Vivir a pesar de todo … Vivir con tu ejemplo, Selena…


“¡¡Ya basta, Elisa!! ¡¡Deshácete de esas cosas y ya!! ¡¡Necesitamos la plata!! ¿Qué esperas para venderlas? ¿De qué te ha servido guardarlas? ¡¡Selena ya no está!! ¡¡Nada cambiará ese destino!! ¡¡Han pasado 17, sí 17 años!! ¡¡Escúchame!! Sí!!! Escúchame bien, y óyelo aunque no lo quieras oír y grábatelo bien en tu cabeza … Selena murió … ¡¡mu-rió!! ¿Escuchaste bien? ¡¡Y nosotros estamos casi sin trabajo!! Sabes que puedes obtener un buen dinero por todas esas cosas … Todavía hay gente que paga buen dinero por ello …Es mejor que las tengan ellos bien ordenaditas en sus casas que tenerlas amontonadas como las tienes tú ... ¡¡Si ya pareces como la protagonista de la canción “Fotos y recuerdos”!! ¡¡Son otros tiempos, Elisa!! Selena ya no está para alegrarnos la vida … ¡¡Y tampoco nos dará de comer!! Bueno … al menos que vendas esas cosas … ¡¡Hazlo ya!! ¡¡No esperes a que te las saque yo y las venda por mi cuenta!!”, le dijo Anabella a su hermana con impadiosa frialdad y rudeza, como si quisiera que la realidad fuera otra pero que era ésta, que la hacía ser implacable con Elisa. A Anabella ya no le importaba nada. Con sus 33 años, con poco trabajo y sin esperanza de que la vida fuera a cambiar, tenía una frustración y una desesperanza que la trasladaba a su hermana, que tenía 30 años y no paraba de llorar. Ambas eran adolecentes cuando a Selena le pasó lo absurdo … Eran niñas buenas, latinas de Estados Unidos como Selena, llenas de esperanza y de alegría, llenas de ilusión, seguras de que tenían un porvenir venturoso por delante. Y nada más evidente que tenerla a Selena para saber que nada podía funcionar mal. Ambas vivían con su madre en una humilde de casa de Austin, Texas. Su padre se había marchado tiempo atrás despedido por su madre luego de una larga discusión … Nunca supieron bien los motivos pero lo presumían … Por eso no querían martirizar a su madre con preguntas que le hacía más difícil su vida … Bastante tenía con su trabajo de doméstica en varias cosas durante varias horas de su vida … Tanto Elisa como Anabella la ayudaban en su trabajo y hasta incluso conseguían un trabajito extra para ayudar a la casa … En realidad, esa “ayuda” era poder tener un poco de dinero para comprar todos los discos y todo lo que hubiera de Selena … Su madre lo permitía pues, ante tanta privación, al menos quería “donarle” ese dinero logrado por sus niñas para que pudieran darse el gusto que ella no le podía dar … Cuando sus hijas se volvían locas por ir a un concierto que daría Selena en su ciudad, siempre aparecía ella para darles la buena nueva de que justo había conseguido que le pagaran más en tal o cual lugar, o un trabajito extra en tal o cual hogar para que lo obtenido por ella pudiera regalárselo a sus hijas para que la vieran a Selena en vivo … Y lo hacía con gusto no sólo porque se trataba de sus hijas sino porque se trataba de Selena … Y la magia de Selena hacía que todas, madre e hijas, compartieran el mismo gusto y pasión. Siempre su madre aducía tener algún dolor en la espalda o tener que irse muy temprano al otro día a trabajar para no acompañarlas a ver a Selena … Lo cierto es que la plata escaseaba y una entrada más podría significar una privación importante en el mes … Ya lo tenía que hacer para pagar esas entradas, que muchas veces se las pagaban sus patrones cuando ella en algunas oportunidades les imploraba algún dinero extra para poder alegrar la vida de sus hijas … Y como después veía a sus hijas volver del concierto tan felices y contentas pensaba que había valido la pena el esfuerzo y el dinero gastado … Cuando tenían tiempo libre los fines de semana las tres escuchaban los discos de Selena y los cantaban a viva voz … Eran tan felices … Selena las ponía en ese estado de ánimo que las hacía alejar de las penas de sus privaciones económicas, y de la ausencia del padre de Elisa y Anabella … Pero todas sentían algo más … Ellas se sentían alegres de verdad, porque para ellas Selena no era alguien más, no era la artista del momento a la que seguían por el tiempo que duraba un hit o una canción en el N° 1 de la lista de los temas más escuchados por la radio … Selena era la hermanita que las acompañaba, la que se había esforzado como ellas y lo estaba logrando, y ese logro y esa fama les daba esperanza de que ellas también lo lograrían en breve … Selena era una vecina más, una mujer del barrio humilde como ellas que siempre volvía para compartir una tarde comiendo y tomando lo que hubiera en ese momento en casa … Selena siempre volvía … siempre … Todas la habían visto crecer, triunfar, lograr cada éxito en su