Sólo vine para decirte “¡¡Feliz cumpleaños, Selena!!”


Martina quería hacerle un regalo de cumpleaños a Selena ... Ella sabía que Selena no festejaba los cumpleaños, pero algo le decía que los motivos religiosos o espirituales no le impedían que recibiera con sumo agrado y placer un regalo ... Ese deseo lo tenía cualquier ser humano y Selena no era la excepción ... Selena no dejaba de ser para Martina alguien como cualquiera de su generación, una chica que vivía lo mismo, que sentía lo mismo, que soñaba lo mismo ... Por eso le quería hacer un regalo ... Le debía tanto ... Le debía su vida ... Martina había quedado discapacitada cuando se cayó de un caballo a los 13 años ... Hasta allí era una chica inquieta, con sueños, con vida, con ganas de llevarse el mundo por delante ... Pero esa caída la desmoronó ... Pensó que su vida ya no tenía sentido ... Más de una vez se culpó por no haberle hecho caso a su madre ... “¡¡Martina, ten cuidado!! Esos animales no nacieron para ser tratados así y tú eres aún muy pequeña ... ¡¡No montes más ese caballo!!”, le dijo poco antes de la caída trágica ... Cada vez que miraba a su madre, Martina podía ver su dolor y su reproche reprimidos, y su lágrima contenida para poder darle un ánimo que ella no tenía ... Martina no concebía su vida atada a esa silla de ruedas viendo cómo sus amigos podían hacer aquello que tanto deseaba ... Pensó matarse ... Hasta había robado un cuchillo de la cocina de su casa para acabar con esa tortura de una buena vez ... Había decidido fecha y horario ... Iba a hacer un domingo a la tarde, cuando sus padres fueran a visitar a sus tíos y ella desistiera de ir “porque se sentía mal” ... Llegó ese día, que al final resultó inolvidable para Martina, pero por motivos bien diferentes ... Una de sus primas a la que iba a visitar sus padres decidió caer de sorpresa a su casa para que la acompañara a ver a Selena en una de sus primeras presentaciones que haría en Monterrey ... Era en el programa “Órale primo”, conducido por Jesús Soltero. Patricia, su prima, la llevó a presenciar el recital que haría en el mismísimo estudio de televisión. “¡¡Tienes que verla, Martina!! ¡¡Es algo increíble!! No se le entiende a veces su español, pero es lo que menos importa ... ¡¡Tiene algo que no se lo vi a nadie!! ¡¡Ven conmigo!! ¡¡Sé que te gustará!!”. Martina había amagado con no ir, pero por alguna razón extraña aceptó la invitación. Había oído de Selena ... Sabía de su reciente popularidad en su ciudad y alguna de sus canciones, pero su depresión le impedía seguir la locura de sus primas, y de muchas chicas y chicos de su generación por ella ... Martina fue con su prima y con su tía a ver a Selena ante la alegría de sus padres, que por fin veían a su hija salir de las sombras de su habitación. Nunca ellos se imaginaron lo que pensaba hacer su hija aquel día, pero sí vieron lo que sucedió después. Martina volvió totalmente excitada a la vuelta de ver a Selena. No era para menos ... Martina se había ubicado a un costadito del estudio para poder presenciar el espectáculo con el fin de “no molestar a nadie”, y para que todos pudieran bailar y saltar mientras Selena les cantaba ... De pronto notó que Selena cada tanto saludaba a los que presenciaban su espectáculo hasta que se fijó en ella y  le hizo un gestito con una sonrisa. Martina se quedó primero inmóvil. Luego miró hacia atrás pensando que Selena estaba saludando a otra persona, pero al volver vio que ella era la destinataria de sus saluditos. Martina se los correspondió con una sonrisa, y empezó a sentir una alegría y un estremecimiento en su cuerpo que hacía tiempo no experimentaba. Hasta notó que en aquellos lugares en los que parecía no tener sensibilidad había un leve cosquilleo que le hacían recordar épocas no tan lejanas ... Martina veía a Selena con suma felicidad ... Algo de ella le hacía volver la esperanza. Algo de ella le hacía creer que aún tenía sentido vivir y seguir adelante ... De pronto, Selena comenzó a cantar la canción “¿Qué creías?”, un tema en el que contaba la historia de una mujer que despide a su ex novio que, arrepentido, quería volver a estar con ella. Selena había traído al escenario a Jesús Soltero para que haga de “ex