Una cosita más, Selena...

La asesina estaba encerrada en la habitación del Departamento de Policía de Corpus Christi que hacía las veces de cárcel temporal. Todavía estaba excitada por lo que había sucedido ese día. Pero estaba feliz. No le importaba la atrocidad que había cometido. No le importaba lo que le sucedería en lo sucesivo. Lo había logrado y eso era lo importante. Había vencido. Había demostrado que había sido más inteligente que todos. “¿Ahora qué dirán esos tontos? Creían que no podía hacer nada sin ellos y ahora serán ellos los que se preguntarán qué harán sin Selena. Eso les pasa por creer que podrían hacerme a un lado. ¡¡Eso les pasa por creer que yo no podía decidir sobre el destino de todos ellos!!”. Pensaba y una sonrisa diabólica se le dibujaba en sus labios. No estaba nerviosa. Sabía que la actuación frente al jefe de policía había sido magnífica. Lo había ensayado todo. “¡¡Ay!! ¡¡Todo fue un accidente!! ¡¡Un terrible accidente!!”, dijo una y otra vez. Y se cansó de hacer la parafernalia de llorar y llorar. Lo había pensado mientras estuvo parapetada en la camioneta durante ocho horas. Se lamentó que no todo hubiera salido como estaba planeado. “¡¡Esa tonta tuvo que salir y me lo complicó todo!! Tuve que rearmar lo planificado … No pude llamar al 911 ni salir a los gritos pidiendo ayuda ... No sé cómo pudo salir de la habitación ... Y eso que compré un arma especial para que la bala se esparciera por todo el cuerpo mientras caía, pero vaya a saber cómo lo hizo. Eso alteró todo. Tuve que salir a rematarla. Pero no fue necesario. Cuando vi la sangre, supe que todo había terminado. Espero que nadie me haya visto ... Pero sí ... Había alguien ... Pero no. Seguro que no me ha visto”, se decía la asesina. Ella se seguía sonriendo de satisfacción ... Sí ... Ella pensaba que la confesión de nada serviría para condenarla. Tendría que ir a un juicio. No era lo planificado al principio, pero eso que confesó no se hizo delante de abogados, por lo que pronto podría desmentirlo o bien no ser considerado en el Tribunal pues no había sido un procedimiento legal ... No ... Nada podría condenarla. Saldría libre y se reiría de los Quintanilla, de Selena y de todos los que no la consideraron una persona inteligente. Repasaba las horas pasadas y sólo sintió dos momentos de zozobra: una cuando vio a Selena que salía de la habitación; otra en las primeras horas de estar parapetada en su camioneta. En ambas circunstancias sentía la misma angustia: si Selena había muerto o no. En el primer caso, pensó que el mundo se le venía abajo. Salió hecha una furia para rematarla. No había duda en ello. Jugada por jugada, debería cometer el crimen si las cartas estaban echadas. Podía soportar todo menos perder. Si tenía que estar en la cárcel, que fuera con los hechos consumados. De sólo pensar que podría quedar en evidencia sin haber logrado su cometido sería intolerable para ella. ¿Cómo podría mirarle la cara a Selena? ¿Cómo explicar lo inexplicable? Igual lo haría, como lo hizo horas antes ante el jefe de policía. Lloraría, juraría que no lo quiso hacer, que todo fue obra del padre de Selena, que le plantaron una trampa. Todo era posible … Pero habría algo que no toleraría … Mirar a Selena y no haberlo logrado. Eso sería para ello algo insoportable … También furon intolerables esas horas eternas parapetada en la camioneta a la espera de la confirmación de la noticia … Se sentía nerviosa, tensa … Tenía a miles de policías alrededor y ella cuidadosamente teniéndolos a raya poniéndose el revólver en la sien amenazando con suicidarse … Nunca lo haría …Estaba claro … Pero tenía que ganar tiempo … Tuvo que abandonar el plan original. Lo había pensado todo … Ella la mataría en su habitación y luego pediría ayuda en llamando al 911 … Luego saldría a los gritos pidiendo ayuda y miles de testigos la verían … También saldrían testigos del hospital en el que concurrieron esa mañana cuando hizo que Selena la acompañara para atender por sus supuestas dolencias … Todos dirían que estaban juntas, mostrándose tan amigas ... Todo estaba planificado … Supo en cuanto vio a Selena llegar a la habitación que su suerte estaba echada … Pero siguió lamentándose que ella le hiciera echar a perder parte de lo planificado … “Tuve que haber tenido en cuenta que ella tenía una fuerza de locos. Debí haberlo considerado. Si lo hubiese hecho, Selena nunca habría salido de allí…”, se maldijo la asesina, pero pronto se puso a pensar en lo que había logrado y volvió a sonreír … Cuando vio la sangre de Selena en el piso, en su propio cuerpo mientras huía a ninguna parte, en las paredes de su habitación y en todos lados, bajó el arma y volvió sobre sus pasos. Se sorprendió de su propia frialdad y eso le daba más que una gran satisfacción … Pensó cómo podría volver al plan original. Por lo pronto, se volvió a su habitación lo más silenciosamente posible. Rogó que nadie la hubiese visto. Pero había ese alguien ... Pero no ... Se notaba que estaba impresionado al ver a Selena en ese estado ... Creyó verlo a punto de vomitar ... No ... No creía que la hubiese visto ... Por las dudas, miró con discreción a su alrededor y se metió a su habitación tratando de hacer el menor ruido posible. Sabría que el ruido del disparo se podría interpretar como un ruido del reviente de un neumático o algo parecido. Cuando cerró la habitación, y vio la sangre y el desorden se sintió victoriosa ... Lo había logrado … O casi … Pero en ese momento no había tiempo para alegrías o lamentos … Tenía que pensar rápido … Rápido y bien … Ya no podría salir a pedir ayuda … Ya no podría clamar por Selena … Ya no podría tirarse sobre su cuerpo lamentándose por tan terrible accidente ante miles de testigos … Tenía que ver cómo seguir con el plan … Tenía que cerciorarse de si lo había logrado … Sabía que no podría seguir por mucho tiempo allí … Vendrían por ella y no tenía sentido seguir en esa habitación teñida con color rojo de sangre … Se le ocurrió que el único lugar que le quedaba era la camioneta y esperar … ¿Y cómo? Amenazando con suicidarse, con seguir con la farsa del accidente …Tenía que ganar tiempo … Un tiempo precioso … Fue hasta la camioneta y en cuanto vio llegar a los primeros policías se puso el arma en la sien … Le había puesto el seguro para que no saliera un disparo más. Ya lo quitaría en su debido momento … La radio de la camioneta que utilizaba para acordar con los policías su futura rendición le servía para enterarse de las noticias y de lo que se decía sobre la suerte de Selena … Fueron horas eternas en las que la asesina estaba más que nerviosa … ¿Y si resultaba que no había muerto? ¿Y si resultaba que Selena se había salvado?  