Texas y fuera de él y nunca vieron que se le subieran los humos a la cabeza, mirara para otro lado a su paso o no volviera más … No … Selena no hacía eso … Selena nunca haría eso … Todas sabían que Selena seguiría viviendo en Corpus Christi aun cuando llegara muy lejos con su éxito … Y si había algo que deseaban con ganas era que rodara por todo el mundo y fuera famosa en cuanto lugar pasara … Y sabían que lo lograría … Selena era tan encantadora … Nunca los defraudaría y tenía la tenacidad para lograr todo lo que se proponía … Todas veían cómo triunfaba en México, en Centroamérica y por todo Estados Unidos. Ya no era la promesa texana. Ya era una realidad. Una realidad que se reafirmaba día tras día con la venta de discos, con sus conciertos cada vez más numerosos, con los premios internacionales como el Grammy que pocos, muy pocos lograban … Todo era dicha y felicidad … Madre e hijas estaban solas pero se sentían acompañadas y representadas … Estaba Selena … Estaba esa hermanita que les decía que todo era posible, que todo se podía lograr…
Elisa tomó con torpeza las revistas y los discos, y los apretó contra su pecho. “¡¡No, Anabella!! ¡¡Tú no entiendes!! Antes morir que vender mis cosas de Selena … ¡¡que también son tuyas y de nuestra madre!! … ¿Qué? ¿Ya te has olvidado de ella? ¿También me dirás que ella mu-rió?”, dijo a los gritos hasta explotar en un llanto tras lo cual salió corriendo con todo lo que tenía de Selena apretado en su pecho para encerrarse en su habitación. Elisa ni reparó en que dejó tiradas miles de cosas en el suelo y en una caja al huir de allí. Anabella sí lo notó pero no atinó a nada. El recuerdo de su madre la inmovilizó. Se le escaparon un par de lágrimas mientras dejaba que su hermana se escapara y sólo fijó su vista en una foto de Selena, una foto que le hizo recordar ese día, ese día en el que su madre las abrazó a los llantos shockeada por lo que estaba pasando ese nefasto 31 de marzo, ese día en el que su madre se empezó a enterar de todo lo que estaba sucediendo mientras estaba fregando el piso de una de las casas de sus patrones ... Ese día ella no se sentía bien…La amenaza de lluvia le daba malos presagios, pero no quiso pensar en ello …Tan molesta estaba que ni siquiera prendió la radio, como todos los días, para entretenerse mientras limpiaba. De pronto sintió una puntada en la cintura y se alarmó, no por ella -ya estaba acostumbrada a esas cosas que ni siquiera la detenía-, sino porque algo presentía y no era nada bueno ... Siguió limpiando como si nada ... Quería cantar pero no podía. Esa molestia era algo más dolorosa de lo que ella pensaba … De pronto escuchó un fuerte relámpago y se asustó sobremanera … Cuando se tranquilizó e iba a retomar su tarea, la hija menor de su patrón entró sobresaltada a la habitación en la que se encontraba María, la madre de Elisa y Anabella … “¡¡No!! ¡¡No puede ser!! ¡¡Han herido a Selena!! ¡¡Parece que es grave!! ¡¡No, María!! ¡¡Dime que no es cierto!! ¡¡Dime que es otra persona!!” y se abrazó a ella llorando. María quedó petrificada. De pronto no sintió más ese dolor que tanto la atormentaba … En realidad, no sentía nada … Sentía su cuerpo anestesiado … Se quedó un largo rato abrazando a la niña que lloraba sin parar mientras permanecía muda mirando a la nada misma … Se preguntaba qué haría, que podría ser de su vida ahora que no tenía la alegría de Selena … Estaban sus hijas, claro, pero la angustia de estar sola, de tener a su esposo lejos de su vida y sin perspectivas de rehacer su Amor perdido porque ni tenía tiempo para ello, y ahora sin Selena que la acompañara y la hiciera sentir útil y feliz, llena de esperanza, la dejaron inválida … La realidad, el duro golpe de la realidad … Al rato apareció su patrona y la niña se abalanzó sobre ella mientras seguía llorando sin consuelo … María se incorporó de pronto para seguir sus tareas como si estuviera en falta y quisiera evitar una reprimenda por su actitud … Pero para su asombro, la mujer le hizo un gesto con las manos como diciéndole tiernamente que se detuviera y luego tomó sus manos y le dijo: “Ve a casa, María … Hoy es un día muy triste … No vuelvas hasta que todo haya pasado, hasta que todos nos despidamos de Selena…”. La mujer la miró tiernamente y María asintió con la mirada en el piso. Al rato fue a su cuarto de empleada a buscar sus cosas y recién allí reparó en lo que harían sus hijas cuando se enteraran de lo que había pasado. Fue allí cuando no pudo contenerse y rompió en llanto. María sintió como nunca en ese momento la pérdida de Selena, la perdida de una ilusión, la falta de un horizonte de felicidad eterna … Luego de un rato