novio”, pero éste no quería hacer ese papel por lo que a los pocos segundos se fue intentando fingir que lo llamaban de otro lado ... Selena aceptó el desplante como si nada hubiese ocurrido, pero al venir la parte instrumental de la canción salió del escenario, le dejó el micrófono a Jesús y fue en busca de Martina ... Tanto él como la banda misma se quedaron atónitos con esa decisión. Pensaron que Selena se estaba marchando ... Selena llegó hasta donde estaba Martina y le preguntó cómo se llamaba mientras hacía un gesto a los demás para que la esperaran un segundito. Cuando se volvió hacia Martina y escuchó la respuesta, le preguntó: “Querida Martina. ¿No me ayudarías a convencer a Jesús para que haga de ex novio?”. Martina le preguntó desconcertada: “¿Y qué debo hacer?”. “Muy simple. Tú harás de novia despechada mientras canto”, le contestó Selena. No había terminado de escuchar Martina lo dicho por Selena cuando vio que ante una indicación de ésta dos fans empujaban la silla de ruedas de Martina rumbo al escenario. Camino a él, ella vio cómo Selena tomaba de la mano a Jesús mientras le decía. “A ver si te niegas con ella también...”. Cuando Martina se quedó en el medio de los dos, Selena le dijo: “Ahora tómalo a Jesús de la camisa y dile ‘¿Qué creías?’ cada vez que lo cante”, mientras le pedía con gesto de ruego al conductor del programa para que se agachara y estuviera al alcance de Martina. Jesús Soltero disimuló su fastidio lo más elegantemente posible mientras Martina hacía su papel. Todos rieron y cantaron. Martina no podía sentirse más feliz ... Estaba tan contenta de sentirse protagonista y útil después de tanto tiempo ... Y todo gracias a esa joven mujer que tenía algo que no tenía nadie ... Tenía razón su prima ... Selena tenía algo que no tenía otra artista ... Selena no sólo era una buena cantante y artista ... Selena era una buena persona y rebelde ... En ese gesto con Jesús Soltero notó que no soportaba ni las injusticias ni las actitudes falsas o hipócritas ... Y que era sensible con aquellos que sufrían, que necesitaban algo más que una simple canción ... Cuando terminó su presentación, Selena pidió un aplauso para el “ex novio” y para la “novia justiciera”. Martina no sólo recibió una ovación sino que desde allí hasta el final del concierto se quedó con Selena y Los Dinos sin abandonar el escenario ni su protagonismo. Más de una vez Selena le hizo cantar los estribillos de las canciones, y más de una vez Martina rió y cantó en su silla de ruedas ... Cuando todo terminó, Selena se quedó saludando con Martina a su lado, y cuando ya se marchaba a los camarines, Selena le pidió que la acompañara. Martina le aclaró que ella había venido con su prima Patricia. Selena le dijo que no se preocupara, que ya iría alguien de su familia a buscarla para que se integrara a ella en los camarines. Una vez que llegaron a ellos y estuvieron a solas, Selena se sentó frente a ella y le preguntó cómo se sentía. Martina sólo le dijo que estaba feliz, a lo que Selena le contestó: “Me alegra que sea así, Martina. ¿Pero sabes qué? Quiero que te sientas siempre feliz. No creas que no sé por lo que pasas ... Pero agradece que estás viva y que tienes todo por hacer ... Quiero que sepas que mi vida no ha sido nada fácil ... Vengo cantando desde muy niña y más de una vez pasé hambre ... Muchas veces he llorado, muchas veces me pregunté qué sería de mí ... ¿Y sabes cómo salí? Luchando, creyendo en mí, poniéndole una sonrisa a todo, agradeciendo cada día al Señor estar viva y poder hacer aquello que no pude hacer el día anterior ... La vida da oportunidades, Martina ... La vida da revancha ... Cree en ti y saldrás de todo ... No dejes pasar el tren ... Tú busca el camino y lo encontrarás ... ¿Me prometes que lo harás? ¿Me vendrás a ver cuando hayas logrado lo que tanto querías hacer o que lo has intentado? ¡¡Dime que sí!!”. Martina con lágrimas en los ojos le dijo que sí con un gesto. Selena le había dicho lo que tanto quería escuchar de alguien. Selena le dijo cosas sin que ella tuviera que explicarle nada ... Selena no le decía lo que tenía que hacer para su bien. Simplemente le decía que hiciera lo que le hacía bien después de indagarse ella misma sobre lo que deseaba hacer con su vida ... Selena era algo más que una buena artista, una buena persona ... Selena era su hermana, su madre, su mejor amiga o todo a la vez ... Martina le dijo que se lo prometía y se dieron un fuerte abrazo ... Ella no pudo evitar llorar, mientras Selena le decía: “Está bien que llores. Nunca ocultes tus sentimientos, pero siempre haz algo por remediar aquello que no te gusta. ¡¡Lo imposible es posible, Martina. Créemelo!! Sólo está en tus manos hacerlo. Cuando pienses que no puedes, mírate a los ojos y pregúntate si es así. Y si así no resulta, mírame a mí. Si ves que yo puedo, entonces tú también podrás. ¿Harás eso, Martina? ¿Harás eso por mí?”. Martina le dijo que sí y estuvieron abrazadas un buen rato. Luego vino A.B. y le dijo a Selena que estaba Patricia ávida por entrar. Selena y Martina se sonrieron, y asintieron con un gesto. Cuando Patricia entró con su madre todo fue algarabía y festejos. Se sacaron miles de fotos y terminaron las dos primas comiendo pizza con peperoni con Selena y toda su banda. Al final de la noche, antes de volver a su casa, Selena les dio sendas fotos autografiadas a Martina y a su prima. Martina miró la suya: “When you have fulfilled your dreams, give me this photo, that I will change for a new one. Promise? Love, Selena”. Cuando Martina terminó de leer el autógrafo, notó que Selena la estaba mirando con inquietud. Ella se sonrió y sólo le dijo que así sucedería, que se lo prometía. Volvieron a abrazarse y se despidieron dándose miles de abrazos y de besotes en el aire. Al volver a su casa, Martina estuvo horas hablándole a sus padres sobre lo que vivió aquella noche y lo que haría de allí en más. Esa noche no pudo dormir. Sabía que le debía la vida a Selena. De allí en más debía agradecérsela con hechos...

Los años venideros fueron para Martina tan vertiginosos como la carrera de Selena. Mientras Selena iba ganando popularidad en México, Estados Unidos y Centroamérica, Martina había decidido estudiar asistencia social y psicología en Estados Unidos mientras hacía la práctica en diferentes entidades comunitarias. Mientras tanto, había decidido reiniciar sus tareas de rehabilitación abandonadas. No había esperanzas de que volviera a caminar, pero era consciente de que debía estar bien físicamente para que su cuerpo no se deteriorase, y así poder cumplir con sus trabajos y con sus estudios. Vivía viajando para seguir con su carrera de asistencia social y también para consultar a diferentes especialistas con el fin de llevar a su cuerpo a la máxima exigencia. Esa hiperactividad le hizo impedir ver a Selena pero vivía intercambiándose postales y cartas en las que ambas se contaban todas sus vivencias. Siempre Selena le recordaba la promesa que le había hecho Martina, más allá de que ya se sintiera satisfecha por sus notables cambios en su vida. Pero sabía Selena que debía recordarle la promesa para que no se dejara estar y para no caer en el desánimo ante el primer traspié. Como Martina no podía ir a ver a Selena en sus conciertos porque estaba siempre en lugares distintos, se le había ocurrido mandarle un regalo de cumpleaños cuando supo que cumplía el 16 de abril. Allí se enteró de que Selena no festejaba los cumpleaños porque su familia era seguidora de los Testigos de Jehová. “No es que crea mucho en ello, pero respeto las decisiones de mis padres. Pero nunca lo comentes, pues no sé si a muchos de mis fans les gusta saber eso. No quiero herirlos por no profesar la misma fe que ellos”, le escribió una vez Selena, a lo que agregó: “¡¡Igual, te confieso que me encantan los regalos!!”. Martina pudo imaginarse la risa de Selena acompañando esa exclamación, pero antes de que se angustiara, Selena le terminó escribiendo: “Pero no te preocupes por hacerme un regalo, Martina. El mejor regalo que me puedes hacer es cuando puedas cumplir con tu promesa. ¡¡Ese día puedes festejarme todos los cumpleaños que quieras!!”. Esas palabras le quedaron grabadas a Martina. Tan grabadas que las tuvo siempre presentes en cada avance que ella lograba, cada materia aprobada, cada objetivo cumplido. Y se había juramentado que no pararía hasta lograr devolverle algo de todo lo que Selena le había dado en un solo día...

Cuando el 30 de marzo de 1995 recibió el título de asistente social, Martina sintió una incontenible emoción. Había hecho en 3 años una carrera que normalmente se hacía en 5. Y encima ya trabajaba en esa área mientras hacía la licenciatura en psicología y sus intensos ejercicios de rehabilitación. Fue a la ceremonia con sus padres que estaban tan emocionados y orgullosos como ella. Cuando recibió el título sólo pidió un segundito para decir: “Quiero agradecer este título a Selena. Sin su ayuda hoy no sería nadie y tampoco estaría aquí...”. Y todos los asistentes, incluso los catedráticos, la aplaudieron y ovacionaron. Y no lo hacían sólo por ella, y su tenacidad y dedicación. También lo hacían por Selena, alguien que para todos no sólo no era alguien ajeno, sino un motivo de orgullo y admiración. Cuando se retiró del lugar, Martina sintió una sensación extraña. En el último mes no había tenido ninguna noticia de Selena. Al principio, le parecía normal porque ella no se había comunicado con Selena debido a que estaba enfrascada en sus estudios y quería darle la gran sorpresa de anoticiarla si todo salía bien ... Pero le llamó la atención que Selena no le escribiera nada ... Iba a mandarle un telegrama preguntándole si pasaba algo pero quería esperar a recibir su título. En todos sus preparativos no había pensado en Selena pero ahora que la había nombrado sumado a esa extraña sensación de angustia que tenía hicieron que Martina sintiera la necesidad de hacer algo urgente. Tenía que estar en Corpus Christi. Tenía que ir cuanto antes a la casa de Selena, devolverle la foto autografiada y ofrecerle su título a manera de regalo. Revisó su cartera para cerciorar lo obvio y vio que la foto autografiada estaba allí como siempre en los últimos tres años. Martina siguió caminando a la salida de la universidad en silencio hasta que se detuvo y le dijo tajantemente a sus padres: “¡¡Quiero ir ya mismo a ver a Selena!! ¡¡Tengo que verla mañana sin falta!!”. Su padre le dijo: “¡¡Pero estamos en Denver, Colorado!! ¿No puedes esperar unos días para ir? ¿Por qué no la llamas?”. Martina lo interrumpió: “¡¡No!! ¡¡No!! ¡¡Tiene que ser ahora y sin avisarle!! ¡¡Quiero darle una sorpresa!! Quiero llegar cuanto antes. Además estaremos a unas 15, 16 horas en auto ... ¡¡Llevame, padre!! ¡¡Yo se lo prometí!! Ella hizo esto posible ... Tú lo sabes ...”. Su padre entendió lo que le decía. Sabía que Martina merecía que él hiciera ese esfuerzo siendo que en su momento no se sintió capacitado para sacar a su hija del pozo en el que estaba ... “¡¡Está bien, hija!! ¡¡Vamos ya!!”, le dijo. Martina se abalanzó  sobre él y le dio el beso más fuerte que le haya dado nunca en su vida. Su madre sonreía viendo a su hija sujetada a la cintura de su padre con sus brazos. Enseguida emprendieron el largo viaje casi sin pausa. Sólo se detuvieron para comer a la noche y poco antes de llegar a la mañana, cuando Martina vio a un vendedor de flores en Corpus Christi y  le compró esas flores blancas que tanto le gustaban a Selena...

Cuando estaban por llegar, Martina le preguntó a su padre la hora. Eran las 8.30 de la mañana ... Recién allí Martina reparó en los días que faltaban para que Selena cumpliera años y recién allí supo que era 31 de marzo ... Su madre estuvo a punto de decirle que primero fueran a desayunar, que mejor era visitar a Selena más tarde. “¡¡No!! ¡¡No!! ¡¡Tiene que ser ahora!!”, gritó Martina. No había ninguna razón que la llevara a decir tan enfáticamente eso. Pero algo la llevaba a decirlo. Algo la empujaba a pensar que no había tiempo que perder. Cada vez que buscaba entenderlo, le agarraba una puntada en el estómago que la estremecía y la empujaba a la acción. Martina sólo sugirió a su padre que fuera muy despaciosamente hasta dar con la casa de Selena. El día se había puesto feo. Unas densas nubes presagiaban un día de gran lluvia. Cuando llegó a la casa, Martina no pudo evitar sentir un gran temblor en su cuerpo ... Pero enseguida se concentró en una camioneta que estaba estacionada frente a la casa de Selena. “Estaciónate aquí padre y sólo ayúdame a bajar. Yo iré sola a tocar a su puerta”. Su padre aceptó la orden sin chistar. Martina bajó con la ayuda de sus padres, quienes la dejaron sola para que fuera en busca del encuentro tan esperado. Martina tomó la foto autografiada, y por encima de ella las flores y su título de asistente social. Y tras asegurarse de tener todo en regla se encaminó despaciosamente hacia la puerta. No sabía lo que diría ni cómo sería recibida, pero avanzó decidida a esa puerta. Era su promesa pero había más que eso. Algo más que la impulsaba inconscientemente, como si muchas cosas importantes estuvieran en juego. Por alguna razón que no entendía, Martina se sentía protagonista como aquella vez del concierto en el que vio a Selena ... Cuando estaba a unos pasos de llegar en un camino en diagonal que la depositaba en la puerta de la casa, Martina vio que de pronto alguien salía presuroso en busca de la camioneta. Fue tan rápido que al principio Martina no pudo ver quién era. Pero al instante se dio cuenta de que era Selena. Ella se quedó inmóvil de la emoción, pero desconcertada por la actitud de Selena, quien no dio cuenta ni de ella ni de nada que estuviera a su alrededor. Martina la notó preocupada, dispersa, ida. Siguió sin poder reaccionar hasta que volvió a sentir esa bendita puntada en el estómago. Selena se estaba yendo y Martina sintió una angustia enceguecida, difícil de explicar. Sintió que no podía dejarla ir, que si se iba tal vez nunca podría agradecerle lo que había hecho por ella. “¡¡Selena, Selena!! ¡¡No te vayas!! ¡¡Estoy aquí!! ¡¡Soy Martina!! ¿Acaso no me has visto? ¿Acaso no me recuerdas?”. Selena se había subido a la camioneta sin siquiera notar que alguien la estaba llamando. Martina no podía volverse con su silla de ruedas para cruzarse a la camioneta ni hacerle una seña a sus padres para que intercedieran. Entró en desesperación y en pánico. Hizo un esfuerzo sobrehumano para incorporarse y alzar sus manos, y gritó con una fuerza inusitada moviendo sus manos de un lado a otro. “¡¡Aquí, Selena, aquí!!”. Selena miró a un costado y vio sin mirar a Martina a través del espejito retrovisor de la camioneta. Al principio creyó que le estaba haciendo señas a otra persona, pero no vio a nadie detrás. Pero al volver sobre Martina vio que ella estaba por caerse de trompa al piso. En un instante, Selena vio pasar por su vista tres años, tres años de vida vertiginosa y dio cuenta de todo. Corrió con desesperación y se abalanzó sobre Martina antes de que ésta cayera al piso. La abrazó y cayó con ella sobre el jardín de la casa. La silla de ruedas salió disparada hacia la calle y Martina quedó encima de Selena toda temblorosa. Selena quedó en estado de shock por unos segundos. Fue un instante en el que sintió la locura en la que estaba y en la certeza del error que iba a cometer. Recordó aquel día del concierto y sintió que en ese momento estaba como Martina ese día. Y esa mujer tan frágil venía a darle cuenta del camino equivocado que estaba tomando. Rápidamente Selena se incorporó y abrazó a Martina en silencio. Al rato los padres de Martina llegaron al lugar corriendo alarmados al ver partir la silla de ruedas y luego la escena de su hija en el piso con Selena. “No se preocupen. Ya estoy bien ... Sólo ayúdenme a subir y déjenme un momentito a solas con Selena...”, dijo Martina. Sus padres saludaron a Selena en silencio y levantaron cuidadosamente a su hija a la silla de ruedas. Al rato se apartaron. Martina tomó las flores, su título y la foto autografiada, se las extendió a Selena y le dijo: “No importa que no sea el día, ni si decirlo antes trae mala suerte ... ¡¡Feliz cumpleaños 24, Selena!!”. Selena tomó las flores, miró con ternura la foto y se emocionó con el título ... Luego echó a llorar largamente y abrazó a Martina: “¡¡Gracias, amiga!! ¡¡Gracias por tus deseos!! No sé si los merezco ... Tú has cumplido con tu promesa, pero aunque te cueste creerlo, hoy me has salvado la vida ... Estaba por cometer una locura ... No me di cuenta de que estaba apartándome de mi camino ... Me estaba olvidando de todos los que me querían sin darme cuenta ... hasta que apareciste tú ... Allí me di cuenta de todo ... Discúlpame, estuve a punto de hacer algo de lo que tú tal vez llorarías por siempre preguntándome por qué tomé ese camino ... Espero que me puedas entender, espero que no te haya decepcionado. Espero que...”. Martina interrumpió a Selena poniéndole su dedo índice en la boca y dándole un beso en la mejilla: “Yo vine a decirte que cumplí mi promesa, a desearte feliz cumpleaños y a cambiar mi foto ... ¿Quieres hacer algo por mí? ¿Lo harás?”, le preguntó. Selena asintió en silencio. “Quiero que me hagas una promesa ... Que no te olvides nunca de lo que realmente deseas, de lo que realmente quieres, y cuando estés en duda, cuando algo perturbe tu camino, piensa en mí, piensa en todos los que te quieren, piensa en todos los que como yo agradecen tu presencia, que ven en ti como su esperanza ... Sólo te pido eso ... ¿Lo harás?”. Selena alcanzó a decirle que se lo prometía con un gesto de asentimiento mirando el piso. Al rato volvieron a abrazarse para llorar un largo tiempo juntas. Martina ahora entendía su premura del día anterior y sus puntadas en el estómago. Y que la intuición existía, y que la mente es más poderosa de que lo que ella y los estudiosos de la mente pensaban e imaginaban. Y que el corazón te lleva a destinos inimaginables ... En el medio del llanto, Martina se apartó y le dijo: “¡¡Selena!! ¿Es que no te has dado cuenta? ¡¡Tengo hambre!! ¿Qué esperas para invitarme a desayunar?”. Selena empezó a reírse a carcajadas y eso alegró a Martina. Juntas llamaron a sus padres y fueron en busca de la entrada. Pero antes de entrar, Martina le dijo: “Me faltó decirte una cosita más. No necesito que me cambies la foto autografiada. Yo quiero esta que me has dado. Pero quiero que la conserves tú y sólo devuélvemela cuando sepas que has cumplido con tus sueños. Así que cada vez que avances en tu camino o que retrocedas, piensa en mí y recuerda que estaré esperando que me des de nuevo esta foto. ¿Me lo prometes, Selena? ¿Lo harás?”. Selena se sonrió y le dijo: “Claro que sí y creeme que te la devolveré. Lo haré más rápido de lo que te imaginas, más rápido que el movimiento de esas nubes para dejar que el sol vuelva a iluminarnos...”. Martina se volteó y vio cómo de un modo milagroso el cielo se estaba despejando. Volvió sobre Selena y notó que ella le extendía la mano con una sonrisa: “¿Entramos?”, le dijo. “¡¡Claro que sí!!”, le dijo Martina. Selena y Martina entraron abrazadas a la casa. El destino las quiso juntas. El destino quiso que siguieran juntas para cumplir con su promesa ... La promesa de no parar hasta cumplir sus sueños ... La promesa de no parar hasta hacer de éste un mundo mejor...

(16/4/2014: Donde quieras que estés, ¡¡feliz cumpleaños, Selena!! Yo sé que este deseo te hará sonreír luego de tantas lágrimas, luego de tanto dolor...)

Te lo desea con toda el Alma...

Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)


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