Una mujer como tú, Selena…


Hace muy poquito se celebró el Día Internacional de la Mujer … Un pensamiento sencillo pero no menos cierto es que sería bueno no tener que festejar más ese día, pues eso me indicaría que ya no hay más desigualdades de género. Y también es cierto que cuando se celebran esos días se toman ciertos aspectos positivos de la mujer para ser celebrados pero que no representan todo el sentir de ellas. Entonces nos encontramos con que en ese día se les regalan flores, se les compran dulces, se las invita a cenar, se les exaltan su belleza y su sentimental manera de ver y de vivir las cosas. Claro que se acaba ese día y todos volvemos a la “normalidad”. Allí entonces nos encontramos con que vivimos en una sociedad en la que muchas mujeres son maltratadas, sufren la discriminación por su condición de género, ante un mismo empleo que el varón se las remunera con menos salario, sufren la presión y la amenaza y concreción del despido cuando están embarazadas, se las mira con sospecha si acusan a varones sin son abusadas o maltratadas ... Allí entendemos por qué no hay como contrapartida un Día Internacional del Varón o por qué no dejamos de celebrar el Día de la Mujer. Tantos años de machismo y de discriminación no se borran de un plumazo o por una celebración. Y si bien muchas cosas han cambiado y las sociedades han avanzado en sus pensamientos y en su entendimiento de las barbaridades que se cometen, nos faltan muchas cosas para ser un mundo ideal, un mundo sin hambre, sin guerras, sin desigualdades, sin violencia. Pero supongo que antes que nada hay que cambiar de mentalidad, cambiar nuestra forma de ver las cosas, de no aceptar cosas que están decididamente mal, de no conformarse con un bálsamo para salir de tantas arbitrariedades … Y una de esas cosas que deberíamos cambiar es nuestra manera de valorar las cosas, de qué es lo más importante, cuáles son las valores que deberíamos hacer trascender. Cuando en días como éstos tratamos de ver cuáles son los ejemplos de buenas mujeres, de quiénes son los mejores exponentes del género en el mundo caemos en arbitrariedades, parcialidades, en recortes muy sesgados de lo que se entiende por ser una verdadera mujer. O ponderamos a la mujer muy bella o aplaudimos a alguna mujer que ha hecho en su larga vida tareas comunitarias y al servicio de la humanidad. Pero las dos no son representativas de todo el universo de las mujeres. Lo primero responde a ese mundo dominado por los varones que creen que la mujer valiosa es aquella que está para ser exhibida de la mejor manera ante los ojos de los varones. Y como se cree que el único y mayor valor de las mujeres -lo creen los machistas, claro está- es el de lucir bellas y espléndidas, entonces se elige como las mejores a aquellas que sólo muestran su belleza como mayor virtud para exhibir. Y cuando se pretende hacer ver que eso no es así, que la mujer tiene mucho más que mostrar, se nos habla de “sexo débil”, de que las mujeres sólo están para dar Amor, para exhibir su sensibilidad y que por ello deben ser protegidas por el varón, que está para pelear por la vida cada día para que las mujeres puedan, desde su “debilidad”, ser felices, como si aún estuviéramos en el época de las cavernas. En la historia de la humanidad de los últimos años nos han hecho creer eso, nos han enseñado eso, nos han mostrado eso. Y llegado el momento en el que se exige rever las cosas, de ponderar otro tipo de modelos, otro tipo de exhibición de valores de la mujer que no sean sólo exhibidas en un concurso de belleza, allí la misma conciencia de los varones les hace mostrar el “contravalor”, es decir exhibir la contracara de lo bonito, la exhibición de la mujer sin ninguna belleza ni rasgos eminentemente femeninos, en el que se exhibe el Amor y la sensibilidad sólo a través de la entrega de la vida de esas mujeres a la comunidad, y así se exhiben a mujeres, en medio de sociedades en las que sólo gobiernan la miseria y la falta de afecto, que viven sólo para darles un bálsamo a sus vidas, mas uno no ve que el mundo le devuelva parte de ese Amor entregado a cambio de nada. A través de los años, nos han mostrado estos dos modelos, estos dos tipos de mujeres como si fueran algo ajeno, como si fueran dos especies distintas, una separada de la otra. Pero eso no es así. De ninguna manera es así. La mujer en su totalidad abarca esos dos mundos, esas dos realidades. Y pocas mujeres, a pesar de tantas dificultades, de tantas desigualdades, de tantas arbitrariedades, contra viento y marea, muchas veces en el más absoluto anonimato, han podido quebrar esa visión de la mujer y han podido mostrarse tal cual son, han podido exhibir todo lo que una mujer puede dar. Y una de ellas sin duda fue Selena. Selena fue acaso de esas mujeres que no por dar todo por su familia, por su comunidad, por sus afectos, perdió su atención para mostrarse siempre bella, siempre linda, siempre agradable, pero no para la vista de los varones, sino por su necesidad natural de toda mujer de mostrarse