Recordándote, Selena, en Padrísimo…


“Muchachos, ¿qué viene?”, dice Selena mirando a su grupo, Los Dinos. Al instante, Freddie Correa le dice: “¡¡Oye, Selena!! ¿Otra vez preguntando lo mismo?”, a lo que Selena le dice “¡¡Claro!!” y le contestan al unísono “¡¡Fotos y recuerdos!!”. Era 8 de marzo de 1995 y Selena nos regalaba una vez más su voz, su talento, su dulzura, su tremendo carisma en el programa “Padrísimo”. En el inicio del programa, Selena había dicho que en esa semana ellos habían tomado la conducción de dicho segmento televisivo. Hacía instantes Selena decía que Los Dinos y ella eran dueños de los estudios de “Padrísimo” y que la estaban pasando muy bien. Selena lucía bellísima con su enorme conjunto oscuro con brillos, su porte espectacular, y su pelo largo y con flequillo que lucía con hermosura, gracia y sensualidad. Sin duda, era de sus mejores figuras. Selena estaba contenta y feliz. Sus actuaciones en el programa “Padrísimo” son de las más preciadas para todos los que aman a Selena justamente por eso. Porque se la veía bien, alegre, adulta, segura, con una figura que iba creciendo día a día, con un futuro enorme, con una realidad palpable. En sus tantas apariciones por ese programa, Selena dejó una huella muy clara de su evolución como artista y como persona. En aquel 8 de marzo de 1995 Selena ya no era la invitada al programa. Ya era parte de él. Es más: era la “dueña” de “Padrísimo”. No era para menos: hacía apenas unos días, el 26 de febrero de 1995, había pasado el gran concierto del Houston Astrodome. Selena había deslumbrado ante 65.000 personas y les había mostrado cuál sería el camino de allí en más. Selena se estaba convirtiendo en la gran artista internacional, en la gran estrella. Ya no era sólo la Reina de la Cumbia. Ya no era sólo la Reina del Tex Mex. Selena era una cantante que deslumbraba más allá del Río Bravo, más allá de México, más allá de El Salvador, más allá de Venezuela. Selena era una marca registrada de la que daba cuenta todo el mundo, de la que hablaba todo el planeta. Pero esa situación de ningún modo le hacía perder su humildad, su capacidad de persona que sabía muy bien de dónde provenía, cuáles eran sus orígenes, qué quería de su vida. Ni el estruendoso concierto del Houston Astrodome hizo que se creyera que ya había logrado todo. Tampoco semejante actuación hizo que se le subieran los humos a la cabeza y se creyera una diva. En absoluto … Selena, ante todo, era una agradecida. Sabía que en ese programa le habían dado su oportunidad de formarse, de mostrarse, de promocionarse. Y aunque en el mes anterior había ido a cantar al mismo estudio, no eludió la posibilidad de este otro convite. A Selena la vida le sonreía, todo era felicidad, todo era ganancia. Se lo podía ver en su rostro, en sus gestos, en sus palabras, en su actitud. Nadie podía imaginar lo que sucedería 23 días después. Ahora, cada vez que se ven esas imágenes no se puede evitar verlo, pensarlo, padecerlo, llorarlo…

Uno ve esa emisión y no puede evitar pensar en que los días negros sobrevendrían, que ya se entraría en un cono de sombra del que no se saldría jamás. Al otro día Selena empezará a experimentar situaciones de las que no hubiese querido participar y de las que seguramente debió haber evitado, o al menos solucionado cuanto antes tratando de permanecer al margen de tanta angustia, de tanta insensatez, de tanto engaño, de tanta desazón, de tanto egoísmo, de tanto hablar sólo de dinero, de tanta mezquindad, de tanto hablar mal del otro, de un mundo tan impropio y tan alejado de Selena. Pronto Selena empezaría a angustiarse de pensar en que ella tenía que solucionar por sí misma los problemas que se le avecinaban. Pronto la veremos en innumerables situaciones de idas y venidas, de palabras, de llamadas, de amenazas, de extorsiones, de entredichos cruzados de los que Selena nunca lograría escapar. En su rostro se empezará a ver su congoja, su preocupación, su perplejidad. Lo veremos en su actuación en el Concierto de Chicago, con una entrada al concierto con media sonrisa y cara de preocupación. Lo veremos en muchas entrevistas en las que la veremos extraviada, ida, con su mente en otro lado, en otro lugar, en un mundo que no le pertenecía. Un mundo en el que Selena no era la Reina. Aún hoy sorprende cuando es entrevistada en prácticamente una de sus últimas apariciones públicas, que fue cuando visitó la Escuela de los Spurs en San Antonio. Pocas veces veríamos a Selena no pudiendo concentrarse en las preguntas, no pudiendo hablar con claridad ni siquiera de sus atuendos de la tienda Selena Etc., no pudiendo recordar algunos datos, mirando a uno y otro lado como buscando algo, pero dejando en claro, eso sí, que estaba muy cansada por tener que ir de Miami a San Antonio, pasando por Chicago sin parar ni descansar … Definitivamente, Selena había dejado de ser enteramente feliz por toda la miseria que la estaba rodeando y de la que fatalmente no se pudo correr…

Pero aún ese 8 de marzo podemos ver y disfrutar a Selena viviendo sus sueños, estando alegre por ser la Reina de ese día, por sentir que todo lo que tocaba se transformaba en oro, porque todos sus proyectos se hacían realidad. Nos hacía reír cuando en sus tantos despistes por no calcular su baile con el lugar en el que se encontraba casi se cae cantando “Amor prohibido”, nos hacía emocionar y compenetrarnos al interpretar “No me queda más”. Uno podía encantarse viendo sus ojos al cielo, su concentración en la mirada, sus manos acompañando la melodía, su divina figura mirando a la cámara. Selena podía hacer gala de aquello de que estaba interpretando otro de sus temas románticos, podía hacernos vivir una vez más cada canción como si fuera una distinta, una nueva melodía. Nunca Selena cantaría una canción así porque sí. Ni aunque tuviera que cantar encima de una canción grabada, cosa que ella detestaba, nunca lo haría de pura rutina. Aun en esas condiciones, Selena se las ingeniaría para agregarle una tonalidad, para ponerle toda su voz, para adornarla con gestos, con palabras, con todos sus sentimientos. Es increíble. Selena podía cantar con el mismo profesionalismo en el Houston Astrodome como en “Padrísimo”. Y lograr lo que pocos: que uno se emocionara del mismo modo con “No me queda más” tanto en dicho programa como en aquel mítico estadio. Sólo una artista con tanto sentimiento, con tanta pasión, con tanta candidez podía lograrlo...

Aun hoy uno puede ver en “Padrísimo” cómo Selena tenía los pies sobre la tierra, cómo tenía en claro lo que quería y cómo lo deseaba hacer, en qué camino estaba, cómo debía lograr sus propósitos. Selena sabía lo que se jugaba en 1995. En febrero de ese año Selena diría que 1995 era muy importante para ella y su grupo. Selena era absolutamente consciente de las consecuencias de un paso que ella deseaba hacer desde hacía un buen tiempo. Sabía que el disco en inglés no era sólo la concreción de su sueño personal, de un sueño familiar. Era el inicio de un camino muy diferente en su vida. Se abrirían de par en par las puertas de los Estados Unidos, ya que no sólo el público latino le prestaría atención. Los “gringos” que hasta allí asistían como espectadores de ese fenómeno que surgía, que era Selena, ahora apreciarían todo su potencial. Selena era consciente de que todo el mundo la conocía en mayor o menor medida. Selena podía estar en Corpus Christi, podía ir a Los Ángeles, podía estar en Nueva York, podía ir a Atlanta y siempre habría un torbellino de gente que iría en su búsqueda. No era menor el dato de que Selena era junto con Luis Miguel los dos únicos latinos en Estados Unidos que estaban en la lista de los 200 artistas más famosos. Esa fama ya generaba inquietud en el público no latino, que esperaba ver algo de ella en su idioma, más allá de que Selena ya venía cantando en inglés desde hacía tiempo y que seguramente ella los sorprendería que aquella latina tan famosa era norteamericana y que hablaba a la perfección el inglés desde siempre, no así, irónicamente, el español. Pero Selena ya advertía cómo desde que ganó el Grammy por su disco “Live” le empezaron a llegar ofertas en cine, televisión, en publicidad, en campañas de imagen. Muchos empresarios vieron que esa artista con tanta fama y con tantos premios no era un fenómeno fugaz. Que era una artista consolidada con un futuro enorme. Y que al advertir la jugada de Selena de cantar en inglés el mercado no tendría límites para ella. Ya no serían sólo Estados Unidos y México los destinatarios de su talento. Su éxito en ambos idiomas automáticamente le abrirían las puertas de toda Latinoamérica, que en buena parte ya escuchaba su música y advertía su fenómeno. Contra lo que muchos piensan, Selena era consciente de ello. Lo había dicho mientras grababa lo que sería su último video: “No me queda más”. Sabía a qué público iba dirigido ese video y quiénes habían dado cuenta de su fama. Por eso nadie podía sorprenderse que lo dijera en “Padrísimo” el 12 de febrero de 1995 cuando ni siquiera Selena tuvo que pasar por la experiencia del Houston Astrodome para darse cuenta de ello…

Todos recuerdan a Selena con mucho cariño y admiración. La recuerdan no por su suerte, sino por lo que les dejó como mensaje en vida, porque nunca perdió su lugar en el mundo, porque aun sabiéndose exitosa nunca renegó de sus antepasados ni olvidó sus orígenes, nunca olvidó por qué la querían, ni lo que tuvo que hacer para lograr estar en el lugar de privilegio en el que se encontraba. La conductora de “Padrísimo” aún recuerda cómo la ayudaba a Selena en sus vestidos, cómo ellas trabajaban hasta último momento en cada detalle, en cada cosa que Selena necesitaba para actuar. Ella decía que ya estaba sonando la canción y ellas estaban cociendo a las apuradas el último botón del vestido de Selena. Y recuerda con remembranza de su alegría, de su buena predisposición, de siempre contribuir para que todos estén bien. Aún podemos ver la paciencia de Selena para grabar cada uno de los spots publicitarios para el programa. Podía verse a Selena con su habitual dificultad para hablar el español, y repetir una y otra vez lo pautado para el programa. Recuerdo ver a Selena con su remera de Selena Etc. y su pelo recogido hacia atrás mostrando su salón y reírse a carcajadas con cada equivocación. Selena se tomaba en serio cada cosa que emprendía y no le gustaba equivocarse, pero cuando ocurría recurría a la risa como forma de superar el mal momento, la situación angustiosa. Y siempre estaba para ayudar, para dar una mano, para alentar. A.B. recordaba que muchos de ellos se reían de que la conductora de “Padrísimo” no sabía nada de inglés. Sin embargo, Selena jamás dejó de alentarla, de augurarle lo mejor en su futuro, en su trabajo, en la vida. Esos pequeños grandes gestos de Selena hacían poner bien a todos. Todas estas actitudes hacían a Selena diferente de tantos otros artistas con menos estrellas que ella, pero con más pretensiones y alardes … Nunca a Selena se le recordó un enojo, una mala actitud, alguna queja, algún mal gesto. Selena podía estar largo tiempo esperando para grabar y se entretenía tocando el bongó, haciendo chistes, haciendo que Don Shelton intentara saludar en español. Selena alegraba el ambiente, a los demás, la vida misma. Por eso se la extraña tanto...

Aquel 8 de marzo asistíamos a un momento en el que Selena aún tenía motivos para estar alegre, motivos para sonreír, motivos para soñar. Selena ya tenía instaladas sus boutiques en Corpus Christi y San Antonio. Pero proyectaba hacerlo en Monterrey y en México DF. Ya tenía pensado lanzar hasta los perfumes con el nombre de sus temas musicales. La incertidumbre de no saber aún la repercusión de tal apuesta no la había hecho flaquear. Al contrario, consciente de su fama, no quiso esperar un instante para desembarcar en México para convertirse en diseñadora y dueña de sus sueños, forjadora de su propio destino. Como nadie, sabía de la importancia de aprovechar cuanto antes la fama que le dio el público para ser libre haciendo lo que más le gustaba. Selena era consciente de que su éxito musical junto con su camino de diseñadora iban de la mano, y el triunfo de un objetivo facilitaba el éxito del otro. Selena no podía concebir no hacer todo al mismo tiempo. Había aprendido por necesidad y por imposición familiar que uno debía cumplir sus propios sueños, que no había imposibles para lograrlo. Selena aún tenía en mente cuando su padre los llevaba a los barrios más caros de Corpus Christi y les decía que si querían llegar a tener esas mansiones tenían que trabajar duro en el camino emprendido por la familia. Selena lo entendió perfectamente, pero no sólo lo aplicó al sueño familiar, al sueño de su padre. Selena lo aplicó a su propio proyecto, a su propio sueño. Puede que su padre se haya inquietado con esa decisión, por miedo de que Selena se preocupara más por lo suyo que por su familia. Era un temor infundado. Selena nunca iba a abandonar el proyecto familiar. Ella había sabido ensamblar su propio sueño con el anhelo de su padre. Lo había aprendido desde muy chica, lo había practicado desde siempre, y había marcado su destino cuando tomó la gran decisión de cantar las viejas canciones de su padre para llamar su atención. Selena había marcado hasta el destino de su familia. Tenía ocho años…


Selena nos dejó en “Padrísimo” sus mejores momentos, sus mejores canciones, su mejor predisposición, su talento, su personalidad, su hermosura, sus sueños, su visión de la vida. Aún puedo ver sus hermosas interpretaciones de “No debes jugar”, que los productores de “Padrísimo” las compilaron en un hermoso video de sus dos presentaciones en 1993. En su interpretación en exteriores, en las afueras de Corpus Christi, uno puede ver acaso a la mejor Selena, a esa Selena que se movía acompañando la música, a la cámara que la tomaba, a sus músicos. Selena estaba atenta a todo y tenía un sentido de orientación y de atención a lo que hacía que asombraba a más de uno. Selena nunca dejaba de saber qué cámara la tomaba, si esa misma cámara tomaba a otro integrante de la banda, no dejaba de perder la atención de la canción. Tenía un sentido del profesionalismo que pocos poseían y que provocaba la admiración de todos, hasta de la gente que no seguía su música. Selena se acercaba a la cámara, le tiraba un beso, se movía con la plasticidad de un bailarín, con la gracia de una artista que gusta de lo que está haciendo y con el profesionalismo de quien quiere dar lo mejor de sí. Selena podía asombrar una vez más con “Si una vez” hasta el punto de dar una de sus mejores interpretaciones el 12 de febrero de 1995. Sus miradas, su arqueo de sus cejas, su dedo en lo alto, su movimiento a uno y otro lado de su cabeza, sus manos acompañando el baile, su enojo expresado en su mirada, su original atuendo que la hacía hermosísima e irresistible formaba parte de todo lo que constituía el encanto de Selena, de todo el fenómeno que era Selena y del que pocos lo podían evitar…


Ésa es la imagen, los sueños, los anhelos, la vida que nos dejó Selena en “Padrísimo”. Es una imagen que no queremos olvidar … Vemos esas imágenes y no queremos que avance el tiempo, queremos que todo se detenga allí, que Selena mantenga su vida, su alegría, sus sueños para que ella siga contenta y feliz, y nosotros felices por su lindo presente e increíble futuro…


Yo sólo quiero verte feliz, Selena … Yo sólo quiero verte como te mostrabas en “Padrísimo”…


Te quiere con toda el Alma y te ofrece su corazón que es enteramente tuyo…


Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)









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