No me queda más, Selena…


No me queda más, Selena. Cada día que pasa me levanto y tu ausencia me llena de vacío. Vacía está mi alma. Vacío está mi corazón. Cada día que pasa es una piedra más que cae sobre mis espaldas, sepultando de a poquito mis esperanzas, llenando de congoja mi humanidad, enfrascándome en la más absoluta soledad. Te escribo, te vuelvo a escribir, te veo, te escucho, te llamo, te imploro y cada vez siento que se me van mis fuerzas, se me van mis esperanzas. Es que ya no sé qué más decir, no sé qué más expresar. Quisiera que vinieras, que sólo aparecieras para que yo no tenga más nada que escribir, no tenga más nada que desear, no tenga nada más que implorar. Sólo querría que tu sola presencia por peso propio inundara el lugar, hiciera callar las voces, llenara las caras de asombro, que las vistas de todos siguieran tus pasos, tu recorrido, tu simpatía. Quisiera que tu risa hiciera vanos todos los comentarios, todos los discursos, todas las especulaciones, todas las palabras. Quisiera que tu sola presencia hiciera inútil todo lo que pudiéramos decir y hacer. Quisiera que todo el mundo sólo se fijara en ti, sólo en ti…

No me queda más, Selena. No quiero que pase el tiempo, no quiero que se hable de otra gente, de otros artistas. Quisiera que estuvieras aquí triunfando, siendo feliz, viviendo con la naturalidad con la que tú solamente sabías hacerlo. Porque lo más lindo que tenías tú, Selena, era que aun siendo una estrella consagrada, no perdías la capacidad de ser tú misma, de ser tal cual eras ante tu público, ante la prensa, en el escenario, ante cualquiera, y ser del mismo modo ante los demás como lo eras en tu vida, en tu casa, con tu familia. Lo hayas aprendido de tu familia, lo hayas aprendido de la vida, lo hayas aprendido por necesidad, lo hayas aprendido porque sí, sabías el valor de una sonrisa, de un saludo, de unas palabras de afecto. En un mundo en el que con el tiempo un artista cree que sólo tiene que ser amable en los medios de comunicación cuando está por lanzar un nuevo trabajo, que se escuda de la gente con enormes e innumerables guardaespaldas, que se muestran ante las grandes cadenas televisivas de una forma que no es espontánea ni sincera, tú, Selena, les brindaste a todos tu afecto y tu cariño. Tú eras la que agradecía, tú eras la que elogiaba a tu gente. Tú supiste el valor que tenía para el público una muestra de agradecimiento, el acercarse ante ellos, de darles el lugar que tenían. Tú, Selena, no te quedaste en declamar que sin tu público, tú no eras nada. Tú, Selena, no sólo te quedaste con las declaraciones de que al público había que tratarlo bien porque eran ellos los que te ponían en ese lugar privilegiado y que compraban tus discos. Esas expresiones no sólo estaban para conmover a los periodistas, a los grandes medios, a propios y a extraños. Tú lo sentías y lo ponías en práctica. Tal vez con el tiempo aquello que tú hacías se lo vio como un exceso, como una desprotección, como un defecto. Entonces aparecieron aquellas palabras de que tú pecabas de confianzuda, de que no tenías idea de lo grande que eras, de que eras demasiado humilde. Creo que el que decía eso, o no te conocía o pretendía dar otra imagen de ti. Tú no te fuiste de este mundo por esos “defectos”, porque nada malo vino por tener esa conducta. Lo malo vino por otros motivos que nada tuvieron que ver con esas actitudes. Precisamente, por ser así sólo recibiste amor, cariño, protección; jamás odio ni rencor…