siempre bien. Selena rompió, contra su propia voluntad y deseo, con ese estereotipo de que toda mujer dedicada al servicio de la humanidad es de gran edad, sin ningún rasgo de belleza, sin conocimiento de su entrega al Amor por un varón, el Amor que todos, varones y mujeres, debemos tener. Selena se nos fue joven, muy joven, dejándonos el mayor de los ejemplos: una vida recta, llena de sacrificios y con la necesidad de mostrarle al mundo que todo se puede lograr con Amor, con honestidad, con verdad, con sacrificio, con una sonrisa; todo; los deseos de todos, pero también el deseo propio. Porque Selena dio todo, todo por la felicidad de un pueblo, todo por la felicidad propia. Y en estos días en los que se celebran no sólo días de género, es bueno no olvidar los buenos ejemplos … cercanos o lejanos ... de grandes científicas, como de grandes artistas, de grandes bellezas como de grandes benefactoras de la humanidad. Lo ideal sería hablar de buenas personas -e incluso de las malas- en vez de hablar de buenos varones y de buenas mujeres. Así como alguna vez John Lennon nos invitaba a que nos imagináramos un mundo sin países, sería bueno que nos imagináramos un mundo sin celebraciones del día de la mujer o del varón, que sólo hablemos de géneros por los que los diferencia naturalmente. Ojalá que el mundo sólo hable de personas, de hombres -varones y mujeres- que hacen algo por estar en un mundo mejor, porque mientras tanto, a la hora de recordar a mujeres -como a los varones-, nos podremos acordar de Selena, pero también nos tendremos que acordar de esa persona, también mujer, que le quitó todo lo lindo, todos los sueños, todos los anhelos, todas las ganas de Selena. En estas cosas uno puede dar cuenta de que no es bueno que sigamos haciendo distinciones sociales entre el varón y la mujer. Es hora de que pensemos en distinguir a las personas por lo que son, más allá del género…

Pero mientras existan estas distinciones y estos días festivos, sería bueno tomar al Día Internacional de la Mujer para acordarnos y jamás olvidarnos de uno de sus mayores exponentes. Selena tuvo todo el Amor y toda la sensibilidad propios de una mujer. Selena tuvo esa necesidad de agradar pero no sólo por su belleza sino por lo que era ella misma. Ella no era superficial. Ella quería mostrarse tal cual era y que la amaran por eso. No se conformaba con que la quisieran por su apariencia. Deseaba que la descubrieran, que se dieran cuenta de qué era para ella lo importante, de qué era lo que ella buscaba, de qué pretendía del otro. Selena fue rebelde, muy rebelde para la época. No era de esas personas que se conformaba con el rol que le asignaban su familia y la sociedad. Siempre fue obediente de las reglas pero también defendió a rajatabla lo que ella sentía y lo que ella esperaba para sí. Selena no era de esas mujeres que sólo decía cosas para agradar. Ella lo que decía era porque lo sentía. Podía tolerar muchas cosas, muchos condicionamientos, muchas privaciones, pero no iba a permitir que la limitaran en sus pensamientos, en sus sueños, en sus intenciones. Podía aceptar los límites de los demás, pero también le haría ver a los otros sus propios límites. Se podría decir que Selena fue rebelde y porfiada desde su nacimiento .... Para el 16 de abril de 1971 todos estaban convencidos de que su madre, Marcella Quintanilla, tendría un varón al que llamarían Marc Anthony, pero ella los sorprendió a todos anunciándoles que era una niña y obligando a sus padres a que agudizaran su ingenio para buscarle un nombre. Puedo imaginarme a alguien aún tan pequeña y sin conciencia reírse de su primera travesura y rebeldía. Sus padres tuvieron que tomar su nombre de una madre que estaba en el mismo hospital que la madre de Selena a la espera de una niña que resultó ser varón (es lo que casualmente me pasó a mí; hasta el día de mi nacimiento me llamaba Marisa y me esperaban con ropita rosa; pasé a llamarme Sergio y mi nombre lo tomaron prestado de una vecina italiana). Era un nombre lindo, nada convencional, pero que Selena con el tiempo le dio otra dimensión, otra importancia. Con su enorme personalidad hizo que el nombre “Selena” sólo tuviera sentido con ella y no con alguien más. Ella se las ingenió para que Selena y su humanidad fueran sinónimos. Si el mundo habla de Selena no hay confusión. Sólo se habla de ella. Y si se habla de otras, la acompañarán con sus apellidos o con apodos. Selena se encargó de que este mundo tenga una sola Selena y esa Selena fuera aquella que nació sin nombre aquel día de abril de 1971…

