Tu magia logró todo, Selena…


Muchas veces en la vida nos pasan cosas que constituyen un hito en nuestras vidas, que nos hacen cambiar, que nos hacen ver la vida misma de otro modo...

Desde que tuve la inmensa fortuna de conocer a Selena nada volvió a ser igual para mí. Me encontré con alguien distinto, diferente, Nada de su vida, nada de su canto, nada de su arte ha pasado inadvertido para mí, pues lo suyo fue sencillamente extraordinario. Así de simple...

Siempre dije que yo llegué a ella de a poco. Siempre tratando de buscar un por qué. Y si bien sigo buscando ese por qué, hoy no puedo dejar de pensar que esa simple personita que por sí sola, y sólo porque se lo propuso más allá de lo que esperaban de ella, logró cautivar a tanta gente. Sólo los verdaderos talentos logran trascender a un punto que aun a 28 años de su partida sigue generando las mismas sensaciones que a los que tuvieron la dicha de verla…

No se puede no admirarla sin ver lo que ya era cuando era niña. No se puede no admirarla sin saber lo que ella tuvo que padecer. No se puede separar la persona de la artista. Porque Selena fue eso: así como era ella en la vida, así era ella en el escenario, así era con la gente, así era con los periodistas ... Así era con todo el mundo.

Selena no era una más. Si hubiese sido así, hubiese sido fácilmente reemplazable y pocos se acordarían de ella. Y no pudo ser reemplazada y aún se acuerdan bien de ella. La gente siempre supo que era de los suyos aun cuando le costaba hablar bien el español. La gente siempre supo que jamás renegó de lo que fue, que nunca defraudó en pos de la fama. Selena nunca dejó de ser aquella niña de 8 años a la que un día le dijeron "Ve a cantar" y ella fue y lo hizo, y aprendió con ello a que debía agradar a su público si es que quería que éste la quisiera.

Selena hizo todo por los demás. Ya desde niña le dedicaba las canciones a su padre. Sólo porque lo amaba accedió ante semejante exigencia. Y siempre temió que esto la expusiera ante un público que no la quisiera. El miedo siempre lo tuvo. Y ella apeló a algo muy simple pero difícil de hacer: ofrecer todo de sí, dar todo a cambio de nada, hacer lo mismo que hacía por su familia. Sólo una persona que tiene mucho Amor puede hacerlo y sólo una persona que es genuina en transmitirlo puede recibir a cambio tamaña muestra de afecto...

Cuando uno ve a Selena, ve todo de ella, no sólo su canto, no sólo sus condiciones de artista. Y uno no puede dejar de admirarla. Eso que transmitía desde el corazón llegaba a los corazones de quienes la han visto y de quienes la siguen viendo y admirando. No hay que ser necesariamente un experto de su música para quedar subyugado ante semejante artista. Basta con saber apreciar el talento que tenía, la voz que tenía, el modo de transmitir tanto sentimiento, tanta pasión, tanto Amor. Selena era transparente, era frontal, se dejaba llevar por lo que sentía y se lo ofrecía a su público sin más. Como era con los demás en su vida así era con su público en el escenario. Difícilmente uno pueda ver en una artista tantas condiciones.

Selena no era ingenua, no era confianzuda. Selena era mucho más adulta de lo que se creía. Si no, difícilmente hubiese llegado hasta donde llegó. Selena no se limitó a mostrar su buena voz. Tampoco se limitó a interpretar las composiciones de su hermano, a que su padre le manejara su carrera o a que José Behar la difundiera desde la EMI Latin. Selena siempre iba por más. Y mostrando todo su ser nos dio su espíritu, brindando todo de sí. No se guardó nada. Pero no hay que confundir eso con ingenuidad. Siempre hay que rescatar las palabras de José Behar cuando la conoció. Selena no le creyó cuando dijo que él se presentó como lo que era, el presidente de la Emi Latin. Tuvo que aparecer el padre para lograr que le concediera una entrevista. Y no olvidemos lo que dijo después: "Nosotros estábamos seguros de que iba a tener su N° 1. No pensábamos que iba a ser tan rápido". Eso muestra que Selena sobrepasaba las propias expectativas que tenía la misma gente que confiaba ciegamente en su éxito...

Para querer a Selena no hay que endiosarla, no hay que transformarla en leyenda, no hay que transformarla en un mito, no hay que retocar su imagen y sólo dejarle sus aspectos positivos. De ninguna manera. A Selena se la quiere por todo lo que fue, pues así como se mostró, así la gente la quiso y así le dio todas sus demostraciones de afecto. Por eso no hay consuelo con su partida. No hay forma de que uno encuentre a alguien siquiera parecido a ella. Es incomparable. Nunca, absolutamente nunca habrá alguien como ella...

Quiero ser hoy muy visceral al hablar de Selena. Porque ese es mi sentimiento hoy. No puedo dejar de pensar que hoy estoy aquí por el nefasto 31 de marzo de 1995. Si hay algo que querría en mi vida es borrar para siempre del calendario ese día. Pero el destino quiso que fuera así y también quiso que hoy yo esté aquí. Y no puedo dejar de decir todo lo que pienso de Selena. Y poner todo mi corazón al describirla, el mismo corazón que puso ella para interpretar sus canciones, esas canciones como sólo ella podía interpretar. Porque el solo hecho de que no esté aquí semejante artista, semejante talento, hace que yo ponga todo mi corazón para tributarla, para que nunca se olvide lo que hizo por nosotros, para no olvidar que ella sacrificó muchas cosas de su vida para llegar hasta donde llegó y cuando estaba logrando los frutos de tanto esfuerzo pasó la insensatez, pasó lo que tenía que pasar cuando los intereses de muchos son más importantes que el esfuerzo, el Amor y el sentimiento de una sola persona, la persona más importante de esta historia...

Yo no quiero nada para mí por hablar de Selena. Quiero que mi nombre sólo figure como una huellita más que la tributa. Por lo demás, querría que todos a la hora de evocarla la tengan como única y gran figura. Yo sólo quiero que, a través de mis palabras, no dejen de admirar a semejante cantante, a semejante artista innata. Y nunca olvidaré que ella contribuyó a que yo me convirtiera en otra persona. En realidad, esa otra persona es más cercana a esa verdadera persona que soy. Y eso lo descubrí sin conocerla. Lo descubrí sin que ella estuviera para que lo pudiera ver…

La mejor forma de tributar a Selena es verla a ella, escucharla a ella, admirarla a ella, darse cuenta de que esas canciones sólo tienen dimensión porque las cantaba ella y porque sólo ella podía interpretarlas así. Por eso, no hay tributo que pueda testimoniar ese talento, esa personalidad. Ni hay tecnología que mejore semejantes interpretaciones. ¿Para qué queremos nuevas versiones? ¿Para qué queremos agregarle ritmos, melodías y voces? Si basta con escucharla a ella para emocionarse. Para saber que ella podía generar que te quedes mirándola anodadado, sonriendo, llorando, sacando todos los sentimientos a flor de piel con semejante voz, con semejante carisma, con semejante personalidad...

En un mundo en el que nada ya satisface, en el que enseguida nos cansamos de los que nos gustaba hace 15 minutos, yo hago una pequeña pausa y escucho un tema de Selena o la contemplo en uno de sus videos y, fundamentalmente, en alguno de sus conciertos. Nada más placentero que ver a una artista sin igual como ella. Nadie como ella colma mis expectativas, mis sentimientos, mi admiración....

Selena ha cambiado mi vida y por eso la recordaré y la tendré presente en cada palabra, en cada sentimiento que exprese. No es que Selena sea una leyenda viviente, no es que Selena sea un mito. No. Es Selena, que está en mi corazón… y para siempre...

Mi recuerdo es sólo para agradecerte, Selena…

Te quiere mucho…

Sergio Ernesto Rodríguez
(Buenos Aires, Argentina)

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