no me puedo engañar. No lograste cumplir todos tus sueños, no pudiste ser enteramente feliz. Te fuiste de la peor manera, del modo más injusto, de la manera más cruel, de una manera que no tenía nada que ver con lo que tú le ofreciste a tu gente. Sé que para tu público, para todos los que quedamos en este mundo, que vivimos con tu dolor, que lloramos tu ausencia, que aún nos preguntamos por qué, es un consuelo tratar de decir que al fin y al cabo tú llegaste a ver realizado tu sueño, que llegaste a ver el éxito, que viste la sonrisa de tu gente, que pudiste ver el sueño de tu familia realizado. Que tú misma llegaste a ver tu propia sonrisa de satisfacción por haber logrado tantas cosas, tantos sueños, tantos anhelos. Con tan sólo 23 años pudiste llegar a la fama, al cariño, llegaste a conocer a tu amor, te casaste, defendiste lo tuyo contra viento y marea, lograste ver tu sueño de diseñadora plasmado en tu gran creación, que fue Selena Etc. Pero todos sabemos que es un consuelo, un consuelo más que nada para nosotros, un consuelo para mitigar el dolor que nos provoca un mundo sin ti, Selena … Tal vez el ejemplo más palpable de esa terrible realidad que nos golpea el alma es ver ese disco en inglés incompleto, con tan sólo 4 temas que pudieron salir a la luz, con un disco que te hubiese llevado a un lugar inimaginable, que te hubiese puesto en un lugar de estrella mundial indiscutible. Ése es el dolor más grande, porque uno ve tu recorrido, tu carrera musical, tus pasos meteóricos al éxito y ve, precisamente, que llegaste a asomarte, llegaste a ver el paraíso, llegaste a ver el esplendor, llegaste a ver la plenitud, llegaste a ver el tesoro que tanto buscabas, llegaste a sentir el disfrute de llegar a ver el fruto de tanto esfuerzo, llegaste a ver cómo cada cosa se iba poniendo en su lugar, llegaste a asomarte con cara de asombro y de satisfacción que te acercabas a la meta. Que faltaba tan poco, y que ese poco igualmente para ti significaba esfuerzo y dedicación, incluso más de lo que habías hecho hasta ese momento. Era tener el juguete tan deseado al alcance de la mano, a tan sólo un movimiento para alcanzarlo … Y no pudiste. No pudiste porque alguien te arrebató todo, lo logrado y por hacer. Te quitó lo que conquistaste. Te quitó lo que soñabas, lo que anhelabas. Y eso es precisamente lo que nos genera tanto dolor. Tú vida llegó a que fuera todo un “casi”, te asomaste a todo lo hermoso de la vida que te habías ganado por derecho propio para que sólo lo vieras, tuvieras ese pequeño instante de placer y nada más. No tuviste tiempo de disfrutarlo, no tuviste siquiera la oportunidad de errar, de equivocarte, de fallar, de redoblar la apuesta y ganar, de ser, vivir y sentir ser la más grande, la más querida. No se te dio la oportunidad de sentirte una mujer plena, una artista plena, un ser humano que fuera un ejemplo en vida para todos. No pudiste ser madre, no pudiste trasladar ese Amor que sólo se sabe dar cuando se siente que se puede dar. No pudiste completar tus sueños…