No me queda más, Selena. Porque no me puedo engañar. No lograste cumplir todos tus sueños, no pudiste ser enteramente feliz. Te fuiste de la peor manera, del modo más injusto, de la manera más cruel, de una manera que no tenía nada que ver con lo que tú le ofreciste a tu gente. Sé que para tu público, para todos los que quedamos en este mundo, que vivimos con tu dolor, que lloramos tu ausencia, que aún nos preguntamos por qué, es un consuelo tratar de decir que al fin y al cabo tú llegaste a ver realizado tu sueño, que llegaste a ver el éxito, que viste la sonrisa de tu gente, que pudiste ver el sueño de tu familia realizado. Que tú misma llegaste a ver tu propia sonrisa de satisfacción por haber logrado tantas cosas, tantos sueños, tantos anhelos. Con tan sólo 23 años pudiste llegar a la fama, al cariño, llegaste a conocer a tu amor, te casaste, defendiste lo tuyo contra viento y marea, lograste ver tu sueño de diseñadora plasmado en tu gran creación, que fue Selena Etc. Pero todos sabemos que es un consuelo, un consuelo más que nada para nosotros, un consuelo para mitigar el dolor que nos provoca un mundo sin ti, Selena … Tal vez el ejemplo más palpable de esa terrible realidad que nos golpea el alma es ver ese disco en inglés incompleto, con tan sólo 4 temas que pudieron salir a la luz, con un disco que te hubiese llevado a un lugar inimaginable, que te hubiese puesto en un lugar de estrella mundial indiscutible. Ése es el dolor más grande, porque uno ve tu recorrido, tu carrera musical, tus pasos meteóricos al éxito y ve, precisamente, que llegaste a asomarte, llegaste a ver el paraíso, llegaste a ver el esplendor, llegaste a ver la plenitud, llegaste a ver el tesoro que tanto buscabas, llegaste a sentir el disfrute de llegar a ver el fruto de tanto esfuerzo, llegaste a ver cómo cada cosa se iba poniendo en su lugar, llegaste a asomarte con cara de asombro y de satisfacción que te acercabas a la meta. Que faltaba tan poco, y que ese poco igualmente para ti significaba esfuerzo y dedicación, incluso más de lo que habías hecho hasta ese momento. Era tener el juguete tan deseado al alcance de la mano, a tan sólo un movimiento para alcanzarlo … Y no pudiste. No pudiste porque alguien te arrebató todo, lo logrado y por hacer. Te quitó lo que conquistaste. Te quitó lo que soñabas, lo que anhelabas. Y eso es precisamente lo que nos genera tanto dolor. Tú vida llegó a que fuera todo un “casi”, te asomaste a todo lo hermoso de la vida que te habías ganado por derecho propio para que sólo lo vieras, tuvieras ese pequeño instante de placer y nada más. No tuviste tiempo de disfrutarlo, no tuviste siquiera la oportunidad de errar, de equivocarte, de fallar, de redoblar la apuesta y ganar, de ser, vivir y sentir ser la más grande, la más querida. No se te dio la oportunidad de sentirte una mujer plena, una artista plena, un ser humano que fuera un ejemplo en vida para todos. No pudiste ser madre, no pudiste trasladar ese Amor que sólo se sabe dar cuando se siente que se puede dar. No pudiste completar tus sueños…

