Yo nunca me resignaré, Selena…

Antonita sintió aquel 8 de marzo de 1995 que tenía que llevarle una flor a su Selena. Antonita sólo tenía 8 añitos y ya amaba a Selena con locura. Se sabía sus canciones. Había enloquecido a su padre con que le comprara cada disco de Selena que salía en las disquerías, se había hecho miembro del club de fans por lo que recibía periódicamente todo tipo de souvenirs sobre su Reina, sobre su ídolo, sobre su ejemplo de mujer. Ella era de un pueblo muy cercano a Corpus Christi y desde hacía dos años que quería ir a ver a Selena. Obviamente sus padres no querían que fuera a verla en conciertos, pues consideraban que era muy peligroso ir a ese tipo de eventos. Más de una vez Antonita les decía que había muchos padres que llevaban a sus hijos a ver a Selena y muchos de ellos eran sus propios compañeros de colegio, por lo que no entendía del porqué no podía ir ella del mismo modo. Lo que Antonita en realidad percibía de sus padres era que ellos no querían salir a ningún lado, que eran reacios a la vida social y a hacer alguna cosa que no les gustara aunque ello implicara una alegría para su hija. Podían hacer cosas que no les implicara mayores sacrificios, como traerle revistas, discos, remeras y todo lo relacionado con su Selena. Pero ya salir especialmente por algo que aunque les interesara les implicara un sacrificio particular … allí no, allí no negociaban. Antonita se sentía doblemente frustrada, pues por un lado sentía que sus padres, sobre todo su padre, no hacían por ella el sacrificio suficiente por lo que a ella realmente le gustaba o esperaba que hicieran por ella, y por otro, el hecho de ser la hija menor hacía que sus padres actuaran con ella de un modo diametralmente opuesto al de su hermana Sophy. Con su hermana habían sido muy estrictos, muy severos en su educación y en su forma de actuar ante los demás, habían sido menos tolerantes y siempre le hicieron notar lo que esperaban de ella, que era la expectativa de muchos padres de su generación, que consistía en que fuera médica, abogada, maestra u otros oficios relevantes para ellos. Hasta la habían obligado a que aprendiera piano, así se cultivaba en la buena música para que después la hiciera visible en las reuniones familiares. En cambio, cuando tuvieron a Antonita, casi 10 años después, no quisieron repetir errores e hicieron con ella todo lo contrario. No le exigieron tanto en la educación, no la obligaron a aprender música y le dieron más los gustos para no sentirse tan culpables como se sintieron con Sophy. Eso sí, se mantuvieron inalterables en eso de ser reacios a salir los fines de semana a eventos que a ellos no les gustaban. Y a pesar de que Antonita recibía más cosas materiales que Sophy, se sentía peor que ella, pues a ella le hubiera gustado aprender música, pero sus padres no se lo incentivaron. Incluso en más de una oportunidad improvisaba cualquier cosa en el piano de Sophy para hacerles ver que a ella le interesaba lo que a su hermana no. Pero no hubo caso. Sus padres no le exigirían lo que hicieron con resultado nulo con Sophy. Y lo que más deseaba que sus padres hicieran por ella, que era que la llevaran a pasear, que la mantuvieran en contacto con chicos de su edad, que la sacaran de una vida constante de aislamiento y de actitud ermitaña, no tenía respuesta favorable. Antonita sabía que su madre era más permeable a ese tipo de pedidos que su padre, pero como en todo matrimonio de esos momentos, en los que los componentes machistas no eran muy cuestionados que digamos y que se toleraba sin más que el “hombre de la casa” mandaba y disponía, no quería que por defenderla tuviera enfrentamientos con su marido. Para Antonita la eclosión se dio cuando se hizo fan de Selena y la quería ir a ver de cualquier modo. Allí tuvo sus primeras manifestaciones de rebeldía y de indignación por la intransigencia de su padre, por su comodidad y por prometer cosas que nunca cumpliría. Cierta vez Selena se iba a presentar a uno de los colegios de la zona para fomentar la obra benéfica que ella estaba encabezando y que incluía la vuelta de los niños al colegio. Selena le pidió a su padre que la llevara ese domingo a la tarde. Éste le dijo que sí, no sin mucho convencimiento, pero Antonita le tomó la palabra, máxime porque estaba su madre como testigo. Cuando llegó el gran día, Antonita se acercó a su padre y le dijo que si ya estaba preparado para llevarla al evento. Su padre se le quedó mirando, pensó en alguna excusa que no se le ocurría hasta que miró por detrás suyo al cielo y le dijo: “No, m’hija. Mejor no vayamos. Está por llover en cualquier momento…”. El día estaba soleado, no totalmente despejado, pero lejísimo estaba la posibilidad de que lloviera … Antonita empezó a llorar y buscó a su madre para explicarle lo sucedido. Como ella la miró sin poder ni querer darle una respuesta más que “tu padre tiene razón. Déjenlo para otra oportunidad…”, se fue corriendo a su pieza y lloró por un largo rato. Como a la media hora se le acercó alguien que no era ninguno de sus padres. Era su hermana Sophy: “Te entiendo, hermanita. Te entiendo perfectamente. Pero míralo de este modo. No es que nuestros padres sean malos. Ellos tienen su forma de ver las cosas … Yo jamás te aconsejaría ni que te resignes ni que aceptes aquello que no te gusta. Sólo entiéndelos y sigue tu camino. Con el correr del tiempo sabrás que tú sola tendrás que luchar por lo que quieres. Si sabes cuando seas más grande que quieres hacer