No me queda más, Selena. Siento que querría hacer tantas cosas por ti y no puedo hacer nada ... Y aunque quiera y pretenda seguir mi vida como si nada, que haga lo que pueda y deba hacer con mis propios sueños y objetivos, no puedo olvidarme de ti, no puedo sonreír plenamente al saber que no estás. Por más que me distraiga riendo, por más que disfrute el sol de cada día, la compañía de mi familia, el Amor de los míos, el encanto de cada instante de vivir, no puede de ninguna manera ser mi felicidad completa sin tu presencia. Me haces falta, Selena … Nos haces falta ... Nada puede ser del todo lindo sin tu alma presente. El sólo hecho de que debamos padecer un mundo sin ti es el peor castigo que nos han puesto. No puedo ser enteramente feliz sintiendo que no estás aquí. No me importa si eso está bien o está mal. No me importa si es correcto o no. No me importa saber que hay cosas más importantes en la vida en qué pensar, en qué sentir. No me importa tener la certeza de que no puedo luchar contra la realidad, contra lo ya hecho, contra lo irremediable. Me importa, eso sí, lo que me dicta el corazón. Y él me dice que no es enteramente feliz sin tu presencia. Que no puede vivir sin tu sonrisa, sin tu alegría, sin tus sueños, sin tus ganas de vivir. No sabes lo que nos haces falta, Selena!! El mundo del espectáculo mundial se perdió a su estrella más brillante. El mundo se perdió de ver su mejor ejemplo. La humanidad se perdió de apreciar a la mejor persona. ¿Cómo puedo estar enteramente feliz cada día sin sentir que estás aquí, Selena? ¿Cómo hacer para asimilar tanto dolor, tu terrible ausencia, tanta injusticia? Simplemente, no puedo, Selena, y cada día que pasa es una confirmación de algo que nadie que te quiere realmente va a aceptar jamás. Creo que por eso todos los que te amamos necesitamos tenerte presente en algún lado, sentir que estás de algún modo. Tener toda tu obra es una posibilidad. Tener todo lo relacionado a ti es otra. Hacerse un tatuaje para tenerte toda la vida en el cuerpo es otra confirmación de que uno quiere llevarte para siempre. Escuchar tu música todos los días, dedicarte parte de cada día a hacer algo por ti constituyen otra de las tantas posibilidades de estar en contacto contigo, de mantenerte viva de algún modo, de sentirte presente, de esperarte a pesar de todo. Aunque quisiéramos, los que te amamos realmente no podemos ser felices enteramente. Siempre se nos notará, siempre tendremos marcado el dolor de aquel nefasto día. Y por esa herida que llevaremos por siempre haremos lo indecible para reparar tanto dolor, tanta locura y no dejarnos llevar por el mensaje realista y desolador de que nada ya se puede ser, de que todos tenemos el derecho a hacer y rehacer nuestras vidas, de que tenemos la obligación de salir de tanta desdicha. Para los que nos piden la resignación y el respeto por esos indiscutibles derechos, yo les pido que no se olviden de que Selena también tenía esos derechos pero no los pudo ejercer. Sólo piénsenlo a la hora de acordarse o de olvidarse de ella…


No me queda más, Selena. Temo perder las fuerzas. Temo que las fuerzas del tiempo y de las heridas que se secan pero no se cicatrizan me venza y me deje en el llanto impotente, en ese sueño de muchas horas pero con pesadillas y despertares con dolor, llanto, soledad, ausencia. A veces siento que no puedo más, que el rencor, el odio, el olvido, la resignación, el dolor, la injusticia lograrán su cometido y que ya nada podré hacer, ya nada podré decir. A veces siento que me quedo solo con mi dolor a cuestas y que sólo me queda irme de mi casa, de mi ciudad, del mundo, de todo, sentarme a la orilla del mar de una ciudad a la que quiero mucho, y que significa todo en mi vida, para esperarte en el medio de las olas, con el viento que me golpea la cara recordándome una y otra vez que no estás, que no estarás, que no volverás. Y es allí cuando me despierto, cuando reacciono, cuando me resisto y vuelvo a escuchar tus canciones. Me descubro una y otra vez cantando tus melodías, reviviéndolas, dándoles un nuevo sentido, un nuevo significado. Salgo de ese mar de soledad, huyo del ostracismo, salgo del abandono y vuelvo a escuchar lo último que has grabado. Y es allí cuando me digo: “una cantante así, con esa dulce voz, con tanto Amor para dar, ¿merece que se la olvide, merece la resignación, merece tanto dolor, merece que sus admiradores se queden impotentes sin poder hacer nada por ella? ¿Merece Selena que nos quedemos sin sus fuerzas, sin sus ganas de vivir? ¿Merece que no le certifiquemos que nada es imposible, que todo podemos lograr, que nosotros somos nuestro propio límite y dueños de nuestro propio destino? ¿Acaso no le tenemos que demostrar a Selena que está en nosotros poder completar sus sueños, que la mejor forma de recordarla es tenerla siempre presente, que nada ni nadie nos hará quebrar nuestra ilusión de verla alguna vez, de que nadie nos impedirá encontrarnos alguna vez con ella?”. Allí me doy cuenta de que no tengo que esperar nada de la vida, ni nada del destino, ni nada de los demás. Que Selena estará presente mientras yo haga algo por ella y con sólo poner en práctica aquello que tanto pregonó haré algo para que ella siempre esté presente, para sentir que no se ha ido nunca, para esperar con alegría que algún día nos encontraremos con ella y nos agradeceremos mutuamente por no habernos dado por vencidos nunca, que con Amor todo se puede, que cuando hay verdadero Amor nada ni nadie nos impedirá lograr lo que deseemos que suceda…


No es que no me quede más, Selena. Puedo decaer por tu ausencia, puedo llorar una y otra vez porque no estés, puedo ceder un poco ante tanta adversidad, puedo levantarme y lamentar tu ausencia, puedo pensar que nada podré, puedo lamentar no tener el don de traerte aquí, puedo sentir que el cansancio y la impotencia ganarán su batalla, pero hay algo que anula toda esa sensación, toda esa seguridad, toda esa realidad. Todo eso termina cuando uno te ve y te escucha. Cuando uno te escucha cantar ya nada importa. Cuando uno te ve actuar, uno sabe lo que tuyo no ha sido en vano. Cuando uno te escucha en cada reportaje, en cada lugar, en cada presentación, el tiempo, la distancia, la ausencia, el abandono, la desidia, el dolor, el odio y el lamento desaparecen. Cuando uno te ve recordar tu infancia en familia, cuando uno te observa decir cómo llegaste a encantar a tu padre aprendiendo aquellas viejas canciones, cuando uno te ve cantar “a capella” la canción “Cien años”, uno puede apreciar no sólo una voz increíble, sino tanto Amor para expresar, para decir, para sentir, para borrar aquellas limitaciones de lenguaje para cantar. Ahí uno certifica que nunca te irás, que viniste para quedarte para siempre, y que ninguna fuerza podrá contigo, pues tú tienes algo más poderoso, que es el Amor, el cariño, el recuerdo y la protección de tu gente, esa que nunca te olvidará, esa que siempre te recordará, esa que siempre te tendrá viva en su corazón y con su tributo diario recordándote, cantándote, escribiéndote, tributándote. Esa fuerza podrá con todo y con todos, y esa fuerza a la que tú siempre agradeciste será la que te retribuirá con creces todo lo que dejaste marcados en sus almas y en sus corazones…


Y así “No me queda más” será sólo una canción, una de tus hermosas canciones, y no una sensación de vacío y de impotencia. Yo sé que eso es lo que nunca querrías que sucediese, Selena. Yo sé que en lo más profundo de tu Alma querrías que nos acordáramos siempre de ti y que nunca nos venza ni el dolor, ni el tiempo, ni el olvido. Nada es imposible para recordarte. Nada es imposible para demostrarte todo nuestro Amor. Nada es imposible mientras seamos lo suficientemente buenos y agradecidos contigo como tú lo fuiste con nosotros dándote parte de nuestra vida, parte de nuestros corazones, parte de nuestras Almas para ofrendártelas, para darte vida, para mantenerte siempre vigente, para darte el Amor que tanto necesitabas, que tanto buscaste y que nunca, nunca perderás…


Te quiere, te extraña, te lleva en el corazón, te recordará siempre, te querrá siempre, no te olvidará nunca, jamás se cansará de recordarte y agradecerte…


Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)








Ayúdenme…



Una y otra vez paso cada noche por el Houston Astrodome. Desde que ya no estoy por estas tierras, Dios me ha concedido un recreíto para que recorra aquellos lugares en los que fui feliz, en los que pude ser yo, en los que me permití soñar con que llegaría a ser la gran estrella de este mundo. No me arrepiento del camino elegido. No pequé de ilusa ni de ingenua. Tampoco crean que era tan confianzuda ni que no sabía que podía llegar. Tal vez pequé de no tomar yo las riendas de mi destino. Tal vez pequé en creer en gente que se quería demasiado y no pensaba tanto en mí, que me necesitaban tenerme atada a su felicidad más que en liberarme para que yo sea feliz y libre. Pero eso ya pasó y ya no hay vuelta atrás…

Créanme que paso todas las noches por aquí porque extraño, sí, extraño a mi público, a mi gente, extraño ser amada, ser querida y requerida. Cuando vuelvo aquí, revivo el mismo miedo que tuve siempre, el de no ser querida, el de no ser apreciada, el que se olviden de mí, de que ya no me quieran más. A veces temo ir afuera y escuchar a la gente, porque sé que pasó un tiempito de aquel día que los dejé. Sí, confieso que temo no estar ya en boca de la gente, de que mis temas no se escuchen en la radio, de que otros artistas sean los preferidos de todos. Sé que no puedo evitar eso. Tampoco puedo pedir que la gente por mí no le preste atención a tantos artistas talentosos que hay por aquí, pero … bueno, soy humana, y sigo teniendo mis temores y mis penas, como mis alegrías y mis buenos recuerdos. Yo también lloro por no estar aquí. A veces Diosito se ofrece a mostrarme aquellas imágenes de tiempos tan felices y yo a veces le digo “¡Después, Diosito, después!”, porque me dan nostalgia y me generan tristeza. Yo sé que es bueno que a uno la recuerden con alegría, que seguramente si pudiera darles un mensaje les diría que cumplan sus sueños, que sean felices, que vivan su vida, que me recuerden por lo que hice y obré en cada acto de mi vida, pero no podría evitar decírselos con una mueca de tristeza, aunque tratara de disimularlo. Es que yo no me resigno a estar de nuevo con ustedes. No me atrevo a decírselo a Diosito, pero me gustaría pedirle, aunque sea una quimera, una nueva oportunidad…

Puede que les parezca un poco tonto que se los diga, puede que les parezca increíble que se los confiese, pero temo que me estén olvidando. No. No los culpo. Yo sé que pasa el tiempo. Yo sé que no puedo detener las cosas. También sé que hay gente que me quiere, que no me olvida y que me sigue recordando. Hasta sé que hay gente que nunca hubiese imaginado que me iba a manifestar su amor, su cariño, su reconocimiento. Pero sé que las cosas no son como antes. Sé lo que era esta ciudad no sólo cuando partí, sino después. Sé cómo la gente tenía una gran incredulidad y desconsuelo. Sé que la gente compraba cada cosa que tenía que ver conmigo como si fuera oro. De pronto, todo lo que alguna vez fuera mío o me perteneciera tenía un valor incalculable, una importancia que yo no le había dado. Sé que mucha gente comenzó a apreciarme desde el dolor, desde la curiosidad. Sé que esta ciudad fue un escenario de muchas cosas que nadie imaginó y viviendo cosas no muy agradables que digamos. Créanme que yo no quería tener que destacarme por tantas cosas que se han dicho de mí. Si hubiese sabido que todo esto podía generarse, yo hubiese pensado dos veces antes de hacer lo que hice. Pero era muy joven, tenía mucho por vivir … Si sentía que me llevaba el mundo por delante, ¿cómo iba a pensar en límites, en especulaciones, en qué me convenía hacer? Tal vez lo que más rescato de todo ese momento es la gente que me expresaba tanto amor, tanto cariño, que me manifestaba de la manera que podía cómo me extrañaba, cómo deseaba que estuviera aquí. Más de una vez lloré por eso. Me sentí culpable. Me sentí como si los hubiera defraudado. Sé que jamás ellos pensaron de ese modo, pero siempre sentí que por ahí más de uno debe haber pensado desde lo más profundo de su corazón el por qué tomé esas decisiones, por qué no me di cuenta, por qué no pensé, por qué confié en esa mujer. No sé qué decir aún hoy frente a eso. Creo que no tenía forma de saberlo. Yo creía en mí y en mis fuerzas. Tarde me di cuenta de que a veces uno no puede con todo. Bastante uno tiene consigo mismo como para ocuparse de los problemas de los demás...

Es curioso. Todas las noches que llego aquí y me quedo largas horas sentada en uno de los asientos de este enorme estadio, creo sentir el paso de otra gente, el ruido de otros caminando. Miro, pero no veo nada, ni tampoco quiero mirar mucho. Me duele ver esas luces apagadas, ese escenario vacío. Sólo estoy aquí porque puedo percibir el Amor que recibí aquel día que sería el último importante, mío, personal. Créanme que me fui con una gran emoción y que me había propuesto volver aquí como una cantante internacional reconocida en el mundo. A muchos tal vez le costaba entender que yo hiciera estos pasos y ante el hecho de haber partido tan pronto no les haya quedado claro cuáles eran mis objetivos. El cantar en inglés no era un capricho. Yo no pretendía sólo ser la cantante de tex-mex que había llegado a límites inimaginables. Yo no sólo quería ser la reina de la cumbia. Yo quería ser la gran artista a quien todos quieren, por quien todos suspiran. Cuando comencé a grabar mis primeros temas en inglés sentí una gran emoción y una gran satisfacción. Por fin se cumplía mi sueño de cantar en ese idioma y el sólo hecho de verme cantar esos bonitos temas por los que tanto soñé me hacía pensar en mi futuro. Cantaba y sabía que iba a poder con los “gringos”, con todo el mundo. Me veía cantando en el Madison Square Garden, me veía participando en diferentes escenarios de los Estados Unidos, en programas de televisión famosos, recibiendo múltiples premios, cantando con artistas consagrados que se sentirían gustosos de participar conmigo en tantos proyectos … ¿Y cómo no me iba a sentir así si ya lo estaba viviendo en esos días? Siempre me emociona escucharme cantando “I could fall in love”. Definitivamente es mi tema preferido. Sé que muchos terminaron adoptando “Dreaming of you”, un hermoso tema también … Pero todos sabemos que los hechos que ocurrieron aquel día potenciaron ese tema. Tal vez si el destino me hubiese jugado una mejor pasada hoy todos ponderarían más “I could fall in love”. Le puse toda mi voz y todo mi amor a ese tema. Quería demostrarle a todo el mundo hasta dónde podía llegar, que sería la gran Reina en todo el mundo, que todo lo podía lograr. Y a veces me apena porque tenía tantos temas más para cantar, temas que tanto soñé interpretar, temas por los que luché tanto poder expresar ... Si todos supieran lo que iba a ser el disco que el destino hizo que se llamara “Dreaming of you” se hubiesen sorprendido. Desde que firmé el contrato para hacer ese disco molesté mucho al señor José Behar para que lo hiciéramos lo más rápido que se pueda, que no lo dilatáramos más, que si confiaba en mí podía convencer hasta el más inflexible directivo de la Emi para hacerlo posible. Y él, pobre, hizo todo, se peleó con todos, luchó como nadie para cumplir mi sueño, para verme feliz y satisfecha. A veces me pregunto por qué no estuve más cerca de él, por qué no le pedí sus consejos, por qué no reparé en él para seguir con la etapa más feliz y más difícil de mi carrera. Quisiera poder disculparme por esa falta y por haberle fallado. Sé que él me comprendería. Sé muy bien todo lo que hizo por mí, incluso en mi ausencia…

Miro hacia adelante y recuerdo cada uno de mis movimientos en ese famoso Disco Medley. Empecé así porque sabía lo que se venía y tenía que estar preparada para este gran desafío. Tenía que acostumbrarme y a acostumbrar a los demás que éste era el camino a seguir, que mis conciertos iban a tener estos temas, esta música, este estilo. No sabía hasta dónde podía llegar en 1995. Sólo pensaba que tendría un año clave en mi vida y que todo dependía de cómo lo llevara para saber qué me depararía el destino. A veces pienso que estábamos abarcando muchas cosas sin saber determinados costos que tendrían. Yo iba para adelante según lo planificado por mi padre, pero más de una vez me preguntaba si el hecho de seguir por este camino iba a tener que dejar de lado mi camino en español. Sé que era imposible dejarlo, pero era consciente de que si me iba bien en mi gran apuesta en Estados Unidos, no iba a tener tanto tiempo para ir a lugares que ya tenía planificado ir, que no era sólo México sino toda Latinoamérica. A veces pienso que no sé si todos estábamos tan listos para encarar tantos desafíos. Creo que no tomamos ciertas precauciones. Yo no me estaba sintiendo muy cómoda en el tener que explicar determinadas cuestiones personales que se ventilaban por allí. Todavía en aquella época tenía la ventaja de que podía aclararlo con gente amiga, con periodistas que me conocían, respetaban y admiraban. ¿Pero qué iba a ser de mí cuando gente con malas intenciones dijeran cosas feas de mí, se metieran en mi vida privada y tomaran el escándalo como parte del show, como uno de los precios que debía pagar para llegar a la fama? Y si bien siempre supe que no todo era un lecho de rosas el camino al éxito (¿cómo no saberlo si toda mi vida fue un eterno sacrificio?), no sé si estábamos preparados para tanta maldad y tan malas intenciones. Y los hechos posteriores a mi partida lo certificaron plenamente. Y más aún. A veces recuerdo y sigo escuchando aún las barbaridades que dice la persona que me hizo tanto daño que nunca podría perdonar. Y créanme y no lo duden: esa persona hizo mucho daño. Y no sólo lo hizo ese día. Lo hizo después. Lo hace ahora. Me daño a mí. Me sacó de este mundo y me hirió más de una vez. Destrozó a mi familia. Hizo llorar a mi gente por siempre. No. No lo duden. Nunca la perdonaré. Jamás!

Mi propio miedo y mi propia inseguridad me hacen estar inmóvil aquí. Me refugio en mis sentimientos y en mis pensamientos, y quiero guardar para mí ese amor que siempre recibí, ese calor que me protegió de tantas cosas, ese cariño que tuve siempre. Por eso, este enorme estadio nunca lo sentí ni frío ni distante. Al contrario, lo sentí como mi hogar. Fue éste el lugar que me dio la seguridad. Fue éste el lugar que me quitó los miedos. Fue éste el lugar en el que me sentí una artista que podía con todos y con todo. Por eso no recorro el lugar. No necesito hacerlo. Recuerdo cada canción, cada movimiento, cada palabra, cada sensación. Sólo me quedo aquí para sentirlo. Para no estar sola e inmortalizada en el bronce y ser tomada como un mito, como una leyenda viviente … ¿Y saben? Eso sí me sabe frío, distante. Yo nunca me propuse eso. Yo no quiero que me vean así, tal vez porque siento que muchas personas me pueden evocar de esa manera en los grandes aniversarios como el mejor homenaje que me pueden hacer … Y les puedo asegurar que no es lo que yo quiero. Les agradezco todos esos gestos, pero eso lo puede hacer mucha gente, la que me quiere y la que lo hace de compromiso. Y lo mío es más sencillo. Les mentiría si no les dijera que no necesito más que manifestaciones de Amor. Les mentiría si no les dijera que necesito como el agua sentir que aún me quieren y que me extrañan. Por eso tengo miedo de salir de aquí. Por eso tengo temor de que ya no hablen tanto de mí, tengo temor de que ya no esté ese furor que había en otros tiempos. Por eso no quiero volver a Corpus Christi. No porque no lo desee. No porque no quiera encontrarme con tan lindos sentimientos. Pero temo que muchas cosas que dejé ya no estén. Temo que aquellos sueños que dejé expresados en tantas cosas, en tantos emprendimientos, se hayan esfumado o ya no tengan el mismo vigor que antes. Sé que muchas cosas tuvieron vida y energía mientras yo estuve allí. Y no puedo pedir que los demás me suplanten en ese rol. Tampoco quiero desilusionarme. Extraño a mi familia. Extraño a los míos, pero sé que ellos tuvieron que rehacer sus vidas como pudieron y con mucho dolor … No puedo evitar llorar por ellos. Lamento haberlos hecho sufrir. Quisiera correr a ellos y abrazarlos. Quisiera correr hacia ellos y largar mi más estruendosa risotada, para callar tanta pena, para apagar tanto dolor … Mejor me quedo aquí, esperando que Diosito me haya puesto en una difícil prueba, en el mayor desafío. Y que al fin como premio me dé esa chance de estar con todos ustedes…

Sólo les pido una cosa, sólo una cosa. Piensen que todas las noches estoy aquí rememorando aquello porque necesito sentir ese Amor que tanto recibí. Créanme que extraño mucho aquello, que yo necesito seguir sintiéndolo. Algún día querría animarme a recorrer cada lugar, cada sitio en el que estuve y seguir sintiendo que aún me quieren, que aún necesitan de mí. No pido grandes manifestaciones de afecto, no pido ni grandes homenajes ni que escuchen todos los días mi música, ni que vean todo lo que hice. Sólo les pido que me tengan en sus corazones, nada más. Eso para mí es lo más valioso. Créanme que les agradezco que aún compren mis discos, que se desvivan por tener todo lo que les dejé de mis conciertos y de todas mis apariciones … Pero piensen también que tal vez eso no fue lo que les quise dejar, piensen en que tal vez me hubiese gustado que me recuerden de otra manera, con otras imágenes, con otros recuerdos. Piensen en mis sueños, en todo lo que yo les dejé. Recuerden siempre que yo dije, sin saber nunca lo que me depararía el destino, que lo que más quería en mi vida era que me recordaran con Amor. Tan sólo, y tan concreto y difícil a veces: con Amor. Con que me tengan presente cada día con sus actos, con sus sentimientos, con sus actitudes me alcanza. Quiero sentir que aún me necesitan, quiero sentir que no perdí ese Amor, que no se han olvidado de mí. Y para mí lo más importante es lo que puedan hacer por mí. Créanme que yo los necesito como siempre. Que jamás perdí ese miedo de estar sola. Y que me da terror salir de aquí, pero que tampoco me quiero refugiar en el cielo y en el frío bronce. Quiero que mi nombre sea recordado por siempre, y que siempre esté en sus almas y en sus corazones. Tal vez les pida mucho, aunque que si me quieren no les estaré pidiendo demasiado. Ayúdenme, sólo ayúdenme. Yo les prometo que se los agradeceré por siempre. Y que volveré a estar con ustedes para revivir aquellos lindos días, y darles las gracias por siempre y para siempre. Y para sentir que nunca estaré sola…

Ahora me retiro. Miro una vez más el Astrodome y cada imagen de lo que viví pasa por mi mente con la velocidad de un rayo. Nunca podré olvidar aquello porque forma parte de mi Alma, de mis sentimientos, de mi corazón. Pero no quiero mirar más. No necesito mirar más. No quiero que Diosito se enoje conmigo. Él sabe lo que siento. Él sabe lo que necesito. Espero que algún día me devuelva con ustedes. Espero que se apiade de mí con el Amor de todos ustedes…

(Una vez más Selena espero haber interpretado tu sentir y que sientas que todos te seguimos queriendo y esperando, y que en nuestros recuerdos la única figura eres tú. Nosotros sólo somos meros instrumentos de nuestro tributo eterno…)

Te quiere por siempre y para siempre, y esperando el deseado milagro de que vuelvas a estar con todos nosotros…

Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)