No quiero irme sin decirte lo que siento, Selena…

Hace diez años que ha pasado todo … Lo puedo certificar ahora que veo semejante concierto en homenaje a esa extraordinaria artista … Lo puedo ver cuando mi contrincante en aquel famoso juicio, el Fiscal Carlos Valdez, acaba de sacar un libro narrando aspectos controversiales de aquel juicio a mi defendida … ¡¡Qué lejos ha quedado todo!! … ¡¡Qué tan cerca uno ha quedado de ciertas cosas!! Sé que no me falta mucho para que me llegue la hora y necesito aunque más no sea escribir algo para contribuir a reparar en algo el tanto daño que se le ha hecho a Selena … ¡¡Qué crueles somos los abogados!! Decimos defender la verdad y afirmamos que venimos a hacer justicia … Y muchas veces no hacemos eso … Sí, me dirán que cómo decimos eso, que cómo un hombre tan prestigioso del área de justicia puede decir que los abogados somos despiadados ... Es que cuando uno le va tomando el gustito a la profesión, cuando el prestigio nos lleva a querer ganar casos más que ser ecuánimes, cuando la devoción por armar la estrategia para convencer a un jurado nos convierte en virtuales actores, allí perdemos el camino que nos llevó a esta profesión. Y el prestigio … el prestigio es utilizado por muchos para ser usados en casos difíciles, en los que las posibilidades de ganar son pocas o nulas. El prestigio, el buen nombre, el honor, ¿para qué están?, ¿para qué sirven?, ¿al servicio de qué se encuentra? Conforme fui ganando casos, fui haciéndome de un nombre que servía para ser nombrado cuando había que defender alguien importante o resolver casos indefendibes … Pasé a ser eso. Una especie de “curaenfermos”, “manosanta” o evangelista. Me llamaban para eso. La verdad no importaba, la justicia tampoco. Había que ir a salvar alguien, había que salvaguardar algo, había que proteger al sistema … De eso se trató cuando me asignaron el caso de esa mujer que mató a Selena. Permítanme que casi no la nombre o, como mucho, que diga su apellido, pero es que lo que vi y viví durante el juicio y lo que pude apreciar de esa mujer en sus declaraciones luego de la condena y aun hoy fue muy difícil de asimilar y de entender. Vivimos una época muy particular en la que más que nunca había que guardar las formas y las apariencias. Los Estados Unidos habían sido sacudidos por el caso O.J. Simpson y más aún zamarreados en la resolución del caso. Por más que se tratara de uno de los más afamados y queridos ídolos del fútbol americano, todos estaban convencidos de su culpabilidad, y si debía ser exonerado debía ser con argumentos convincentes, sólidos y creíbles … Nada de eso pasó y todo fue un escándalo. Nadie se salvó, pero a muchos no les importaba si eso les pasaba con tal de que no hubiera una gran y justa condena … Empezando por el mismísimo O.J. … Lo cierto es que la Justicia quedó en la mira de todos y ningún Estado del país se salvó. Cuando se supo de lo que había sucedido con Selena, todos temieron que una vez más los que íbamos a administrar justicia les fallaríamos otra vez. Ya se hablaba de “El Caso O:J. Simpson 2”. El Estado de Texas miraba con preocupación lo que estaba pasando y lo que iba a suceder en el futuro. De pronto se encontraron con que eran el centro de la atención y de que millones de hispanos depositaban sus ojos en ellos. Habían cometido una crueldad con Selena y tenían que hacer como que no lo sentían para dar un juicio que, a los ojos de todo Estados Unidos y alrededores, sonara como un proceso justo. Pero nosotros, los hombres de leyes, nos basábamos en ese viejo principio romano en el cual se decía que no sólo había que ser sino parecer … De pronto el Estado de Texas sentía un profundo dolor porque le habían arrebatado su más dilecta hija y no sólo debía actuar como si nada hubiese pasado sino que debía darle la mayor de las garantías para que la acusada tuviera la tranquilidad de que tuviera un “juicio justo”. Todos podían percibir que la magnitud del crimen y la impresionante fama de la víctima habían hecho que miles de cámaras estuvieran listas para transmitir todo lo que iba a ser el juicio a esa mujer, del mismo modo que estuvieron listas para tomar todas las imágenes que registraran la magnitud de un fenómeno que todos lo veían pero que recién tomaron conciencia cuando ya no tenían a Selena entre ellos. De pronto todos los implicados pasaban a ser el centro de este nuevo escenario .... Jueces, periodistas, cronistas, la acusada, la familia de Selena, la familia de esa mujer pasaban a tener el papel preponderante en esta triste historia. En ese contexto me asignaron la misión de defender a esa mujer, y esa elección, claro está, no fue fruto de la casualidad. Desde el más alto rango del Estado de Texas del gobierno mismo de los Estados Unidos había surgido la orden de que debían dar las garantías y las imágenes de que todo sería justo e imparcial, de que nadie se dejaría llevar por el pedido furioso de los fans de Selena de que debían sentenciar a esa mujer ya mismo… No … Había que dar la mejor impresión desde el vamos y con esa finalidad me asignaron el papel de la defensa … ¿Qué mejor muestra de transparencia que poner a uno de los mejores abogados de Texas, según ellos, en la defensa de esa mujer? Yo acepté el reto, pero como pensaba en ese momento, lo viví como un desafío, como una prueba más que debía sortear para seguir con buena reputación. De ningún modo pensé en Selena, aunque la admiraba como todos los texanos, aunque más distantemente. Sólo debía avocarme en la defensa de la persona que la atacó y para ello debía abstraerme de lo que había sucedido … Gran error. Gran error que pagaría caro, muy caro. Después de tomar plena conciencia de cómo habían sucedido las cosas, lamenté no haber apreciado esa flor que se había marchitado tan pronto y que nos había dejado semejante legado para apreciar y aprender. Sé que no tenía muchas alternativas, pero no hubiese podido con mi conciencia si dejara este mundo sin admitir que estaba defendiendo un monstruo que se había llevado un ser de luz que sólo daba alegría y un ejemplo de vida. Nada más terrible que ver en un caso en qué nos convertimos muchos abogados, más allá de nuestro prestigio: en meros empleados que deben tener viveza y la mejor estrategia para ganar al “enemigo”, que es la otra parte. Y cuanto más se gana, mejor. Dejamos