Se querría matar en serio si resultaba ser cierta esa posibilidad aunque en realidad ello no sucedería … Nunca lo haría … Ella era inteligente … Y ganaría … ¡¡Claro que ganaría!! … La habían subestimado … Y allí estaba … Triunfante … Y una vez más lograba acaparar la atención con sus engaños … Miles de policías, periodistas y cadenas de televisión tenían sus ojos puestos en ella … Y la asesina allí estaba … Logrando su objetivo … Sólo había que esperar … Esperar el ansiado momento …El ansiado momento de la confirmación… Hasta ese momento todo era nerviosismo y confusión … Balbuceaba cosas sin sentido … Pero hasta eso lo tenía planificado … Sabía que la estaban grabando y que cualquier cosa de más que dijera sería usado en su contra … No tenía que decir nada … nada hasta la confirmación de la noticia … Y el ansiado momento ocurrió … Cuando escuchó la noticia: “Lamentamos decirles que Selena ha muerto…” sintió una mezcla de sensaciones … De alivio, de victoria, pero también de derrota … Porque lo que hizo fue una solución in extremis … Sabía que perdía para siempre a Selena y que nada podría ser como era antes … Ya no podría influir … Ya no podría manipular … Ya no podría hacer lo que ella quisiera … Ya no podría seguir el camino del éxito bajo su conducción ... Pero antes que la derrota prefería eliminarla aunque nada quedara luego de ello … Aunque sólo a la asesina le quedara la soledad pero la seguridad de que nadie podría salirse con la suya … Nadie sin su consentimiento … Nadie sin su aceptación…

La asesina estuvo casi sin dormir esa primera noche … Pensó que cuando viniera un abogado le diría su intención … “Mire, doctor … Lo mío es a todo o nada. No me gustan las tibiezas. O gano o pierdo. O salgo libre de culpa y cargo, o me pudro en la cárcel. No voy a aceptar la confesión ni nada a cambio de que me den menos años de cárcel. Yo quiero salir de aquí inocente, no culpable con pena atenuada, ¿me entiende? Los tiene que convencer de que todo fue un accidente. ¡¡Todo!! ¿Me entendió? Si no hay nada que hacer, pues bien, me quedaré con la prisión perpetua. En ambos casos me encargaré personalmente de reírme de los Quintanilla y de enrostrarle que les gané, que les saqué su diamante en bruto, que logré que ellos no triunfen sin mí. Si es con mi inocencia, mejor. ¿Qué mejor que salir a la calle y reírme de su derrota sin que ellos puedan hacerme nada? Y si no es así, despreocúpese. Diré tantas barbaridades de ellos que desearán de por vida no haberme conocido ni aceptado. Diré tantas cosas que haré que el Señor Quintanilla llore más de una vez a solas por haber creído que conmigo podía. ¡¡Ya verá!! ¡¡Se acordarán de mí tanto ellos como sus fans!! ¡¡Ya verá!!”. Lo tenía todo planeado, aun con todo lo sucedido … Ahora debería entregarse al juicio … Pero se tenía fe … mucha fe … Porque podía parecer tonta, sumisa, servicial, ingenua … Pero no lo era … Ella era inteligente … Ella era muy inteligente …Ya lo había demostrado … Ella estaba contenta y los demás estaban llorando … Ella había resultado victoriosa … Los demás … Los demás eran los derrotados…

De pronto salió una luz de su habitación … Ya era la madrugada … Una silueta se pudo ver desde allí … Una persona se le acercó y se prestó a saludarla … Ella no lo pudo reconocer … Era una persona extraña … Tenía un ojo desviado, era bajo y de aspecto un tanto desalineado … Cuando le dijo que era el Teniente Colombo, de la División Homicidios del Condado de Nueces, no lo podía creer … Podía pensar que era un pordiosero, parte del personal de limpieza o lo que sea … ¿pero policía? “Disculpe la hora, señorita. Pero entenderá lo sucedido … Vengo a hacerle unas preguntitas…”. La asesina sintió que había llegado el momento de nuevo. Rompió en llantos y comenzó a decirle una y otra vez que lamentaba lo sucedido, que había sido un accidente, un lamentable accidente … Lloraba y lloraba, y en todo momento esperó que el teniente se acercara tratando de consolarla o de decirle algunas palabras para interrumpirla. Pero notó que nada de eso hizo el policía … Más bien dejó que terminara de exteriorizar su “dolor” … Cuando la asesina terminó la primera parte de su actuación, el teniente le acercó un pañuelo y le dijo, antes de pedirle que comenzara a contarle lo sucedido, que “es muy triste lo que ha pasado, señorita. Sé que es un lamentable accidente, pero ya sabe, mis superiores me presionan para que les pase un informe convincente para disipar cualquier duda. Por eso estoy aquí. Quédese tranquila…”. La asesina se quedó un tanto contrariada. No podía ser que no supiera el teniente sobre el informe de su “confesión” … “Pero teniente, usted debe saber que ayer me interrogaron y yo les dije que…”. El teniente la interrumpió: “¿Usted habla de su confesión? ¡¡Ah!! Sí, sé de ello. Pero dudo de que se lo tomen en serio en mi Departamento. No había un abogado presente. Cualquiera en un juicio puede tomar como ilegal esa confesión. Además, yo dudo de que usted haya querido matarla. Porque usted la quería, ¿no? Demás está decir que usted es inocente hasta que se demuestre lo contrario … Los Quintanilla piensan lo mismo…”. La asesina estaba absolutamente descolocada. No sabía qué decir. Esperaba otro interrogatorio, otra forma de encarar la investigación. Parecía que había pasado una eternidad entre el día anterior y éste. “¿Qué los Quintanilla piensan lo mismo? ¿Pero acaso piensan que…”. El teniente la volvió a interrumpir: “¡¡que es inocente!! ¿Acaso pensó lo contrario? ¡¡No!! ¡¡Claro que no!!”. Ellos lo han entendido todo. Están tristes por lo sucedido pero saben que usted nunca tuvo intenciones de hacer semejante cosa. Chris -¿ése es el nombre de su esposo, no?- me dijo que dos días atrás fueron a verla porque decía que había padecido un intento de violación y que la vio mal. Es más. Me dijo que sabía que Selena iba a verla ayer para llevarla al hospital. ¿No es así? Pues bien. Todos saben que nunca haría algo semejante. Usted sería incapaz de planificar algo tan atroz. Ya sabe que para eso hay que tener cierta capacidad…”. La asesina empezó a mirar al teniente con cierto desagrado. ¿Qué le estaba queriendo decir? ¿Qué ella no era capaz? ¿Qué no era inteligente? Se ve que ese tonto y mugriento policía no la conocía … Si no, ya vería … “No, usted no sería capaz. Usted la amaba, ¿no? La amaba mucho”, dijo el detective y la asesina se sobresaltó. Se había quedado en sus oscuros pensamientos y no había notado que él le seguía hablando. “Pero bueno, señorita, cuénteme. Cuénteme lo que pasó para poder elaborar mi informe y calmar a mis superiores…”.

