Lucía tironeaba de la pollera de su madre al grito de “¡¡Llévame
a ver a Selena!! ¡¡Quiero verla ya!!”. Susana ya no sabía cómo calmar a su
hija. Trató de hacerle entender, trató de explicarle que tal vez si fueran no
estaría disponible, que podría estar ocupada, que tal vez hasta ni estuviera en
la ciudad, pero no había caso ... “Mami. Yo sé que está en su casa. ¡¡Quiero ir
a verla ya para mostrarle mi nuevo vestido!!”, le volvió a pedir Lucía
exhibiéndole con una gran sonrisa el pequeño conjunto de boustier, camperita,
pollera y botas que tenía puesto imitando a Selena. Su madre miró el cielo y
optó por un último recurso para abortar el pedido. “Pero mira, hija, qué feo
que está el día. ¡¡Lloverá en cualquier momento!! Mejor vamos otro día. ¿Qué
tal este fin de semana? … O mejor el
otro, pues creo que Selena tiene mañana un concierto en Los Ángeles … ¡¡Vamos!!
¡¡Espera un momento mejor!! ¡¡Te prometo que te llevaré!! Aparte, seguro que ya
Selena está en viaje al concierto…”. Lucía puso sus manos en jarra y desafió a
su madre: “Yo sé que Selena está en su casa y no voy a esperar una semana para
verla. ¡¡Quiero verla ahora!!”. Su madre volvió a mirar hacia arriba, respiró
hondo y decidió darle el gusto a su hijita. No quería que le reprochara de por
vida sus pocas ganas de ir a ver a su ídolo. Por un instante se inquietó con la
posibilidad de que no hubiera otra oportunidad para conformar a su hija y que
el solo hecho de que pudiera suceder eso sería fatal para ella. Se lo endilgaría
para siempre, y si no lo hiciera, ya su hija se encargaría de ello. Se arregló
un poco, hizo lo propio con su hija y fueron hacia el autobús que las
depositaría en la casa de Selena. Por las dudas chequeó el calendario para
cerciorarse de lo que le dijo antes a su hija. Efectivamente, era 31 de marzo
de 1995. “Sí, mañana Selena estará en Los Ángeles. Espero encontrarla ahora
porque no quiero que mi hija diga que no hago nada por ella, que no hago nada
por lo que ella considera importante…”, pensó Susana y rezó por encontrar a
Selena ese día porque, si no, tendría que cargar con la culpa por varios días…
Llegaron rápido y temprano a la casa de Selena … Lucía
fue apurando el paso a medida que se acercaba el momento del encuentro. Susana
la seguía y vigilaba de atrás, y cada tanto le pedía que no se precipitara, que
ya vería a su ídolo. De pronto vio que alguien salía raudamente de la casa y
pasaba rozando a su hija sin advertirla. Era Selena. Se la notaba tensa y
nerviosa. Parecía estar apurada. Pensaba intervenir, pero temía que finalmente
estuviera apurando el paso para irse a Los Ángeles. Iba a gritarle a su hija
que no se preocupara, que al final las cosas eran como pensaba y que lo mejor
era esperar al otro fin de semana, cuando vio que su hija corría hacia Selena
que estaba por abordar una camioneta al grito de “¡¡Selena, Selena!! ¡¡Aquí,
aquí!! ¡¡Sabía que te iba a encontrar!! ¡¡Vine a que vieras mi vestido!! ¿Te
gusta?”. Selena se detuvo y miró hacia atrás sin emitir sonido. Fueron unos
segundos que parecieron eternos. Susana se fue acercando sigilosamente hacia su
hija, la tomó de los hombros y mirando a Selena le dijo: “Vinimos a visitarte,
Selena. Mi hija insistió mucho en verte. Sé que debimos avisarte antes pero es
que…”. “¡¡Selena!! Te noto preocupada. ¿Te pasa algo? ¡¡Cuéntame!!”, la
interrumpió su propia hija. Susana iba a ensayar una disculpa, pero Selena se
le adelantó: “¡¡No, mi niña, no!! ¿Qué dices? No me pasa nada … Es que … Estaba
un tanto apurada. Por eso no te vi. ¡¡Discúlpame!! Me avergüenza lo que ha
pasado … Es que … Déjame compensarte en algo …¿Qué puedo hacer por ti?”. Susana
notó que Selena estaba dispersa, como si su mente estuviera muy lejos de ellas,
de su casa y de todo lo que la rodeaba. Podía verlo en su rostro, en el tono de
sus palabras, en sus expresiones. Sentía que algo la tironeaba para algún lado
y su hija se lo estaba impidiendo … Una vez más trató de ver si podía ofrecerle
verla en otro momento para cuando todas estuvieran más tranquilas y con más
tiempo, pero Lucía una vez más se le adelantó: “Me gustaría que me invitaras a
tu casa para mostrarte mi vestido, que me llevaras a donde grabas tus canciones
y luego que fuéramos a comer muchas papas fritas. ¿Qué te parece la idea? Yo
estaría muy contenta de que lo aceptaras…”. Susana se desesperó ante la osadía
de su hija, dadas las circunstancias que ella veía y sentía, pero para su
sorpresa lo hecho por Lucía liberó a Selena que lanzó una gran carcajada y le
dijo: “¡¡Claro que me parece una buena idea!! ¡¡Vamos!! Entra que quiero ver tu
vestido mientras te traigo algo de beber a ti y a tu madre. ¡¡Vamos!! ¡¡Están
invitados!!”.
Apenas entraron Susana notó que Selena vivía pendiente de
un beeper. Le sonaba constantemente, ella lo chequeaba, se iba por un instante,
mostraba un aire de preocupación y volvía tratando de mostrar que todo estaba
bien, normal. Elogió el vestido que llevaba Lucía, le sirvió varias veces el
jugo que quería, le convidó a ella y Susana unos bombones que fueron
ampliamente festejados y rieron por un buen rato con las anécdotas que le
contaba la niña sobre su admiración a Selena. En un momento Susana se inquietó
al notar que Selena, luego de ver por enésima vez el beeper, estaba ensayando
la manera de excusarse para salir un momento, pero su hija se le anticipó:
“Quiero que me lleves ya al estudio para que me lo muestres, me cuentes un montón
de cosas y me cantes canciones” … Y antes de que Selena pudiera contestarle, le
dijo sin tapujos: “¡¡Y no mires más ese aparatito!! Te hará mal. ¡¡Libérate de él!!”.
Eso provocó la risa de todos, en especial de Chris, el esposo de Selena, que
apareció con su padre, que estaba ocasionalmente allí, y le dijo a Lucía:
“Tienes razón, niña …Es que Selena está preocupada por cosas de grandes e innecesarias.
Pero cuando se libera de ellas es como tú … Una niña con ganas de jugar y de
cantar. ¡¡Tengo una idea!! Con mi padre pensábamos en ir a comprar pescado para
la cena. ¿Qué tal si nos dedicamos a hacer la comida para esta noche mientras ustedes
la pasan bien en el estudio? Desde ya están invitadas. Selena y yo queremos que
pasen un día inolvidable. ¿No es cierto, Selena?”. Al terminar de decir esto,
Chris le extendió la mano pidiéndole con un ademán el beeper a Selena y un
movimiento de labios para que dijera que sí y que se marchara. En el medio de
ellos se interpuso Lucía al grito de “¡¡Acepto la invitación!! ¿Ya salimos?”.
Selena se sonrió, acarició la cabeza de la niña y dándole el beeper a Chris
dijo: “¡¡Claro que nos vamos!! ¡¡No sabes lo bueno que es que hayan venido!! ¡¡Será
para mí también un día inolvidable!!”. Cuando Selena fue con la niña al
encuentro de Susana para partir, Chris se acercó a ella y le dijo: “Gracias por
el gesto y por darte cuenta. Sé que es difícil, pero todo se solucionará. No
atenderé el beeper y voy a hablar con el abogado del que te hablé para que todo
se solucione de una vez…”. Selena lo abrazó, le dio un fuerte beso y le dijo:
“Encárgate de la comida que yo tendré un día para volver a ser la niña que en estas
últimas semanas dejé de ser por esa persona…”. Chris la abrazó más fuerte aún y
le dijo: “Te quiero mucho. No deseo perderte. Tenemos mucho para compartir y
ser felices…”. “¡¡Vamos, vamos, que quiero ir al estudio ya!!”, gritó una vez
más Lucía. Todos rieron, y Selena se fue con Lucía y Susana a disfrutar de ese
31 de marzo de 1995…
Susana notó en el resto del día un cambio notable en el
comportamiento errático de Selena hasta entonces. Las llevó al estudio, les
hizo conocer a su padre y a su hermano A.B. que se mostraron muy atentos y
cordiales con ellas. Selena les cantó “Como la Flor”, “La carcacha”, “Fotos y
recuerdos”, y hasta les adelantó, para sorpresa de ellas, una de las canciones
que Selena estaba grabando para el futuro disco en inglés. El tema se llamaba
“I could fall in love” y Susana se emocionó al ver interpretar a Selena tamaño tema.
Al observarla en ese nuevo desafío Susana se convenció de que Selena sería una
artista internacional consagrada en todo el mundo. No había manera de que no triunfara
con esa voz, con esa dulzura y con ese carisma, ya sabiendo lo popular que era
en su tierra. Su hija estaba extasiada. No era para menos. Su ídolo le estaba interpretando
las canciones que siempre cantaba y le anticipaba las nuevas. Y no sólo eso. Cantaron
juntas otras canciones y hasta jugaron tocando los instrumentos de la banda.
A.B. le enseñó a tocar el bajo a Lucía mientras Selena tocaba la batería y los
tres cantaban a viva voz “Bidi bidi bom
bom”. Susana no paraba de sonreír y de sentirse dichosa de ver feliz a su hija
y libre a Selena. No sabía lo que estaba pasando, pero la clave era ese bendito
beeper del que se liberó antes de partir al estudio. Selena parecía estar en
problemas en el momento en el que llegaron con su hija y eso desapareció, al
menos por el momento. Y ese problema no estaba ni en su casa, ni en su estudio.
Estaba en un lugar que ella ignoraba … Un lugar que desconocía y que sólo podía
localizarlo en ese beeper … En ese maldito beeper que alejaba a Selena de ella
misma.
Cuando salieron del estudio, ya pasado el mediodía,
Selena las invitó a comer … a un lugar en el que hubiera “¡¡muchas, muchas
papas fritas!!”. Allí notó que el cielo increíblemente se había despejado. Que
esa lluvia inminente había desaparecido y que había cambiado el clima, como si
fuera la graficación de la desaparición del beeper de la vista de Selena.
Fueron a un lugar muy conocido y fue inevitable que todos los asistentes se
abalanzaran sobre Selena para pedirle un autógrafo. “¡¡Esperen, esperen un
momentito!! Vengo con unas amigas a quienes invité a comer. Si tienen paciencia
en un ratito estoy con ustedes y les firmo todo lo que quieran. Y por su
tiempo, lo que consuman a partir de aquí corre por mi cuenta. ¿Me esperan
entonces? ¿No se van a enojar?”. Susana miró con asombro cómo todos respetaron
la decisión de Selena y muchos hasta le dijeron que no necesitaba pagar nada,
que era un placer esperar a ella por un autógrafo. La admiración y el respeto
que generaba eran algo que le sorprendió a Susana. Se dio cuenta de que no era
sólo una artista popular. Era también sin duda una artista respetada y muy
querida. Los mozos del lugar le complacieron con todo lo que pidieron Selena,
Susana y Lucía, y no hubo forma de que aceptaran de que Selena pagara. Les
bastaba su presencia, unos autógrafos y unas fotos. Después Selena convocó a
los miles que esperaban su recuerdo con ella y tuvo la paciencia de atenderlos
uno por uno. Y no sólo para darles su autógrafo y posar para una foto. No hubo
una persona a quien no le preguntara por lo que hacía, no elogiara algo de lo
que llevara puesto o hiciera algo para alegrarlos al menos con una sonrisa …
Susana pensó que era la artista perfecta … Que no había nada ni nadie que la
pudiera detener … Era popular, era querida, era talentosa, era carismática … ¿Quién
podía detener su camino? Susana pensó en una sola cosa: en ese beeper … y en la
persona que estuviera detrás … Sin ello Susana estaba convencida de que el
camino a la fama estaba allanado … Sólo faltaba que Selena no se desviara de su
camino … Y tal vez la insistencia de su propia hija había sido preponderante
para que Selena no cometiera ese error…
Volvieron un tanto cansadas después de semejante día …
Porque después de comer Selena invitó a Susana y a Lucía a un parque de
diversiones y participó en todos los juegos que ellas quisieron, sobre todo los
de la niña. No podía creer que Selena tuviera tanta energía y tantas ganas de
hacer cosas, máxime que se trataba de gente a quien apenas conocía. Susana
reparó en aquellas palabras de Chris, en las que remarcaba el espíritu de niña
que imperaba en su esposa. Y eso lo podía certificar acabadamente. Pero
sospechaba que esa “liberación” del beeper tenía una razón y una consecuencia.
Susana sentía como si Selena reviviera de algo, que se diera cuenta de algo a
partir de la irrupción de ella en ese día, sobre todo de su hija … Sentía como
si estuviera agradeciéndoles por algo … Como si esa idea de ir a su casa
terminara siendo revelador … Susana pensaba que la clave estaba en esa persona
que estaba detrás del beeper y que por alguna razón su hija le hizo ver el
error de vivir pendiente de ella y de lo que le decía vía mensaje … Pero se
notaba que no lo podía decir directamente … Lo debía decir así … Para no
alarmarlas … Para no alarmarse … Cuando llegaron a la casa de Selena estaba por
decirle que no quería abusar de su confianza, que ya había hecho suficientes
cosas por su hija, que ya era tarde y que sabía que tenía que irse a Los
Ángeles al otro día … Ni tuvo que esperar la negativa de Selena y de alguna
irrupción de Lucía en sentido contrario … Al llegar vieron que Chris las
esperaba en la puerta para decirles que estaba todo listo para que en poco
tiempo la cena estuviera lista en honor de ellas … “No son ustedes las que nos
tienen que agradecer … Somos nosotros los agradecidos … Ya entenderán a lo que
me refiero … ¡¡Por ahora disfruten!!”, les dijo Chris. “Mientras tanto, ¿quieres
conocer a mis perros, Lucía? ¡¡Son hermosos!! ¡¡Puedes jugar con ellos!!”, le
dijo Selena a la niña … Lucía exclamó un sí rotundo y juntas fueron a verlos …
Susana aprovechó ese instante para acercarse a Chris y preguntarle: “No quiero
pecar de metida y de impertinente … Pero como tú nos dices que están
agradecidos por nuestra presencia, eso me obliga a preguntarte si acaso ese
hecho los liberó de la persona que está en el beeper. ¿Es así? No quiero
detalles … Me basta con un gesto…”. Chris la miró mientras estaba ultimando la
cocción de su pescado y simplemente asintió con un gesto y le reiteró las
gracias para terminar diciéndole: “Creo que Selena se despertó de su letargo …
Está en ella que se libere para siempre … También está en mí y en su familia”.
Susana asintió silenciosamente y se disculpó para ir a ver a su hija. Lucía
estaba con el padre de Chris jugando con los perros mientras Selena los
observaba y reía. Susana aprovechó la ocasión para acercarse a Selena y
agradecerle por lo que hicieron todos por ella y su hija. “Como sé que ustedes
nos están agradeciendo por nuestra presencia y que mañana tienen que partir
para Los Ángeles, me permito darte un consejo … Antes de ir al estudio te noté
nerviosa y dispersa. Y fue mientras estuviste con ese beeper … No te pido que
me digas quién era … Sólo te pido que te cuides de esa persona … No creo que te
haga bien si te pone tan mal y pierdes tu sentido de ver las cosas como la
quieres ver…”. Selena se sonrió, volvió a agradecerle y le dijo: “Con ustedes
me di cuenta de que me estaba dejando llevar por el deseo de otras personas y
no por lo que yo siento. Esa persona del otro lado del beeper era alguien de nuestra
confianza … Ahora no … Y desde hoy sé que es un peligro … No te preocupes … No
quiero hablar más de este tema, porque quiero quedarme con lo que viví desde
que me topé con ustedes … Pero te prometo que a esa persona no la veré más, y
que a partir de hoy haré las cosas como yo sienta y quiera…”. Susana al
escuchar esas palabras al borde del llanto no pudo evitar abrazar a Selena como
si fuera su propia hija … Estuvieron un tiempo así … Notó que Selena lloraba en
silencio y pudo sentir que había sufrido mucho en esos últimos días y que ese
día, 31 de marzo de 1995, terminó siendo muy revelador para ella … Susana pudo
advertir que si esa mañana no pasaban por la casa de Selena algo malo podía haber
sucedido… “Quiero que vengan seguido por aquí … Siempre serán bienvenidos …
Ustedes serán mi vara para saber si las cosas las hago correctamente”, le pidió
Selena … Susana se sonrió y la volvió a abrazar y a darle un gran beso … “¡¡Ey!!
¿No hay un abrazo para mí también? ¿Ya se olvidaron de mí? ¿Qué están
murmurando?”, irrumpió graciosamente Lucía … Las dos mujeres echaron a reír …
“Es que Selena nos invitó a venir cuantas veces queramos. ¿Qué opinas?”, le
dijo Susana. Un sí atronador fue la respuesta de Lucía … Las tres rieron a
carcajadas y juntas fueron abrazadas a la casa en la que las esperaba Chris …
No podía terminar el día de la mejor manera … Un día de tanta revelación … Un
día de tanto Amor …Un día que terminó siendo de renacimiento … Un día que
ninguna de esas mujeres, sobre todo Selena, olvidará jamás…
(A veces nos damos cuenta a tiempo. A veces necesitamos
que alguien nos haga ver las cosas que no queremos observar o deseamos ver de
otro modo. Deberíamos ante todo sincerarnos, vernos a nosotros mismos y no
mentirnos. Muchas veces es difícil tomar esa decisión, pero es necesario …
Necesario para nuestra salud, necesario para nuestras vidas, necesario para ser
verdaderamente felices … Nos han enseñado para complacer a los demás, nos
enseñaron a no decir lo que sentimos o pensamos por miedo a la reacción de los
demás … Pero no nos enseñaron a querernos a nosotros mismos, a escuchar lo que
dicen nuestras Almas, nuestros pensamientos y nuestros corazones … Y al no
hacerlo corremos el riesgo de dejar de ser nosotros mismos … Y si hay alguien
que no nos advierta de ello, podemos perder algo más importante del cual
lamentaremos para siempre … Por ello, siempre es bueno escuchar a alguien que
nos aconseje de buena voluntad. Pero es mejor escucharse primero a uno mismo …
Si lo hiciéramos más seguido, no cometeríamos tantos errores que nos pueden
costar hasta la vida misma … Escucharnos, no mentirnos y actuar en consecuencia
nos dará la seguridad de lograr todo lo que nos proponemos, pero por sobre todo
nos hará más fuertes, decididos y libres…)
Y en eso estoy, Selena … Buscando tu camino para ser
libre, para no mentirme y para mostrarle al mundo lo que verdaderamente soy…
Te quiere mucho…
Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)
(Buenos Aires, Argentina)
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