recompuso su postura, se puso un pañuelo negro en la cabeza y salió rápidamente para el colegio de sus hijas antes de que ellas se fueran por propia voluntad o porque el colegio le diera ese día libre … Iba a decirle a su patrona que llamaría al otro día para saber lo que debía hacer pero la mujer fue dulcemente terminante: le volvió a decir que no pensara en ello hasta que Selena ya se fuera definitivamente de este mundo y de los recuerdos de la gente, cuando comenzara a ser sólo un recuerdo cada día al despertar … María salió conteniendo el llanto y fue en busca de Anabella y de Elisa … Tomó el autobús que vino más rápido que de costumbre y se imaginó que tal vez todo se había alterado ahora que Selena no los acompañaba … El bus estaba casi lleno pero no se oía a nadie … Todos estaban de luto. Aún no estaba la confirmación de la partida de Selena pero era como si ya lo hubieran anunciado. Se palpaba en el aire, se sentía en las miradas de la gente. María se dio cuenta de que a veces no hace falta tener todos los datos para saber todo lo que está pasando. A veces con ver algunas cosas fundamentales se sabe lo que sucede y lo que pasará … Ella no había escuchado absolutamente nada … Sólo sabía lo que le dijo la niña y lo que había visto en esos rostros … No había duda de que Selena se estaba yendo y se iría irremediablemente … María deseó que nunca terminara el viaje, que el tiempo se detuviera allí para que ella pudiera eternamente pensar y dormir … dormir y no pensar más en ello, en Selena, en su vida, en su futuro … María sabía que en cuanto bajara del autobús todo habría terminado y ella ya no sería la misma de siempre … o la que creyó ser mientras estuvo Selena para darle ánimo, esperanza y, sobre todo, vida … Si a Selena le pasaba esto, ¿qué podía esperar María para su propia vida? … En un punto María se aferraba al milagro, a que Selena se recuperara, a que todo fuera una falsa alarma, a que todo fuera una burda mentira … No quería esperanzarse pero se le ocurría que si acaso ella pensaba en otras cosas, meditaba sobre otros problemas y se “olvidaba” de Selena, se encontraría con la gran noticia, todo volvería a la normalidad y ella volvería a ser feliz … Cuando llegó al colegio, María se encontró con la dura realidad que le dejaba un panorama aterrador … Miles de niñas que salían de las aulas llorando sin consuelo mientras otras se quedaban en la calle sin saber qué hacer, sin saber hacia dónde ir. Hasta los niños, que en estos casos disimulan su dolor porque suponen tontamente que el llorar es “sólo para niñas”, estaban silenciosos, con la mirada perdida y acompañando el dolor de todos, sin poder disimular su tristeza también … María bajó del micro y avanzó hacia el colegio. No veía a sus hijas por ninguna parte, ni siquiera en las aulas en las que estaban. Casi todos los cubículos estaban vacíos con unas pocas personas llorando sin control. Se estaba por ir hasta que reconoció el grito de Elisa. Se dio vuelta y pudo ver a ella totalmente descontrolada apenas sostenida por Anabella. María iba a socorrerla rápidamente pero algo la detuvo. No quería interrumpir tanto dolor.  Veía a Elisa llorando histéricamente pidiendo por Selena, y porque la dejaran sola y tranquila. Y veía a Anabella sólo ocupada en no dejarla ir, pero veía en su rostro que estaba aún peor que su hermana, sólo que canalizaba su tristeza ocupándose de Elisa y tratando de que entrara en razones. Elisa quería ir a Corpus Christi, y gritaba y rogaba a Selena que no la abandonara. Anabella le decía que esperara a ver qué pasaba, que no se precipitara, que tal vez … Cuando María se dio cuenta de que Anabella no creía ni en sus palabras y que ello le quitaba fuerzas para contener a su hermana, ella sólo se acercó con sus brazos extendidos … Anabella soltó a Elisa y ambos se abrazaron a su madre y lloraron un largo rato. María sintió como nunca que estaban solas, muy solas en este mundo y que tal vez no tendría fuerzas para soportarlo todo. Ella sentía que era demasiado para poder seguir con esa vida, con su vida … Si no fuera por sus hijas, ya no estaría allí y por eso, sólo por eso, hacía un nuevo esfuerzo, un nuevo esfuerzo para seguir viviendo con la larga mochila que llevaba a cuestas. Pero mientras abrazaba a sus hijas, María pensaba cómo iba a seguir, con qué ganas y esperanzas seguiría con su vida cargada de obligaciones, sin ninguna alegría ni esperanza … María llevó a sus hijas a su casa en silencio, dejando que ellas lo expresaran todo … Sólo les dijo que habrá que acostumbrarse a un mundo sin Selena, pero sin estar convencida, sin creerlo verdaderamente … Pero lo decía por sus hijas, para que al menos ellas tuvieran la fuerza que ella ya no tenía…