“Verá, teniente. Todo fue un horrible accidente. Una gran confusión. Le tengo que confesar algo: ella tenía problemas con su padre. Selena se quería liberar de su yugo ... Y de otras cosas también ... Se quería ir a Monterrey. Ya tenía vista una casa para alquilar. Solía irse con diversas excusas. Se ponía una peluca y llevaba siempre un documento falso para que no la reconocieran. Yo lo vi. Decía ‘Selena Pérez’. Solía ver a ciertas personas. Y no aguantaba más. Se quería ir cuanto antes. Yo trataba de que no lo hiciera. Que sería una decepción para mí, para los fans, para todos. Cuando volvimos del hospital yo estaba muy disgustada con ella. Estaba decidida a no seguirle el juego. Empezamos a discutir. La puerta estaba abierta. Selena me dijo ‘Yo te lo voy a explicar’ y se paró como para cerrarla. Yo le dije que no lo hiciera. Me parecía que lo mejor era que se marchara. Traté de que recapacitara de cualquier manera. Por eso tomé el arma y me la puse en la sien para que eso la hiciera reflexionar. Pero Selena creía que podría convencerme y se empecinó en cerrar la puerta. Yo traté de impedírselo. Pero todo fue rápido, muy rápido. No me di cuenta. Traté de hacerle señas para que no lo hiciera otra vez. Pero lo hice con la mano en la que sostenía el arma. ¡¡Y se me disparó!! ¡¡No sé cómo!! Y ella salió corriendo. Yo quedé en estado de shock. Traté de aliviarme pensando que tal vez no la había herido y que ella había podido salir, pero después supe por los gritos de afuera que le había dado y que ella estaba malherida. Entré en total desesperación. Salí de la habitación y lo único que intenté fue encerrarme en mi camioneta. Y cuando vi a los policías sólo puse el arma en mi cabeza. Lo demás casi no lo recuerdo. Llovía mucho, mucho. Más de una vez quise dispararme pero no me animé. ¡¡Por eso no lo entiendo!! ¡¡Cuando salió una bala de mi arma fue cuando no deseé y fue contra Selena!! ¡¡Ojalá esa bala hubiese sido para mí, teniente!! ¡¡Yo no sé qué hacer!! ¡¡Tendré que llevar esta pesada carga toda mi vida!! ¡¡Y no lo podré hacer!! ¡¡Se lo juro, teniente!! ¡¡Ahora mismo lo quiero hacer!! ¡¡Deme un arma, teniente!! ¡¡Por favor!! ¡¡Firmo ahora mismo una nota y me mato, me mato!! ¡¡No lo puedo soportar!!” ... Y la asesina volvió a romper en llantos … Quería impresionar al teniente. Ella estaba convencida y más con lo que le había dicho … Pensaba que los Quintanilla eran al final y al cabo más tontos de lo que pensaba. Que pensaban que era inocente. ¡¡Qué ingenuos!! Había que seguir con la farsa. Al final y al cabo ese tonto teniente era también un iluso más…

“¡¡No, señorita!! Yo no haría eso. Además, yo no llevo armas. No se lo diga a nadie, pero nunca llevo armas a ninguna parte. No se preocupe. La entiendo. Es un accidente. Un lamentable y absurdo accidente…”, le dijo el teniente y después hizo una larga pausa mirando la nada misma. La asesina se quedó mirándolo … Lo veía confuso y pensativo … “Hay una cosa que no entiendo, señorita … Tengo aquí la confesión que hizo … Ya sabe que no es válida legalmente, pero la tomo como para chequear lo declarado … Aquí dice que cuando vio a Selena ir hacia la puerta usted le dijo: ‘No intentes abrir la puerta’ … Eso me tiene confuso … ¿La puerta estaba abierta o cerrada? ¿Por qué usted no querría que Selena la abriera? ¿Acaso estaba cerrada? ¿Acaso se querría ir? ... No entiendo...”. La asesina contuvo la respiración. Pero pensó que lo podía explicar ... “Usted entenderá, teniente … Es que estaba nerviosa, muy nerviosa ayer … La puerta estaba abierta y Selena quería cerrarla … Tal vez ante la presión de los policías que me interrogaron ayer dije ‘No abras la puerta’ en vez de expresar ‘no cierres la puerta’ … Tal vez fue eso…”, intentó decirle. “Sí, eso lo explica, señorita”, le dijo el teniente.

“¿Usted venía de Monterrey, no?”, siguió preguntándole el teniente. “Sí...”, alcanzó a decirle la asesina. “¿Y para qué fue allí?”, volvió a preguntar. “Me mandaron los Quintanilla para ver el tema de abrir los locales de Selena Etc. en Monterrey y en México DF...”, le explicó ella. “¿Usted tenía contactos allí?”, insistió el teniente. “Sí, los mismos que ellos y, sobre todo, Selena...”, dijo sugerentemente la asesina. Él la miró. “¿Usted lo dice por el doctor Martínez?”, siguió insinuando el teniente. La asesina lo miró intrigante sin perder la sorpresa que le daba que aquel policía tuviera más información que la supuesta. “Sí. Desde luego”, le dijo casi susurrando. El teniente iba anotando todo lo que decía ella en su pequeña libreta hasta que algo lo detuvo. Se quedó pensativo con cara de no entender hasta que le preguntó: “¿Y por qué no fue ella en vez de usted?”. La asesina se le quedó mirando. “¡¡Y claro!! -prosiguió el teniente-. Si Selena tenía mejor influencia sobre esos contactos, si Selena era la artista reconocida, si ella era la figura que acaparaba la atención, si ella era la que creó sus locales, si todos querrían verla y tratar con ella, ¿por qué iría usted? ¿Usted es la gerenta de Selena Etc., no?”. La asesina se sentía acorralada. “¡¡Claro, teniente!!”, le dijo enfáticamente. “Y la presidenta de su club de fans...”. “Sí”, le dijo algo fastidiosa ... “Desde hace unos años...”, aclaró el teniente. “¡¡Desde luego!!”, le dijo casi gritando la asesina ya cansada de las preguntas que, según ella, no llegaban a ninguna parte. “Entonces no entiendo”, se quedó nuevamente pensativo el teniente. “¿Qué es lo que no entiende?”, le volvió a decir sin disimular su fastidio la asesina. “No entiendo por qué no se quedó acá atendiendo los negocios de Selena y su club de fans, que eran muchos y muy importantes, y que el viaje lo hiciera Selena, su padre o alguien de importancia en la familia ... Eso es lo que no entiendo y ésas son las preguntas a las que debo hallar respuesta ... Por eso me las voy a anotar ...”. La asesina empezó a sentirse incómoda, como si los caminos se le cerraran y la condujeran a ella ... Y molesta por las preguntas del teniente y de sus sugerencias de que los demás eran los importantes ... No ella. “Usted me dijo que la atacaron en Monterrey cuando emprendía el regreso a Corpus Christi”, le dijo de pronto el detective. “Sí, ¡¡no me lo haga recordar!! Intentaron violarme. Recuerdo haber llamado desesperada a Selena pues necesitaba ayuda de inmediato. Quería que viniera pero ella no podía viajar para aquí. Estaba en Nashville grabando su disco en inglés...”, alcanzó a decirle la asesina con aire de falsa congoja ... El teniente asintió pero luego volvió a detenerse. “Pero qué extraño...”, alcanzó a decir ... “¿Qué es lo extraño, teniente?”, le dijo casi resignadamente la asesina. “Que haya ido a atenderse a Corpus Christi días después y acompañada por Selena. ¿Por qué no fue sola allí en Monterrey? Usted estaba desesperada ... Por eso llamó a Selena ...”, le dijo el teniente. “Pero es que estaba sola y aterrada. No sabía lo que podría pasarme allí. ¡¡Podrían atacarme de nuevo!!”, le dijo ella... “¡¡Sí, claro!! Eso lo explica, pero...”, se quedó reflexionando el teniente. La asesina no le dijo nada ... Sólo esperó el remate del policía ... “¿Por qué no fue sola aquí sana y salva? ¿Por qué esperó a ir con Selena?”