¿Recuerdas lo felices que éramos, Selena?


Yo estaba allí y me reía … No podía dejar de reírme mientras la filmaba. Recuerdo que estaba a oscuras y aproveché mi cámara infrarroja y que ninguna de las dos podía dormir de la excitación para filmarla mientras ella se despachaba con sus ocurrencias. Porque Selena era así ... Podía estar de cualquier humor, podía estar dispersa, podía estar triste o enojada, pero cuando se encendía la cámara se iluminaba, se sonreía y se despachaba a gusto. Por supuesto que eso no era un gesto de falsedad ni nada que se le pareciera. ¡¡En absoluto!! Yo conocía perfectamente a mi hermana y sabía por qué hacía lo que hacía … A veces cuando recuerdo lo mal que me ponía porque mi padre me hacía aprender a tocar la batería para formar parte del grupo Selena y Los Dinos, llego a la conclusión de que nada de lo que yo tenía que sufrir se podía comparar a lo que Selena tenía que afrontar ... Sí, es cierto ... Yo tenía más de una razón para sentirme mal. Yo estaba por entrar en mi adolescencia y no me hacía gracia que tuviera que cumplir una función que no sólo no me gustaba, sino que no era la principal ni la más relevante. Mi padre, en su afán de ponerme en alguna función en la banda, decidió colocarme tras las baterías pues era el único lugar que le faltaba completar para armar la banda y no tenía con quién hacerlo. Mi hermano A.B. venía aprendiendo a tocar el bajo y por supuesto mi padre lo puso en esa función. Mi hermana Selena obviamente sería la cantante y estaría al frente de todo. Y yo … Yo estando atrás tocando un instrumento que ninguna mujer en aquel entonces salvo, creo, Karen Carpenter, hacía en ese momento. No voy a negar que me sentía molesta ... No digo celosa. Los celos … son sentimientos que podemos tener todos y que los expresamos en algún momento. No es malo eso … Pero no era ése el caso. Si bien todo esto que no podíamos dejar de pensar que era una verdadera locura de mi padre se hacía en función de mi hermana, yo no tenía ni bronca, ni envidia, ni celos. No podía tener ese sentimiento. Y no sentía eso porque veía que Selena también sufría, del mismo modo que mi hermano A.B. y yo. Y más me compadecí por ella cuando noté que a medida que avanzábamos en los ensayos Selena tenía más y más responsabilidades, y más y más obligaciones. Ya en un principio todos estábamos tensos. No sabíamos qué hacer ni qué tocar. Nosotros no estábamos reunidos porque queríamos, porque un día se nos ocurrió hacer música juntos, ver qué era lo que nos gustaba y qué queríamos expresar, para recién allí empezar a hacer los ensayos correspondientes ... No ... Estábamos allí tocando una música que nosotros no conocíamos ni sentíamos en esos momentos. Aun siendo conscientes de que éramos latinos y de ascendencia mexicana, nosotros veíamos a ese mundo como algo muy lejano y ajeno. Nadie de nosotros hablaba el español. Ni siquiera lo habíamos aprendido ni lo hablábamos en casa. Nuestra cultura era bien norteamericana y nuestros ídolos venían de ese mundo de los gringos, no de nuestros ancestros. Y allí estábamos, presos de un destino y de un deseo, obligados a ensayar canciones que nos parecían anticuadas y hasta ingenuas. Al principio nos resistíamos a hacerlo, tuvimos varias rabietas con mi padre que nos obligaba a tocar canciones de veinte, treinta y hasta cuarenta años de antigüedad. Al final negociamos con él y convinimos en que tocaríamos canciones en inglés no muy viejas y que no estaríamos tanto tiempo ensayando, sólo unos minutos y que esos minutos no nos impidiera estudiar y, sobre todo, jugar … Cuando terminamos de negociar con mi padre sobre este tema, allí caí en la cuenta de que mi hermana Selena se llevaría la peor parte. Pues mal que mal yo me podía refugiar en mi batería, podía limitarme a hacer lo mío bien, podía estar hasta distraída, no muy arreglada ni interesada en lo que estábamos tocando. Pero si lo hacía bien, si lo hacía correctamente, si me limitaba a mejorar cada día mi técnica para ir a tono con la evolución de la banda, nadie podría objetarme nada, nadie podría obligarme por las circunstancias mismas a que hiciera algo más. Lo mismo le pasaba a mi hermano A.B. Él también podía refugiarse en su bajo y a tocarlo correctamente. Él tampoco tenía la obligación de tener que demostrar algo más que hacer lo suyo correctamente, más allá de que ya casi desde el vamos él se mostró preocupado por el material que estábamos tocando y comenzó a interesarse en hacer algo por mejorarlo. Pero ni así A.B. tenía esa obligación y aun cuando la asumiera eso no lo exponía ante el gran público. Él, como yo, podía refugiarse en lo suyo sin que miles de ojos se posaran en él de modo expectante. Cuando pude darme cuenta de que nuestra insatisfacción, enojo e incertidumbre podían atemperarse con limitarse a hacer lo de uno, eso no sólo me alivió sino que di cuenta de la tremenda responsabilidad de mi hermana Selena. Por eso no podía estar ni celosa ni molesta con ella … ¡¡Para nada!! Es cierto que mi padre armó el grupo por ella. Es cierto que mi padre armó toda esa locura en función de Selena y con la tremenda expectativa de que podría cumplir su viejo sueño de poder vivir del mundo de la música. Es cierto que mi padre sintió, con ese talento que descubrió en Selena, que ese león dormido en su cuerpo renacía con más bríos. Aún recuerdo lo que fue ese día que fue como el antes y después de nuestras vidas. Lo más irónico de todo es que la mismísima Selena sin querer le mostró ese talento. La cosas no son casuales en la vida … Una cosa lleva a la otra. A mi padre se le ocurrió comprar un bajo a mi hermano A.B. un poco porque su hijo deseaba tocarlo y otro poco porque veía la posibilidad de que su veta musical, dejada de lado para mantener a la familia, podía tener su continuación a través de su hijo mayor y varón. Pero esa visión de la vida un tanto machista, aunque lógica en aquellos tiempos, se