Esperando, sólo esperando ser felices, Selena...

A través de los años y de nuestras vidas nos han enseñado que sólo importan los exitosos, los que han ganado, aquellos que lograron sus metas, aquellos que lograron todo, aquellos que han llegado a todo el mundo, aquellos que han tenido millones y millones de fans, aquellos que llegaron a Hollywood, aquellos cuyo nombre es reconocido en todos los países, en todas las lenguas, en todas las etnias... Lo mismo que en ámbitos más modestos sólo importan los que logran tener los puestos más importantes, los que deciden, los que ganaron la carrera para mandar, dar órdenes, estar allí en los lugares de poder… Y sentirse recién allí exitosos…

En estos tiempos nos han hecho creer, Selena, que lo más importante es tener todo, no se sabe qué, pero tenerlo todo y de cualquier modo. No importan los medios sino los objetivos. No importa cómo lograr el éxito. Lo importante es tenerlo y a cualquier costo, de cualquier manera. Verse, mostrarse, sentirse importante con las “vistas” y “los “me gusta”. Así, muchos harán lo que sea para lograr estar en la televisión, en el cine, en los medios, en los eventos, en todas las plataformas digitales. Lo importante es ser esa figura a la cual todos adorarán porque “están allí”. Y una vez que lo logran, ya no importa lo que dicen ni lo que hacen. Seguramente tendrán millones de fanáticos que gritarán por ellos, que querrán saber de ellos. Y gritarán y correrán de un lado a otro para encontrar algún sentido a sus vidas, algo que les dé una alegría que excede a sus propias necesidades...

Muchas veces, ante tu ausencia, Selena, busqué entre tantos artistas que convocan millones si acaso tienen algo de ti. Me pregunté si acaso podía borrar la tristeza de mi rostro, dejar de sentir el dolor de tu ausencia, si pudiera ver en alguien ese ángel, esa entrega, esa virtud, esa interpretación que sólo sabías dar tú, que nacía desde el Alma, que se expresaba con pasión, con sentimientos, con los sueños puestos en el escenario, con la necesidad manifestada desde que tú eras muy pequeña, en la que la mayor prioridad era tener un plato de comida en la mesa ... Esa necesidad, esos sueños, esos anhelos que se tenían que postergar por mucho tiempo, casi hasta que empezaras a cosechar tus primeros aplausos, cuando tuvieras tus primeros admiradores...

Y me di cuenta de que es imposible que se pueda encontrar a alguien como tú, Selena. Muchos a muy corta edad podrán lograr casi sin esfuerzo, aplicando recetas de éxito ya probadas, con caras lindas y perfectas, con una sonrisa igual para cualquier ocasión con un mensaje idéntico para cada fan sin ninguna personalización, y con una buena difusión de algún importante medio de comunicación, la cima, la fama y el dinero. También podrán encontrarse admiradores en todo el mundo, millones y millones de gente gritando por ellos sin saber por qué, acaso sin siquiera sabiendo para qué, acaso sin pensar qué es lo que están viendo, están escuchando, están admirando...

Estamos en un tiempo, Selena, en el que la inmediatez hace que la gente quiera ver todo en pocos minutos. Estamos en un tiempo en el que se necesita que el video sea lo más cortito y efectivo para ser celebrado. Queremos entrar rápidamente en ese mundo artificial impuesto y sentir algo que nos dé una alegría fugaz. No queremos preguntas, sólo respuestas. Queremos saciar nuestra sed sin gozar de lo que estamos probando. Aunque muchas veces me pregunto si esto es lo que realmente queremos o sólo estamos aceptando el mundo tal cual es sin preguntarnos si esto es lo que deseamos o sin mirarnos a nosotros mismos para saber qué haríamos en lugar de lo impuesto…

Ahora creo entender, Selena, el fastidio que tenía John Lennon en aquella primera época de The Beatles. Un John Lennon que tendría la misma suerte que tú, Selena, acaso porque era como tú diferente, impredecible, tremendamente talentoso, que tenía un carisma que excedía sus propias virtudes como cantante y como artista. Que no se conformaba con lo logrado, o que se suponía que había obtenido, y que a él no lo conformaba ... John Lennon decía que no podía disfrutar lo que hacía porque todos gritaban sin siquiera oírlos, sin siquiera apreciarlos, sin siquiera haberlos visto. Y por más que tuviera dinero, fama y amores, se sentía vacío. Sentía que sus metas no se habían logrado...

Hoy busco a alguien que me transmita lo mismo que tú, Selena, y sólo escucho y veo el mismo mensaje de siempre. Y nada de eso me emociona, nada de eso me alcanza. La felicidad de todo lo que me transmite cualquier medio de comunicación no me llega a mí. Siento que me falta algo, que aquello no me satisface. Tal vez porque ello es superficial, no es espontáneo. Simplemente no es real, no es sincero. No surge de la necesidad de cantar, de expresarse, de sentir, de ser felices con lo que se tiene, con tener la ilusión de que con trabajo, esfuerzo y dedicación todo se logra. Que con esos valores nada nos detendrá. Que con eso no tendremos que gritar ni ponernos felices por ver una imagen, por ver una sonrisa repetida por miles en todo el mundo. No seremos felices por sentirnos haber satisfecho la misma necesidad. Simplemente seremos felices por lo que tenemos, por lo que somos, por lo que sentimos...

Y siento que no podré hallar a alguien como tú, Selena ... Nunca encontraré aquella niña que ponía todo su corazón para cantar, que entendía que cada persona era eso, una persona a la que había que respetar y a la que había que dar todo de sí para hacerla sentir feliz. Que cada palabra dicha en tu canto, aunque no fuera expresada en tu idioma original, debía ser dicha con su real significado, ese que sentía la gente. Que cada palabra debía ser dicha con pasión, que debía representar lo que cada uno del público sentía todos los días, cada hora, cada minuto. Y para eso había que sentir lo mismo que ellos, padecer lo mismo que ellos, soñar como todos ellos. Y tú, Selena, no sólo lo sentías ... Con tu dulce voz expresaste como nadie lo que cada hombre, lo que cada mujer sentía. Y por eso todos comenzaron a quererte. Porque tú les expresabas su sentir. Y paradójicamente les hablabas en su mismo idioma...

Me pregunto, Selena, si acaso algunos hoy en día harían tu mismo recorrido. Si acaso harían tu mismo sacrificio. Si acaso tendrían esa misma sonrisa que exhiben congeladamente por Internet si tuvieran que vivir en un micro todos los días para ir de pueblo en pueblo para cantarle a la gente, para alegrarles la vida después de muchas jornadas de sacrificios y frustraciones, eso mismo que tú sentiste, Selena, en toda tu infancia, en toda tu adolescencia, en toda tu corta vida. Me pregunto si serían capaces de tener un contacto cara a cara con esa gente, de alegrarse con lo que ellos se alegraban, de disfrutar de tener una conversación con ellos, de tener la mejor predisposición para escucharlos, de darles todo su tiempo para hacerlos sentir a ellos tan protagonistas como los "famosos". Me pregunto, Selena, si acaso podían ser como tú. Si podían darle un autógrafo a cada uno, de preguntarles por sus vidas, por elogiarles su vestimenta, de compartir las alegrías y las tristezas. Me pregunto, Selena, si alguien puede ser como tú...

Busco y busco hoy en día, Selena, si alguien está dispuesto a dar todo de sí, si alguien está dispuesto a ser diferente, a no conformarse con ser más de lo mismo, con no conformarse con ser famoso a cualquier precio. En definitiva, si alguien quiere sacrificarse por ser alguien en la vida, por tener un nombre, por jugarse por un ideal, por un sueño, por una meta. Me pregunto si hoy en día alguien quiere seguir tus principios, Selena. Me pregunto y busco hoy en día si hay alguien que no se conforme sólo con tener una buena figura y usufructuar con ella. Me pregunto si hay alguien como tú que, en pleno ascenso en su carrera, diga que no quiere que la vean como una figura sexy, que desea que la quieran por lo que expresa en el escenario, en la vida. Me pregunto si hay alguien que tenga valores, que sea coherente entre lo que dice y lo que hace. Me pregunto si alguien quiere saber que el camino al éxito tiene un límite ético, que la fama también genera obligaciones y que el camino que uno ha hecho para lograrlo tiene que ser un ejemplo para los demás, o bien prefieren aceptar resignadamente que ese camino es algo vergonzoso pero aceptado por este mundo del vale todo, en el que el fin justifica los medios...

En este mundo en el que los grandes ideales son apenas palabras que son frases hechas que nadie cumple en la práctica, me pregunto quién está dispuesto a defender los derechos de los niños, de la mujer y de la vida como lo has hecho tú, Selena. Hasta dónde llegarían con su compromiso, hasta dónde estarían dispuestos a llegar, más allá de las declaraciones políticamente correctas. ¿Lo harían como tú, comprometiéndose en la participación de programas de inserción de los niños a escuela, visitando cada colegio personalmente y ofreciéndoles un concierto sólo para ellos? ¿Estarían dispuestos a dar una charla formal e informal con cada medio periodístico para hablar de los planes personales, artísticos y sociales? ¿Estarían dispuestos a poner su cara como apoyo para la defensa de los derechos de la mujer en cada ámbito, en cada lugar, y para que se denuncien abusos y excesos? ¿Estarían dispuestos a postergar su fama para abrigar todas esas causas? ¿Querrían ser un ejemplo para los demás? ¿O simplemente ser una imagen para vender, una imagen para adorar? ¿Estarían dispuestos a expresar ideales como tú, Selena, para que las grandes marcas, las grandes empresas, apoyen tus iniciativas, o aceptarían mansamente cumplir el rol que les imponen éstas para ser lo "correcto", lo previsible, lo impersonal, el mensaje sin contenido, sin compromiso, sin alma?

Me pregunto si en un mundo tan elitista como el de ahora tendrían tantos planes, tantos sueños, tantas ganas de arriesgar. Yo recuerdo que muy pocos comprendían el que quisieras cumplir tu sueño de ser diseñadora y crear “Selena Etc.” antes que ser exitosa como cantante y famosa en todo el mundo como artista ... Hoy hasta un chico de 15 años aceptaría mansamente lo dado en la vida. Y el que llega al éxito repetiría la fórmula hasta el cansancio y no haría más de lo que le indicarían sus innumerables managers, consejeros, gerentes, canales de televisión, multimedios, multinacionales, plataformas digitales. No se plantearían nada nuevo, no pondrían en marcha sus sueños de niño. Sólo se limitarían a cumplir lo que se les ha impuesto sin hacer correr su imaginación. En cambio tú, Selena, tu increíble éxito en el mercado hispano, tus conciertos multitudinarios en México y Estados Unidos, apenas eran para ti un paso más en tu vida. Un paso que te abría el camino a la siguiente escala de tu carrera profesional: tu disco en inglés, aquel que le prometiste a tu público en el concierto de San Antonio en 1991 luego de cantar brillantemente y con tanta emoción "Where did the feeling go?", y tus presentaciones en toda América latina. Tenías la resistencia de Emi Central para seguir tu carrera en inglés. Ellos querían que te limitaras a usufructuar tu éxito en español, lo cual era lógico en un punto. Ese éxito te llevaba a otros mercados que con el mismo éxito facilitaría tu carrera internacional. Ante esta situación, le planteaste el sueño, que era de tu padre en realidad, a José Behar, presidente de Emi Latin, y le insististe sobre tu objetivo. Muchos te preguntaron si acaso eso era un capricho. Y tú dijiste, con la franqueza de siempre, que sí. Que era el sueño de muchos años y que no había que desaprovechar el momento. Y cuando se te decía si no era arriesgado poner en juego tu fama, tú les decías que más importante era lo que se habían propuesto, que encima costaría el doble de trabajo pues debían hacerlo paralelamente a su continuación con el proyecto en español. Nada te habían regalado, Selena, y encima tu apuesta te llevaría el doble de sacrificio. Porque tú llevaste la carga de los sueños de todos desde el mismo momento en que fuiste la cara visible de “Selena y Los Dinos”. Los de Emi Central cedieron y le dijeron a José Behar que siguieras adelante con ese sueño, pero que tú te hicieras cargo de tu suerte. Y tú, Selena, lejos de ser una artista dócil que estaba dispuesta a no permitirse soñar, seguiste adelante con tu proyecto y lo anunciaste a cuanta persona quisiera escucharte...

Me pregunto si hoy en día alguien es tan profesional como tú para decidir qué hacer con tu vida, cómo hacerlo, para qué. Me pregunto si algunos dirían a los 23, casi 24 años, en pleno éxito artístico, que pensarían en armar personalmente otro proyecto ambicioso, como tú con tu cadena de boutiques y de diseño. Si en vez de quedarse sentados en un gran sillón disfrutando de sus éxitos pensarían en cuáles son sus sueños de toda la vida, qué era lo que los ponían felices y pondrían esos sueños en marcha a base de ideas, de ganas, de entusiasmo. Me pregunto si en un mundo en el que parece todo hecho, prefabricado, impuesto, uno va a poner tanta energía en hacer algo nuevo, innovador, hecho con amor propio, con ganas de progresar, de hacer cosas nuevas, de dejar grabado su nombre para siempre en su vida. En un mundo en el que el mayor esfuerzo es mover la mano y prender una computadora o encender un celular para que se le abran los sueños, para alegrar sus vidas, para que se le dibuje una sonrisa en el rostro ante la aparición de algo que les satisface, ¿cuántos tienen ganas de ir más allá, de cumplir sus sueños por iniciativa propia sin esperar que otros se las cumplan por ellos, sin esperar que otros les generen las ganas, las expectativas, los sueños, la vida? ¿Cuántos están dispuestos a ser forjadores de sus vidas, forjadores de su felicidad?

E insólitamente, en un mundo tan avanzado tecnológicamente, en el que hay respuesta para todo, en el que parece que todo se sabe, que todo está controlado, te miran a ti, observan tu absurda suerte, y sacando a relucir sus miedos más primarios y teniendo en cuenta que para ellos sólo cuenta el éxito, el triunfo, la meta, piensan absurdamente que tu camino no conviene, que no traen buenos augurios, que es inviable. Cruzan sus dedos y se preguntan por qué no te conformaste, por qué no disfrutaste tus 10 minutos de fama, por qué no te hiciste asesorar con los que saben lo que es el "negocio". Te endilgan por qué no fuiste más práctica, por qué seguiste tus sueños. "¿Acaso no supo que el sueño terminó?", se preguntaron parafraseando paradójicamente a John Lennon, pero no siguiendo sus pasos precisamente, ni los tuyos, sino ojeando secretamente los dichos hipócritas de esa persona que te quitó cobardemente por la espalda todo lo que ella nunca obtendría en siglos...

Y cuando observo ese mensaje impiadoso, cuando me muestran esa realidad, cuando veo esa felicidad prefabricada, falsa, de plástico, como modelo a seguir, y muchos te muestran a ti con la triste realidad de tu suerte, con imágenes espantosas para demostrarnos cuánto se puede lastimar a alguien, cuánto se puede ultrajar, qué les pasa a aquellos que se permiten soñar y ser diferentes, qué es lo aconsejable, a quiénes hay que escuchar, cuando le siguen dando espacio a esa persona para decir tantas barbaridades y que huiría espantada si te viera nuevamente sin siquiera atreverse a mirarte a la cara, yo rescato tu figura, yo sigo tus ideales. No me importa si no pertenezco al elenco de los "exitosos". No me importa seguir el sueño de los otros. Sólo quiero seguir lo que me dicta el corazón, sólo quiero expresar el sentimiento de una persona que con su canto, su arte y su mensaje de vida marcó mi corazón para siempre. Tal vez no hayas llegado a la cima mundial, tal vez para muchos no hayas logrado el "éxito mundial", tal vez no hayas disfrutado las mieles de la adoración de todo el mundo, tal vez para muchos tu verdadero éxito no lo has visto. Pero date por seguro, Selena, que llegaste al corazón de todos. Y ese es el verdadero éxito, el que no se puede comprar con todo el oro del mundo, esos que pocos logran, esos que pocos pueden conquistar...

Por eso estoy aquí, Selena, para recordarlo todos los días, como el mejor modo de tributarte y de seguir tu camino…

Te quiere mucho…

Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)


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