Selena tenía ese Amor, esa sensibilidad, esa gracia, que la hacían una mujer única, distinta, especial. Desde chica fue aquella niña inquieta yendo de un lado a otro tratando de ser la alegría del hogar, de distinguirse por su curiosidad, por sus ocurrencias, por sus risotadas. Tal vez a Selena le molestaba ciertos silencios, ciertas costumbres, cierta monotonía. Y ella quebraba todo imponiendo sus pensamientos, su corazón, sus sentimientos. De a poquito fue acostumbrando a su familia a tener miles de animales y de prohibirles que hirieran o abandonaran a alguno, por más pequeño, insignificante o poco vistoso que fuera. Selena iba detrás de su padre para que estuviera siempre con ella, para que le prestara atención, para que se diera cuenta de que en ella estaba la alegría, el valor de las cosas, lo importante de la vida. Selena sabía que su padre había estado mucho tiempo afuera por razones de trabajo y que eso le quitaba mucho tiempo a su familia. Y ella no iba a permitir que eso continuara. Hizo todo lo que tenía a su alcance para que él se quedara más tiempo con ella, para que se divirtiera, para que compartiera, para que viviera, para que se diera cuenta de que la felicidad estaba en su casa y no afuera. Selena sabía que su padre recién con ella había aprendido a cambiar los pañales de sus hijos y por eso sentía la necesidad de retenerlo, de que se quedara siempre más tiempo con ella. Se las ingenió para que se riera de sus chistes, de su forma de hablar, de su forma de reírse. Se había acostumbrado a ser la “baby” de la casa, la alegría del hogar, el centro de la familia. Por eso se sintió intimidada cuando su padre le había regalado un bajo a su hermano A.B. y le empezó a dedicar más tiempo a él a enseñárselo. Si Selena hubiese sido, aun siendo tan pequeña, una mujer convencional, hubiese entendido que cualquier intento para no perder su lugar en su casa hubiese sido en vano. Pues en definitiva ella era una mujer y no la única, ya que además de su madre estaba su hermana Suzette. En cambio, fuera de su padre había un solo varón, A.B. Era más que lógico que su padre volcara todo su esfuerzo y sus ganas en su continuador de la especie, el que completaría su labor inconclusa como músico. Tal vez a Selena le hayan dicho que debía entender que su lugar en el mundo como mujer era otro y no precisamente el centro, máxime por aquellas épocas de los años ’70. Pero Selena no era de las personas que se conformaban con lo establecido. Muchas veces creemos que las personalidades de cada uno las forjamos recién cuando crecemos, que mientras somos pequeños estamos en preparación, que no tenemos ni el carácter ni la actitud ni la personalidad definidos, que recién eso se ve cuando somos grandes … Nada más errado ... Casi desde el mismo nacimiento están definidos todos los aspectos que conforman a una persona. El tiempo, y los contextos familiar y social, condicionan o pulen el carácter de cada uno. Y Selena tenía su carácter y lo expuso siempre en esa corta pero intensa vida de 23, casi 24 años. Selena no pensó ni en su condición de niña ni del lugar que le tenían asignadas la familia y la sociedad. Selena sólo pensó en lo que quería para ella y buscó cómo lograrlo. Sin querer conscientemente, y vaya a saber si lo hizo inconscientemente, encontró la manera de seguir siendo el centro de la escena. No hizo la fácil. No buscó ni aparecer ni más linda, ni más graciosa ni más agradable. Sólo estudió, aprendió, investigó. Sabía de los gustos de su padre y se aprendió unas letras de un libro de canciones viejas que él guardaba, y buscó sorprenderlo con ello. Seguramente Selena no esperó semejante respuesta de su padre ni semejante cambio de vida. Pero no se quejó. De pronto se encontró con que volvía a ser el centro de su familia, seguía siendo la “baby”, pero dentro de una banda que se llamaría “Selena y Los Dinos”, tocando y cantando una música que le era absolutamente ajena. Pero ella no se inmutó ni protestó más de lo lógico ante el cambio de vida y de costumbres. No le parecía justo reclamarle al padre por lo que estaba pasando. Obviamente que no era éste ni su propósito ni su objetivo en la vida. Ella quería ser el centro de la familia, de la mirada de todos y ¡¡vaya si lo había logrado!! No era éste su objetivo en la vida, pero había algo que la llenaba de orgullo: ella podía ser la continuadora del sueño de su padre, que no necesariamente su hijo varón podía o debía serlo, que debía ser acaso la más talentosa, acaso la que mejor podría realizarlo, y esa persona era ella y no otra. Era cierto que no buscaba esto, pero era un riesgo que corría, una posibilidad que se podía dar si ella se arriesgaba. Y en esa experiencia Selena aprendió algo que a muchos les cuesta hacer y que otros ni siquiera intentan: jugarse, arriesgarse, mostrarse. Posiblemente más cómodo, más conformista, con menos posibilidades de estar con miedo y de vivir momentos angustiosos hubiese sido no hacer nada y dejar que la Providencia, el destino, el azar se encarguen de que la suerte cambie. Pero ése no era el lenguaje que manejaba Selena. ¡¡Para nada!! Selena era el mejor exponente de que de chico una ya sabe lo que quiere y cómo lograrlo. Selena no pensó en eso cuando decidió sorprender a su padre. Ella soñaba con ser diseñadora y con lograrlo a través del estudio y de hacer una vida normal en familia. No se había imaginado vivir de la música, cantando arriba de un escenario y con el desafío de no fallar, de ganarse al público con lo que podía ofrecer