algo y nuestros padres no lo aceptan, tendrás que hacerlo a tu manera sin que eso implique que alguien salga lastimado. Y cuando tengas la edad suficiente como para decidir, tendrás que hacer lo debido aunque eso a nuestros padres o a quien sea no les guste. En eso deberás aprender de Selena…”. Luego de decirle eso, Sophy abrazó a Antonita y se quedaron llorando por un largo tiempo. Más tarde Sophy le pidió a su hermana que le contara sobre Selena y ella se despachó a gusto. Esa tarde le quedó grabada como fuego a Antonita. Su hermana le había dado más que un consejo. Le dio una forma de vida, una forma de ver las cosas, una forma de actuar frente a tanta adversidad. Y había valorado algo que no era tan común en su familia. Nadie de sus integrantes era admirador de Selena. Sin embargo, su hermana la escuchó por horas, pues sabía lo que significaba para ella y porque quería verla sonreír de nuevo luego de tanto llorar. Al fin y al cabo, y por la diferencia de edad, su hermana bien podría ser su tía, y hasta Sophy podía estar preparándose para saber cómo sería ella como madre. Ella ya tenía 18 años contra los 10 de su hermana…

Antonita no pudo despegarse ni un minuto del televisor en todo lo que duró la emisión especial del programa “Padrísimo”. Porque encima en aquella oportunidad Raquelín González no estaba conduciendo el programa pues había partido a un evento especial que se desarrollaría en la ciudad de Los Ángeles. Esa función la cumplía la mismísima Selena, quien hacía de presentadora, de conductora, además de dar su concierto como la cantante principal de la banda “Selena y Los Dinos”. Antonita se moría por lucir como ella. De hecho se había dejado el pelo más largo de lo que habitualmente usaba y se había cortado el flequillo. Y para lucir más coqueta y más parecida a ella, se había alisado levemente el pelo como Selena. En eso Antonita no se sentía frustrada por sus padres, pues en ese tipo de cosas le permitían todo, todo mientras se desarrollara en su casa y no afuera … Hay que reconocer que algunos padres ni permiten eso, pero los padres de Antonita sí lo hacían, pues en un punto les gustaba que su hija se mostrara tal cual era, con su carácter, con su modo de ver las cosas, con su personalidad que estaba comenzando a forjar. Y tal vez porque en el ámbito interno temían censurarle algo de su carácter. Ellos notaban que su hija era temperamental y no querían disciplinarla tanto como lo hicieron con Sophy. Era su forma de admitir que ése había sido un camino erróneo que habían tomado y querían corregirlo con Antonita haciendo todo lo contrario. Incluso la dejaban sola a su hija bailar, cantar y manifestarse tal cual era viendo o escuchando a Selena. Mucho en ese “dejar ser” tuvo que ver su madre, que con buen tino le hizo ver a su esposo que su hija tenía que ser feliz haciendo lo que le gustaba y no con lo que debía, aunque sea en algunos aspectos, algo que lamentablemente no habían hecho con su otra hija …Antonita disfrutó cada canción, cada palabra, cada movimiento que hacía Selena. Para Antonita ella era su modelo, su ejemplo a seguir. El verla a ella triunfar era la visión de que un mundo era posible, de que se podía ser feliz haciendo lo que le gustaba y de que se podía triunfar en la “tierra prometida”. Tal vez desde su más absoluta inocencia Antonita percibía que Selena les indicaba que había una esperanza, que se podía ser libre, que había alternativas a lo ya impuesto. Se estaba en una época en la que los valores eran cuestionados pero los que lo rechazaban no encontraban una salida. Era el nacimiento de una época en la que el renegar porque no había futuro y rechazar todo por eso no había llevado a ningún lado y que la felicidad impuesta sólo generaba más insatisfacción. Esta situación se percibía en los jóvenes que sentían que no tenían salida y que no había ningún modelo positivo y representativo de sus ideales a seguir … Y cuando todo parecía perdido, apareció Selena con su voz, con su sonrisa, con su figura, con su personalidad, con su actitud positiva, humilde pero ganadora, para decir que nada era imposible, que todo se podía lograr, con talento, respeto, honestidad, conducta y coherencia. Parecía una rareza para la época, pero era una realidad. Selena aparecía ante jóvenes, adultos, niños, propios y extraños afirmando que todo era posible, que todos los sueños se podían lograr si uno se lo proponía. Lo que a muchos les llevan años y miles de personas trabajando en ello, a Selena le llevó unos pocos años para mostrárselo a todo el mundo. Antonita lo percibió como todos y a su corta edad sólo quería ser como ella, parecerse como ella, actuar como ella. Antonita sentía que con Selena ella podía ser libre, libre de verdad, y que con sacrificio, estudio, talento, honestidad y mucho trabajo ella lo lograría. Ella sería como Selena si seguía su camino. Sólo era cuestión de acompañarla. Sólo era cuestión de desear que triunfara y gozarlo con ella. Si así se daba, todo sería más sencillo para todos. Con Selena un mundo era posible, un mundo que parecía sucumbir sin remedio…

