Tú eres mi lugar en el mundo, Selena…


Tomás era un hombre oscuro, sin esperanza y sin ilusión. La vida lo había golpeado duro y supo sobrevivir a ella gracias a su constancia, a su tozudez … y a rendirse a una vida rígida y disciplinada. Tomás ya era una hombre grande. Cuando se quiso acordar se dio cuenta de que estaba solo en la vida y de que no había sido honesto ni con él mismo. Pasados los 50 años admitió para sí mismo que hubiese querido tener una familia, una esposa y varios hijos. Pero lo vivió negando como si él haberlo admitido siendo más joven lo hubiese dejado desnudo ante los demás y en inferioridad de condiciones. Prefirió no decirle a nadie lo que él sentía y deseaba. Tuvo muchos amores, todos frustrados y terminados de la peor manera. Cada vez que una mujer lo lastimaba con una relación, él se hacía más huraño, más cínico, más amargo. Si tal vez hubiese sido joven en estas épocas, en las que los chicos tienes más posibilidades de comunicarse y ser más desprejuiciados en mostrar sus sentimientos, se hubiese soltado más y hubiese tenido menos temor en mostrarse tal cual era. Pero por alguna razón que nunca supo y que tenía cierto aire de aviso y de premonición, 1995 lo despertó a Tomás en la realidad de que ya era un hombre mayor, sin esperanza, con un futuro de vida rutinaria y aburrida, en la mayor de las soledades y sin nada de Amor. Más de una vez lloró al sentir que sólo le quedaba esperar la muerte como “última novedad”, acontecimiento por demás previsible, pero una vez pasado ese momento encaraba la vida como todos los días, mostrando una paz que no tenía y una aceptación de la realidad, su realidad, que le provocaba un sentimiento mezcla de frustración y de ironía. Pero ese 31 de marzo Tomás se levantó con una sensación rara. Cuando tomó conciencia de que el despertador le hizo entrar en la realidad que le tocaba vivir, se incorporó y se dispuso a desayunar. Era extraño pues Tomás no solía desayunar en su casa sino que lo hacía en un bar próximo a su lugar de trabajo. Pero ese día no sólo hizo eso sino que, movido por un impulso extraño, decidió vestirse con remera, buzo y jeans, en vez del eterno saco y corbata. No iba a tener problemas en el trabajo con esto, pues allí no le obligaban a vestirse formalmente. A él le gustaba ser formal o estaba acostumbrado a serlo, hasta que llegó ese día en el que, por una extraña razón, decidió “cambiar”. Hasta un impulso llamativo lo llevó a encender la radio en vez de la televisión como solía hacer. Él era plenamente consciente de ello, pero un impulso irrefrenable lo llevaba a moverse de esa manera. Recordó que en la serie “Columbo”, el famoso teniente solía decir que cuando se enteraba de un crimen, lo primero que quería investigar era a aquellas personas que hacían siempre lo mismo todos los días a la hora en el que se efectuó el crimen, salvo ese día. Ésa era de aquellas cosas a las que Columbo quería encontrar una explicación, esas cosas que eran más importantes que los innumerables datos e informes que se le presentaban. Tomás sería para Columbo, si se cometía un crimen en su vecindario de Corpus Christi, Texas, uno de sus principales sospechosos o al menos una de las primeras personas a ser interrogadas, pues todo lo que estaba haciendo aquel 31 de marzo de 1995 no tenía ninguna lógica ni ninguna coherencia con lo que Tomás venía haciendo por años. Tomás se sentía extraño. Tomás se sentía como si alguien se hubiese apoderado de su persona que lo llevaba a ser cosas normales pero diferentes a las que hacía hacer. Y lo que era más llamativo: Tomás no se sentía incómodo con ello. Más bien lo hacía con una naturalidad que lo hacía sentir mejor. Al menos hacía algo distinto ese día…
Y Tomás no se detuvo allí. Tenía el tiempo justo para llegar a tomar el bus que lo llevaría a llegar puntualmente a su trabajo, como todos los días. Pero decidió irse a caminar, aun cuando eso lo llevaría a llegar inexorablemente tarde. Tomás era un obsesivo con la puntualidad, el orden y respetar a rajatabla las reglas impuestas. Pero ese día tuvo ganas de ir a caminar al lugar de su trabajo. El día estaba horrible. Unas densas nubes cubrían todo el cielo y prometían que harían llover fuertemente cuando quisieran. Podría ser en una hora, podría ser a la noche, pero la lluvia llegaría inexorablemente ese día en forma copiosa. Pero a Tomás no sólo no le importó, sino que ni siquiera llevó un paraguas consigo. “Muchas veces el cielo me engañó, como tantas personas. De última, gozo con la lluvia que muchas veces no viene mal”, se dijo Tomás y decidió emprender su caminata al trabajo. Era definitivamente un Tomás distinto, al menos ese día. Él quería encontrar una explicación a ese “impulso” y sólo creía que algo había pasado en un sueño o en la realidad que lo había llevado a ese “cambio”. No tenía más referencia que esta sensación de que algo había sucedido, pero no podía saber qué era. Sólo se permitió hacer una cosa para poder hacer tranquilo ese impulso irrefrenable por ir a caminar a su lugar de trabajo. Llamó a su jefe y le dijo que había tenido