ella … Pero Selena no se escondió, no se echó atrás, no trató de borrar lo que ella misma había engendrado. Decidió aprovechar ese momento para expresarse, para ser el centro de atención y ponerse a prueba para ver hasta dónde podría llegar … Tal vez tuviera que pasar por caminos insospechados y desconocidos. Tal vez tuviera que postergar algunas cosas, pero no por ello iba a tener que renunciar a todo lo que quería para sí … Selena sabía que podía ser diseñadora, pero para serlo acaso debía pasar por otras circunstancias. Allí supo que tenía que poner todo de sí para llegar a lo más alto, que sólo así, si lograba la meta familiar, podría lograr el objetivo personal. Selena era consciente de que de pronto ella era la encarnación del viejo sueño de su padre de vivir de la música, que despertó en él la vieja pasión que estaba dormida por el peso de la “realidad”. Ahora que volvía ese sueño con todos los bríos, Selena no podía navegar contra la corriente. Ella sin querer tuvo que ver en este cambio de vida pero a la vez le permitió ser consciente de todo lo que podría lograr, que era mucho más de lo esperado. Es posible que Selena diera cuenta del poder que tenía. Y por ello supo que si ella ponía todo, incluso mucho más de lo que esperaba su propio padre, entonces no sólo lograría ser una gran artista, sino que el llegar a la cima le permitiría ser feliz y libre para ser lo que quisiera ser en la vida. Por eso Selena se juramentó que llegaría a ser la mejor y con ello sería la más destacada diseñadora. Pero para eso tenía que dar todo, mucho más de lo que esperaban todos, incluso su propia familia. Selena se propuso que su nombre sería recordado y nombrado en todo el mundo por su obra como artista, como diseñadora y también por lo que era como persona…

Selena vivió como nadie lo que es la discriminación por ser mujer, y ni hablar siendo de Texas en el mundo de la música siendo tan pequeña … Selena encaró su carrera de cantante sabiendo que las bandas gruperas eran conformadas exclusivamente por varones, y que las mujeres tenían poco y nada de éxito, ni tenidas muy en cuenta. Y encima el contexto era que los grupos texanos tenían muchísimas dificultades para tener éxito en otros ámbitos, sobre todo en México, en el que la gente era poco proclive a aceptar gente que hablara poco o nada del español. Y como en todo el mundo el hecho de que Selena fuera mujer, aunque tuviera mucho éxito, hacía que no se la reconociera tanto o no se la remuneraba del mismo modo que a los varones, pues “no era tan significativo lo suyo. Es una mujer”, tal cual los argumentos insólitos que le proliferaban a ella o a su padre. Pero nada de esto a Selena la amilanaba. Por el contrario. Cada dificultad que tenía, por más que le resultara casi imposible de remontar, era una motivación más para superarse. Para Selena el panorama era más que desalentador en aquellos tiempos. Ella era pequeña, mujer, cantaba en español pero no lo hablaba, sus canciones al principio sonaban anticuadas y aun le faltaba para poder acaparar toda la atención ya que no tenía una gran idea de baile o de cómo moverse en el escenario, además de ser muy pequeña. En estos casos, y ante tantas contras, bien Selena hubiese tenido más que una justificación para echarse atrás, para caer en el desánimo, para no intentar más de lo que se le estaba exigiendo. Pero Selena tenía orgullo, orgullo de ser mujer, tenía ganas de superarse, tenía ganas de que con su simpatía y con su forma de ser todo el mundo la quisiera. Si habían llegado allí un poco por lo que había hecho para seguir siendo el centro de atención de su familia, ¿por qué no haría algo que le permitiera ganarse ahora a todo el público, lograr que todo el mundo la quisiera, incluso los que no sabían nada de ella? Fue allí cuando sacó a relucir todos sus atributos de mujer para ponerlos en el escenario, y para que fueran aplaudidos y festejados. Pero una mujer con carácter como Selena no iba a seguir los parámetros machistas de la época. Ella no iba a caer en el mal gusto de mostrar su cuerpo para que sólo la festejaran con eso. Ella no era vulgar ni quería que la tomaran por eso. Para Selena no existían las malas palabras, los comentarios provocadores a sus colegas, los chistes de doble sentido ni las conductas que la hicieran llamar la atención de los varones que no respetaban a las mujeres o que la tomaban como algo menor. De ninguna manera caería en ello. Por eso impuso su personalidad en el escenario y siempre busco que la quisieran por lo que era ella, por lo que le mostraba a todo el mundo, que era todo su talento, al que sólo maquillaba en apariencia para que fuera mejor apreciado. Selena tomaba al público como si fuera su propia familia y trataba de encantarlos del mismo modo como había llamando la atención de su propia familia y, sobre todo, de su padre. Si a su padre lo impactó y sorprendió con su canto, ¿por qué no podría hacerlo del mismo modo con su público? Pero ella no era ingenua. Sabía que el público no era su familia. El público la miraba de otro modo en un principio y esperaría algo más. Selena sabía que aunque no lo hiciera del todo bien, su familia le festejaría sus actuaciones, aun cuando su padre le tratara de corregir ciertos aspectos de su actuación. Y ciertamente él le daría algunas indicaciones, le enseñaría otras cosas y le daría consejos. Pero con el público no era lo mismo. A ellos tenía que ganárselos desde “cero” y partiendo de la base, aunque eso podía ser cierto o no, de que ellos no tendrían fe en que ella los impactaría, de que muchos hasta se sentarían con los brazos cruzados como diciendo “A ver con qué nos sale esta mujer”. Selena lo supo siempre, desde muy niña. Sabía que su padre se conformaba con que cantara bien. Para él eso era más que suficiente como para ganarse a la gente. Pero su padre opinaba desde afuera. Selena era la que estaba adentro. Era ella la que estaba frente al público. Nadie mejor que Selena para saber lo que ellos querían, y qué era lo que les gustaba y lo que esperaban de ella. Ya en las épocas en las que cantaba en el restaurante de su padre a Selena le molestaba tener que actuar en el medio de que la gente cenaba. Sentía que no le prestaban atención, que la comida era más importante que ella, o que daba lo mismo que esté o no. Y para Selena eso no podía ser así mientras actuaba. Se había juramentado que en el futuro, cuando ella apareciera, el público se olvidaría de lo que estaba haciendo para poner todos sus sentidos al servicio de su presencia, de su voz, de su canto, de su simpatía, de su personalidad. Con el tiempo se armó de suficiente paciencia como para ir armando su vestuario que reflejara su personalidad y su forma de mostrarse ante el público. Pero cuando pensaba en ello, Selena no quería ser una más, una previsible artista más. Podía tomar ejemplos de otras artistas, podía darse cuenta de cómo se vestían otras, qué quería para ella, pero a la hora de elegir hasta lo que ella usaba debía tener su propio sello. Podía por esa época no ejercer plenamente su vocación de ser diseñadora, pero sí podía practicar con su gran pasión poniéndola al servicio del grupo eligiendo no sólo su vestimenta sino la de todo el grupo. Tal vez por esa época a Selena le hubiese sido más sencillo quejarse, frustrarse y no hacer nada, y esperar un milagro para que las cosas cambiaran para mejor. Pero Selena siempre pensó que podía forjar su propio destino y que nada, absolutamente nada, era imposible. Y de a poquito, con paciencia, y tomando como parámetro lo que sucedía en los conciertos en los que ella se presentaba, fue haciendo sus propias creaciones. Así surgieron los bustiers. Por esa época ni su familia ni nadie del público estaban preparados para ver a una mujer así en el escenario y en Texas, pero Selena tenía una inmensa necesidad de que se la conociera de ese modo, pues era parte de su estilo, de su apariencia y de su personalidad. Además, esa vestimenta no era todo lo que tenía para ofrecer. Su personalidad no estaba reducida a eso. Sus bustiers eran un accesorio más, algo de todo lo que tenía para ofrecer Selena. Y ciertamente el público lo entendió pues nunca vio en ello un motivo para comprenderlo de otra manera y con ello sobrepasarse. Si hay algo que Selena se ganó en toda su carrera fue respeto, y ese respeto se lo ganó porque ella, antes que nada, era la primera en respetar a las personas que la escuchaban y miraban, porque para ella eso era lo suficientemente importante como para que todos entendieran que nada ni nadie podían imponerle ni su estilo ni su forma de mostrarse. Por eso cuando su padre intentó atemperar esa exhibición de Selena, ella no sólo se negó sino que le hizo ver que tenía derecho a mostrarse como ella quisiera. Le hizo ver que había sacrificado su niñez y su adolescencia para cumplir con su sueño y con el sueño familiar, que ella nunca protestó, y aunque sentía no poder tener una vida normal como todos los demás, encaró el desafío desde que tenía 8 años con su mejor predisposición. Sólo pedía a cambio que por lo menos la dejaran mostrarse como ella quería, que si ella era la encargada de ganarse al público, que al menos fuera con sus armas, con sus modos, con su estilo. Si hay algo que tenía Selena era que no era sumisa, ni débil, ni pasiva en la vida. Selena había nacido para ser una mujer protagonista y nada sería obstáculo para lograrlo. Y así todas las barreras que parecían infranqueables ante su vista se derrumbaron con su talento, con su voluntad, con su trabajo. Y con el tiempo logró lo que parecía un imposible: se convirtió en la artista texana más importante, en el mejor exponente de la raza y la primera en ser aceptada masivamente en México. Cuesta creer que ya a los 16 años lograra sus primeros premios en los Texano Music Awards y siguiera siendo premiada en forma ininterrumpida hasta que se nos fue, cuesta creer que haya sido tan aceptada en México cuando se notaba cómo le costaba hablar en español, cuesta creer que ella desde la nada misma y sin ningún tipo de ayuda más que su talento lograra tanto en tan poco tiempo. Y si lo logró, si pudo superar todos los obstáculos, si logró que todos se arrodillaran a sus pies, fue porque ella le dio al público algo más que su canto, algo más que su talento: le dio su Amor, su cariño, su gracia, su alegría de vivir. Selena no era de esas artistas que se alejaba del público que la quería, no se rodeaba de custodios que la aislaban de gente que sólo quería agradecerle, no sólo les decía “los quiero” desde el escenario pero huía de ellos cuando estaba fuera de él. Era Selena la que se acercaba, era Selena la que preguntaba, era Selena una más con su público. Y sobre todo Selena se mostraba tal cual era. Selena no le quería mentirle a nadie, ni mostrar una imagen falsa de ella. Selena tomaba su relación con el público como si se los encontrara todos los días en su barrio, en su ciudad, y en el que cotidianamente los saludara e intercambiara un diálogo con ellos. Selena podía sentirse una estrella pero no por eso se sentía que era más que su público. Para ella cada uno tenía un trabajo y una labor noble que cumplir, como lo tenía ella misma, y si logró tanta popularidad y tanto cariño fue gracias a ellos. Por eso pensaba que sin ellos ella no podría haber triunfado, ella no hubiese logrado nada. Selena tenía una inmensa necesidad de ser amada tal cual era y para eso sentía que era necesario que la gente supiera quién era y qué quería. Por todo ello, necesitaba estar con ellos en contacto y sentir con su público lo que todos sentían, soñaban, deseaban. Selena hasta no quería aceptar ningún papel en ninguna telenovela o película en la que no se reflejara su verdadera personalidad. Lo que para muchos era sólo una simple labor de ficción, para Selena era otra faceta de comunicación ante su público y a él no le podía fallar con imágenes ficticias que no se correspondían con lo que ella era realmente. Selena practicó en su vida aquel viejo principio romano que decía que no sólo hay que ser sino parecer. Y Selena cuidó que su imagen se correspondiera con su persona. Y la gente se lo agradeció y le creyó. No había forma de no creerle con sólo observarla y verla actuar tanto en el escenario como en la vida. Por eso nunca el público cayó en la trampa que le quisieron propinar aquellos pérfidos que aprovechando su lamentable ausencia buscaron sembrar la duda y mostrar un supuesto “lado oscuro”, “una doble vida”, “una doble personalidad” en Selena. No lo lograron porque el público vio que la gente habla por sus actos y no por los comentarios de otros. Y Selena siempre habló por su boca y no por “bocas de ganso”…

Selena fue por sobre todo una mujer íntegra, tremendamente íntegra. Muchas veces asociamos las buenas conductas con las actitudes silenciosas, dóciles. Muchas veces creemos que las buenas personas son aquellas que son calladas, que no emiten opinión, que no se la juegan por un ideal, por una buena razón, por un noble objetivo ... Nada más erróneo ... Siempre respetar las reglas es un sinónimo de buena convivencia y de una actitud noble, pero muchas veces la rebeldía es necesaria cuando está en juego nuestros ideales, la justicia, nuestra felicidad, lo que más anhelamos. Cierta vez cuando era muy chico tuve un maestro muy severo pero a la vez muy justo y del cual aprendí muchísimo en la vida. Un día ese maestro, cuando entregó los boletines mensuales de evaluación, había puesto un “regular” como calificación de conducta a un chico al que siempre lo habían premiado con nota de “muy buena” o “excelente” por su actitud en clase. Cuando nos enteramos, no fue a protestar él, que siempre vivía callado. Fuimos sus compañeros quienes lo hicimos pidiéndole explicaciones sobre su “insólita decisión”. Aquel sabio maestro nos contestó inteligentemente con otra pregunta: “¿Y por qué habría de calificar como buena conducta a alguien que siempre está callado? Yo no sé cómo realmente es. Por eso le puse esa calificación”. Al principio nos costó entender esa respuesta, pero el paso del tiempo nos hizo ver que tenía toda la razón. Una desgracia personal a ese chico le hizo cambiar radicalmente de conducta, o la que siempre tuvo y ocultó, tornándose agresivo e intolerable para cualquier convivencia, haciendo que nosotros no supiéramos cómo reaccionar ante él siendo que era un chico tan “bueno”, entendiendo por “bueno” a alguien “callado”. La conclusión es que uno debe saber decir lo que siente, expresar lo que le gusta y lo que no, saber ganarse un lugar y respeto fijando su posición aun cuando se tenga que pelear con alguien duramente, o enfrentarse con alguien a quien uno quiere. Y una mujer como Selena, que lejos de ser alguien sumisa y débil, no se quedó atrás a la hora de pelear por sus deseos, por sus sentimientos, por sus derechos. Cuando empezó su noviazgo con Chris tuvo una negativa tajante y abrupta de su padre, quien creía que esa relación afectaría su carrera. Seguramente el padre de Selena, como todo padre que ve crecer a sus hijos y que le muestran que ya no necesitan de ellos con el tiempo, le agarró inseguridad y temor. Y pensó, más por prejuicios y temor que por otra cosa, que Chris, como guitarrista y “rockero”, no era lo mejor para Selena, que podía ser un aprovechador ... ¡¡Qué mal nos hacen los prejuicios!! … Mientras el padre de Selena pensaba que por allí el silencio de Chris podía moverlo a sospecha, no le inquietó el silencio y bajo perfil de esa mujer que había conocido por esas épocas y que la habilitó para cumplir funciones tan importantes al lado de Selena … Lo cierto es que cuando el padre quiso interceder para que Selena no siguiera con esa relación, ella no se quedó atrás. Una cosa era aceptar algo justo, un mandato familiar, un pedido razonable … ¿Pero esto? ¿Por qué debía dejar a Chris si ella era feliz con él? ¿Qué pretendía? ¿Qué ella sólo hiciera feliz a los demás sin ser feliz ella? ¿Era justo que Selena tuviera que aceptar esto que no tenía ningún argumento? Al principio quiso que el padre lo entendiera por las buenas, pero no hubo caso. No alcanzaba con demostrarle que lo amaba y que quería vivir para siempre con él. Eran entendibles los miedos de su padre, máxime si se sabía de sus convicciones morales y religiosas, y que para él sólo se casaba una vez y para siempre. Y tal vez podía entenderse que pensara que su hija aún era chica para asumir esa responsabilidad. Pero no entendía o no quería entender que Selena le hablaba con el corazón y que le juraba que lo amaba, y que si fallaba ella asumiría con toda la responsabilidad. Selena tenía un alto sentido de la lealtad. Ella peleaba con su padre pues quería seguir con su familia. Sólo pedía que lo aceptaran a Chris dentro de ella como lo aceptaron dentro de la banda. Como no hubo caso, Selena mostró el temple de mujer, de esa mujer con convicciones y corazón que está dispuesta a dar todo por un Amor sin perder por ello sus propios sentimientos por sus otros afectos … La decisión no era la ideal, ni para ella, ni para Chris, ni para su familia, pero la única que encontró para que nada se alterara de lo que había surgido hasta allí. Tal vez lo más fácil, la salida “escapista”, hubiese sido huir de la familia, huir con Chris, abandonar la familia y el canto, y dedicarse a ser diseñadora mientras Chris siguiera con el rock y su banda. Pero Selena no podía abandonar sus afectos. Ella era una mujer sentimental, fiel y con carácter. No abandonaría a los suyos, pero tampoco dejaría a su Amor. Por eso optó por casarse en secreto para después, cuando se enterara su familia, poder hablar con su padre y “negociar” en otros términos. Su padre lo entendió de inmediato, como años después lo admitiera. Allí comprendió que su hija le hablaba en serio y que lo quería mucho a él, pues si no, hubiese actuado de otro modo. Vio que su hija actuaba con sentimiento pero con un gran sentido de justicia y que jamás por hacer ello los abandonaría. Y más tarde comprendió que su hija tenía mucha razón: Chris ciertamente era una persona excepcional, pues no sólo le demostró que quería bien a su hija sino que se integró a su familia en vez de procurar alejarla de ella. Una lección que le dio Selena a su padre. Tal vez Selena tenía mejor precepción que él a la hora de calificar a las personas, tal vez tenía menos prejuicios y más sentido de la oportunidad a la hora de actuar. Selena podía ser encantadora, tierna, carismática, llena de Amor y de optimismo, pero también era una leona a la hora de defender sus derechos y sus sentimientos. Ella no toleraba ni la mentira, ni la injusticia ni la falsedad. Y era capaz de enfrentarse a cualquier cosa con tal de defender siempre bien su lugar … Tal vez fue eso lo que hizo aquel día tan nefasto de marzo de 1995…

Selena fue una mujer que enamoró a los varones, fue un ejemplo para las mujeres y gustó por igual tanto a gente mayor como a niños. La gente no es tonta: no sólo admira a los artistas por lo que ofrecen, sino por lo que dan por ellos, por la importancia que ese artista les asigna en sus triunfos y logros. Selena no era una artista artificial que decía “Sin ustedes no soy nada” sólo para ganarse demagógicamente su admiración. Selena se lo demostraba en los hechos, con su forma de interpretar los temas, por dejar todo arriba del escenario, por quedarse fuera de él todo el tiempo necesario para darles un autógrafo, posar para una foto, saludarlos, interesarse por ellos. Ésa era la diferencia de Selena con el resto de los artistas. Ella era una mujer diferente. No se trataba ni de que fuera la mejor ni de que no se la pudiera comparar artísticamente con nadie. Si tuviéramos ese pensamiento, seguramente no nos abriríamos a otros artistas y buscaríamos empecinadamente en demostrar que Selena era mejor en el rubro que sea. Pero éste no era el caso de ella, simplemente porque Selena era distinta, una mujer distinta que se salía de todos los parámetros, de los prejuicios y de los preconceptos que se tienen de la mujer. Selena era dulce, pero tenía carácter. Selena lucía sensual pero no era vulgar. Selena era dada con todo el mundo pero se hacía respetar. Y para respetar respetaba a los demás. Hasta se llegó a la creencia de que si le pasó lo que le pasó fue por pecar de ingenua, de confianzuda, de no saber decir que no … Nada más errado. Siempre recuerdo aquellas palabras de José Behar, presidente de la Emi Latin, cuando conoció a Selena. Él estaba en busca de nuevos talentos para contratar, pero paradógicamente nadie le habló de ella. Selena no estaba en boca de ejecutivos de una compañía discográfica que con sus altos muros vivía de espaldas a la gente. Selena vivía en boca de su gente, que la amaba desde que era una promesa adolescente. José Behar lo pudo comprobar cuando casi de casualidad la descubrió. ¿Y cómo la descubrió? Cuando a la salida de un festival escuchó el griterío de la gente, y quiso saber de dónde venía y por qué. Cuando lo supo y vio actuar por primera vez a Selena se quedó, como todos los que la descubrimos alguna vez, impactado. De inmediato, al término de su concierto, fue a buscarla para contratarla allí mismo. Cuando la vio, notó que estaba firmándole unos autógrafos a sus admiradores. José Behar se acercó, se presentó ante ella con su mejor sonrisa y le dijo su nombre y su cargo. Selena lo miró y le dijo “¡¡Sí, claro!!” y siguió firmándole autógrafos a sus fans. Con el tiempo quedó claro que Selena se había equivocado con él, quien siguió insistiendo, esta vez con su padre, a quien convenció para reunirse al otro día y darle un buen contrato con una gran discográfica. Pero también es cierto que para Selena lo más importante era su público y que estaba acostumbrada a gente estafadora y engañadora que vende “espejitos de colores” a mucha gente. De todos modos, ni José Behar ni nadie se sobrepasó con Selena por su negativa en ese momento. La respetaron no sólo por su condición de artista sino porque ella se hacía respetar con su presencia. La mejor muestra de ello es ver cómo todos los varones soportaban lo que Selena les hacía en el tema “¿Qué creías?” en pleno concierto. Aun cuando muchos sabían de qué se trataba y a lo que se exponían, todos lo aceptaban con gusto el papel de “ex novio”. El más memorable para mí fue uno de Odessa, Texas, en el que el “ex novio” se dejó zamarrear, gritar en su oído y soportar toda clase de acusaciones. Y no sólo eso. Él estaba enteramente feliz. Lo mismo sintió el mismísimo Johnny Canales en su show cuando se dejó estirar su corbata en cámara o aquel otro en New York que recibió una patada en los pompis. Y nadie decía nada pues todos entendían que era un juego y de que se trataba de Selena. Ella no les haría daño. Era ella quien los quería y quien más los respetaba. Al término de sus actuaciones Selena sólo recibía abrazos y besos. Saludos de agradecimiento, saludos de admiración. Eso generaba Selena: Amor y respeto. Nunca habían visto algo así y nunca iban a ver algo así. Por eso se la extraña tanto y aún se la espera, pues nadie puede creer que este mundo sea tan malvado como para que se la haya llevado sin ninguna razón que uno pueda entender ni explicar… Como no poder explicarse nunca por qué fue a ese motel ese lluvioso y feo día. Pero Selena seguro, seguro que tenía una buena razón, un buen motivo, un noble propósito, eso que desconocía la horrorosa mujer que la esperaba. Pero yo no necesito que me lo diga, aunque sólo ella podría decirlo y no lo pueda hacer … Lo puedo intuir con sólo mirarla a los ojos en cada foto, en cada video, en cada actuación, en cada reportaje…

Selena tenía Alma de mujer. Selena era una mujer noble, una mujer sincera, una mujer talentosa, una mujer llena de Amor, una mujer con carácter, una mujer con personalidad. Selena fue una verdadera mujer. A la hora de recordar a las mujeres en su día -algo que debería ocurrir todos los días- sería bueno que nos acordáramos de Selena, un ejemplo de una mujer que dio todo a cambio de nada … mejor dicho, una mujer que dio todo sólo con un fin … para que la quisieran siempre y para que la recordaran con Amor…

Selena fue una gran mujer. A pesar de que yo soy un varón, ella es mi ejemplo, ella es la persona que me guía con su conducta. Porque a la hora de elegir modelos no hay géneros. Pensar en ello sería una tontería. Pero si tuviera que elegir un género en función de la persona que uno más quiere y admira, yo no dudaría en qué elegir. Siempre, absolutamente siempre, Selena será mi primera elección y mi primer ejemplo, porque por sobre todas las cosas, además de ser una gran mujer, Selena fue una gran persona. Y yo sólo estoy aquí en este mundo para que todos los días lo recordemos, como ella quería, con todo el Amor, con tanto Amor…

A veces creo que no debería decir ni escribir más nada de ti, Selena, pues creo que ya he dicho y hecho todo por tu recuerdo, pero hay alguien -tal vez seas tú misma- que me dice: “Sabes que Selena dio todo para que la gente sea feliz. Tú también da todo por su recuerdo. Ella se pondrá contenta”. Y por eso lo hago, porque sé que estás allí...

Simplemente te quiere mucho…







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