le cayó al poco tiempo de la mano de su pequeña hija menor … Ahora que lo pienso, y sabiendo lo que ha pasado después, uno ya podía saber lo que más quería Selena, lo que más deseaba y también lo que más temía. En aquel momento todos éramos chicos y no teníamos por qué darnos cuenta de aquello … Pero mi hermana tenía terror de que aquel bajo la sacara del centro de atención de nuestro padre, de que dejara de ser la mimada de la familia, de que dejara de ser la “baby”, de que ya no llamaran la atención sus ocurrencias, sus risotadas, su alegría y sus energías siempre manifiestas … Yo lo recuerdo, pues lo compartí con ella, como tantas cosas. Ella estuvo días enteros estudiándose aquellas letras de un libro de canciones que tenía mi padre. Me costó entender la tozudez, la voluntad y las ganas que tenía Selena de superarse. Allí noté que nada la pararía a la hora de lograr su objetivo, eso sí, siempre con fines nobles, siempre haciéndolo sin querer perjudicar a nadie. Muchas veces le decía que parara un poquito, que se detuviera a jugar, o para tomar o comer algo, y Selena enseguida me hacía un gesto de silencio, y que le dejara aprender esas canciones y cantarlas a solas. Me lo pedía por favor con cara de ruego y esperando que yo la cubriera si nuestros padres estaban cerca queriendo indagar ... Y yo lo hacía ... Lo hacía por ella y un poco porque valoraba aquello que a mí me hubiera costado muchísimo afrontar y hacer. Yo no tenía esos deseos ni tantas ganas de mostrar algo más de lo que deseaba. Yo era más conformista. Tomaba lo que se me presentaba en la vida y eso era más que suficiente. Pero Selena no. Al principio creía que lo hacía de puro inconformista que era, pero después entendí que a ella le encantaban los desafíos, que para ella nada era imposible, que todo lo podía lograr. Y allí estaba, sola estudiando, sola cantando. Y sabía que hasta que no terminara de aprender todo bien no se iría de allí, que se quedaría encerrada hasta que ella estuviera conforme ... Y llegó ese gran día ... Selena me dijo que sorprendería a nuestro padre haciéndole saber cómo sabía sus canciones preferidas. Yo me alegré y la alenté a que fuera de una vez a mostrarle su esfuerzo. Ni Selena ni yo nos imaginamos lo que ocurriría después. Creo que ambas nos conformábamos con que nuestro padre se lo festejara y de que Selena se sintiera tan querida como siempre estando en el centro de atención de la familia ... Pero fue eso y más, muchísimo más. Luego vino esa locura de mi padre ... Sin saberlo, y supongo sin quererlo. Selena encendió esa chispa de un fósforo que estaba apagado. Mi padre sintió que volvía a su pasión no ya a través de él, sino por medio de mi hermana Selena. Él estaba obcecadamente convencido. Y lo que podía ser una novedad, un entretenimiento, un divertimento pasajero pasó a ser una obligación, una responsabilidad, de la cual Selena se llevaba la peor parte, la carga más pesada, el peso de la responsabilidad ... No ... Selena no podía hacer lo mismo que nosotros. A los 8 años ella era la figura, la cantante, la artista principal de Selena y Los Dinos. Ya el nombre mismo del grupo definía su función. Pronto noté que Selena no podría ni por asomo realizar lo que en principio hacíamos mi hermano A.B. y yo. Ella tenía que poner la cara, ella tenía que mostrarse siempre linda, siempre bien predispuesta, siempre agradable, con ganas y con la obligación de que la gente se sintiera interesada por nosotros. Ella tenía que arengar a la gente, tenía que darnos ánimo … Allí sentí un poquito de pena por ella, pues sabría que muchas veces tendría qua disimular muchos sentimientos muy personales para llevar adelante las cosas. Sabía que no tenía por qué tener esa sensación pues, por un lado, a ella le agradaba sentirse tan mirada por todos y ser el centro de atención. Pero ella era muy niña ... Mal que mal A.B. y yo vivimos nuestra niñez sin sobresaltos. A mí las cosas se me hicieron “anormales” en la pubertad y en plena adolescencia a mi hermano A.B. Pero a Selena … Encima, a medida que íbamos estando cada vez más involucrados en el grupo, mi padre fue dejando su trabajo estable en la petrolera y montó un restaurante con la única finalidad de que tocáramos allí. Y mientras ello ocurría a nadie se le escapaba el hecho de que si llegábamos a fallar, estaríamos en más que un problema. Y yo sabía que Selena se sentía más responsable que todos de nuestro destino. En aquellos tiempos le llegué a expresar mi preocupación sobre este tema. Selena me miraba en silencio mientras se lo decía, pero una vez que acababa ella se encargaba de darme ánimos, me decía que no me preocupara, que confiáramos en nuestro padre y enseguida me hacía un chiste que justificara una risotada de su parte que llevara a pasar rápidamente a otro tema … Así era Selena ... Siempre quería que todos estuviéramos bien y que no tuviéramos motivos para preocuparnos. Y cuando pegaba esas risotadas, ya sabía que era para cambiar de ánimo, para que nadie ahondara en su Alma y descubriera sus miedos, sus sentimientos de preocupación y de incertidumbre. Por eso tomó hasta con naturalidad el hecho de tener que aprender a cantar en español. Mi padre estaba convencido de que si por allí a Selena le costaba tener un éxito rápido en inglés debía probar en español como alternativa. Él pensaba que si se utilizaba el camino alternativo de cantar en español y triunfar, las cosas se facilitarían para llegar al tan soñado triunfo de Selena como cantante internacional. Él tenía muy en cuenta su experiencia como músico y siempre se sintió frustrado de no haber sido un hombre más preparado y multifacético. Él sintió la discriminación por ser de ascendencia mexicana cuando quería tocar sus canciones preferidas en inglés en cualquier club. Y cuando quiso probar en los clubes mexicanos lo querían linchar por no saber las canciones en español y lo que solían escuchar sus pares. Nunca lo pudo hacer pero ahora tendría la ansiada revancha con Selena, pero para eso ella debía hacer lo que él no hizo … Cantar en español y hacerlo en los lugares que ninguno de nosotros lo había hecho. Yo sabía lo que eso significaba para Selena. Ni A.B. ni yo teníamos obligación de aprender el español, ni para hablarlo ni para cantarlo. En cambio, Selena tenía que saberlo cantar, aunque fuera fonéticamente, y eso al menos implicaba saberlo pronunciar y tener una idea de lo que cantaba para expresárselo a la gente, convencerla y conmoverla. Selena tenía trabajo extra, mucho trabajo extra, en lo intelectual pero también en lo emocional. Y Selena aceptó ese reto sin chistar, asumiendo su rol y sabiendo que sólo había que ir para adelante en el total convencimiento de que lo lograríamos, de que sólo teníamos una posibilidad, que era ganar. No había margen para otro resultado, no podíamos perder. El perder podía significar sencillamente el abismo. Lejos estábamos de imaginar lo que podríamos lograr y en las huellas que dejaríamos en tanta gente. En aquellos tiempos no podíamos ni sospechar siquiera que pudiéramos salir del restaurante de mi padre. Él, para darnos ánimo, solía llevarnos a pasear en su destartalado auto por los barrios más lujosos de la ciudad. Cuando paseábamos por esos lugares, él nos preguntaba si queríamos vivir en esas lujosas mansiones. Cuando le contestábamos con firmeza que sí, él nos decía que si seguíamos nuestro camino con disciplina, trabajo, voluntad y honestidad, pronto viviríamos en esos lugares. Lo que estaba lejos de saber tanto mi padre como nosotros era lo que estábamos gestando sin saberlo. Cuando veo hoy en día cómo tantas jovencitas quieren ser como Selena, porque se sienten identificadas con ella, porque son como ella, como yo, como tantas otras, mujeres que no hablan el español, que se criaron en Estados Unidos hablando el idioma inglés y tomando como propia la cultura norteamericana, pero que se emocionan al escuchar esas bellas canciones en el idioma de sus ancestros, que se sienten identificadas con mi hermana, que se les despiertan esos mismos sentimientos que tenían sus pares o sus parientes, allí doy cuenta de lo que logró Selena. Cuando nosotros comenzamos no teníamos un parámetro, no teníamos un artista o alguien que nos representara, que expresara acabadamente nuestros sueños, nuestros anhelos, lo que deseábamos ser en nuestra nueva “tierra prometida”. Sin saberlo, casi sin querer, nosotros empezamos a ocupar ese lugar que estaba vacante, comenzamos a ser la corporización de aquel sueño de toda una comunidad que era cada vez mayor en Estados Unidos. Nosotros no éramos conscientes de ello. En cambio las que vinieron tras nosotros lo empezaron a sentir cuando vieron a mi hermana Selena, cuando las emocionaba con sus canciones, cuando se sentían tan identificadas con su presencia, con sus sentimientos, con sus deseos de trascender por el camino del trabajo, de la honestidad y del talento … Yo apenas empezaba a darme cuenta de que estábamos logrando algo cuando en esa noche filmaba a mi hermana Selena y la escuchaba decir a la cámara que habíamos sido un “desastre” esa noche, que habíamos fracasado. Y luego de aclarar que todo eso que decía era sólo “un chiste” y que sólo tenía palabras de agradecimiento para con la banda y para con el público, pues sin ellos ella no sería nada, terminaba diciendo “Odio que digan que soy la mejor, fundamentalmente porque odio que me digan la verdad”. Yo no podía parar de reírme. Reírme por la ocurrencia de Selena. Reírme de felicidad. Eran los lindos tiempos. Tiempos de triunfos, tiempos de certezas. Todos nos dábamos cuenta de lo que estábamos logrando. Todos nos dábamos cuenta de lo que se había convertido Selena. Fueron años y años de esfuerzo, de lucha y de dedicación. Todo estaba saliendo a la perfección. El futuro no podía ser más que promisorio. Pero pronto me daría cuenta de que en un minuto todo puede cambiar, de que en un minuto todo aquello que se construyó con años de paciencia se puede derrumbar. También me di cuenta de que mi padre se había equivocado en aquellos días en los que nos llevaba a darnos ánimos viendo lo que podíamos lograr con trabajo y talento. Muchas veces esas casas no se logran ni con trabajo ni con honestidad, y que gente sin ningún talento puede ocupar el lugar que uno lo había ganado con todo merecimiento mientras se ve destruir lo logrado para siempre…

Todo fue muy duro para nosotros … Cuando ocurren estas cosas nos damos cuenta de su valor, aun cuando nosotros, por nuestra formación y por propia necesidad, sabíamos lo que era tener cada día un plato de comida en la mesa. Pues en general todos ven, cuando uno sobresale en cualquier actividad, el final del camino, los últimos pasos, el tránsito por la fama, la gloria, la admiración, pero pocos recuerdan la historia anterior, cuando íbamos desde muy chicos en un bus de pueblo en pueblo para que nos viera un puñado de gente que ni siquiera sabía quién éramos y que nos miraba con extrañeza porque éramos un grupo muy joven y con una niña cantando. Confieso que por aquel entonces yo no tenía mucha confianza. Veía muy difícil que pudiera tener trascendencia lo que estábamos haciendo. Incluso en un primer momento ni Selena ni mi hermano ni yo pensábamos siquiera que podíamos trascender en este duro negocio de la música. Realmente nadie lo pensó y creíamos que mi padre algún día se cansaría y dejaría de insistir, que largaría todo del mismo modo que cuando abandonó su carrera por nosotros. Pero hubo un momento que fue clave para la vida de todos nosotros. Un buen día nos enteramos de que mi padre había quebrado y que habíamos quedado en la calle. No teníamos nada, absolutamente nada. Recuerdo que mi madre y yo nos fuimos a llorar a un cuarto de mi casa, que mi hermano se fue a caminar por largas horas por la ciudad para poder asimilar lo sucedido … y que Selena se fue a acompañar en silencio a su padre. Sí, lo recuerdo muy bien … Tanto lo recuerdo que fue para mí ayer cuando en un momento fui en busca de todos y sólo había hallado a A.B. en un cuarto solo, mascullando su bronca luego de su larga caminata y prometiéndose que iba a salir de todo esto .... Y cuando iba en busca de mi hermana y de mi padre, me los encontré en el restaurante ya cerrado y clausurado, y quedé impactada. Mi padre había tirado con furia los papeles que le indicaban la dura realidad hasta que Selena se le acercó y sólo lo abrazó en silencio. Mi padre quedó abrazado a ella y sólo lloraron sin decirse nada. No había palabras, no había gritos, no había lamentos. Sólo silencio. Creo que mi padre, aun sabiendo lo fuerte que era de carácter y del temple que siempre tuvo, hubiese capitulado allí mismo y hubiese tirado la toalla sin resistirse. Pero ese abrazo de mi hermana le dio el último aliento, el único motivo para seguir adelante … Selena misma. Seguramente mi padre pensó: “Yo la puse en este problema. Yo no la puedo dejar así y menos si me da su apoyo en vez de un reproche…”. Yo me fui en silencio. No quería interrumpir. Sabía de la importancia del momento y de lo que significaba para nuestro futuro eso aun cuando no tenía idea de lo que podía pasar … Cuando nos juntamos en familia y emprendimos nuestro exilio de Lake Jackson para vivir en Corpus Christi en casa de mi tío, comprendí más que nunca que salir de todo esto dependía de todos nosotros. Que por orgullo y para no ser impertinente para nadie debíamos retirarnos cuanto antes de la casa de mi tío. Que nuestra estada allí sólo debía ser por vacaciones, unas pequeñas vacaciones hasta que tuviéramos un nuevo hogar. Y para eso teníamos que recurrir al único recurso que teníamos … La banda. Si había alguna duda hasta allí, si había algo que no nos gustaba, si acaso lo que hacíamos no era nuestra real vocación, eso ya no importaba. Estábamos todos en el mismo barco y a la deriva. Pero teníamos el timón, los medios para dirigirlo y el barco estaba intacto. Sólo teníamos que poner todo el esfuerzo para salir, para llegar a la costa, establecer nuestro nuevo hogar y seguir con nuestra vida allí. Recién allí, creo, decidí dedicarme de lleno a tocar la batería y a perfeccionarme en el uso de ella. Mi hermana Selena, que siempre quiso ser diseñadora, comenzó a ensayar diferentes formas de baile, de saludos y de formas de seducir al público para perfeccionar sus actuaciones, al mismo tiempo que ponía su verdadera vocación al servicio del grupo diseñando sus vestidos y los de toda la banda. Con el tiempo hasta se había puesto obsesiva con el tema. Recuerdo aquella vez en 1991 cuando nos presentábamos con los “atuendos de las vaquitas”. Muchos estaban de acuerdo. Otros no. Pero Selena estaba decidida a que nos mostrábamos así y todos nos recuerdan por ello, aun cuando, como nosotros, el público estaba dividido: a algunos les encantaba y otros decididamente los rechazaba. Y la que más recuerdo con gracia pero con ternura fue allá por 1994 cuando se volvió loca por un vestido de cantante española, que usó en muchos conciertos y en nuestra última presentación en el Show de Johnny Canales. A Selena le encantó ese vestido en cuanto lo vio y se lo probó, pero no se contentó con ello. Recuerdo que lo tenía puesto y en cuanto aparecí por el camarín próximo a dar el próximo concierto con aire de asombro y extrañeza pues lo seguía teniendo puesto, me miró y me dijo: “¿Qué te parece si me lo dejo para el concierto? Hace horas que lo tengo puesto y me encantaría lucirlo esta noche”. Yo le dije, palabras más, palabras, menos, que estaba loca, que yo ni ebria ni dormida usaría algo así. Ella sólo se limitó a decirme: “OK. OK. Puede que tengas razón” y se fue. Cuando estábamos por salir vi que Selena estaba con su vestido que la hacía parecer a Carmen Miranda y me miró riéndose a carcajadas: “¿Qué creías que iba a hacer, Suzette? Sabes que cuando se me mete una idea en la cabeza …”, me dijo Selena. Y así salió y así brilló. La gente la miraba encantada. A la gente todo lo que hacía Selena le parecía maravilloso, no sólo porque sus toques innovadores provocaban suma admiración sino, porque ella, con su carisma, con su sonrisa, con su propia presencia, los hacía impactar, convertía a esos conciertos en algo hermosamente inolvidable. Tal vez eso fue lo que siempre envidié, sanamente claro está, de mi hermana. Ella siempre iba por algo más, no se limitaba a hacer lo suyo, ella quería sobresalir e impactar aunque fuera tan tímida como yo ... Yo siempre me refugié en la batería y me limitaba a hacer lo mío con la esperanza de que los buenos tiempos nos hiciera vivir la vida de un modo mucho más tranquilo. En definitiva, yo quería estar feliz en el futuro con una familia, con un esposo, con hijos en una amplia casa gozando de la vida cada día luego de tantas penurias, sacrificios y privaciones. Mi hermana Selena pensaba lo mismo, pero todo lo que empezó a generar Selena y Los Dinos potenció sus ganas de crear cosas, de tener objetivos nuevos, de ir al estrellato y de que todo eso hiciera que el mundo entero la quisiera. En definitiva, Selena sólo podía ser feliz si la gente la quería y por eso puso tanto empeño y Amor en lo que hacía. Además, hasta tanto no pudiera desarrollar más a fondo su vocación de diseñadora, Selena iba a manifestar esa vocación en la banda y en todo lo relacionado con ella. Eso explica su premura de lanzar su boutique “Selena Etc.” cuando ya era famosa, pero aún le faltaba para tocar el techo de su carrera. Muchos tratábamos de persuadirla para que dejara ese negocio para más adelante, para cuando ella fuese famosa en todo el mundo. Recuerdo que mi padre estaba un tanto preocupado, pues creía que invertir mucho tiempo en el negocio de la moda le quitaría fuerzas en su camino de llegar a la fama en lo musical. Pero ese miedo que tenía mi padre era más producto de una obsesión suya para que Selena llegara a cumplir su sueño y el de toda la familia que porque ella realmente le diera motivos para que mi padre temiera. Si hay algo que nunca hacía Selena era dejarse estar, de actuar sin ánimo, de no emprender cada cosa con entusiasmo y alegría. Es cierto, muy cierto lo que alguna vez le dijo mi hermana a Verónica Castro: ella todo lo que tenía en su mente lo hacía. Hacía lo que ella quería, lo que quería mi padre, lo que quería mi familia. ¡¡Todo!! Y todo con alegría y con un optimismo a toda prueba. Para ella realmente lo imposible era posible. Más de una vez me dijo: “Mira, Suzette. Yo no voy a esperar a ser vieja para hacer todo lo que tengo en mi mente ahora. Si no lo pudiéramos hacer, esperaría pues no habría remedio. Pero siempre esperaría pues estaría ese momento, ese momento que capaz que es único y que nunca se nos presentará otra vez. Nuestro Señor nos dio esta oportunidad. Ahora tenemos cierta fama y somos libres para hacer ciertas cosas … ¿Qué vamos a esperar entonces? Quién sabe si mañana habrá alguna otra vez…”. Hoy, a cierta distancia, veo en esas palabras de Selena como algo premonitorio, como si ella misma supiera que no tendría mucho tiempo ... Yo sé que no es así, la lógica no es así, ni yo ni mi familia creemos en ello, pero cuando recuerdo esas palabras de Selena y su rostro lleno de alegría pero de ternura a la vez, no lo puedo dejar de pensar … Todos sabíamos lo duro que fue todo, la incertidumbre de nuestra vida y de nuestro futuro … Nadie se podía olvidar cada vez que nos despertábamos cada mañana en aquel día en el que nos quedamos en la calle. Nadie se podía olvidar años y años viviendo cada día arriba en un bus y sin saber si algún día podríamos vivir dignamente producto de nuestro trabajo. Todos éramos conscientes de nuestro rol y de lo que debíamos hacer. Eso sí, tanto Selena como mi hermano A.B. habían puesto un granito más, pues se sentían más comprometidos con el futuro de la banda, pues también sus sueños y su futuro dependían de ello. Mi hermano A.B., luego de aquel día en el que caminó sin rumbo por Lake Jackson, pero juramentándose que saldría de todo ello, se avocó a ser el compositor del grupo. Hasta allí sólo protestaba ante mi padre porque no le gustaba el material que tocaba la banda y sostenía que así no se llegaría a ningún lado. Mi padre más de una vez le dijo que se dedicara él a hacer la música del grupo o que consultara con la gente que sabía del tema. Cuando ya no había más margen de maniobra, A.B. decidió comprometerse al máximo con la banda siendo el compositor, la persona que trabajaba día y noche en las sombras haciendo la “música de mi hermana”, como solía decir. Desde allí siempre lo vi contento y entusiasmado. Había encontrado su lugar en el mundo y, como Selena, pusieron mucho más de lo necesario para que la banda fuera superior a todas las que transitaban por todo Texas. Podía estar horas y horas con Pete Astudillo para que él le enseñara algunos compases y la música que se escuchaba en toda América latina, y lo ayudara a plasmar sus ideas en inglés en letras en español. Él solía decirme: “Estoy tranquilo pues mientras estoy aquí adentro en el estudio, Selena está atendiendo a los demás afuera y encantándolos. Y para cuando nos toque el turno de los conciertos y de grabar los discos, tendremos un material más que digno para mostrar. Somos más que un gran equipo y estoy muy feliz. Sé que tenemos un gran futuro” … Pobre A.B. … Como todos, nos quedamos huérfanos luego de aquel fatídico día. A todos nos costó mucho salir. Creo que a mi hermano nunca…

Fue duro, muy duro. Es muy difícil superarlo … ¿Cómo superarlo? Yo entiendo a la gente cuando busca una explicación, pero no justifico que se haya dudado alguna vez de nuestra honorabilidad. Sé que hay cosas que definitivamente no se pueden explicar. Hay que estar allí para entenderlo. Todo fue rápido, muy rápido, tan rápido como nuestra fama en carrera meteórica que parecía no tener fin … Y me vuelven a la mente esas imágenes de Selena en la oscuridad. Ella estaba tan ilusionada ... Todavía no se animaba a decir todo lo que realmente sentía ante la gente, ante el periodismo. Ella era modesta, humilde, como todos nosotros. Sabíamos de dónde veníamos … No se nos olvidaba de nuestras raíces, y si por allí no nos acordábamos, allí estaba mi padre para hacérnoslo recordar. Pero nosotros lo teníamos muy claro … Y a la vez mi hermana sentía que tocaba el cielo con las manos. Era que por fin se nos daba lo que tanto soñamos. Incluso no creíamos que llegaríamos a tanto, que nos llevaría mucho más tiempo el llegar a la cima. Yo misma luego de aquel día estaba sorprendida de la repercusión mediática y de tanta gente que nos quería. Selena estaba feliz pero a la vez tenía miedo, pues para ella cada día era un examen, un desafío para ver si la gente la seguía queriendo, si a sus fans le seguía gustando lo que hacía o comenzaban a decepcionarse. Ahora que voy recordando todo entiendo el por qué Selena era así. Ella tenía terror a no ser querida, a fallar, a que el público la rechazara. Siempre tuvo ese temor, siempre, desde que supo que podía lograr tantas cosas en el escenario. Supongo que de eso se trataban sus pesadillas. Nunca lo supe pues nunca me lo quiso contar. Cada vez que intentaba hacerlo ella me lo evitaba, a veces cortésmente, a veces haciendo sus clásicas salidas con un chiste que dispersara el denso clima, o bien cortándome la conversación aduciendo que estaba ocupada … Me arrepiento de no haber insistido. Tal vez si hubiese sabido de qué trataban esas pesadillas hubiese imaginado la magnitud del problema. Cuando suceden esas cosas uno comienza a pensar en lo que nunca pensó e imagina que quizá eran señales del destino, mensajes sin descifrar a la espera de ser descubiertos. Yo veía que mi hermana se levantaba con cara de sufrimiento pero nunca pensé que podría … Estoy arrepentida … arrepentida de no haber tenido más fuerzas para acompañarla en los conciertos de 1995, en los últimos conciertos, en los últimos tres meses … Tal vez si hubiese estado allí más cerca lo hubiese comprendido todo y la hubiese ayudado … Me siento culpable … Yo no estuve allí en los momentos más lindos, en los que parecía que a Selena no la paraba nadie … Tal vez si hubiese estado allí … Siento que nos dormimos, que nos quedamos encantados por lo que nos estaba pasando, y no nos dimos cuenta de que algo no funcionaba bien y que esas malas señales había que tenerlas en cuenta. Pues no es que nos dormimos en los laureles, no es que subestimamos los problemas pues ya pensábamos que habíamos superado todo y ya nadie nos podría detener en el camino al éxito. Aunque hubiésemos pensado eso, ya mi padre se encargaría de decirnos que aún no habíamos logrado nada, que debíamos esforzarnos más y más … Y bien que lo hacía pues de ese modo y con esa disciplina, además del talento, habíamos logrado tanto, habíamos recorrido un camino que nadie había transitado, habíamos logrado cosas que muchos intentaron pero no lo pudieron lograr. No … No estábamos dormidos. Tampoco subestimamos ni la situación ni a nadie … Sólo que nosotros estábamos encantados. Estábamos viviendo un mundo de ensueño, estábamos gozando de un momento que nunca habíamos tenido y por el que tanto luchamos … Teníamos derecho a gozar de ese momento. Teníamos derecho a parar un poquito y mirar a nuestro alrededor, al cielo, a los demás, a nosotros mismos, y a llorar y reír al mismo tiempo por lo que estábamos pasando. A todos nos pasaba lo mismo … Recuerdo esa sonrisa de satisfacción de mi padre luego de hacerse el duro diciendo que teníamos que seguir trabajando, que teníamos que seguir luchando, que el camino era largo, muy largo … Pero él sabía muy bien que nosotros habíamos ido mucho más lejos de lo que él esperaba para ese entonces … para marzo de 1995 … Él se contentaba con que Selena fuera una buena cantante y se ganara el público a base de puro talento. Con el tiempo Selena logró eso y mucho más … Logró el cariño de la gente, logró que todos la amaran, que nadie osara hablar mal de ella … ¿Y cómo lo harían si ella no hablaba mal de nadie, deseaba lo mejor a cada uno, sólo quería lo mejor para todos? … Aún no lo comprendo, sigo sin poderlo entender ... Y más me duele por ella y por A.B. ¿Yo? Yo no. Yo hacía lo que podía, me limitaba a hacer lo que se me pedía y le ponía, eso sí, ganas y esfuerzo. Pero mis hermanos pusieron todo su tiempo y todas sus ilusiones en la banda. No puedo quitarme de la mente esas hermosas imágenes en el estudio cuando íbamos a grabar y veía el modo en el que A.B. le indicaba a Selena cómo debía cantar un tema, y cómo ella se esforzaba y al poco tiempo lo sacaba. Recuerdo puntualmente cuando grabamos juntos aquel último disco, “Amor prohibido” … Cuando A.B. le dio la letra de “Techno cumbia”, pensé que íbamos a tardar años en terminarlo. A.B. había puesto todo su esfuerzo y su talento en hacer algo innovador, moderno. Coherente con su estilo y con su forma de ser, él tomó lo que estábamos haciendo pero le incorporó otros ritmos, otras músicas. A la larga a todos les iba a gustar lo nuevo que estaba haciendo, y si por allí seguían las dudas, estaría Selena en el escenario para convencerlos. Ese estribillo pensé que Selena no lo podría hacer jamás y menos en vivo. Había que cantar mucha letra de corrido y rápidamente, y si bien Selena había avanzado mucho con su español, seguía costándole mucho, al igual que nosotros que casi no lo hablábamos … ¡¡Hasta eso hizo Selena!! … Está bien que debía aprenderlo por necesidad luego de nuestro éxito en México, pero Selena lo aprendió más rápido de lo esperado … del mismo modo que se aprendió ese estribillo de “Techno cumbia”. Y me reí mucho y se lo dije en la cara a A.B., que hacía muchas chanzas con Selena por su dificultad para cantar ciertas cosas en español. Pero luego de grabar brillantemente el coro y de hacerlo sola, absolutamente sola, en vivo, le dije a mi hermano: “¡¡Hey, tú!! Que te reías de nuestra hermana. ¡¡Ahí la tienes, te canta todo el tema y tú ni te atreves a balbucearlo!! Él se reía …Estaba tan contento como todos. Él también veía el fruto de tantos años de dedicación y de superación. Estábamos encantados … Ni nos dimos cuenta del peligro … Hasta mi hermano incentivó a Chris para hacer un tema pop-rock para incluirlo en el álbum y así salió “Ya no”. Recuerdo la cara de satisfacción de Chris, que podía ver algo más afín a él plasmado en un tema de Selena, sintiéndose protagonista del grupo, ya que muchas veces, y sobre todo en vivo, no tenía momentos para tocar. Lo veía a Chris mirando la consola concentrado en el sonido final, Selena cantando en el micrófono el tema, A.B. riéndose con el productor, yo tapándome con una almohada sorprendida por una cámara que me había descubierto cantando el estribillo del tema … Estábamos felices … Éramos felices … Éramos como un niño contento con su juguete nuevo, juguete que soñó tener por tanto tiempo … Y cuando no se lo imaginaba, vino alguien y se lo quitó, y lo hizo de la peor manera. Y la persona que se lo quitó no era alguien de afuera, no se lo habían robado. No. Era una persona que estaba allí con él, una persona de su confianza, un amigo, un familiar. Son muchas sensaciones al mismo tiempo … Sorpresa, enojo, llanto, impotencia, desazón, final, heridas, heridas de muerte. A nosotros nos pasó lo mismo. Y esa persona estaba allí con nosotros, disfrutando de nuestras grabaciones, disfrutando de nuestro éxito, escuchando a Chris sus explicaciones sobre la música que habían hecho, escuchando con todos el tema ya finalizado. El monstruo estaba adentro y no nos habíamos dado cuenta por lo felices que estábamos. El monstruo estaba allí y no sólo para sacarnos nuestro juguete preferido...

Es muy difícil describir el momento … Yo estaba en casa y de pronto me llamó mi madre desesperada. Ni siquiera lo hizo por teléfono … Fue a mi casa y golpeó la puerta desesperadamente. Yo fui a ella al principio enojada pues creía que era alguien que estaba bromeando. Luego pensé que venía alguien a robar o a hacer daño … Pero cuando escuché la voz entre gritos y llantos de mi madre, temí lo peor. Pero en ese momento sólo pensé que algo podría haberle pasado a mi padre. Hasta pensé en A.B. … ¿Pero en Selena? Ni se me había ocurrido. Ella era joven e inquieta, y todos la amaban y respetaban … ¿Qué podría pasarle? … A medida que iba escuchando a mi madre, quería no creerle. No podía ser. No debía ser. No podía concebir que a Selena le podía pasar algo semejante … No podía entender que a Selena la agredieran de esa manera. Todavía no se sabía quién lo había hecho y por qué. Pero yo no quería pensar en ello. Aún creía en una agresión externa y no me entraba en la cabeza que alguien podría hacerle algo malo. Trataba de hacer memoria y recordaba algún que otro hecho aislado, pero nada que nos hiciera pensar en un atentado o algo así …Siempre tuvimos alguna que otra irrupción de algún fan en el escenario, pero siempre con la intención era abrazarla, de darle un beso, de saludarla. A veces pasaba que en conciertos como en Festival Acapulco, la gente estaba muy por debajo del nivel del escenario, por lo que muchos tenían que hacer esfuerzos titánicos para saltar y llegar a Selena. Tenían que hacer tanta fuerza que el envión mismo los llevaba directamente a chocar contra Selena. En más de una oportunidad Selena pegaba un grito en el medio del canto pues recibía un golpe, un abrazo de pronto que la sorprendía, un flash de una cámara fotográfica, alguien que le proponía bailar … Nada más. Aunque una vez sí tuvimos un hecho confuso en El Paso. Nunca nos quedó muy en claro. Un fan entró de pronto al escenario y llegó a empujar a Selena. Los custodios del escenario fueron sobre él apenas lo vieron ingresar y se lo llevaron muy rápidamente. Tanto fue así que Selena siguió cantando, pero tal fue la sorpresa y consternación que al rato Selena no pudo evitar decir “¡¡Me asusté!!!” a todo el público. Recuerdo que a la vuelta del concierto hablamos del tema y no nos quedaba en claro la verdadera intención del fan, pues él no le llegó a hacer nada, y creo que si le hubiese querido hacer algo sin duda lo hubiese logrado, por más que los guardias fueran a él para sacarlo rápidamente del lugar. Yo le dije a Selena que era como en tantos conciertos, gente que se mandaba a saludarla y no calculaba bien, tropezaba y se la llevaban por delante. Selena aceptó la posibilidad pero se quedó un buen tiempo callada y asustada. Ella no le encontraba sentido y eso verdaderamente la atemorizaba. Selena no podía quedarse tranquila si las cosas no tenían rápidamente una explicación lógica. Más tarde vi de afuera cómo en el último concierto del Houston Astrodome alguien insólitamente le tiro un vaso de cerveza cuando mi hermana ya partía … Pero locos como ésos habían muchos. Nos habíamos acostumbrado desde que fuimos por primera vez a Monterrey a que nos pasara eso y cosas aun peores, y no era precisamente porque no querían a Selena … Yo me aferraba al volante y por momentos me contentaba con pensar que sólo era eso. Una agresión aislada y nada más. Pero no veníamos de un concierto. Íbamos a ir al otro día a Los Ángeles. Ya teníamos todo preparado para salir a la noche para estar bien temprano y ensayar lo suficiente como para ir tranquilos a tocar en concierto. Yo los acompañaba pues aún no podía volver a los recitales … De pronto escuché que mi madre hablaba y decía que no podía ser que esa mujer le disparara. Recién allí reparé en lo que estaba diciendo. Ella estaba tan abstraída en lo suyo como yo. Cuando le dije que me especificara aquello, al oírlo me quise morir. Pasaron por mi mente muchas, muchas cosas. Recordaba cuando vino a sumarse para abrir un club de fans de Selena, y mi padre me la dejó a cargo por un tiempo para que la vigilara y viera sus verdaderas intenciones… Ahora que volvía a escuchar su nombre de boca de mi madre caí en la cuenta de todo. Y pensé que reaccionamos tarde, muy tarde, que tal vez la subestimamos, que no le dimos la importancia al problema que teníamos. ¿Cómo la dejamos con nosotros si en el último mes estaba todo mal con ella? … No ... No la subestimamos. Tal vez fuimos ingenuos. Creímos en su palabra, pensamos que ella también querría una solución “decorosa”. Pero no. No supimos leer los mensajes o no quisimos. Quién sabe ... Es como lo que pienso cuando veo ese video con mi hermana tan feliz: estábamos tocando el cielo con las manos. ¿Qué íbamos a pensar que esa persona nos haría una cosa así? Si hasta no le dimos importancia a esos llamados que le hacía esa mujer a mi hermana, a mi padre, a mí en los últimos tiempos. Nunca se me habría ocurrido que le haría esto a mi hermana. ¿Cómo pudo haberlo hecho? Quise no creerlo. Avanzaba y pensaba: “Que no sea cierto. Que no sea cierto”. Y me venía a la mente la “tremenda amabilidad” de esa mujer, su “vocación de servicio”, de estar al tanto de todo, de ganarse nuestra confianza al punto de que le diéramos múltiples funciones … Arrancamos con todos los recaudos y hasta no dejándola ver a Selena por meses … Ahora se había convertido parte de nuestra familia, formaba parte de las grabaciones, de las decisiones, y dirigía la boutique de Selena y su club de fans. Sabía todo de nosotros y nosotros poco de ella. Nos estaba manejando a su antojo y nosotros estábamos convencidos de que la teníamos controlada …¿Cómo no nos dimos cuenta? ¿Por qué creeríamos que si le poníamos límites los iba a aceptar? ¿Por qué no pensamos que algo, por mínimo que sea, iba a intentar? Tal vez quiso extorsionar a mi hermana y por eso ella la fue a ver. Debimos haberla despedido de inmediato. Tal vez mi padre pensó que haciendo un pequeño pacto con ella nos ahorraría un escándalo que podría hacer ella si la dejábamos sin nada … ¿Y al final qué ganamos? ¿Por qué mi padre pensó en esa posibilidad si él mismo sospechaba de lo que hacía, de sus actitudes? Avanzaba y quería morirme. Ya el dolor cedía para pasar a la ira, y a la vez me remordía la conciencia y hallaba culpables. Quizá por eso hoy en día entiendo a muchos que nos han preguntado tanto sobre lo que pasó y que no se contentan con las explicaciones dadas, pero eso no me hizo nunca justificar las barbaridades que se han dicho de nosotros y que muchos hayan querido creerle a esa mujer ... En ese momento camino al hospital quería creer pero en mi interior sentía que no … Por momentos me agarraba de cualquier argumento para no pensar en lo peor. Que tal vez mi hermana no estaría tan grave, que tal vez esa persona no lo hizo ... Pero en cuanto bajamos del auto, entramos al hospital y vi a mi padre que nos recibía con esa cara, miré para atrás y rompí en llantos. En el medio del dolor, el médico se le acercó y se limitó a decirle que la situación era más que delicada, que mi hermana casi llegó sin vida, que estaban haciendo todo lo posible, que le habían hecho transfusiones ... Mi padre encolerizó y le dijo que ella nunca hubiese aceptado eso ... Así dicho parecía un acto de extrema insensibilidad de mi padre, pero era todo lo contrario. El que entiende cómo son los Testigos de Jehová sabe que no aceptamos transfusiones de sangre salvo que se esté en estado inconsciente… Era más que evidente que él no creía que estaba tan grave o no lo quiso creer hasta entonces. Si lo hubiese asimilado en cuanto entró al hospital ni se hubiese sobresaltado por la noticia, pero él dio por sentado que ella estaba delicada pero consciente … Pobre, mi padre. No había caído en la cuenta. Le estaban arrebatando a su “baby”, a su creación en todo sentido. Esa psicópata supo dónde pegarle duro …Por estas cosas me he indignado mucho con cierta gente. Han opinado cualquier cosa sobre esto que hizo mi papá sin saber cómo eran las cosas. Durante años se peleó con mucha gente por defender nuestro buen nombre y honor, y si bien él se adelantó a todos a dar la versión de los hechos, nunca pudo evitar los comentarios, las especulaciones, las mentiras. La situación había sido lo suficientemente dramática como para que alguien lo asimilara. Por eso entiendo a tantos que no lo pueden comprender. ¿Cómo no los voy a entender si yo misma, que soy su hermana, no me lo puedo explicar? Y lo peor era que la única víctima era el ser más hermoso que había dado este mundo, una mujer que sólo dio Amor, que sólo buscaba que la amaran por lo que era como artista y como persona. ¿Y justo a ella le hacen esto? ¿Y encima se lo hace alguien que la conocía bien, que nos conocía bien a todos? Mi padre tuvo que hablarnos bastante antes de que dijéramos algo, de que reaccionáramos por lo que nos decían. Nos decía que ya nuestro Señor se encargaría de poner las cosas en su lugar y que Selena estaría al lado de él esperándonos. Pero nos lo decía mientras se le veían las lágrimas por debajo de sus infaltables anteojos ... Fue muy doloroso todo. La confirmación de la noticia, preparar todo para la despedida de mi hermana, la bronca de mi hermano, la mirada perdida de Chris, el dolor profundo de mi madre, mi padre tratando de mostrar entereza cuando sentía que si se dejaba llevar por sus sentimientos se derrumbaría y se quedaría sin moverse por años. Estar allí mirando en ese lugar a mi hermana me generaba un desasosiego imposible de explicar. ¿Cómo entender ese silencio, esos llantos, ese viento frío que nos golpeaba la cara, esa soledad compartida, todo delante de alguien que nos daba tanta alegría y era un sol? Recordaba a mi hermana como en una película en la que se pasan partes de su vida y pensaba en todo lo que soñaba, anhelaba, creía, todas las ganas que tenía por hacer cosas, por mejorar … Y ahora la veía allí. Ninguno lo pudo superar aun cuando tratábamos, a pedido de mi padre, de no demostrarlo. Diría que recién hace unos años me animé a mostrarme en público y a tocar de nuevo la batería. A mi hermano le costó tres años volver a la música, lo mismo que a Chris, y si lo hizo fue más por necesidad que porque él quisiera. Pobre mi hermano, yo sé que él espera que algún día vuelva Selena. Pobre Chris, él jamás pudo ser el mismo desde que ella se fue y el devenir de los años se lo ha mostrado. Pobre mi madre, que aún recuerda el reportaje que le hicieran en pleno éxito de mi hermana y contestaba a la pregunta de qué haría sin Selena. Pobre mi padre, que sintió que parte de él se fue con ella y se quedó sin vida. Pobre yo, que perdí a mi mayor confidente, a la hermana que se siempre estaba allí, que siempre estaba cuando más la necesitaba, que siempre me daba ánimo para seguir, pues “la vida es una sola y hay que vivirla hasta lo máximo” … Una pena, una real pena que justo ella recibiera semejante afrenta. Cualquiera de nosotros, si hubiese tenido la oportunidad de ofrecer su vida para que ella viviera la suya, no dudaría en hacerlo. La vida nos puso en un gran reto y sólo tenemos que afrontarlo. No nos queda otra. Todo por el bien de mi hermana Selena… Sólo me queda mostrar el Legado de Selena y de pensar que nada está perdido mientras todos llevemos a Selena en nuestros corazones…

Aún veo esas imágenes y puedo escuchar mis risas. Aún veo esas imágenes, y no puedo dejar de reír y de llorar…

(Todos hemos visto esas imágenes y nos genera esa mezcla de felicidad y de tristeza. Felicidad porque no podemos dejar de sentir que Selena era un ser encantador y hermoso. Tristeza porque esa mujer tan linda ya no está. Tal vez nuestro recuerdo la mantenga siempre vigente y sus sueños permanezcan intactos, a la espera de que sean cumplidos … Y si ella no vuelve, seremos todos los que la amamos quienes los cumpla … hasta que seguro vuelva a nosotros…)

Selena: Yo también río. Yo también lloro…

Te quiere mucho…





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