Martina quería hacerle un regalo de cumpleaños a Selena ...
Ella sabía que Selena no festejaba los cumpleaños, pero algo le decía que los
motivos religiosos o espirituales no le impedían que recibiera con sumo agrado
y placer un regalo ... Ese deseo lo tenía cualquier ser humano y Selena no era
la excepción ... Selena no dejaba de ser para Martina alguien como cualquiera
de su generación, una chica que vivía lo mismo, que sentía lo mismo, que soñaba
lo mismo ... Por eso le quería hacer un regalo ... Le debía tanto ... Le debía
su vida ... Martina había quedado discapacitada cuando se cayó de un caballo a
los 13 años ... Hasta allí era una chica inquieta, con sueños, con vida, con
ganas de llevarse el mundo por delante ... Pero esa caída la desmoronó ...
Pensó que su vida ya no tenía sentido ... Más de una vez se culpó por no
haberle hecho caso a su madre ... “¡¡Martina, ten cuidado!! Esos animales no
nacieron para ser tratados así y tú eres aún muy pequeña ... ¡¡No montes más
ese caballo!!”, le dijo poco antes de la caída trágica ... Cada vez que miraba
a su madre, Martina podía ver su dolor y su reproche reprimidos, y su lágrima
contenida para poder darle un ánimo que ella no tenía ... Martina no concebía
su vida atada a esa silla de ruedas viendo cómo sus amigos podían hacer aquello
que tanto deseaba ... Pensó matarse ... Hasta había robado un cuchillo de la
cocina de su casa para acabar con esa tortura de una buena vez ... Había
decidido fecha y horario ... Iba a hacer un domingo a la tarde, cuando sus
padres fueran a visitar a sus tíos y ella desistiera de ir “porque se sentía
mal” ... Llegó ese día, que al final resultó inolvidable para Martina, pero por
motivos bien diferentes ... Una de sus primas a la que iba a visitar sus padres
decidió caer de sorpresa a su casa para que la acompañara a ver a Selena en una
de sus primeras presentaciones que haría en Monterrey ... Era en el programa “Órale
primo”, conducido por Jesús Soltero. Patricia, su prima, la llevó a presenciar
el recital que haría en el mismísimo estudio de televisión. “¡¡Tienes que
verla, Martina!! ¡¡Es algo increíble!! No se le entiende a veces su español,
pero es lo que menos importa ... ¡¡Tiene algo que no se lo vi a nadie!! ¡¡Ven
conmigo!! ¡¡Sé que te gustará!!”. Martina había amagado con no ir, pero por
alguna razón extraña aceptó la invitación. Había oído de Selena ... Sabía de su
reciente popularidad en su ciudad y alguna de sus canciones, pero su depresión
le impedía seguir la locura de sus primas, y de muchas chicas y chicos de su
generación por ella ... Martina fue con su prima y con su tía a ver a Selena
ante la alegría de sus padres, que por fin veían a su hija salir de las sombras
de su habitación. Nunca ellos se imaginaron lo que pensaba hacer su hija aquel
día, pero sí vieron lo que sucedió después. Martina volvió totalmente excitada
a la vuelta de ver a Selena. No era para menos ... Martina se había ubicado a
un costadito del estudio para poder presenciar el espectáculo con el fin de “no
molestar a nadie”, y para que todos pudieran bailar y saltar mientras Selena
les cantaba ... De pronto notó que Selena cada tanto saludaba a los que
presenciaban su espectáculo hasta que se fijó en ella y le hizo un gestito con una sonrisa. Martina se
quedó primero inmóvil. Luego miró hacia atrás pensando que Selena estaba
saludando a otra persona, pero al volver vio que ella era la destinataria de
sus saluditos. Martina se los correspondió con una sonrisa, y empezó a sentir
una alegría y un estremecimiento en su cuerpo que hacía tiempo no experimentaba.
Hasta notó que en aquellos lugares en los que parecía no tener sensibilidad
había un leve cosquilleo que le hacían recordar épocas no tan lejanas ...