. Acabo de venir del hospital en el que fue atendida. Me dijeron que usted no quiso hacerse revisar, que Selena se fastidió y que volvieron al motel sin hacerse ningún chequeo ... ¿Por qué le insistió tanto a Selena ir para luego negarse a que la revisaran? ¿Usted tiene una explicación?”, le preguntó directamente el policía. “Es que no sé, Teniente. Tenía una gran confusión, estaba cansada, dolorida y ¡¡muy asustada!! ¡¡No sé qué pudo haber pasado!!”, le dijo la asesina al borde de la histeria... “No se preocupe, señorita. No me lo explique ahora. Ya encontraremos el motivo. Son respuestas que debo hallar y usted no está en condiciones de explicármelo ahora”, le dijo el teniente extendiéndole la mano a modo de despedida. “Ya me retiro. Buen día, señorita. Nos veremos luego”. La asesina se quedó un largo tiempo mirando la nada. En ella repiqueteaba por su cabeza esas preguntas insidiosas de ese burdo teniente ... “¡¡No era un documento falso, señorita!! ¡¡No puede ser!!”, le dijo a los gritos una voz. La asesina casi muere de un infarto ... Era la voz del Teniente Colombo otra vez: “¿Qué no puede ser, teniente? ¡¡Me asustó!!”, le alcanzó a decir la asesina. “Perdóneme, señorita, pero es que no pude irme sin explicárselo. El apellido de Selena es Quintanilla, ¿no?”, le preguntó. “Sí, le contestó” ella. “Y el de su esposo, Chris, Pérez...”, insistió. “¡¡Claro!!”, le dijo la asesina con suficiencia y tranquilidad. “¡¡Ahí tiene la respuesta, señorita!! Selena no fue con documentos falsos a ningún lado. Desde que se casó con Chris en 1992 Selena pasó a llamarse Selena Pérez, según las leyes de nuestro país. Eso no funciona así en los demás países ... Por eso está bien ... Para todos era Selena Quintanilla o simplemente Selena ... Pero para la ley ... Selena era Selena Pérez. ¿Me entiende? Evidentemente muchos se han confundido con este tema”, le dijo el teniente, que volvió a estrecharle la mano para despedirse nuevamente. Cuando se fue, la asesina tomó una bocanada grande de aire y suspiró fuerte ... No sabía qué hacer con él ...”Una cosita más, señorita ... ¿Selena tenía problemas con el pelo, ¿no?”, le volvió a preguntar. “Si, desde que se le quemó el pelo a los 18 años nunca volvió a tenerlo como antes”, alcanzó a explicarle la asesina casi sin fuerzas ... “¿Ve? ¡¡Ahí lo tiene de nuevo!! No es que Selena usaba pelucas para pasar de incógnito. Las usaba por coquetería. Porque quería lucir bien ... en cualquier lado ... Cuando iba a Monterrey o a alguna otra ciudad, Selena casi siempre llevaba peluca y con sus documentos válidos ... Entonces Selena no viajaba a Monterrey de incógnito ... Iba como a cualquier lugar ... Eso me tiene más que confundido ... Pero no la molesto más ... Que tenga buen día”, dijo el teniente y le volvió a dar la mano. Colombo se fue y la asesina se quedó mirando, deseando que ese hombre no la molestara más con sus preguntas, con sus insinuaciones, con sus apariciones imprevistas ... Algo le olía mal ... Algo le hacía pensar que estaba más acorralada que nunca...

La asesina había pasado el segundo día en una habitación vip en la prisión de Corpus Christi. Había pedido a uno de los guardiacárceles que llamara a una de sus hermanas, que la quería ver ... Sólo a ella ... No lo hacía porque la extrañaba ... Le iba a dar instrucciones de lo que debía hacer y decir ... Qué debía hacer su familia, con quiénes se debían contactar, a quiénes recurrir ... Sabía que su hermana la obedecería ... Siempre la asesina tenía el control de todo en todos los ámbitos en los que frecuentaba y en su familia tenía más autoridad que cualquiera, incluso más que su padre ... Pero esa posibilidad se le frustró ... Un policía de mirada torva y de pocas palabras le dijo que eso en ese momento no podía ser, que el papeleo para ser autorizada a esa entrevista llevaría unos días y que ahora debía acompañarla, que alguien la estaba esperando ... La asesina caminó unos metros hacia la habitación contigua siguiendo el camino de ese hombre que no daba dos pasos sin volverse para mirarla de arriba abajo y seguir su andar ... Llegaron a la puerta y cuando la asesina entró vio al Teniente Colombo sentado en una silla mirando unos papeles esparcidos en su escritorio. El policía de pocas palabras carraspeó y el teniente levantó la vista ... Él hizo un gesto de aceptación a su colega y le hizo una seña en silencio a la asesina para que se le acercara ... Ella estaba inquieta ... No parecía que las cosas estuvieran bien ... “Teniente, quiero ver a mi hermana cuanto antes. ¿Cuándo la podré ver?”, le recriminó. “Muy pronto, señorita. Hacemos lo más rápido posible, pero ya sabe el tiempo que llevan los trámites y las autorizaciones...”. La asesina miró al teniente con resignación y optó por cambiar de tema. Había que encontrarle la vuelta para controlar la situación en vez de ser él quien lo hiciera: “¿Qué son esos papeles, teniente? ¿Cuentas por pagar?”, ironizó. “No, señorita -dijo el teniente sin dejar de mirar los papeles-. Son documentos. Desvíos de fondos. Cheques a nombre de un pariente suyo. Reclamos de fans de Selena de haber puesto dinero para su club y que no recibían nada a cambio ... Quejas. Muchas quejas ... ¿Usted sabía de todo esto, no?”. La asesina comenzó a transpirar frío. El teniente no parecía ser tan tonto como se suponía. Se sentía que estaba pisando sobre arenas movedizas. “Sí, sabía de esos reclamos, pero enseguida les di la opción de devolverles el dinero o de darle lo prometido en unas semanas más a cambio de una bonificación ... Pero no fue algo grave. De hecho nadie se desafilió ni hizo ninguna manifestación de protesta por ello...”. El teniente se quedó pensativo. “¿Pero nadie sabía de ello? ¿Nadie?”, le preguntó el teniente. “Tal vez sospechaban pero nunca me reclamaron nada. Alguna vez hablamos con Selena del tema, pero ella confiaba en mí y sabía que eran casos aislados...”