Todo fue muy rápido desde entonces … Anabella vio cómo en poco tiempo su madre iba perdiendo fuerzas y su cuerpo le pedía que se detuviera por un buen tiempo … Pensó en que tal vez debió haberse dado cuenta antes, cuando fueron a Corpus Christi a despedirse de Selena … Ella era de contener a todos, de observar a los demás y ayudarlos. Pero en esos días apenas ocupaba su mente en contener a su hermana menor … Pensó que era la que más lo necesitaba … Después reparó que mal que mal Elisa exteriorizaba su dolor y eso la hacía sobrellevarlo. Además, el hecho de decirle lo que más le apenaba le daba una idea de cómo calmarla, de cómo decirle cosas para que aplacara su dolor ... Anabella al decirle esas palabras de consuelo calmaba su propia angustia, su propia soledad … Por eso, por ocuparse de su hermana y de sí misma, y por dejarse llevar por el dolor de la pérdida de Selena, no reparó que había amenazas de otro final … Veía que su madre estaba muda y con la mirada perdida. Ellas estaban abrazadas llorando en la larga cola que había para despedirse de Selena, mientras que su madre estaba allí, muda y distante, muda y sin ninguna palabra de consuelo. Cada tanto se acercaba para decirles algo, para preguntarles si necesitaban algo, para aconsejarles que no lloraran más, que tenían una vida por delante … Anabella la miraba pero no sabía que decirle … Había algo que le molestaba y le preocupaba de su madre, pero no sabía qué era. El dolor, la locura de todo el mundo y el sentir que Selena se la había ido absurdamente no le permitía dar cuenta de lo que estaba pasando … En un punto ella también pensaba que a pesar de tanto dolor pronto podrían salir de ese calvario, que volverían a sonreír otra vez … Pero ese silencio de su madre, esa distancia, esa mirada perdida … Anabella tuvo que contener otra vez a Elisa a medida que el grupo de gente se acercaba a donde estaba Selena. Su madre no quiso entrar. Les dijo que las esperaría afuera y sólo les pidió que le dijeran a Selena unas lindas palabras a modo de despedida, y que le dieran en el aire mil abrazos y mil besotes … Nada más … Nada menos … Anabella fue avanzando y veía a su madre extrañamente “tranquila” y con la mirada en un punto fijo … Parecía como si tuviera 10 años más, como si hubiese envejecido de golpe … Elisa gritaba y lloraba mientras avanzaba con dolor tratando de acercarse a Selena y abrazarla. Anabella tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para que Elisa no hiciera lo que pensaba … Ella también sentía que había envejecido 10 años. Cuando llegaron al lugar y vio ese enorme ataúd cerrado, ni quiso mirar. Miró para un costado mientras hacía fuerza para que su hermana no fuera hacia él. Anabella notó que siempre hacía lo mismo: que tenía que permitir que los otros se expresaran y contenerlos en los excesos, pero para eso debía anular sus propios sentimientos. Lo suyo -pensaba Anabella- era callar, entender, asentir, rechazar. Pero nadie la contenía a ella. Ella era la “fuerte”. “¿Y quién había determinado ello?”, pensó en soledad más de una vez … Pero no había tiempo para responderse a esa pregunta, ni en ese nefasto día ni nunca … Anabella sentía que a partir de ese día tendría que contener a dos personas, y convertirse en la madre y el padre de ambas. Pensó en su padre e imploró que volviera pero a la vez sentía un gran odio por él. Se preguntaba por qué las había abandonado, por qué no luchó por ellas, por qué no intentó verlas aunque sea una vez … Anabella pensó que le iba a costar amar de verdad. Pocos le habían enseñado a eso, no tenía buenos ejemplos y encima la única persona que le indicó que se podía dar sin esperar, que se podía amar a pesar de todo, la única persona que dio sin tener ningún ejemplo ni parámetro para seguir, esa mujer se le había ido de las manos y de la peor manera. Y la habían dañado, le habían quitado la vida, la hicieron sentir el peor de los dolores como el último sentimiento que había registrado antes de partir de este mundo … Anabella volvió a cubrir su cuerpo con un nuevo traje de amianto y con total frialdad contuvo a su hermana mientras pensaba en su madre … y también en su padre … Con la excusa de cuidar a su hermana pasó por el féretro sin mirarlo y pensando en que todo terminara de una buena vez … Cuando salieron del lugar y se encontraron de nuevo con su madre, dejó a Elisa con ella y se marchó con la excusa de ir al baño … Sólo se fue a caminar por el campo lindero, y cuando llegó a un árbol se apoyó en él y se puso a llorar amargamente y durante unos largos y dolorosos minutos … “¿Qué será de mí?”