Pero hubo algo que le inquietó a Antonita al final del programa. Selena venía de cantar “Bidi bidi bom bom” y al finalizar el tema salió corriendo presurosa hacia el otro extremo del estudio y le pidió al resto de la banda que la acompañara en su recorrido. Al final de él una pantalla gigante la comunicaba con Raquelín González. Allí le explicó lo bien que la había pasado y que para ser la primera vez que conducía el programa “no lo había hecho para nada mal”. Raquelín abró bien los ojos y le resaltó no sólo que lo había hecho estupendamente bien sino que esperaba que lo hiciera pronto otra vez. Vaya uno a saber por qué, pero en cuanto escuchó esas palabras, Antonita sintió un nudo en el estómago. Ella llegó a pegar un pequeño grito de dolor. Su madre, que cada tanto se fijaba y espiaba por una pequeña hendidura de la puerta a su hija para ver si estaba todo bien, se sobresaltó y salió corriendo para socorrer a su hija. Antonita estuvo un tiempito algo mareada y trató enseguida de calmar a su madre diciéndole que sólo le dolía un poquito la panza. Su madre le reprochó que tomara mucha gaseosa a la vez que saltaba por los aires mientras escuchaba a Selena, pues indefectiblemente todo le caía mal. La recostó un ratito en un sofá que estaba al costado del living en el que estaba Antonita mirando a Selena y estuvo a punto de apagar la televisión. Aun el programa no había terminado. Se estaban por despedir por lo que Antonita gritó con desesperación y le dijo que aún no apagara la televisión, que esperara a que ya no se viera a Selena. Se quedó mirando hasta los títulos del final y recién cuando corroboró que el programa había terminado se echó a un costado y se permitió dormitar un poco. Su madre le empezó a acariciar la cabecita y trató de tranquilizarla. “Me gusta que admires tanto a Selena. Ella es una buena artista y es una buena persona. Pero no te exaltes tanto por ella. No te apresures. Algún día serás como ella…”. Antonita abrió bien los ojos y sintió que esas palabras como su dolor en el estómago tenían algo de revelación. Con Selena todo era posible, hasta su futuro. Pero sin Selena, ¿qué sería de ella?, ¿qué sería de todos? Allí fue que pensó en ir a la casa de Selena. Pensó en llevarle unas flores, unas flores de plástico, para remitirse el tema más famoso de Selena, “Como la flor”, pero luego pensó que debía llevarle algo más lindo, algo más a la altura de Selena. Hacía un buen tiempo que su madre estaba cuidando con mucho esmero unas rosas que estaban por llegar a su fulgor en poco tiempo. Tenía que buscar el momento de pedirle que se las cortara para llevárselas a Selena y tenía que convencer esta vez con éxito a su padre para que la llevara a la casa de Selena cuanto antes … No había tiempo que perder. Esa misma tarde debía comenzar a echar andar su idea. No sabía por qué, pero sentía que había que apurarse, que tenía el mismo tiempo que le restaba a esas flores que estaban en el jardín de su casa, y que su madre cuidaba con tanto esmero y Amor, para llegar a su plenitud, el mismo tiempo que le faltaba a Selena para que llegara a su éxito mundial…

Cuando se repuso del mal momento, Antonita fue directamente al grano con su madre. “Te pido un favor, un favor muy grande, madre. Quisiera que me dieras aunque sea dos de esas hermosas rosas que tanto cuidas. Es para dárselas a Selena. Sé que te parecerá una locura, sé que me dirás cómo, cuándo y en qué momento lo haré. Solo sé que lo quiero hacer cuanto antes. Algo me dice que lo debo hacer ya, o algo me perderé o algo Selena perderá. Sólo prométeme que me regalarás algunas para dárselas a Selena. ¡¡Por favor, te lo pido!! ¡¡Quiero entregárselas cuanto antes!! Dime que sí…”. Su madre la miraba extrañada. Antes de contestarle más de una vez le pidió que le dijera qué le había pasado mientras miraba el final de “Padrísimo”, qué sentía, si aquello que le había sucedido tenía relación con lo que vio en ese programa. Antonita no quería decirle. Por más pequeña que fuera, sabía perfectamente lo que significaba decirle las sensaciones que pasaron por su mente cuando Raquelín le dijo a Selena: “Espero que no sea la última vez que lo hagas”. No podía expresarle lo que pasaba por su mente, por su corazón … ¿Cómo explicarle el dolor del Alma, que se engañaba por un inexistente y repentino dolor de estómago, pero que en realidad era el dolor del miedo, el dolor de que algo iba a suceder y no se sabía qué era, que algo le podía suceder a Selena, miedo a que no hubiera “próxima vez”? Temía que cualquier miedo que le transmitiera a su madre la hiciera pasar por una loca enferma de Selena, por una alucinadora, o bien que se preocupara por sus sentimientos aunque los creyera y respetara. Pero lo que más temía era que todo eso cayera en oídos de su padre, y temía que él tomara decisiones drásticas. Él podía estar hasta años sin decir nada, pero por allí por algo insignificante lo podía hacer saltar y tomar decisiones como que no podía escuchar más a Selena, que no podía ni verla y hasta ponerla de pupila en un colegio para asegurarse de ello. Por eso Antonita prefería callar, quedarse con sus miedos y actuar. Recordaba bien el consejo de su hermana … Le juró y perjuró a su madre que nada le estaba sucediendo. Que nada raro vio en la televisión. Que ese pequeño dolor de estómago fue por saltar mucho y hacer un movimiento extraño para sentarse, y si se le había ocurrido ir a ver a Selena a su casa a regalarle unas flores era porque se había quedado emocionada con ver a Selena tan linda y tan encantadora haciendo de presentadora en “Padrísimo”, por lo que ya que no la podía ver en un concierto o en cualquier evento social, al menos lo intentaría yendo a verla sola y en su casa. Allí no habría peligro y Selena la atendería porque era tremendamente servicial … Su madre se quedó observando inquisidoramente a su hija, y sólo tenía como respuesta unos ojitos y una expresión propios de un “pollito mojado”. “Pero si te doy las flores ahora no las tendrás en plenitud. Faltan unas cuantas semanas para que maduren bien…”, le dijo como para que comprendiera su posición. “Sí, ya lo sé, madre. Pero Selena es como esas flores que tienes. Preferiría que caigan en buenas manos antes de que algún malvado las corte…”, le alcanzó a contestar Antonita. “¿Y quién haría una cosa así? ¿No te parece que sólo una persona malvada o loca podría hacer una cosa semejante?”, le preguntó su madre tratando de hacerle ver el supuesto equívoco en su razonamiento. “¿Y acaso no hay de esas personas, madre? ¿No hay que ser previsor? No te digo que haya que vigilarlas en todo momento, sino de actuar antes de que algún malvado les haga daño”, razonó Antonita … “¡¡Está bien, está bien, está bien, m’hijita!! Te prometo darte las rosas que quieras. Eso sí. Tendrás que pedirle permiso a tu padre. Tal vez él tenga que ir para Corpus Christi en estos días. Cuando combines con él y quedes en una fecha fija, yo corto algunas flores para que se las lleves a Selena. Tal vez tengas suerte y para ese entonces estén bien florecientes, pero primero háblale a tu padre..”, sentenció su madre. Antonita sentía que se le caía el Alma al piso. Sabía lo que significaba convencer a su padre y sacarle una promesa que indefectiblemente debía cumplir. Esperó a que todos terminaran de cenar esa noche y cuando su padre se preparaba para ir a acostarse ella le dijo: “Mira padre. Debo ir a Corpus Christi a dejarle un presente a Selena. Es muy urgente y mami me deja. ¿Cuándo me puedes llevar? Por favor, debo hacerlo cuanto antes. ¡¡Dime que me llevarás!!”, le dijo Antonita tomándole de los pantalones y mirándolo de esa manera que era imposible resistirse. Su padre se quedó pensando y le dijo: “Mira, Antonita, yo recién voy para allí el 31 de marzo, no antes. Y no me pidas ir especialmente para allí antes de esa fecha pues tendré mucho trabajo aquí y en pueblos del otro lado del Estado de Texas … Pero el 31 te puedo llevar…”, le dijo mirando para otro lado como buscando a alguien … “¿Puedo o debo?”, le insistió su hija. Y para sorpresa de Antonita, su padre se rió y le recalcó: “¡¡Debo!!”. “¿Entonces prometido?”; le dijo Antonita estrechando su mano en señal de compromiso. “¡¡Prometido!!”, le dijo su padre apretando su manecita, dándole un enorme beso en la cabeza y yendo de inmediato a dormir. Antonita se angustió al instante por dos cosas: temía que el padre pudiera defraudarla, pero antes que eso le preocupaba la fecha. Aún faltaban como más de 20 días para verla. ¿Sería tarde? Rogó que no fuera así y para ello se fue a averiguar su calendario con los conciertos próximos de Selena. Tenía que ir a Miami, Chicago y San Antonio en unos días, y recién volvería para fin de mes. El 1 de abril tendría que ir a Los Ángeles para su próximo concierto enteramente suyo como lo había sido el de Houston Astrodome el 26 de febrero. Pensó que no había nada por qué temer en ese momento. Se aferró a ese 31 de marzo pues era el último día antes de que Selena fuera para Los Ángeles ... Le dijo a su madre lo convenido con su padre y ella se mostró muy contenta al decirle: “¡¡Pero qué bien!! Para esa fecha las rosas estarán en su esplendor. Estarán listas para que Selena las reciba” … “Sólo espero que Selena esté como esas rosas y las pueda recibir. Que no haya nadie que la corte antes de tiempo”, pensó Antonita sin que hubiera nada que justificara semejante pensamiento y le sobrevino un nuevo dolor en el estómago. Antonita simuló el dolor con una tos y le respondió: “¡¡Ya quiero que sea 31 de marzo!! Sólo ruego que todo salga bien. ¡¡Ya empiezo a preparar todo!!” y salió corriendo para que su madre no advirtiera su angustia y dolor…

Para Antonita esas dos semanas fueron literalmente un parto. Aún no sabía cómo iba a presentarse y de qué manera. Por alguna razón pensaba que no debía ir con regalos especiales ni con largas salutaciones que podrían incomodar a Selena. No es que pensaba que a Selena podía molestarle, pero ella no quería ni abusar ni incomodar. No era de esas niñas que se sentía con derecho a abalanzare a su ídolo, invadirlo con agradecimientos, besos, saludos y regalos, y a privarles de su vida privada para atenderla a ella. Aun siendo niña era consciente de que ella no era quien para hacer que Selena se pusiera a su servicio. Para Antonita la mejor forma de agradecerle y el mejor gesto de admiración a Selena era seguir su ejemplo y parecerse a ella para llegar a ser alguien en la vida. No es que tenía tantas pretensiones ni sueños fuera de lo común. A esa edad Antonita sólo pensaba en ser maestra de niños. Soñaba con poder enseñar a niños que tal vez nunca tuvieron ni tal vez tengan jamás educación. Ella sentía una gran sensibilidad por aquellos niños de su edad que no tenían nada y que no se podían permitir soñar de ningún modo. Ella quería cuando fuera grande tener la posibilidad de ir al encuentro de todos esos niños para educarlos y darles una esperanza. Antonita quería darles a través de la educación una herramienta para ser felices, una posibilidad de salir de tanto dolor. Y soñaba con mostrarles que había una vez una niña llamada Selena que también pasó por muchas privaciones y sin ningún motivo para imaginarse que podría salir del lugar en el que estaba. Quería enseñarles que esa mujer que ahora era una estrella en su momento no tenía nada, y nada de lo que había en el mundo le daba la mera posibilidad de ilusionarse. Y aun así no sólo salió sino que se permitió soñar con que podía desarrollarse no sólo en su profesión sino en lo que más le gustaba: el diseño. Quería transmitirles que cuando se tiene Amor, ganas, empuje, humildad y don de gente nada se podría interponer en el camino para lograr todo lo que uno se había propuesto en la vida. Antonita soñaba con ser grande y transmitirles que no había que creer en ilusiones, en futuros promisorios, en cosas que nunca sucederán. Ella quería enseñarles que debían creer en ellos mismos y si eso lograban nada los detendría, como Selena. Por todas estas cosas era que Antonita quería ir cuanto antes ver a Selena. Ese dolor de estómago, esa molestia repentina, era el anuncio de que tal vez eso que tanto soñaba corría peligro. Antonita tenía terror de quedarse sin ejemplos que mostrar, tenía temor de que alguien le dijera alguna vez que ese camino honesto y hermoso que había emprendido Selena sólo quedaba en los sueños de la gente, que la cruel realidad de este mundo se encargaría de echar por tierra toda esa ilusión, todos esos sueños, tantos años de trabajo honesto. Por eso quería estar allí, para cerciorarse de que todo estaba bien, de que Selena se sentía bien, de que viéndola a ella en el camino correcto ese dolor en el estómago se iría para siempre…

Conforme se acercaban los días, Antonita se ponía cada vez más nerviosa. Y eso la hacía llevar a su padre para preguntarle si todo iba bien, que no tendría ningún contratiempo para llevarla el 31 de marzo. “¡¡Ah!! Me olvidé de decirte…”, le dijo su padre el día 24 de marzo. Antonita sintió que algo se le subía a la cabeza y que le provocaba una sensación mezcla de dolor y adormecimiento … y se quedó escuchando y rogando no recibir las mismas excusas de siempre. “Mira, Antonita, que yo voy a pasar muy temprano por Corpus Christi. Y tengo que pasar por muchas ciudades ese día. Así que fíjate si no es mejor que llames a Selena para asegurarte de que ella esté allí ese día y de que pueda recibirte temprano…”. Antonita volvió a respirar pero algo le decía que eso era una mala señal. Temía que ese 31 de marzo no podría ir a ver a Selena. Otra vez recordó las palabras de su hermana … “No te preocupes, padre. Yo me las ingeniaré ese día. Yo le llevaré las flores y nos iremos pronto, y en agradecimiento te acompañaré por todo Texas. No sentiré cansancio, ¡¡pues estaré contentísima de haber visto a Selena!!”, dijo Antonita y se le quedó mirando a su padre, como esperando una respuesta dubitativa ante su extrema seguridad. Su padre sonrió y siguió arreglando una puerta que se había averiado. Antonita se fue a su habitación y siguió chequeando toda la información que recibía y que había buscado sobre las actividades de Selena en aquel mes. Ya había dado el concierto de Chicago, ya había dado su recital en la Escuela de Los Spurs de San Antonio, ya había participado del Festival de Calle 8 de Miami. Pero en esos días y hasta el concierto de Los Ángeles Selena no tendría ninguna actividad. Eso la inquietó pues con ello no tendría rastros de ella por unos cuantos días … hasta que ella se encontrara con Selena el 31 de marzo … Otra vez pensó en las palabras de su hermana … No podía ir a la casa de Selena sin cerciorarse de que estuviera allí ese día. ¿Y si viajaba antes a Los Ángeles? ¿Y si por allí ya estaba grabando el disco en inglés u otro disco? Por suerte ella tenía el teléfono de q-productions como la dirección de la casa de Selena. Cuando reparó en ello pensó que Selena era de esas pocas artistas que manifestaba públicamente cosas de su vida que nadie hacía. Pensó que Selena era de esas artistas que no tenía desconfianza, que no temía el contacto con la gente, que para ella dar tanto la dirección como el teléfono de su casa era tan natural como brindárselo a un amigo para que la viniera a visitar. Estaba en los genes y hasta en la formación educacional de Selena manifestarse así. Pero hasta para Antonita con sus 8 añitos le parecía extraño que Selena, ya siendo tan famosa, se moviera como si fuera aquella niña que vivía en el Barrio de Molina de Corpus Christi. A veces pensaba si Selena no se daba cuenta de su fama o sí lo sabía pero que la notoriedad no le podía cambiar mucho la vida, que podía moverse por su ciudad como en otras como si nada hubiese cambiado, como si todo eso que le ocurría no la exponía a cosas muy lindas como también a situaciones muy peligrosas a las que había que estar precavidos. Antonita pensó que toda esta vida de ensueños de Selena comenzó a la misma edad que Antonita tenía en ese momento … Cada vez que reparaba en ello no podía dejar de emocionarse y de pensar que Selena no pudo vivir esa vida tranquila y sin tantas preocupaciones como la tienen muchos niños, de esas preocupaciones que recién vienen cuando uno se hace grande, cuando uno se tiene que hacer “responsable”. Selena tuvo que crecer de golpe y actuar como una adulta cuando durante un buen tiempo fue una niña, cuando toda su adolescencia la vivió arriba de un bus y rodeada de gente, casi sin privacidad … Antonita pensó que recién a los 23 años Selena podía gozar de la gran vida, de una vida tranquila cumpliendo sus sueños, de una vida en la que postergó todo para recién comenzar a vivirla a pleno en ese momento … Antonita volvió a sentir esa sensación rara en la cabeza y una gran angustia. Aprovechó que nadie había en su casa y llamó a q-productions. En cuanto la atendieron, se anunció como Antonita, un miembro del club de fans de Selena, y que sólo los molestaba para saber si Selena estaba allí en Corpus Christi o si estaba de gira. No quería decirles que quería ir a visitarla pues quería mantener la sorpresa … “No, mi niña. Selena estará en esta semana en la ciudad preparando su disco en inglés. En la semana anterior estuvo en Nashville grabando, pero ahora se quedará aquí hasta el 1 de abril para dar su concierto en Los Ángeles. Luego puede que vuelva a Nashville. Cualquier cosa nos llamas y te informaremos, máxime que tú eres uno de los miembros de su club de fans”. Antonita le agradeció y colgó. Le llamó la atención que le pasaran tanta información sobre Selena, pero sabiendo cómo eran los Quintanilla, nada podía ser tan raro. Ellos creían en la gente y vivían agradeciendo a sus fans. “Ser admirador de Selena era lo más lindo que me podía pasar”, pensó Antonita y en cuanto llegó su madre a su casa, se abalanzó sobre ella. “¿Estarán listas las flores para el 31, madre?, le preguntó desesperada. “No te preocupes, ya están bien abiertas. Para ese día estarán listas para ser disfrutadas por Selena”, le dijo su madre. Antonita le dio un gran abrazo y un gran beso y le agradeció tamaño desprendimiento de su madre. Ahora había que estar listas para el gran momento, para la gran ocasión…

Pero el día 30 recibió la noticia tan temida y ni siquiera estuvo su padre para anunciárselo en su cara. Vino su madre llorando sin parar para decirle que su padre tuvo que adelantar de urgencia su viaje por varias ciudades de Texas y que no podría llevarla como lo había prometido … “¿Pero acaso no podía llevarme hoy? Yo hubiese ido igual y hubiese probado con dejarle las flores a Selena en la noche…”, dijo Antonita sin poder siquiera reaccionar. “¡¡No, no!! ¡¡No podía!! Se tuvo que ir … Sé que no lo comprendes ahora pero ya lo entenderás con el tiempo. Ya podrás ir a ver a Selena alguna vez. Es más. Cuando Selena dé su próximo concierto yo te llevaré. ¿Sí? Yo te lo prometo. Ya verás…”, le dijo su madre y la abrazó entre sollosos. Antonita se quedó tiesa sin abrazar a su madre. Sentía como si le hubiesen anunciado la muerte de alguien cercano, muy cercano a ella, y que quería mucho ... De pronto se soltó de los brazos de su madre y se encerró en su habitación para llorar sin parar. Su madre la dejó ir y ni insistió en entrar a la habitación para hablar con ella y para pedirle que fuera a cenar luego. Se limitó a dejarla en su habitación para que se sacara toda la furia, frustración y desazón, y esperó que al otro día, cuando volviera del trabajo, pudiera hablar con ella y pedirle que no se enoje con su padre antes de que él volviera. Esa noche, su madre sólo se limitó a cenar con Sophy, a la que le explicó todo lo que había pasado … Durante un tiempo largo Antonita estuvo en su cama tirada llorando con la impotencia de no poder hacer nada … ¿Qué haría ahora? ¿Resignarse? ¿Esperar a que todo pase? ¿Esperar a que nada pase? Se sentía abrumada. Quería tender a hacer algo, pero todo parecía un obstáculo … No tenía las flores, no tenía a nadie quien la llevara, no estaba ni siquiera lista para ir. Ella, ¡¡que se había preparado hasta un lindo vestidito del estilo de Selena para ir a verla!! … No. No podía postergarlo. ¡¡No debía postergarlo!! En un momento sintió que alguien golpeaba levemente la puerta de su habitación … Y sintió una voz … “Antonita, sólo escúchame. No digas nada … Sólo recuerda lo que te dije alguna vez. ¡¡No te frustres!! Haz lo que tengas que hacer. Yo no me opondré. ¡¡Yo te ayudaré en todo!!”. Luego hubo un silencio y el sonido de unos pasos que se alejaban. Era su hermana Sophy. A partir de allí a Antonita se le hizo todo bien claro. Estaba muerta de miedo, pero lo tenía que hacer. Sabía que su madre se había ido a dormir pues iría al otro día muy temprano a trabajar y que no volvería hasta la tarde. Su padre vendría más tarde aún … Y su hermana se iría temprano a trabajar no sin antes llevarla a ella al colegio … Antonita estuvo toda la noche preparando su vestido y se lo puso. Luego estuvo largo tiempo peinándose hasta quedar casi igual a como lucía Selena en aquel momento. Luego fue con unas tijeras hacia el jardín de su casa y tomó dos de las mejores rosas blancas que encontró allí. Luego volvió a su habitación y esperó ... Aprovechó el tiempo que restaba para que su madre se levantara tempranísimo y se fuera a trabajar para dormitarse un ratito, pero la tensión le impedía conciliar el sueño. Igualmente, se había puesto un despertador por si se quedaba dormida. Cuando su madre se levantó, Antonita sólo deseó que su madre no intentara llamarla y que se fuera cuanto antes. Su madre, viendo la habitación de ella a oscuras, cerrada y en silencio, ni insistió y se fue a su trabajo. En cuanto escuchó el sonido de la puerta cerrarse, Antonita ultimó los preparativos, dejó una nota en la puerta de su habitación a Sophy diciéndole que no iría al colegio ese día, que ni se molestara en levantarla, y salió para la calle, fue hacia un autobús que saldría a las 7 AM y que la dejaría en Corpus Christi en media hora. Fue con decisión, con mucha decisión … Cuando subió al autobús y adquirió su boleto, el guarda ni reparó en esa pequeña niña que parecía un tanto más grande por su lindo aspecto … Por suerte estaba lo suficientemente dormido como para pensar en que tal vez iba con algún mayor o algún lugar muy cercano. En todo el trayecto, Antonita sólo miró la ventana muerta de miedo y sosteniendo las flores como un gran tesoro. Ya cuando todo terminara llamaría a casa y no se preocuparía por los castigos. Había algo más importante que hacer … Cuando el autobús llegó a destino, Antonita salió corriendo. No sabía por qué, pero corría. No tenía que huir de nadie y más bien debía ir despacio si es que no quería despertar a Selena con su llamado a su casa. Pero no podía evitarlo. Sus pies seguían el dictado de su subconsciente. Antonita sentía que si no iba rápido todo sería tarde, muy tarde. Y a pesar de su miedo y de su confusión llegó sin problemas a la casa de Selena. Antonita se detuvo y sintió como si alguien le seguía diciendo prudentes consejos. Optó por quedarse quieta mirando la puerta de la casa de Selena, casi desde la calle misma. Arregló su vestido, su pelo, tomó bien fuerte las flores y las puso bajo su pecho, y esperó, sólo espero ... Al rato, salió Selena a toda velocidad en busca de su auto para salir rápidamente de allí. Antonita vio la expresión de Selena, mezcla de apuro, preocupación y seriedad, y se atemorizó grandemente, mucho más de lo que ya estaba. Como temía que Selena se fuera y no la viera, y sin ella atreverse siquiera a gritar, Antonita se adelantó sobre ella e interrumpió su paso con su presencia y alzando sus flores. Selena casi la chocó al no advertirla antes, estuvo a punto de esquivarla sin decirle nada hasta que la observó bien, miró su rostro lleno de miedo y de emoción que le pedía por favor con la mirada que se detuviera. Selena se quedó un instante sin comprender, luego fue agachándose de a poquito mientras iba cambiando su propio semblante hasta que comenzó a sonreír una vez que estuvo cara a cara con ella: “¡¡Hey!! ¡¡Qué lindas flores que tienes!! ¿No me digas que son para mí?”. Antonita asintió con la mirada sin poder decir absolutamente nada y adelantó sus flores para que Selena las tomara. Selena las tomó, las olió y dijo: “¡¡Pero qué lindas son!! ¡¡Son realmente preciosas!! Pero mira qué bella luces ... ¡¡Ya quisiera vestirme como tú!! Pero dime: ¿de dónde vienes? ¿Cómo te llamas? Me tomas en un mal momento. Estaba por irme para otro lugar en forma urgente. Si quieres te llevo a tu casa y te invito otro día aquí para que me cuentes todo. Espero que me entiendas…”, le dijo Selena no sabiendo qué hacer para complacer a Antonita ya que no le decía nada. “Mira, hagamos así. Yo te voy a llevar con tu familia y me dices todo allí. Quiero hacer todo lo que me pides una vez que solucione un pequeño problema que tengo ahora. De paso me cuentas todo de ti. Me tienes intrigada. Es que…”. “¡¡No!! ¡¡No, Selena!! ¡¡No vayas!! Vine desde un pueblo cercano a éste sola. Mis padres no lo saben. Si quieres te explico por qué. Estas flores las vengo cuidando con mi madre hace un tiempo en el jardín de mi casa. Esperé largo tiempo este momento. Vine para decirte que no vayas hoy a donde piensas ir. No me digas por qué, pues no lo sé. Mi padre me iba a llevar pero a último momento no pudo, pero yo vine igual sin que ellos lo supieran. Mira Selena, no me importa si me van a castigar. ¡¡Sólo me importa que no te pase nada!! Quería entregarte estas flores y pedirte que te cuides. ¡!No sabes lo que te quiero!! No vine para que me des nada. Sólo vine para que me prometas que llegarás a la cima y que siempre pensarás en los que te queremos tanto cuando decidas algo, como lo que habías decidido hoy hacer. Sólo te pido que me lo prometas. Luego me iré a mi casa. No necesito que me lleves. Yo me las arreglaré del mismo modo que como vine hasta aquí. Quiero quedarme tranquila y no sentirme tan nerviosa como en las últimas semanas no sabiendo qué será de ti. ¡¡No quiero que vayas a ningún lado sin que tu familia se entere!! Sólo por hoy. ¡¡Hazlo sólo por hoy!! ¿Me lo prometes? ¡¡Dime que sí!!”, dijo Antonita sin poder parar de hablar y con absoluta desesperación. Cuando ya no pudo más abrazó a Selena y se puso a llorar. Selena quedó impactada e inmóvil. Sólo atinó a abrazar a Antonita y a acariciar su cabecita mientras pasaban por su mente miles y miles de pensamientos, imágenes y presentimientos. Esa niña estaba allí por algo. Esta niña estaba viendo algo que ella no estaba viendo. De pronto se le iluminó el rostro, sintió una rara sensación en su estómago, como cuando se siente de pronto mucho temor y abrazó fuertemente a Antonita y se aferró a ella sintiendo como si esa niña fuera ella misma 15 años atrás, cuando ella se disponía a cantar con gran temor y sin saber qué sería de su destino. Ahora aparecía esa niña y sintió como si aquella inocente y temerosa Selena fuera a decirle que no perdiera el rumbo, que no se quedara sola, que siguiera pensando que todo era posible aunque todo fuera adverso, aunque mucha gente intente con malas intenciones apartarla de sus objetivos … “Ya no llores, Antonita. Ya no llores. ¿No ves que estoy aquí?”, le dijo Selena mientras se apartaba un poco de ella y la miraba bien a los ojos con una sonrisa y algunas lágrimas contenidas en sus ojos. “¿Qué te parece si entras y desayunas conmigo? Apuesto a que no lo has hecho ... Yo tampoco lo hice ... Luego veremos qué hacemos con tus padres. ¿Sí?”. Antonita asintió con la mirada y entró de la mano de Selena a su casa. Durante casi toda la mañana hablaron, rieron, se contaron todo. Antonita conoció a Chris y fue él quien se encargó de que ellas estuvieran cómodas y que no fueran molestadas por nadie. Selena le pidió a su esposo que no atendiera el teléfono y que sólo le avisara a su familia que estaba con una amiga que conoció hoy. Hacia el mediodía, Selena le propuso a Antonita: “¿Qué te parece si te llevo a tu casa personalmente? Ahora soy yo la que no quiere dejarte sola….”. “¿Pero qué haré con mis padres? ¿Cómo les explico que estoy aquí contigo?”, le preguntó intrigada Antonita. “Pues yendo a tu casa y diciéndoles la verdad. Yo estaré contigo para apoyarte. ¡¡Ya verás que todo va a salir bien!!”, le dijo Selena toda confiada. Antonita se rio con ganas y abrazó muy fuerte a Selena. “Ya verás, Antonita, ya verás. Cuando les expliques lo que sientes, ellos te comprenderán y sabrán ayudarte. Y no creas que te lo digo como una gran consejera. Si te lo puedo decir ahora es porque lo aprendí hoy, lo supe todo cuando vi tus ojitos y me hablaste con el corazón. Yo también tengo mucho que aprender”, le dijo Selena al borde del llanto. Antes de irse Antonita se llevó la sorpresa de que no se iría con las manos vacías. Chris le había traído de “Selena Etc.” vestidos, remeras, anillos, pulseras, souvenirs y toda clase de cosas para ella y su familia. Luego apareció Selena con un cd que sólo tenía cuatro canciones ... “Mira, Antonita. Aquí están grabados algunos demos de mis temas de mi próximo disco en inglés. Quiero que seas la primera persona que lo escuche. Luego quiero que me llames y me digas tu opinión. Eso sí. ¡¡No se lo enseñes a nadie!! Aún no tiene que ser escuchado por nadie hasta que salga el disco, ¡¡sino los de Emi me matan!! ¿Me lo prometes?”, le preguntó Selena. Antonita se le quedó mirando … “¡¡Sí, lo sé!! Por supuesto que cumpliré mi promesa. Ya he entendido bien. Tu mirada me hizo comprender todo. ¿Sabes? Por un instante al verte me vi a mí misma cuando era pequeña. ¡¡No sabes lo agradecida que estoy!! Jamás me olvidaré de ti. Muchas cosas cambiarán a partir de hoy”, le dijo Selena toda emocionada y se abrazaron y lloraron largamente. Luego salieron para la casa de Antonita y ella se quedó impactada y sorprendida por el cielo azul y por el sol que lucía tan hermoso ese mediodía, en contraposición con ese cielo plomizo y amenazante de una gran tormenta que se exhibía por la mañana. Cuando llegaron a su casa, aún sus padres no estaban. Sólo su hermana, quien se quedó impactada mas no sorprendida de ver a su hermana con la mismísima Selena. “Ella es Sophy. Mi hermana es la responsable de que yo haya ido hacia ti…”. Selena se abrazó con ella y le dijo: “Gracias por todo. Sé que quieres mucho a tu hermana. ¿Podrás ayudarla a decirle a sus padres lo que sucedió hoy?”. “No te preocupes, Selena. Yo sabía que mi hermana iba a ir contigo. Tenía miedo, pero era mejor que fuera. Sabía que lo lograría. Y ésa era la única forma de lograrlo…”. Antes de despedirse de ambas, Selena le dio una foto de ella a Antonita, de una muy reciente que se había sacado del programa “Padrísimo”, de esa emisión de la cual comenzó toda esta historia. Una foto hermosa en la que Selena lucía hermosa con su vestido y su amplia sonrisa. Detrás de ella Selena le escribió: “You turned this rainy day into a beautiful sunny day. I no longer have anything to fear, because I know you’ll always be by me side. Love. Selena. March 31st 1995”. Selena se abrazó con Antonita y le volvió a decir: “Ya sabes, siempre ve en la vida con la verdad, con honestidad y con lo que te dice tu corazón. Yo siempre supe que así se solucionan las cosas. No te tengo que decir que también hay que ser precavido. Eso ya lo sabes. Eso es lo que aprendido hoy”. Cuando ya se iba, Selena le dijo: “Y prepárate para cuando vuelva. Vendrás a mi próximo concierto que haré en San Antonio en un mes. Serás mi invitada de honor, como lo serás en mis últimas grabaciones de mi disco en inglés. ¡¡Tú estarás en una de mis canciones!!”. Antonita le dio un último beso mientras se mantuvo abrazada a ella por cinco minutos: “Ya sabes, Selena. No importa si no voy a un concierto tuyo. No importa si no puedo estar contigo compartiendo tu éxito. Sí me importa que seas feliz siendo la mejor cantante de la historia, y yo poder ver y compartir desde lejos ese momento … Sólo una cosa más: ¿me prometes que me llamarás cuando estés por irte a Los Ángeles? Eso me dejaría muy tranquila…”. Selena entendió el pedido y asintió con una sonrisa. Luego partió sin dejar de saludar hasta que ya no se la vio más … Antonita miró a su hermana y le dijo pícaramente: “¿Sabes, Sophy? Ya no me duele más el estómago ¿Crees que ya estoy curada?”. Sophy la miró y ambas comenzaron a reírse y se fueron abrazadas a su casa. Había mucho que explicar pero nada que no tuviera remedio. Lo más importante … Lo más importante ya se había logrado … Antonita podía vivir tranquila todo lo lindo que le quedaba por vivir… con Selena siempre a su lado…

(Si hay algo que aprendí con Selena es que todo hay que hacerlo con el corazón y con lo que uno más desea en la vida. Tal vez uno nunca lo logre, tal vez nunca se llegue a destino. Pero también aprendí algo de Antonita: que nunca hay que darse por vencido, que por una buena causa hay que dejar todo, hasta lo que no se tiene. Por eso yo no me resigno. Yo sé que algún día me encontraré con Selena…)

Ayer vi en la noche una estrella enorme que iluminaba llamativamente la ciudad. Sé que eras tú, Selena. Yo sigo esperando que algún día bajes de allí para iluminarnos con tu presencia…

Selena: tú eres la razón de mi vida…

Te extraña…

Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)






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