. El teniente volvió a quedarse pensativo ... “¿Usted cree que Selena no se sentiría preocupada si aunque fuera sólo un fan se quejara?”, le preguntó insidiosamente. “¡¡No, claro que no!! Ella sufría si alguien no se sentía satisfecho, sea con sus actuaciones o con su trato con los fans. Ella siempre decía que se ponía muy mal si no sentía el Amor de su gente...”, aclaró la asesina tratando de dejar en claro su “admiración” por la bondad de Selena ... “¿Ve lo que le digo entonces? ¿Cómo no se iba a preocupar por la queja de su club de fans? ¿Cómo no iba a salir rápido a solucionarlo?, se preguntó el teniente, que enseguida empezó a buscar algo en los bolsillos de su arrugada gabardina hasta que lo encontró y dijo: “¡¡Aquí está la respuesta a mis preguntas!!” y le entregó el papel a la asesina. “¿Qué es esto?”, le dijo. “Los resúmenes de cuenta de los teléfonos de las oficinas de Selena Etc. y de q-productions. ¿No nota algo extraño? Fíjese bien”, le insistió el teniente. “No, no veo nada extraño”, le repitió la asesina. “Mire bien ambas cuentas y compare. Muchos llamaron hasta tres meses atrás indistintamente a ambos números. Todos son llamados de fans de Selena. Yo los chequee. Eran reclamos. Reclamos porque no recibían sus cosas. Pero en febrero y marzo ya los reclamos sólo se hicieron en Selena Etc. Hasta el 8 de marzo. Fíjese que en ese día llegó un llamado y algo pasó. Volvieron los llamados a q-productions. Antes de eso alguien parece que dio la orden para desviar los llamados para que los atendiera una persona y esa persona...”, dijo el teniente hasta que se le adelantó la asesina ... “Esa persona fui yo. Sí, fui yo ... Yo las desvié. Le pido mil disculpas por no decírselo antes ... No quería preocupar a Selena. Se produjo una confusión. Me equivoqué en las partidas y eso era un error imperdonable para mí ... Y si se enteraba el señor Quintanilla me mataría. Por eso tuve que hacerlo. Usted me entenderá...”, le suplicó la asesina. “Sí, eso lo explica, pero ¿qué pasó el 8 de marzo? ¿Y qué pasó después? A usted no la llamaron. Lo llamaron al padre de Selena. Yo le pregunté a él. El señor Quintanilla me confirmó el reclamo, y que al otro día hablaron con usted y que todo se solucionó. ¿Eso fue así?”, le insistió el teniente. “Sí, fue algo así. Me preguntaron y lo entendieron. Supieron de mi error y para mi suerte no se hizo tanto problema. Como verá, teniente. No fue tan grave...”, intentó tranquilizar la asesina. El teniente miraba preocupado. “Pero están estos cheques y estos documentos que había que declarar ante el Fisco ... Además, usted me dijo que nadie sabía de este tema. Pero ahora me dice que se reunió con el padre de Selena. ¡¡Entonces lo sabían todos!!”, le preguntó seriamente el teniente ... “Hasta ese momento. Hasta el momento del llamado. Ya sabe, teniente. No quería que se preocuparan de más. Cuando surgió ese llamado a q-productions el señor Quintanilla me llamó para reunirme con él...”, intentó tranquilizar la asesina ... “Con él, con Suzette, su otra hija ... y con Selena”, le aclaró el teniente. La asesina quedó petrificada. “¡¡Ah!! ¿No se lo dije? Sí. El señor Quintanilla me lo comentó. Me dijo que estuvieron todos reunidos, que todo se solucionó, me admitió que faltaba dinero pero que estaba todo encaminado. Sentí que me estaba ocultando algo... Hasta que lo averigüé y lo supe...”, reflexionó el teniente. “¿Qué pudo averiguar, teniente?”, dijo con suficiencia la asesina. “Que él había dado la orden de que usted no entrara más a sus oficinas. ¡¡A ninguna!! No entiendo por qué lo hizo. Pero supuse que aunque se lo preguntara, no me lo querría contestar. Allí pensé que usted me lo podría responder...”, dijo el teniente mirándola fijo a la asesina. Ella empezó a titubear. No sabía bien qué decir. “Yo no sabía nada de esa decisión. Yo pensé que estaba todo arreglado. Nunca imaginé que había dado esa orden...”, alcanzó a decir la asesina. Cuando no tenía las cosas planificadas ella no sabía bien qué hacer ni qué decir. Se sentía incómoda. Quería salir de esa situación pero allí estaba el teniente para hacerla sentir peor aún ... “No lo creo, señorita ... No lo creo ... Usted lo sabía, lo sabía muy bien...”, le dijo el teniente mientras sacaba esta vez sin titubear otros papeles de su gabardina y acercárselos sin mirarla para que los observara ... Esta vez la asesina no dijo nada ... Sabía lo que querían decir esos recibos ... “Ya lo ve, señorita ... El 9 de marzo tuvieron esa reunión. Usted lo admitió. Inmediatamente el padre de Selena le impidió el acceso a sus instalaciones y usted compró el arma. ¿Qué pensaba hacer con ella? ¿Por qué lo haría? ¿Me lo puede explicar?”. La asesina sintió que llegó el momento de actuar de nuevo. Rompió en llantos. El teniente esta vez la miró sin ocultar su incredulidad. “¡¡No es lo que usted piensa, teniente!! ¡¡Yo nunca le haría daño a Selena. Nunca!! ¡¡Yo la quería, la quería mucho!! ¡¡Lo hice por precaución!! Ya lo sabe, teniente. Ya se lo dije y lo sabe por las grabaciones que seguramente escuchó. ¡¡Le tenía miedo al señor Quintanilla!! No sabía si vendría a mi casa a matarme o a mandar a alguien a hacerlo ... ¡¡Por eso lo hice!! Tenía miedo, mucho miedo ... ¡¡No sabía qué hacer!! Quería llamar a Selena pero no podía...”, bramaba la asesina “¿No lo hacía por qué vio el rostro de Selena aquel 9 de marzo? ¿Había visto su desaprobación, acaso, y no lo podía tolerar, y por eso no se animaba a llamarla?”, le insinuó el teniente. “¡¡No, no fue eso!! ¡¡Para nada!! ¡¡Nunca lo haría!!”, rogó la asesina. “Tal vez, tal vez -le dijo el teniente-. Pero hay varias cositas que no encajan ... Chris me dijo que en esos días usted convenció a Selena para encontrarse en un lugar y que Selena fue con la idea de decirle que seguían confiando en usted. Según su esposo no era tan así pero que sintió que lo mejor para todos era que las cosas siguieran bien sin tomar decisiones apresuradas ... Y se ve que la convenció, por no decirle que la engañó...”, volvió a insinuar el teniente ... La asesina no pudo disimular su furia por las insinuaciones del teniente y lo interrumpió: “¿Cómo que me enga ... cómo que me convenció?”. El teniente le retrucó rápidamente: “¡¡Por el arma, señorita, por el arma!! Según Chris, cuando Selena le dijo que contaba con su respaldo, usted recuperó la sonrisa, la abrazó y allí le mostró el arma. Selena se sobresaltó pero usted la tranquilizó diciéndole lo mismo que a mí, que era por precaución. Me pregunto por qué la alegría le hizo mostrar el arma a Selena. ¿Me puede decir por qué hizo eso?”. La asesina se quedó muda. El teniente comenzó a juntar los papeles del escritorio y a silbar bajito ... La asesina se impacientó hasta que por lo bajo el teniente murmuró: “Si no me hubieses apoyado, te habría matado allí mismo...”. La asesina preguntó perpleja: “¿Pero qué dice teniente?”. “¿Yo? ¡¡Nada!! -respondió Colombo- ¡Sabe usted? Esto me confunde más. El padre de Selena le impide el paso. Usted compra el arma. Le dice a Selena y a mí que era por precaución. Luego Selena le da la confianza. Usted se tranquiliza. Le muestra el arma ... ¡¡Y la devuelve!! ¿Por qué la devolvió? ¿No era que la necesitaba? ¿Qué le hizo cambiar de parecer?”