Tan chiquita pero picosa ... ¿Recuerdas, Selena?


Recuerdo aquella noche … ¡¡Cómo olvidarla!! Tal vez para muchos esa noche sea recordada como una de las tantas presentaciones lindas de Selena, de una Selena que empezaba a despuntar internacionalmente, en la que Texas comenzaba a quedarle chica, de una Texas que comenzaba a tratarla como una Reina. Hoy, habiendo ya pasados los 20 años de edad -más precisamente 26, teniendo ya más años de los que tenía Selena cuando partió-, cuando revivo aquel concierto en el que participé, me emociona ver a esa artista que no podía creer lo que estaba viviendo y que le hacía ser una cantante tan humilde y tan apegada a su gente. Una artista que aún pedía disculpas a una reportera si no le quedaba bien el sombrero que llevaba puesto y que hacía que no luciera como debía, según ella, ante las cámaras. Una artista que aún tenía temores y que no los podía disimular, porque se sentía responsable ante su público y, sobre todo, ante su familia. Una cantante que apenas llevaba unos meses de casada y que llevaba su vida a todo vértigo y haciendo todo al mismo tiempo. Pues al poco tiempo de casarse vino el rotundo éxito de “Como la Flor” y de “La carcacha”, y eso la puso en exposición fuerte en México, sobre todo en Monterrey, y de allí las giras a uno y otro país, a una y otra ciudad. Selena grabaría su primer video en Monterrey con “La carcacha” debido al suceso que había provocado Selena allí y sobre todo porque en Monterrey Selena fue una explosión con ese tema, no sólo con “Como la Flor”. El destino, como tantas cosas que provocó en Selena, hizo que paradógicamente Selena nunca llegara a hacer un video de “Como la Flor”, un tema que no fue sólo el primer número 1 de Selena, sino el primer gran tema que nos llegó a todos los latinos por igual, sean de Estados Unidos, de México o de cualquier país de Latinoamérica. Ése fue un tema que nos llegó al corazón de todos y nos dejaron tan bonitos recuerdos, como los que yo tengo de aquella noche de “Estamos en Tejas”. Esa noche en la que fui protagonista sin querer serlo y que recibí como premio más de un hermoso abrazo de Selena y el mote de “¡¡tan chiquita pero picosa!!”. Yo estaba allí en el escenario sin querer estar en el centro de él. Me contentaba con estar al costado del escenario esperando mi momento para cantarle a Selena. Yo sólo quería agradecerle a Selena y darle mi cariño a través de cantarle como se debe aquella canción, su canción. Yo sólo recuerdo, más allá de las imágenes que se vean hoy día, que estaba callada a la espera de mi turno. Tal vez, a diferencia de las otras chicas que habían sido escogidas para hacer de Selena por un ratito cantando “Como la Flor”, estaba callada pues quería estar lo más concentrada posible como para no olvidarme la letra, tratando de que la gente, el griterío, la necesidad de figurar de tanta gente no me hicieran desviar de mi intención de dejarle mi mejor impresión a Selena. Es cierto que era muy, muy pequeña, y que posiblemente no iba a ser muy tenida en cuenta mi representación. De hecho, cada vez que veo el video, en toda la etapa de selección de las cuatro chicas que subimos al escenario y hasta el momento de comenzar a cantar yo casi no fui filmada. Todo estaba más bien centrado en las otras chicas que eran ya todas adolescentes. La única pequeña era yo y por suerte el destino hizo que a mí me tocara en último lugar. Desde mi razonamiento más puro y más sentimental, en el que yo lo único que quería era darle mi mejor interpretación a Selena, yo quería sorprenderla, dejarla con la boca abierta con mi mejor entonación, sabiendo bien la letra y no perder la concentración. En definitiva, quería ser y actuar como Selena. Yo aún siendo pequeña no buscaba allí en el escenario divertirme, copar el escenario y hacer reír a la gente. De ninguna manera hubiese permitido a mi padre, por más pequeña que fuera, que me llevara allí para cantar mal, desafinar o no