Martina veía a Selena con suma felicidad ... Algo de ella le hacía volver la
esperanza. Algo de ella le hacía creer que aún tenía sentido vivir y seguir
adelante ... De pronto, Selena comenzó a cantar la canción “¿Qué creías?”, un
tema en el que contaba la historia de una mujer que despide a su ex novio que,
arrepentido, quería volver a estar con ella. Selena había traído al escenario a
Jesús Soltero para que haga de “ex novio”, pero éste no quería hacer ese papel
por lo que a los pocos segundos se fue intentando fingir que lo llamaban de otro
lado ... Selena aceptó el desplante como si nada hubiese ocurrido, pero al
venir la parte instrumental de la canción salió del escenario, le dejó el
micrófono a Jesús y fue en busca de Martina ... Tanto él como la banda misma se
quedaron atónitos con esa decisión. Pensaron que Selena se estaba marchando ...
Selena llegó hasta donde estaba Martina y le preguntó cómo se llamaba mientras
hacía un gesto a los demás para que la esperaran un segundito. Cuando se volvió
hacia Martina y escuchó la respuesta, le preguntó: “Querida Martina. ¿No me
ayudarías a convencer a Jesús para que haga de ex novio?”. Martina le preguntó
desconcertada: “¿Y qué debo hacer?”. “Muy simple. Tú harás de novia despechada
mientras canto”, le contestó Selena. No había terminado de escuchar Martina lo
dicho por Selena cuando vio que ante una indicación de ésta dos fans empujaban
la silla de ruedas de Martina rumbo al escenario. Camino a él, ella vio cómo
Selena tomaba de la mano a Jesús mientras le decía. “A ver si te niegas con
ella también...”. Cuando Martina se quedó en el medio de los dos, Selena le
dijo: “Ahora tómalo a Jesús de la camisa y dile ‘¿Qué creías?’ cada vez que lo
cante”, mientras le pedía con gesto de ruego al conductor del programa para que
se agachara y estuviera al alcance de Martina. Jesús Soltero disimuló su
fastidio lo más elegantemente posible mientras Martina hacía su papel. Todos
rieron y cantaron. Martina no podía sentirse más feliz ... Estaba tan contenta
de sentirse protagonista y útil después de tanto tiempo ... Y todo gracias a
esa joven mujer que tenía algo que no tenía nadie ... Tenía razón su prima ...
Selena tenía algo que no tenía otra artista ... Selena no sólo era una buena
cantante y artista ... Selena era una buena persona y rebelde ... En ese gesto
con Jesús Soltero notó que no soportaba ni las injusticias ni las actitudes
falsas o hipócritas ... Y que era sensible con aquellos que sufrían, que
necesitaban algo más que una simple canción ... Cuando terminó su presentación,
Selena pidió un aplauso para el “ex novio” y para la “novia justiciera”.
Martina no sólo recibió una ovación sino que desde allí hasta el final del
concierto se quedó con Selena y Los Dinos sin abandonar el escenario ni su
protagonismo. Más de una vez Selena le hizo cantar los estribillos de las
canciones, y más de una vez Martina rió y cantó en su silla de ruedas ...
Cuando todo terminó, Selena se quedó saludando con Martina a su lado, y cuando
ya se marchaba a los camarines, Selena le pidió que la acompañara. Martina le
aclaró que ella había venido con su prima Patricia. Selena le dijo que no se
preocupara, que ya iría alguien de su familia a buscarla para que se integrara
a ella en los camarines. Una vez que llegaron a ellos y estuvieron a solas,
Selena se sentó frente a ella y le preguntó cómo se sentía. Martina sólo le
dijo que estaba feliz, a lo que Selena le contestó: “Me alegra que sea así,
Martina. ¿Pero sabes qué? Quiero que te sientas siempre feliz. No creas que no
sé por lo que pasas ... Pero agradece que estás viva y que tienes todo por
hacer ... Quiero que sepas que mi vida no ha sido nada fácil ... Vengo cantando
desde muy niña y más de una vez pasé hambre ... Muchas veces he llorado, muchas
veces me pregunté qué sería de mí ... ¿Y sabes cómo salí? Luchando, creyendo en
mí, poniéndole una sonrisa a todo, agradeciendo cada día al Señor estar viva y
poder hacer aquello que no pude hacer el día anterior ... La vida da
oportunidades, Martina ... La vida da revancha ... Cree en ti y saldrás de todo
... No dejes pasar el tren ... Tú busca el camino y lo encontrarás ... ¿Me
prometes que lo harás? ¿Me vendrás a ver cuando hayas logrado lo que tanto
querías hacer o que lo has intentado? ¡¡Dime que sí!!”. Martina con lágrimas en
los ojos le dijo que sí con un gesto. Selena le había dicho lo que tanto quería
escuchar de alguien. Selena le dijo cosas sin que ella tuviera que explicarle
nada ... Selena no le decía lo que tenía que hacer para su bien. Simplemente le
decía que hiciera lo que le hacía bien después de indagarse ella misma sobre lo
que deseaba hacer con su vida ... Selena era algo más que una buena artista,
una buena persona ... Selena era su hermana, su madre, su mejor amiga o todo a
la vez ... Martina le dijo que se lo prometía y se dieron un fuerte abrazo ... Ella
no pudo evitar llorar, mientras Selena le decía: “Está bien que llores. Nunca
ocultes tus sentimientos, pero siempre haz algo por remediar aquello que no te
gusta. ¡¡Lo imposible es posible, Martina. Créemelo!! Sólo está en tus manos
hacerlo. Cuando pienses que no puedes, mírate a los ojos y pregúntate si es
así. Y si así no resulta, mírame a mí. Si ves que yo puedo, entonces tú también
podrás. ¿Harás eso, Martina? ¿Harás eso por mí?”. Martina le dijo que sí y
estuvieron abrazadas un buen rato. Luego vino A.B. y le dijo a Selena que
estaba Patricia ávida por entrar. Selena y Martina se sonrieron, y asintieron
con un gesto. Cuando Patricia entró con su madre todo fue algarabía y festejos.
Se sacaron miles de fotos y terminaron las dos primas comiendo pizza con peperoni
con Selena y toda su banda. Al final de la noche, antes de volver a su casa,
Selena les dio sendas fotos autografiadas a Martina y a su prima. Martina miró la suya: “When you have
fulfilled your dreams, give me this photo, that I will change for a new one. Promise?
Love, Selena”. Cuando Martina terminó de leer el autógrafo, notó que Selena la
estaba mirando con inquietud. Ella se sonrió y sólo le dijo que así sucedería,
que se lo prometía. Volvieron a abrazarse y se despidieron dándose miles de
abrazos y de besotes en el aire. Al volver a su casa, Martina estuvo horas
hablándole a sus padres sobre lo que vivió aquella noche y lo que haría de allí
en más. Esa noche no pudo dormir. Sabía que le debía la vida a Selena. De allí
en más debía agradecérsela con hechos...
Los años venideros fueron para Martina tan vertiginosos como
la carrera de Selena. Mientras Selena iba ganando popularidad en México,
Estados Unidos y Centroamérica, Martina había decidido estudiar asistencia
social y psicología en Estados Unidos mientras hacía la práctica en diferentes
entidades comunitarias. Mientras tanto, había decidido reiniciar sus tareas de
rehabilitación abandonadas. No había esperanzas de que volviera a caminar, pero
era consciente de que debía estar bien físicamente para que su cuerpo no se
deteriorase, y así poder cumplir con sus trabajos y con sus estudios. Vivía
viajando para seguir con su carrera de asistencia social y también para
consultar a diferentes especialistas con el fin de llevar a su cuerpo a la
máxima exigencia. Esa hiperactividad le hizo impedir ver a Selena pero vivía
intercambiándose postales y cartas en las que ambas se contaban todas sus
vivencias. Siempre Selena le recordaba la promesa que le había hecho Martina,
más allá de que ya se sintiera satisfecha por sus notables cambios en su vida.
Pero sabía Selena que debía recordarle la promesa para que no se dejara estar y
para no caer en el desánimo ante el primer traspié. Como Martina no podía ir a
ver a Selena en sus conciertos porque estaba siempre en lugares distintos, se
le había ocurrido mandarle un regalo de cumpleaños cuando supo que cumplía el
16 de abril. Allí se enteró de que Selena no festejaba los cumpleaños porque su
familia era seguidora de los Testigos de Jehová. “No es que crea mucho en ello,
pero respeto las decisiones de mis padres. Pero nunca lo comentes, pues no sé
si a muchos de mis fans les gusta saber eso. No quiero herirlos por no profesar
la misma fe que ellos”, le escribió una vez Selena, a lo que agregó: “¡¡Igual,
te confieso que me encantan los regalos!!”. Martina pudo imaginarse la risa de
Selena acompañando esa exclamación, pero antes de que se angustiara, Selena le
terminó escribiendo: “Pero no te preocupes por hacerme un regalo, Martina. El
mejor regalo que me puedes hacer es cuando puedas cumplir con tu promesa. ¡¡Ese
día puedes festejarme todos los cumpleaños que quieras!!”. Esas palabras le
quedaron grabadas a Martina. Tan grabadas que las tuvo siempre presentes en
cada avance que ella lograba, cada materia aprobada, cada objetivo cumplido. Y
se había juramentado que no pararía hasta lograr devolverle algo de todo lo que
Selena le había dado en un solo día...
Cuando el 30 de marzo de 1995 recibió el título de asistente
social, Martina sintió una incontenible emoción. Había hecho en 3 años una carrera
que normalmente se hacía en 5. Y encima ya trabajaba en esa área mientras hacía
la licenciatura en psicología y sus intensos ejercicios de rehabilitación. Fue
a la ceremonia con sus padres que estaban tan emocionados y orgullosos como
ella. Cuando recibió el título sólo pidió un segundito para decir: “Quiero
agradecer este título a Selena. Sin su ayuda hoy no sería nadie y tampoco
estaría aquí...”. Y todos los asistentes, incluso los catedráticos, la aplaudieron
y ovacionaron. Y no lo hacían sólo por ella, y su tenacidad y dedicación.
También lo hacían por Selena, alguien que para todos no sólo no era alguien
ajeno, sino un motivo de orgullo y admiración. Cuando se retiró del lugar,
Martina sintió una sensación extraña. En el último mes no había tenido ninguna noticia
de Selena. Al principio, le parecía normal porque ella no se había comunicado
con Selena debido a que estaba enfrascada en sus estudios y quería darle la
gran sorpresa de anoticiarla si todo salía bien ... Pero le llamó la atención
que Selena no le escribiera nada ... Iba a mandarle un telegrama preguntándole
si pasaba algo pero quería esperar a recibir su título. En todos sus
preparativos no había pensado en Selena pero ahora que la había nombrado sumado
a esa extraña sensación de angustia que tenía hicieron que Martina sintiera la
necesidad de hacer algo urgente. Tenía que estar en Corpus Christi. Tenía que
ir cuanto antes a la casa de Selena, devolverle la foto autografiada y
ofrecerle su título a manera de regalo. Revisó su cartera para cerciorar lo
obvio y vio que la foto autografiada estaba allí como siempre en los últimos
tres años. Martina siguió caminando a la salida de la universidad en silencio
hasta que se detuvo y le dijo tajantemente a sus padres: “¡¡Quiero ir ya mismo
a ver a Selena!! ¡¡Tengo que verla mañana sin falta!!”. Su padre le dijo: “¡¡Pero
estamos en Denver, Colorado!! ¿No puedes esperar unos días para ir? ¿Por qué no
la llamas?”. Martina lo interrumpió: “¡¡No!! ¡¡No!! ¡¡Tiene que ser ahora y sin
avisarle!! ¡¡Quiero darle una sorpresa!! Quiero llegar cuanto antes. Además
estaremos a unas 15, 16 horas en auto ... ¡¡Llevame, padre!! ¡¡Yo se lo prometí!!
Ella hizo esto posible ... Tú lo sabes ...”. Su padre entendió lo que le decía.
Sabía que Martina merecía que él hiciera ese esfuerzo siendo que en su momento
no se sintió capacitado para sacar a su hija del pozo en el que estaba ... “¡¡Está
bien, hija!! ¡¡Vamos ya!!”, le dijo. Martina se abalanzó sobre él y le dio el beso más fuerte que le
haya dado nunca en su vida. Su madre sonreía viendo a su hija sujetada a la
cintura de su padre con sus brazos. Enseguida emprendieron el largo viaje casi
sin pausa. Sólo se detuvieron para comer a la noche y poco antes de llegar a la
mañana, cuando Martina vio a un vendedor de flores en Corpus Christi y le compró esas flores blancas que tanto le
gustaban a Selena...