. “¡¡No sé, no sé, teniente!! ¡¡No sé a dónde quiere llegar!! Seguramente con lo hablado con Selena sentí que ya no querrían hacerme daño, que el señor Quintanilla no me querría echar de sus instalaciones. Tal vez por eso lo hice. ¿No le parece?”, le dijo frenética la asesina. “Sí, eso lo explica. Usted se tranquiliza. El padre le permite seguir en Selena Etc. Usted devuelve el arma ... Pero volvemos al principio. ¿Y el dinero faltante? ¿Por qué no retomó sus funciones en Selena Etc. y la mandaron a Monterrey? Si Selena quería alejarse de su padre, ¿por qué no aprovechó y se fue ella a Monterrey ya que tenía, según usted, una casa alquilada? No hay nada de Selena que me indique que había problemas con su padre ... Pero sí con usted ... ¿Ahora entiende mi problema, señorita? Además, el arma ...”, dijo el teniente en forma inquietante. “¿Y qué pasa con el arma?”, le dijo furiosa la asesina. “¿Pero cómo qué pasa? ¿Acaso no lo ve? Usted volvió a la armería a comprar el arma. ¿Qué pasó en el medio que la hizo volver a comprarla? Eso es algo que me molesta y no voy a poder dormir hasta encontrar la respuesta...”, le explicó el teniente. “¡¡Pero ya le dije, teniente!! ¡¡Es por la inseguridad!! ¿Acaso no sabe lo que me pasó en Monterrey? ¡¡Volví a sentir miedo!! ¡¡Por eso volví para comprar de nuevo el arma!!”, le gritó la asesina. “Así que cuando le ocurrió aquello de Monterrey usted llamó a Selena, luego fue a San Antonio a readquirir el arma, viajó a Corpus Christi, llamó miles de veces a Selena para reunirse a solas con ella y después, sólo después, decidió ir al hospital para no ser revisada ni hacer la denuncia correspondiente a la policía ... Permítame no comprenderla, señorita”, le dijo el teniente. “¡¡Bueno, ya basta, teniente, con sus preguntas e insinuaciones!! Si no tiene más nada que decir preferiría descansar y hablar con un abogado. Creo que ya es hora de hacerlo, ¿no cree?”, le dijo terminantemente la asesina. “No se preocupe, señorita ... No la molesto más. Le digo que están tramitando un abogado de oficio para que la patrocine, pero igual no va a ser necesario ... Recuerde que usted es inocente ... Hablar de asesinato implica hablar de algo muy planificado y elaborado ... Y todos sabemos que fue usted la que le disparó a Selena ... Y usted la amaba ... Y nunca sería capaz de hacer semejante cosa ... No sería capaz ... No podría ...Bueno, señorita, la dejo ... Descanse ... No creo que la moleste más ... Buenas noches”, le dijo el teniente y encaró la salida para retirarse ... Antes de llegar se detuvo, puso la mano sobre su cara, se dio vuelta y le dijo: “Una cosita más. Usted me dijo que quiere ver a una de sus hermanas, ¿no?”. “Sí ... Quería hablar con ella de algunas cosas...”, le explicó la asesina un tanto más tranquila ... “Sí, entiendo ... ¿pero por qué no citó a sus padres o a los demás miembros de la familia?”, le volvió a preguntar el teniente. “No lo quise hacer ahora. Estoy muy avergonzada para ver a los demás. Quiero que me dejen libre para recién allí verlos. Sólo quería expresar mis sentimientos a mi hermana y que ella se encargara de tranquilizar al resto de la familia”, le respondió la asesina. “Sí, eso lo explica todo”, le dijo el teniente sonriendo. Luego hizo una reverencia y abrió la puerta para irse. Cuando estaba la asesina por cerrarla del todo, la atajó el teniente y le dijo: “Una cosita más, señorita. ¿Su hermana es la misma que firmó los cheques, no?”. Ella se quedó muda. El detective ni esperó la respuesta. “Que descanse, señorita. Veo que lo necesita” y se retiró del lugar...

La asesina había terminado agotada aquel día, por lo que a la noche le costó dormirse. Le venía a la mente la cara del Teniente Colombo y sus insidiosas preguntas, y lo maldecía una y otra vez ... Tenía ganas de recuperar el arma para poderle disparar como lo había hecho con Selena con el fin de no verlo nunca más ... Pero en cuanto durmió lo hizo profundamente y sin sobresaltos ... Ya era casi el mediodía cuando un tremendo portazo la despertó ... Se sentía tan cansada y adormecida que estuvo a punto de seguir durmiendo, pero enseguida escuchó a alguien en la habitación contigua que decía: “¡¡No se te ocurra abrir la puerta!! ¡¡No se te ocurra!!”. La asesina se asustó de verdad. Estaba por llamar a su guardia cuando escuchó un disparo. Eso, en vez de hacerla asustar, la sedujo. Colgó el auricular y corrió rápido en dirección a la habitación contigua. Cuando abrió la puerta alcanzó a ver que una persona salía al exterior con un arma en la mano. La asesina pudo ver la habitación llena de sangre y de olor a pólvora, y en vez de huir siguió adelante. Siempre se dice que el criminal vuelve a la escena del crimen. Eso debe haber debido pensar la asesina que siguió paso adelante como queriendo recrear aquello, como queriendo ver la repetición de su triunfo ... Cuando salió al exterior vio a un hombre que se tomaba el estómago y amagaba con vomitar. De pronto el hombre se detuvo, miró hacia donde estaba la asesina y comenzó a señalarla. “¡¡Es ella, es ella la que le disparó a Selena!! ¡¡Yo la vi, yo la vi con el arma en la mano!! ¡¡Le iba a disparar de nuevo pero como la dio por muerta se volvió a la habitación!! ¡¡Yo la vi!! ¡¡Es ella, es ella!!”. La asesina quedó petrificada. Ese hombre, ese hombre lo había visto en algún lugar ... No podía recordarlo pero había sido hace poco, hace muy poco ... De pronto cuando vio que ese hombre se le acercaba sin dejar de señalarla, lo recordó. Era ese hombre que vio cuando fue a rematar a Selena. Cuando entendió qué significaba ello, intentó dar media vuelta para huir de allí, pero en cuanto lo hizo se encontró con el policía de mirada torva que la miró fijo y le hizo un gesto de “no” con el dedo índice de su mano derecha. Cuando volvió sobre sus pasos se encontró con el Teniente Colombo. “Lo reconoció, no? ... No lo niegue. Ya lo chequeamos. El es la persona que la vio salir el mediodía del 31 de marzo de la habitación 158 del Motel Days Inn. El único que la vio con el arma en la mano apuntándole a Selena cuando huía herida de su primer y único disparo. Tal vez sin él no habría testigos que pudieran certificarlo. Ahora sabemos que usted también lo vio ese día...”. La asesina se quedó sin habla ... No sabía qué decir ... Trataba de entender cómo había llegado allí hasta que Colombo prosiguió con su relato ...”