No me queda más, Selena. Siento que querría hacer tantas cosas por ti y no puedo hacer nada ... Y aunque quiera y pretenda seguir mi vida como si nada, que haga lo que pueda y deba hacer con mis propios sueños y objetivos, no puedo olvidarme de ti, no puedo sonreír plenamente al saber que no estás. Por más que me distraiga riendo, por más que disfrute el sol de cada día, la compañía de mi familia, el Amor de los míos, el encanto de cada instante de vivir, no puede de ninguna manera ser mi felicidad completa sin tu presencia. Me haces falta, Selena … Nos haces falta ... Nada puede ser del todo lindo sin tu alma presente. El sólo hecho de que debamos padecer un mundo sin ti es el peor castigo que nos han puesto. No puedo ser enteramente feliz sintiendo que no estás aquí. No me importa si eso está bien o está mal. No me importa si es correcto o no. No me importa saber que hay cosas más importantes en la vida en qué pensar, en qué sentir. No me importa tener la certeza de que no puedo luchar contra la realidad, contra lo ya hecho, contra lo irremediable. Me importa, eso sí, lo que me dicta el corazón. Y él me dice que no es enteramente feliz sin tu presencia. Que no puede vivir sin tu sonrisa, sin tu alegría, sin tus sueños, sin tus ganas de vivir. No sabes lo que nos haces falta, Selena!! El mundo del espectáculo mundial se perdió a su estrella más brillante. El mundo se perdió de ver su mejor ejemplo. La humanidad se perdió de apreciar a la mejor persona. ¿Cómo puedo estar enteramente feliz cada día sin sentir que estás aquí, Selena? ¿Cómo hacer para asimilar tanto dolor, tu terrible ausencia, tanta injusticia? Simplemente, no puedo, Selena, y cada día que pasa es una confirmación de algo que nadie que te quiere realmente va a aceptar jamás. Creo que por eso todos los que te amamos necesitamos tenerte presente en algún lado, sentir que estás de algún modo. Tener toda tu obra es una posibilidad. Tener todo lo relacionado a ti es otra. Hacerse un tatuaje para tenerte toda la vida en el cuerpo es otra confirmación de que uno quiere llevarte para siempre. Escuchar tu música todos los días, dedicarte parte de cada día a hacer algo por ti constituyen otra de las tantas posibilidades de estar en contacto contigo, de mantenerte viva de algún modo, de sentirte presente, de esperarte a pesar de todo. Aunque quisiéramos, los que te amamos realmente no podemos ser felices enteramente. Siempre se nos notará, siempre tendremos marcado el dolor de aquel nefasto día. Y por esa herida que llevaremos por siempre haremos lo indecible para reparar tanto dolor, tanta locura y no dejarnos llevar por el mensaje realista y desolador de que nada ya se puede ser, de que todos tenemos el derecho a hacer y rehacer nuestras vidas, de que tenemos la obligación de salir de tanta desdicha. Para los que nos piden la resignación y el respeto por esos indiscutibles derechos, yo les pido que no se olviden de que Selena también tenía esos derechos pero no los pudo ejercer. Sólo piénsenlo a la hora de acordarse o de olvidarse de ella…


No me queda más, Selena. Temo perder las fuerzas. Temo que las fuerzas del tiempo y de las heridas que se secan pero no se cicatrizan me venza y me deje en el llanto impotente, en ese sueño de muchas horas pero con pesadillas y despertares con dolor, llanto, soledad, ausencia. A veces siento que no puedo más, que el rencor, el odio, el olvido, la resignación, el dolor, la injusticia lograrán su cometido y que ya nada podré hacer, ya nada podré decir. A veces siento que me quedo solo con mi dolor a cuestas y que sólo me queda irme de mi casa, de mi ciudad, del mundo, de todo, sentarme a la orilla del mar de una ciudad a la que quiero mucho, y que significa todo en mi vida, para esperarte en el medio de las olas, con el viento que me golpea la cara recordándome una y otra vez que no estás, que no estarás, que no volverás. Y es allí cuando me despierto, cuando reacciono, cuando me resisto y vuelvo a escuchar tus canciones. Me descubro una y otra vez cantando tus melodías, reviviéndolas, dándoles un nuevo sentido, un nuevo significado. Salgo de ese mar de soledad, huyo del ostracismo, salgo del abandono y vuelvo a escuchar lo último que has grabado. Y es allí cuando me digo: “una cantante así, con esa dulce voz, con tanto Amor para dar, ¿merece que se la olvide, merece la resignación, merece tanto dolor, merece que sus admiradores se queden impotentes sin poder hacer nada por ella? ¿Merece Selena que nos quedemos sin sus fuerzas, sin sus ganas de vivir? ¿Merece que no le certifiquemos que nada es imposible, que todo podemos lograr, que nosotros somos nuestro propio límite y dueños de nuestro propio destino? ¿Acaso no le tenemos que demostrar a Selena que está en nosotros poder completar sus sueños, que la mejor forma de recordarla es tenerla siempre presente, que nada ni nadie nos hará quebrar nuestra ilusión de verla alguna vez, de que nadie nos impedirá encontrarnos alguna vez con ella?”. Allí me doy cuenta de que no tengo que esperar nada de la vida, ni nada del destino, ni nada de los demás. Que Selena estará presente mientras yo haga algo por ella y con sólo poner en práctica aquello que tanto pregonó haré algo para que ella siempre esté presente, para sentir que no se ha ido nunca, para esperar con alegría que algún día nos encontraremos con ella y nos agradeceremos mutuamente por no habernos dado por vencidos nunca, que con Amor todo se puede, que cuando hay verdadero Amor nada ni nadie nos impedirá lograr lo que deseemos que suceda…