un percance doméstico pero que en una hora estaría por allí. Su jefe tomó nota, le dijo que se quedara tranquilo y que viniera recién cuando todo estuviera bien. Tomás era tan cumplidor que ni siquiera una pequeña mentira como la que estaba haciendo haría que su jefe o alguien en el trabajo dudara de su palabra. Tomás a esta altura no sabía si eso era tan bueno como parecía o si era una muestra más de su previsibilidad que tanto lo afectaba en ese momento. Por eso salió de su casa sin mirar una y otra vez si había cerrado la puerta con llave, y partió con la seguridad de que ese “atrevimiento” que estaba haciendo era el comienzo de una nueva etapa de su vida para él ... Habiendo recorrido unas pocas cuadras en modo tranquilo y pausado, mirando el cielo y gozando de su alrededor, Tomás se estremeció por un ruido. Primero escuchó un portazo, luego sintió el sonido de alguien que corría presuroso. Al instante vio a una mujer de pelo largo y negro que llegaba corriendo a un porsche rojo que estaba estacionado afuera en la calle, se subió a él y salió a la mayor de las velocidades generando un chirrido producto del roce de las gomas del auto con el asfalto que casi hizo saltar los tímpanos a Tomás. “El ruido de un auto partiendo a toda velocidad nunca es una buena señal”, pensó Tomás. En un principio él no hubiese dudado de que lo que había visto se trataba de un robo. Incluso esperó a que enseguida saliera alguien corriendo detrás denunciando el hecho. Pero cuando recapacitó en lo sucedido sintió que a esa mujer ya la conocía, que la había visto recientemente, que era famosa. Su mente viajó por miles de imágenes hasta que de pronto se dio cuenta de quién era y de qué había pasado en las últimas 24 horas. La mujer que había partido a toda velocidad era Selena. ¡¡Y a Selena la había visto en el Days Inn el día anterior!! Tomás no era admirador para nada de Selena. Su propia amargura y su propia visión pesimista de la vida hicieron que Tomás no la disfrutara nunca. Incluso pensaba que ella era una artista como cualquiera, que era famosa por canciones “pasatistas”, por lo que no dudaba de que pronto sería olvidada. Ahora que la veía saliendo presurosa de ese lugar, que seguramente sería su casa, empezaba a armar el rompecabezas en su propia mente. Antes que nada fue al lugar en el que partió el auto y vio las marcas que había dejado en el asfalto. Sin duda de que eso no era un buen augurio. Miró para lo que sería su casa. Al rato la pudo reconocer pues la vio en algún periódico y algo lo hizo preocupar más. Su casa estaba cerrada y no parecía que hubiera nadie en ella o que estuviera al menos alguien despierto … Más se preocupó cuando recordó lo del día anterior. Por esas cosas de la vida y del destino, fue Tomás al Days Inn a visitar a una tía que se había alojado allí por sólo un día de paso a su destino que era Monterrey. No pensaba ir, como siempre, pero la insistencia de su tía pudo más, y mucho más su miedo a que su negativa la llevara a su parienta a que lo visitara a su propia casa. Al poco tiempo de estar conversando formalmente con ella, escuchó un portazo y al rato dos mujeres discutiendo. Él pensaba seguir hablando, pero su tía, que era una “chusma empedernida”, lo hizo callar para escuchar la discusión de dos mujeres para ambos desconocidas. Él no quería escuchar, incluso se incorporó y se fue a una de las ventanas para mirar cualquier cosa que lo distrajera de ese momento tan incómodo. Pero cuando Tomás se asomó vio que había un joven esperando pacientemente en una camioneta. Al ver dónde estaba ubicado, vio que el muchacho estaba esperando a la gente que estaba discutiendo en esa habitación contigua a la que estaba él. Lo veía preocupado y tenso, pero impertérrito en su camioneta. Creía conocerlo pero no sabía de dónde hasta que vio salir a la mujer que estaba en la habitación de la discordia. Vio que era Selena y que el que estaba esperando era Chris, su esposo. Esa imagen a Tomás lo perturbó. Aunque él lo negara, él sabía de Selena, de su talento, de su fama y de lo que representaba para tanta gente. Él sabía que Selena era una mujer encantadora, además de una gran artista. No podía concebir verla y escucharla enojada con una mirada entre triste y perturbada. No es que Tomás pensara que los artistas estaban siempre igual, pero Selena … Podía negarla como artista, pero él sabía como todo buen texano qué tipo de mujer era. Fue tanta su desorientación que cuando todo pasó le preguntó a su tía, como quien no quiere la cosa, qué estaban discutiendo esas dos mujeres. Su tía no supo bien qué contestarle pues sin duda lo que más le importaba a ella era si el asunto pasaba a mayores. Aun así le dijo: “No sé muy bien lo que sucedía. Sólo sé que una de ellas le reclamaba por algo y le preguntaba por qué los estaba extorsionando. Y la otra le decía que ella no había hecho nada, que la estaba acusando pues su padre ‘le había metido ideas raras en la cabeza’ y le suplicaba que viniera sola la próxima vez, así hablaban tranquilas”. Tomás se quedó pensando pero luego entre la conversación con su tía, la llegada tarde a su casa, el comer y dormir lo hicieron olvidar el tema … al menos aparentemente. Luego se levantó y pasó todo lo extraño que estaba viviendo ... Volvió a ver las marcas del auto, el silencio y la oscuridad de la casa de Selena y no supo qué hacer ni para dónde rumbear. Algo no estaba bien y el desenlace podía ser por lo menos preocupante. Un primer impulso lo llevó a q-productions, la empresa del padre de Selena. Tal vez Selena había salido presurosa allí, pues estaba llegando tarde a ese lugar por algún motivo. No fue muy esperanzador pensar en esa posibilidad. Sólo fue en realidad a descartar posibilidades. Quería cerciorarse o convencerse de que esta historia tenía otra lógica, y no lo que la realidad de dos hechos y una misma protagonista le mostraban. Cuando llegó al lugar sólo preguntó por Selena a una de las secretarias que estaba allí. Para no levantar ninguna sospecha, sólo dijo que quería pedirle un autógrafo para un sobrino … “No, señor. Aquí no está Selena ni nadie de la Familia Quintanilla. Selena seguramente vendrá por la tarde a grabar y luego se irá a Los Ángeles para dar un concierto. ¿Quiere que le deje algún recado o un teléfono a donde ubicarla?”, le dijo la secretaria. Tomás le dijo que no, que vendría más tarde para encontrarse con ella. Cuando salió de allí, Tomás salió presuroso. Empezó a sentir que Selena estaba en peligro, que esa discusión, que esa ida presurosa de Selena, las casas en silencio y nadie en q-productions eran signos inequívocos de que nadie estaba actuando normalmente ese día. Otra vez vino Columbo a la mente de Tomás, y pensó y pensó dónde estaría Selena, a dónde iría … Y recordó las palabras de su tía, que escuchó de la mujer que discutía con Selena … Ese pedido de que Selena volviera, pero que volviera sola para hablar “más tranquilas” ... Tomás abrió bien los ojos, sintió un nudo fuerte en su estómago y salió corriendo al Days Inn. No sabía qué iba a ser pero estaba casi seguro de lo que podía suceder. Temía que estaba corriendo una carrera pero estando muy lejos del que iba primero y sin siquiera tenerlo a la vista. Hubo un momento en el que iba a llamar a la policía o volver para avisarles a Chris y a la Familia de Selena. ¿Pero qué les diría? ¿Por qué alguien creería las hipótesis sin pruebas de un desconocido? Prefirió primero ir al Days Inn. Era más rápido y más expeditivo. Luego vería qué hacer. Ya vería cuando se cerrara otro capítulo de esta historia sin título…
Cuando llegó al motel, notó que la habitación en la que se encontraba Selena el día anterior estaba cerrada y a oscuras. Ni siquiera podía ir a la habitación contigua pues su tía ya se había ido y ya estaba ocupada por otras personas … Optó por ir al lobby y preguntó por Selena, y si ella no estaba si había alguien relacionado con ella o algún familiar. El empleado que lo atendió le dijo que no tenía registrada a ninguna Selena y no tenía conocimiento de que alguien cercano a ella estuviera allí. Pero por suerte para Tomás una de las mucamas que pasaba por allí dijo: “Sí, señor. Selena estuvo aquí. Fue a ver a la presidente de su club de fans, pero ya se fueron…”. “¿A dónde?, le preguntó desesperado. “Al hospital estatal. Parece que la mujer tenía una dolencia y Selena la fue a acompañar…”, le dijo la empleada. “¿Hace mucho que se fueron?”, volvió a preguntar Tomás. “Hará una media hora, más o menos…”. Tomás agradeció la respuesta y en cuanto salió no le dieron las piernas para correr hacia el hospital. Podía esperar a que volvieran, pero quién sabe qué podía ocurrir desde el motel al hospital y a la vuelta, si es que había una vuelta. Optó por tomar un taxi para apurar los tiempos y llegó al hospital. Entró a la guardia y sin vueltas preguntó por Selena. Al principio los médicos y asistentes no le respondían o no querían decirle nada hasta que una de las enfermeras le hizo una seña y lo llamó aparte. “¿Tú buscas a Selena? Pues estuvo aquí, con alguien, una mujer que se llama…”, empezó a decirle. “No importa esa mujer. No me la nombres. Dime dónde está Selena…”, le imploró. “Ya se fueron. Mira. Acá nadie quiere decirte nada porque no quieren brindar información a desconocidos, máxime por el caso planteado. Es que esa mujer dijo que la intentaron violar, pero cuando quisimos revisarla no quiso. Yo tampoco te diría nada si no fuera porque la vi muy preocupada a Selena. En realidad la vi fastidiosa, muy perturbada. En cuanto ella se negó a ser revisada, Selena hizo un gesto que no podré olvidar. Eso me inquietó. Traté de hablar aparte con Selena, pero me dijo que no quería hacerlo, pues temía que ella se diera cuenta de que estábamos hablando a sus espaldas, sospecharía y ya no sabría qué podría hacer. Luego quise llamar a la policía para que interviniera en el caso pero las autoridades del hospital me lo impidieron. Me dijeron que si esa mujer era de San Antonio y decía que la quisieron violar en Monterrey, ellos nada podían hacer en Corpus Christi sin su consentimiento, salvo intervención de la policía de Monterrey o de San Antonio, previa denuncia. Por eso las dejamos ir, pero yo quedé preocupada. ¿Crees que podrá pasar algo malo?”, le dijo la enfermera con gran preocupación. La cara de Tomás lo decía todo. Sólo le dijo que rezara por Selena y salió corriendo para el motel. No había preguntado a la enfermera sobre hacía cuánto se habían ido Selena y esa mujer por lo que la incertidumbre y la desesperación se habían apoderado de Tomás. Con último que tenía de dinero tomó de nuevo un taxi y volvió al motel. Como una mueca del destino, notó que había tomado el mismo taxi que antes y que el conductor lo miraba raro. “Parece que estamos apurados, ¿no?”, le dijo con mirada pícara. Tomás lo miró seriamente y le dijo casi tartamudeando: “Más bien desesperado. Le pido por el Amor de Dios. ¡¡Apúrese!! ¡¡Hay una vida en juego!!”. El conductor aceleró el auto sin chistar y su cara se transformó en sumo temor. Parece que la cara de Tomás mostraba algo más que su propia voz, algo más que ni él mismo quería mirar. En cuanto llegó al motel, vio que Selena y esa mujer estaban yendo camino a la habitación 158. Tomás tomó la billetera y se la tiró al taxista al grito de “Gracias. Quédese con el vuelto y con todo lo que haya adentro”, sin saber ni querer saber qué más habría allí. Empezó a correr. Tomás pensaba en llegar antes y decir cualquier cosa como pretexto, pero si hacía eso no llegaba ... Ellas ya estarían dentro de la habitación y todo sería más complicado aún ... Tomás corrió unos pasos más y cuando vio que la mujer abría la puerta gritó con toda la voz: “¡¡Selena!! ¡¡Selena!! No entres, ¡¡no entres, por favor!!”. Selena se detuvo buscando quién gritaba por ella. La mujer volvió sobre sí y con gritos buscaba que Selena no diera cuenta de esos gritos. Como Selena seguía buscando de manera llamativa quién la llamaba, la mujer en forma grotescamente burda pretendía llevarla al interior de la habitación tironeándole de los brazos. “¡¡No entres, Selena, no entres!! Estoy aquí. Por favor, ¡¡escúchame a mí primero!! Aquí, ¡¡estoy aquí!!”, le gritó Tomás al borde del colapso nervioso. Selena siguió mirando obsesivamente con un campo visual cada vez menor pues el tironeo de esa mujer la había puesto casi dentro de la habitación … Hasta que lo vio … Entonces, hizo fuerzas con sus brazos, se sacó de encima a esa asesina en potencia y fue al encuentro de Tomás …”¡¡Hey!! ¿Pero qué sucede? ¿Acaso viene un huracán y me estás previniendo para que me cuide? ¿Acaso crees que puede pasarme algo si entro allí?” y me señaló esa horrible habitación. Selena miró a Tomás como esperando que le diera certeza a sus preguntas, como si él fuera el portavoz de la verdad, de las respuestas a sus dudas … O a sus certezas, a esa altura de las circunstancias ... Por un instante, Tomás sintió que Selena sabía todo, todo lo que le podía llegar a pasar, como si sólo esperara un milagro, un salvador, la providencia, algo que la sacara de algo del que por sí sola no podía salir … Allí Tomás entendió de su insistencia por buscar a ese alguien que la llamaba desesperado … “Sé que te parecerá absurdo, Selena, pero vine a … disculparme contigo. Yo nunca quise admitir que eras una buena artista. Yo viví amargado muchos años de mi vida. Ya soy grande y nada esperaba de nadie ni de nada. Tú me devolviste la alegría y la esperanza. Por ti vale la pena seguir luchando. Por ti vale la pena hacer hasta lo imposible para la gente sea feliz. No vine a pedirte un autógrafo. No vine a pedirte ni un disco ni ningún souvenir. Sólo vine a decirte esto, porque justo te vi de casualidad ayer aquí mismo y no tan casualmente hoy … ¡¡aunque te busqué por todos lados!! Sólo vine a decirte esto pues tengo la intuición de que por allí esto que te digo te puede servir en un futuro…”. Selena se le quedó mirando hasta que Tomás notó que una lágrima salía de sus ojos sin que ella intentara sacársela de su cara. Cuando estaba por decirle eso, Selena lo abrazó y empezó a llorar. Tomás también la abrazó y lloró con ella también, más ninguno de los dos intentaba decir ni hacer más nada. De pronto apareció un policía pidiéndoles su atención a ambos. “Disculpe, señor. Hay una denuncia contra usted. Dicen que usted está acosando a esta señorita. Me dijo algo de violencia de género o algo así. Pero como sea, me tendrá que acompañar…”. Tomás miró al policía consternado y observó con desesperación a Selena. Podía aceptar cualquier cosa menos dejarla allí sola… “Perdón, señor policía. Antes que nada soy señora …¿Pero quién hizo la denuncia?”, preguntó Selena muy perturbada. El policía señaló con su lápiz a la que ocupaba la horrenda habitación y que apenas asomaba su cabeza desde la puerta de su habitación. Tomás recién allí entendió por qué la mujer no intervino más luego de que Selena se desligara de ella. Estuvo ocupada en denunciarlo a la policía de acosarla a ella y a Selena. “Pero yo no le he acusado a este señor. Él es uno de mis admiradores y vino a darme todo su afecto. Es su palabra contra la mía. ¿A quién le cree usted?”, le dijo Selena indignada. “Yo no tengo por qué no creerle, Selena, pero si la mujer mantiene su denuncia…”. Selena fue a la habitación de la mujer para pedirle que fuera a ratificar la denuncia en su cara. Tomás corrió e interrumpió su paso. “¡¡No!! ¡¡No entres, Selena!! Es lo que ella quiere. Si vas a entrar, ¡¡que entre el policía primero!!” El policía se excusó de hacer eso pues no tenía por qué hacerlo. En el medio de toda esa discusión, Selena insistió en ir a la habitación y a pedirle a los gritos a esa mujer que saliera a ratificar su denuncia delante de todos. La mujer, para asombro de todos, se anticipó pidiendo disculpas, y empezó a decir que salía para aclarar todo en la comisaría, que hubo un malentendido, que se interpretaron mal sus palabras, pero que ella misma aclararía todo, que ella misma diría la verdad; sólo pedía buscar su cartera y que no la acompañara nadie; que ella saldría en 5 minutos; que irían todos a la comisaría y retiraría los cargos; que quería hacerlo allí para disculparse públicamente de todos .... Cuando Selena le dijo por qué no lo hacía allí mismo delante de todos con el policía como interlocutor válido y todos de testigos, ella se negó. “Yo esto lo comencé a mi modo. Lo quiero terminar de la misma manera. Ya quedará todo aclarado. Ya verán...”. Y se fue al interior de la habitación cerrando la puerta suavemente, disculpándose de todos una y otra vez, sobre todo de Selena, y haciendo un gesto con la mano suplicando una espera, su última voluntad. En cuanto ingresó a su habitación, todos se miraron consternados. El policía se encogió de hombros como diciendo que nada podía hacer, que ella tenía razón: la denuncia seguía firme, sólo ella podía retirarla y ella no lo había hecho aún. Tomás se quedó pensando mientras Selena esperaba impaciente. Tomás pensó que si le quería hacer daño no había desistido de hacerlo. Allí dio cuenta de que esa mujer era una psicópata, que lo tenía todo planeado y como surgieron cosas imprevistas que le descubrieron el juego, sólo quería ganar tiempo, tiempo para sorprender de nuevo, ¡¡tiempo para matar!! Esa mujer estaba jugada. Y jugada por jugada, prefería irse con su objetivo cumplido aunque se pudriera en la cárcel de por vida. Tomás volvió a tomar conciencia de que el peligro acechaba ... Y de que Selena había perdido la paciencia. En realidad la había perdido mucho antes, en el hospital cuando la fue a acompañar en otro de sus engaños … De pronto Selena, al grito de “ya no aguanto más. Sal de una vez”, se dispuso a ingresar a la habitación. Tomás corrió hacia ella al grito de “¡¡No entres!! ¡¡Está armada!! ¡¡Te va a matar!!”. Selena estuvo a punto de abrir la puerta pero esa advertencia de Tomás la hizo dudar. Se le quedó mirando mientras Tomás fue hacia ella. El policía, como creyendo en la denuncia de esa pérfida, fue tras Tomás pensando acaso burdamente de que él finalmente atacaría a Selena. En un segundo la desgracia se desató. Tomás le pegó un empujón a Selena quien cayó a un costado junto a Tomás. La puerta se abrió por el envión de la mano de Selena al retirarse, y la mujer disparó sin piedad al blanco a quien pensaba dar. Pero su disparo dio en el cuerpo del policía que fue en busca de Tomás. Selena comenzó a gritar y Tomas la incorporó rápidamente al grito de “¡¡Vamos, Selena, salgamos ya!! ¡¡Ella ya sabe que no dio en el blanco que esperaba!! ¡¡Ella vendrá por nosotros!! Cuando Tomás se llevaba a Selena por salvarla del horror, vio que la psicópata salió de la habitación con su mejor expresión, su verdadera expresión de la muerte al grito de “¡¡Esta vez no te escaparás, Selena!! ¡¡Ya verás quién soy!! ¡¡No llegarás a nada sin mí!!”. Tomás trató de buscar un recoveco que los refugiara circunstancialmente del momento pero no lo halló. Cuando volvió con Selena sobre sus pasos, vio que esa mujer estaba por disparar de nuevo desde la puerta de esa horrenda habitación. Selena y Tomás sólo miraron en silencio el desenlace. Selena tomó de la mano a Tomás y lo miró tiernamente como diciéndole que el destino estaba marcado, que ella lo sabía y que no había escapatoria. Lo miró por un instante y en ese instante le agradecía por lo hecho, que era una lástima que recién se diera cuenta de todo, si lo hubiese visto antes todo sería distinto ... Pero ocurrió lo que nadie esperaba … Una mano impensada, una mano de alguien que advirtió tarde las maniobras de esa psicópata y que estaba pagando las consecuencias de semejante error ... El policía malherido llegó a pegar un manotazo a uno de los pies de esa pérfida que la hizo trastabillar y desplomarse sobre su cuerpo. La pistola cayó a un costado y cuando la psicópata sacaba unas fuerzas inusitadas para buscar el arma y disparar, Tomás se soltó de Selena y corrió hacia el arma y la pateó bien lejos al descampado para que ya nadie saliera más herido. Luego le pidió a Selena que no se moviera de allí mientras empezó a gritar por ayuda. La policía vino al instante: ya había sido advertida por personal del Days Inn. Enseguida se llevaron a esa pérfida mujer y al policía que aún vivía milagrosamente. La que más deseaba que se salvara era paradógicamente esa psicópata. Ella conocía las leyes de Texas. Si ese policía moría, a ella le esperaba la pena de muerte. Un delgado hilo separaba cadena perpetua de pena de muerte. Finalmente, fue cadena perpetua, y menos mal que fue así no por esa persona sino por el policía que cumplió su deber, y salvó a Selena y a Tomás…
Cuando Tomás pudo salir del estado de shock miró a un costado y vio a Selena llorando acurrucada con sus brazos y cara contra sus piernas. Rápidamente fue a su encuentro y la abrazó fuertemente. Selena se agarró y se agarró bien fuerte del cuerpo de Tomás como si fuera una garrapata y lloró aún más. “Ya todo pasó, Selena … En realidad nada se ha superado. Ahora es cuando debes ser muy fuerte. No quiero alarmarte. Más bien advertirte. Ahora vendrán todos por ti para saber qué ha sucedido. Yo no te voy a decir lo que debes hacer. Sólo tú lo sabes. Lo único que te puedo aconsejar es que seas como siempre lo has sido. Sé sincera. Di la verdad. Muéstrate tal como lo que sientes. La gente no sólo te admira. También te quiere. Si eres honesta con ellos no tendrán ninguna duda. Y ten en cuenta esto: ella no se quedará callada. Ya está jugada. Perdida por perdida dirá cualquier cosa de ti. Te calumniará. Intentará seducir al periodismo sensacionalista con “verdades ocultas”, con “revelaciones”, con “lo que no saben de Selena”. Antes de que ella hable, anticípate. Di tu verdad. Sé la que dé la primera versión, la verdadera versión. Que a los demás sólo les quede contestar a tu versión. Que a los demás sólo les quede subir la apuesta con mentiras…”. Selena me abrazó y me agradeció llorando sin parar. “No sé cómo agradecerte. Aún no sé cómo te llamas y no sé por qué estás aquí. Aún no sé qué te llevó a este lugar y a hacer lo que has hecho. No sé qué será de mí de aquí en más. Hoy sentí una gran desilusión y de pronto casi veo la muerte. Me siento débil. Creo no estar preparada para los desafíos que me había propuesto. Parece que el mundo es más hostil de lo que pensaba. Yo creía que con Amor, con una sonrisa y tratando bien a todos nada me ocurriría. Pensé que con trabajo, con esfuerzo, con talento y con la verdad nada nos detendría. Y ahora me sucede esto. ¿Cómo voy a hacer? ¿En quién voy a creer ahora?”, me dijo Selena desesperada y se tomó las manos con la cara sin poder dejar de llorar. Yo la tomé fuertemente y le dije: “¿Acaso ella es el mundo? ¿Acaso ella es tu familia? ¿Acaso ella es el público que te quiere? ¡¡No, Selena!! Ella no es el mundo, no es tu público, no es tu familia. ¿Hubieses imaginado que te iban a atacar desde adentro? Si alguna vez pensaste que te podían lastimar, ¿no lo pensaste que lo iban a hacer desde afuera? No, Selena. El público que te quiere está afuera sufriendo por lo que pasaste, esperando que les digas qué pasó, que les sonrías como la mejor respuesta a sus ruegos y rezos. ¡¡Vamos, Selena!! ¡¡No te me quedes ahora!! Si te refugias en ti, ella ha ganado. No se lo permitas. No le des el gusto. Es mejor enfrentar el miedo y seguir adelante. ¿Acaso no siempre tienes miedo cuando sales a dar un concierto? Pues bien. Nada ha cambiado. ¡¡Nada!! Sólo ahora sé fuerte y ya sabes lo que tienes que hacer. ¡¡Sólo te pido que no quedes presa del pánico!!”. Selena me miró y asintió un poco más tranquila bajando los ojos y quedándose pensativa por un largo rato. Luego levantó la vista y pícaramente me dijo: “Me estás diciendo todo esto para no decirme cómo te llamas ni de dónde vienes, ¿no?” y echó una carcajada de esas grandes, bien liberadoras. Tomás se rió con ella y sólo le dijo: “Me llamo Tomás. Lo demás, poco importa. Mi vida cambió desde que supe lo que eras y cuando temí por tu destino…”. Selena y Tomás se quedaron entre riendo y llorando al mismo tiempo hasta que escucharon unos gritos de desesperación. Era la Familia Quintanilla en pleno que fue al encuentro de Selena. Fueron minutos demasiado emocionantes. Tomás los veía y recién allí comenzó a llorar con todas sus fuerzas. Fueron momentos en los que no se había permitido mostrar una emoción, en los que no se pudo relajar hasta que todo pasó. En el medio de la emoción, el jefe de policía del lugar se acercó a Tomás y le dijo cortésmente. “Me va a tener que acompañar … usted y Selena. Pero no se preocupe. Sólo queremos sus declaraciones. Pronto los liberaremos para que descansen luego de semejante tensión…”. “¿Y el policía herido? ¿Está bien?”, le pregunté angustiado. “Saldrá, saldrá … ¡¡Ah!! Aun en el estado en el que estaba me dijo que les dijera que lo sentía, que los perdonara por no creerles, que sólo cumplía con su deber, que al menos pagó con recibir el balazo y no Selena …”, dijo el jefe de policía a Tomás y él lo acompañó. Ya en el departamento de policía se encontró con el padre de Selena. “No tengo palabras para agradecerle. Quisiera poder compensarlo pero no sé cómo. Dígame si necesita algo, dígame si…”. Tomás lo interrumpió diciéndole: “¿Quiere compensarme? Sólo cuídela a Selena. Déjela que se exprese. Déjela que haga lo que ella crea más conveniente. ¡¡Más que nunca ahora!! Yo sé muy bien que no le fallará. Tampoco defraudará a su público … Pero es necesario que ella maneje los tiempos. Selena es la única que sabe bien lo que le pasa y la única que le puede encontrar la solución a semejante trauma. Usted esté cerca, esté bien cerca por si ella necesita algo, por si necesita de usted en momentos de indecisión y de desesperación. Yo sé muy bien que Selena deseaba que usted estuviera a su lado cuando todo en ella hoy era confusión y sensación de no salida”. El señor Quintanilla agradeció sus palabras y prometió cumplir con su promesa dándole un fuerte abrazo. Luego le dijo: “Tendré que avisar a la gente de Los Ángeles que Selena deberá cancelar el concierto de mañana. Ella no está en condiciones. Además, no sé cómo reaccionará la gente. Y no querría que la prensa la hostigue…”. Cuando dijo eso Tomás recordó que él también tenía que llamar a alguien … A su jefe, para decirle que se demoró “un poquito más de la cuenta…”. Aun así le dijo al señor Quintanilla: “Pero antes de decidir lo que sea, ¿por qué no le pregunta a Selena? Escúchela. Fíjese qué es lo que siente y luego se lo comunica”. Él asintió y todos nos quedamos esperando que Selena saliera del departamento de policía. Afuera había un mundo de gente que sólo gritaba por ella. Tomás veía por la televisión que se preparaban caravanas desde todos los pueblos de Texas, de México, de Chicago y de cualquier ciudad de los Estados Unidos y México para dar su apoyo a su ídolo, a su igual, a esa mujer que los había encantado y que ahora necesitaba de su ayuda. Tomás pidió el teléfono a uno de los policías y llamó a su trabajo. Cuando quiso decirle a su jefe “¿No sabe lo que me pasó?”, él le dijo: “No me digas nada. Ya lo sabemos … ¡¡Eres un héroe!! ¡¡Has salido en televisión!! Tómate el tiempo que quieras que acá te esperaremos”. Tomás se quedó petrificado. Escuchaba por el auricular a sus compañeros de trabajo que vitoreaban su nombre y que le gritaban que era un genio … “¡¡Qué ironía!!”, se dijo. “Hasta hoy yo era un oscuro empleado totalmente ignorado. Si se hablaba de mí era por detrás, a los cuchicheos y mal. Bastó que salga en la televisión y soy un héroe. Creo que no podré seguir trabajando allí. Ya no tengo lugar. Ése no puede ser mi destino final” y colgó el teléfono sin decir más. Afuera la multitud no sólo coreaba el nombre de Selena sino que exigía su aparición. La situación se hacía insostenible pues Selena seguía reunida con el jefe de policía. Todos se miraron pero nadie se animaba a nada. Algo había que hacer. De pronto Tomás se adelantó y le dijo a la multitud: “¡¡Hola a todos!! Les agradezco que hayan venido a dar su apoyo a Selena. Ella vendrá pronto a decirles lo que tenga para aclararles. Sólo les pido no sólo que le tengan paciencia sino que le brinden todo su Amor como ella se los ha dado. No tengo que explicarles que una psicópata que decía ser su amiga estuvo muy cerca de matarla. Selena está muy dolida. No sabe si debe seguir. Sólo díganle lo que sientan ustedes. Ella sabrá entonces qué hacer”. Cuando Tomás terminó la multitud lo ovacionó y prometió esperar a que Selena apareciera para dar su sentir. Tomás no entendía cómo estaba allí siendo el centro de todo, y ovacionado y querido como nunca lo había sentido. Sin duda para él era un momento único, una sensación sólo sentida gracias a lo que le generaba Selena. Al rato ella salió, le dio un gran beso y abrazo a Tomás y le dijo: “Ya sé lo que has dicho. Voy a hablarles. Tengo algo que decirles. Y no los voy a hacer esperar. ¡¡Si no lo hago ahora no lo haré nunca!!”. Y Selena salió … Una ovación que duró una eternidad invadió el destacamento de policía y toda la ciudad. Selena no pudo evitar llorar, y eso generó que toda la multitud coreaba su nombre y le diera ánimos. Cuando recobró las fuerzas, alcanzó a decirles: “Hoy viví una pesadilla … Una pesadilla que rondó muchas veces por mi cabeza en forma de sueño y hoy casi se hace realidad. El destino y una gran persona, Tomás, que a partir de hoy será mi jefe de prensa, impidieron que me fuera de este mundo. También Tomás y lo que me ocurrió me hicieron ver que no debía dejarme llevar por el miedo, que nunca sería lastimada por ustedes que me quieren de verdad. Yo sé que nunca recibiría ninguna muestra de agresión. Yo sé que me quieren. Por eso, y por ustedes, y por mí también, no me detendré. Aprovecho para decirle a todo Los Ángeles que me esperen mañana. Yo daré el concierto. ¡¡Ni lo cancelaré ni lo suspenderé!! No me dejaré amilanar por nadie. Yo seguiré adelante. ¡¡Yo sobreviviré!! Sólo les pido que me acompañen. Sólo les pido que me escuchen sólo a mí. Esto lamentablemente recién empieza. Hoy me lastimaron y mucho. Y sólo podré superarlo si todos me acompañan. Espero que sea así. Mil abrazos y mil besotes a cada uno de ustedes. Cuídense muchísimo que yo también lo haré. ¡¡Hasta luego, chau!! ¡¡Gracias, muchas gracias!!”, terminó de decir Selena y se puso a llorar largamente. La gente le gritaba, les daba toda clase de muestras de cariño, les prometieron que harían lo que ella les pidió. Tomás fue a rescatarla y la llevó para que se quedara con su familia. Selena alcanzó a decirle: “Espero que aceptes el cargo que te di. Necesito de la ayuda de todos. Y de la tuya también. ¡¡No me dejes!!”, le suplicó. Selena fue con sus padres y Tomás le dijo a A.B. si les parecía bien que formara parte del equipo. “Hermano, luego de lo que has hecho ya eres parte de nosotros. Además, si mi hermana te adoptó, no hay más nada de qué hablar. ¡¡Sólo haz lo que ella te pide!!”. Tomás vio emocionado cómo los padres de Selena, Chris, Suzette y el mismo A.B. le pedían a Tomás encarecidamente que los acompañara a Los Ángeles. “Y no te preocupes por la policía. No sabían si aún debían autorizarlos a salir de Corpus Christi. Pero ellos no quieren tener problemas con la gente. Aman a Selena y tú eres un héroe. ¡¡Lo único que falta es que los castiguen en vez de premiarlos!! Así que vamos para Los Ángeles. Cuando llamé para confirmarles nuestra presencia, me dijeron que ya lo sabían, que ya habían visto el discurso de Selena hacia sus fans. Todos estaban pendientes y muy contentos. ¡¡Se imaginan que van a tener que programar más conciertos!!”, le dijo el padre de Selena a Tomás y lo abrazó. Todo parecía solucionado, pero una etapa nacía para todos, una etapa que dependía de ellos mismos que saliera bien. Esta experiencia les debía servir a todos. Ya les cambió la vida. Ahora debía serlo para bien de todos…
Ya camino en avión para Los Ángeles, Selena se le acercó a Tomás y le dijo: “¿Ya sabes lo que le dirás a la prensa cuando lleguemos?”. Yo la miré y le dije: “No lo pensé ni quiero. Yo quiero ser honesto y decirles la verdad. También lo que sienta en el momento. Si voy a hacer tu jefe de prensa tengo que ser como tú…”. Selena le dio un gran beso y le dijo: “Sé que lo harás. Espero que puedas darles un buen concierto. Espero no caer…”. Tomás la interrumpió: “Lo importante es que no dejes de hablarles a ellos y a la prensa como siempre lo has hecho. Déjame a mí cuando que haya que contestar agresiones y preguntas molestas. Por lo demás sigue en contacto como siempre. Ése es tu mayor capital. Que el público sienta que no huyes de ellos, que siempre irás a por ellos para expresarles todo su cariño. Eso no tiene que modificarse. Déjame a mí lo más difícil…”. Selena se lo agradeció y le preguntó: “¿Por qué haces esto por mí? Aun trato de buscarle una explicación. Sé que te debo la vida pero no sé por qué hiciste todo esto por mí…”. “Ya lo entenderás, Selena, ya lo entenderás. En la vida uno siempre busca su lugar en el mundo. Muchas veces no se encuentra nunca. Muchas veces vivimos pensando que ya nada hay por hacer sino esperar la resignación y la muerte. Yo ya no esperaba nada de la vida. Nunca fui feliz pero tampoco luché por la felicidad. Hasta que supe de ti y dejé de negar tu existencia. Tuvo que pasar todo esto para que me diera cuenta. Hubiese sido mejor que lo descubriera antes, pero más vale tarde que nunca. Hoy sé que encontré mi lugar en el mundo y ése lugar es bregar para que te vaya bien en la vida y seas feliz. Espero poder cumplir con esa función. ¡¡Por ahora no me fue para nada mal…”, le contestó Tomás riéndose de verdad por primera vez en su vida. Selena se le quedó mirando y le dijo: “Y sí, muy lindo, ¡¡pero la próxima vez date cuenta antes!!”, y los dos echaron a reír a carcajadas. Los dos se dieron cuenta de que ya nada los detendría y de que ambos serían felices cuidando el uno del otro. Eso los salvaría del horror, los ayudaría a superarlo, a dejarlo atrás. Ambos dieron el gran paso y Selena dio el mejor de sus conciertos. Pronto la locura quedó atrás y encerrada entre rejas e incomunicada. Pronto Selena emprendería un camino que la llevaría a la cima mundial. Pronto ese recuerdo sería un motivo para reír y para llorar, y para agradecer a Dios que los pusiera en el momento justo en el lugar indicado. Pronto fue una anécdota para contar a sus hijos, para que nunca se olvidara y para en lo sucesivo todos supieran qué hacer para no perder nunca la felicidad, para que el que trabaja, hace bien las cosas, tiene talento, y es honesto y sincero siempre tenga una justa recompensa. Para que nunca tengamos que lamentar que un ser tan bueno, tan talentoso y tan querido se nos vaya sin saber por qué, se vaya por obra de la maldad de uno y la inoperancia de otros. Para que vivamos en un mundo llena de “Selenas”, de gente con buena voluntad que sólo quiere contribuir a que este mundo sea enteramente feliz…
(Ojalá fuera Tomás … Ojalá estuviera en mis manos el destino de Selena. Ojalá pudiera decidir que el destino de Selena sea el de ser feliz a su manera, es triunfar a su modo, es ser ella misma … esa mujer tan talentosa y tan encantadora ... Ojalá fuera Tomás y le pudiera decir a Selena que ella es libre y que yo sólo estoy para garantizarle que lo que ella decida será ley, lo que ella haga será realidad. Ojalá pudiera exponer mi vida para que Selena viva la suya.)
¡¡Cómo se te extraña Selena!! Este mundo no es el mismo sin ti…
Te quiere con toda el Alma…
Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)



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