¿Sabe qué es lo curioso de todo esto? Que yo hasta ahora pensaba que era un accidente, pero claro, había tantas cosas que no encajaban ... Mire ... No pude dormir en toda la noche ... Trataba de entender lo sucedido hasta que se lo conté a mi esposa ... ¿Y sabe lo que me dijo ella? Que yo era un tonto ... ¡¡Un reverendo tonto!! Que el caso era clarísimo y que yo tenía todas las pruebas para ello ... Me dijo que cómo no lo veía. Me dijo que usted cometió un homicidio ... y no sólo eso ... Me dijo que usted lo planificó todo ... ¡¡absolutamente todo!! Que usted utilizó artilugios para convencer al señor Quintanilla para hacer un club de fans de Selena, y que a partir de ello comenzó a meterse de a poco en la vida de ellos hasta hacer que se hicieran las cosas a su antojo ... Que usando el perfil bajo y aparecer como una empleada servicial y siempre dispuesta fue ganando la confianza de todos hasta tener influencia en decisiones familiares a las que nadie ajeno a la familia tenía acceso ... Primero ser la presidenta del club de fans, luego ser Dama de Honor en el casamiento de Suzette, más tarde ser la amiga y confidente de Selena, luego su asistente y gerenta del local de ensueños de Selena, Selena Etc. Usted era para muchos una más en la familia. Podía ingresar a los estudios de q-productions, a la casa de Selena y a cualquier propiedad de los Quintanilla sin ningún problema. Usted, señorita, era una persona de extrema confianza. Pero algo pasó. Un robo, un desfalco, maniobras extrañas hicieron dudar al señor Quintanilla. Cuando lo pudo comprobar se lo dijo a la familia y usted fue convocada. No supo qué explicarles. Vio la cara de Selena y supo que estaba perdida. Ya no podría ni influirla ni manejarla. Pensó que su vida se había acabado, pero antes que ver a los Quintanilla triunfantes, optó por eliminar a Selena. Si ya no podría utilizar a Selena para sus fines, ya no le servía ... ¿Y qué mejor que castigar a su padre matándole a Selena, su diamante en bruto? Por eso compró el arma. La pensaba matar hace tres semanas. Pero cuando habló con Selena y ella le dijo que aún confiaba en usted, le dio una nueva oportunidad. Pensó que las cosas podrían volver a la normalidad, pensó que el señor Quintanilla no iba a perseguirla por temor al escándalo y que Selena lo convencería de que la podían perdonar ... Usted esperó paciente ... Aceptó ir a Monterrey pues pensó que eso le haría seguir manejando las cosas de Selena como siempre, y que a la vuelta usted retomaría sus funciones como si nada hubiese pasado. Pero se nota que algo le hizo ver que eso no sucedería, que la querían apartar de la familia y que Selena consentía esa decisión. Ahí comenzó a elaborar el plan ... Volvió a San Antonio para tomar de nuevo el arma y usó todos los artilugios para que Selena fuera sola al motel en el que se hospedaba en Corpus Christi. En todo momento la hizo sentir culpable con que la habían dejado de lado y que la habían abandonado. Utilizó el argumento del intento de violación para atraer a Selena a su trampa y no fue azaroso que dijera que fue en Monterrey el episodio. Lo tenía todo planificado. Cuando estuviera en Corpus Christi y le contara lo que supuestamente le había pasado, sabría que Selena la acompañaría a solas, aunque sea a cambio de que le devolviera esos papeles que usted no quería darle pues sabría la estafa cometida. Y sólo quería ir allí para que muchos testigos pudieran declarar que en el día del ‘accidente’ usted estuvo allí con su amiga y que entre ustedes estaba todo bien, lo suficientemente bien como para acompañarla allí a solas. Pero había un problema. A usted no le habían hecho nada. ¡¡Absolutamente nada!! Y para evitar que Selena certificara ello, usted se negó a ser revisada. Sus conocimientos de enfermería le hacían saber que en Corpus Christi la policía sólo podía intervenir de oficio si usted hubiese dicho que intentaron violarla allí, pero si decía que había sido en otra ciudad, sólo podían intervenir si usted accedía ... y no lo hizo. Eso usted lo sabía y por eso lo manejó así. Una empleada del hospital iba a avisar a la policía, pero un médico le dijo lo que usted ya sabía. Eso no pudo evitar que Selena se fastidiara. A usted no le importaba mientras no hiciera un escándalo, pero la empleada notó el pesar de Selena y quiso preguntarle. ¿Y sabe qué dijo la mujer? Que Selena no quiso decirle nada por temor a que usted escuchara. ¿Sabe lo que dice mi esposa? ¡¡Que usted es una psicópata!! Y que cuando volvieron al motel fue a ejecutar el último acto de la obra. Selena estaba enojada y le dijo que ya no la quería ver más. Es muy probable que le dijera que ahora se daba cuenta de lo que era usted en realidad. Y amagó con devolverle el anillo de huevos fabergé que usted le había regalado. Ahí decidió que era el momento. Como buena psicópata, decidió que tenía que matarla antes de que viera cómo Selena la rechazaba. Y echó a rodar su plan. Sólo que hubo una falla ... una falla fatal. Las cosas hicieron que Selena se fuera de la habitación. Usted la persiguió para rematarla ... Era preferible pudrirse en la cárcel antes que verla viva ... Pero al salir vio la cantidad de sangre y vio a ese hombre descomponiéndose al ver a Selena cómo se desangraba ... Supo que la suerte estaba echada y volvió a la habitación ... Pensó que podía seguir el plan pero para eso debía salir del lugar ... No para huir sino para negociar. Decidió parapetarse en su camioneta amenazando con matarse y hasta cerciorarse de que Selena estaba muerta, y cuando escuchó la noticia sólo espero el momento para entregarse. Sabía que podía decir que todo había sido un accidente y aportaría esas pruebas con las que tanto planificó. No era un plan perfecto como al principio, pero lo podía sobrellevar ... Nadie podía probar que usted intentó matarla ... Pero alguien la vio y aquí lo tiene. Él no tiene duda. Y mi esposa tampoco ... ¿Pero sabe señorita? Yo sigo teniendo dudas. ¿Ya le dije que mi esposa está segura de que usted planificó el homicidio, no? Pues bien, tuve una gran discusión con ella anoche. Yo le decía que no, que no podía ser. Que usted amaba a Selena, la quería mucho, y que jamás dañaría a ella y a su familia. Le dije que sonaba convincente su explicación, pero usted no podría pensar en un plan así ... Que usted no tiene la capacidad emocional para hacerlo. Que se requería de una inteligencia y de una frialdad que usted no tenía ... por su afecto a Selena ... ¡¡No sabe cómo discutimos!! Fue tal la discusión que le dije que con todo respeto usted nunca podría hacer eso, que usted nunca estuvo para esas decisiones, que usted era buena para ejecutar decisiones de otros, pero no para mandar ... Usted me entiende ... Le dije que yo me imaginaba a alguien más hábil, más inteligente, más frío, más calculador elaborando semejante plan ... Y usted, señorita, usted no estaba para hacer esas cosas ... usted amaba a Selena ... usted era...”. La asesina lo interrumpió enfurecida: “¿Qué me está queriendo decir, tonto policía machista? ¿Que yo no soy tan inteligente? ¿Que yo no lo puedo hacer? ¡¡Dígale a su esposa que tiene razón!! ¡¡Que tiene razón en todo!! ¡¡Yo lo hice!! ¡¡Yo lo planifiqué!! Esos tontos pensaban que me podían sacar del medio así nomás ... ¡¡No sabían con quién se metían!! Me juramenté hacerles la vida imposible. ¡¡Sí, sí, yo la maté!! ¡¡Resultó ser una traidora, una servil de su familia que la dominó siempre!! Yo la quería liberar de todo eso y ella me traicionó. ¡¡Por eso la maté!! ¡¡Porque no me defendió!! Y también por su padre, que osó atacarme. No sabía con quién se metía ... ¡¡Ahora lo sabe muy bien!! Y esto no va a quedar así. ¡¡Ya en breve diré cualquier cosa de él, de Selena, de Chris, de todos los Quintanilla!! ¡¡Les haré vivir días de infierno!! ¡¡Les haré llorar de arrepentimiento por lo que me hicieron!!...”