-pensaba-. ¿Y ahora cómo podría seguir? Se quedó durante un buen tiempo pensando para juntar fuerzas y seguir con su vida vestida de traje de amianto … Tal vez podría seguir … Sólo dudaba de hasta cuándo podría seguir sin expresar sus verdaderos sentimientos, conteniendo y atendiendo a los demás sin pensar en ella, sin permitirse dejarse llevar por sus verdaderos impulsos y sentires…
Elisa miró a su hermana y aceptó que ése sería el destino de ambas. Su madre había enfermado gravemente y sólo le quedaba estar postrada en su cama … quién sabe hasta cuándo … Tanto ella como Anabella comenzaron a peregrinar por las casas de los patrones de su madre para ofrecerles sus servicios … Todos las aceptaron un poco con gusto, buena parte con pena … Elisa pensaba cómo había cambiado todo y qué largo había sido el último año … Ella ni dio cuenta de lo que sucedía con su madre … Supuso que sólo tenía angustia y dolor, el mismo dolor que sentía ella … y también su hermana … Elisa vivió eufórica en el transcurso del año … La salida del disco “Dreaming of you”, la perspectiva de que la pondrían entre rejas a esa pérfida … Si a Elisa le faltaba algo de Selena lo compró en todos esos días … Por un buen tiempo ella sintió que nada había sucedido, que al fin y al cabo Selena seguía estando presente … Vivía escuchando su música, vivía cantando sus temas, se unió a sus amigas del colegio tan fanáticas como ella para mantenerla siempre presente, para seguir viviendo por ella y para ella a pesar de todo … No se trataba de negación, pensaba Elisa … No, no era eso … ¡¡Para nada!! Sólo había que seguir viviendo, pero viviendo con Selena, viviendo sus alegrías, sus logros, su Legado. Tal vez era hora de retribuirle todo lo que les había dado … No había que darle el gusto a la asesina … ¡¡Jamás!! Sólo había que cantar sus canciones y tener todo de ella … ¡¡Todo!! No importaba qué y para qué … ¡¡Había que tenerlo y ya!! Para eso redobló sus esfuerzos y comenzó a ayudar a su madre en sus tareas domésticas … No le llamó la atención que su madre no le dijera que no y aceptara gustosa que la ayudara … Es que Elisa estaba tan ocupada con Selena … Fue a todos lados, acompañó a cuanta amiga quisiera ofrecer su tributo a Selena, fue a lugares recónditos que le ofrecieran aunque sea un pañuelo que hubiera usado Selena en algún concierto … Todo lo que fuera de Selena tenía valor …¡¡Absolutamente todo!! Era lo que había quedado de ella … Era lo que les había dejado … Y lo que para otra gente y para otras culturas era el síntoma del despojo y de la desolación, para Elisa y para la mayoría de los fans de Selena era el tesoro más preciado. Nada más actual en aquel momento que la canción “Fotos y recuerdos”: “Tengo una foto de ti que beso cada noche antes de dormir. Ya está media rota, ya se está borrando por tantas lágrimas que estoy derramando. Y es todo lo que me queda de tu amor. Sólo fotos y recuerdos. Tengo un recuerdo de ti que siempre me hace tan feliz. De aquella fiesta en que te conocí. De ese tímido beso que te di. Y es todo lo que me queda de tu amor. Sólo fotos y recuerdos…”. A Elisa ni le importaba todo lo que tenía que trabajar para tener todo aquello, muchas de esas cosas de Selena que ni las tocaba apenas las recibía … Sólo las guardaba para atesorarlas y sentir que parte de su vida la tenía consigo … Y sentir que Selena seguía estando presente, que no se había ido ni se iría nunca … Hasta que un día su madre le pidió si podía ir ella y Anabella a cubrirla en algunos de sus trabajos porque le explicó que no se sentía bien, que no sentía su cuerpo, que le dolía la espalda, y le prometió que pronto se pondría bien … Anabella se acercó a ella, la tomó de la mano y le dijo que fuera fuerte. Al principio Elisa no lo entendió pero pronto dio cuenta de lo que estaba pasando … Su madre no podía moverse de su cama, y ella y su hermana tendrían que trabajar a tiempo completo … Tuvieron que dejar sus estudios y siguieron su dolor por todo lo que les pasaba desde hacía un buen tiempo, y desde la realidad de sentirse grandes de golpe … Elisa comprendió en toda su dimensión lo que quedaba para ella, y para toda una comunidad y generación luego de la partida de Selena … Como nunca sintió que lo de Selena había sido un suspiro, sólo un suspiro tras lo cual todo volvía a la “normalidad”, a lo gris de la vida y a la vanalidad para trascender … Era tan lindo y simple antes … Era tan utópico y tan imposible para creer que aquel camino construido con Amor, sacrificio, honestidad, responsabilidad y talento podría llegar muy lejos … La partida absurda de Selena acaso certificaba como nada esa realidad, les demostraba que nadie permitiría que todo fuera tan simple y tan lindo … Elisa lo sintió mientras notó que su realidad era estar trabajando de sol a sol sin pensar en otra cosa, sin pensar en poder ser feliz, sin pensar que otro mundo podía ser posible … Ya no había tiempo para soñar, ya no había tiempo para sonreír … Elisa vio que la partida de Selena la ponía en un camino similar a la de su madre y que su destino podría ser el mismo … Más de una vez lloró mientras limpiaba los pisos y sólo tenía frente a sí un balde y un trapo de piso … Y no era que la trataran mal o la despreciaran … Lo que sucedía es que ya no era cuestión de ser feliz y de trascender con lo que se era y con lo que se quería ser. Ahora era sobrevivir “con lo que había”, y si se quería ir más lejos había que caer en cosas que ya había olvidado estando Selena … En la mentira, en la falsedad, en la calumnia, en la bajeza, en hacer de la mentira y del odio el arte para trascender … Todo lo contrario a Selena … Bastaba con ver a esa pérfida para darse cuenta cuán bajo se había llegado, cómo se iba olvidando poco a poco lo que Selena les dejó … Elisa entendía ahora por qué quería atesorar todo lo que hubiera de Selena. Era su forma de retener aquellos tiempos tan lindos, esa utopía, esa felicidad, eso que duró tan poco tiempo y que se resistía a perderlo … Una forma de resistirse a la realidad, una forma de desafiar el paso del tiempo … Para cuando llegó la película de Selena, ella estaba ocupada con Anabella en sostener la casa y a su madre. Apenas pudieron verla y llorar sin consuelo. Mientras tanto, tenían que contarle lo que habían visto a su madre, que ya no podía siquiera moverse para verla … Elisa sintió que ya nada sería lo mismo desde aquel día, cuando comenzó a aceptar que Selena ya no volvería, que su madre se iría y que Jennifer López tomaría el lugar de su ídolo a medida que advertía que su papel en la película “Selena” le daba la fama mundial que Selena estuvo a punto de obtener … Pero eso fue un momento, sólo un momento. Desde esos días tuvo que ver el sufrimiento de su madre y su irremediable partida … Ahora entendía por qué estaba tan callada, por qué fue otra desde que se fue Selena … Una noche, ya muy tarde, las llamó a ella y a su hermana, y les dijo casi con un hilo de voz que nunca abandonaran sus sueños, que lucharan por sus ideales y por lo que ellas querían para sí y para los demás … Que fueran como Selena, que siguieran su ejemplo a pesar de que todo indicaba que aquello podría ser admirado pero no seguido, a juzgar por lo que le había sucedido … “No se fijen en mí, hijas  … A mí me agarró esta enfermedad …  No sigan mi camino … Tomen el de Selena … Desafíen su destino como lo hizo ella … Porque le haya pasado lo que le pasó no quiere decir que no tengan que seguirlo … Piensen, sólo piensen y verán que sólo hay que corregir algunas cositas … Por lo que me cuentan, intuyo que Jennifer López aprendió no sólo lo bueno sino lo erróneo de Selena para llegar a la cima … No les pido que sean como JLo … Y menos que sean como yo … ¡¡Sean como Selena!! … Ella fue una buena persona … ¿Me prometen que lo harán? ¡¡Digan que sí, se los ruego!!”. María las miró y sus hijas llorando asistieron … Su madre sonrió y dijo: “Ahora puedo dormir tranquila” y cerró sus ojos con una sonrisa en su rostro … Nunca más los abrió … Elisa sintió la misma sensación que su madre dos años atrás … No pudo llorar … Sólo sintió tristeza … Pero vio cómo Anabella lloraba sin consuelo … Tal vez no podrían hacer lo que su madre les pidió … Pero seguro que ella lo entendería … Había una distancia entre el sueño y la realidad … Y la realidad había sido tan impiadosa como un huracán … Se vendrían tiempos difíciles, muy difíciles … Elisa sólo sintió pena por su madre … Tal vez nunca haya podido ser feliz, pero aun así Elisa pudo ver ese pequeño momento en el que lo fue y ella tuvo la dicha de poder compartirlo … Elisa sabía que era mucho más importante haber sido feliz en vida, y que en esa vida se haya intentado algo y no esperarlo para el momento irremediable de la muerte … Las promesas para la muerte eran un consuelo, sólo un consuelo para tontos … Su madre no quería que la consolaran … Sólo quería que siguieran el ejemplo de Selena … Nunca les pediría cosas para la muerte … Eso hubiese sido egoísta y sólo hubiese sido una carga … Pero su madre no era así, por suerte … Ahora había que seguir la vida como se pudiera, entre la realidad y la utopía, entre la alegría y la resignación, entre el sueño y el dolor … Elisa por única vez tomó de la mano de Anabella y la acompañó con una sonrisa cuando se despidieron de su madre … Había que poner una sonrisa a lo que se vendría … Así lo hubiese querido su madre … Así lo hubiese querido Selena … Y ambas eran para Elisa la misma persona…
Todo se hizo muy difícil desde aquel entonces … Las dificultades económicas no sólo de ellas sino del país hicieron que fueran perdiendo los trabajos que ellas habían heredado. Para colmo, al haber dejado los estudios sus perspectivas se habían complicado aun más. Tanto Elisa como Anabella retomaron sus estudios a la noche mientras hacían toda clase de changas por la mañana y por la tarde. La vida, la mejor parte de sus vidas, se fue yendo sin que ellas se dieran cuenta y sin tener un fin ni un propósito que seguir. Sólo se vivía el día a día sin rumbo, sin horizonte … Sus relaciones afectivas eran conflictivas y las necesidades económicas las empujaron a vivir en un departamento mucho más modesto para achicar gastos. Todo fue tortuoso, todo fue conflictivo, toda fue desesperanza. Atrás había quedado Selena … Atrás había quedado el pedido de su madre. Más de una vez Anabella, que ya no podía disimular ni su dolor ni su desilusión, empezó a recriminarle a la vida por su infortunio, y eso más las necesidades económicas las llevó a agarrárselas con su hermana y a pedirle que se deshiciera de Selena y de las cosas que Elisa atesoraba como lo más preciado que tenía. Anabella a pesar de su dolor no quería mirar atrás, no quería ver lo felices que habían sido y lo desdichadas que eran en ese momento. Mirar para atrás era dolor, y ese dolor no lo quería ver aunque lo sintiera de todos modos. El ver a su hermana aferrada a los discos, revistas y souvenirs de Selena la molestaba sobremanera. Era exponer ante su vista algo que también formaba parte de la realidad que ella quería borrarla para siempre. Anabella siempre había funcionado así … Mirar para adelante, no retroceder ni mirar nunca para atrás .... Nada se podía hacer frente al pasado, ni se podía modificar ni revivir. Y así pudo soportar la pérdida de su padre, la pérdida de Selena, la pérdida de su madre … Pero cuando quiso obligar a su hermana a que ella también pensara, viera y actuara del mismo modo, Elisa le hizo ver sus debilidades, su desconcierto, sus inseguridades. Anabella estuvo un largo tiempo mirando esas cosas de Selena que Elisa por descuido y por no querer discutir más con su hermana ni deshacerse de lo más hermoso de su vida las dejó tiradas … Luego de ese tiempo, tomó una imagen de Selena que correspondía a una serie de fotos para la campaña del shampoo Agree del año 1995 y que nunca salió a la luz debido a ese nefasto día que se llevó a Selena … La miró y pensó en lo linda que era Selena y en lo feliz que lucía en el mejor momento de su vida y de su carrera. Pensó que Selena había llegado a ese lugar no sin dificultades, no sin obstáculos, que tenía el mismo origen que ella y que lo había logrado a pesar de todo, y si tal vez no pudo concretar todo lo que se propuso en su vida fue porque siempre hay gente mala en este mundo que sólo se dedica a perjudicar a los demás en vez de hacer el bien o a hacerse el bien … Anabella olvidó que a veces hay que sentirse bien, procurar estar mejor y que eso, sólo eso, cambia el escenario en el que uno se desenvuelve en la vida … “No ves que después de todo no es tan malo sentirse bien. Te lo agradecerán los demás”, escuchó alguna vez Anabella de un tema de un grupo de rock que no sabía ni quién era ni de dónde venía … Estar bien … Sentirse bien … Anabella pensó si tenía sentido lamentarse por lo perdido en vez de alegrarse por lo obtenido. Pensó si tenía sentido seguir sintiéndose frustrada por lo que había sucedido a su alrededor. Pensó si tenía sentido seguir reprimiendo sus sentimientos y de contener a los demás …Se preguntó si tenía sentido seguir controlando de que todo “siguiera en orden”, de que todo “se mantuviera en equilibrio” si nada de eso la ponía bien ni generaba felicidad a su alrededor … Miró la foto de Selena, y tomó otras y otras … No pudo contener las lágrimas y luego sintió que era mejor dejarse llevar por lo que sentía y no por lo que era más “conveniente” … Quiso llorar y lo hizo durante un buen tiempo. Quiso sentir qué era lo que le provocaba tanto dolor después de tanto tiempo ... Anabella sentía que la vida había sido injusta e impiadosa con Selena. Ella era talentosa, carismática y, sobre todo, una buena persona. Era un ejemplo para todos y su sola presencia generaba sólo alegría … ¿Por qué entonces Dios se la llevó? ¿Para qué y por qué tan pronto? Ella no se merecía eso ... Irse e irse de esa manera … Ella tenía todo para vivir y ella merecía y quería vivir … E intensamente … Se lo había ganado … Y Anabella sentía que ya no tenía por qué vivir como su madre … Ese pensamiento a Anabella la sobresaltó. Algo no estaba bien. No podía dejarse llevar por la derrota, no podía permitir ni que la asesina ni que la mala gente se adueñaran de su vida y de este mundo. Tal vez Elisa tenía razón. Ella no podía obligarla a que se deshiciera de las cosas que aún la hacían feliz. Era su modo de estar bien. El dinero le hacía falta, pero no era indispensable. ¿Qué sentido tendría tener un poco de dinero que le duraría sólo un tiempo con su hermana infeliz de la vida sin sus cosas más preciadas de Selena? ¿Y ella? ¿Qué quería ella? Ser feliz, ser feliz como Selena … Y sabía que así no lograría nada. Anabella tomó las cosas que dejó tiradas su hermana una por una en forma bien despaciosa. Eso la hizo sentir mejor, mucho mejor. Había que empezar a sentirse mejor aunque sea con las pequeñas cosas de la vida … Aunque sea un ratito … Anabella enfiló hacia la habitación en la que estaba su hermana y golpeó suavemente la puerta. “No te voy a obligar a nada, Elisa. Ni siquiera a que me abras la puerta. Sólo quiero dejarte las cosas de Selena que olvidaste recoger … Y escúchame, sólo escúchame. Ya no quiero que vendas nada, ya no quiero que te desprendas de tus cosas más queridas de Selena … Sólo quiero que seamos felices, ya que somos lo único que nos tenemos en este mundo … Mira … Te dejo las cosas que dejaste de Selena en la puerta. Tómalas cuando quieras. Yo ya me voy. Cuando quieras, podemos hablar…”. Anabella se fue despaciosamente hasta que escuchó una voz muy bajita que le decía: “Aquí esto hermanita … Ven aquí…”. Cuando Anabella se dio vuelta, vio que Elisa le extendía sus brazos. Anabella corrió hacia donde estaba su hermana y se abrazó largamente mientras lloraban mezcla de dolor y de alegría … “Ya verás, hermana … Todo irá bien. Ya saldremos de esto”, dijo Elisa. “Yo sólo quiero que seamos felices. Sé que es hora de buscar sentirnos bien. Si lo logramos, nada nos detendrá, como a Selena”, le contestó Anabella. Luego de ello las hermanas no pararon de reírse y de recordar aquellas cosas que habían compartido y que le hacían tanto bien … y que tenían a Selena como protagonista. Cuando ya no tenían más nada que decirse, Anabella le dijo a su hermana: “Creo que debemos hacerle caso a nuestra madre. Es hora de que seamos felices con lo que tenemos. Es hora de lograr lo que nos hemos propuesto por más que sea una quimera. Es hora de pensar en nosotras y no lamentarnos más por nuestra suerte. Sé que nos irá bien, Elisa. ¡¡Te lo prometo!!”. Anabella y Elisa volvieron a abrazarse y sólo esperaron que al otro día tuvieran una nueva vida y un nuevo despertar …Sólo dependía de ellas, sólo de ellas para que aquello fuera posible…
(A veces el dolor es inmenso. A veces el dolor nos lleva a la resignación. A veces el dolor nos lleva a la derrota. No hay peor cosa que acostumbrarse al dolor, que aceptar sin pelea la resignación. No se trata de buscar quimeras. No se trata de esperar que vuelva Selena, aunque se crea en milagros … Y se los desee … Sí se trata de mantenerla viva a Selena siguiendo su ejemplo, siguiendo sus ganas de vivir, riendo como ella lo hacía y sin ocultar la tristeza, pues eso también forma parte del recuerdo y del tributo de todos los que la recordamos a Selena con Amor día tras día … El dolor es parte de la vida de Selena pero eso no debe ni puede vencernos … Si empezamos a entender ello y obrar en consecuencia habremos hecho uno de los mejores homenajes que se le pueden hacer a Selena … Ella en nuestro lugar hubiera hecho lo mismo … Con ese espíritu llegó a donde llegó y por eso es amada por tanta gente…)
Selena: tú fuiste aquélla, tú fuiste única, tú fuiste la mujer ideal, porque no has vendido ninguna imagen, tú te mostraste a la gente tal cual eras, y todos lo entendieron así y te recuerdan como se debe … Con Amor, con ese Amor que sólo tú podías transmitir…
Te recuerda siempre…
Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)

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