de velar por la justicia, dejamos de ser ecuánimes. Nos olvidamos de lo que perdimos para evitar comentarios insidiosos. Estaba más que claro que no debíamos ser como los fans de Selena, que no debíamos dejar de influirnos, ni por su sentir ni por sus pedidos. También teníamos más que claro que más allá de nuestros preconceptos, prejuzgamientos y pensamientos, todos son inocentes hasta que se demuestre lo contrario y que todos tenemos derecho a una defensa. Todo eso era cierto … Tan cierto que no nos podíamos abstraer de quién fue la víctima y de lo que representaba. Y no se trataba de dejarnos llevar por el contexto de lo que sucedía en las calles o en los Tribunales, o de ver y apreciar de lo que significaba Selena ... No ... Simplemente se trataba de ver que, más allá de los argumentos y de los vericuetos legales, le habían quitado todo a una mujer de 23, casi 24 años, con todo por hacer, con tanto logrado y con un porvenir brillante. Se trataba de una mujer talentosa y muy querida. Y ese reconocimiento y ese Amor se expresaban afuera de los Tribunales. Podíamos prescindir de lo que pedían, podíamos hacerles ver que no se trataba de que ellos ejercieran un poder que no les correspondía … Pero era imposible no darse cuenta de lo que les dolía a todos. Yo tarde lo admití, cuando sé que ya no me queda mucho tiempo … Con el tiempo me di cuenta de que el don y la bondad de Selena estaban por encima de todos nosotros, y que eso perduraría para todos y no nuestra “fama” circunstancial … ¡¡Qué tontos fuimos. Qué tontos fueron tantos!! Por esas épocas jueces, periodistas, deportistas y analistas firmábamos autógrafos y nos creíamos reyes porque todas las cámaras y todos los micrófonos se dirigían a nosotros ... ¡¡Qué tontos fuimos!! … Si todos los medios estaban allí, si toda la gente estaba allí no era por ninguno de nosotros. Si todos estaban allí, era por Selena. Se podía respirar su presencia, se podía respirar su ausencia. Aún costaba creer que pocos meses antes había dado su tercer concierto memorable en el Houston Astrodome, y menos se podía creer que no lo iba a poder dar nuevamente en febrero de 1996 … La gente estaba allí por Selena. La gente estaba allí pues aún no podía aceptar su ausencia … Aún en este 2005, a diez años de su ausencia se sigue sin poderlo creer. Lo vi y lo sentí en ese homenaje que se le hiciera hace muy poquito. Lo vi y lo sentí en ese libro de mi colega y de mi contrincante en aquel juicio. Ellos sólo querían ver que al menos la asesina tuviera un castigo justo. Nosotros sólo queríamos quedar con la imagen de un juicio justo. En aquel juicio bochornoso, la figura era sin duda O.J. y estaba presente en el estrado. En este juicio la figura principal estaba ausente y era la víctima. Y mientras la gente lo recordaba siempre, nosotros estábamos en nuestro mundo, en un mundo en el que nos creíamos amos y señores. El tiempo se encargó de decirnos quién era la figura principal de esta historia y quiénes sólo participábamos como personajes secundarios. Si yo hubiese actuado a la altura de las circunstancias, me hubiese apartado de mi rol de defensa y hubiese cometido un acto más de justicia en honor y reconocimiento a esa gran artista que fue Selena… Cuando fui a entrevistar a esa mujer, quedé pasmado. Fui como para conversar con alguien que podría venírseme encima en cuanto me viera para rogarme que la sacara de ese lugar en el que ella no tenía que estar pues nada había hecho … Estaba preparado para tener esa escena y hasta me había armado mi propia estrategia para llevarlo adelante y sacar la mayor información posible que me permitiera elaborar mi mejor defensa … Pero lo que hallé fue algo tremendamente distinto de lo que me imaginaba … Me encontré con un ser frío y calculador, que sabía no sólo muy bien lo que había hecho y que no estaba arrepentida para nada. Y más aún, conforme avanzamos en nuestra conversación, ella me fue diciendo, explicando, admitiendo, y más aún confesando sin ningún tapujo, que ella lo había planificado todo, que no iba a permitir que el padre de Selena se quedara con la suya, que la dejara de lado, que la apartara de Selena, que lo hizo porque ella no le dejó alternativa, que lo tuvo que hacer cuando todos sus intentos por defenderla de los “ataques” de su padre fueron en vano. Me dijo que hasta último momento había hecho muchos intentos de hablar con Selena para que ella “recapacitara” y se pusiera de su lado, pero como ella le decía que no, y fue terminante aquel 31 de marzo, decidió hacerlo como el mejor castigo que podría recibir su padre. Me dijo sin ningún problema y sin ninguna vergüenza que Selena no iba a seguir sin ella, que ella había dado todo por su éxito y que de ninguna manera permitiría que pasearan su fama sin ella. Y me dijo terminante: “Por eso doctor lo hice y lo planifiqué todo. Me basé en un capítulo de Columbo, uno que llegué a ver paradógicamente con el Señor Quintanilla, que era fanático de la serie, y que creo que fue el primero de la primera temporada. Desde unos días antes del 31 de marzo le pedía que viniera sola, así le explicaría ‘le verdad’ de lo que estaba pasando. Me costó convencerla. A ella no le gustaba reunirse a solas y a escondidas de su familia. Sentía que los estaba engañando y eso no lo soportaba ... Pobre, Selena ... Yo no era como ella ... Como mucho el día anterior, el 30, había venido con su esposo y lo hizo esperar en la puerta de mi habitación del motel Days Inn mientras hablábamos. Pero yo insistí en vernos a solas. Discutimos. Ella se fue enojada. Yo la llamé varias veces por el beeper insistiéndole en que volviera. Casi lo logro, pero Chris intervino y hasta habló conmigo para que no insistiera y dejara todo para el otro día ... Pobrecitos ... Nadie sospechaba nada. Sabía que iba a venir. Allí elaboré el plan. Haría una coartada perfecta. Yo insistiría en que me habían querido violar y que necesitaba que me acompañara al hospital. Yo no iba a dejar que me revisaran pues mi plan podría frustrarse. Como verá, doctor, yo sé de leyes, como usted. Mi condición de enfermera me hizo saber que estando en Corpus Christi, diciendo que me quisieron violar en Monterrey y yo siendo oriunda de San Antonio, no habiendo denuncia sólo podían obligarme a la revisación en San Antonio o en Monterrey. No aquí, en Corpus