Cuando estaban por llegar, Martina le preguntó a su padre la
hora. Eran las 8.30 de la mañana ... Recién allí Martina reparó en los días que
faltaban para que Selena cumpliera años y recién allí supo que era 31 de marzo
... Su madre estuvo a punto de decirle que primero fueran a desayunar, que
mejor era visitar a Selena más tarde. “¡¡No!! ¡¡No!! ¡¡Tiene que ser ahora!!”, gritó
Martina. No había ninguna razón que la llevara a decir tan enfáticamente eso. Pero
algo la llevaba a decirlo. Algo la empujaba a pensar que no había tiempo que
perder. Cada vez que buscaba entenderlo, le agarraba una puntada en el estómago
que la estremecía y la empujaba a la acción. Martina sólo sugirió a su padre que
fuera muy despaciosamente hasta dar con la casa de Selena. El día se había
puesto feo. Unas densas nubes presagiaban un día de gran lluvia. Cuando llegó a
la casa, Martina no pudo evitar sentir un gran temblor en su cuerpo ... Pero
enseguida se concentró en una camioneta que estaba estacionada frente a la casa
de Selena. “Estaciónate aquí padre y sólo ayúdame a bajar. Yo iré sola a tocar
a su puerta”. Su padre aceptó la orden sin chistar. Martina bajó con la ayuda
de sus padres, quienes la dejaron sola para que fuera en busca del encuentro tan
esperado. Martina tomó la foto autografiada, y por encima de ella las flores y
su título de asistente social. Y tras asegurarse de tener todo en regla se
encaminó despaciosamente hacia la puerta. No sabía lo que diría ni cómo sería
recibida, pero avanzó decidida a esa puerta. Era su promesa pero había más que
eso. Algo más que la impulsaba inconscientemente, como si muchas cosas
importantes estuvieran en juego. Por alguna razón que no entendía, Martina se
sentía protagonista como aquella vez del concierto en el que vio a Selena ...
Cuando estaba a unos pasos de llegar en un camino en diagonal que la depositaba
en la puerta de la casa, Martina vio que de pronto alguien salía presuroso en
busca de la camioneta. Fue tan rápido que al principio Martina no pudo ver
quién era. Pero al instante se dio cuenta de que era Selena. Ella se quedó
inmóvil de la emoción, pero desconcertada por la actitud de Selena, quien no
dio cuenta ni de ella ni de nada que estuviera a su alrededor. Martina la notó
preocupada, dispersa, ida. Siguió sin poder reaccionar hasta que volvió a
sentir esa bendita puntada en el estómago. Selena se estaba yendo y Martina
sintió una angustia enceguecida, difícil de explicar. Sintió que no podía
dejarla ir, que si se iba tal vez nunca podría agradecerle lo que había hecho
por ella. “¡¡Selena, Selena!! ¡¡No te vayas!! ¡¡Estoy aquí!! ¡¡Soy Martina!! ¿Acaso
no me has visto? ¿Acaso no me recuerdas?”. Selena se había subido a la
camioneta sin siquiera notar que alguien la estaba llamando. Martina no podía
volverse con su silla de ruedas para cruzarse a la camioneta ni hacerle una
seña a sus padres para que intercedieran. Entró en desesperación y en pánico.
Hizo un esfuerzo sobrehumano para incorporarse y alzar sus manos, y gritó con
una fuerza inusitada moviendo sus manos de un lado a otro. “¡¡Aquí, Selena,
aquí!!”. Selena miró a un costado y vio sin mirar a Martina a través del
espejito retrovisor de la camioneta. Al principio creyó que le estaba haciendo
señas a otra persona, pero no vio a nadie detrás. Pero al volver sobre Martina
vio que ella estaba por caerse de trompa al piso. En un instante, Selena vio
pasar por su vista tres años, tres años de vida vertiginosa y dio cuenta de
todo. Corrió con desesperación y se abalanzó sobre Martina antes de que ésta
cayera al piso. La abrazó y cayó con ella sobre el jardín de la casa. La silla
de ruedas salió disparada hacia la calle y Martina quedó encima de Selena toda
temblorosa. Selena quedó en estado de shock por unos segundos. Fue un instante
en el que sintió la locura en la que estaba y en la certeza del error que iba a
cometer. Recordó aquel día del concierto y sintió que en ese momento estaba
como Martina ese día. Y esa mujer tan frágil venía a darle cuenta del camino
equivocado que estaba tomando. Rápidamente Selena se incorporó y abrazó a
Martina en silencio. Al rato los padres de Martina llegaron al lugar corriendo
alarmados al ver partir la silla de ruedas y luego la escena de su hija en el
piso con Selena. “No se preocupen. Ya estoy bien ... Sólo ayúdenme a subir y
déjenme un momentito a solas con Selena...”, dijo Martina. Sus padres saludaron
a Selena en silencio y levantaron cuidadosamente a su hija a la silla de
ruedas. Al rato se apartaron. Martina tomó las flores, su título y la foto
autografiada, se las extendió a Selena y le dijo: “No importa que no sea el
día, ni si decirlo antes trae mala suerte ... ¡¡Feliz cumpleaños 24, Selena!!”.
Selena tomó las flores, miró con ternura la foto y se emocionó con el título
... Luego echó a llorar largamente y abrazó a Martina: “¡¡Gracias, amiga!! ¡¡Gracias
por tus deseos!! No sé si los merezco ... Tú has cumplido con tu promesa, pero
aunque te cueste creerlo, hoy me has salvado la vida ... Estaba por cometer una
locura ... No me di cuenta de que estaba apartándome de mi camino ... Me estaba
olvidando de todos los que me querían sin darme cuenta ... hasta que apareciste
tú ... Allí me di cuenta de todo ... Discúlpame, estuve a punto de hacer algo
de lo que tú tal vez llorarías por siempre preguntándome por qué tomé ese
camino ... Espero que me puedas entender, espero que no te haya decepcionado.
Espero que...”. Martina interrumpió a Selena poniéndole su dedo índice en la
boca y dándole un beso en la mejilla: “Yo vine a decirte que cumplí mi promesa,
a desearte feliz cumpleaños y a cambiar mi foto ... ¿Quieres hacer algo por mí?
¿Lo harás?”, le preguntó. Selena asintió en silencio. “Quiero que me hagas una
promesa ... Que no te olvides nunca de lo que realmente deseas, de lo que
realmente quieres, y cuando estés en duda, cuando algo perturbe tu camino,
piensa en mí, piensa en todos los que te quieren, piensa en todos los que como
yo agradecen tu presencia, que ven en ti como su esperanza ... Sólo te pido eso
... ¿Lo harás?”. Selena alcanzó a decirle que se lo prometía con un gesto de
asentimiento mirando el piso. Al rato volvieron a abrazarse para llorar un
largo tiempo juntas. Martina ahora entendía su premura del día anterior y sus
puntadas en el estómago. Y que la intuición existía, y que la mente es más
poderosa de que lo que ella y los estudiosos de la mente pensaban e imaginaban.
Y que el corazón te lleva a destinos inimaginables ... En el medio del llanto,
Martina se apartó y le dijo: “¡¡Selena!! ¿Es que no te has dado cuenta? ¡¡Tengo
hambre!! ¿Qué esperas para invitarme a desayunar?”. Selena empezó a reírse a
carcajadas y eso alegró a Martina. Juntas llamaron a sus padres y fueron en
busca de la entrada. Pero antes de entrar, Martina le dijo: “Me faltó decirte
una cosita más. No necesito que me cambies la foto autografiada. Yo quiero esta
que me has dado. Pero quiero que la conserves tú y sólo devuélvemela cuando
sepas que has cumplido con tus sueños. Así que cada vez que avances en tu
camino o que retrocedas, piensa en mí y recuerda que estaré esperando que me des
de nuevo esta foto. ¿Me lo prometes, Selena? ¿Lo harás?”. Selena se sonrió y le
dijo: “Claro que sí y creeme que te la devolveré. Lo haré más rápido de lo que
te imaginas, más rápido que el movimiento de esas nubes para dejar que el sol
vuelva a iluminarnos...”. Martina se volteó y vio cómo de un modo milagroso el
cielo se estaba despejando. Volvió sobre Selena y notó que ella le extendía la
mano con una sonrisa: “¿Entramos?”, le dijo. “¡¡Claro que sí!!”, le dijo
Martina. Selena y Martina entraron abrazadas a la casa. El destino las quiso
juntas. El destino quiso que siguieran juntas para cumplir con su promesa ... La
promesa de no parar hasta cumplir sus sueños ... La promesa de no parar hasta
hacer de éste un mundo mejor...
(16/4/2014: Donde quieras que estés, ¡¡feliz cumpleaños,
Selena!! Yo sé que este deseo te hará sonreír luego de tantas lágrimas, luego
de tanto dolor...)
Te lo desea con toda el Alma...
Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)
(Buenos Aires, Argentina)
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