. Cuando la asesina hizo una pequeña pausa, Colombo miró al policía de mirada torva, al testigo del crimen y a las dos protagonistas que hicieron la dramatización del crimen. “¿Ustedes escucharon lo que esta mujer dijo?”. Todos asintieron. La asesina salió de su estado de excitación y comenzó a entender lo sucedido ... Colombo se acercó y sólo le dijo: “Queda usted arrestada por el intento de homicidio de Selena Quintanilla, de Selena Pérez, de Selena Quintanilla Pérez o de Selena, como usted prefiera llamarla...”. La asesina seguía perturbada ... Colombo prosiguió: “¿Sabe que es lo que me genera curiosidad, señorita? Saber qué le diría a Selena si la viera entrar por esa puerta ... ¿Se le ocurre algo?”. La asesina seguía en su mundo ... “¿Y qué importa lo que le pueda decir si ya no hay forma ... Espere ... Usted me dijo que estaba arrestada por intento de homicidio ... ¿Esto es un chiste?  Esto...”. De pronto Colombo hizo una seña y el policía de mirada torva abrió la puerta ... La asesina miraba boquiabiera que tras ella entraba Selena en silla de ruedas llevada por su madre. Detrás de ellos entraba la Familia Quintanilla en pleno ... La asesina miró a Colombo y los miraba a los Quintanilla ... Comenzó a tartamudear ... Buscaba la complicidad o la conmiseración de alguien, pero todos la miraban seriamente y en silencio ... “Pero yo la vi, yo la vi herida. Ya estaba casi muerta. Y después escuché, escuché por la radio que estaba muerta. ¡¡Todos me lo confirmaron!! ¡¡No, no, no!! Esto no puede ser cierto. Ésa no es Selena. ¡¡No puede ser Selena!! ¡¡Sí, claro!! ¡¡A mí no me van a engañar!! Esto es una broma, ¡¡una broma de mal gusto!! ¡¡Que venga un abogado!! ¡¡Esto es una farsa, una burda farsa!!”. A la distancia, Selena alcanzó a decirle: “¿Acaso no me reconoces? ¿Crees que soy una doble? ¡¡Acá te dejo una muestra de que no!! Y le arrojó el anillo de huevos fabergé que cayó exactamente al lado de sus pies ... Colombo le acercó una silla y le pidió a la asesina que se sentara ... “¿Cuándo lo supo?”, alcanzó a decirle ella con la mirada perdida ... “Desde el principio ... Es irónica la vida ... ¿Sabe cómo llegué al caso? En el mismo momento de lo sucedido ... Llamaron al Departamento de Policía denunciando un homicidio ... Cuando llegué me enteré que a la persona que le habían disparado no había muerto, que se la habían llevado al hospital ... Estaba por marcharme pero se me dio por preguntar por qué dieron por muerta a la persona herida ... Aparte del estado en el que estaba Selena, todos atestiguaron que hubo una persona que creyó escuchar que Selena había llegado a pronunciar su nombre y el número de su habitación antes de desmayarse ... Eso nunca se pudo comprobar pues nadie más la oyó y porque Selena no recuerda haberlo dicho ... Pero eso me condujo a usted ... Allí supe que estaba parapetada en su camioneta amenazando con matarse ... Eso me hizo pensar ... En ese estado difícilmente usted podría sostener el arma ... O se hubiera entregado al instante o se hubiera suicidado sin dudar ... O hubiese intentado huir ... Pero allí estaba ... Tuve una corazonada ... Pensé que tal vez usted estaba esperando algo ... Pregunté y me enteré que estaba con una radio para comunicarse con los policías que la cercaban ... Y que con ella se enteraba de las últimas noticias sobre Selena ... Fue allí cuando les pedí que me confirmaran el estado de ella en el hospital ... Yo debía saber primero si moría o si estaba evolucionando ... No importaba lo que pasaría después ... Quería saber lo que iba a pasar en ese día ... Si moría, yo daría la orden de que escuchara la información oficial, pero si Selena se salvaba, daría la orden de que escuchara algo que no estaba ocurriendo ... Sólo así sabría lo que verdaderamente había sucedido y lo que usted esperaba ... Dejé que ese día la interrogaran como si Selena hubiese muerto mientras yo investigaba ... Luego aparecí yo en su vida ... Lo demás ... usted ya lo sabe...”. La asesina se quedó mirando el piso. El policía de mirada torva la invitó con una seña para que se dejara esposar ... La asesina lo aceptó sin chistar ... Lo mismo hizo cuando fue invitada a salir del lugar ... La asesina salió sin levantar la vista, sin querer mirar los ojos de Selena ...

Cuando todo terminó, Colombo se acercó a Selena. “¿Todo va mejor?”, le preguntó. “¡¡Sí, teniente!! Pronto volveré a caminar. Los doctores están asombrados con mi evolución, y yo ya quiero salir de aquí. ¡¡Me esperan todos allí afuera!!”. Colombo se enterneció con el entusiasmo de Selena, y le tocó su cabeza y le dio un beso en la frente: “Ahora descansa Selena ... Ahora puedes descansar en paz ... Ya todo está aclarado ... Sólo te queda vivir esta hermosa vida que te ha tocado”, le dijo. Selena le agradeció abrazándolo muy fuerte. Colombo pudo sentir que Selena lloraba y que aún estaba muy frágil emocionalmente a pesar de su apariencia. Él le volvió a pedir que descansara y que disfrutara de su presente y de lo que vendría para ella. Luego la Familia Quintanilla en pleno se lo agradeció. “Gracias, teniente. Le debemos más que una vida”, alcanzó a decirle el señor Quintanilla. “No, señor, usted no me debe nada. Yo sólo cumplo con mi trabajo. Pero si quiere hacer algo por mí, sólo le pido que cuide a su hija y cuídense ustedes. Son grandes personas que se merecen todo”, le dijo. “Bueno, lo haré, pero al menos acépteme una buena comida ahora mismo. Yo lo invito”, le insistió el señor Quintanilla. “¡¡Vamos, teniente, acéptelo, que si no me voy a enojar yo!!”, le dijo Selena. “Bueno, estoy de servicio, pero tratándose de Selena, se puede hacer una excepción ... Pero por favor, no se lo digan a mis superiores, que me van a pedir más y más explicaciones... “, le pidió Columbo. “¡¡Trato hecho!! ¡¡Y la próxima vez vendrá con su esposa!!”, insistió Selena. “Así será, Selena, así será, Te lo prometo”. Y juntos salieron todos a respirar el aire puro, el aire de la nueva vida, el aire de un mundo feliz. Habría nuevos  casos, pero ninguno como éste, ninguno como éste que marcó para siempre la vida del teniente Colombo y, sobre todo, la vida de Selena...

(Siempre recuerdo el capítulo “Descanse en paz, señora Columbo” y me gustaría que fuera un capítulo en el que la protagonista hubiese sido Selena ... Querría despertar y no ver más especiales de casos policiales estruendosos con Selena de protagonista ... Sólo querría ver un solo capítulo, un capítulo de Columbo, en el que él haga justicia y salve a Selena, no sólo para que ella descanse en paz, sino para que viva feliz con su vida en un mundo de trabajo, de verdad, de honestidad y justo ... Nada más y nada menos ... Un mundo mejor ... Un mundo con Selena)

Siempre estaré contigo, Selena, siempre...

Te quiere mucho...

Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)



No hay comentarios: