Yo sé que valió la pena…


Sé que estoy viviendo un momento muy particular en mi vida. Cuando hace unos días me entrevistaron en el programa “Furia musical” sentí que podía salirme del libreto de todas las entrevistas en las que más o menos uno dice siempre lo mismo, en las que se habla de los discos, de cómo son los integrantes de la banda, de cómo me cuido para mantener mi cuerpo, de cómo hice para llegar hasta aquí, de anunciar tal o cual cosa, para sentirme plenamente libre de decir lo que quiera y de expresar qué quiero realmente para mí y qué pretendo de mi vida. Fue hábil Verónica Castro cuando me entrevistó: con la excusa de preguntarme por lo que hago con mi tiempo libre comenzó a indagarme sobre mis sentimientos, sobre mis amores, sobre mi futuro, sobre lo que pasa por mi corazón y por mi Alma en el medio de tanto éxito y de sentir que he tocado el cielo con las manos y de que todo el mundo me quiere. Pero en un punto me doy cuenta de que a Verónica Castro, como tantos otros, les cuesta entender cómo superé tantas barreras, cómo me metí con tanto éxito en la onda grupera siendo que para las mujeres es tan difícil llegar, cómo puedo vivir la vida queriendo hacer tantas cosas en vez de dedicarme al ocio y a no hacer nada pensando en que ya tengo éxito, dinero, futuro. Evidentemente muchos no saben bien mi historia. Muchos me conocen desde que tengo mucho éxito fuera de Texas, y de aparezco en radio y televisión. Para los grandes medios yo empecé hace un tiempito mi carrera, pero lo cierto es que desde hace 15 años estoy en el negocio de la música. Ellos no lo saben. Como mucho, saben que viví buena parte del tiempo en un bus y que mi vida ha sido muy sacrificada. Por eso para ellos es muy difícil comprender cómo a los 23 años estando en un ambiente dominado por varones, y no teniendo durante mucho tiempo ningún “mesías” que me apoyara y difundiera mi música, lo he logrado. Pero para la gente común, la que me conoce desde muy chica, desde que comenzó a conocerme en mis incursiones en sus pueblos para cantar y darme a conocer, no le es ninguna sorpresa todo esto que me está pasando. Puede que para las grandes ciudades de Estados Unidos y México sea un verdadero fenómeno, un éxito fulminante que se dio por temas tales como “La carcacha” o “Como la Flor”. Pero en todo Texas ya saben quién soy desde que tenía por lo menos 14, 15 años. A los 16 años gané mi primer Tejano Music Awards y gracias a la gente sigo obteniendo premios en forma ininterrumpida. Tal vez muchas de estas cosas las desconozcan. Y no es que tengan obligación de saberlas. Pero seguramente si las supieran entenderían acerca de cómo llegué hasta aquí. No hay grandes secretos. En todo caso mi gran secreto esté en el escenario. Mi historia está allí, mi vida está allí, todo lo que se ve en ese lugar tiene que ver conmigo y con todo lo que fui haciendo con el tiempo para que la gente no sólo me admire sino que me quiera. Y créanme que no es tan difícil lograrlo. No niego que hay que sacrificarse y mucho. Pero si las cosas se hacen con Amor, con honestidad, con trabajo, con sacrificio, con respeto, todo se hace más fácil. Y si se tiene talento todo se facilita. Yo no lo voy a negar a esta altura. Yo sé que tengo talento. Sé que el grupo tiene talento. Pero al talento hay que cultivarlo. No basta con saber que se tiene, sino que hay que mejorarlo, hay que desarrollarlo, hay que perfeccionarlo. Aunque interiormente se sepa que se es la mejor, eso sólo hay que pensarlo para uno, y sentirlo y gozarlo cuando genuinamente se ha logrado ese lugar. Pero para afuera no hay que creérselo nunca. Si uno se la cree es persona muerta. El público hoy nos puede adorar, pero mañana nos puede ignorar. Y no hay peor cosa que suceda eso. Siempre le tuve miedo a esa situación. Es mejor hasta que te desprecien pero nunca que te miren y ya no sepan quién eres. Supongo que por eso me mandé esa humorada cuando recibí mi primer premio en los Tejano Music Awards. Tal vez fui muy irónica a tal punto que muchos no hayan entendido qué quise decir cuando dije: “Agradezco a Los Dinos. Cuando ellos ganan yo gano. Cuando ellos pierden, ¡¡yo no los conozco!!”. Si supieran mi historia, si supieran lo que tuve que sacrificarme para llegar sólo a ese premio entenderían esa chanza. Yo nunca podría conformarme con lo logrado. Siempre quiero ir por más. No es por ambición, no es sólo por dinero. Ni siquiera alcanza con la gloria. Tan sólo yo quiero que me quieran. Todos necesitamos un poco de Amor. Si sabemos eso, lo demás viene solo…

A veces creo que me ven como un “bicho raro”, como alguien que vaya a saber cómo llegó y que comprenden aún menos cuando digo lo que quiero para mí. Muchas personas creen que por ser mujer, joven, bonita, talentosa y con éxito ya estoy para disfrutar del éxito, tener hijos y ganar más dinero con un par de discos grabados. Creen que estoy al final del camino. ¡¡Y recién estoy comenzando!! Me resulta curioso que muchas mujeres me pregunten y se asombren cuando les digo que antes de tener hijos quiero desarrollar mi carrera, quiero apuntalar mi viejo sueño de ser diseñadora, que quiero hacer más y más cosas. En la entrevista que me hiciera Verónica Castro me di cuenta de que a ella le costaba comprender que yo siendo mujer hubiese querido triunfar en un ambiente tan machista y en el que a la mujer casi no se la valora. Allí aprecié con pena que muchas mujeres terminan aceptando ese ambiente y el lugar que les da este mundo. Yo nunca lo vi ni viví así. Yo nunca dividí el universo entre varones y mujeres, y no me moví con lo que se me permitía o no. Yo simplemente quise hacer lo que quería y no me importó si eso era privativo de los varones o de las mujeres. Nunca se me pasó por la cabeza pensar si hacer tal cosa era bien o mal visto, si era una cosa reservada para los varones o para las mujeres. Yo sólo hice lo que me parecía correcto y listo. Cuando tenía 6 años se me ocurrió cantar unas canciones viejas a mi padre para que le agradara. Tenía terror de que él no me quisiera más por prestarle sólo atención a mi hermano para enseñarle a tocar el bajo. Sólo hice eso y generó una locura cuyos resultados los tenemos a la vista. Por suerte no pensé en que era muy niña, de que era mujer o de que no tenía posibilidades ante mi hermano ... Sólo lo hice ... Tal vez por eso nunca me sentí inferior ante nadie. Yo no viví esos problemas y eso no quiere decir de que no existan. ¡¡Claro que existen!! Pero yo superaba todo tratando de hacerlo de la mejor manera, siempre con ganas, siempre con una sonrisa, siempre dispuesta a dar. Para recibir Amor hay que saber dar Amor. Para ser amada, hay que saber amar. Y yo todo lo hice por Amor. Lo hice con Amor, respeto, dignidad. A los 15 años compartí escenario con el grupo “La Maffia”. Si yo hubiese pensado que era imposible porque ninguna mujer lo había hecho antes, ni lo hubiese intentado. Pero por suerte no tenía esos prejuicios, no eran ésos mis miedos. Yo no convalidaba así porque sí lo establecido. Yo no digo “The imposible is always posible” como un simple eslogan. Ésa es mi forma de vida, ésa es mi forma de ver las cosas. Yo cuando tengo algo en la cabeza no paro hasta lograrlo. Está en mis genes, está en mi formación, forma parte de la visión que tiene mi familia sobre cómo se encara la vida, para qué uno está aquí, qué se supone que hacemos con eso tan hermoso que es la vida. Cuando uno encara la vida así no piensa en géneros, no piensa en divisiones, no piensa en que tal cosa es para uno y tales otras para otros. Cuando uno quiere algo en la vida sólo debe buscar la manera de obtenerlo. Así logré la atención de mi padre, así logré la aceptación del público, así logré a Chris, así puse mi empresa de diseño, así logré el éxito. Y lo logré siendo honesta, siendo como soy y no vendiendo una imagen falsa de mí. La Selena que está en el escenario es la misma que está en una entrevista, en la calle, en su casa, en su boutique, en contacto con la gente, en cualquier circunstancia de la vida. Yo siempre quise que me quieran y que me quieran tal cual soy. Yo me brindo todos los días para que los demás me devuelvan lo mismo…

Yo soy Selena. Yo sólo soy una simple mujer que quiere llegar lejos, muy lejos. Yo no tengo límite. ¡¡No podría permitírmelo!! Mi único y vital límite es hacer algo que impida que los demás puedan hacer lo suyo. Yo no soy una insensible. Yo no miro para adelante sin importarme lo que está frente a mí. Lo que yo no tengo límites es para soñar y para lograr que esos sueños se cumplan. Yo siempre quise ser el centro de la escena. Desde niña me gustaba ponerme linda, vestirme bien y ser agradable para cualquiera. A veces la timidez nos impide ver lo que realmente queremos para nuestras vidas. Antes de estar en un escenario ni por asomo hubiese imaginado y pensado que podía ser una cantante, una artista, alguien que podía destacarse por lo que es. Yo me permitía imaginar por aquellos tiempos que quizá con sacrificio y con tesón podría tener un negocio de ropa y que mi nombre sonaría en todo el mundo por ser diseñadora … Pero en cuanto pisé un escenario y se me fueron todos los miedos y me olvidé del qué dirán, de lo que pensaba yo, de lo que pensaban mis padres, de lo que pensaba el público … ¡¡Ah!! Allí me di cuenta de lo que quería. Quería ser una mujer talentosa, elegante, llamativa, carismática. Supe allí que todo dependía de mí, sólo de mí. Podía escuchar los consejos de mi padre sobre cómo tratar al público y cómo llegar al gran objetivo, podía seguir las indicaciones de mi hermano sobre qué y cómo cantar, podía estar bien atenta a las reacciones del público para saber qué les gustaba y qué no … Pero lo fundamental, eso sí, dependía de mí. ¿Quería que me quisieran? Pues bien, a mostrarme como soy. ¿Y cómo soy? Pues averiguémoslo y mostrémoslo. Cuando después de varios intentos, cuando en mi niñez y en mi adolescencia probé cada una de las vestimentas, las que me aconsejaban mis padres, las que consensuaba con mi hermana, la que aprobaba el resto de la banda, llegué a ponerme mi primer “boustier”, sabía que había dado con lo que era para mí, con lo que era mi sello personal. Allí probé que podía ser una muy buena diseñadora y que podía llamar la atención con buen gusto y con encanto. ¿Que había varones entre el público con dudosas intenciones? ¿Que había niños presentes? ¿Que había que ver qué podían pensar las otras mujeres y la gente mayor? Todos temores infundados conmigo ... Yo siempre respeté a mi público. A todos les muestro como soy y les doy todo. No me guardo absolutamente nada. Y cuando eso sucede es muy difícil que se malinterpreten las cosas o que se me falte el respeto. A mí nunca me pasó. Creo que si alguna vez hubiese sentido eso, no sólo no me hubiese vestido de la manera en la que lo hacía sino que jamás me hubiese animado a interpretar en vivo la canción “¿Qué creías?”, recreándola con un “ex novio” seleccionado al azar entre el público. Si me animaba es porque sabía que el público no iba a hacerme nada y que entendía muy bien de qué se trataba toda actuación. Por supuesto que tenía muy en cuenta a mi partenaire. Sabía hasta dónde podía llegar, y hasta dónde me lo permitiría mi “ex novio” y el público. Y siempre me salía con la mía. Aun hoy me da mucha gracia cuando lo tomé de la corbata a Johnny Canales en plena interpretación del tema en su programa. Aún hoy me da gracia verme zamarrear a tantos varones en pleno Texas. ¿Quién iba a decir que eso algún día podía suceder? Pero es como siempre digo. Si sabes amar, te amarán, si sabes respetar, te respetarán…

Yo sé que hay tiempo para todo. Soy joven. Tengo un gran futuro. Ya logré cosas que no me hubiese imaginado que iba a lograr. Pero a pesar de ser un torbellino, sé que hay que hacer las cosas con tiempo, pensando cada paso, andando sin prisa pero sin pausa. Cuando le hablaba a Verónica Castro me descubrí que en más de una oportunidad me dije de esperar para agrandar la familia, para tener niños, para tener una vida más serena y más contemplativa. Pero es que yo soy así. Cuando hago algo no paro hasta terminarlo. No puedo estar sin hacer nada. La vida está para aprovecharla, no para ser un espectador de ella. Me ha pasado siempre que cuando ya me decidí a hacer algo no me conformaba con lograr parte de los objetivos. Si se puede, hay que llegar hasta el final. ¿De qué me sirve lograr sólo algo cuando se puede obtener todo o al menos intentarlo? Si no, ¿de qué sirvieron tantos años de sacrificios, tantos años de privaciones? Yo he pasado mucho tiempo no sabiendo qué sería de mí cantando ante 20 personas con mi mejor predisposición y sin saber si todo eso nos llevaría a algo. Viví épocas en las que mi hermano estaba fastidioso porque no le gustaba la música que tocábamos en un principio, mi hermana que no quería tocar la batería y yo con un micrófono enorme cantando en un idioma por fonética porque no lo conocía. Viví épocas en las que parecía que no avanzábamos, viví épocas en las que no sabía si comeríamos al otro día. Y viví épocas en las que noté que el público comenzaba a aceptarnos y que nosotros como grupo nos entendíamos más y nos identificábamos mejor con nuestro material. Y ahora que el éxito es una realidad, ahora que Selena es no sólo mi nombre sino la mujer a la que todo el mundo quiere, admira y respeta, ahora que Selena es una marca de diseño y moda, ¿ahora voy a parar? Es lo peor que puedo hacer. Yo me tengo que preguntar: “¿Quién me detiene ahora?”. Siento como si después de tantos y tantos años de ir en un auto viejo por caminos largos y sinuosos de tierra, de pronto tomo una autopista que me lleva al destino que tanto quise en un auto último modelo. ¿Tiene sentido que me baje, que me detenga justo ahora? Se me viene un año clave, trascendental ... Si logro pegar el gran salto, si paso a ser la gran cantante internacional bilingüe, si soy la primera artista latina que arrasa en Estados Unidos … Antes parecía literalmente una quimera todo este sueño ... Hoy parece tan posible ... Sólo hay que seguir así, no detenerse, no bajar el ritmo, no parar, no parar nunca. Por eso pienso y digo que lo demás puede esperar. No mucho … Uno, dos, tres años. Mi disco en inglés, la apertura de más sucursales de “Selena Etc.”, mi llegada a Sudamérica, mi triunfo en el mercado anglosajón, mi incursión por Europa … Yo sé que lo puedo lograr. Y si no soy yo, será otro. Yo sé muy bien que abrí un camino, un rumbo. Puedo verlo, puedo ver el camino … ¡¡Puedo ver la meta!! Es cuestión de proponérselo. Es seguir corriendo hasta el final al mismo ritmo de antes siempre mirando el objetivo, siempre mirando el final, no distrayéndose con cosas superfluas, no desviándose de la autopista con malas señales. Si nos mantenemos así, lograremos lo que tanto anhelamos y mis grandes sueños personales estarán cumplidos. Lo demás … Lo demás viene solo … Ya vendrán los hijos. Ya vendrá la casa soñada. Y no porque venga después es que no lo esté pensando y no esté haciendo algo al respecto. Si hiciera eso no sería Selena. Ya me compré un gran campo en plena Corpus Christi. Ya comencé a preparar el terreno para cuando con mi gran Amor Chris pensemos en terminar de lograr nuestras grandes metas juntos … Soy Selena … Yo tengo que estar en todo. Yo tengo que lograr todo para el bien de todos…

A veces noto que la gente se sorprende de cómo llegué aquí. Incluso noto que a la gente le llama la atención mi sinceridad, que diga las cosas como son, que exprese mi propio sentir cuando se me pregunta. Supongo que tal vez sólo quieren que digan lo que se espera que yo diga. Y eso lo hago, pero yo no puedo dejar de decir lo que siento sobre cada cosa personal que se me pregunta. Yo sólo me abstengo de decir cosas que promuevan los malos entendidos y el escándalo. Eso no va conmigo. Ojalá que nunca tenga que aparecer en portadas de diarios con noticias escandalosas. Ojalá que nunca tenga que aclarar nada sobre lo que dicen otros u otros de mí. Mi padre siempre nos inculcó el ser rectos, que sólo nos destaquemos por nuestro trabajo y por nuestra música. Nosotros luego adaptamos nuestras enseñanzas a la realidad de nuestra época. Mi hermano siempre consideró que debíamos actualizar nuestra música y no cantar temas viejos que a nosotros nos parecían anticuados. Del mismo modo que yo supe que no alcanzaba con cantar. Desde muy pequeña tuve que aceptar el rol de agradar a la gente. Y a la gente se le entra por los ojos, no sólo por los oídos. Por eso busqué siempre ser original no sólo para cantar sino para vestirme, para presentarme, para expresarme. Si queríamos triunfar no alcanzaba con ser uno más. Teníamos que ser los mejores, teníamos que mostrarnos diferentes, teníamos que ir siempre por más. Creo que por eso Verónica Castro se me ha quedado mirando más de una vez extrañada, como queriéndome decir: “¿Por qué no te conformas? ¿Por qué buscas más y más? ¿Por qué no gozas ahora luego de haber padecido tanto?”. Es que yo no he sentido que he padecido nada. Por supuesto que yo no elegí este camino. Ésta es otra de las cosas que muchos no comprenden y por el cual nos miran extrañados. Yo no tengo ningún problema de decir que no pensé nunca en cantar profesionalmente ni en destacarme en un escenario. Yo imaginaba una vida muy distinta para mí, totalmente diferente. Pero las cosas se dieron así y yo también contribuí a que fueran de ese modo. ¿Qué sentido tiene quejarse del destino? Además, al destino hay qua ayudarlo. Si uno quiere cambiar las cosas impuestas uno tiene que hacer algo por ello. Yo nunca hubiese aceptado ni de mí ni de los demás quedarme sentada esperando que las cosas cambien por sí solas o quedarme llorando sintiéndome desdichada por mi suerte. ¡¡Yo nunca quise ser así ni soportaría dar esa imagen!! Para mí todo fue difícil desde que mi padre emprendió esta aventura. No crean que para mí fue fácil. No crean que yo no he llorado ni sufrido. Viví momentos muy, muy difíciles, pero siempre busqué la manera de superar la situación, siempre busqué una salida, siempre traté de transformar lo que tenía a mi alrededor en algo positivo para mí. Yo podía haberme quedado llorando y hasta negándome a cantar en cuanto tuve por primera vez a un público que esperaba a ver qué les ofrecía, cuanto tuve por primera vez un micrófono en la mano, cuando ensayé por primera vez al lado de mi familia. Pero nunca hice eso. Siempre puse mi mejor sonrisa, mi mejor predisposición, siempre pensé que si quería cambiar mi destino todo dependía de mí. Y lo primero que tenía que hacer era aceptar la realidad, que no tenía sentido evadirla, mucho menos cuestionarla de palabra. Si no me gustaba tenía que cambiarla yo y nadie más que yo aceptando lo que se me había impuesto. Yo siempre supe que mi padre aceptaría cualquier sugerencia siempre y cuando nosotros lo ayudáramos a cumplir su sueño de vivir por y para la música. Y eso yo lo acepté sin más. Pero con el tiempo le hice ver que tenía que aceptar mis vestuarios, mi forma de presentarme que tal vez para él podía ser muy osado, del mismo modo que le parecían muy modernas las propuestas musicales de mi hermano. Y si bien él al principio quería que nos ciñéramos a hacer lo que él esperaba de nosotros, entendió que nosotros éramos personas con nuestras propias ideas y objetivos, que nunca le íbamos a cuestionar sus sueños siempre y cuando él aceptara los nuestros. Y como todo buen padre que acepta que sus hijos crecen y tienen sus ideas propias, lo terminó aceptando y vio los resultados. Yo siempre asumí la responsabilidad que me cabía por ser Selena. Por eso vivía nerviosa cada vez que estaba por empezar un concierto, cada vez que debía aparecer en público. Pero siempre tenía un incentivo para dar todo por el sueño de mi padre. Si yo lo cumplía podría cumplir con el mío. Yo sólo quería ser diseñadora cuando era niña. Todo se alteró cuando mi padre vio en mí un talento que podía ser desarrollado y que podía llevarnos al éxito. Todo se alteró, pero yo no abandoné mi viejo sueño. No me quejé, no patalee, no lloré por mi suerte, no bajé los brazos. Sólo acepté mi realidad y busqué nuevas maneras de lograr mi sueño. ¡¡Y aquí estamos!!

Yo no podría mostrarme ante el público de una manera equívoca. Yo quiero que a esa Selena que ven en el escenario o en público sea la misma Selena que está en su casa, con su familia o en cualquier momento de su vida cotidiana. Y quiero que vean cuáles son mis valores, qué es para mí lo más importante. Yo no podría mostrarme de un modo diferente de lo que soy. Incluso no soportaría actuar en telenovelas recreando personajes que no se parezcan a mí. Yo no quiero que nadie se lleve una imagen equivocada de mi persona. A mí no me verán hablar mal de nadie, porque detesto hacerlo. No hay nada más despreciable que ocupar el tiempo para hablar mal del otro, para criticarlo, para desearle algo malo. Yo no tolero ni la mentira, ni la falsedad ni sostener un doble discurso. A mí me gusta que a todos los artistas les vaya bien. Yo sé lo difícil que es llegar. Ya es difícil que a uno lo lleguen a atender. Si encima el público te acepta no puedes más que agradecérselo. Y cuando ves a tu alrededor los sacrificios que hacen tus colegas para llegar, no puedes dejar de sentir una enorme alegría cuando lo logran. Durante todo este tiempo competí con Shelly Lares por ser la mejor cantante tejana. Siempre estábamos nominadas para los mismos premios en los Tejano Music Awards. Eso jamás nos enemistó. Al contrario, nos hicimos muy amigas a pesar de la rivalidad. Más de una vez la invitamos a nuestros conciertos. El que más recuerdo con alegría es cuando participó en el tema “Baila esta cumbia” en el concierto de San Antonio en abril de 1991. Era divertidísimo ver a Shelly cantando y obligando a que los miembros de mi banda fueran al frente del escenario a bailar mientras yo me quedaba tocando el bajo de mi hermano. Es que en la vida no sólo hay que triunfar con la venta de discos o con la asistencia de gente a los conciertos. También hay que triunfar con el ejemplo. Yo aspiro a que no sólo me quiera la gente sino que me respeten los otros artistas, los periodistas, los medios en general. Pero para que uno aspire a eso hay que primero saber respetar a los demás. Si uno predica con el ejemplo uno tiene derecho a pedir ese mismo respeto de los otros. Y si uno es auténtico tanto en el escenario como fuera de él, la gente lo sabrá agradecer. Creo que si uno sabe dar Amor y cariño nunca recibiremos ningún daño como respuesta. Que no se piense que soy ingenua. No se trata de ello. Yo tengo mis cuidados y mis prejuicios. Yo también suelo desconfiar. Todavía recuerdo a José Behar cómo lo traté aquel día en el que me vino a contratar en San Antonio. Pero una vez que yo me entrego a los demás y obtengo buena respuesta, sé que el verdadero éxito lo tendré asegurado, y sólo recibiré Amor, cariño y respeto. No me imagino para mí otra cosa. Yo no sólo quiero el éxito y el reconocimiento, sino que aspiro a que el mundo sepa quererme con el mismo sentimiento con el que le expreso yo a todo el mundo sin distinción…

¿Qué se supone que espero para mí hoy? Gozar del momento y trabajar para mejorar. Siempre hay algo por aprender, siempre hay en el ambiente fenómenos que nos sirven de ejemplo para poder hacer cosas aún mejores. Cuando haga mi disco en inglés procuraré que sea el mejor, cuando vaya a otros países iré no sólo con mi mejor material sino que buscaré cómo es cada uno, qué les gusta, qué música les agrada, cómo se visten, qué es lo que más quieren, qué y cómo comen, cómo demuestran sus afectos. Sé que me esperan lugares a los que tendré que familiarizarme bien para saber cómo manejarme en ellos. Pero yo no busco sólo saber cosas elementales para saber cómo saludarlos, qué palabras decir para conmoverlos, qué vestimenta tendré que usar para impactarlos más y para saber qué esperan de mí. Yo quiero moverme por esos países como me muevo en Estados Unidos o México, acercándome a la gente, saber cómo se comportan, cómo me ven, si les parezco buena, linda, talentosa, pero por sobre todo quiero hacer esto porque quiero que noten que les importo, que quiero que me digan sus nombres, que me digan qué hacen, qué esperan de este mundo.. Para mí el público no es un número más, gente que sólo paga la entrada para verme. El público está compuesto de seres humanos que sueñan, que piensan, que aguardan, que se sienten esperanzados o desilusionados, que esperan algo más de una artista que los viene a visitar. Yo eso lo aprendí de mis idas de pueblo en pueblo en un bus, lugares en los que no hay mucha diferencia entre el artista y la gente común, lugares en los que el artista y el público son lo mismo y no hay diferencia entre ellos. Así me acostumbré a tratarme con la gente y siempre fue muy natural ese trato. Pero también me di cuenta de lo importante que es para la gente que el artista se interese por ellos. A veces subestimamos al público. Creemos que piensan todos de la misma manera, que sólo buscan una sola cosa y entonces es sólo cuestión de darles ese algo para conformarlos. Los que piensan así están alejados de la gente, a veces ignoran los que les gusta y lo que querrían ver, no admiran ni sienten el mundo del espectáculo. A veces a esa gente no se les da alternativa, se le da determinada música, determinados formatos, determinados artistas en la seguridad de que ellos esperan sólo lo que se les brinda diariamente. Y eso no es así. Nosotros en nuestras incursiones por los pueblos aprendimos que algunos querían un determinado repertorio y otros otras canciones. Así íbamos por algunos pueblos en los que querían escuchar temas con acordeón y otros que preferían obviarlo. Había pueblos en los que querían escuchar temas en inglés y otros que los rechazaban de plano. Había pueblos en los que nos pedían temas del momento y otros los temas clásicos. A la gente le agrada que el artista no sólo se brinde con lo suyo sino que escuchen sus pedidos. Y así como en lo musical me di cuenta de este fenómeno, también noté que a la gente le gusta que el artista los atienda y los haga sentir importantes. Y no es que ellos quieran ocupar nuestro lugar. Ellos no sólo saben cuál es el rol de cada uno en un concierto sino que desean que eso no se altere. Sólo pide que el artista no los mire desde lejos aunque lo hagan con aprecio. Pide que cada tanto los escuche, se quede todo el tiempo necesario para firmar autógrafos, para hablar, para contestar preguntas sobre la banda, para recibir el cariño de la gente. Por eso siempre atendí a mi gente y a nadie dejé sin un autógrafo, sin un abrazo, sin una palabra de afecto. El público, además de admirarme, comenzó a quererme al advertir eso, y siempre me lo agradeció. Ahora que es inminente que terminaré yendo a otros países, además de México y Estados Unidos, tendré que hacer lo mismo, si es que espero que todo el mundo me quiera y me acepte como soy. Yo no podría ir a esos países, por más lejanos que sean, a sólo darles un concierto. Yo tengo que ir para dejar mi huella, y para que todo el mundo sepa que estuve allí y que me quiera. No soportaría pasar inadvertida, como tampoco podría entrar a un país mirando para adelante sin mirar a la gente. Si uno desea que se los conozca, primero uno tiene y debe conocer a los demás…

En la vida hay que arriesgar, arriesgar aunque sea probable que se pierda todo, arriesgar aunque no se sepa qué hay detrás. Creo que desde que canté por primera vez siempre tuve miedo, miedo al fracaso, miedo a la frustración, miedo a que no me quieran. Creo que mi propia desesperación por sentirme desplazada hizo que diera todo para que nunca me pasara eso. Creo que siempre arriesgué para no quedarme con esa sensación de vacío, soledad y desamor. Muy pocas veces el público vio en mí esa sensación, pues yo me las ingenié para que no sólo no lo notaran sino que vieran en mí a una artista segura que sabe muy bien lo que tiene que hacer y más. Creo que si lo saben es porque yo se los confesé más de una vez en algún reportaje. Me costó tener que decir que efectivamente tenía miedo, y si lo hice fue porque siempre fui sincera y porque necesitaba que la gente supiera lo que sentía. Necesité compartir con el público hasta ese sentimiento. Pero el miedo nunca me paralizó. Por el contrario, me aceleró y me hizo buscar avanzar todo lo que se pueda para ver qué hay detrás de ese camino. Yo soy tremendamente pasional. Mis sentimientos están presentes en cada cosa que hago. Soy un nervio vivo. Reconozco que a veces si las cosas no salen me enojo bastante y eso no me gusta. Pero enseguida se me pasa. No puedo estar mucho tiempo distante y sin hablar. Soy totalmente distinta en eso de Chris y eso es bueno porque nos complementamos muy bien. Pero los largos silencios de Chris me desconciertan. Muchas veces me he preguntado cómo hace para permanecer tanto tiempo sin pronunciar palabra. Yo no podría hacer nunca eso. Por eso más de una vez le dije, al ver que está en silencio contemplando algo y se queda sin contestar algo que le pregunto, si está vivo o qué. Pero su cálida forma de ser es un bálsamo para mí. Tener un compañero que dice todo con un gesto es valioso, tener un Amor que no tiene ningún problema en asumir un rol secundario en la banda y en la vida pública conmigo demuestra el Amor que me tiene, su sensibilidad, su desprendimiento. Siempre soñé y quise tener como esposo a alguien como Chris. Yo siempre anhelé que mi verdadero Amor primero debía ser mi amigo y luego mi novio, mi esposo. Y siempre lo esperé así pues no hay nada más hermoso para cualquier habitante del planeta llegar a enamorarse de alguien que tiempo atrás era sólo un amigo, conocido o compañero de trabajo, y que el tiempo y el conocimiento los lleva al Amor. Sabía que pedía demasiado pues son muy pocos los que viven esa experiencia. Pero yo tenía la esperanza de que algún día eso me podía suceder. Y como porfiada que soy, que nunca piensa que hay imposibles para lograr y anhelar algo en la vida, finalmente lo viví … Es algo maravilloso. Contrariamente a lo que se supone, cuando Chris llegó a la banda yo no sentía ninguna atracción por él. Era lindo, eso sí, pero la llegada de alguien nuevo a la banda me hacía encerrarme en mi mundo hasta tener la suficiente confianza en él. Y en cuanto lo fui conociendo vi que había mucha onda entre nosotros. Pronto supe que sería mi esposo, aunque no me imaginé que me casaría tan pronto. Si no fuera por mi padre … Él siempre primero desconfía y después ve … No quería amoríos en la banda, no deseaba que fuéramos el centro de escándalos sentimentales. Él pensó que Chris podía ser un Amor más, que eso podía desviar mi objetivo y que por él renunciaría a seguir cantando. Él estaba acostumbrado a que los varones que se casan exigen a sus mujeres que dejen de ejercer sus profesiones, sus quehaceres individuales. Él cree que en un mundo machista todos los varones lo son y que las mujeres están en contra. Pero las cosas no son así, no son tan deterministas. El mundo no se divide en buenos y malos, blancos y negros. En la vida hay muchos matices. Chris no respondía para nada a lo que se suponía que era un varón, un compañero leal, una pareja. Con él me di cuenta de que eso es lo que yo esperaba, no otra cosa. Por eso, cuando vi que mi padre se negaba y buscaba apartar de mi vida a Chris, no me dejó alternativa. Y la única opción era casarme en secreto y luego que mi padre aceptara la nueva situación, con Chris como parte de la banda y de mi familia. Sabía que era la única manera de que cada uno pudiera seguir con sus proyectos personales y que la banda continuara. Todo salió bien, pero pudo salir muy mal. Era una alarma, sin duda, que había que atender … Aún hoy hay que seguir teniéndolo en cuenta ... Aquella vez el impulso más saber manejar bien los tiempos me dio resultados. Espero que no tenga que pasar por situaciones así, en las que una decisión repentina, un impulso, nos puede jugar una mala pasada. Creo que aquí todo salió bien pues yo tenía muy en claro la situación y cómo seguir. Habrá que ver si siempre las cosas se nos presentarán siempre así y sabremos resolverlas. Espero que nunca el miedo me paralice o me haga tomar decisiones equivocadas. Estamos en un momento en el que tenemos que estar a la altura de las circunstancias y tener la mente fría para enfrentar ciertas cuestiones. No sea que por no medir bien las cosas, o por dejarse llevar por arrebato, nos tengamos que arrepentir de por vida por lo hecho, por haber desperdiciado la oportunidad, por dejar pasar el tren, por tirar por la borda en pocos minutos lo que nos llevó años. Espero que el miedo siga siendo algo constructivo para mí y que jamás me paralice ni me dañe…

Yo nunca me plantee que había imposibles pues nunca tuve la oportunidad de elegir. Simplemente no tuve alternativa. Siempre tuve que salir adelante, siempre tuve que sortear obstáculos con la obligación de hacerlo pues nos iba la vida en hacerlo. Yo no podía decir que no. No debía decir que no. Pero nunca me quejé. Para mí todo fue natural, tan natural como si hubiese tenido una vida “normal”, sin sobresaltos ... Está bien ... Tuve que estudiar de un modo irregular en un principio, más tarde tuve que seguir y graduarme por correspondencia, tuve que aprender sin profesor en el medio del bus en el medio del griterío de mi familia y de los miembros de la banda. Pero no se comprende que lo que para todos era anormal para mí era normal. Y nada malo me ha pasado. No salí mala persona, no adquirí malos hábitos, no me tentaron los vicios ni el mal camino. El hacer las cosas “normales” y del modo convencional no es garantía de nada. Tal vez si hubiese ido a un buen colegio, si hubiese vivido por años sólo moviéndome del colegio a la casa y de la casa al colegio no hubiese aprovechado la oportunidad, no me hubiese desarrollado y nada de lo que logré lo hubiese adquirido. Con el tiempo me di cuenta de que lo que se vive en familia es lo primordial, lo que define nuestra personalidad y nuestro rumbo en la vida. Lo demás lo complementa o lo corrige, pero no lo genera. Mi padre ha sido muy severo con nosotros, a nadie le fue fácil aceptar de pronto y de niños la vida que nos impuso. Pero también es cierto que mi padre nos inculcó y nos formó en los más grandes valores: la verdad, la honestidad, la justicia, la humildad. Y nosotros nos movimos en la vida con esos principios. Mi padre estaba convencido de que con esos valores llegaríamos a cada objetivo que nos propusiéramos. Algunas veces cuando nos veía sin ánimo y con pocas ganas de seguir, pues no lográbamos los éxitos esperados, mi padre nos llevaba a pasear a los barrios más caros de la ciudad y nos preguntaba si queríamos tener esas maravillosas mansiones que veíamos. Como obviamente le decíamos que sí, nos decía: “Pues bien. Entonces trabajen duro que ya tendrán esas mansiones de la cual ahora somos espectadores”. Y realmente con esos principios llegamos aún más lejos de lo que creíamos. Seguramente si no lo hubiésemos logrado, o bien nos hubiésemos quedado en el pantano, hoy dirían que mi padre se equivocó, que nos llevó por mal camino, que nos obligó a hacer cosas que no corresponde que hagan los niños. Pero como la suerte nos ayudó, entonces todos se suman al éxito y nos elogian. Y si bien la aprobación de una apuesta de vida no debería circunscribirse al éxito circunstancial, me pone muy contenta de que todo el mundo vea cómo se puede llegar de un modo honesto, con mucho trabajo y con ganas de hacer más y más. Yo lo supe cuando después de tanto tiempo pude aprender el español. Cuando mi padre me dijo que tenía que aprender ese idioma yo me le quedé mirando como diciendo: “¿Me estás hablando en serio? ¿Qué sentido tiene todo esto? Yo no lo quiero hacer. ¿No es más fácil cantar modernas canciones en inglés que apostar por este camino?”. Mi padre se tomó la molestia de decirme de una manera más dibujada y enrevesada de la habitual que no nos debíamos contentar con ese camino, pues si fracasábamos no sabríamos cómo seguir. Que había que apostar a dos objetivos, cantar en español y en inglés, para ver por dónde llegaría el éxito y después con él enderezar el camino para convertirnos en artistas internacionales. Yo no lo comprendí del todo y sólo acepté su pedido con una condición: de que no me obligara a hablar el español, de que sólo me exigiera cantarlo y de que me diera mucho más tiempo para aprenderlo, el suficiente como para darme cuenta de que, por necesidad, debía hacerlo. Cuando el éxito llegó a Monterrey pensé que con mi precario español a los 20 años podría sobrellevarlo, pero me sentí avergonzada. Lo hablaba muy mal. Está bien que con gracia y simpatía lo pude sobrellevar. Está bien que la gente me lo toleró porque me querían, pero por ello mismo, por respeto a la gente que me daba tantas muestras de cariño, que compraba mis discos, que asistía a mis conciertos, debía aprender a la perfección el español. Era una forma de agradecerles y de respetarlos. Estuve un tiempo largo con estudios intensivos para hablar más fluidamente el idioma. Eso y mi voluntad hicieron más fácil el objetivo. Dos años después, cuando noté que la gente me entendía cuando les hablaba en ese idioma, me acerqué a mi padre y le dije: “Tenías razón cuando me decías de la importancia de hablar el español. Con el tiempo lo he comprobado. Perdóname por haber dudado y por no haber aprendido el idioma antes”. Mi padre me abrazó un largo tiempo, me dio un beso y me dijo: “Tú has logrado el éxito más allá del idioma. El mérito es tuyo por tu talento y por tu carisma…”. Luego se me quedó mirando y me dijo: “¿Pero has visto que siempre tengo la razón, no? La próxima vez sólo haz lo que te digo, ¡¡y ya!!” y echo a reír a carcajadas. Yo me le tiré encima, cerré mis ojos y lo abracé con ternura. En mi mente surgían imágenes de cuando era muy pequeña y corría a mi padre para abrazarlo. Me sentía feliz ... Es cierto. No habíamos hecho lo convencional. Pero hicimos lo correcto, con gran honestidad. Sería bueno que todos dieran cuenta de nuestro éxito y siguieran nuestro ejemplo. Estoy segura de que un mundo mejor es posible si todos estamos dispuesto a hacer algo bueno por él…