No es que no me quede más, Selena. Puedo decaer por tu ausencia, puedo llorar una y otra vez porque no estés, puedo ceder un poco ante tanta adversidad, puedo levantarme y lamentar tu ausencia, puedo pensar que nada podré, puedo lamentar no tener el don de traerte aquí, puedo sentir que el cansancio y la impotencia ganarán su batalla, pero hay algo que anula toda esa sensación, toda esa seguridad, toda esa realidad. Todo eso termina cuando uno te ve y te escucha. Cuando uno te escucha cantar ya nada importa. Cuando uno te ve actuar, uno sabe lo que tuyo no ha sido en vano. Cuando uno te escucha en cada reportaje, en cada lugar, en cada presentación, el tiempo, la distancia, la ausencia, el abandono, la desidia, el dolor, el odio y el lamento desaparecen. Cuando uno te ve recordar tu infancia en familia, cuando uno te observa decir cómo llegaste a encantar a tu padre aprendiendo aquellas viejas canciones, cuando uno te ve cantar “a capella” la canción “Cien años”, uno puede apreciar no sólo una voz increíble, sino tanto Amor para expresar, para decir, para sentir, para borrar aquellas limitaciones de lenguaje para cantar. Ahí uno certifica que nunca te irás, que viniste para quedarte para siempre, y que ninguna fuerza podrá contigo, pues tú tienes algo más poderoso, que es el Amor, el cariño, el recuerdo y la protección de tu gente, esa que nunca te olvidará, esa que siempre te recordará, esa que siempre te tendrá viva en su corazón y con su tributo diario recordándote, cantándote, escribiéndote, tributándote. Esa fuerza podrá con todo y con todos, y esa fuerza a la que tú siempre agradeciste será la que te retribuirá con creces todo lo que dejaste marcados en sus almas y en sus corazones…


Y así “No me queda más” será sólo una canción, una de tus hermosas canciones, y no una sensación de vacío y de impotencia. Yo sé que eso es lo que nunca querrías que sucediese, Selena. Yo sé que en lo más profundo de tu Alma querrías que nos acordáramos siempre de ti y que nunca nos venza ni el dolor, ni el tiempo, ni el olvido. Nada es imposible para recordarte. Nada es imposible para demostrarte todo nuestro Amor. Nada es imposible mientras seamos lo suficientemente buenos y agradecidos contigo como tú lo fuiste con nosotros dándote parte de nuestra vida, parte de nuestros corazones, parte de nuestras Almas para ofrendártelas, para darte vida, para mantenerte siempre vigente, para darte el Amor que tanto necesitabas, que tanto buscaste y que nunca, nunca perderás…


Te quiere, te extraña, te lleva en el corazón, te recordará siempre, te querrá siempre, no te olvidará nunca, jamás se cansará de recordarte y agradecerte…


Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)








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