saber bien la letra. Eso hubiese sido para mí querer ser yo protagonista sin pensar que eso no le gustaría a Selena, por más que ella jamás lo haría notar a cualquiera de las participantes, pues para ella lo más importante era su público y que éste fuera feliz. Pero yo sabía, con esa intuición, ese pensamiento y ese sentimiento en grado puro que tenemos los niños, en el que la mentira y la falsedad no son moneda corriente, en el que pensamos que es normal decir y pensar lo que realmente uno siente, que a Selena le gustaría que aprovecháramos bien el momento, que utilizáramos esa oportunidad única para expresar nuestro talento, nuestro homenaje, nuestro agradecimiento. Yo vi cómo en un momento Selena, un poco en broma, un poco en serio, le decía a una de las chicas que era un momento en el que ellas debían sentirse una “¡¡big star!!”. Yo sabía que con Selena las cosas eran distintas pues ella era bien, bien distinta a todas. Selena no era de esas artistas superficiales, no era producto de un invento, ni la creación de nadie. Selena estaba allí gracias a nosotros pero también gracias a su talento, gracias a su don de gente. Con el tiempo supe que Selena había empezado a cantar desde muy pequeña, a la edad que yo tenía en el momento de cantar “Como la Flor” en el concierto de “Estamos en Tejas” de 1992. Para ella siempre fue un desafío cantar. Ya en el escenario ella siempre supo que no podría tomarlo a la ligera, como un pasatiempo, como un “hobby”. Selena tuvo que cantar para mantener a toda una familia que esperaba todo de ella. Es curioso. En aquel momento, con mis 7 añitos, yo no lo sabía. No me hubiese imaginado ver a Selena cantando desde muy niña. Pero mi intuición de pequeña y de mujer me hizo ver que esa representación debía ser un verdadero homenaje y agradecimiento a Selena. El tiempo me hizo ver que yo veía y sentía, en todo lo que tuviera que ver con nuestra Selena, más de la cuenta, más de lo que yo hubiese imaginado y querido pensar en ese momento…

¡¡Ay, si hubiese sabido todo, si me hubiese dejado llevar por mi intuición y por lo que para mí significaba estar allí arriba en el escenario!! … No sé, no sé, pero verdaderamente estaba allí arriba en el escenario como si tuviera 30 años, edad que ni siquiera tengo en la actualidad, y no 7, como los que tenía en aquel entonces …Yo recuerdo que quería darle mi mejor homenaje a Selena, incluso tenía muy presente la palabra “agradecimiento”, “homenaje”, “tributo”. En un punto yo tenía la sensación de que le estábamos agradeciendo a alguien que recién empezaba a ser una verdadera sensación a pesar de que hacía ya un tiempo largo que cantaba y que en Texas ya era figura de al menos 6 años atrás. Era homenajearla como si fuera una artista consagrada de extensa trayectoria que está de vuelta o como si ya supiéramos lo que fuera a pasar, como si intuyéramos algo terrible sin saber qué era lo tan malo que pudiera suceder y en qué consistía. Si lo hubiese sabido, si al menos todo lo que sentía pudiese haberlo visto ante mis ojos, representado en mi mente, visualizado en alguna imagen, otra hubiese sido mi actitud y mi reacción. Todavía puedo sentir el abrazo de Selena, puedo sentir sus latidos, puedo escuchar su risa, puedo sentir su emoción, puedo sentirla eternamente agradecida al abrazarme otra vez ... Si por un instante se me hubiese representado allí mismo la escena de lo que sucedería poco menos de 3 años después, no la hubiese soltado nunca, me hubiese aferrado a ella y le hubiese dicho todo, todo. Si se lo tenía que decir en el escenario, lo hubiese hecho. Si hubiese podido hacer que me llevara al camarín con la excusa de que me diera un autógrafo o cualquier otra cosa, hubiese esperado a ese momento y decirle todo sin escatimar ninguna lágrima, sin reprimirme mis gritos y mis dolores. Porque, como todo lo que sucede con Selena, cada recuerdo, por más lindo que sea, nos lleva a ese instante de horror, a ese día nefasto, a esa angustia que no nos la quitaremos más. Pues aquel día supe lo que era la muerte, supe lo que era la pérdida, supe lo que es perder a un ser querido, supe sin quererlo nunca lo que es ser grande de golpe, perder mi niñez, mi inocencia, mi alegría. Cuando viví aquel momento, cuando recibí la noticia, cuando supe que jamás volvería a ver a Selena me pelee con la vida, me pelee con Dios, me pelee con la gente, aprendí a odiar, a odiar a esa detestable mujer que le quitó la alegría a Selena y nos quitó los sueños a todos nosotros. Yo viví ese terrible instante en el que, ante la pérdida y en la necesidad de aferrarme a algo para no morir en el llanto, no vivir en la tristeza, a abrazarme aunque más no sea a un instante de alegría de recuerdo a nuestra Selena, me acordé de aquellos abrazos de Selena, de aquella alegría de Selena, de aquella emoción de Selena, recordé una vez más aquellas palabras (“¡¡Les dije que era una niña picosa!!”), recordé que me dejó cantar un poquito más “Como la Flor”, y maldije no haberme aferrado a Selena para no soltarla nunca más, no permitirle que le hagan daño, no dejarla que se entristezca, seguirle cantando para que esté alegre, hacer todo lo posible para que tenga la mejor visión de nosotros, para que siga viviendo, para que siga creciendo, para que sea muy feliz. No hay peor sensación que la impotencia, la impotencia de lo injusto, la impotencia de lo irremediable, la impotencia frente al horror … A Selena … ¿Cómo le podía pasar esto a Selena? ¿Quién podía imaginarlo? Cada vez que veo algo de Selena, pero sobre todo cada vez que veo algo relacionado con ese concierto, no puedo dejar de llorar, pues cuando la veo cantar, la veo hablar en un reportaje, la veo ser en cada instante de esa noche, siento que Selena nunca deja de ser ella misma. No hace mucho veía un reportaje que le había hecho un periodista de la zona apenas terminado un show. Muchas veces pasaba, y eso era algo que no me gustaba, que cuando la reporteaba un varón, éste se extendía hasta el hartazgo con sus elogios hacia ella al quedar tan obnubilado por su belleza y por lo impactante de su presencia. Se me dirá que me molestaba si los varones quedaban obnubilados y enamorados de Selena apenas la veían. Para nada, ¡¡no me molestaba para nada!! Lo que pasa es que no me gustaba ni me gusta cuando ponen en primer lugar la belleza física de Selena, no porque no la tuviera ni que pensara que no fuera digna de destacar. Pero resaltar sólo eso o muy enfáticamente esa virtud era vulgarizar lo que realmente representaba Selena y a ella misma eso la incomodaba mucho y no le agradaba demasiado. Pero ella era tan encantadora que igual soportaba con una sonrisa estas situaciones tan comunes en un mundo muy machista aún. Pues el que admira realmente y en toda su dimensión a nuestra Selena sabe que lo que más impactaba e incluso enamoraba a Selena era su presencia, su figura, su voz, su interpretación, su carisma, su risa, su actitud, su trato con la gente. No era sólo su belleza física. Si Selena hubiese sido sólo eso, no sería muy distinta de tantas otras artistas. No hubiese sido una artista destacada. Sólo sería una más, que para destacarse y tener cierta notoriedad tendría que echar mano a lo que hacen muchas artistas de hoy, que es disfrazarse para llamar la atención, fotografiarse con alguien muy conocido y promocionarse un romance, pegar con un hit o vestirse seductoramente para gustar sólo por su belleza. Si Selena hubiese sido sólo eso, no sería Selena, sería una más, no sería distinta. Selena no tenía que demostrar que era una gran artista: simplemente lo era. Pero Selena tenía eso, que era distinta, y aún recuerdo cómo tomó con una paciencia infinita que un reportero estuviera un largo tiempo hablando él sin hacerle una pregunta. Encima hablaba al mundo hispano con un español aun más precario que Selena. Cada vez que veo ese video me da vergüenza ajena, pues veo la impaciencia de Selena para que le pregunte algo y él sólo hablaba de lo grandioso del show, que no estaba mal decirlo, pero ya que tenía a la protagonista exclusiva de todo ello había que aprovecharla, ¡¡y él no lo hacía!! ¡¡Uy, Dios!! ¡¡Cómo desee ahorcarlo!! Más de una vez le dije a través de la pantalla: “¡¡Pues pregúntale algo de una vez!!”. Yo estoy segura de que Selena pensaba lo mismo, pero allí estaba, sonriente como siempre y acostumbrada a soportar estas cuestiones con su mejor predisposición, aunque evidenciando cierto nerviosismo en sus movimientos. Fue tan absurdo todo que después de casi dos minutos de monólogo del entrevistador mechado con alguna acotación de Selena, cuando le llegó a preguntar algo, Selena no pudo evitar reírse mirando a su padre que estaba detrás del camarógrafo. Así era Selena, así fue su historia y por eso se la extraña tanto, sobre todo en estos tiempos en los que nadie es ni por asomo parecida a ella, y en los que si Selena estuviera todo sería muy, muy distinto. Pero bueno, parece que el mundo eligió este camino y estos protagonistas de hoy, y aquí estamos…

Ya en aquel momento podía observar a aquellas adolescentes y sentía que para ellas Selena era su modelo a seguir. Selena era para ellas esa amiga, esa hermana, esa madre que todo soñamos tener alguna vez. Recuerdo que una de ellas la tomaba a Selena como la artista del momento pero también como su confidente, como su amiga a la que le podía confiar todo. Incluso recuerdo que alcanzó a decirle al oído a Selena que si podía cantar a dúo con ella y eso mismo motivó que Selena le preguntara al público sobre si debía hacerlo o no, a lo que todos aprobaron efusivamente. Yo también sentía que muchas estaban allí porque Selena representaba para ellas una hermana, una hermana a la que encima le iba muy bien. Otra de las participantes, que tenía un nombre rarísimo, lo que hizo que Selena se lo preguntara mil veces antes de comprenderlo, la tomaba definitivamente como su amiga, pero como su amiga de mayor edad a la que admiraba y a la que se le quería parecer en todo. Y la otra participante era apenas una niña de unos 13 años que quería cantar y sobresalir frente a su ídolo a quien tenía tan cerca. Cantaba con fuerza, gritaba mucho pero le ponía ganas. Cuando Selena pidió un fuerte aplauso para ella, sintió como si la niña hubiera quedado defraudada por no poder cantar más. Selena llegó a decirle si estaba enfadada. Ella le dijo que no, pero Selena, que no podía con su genio ni con sus nervios, hizo una charada imitando a la niña que supuestamente le decía con fastidio que estaba bien pero que le pedía a los gritos que se fuera del escenario, pegándole incluso una patada en el trasero. Definitivamente esas niñas habían tomado ese momento de representar a Selena, de ser una “big star”, como un divertimento, una alegría que compartía con su ídolo, con su amiga, con su hermana, con su confidente. Les daba la posibilidad de estar cantando en público y de estar ante tanta gente siendo el centro de la escena. Pero Selena no sólo se quedaba compartiendo la alegría sino señalándole lo importante que era tener una oportunidad y de aprovecharla al máximo. Con el tiempo me di cuenta de que tras esa convocatoria Selena les daba una oportunidad y quería darles su mejor consejo que era su vida misma. Seguramente, Selena, al vernos a nosotras, seguro pensaría en complacer a todas pero también sentía que debía hacer algo por todas las que participábamos. Ella como nadie sabía lo difícil que era llegar al éxito, pero no quería contarlo ella todo, pues entendía que cada uno debía vivir su experiencia. También quería que la gente lo aprendiera y lo entendiera. Para Selena era mejor que todos acabaran por entender lo importante que era valerse por sí mismo y dar lo mejor de cada uno. Para Selena era muy importante estar bien predispuesta y dar lo mejor de sí, pues aunque supiera que era un juego, que era un divertimento, que era sólo un momento para darse el gusto de cantar con ella, aun así Selena quería darnos a entender que por allí si daban lo mejor encontrarían un camino a seguir, un modo de vivir, una vocación que por allí no sabía que tenían. Selena quería que sus admiradores no la adoraran como un Dios o como fanáticos enceguecidos, sino que tomaran su ejemplo para que ellos tomaran su camino. Así lo aprendió ella, así se lo enseñó su familia y así quería transmitírselo a los demás. Siempre imaginé que Selena hubiese sido una madre estricta, no severa, pero sí exigente. Le hubiese dado libertad para hacer lo que quisieran a sus hijos pero hubiese exigido buenas calificaciones, mejor conducta y ser un buen ejemplo. Selena aprendió de su familia que había que seguir una línea de conducta y ser un ejemplo en todos los aspectos de la vida. Y yo con mis 7 añitos podía darme cuenta de lo que pensaba y sentía Selena. Ahora venía por mí, pero yo no me sentía nerviosa. ¡¡Para nada!! Estaba esperando mi oportunidad, y acaso sabiendo a la perfección qué era lo que más le agradaba a Selena, sólo permanecía callada, bien vestida para la ocasión y esperando mi oportunidad para sorprender a Selena. Esta vez sería yo y no ella la que generaría sorpresa y asombro. Quería ver si Selena podía sentirse orgullosa de tener admiradores así, que siguieran su ejemplo como artista y como persona…

Cuando Selena vino hacia mí nunca dejé de mirar al piso y de contestarle todo lo que me preguntaba Selena. Cada tanto giraba mi cabeza para contemplarla mientras me abrazaba y preguntaba. Sentía una gran emoción, pero no me lo permitía exteriorizar en toda su dimensión. Estaba concentrada en mi canto, en darle mi mejor interpretación de “Como la Flor”. Recuerdo que le dije que me llamaba Sara y que no estaba para nada nerviosa. De allí me vino el mote de “tan chiquita pero picosa”. Creo que Selena se dio cuenta por mi actitud que lo que iba a hacer era serio. O tal vez pensó que si lo hecho por las otras chicas no cumplió con lo que ella esperaba, yo sí lo haría. Esa niña tan bajita que era yo cumpliría sus expectativas. Cuando comenzó a sonar la música, yo la seguí un poco a las apuradas pues me costó seguir el ritmo. Pero enseguida encontré el registro exacto de la música y sólo me dejé llevar por la letra rogando que no me olvidara de nada. Selena fue retirando cuidadosamente el micrófono para dejármelo a mí y no dejó de hacer toda clase de gestos de aprobación a la gente. Mientras cantaba, no podía dejar de sentir esa hermosa sensación de haber sorprendido a Selena, de que se quedara ella estática gozando del canto de una nena de 7 años que sólo quería homenajearla como se debe, como hay que hacerle a Selena, que es con tanto Amor. Pero no sólo Amor en el canto, sino en la vida, pues para mí Selena era un ejemplo como artista y como persona. Cuando terminé, Selena no dejó de elogiarme y de pedir un fuerte aplauso a todo el público. Me abrazó fuertemente y me felicitó. Jamás olvidaré ese momento: es el mejor abrazo y beso que recibí en mi vida. No me lo daba cualquiera. No me lo daba alguien que le daba lo mismo lo que cantaba uno u otro, o quién estuviera allí. Me lo daba alguien que era el sentimiento, la pasión hecha canto. Fue un gran reconocimiento, que ni acabó allí, pues por agradecimiento, y porque Selena sentía un no sé qué si sólo me dejaba un minuto para cantar, me volvió a dar el micrófono para que siguiera cantando “Como la Flor” y yo, sin necesidad de que alguien me dijera nada, seguí cantando para la felicidad de la gente y para el orgullo de Selena. Sólo allí me sentí en el centro de la escena, me sentí una “big star”, porque Selena me había felicitado, porque Selena me dio un lugar y un reconocimiento que no había tenido nunca… Cuando acabé con el segundo estribillo Selena me volvió a felicitar toda emocionada. Yo lucía como fría, como si sólo me hubiese importado estar allí para cumplir y listo … pero no fue así. Estaba petrificada por la emoción. Fue el momento más lindo de mi vida y sólo lo podría entender yo … y también Selena. Yo había hecho lo posible para dar mi mejor interpretación para dejarla a Selena con cara de asombro y de satisfacción. Yo me había propuesto aprenderme no sólo la letra sino la música de todas las canciones de Selena. Yo había ensayado esa canción siguiendo el ejemplo de ella. Tuve constancia, puse no sólo mi voz sino mi cariño a Selena. Para sorprender a Selena lo primero que me propuse es ser como ella en todos los aspectos. Ella lo entendería…

Hoy a 16 años de lo absurdo me arrepiento una y otra vez de no haber sido más cálida con ella, de no haber pensado que tal vez no la vería nunca más. Luego de ese nefasto día aprendí a que tenía que darle más valor a las cosas, a ser más agradecida, a dejarme querer, a mirar, a compartir sentimientos. Siempre creí que, por estar callada y mostrar mis gustos personales a cuentagotas, todos me entenderían, pero no siempre es así … Nunca es totalmente así. El estar callada todo el tiempo no es sinónimo de portarse bien. El estar callado es ocultar los sentimientos, que nunca se saben a la vista de todos y de uno mismo cuáles son. Si no, miren a esa mujer perversa que le quitó los sueños a Selena. Pienso que aquel día del concierto hice lo que no estaba habituada a hacer y seguramente el áurea de Selena fue determinante para que fuera así. Porque antes y después de aquel maravilloso día, siempre postergué mis cosas. Siempre dejé las cosas para después, para otro día, para cuando estuviéremos en una mejor situación económica o en un mejor estado anímico. Siempre pensé que los demás debían venir hacia mí y no yo a ellos. Después de aquel nefasto día entendí que había algo fundamental que yo no había hecho en homenaje a Selena, aun cuando había creído que sí lo había hecho, por lo menos aquel hermoso día. Me di cuenta de que no me desenvolvía como ella, que no exteriorizaba mis sentimientos, que no reía a viva voz si lo sentía, que no lloraba si así lo necesitaba. Selena no se podía permitir las cosas para después, Selena no se dormía en los laureles del éxito, Selena no se conformaba con lo que le daba la vida. Selena siempre iba por más, siempre tenía un sueño que cumplir, siempre tenía algo que ofrecer, no se sentía más que nadie, ella sentía que antes que esperar que el público le agradeciera algo, era ella quien tenía que agradecerles a ellos. Yo no sé qué hubiese sucedido si Selena hubiese conquistado el mundo y en su trayecto debía dejarnos por un largo tiempo. La verdad que no lo sé. Pero lo que sí sé es que Selena jamás dejaría de ser ella, que no podría evitar ser ella misma en el escenario, que se dirigiría al público del mismo modo que lo haría si se encontrara con cualquiera del público en la calle. Yo lo puedo decir porque la vi, lo viví en el escenario, lo pude sentir. En la vida uno siente quién es bueno, quién es malo, quién es auténtico, quién es falso. Y si uno es niño, en el que la vida, el tiempo y las experiencias no lo contaminan aún, uno advierte más acabadamente eso. Y uno podía admirar a Selena, podía gustarle sus canciones, podía sentirle mucho cariño, pero cuando uno la conocía, cuando uno advertía qué encantadora era como persona, qué artista versátil era, que predisposición tenía, qué humidad pero a la vez qué Amor propio tenía para superarse, para destacarse, para proponer nuevas ideas, nuevos ejemplos, nuevas propuestas, uno sentía que era única, que difícilmente podría haber alguien así en el mundo. Lo más notable de Selena era su empuje, sus ganas de vivir, de dar, de Amar y de ser amada. Siempre se destacó de ella su humildad, pero eso era sólo parte de su personalidad que no refleja toda la dimensión de su persona. Pues no es pecado decir que alguien es ambicioso, si se hace con nobles armas. Y Selena era ambiciosa, quería ser la mayor cantante internacional, quería conquistar al mundo, quería que sus diseños fueran requeridos, reconocidos y comprados en todo el mundo. Selena deseaba que su nombre fuera coreado en todo el mundo, en todos los escenarios, en todos los estadios. Pero nunca llegaría a esa meta mintiendo, defraudando a la gente, estafando, engañando. Selena no era de esa clase de personas. Selena no podía mentir, no sabía mentir, no podía estafar a la gente dando una imagen equivocada de ella. Para Selena eso era tan importante como triunfar. Aún recuerdo cómo decía en un reportaje que ella no podría actuar en una película, en una telenovela, en una ficción, interpretando a un personaje que tuviera características bien diferentes de las de ella. Por eso dudo de qué sería de Selena hoy, pues debía enfrentar muchas cosas que no podía tolerar, aun cuando tuviera el suficiente talento como para ser admirada por todo el mundo. Selena era una excelente artista y a la vez una muy buena persona. Una mujer sincera y auténtica, que no engañaba a nadie. Además, cuando dudo de qué hubiese sucedido con ella, es porque no puedo dejar de pensar qué le sucedió cuando debió enfrentar a la primera persona que era una psicópata, mentirosa, manipuladora, una persona que era capaz de hacer cualquier cosa para lograr lo que se proponía, una persona bien distinta de Selena. A veces pienso que Selena era muy buena para este mundo acostumbrado a lo malo, a lo perverso, a la mentira, la superficialidad, a la falsedad, un mundo que no le dio una oportunidad a Selena para que ella certificara que un mundo distinto era posible, que un ser humano podía ser mejor, que una humanidad se podía proponer mejorar siendo talentosa, sincera, auténtica, trabajadora, luchadora. Eso es lo que me hace llorar. Que Selena no tuvo la oportunidad que tuvieron tantos otros…

Y aquí estoy, extrañando ese momento, pero sobre todo extrañando a Selena. Todavía no puedo dejar de sentir impotencia que viva en un mundo que no se maneje con los parámetros con los que se manejaba Selena. Un mundo habitado por personas que en vez de mirar qué hacen por sus vidas sólo se fijan en las de los demás para criticarlas, para evitar que sean ellos mismos, para que no triunfen con sus esfuerzos y siendo ellos mismos. Parece que es más fácil ser falso, mentiroso, cruel, estafador, mediocre y calumniador que honesto, bueno, trabajador, auténtico, humilde, talentoso. Es notable ver cómo cotidianamente muchas personas están más preocupadas en ver la “paja en el ojo ajeno” que la “viga en el propio” ... Si todos fuéramos conscientes de que es más fácil ser no sólo una buena persona y honesta sino ser uno mismo tal cual es en todos los aspectos de la vida … ¡¡Si supiéramos qué fácil es!! Tal vez si muchos de ellos descubrieran a Selena, o si se preocuparan por saber quién era ella si no la conocían, se darían cuenta de lo que estoy diciendo ahora. Yo puedo decirlo porque la conocía y porque llegué a compartir con ella un momento bellísimo, inolvidable, que lo llevaré por siempre en mi corazón. Pero llevarla en mi corazón no significa que sólo lo diga y luego me dedique a hacer otra cosa. Pues si hago eso entonces no me queda nada de ella, de su Amor y de su espíritu. Además, como nos pasa a muchos de los que no sólo conocimos a Selena, sino que llegamos a compartir algo de ella, no puedo dejar de sentir la sensación de que tal vez podría haber hecho algo por ella, de que tal vez debí haber advertido algo, de que por allí podría haber evitado lo sucedido aquel día nefasto. Selena tenía tanto Amor, tantas ganas de hacer y de vivir que eso alarga aun más nuestra pena y nuestra impotencia, impotencia que se transforma en enojo y odio cuando escucho a esa nefasta persona que le quitó sus sueños. Yo no sé cómo hay gente y cadenas televisivas que le siguen dando espacio a esa clase de gente. ¡¡Qué quieren ver de ella, qué se supone que buscan de ella si ya todo está más que claro!! Yo creo que la gente que tiene que cumplir una pena por un crimen del que jamás se arrepintió debería cumplir su condena sin tener posibilidad de hablar más, pues ya utilizó todas las posibilidades de hacerlo. Pero eso ya no importa. Sí importa no olvidarse de lo que sucedió y si decimos amar a Selena hacer lo posible para recordarla todos los días, demostrando con nuestros actos que ella siempre está presente y no sólo en los días conmemorativos. Yo seguí mi vida con esa herida abierta desde los 10 años, pero traté de sobreponerme tratando de ser una buena persona buscando dar lo mejor de mí y para los demás … en homenaje a nuestra Selena. Hoy soy médica y psicóloga. Trabajo en hospitales tratando a niños que tienen crueles enfermedades brindando no sólo mis conocimientos científicos para recuperarlos sino dándoles Amor, que es lo que más necesitan. Siempre les inculco que nada es imposible, que todo se puede lograr. Y les traigo música y videos de Selena. No busco sólo que la admiren, sino que también la conozcan. Quiero que sepan que para superar los peores momentos no sólo hay que esperar algo de los demás. También tienen que aportar su mejor predisposición, su esfuerzo y su optimismo. Y allí tienen a Selena para que se den cuenta que se puede. Pero también les enseño lo que le pasó. No les muestro parte de la historia. Les muestro todo y les digo que si algo debemos aprender de ese nefasto día es que por más buenas personas que seamos, por más que no dañemos a nadie, por más que nos dediquemos sólo a mejorar nuestras vidas, siempre habrá gente “de la otra”, y que a esa gente no hay que ignorarla o subestimarla, sino tenerla en cuenta para nunca entrar en su juego, para no caer en sus trampas, para que no le pasen lo que finalmente le pasó a Selena. Y también me recibí de psicóloga para poder perfeccionar mi labor de médica y para comprender más a la mente humana. En un futuro estudiaré abogacía para contribuir a la justicia y para que cada uno tenga lo que se lo merece, tanto en lo bueno como en lo malo. No me detendré. Siempre haré más y más cosas que me gusten y me apasionen. Cosas que me definan no sólo como profesional sino como persona. Tal vez si hubiese sido por mí misma, no hubiese hecho nada, me hubiese costado mucho más. Tal vez hubiese dudado de mi vocación, tal vez me hubiese dejado influenciar por lo que me hubiesen dicho los demás. Pero todo cambió cuando conocí a Selena, todo cambió cuando la vi y aprecié, y fundamentalmente todo en mí se definió cuando Selena nos dejó. Siento que algo le debo a Selena, que no le pude agradecer como es debido todo lo que hizo por mí. Pero mientras la espero, mientras sueño con que me encontraré con ella, mientras despierto cada día imaginando y deseando que ella esté en algún lugar feliz y observándonos cada tanto, yo sigo trabajando, viviendo, sonriendo, añorando, aportando lo mejor de mí siguiendo el ejemplo de Selena, destacando su obra, destacando su don de gente. Cada persona deja su huella, deja su impronta. Selena dejó una fuerte huella en mi corazón. Y en agradecimiento yo haré todo lo posible para que a ella se la recuerde siempre con Amor y para que nunca más se sienta sola, para que nunca viva lo que vivió aquel nefasto día…

Porque siempre seré en la vida aquella niña “tan chiquita pero picosa”…

(Yo también siento y pienso como Sara. Yo no la conocí en su momento pero cuando tuve la enorme fortuna de saber quién era Selena no pude olvidarla jamás. Yo también me siento en deuda por todo lo que me ofreció, por todo lo que me brindó. Yo también la tengo en el corazón. Yo también sueño con que cambiará el cruel pasado y el destino. Yo también procuro ser mejor persona para dar mi mejor homenaje a Selena que es tratar de ser como ella en todos los aspectos de la vida.)

Y hasta el día que me muera tú vas a ser mi Amor, Selena…

Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)





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