Me quedé pensando después de aquella entrevista con Verónica Castro. En algún momento me pregunté si ha valido la pena hacer todo esto, hacer este sacrificio, hacer una vida “anormal”, seguir el negocio de la música. Me pregunté si hubiese querido vivir otra vida, ser una más que vive su vida frustradamente por no hacer lo que quiere, sin sueños pues cree que no son posibles de realizar, quedarme con mi timidez y no intentar hacer nada para desarrollar mi verdadera personalidad. Me pregunté si me arrepentía por haberle cantado esas canciones a mi padre que cambió nuestras vidas. Me pregunté si valió la pena vivir la niñez y la adolescencia al límite, sin saber qué sería de nosotros al otro día, si comeríamos, si llegaríamos al éxito alguna vez. Me pregunté si valió la pena vivir con tanta presión siendo tan pequeña. Me pregunté si el éxito justificaba todo lo que hicimos para lograrlo. Me pregunté si valió la pena haberme perdido los beneficios de haber vivido como una niña normal. ¡¡Y sólo tengo para decir que claro que valió la pena!! Valió la pena pues aprendí a vivir, a saber y desarrollar lo que me gusta. Ahora veo el resultado de lo lindo que he vivido a pesar de lo duro que fue todo. El hecho de ver a uno de mis “hijos” nacer y desarrollarse, como lo es “Selena Etc.”, es algo del que no se tienen palabras para explicarlo. Y saber que más “hijos” vendrán en camino sólo me da satisfacción y me hace sentir plena … Y el saber que tengo tanto tiempo para hacer tantas cosas no hace más que reafirmar que valió la pena esta vida que he vivido con tanta intensidad. Y el sólo vivir cada día como si fuese el último, como un día que hay que agradecerle al Señor haciendo algo para ser mejores, no hace más que sentirme muy feliz. El Señor me puso aquí y nada tengo de qué quejarme. Sólo tengo agradecimientos. Y mis agradecimientos siempre estarán presentes con cada acto que realice, con cada riego que le dé a esa flor blanca para que se vea más y más hermosa ... Valió la pena ... Y vale la pena. No tengo que hablar como una artista que ya dio todo y que le queda poco por hacer y vivir. Tengo que asumirlo. Soy una artista consagrada, pero por sobre todo soy una mujer que tiene mucho por hacer. Soy una mujer que quiere hacer todo lo que tenga a su alcance. Mi destino no es sólo la gloria sino la felicidad. Alguna vez podré enseñarle a mis hijos lo que hice para sólo decirles: “¿Ven que todo es posible? Por eso luchen, luchen por todos sus sueños. La felicidad depende de ustedes. Por eso les muestro mi vida. Para que certifiquen que con buenos modelos y ejemplos también se puede llegar y hacer de éste un mundo mejor…”. Trabajaré duramente para poder vivir ese momento. Todavía no he empezado. Apenas mostré todo mi potencial. Espero estar a la altura de las circunstancias. Espero que nuestro ejemplo sea seguido y valorado en todo el mundo. Mientras tanto trabajaré cada día, cada minuto, cada segundo en pos de esa meta. Ya lo entenderá Verónica Castro. Ya lo entenderán todos. Ya verán que con trabajo, respeto y Amor todo se puede … Ya lo verán…

(Tal vez no hayas podido mostrar todo lo que querías, Selena, pero el que te ha visto ha sabido captar lo que has querido transmitir. Y si porque te fuiste tan pronto eso no ha quedado claro en todo el mundo, no te preocupes. Todos los que te amamos recordaremos y le diremos a todo el mundo lo maravillosa artista que fuiste, la encantadora mujer que supo dar tanto Amor a todo el mundo, ese Amor que sólo tú podías dar…)

Siempre estaré aquí, Selena, para decirte que tu vida y tu obra han valido la pena. Que tu paso en el mundo en sólo 23 años es más valioso de lo que han hecho tantas y tantas personas…

Te recuerda siempre…

Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)





No hay comentarios: