Yo sólo fui a ofrecerte mi corazón, Selena…

Belén no salía de su asombro, de su impotencia, de su tristeza, de su inmenso dolor. Estaba arriba de un tren con rumbo a Corpus Christi sin saber cómo había llegado y si ese tren la dejaba realmente en su destino … Ella se subió a él en Chicago y ya ... Seguramente el dolor, los gritos desgarradores, el llanto continuo de centenares de fans la guiaron hacia allí. Belén miraba para adelante y para los costados observando un paisaje que era una sucesión de imágenes grises y sinsentido, imágenes de una naturaleza viva contrastadas con pensamientos que le decían por qué, para qué, quién nos puso en este mundo, para qué vivir si hay que soportar tanto dolor … Veía pastar tranquilamente a las vacas, veía a un paisano andando a caballo, veía volar a los pájaros y enseguida se le veía la imagen de Selena y se ponía a llorar por dentro, muy por dentro … Belén no quería llorar pues hacerlo significaba que era real lo que estaba viviendo, que era real la noticia y ella no lo quería aceptar de ningún modo. Veía cómo adelante, a los costados y detrás suyo adolescentes como ella lloraban a los gritos, gemían de dolor continuamente. Veía cómo muchas eran abrazadas por otras amigas o hermanas que también lloraban o por sus madres que las estaban acompañando para no dejarlas solas en su soledad y tristeza. Belén las miraba y lo entendía perfectamente … Pensaba que después de ese 31 de marzo no sabría qué sería de ellas, qué motivación tendrían para seguir viviendo con alegría, qué esperanzas podrían tener … si Selena era parte de sus vidas, parte de su destino, parte de su alegría de vivir. Nada tenía sentido para ellas si no tenían a Selena a su lado. Por eso Belén no podía con su dolor cuando veía las imágenes que le devolvía la ventana del tren. No podía concebir que todo siguiera andando, que la vida siguiera y Selena no estuviera, que todos estuvieran vivos y Selena no … Belén no quería que se fuera nunca ese día, pues sabría que ya cuando fuera 1 de abril sería la resignación, la derrota, la admisión de un día sin Selena y ella eso no lo podría tolerar. Apenas si podía asimilar la noticia, pero aún así quería volver el tiempo atrás, quería volver a apenas 2 semanas atrás cuando Selena dio un concierto en su ciudad y ella había asistido. ¿Cómo imaginarse que ésa iba a ser la última vez que vería a Selena? Si alguien le hubiese dicho que efectivamente no la vería más a Selena hubiese pensado en que Selena no volvería más a su ciudad producto de su fama en todo el mundo, hubiese pensado en que ella misma estaría en un estado de pobreza tan grande que nunca tendría dinero para verla, hubiese pensado que tal vez ella sufriría una desgracia … y ya no podría ver a Selena … pero que a Selena le podía pasar algo … No … Jamás se lo hubiese imaginado. Selena lucía tan bella, tan alegre, tan triunfante, tan segura … Selena iba a ser famosa en todo el mundo, Selena lograría lo que nadie había obtenido, Selena los representaría en sus esperanzas, en sus sueños, en todo lo que se imaginaban lograr en la “Tierra de las oportunidades”… No … Nunca lo había pensado, pero ahora que lo pensaba bien Belén la había notado un tanto rara a Selena en aquel concierto … Esas rarezas que duran un instante, pero que cuando suceden estas cosas pasan a tener una trascendencia inusitada. Belén notó que en la primera parte del concierto Selena lucía una sonrisa extraña. No era ésa la misma Selena, había algo raro en su actitud. Pero Belén lo tomó como un momento que a cualquier artista le pasa y que Selena no era la excepción … Y más lo pensó cuando en la segunda parte de ese concierto Selena “despertó”, y cambió su semblante y su postura. Belén en aquel momento la notó más suelta, más libre, más contenta. Hasta se permitió decirle al público: “¿Pero qué les pasa que están tan calladitos?”. Y allí mismo el público le contestó su inquietud con cánticos, ovaciones y baile en cada canción interpretada por Selena. En aquel momento pensó que tal vez Selena se sentía mal por algo, o bien que no se hallaba en aquel momento del concierto, pero que cuando pudo aclimatarse y ponerse de lleno en el espectáculo actuó como siempre y logró lo habitual en sus conciertos. Pero ahora, sabiendo lo que había pasado después, lo que estaba sucediendo en ese preciso momento, Belén pensaba si aquella manifestación de Selena en esa primera parte del concierto no era la confirmación de que a Selena le “pasaba algo”, de que algo la molestaba, de que algo la perturbaba, y que cuando pudo olvidarse de eso, cuando pudo “sacarse la mochila de encima”, cambió su semblante, cambió su actitud y volvió a ser la Selena de siempre … ¿Qué estaba pasando? ¿Qué fue lo qué sucedió? Mientras Belén se preguntaba esas cosas, escuchaba en el medio del griterío y de los sollozos una radio que llevaba la madre de una de las chicas en la que informaba lo que había sucedido con Selena por obra y desgracia de la presidenta de su club de fans. Se hablaba que esa mujer estaba parapetada en el garaje del motel “Days Inn” con supuestas intenciones de suicidarse. Ya se tejían un montón de especulaciones y de teorías de por qué esa mujer había hecho eso … Se hablaba de celos, de intereses, de pasión, de robo … Se decían miles de cosas … Algunas posibles, otras disparatadas … Todo en el medio de que sonaba la música de Selena en todo momento, todo en el medio de que la gente lloraba por las noticias, cantaba desgarradoramente las canciones de Selena e insultaba a la asesina … Era acaso el mejor escenario para entender la dimensión de lo que estaba pasando, era el mejor muestrario de miles de personas que no podían asimilar lo que estaba sucediendo, de miles de personas que nunca aceparían seguir sus vidas como si nada luego de ese nefasto 31 de marzo de 1995… Belén miraba a esas niñas, adolescentes y mujeres, y no podía con su dolor. Pero no quería sumarse a ellos. Aún no quería tirar la toalla, aún no quería darse por vencida … Veía a muchas chicas de su edad que estaban solas, tan solas como ella. Se preguntó cómo habrían llegado allí y qué pensarían. Más de una vez se tentó por ir a hablar con alguna de esas chicas, pero la detuvo pensar en cómo ella estaba allí, y cómo salió dejando atrás a sus padres y hermanos. Tuvo que pensar un buen rato para recordar cómo había empezado todo, cómo fue que ella llegó a ese tren … En la mañana, casi al mediodía, estaba volviendo del colegio hasta que escuchó a alguien decir: “¡¡Parece que dispararon a Selena!! ¡¡Está muy grave!! No sé por qué, pero le dispararon, ¡¡le dispararon!!”. Belén quedó petrificada en la vereda. Iba a seguir pero no pudo. Ella era muy tímida. Nunca se animaba a preguntar por su cuenta algo a cualquier persona, aunque la conociera … pero esta vez estaba sucediendo algo, algo que le estaba cambiando la vida para siempre, pero para mal, a los garrotazos, con un dolor y un sudor frío que le corría por sus espaldas … Se dio vuelta y vio que era un señor grande que se lo decía a otro que estaba frente a él, calle de por medio. Belén se acercó y apenas le pudo decir con la mirada qué estaba pasando, si era cierto lo que estaba escuchando, si se estaba refiriendo a su Selena … El señor, un hombre muy mayor, la tomó de los brazos mientras le salían por sus ojos enormes lágrimas sin intentar siquiera quitárselas, como si eso significara sacarse el dolor de encima, como si significara que Selena comenzaba a ser un recuerdo y él lo quisiera evitar … “Sí, niña. Es lo que tú piensas, es lo que sientes. Se trata de Selena. Yo sé que ya no está entre nosotros … No lo han confirmado, pero yo ya lo sé … Si ya anuncian por la televisión que está muy grave, que le dispararon, no hay motivos para ser muy optimistas … Además, si nadie sale a desmentirlo, es porque es cierto y ya no hay nada que hacer. Sólo falta que lo confirmen … Lo siento niña si te he dado malas noticias, máxime si eres fan de Selena … Pero las cosas son así. Yo también la quería mucho … Y la admiraba … ¿Quién no la quería? Pero habrá que resignarse … Y reza, reza mucho, pídele y ruégale a Dios que no se la lleve … Y si se la llevó … Tal vez Dios se la quiso llevar para tenerla a su lado … Quizá quiere que cante para Él a su lado…”, le dijo el señor y trató de sonreírle como buscando compasión … Belén sólo se quitó de él y comenzó a correr para su casa. No le importaba haber sido tan descortés con ese pobre anciano, pero no podía evitarlo. Maldijo, lo maldijo más de una vez, como si él hubiese sido culpable de todo, como si él fuera responsable de su dolor … Aparte, no podía dejar de pensar en lo que le había dicho y lo maldijo aún más … Belén corría mientras contenía su llanto para transformarlo en ira, en bronca, en insultos. “¿Pero de qué me habla, de qué me habla ese tonto? ¿De resignación? ¿De resignación a qué? ¿De resignación para qué? ¿De qué me sirve que me resigne? ¡¡A mí no me importa eso!! ¡¡Me importa que viva Selena!! ¿De qué me sirve Dios que acepte tu voluntad con resignación si me quitaste mi alegría de vivir? ¿Cómo voy a aceptar que te hayas llevado a Selena, justamente a Selena? ¿Por qué no me llevas a mí? ¿Quieres hacer algo por mí? ¡¡Llévame a mí!! Yo no sirvo para nada, ¡¡yo no le llego a los pies a Selena!! Selena le daba alegría a todo el mundo … ¡¡Yo no!! ¡¡Yo no sirvo para nada!! ¡¡Yo necesitaba a Selena para creer!! ¡¡Yo necesitaba a Selena para seguir!! ¡¡Yo necesitaba a Selena para creer que podía a pesar de todo!! ¡¡Yo necesitaba a Selena para tener esperanza!! ¿Qué voy a hacer sin ella? ¿Quién me hará sentir que le importo a alguien? Que no sea cierto, que no sea cierto … Dime Dios que ese viejo se equivocó, que se trata de otra persona … Dime que no es cierto, dime que no te la llevaste para que cante contigo a tu lado … Dime que ese argumento es de las cosas más tontas que he escuchado en mi vida, ¡¡que Tú no puedes ser tan egoísta para llevártela a tu lado para que te alegre la vida!! ¿Pero qué tontería es ésta? ¿Cómo uno se puede contentar con esto, cómo uno se puede resignar con semejante argumento y pensamiento? ¡¡Perdóname Dios!! ¡¡Perdóname si te ofendí y si maltraté a esa persona. ¡¡Pero te pido, te imploro, te ruego que no te lleves a Selena!! ¡¡Llévame a mí, pero no te la lleves a ella!!”, se decía, se gritaba, se rogaba Belén mientras corría, corría sin parar por las veredas, cruzaba las calles sin mirar, y evitaba observar y escuchar a las personas para no oír nuevas noticias o la confirmación de lo peor. En un momento escuchó que alguien pegó un bocinazo terrible a sus espaldas y Belén apenas lo oyó. Era un auto a toda velocidad que la había pasado raspando mientras ella cruzaba la calle con semáforo en rojo … Por un momento Belén deseó que ese auto la atropellara … Tal vez eso significaba que Dios la había escuchado y estaba dispuesto a cumplir su deseo aun cuando le quitara su vida y le provocara tamaño dolor a su familia … Pero a Belén poco le importaba eso, pues Selena era lo más importante, no sólo para ella sino para millones de personas … Y si su familia sufría … tal vez se lo merecían … Ella hubiese querido que confiaran más en ella, que le ofrecieran más oportunidades para creer en ella y que le dieran más alas para volar en vez de tenerla atada a su casa y a un destino marcado para ella pero que de ninguna manera era su deseo … Ella quería ser como Selena, quería cantar, ser feliz, tener sus propios emprendimientos, tener sueños propios y poder cumplirlos … Sus padres no querían eso. Querían que hiciera cosas “más importantes” que las que hacía Selena …Ella había evitado cualquier conflicto encerrándose en su mundo, en el mundo de Selena … Allí sólo era libre y feliz … ¿Y qué haría ahora sin Selena? ¿Qué sería de ella a los 17 años sin esperanza, sin sueños, sin futuro, sin Selena que le quite esa tristeza y ese dolor de toda su vida? Belén llegó a su casa y sólo esperó que esa corrida no fuera en vano, que Dios la hubiese escuchado, que Dios se apiadara de Selena … y de ella… Cuando entró, Carmencita, su hermana de 5 años, se tiró encima de ella a los aullidos, y con esa sinceridad y Alma pura de una niña le dijo esas palabras que Belén no quería escuchar, que ni siquiera el anciano aquél se atrevió a pronunciar, que nadie, incluso uno mismo y todo aquel que quiere a Selena, quiere decir aún hoy. Durante unos cuantos minutos Belén abrazó a su hermanita mientras miraba perdida a un punto que estaba lejos, muy lejos. Belén no escuchó ni vio más nada por unos instantes que para Belén fueron horas, horas enteras. Durante diez minutos sintió el dolor, el llanto, el retumbe de los gritos de su hermanita. Era para Belén suficiente. No podía llorar … No quería llorar … No quería sentir nada. Su dolor se había transformado en frialdad. Belén puso un traje de amianto a su corazón y a su Alma. Con ello simuló toda angustia y toda manifestación de sentimientos … Los ocultó como queriendo anularlos, pero aunque ello quisiera, Belén no lo podía hacer … Y todos los movimientos posteriores de Belén iban en ese sentido, aunque ella no lo sintiese. Cuando ya no soportó más estar en esa posición se apartó de Carmencita y se fue a su habitación. Su madre quiso decirle algo, pero se contuvo y fue en busca de Carmencita. Su madre estaba atemorizada. Había algo en el rostro de Belén que nunca había visto y eso presagiaba que algo iba a pasar. Belén caminó con firmeza hacia su habitación. Nadie se le interpuso en su camino. Estaban, además de su madre y Carmencita, sus dos hermanos, ambos menores que ella, que sólo atinaron a mirarla … No estaba su padre, que recién volvería a la noche del trabajo, aunque con la conmoción que traería la noticia trágica de Selena por allí volvería antes … Belén llegó a su habitación con gesto adusto y muy serio, y cerró la puerta con furia y la cerró con llave. Apenas se dio vuelta y prendió la luz vio el poster de Selena correspondiente al álbum “Amor prohibido”. Belén no pudo más y comenzó a llorar con toda el Alma partida, con toda la furia contenida y con el corazón hecho pedazos. Lloraba, lloraba y lloraba, y no quería salir de ese dolor, pues sabía lo que sería de ella y lo que haría una vez que terminara con esa manifestación extrema de dolor. Pensó en la primera vez que la escuchó, en la primera vez que la vio, aquella vez que le pidió un autógrafo cuando presentó su disco “Entre a mi mundo”, cuando Selena le elogió la remera a rayas que llevaba a puesta y Belén se la regaló con la promesa de que compraría una nueva en ese mismo instante mientras se ponía un suéter de una amiga … Belén recordaba ahora con nostalgia la alegría que le dio el ver a Selena con su remera en un reportaje y decirle a la entrevistadora que esa ‘shirt’ se la había regalado Belén, una querida fan de Chicago…”. Belén repasó en pocos minutos su vida entera con Selena a su lado y maldijo haber tendido pereza en pedirle un autógrafo o al menos verla a la salida del último concierto en su ciudad. Se maldijo haber sido tan egoísta, de haberle dado prioridad a su cansancio y en haberse quedado pensando en lo que notó en Selena en esa primera parte del concierto sin haber siquiera contemplado la posibilidad de que Selena necesitaba ayuda y qué mejor que ir a verla para cerciorarse de ello. “¡¡Pero qué tonta fui, que egoísta fui!! Cuando yo la necesité, ella estuvo e hizo lo que siempre quise que me dijeran … que estaba linda, que le gustaba algo de mí. Me dijo algo que esperé de todos y que nadie ni siquiera me lo insinuó … Selena estaba cansada del concierto, pero ella priorizó a todos los que la estábamos esperando … No pensó en ella, no pensó en su comodidad, no pensó en que ella era la estrella y nosotros … nosotros éramos sólo sus admiradores … Y ahora, ahora que seguro me necesitaba, nos necesitaba, yo no estuve, yo me fui, me fui a mi casa … Mi cansancio, mi preocupación por mí, sólo por mí, me hizo no verla y ella me necesitaba … Seguro que si la iba a ver me hubiese reconocido y me hubiese sonreído … Y seguro que me hubiese dicho lo que le pasaba y hasta me hubiese pedido ayuda … ¿Cómo no me di cuenta? ¡¡Si me hubiese dado cuenta seguro la hubiese salvado!!”, se decía y atormentaba Belén mientras seguía llorando y mordía una almohada para mitigar sus gritos y su tremenda angustia. Le fue inevitable pasar del dolor a la furia. Empezó a arrojar cuanto objeto encontraba al piso, a la ventana, a la pared. Podía oír murmullos y hasta el pedido de su madre de lejos de que parara de una vez. En su furia y en su enceguecimiento tiró todo lo que encontró en su paso histérico por su habitación hasta que vio que estaba por arrojar todos los discos de Selena … Sólo se detuvo pues pudo llegar a distinguir la tapa del disco “Selena Live”. Belén volvió a envolverse con su traje de amianto, guardó sus discos de Selena en un lugar seguro y hasta se tomó el tiempo para recoger todo lo que había arrojado y ponerlo más o menos ordenado … En el medio de ese trabajo decidió lo que iba a hacer … No pararía hasta ver a Selena. Quería cerciorarse por sí misma de que eso era cierto. No era lo que usualmente hacía ni lo que normalmente se le pasaría por su cabeza … Pero se trataba de Selena … Era lo más importante de su vida … Y ya su vida no sería la misma … Tomó lo primero que encontró para llevarse y sólo se detuvo para buscar ese autógrafo de Selena. Quiso volver a verlo. “Today was a nice day for me. Thanks for your gift. You know you'll always be in my heart. I hope I'll always be in yours. With lots of love. With so much love. Selena. September 1993”. Belén volvió a llorar, pero por última vez. Se guardó el autógrafo y enfiló para la puerta de su casa. Su madre le preguntó a dónde iba: “A ver a Selena”, obtuvo de Belén como toda contestación. “¡¡Dale muchos besitos de mi parte!!”, le dijo Carmencita mientras abrazaba a su hermana, sólo que esta vez lo hacía en silencio. Cuando se despidió de su hermana su madre quiso detenerla. “¡¡Tú no irás a ningún lado!! ¡¡Ya verás cuando venga tu padre!!” ¿Es que no entiendes? ¡¡No puedes hacer nada!! ¡¡Acepta la realidad!! ¡¡Madura!! ¡¡Ya eres grande!! Has vivido pendiente de Selena. ¡¡No tiene sentido que vayas!! Selena está…”, alcanzó a decirle su madre franqueándole el paso en la puerta de la casa. “Selena me está esperando y yo iré. Es a la única persona que no le voy a fallar. Es la única persona que me escuchó y ¡¡yo voy a ver lo que necesita!!”, dijo Belén, quien avanzó a paso firme … y ni recuerda cómo salió. Sólo se acordó del aire puro de la calle y de los gritos de adentro de su casa. Belén se sentía libre. Belén iba a ver a Selena y a terminar con todas esas mentiras que se decían sobre ella… Belén se levantó con sobresaltos en el tren. Se había quedado dormida y la levantó la realidad. Ya era de noche, y un frío de dolor y de llanto se habían apoderado de ella. Tomó conciencia de cómo llegó allí y también de lo que estaba afrontando. Miró hacia afuera y todo era negro, como su destino y el futuro de todos los que querían a Selena desde aquel 31 de marzo … Adentro había gente que dormía y lloraba a la vez, y rostros de dolor y tristeza que miraban la nada misma … Un retrato bien cabal de lo que sería el lugar hasta el momento en el que dieron con el lugar en el que estaba Selena … Belén supo ese día lo que significaba la muerte. Nunca la había sentido tan de cerca … Ahora la tenía encima … Experimentaba sensaciones que nunca había vivido y que pensó que por años no las iba a sentir … y mucho menos con Selena … Sentir que alguien se fuera tan joven como ella, aunque 6 años mayor, era fuerte, demasiado fuerte para Belén. Y pensó que su vida había cambiado para siempre, y no sólo la de ella sino la de toda su generación, ésa que nació a fines de los ’70. Porque la gente de otras generaciones, aunque la lloraran por igual, tenía otros parámetros, otras vivencias, otros referentes, otros ídolos, otros artistas a quienes le han dado el mayor de los cariños … En cambio, la generación de Belén … tenía como referente a Selena … Selena era su ejemplo, Selena era su guía, Selena era una de ellas … Y ahora que Selena se les ha ido era lo mismo que cualquiera era de ellas muriera … Se quedaron sin motivo para vivir con alegría, con esperanza, sin razón para luchar … Si a alguien como Selena que había construido su carrera a base de sacrificio, talento, autenticidad, honestidad le habían hecho esto, ¿qué podían esperar las demás, qué podrían hacer ellas, qué ejemplos debían seguir e imitar? Belén no podía salir de la angustia y de la furia de sólo pensar que al fin y al cabo ser como Selena no tenía sentido, ser como Selena no se llegaba a ningún lado, ser como Selena es sinónimo de derrota … En el medio de todo ello, alguien gritó eufórica que la asesina se entregó a la policía, pero luego con aire de resignación y de bronca a la vez dijo que al final no se había suicidado como había dicho, que luego de ocho horas de negociación con la policía decidió confesar todo a las autoridades y entregarse … Hubo luego un largo silencio hasta que alguien comenzó a insultar a la asesina, y una a una la siguieron pidiendo toda clase de penas para esa abominable mujer, aunque todos coincidían en que lo mínimo que debía sufrir era la prisión perpetua y lo máximo la pena de muerte … Belén se quedó al margen de todo. Igualmente, no fue la única que no se sumó a los cánticos, que no se puso a insultar al aire buscando justicia desde lejos en un tren … Belén pensaba que no faltaría mucho para que esa mujer hablara, dijera “su verdad” y fuera un parámetro para mucha gente que la consideraría una “víctima de las circunstancias”. No sabía Belén por qué pensaba eso, pero algo le decía que si esa mujer mató, luego amenazó con suicidarse y no lo hizo, es porque jamás pensó en hacer eso. Sí matar, pero no suicidarse … Tal vez quería ganar tiempo. Quién sabe qué negoció. Pero algo le decía a Belén que sólo quería ganar tiempo para saber qué hacer luego, cómo encarar lo que se le vendría encima … “¿Has escuchado las noticias en la radio? Están diciendo que esa mujer jura y perjura que no la quiso matar, que todo fue un accidente, un malentendido y que la culpa de todo la tiene el padre de Selena…”, le dijo una de las chicas que estaba en el tren tratando de estar cerca de Selena. “Me llamo Cristina y me acerqué a ti porque noté que, como yo, ni siquiera gritaste porque a esa mujer la hayan atrapado. Por eso te vine a dar la nueva noticia … Pensé que podía interesarte”, le aclaró … “Mira … Ni que me hayas leído el pensamiento … Estaba pensando en lo que estaba haciendo ese adefesio y creo que sólo estaba haciendo tiempo para pensar en un plan, si es que no había ya elaborado uno. Con esto que tú me dices sólo confirma que estoy en el buen camino … ¡¡Ah!! Me llamo Belén ¿Y sabes qué? No importa lo que piense … No importa lo que busque esa persona, si se la puede llamar y tratar como tal … Lo que me preocupa es que alguien quiera justificarla y ponerla en víctima … Lo que me preocupa es que algún día quiera hablar … Pero lo que más me duele es que Selena no esté y esa mujer siga viviendo, y que eso signifique para muchos que al final hay que seguir el camino de la asesina para llegar a algo, que ser como Selena te pone en esta situación terrible. ¿Qué nos queda a nosotros? ¿Ser falsos, mentirosos, hipócritas, inescrupulosos, deshonestos, calculadores? Porque parece que ser trabajadores, talentosos, amables, honestos y sinceros no te lleva a ningún lado … o mejor dicho te lleva al mismo destino de Selena…”, le dijo Belén y enseguida miró a la ventana del tren que sólo le devolvía negrura, sombras y alguna que otra lucecita que se veía bien de lejos. Belén quería llorar pero se contenía. Quería ser fuerte para lo que viniera, quería tener entereza para ver a Selena al otro día … “Te entiendo Belén. Yo pienso lo mismo. De nada nos sirve lo que le pase a esa mujer. Nada de lo que suceda con ella y con cualquier otro nos cambiará la vida ni nos traerá a nuestra Selena …Yo sólo quiero ver si todo esto es cierto … Yo sólo quiero saber qué será de nosotros mañana cuando sepamos que Selena sólo será un recuerdo … fotos y recuerdos … cada día al despertar…”. Belén miró con ternura y tristeza a esa chica que tenía su misma edad y ambas se abrazaron en silencio, con mucha fuerza y conteniendo el llanto. Belén aprendió ese día lo que significaba la muerte. Belén aprendió lo que es perder a alguien querido tan pronto … Ahora había que ser fuerte y rezar que todo eso fuera una pesadilla y que al otro día se encontraran con el fin de un largo sueño, de un sueño que las sacara de esa locura y calvario… Cuando Belén despertó se encontró con que nada de lo que estaba viviendo era un sueño y que todo seguía siendo un calvario y una locura. Salió del tren llevada de la mano por Cristina sin saber qué estaba haciendo y por qué. Sobre sus ojos le retumbaban el sol, el sonido de la gente llorando y gritando, muchedumbres yendo de un lugar a otro, empujones, más gritos y desesperación. Belén avanzaba porque la llevaban pero estaba aturdida, pero en ningún momento se resistió. Nada de lo devastador de la escena la hacía desistir de lo hecho o de interrumpir el paso. Muy por el contrario, Belén sólo seguía porque quería ver a Selena, o al menos estar cerca. Quería al menos decirle que la perdonara, que la disculpara por ser cobarde, perezosa y no saber lo que ella necesitaba de la gente y de ella misma. Quería disculparse por no retribuirle el mismo Amor que le profesaba Selena a todos sus fans, de no tomar su ejemplo para ser como ella y aducir estar cansada para evitar un saludo, un llamado a lo lejos, una simple pregunta de si estaba todo bien y seguir adelante si Selena daba una señal en positivo y la acompañaba con sus expresiones. Belén quería disculparse con Selena por no haberse dado cuenta de que ella no sólo era un artista, sino que era una persona, una simple persona con sentimientos, con certezas, con dudas, con alegrías, con broncas, con ambiciones, con tristeza. Belén se sentía enormemente culpable porque si había algo que Selena había exteriorizado bien era su espontaneidad, su forma de ser, lo lindo que era como persona y no sólo como artista, que justamente si había algo que la caracterizaba era que ella se mostraba en cada concierto, en cada entrevista, en cada encuentro con sus fans tal cual era y eso era una de sus grandes fórmulas del éxito. Había pocas artistas como Selena que se mostrara ante todos tal cual era y así ganarse la simpatía de todos. Por eso se apenaba Belén, porque Selena se brindó a todos como artista, como persona, como mujer y parece que pocos se dieron cuenta de ello. Se valoró más a la artista y no se tuvo en cuenta que Selena pedía a gritos que la quisieran, que le manifestaran Amor, que la escucharan, que la entendieran, que la acompañaran, que se dieran cuenta de qué había detrás de la gran artista, del mismo modo que ella se daba cuenta de lo que sentían, vivían y padecían sus fans. “Si Selena siempre se mostró como uno más de nosotros, ¿por qué no nos dimos cuenta de que ella quería que la consideraran del mismo modo ella lo hacía con los demás?”, se preguntaba Belén, aun sabiendo que Selena siempre recibió toda clase de muestras de Amor, pero tal vez pocos indagaron por lo que ella pasaba, por lo que sucedía en su mente y en su corazón … Belén despertó, aun cuando tenía los ojos bien abiertos, y se encontró con que estaba en un bus. Cuando miró desesperadamente para algún lugar que le sirviera de referencia, Cristina la tomó del brazo y le dijo: “Vamos a donde está Selena … No sé si entraremos. Veremos qué puede pasar…”. Belén vivió ese último tramo con un nudo en el estómago, la vista que le devolvía imágenes con resplandor que la enceguecían y le daban un tremendo dolor de cabeza … Cuando llegó al lugar, Belén se sorprendió de la impresionante cantidad de personas que esperaban entrar para ver a Selena. Todo era caótico. Las personas exteriorizaban su Amor y su dolor de innumerables maneras. Belén podía ver a mujeres lisiadas empujadas en sus sillas de ruedas por sus parientes a los alaridos de dolor y de desesperación, caravanas de autos que estaban pintados con el nombre de Selena o cubiertos con sus fotos, y una enorme cola para ingresar al lugar y despedirse de Selena. Tuvieron que esperar horas para poder llegar a la fila y para ordenarse lo suficientemente bien como para que los dejaran entrar. Cuando se dio la conformidad para que la gente empezara a iniciar una caravana de despedida, muchos comenzaron a quejarse porque no se exhibiría a Selena. El cajón permanecería cerrado. En un principio a Belén no le molestó pues no estaba en sus planes precisamente ver a Selena en esa situación. Ella sólo quería despedirse y disculparse … Pero pronto circuló un plan que la inquietó: comenzó a decirse que Selena en realidad no estaba allí, que todo era una mentira, que todo era una farsa publicitaria vaya a saber con qué intenciones … Belén miró a Cristina con cara de asombro como diciéndole si eso era posible. Cristina se encogió de hombros, y se quedó mirando a las personas que gritaban y denunciaban a los Quintanilla de esta maniobra. Belén no podía creer que fuera cierto, pero deseó como nunca que esa farsa fuera verdad. Nada deseaba más Belén que ver a Selena a su lado, viva y sonriente a la vez. No importaba si era una farsa, no importaba si todo era pura especulación … Ya Selena les explicaría todo y ella sería feliz, como todo el mundo … La situación se había puesto muy pesada y muchos dijeron que no volverían a sus casas hasta certificar que Selena estuviera allí. Belén se alarmó. Ella no quería ver eso y menos aún confirmar esa posibilidad. De pronto, Cristina, muy compungida, le dijo: “No quiero que te hagas ilusiones, Belén. Mucha gente está como nosotros, desconsolada. Yo no creo en lo que denuncian, pero entiendo por qué lo hacen … Tienen nuestro mismo dolor … Y nadie quiere aceptar la realidad … hasta que no le queden otra que verla …Yo ya no sé si quiero ser partícipe de ello ... ¿Por qué no mejor verla así a cajón cerrado y listo? Tal vez sea mejor no verla si las cosas son así … Tal vez…”. Belén le hizo un gesto con el dedo en la boca para que callara y dejara escuchar lo que decían hasta que llegó alguien de seguridad que les dijo que, dada la sospecha que se había generado dirigida a la familia Quintanilla por no querer exhibir a Selena ante el público, el señor Quintanilla había decidido abrir el cajón para que la gente se diera cuenta de que todo era cierto y de que nada tenían que ocultar. Además, les manifestó que la Familia Quintanilla entendía el dolor y la consternación de la gente, y que sólo pedían que entendieran su dolor y su estupor. Por eso rogaba que volvieran a sus casas una vez que hayan visto a Selena y poder así elaborar el dolor con tranquilidad. Muchos celebraron la medida y se dispusieron a formar fila para ver y despedir a Selena. Belén se quedó petrificada. Cristina con lágrimas en los ojos la tomó del brazo y le dijo: “Vámonos, Belén. Es mejor llorarla en nuestras casas o camino a ellas. No tiene sentido seguir aquí. Yo no quiero verla en ese estado. Vine para despedirme y para cerciorarme de todo. Apenas podía despedirme viendo el cajón cerrado. Pero ya no lo necesito. Ya no deseo ver más. Esto para mí es tremendamente doloroso … Vamos, Belén. Salgamos de aquí. Ya pronto cerrarán el lugar y tal vez sigan mañana. En todo caso, volvamos si nos arrepentimos” … Belén, una vez más, se dejó llevar por Cristina, pero algo se le había pasado por su mente, algo se le había ocurrido hacer esa noche, algo que no sabrían ni Cristina, ni la gente del lugar, ni los mismísimos Quintanilla … Belén tenía ganas de decirle algo a Selena … a solas. Sólo debía tener valor y no decírselo a nadie, absolutamente a nadie … Belén se fue del lugar con Cristina a un lugar en el que estaban acampando otros fans y dormir un ratito. Cuando llegaron y encontraron un lugar, ambas se dispusieron a descansar aunque sea un poquito. Belén estuvo un largo rato mirando el cielo con lágrimas en los ojos hasta que notó que Cristina se había dormido … Había llegado el momento para Belén … Ése era el momento para encontrarse con Selena a solas… Belén espero un buen rato, el suficiente como para cerciorarse de que se habían dormido todos … o casi todos … Estuvo largo tiempo mirando la luna y Belén seguía llorando en silencio … Sabía que nada sería igual, que todo sería distinto luego de esa noche, que luego de la experiencia sufrida en esos días y en lo que viviría en breve sabría que ya era lo suficientemente adulta como para encarar los vaivenes de la vida. Nunca pensó que haría lo que iba a hacer … Ya era raro lo que estaba haciendo … Nunca quiso ir a ningún velatorio de nadie, ni de sus familiares ni de sus amigos. Le parecía no sólo triste sino inútil …¿Qué podía hacer allí en el medio de tanta gente llorando y de tantos familiares o amigos que sólo se juntaban para esa ocasión? Dolor de los que lloraban con sinceridad junto con los que acompañaban sólo de compromiso … Belén no quiso nunca estar allí … Prefería quedarse con el recuerdo de la persona que partió … bueno o malo, pero no verla inerte en el medio de gente que lloraba inútilmente. Más de una vez evitó ir a esos lugares con cualquier pretexto, con excusas inverosímiles … Pero esta vez era distinto … Se trataba de Selena … Y ella se quería despedir … a solas. No tenía miedo. Tenía dolor. Dolor de la certeza, dolor del mañana, de un día más sin Selena. Lo más lógico era huir de allí y quedarse con “fotos y recuerdos”. Quizá tenía razón Cristina. En un punto el espectáculo que se había armado para entrar a ver a Selena se había hecho inverosímil y patético. ¿Por qué uno se iría tranquilo a su casa después de ver a Selena en una situación en la que nadie la había visto, con una imagen que Selena nunca quiso y nunca imaginó que podía dar? Belén coincidía en un punto con Cristina … Ella no quería participar de ese encuentro y en esas condiciones. Lo hacía todo más doloroso y más horroroso, máxime cuando se enteró de que había fotógrafos y camarógrafos listos para sacar la foto “exclusiva” de Selena una vez abierto el cajón … Pero Belén sentía que tenía que estar, no en esa situación, sino en otra … Cuando notó que sólo se escuchaban a los grillos, se incorporó y adelantó su paso hacia donde estaba Selena … Vaya uno a saber si fue por inconsciencia, o porque pocos estaban cuidando el lugar pues daban por descontado que nadie entraría allí, pero lo cierto es que Belén avanzó sin prisa pero sin pausa hacia el lugar. Fue tomando atajos, caminos estrechos, atravesando arbustos y libustrinas sin que nadie, absolutamente nadie se le interpusiera en el camino. De pronto se encontró con un edificio en el que unos hombres cuidaban la puerta principal del lugar. Belén supuso que Selena estaba allí. Se dirigió al extremo opuesto del edificio hasta que vio casi a ras del piso una pequeña ventana. Se arrastró hasta allí y se dispuso a empujar la ventana para entrar al lugar. Notó que esa ventana estaba casi adherida al suelo, por lo que había que golpear duramente para ingresar, casi romper el vidrio, pero Belén temía hacer eso, por temor a ser descubierta por alguien. En vez de la fuerza usó sus mañas, por lo que movió varias veces la palanca de la ventana a uno y otro lado, y cuando pensaba que la tenía casi disponible le pegaba un pequeño golpe para que cediera. Al tercer intento, y para su asombro, Belén logró doblegar la puerta e ingresó cuidadosamente, ya que esa ventana estaba en lo alto de la habitación en la que se encontraba, por lo que tuvo que bajar lenta pero cuidadosamente por una pequeña escalera caracol para llegar al suelo. Cuando logró su cometido Belén sintió satisfacción pero miedo, miedo a lo que se iba a encontrar, miedo a lo que estaba buscando. Recorrió unos cuantos metros hasta que dio con unas escaleras grandes que la conducirían al cuerpo principal del edificio. Mientras subía por las escaleras en forma continua pero pesada, Belén tomó del bolsillo de su pantalón el autógrafo que le había dado Selena dos años atrás y lo sostuvo con las dos manos a la altura de su pecho. Así siguió su camino hasta que dio con la puerta de entrada. Puso su autógrafo en la mano izquierda mientras que con la derecha abrió lentamente la puerta. Ingresó casi sin mirar, observando un punto lejano en el techo hasta que bajó la vista y la vio … Pegó un grito pequeño, desgarrador mientras soltaba el autógrafo con el aire y se daba vuelta instantáneamente. Belén quedó arrodillada al piso y estuvo largos minutos llorando sin parar y cuidando de que nadie la escuchara … No hay peor cosa que estar tan dolido y no poder expresar todo el sentimiento en carne viva que carcome el Alma … Belén empezó a juntar fuerzas para parar de llorar. No era ése el momento. Apenas había asimilado la situación. Ya sabía que era cierto. Pero ella no estaba allí por ese tema. Por eso se reincorporó y se dio vuelta. La miró con la mejor de las sonrisas y con lágrimas en los ojos le dijo: “Hola, mi Selena. Soy yo … ¿Te acuerdas? Soy yo, Belén. La que te regaló aquella remera a rayas ¿Te acuerdas de mí? ¿Te acuerdas que me prometiste que la ibas a usar? Me puso contenta de que lo hayas hecho … ¿Sabes Selena? Yo … Yo vine a pedirte disculpas … Tal vez estés enojada conmigo … Lo puedo notar en tu rostro serio … Es que te fui a ver en Chicago y no te fui a saludar. Creí que no me necesitarías. Creí que no te acordarías. No tuve ganas de darme cuenta de cómo estaban las cosas realmente… Tal vez si lo hubiese hecho me hubiese dado cuenta de todo … Y te hubiese salvado … Me hubiese salvado … Tal vez no sea digna de tener esto. ¿Sabes lo que tengo? Tu autógrafo, ése que me diste a cambio de la remera, ése en el que me decías que me llevarías siempre en tu corazón y que esperabas que yo también te tuviera en el mío … Yo te tengo en mi corazón, pero eso lo sé ahora … cuando estás aquí pero ya no estás entre nosotros … Lo debí haber sabido entonces en aquel concierto de Chicago … Sí, ya sé, me dirás que sabes que te tenía en mi corazón esa noche, que incluso me habías visto y hasta saludado, que yo no me había dado cuenta, pero que tú lo habías hecho … Pero no, Selena … No estuve a la altura de las circunstancias … No estuve a la altura de tu Amor … Por eso quiero que conserves tu autógrafo. Al menos quiero que te lleves algo que sólo a ti pertenece”. Belén enmudeció y se fue acercando poco a poco a donde estaba Selena … Trató de no pensar la dimensión de las cosas, la certificación de lo que estaba viendo. Trataba de no mirar su cara, por lo que enfocó su vista en el vestido que llevaba puesto y notó con dolor que era el que había usado en los Tejano Music Awards de hacía tan sólo un mes y medio atrás … Belén se detuvo y recordó lo tierna que lucía Selena ese día con su peinado, su vestido y su encantadora sonrisa. Selena estaba contenta por todos los premios y porque cada vez recibía más reconocimiento y Amor de su gente. Selena lucía tan linda, tan vivaz, tan alegre, tan agradecida … Y ahora Selena era eso que veía, sólo eso … Belén se permitió ver a Selena en la cara … Su propia cara comenzó a transformarse, el dolor volvió a envolverle su cuerpo hasta casi hacerlo estallar y Belén no pudo contenerse. Corrió hacia ella y la abrazó bien, bien fuerte. Creía que la iba a sentir fría, pero no fue así. Sintió que latía, sintió que aún lloraba y sufría como ella … “¿Por qué, Selena, por qué te fuiste, por qué no nos avisaste, por qué no nos dijiste nada? ¡¡Por favor, por favor, vuelve, vuelve a vivir!! ¡¡Hay un mundo que está llorando por ti allí afuera!! ¿Los dejarás que lloren? ¿Eso es lo que quieres? ¿Quieres una vida para seguir? ¡¡Aquí estoy!! ¡¡Dile al Señor que me lleve a mí y ruégale regresar!! Selena, ¡¡sé feliz y haz feliz a la gente!! ¡¡Jamás aceptaré tu partida!! ¡¡Antes quiero estar muerta!! Por favor, Selena, perdóname, perdóname si te fallé, ¡¡pero vuelve, vuelve a mí, te lo ruego, te lo ruego, por favor!!”, lo imploró Belén mientras se quedó sin consuelo llorando sobre el cuerpo de Selena. De pronto unos guardias entraron alarmados y fueron a por ella. Belén ni se inmutó. Ya no le importaba lo que hicieran con ella … Ya no le importaba nada. Los hombres la tomaron con cuidado pero con firmeza y estaban por entregarla a las autoridades hasta que de pronto apareció el Señor Quintanilla y los detuvo: “¡¡No!! ¡¡No lo hagan!! ¡¡Yo vi todo!! Ella no quiso hacerle daño a mi hija … El daño se lo hicieron antes … Les pido que la suelten … Yo me hago responsable…”. Los guardias un tanto sorprendidos la soltaron y Belén más sorprendida aún se quedó inmóvil. El señor Quintanilla tomó el autógrafo de Selena y se lo dio a Belén: “Toma, esto es tuyo. Y no te mortifiques más. Sabes que Selena nunca te culparía por lo que le ha pasado … Igual, te entiendo perfectamente. Yo también me siento culpable, yo también me siento responsable, yo también siento que no estuve a la altura de las circunstancias … Pero ya de nada sirve darme por vencido. Ahora me queda una tarea más difícil que nunca imaginé que iba a tener que hacer … Asimilar que mi hija se ha ido y hacer todo lo posible para que la recuerden con Amor y con respeto, como ella hubiese querido …¿Crees tú acaso que lo pueda hacer? ¿Crees que puedas ayudarme acaso en esta tarea?”, le dijo el padre de Selena mientras la miraba fijo a los ojos y acariciaba su cabeza tiernamente. Belén le dijo que sí bajando la cabeza en forma silenciosa. “Pues bien. Yo no te digo que no la llores pues yo lo vivo haciendo aunque no parezca … Pero tenemos mucho por hacer y de nada servirá que terminemos a los llantos sin hacer nada y lamentándonos. Quiero que nos mostremos enteros ante todos para mostrarles que por el recuerdo de Selena haremos todo lo que esté a nuestro alcance aunque las fuerzas flaqueen ¿De acuerdo?”. Belén volvió a asentir en silencio. “Entonces sólo te pido que me acompañes en este esfuerzo. Yo entiendo tu dolor. Por eso cuando te vi llorando ante Selena diciendo que te sentías culpable no quise interrumpirte. Era mejor para ti que expresaras todo lo que sentías por ella. Sabía que no habías venido a hacerle daño. Podría regañarte, podría pedir que te detengan por entrar a este lugar de ese modo, pero tu causa era noble. Ahora debes marcharte. Supongo que lo entenderás … Sólo nos queda muy poquito tiempo para despedirnos de ella … sólo la Familia … Si quieres puedes volver pero con el público en general para despedirte a la distancia, pero nada más. ¿Pero sabes qué es lo más importante que hagas? Que difundas su obra, que la recuerdes como artista y como persona … Por eso lo primero que tienes que hacer es conservar este autógrafo. Ésta es una muestra cabal de lo que era mi hija…”. Belén se sentía en falta y por eso no hablaba. Sentía que el señor Quintanilla tenía razón en todo y así ella no sentía que no podía decir más nada. Por eso sólo tomó el autógrafo y lo abrazó fuertemente, le dijo que lo sentía mucho y que haría lo que él le pidió. Mientras abrazaba al padre de Selena pudo ver que debajo de sus infaltables anteojos se le caían unas grandes lágrimas. Se apartó de él en silencio, como respetándole su deseo y su sentir, y salió para la puerta. Antes de abrirla, el señor Quintanilla le volvió a insistir: “Recuérdalo, niña, recuérdalo bien. Si la quieres a Selena sólo haz algo por su recuerdo todos los días. Ella te sonreirá, donde quiera que esté…”. Belén le dio un largo beso, le sonrió mientras bajaba la vista y se fue una vez que el padre de Selena le abrió la puerta. Una vez afuera fue hacia la fila de gente y se encontró con una Cristina nerviosísima corriendo de un lado a otro hasta que la vio a Belén venir y abrió bien grande los ojos. “¿Pero dónde te habías metido, Belén? Creí que te habías escapado pero alguien me dijo que todavía estabas por aquí…”. Belén dio cuenta de que ni aún creyendo que uno se va de un lado con el mayor de los sigilos quiere decir que no haya al menos dos ojos observando sus movimientos. Pero en ese momento a ella nada le importó y sólo abrazó a Cristina en silencio mientras miraba a lo lejos con profunda tristeza y paz. “¿Qué? ¿Has visto a Selena?”, le preguntó Cristina con voz bien bajita. Belén asintió en silencio. “Sí, la tenía que ver. Fue muy duro y terrible. Luego te contaré más o bien sólo lo que quieres que te cuente … Si tú quieres ver a Selena, ve con los demás, que yo te espero. Por mí ya no hay problema”, le dijo a Cristina. Pero ella se negó rotundamente. “Ya te dije que así no la veré. No podré soportarlo…”. Belén le iba a insistir pero entendió su sentir. Cada uno debe hacer lo que mejor le parezca y lo que expresen sus sentimientos más genuinos. De hecho, ella nunca hubiese hecho lo que hizo pero en este caso su corazón le dictó que fuera así. Aun así quería que su amiga del tren se quedara con algo de Selena: “Toma, Cristina. Éste es un autógrafo que me había dado Selena hace dos años. Pensé en devolvérselo hace un instante, pero al padre de Selena no le pareció apropiado. No necesito conservarlo. Tengo que hacer en todo caso lo que dice en ese papel. Pero el autógrafo ... Quiero que al menos te lleves de aquí la mejor impresión de Selena…”. Cristina la abrazó y ambas lloraron en silencio. Ya no había motivos para gritos histéricos. El futuro había llegado y había que asumirlo, aunque nunca, nunca se pudiera olvidar a Selena, aunque se la llorara siempre, aunque se la esperara todos los días. Ambas se fueron abrazadas del lugar. Era hora de regresar a casa. Era hora de asumir la vida sin Selena... De pronto Belén se estremeció. Vio a su padre venir hacia ella. Pensó en lo que había pasado al venir para aquí e intuyó lo peor. Estaba petrificada, pero, para su sorpresa, su padre se detuvo ante ella y le dijo: “Vine hasta aquí sólo para disculparme de ti. No fuimos en la familia considerados contigo en todo este tiempo y menos con tu admiración a Selena … Tuvo que pasar esto para darnos cuenta ... Quiero que sepas que las puertas de tu casa siempre estarán abiertas y que esperamos que vuelvas cuando termines de despedir a Selena…”. Belén recibió el abrazo y el beso de su padre que siempre esperó y no pudo dejar de quedarse emocionada .... Esto también era obra de Selena .... Belén le dijo solemnemente que era hora de regresar y le pidió si podían llevar a su amiga Cristina que vivía en un pueblo bien cercano a ellos. Su padre aceptó gustoso y Belén se dispuso a partir. Cuando estaba por subir al auto, Belén se detuvo por un instante y miró alrededor. Quiso registrar muy bien en su mente y en su corazón lo que estaba viendo y viviendo. Sentía que un viento frío le cortaba la cara en un cielo totalmente gris y la sensación que sentía era la más absoluta y genuina representación que le provocaban este nuevo tiempo, un corazón roto, una vida que se va, millones de personas que lloran. Belén vio todo y se dispuso a recorrer el camino más duro del duelo, pero sin quedarse quieta llorando ... Cuando ya se iban escuchó Belén que alguien la llamaba a los gritos: “¡¡Belén, Belén!! ¡¡Aún no te vayas!! ¡¡Tengo algo para ti!!”. Belén no lo podía creer …. ¡¡Era A.B!! “Pero A.B. …¿Qué haces aquí? ¿Y cómo me has reconocido? ¿Cómo es que…” ... “No digas nada” -la interrumpió A.B.- “Antes que nada, ¡¡no se lo digas a mi padre!! … Yo te vi hace un ratito cuando le hablabas a Selena. De pronto apareció mi padre e iba a sacarte de allí … Yo le hice entender que no te molestara, que escuchara lo que decía, que iba a entender por qué. Como mi padre comenzó a llorar, le propuse que cuando se animara se dispusiese a contar lo que sentía en ese momento … Luego vinieron los guardias y él se encargó del resto … Yo sólo vine a dejarte unos fotos de Selena … que se iban a usar en el disco que estaba haciendo Selena en inglés ... Consérvalas tú ... Sé que estará en buenas manos. Sé que tú las cuidarás, porque me di cuenta de cómo quieres a mi hermana…”, le confesó A.B. mirándola con una sonrisa que era una mueca de su profunda tristeza … Belén pudo ver unas hermosísimas fotos de Selena con su pelo largo suelto con flequillo y su aire sensual expresadas en su mano llevada a su cuello. Belén se imaginó lo que pudo haber sido pero que ya no sería … Vio en aquellas fotos lo que Selena se había convertido y en lo que sería sin duda. Casi sin dejar de mirar las fotos se abalanzó sobre A.B. y sólo pudo llorar bien, bien fuerte. Mientras lo abrazaba podía sentir la enorme tristeza de su hermano que aún no podía entender lo que había pasado y que seguramente nunca lo entendería jamás … “Cuídate, sólo cuídate … Y gracias por haberme escuchado…”, le dijo tiernamente Belén mientras A.B. le daba un enorme beso y se iba despaciosamente saludando al aire para darse vuelta y salir casi corriendo del lugar … Belén le dio la orden a su padre y se quedó mirando a sus espaldas junto con Cristina cómo se alejaba de todos y de todo … Cómo se iba una etapa y venía otra. Se habían ido los tiempos felices. Ahora era la época de la tristeza y del dolor, de ser fuertes y de no resignarse, de pelearla hasta el final aunque esté todo perdido. Pero a pesar de tantos reveses y sinsabores, Belén prefería quedarse resistiendo el paso del tiempo y el dolor. Al menos estaría cerca de Selena o sentiría que ella se encuentra al lado suyo observándola. Nunca volvió a ser feliz, pero Belén siempre guardó una sonrisa, una sonrisa por si Selena volvía, una sonrisa para cuando Selena le agradeciera por llevarla siempre dentro de su corazón… (Nunca se podrá asimilar la partida de Selena … Nunca … Ni el paso del tiempo, ni el olvido ni el aferrarse a los recuerdos bonitos, porque lo que dejó Selena en los corazones que ella marcó para siempre nunca podrá borrarse ni olvidarse. Por eso no hay resignación ni aceptación posible … Sólo hay luchar, trabajar, dar lo mejor de sí para que su estrella nunca se apague … En definitiva, hay que ser como Selena a la hora de estar a la altura de las circunstancias, a la hora de saber querer a un ser tan maravilloso como Selena…) Por eso siempre te lloro, Selena … Pero también te recuerdo para que esas lágrimas tengan una sonrisa al final de cada día, cuando uno esté satisfecho por el deber cumplido y el Amor entregado para que tú puedas sonreír sabiendo que nadie se ha olvidado de ti, que todos te recuerdan pues es imposible olvidar a una artista única, a una mujer irrepetible, a un ser distinto que Dios sólo nos dejó ver un ratito para demostrarnos su existencia… Te recuerda con Amor… Sergio Ernesto Rodríguez (Buenos Aires, Argentina)

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