Sólo faltaba que cumpliera mi promesa, Selena…


Marielita sólo tenía 7 años. Era una niña linda, juguetona y bastante madura para su edad. No podía estar nunca quieta y tampoco soportaba los largos silencios. Cuando iba a las reuniones familiares, ella participaba de todos los juegos con sus primitos y hablaba con todos sus parientes mayores. Pero había una persona con la que se sentía cohibida. Era con su tía Rosita. No es que ella fuera una mala persona o alguien que le causara temor. Sólo que siempre la veía triste y melancólica. A Marielita le daba pena pues veía que tenía la mejor predisposición, trataba de ser amable y cordial, pero lo que más se asomaba de ella era una sonrisa triste y condescendiente. Cuando Marielita le planteó el problema a sus padres, ellos no querían decirle mucho, pero ante la insistencia de su hija, su madre le dijo sin titubear lo que le habían ocultado por años: “Es que ella ha sufrido mucho en esta vida. Durante muchos años vivió aquí en Monterrey. Cuando tenía unos 15 años se enamoró perdidamente de uno de sus compañeros de colegio que tenía unos 17, pero los padres de él no la querían como novia para su hijo, y para evitar toda posibilidad de encuentro un día ellos decidieron mudarse a México DF. Rosita quedó totalmente destruida. Aun así mantuvo su relación con su novio en forma epistolar. Eso duró un año más o menos hasta que de pronto él no escribió más. Rosita pensó que él se había enamorado de otra mujer y que por eso no le escribía ni le aclaraba nada. Pero era extraño pues se lo veía entusiasmado, más que nada porque había planeado ir a verla a ella un fin de semana en Monterrey … Pasó una semana y no aguantó más. Como tenía el teléfono de su casa decidió llamarlo haciéndose pasar por una de sus compañeras de curso. Cuando atendió su madre, respiró aliviada al advertir que el engaño urdido había dado su efecto, pero pronto se dio cuenta de que esa mujer estaba muy triste y desvariada, y por eso ni dio cuenta de quién había llamado. Al escuchar que preguntaban por su hijo, ella sólo decía ‘Mi hijo se ha ido. Mi único hijo se ha ido y es por mi culpa’. Rosita creyó que esa mujer se había enloquecido sin sentido hasta que supo que un sentido tenía todo y no quiso escuchar más … Aun así mantuvo el auricular sobre su oreja. ‘Él quería ver a su gran Amor y no se le permitimos. Ya nos habíamos mudado para que no la viera y aún así se mantenía en contacto con ella. Un día nos dijo que quería ir a Monterrey para verla. Quiso ser sincero con nosotros. Se quería casar con ella y le iba a dar la buena nueva. Quería que lo ayudáramos con el viaje. Nosotros nos opusimos. Le dijimos que nosotros no íbamos a ayudarlo por sus amoríos. Sólo con sus estudios. Nos rogó, nos imploró y nosotros no mostramos ninguna clemencia. Hasta que un día vino un policía y nos dijo que nuestro hijo … Él, en su desesperación, fue a tomar un bus para ir a Monterrey. Era tarde, muy tarde. El conductor estaba muy cansado, como él. Hacía horas que no dormía. De pronto sus ojos se nublaron y comenzó a cabecear. Él creía que iba bien pero en realidad el bus comenzó a andar en zig-zag. Nuestro hijo advirtió el peligro y se paró para intervenir en la emergencia. Al instante el bus cambió de vía y chocó de frente contra un camión … Dicen que mi hijo tenía una mirada de paz … Yo no lo quise ver … Ojalá que esa niña nos perdone alguna vez … Ojalá que Rosita se ponga alguna vez en nuestro lugar’. Rosita escuchó esas palabras, miró el auricular y con furia gritó: ‘¡¡Nunca. Nunca los perdonaré!!’. Y colgó. Luego se encerró en su habitación por una semana en la que sólo lloraba y lloraba. Sus padres imploraron para que saliera de una vez pero nada lograron. Vinieron sus parientes, sus amigos, sus compañeros de colegio para pedirle que peleara por su vida, que no se dejara de caer. Cuando estaban sus padres por traer a alguien de la fuerza pública como último recurso, ya que ellos no se atrevían a hacerle daño a su hija, Rosita salió de pronto una noche, cuando nadie lo esperaba. Cuando sus padres fueron a su encuentro, sólo les dijo: ‘Me voy de casa. Seguiré mis estudios para convertirme en monja. Ya está decidido. Iré ahora mismo a anotarme para ser pupila y entregarme al servicio de nuestro Señor’… Y así fue, al menos por quince años…”. Marielita quedó petrificada. Ahora entendía por qué no le decían nada de la tía Rosita, pero también entendía por qué sus padres estaban tan preocupados. Marielita tomó consciencia de lo que era la muerte y de no saber qué nos depararía el destino. En más de una oportunidad mientras su madre le contaba sobre la triste historia de su tía, ella bajaba la vista y escuchaba el relato con su mirada fija en el piso. Sintió la angustia propia de alguien que toma consciencia de lo que es en realidad la vida por primera vez, y que nos hace angustiar y pensar que nada bueno es para siempre. Cuando su madre hizo esa pausa, Marielita preguntó qué se había hecho de los hábitos de Rosita. “Pensó que los mantendría para siempre pero los dejó. Se dio cuenta de que sólo quiso superar la pérdida de su novio negando el mundo y la realidad, y dedicando su vida a la fe. Pero hubo algo que le hizo volver, algo que le hizo creer en el mundo y en la vida. Una vez estando en un campamento acompañando y cuidando a unos niños escuchó ‘Como la Flor’. El tema le encantó. Se sintió muy identificada con la letra, pero quedó fascinada con la interpretación de esa mujer a quien no conocía. Cuando preguntó a los niños sobre quién era la que cantaba, todos al unísono le dijeron: ‘¡¡Selena!!’. Poco tiempo después comenzó a averiguar sobre ella y comenzó a comprar sus discos. Era 1991, el año del despegue de Selena en Monterrey. Siguió indagando y comenzó a verla en cuanta emisión de la televisión estuviera ella presente. Así la vio en el Show de Johnny Canales y quedó sumamente impresionada. Esa mujer, esa cantante texana que cantaba tan bello, que hablaba el español en forma extraña, y de una eterna y contagiosa risa, la había hecho volver a sonreír. Rosita sintió que la tristeza había terminado, que jamás olvidaría a su gran Amor, pero ya podía descansar en paz ... Pues había una mujer que les hablaba de sus sentimientos, de sus alegrías, de sus tristezas, de sus expectativas, de su esperanza. Cuando Rosita veía a Selena, se veía a sí misma, veía a su novio, veía a su familia, veía a su comunidad cantando con ella. Nadie, absolutamente nadie, le había generado semejante sensación. Para Rosita, Selena no dejaba de ser una chica humilde, sencilla y con las mismas esperanzas que ellos, que tenía sus mismos sueños, que soñaba con ser alguna vez alguien en la ‘tierra prometida’. Rosita, con su absoluta admiración por Selena, depositó todas sus esperanzas y sus emociones en ella. Si a Selena le iba bien, a ella también le iba bien. Si Selena sonreía, ella también sonreía. Si Selena triunfaba, ella también triunfaba. Sus padres estaban muy contentos al advertir que su hija volvía a sonreír y a estar entusiasmada. Se habían acostumbrado a que su hija sólo tenía esa mirada de resignación y de tristeza. En un momento se habían preocupado que lo de su hija fuera un caso más de fanatismo enfermizo parecido a esos fieles que siguen a líderes que los llevan a locuras extremas. Aún estaba fresco en sus mentes lo que había sucedido en Guyana ... Pero pronto se dieron cuenta de que su hija admiraba y quería mucho a Selena. Rosita no era una alocada fanática. Su hija la quería como a una hermana, como a un familiar que un día va a los Estados Unidos a probar suerte, como tantos otros, y lo logra. Lo logra con talento, con sacrificio, con trabajo y con mucho, con mucho Amor. Para Rosita, como para todos, Selena era uno de ellos, uno de ellos que sacrificaba buena parte de su vida para alegrar un poco las vidas desdichadas de tanta gente, y que como recompensa de nuestro Señor, ella recibía la mayor de las recompensas: la fama y el cariño de tanta gente .... Hasta que allá por 1992 Selena vino por primera vez a Monterrey. Rosita fue a verla. Era un festival en el que se presentaban muchos artistas y Selena ya era una de las más populares. En un momento previo a la presentación de Selena, la gente no aguantó más y pidió por ella aun cuando había un artista cantando. Rosita fue uno de ellos que sólo esperaba que Selena saliera de una vez. El clamor fue tan grande que el entorno de Selena le aconsejó que entrara a cantar para evitar males mayores, pero el presentador, Jesús Soltero, la increpó duramente, haciéndole saber que no podía entrar hasta que el artista anterior no se fuera. Rosita, si bien era partidaria de respetar los tiempos de cada artista, se conmovió y se puso mal por Selena, pues se dio cuenta de que ella bajó la vista y asintió en silencio mezcla de bronca e impotencia, pues Selena sólo quería contribuir para que todos se sintieran bien, como siempre, y sólo recibía reproches de alguien a quien sólo le entendía la mitad de lo que le hablaba. Selena esperó impaciente pero la gente estaba peor que ella. Todos se apiñaron contra el escenario, y volaban zapatillas y latas de cerveza. Todo era confusión, a tal punto que algunos no advirtieron que Selena estaba ya cantando y seguían actuando como si ella no hubiera aparecido. Pero al poco tiempo las casi 100.000 personas sólo siguieron a Selena y comenzaron a cantar sus canciones. Fue un show único, inolvidable, irrepetible. A partir de ese día todos los periódicos hablaban del ‘Fenómeno Selena. La artista del pueblo’. Muchos se preguntaban cuándo algún artista de Texas había generado semejante conmoción en México, sobre todo en Monterrey. Muchos comenzaron a preguntarse cuándo había comenzado todo, cuándo se desató la locura por Selena. Faltó mucho tiempo para que algunos se dieran cuenta de que ningún fenómeno es de casualidad, que nadie surge de la nada, que todo tiene un proceso que lo lleva a lograr el objetivo tan preciado. Lo que para muchos fue una novedad para otros era la lógica consecuencia de los hechos. En Texas, Selena era una celebridad desde que tenía 15 años. En Monterrey se la venía escuchando por su cercanía a Texas, pero desde ‘La carcacha’ y ‘Como la Flor’ ella pasó a ser un furor imparable ... Cuando el concierto terminó, Rosita corrió presurosa hacia detrás del escenario para buscar desesperadamente a Selena. Le tenía que decir algo. Tuvo suerte de que la encontró ya en el bus próxima a partir. Ella gritó desesperadamente por Selena, le dijo a su padre que se detuviera por un instante, que sólo le quería decir algo. Se lo dijo en español, se lo dijo en inglés, pero el bus iba despaciosamente saliendo para buscar la salida que la llevara a Selena de vuelta a Corpus Christi. De pronto Rosita vio que Selena se levantaba de su asiento y le hacía una seña a su padre. Había mucha gente alrededor del bus, lo que hacía muy peligroso detenerse allí. Rosita era plenamente consciente de ello. Aun así insistió en hablar con Selena. Y entonces Selena fue a la puerta del bus, la abrió y le pidió a Rosita que subiera a él ‘sólo por un ratitito’, para que le dijera lo que tenía ganas de expresarle. Cuando Rosita la tuvo frente a sí a Selena, recordó muchas cosas y se puso a llorar mientras la abrazaba a su “media hermana’. ‘Selena. Sólo quiero decirte que me has devuelto la esperanza y las ganas de vivir. Sólo quería darte las gracias. Pasé muchos momentos duros, pero tu voz, tu presencia y tu sonrisa me devolvieron la alegría. Vine a decirte que deseo lo mejor para ti, que si a ti te va bien a nosotros también nos irá bien’. Selena se emocionó mucho con las palabras de Rosita, se disculpó por su pobre español, y con la promesa de que pronto lo hablaría a la perfección, le dijo: “Agradezco tus palabras, Rosita, pero tú sabes que sin ustedes yo no soy nada. Así que me pone bien que yo haya podido contribuir a que estés bien luego de tus malos tiempos. Pero prométeme que de aquí en más te valdrás por ti misma, que más allá de lo que yo haga, más allá de que yo esté o no aquí, tú lucharás por tus sueños y harás lo posible por ser feliz con lo que tú haces y quieras lograr. ¿Me lo prometes? ¿Lo harás por mí?’, le dijo Selena. Rosita le dijo que claro, que lo hará con sumo entusiasmo y se dieron con Selena un gran abrazo. Y cuando Rosita estaba a punto de retirarse, Selena le dijo: ’Espera. Espera. Aun no te vayas. No creas que te irás sin nada de aquí’. Selena se fue al interior del bus vaya a saber para qué. Rosita en la espera notó que alguien la chiflara para que atendiera su llamado. Era A.B. que, con una sonrisa y en español también precario, le decía que esperara tranquila, que algo bueno traería su hermana. Al ratito Selena vino con el chaleco blanco que usara para el concierto. ‘Esto es para ti, Rosita. Pero ya sabes. Si veo que no cumples con tu promesa, ¡¡vuelvo para llevármelo!!’, le dijo Selena y echó una de sus clásicas risotadas. Rosita se quedó tiesa de la emoción y le dio otro enorme abrazo y beso a Selena repitiéndole que cumplirá con lo prometido. Cuando bajó del bus y vio a Selena partir supo que ya no tendría más sentido seguir con sus hábitos. Habló con sus superiores y le planteó lo que quería hacer con su vida. Como los padres de su parroquia la estimaban tanto, no sólo aceptaron su renuncia, sino que la derivaron como profesora de español en Austin, Texas. “Allí se incrementó mucho la presencia de hispanos y necesitan que los demás aprendan el idioma. ¿Aceptas el cargo?”, le dijo uno de sus superiores. Ella no dudó y en pocas semanas estaba ensañando a sus alumnos en su nueva vida y con la guía de Selena para hacerlo de la mejor manera posible…”.
Marielita sabía del destino de Selena, por lo que miró a sus padres y les dijo: “¿Y después pasó lo que pasó, no? Sus padres se miraron y asintieron tristemente. “Fue demasiado para ella. Con la ausencia de su Amor renunció a tener otro hombre que la acompañara. Con la ida de Selena perdió toda esperanza, toda alegría…”, dijo su madre. “¡¡Pero ya no queremos decirte más!! Te hemos dicho demasiado. Es más. ¡¡Te hemos abrumado!!! Y si te contamos tanto es porque nos preocupa Rosita. Ya no sabemos qué hacer. Buscamos que se distraiga, que se olvide de Selena, su última esperanza … En un punto no queríamos que tomara un camino escapista. Al contrario. Queríamos que aceptara la realidad y se resignara a ella. Hubo un momento en el que con su Amor lo habíamos logrado, pero con Selena siempre recibíamos el mismo gesto por parte de ella. Siempre obtuvimos como respuesta un llanto, un silencio, un mirar a la nada. Siempre le quisimos ver que había puesto todos sus sentimientos en una sola persona. Era hora de que buscara nuevos horizontes, de que había gente buena en quien creer. Marielita abrió bien sus ojos y pensó: “Creo que todos se están equivocando. Todos creen que la solución es buscar a gente nueva ... No. Ya no ... Rosita ya eligió a esa gente y ellos se le fueron. Tal vez sea hora en la que crea en ella”. Marielita no dijo más nada y no insistió en que sus padres le contaran más. Todo lo que faltaba por saber quería conocerlo de boca de su tía Rosita, si es que ella estaba dispuesta a hacerlo ... Cierta vez fue a su casa acompañada de su madre. Nunca iba cuando ella la iba a ver en la semana en una cita personal y no familiar. Pero esta vez quiso hacerlo. Su madre le dijo: “Pero ya sabes. No la molestes con preguntas ni la perturbes con cosas que le hagan recordar aquello ... Sabes que ella no quiere recordar ni contar lo que sucedió”. Es cierto que Rosita no hablaba nunca del tema. Pero también era cierto que nadie le preguntaba por lo que a ella le interesaba tanto … Marielita fue en busca de uno de los discos de Selena que tenía su tía y tomó tal vez el más bonito, el que, más allá de los gustos de cualquiera, simbolizaba su mejor momento, su madurez, su versatilidad, el futuro, el éxito, la consumación de tantos sueños y el proyecto de cumplir tantos otros: “Amor prohibido”. Lo llevó cuidadosamente cual si fuera un tesoro mismo y se dirigió a Rosita. Su madre estaba hablando con la abuela de Marielita, por lo que no había tiempo para perder. La niña se puso delante de su tía Rosita sin decirle nada. Ésta se sonrió levemente y con halo tenue de aire que daba un grado de extrema debilidad, llegó a nombrar el nombre de su sobrina a modo de saludo. Marielita como toda respuesta le mostró el disco, y como no sabiendo la diferencia y con toda intención de reacción le dijo: “Dime tía Rosita. Ésta no es Selena Gómez. ¿Ésta es la Selena de la que todos hablaban?”. A Rosita se le iluminaron sus ojos en cuanto vio a Selena en ese disco pero miró media indignada a Marielita con su comentario. “¡¡Claro que no es Selena Gómez!! ¿Es que no es que te has dado cuenta de la diferencia? Ella es nuestra Selena. ¡¡La única Selena!! ¡¡La que no lleva apellido ... La otra siempre será Selena Gómez aunque sus fans irremediablemente la nombren por su nombre de pila y la quieran comparar. No tengo nada contra ella. Al contrario. Ella tiene ese nombre gracias a nuestra Selena. Su padre se lo puso pues era fanático de ella. ¡¡Y se lo puso en vida de nuestra Selena!! Eso habla muy bien de él. No esperó la gran fama. No esperó que Selena estuviera ausente … Le puso a su hija el nombre de alguien tan querido por él, más allá de que tuviera a su esposa, a una familia ... Es que muchos no entienden ... Selena estaba más allá de los sentimientos de todos. Cualquiera podía tener su Amor, su pareja, su familia, alguien a quien depositar sus más nobles sentimientos y su cariño. Pero todos tenían un rinconcito de su corazón reservado para nuestra Selena. Todos sabíamos que ella era especial, que era una de los nuestros, que nos daba esa alegría que habíamos perdido … Tal vez por eso me molesta las comparaciones con Selena Gómez o que tengamos que decir Selena Quintanilla para evitar confusiones. ¡¡No, señor!! Ella es Selena, simplemente Selena. Las demás tienen su nombre y apellido. Selena tenía autoridad por sí misma para llevar solamente su nombre. Si Selena estuviera hoy, seguro que tendría millones y millones de visitas sus videos, y estaría en boca de todos. Hoy cualquiera puede lograr esa cifra y creerse exitoso. ¡¡No saben lo que es realmente tener éxito!! Hasta algunos que la han apreciado y hasta conocido están convencidos de que Selena nunca llegó a ser una sensación y que sólo llegó a la masividad por lo que le pasó … ¿En qué planeta estaban cuando se nos fue Selena? ¿Acaso realmente la conocían? ¿Acaso fueron a un concierto de ella cuando tenía 16, 18 o 20 años? ¿Sabían lo que Selena generaba cuando iba de pueblo en pueblo en un bus? … No. ¡¡No lo saben!! Si lo supieran no sacarían esas burdas conclusiones. Son los mismos que sólo miden el éxito de un artista por la venta de discos o por las visitas que tienen sus páginas Web. Cuando veo cómo llegan varios artistas al éxito pienso en Selena, y me enorgullezco y me entristezco a la vez. Ella no necesitaba de la gran propaganda, ella no necesitaba inventar un personaje, ella no necesitaba tener un experto de marketing a su lado. Selena se mostraba tal cual era ante su público, y les daba todo su talento y todo su cariño … Tan simple como eso. Yo lo puedo certificar porque lo vi. Yo sé lo que era Selena. Yo la quería mucho, como todos los que la admirábamos tanto”. Marielita se había quedado impresionada de corroborar que no estaba en el camino errado. Nunca había visto a su tía así. Bastó que alguien le mostrara la razón de su vida, el motivo de su existencia, de su esperanza, de su ilusión para que cambiara su rostro de lástima para volver a sentir que aún estaba viva. Pero ahora que le decía lo que significaba a Marielita su ausencia, la miró con suma tristeza. Un impulso increíblemente maternal llevó a Marielita a extender sus brazos para que su tía se abrazara a ella y se pusiera a llorar sin remedio. Marielita, cuan si fuera un adulto, dejó que Rosita llorara todo lo que tenía ganas. Cuando notó que estaba disminuyendo su dolor, se apartó un poquito de ella y le dijo: “¿Por qué no me cuentas cómo era Selena? ¿Por qué no me dices por qué era distinta a todas? ¿Por qué no me dices por qué no puedes olvidarla?”. Rosita sonrió un poquito, se secó sus lágrimas con un pañuelo y le dijo: “Selena era encantadora, sumamente encantadora. Yo la conocí cuando comenzaba a tener éxito fuera de Texas, y la seguí a casi todos sus conciertos. Nunca interpretaba los temas del mismo modo. Ella tenía un sentimiento para cantar que no se lo había visto a nadie. Para la época de ‘Amor Prohibido’ ella era toda una estrella. Ya no era sólo de nosotros, los texanos y mexicanos del norte. Ella comenzaba a ser de todos. No sé por qué, pero cuando veo estas fotos recuerdo cuando Selena fue al Festival Acapulco en 1994. En sí no tiene casi nada que ver una cosa con la otra … Tal vez la relación es que cuando la vi interpretar en esas noches de Acapulco sabía que había logrado lo que Selena tanto temía no obtener, y porque cercioré que todo el público y no sólo sus fans disfrutaban de su performance en el escenario. Selena temía cuando fue en 1993 por primera vez a esa ciudad, pues sabía que no estaba dando conciertos en Texas o en el norte de México. Temía que tal vez el público de allí no apreciara su música como en esos lugares que ella bien conocía ... En esa oportunidad cantó en pleno día y, a pesar del calor insoportable, ella se movió como si nada y el público quedó impactado. Aun así Selena les cantaba de más. Cuando cantó “Baila esta cumbia”, aun habiendo terminado el tema, por temor a que el público no le hubiese gustado, siguió cantando el estribillo a capella … En realidad, si la gente no le mostraba más efusividad .., ¡¡era porque los aplastaba el calor!! Al otro año Selena, en su recital de la noche, el reservado para las grandes estrellas, podía ver lo que generaba su música, su presencia, su carisma, su voz, su increíble talento. Cuando interpretó “Como la Flor” era un desfile incesante de gente de todas las edades que se subían al escenario para saludarla. Recuerdo haber llorado en su momento cuando vi que uno de los niños asistentes se subió al escenario y tironeó de la remera de Selena para que ella le prestara atención y le diera un beso. Era un desfile de niños, gente mayor, jóvenes, todo con la misma intención: dar su testimonio de afecto a Selena. Pude comprobar que no sólo la admiraban como artista sino que la querían como persona. Selena no le negaba el saludo a nadie, pero como buena profesional que era no quería dejar de cantar por esas manifestaciones de la gente en el escenario por respeto a los otros asistentes. Incluso tuvo que utilizar el ardid de pedir un fuerte aplauso a uno de los que la fue a saludar pero se puso a bailar con ella y no terminaba nunca. Era notable … ¡¡Notable todo!! La gente le manifestaba toda clase de sentimientos, y Selena se tomaba el tiempo para saludarlos y retribuirle con besos a cada uno sin excepción. A mí no me gustaba que algunos sólo se subieran para sacarse una foto con ella en pleno desarrollo del concierto o que algunos varones quisieran bailar con ella allí mismo. No creo que a Selena le gustara tanto, al menos no era de las cosas que más le agradaban, pero allí estaba ... Dando su mejor sonrisa y aceptando el convite del otro para terminarlo a su manera. Así Selena dejaba contentos a todos, pues si había algo que no podía tolerar era que sintiera la sensación de que al público no le había gustado tanto o que se sintieran que les faltó algo … A Selena eso le angustiaba mucho … Eso venía de muy lejos, cuando era muy pequeña y sabía que había que dar mucho más de la cuenta para recibir algo, aunque fuera muy pequeño. Tal vez ese poquito que recibieran les aseguraría un plato de comida a la mesa y no perder su casa. Así vivió Selena su carrera artística y no perdió esa sensación ni aun triunfando … Selena siempre quiso dar algo más de lo que se esperaba de ella para así sorprenderlos y lograr que el público nunca se olvidara de ella. ¡¡Y vaya si lo logró!! Ojalá estuviera hoy disfrutando del éxito que sólo ella había logrado, que sólo ella había generado…
Marielita observaba cómo su tía hablaba tan entusiasmada de Selena, cómo mezclaba sensaciones de alegría y de tristeza mientras. Le llamaba la atención que no sólo le contara anécdotas de cómo ella era como artista sino que le dijera lo que le generaba a ella y a todos. “No se trataba de que Selena fuera la mejor. No se trataba de que Selena fuera la mejor cantante, la mejor bailarina, la mejor artista, la persona más carismática. Si todo fuera tan sencillo, contrataríamos un robot programado con lo que nos gusta y listo. A veces tienes un buen artista que hace todo perfecto pero que no te genera nada. Selena no había estudiado canto, tampoco baile. Tal vez recibió algunas indicaciones básicas de sus padres para empezar a moverse en el escenario. Todo lo demás fue improvisación, y ensayar a prueba y error en cada concierto ... Y allí la veías ... Cuando ella subía al escenario todos quedábamos extasiados mirándola, observándola, admirándola. No podías dejar de mirarla ni un instante. Ella era la dueña del escenario, la Reina de la noche, el atractivo para cualquiera que la fuera a ver. Selena tenía un áurea, un encanto que te magnetizaba y te dejaba con la boca abierta. Yo lo comprobé. Y así era dentro del escenario como fuera de él … Tanto en la vida como actuando ... Yo tuve muchas veces oportunidad de estar cerca de ella no sólo en un concierto, sino en un evento, en un recibimiento, en alguna inauguración .... Selena era increíble …. Recuerdo que la vi por primera vez en ese famoso concierto en Monterrey, y de la locura que me provocó la fui a buscar fuera del concierto para decirle sólo ‘Gracias’. La encontré cuando ya se iba y sólo por ella detuvieron el bus para recibirme. Selena no sólo me atendió sino que me regaló su chaqueta que luciera en ese concierto. En aquella oportunidad me dijo que vendría a Monterrey sólo para ver si cuidaba su chaqueta, pues si no era así me la quitaba. Y pegaba esas risotadas … Selena era muy nerviosa. No podía estar quieta nunca. Me di cuenta de que ella hacía todo por uno pues quería ser amada, le daba terror si la dejaban de querer y estaba convencida de que con Amor todo lo lograría … ¿Sabes lo que hacía Selena cada vez que yo iba a su encuentro? Me preguntaba por su chaqueta. Siempre me reconocía, siempre iba a mí cuando me veía, siempre se preocupaba de que ni yo ni nadie estuviéramos incómodos ni molestos. Si le pedíamos un autógrafo nos preguntaba por lo que llevábamos puesto, nos halagaba con algo que decíamos o sobre cómo lucíamos, y hasta quería saber cómo nos iba en nuestros estudios o con nuestros trabajos. Por eso, Marielita …. Yo nunca vi a nadie como Selena. Era única, irrepetible. Cuando se me fue creí enloquecer, creí que me faltaba el aire, el corazón. Me habían quitado la vida, me quitaron la esperanza, me quitaron la alegría de vivir … En mi incredulidad y desesperación fui a Corpus Christi a verla. En realidad no la quería ver …. No la quería ver así, pero quería creer que no era cierto. Ya había pasado por esto una vez y lo había superado … con ella. Ahora se me iba Selena. ¿Qué podía hacer? Fui a ese lugar en el que se veía un gran cajón grandilocuente que no decía nada … O decía todo … Todo lo contrario a lo que ella transmitía … Había un mundo de gente … Todos lloraban, todos gritaban. Era un escenario dantesco en el que empecé a sentir el peso de lo que significaba el mundo sin Selena, nuestras vidas sin ella, ella sin vida … Yo no podía ni llorar y ni gritar. Iba de un lado a otro esperando que alguien me sacara de esta locura. En un momento yo también entré en la histeria total y le grité a una de las fans que pedía desesperadamente que abrieran el cajón, que la mostraran, que no se irían hasta ver que ella estaba allí. Esa mujer deba a entender que tenía más de un motivo para pensar que nada era cierto y que todo era una maniobra … ‘¿Maniobra de qué? ¿Qué crees que están ocultando? Qué crees que ganan con simular semejante hecho? Qué clase de personas crees que son los Quintanilla y, por extensión, qué clase de persona crees que es Selena? Vamos, vámonos de este lugar en cuanto se la lleven de aquí, que sólo nos quedan fotos y recuerdos de Selena. ¡¡Vamos!! ¡¡Llora y vete!!’, le dije con furia y desesperación … Casi me agarro a golpe de puños con esa mujer. Lo que nos detuvo paradógicamente fue la aparición del padre de Selena anunciando que abrirían el cajón para que nadie se quedara con la duda y así la gente podría volver a sus casas. La gente festejó el anuncio. Yo no lo podía creer .... La mente humana tiene esas cosas que la hacen única e incomprensible a la vez. Iba a retirarme hasta que la horda de gente me llevo a acercarme a ese cajón. Yo no iba a mirar. No pensaba hacerlo. Pero como pasa hoy en youtube, que por mirar un video ves una imagen que te provoca mucho dolor y que nunca elegirías ver pero igual te la imponen, de pronto la vi. Vi su rostro serio, enojado, perturbado. Muchos confundían esa mirada con un rostro que expresaba paz y tranquilidad. Yo me estaba por enojar una vez más pero desistí de hacerlo ... Cada uno ve lo que quiere ver. Siente lo que quiere sentir. Expresa lo que quiere expresar … Y yo estaba shockeada por lo que estaba viendo. Recordé cuando años antes se me fuera mi Amor y ni siquiera lo llegué a ver ni a despedirme de él. Ahora veía a Selena y se me juntaron ambos dolores. Viendo a Selena podía imaginarme a mi Amor con el mismo rostro, con la misma incredulidad, con el mismo desconcierto. Ellos se habían ido tan jóvenes y con tanto por hacer ... Ellos habían dado todo por Amor y esto recibían como “premio”. Yo ya había superado lo de mi Amor. Pero al ver a Selena vivía algo que yo no había visto de él. Y ahora yo estaba allí. Siendo menos que ellos, habiendo hecho mucho menos y siendo menos buena persona, estaba allí despidiéndome … Pero al menos mi Amor descansaba en paz. Pensó que hacía lo correcto y se encontró con un accidente del cual quiso evitar …. Selena … Selena recibió el peor castigo, una marca que lamentablemente quedó en ella para siempre … Eso era lo que sentía ese día en el funeral. Sentía el vacío de Selena, sentía el viento frío que me pegaba en la cara. No podía dejar de pensar que aunque le recordáramos con alegría y con la mejor de las intenciones, esa imagen y esa sensación de derrota se apoderarían siempre de nosotros. No podía dejar de pensar que todos, propios y extraños, sentiríamos que ella sucumbió, que no llegó, que le ganó la maldad, la insensatez, la locura, el odio. No podía dejar de pensar que pasaría el tiempo y la gente pronto se ocuparía de otras cosas. No podía dejar de pensar que pronto los que la lloraban hoy seguirían a otras artistas mañana. No podía dejar de pensar que las nuevas generaciones no sabrían quién era Selena salvo que algún fan se lo contara. Y como si me imaginara que años después aparecería Selena Gómez y sus fans la llamarían lógicamente y a secas “Selena”, empecé a llorar por horas. No volví a ver ese rostro pero no me lo olvidaré jamás. ‘El sueño ha terminado’, había dicho alguna vez John Lennon y yo sentía lo mismo. Desde ese momento es que soy un vegetal en vez de una mujer. Desde ese momento siento que mi vida no tiene sentido si no está Selena a mi lado…
Marielita miró a su tía y vio su rostro de tristeza, pero algo en ella había cambiado. Entendía que ella no quisiera seguir adelante sin Selena, pues sabía que sin ella nada era lo mismo … Pero Marielita tenía algo del relato de su tía que tal vez serviría para ayudarla. “Tía Rosita, me has dicho que Selena te dio su chaqueta de aquel concierto de Monterrey. ¿Ella te dijo algo al respecto cuando te lo dio?”, le preguntó sabiendo la respuesta, mas no lo que le contestaría su tía … “Si, que vendría cada vez que viniera a Monterrey para ver si no lo había perdido…”, le dijo Rosita. “¿Y nada más?”, volvió a insistir Marielita. “Y no, bueno, se reía mucho de su ocurrencia. También me dijo algo de lo que debía hacer … ¡¡Ah, sí!! Me hizo prometer algo … Sí … Me dijo que le prometiera que de allí en más me valiera por mí misma, que más allá de lo que yo hiciera, y de que Selena esté o no aquí, yo debía luchar por mis sueños y hacer lo posible por ser feliz con lo que yo buscara y quisiera lograr…”. Rosita se quedó pensando, tomó conciencia de esas palabras de Selena y de la promesa que le había hecho ella, y se puso a llorar sin consuelo. Marielita la abrazó y sólo le dijo: “No te angusties, tía … Selena entendería tu tristeza, pero ahora que lo recuerdas, por qué no haces algo por ti y por Selena. Tal vez sería lindo que me contaras más historias de Selena o lo hagas con otros. Yo siempre te vi triste y sin ganas de hacer nada. Pero desde que te pregunté por Selena te vi hablar como nunca y tu cara ha relucido de una manera que me gustaría que la mantuvieras. Ahora prométemelo a mí, tía. Dime que de ahora en más harás algo por ti. Hazlo por Selena. Y mejor si lo realizas haciendo un lindo tributo a ella…”. A Rosita se le dibujó una sonrisa de esperanza en su rostro. Hasta hacía unos minutos se lamentaba por no haber tenido en cuenta su promesa a Selena. Ahora sabía que podía remediarlo … Lo podía hacer por ella y por Selena. Se le ocurrió escribir cada historia que le contaba a Marielita. Su sobrina incluso le dio una idea mejor. Le dijo que primero escribiera la historia y luego se lo contara a ella con más detalles visuales. Todo esto hizo que tía y sobrina se vieran al menos una vez por semana para hablar de Selena. Los padres le agradecían a Marielita pues después de la ida de Selena veían a su hija de nuevo activa y con ganas de hacer y de vivir. Marielita, como si fuera un adulto experimentado, siempre le decía a Rosita que contara lo que sintiera, que no importaba si la historia fuera alegre o triste, que lo más importante era expresar sus sentimientos a Selena y con ello dejarlo consignado por escrito, como fiel testimonio de su agradecimiento y de su cariño por ella. Un día Marielita contó lo que estaba haciendo su tía en casa de una de sus amigas y dio justo que el padre de esa niña tenía contactos con una editorial que podría interesarle las historias de Rosita. “Yo también amaba a Selena. Así que todo lo que sea por recordarla vale la pena intentarlo”, le dijo. Rosita fue a la editorial y presentó sus escritos. A la editorial le interesó y lo publicó. Al poco tiempo el libro fue un éxito de ventas y crítica. Y como si fuera una sucesión de hechos fortuitos, una cadena de televisión hizo un especial de Selena con show en vivo y una entrega de premios a los que habían hecho algo por el tributo a Selena. Unas dos semanas antes a Rosita le comunicaron que fuera elegante al Festival que se haría en México DF, no sólo para asistir a él sino para recibir un premio revelación por su libro sobre Selena. Cuando Rosita terminó de escuchar lo anunciado se fue a la casa de Marielita y la abrazó un largo rato antes de decirle por qué lo hacía. “Todo gracias a ti, Marielita. Tú me hiciste ver que la mejor forma de no angustiarme más por Selena es hacer algo por ella…”, le dijo. “No, tía. Yo no tuve ningún mérito. El mérito es de Selena. Ella fue la que te dejó su marca en tu corazón. Ella te inspiró desde lejos -y desde cerca- a escribir tan lindas historias …Además, tú estás cumpliendo la promesa que ella te pido que realizaras. Ella sabía que tú lo harías. No en vano te lo dijo…”. Rosita tuvo en cuenta esas palabras de su sobrina a la hora de recibir el premio: “Yo no quiero que esos aplausos sean para mí. Yo no soy la figura de esta noche ... Ni ninguna otra que la haya hecho un lindo homenaje a Selena ... La única figura de este festival es Selena. Por eso quiero que esos aplausos sean para Selena. Ella es la única protagonista de su historia. Y yo, como tantos otros, somos apenas meros instrumentos de su recuerdo…”. Por esas palabras recibió una ovación. Rosita lloró por un largo rato pero cuando llegó Marielita a su encuentro le dijo: “Quiero que me acompañes ahora a un lugar. Ya que estoy aquí en México DF debo cerrar definitivamente otro capítulo triste de mi vida…
Para total sorpresa de marielita, Rosita se dirigió a la casa de los padres de su Amor. En cuanto la madre abrió la puerta ella le dijo: “Vine a perdonarlos y también a pedir perdón…”. La madre no pudo contener la emoción y lloraron abrazadas durante varios minutos. “Te vi en la televisión y quise ir a verte, pero tenía miedo…”, intentó decirle. “Ya está, ya pasó. Con Selena comprendí que con Amor todo es posible. Si lo hubiese sabido antes …. Antes creía que con su partida nada de lo bueno que hizo podría perdurar. Me equivoqué … Está en uno que perdure. La mejor forma de recordar a Selena es procurando ser como ella y brindándose por los demás como ella lo hacía … Como lo hacía también su hijo … Ambos se me fueron sin que yo pudiera hacer nada … Ahora sólo me queda parecerme a ellos para que su memoria y su obra nunca se pierdan”. Cuando la madre le dijo de ir al cementerio para ver a su hijo, Rosita se excusó: “No, prefiero no ir. A duras penas pude superar su muerte. Prefiero quedarme con su imagen de los buenos tiempos. Eso me da fuerzas para seguir. Lo otro … Ya lo experimenté cuando la vi sin querer a Selena. No lo recomiendo. Estas cosas no deberían suceder, al menos con gente que dio tan lindas cosas, nos dejó su mejor imagen y procuró hacer feliz a todos los que los rodeaban. Lamentablemente los buenos mueren y se nos van muy jóvenes … Dios debería revisar estas cosas…”. Rosita se sonrío con lágrimas en los ojos y le dio un último abrazo a esa mujer. Prometió volver y le dejó saludos al padre de su Amor. Ya en la calle nos fuimos caminando por un largo rato en silencio. Marielita sabía que debía dejarla que decidiera por sí misma su destino. Rosita se detuvo, la miró, y para su asombro y su contento se sonrió y le dijo: “¡¡Vamos a casa!! ¿Acaso no quieres ver mi último escrito sobre Selena? Mira que es inédito, ¡¡sólo dedicado para ti!!”. Marielita y su tía se rieron por un buen rato hasta que Rosita enfiló para su casa y puso su mano a un costado para que Marielita la tomara y se fueran juntas ... La niña la tomó y Rosita enseguida empezó a correr al grito de: “¡¡Gallina es el que termina último!!”. Fue la corrida más graciosa que Marielita haya vivido. A ella le daba gusto ver a su tía Rosita tan bien. Y si bien Marielita tuvo algo que ver con todo ello, ella sólo sintió que fue un medio, un medio para que su tía reencontrara su camino. Todo lo demás fue mérito de Selena. Sólo su Amor y ese cariño a la distancia podían lograr que su tía volviera a ser feliz…
(A pesar de tanta tristeza, a pesar del dolor que nos provoca la ausencia de Selena, todavía podemos hacer algo por ella y para que nosotros podamos ser felices aunque sea un poquito. Hacer algo por ella con Amor, con su Amor. Aún el mundo puede ser mejor si seguimos el ejemplo y el cariño que Selena nos dejó.)
Gracias a ti, Selena, todo ha cambiado para mí. Gracias a ti, Selena, todavía puedo sonreír…
Te quiere mucho…
Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)



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