Christi, si yo no quería. Pronto me dejarían salir y yo tendría una excelente coartada. Me habían visto con Selena acompañándome en el hospital ese día. Todos se preguntarían: ¿cómo querría hacerle daño si una estaba ayudando a otra a la vista de todos? Por eso, cuando volvimos, hice el último llamado de atención por si ella, de última, cambiaba de opinión. Como fue terminante y se disponía a marcharse, eché a rodar el plan. Le disparé. Pero surgió lo imprevisto. Ella, vaya a saber cómo, salió del lugar. Por un momento pensé que estaba todo perdido y, jugada por jugada, salí para terminar todo de una vez, ya que temí al pensar que había errado el disparo. Pero cuando fui tras ella, vi la sangre … Bajé el arma y dejé que se fuera. Todo estaba concluido. Era cuestión de tiempo. Pero tenía que enmendar lo que había fallado … Volví a mi habitación. Sabía que tenía poco tiempo para elaborar una nueva estrategia. Decidí seguir con el plan. Me fui al garaje del hotel en el que estaba mi camioneta. No me iba a escapar pues eso me pondría en culpable sin más. Opté por parapetarme amenazando con que me iba a matar y que había hecho algo terrible … Con la excusa de tener encendida la radio para comunicarme con los policías que trataban de disuadir en mi intento, esperaba escuchar la confirmación de la noticia. Cuando me enteré empecé a decir que todo fue un accidente y que la culpa la tenía el Señor Quintanilla. Era mi plan original, pero eso lo iba a hacer en mi habitación, previo gritar y llamar al 911. Mantuve la farsa del suicidio hasta que me aseguré de que atendieran mi pedido. Lo demás es historia conocida. Sólo espero que usted haga lo posible, hasta lo imposible, por sacarme de aquí inocente…”. Enseguida tomé papel y lápiz y me dispuse a escribir buena parte de sus “argumentaciones” para empezar a diagramar mi estrategia. Juro que si hubiese sido por mí le hubiese dicho que lo sentía mucho, que prefería abandonar el caso para que lo tome alguien más competente, pero no lo podía hacer, ya que había muchas presiones para que yo fuese la cara de la defensa justa, del juicio ejemplar, del castigo o inocencia inapelable. Si no hubiese ocurrido lo de O.J. Simpson muy poco antes, tal vez casi nadie hubiese reparado en el juicio. Pero el país estaba muy impactado por la resolución del caso del famoso y hasta allí querido futbolista, y lo que le había pasado a Selena ... Recién allí reparé en que el poder de los medios de comunicación era lo suficientemente fuerte como para que alguien de New York siguiese un acontecimiento de Texas o alguien de San Francisco se interesara en lo que estuviera pasando en Penssylvania. En el caso de O.J., al principio todo tenía sentido pues él era un ídolo mundial y todos querían saber qué había pasado realmente. Allí la gente comenzó a mirar la televisión para saber lo que pasaba hasta que un día todo el mundo se sentó en sus casas, en sus oficinas, en un bar, en un local de venta de electrodomésticos para ver la insólita huida de O.J. y la policía persiguiéndolo por detrás. Recuerdo que un amigo mexicano estaba como loco. Es que justo en Estados Unidos se estaba desarrollando el mundial de “soccer” y en nuestro país casi no se le dio atención. Para nosotros el verdadero fútbol era el que practicaba, paradógicamente, O.J. Lo que el mundo decía que era fútbol nosotros lo llamábamos despectivamente “soccer”. Lo cierto es que en el medio de un partido de ese mundial las televisoras del país que estaban transmitiendo uno de esos partidos cortó la transmisión para pasar a mostrar las imágenes de esa persecución policial a O.J. Simpson. Mi amigo seguía gritando y pidiendo que le devolvieran su partido, pero fue en vano. Desde ese día y hasta la resolución del juicio todos los medios hablaban de eso y estaban en todos lados. Por eso cuando se declaró la inocencia de O.J. se desató un escándalo. Todos parecían saber mucho más de lo que podría saber el jurado. Y la gente quedó muy mal luego de semejante cobertura. Por eso, cuando sucedió lo de Selena hubo una orden muy precisa para el juicio a mi defendida: que los medios sólo podían transmitir bien fuera del recinto y que el juicio no se debía hacer en Corpus Christi, pues era casi obvio que la gente de la cual mucha vio crecer a Selena la iba a querer linchar a esa mujer. Recuerdo que hubo muchas negociaciones hasta que se decidió que el juicio fuera en Houston, pues dentro de las ciudades importantes de Texas, ésta no tenía gran cantidad de hispanos … Era curioso … Todos tenían muy en claro que a Selena se la podía relacionar solamente con lo hispano, pero no era tan así. Era cierto que Selena había calado hondo en la comunidad latina de Estados Unidos, México y Centroamérica, pero muchos “gringos” habían reparado en ella y sus logros eran muy comentados. Era de hecho en esa época la artista latina más famosa de los Estados Unidos, junto con Luis Miguel …También los gringos sabían de que sacaría un disco en inglés y de sus interpretaciones en vivo de muchos temas tanto hispanos como de habla inglesa. Por eso no me sorprendió cuando luego de lo ocurrido a Selena la revista “People” sacara dos ediciones del número especial dedicado a su recuerdo y los agotara. Y que por ello se diera cuenta de que había un mundo latino que no se había tenido en cuenta y que Selena había abierto la puerta para que fuera al menos visto. A tal punto fue así que enseguida “People” sacó su revista “People en español” y fue un éxito. Pero muchos lo atribuyeron a la cantidad de latinos, todos fans de Selena, que lo habían comprado … Pero para mí no había sido así. Yo recuerdo que muchos anglosajones habían quedado muy shockeados por lo sucedido, un poco por el caso y otro porque tenían idea de quién era Selena. Yo estoy seguro de que muchos no latinos compraron alguna de esas dos ediciones de “People”. Selena se había convertido en una leyenda sin quererlo, sin imaginarse ni su final ni su destino. Pero la cuestión es que en esa época todos comenzaban a vivir algo que es muy corriente hoy día, que es estar conectados al instante con lo que pasa en todo el mundo. Lo podía ver por el seguimiento del caso de O.J. Lo viví por la repercusión de lo sucedido por Selena. Y encima este hecho unía ambos acontecimientos, y el caso viviría y sentiría las consecuencias. Y mientras se debatía en cómo encarar el juicio en función de que Estados Unidos vería con recelo cómo la Justicia resolvería y trataría el caso “Selena” y que no toleraría que se repitiera lo de O.J., un hecho nos mostraría cómo debíamos acostumbrarnos a las nuevas circunstancias. Cuando Texas estaba despidiendo a Selena, al famoso conductor de radio de Nueva York, Howard Stern, no se le ocurrió mejor idea que ridiculizar a Selena y hablar con mofa de los latinos y de los mexicanos. Sin duda alguna Howard Stern no reparó en que si él mismo a tres días de la partida de Selena se estaba ocupando de la muerte de una mujer tan lejana en su vida y de muchos neoyorquinos era porque todo el país estaba impactado por lo sucedido. Howard Stern lo vivió en carne propia cuando poco tiempo después una organización latina fue a pedirle explicaciones y a exigirle que pidiera disculpas. Y el rebelde conductor, seguramente por asesoramiento legal, no sólo tuvo que leer un comunicado pidiendo disculpas sino que lo tuvo que leer en español. Creo que Stern, tal como les había pasado a los editores de People, los sorprendió que lo que hacían en sus ciudades tuviera tanta repercusión en otras y que lo latino fuera tan fuerte e influyente en su país. De pronto por TV nos enterábamos de cosas que no nos hubiésemos imaginado antes. Yo mismo me quedé impactado cuando observé que caravanas de gente que provenían de lugares inimaginables venían para despedirse de Selena. Aquí en Texas todos la queríamos y le teníamos mucho aprecio, pero ni se nos ocurrió que tuviera tantos fans y que vinieran de tantos lugares impensados. Por eso muchos pensaron que lamentablemente Selena se hizo famosa por su trágico destino, pero no fue así. Por los medios nos enterábamos de ese fenómeno popular que había echado raíces hacía mucho tiempo, sólo que antes no estaba registrado. El espíritu latino estuvo presente desde mucho tiempo atrás, sólo que tuvo que venir alguien como Selena a representarlos como nadie y expresar sus sueños, sus anhelos, su obsesión por triunfar en la “tierra de las oportunidades”. Creo que recién después del 31 de marzo fuimos conscientes de muchas cosas, de que nos despertamos de otras, de que un mundo nuevo nacía. Y yo ahora estaba frente a esa mujer que me decía la peor de las barbaridades … Y encima se la veía tan tranquila y tan servicial no sólo conmigo sino con todo aquel que se le acercaba … Si no fuera por imposición y porque había que hacer buena letra yo no hubiese seguido. Tuve que hacer mucha fuerza para tomar éste como un caso más en el que sólo debía limitarme a hacer mi trabajo lo más decente y correctamente posible. De última no era más que otro caso: tuve que defender a gente peor y mirar para un costado más de una vez para no ver lo que podía perturbar mi conciencia y mi salud … Pero se trataba de Selena … Y conforme pasaban los días, y veía el Amor y el llanto de la gente, la difusión de su música, su figura puesta en cuanto lugar hubiera en todo Texas y en tantos lugares de Estados Unidos y de México, más me costaba mirar a esa mujer. Traté de fijarme en un objetivo, que era ensalzar su figura a pesar de lo ocurrido … Es cierto que eso lo debía hacer como medida estratégica para que mi clienta no apareciera como que era contraria al sentimiento generalizado, pero también era una decisión que me permitía expresar mis sentimientos a una mujer realmente excepcional, que sin duda hubiese llegado lejos, muy lejos, si no fuera por esa psicópata que encima tenía que defender yo … Todavía trataba de entender bien por qué lo había hecho cuando le pregunté si cuando la apresaron ella se había declarado culpable por “motu proprio”. Ella me dijo que le hicieron firmar algo que no sabía de qué se trataba. Con eso supe que tenía una estrategia para el juicio. Más que indagar sobre el crimen, había que desviar la atención y probar que a esa mujer no le habían hecho procedimientos legales para que confesara su culpabilidad, que no le dieron la posibilidad de llamar a un abogado ... Sí ... Era una buena estrategia que pondría en jaque el mayor argumento de la Fiscalía, que se basaba, fundamentalmente, por la confesión de mi defendida. Sabía que podría torcer el rumbo del juicio y que la gente sólo hablara de lo que yo imponía para debatir. Yo en realidad no quería defenderla por lo hecho a Selena. Eso para mí no tenía defensa alguna y ni mi conciencia quería encarar esa posibilidad… Fue muy difícil para mí sobrellevar los primeros días del juicio … No por las presiones mediáticas. Eso era lo de menos. Lo que me empezó a presionar era el clamor de la gente. Uno podía compartir o no sus pedidos, uno podía entenderlo o no, uno podía salir a preguntarles qué representaba Selena para ellos, por qué la querían, por qué se sentían tan identificados con ella, qué esperaban que el juicio redimiera. Pero no tenía sentido hacerles preguntas concienzudas y lógicas frente a tanto sentimiento, frente a tanto Amor, frente a tanto dolor, frente a tanta incomprensión. Esa gente en un punto no había caído en lo que había pasado y creo que tampoco quería caer. Hacerlo significaba aceptar una realidad que no querían admitir. Y eso me ponía mal, realmente muy mal. Me preguntaba qué sería de ellos cuando todo hubiese acabado, cuando se cumpliera la justicia que ellos creían que debía darse. Cualquiera que fuese la resolución, no quería llegar a ese día. Si nosotros ganábamos y mi clienta salía en libertad, ni quería pensar en lo que podría pasar, pero lo bueno, si es que había algo bueno en este caso, era que la gente iba a sentirse con ganas de pelear por algo, sentirían que Selena estaría allí con una sonrisa y a la vez con lágrimas de súplica esperando algo de ellos, que al menos su figura no fuera manchada y que mi clienta recibiera un justo castigo. Pero a la larga todo terminaría, ese día iba a llegar, como en el caso en el que mi clienta resultara culpable. Todos celebrarían, todos festejarían, como nunca cantarían los temas de Selena, sentirían el placer de que se hizo justicia, pero después … después sentirían la ausencia de Selena, sabrían que ella sería todos los días sólo un recuerdo cada día al despertar. Tomarían conciencia de que aquello que ocurrió el 31 de marzo fue cierto nomás y eso sería devastador. Me di cuenta de que conforme pasaban los días, más me generaba culpa estar en el lugar de defensor. Podía disimularlo ante las cámaras, podía realizar sin problemas y con total frialdad mi tarea de abogado defensor, pero por dentro todo era más que difícil. Fue triste, porque como nunca sentí que lo único que convocaba, lo único que acaparaba la atención de la Sala, de los medios, del “ambiente tribunalicio”, de la gente, del periodismo, era Selena. Al principio en la sala de audiencias lo que más me había llamado la atención era la solemnidad, el ambiente sombrío para aparentar que este juicio sería “en serio”, que no sería una farsa, que se haría justicia y que a mi clienta incluso se le daría más que las garantías normales para que no hubiera ninguna duda sobre su condena o inocencia. En el ambiente flotaba que la sentencia no sería otra que la culpabilidad, que nadie quería riesgos de que cualquier vericueto legal la llevara a la libertad y con eso a la convulsión social. “A nadie le conviene eso”, se decía en el ambiente y eso me daba náuseas, más porque uno podía sentir que esa figura principal, la única protagonista de esta historia, la figura que nos había convocado, estaba ausente y a la vez presente. Yo le había dado la orden a mi cliente de que no hablara. Y no me quedé sólo con ese pedido. También le pedí que ni hablaran los familiares. Sabía de la satisfacción de mi clienta por lo que había hecho y que no se sentía arrepentida para nada. También sabía que su familia sólo haría lo que les dijera ella ... Era increíble todo ... Yo sabía que el padre de Selena, a esa altura de las circunstancias, era acusado como un hombre tiránico y que su familia sólo hacía lo que él quería. Incluso yo mismo utilicé ese argumento para insinuar que esa actitud precipitaron los hechos y allí estaban las grabaciones de mi clienta parapetada en el garaje del Days Inn como prueba de que lo había acusado de haber generado toda esta desgracia … Pero lo que me resultaba paradógico era que nadie había advertido que en la familia de mi clienta tenían un esquema parecido sino peor que le atribuían al señor Quintanilla. Muchas veces yo le transmitía a la hermana de ella instrucciones muy precisas acerca de lo que debía hacer y decir a los medios. Sabía incluso que tenían contacto con una periodista que buscaba desesperadamente una nota con ella y que mi clienta la utilizaba para difundir su “versión de los hechos”. Por supuesto que esa periodista hacía lo que le pedía para llegar a esa entrevista que al final logró, pero lo que me llamaba la atención era que toda la familia de mi clienta actuaba como un bloque monolítico en el que sólo había una persona que dirigía con una batuta a esa gente: mi clienta. Muchas veces me pregunté qué pudo haber pasado realmente ese 31 de marzo, qué la llevó a Selena a ir seducida por los cantos de sirena que la conducirían a despedirse de este mundo para siempre. Más de una vez le pregunté a ella pero me contestaba como un disco rayado lo mismo de siempre, que el señor Quintanilla esto, que el señor Quintanilla aquello, y que no le quedó otra alternativa que hacer lo que hizo .... Y la familia de Selena sólo hablaba de la teoría del robo. Yo estaba seguro de que había algo más, algo que ni los Quintanilla ni los Zaldívar habían dicho jamás. Al principio, como todos, me imaginaba que detrás de todo ello habría algo escandaloso que llevó a semejante acción. Pero después, conociendo los hechos y sobre todo a mi clienta, supe que estaba ante una maniobra de una psicópata que acabó con todo antes de que las circunstancias acabaran con ella ... Era tan sólo eso ... Era tan duro como eso. Pero aun así me preguntaba por qué ese 31 de marzo, por qué la avidez de Selena en ir a buscarla, por qué la acompañó sin sospechar mayormente nada, por qué retuvo el anillo hasta el final. Otra cosa curiosa … Muchos se quedaron con la anécdota de que le iba a devolver el anillo en esa confusa escena de la tragedia. Y no estaba mal que muchos repararan en ello. Lo que me llamó más la atención es que nadie se diera cuenta de que Selena tuvo ese anillo en la mano, y más allá de que presumamos por qué lo tenía allí, nadie se había preguntado cómo no lo soltó nunca, cómo hizo para recorrer un largo trecho malherida y debilitada sin soltarlo, cómo cayó y no lo abandonó, cómo recién Selena lo dejó caer cuando supo que ya nada podría hacer … Todo eso rondaba en mi cabeza y me era imposible no pensarlo. Me costaba desdoblar mi personalidad y actuar en mi rol de abogado como si todo esto no lo sintiera ... Bueno, uno ya tenía su oficio y su prestigio, pero me molestaba que todos los días del juicio tuviéramos un protagonismo de prestado y que no merecíamos … A veces cuando veía que periodistas y abogados firmaban autógrafos, yo me quedaba contrariado y pensaba en Selena. Ella debería estar allí con sus fans, dándoles su mejor sonrisa y un bello recuerdo expresado en una foto, en un autógrafo … El hecho de que nosotros estuviéramos ocupando ese rol demostraba lo mal que estaba el mundo, lo mal que estábamos nosotros … Me sentí un poco hipócrita pues hacía lo que no quería y no expresaba lo que realmente sentía … Pero no podía dejarme llevar por mis sentimientos sino por mi profesión … Cada tanto mi clienta me preguntaba con total frialdad cómo le parecía que íbamos y si pensaba que podíamos ganar. Yo le sonreí y le expresé que ya estábamos cambiando el eje de discusión y ahora todo el mundo comenzaba a preguntarse si ella no había sido la verdadera víctima. Eso, y sobre todo la palabra “víctima”, la reconfortó sobremanera. Por eso me preguntó si podíamos pensar que la gente podría creer a la larga que los Quintanilla en pleno, incluso Selena, habían sido los victimarios. Yo tragué saliva y le dije que podríamos pensar en esa posibilidad. Luego pasó por mi cabeza qué pensaría de todo esto Selena si estuviera entre nosotros, de si aparecía de milagro por una puerta para decirnos algo, para dejar en claro lo que pasó y lo que sentía … Cuando me hice esa pregunta pensé en que esa figura podía ser una buena estrategia para conmover al Jurado, para convencerlo de que tal vez mi clienta no era tan mala como parecía, para lavarle la imagen que en realidad tenía y que corroboraba con sus reales conductas en privado… Y en verdad, mientras la defensa estuvo en mis manos, modestia aparte, las cosas fueron muy bien. Fui derecho al hueso y traté de instalar la idea de que todo esto era por culpa del padre de Selena. Utilicé todos los artilugios legales para poner al propio padre de Selena en el banquillo de los acusados en vez de a mi defendida. Tal era mi obsesión al respecto que el Fiscal Valdés se me había anticipado y en el primer día del juicio lo citó al señor Quintanilla para hacerle mis preguntas molestas y para que él pudiera desmentirlas sin necesidad de que yo preguntara nada al respecto. Pero aun así logré que el padre de Selena diera las explicaciones y darle la sensación a la gente de que no todo era un idilio en el seno de la Familia Quintanilla. Había logrado que él hablara más que mi defendida. Además, insistí en el hecho de que mi defendida hizo su confesión de culpabilidad sin presencia de un abogado y bajo presión de la policía cuyo jefe era fan de Selena. Hasta promoví una puesta en escena espectacular en la que hice citar a un Texas Ranger testigo del hecho en el que manifestaba haber visto todo, que no le parecía que mi defendida estuviera cómoda haciendo semejante declaración, y que estaba nerviosa ante la presión de los policías y no dando consentimiento de lo que le estaban haciendo. No digo que había logrado dar vuelta la situación sino que había generado dudas, no digo en la gente que ya había sentenciado, en un modo ciertamente lógico, a mi defendida, pero sí había instalado la duda en los estamentos del poder, en los hombres de la justicia, en un gobierno que estaba interesado en que lo que se decidiera fuera limpio y con pruebas contundentes. No importaba si un testigo clave había visto a mi defendida salir del cuarto apuntando a una Selena malherida y desistir de hacerlo pues notó que todo estaba terminado, no importaba si un perito forense había sido categórico al decir que por la trayectoria de la bala en el cuerpo de Selena no había duda de que había sido un asesinato, que jamás podría ser un accidente. Nada importaba pues el contexto del país en ese momento hacía que la más mínima duda o cualquier error que pusiera en interrogante lo que se daba por hecho hacía que nadie pudiera quedarse tranquilo con el fallo decidido. Yo, como abogado, sentía una gran satisfacción: había logrado minar el mayor argumento que tenía la Fiscalía y había instalado la duda sobre el proceder policial y agigantar la idea de que mi defendida había sido varias veces víctima de muchas circunstancias. Yo sabía que con las otras pruebas concluyentes no iba a lograr que la declararan inocente, pero con las dudas instaladas, sumado al hecho de que sabía muy bien que Valdés nunca podría probar el desfalco económico que le atribuían a mi defendida, podía morigerar la pena y así todos quedaríamos conformes, aunque tuviéramos que resignar algo. Ellos obtendrían la sentencia de culpabilidad. Nosotros, que redujeran mucho la pena que le querían imponer a mi defendida. Y el Poder, que pudo mostrar un juicio ejemplar para contraponer al de O.J. Simpson. Al ver las repercusiones de la prensa y en los estamentos de poder sobre lo que estaba pasando en el juicio, fui a ver a mi defendida para plantearle mi conformidad con lo que estaba sucediendo y que daba por hecho de que obtendríamos una pena menor y que con lograr conmover al Jurado con otras declaraciones, dudas y acusaciones a los Quintanilla, podríamos imaginarnos con lograr una pena aún menor … Cuando terminé de decirle todas las novedades con una sonrisa, me encontré con la sorpresa de que ella estaba muy seria mirándome fijo a la cara. Yo me quedé en silencio como esperando que me dijera si le estaba pasando algo, si le había ocurrido algo en su celda provisoria, si sus familiares le habían mostrado alguna disconformidad por algo. Tardó un tiempo largo en decirme lo que estaba pasando. Y me quedé estupefacto cuando me habló. Me recalcó que ella no quería salir con una pena menor pero culpable, que ella sólo había aceptado mis servicios a condición de que saliera de ese lugar declarada inocente, que ella había tenido un plan y lo quería terminar a como sea, aun cuando ese plan, “por culpa de Selena”, tuviera que alterarse y derivara en ese juicio. Me insistió en que lo que hizo fue porque quiso y no se arrepentía para nada, que jamás diría eso, ni siquiera públicamente, y que sólo accedía a generar lástima sintiéndose víctima de los Quintanilla, precisamente porque, según ella, si “tuvo que hacer eso” fue por culpa de ellos y nadie más. Pero ella no había hecho sólo esto para proferirle una herida irreparable al padre de Selena. Ella quería verlo sufrir, sufrir para siempre, quería gozar cada día con su furia y su dolor, y sólo eso lo podía lograr si obtenía su inocencia y libertad. Me recalcó que no le alcanzaba con haber asesinado a Selena. Eso era parte del plan. Insistió en que quería verlo sufrir al señor Quintanilla para siempre, y que se sintiera arrepentido por haberla querido apartar de ellos y de la vida de Selena. Me dijo que su ideal sería verlo alguna vez a él yendo a su casa pidiéndole llorando que por qué lo hizo y que lo perdonara … Y luego de reírse por esto último que había dicho, me insistió que ella, como en todos los aspectos de su vida, ve las cosas o todo negro o todo blanco, todo bueno o todo malo, todo o nada, por lo que me conminaba a que apostara a lograr todo y si no lo lograba que fuera nada, pues lograr algo pero no todo era lo mismo que nada …”Todo o nada”, me volvió a insistir … Sólo asentí en silencio y con un mirada al piso, y me fui rápidamente. Esa mujer no sólo era un psicópata. También era mala, muy mala … Decidí hacerle caso … Sabía que íbamos a perder, pero era lo mejor. Ya no quería saber más nada con el caso. Me generaba náuseas, indignación, ira. Si seguía mucho tiempo más no podría disimular lo que sentía y que cada vez sentía más conmiseración por esa gente que estaba haciendo vigilia todos los días dentro y fuera de los Tribunales esperando justicia … Justicia …Una Justicia que más que justicia era una lucha de intereses en pugna en la que el más hábil lograba vencer. Y yo era parte de esa “Justicia”. Sé que para muchos era una decisión alocada, sin sentido alguno, pero, como todo, tenía su lógica y su sentido. Decidí llevar las cosas al “todo o nada”. Y sorprendí a todos, ya que en el medio de haber logrado desorientar a la Fiscalía y a hacer dudar al Juez, conminé a la Máxima Autoridad a que convocara al Jurado para que decidiera el futuro de mi defendida lo más rápido posible. Como ella tenía varias penas, propuse que se decidiera sobre su culpabilidad o sobre su inocencia sobre la mayor pena que se le imputaba, que era la de homicidio. De acuerdo con las leyes texanas, el fallo sobre la pena más grave incidiría sobre las menores, por lo que si mi defendida era declarada inocente por la imputación de homicidio, sería inocente por las penas menores. Y si la hallaban culpable, recibiría la pena por la imputación mayor … Era una jugada muy arriesgada, que a muchos no convencían pero sí a mi defendida. “¿Estás seguro de lo que haces? Mira que si sigues con la política que has hecho hasta ahora y dilatas un poco el curso del juicio, puedes lograr más de lo que esperas, no todo, pero…”, me dijo un colega amigo de hacía muchos años. Yo lo interrumpí: “Todo … Eso … Todo o nada … De eso se trata … De eso se trata en esta decisión”, le dije mirándolo resignado a los ojos y con ruego en la mirada de que no me preguntara más. Mi amigo se marchó y no me habló más del tema. Obviamente él tenía razón, pero las razones que yo tenía no las podía revelar. Cada vez tenía más pena, más pena por Selena. Me pregunté varias veces cómo había quedado atrapada ella en las garras de esa mujer, cómo pudo confiar en semejante persona. Pero lamentablemente me respondí rápidamente a esa pregunta. Mi defendida era hábil, muy hábil, podía disfrazar su Alma de Diablo en un cuerpo de angelito, podía lograr caer bien a mucha, mucha gente, podía tener más fieles que las personas bondadosas. Su verdadera cara casi nunca la mostraría, sólo en casos de extrema necesidad … Y seguramente esa cara la vio Selena ese 31 de marzo, cuando recién comenzaba a darse cuenta de todo y cuando ya era tarde, muy tarde para salir de esa maraña que le impuso mi defendida… Todo lo que pasó después me encontró no siendo protagonista de esta historia que cada vez más me resultaba triste y gris … Cuando a ella le pareció atinado, previo a que se viniera la sentencia del Jurado al día siguiente, ordenó a su padre a que fuera a hablar con ellos para conmoverlos … Yo lo acepté resignado e hice los procedimientos pertinentes para hacerlo posible, pues a esa altura asumí que todo debía hacerse a su cuenta y riesgo. Viendo lo que le sucedió a Selena no quería ni pensar qué hubiese pasado si me hubiese negado. No me pareció ético para nada. Me parecía increíble que eso fuera legal, pero asumí que así lo era pues el Juez lo había autorizado. Pero como fuere, era éticamente inaceptable. ¿Cómo alguien, en el nombre de ser un familiar cercano a la acusada, podía ir un día antes a hablar al Jurado y pedirles/exigirles que como buenos cristianos debían perdonarla? Podía ser el padre, podía quererla mucho, pero no era moralmente correcto prácticamente extorsionar a gente que debía dar una decisión en función de las evidencias y de su conciencia apelando a la culpa y a decirles que condenar a su hija provocaría que fueran castigados por Dios. La Familia Quintanilla había permitido que el padre de mi defendida hiciera esto … Supongo que lo entendían porque era su padre y que esas cosas no podían impedirle, o bien lo autorizaban para hacerle notar que él podía defender a su hija, pero ellos, por lo menos con Selena, ya no podían hacer nada, ni siquiera defenderla de su hija … Mi defendida se mostró con esperanza luego de ese “encuentro” y me preguntó si le parecía que podía ser optimista … Yo me quedé en silencio. Sabía que en los “pasillos tribunalicios” se decía que la condena era un hecho … Que el testimonio conmovedor del testigo Trinidad Espinoza fue demoledor para todos … Tal vez en otras circunstancias yo le hubiese dado a entender que la suerte estaba echada y que era muy difícil revertir la situación, máxime por su política del “todo o nada” que no dio posibilidad de ningún matiz, de ninguna alternativa. Pero opté por decirle “Que Dios nos ilumine. Que Dios nos dé una enseñanza de todo esto que padecimos…”. Yo quería que todo terminara de una buena vez. Ya me resultaba molesto ver ese esquema tan neurótico de la familia de mi defendida. Era triste y patético ver a una familia enorme moviéndose como marionetas tras las directivas de un solo integrante, que encima estaba preso … Como nunca vi un cuadro de situación terrorífico. Se me podrá decir si acaso no estaba acostumbrado a estas cosas, que si no tuve que defender a gente peligrosa, que uno tuvo que tratar a muchos que están muy enfermos y con pocas posibilidades de reinsertarse a la sociedad. Y sí, ¡¡claro que había visto de todo, que había tenido que lidiar con gente despreciable!! … Pero esto … Esto nunca lo había visto … Gente que parecía buena y servicial pero que tenían un grado de maldad que haría que uno de verlo mínimamente llamara a autoridades médicas para tratar urgentemente el caso. Ellos mismos habían detectado que yo me había alejado y por eso ya nadie confiaba en mí. En los últimos días ella quería hablar con la familia de Selena, con los medios, con una periodista para convencer, para dar vuelta la historia, para lograr el “efecto cadena”, circular una versión y alimentarla ella misma para que se dé por cierto. Pero todos esperaban el veredicto y yo también. O lo único que quería era irme a casa de una vez. Por eso cuando llegó la sentencia sólo me incorporé para contener a mi defendida y luego me fui. Pero antes de irme pude apreciar la ira de esa mujer, la sed de venganza, la frustración porque las cosas no se dieran tal cual lo había planeado. No hay caso con los psicópatas … Ya lo dijo ella: todo o nada. Y para ella esto era definitivamente nada, aun cuando se jactara de que dispuso del destino de Selena y de que había arruinado a una familia, un sueño, la mitad del corazón de su padre, de su familia y de toda una comunidad. Por eso no me sorprendió lo que hizo después, en el que dedicó a difamar a Selena y de acusarla de cuanta cosa se le viniera en mente. Evidentemente esa mujer nunca estaría en paz consigo misma y no se perdonaría haber fallado en algo. Pero al menos se consolaría con instalar la duda y generar la sospecha infundada de las otras personas que acaso juzgarían a los Quintanilla con barbaridades que por allí mucho tomarían por cierto, o por lo menos para acusar a los demás, sobre todo al padre ... ¡¡Pobre el señor Quintanilla!! … Yo lo veía entero y muy correcto, pero por dentro estaba destruido. Se daba fuerza conteniendo a su familia y mostraba más entereza cuando más se lo atacaba. Yo no compartía muchas cosas que pensaba y hacía, pero reconozco que muchas veces se lo acusaban de cosas por malicia, por ira por la ida de Selena o por total ignorancia. Era entendible que muchos, para calmar su desolación por la partida de Selena, buscara desahogarse buscando culpables y que uno de sus preferidos era el padre de Selena, que siempre aparecía como el más polémico … Pero las cosas que decían … Recuerdo que una vez una banda del norte de México lo acusó de dejar morir desangrada a su hija por negarse a la transfusión que se le hiciera por ser Testigo de Jehová … Por allí esas declaraciones podían ser un desahogo para tanta gente pero carecían de lógica alguna. Aunque el padre de Selena se negara, los médicos no le harían caso, y de hecho hicieron lo que debían hacer y luego se lo informaron a él. Además, esa gente ignoraba que los Testigos de Jehová contemplan la posibilidad de la transfusión en caso de enfermos o accidentados graves e inconscientes … como era el caso de Selena …Si el padre en un momento reaccionó así, debió haber llegado al hospital con la idea de que la cosa no era tan grave, de que su hija estaba delicada pero consciente y con posibilidades de salvarse… Pobre el padre de Selena … Tal vez él pensó que su hija no corría peligro … y se encontró con esa realidad … Lo vi partir apenas escuchado el veredicto junto con toda su familia. Se iba conforme pero no eufórico. No había nada que festejar … Ahora vendría lo peor … Asimilar lo que nunca se asimila … La pérdida irreparable de un ser tan querido y entrañable … De pronto me sacudió la entrada a los sollozos histéricos de la familia de mi defendida a pleno. Yo llegué a abrazar al padre que estaba sin consuelo, pero en cuanto vi que todos estaban en lo suyo, yo me fui sigilosamente y gané la calle inmediatamente. Afuera la gente estaba eufórica con el fallo. Si bien eso no cambiaría nada, al menos sentían el consuelo de que Selena podía estar en paz, que al menos repararon algo de lo que le hicieron con esta prisión perpetua, pero que en realidad la prisión seguramente sería hasta el año 2025, por esos vericuetos legales que siempre se encuentran para atemperar la pena, vaya a saber por qué razón … Me sentía raro. Acababa de perder un caso, pero sentí que era lo mejor que me podía pasar. De otro modo, seguramente mi conciencia me pasaría factura todos los días. Mucha de esa gente me reconoció, pero para mi sorpresa no recibí tantos abucheos … La gente quería cantar, la gente quería bailar, la gente quería estar feliz aunque sea por un ratito imaginando que todo sería como antes, que todo volvería a empezar y que al otro día se despertarían y tendrían a su lado a Selena sonriendo … Cuando ya llegaba a mi coche, una niña se me acercó y me pidió un autógrafo. Yo me iba a negar por principios, pero algo me detuvo y me hizo reconsiderarlo: era una niña con una mirada muy tierna que llevaba puesta una remera y una vincha de Selena. Yo le dije si me permitía hacerle un autógrafo en su vincha y tanto ella como su madre accedieron. Cuando la tuve en sus manos, sólo escribí lo que sentía en ese momento: “Perdónanos, Selena … Nosotros no supimos defenderte de este mundo cruel…”, y le devolví la vincha a cambio de un beso de la niña y de la promesa de la madre de que no diría hasta 10 años después quién se lo había escrito. Cuando ya me iba vino detrás y corriendo esa conocida periodista. Me dijo que la cobertura de este juicio le había cambiado la vida y que pensaba escribir un libro sobre la “verdad sobre Selena”. Yo la miré con una sonrisa piadosa y ella me dijo que sentía que hubiera perdido el caso, pero que a pesar de todo me veía tranquilo. Yo le dije que, aunque fuera paradógico, yo estaba en paz conmigo mismo, porque en verdad se había hecho justicia, pero que ni aún así podríamos reparar todo el daño que se le había hecho a Selena. “¿Y sabes, qué? Yo también escribiré algo. Pero no será un libro ni nada parecido. Sólo cuando sienta que mi hora ha llegado diré lo que sentí en estos días. Quiero irme con la conciencia tranquila. Quiero irme de este mundo diciendo que yo también admiraba a Selena pero la terminé amando cuando el Señor me puso ante el desafío de defender a esa mujer asesina…”. La periodista me miró contrariada y se fue. Estaba más ocupada en lograr la fama que logró gracias a Selena y no con buenas artes, precisamente … Pasó el tiempo y ahora estoy aquí terminando mi escrito. Espero que caiga en buenas manos y que lo sepan difundir. Espero que este humilde escrito sea una contribución al recuerdo de Selena, un modesto reconocimiento a una artista única e irrepetible y a una excelente persona. Espero que la gente me pueda entender y que el Señor sea misericordioso conmigo… (Creo que todos tenemos el derecho y el deber de ver el lado bueno de las cosas. También creo que muchas veces debemos indagar por qué hacemos las cosas que realizamos aparentemente sin razón. Quiero creer que el abogado de esa mujer sabía lo que era su defendida y que sólo hizo su trabajo. Quiero creer que antes de irse de este mundo le manifestó al menos a alguien que se sintió un ser menor por defender a esa mujer, pues sabía lo que era Selena. Me hubiese gustado que se hubiera rebelado, que no hubiese aceptado ese rol … Me quiero quedar con la idea de que poco hizo por defender en serio a esa mujer para salvar a Selena, para darle al menos esa paz que tanto necesita, ya que no puede ser feliz estando entre nosotros) Selena: yo no sé si hago lo correcto. Yo lo único que sé es que todo lo que hago es por Amor, por Amor a tu talento, por Amor a tu persona, por Amor a tu vida. Yo lo único que quiero que sepas es que siempre serás mi ejemplo y mi guía para tener todos los días una sonrisa para enfrentar a este mundo malvado y cruel, este mundo que te dejó ir sin que te pudieras dar cuenta nunca de ello… Te quiere con toda el Alma… Sergio Ernesto Rodríguez (Buenos Aires, Argentina)

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